Historia.
INTRODUCCIÓN.
La Historia es una ciencia (disciplina prefieren decir otros) que exige
una reflexión sobre su carácter como ciencia, su metodología y sus técnicas, su
teoría. En suma, sobre su epistemología. No hay consenso entre los estudiosos sobre
estos puntos, y, de hecho, se han elaborado distintos paradigmas científicos
sobre la historia, incluso para negar que sea una ciencia. Nos centraremos en
esta UD en estos puntos, dejando la historiografía para otras UD.
En cuanto a la estructura de la UD hemos de alertar sobre el
confusionismo de la redacción del título, pues los puntos primero y cuarto
forman un punto indisociable: la metodología de la Historia, en la que un punto
esencial es su consideración como ciencia. Así, la distinción entre comprensión
y explicación en la Historia es la que hay entre su carácter idiográfico o
nomotético. Dilthey ha forjado la distinción científica entre ambos conceptos:
‹‹En las ciencias naturales explicamos, en las ciencias humanas comprendemos››.
Más sentido tiene la especificidad de los puntos segundo y tercero: el
tiempo histórico y sus categorías temporales, y la relación entre el
historiador y las fuentes históricas son puntos de gran importancia y relativa
independencia.
Un resumen.
Se pueden establecer múltiples divisiones de la Historia, tanto por su
ámbito geográfico (historia universal, nacional, local...) como por los
aspectos humanos que abarca (historia política, económica, cultural, social, de
las religiones, del derecho, de la filosofía, del arte, de la ciencia...). La
Historia las integra todas, dándoles una base metodológica común, aunque
algunas han conseguido una consistencia propia tan firme que ya pueden
considerarse disciplinas propias, con lo que la Historia sería una “ciencia
madre” para las ciencias sociales históricas, tal como lo fue la Filosofía para
las ciencias naturales y las ciencias sociales no históricas (psicología,
sociología...). También hay una historia de personajes (biografías) y de
acontecimientos particulares.
El objeto de la Historia es el conocimiento científico histórico, es
decir, del pasado. Una definición clásica de Historia es ‹‹La narración
ordenada y verídica sobre el conjunto de los acontecimientos memorables del
pasado humano››, pero una definición más moderna hace hincapié en la
interpretación del pasado para mejor conocer el presente y prever el
futuro. La historia es siempre historia contemporánea, como sostenían Benedetto
Croce, Marc Bloch y Lucien Febvre, pues el pasado es la clave para entender el
presente y es desde el presente, desde nuestras preocupaciones y obsesiones,
que miramos e interpretamos el pasado.
La interpretación histórica da sentido a un tema mediante un proceso de
selección, ordenación y síntesis de datos históricos referidos a ese tema. Pero
no puede establecer un rígido criterio de causalidad histórica: en la historia
no hay leyes generales deterministas (propias sólo de las ciencias naturales),
dado que en la evolución histórica influyen múltiples factores, imposibles de
aislar. Por ello, en la actualidad se prefieren usar los conceptos de “factor”
y de “tendencia” para explicar las causas y la evolución históricas.
El historiador trabaja con un concepto subjetivo, el tiempo, que debe
ser objetivado mediante la cronología, que ordena el tiempo histórico en
categorías temporales.
El historiador trabaja con una materia prima, las fuentes históricas,
que son toda información del pasado que ayude a conocerlo. Las fuentes pueden
ser materiales o humanas y requieren una interpretación con rigor crítico, a
fin de comprobar su autenticidad y fiabilidad.
1. EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.
La Historia como ciencia.
La cuestión fundamental en la metodología de la historia puede
plantearse así: )Es la historia una ciencia? Nuestra respuesta es que sí
(y que es un saber útil), pero muchos autores responden que no es una ciencia,
sino un mero relato.
Desde finales del siglo XIX, ante el problema de la revolución
científica experimentada por las ciencias naturales (en especial la física),
algunos historiadores y filósofos alemanes, que a veces se han denominado
“historicistas” (Dilthey, Windelband, Rickert...), propusieron una separación
tajante entre el método de las ciencias del espíritu, entre las cuales se
hallaría la historia, y el método de las ciencias naturales. Las primeras son
ideográficas (refieren sólo casos particulares) y tratan de “comprender” los
hechos, en vez de explicarlos; las segundas son nomotéticas (establecen leyes
generales) y tratan de “explicar” los hechos.
La historia sería así una ciencia distinta de las naturales, que no
sería predictiva, pero que ayudaría a comprender la vida humana. Esta
concepción ha influido a lo largo del siglo XX. El historiador de la ciencia
Bernal (1969), siguiendo esta división, ha distinguido dos grupos de ciencias
sociales:
- Las ciencias sociales descriptivas, asociadas a las tradiciones
idiográficas. Son la historia, geografía, antropología, sociología, que
procuran la “comprensión” de la vida social. Se refieren a las ciencias del
espíritu.
- Las ciencias sociales analíticas, asociadas a las tradiciones
nomotéticas. Son la psicología, las ciencias económicas y políticas, que
procuran la “explicación” de la vida social. Se refieren a las ciencias
naturales.
Se puede conceder a estos autores que, en muchos casos, el acercamiento
que el historiador hace al objeto de su estudio se asemeja más al modelo
idiográfico que al nomotético. Cabe preguntarse, no obstante, si esto no se
debe a que la metodología histórica se halla todavía en un estadio poco
desarrollado. Para los investigadores que no admiten el supuesto de dos
realidades enteramente separadas, una natural y otra espiritual, esta división
de principio entre los dos métodos aparece como poco satisfactoria.
Una manera de decidir el status lógico de la historia
sería considerarla una ciencia taxonómica integrada en una futura teoría
sociológica de gran alcance, de un modo similar a como los estudios
paleontológicos han constituido un elemento de capital importancia para una
teoría biológica general como la de Darwin. Así, la historia sería a la
sociología lo que la paleontología a la biología.
Desafortunadamente, esta analogía no parece muy adecuada, puesto que hay
dificultades muy graves en el intento de integrar la historia en una teoría
sociológica general. Las leyes sociológicas sólo valen, a lo sumo, para un
ámbito muy reducido en el tiempo y en el espacio, y la recopilación de datos
históricos no suele ser relevante para la confirmación o refutación de leyes
tan restringidas.
Como ha demostrado Popper en varios de sus estudios, no se pueden
establecer leyes socio-históricas generales, pues en historia no se puede
predecir. En efecto, esas leyes, de ser posibles, versarían sobre las
regularidades en la conducta de los grupos humanos. Ahora bien, uno de los
factores fundamentales que modifican la conducta de los grupos humanos es el
aumento de información. Formular una ley sobre la conducta de esos grupos es un
aumento de información para los mismos, que modificará, por tanto, su conducta,
que la ley trata de predecir. De ello se desprende que no pueden hacerse
predicciones a gran escala partiendo de los hechos sociales pasados: el estudio
de la historia no permite formular leyes predictivas sobre el desarrollo de los
acontecimientos futuros, porque, caso de ser formuladas, se modificaría
automáticamente el curso de la historia que se trata de predecir.
La imposibilidad de construir teorías históricas de largo alcance
revierte sobre la idea misma de la historia. Es dudoso que la historia pueda
concebirse como una ciencia teorética (nomotética), en el sentido en que lo son
la física, la biología, o incluso la psicología: conjuntos de teorías con
potencia predictiva. Para ello debería matematizar sus enunciados científicos
(el rasgo que según Koyré define a la ciencia en sentido riguroso) y esto nos
parece tan improbable para la historia como para otras ciencias humanas.
En cualquier caso, esto no implica en absoluto que con el estudio
histórico no pueda alcanzarse un conocimiento objetivo, deseable por sí mismo. La
historia podría llegar a considerarse incluso una ciencia rigurosa (Cardoso),
siempre y cuando no se estipule que toda ciencia debe contener teorías
predictivas.
Y aun admitiendo que la historia no pueda llegar a ser una ciencia en
sentido estricto, los métodos de investigación sí pueden ser (y deben ser)
plenamente científicos. Así, la metodología de ciertas ramas históricas, como
por ejemplo la arqueología, la paleografía o el análisis demográfico, está tan
cerca de los cánones de cientificidad usuales como puedan estarlo otras ramas
de las ciencias naturales.
Pero no hay un consenso al respecto. En muchos autores actuales hay un
radical escepticismo sobre el carácter científico de la Historia. Julio Caro
Baroja afirma que: ‹‹En cualquier forma, después de haberse dedicado
medio siglo a los estudios históricos se puede llegar a la conclusión de que la
Historia es la ciencia que trata de las distintas formas de mentiras que el
hombre fabrica en su memoria››.
Y es que las predicciones se demuestran generalmente erróneas. El
eminente historiador marxista británico Eric Hobsbawm escribía en 1978: ‹‹Sólo la revolución soviética de 1917 proporciona los medios y el modelo
para un auténtico crecimiento económico global a escala planetaria y para un
desarrollo equilibrado de todos los pueblos››. Estas palabras, a la luz de la posterior caída del bloque comunista en
1989 y del conocimiento de sus angustiosos problemas internos, demuestran que
la maestría en el conocimiento del pasado no proporciona necesariamente una
mejor comprensión del presente ni sirve para prever el futuro, ni siquiera el
más inmediato.
Una metodología de síntesis.
Por todo ello, consideramos que la Historia (al igual que la Geografía)
es una disciplina de síntesis, que aúna la comprensión y la explicación a fin
de alcanzar la interpretación histórica. De síntesis de otras disciplinas,
también, pues todos los saberes son útiles para reconstruir el pasado.
El historiador dispondrá para alcanzar esa interpretación de los dos
métodos científicos: inductivo (que pasa de lo particular a lo general) e
hipotético-deductivo (que pasa de lo general a lo particular).
Asimismo usará todas las técnicas científicas propias de la historia y
de otras disciplinas: matemáticas, econométricas, estadística, paleografía,
diplomática, arqueología...
La interpretación histórica.
Por qué se puede y debe hacer una interpretación histórica? Se considera
hoy que la Historia no puede contentarse con una simple enumeración o relato de
los hechos (por ejemplo el positivismo del siglo XIX consideraba que bastaba
exponer los hechos, que “hablaban” por sí mismos), sino que debe aportar una
interpretación (Carr: ‹‹historiar
significa interpretar››) que nos ayude a conocer mejor el pasado, el
presente y el futuro, que dé sentido y utilidad a la Historia y que supere la
tentación de convertirla en un simple divertimento, aunque aceptando unas
evidentes limitaciones tanto en el conocimiento del pasado como en la
predicción del futuro.
Características del conocimiento científico.
Veamos cuáles son las características del conocimiento científico, que
se predican también para el histórico.
Las características del conocimiento científico son: generalización, uso
de metodología, técnicas e instrumentos científicos, expresión con lenguaje científico,
verdad, comprobación, neutralidad, profesionalidad, comunicación.
- Generalización: reúne los hechos en conjuntos que tienen alguna
identidad común.
- Uso de metodología, técnicas e instrumentos científicos.
- Expresión con lenguaje científico para explicar el conocimiento
abstracto.
- Verdad: búsqueda de la verdad y rechazo de la falsedad.
- Comprobación: para aceptar su validez.
- Neutralidad: no debe estar sometido a la ideología de los grupos
sociales.
- Profesionalidad: el autor ha de ser miembro de la comunidad
científica.
- Comunicación: para que pueda ser conocido y revisado por la comunidad
científica.
Limitaciones científicas del conocimiento histórico.
El conocimiento histórico científico es un conocimiento distinto al científico
porque no cumple rigurosamente todas sus características pero también es
distinto al conocimiento histórico cotidiano (que se basa en la memoria),
porque requiere el cumplimiento de varias de las características del
conocimiento científico ya indicadas.
Veamos algunas de las limitaciones científicas del conocimiento
histórico: la subjetividad del historiador, la interpretación histórica previa,
la carencia de medios científicos de comprobación y la infinita causalidad
histórica.
- La subjetividad del historiador. Se critica que el conocimiento
histórico no es objetivo ya que el historiador es subjetivo, al “estar en el
tiempo” que estudia. Algunos positivistas, como Langlois y Seignobos, incluso
afirman que ‹‹El valor de la afirmación de un autor depende
exclusivamente de las condiciones en que haya trabajado›› el autor, aunque esta es una crítica estéril porque es casi imposible
averiguar cuáles son la condiciones de trabajo en la realización de una obra
histórica concreta.
- La interpretación histórica previa. Partiendo de esa subjetividad, el
historiador debe hacer una interpretación, para lo que parte generalmente de
una interpretación previa (una hipótesis), basada en múltiples opciones
individuales y sociales inherentes al historiador (su clase social, su
formación, sus ideales políticos...), lo que afecta a su neutralidad
científica.
- La carencia de medios científicos de comprobación. El historiador
carece generalmente de los medios para verificar absolutamente la validez
científica de las hipótesis.
- La infinita causalidad histórica. La gran mayoría de los teóricos
actuales acepta que el historiador casi siempre estudia acontecimientos únicos,
incluidos en un inmenso tejido de interconexiones con otros acontecimientos, lo
que hace imposible aislar acontecimientos para establecer relaciones causales
entre ellos, pues el azar y la libertad personal son muy importantes. La ley
nunca podrá preverlo todo. En contra de esta tesis, el determinismo (por
ejemplo el materialismo histórico) consideraba que sí se pueden establecer
leyes de relaciones causales. En la actualidad, aun rechazando la validez
científica de las causas históricas únicas, se emplea a menudo el concepto de
causa (factor) para significar que un acontecimiento ha influido de modo decisivo
en otros (por ejemplo la Revolución Francesa no es “la causa”, pero sí “una
causa” esencial del nacionalismo del siglo XIX). Paul Veyne distingue tres
tipos de factores: azar (causas superficiales, incidentes, genio, ocasión),
causas materiales (causas, condiciones o datos objetivos), causas finales
(libertad, decisión y reflexión humana). Por ejemplo en el inicio del Imperio
Romano contó, entre otros, un azar con la aparición del gran hombre (Julio
César), una causa material con la crisis político-social de la República, y una
causa final con la decisión de César y de sus partidarios de transformar la
estructura del poder en Roma.
De este modo, si no se pueden establecer leyes generales, sí que se
pueden definir tendencias, puramente empíricas y por lo tanto sin valor
predictivo. Por ejemplo hay una tendencia en la Edad Contemporánea a que se
reduzca primero la mortalidad y luego la natalidad, pero no siempre ha de
ocurrir así.
Características especiales del conocimiento histórico.
Se caracteriza especialmente por: usar un número limitado de fuentes,
basarse sobre todo en fuentes indirectas, usar el procedimiento de la
postgnosis.
- Usa un número limitado de fuentes: el historiador se limita a las
fuentes disponibles, que siempre son escasas.
- Basarse sobre todo en fuentes indirectas, que pueden ser existentes
(como los seres humanos), inanimadas (documentos, restos, monumentos),
observaciones de otros (crónicas, estudios históricos), memoria de otros
(historia oral), propia memoria, “indicadores ilativos”, etc. En suma, es un
conjunto de conocimientos indirectos, principalmente escritos, obtenido desde
una experiencia científica previa. Al respecto, apunta Marc Bloch: ‹‹la
existencia de intermediarios entre un hecho pasado y el historiador es el
criterio de distinción entre conocimiento directo e indirecto››.
- Usar el procedimiento de la postgnosis, al partir del conocimiento
previo de los efectos de los hechos que estudia.
El método contrario, de la prognosis, parte de los hechos para deducir
los efectos (leyes de causa-efecto), pero ya hemos razonado porqué la historia
no es capaz de formular leyes explicativas y predictivas sobre los hechos
sociales.
Los
niveles del conocimiento histórico.
En la
Historia hay tres niveles de conocimiento relacionados con la especialización
profesional. Son la historia propiamente dicha, la metodología de la historia y
la teoría de la historia, cada nivel con sus propios especialistas.
1) Los
problemas inmediatos, que estudian los historiadores (los cuales se dedican a
‹‹construir la Historia mediante sus investigaciones››).
2) Los
problemas metodológicos y de las técnicas de investigación, que estudian los
metodólogos de la historia.
3) Los
problemas teóricos: Epistemología, Gnoseología, Historiografía, Teoría de la
Historia, etc., que estudian los teóricos del conocimiento histórico, los
historiólogos.
2. TIEMPO
HISTÓRICO Y CATEGORÍAS TEMPORALES.
2.1. EL
TIEMPO HISTÓRICO.
La
Historia como ciencia del tiempo.
Como
explica Bloch, la historia es ‹‹la ciencia de los hombres en el tiempo››, así
que el tiempo, la dimensión temporal, es la categoría por excelencia de la
historia, por encima del espacio. Podríamos decir, simplificando mucho, que
dentro de las ciencias sociales la Historia es la ciencia del tiempo y la
Geografía la ciencia del espacio.
TIEMPO,
DURACIÓN Y SUCESIÓN.
El tiempo
y el tiempo histórico.
La noción
de tiempo, siempre muy debatida en Filosofía (Aristóteles, Descartes, Leibniz,
Newton, Kant...), está en íntima relación con los conceptos de duración y
sucesión. El tiempo, para Aristóteles es ‹‹la medida del movimiento según un
antes y un después››; para Descartes ‹‹Es un modo inseparable de las cosas, es
la duración misma de los acontecimientos››; para Leibniz ‹‹el orden de los
fenómenos sucesivos››; y para Newton ‹‹El tiempo es un atributo de Dios, es la
duración infinita de Dios››. Se podría definir el tiempo como la duración de
los acontecimientos, pero hay también un tiempo inmediato (del acontecimiento)
y un tiempo sucesivo (del cambio).
El tiempo
histórico es la objetivación del tiempo subjetivo por la ciencia histórica,
como explica Bagu. El tiempo histórico se construye sometiendo el tiempo
subjetivo al tiempo objetivo. Un sometimiento posible gracias al
perfeccionamiento de los sistemas de cuantificación. Así se puede construir el
tiempo histórico: ‹‹que es el que permite a cada individuo vislumbrar un
horizonte temporal donde el presente se vuelve inteligible a través de una
comprensión real de su pasado como ser humano y le hace concebir su actividad y
la de las demás personas (la sociedad en definitiva), como un proceso
conflictivo y dialéctico con continuidad histórica››.
Para Bagu,
hay tres dimensiones en la temporalidad:
a) El
transcurso, el tiempo organizado en secuencia.
b) El
espacio, el tiempo como un campo de operaciones.
c) La
intensidad, el tiempo como rapidez de transformaciones y riqueza de
combinaciones.
Así, la
Historia, mediante sus métodos y técnicas, consigue que el tiempo subjetivo del
individuo sea objeto del conocimiento científico.
La
duración.
La
duración es la noción del paso del tiempo que transcurre entre el comienzo y el
fin de un proceso o cosa. El tiempo, como demostró Bergson, se aprecia siempre
de modo subjetivo, aunque la cronología procura objetivarlo.
La
sucesión.
La sucesión
es la continuación ordenada de una serie de hechos en el tiempo. El historiador
se interesa por la sucesión porque le permite valorar las semejanzas y
diferencias entre los distintos procesos evolutivos de las sociedades.
Tradicionalmente
la filosofía de la historia se ha dividido en dos grandes concepciones de la
sucesión: la lineal (el progreso constante y determinado en etapas hacia la
realización de la historia) y la cíclica (la repetición de ciclos en la
historia de los pueblos, entendidos como organismos vivos). Ambas hoy parecen
superadas, apareciendo la Historia como un proceso irregular, no determinado,
de cambios y continuidades en el tiempo, que pueden ser de intensidad y
duración variables.
CAMBIO Y
CONTINUIDAD.
El tiempo
de la historia fluye en una tensión entre dos opuestos: los factores de cambio
y de continuidad, cuyo imposible equilibrio marca la sucesión de los hechos
históricos.
Debemos
distinguir las distintas velocidades históricas de los hechos políticos
(rápidos), económicos (menos rápidos e incluso lentos, como en la Edad Media) y
socio-culturales o de las mentalidades (siempre lentos en comparación).
Los
conceptos.
Al
respecto hay varios conceptos esenciales: cambio, acontecimiento, coyuntura,
estructura, evolución, revolución, continuidad, desarrollo, condicionamiento,
causa, factor, tendencia.
Cambio:
constatación de diferencias en una determinada dirección. El cambio referido a
una estructura social puede ser un acontecimiento (corto plazo), coyuntural (a
medio o largo plazo) o estructural (permanente).
Acontecimiento:
el hecho histórico relevante. Es un nudo de relaciones (Veyne).
Coyuntura:
movimiento a medio o largo plazo en la sociedad que afecta a aspectos aislados
o secundarios.
Estructura:
realidad (política, económica, cultural) resistente al cambio y que perdura a
muy largo plazo.
Evolución:
es el cambio estructural lento.
Revolución:
es el cambio estructural rápido. La rapidez es subjetiva (por ejemplo la
revolución neolítica duró miles de años, mientras que la Revolución Francesa
sólo unos pocos).
Continuidad:
es la permanencia de una estructura a lo largo del tiempo.
Desarrollo:
aparición y crecimiento de los cambios. También descripción de los cambios con
indicación de su mecanismo de actuación
Condicionamiento:
interacción con un acontecimiento que favorece el cambio.
Causa:
motivo decisivo y necesario del hecho o cambio. Cuanto más particular y pequeño
es el cambio, más fácil es identificar una causa decisiva. Por ejemplo la II
República se proclamó justo el 14 de abril porque ese día los republicanos
ganaron las elecciones municipales.
Factor:
causa no única que contribuye al cambio. Los cambios más complejos tienen
incontables factores. Por ejemplo, la II República sustituyó a la Monarquía
debido a numerosos factores políticos, económicos y sociales.
Tendencia:
movimiento predecible hacia una situación.
La teoría
de Braudel de los tres tiempos.
Braudel
diferencia entre acontecimiento a corto plazo (por ejemplo la
Peste en 1348; la muerte de Franco en 1975), coyuntura a medio
plazo (por ejemplo la crisis demográfica-social en 1344-1348; los últimos años
del franquismo en 1968-1975) e historia lenta a largo plazo
(la longue durée del estancamiento y la definitiva crisis
desde 1320 hasta el siglo XV; el franquismo entre 1936 y 1975). Los ejemplos se
extienden a todas las épocas. Más pormenorizadamente, la duración, según
Braudel, puede adoptar tres escalas:
El tiempo
corto.
Propio de
los acontecimientos, ha sido muy utilizado por las corrientes historiográficas
que se centraban en el análisis de documentos. Puede el acontecimiento servir
como indicador ilativo (aquel dato del que se sacan conclusiones) de los
movimientos más duraderos y ser relacionado con sus causas y efectos. El tiempo
corto es el tiempo del cronista, del periodista, de la vida cotidiana. Para
muchos historiadores (sobre todo Braudel) es la más ‹‹engañosa de las
duraciones››, por su excesivo detallismo y documentalismo, y debe ser
sustituido por el tiempo medio y largo.
El tiempo
medio.
Es el de
la coyuntura, que en el caso de la Historia Económica conduce al estudio de
fluctuaciones económicas, en forma de ciclos regulares, clasificados en:
a)
Movimientos de corta duración, que van desde los diarios, semanales o
mensuales, a los ciclos Kitchin (3-4 años) y Juglar (7-10 años), con los
periodos de expansión, crisis, depresión y recuperación.
b)
Movimientos de larga duración: son los ciclos Kondratieff (50-60 años), de
tendencia secular (de un siglo) o interciclo (10-20 años).
El tiempo
largo.
Es el de la
larga duración de las estructuras. Braudel ha sido su mejor investigador,
aunque haya sido criticado por Vilar por su “fatalismo estructural”. Para
Braudel ejemplos de estas permanencias de las estructuras en el tiempo son: la
dificultad de romper los marcos geográficos y biológicos, los esquemas mentales
que permanecen, los “universos construidos” por la ciencia (los de Aristóteles,
Galileo o Newton), el capitalismo comercial, etc. Lo mental evoluciona más
lentamente que lo económico.
2.2. LA
CRONOLOGÍA.
La
Cronología estudia el orden y las fechas de los acontecimientos. Dado que la
duración es subjetiva, para hacerla uniforme y objetiva las civilizaciones
idearon métodos de cronología para computar el tiempo. Los conceptos más
importantes son: unidades de tiempo, calendarios, edades y periodos.
Unidades
de tiempo.
Las
unidades de tiempo miden el paso del tiempo, desde las unidades más breves
(segundo, minuto, hora) a las largas: día, semana, mes, año, lustro (cinco
años), decenio (diez años), siglo (100 años) y milenio (1000 años).
Calendarios.
Los
calendarios ordenan el tiempo tomando como fecha de referencia acontecimientos
importantes de las distintas civilizaciones, lo que ha favorecido la existencia
de muchos calendarios: egipcio, judío, griego, musulmán, cristiano, chino,
japonés... Así, la “era cristiana” (calendario gregoriano, adoptado en 1580)
toma como fecha de inicio el año 1 (que se creía correspondiente al nacimiento
de Cristo, aunque en realidad nació en el 4 aC), por lo que se señalan como aC
las fechas anteriores y a veces como dC las posteriores.
Edades.
Se ha
realizado una división ficticia del tiempo histórico, en edades, que tienen
como fechas aproximadas (las fechas más emblemáticas de cortes son 330, 410,
476, 1453, 1492, 1517...):
Prehistoria: 2
M aC-3000 aC.
Edad
Antigua: 3000 aC-400 dC.
Edad
Media: 400-1500.
Edad
Moderna: 1500-1789.
Edad
Contemporánea: 1789-hoy.
Esta
artificial división temporal corresponde al eurocentrismo de la civilización
occidental y a la historiografía tradicional. No es universal porque muchos
pueblos han tenido una evolución histórica distinta (por ejemplo algunos
pueblos aún viven en el Neolítico; China no vivió un corte entre la Edad
Antigua y la Edad Media hasta el siglo XV) y se acepta generalmente aunque es
criticable (la Prehistoria “también” es Historia aunque no hay documentos
escritos).
Periodos.
Los
periodos son otras divisiones artificiales del tiempo más cortas que las
edades. Son cortes temporales realizados por los historiadores para juntar unidades
de tiempo relevantes, basándose en factores objetivos, con una duración
generalmente irregular. Por ejemplo los periodos románico y gótico, el periodo
de las revoluciones liberales... La periodización es un problema recurrente de
la Historia (Kula, Topolski).
La
periodización es un tema muy controvertido, pues la datación de los
acontecimientos y sobre todo de los cambios históricos es altamente subjetiva.
Kula
distingue las periodizaciones:
1)
Convencionales, las más simples, sobre aspectos concretos o periodos cortos.
2)
Objetivas, las más complejas, sobre periodos cuya diferenciación se basa en el
proceso histórico.
Topolsky
distingue en las objetivas una subclasificación:
A) Las
periodizaciones cíclicas, sobre largos periodos, espacios grandes, con
fluctuaciones cíclicas. Hay teorías como la del movimiento pendular o eterno
retorno, la del movimiento direccional en espiral, etc.
B) Las
periodizaciones direccionales, que imaginan un límite, un fin, como en el
Juicio Final de los cristianos que imaginó San Agustín.
C) Las
periodizaciones irregulares, que son las más usadas y se basan en factores
políticos, económicos (el más utilizado por el marxismo) o culturales
(Renacimiento, Barroco, etc.).
3. EL
HISTORIADOR Y LAS FUENTES.
3.1. LAS
FUENTES HISTÓRICAS.
Las
fuentes históricas son todo tipo de documento, testimonio o simple objeto que
sirve para transmitir un conocimiento total o parcial de hechos del pasado.
Todo lo que aporte información sobre otras épocas es una fuente histórica.
Los
historiadores, como Marrou y Bernheim han
procurado definir las fuentes, de un modo más preciso, como los productos del
hombre que facilitan el proceso cognoscitivo de reconstrucción de los hechos
históricos.
Marrou
considera que las fuentes son ‹‹todo aquello que en la herencia del pasado
pueda interpretarse como un indicio revelador por algún concepto de la
presencia, de la actividad, de los sentimientos y el modo de pensar del hombre
que nos precedió››.
Bernheim
opina que ‹‹las fuentes son resultado de la actividad humana que, por su
destino o por su propia existencia, origen u otras circunstancias, son
particularmente adecuadas para informar sobre hechos históricos y para
comprobarlos››.
3.2.
CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES.
La
historiografía ha desarrollado muchas clasificaciones y ninguna es
universalmente aceptada. Por ejemplo las fuentes en potencia y las efectivas
(mediante el trabajo del historiador); las locales y las nacionales; las
escritas y las orales; etc.
La
clasificación historiográfica de las fuentes informa que a finales del
siglo XVII la escuela erudita distingue entre auténticas y falsas.
Lelewel
(1815): 1) tradición (orales), 2) no escritas (monumentos), 3) escritas.
Droysen:
1) monumentos (fuentes involuntarias pero hechas para durar en la posteridad),
2) restos (todas las obras humanas), 3) fuentes (realizadas a propósito como
fuentes).
Topolsky:
1) Directas (restos) e indirectas (documentos para conservar la memoria del
pasado). 2) Escritas y no escritas. Las escritas están subdivididas según los
distintos destinatarios (personas coetáneas, posteridad, historiadores).
Una de las
clasificaciones más comunes es:
Escritas:
manuscritas o impresas; documentos, prensa, memorias, correspondencia, obras
literarias. Los documentos son los más usados y se diferencian en públicos y
privados; políticos, jurídicos, económicos; cuantitativos (estadísticas);
censos, registros...
Iconográficas:
obras plásticas (pinturas, esculturas...) y gráficas (fotografías, cine...).
Testimonios
orales: directos o grabados.
Fuentes
varias: instrumentos de trabajo, útiles...
Fuentes
arqueológicas: restos materiales del pasado descubiertos mediante excavaciones.
3.3. EL
RIGOR DE LAS FUENTES.
Las
fuentes no son siempre válidas científicamente, por lo que se debe valorar el
rigor de las fuentes con un análisis crítico permanente, sin caer, por ejemplo
en el “fetichismo de los textos”. Así, para Pierre Vilar sólo la repetición de
los testimonios es una garantía válida de que sean fidedignos.
Crítica de
las fuentes.
Salmon
explica el método crítico de las fuentes, que divide en crítica externa y
crítica interna.
1) La
crítica externa (o crítica de autenticidad), se divide a su vez en crítica de
procedencia y de restitución.
2) La
crítica interna (o crítica de fiabilidad), se divide a su vez en crítica de
interpretación, de competencia, de sinceridad y de exactitud.
El rigor
de las fuentes se determina por su autenticidad (fuente) y fiabilidad
(informante).
Autenticidad.
La
autenticidad se refiere a la fuente que transmite la información. Puede ser
auténtica/falsa en 4 sentidos:
a)
fecha-lugar: puede ser auténtica sobre su contexto espacio-tiempo pero falsa
para los datos que dé.
b) alcance
o tema de la investigación: puede ser falsa pero informar verdaderamente de
porqué se mintió.
c) total o
parcial: de modo que no sea anacrónica o discordante en exceso respecto a otras
fuentes.
d)
original (o copias), aunque puede ser original y falsa.
Fiabilidad.
La
fiabilidad o credibilidad se refiere al informante, que sólo transmite
información verdadera si:
a) puede
acceder a la verdad (accesibilidad).
b) si
quiere transmitirla (intencionalidad).
BIBLIOGRAFÍA.
Internet.
[http://www.bbc.co.uk/history/forkids/] Multitud
de juegos y simulaciones didácticas para el aprendizaje de Historia.
Dosier: La censura y la revisión del pasado.*
[https://iessonferrerdgh1e07.blogspot.com/2023/01/dosier-la-censura-y-la-revision-del.html]
Dosier: La polémica del cambio de
siglo ¿2000 o 2001?*
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Documentales / Vídeos.
La humanidad. Serie documental de capítulos de 44 minutos. 1
x 01. 1x02 Los hombres de hierro. 1 x 03 El cristianismo.
1 x 04 Los guerreros. 1 x 05 La peste. 1 x 06 El
renacimiento. 1 x 07 El nuevo Mundo. 1 x 08 Los tesoros.
1 x 09 Los pioneros. 1 x 10. 1 x 11 El progreso. 1 x
12 A dónde vamos.
José
Enrique Ruiz-Domènec. Ciclo 'Pensar la Historia'. Cataluña ante el reto
del siglo XXI. El valor de la Historia (17-X-2018). Presentación:
Andreu Jaume. 70 minutos.
Libros.
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una Academia anclada en la Historia. “El País” (1-VI-2011) 42-43. El
escándalo del controvertido Diccionario Biográfico Español.
Continúa en Redacción. Contra el falseamiento de la Historia. “El
País” (2-VI-2011) 42-43. Mainer, José-Carlos. Lo peor es que no tiene
remedio (42). Rodríguez Marcos, J. Entre la decepción y la
vergüenza. “El País” (3-VI-2011) 42-43. Elorza, Antonio. La RAH
traiciona sus usos históricos. “El País” (3-VI-2011) 42-43. Hermoso, Borja;
Constenla, Tereixa. Gonzalo Anes / Director de la Real Academia de la
Historia. “El País” (4-VI-2011) 40-41. Constenla, Tereixa. ¿Quién
es quién en la Academia? “El País” (5-VI-2011) 48. Una minoría
pidió la revisión total (48). Constenla, Tereixa. El Gobierno
exige que se rectifique ya el Diccionario. “El País” (9-VI-2011) 59.
Constenla,
Tereixa. Pelea por el pasado. “El País” Babelia 1.078 (21-VII-2012)
10-11 El debate entre memoria e historia.
Gracia, Jordi. Felices
sobresaltos. “El País” Babelia 1.078 (21-VII-2012) 10-11.
Rivera, Alicia. 4.500
años de guerras, esclavitud y comercio marcados en los genes. “El País”
(19-II-2014) 33. Un equipo traza un mapa global del ADN que abarca 160 generaciones
y evidencia los contactos entre grupos humanos entre continentes.
Álvarez Junco,
José. Historia y mito. “El País” (2-III-2014) 37. Dos formas
radicalmente diferentes de acercarse al pasado.
Álvarez Junco,
José. Cuando éramos libres y felices. “El País” (13-IV-2014) 33. La
retórica política de un pasado utópico, una época mejor que la actual, pese a
la falsedad de los argumentos.
Álvarez Junco,
José. El temor al Maligno. “El País” (9-VI-2014) 33. Alerta sobre
los peligros de los nacionalismos y populismos.
Constenla, T. Gonzalo
Pontón / Editor. ‘La gente que sale de la universidad hoy es profundamente
analfabeta’. “El País” (6-IV-2015) 34-35. Gonzalo Pontón (Barcelona, 1944),
mítico editor de las editoriales Crítica y ahora Pasado y Presente.
Aguilar,
Andrea. Las preguntas quedan fuera. “El País” Ideas (6-XII-2015)
8-9. La historia oral es una rama de las ciencias sociales dedicada a la
indagación de la memoria a partir de testimonios directos. Entre sus máximos
exponentes actuales destaca la reciente Nobel de Literatura, Svetlana
Alexiévich.
Ruiz Mantilla,
Jesús. España pierde uno de los grandes archivos históricos del siglo
XX. “El País” (9-II-2016) 27. La Fundación Castañé dona a Harvard gran
parte de su fondo contemporáneo, de interés mundial.
Pérez Andújar, Javier. La verdad es de mal gusto. “El País” Ideas
(16-X-2016). Una aproximación literario-histórica al tema de que la historia
debe ser severa en todos sus pasos y ceñirse a los hechos documentados.
Juliá, Santos. Certezas
en la historia. “El País” Ideas
(16-X-2016). El historiador ha de poner sentido en la narración de lo que fue y
ya no es.
Rieff, David. Cumplir
con el deber de olvidar. “El País” Ideas 97 (19-III-2017). La salvaguarda
sin límites de la memoria histórica puede desencadenar injusticias.
Beevor, Antony. Una
nueva época, un mundo infeliz. “El País” Babelia 1.301 (29-X-2016). El
creciente individualismo de nuestras sociedades amenaza a la democracia y a la
verdad.
Juliá, Santos. Un
relato para uso político. “El País” Babelia 1.301 (29-X-2016). El debate
sobre el relativismo en el oficio del historiador.
De Diego,
Estrella. ¿Qué hora es allí? “El País” Babelia 1.370
(24-II-2018). Nuevos libros y proyectos sobre la cuestión del tiempo, sus
variaciones en diversas culturas…
Martínez Shaw,
Carlos. El relato apátrida. “El País” Babelia 1.396 (25-VIII-2018).
La historia global no debe renunciar a los temas locales o del presente.
Nava, Sara. 14
mentiras de la historia que nos tragamos sin rechistar. “El País”
(11-IX-2018). La imaginación y la épica han maquillado algunos de los episodios
más sonados. Hablamos con historiadores y especialistas que desmienten estas
tergiversaciones.
Marcos,
Natalia. Poner color en la historia, un filón para los Documentales /
Vídeos. “El País” (22-VIII-2019).
Cruz, Manuel. Tras
las noticias falsas, el pasado falso. “El País” Ideas 338 (31-X-2021). Se
desmorona la idea de la historia como oportunidad para aprender de los errores
y aciertos del pasado.
Cano, Germán. ¿El
fin del “fin de la historia”? “El País” (28-IV-2022).
Moradiellos,
Enrique. El reto de la biografía. “El País” Babelia 1.613
(22-X-2022).
https://iessonferrerdgh1e07.blogspot.com/2011/02/el-conocimiento-historico-tiempo.html
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