miércoles, 24 de abril de 2024

 

Historia.


INTRODUCCIÓN.

La Historia es una ciencia (disciplina prefieren decir otros) que exige una reflexión sobre su carácter como ciencia, su metodología y sus técnicas, su teoría. En suma, sobre su epistemología. No hay consenso entre los estudiosos sobre estos puntos, y, de hecho, se han elaborado distintos paradigmas científicos sobre la historia, incluso para negar que sea una ciencia. Nos centraremos en esta UD en estos puntos, dejando la historiografía para otras UD.

En cuanto a la estructura de la UD hemos de alertar sobre el confusionismo de la redacción del título, pues los puntos primero y cuarto forman un punto indisociable: la metodología de la Historia, en la que un punto esencial es su consideración como ciencia. Así, la distinción entre comprensión y explicación en la Historia es la que hay entre su carácter idiográfico o nomotético. Dilthey ha forjado la distinción científica entre ambos conceptos: ‹‹En las ciencias naturales explicamos, en las ciencias humanas comprendemos››.

Más sentido tiene la especificidad de los puntos segundo y tercero: el tiempo histórico y sus categorías temporales, y la relación entre el historiador y las fuentes históricas son puntos de gran importancia y relativa independencia.

 

Un resumen.

Se pueden establecer múltiples divisiones de la Historia, tanto por su ámbito geográfico (historia universal, nacional, local...) como por los aspectos humanos que abarca (historia política, económica, cultural, social, de las religiones, del derecho, de la filosofía, del arte, de la ciencia...). La Historia las integra todas, dándoles una base metodológica común, aunque algunas han conseguido una consistencia propia tan firme que ya pueden considerarse disciplinas propias, con lo que la Historia sería una “ciencia madre” para las ciencias sociales históricas, tal como lo fue la Filosofía para las ciencias naturales y las ciencias sociales no históricas (psicología, sociología...). También hay una historia de personajes (biografías) y de acontecimientos particulares.

El objeto de la Historia es el conocimiento científico histórico, es decir, del pasado. Una definición clásica de Historia es ‹‹La narración ordenada y verídica sobre el conjunto de los acontecimientos memorables del pasado humano››, pero una definición más moderna hace hincapié en la interpretación del pasado para mejor conocer el presente y prever el futuro. La historia es siempre historia contemporánea, como sostenían Benedetto Croce, Marc Bloch y Lucien Febvre, pues el pasado es la clave para entender el presente y es desde el presente, desde nuestras preocupaciones y obsesiones, que miramos e interpretamos el pasado.

La interpretación histórica da sentido a un tema mediante un proceso de selección, ordenación y síntesis de datos históricos referidos a ese tema. Pero no puede establecer un rígido criterio de causalidad histórica: en la historia no hay leyes generales deterministas (propias sólo de las ciencias naturales), dado que en la evolución histórica influyen múltiples factores, imposibles de aislar. Por ello, en la actualidad se prefieren usar los conceptos de “factor” y de “tendencia” para explicar las causas y la evolución históricas.

El historiador trabaja con un concepto subjetivo, el tiempo, que debe ser objetivado mediante la cronología, que ordena el tiempo histórico en categorías temporales.

El historiador trabaja con una materia prima, las fuentes históricas, que son toda información del pasado que ayude a conocerlo. Las fuentes pueden ser materiales o humanas y requieren una interpretación con rigor crítico, a fin de comprobar su autenticidad y fiabilidad.

 

1. EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.

La Historia como ciencia.

La cuestión fundamental en la metodología de la historia puede plantearse así: )Es la historia una ciencia? Nuestra respuesta es que sí (y que es un saber útil), pero muchos autores responden que no es una ciencia, sino un mero relato.

Desde finales del siglo XIX, ante el problema de la revolución científica experimentada por las ciencias naturales (en especial la física), algunos historiadores y filósofos alemanes, que a veces se han denominado “historicistas” (Dilthey, Windelband, Rickert...), propusieron una separación tajante entre el método de las ciencias del espíritu, entre las cuales se hallaría la historia, y el método de las ciencias naturales. Las primeras son ideográficas (refieren sólo casos particulares) y tratan de “comprender” los hechos, en vez de explicarlos; las segundas son nomotéticas (establecen leyes generales) y tratan de “explicar” los hechos.

La historia sería así una ciencia distinta de las naturales, que no sería predictiva, pero que ayudaría a comprender la vida humana. Esta concepción ha influido a lo largo del siglo XX. El historiador de la ciencia Bernal (1969), siguiendo esta división, ha distinguido dos grupos de ciencias sociales:

- Las ciencias sociales descriptivas, asociadas a las tradiciones idiográficas. Son la historia, geografía, antropología, sociología, que procuran la “comprensión” de la vida social. Se refieren a las ciencias del espíritu.

- Las ciencias sociales analíticas, asociadas a las tradiciones nomotéticas. Son la psicología, las ciencias económicas y políticas, que procuran la “explicación” de la vida social. Se refieren a las ciencias naturales.

Se puede conceder a estos autores que, en muchos casos, el acercamiento que el historiador hace al objeto de su estudio se asemeja más al modelo idiográfico que al nomotético. Cabe preguntarse, no obstante, si esto no se debe a que la metodología histórica se halla todavía en un estadio poco desarrollado. Para los investigadores que no admiten el supuesto de dos realidades enteramente separadas, una natural y otra espiritual, esta división de principio entre los dos métodos aparece como poco satisfactoria.

Una manera de decidir el status lógico de la historia sería considerarla una ciencia taxonómica integrada en una futura teoría sociológica de gran alcance, de un modo similar a como los estudios paleontológicos han constituido un elemento de capital importancia para una teoría biológica general como la de Darwin. Así, la historia sería a la sociología lo que la paleontología a la biología.

Desafortunadamente, esta analogía no parece muy adecuada, puesto que hay dificultades muy graves en el intento de integrar la historia en una teoría sociológica general. Las leyes sociológicas sólo valen, a lo sumo, para un ámbito muy reducido en el tiempo y en el espacio, y la recopilación de datos históricos no suele ser relevante para la confirmación o refutación de leyes tan restringidas.

Como ha demostrado Popper en varios de sus estudios, no se pueden establecer leyes socio-históricas generales, pues en historia no se puede predecir. En efecto, esas leyes, de ser posibles, versarían sobre las regularidades en la conducta de los grupos humanos. Ahora bien, uno de los factores fundamentales que modifican la conducta de los grupos humanos es el aumento de información. Formular una ley sobre la conducta de esos grupos es un aumento de información para los mismos, que modificará, por tanto, su conducta, que la ley trata de predecir. De ello se desprende que no pueden hacerse predicciones a gran escala partiendo de los hechos sociales pasados: el estudio de la historia no permite formular leyes predictivas sobre el desarrollo de los acontecimientos futuros, porque, caso de ser formuladas, se modificaría automáticamente el curso de la historia que se trata de predecir.

La imposibilidad de construir teorías históricas de largo alcance revierte sobre la idea misma de la historia. Es dudoso que la historia pueda concebirse como una ciencia teorética (nomotética), en el sentido en que lo son la física, la biología, o incluso la psicología: conjuntos de teorías con potencia predictiva. Para ello debería matematizar sus enunciados científicos (el rasgo que según Koyré define a la ciencia en sentido riguroso) y esto nos parece tan improbable para la historia como para otras ciencias humanas.

En cualquier caso, esto no implica en absoluto que con el estudio histórico no pueda alcanzarse un conocimiento objetivo, deseable por sí mismo. La historia podría llegar a considerarse incluso una ciencia rigurosa (Cardoso), siempre y cuando no se estipule que toda ciencia debe contener teorías predictivas.

Y aun admitiendo que la historia no pueda llegar a ser una ciencia en sentido estricto, los métodos de investigación sí pueden ser (y deben ser) plenamente científicos. Así, la metodología de ciertas ramas históricas, como por ejemplo la arqueología, la paleografía o el análisis demográfico, está tan cerca de los cánones de cientificidad usuales como puedan estarlo otras ramas de las ciencias naturales.

Pero no hay un consenso al respecto. En muchos autores actuales hay un radical escepticismo sobre el carácter científico de la Historia. Julio Caro Baroja afirma que: ‹‹En cualquier forma, después de haberse dedicado medio siglo a los estudios históricos se puede llegar a la conclusión de que la Historia es la ciencia que trata de las distintas formas de mentiras que el hombre fabrica en su memoria››.

Y es que las predicciones se demuestran generalmente erróneas. El eminente historiador marxista británico Eric Hobsbawm escribía en 1978: ‹‹Sólo la revolución soviética de 1917 proporciona los medios y el modelo para un auténtico crecimiento económico global a escala planetaria y para un desarrollo equilibrado de todos los pueblos››. Estas palabras, a la luz de la posterior caída del bloque comunista en 1989 y del conocimiento de sus angustiosos problemas internos, demuestran que la maestría en el conocimiento del pasado no proporciona necesariamente una mejor comprensión del presente ni sirve para prever el futuro, ni siquiera el más inmediato.

 

Una metodología de síntesis.

Por todo ello, consideramos que la Historia (al igual que la Geografía) es una disciplina de síntesis, que aúna la comprensión y la explicación a fin de alcanzar la interpretación histórica. De síntesis de otras disciplinas, también, pues todos los saberes son útiles para reconstruir el pasado.

El historiador dispondrá para alcanzar esa interpretación de los dos métodos científicos: inductivo (que pasa de lo particular a lo general) e hipotético-deductivo (que pasa de lo general a lo particular).

Asimismo usará todas las técnicas científicas propias de la historia y de otras disciplinas: matemáticas, econométricas, estadística, paleografía, diplomática, arqueología...

 

La interpretación histórica.

Por qué se puede y debe hacer una interpretación histórica? Se considera hoy que la Historia no puede contentarse con una simple enumeración o relato de los hechos (por ejemplo el positivismo del siglo XIX consideraba que bastaba exponer los hechos, que “hablaban” por sí mismos), sino que debe aportar una interpretación (Carr: ‹‹historiar significa interpretar››) que nos ayude a conocer mejor el pasado, el presente y el futuro, que dé sentido y utilidad a la Historia y que supere la tentación de convertirla en un simple divertimento, aunque aceptando unas evidentes limitaciones tanto en el conocimiento del pasado como en la predicción del futuro.

 

Características del conocimiento científico.

Veamos cuáles son las características del conocimiento científico, que se predican también para el histórico.

Las características del conocimiento científico son: generalización, uso de metodología, técnicas e instrumentos científicos, expresión con lenguaje científico, verdad, comprobación, neutralidad, profesionalidad, comunicación.

- Generalización: reúne los hechos en conjuntos que tienen alguna identidad común.

- Uso de metodología, técnicas e instrumentos científicos.           

- Expresión con lenguaje científico para explicar el conocimiento abstracto.

- Verdad: búsqueda de la verdad y rechazo de la falsedad.

- Comprobación: para aceptar su validez.

- Neutralidad: no debe estar sometido a la ideología de los grupos sociales.

- Profesionalidad: el autor ha de ser miembro de la comunidad científica.

- Comunicación: para que pueda ser conocido y revisado por la comunidad científica.

 

Limitaciones científicas del conocimiento histórico.

El conocimiento histórico científico es un conocimiento distinto al científico porque no cumple rigurosamente todas sus características pero también es distinto al conocimiento histórico cotidiano (que se basa en la memoria), porque requiere el cumplimiento de varias de las características del conocimiento científico ya indicadas.

Veamos algunas de las limitaciones científicas del conocimiento histórico: la subjetividad del historiador, la interpretación histórica previa, la carencia de medios científicos de comprobación y la infinita causalidad histórica.

- La subjetividad del historiador. Se critica que el conocimiento histórico no es objetivo ya que el historiador es subjetivo, al “estar en el tiempo” que estudia. Algunos positivistas, como Langlois y Seignobos, incluso afirman que ‹‹El valor de la afirmación de un autor depende exclusivamente de las condiciones en que haya trabajado›› el autor, aunque esta es una crítica estéril porque es casi imposible averiguar cuáles son la condiciones de trabajo en la realización de una obra histórica concreta.

- La interpretación histórica previa. Partiendo de esa subjetividad, el historiador debe hacer una interpretación, para lo que parte generalmente de una interpretación previa (una hipótesis), basada en múltiples opciones individuales y sociales inherentes al historiador (su clase social, su formación, sus ideales políticos...), lo que afecta a su neutralidad científica.

- La carencia de medios científicos de comprobación. El historiador carece generalmente de los medios para verificar absolutamente la validez científica de las hipótesis.

- La infinita causalidad histórica. La gran mayoría de los teóricos actuales acepta que el historiador casi siempre estudia acontecimientos únicos, incluidos en un inmenso tejido de interconexiones con otros acontecimientos, lo que hace imposible aislar acontecimientos para establecer relaciones causales entre ellos, pues el azar y la libertad personal son muy importantes. La ley nunca podrá preverlo todo. En contra de esta tesis, el determinismo (por ejemplo el materialismo histórico) consideraba que sí se pueden establecer leyes de relaciones causales. En la actualidad, aun rechazando la validez científica de las causas históricas únicas, se emplea a menudo el concepto de causa (factor) para significar que un acontecimiento ha influido de modo decisivo en otros (por ejemplo la Revolución Francesa no es “la causa”, pero sí “una causa” esencial del nacionalismo del siglo XIX). Paul Veyne distingue tres tipos de factores: azar (causas superficiales, incidentes, genio, ocasión), causas materiales (causas, condiciones o datos objetivos), causas finales (libertad, decisión y reflexión humana). Por ejemplo en el inicio del Imperio Romano contó, entre otros, un azar con la aparición del gran hombre (Julio César), una causa material con la crisis político-social de la República, y una causa final con la decisión de César y de sus partidarios de transformar la estructura del poder en Roma.

De este modo, si no se pueden establecer leyes generales, sí que se pueden definir tendencias, puramente empíricas y por lo tanto sin valor predictivo. Por ejemplo hay una tendencia en la Edad Contemporánea a que se reduzca primero la mortalidad y luego la natalidad, pero no siempre ha de ocurrir así.

 

Características especiales del conocimiento histórico.

Se caracteriza especialmente por: usar un número limitado de fuentes, basarse sobre todo en fuentes indirectas, usar el procedimiento de la postgnosis.

- Usa un número limitado de fuentes: el historiador se limita a las fuentes disponibles, que siempre son escasas.

- Basarse sobre todo en fuentes indirectas, que pueden ser existentes (como los seres humanos), inanimadas (documentos, restos, monumentos), observaciones de otros (crónicas, estudios históricos), memoria de otros (historia oral), propia memoria, “indicadores ilativos”, etc. En suma, es un conjunto de conocimientos indirectos, principalmente escritos, obtenido desde una experiencia científica previa. Al respecto, apunta Marc Bloch: ‹‹la existencia de intermediarios entre un hecho pasado y el historiador es el criterio de distinción entre conocimiento directo e indirecto››.

- Usar el procedimiento de la postgnosis, al partir del conocimiento previo de los efectos de los hechos que estudia.

El método contrario, de la prognosis, parte de los hechos para deducir los efectos (leyes de causa-efecto), pero ya hemos razonado porqué la historia no es capaz de formular leyes explicativas y predictivas sobre los hechos sociales.

 

Los niveles del conocimiento histórico.

En la Historia hay tres niveles de conocimiento relacionados con la especialización profesional. Son la historia propiamente dicha, la metodología de la historia y la teoría de la historia, cada nivel con sus propios especialistas.

1) Los problemas inmediatos, que estudian los historiadores (los cuales se dedican a ‹‹construir la Historia mediante sus investigaciones››).

2) Los problemas metodológicos y de las técnicas de investigación, que estudian los metodólogos de la historia.

3) Los problemas teóricos: Epistemología, Gnoseología, Historiografía, Teoría de la Historia, etc., que estudian los teóricos del conocimiento histórico, los historiólogos.

 

2. TIEMPO HISTÓRICO Y CATEGORÍAS TEMPORALES.

2.1. EL TIEMPO HISTÓRICO.

La Historia como ciencia del tiempo.

Como explica Bloch, la historia es ‹‹la ciencia de los hombres en el tiempo››, así que el tiempo, la dimensión temporal, es la categoría por excelencia de la historia, por encima del espacio. Podríamos decir, simplificando mucho, que dentro de las ciencias sociales la Historia es la ciencia del tiempo y la Geografía la ciencia del espacio.

 

TIEMPO, DURACIÓN Y SUCESIÓN.

El tiempo y el tiempo histórico.

La noción de tiempo, siempre muy debatida en Filosofía (Aristóteles, Descartes, Leibniz, Newton, Kant...), está en íntima relación con los conceptos de duración y sucesión. El tiempo, para Aristóteles es ‹‹la medida del movimiento según un antes y un después››; para Descartes ‹‹Es un modo inseparable de las cosas, es la duración misma de los acontecimientos››; para Leibniz ‹‹el orden de los fenómenos sucesivos››; y para Newton ‹‹El tiempo es un atributo de Dios, es la duración infinita de Dios››. Se podría definir el tiempo como la duración de los acontecimientos, pero hay también un tiempo inmediato (del acontecimiento) y un tiempo sucesivo (del cambio).

El tiempo histórico es la objetivación del tiempo subjetivo por la ciencia histórica, como explica Bagu. El tiempo histórico se construye sometiendo el tiempo subjetivo al tiempo objetivo. Un sometimiento posible gracias al perfeccionamiento de los sistemas de cuantificación. Así se puede construir el tiempo histórico: ‹‹que es el que permite a cada individuo vislumbrar un horizonte temporal donde el presente se vuelve inteligible a través de una comprensión real de su pasado como ser humano y le hace concebir su actividad y la de las demás personas (la sociedad en definitiva), como un proceso conflictivo y dialéctico con continuidad histórica››.

Para Bagu, hay tres dimensiones en la temporalidad:

a) El transcurso, el tiempo organizado en secuencia.

b) El espacio, el tiempo como un campo de operaciones.

c) La intensidad, el tiempo como rapidez de transformaciones y riqueza de combinaciones.

Así, la Historia, mediante sus métodos y técnicas, consigue que el tiempo subjetivo del individuo sea objeto del conocimiento científico.

 

La duración.

La duración es la noción del paso del tiempo que transcurre entre el comienzo y el fin de un proceso o cosa. El tiempo, como demostró Bergson, se aprecia siempre de modo subjetivo, aunque la cronología procura objetivarlo.

 

La sucesión.

La sucesión es la continuación ordenada de una serie de hechos en el tiempo. El historiador se interesa por la sucesión porque le permite valorar las semejanzas y diferencias entre los distintos procesos evolutivos de las sociedades.

Tradicionalmente la filosofía de la historia se ha dividido en dos grandes concepciones de la sucesión: la lineal (el progreso constante y determinado en etapas hacia la realización de la historia) y la cíclica (la repetición de ciclos en la historia de los pueblos, entendidos como organismos vivos). Ambas hoy parecen superadas, apareciendo la Historia como un proceso irregular, no determinado, de cambios y continuidades en el tiempo, que pueden ser de intensidad y duración variables.

 

CAMBIO Y CONTINUIDAD.

El tiempo de la historia fluye en una tensión entre dos opuestos: los factores de cambio y de continuidad, cuyo imposible equilibrio marca la sucesión de los hechos históricos.

Debemos distinguir las distintas velocidades históricas de los hechos políticos (rápidos), económicos (menos rápidos e incluso lentos, como en la Edad Media) y socio-culturales o de las mentalidades (siempre lentos en comparación).

 

Los conceptos.

Al respecto hay varios conceptos esenciales: cambio, acontecimiento, coyuntura, estructura, evolución, revolución, continuidad, desarrollo, condicionamiento, causa, factor, tendencia.

Cambio: constatación de diferencias en una determinada dirección. El cambio referido a una estructura social puede ser un acontecimiento (corto plazo), coyuntural (a medio o largo plazo) o estructural (permanente).

Acontecimiento: el hecho histórico relevante. Es un nudo de relaciones (Veyne).

Coyuntura: movimiento a medio o largo plazo en la sociedad que afecta a aspectos aislados o secundarios.

Estructura: realidad (política, económica, cultural) resistente al cambio y que perdura a muy largo plazo.

Evolución: es el cambio estructural lento.

Revolución: es el cambio estructural rápido. La rapidez es subjetiva (por ejemplo la revolución neolítica duró miles de años, mientras que la Revolución Francesa sólo unos pocos).

Continuidad: es la permanencia de una estructura a lo largo del tiempo.

Desarrollo: aparición y crecimiento de los cambios. También descripción de los cambios con indicación de su mecanismo de actuación

Condicionamiento: interacción con un acontecimiento que favorece el cambio.

Causa: motivo decisivo y necesario del hecho o cambio. Cuanto más particular y pequeño es el cambio, más fácil es identificar una causa decisiva. Por ejemplo la II República se proclamó justo el 14 de abril porque ese día los republicanos ganaron las elecciones municipales.

Factor: causa no única que contribuye al cambio. Los cambios más complejos tienen incontables factores. Por ejemplo, la II República sustituyó a la Monarquía debido a numerosos factores políticos, económicos y sociales.

Tendencia: movimiento predecible hacia una situación.

 

La teoría de Braudel de los tres tiempos.

Braudel diferencia entre acontecimiento a corto plazo (por ejemplo la Peste en 1348; la muerte de Franco en 1975), coyuntura a medio plazo (por ejemplo la crisis demográfica-social en 1344-1348; los últimos años del franquismo en 1968-1975) e historia lenta a largo plazo (la longue durée del estancamiento y la definitiva crisis desde 1320 hasta el siglo XV; el franquismo entre 1936 y 1975). Los ejemplos se extienden a todas las épocas. Más pormenorizadamente, la duración, según Braudel, puede adoptar tres escalas:

 

El tiempo corto.

Propio de los acontecimientos, ha sido muy utilizado por las corrientes historiográficas que se centraban en el análisis de documentos. Puede el acontecimiento servir como indicador ilativo (aquel dato del que se sacan conclusiones) de los movimientos más duraderos y ser relacionado con sus causas y efectos. El tiempo corto es el tiempo del cronista, del periodista, de la vida cotidiana. Para muchos historiadores (sobre todo Braudel) es la más ‹‹engañosa de las duraciones››, por su excesivo detallismo y documentalismo, y debe ser sustituido por el tiempo medio y largo.

 

El tiempo medio.

Es el de la coyuntura, que en el caso de la Historia Económica conduce al estudio de fluctuaciones económicas, en forma de ciclos regulares, clasificados en:

a) Movimientos de corta duración, que van desde los diarios, semanales o mensuales, a los ciclos Kitchin (3-4 años) y Juglar (7-10 años), con los periodos de expansión, crisis, depresión y recuperación.

b) Movimientos de larga duración: son los ciclos Kondratieff (50-60 años), de tendencia secular (de un siglo) o interciclo (10-20 años).

 

El tiempo largo.

Es el de la larga duración de las estructuras. Braudel ha sido su mejor investigador, aunque haya sido criticado por Vilar por su “fatalismo estructural”. Para Braudel ejemplos de estas permanencias de las estructuras en el tiempo son: la dificultad de romper los marcos geográficos y biológicos, los esquemas mentales que permanecen, los “universos construidos” por la ciencia (los de Aristóteles, Galileo o Newton), el capitalismo comercial, etc. Lo mental evoluciona más lentamente que lo económico.

 

2.2. LA CRONOLOGÍA.

La Cronología estudia el orden y las fechas de los acontecimientos. Dado que la duración es subjetiva, para hacerla uniforme y objetiva las civilizaciones idearon métodos de cronología para computar el tiempo. Los conceptos más importantes son: unidades de tiempo, calendarios, edades y periodos.

 

Unidades de tiempo.

Las unidades de tiempo miden el paso del tiempo, desde las unidades más breves (segundo, minuto, hora) a las largas: día, semana, mes, año, lustro (cinco años), decenio (diez años), siglo (100 años) y milenio (1000 años).

 

Calendarios.

Los calendarios ordenan el tiempo tomando como fecha de referencia acontecimientos importantes de las distintas civilizaciones, lo que ha favorecido la existencia de muchos calendarios: egipcio, judío, griego, musulmán, cristiano, chino, japonés... Así, la “era cristiana” (calendario gregoriano, adoptado en 1580) toma como fecha de inicio el año 1 (que se creía correspondiente al nacimiento de Cristo, aunque en realidad nació en el 4 aC), por lo que se señalan como aC las fechas anteriores y a veces como dC las posteriores.

 

Edades.

Se ha realizado una división ficticia del tiempo histórico, en edades, que tienen como fechas aproximadas (las fechas más emblemáticas de cortes son 330, 410, 476, 1453, 1492, 1517...):

Prehistoria: 2 M aC-3000 aC.

Edad Antigua: 3000 aC-400 dC.

Edad Media: 400-1500.

Edad Moderna: 1500-1789.

Edad Contemporánea: 1789-hoy.

Esta artificial división temporal corresponde al eurocentrismo de la civilización occidental y a la historiografía tradicional. No es universal porque muchos pueblos han tenido una evolución histórica distinta (por ejemplo algunos pueblos aún viven en el Neolítico; China no vivió un corte entre la Edad Antigua y la Edad Media hasta el siglo XV) y se acepta generalmente aunque es criticable (la Prehistoria “también” es Historia aunque no hay documentos escritos).

 

Periodos.

Los periodos son otras divisiones artificiales del tiempo más cortas que las edades. Son cortes temporales realizados por los historiadores para juntar unidades de tiempo relevantes, basándose en factores objetivos, con una duración generalmente irregular. Por ejemplo los periodos románico y gótico, el periodo de las revoluciones liberales... La periodización es un problema recurrente de la Historia (Kula, Topolski).

La periodización es un tema muy controvertido, pues la datación de los acontecimientos y sobre todo de los cambios históricos es altamente subjetiva.

 

Kula distingue las periodizaciones:

1) Convencionales, las más simples, sobre aspectos concretos o periodos cortos.

2) Objetivas, las más complejas, sobre periodos cuya diferenciación se basa en el proceso histórico.

 

Topolsky distingue en las objetivas una subclasificación:

A) Las periodizaciones cíclicas, sobre largos periodos, espacios grandes, con fluctuaciones cíclicas. Hay teorías como la del movimiento pendular o eterno retorno, la del movimiento direccional en espiral, etc.

B) Las periodizaciones direccionales, que imaginan un límite, un fin, como en el Juicio Final de los cristianos que imaginó San Agustín.

C) Las periodizaciones irregulares, que son las más usadas y se basan en factores políticos, económicos (el más utilizado por el marxismo) o culturales (Renacimiento, Barroco, etc.).

 

3. EL HISTORIADOR Y LAS FUENTES.

3.1. LAS FUENTES HISTÓRICAS.

Las fuentes históricas son todo tipo de documento, testimonio o simple objeto que sirve para transmitir un conocimiento total o parcial de hechos del pasado. Todo lo que aporte información sobre otras épocas es una fuente histórica.

Los historiadores, como Marrou y Bernheim han procurado definir las fuentes, de un modo más preciso, como los productos del hombre que facilitan el proceso cognoscitivo de reconstrucción de los hechos históricos.

Marrou considera que las fuentes son ‹‹todo aquello que en la herencia del pasado pueda interpretarse como un indicio revelador por algún concepto de la presencia, de la actividad, de los sentimientos y el modo de pensar del hombre que nos precedió››.

Bernheim opina que ‹‹las fuentes son resultado de la actividad humana que, por su destino o por su propia existencia, origen u otras circunstancias, son particularmente adecuadas para informar sobre hechos históricos y para comprobarlos››.

3.2. CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES.

La historiografía ha desarrollado muchas clasificaciones y ninguna es universalmente aceptada. Por ejemplo las fuentes en potencia y las efectivas (mediante el trabajo del historiador); las locales y las nacionales; las escritas y las orales; etc.

La clasificación historiográfica de las fuentes informa que a finales del siglo XVII la escuela erudita distingue entre auténticas y falsas.

Lelewel (1815): 1) tradición (orales), 2) no escritas (monumentos), 3) escritas.

Droysen: 1) monumentos (fuentes involuntarias pero hechas para durar en la posteridad), 2) restos (todas las obras humanas), 3) fuentes (realizadas a propósito como fuentes).

Topolsky: 1) Directas (restos) e indirectas (documentos para conservar la memoria del pasado). 2) Escritas y no escritas. Las escritas están subdivididas según los distintos destinatarios (personas coetáneas, posteridad, historiadores).

Una de las clasificaciones más comunes es:

Escritas: manuscritas o impresas; documentos, prensa, memorias, correspondencia, obras literarias. Los documentos son los más usados y se diferencian en públicos y privados; políticos, jurídicos, económicos; cuantitativos (estadísticas); censos, registros...

Iconográficas: obras plásticas (pinturas, esculturas...) y gráficas (fotografías, cine...).

Testimonios orales: directos o grabados.

Fuentes varias: instrumentos de trabajo, útiles...

Fuentes arqueológicas: restos materiales del pasado descubiertos mediante excavaciones.

 

3.3. EL RIGOR DE LAS FUENTES.

Las fuentes no son siempre válidas científicamente, por lo que se debe valorar el rigor de las fuentes con un análisis crítico permanente, sin caer, por ejemplo en el “fetichismo de los textos”. Así, para Pierre Vilar sólo la repetición de los testimonios es una garantía válida de que sean fidedignos.

 

Crítica de las fuentes.

Salmon explica el método crítico de las fuentes, que divide en crítica externa y crítica interna.

1) La crítica externa (o crítica de autenticidad), se divide a su vez en crítica de procedencia y de restitución.

2) La crítica interna (o crítica de fiabilidad), se divide a su vez en crítica de interpretación, de competencia, de sinceridad y de exactitud.

El rigor de las fuentes se determina por su autenticidad (fuente) y fiabilidad (informante).

 

Autenticidad.

La autenticidad se refiere a la fuente que transmite la información. Puede ser auténtica/falsa en 4 sentidos:

a) fecha-lugar: puede ser auténtica sobre su contexto espacio-tiempo pero falsa para los datos que dé.

b) alcance o tema de la investigación: puede ser falsa pero informar verdaderamente de porqué se mintió.

c) total o parcial: de modo que no sea anacrónica o discordante en exceso respecto a otras fuentes.

d) original (o copias), aunque puede ser original y falsa.

 

Fiabilidad.

La fiabilidad o credibilidad se refiere al informante, que sólo transmite información verdadera si:

a) puede acceder a la verdad (accesibilidad).

b) si quiere transmitirla (intencionalidad).

 

BIBLIOGRAFÍA.

Internet.

[http://www.bbc.co.uk/history/forkids/] Multitud de juegos y simulaciones didácticas para el aprendizaje de Historia.

Dosier: La censura y la revisión del pasado.*

[https://iessonferrerdgh1e07.blogspot.com/2023/01/dosier-la-censura-y-la-revision-del.html]

Dosier: La polémica del cambio de siglo ¿2000 o 2001?*

[https://iessonferrerdgh1e07.blogspot.com/2015/04/la-polemica-del-inicio-del-siglo-xxi-y.html

 

Documentales / Vídeos.

La humanidad. Serie documental de capítulos de 44 minutos. 1 x 01. 1x02 Los hombres de hierro. 1 x 03 El cristianismo. 1 x 04 Los guerreros.  1 x 05 La peste. 1 x 06 El renacimiento. 1 x 07 El nuevo Mundo. 1 x 08 Los tesoros. 1 x 09 Los pioneros. 1 x 10. 1 x 11 El progreso. 1 x 12 A dónde vamos.

José Enrique Ruiz-Domènec. Ciclo 'Pensar la Historia'. Cataluña ante el reto del siglo XXI. El valor de la Historia (17-X-2018). Presentación: Andreu Jaume. 70 minutos.

 

Libros.

Armitage, David. Las guerras civiles. Una historia en ideas. Alianza. 2018. 320 pp.

Barker, Paul. Las ciencias sociales de hoy. FCE. México. 1981. 182 pp. Cap. de E. J. Hobsbawn, Historia económica y social (112-122).

Barros, Carlos (ed.). Historia a debate. 3 tomos. Actas del Congreso Internacional Historia a debate, Santiago de Compostela, 1996. Una referencia fundamental sobre el estado de la historiografía y los problemas metodológicos y filosóficos de la historia.

Bauer, Wilhelm. Introducción al estudio de la Historia. Bosch. Barcelona. 1970 (1921-1927 alemán). 626 pp. 

Berque, J.; et al. La historia hoy. Avance. Barcelona. 1974.

Bloch, Marc. Introducción a la Historia. FCE. México. 1952 (1949 francés). 159 pp.

Brandon, Leonard George. History. A Guide to advanced StudyE. Arnold. Londres. 1976. 64 pp.

Braudel, Fernand. La Historia y las Ciencias Sociales. Alianza. Madrid. 1974. 222 pp.

Brom, Juan. Para comprender la historia. Nuestro Tiempo. México. 1972. 171 pp.

Burke, Peter (ed.). Formas de hacer Historia. Alianza. Madrid. 1993 (1991). 313 pp.

Buruma, Ian. El precio de la culpa. Trad. de Claudia Conde. Duomo. Barcelona, 2011. 432 pp.

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Artículos. Orden cronológico.

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Constenla, Tereixa. Pelea por el pasado. “El País” Babelia 1.078 (21-VII-2012) 10-11 El debate entre memoria e historia.

Gracia, Jordi. Felices sobresaltos. “El País” Babelia 1.078 (21-VII-2012) 10-11.

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Álvarez Junco, José. Historia y mito. “El País” (2-III-2014) 37. Dos formas radicalmente diferentes de acercarse al pasado.

Álvarez Junco, José. Cuando éramos libres y felices. “El País” (13-IV-2014) 33. La retórica política de un pasado utópico, una época mejor que la actual, pese a la falsedad de los argumentos.

Álvarez Junco, José. El temor al Maligno. “El País” (9-VI-2014) 33. Alerta sobre los peligros de los nacionalismos y populismos.

Constenla, T. Gonzalo Pontón / Editor. ‘La gente que sale de la universidad hoy es profundamente analfabeta’. “El País” (6-IV-2015) 34-35. Gonzalo Pontón (Barcelona, 1944), mítico editor de las editoriales Crítica y ahora Pasado y Presente.

Aguilar, Andrea. Las preguntas quedan fuera. “El País” Ideas (6-XII-2015) 8-9. La historia oral es una rama de las ciencias sociales dedicada a la indagación de la memoria a partir de testimonios directos. Entre sus máximos exponentes actuales destaca la reciente Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich.

Ruiz Mantilla, Jesús. España pierde uno de los grandes archivos históricos del siglo XX. “El País” (9-II-2016) 27. La Fundación Castañé dona a Harvard gran parte de su fondo contemporáneo, de interés mundial.

Pérez Andújar, Javier. La verdad es de mal gusto“El País” Ideas (16-X-2016). Una aproximación literario-histórica al tema de que la historia debe ser severa en todos sus pasos y ceñirse a los hechos documentados.

Juliá, Santos. Certezas en la historia“El País” Ideas (16-X-2016). El historiador ha de poner sentido en la narración de lo que fue y ya no es.

Rieff, David. Cumplir con el deber de olvidar. “El País” Ideas 97 (19-III-2017). La salvaguarda sin límites de la memoria histórica puede desencadenar injusticias.

Beevor, Antony. Una nueva época, un mundo infeliz. “El País” Babelia 1.301 (29-X-2016). El creciente individualismo de nuestras sociedades amenaza a la democracia y a la verdad.

Juliá, Santos. Un relato para uso político. “El País” Babelia 1.301 (29-X-2016). El debate sobre el relativismo en el oficio del historiador.

De Diego, Estrella. ¿Qué hora es allí? “El País” Babelia 1.370 (24-II-2018). Nuevos libros y proyectos sobre la cuestión del tiempo, sus variaciones en diversas culturas…

Martínez Shaw, Carlos. El relato apátrida. “El País” Babelia 1.396 (25-VIII-2018). La historia global no debe renunciar a los temas locales o del presente.

Nava, Sara. 14 mentiras de la historia que nos tragamos sin rechistar. “El País” (11-IX-2018). La imaginación y la épica han maquillado algunos de los episodios más sonados. Hablamos con historiadores y especialistas que desmienten estas tergiversaciones.

Marcos, Natalia. Poner color en la historia, un filón para los Documentales / Vídeos. “El País” (22-VIII-2019).

Cruz, Manuel. Tras las noticias falsas, el pasado falso. “El País” Ideas 338 (31-X-2021). Se desmorona la idea de la historia como oportunidad para aprender de los errores y aciertos del pasado.

Cano, Germán. ¿El fin del “fin de la historia”? “El País” (28-IV-2022).

Moradiellos, Enrique. El reto de la biografía. “El País” Babelia 1.613 (22-X-2022).

 

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