jueves, 11 de enero de 2018

EL DESAGÜE EN LA CIUDAD DE MÉXICO
EN LA ÉPOCA NOVOHISPANA

La Ciudad de México

La capital de los mexicas o messicas, estaba construida sobre dos islotes situados en la parte occidental del lago de Tetzcoco, que después e llamaría laguna de México; a los 19° 26´05´´ de latitud norte y 99° 07´ 54´´, longitud oeste del meridiano de Greenwich. 

     El estar la ciudad en medio de la laguna, hizo que las comunicaciones con la tierra firme tuvieran que llevarse a cabo por medio de canoas. Por tanto, durante una buena parte de su existencia, estas embarcaciones fueron el único vehículo con que se contaba para comunicarse con las riberas de la laguna. Mas la necesidad obligó a sus habitantes a construir diques, que al mismo tiempo que servían para controlar el agua de la laguna, funcionaron también como calzadas, para comunicarse con las poblaciones de tierra firme, sin tener que usar las canoas.

     Los mexica construyeron cuatro calzadas: la de Tlacopan, la del Tepeyacac, la de Iztapalapan o Coyuhacan-Xochimilco.

     La de Tlacopan fue construida durante el reinado de Chimalpopoca. Casi simultáneamente se hizo el terraplén, sobre el cual corria el acueducto de Chapultepec. Se iniciaba en una de las puertas del Recinto Sagrado, llamada Quauhquiauac o Puerta del Águila, que era según Sahagún "la puerta del Cu de Huitzilpochtli", y terminaba en Popotlan, con una extensión de media legua, o sea de dos mil quinientos metros. De trecho en trecho presentaba cortaduras, sobre las cuales estaban instalados puentes.

     La calzada de Tepeyacac fue construida por los tlatelolcas, antes de que esta nación fuera absorbida por Tenochtitlán, y partía de la puerta norte del Recinto Sagrado, llamada Acatliyacapan. Tenía una extensión de dos leguas, o sea entre cuatro o cinco kilómetros. Terminaba en Tepeyacac o Tepeaquilla, hoy Santuario de la Virgen de Guadalupe. 

     Al sur partía la más larga de las calzadas, que recibía el nombre de Iztapalapan. Fue construida en tiempo de Izcoatl por los de Coyohuacan y Xochimilco, después de haber sido vencidos por los mexicas. Entroncaba con la puerta sur del Recinto sagrado a la que Caso llama Cuauhquiauac, y Alcocer, Tezcacoac. Casi a la salida de la ciudad presentaba una cortadura, que se llamaba Xoloc o Xoluco y que en la época colonial fue bautizada con el nombre de San Antón, por estar cerca del convento de San Antonio Abad.

     A media legua (dos mil quinientos metros) de la acequia de Xoloc hacia el sur, se llegaba al fuerte de Xolotl, en donde la calzada se bifurcaba yendo una para Mexicalzingo e Iztapalapan, en una distancia de ocho a diez kilómteros, y la otra comunicaba con Huitzilopochco y Coyohuacan.

     Al oriente no existía calzada, así que la comunicación con Tetzcoco se hacía por medio de canoas. Se utilizaban para transportar gente y abastecer a la ciudad.

     México-Tenochtitlán estaba dividida en los siguientes barrios: al norte Tlatelolco, muy importante, porque era la zona comercial de la ciudad; al oeste en la parte central el de Cuepopan; al este el de Atzacualco; al suroeste el de Moyotlan y al sureste el de Zoquiapan. Cada barrio tenía a su ves subdivisiones y sus adoratorios consagrados a sus dioses. La ciudad tenía calles de agua o sea acequias y calles de tierra que corrían de sur a norte y de oeste a este.

     Su centro ceremonial y administrativo eran un recinto circunscrito por una tapia llamada coatepantli, con cuatro accesos. Este recinto sagrado, contenía según Sahagún, 78 templos, siendo la más importante el dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc. Tenía el recinto 500 metros por lado: por el oriente estaba limitado por las calles del Carmen y Correo Mayor; por el poniente por las del Monte de Piedad y Brasil; por el norte con las de San Ildefonso y González Obregón, y por el sur con las de Moneda.

     En 1449 México-Tenochtitlan sufrió los efectos de la primera inundación, gobernando en ese tiempo Moteczuma Ilhuicamina. Este pidió consejo a Nezahualcóyotl, quien propuso y construyó un albarradón, que partiendo de Atzacualco, en el norte seguía casi en línea recta, atravesando la laguna hasta Iztapalapan, por el sur. Este dique fue construido con tierra y piedra, defendido por los flancos con una estacada, para evitar la erosión. Esta gran obra de ingeniería, tenía compuertas para regular la entrada y salida de las aguas y de las canoas.

     A partir de la construcción del albarradón de Nezahualcóyotl, la laguna se dividió en dos partes, una que conservó el nombre de Tetzcoco, al este y la otra que recibió el nombre de laguna de México, por encontrarse en dicha ciudad. Poco a poco esta separación hizo que el lago de Tetzcoco fuera de agua salada y la de México de agua dulce  pues en ella desaguaban los lagos de Xochimilco y Chalco, que estaban alimentados por numerosos manantiales de agua dulce.

     Para evitar una inundación proveniente de los lagos del sur, o sea Xochimilco y Chalco, los mexica, habían construido el dique de Cuitláhuac que dividía a dichos lagos y la albarrada, de Mexicaltzingo que partía de lo que podemos llamar península de Culhuacan, formada por el Cerro de la Estrella, para entroncar en la confluencia de la calzada de Coyohuacan-Xochimilco. En este entronque estaba el fuerte de Xolotl.

     Los dos diques tenían compuertas para el control de las aguas y paso de las canoas. En los lagos de Xochimilco y Chalco cultivaban sobre chinampas, por lo que a la gente de Coyohuacan, Huitzilopochco, Mexicaltzingo, Iztapalapan, Xochimilco, Cuitláhuac, Tezompa, Ayotzingo y Chalco, se les llamaba chinampanecas.

     Durante el reinado de Ahuízotl, en 1498, este gobernante, tratando de abastecer de agua potable a la ciudad de México, ordenó la construcción de un caño o canal a partir del manantial de Acuecuexcatl, sito en los aledaños de Coyohuacan, en un pueblo llamado Los Reyes. Su intento resultó fallido pues vino tal golpe de agua sobre la población que la inundó totalmente, resultando dañados los edificios y calles. Ahuízotl murió a consecuencia de un golpe que se dio en la cabeza durante la inundación, al intentar salir de su casa. Por tanto, la inundación no provino de los lagos del sur, sino de un manantial ajeno a ellos.

     En el año de 1521, durante el asedio de la ciudad por Hernán Cortés, se inició la destrucción del albarradón de Nezahualcóyotl, pues para dejar paso a los bergantines, entre las lagunas de Tetzcoco y de México, se le abrieron varios boquetes.

     Hay que advertir, que el lago de San Cristóbal no existía en la época prehispánica, ya que era prácticamente una sección del lago de Xaltocan y que se formó gracias a la construcción del dique -calzada que va de Ehecatepec a Venta de Carpio- construido para evitar derrames de los lagos del norte, en el de Tetzcoco.

     Por lo que hace al nivel que alcanzaban las aguas de los lagos, en el momento de la conquista, Enrico Martínez nos comenta: "refieren las historias que cuando los cristianos vinieron a México llegaba la laguna de ella por la parte del norte, hasta el cerro de Tenayuca, y por la banda del sur hasta el pueblo de San Mateo, y al occidente se extendía por todos los llanos entre Chapultepec y Tlalnepantla", (Martínez, 1948).

     Haciendo un recorrido norte-sur-norte, nominaremos a los pueblos que se encontraban en las lagunas de México, Tetzcoco, Xochimilco y Chalco, con lo que delimitaremos el nivel de las aguas de dichas lagunas en 1519: Ehecatepec, Tulpetlac, Coatitla, Xalostoc, Atzacoalco, Tenayuca, cercanías de Tlaneplanta, Azcapotzalco, Tlacopan, Popotla, Atlacuihuayan, Mixcoac, Coyohuacan, Churubusco, Tepepan, Xochimilco, Tulyehualco, Ixtayopa, Ttelco, Tezompa, Ayotzingo, Chalco, Iztapaluca, Ayotla, Tlaltenango, Culhuacan, Mexicaltzingo, Iztapalapan, Chimalhuacan, aledaños de Tetzcoco, Atenco, Nexquipaya, Iztapan, Totolcingo y Chiconauhtla.

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     Las aguas de estas lagunas disminuyeron poco después de la conquista. Según Motolinía:
 "México en tiempo de Moteczuma y cuando los españoles vinieron, estaba muy cercado de agua, y desde el año de mil y quinientos veinticuatro siempre ha sido menguado". (Motolinía, Memoriales, 1971).
     López de Gómara nos dice: "No abrieron las calles de agua, sino edificaron en suelo seco; y en esto no es México el que salía, y aún la laguna va decreciendo del año de veinticuatro acá, y algunas veces hay hedor; pero en lo demás sanísima vivencia es...". (López de Gómara. Historia de..., 1943).
     Humboldt nos hace reflexionar en el sentido de que era lógico y natural que en un principio se recurriera al sistema de diques y albarradones, dado que Tenochtitlan era una ciudad lacustre en la que sus habitantes estaban acostumbrados a ese género de vida y a navegar en canoas, por lo que miraban con cierta indiferencia los efectos de las inundaciones; por tanto nunca estuvo en su mente tratar de sacar las aguas del valle, sino sólo contenerlas. (Humboldt, 1941). Para ello construyeron los diques-calzadas que hemos enumerado y el albarradón por Nezahualcóyotl.

    En un principio las autoridades españolas siguieron el sistema de los mexicas, hasta que la inundación de 1553, les hizo caer en la necesidad de emplear otros medios para evitarlas.

     Se ha tratado hasta ahora todo lo relativo a la ciudad prehispánica, la que fue destruida en sus siete octavas partes en forma sistemática, durante los setenta y cinco días que duró el asedio a que la sometió el ejército español, a las órdenes de Cortés.

     Vencido el poder mexica, Cortés aprovechó a los indígenas para limpiar la ciudad, a fin de evitar que los despojos humanos que había dejado la guerra, causaran alguna epidemia. Mientras tanto, los españoles se trasladaron a Coyohuacan y, después de celebrar la victoria entraron en consideraciones acerca de dónde convenía asentar la ciudad. Surgieron múltiples opiniones, privando al final la propuesta de Hernán Cortés, en el sentido de que debía hacerse sobre las ruinas de la antigua Tenochtitlan, entre otras cosas porque así quedaba sentado el triunfo de las armas castellanas sobre los mexicas y del cristianismo sobre el paganismo. Aparte de que se destruía el símbolo que constituía para los mexicanos y su imperio dicha ciudad.

     Cortés comisionó a Alonso García Bravo para que hiciera la traza de la ciudad española. Tousssaint dice que tuvo que sujetarse a varios elementos que quedaban de la anterior población, como eran algunos edificios, las principales calles, y las acequias que no era posible cegar. Expresa también que las cuatro calzadas o diques que la unían con la tierra firme le sirvieron como ejes para la traza. Que las acequias fueron los límites. Así la que seguía por la hoy calle de San Juan de Letrán fue el límite poniente; la actual calle de San Miguel por el sur; Jesús María por el orientey del Apartado o Perú por el norte. En los cuatro ángulos de la traza, quedaron ubicados los barrios indígenas: San Sebastián Atzacoalco, San Pablo Zoquipan, San Juan Moyotlan y Santa María Cuepopan. (Toussaint, introducción..., 1937).

     En general, podemos imaginar que la ciudad de México tenía gran semejanza con las ciudades españolas del medievo, y que sus construcciones constituían verdaderas fortalezas con altas torres que servían de atalayas, para prevenir cualquier embate de los indígenas. Gran parecido debió tener con la parte antigua de Cáceres, en España.

     En cuanto a los materiales, los castellanos utilizaron gran parte de la piedra proveniente de la demolición de las construcciones indígenas, así como el tezontle, material original y distinto, de poco peso, muy apropiado para construir sobre el acuoso suelo de dicha ciudad.

La última inundación del siglo XVI

Gobernaba la Nueva España el virrey Martín Enríquez de Almanza, cuando se presentó el problema de las inundaciones. La ciudad había descansado durante veinticuatro años desde la inundación de 1555. Las lluvias del mes de septiembre han sido siempre las que más perjuicio han causado a la ciudad de México; anotó Chimalpahin: "Comenzaron los aguaceros diluviales que inundaron México y que derrumbaron muchas casas de la gente de México. Otros muchos a quienes el agua les tapó las casas, tuvieron que abandonarlas así como sus tierras". (Muñoz Cimalpahin, Relaciones originales, 1965).

     La reacción de los habitantes de México respecto a la inundación, no fue sólo de terror, sino que la destrucción de sus propiedades trajo consigo severas críticas para el fundador Cortés, que aparecen en un documento de diez y seis de septiembre de 1555, que transcribe Cepeda y Carrillo:

     "En toda esta Nueva España ha llovido este año mucho más que los pasados, y han hecho gran daño en algunas provincias, porque ha anegado las sementeras de trigo y maíz, y en esta ciudad ha sido mayor que en otras partes, por estar la ciudad en lo más bajo, y cercada la mayor parte de una laguna grande, donde acuden todas las aguas de ríos y fuentes de la comarca, que son muchos, hemos vístonos en gran trabajo, y si no se pusiera gran diligencia en desaguar un río que salió de madre, por la parte de Tlatilulco, se llama Santiago, gran parte de la ciudad se perdiera. Fue gran yerro a mi ver fundarla en este sitio, porque había otros mejores a dos y a tres leguas de aquí. Además de esto edificaron las casas más bajas que las plazas y calles, y así toda el agua llovediza se entra en las casas, y no tiene desaguaderos. Si otro año las aguas acuden con la furia que éste, la ciudad corre riesgo, prevenirse ha de los remedios posibles, aunque el daño principal que fue, es el mal sitio en que se fundó, y los malos cimientos, y ruines edificios, no tiene reparo si la ciudad no se mudase, y esto ya no se puede hacer así, porque costaría dinero innumerable, como porque ni podrían ni querrían los indios entender en obra tan grande, y sin ellos no se puede hacer una casa, cuanto más mudar una tan grande ciudad, así que se ha de esperar a lo que Dios nuestro señor fuere servido, reparándonos lo mejor que sea posible, como se hará. México, diez y seis de septiembre de 1555". (Cepeda y Alonso Carrillo, Relación..., 1637).

     En este documento se habla por primera vez de la necesidad de cambiar de asiento a la ciudad, pero al mismo tiempo se dan razones que impiden que esto se realice; entre ellas el capital ya invertido, el costo de las nuevas construcciones y sobre todo la oposición que habría de parte de los indios, para contribuir a tan colosal obra.

     En 1579, como las lluvias fueron copiosas, las lagunas empezaron a derramarse sobre los pueblos ribereños; cosa que se agravó a principios de 1580, en que las aguas invadieron también la capital.

     Inquieto el virrey por tales hechos, envió una comunicación al Cabildo, el que ordenó hacer un reconocimiento al corregidor Antonio Carbajal y al regidor Baltasar Mexía Salmerón, a quienes se pidió fueran a ver los ríos "y lo vean conforme a la pintura que esta ciudad tiene que para ello se entregó al señor corregidor y lleven personas indios antiguos que les informen de los nacimientos de las dichas aguas y ríos y habiéndolo todo visto sepan e informen de donde nace el daño que sucede de no menguar las dichas acequias y estar siempre crecidas y del remedio que podría haber". (Actas de Cabildo, 1580).

     En la relación de Cepeda y Carrillo se dice que "el virrey se mandó se buscase desagüe general, y salió a ello el licenciado Obregón corregidor de esta ciudad, con Claudio de Arciniega, y otros maestros. Hicieron algunas medidas, desde los Molinos de Ontiveros, siguiendo el discurso a salir por el pueblo de Huehuetoca, a parar a Nochistongo, y tío de Tula que parece que es el mismo que después se siguió en la erección del desagüe de Huehuetoca. Y los dichos maestros declararon hallarse posibilidad para desagüe por aquella parte, y no consta se pusiese en ejecución, ni averse hecho otra diligencia." (Cepeda y Carrillo, 1637).

     Respecto a que el trabajo gravitaría sobre los indios, la Corona, impresionada por la notable disminución de los habitantes de América, buscaba evitar siguiera sucediendo esto.

     El jesuita Andrés Cavo, reseña como sigue la inundación de 1580:

     "Este año es notable en la historia por la abundancia de lluvias que hubo en México, y que hicieron salir de madre aquella laguna con tanto daño de la ciudad, que por muchos días estuvo inundada. El virrey para impedir en adelante este perjuicio, mandó convocar el ayuntamiento e inteligentes en aquella facultad. En esta junta se resolvió que se hiciera un desagüe a las lagunas que rodeaban a México, y se señaló por lugar a propósito los baxos de Huehuetoca; pero habiendo cesado las lluvias, y la agua vuelto a su nivel, no se volvió a parlar de este proyecto." (Cavo, Historia de México, 1949).

     En fin, Cepeda y Carrillo expresan que, en 1580, hubo otra inundación y que las reparaciones que se hicieron fueron en suma fortificar albarradas, levantar calzadas y desarenar ríos. Es decir, los españoles, en el siglo XVI continuaron utilizando los procedimientos y técnicas de los indígenas, sin entrar de lleno al problema, o sea el desagüe general.

Biblografía

Actas de Cabildo de la ciudad de México, México, Aguilar e hijos, 1889-1913, 63 vol.

Alcocer, Ignacio, Apuntes sobre la antigua México-Tenochtitlan en el siglo XVIII, México, Galas, 1964.

Benavente o Motolinia, Fray Toribio de, Memoriales o libros de las cosas de la Nueva España y de los naturales de ella, México, Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, 1971.

Caso, Alfonso, "Los barrios antiguos de Tenochtitlan y Tlatelolco", en Memorias de la Academia de la Historia, T. XV, núm. 1, Mëxico, Imprenta Aldina, 1956.

Cavo, Andrés, Historia antigua de México, México, Patria, 1949.

Cepeda, Fernando de y Fernando Alfonso Carrillo, Relación universal legítima y verdadera del sitio en que está fundada la muy noble, insigne, y muy leal ciudad de México, México, Salbago, 1637.

Gurría Lacroix, Jorge, El desagüe del valle de México durante la época novohispana, México, Instituto de Investigaciones Históricas, Cuaderno, Serie Histórica, núm. 19, UNAM, 1978.

Humboldt, Alejandro de, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Robredo, 1941.

López de Gómara, Francisco, Historia de la conquista de México, México, Robredo, 1943.

Martínez, Enrico,  Reportorio de los tiempos, México, Secretaría de Educación Pública, 1948.

Muñón Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, Francisco de San Antón, Relaciones originales de Chalco, Amaquemecan, México, FCE, 1965.

Toussaint, Manuel, "Introducción al estudio histórico de los planos", en Planos de la ciudad de México. Siglos XVI y XVII, México, Instituto de Investigaciones Estéticas de la Unam, 1937.



Continuará........


     





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