viernes, 25 de septiembre de 2020




La historia de Los Caballeros del Tau, la primera orden militar de Europa

 

 

Cuando se piensa en órdenes militares de caballería de la era medieval los primeros nombres que nos vienen a la mente son los Templarios, los Hospitalarios, los Caballeros Teutones…son los que más poder acumularon, los más famosos y conocidos, gracias a múltiples estudios, libros, películas y cómics. En España tenemos también la Orden de Calatrava y la de Santiago, que a pesar de su importancia local, nunca llegaron a tener demasiada proyección en el resto de Europa. Pero hay una órden ciertamente poco conocida pero que tiene una gran importancia por ser la primera de todas las órdenes religioso-militares que surgieron en la Europa de la Edad Media. Se llamaba oficialmente Orden de Santiago de Altopascio (algunos autores como Manuel Boix prefieren el literal San Jaime de Altopascio), pero era más conocida por la forma de la cruz que portaban en sus escudos y vestimenta: los Caballeros del Tau.

Su formación está envuelta en leyendas, pero hay consenso general entre los historiadores en que debió producirse en algún momento del año 1060-1061, en una pequeña localidad de la Toscana llamada Altopascio situada a unos 14 kilómetros al sureste de Lucca. En aquellos tiempos la vía que comunicaba el sur de Francia y el norte de Italia con Roma era la Vía Francigena. Ésta atravesaba un espeso bosque cercano al lago de Bientina estrechándose y haciendo difícil el transito, pero al mismo tiempo constituyendo un lugar perfecto para que la combinación de bandidos y peligros naturales hicieran de ese tramo un calvario para los viajeros y peregrinos desprevenidos.

Iglesia de Santiago en Altopascio, fundada por la orden / foto Shutterstock

Las leyendas sobre la fundación de la orden tienen que ver con ello, como cuenta Frank McArdie en su estudio sobre Altopascio. La primera atribuye su fundación a la Gran Condesa Matilde de Canossa, la mujer más poderosa de Europa en aquellos tiempos, que llegó a controlar todos los territorios al norte de los Estados Pontificios, principalmente por su estrecha alianza con el papa. Para hacerse una idea de su importancia baste citar que se trata de una de las 4 únicas mujeres que están enterradas en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Matilda se habría perdido en el bosque y esa experiencia la llevaría a patrocinar posteriormente la creación de un hospital donde los peregrinos pudieran pernoctar a salvo. La historia se completa con la instalación de una campana llamada la Smarrita (la perdida), que tañía durante una hora entre la una y las dos de la mañana, con el fin de que aquellos que se hubieran perdido pudieran seguir su sonido hasta el refugio.

 

La otra historia sobre el origen de la orden, esta vez recogida incluso en sus estatutos y por ello más plausible, es que se debe a 12 monjes que se trasladaron a Altopascio desde Pozzevoli para abrir el hospital en 1061. Allí se organizaron como una comunidad religioso-militar, tres décadas antes de la Cruzadas, que se dedicaba a la defensa de los peregrinos, y poco a poco su número fue aumentando con caballeros, clérigos y laicos.

Finalmente en 1239 el papa Gregorio IX les confiere la Regla del Hospital de Santiago de Altopascio, similar a la del Hospital de San Juan de Jerusalén, en un momento en que su influencia se había extendido ya por media Europa, y en el siglo siguiente alcanzaría tanta fama que aparece incluso mencionada en el Decamerón de Boccaccio, escrito en 1353. Su labor en Tierra Santa no pasó de ser anecdótica, ya que se preocuparon más de expandirse por Europa, donde llegan a establecer fundaciones en muchos países. En España fundaron tres hospitales, uno en La Font del Perelló, otro en Astorga y el tercero en Pamplona.

Esta creciente influencia no dejó de granjearles enemigos y así, en 1330 todos los Caballeros del Tau en Francia fueron arrestados y sus propiedades confiscadas, como había ocurrido con los Caballeros del Temple 23 años antes. En 1459 el papa Pío II intentó suprimir la orden, aduciendo que ya no cumplía con su cometido, mandando que sus posesiones pasasen, junto con las de otras 6 órdenes suprimidas, a la nueva Orden de Nuestra Señora de Belén. Ésta había sido creada por el propio pontífice con el objetivo de defender la isla de Lemnos, pero apenas duró y en realidad la transferencia de propiedades no se llegó a realizar.

https://www.labrujulaverde.com/2016/09/la-historia-de-los-caballeros-del-tau-la-primera-orden-militar-de-europa

 

ORDEN DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALEN

Historia de la orden

 

Fase Canonical de la Orden (326/1099)

 

Se inicia gracias a la devoción que santa Elena, madre del emperador Constantino ‘El Magno’ e instaurador del cristianismo en el Imperio Romano, tenía por los Santos Lugares. En el año 326 viajó a Jerusalén realizando excavaciones hasta encontrar el Gólgota y el Santo Sepulcro. En su lugar mandó levantar el templo de la Anástasis o Gloriosa Resurrección y encargó a un grupo de canónigos que realizaran los oficios religiosos en el mismo. Surgen así los primeros canónigos sepulcristas, encargados de acoger a los peregrinos que se dirigían a Jerusalén.

En el año 638 Jerusalén fue tomada, aunque se pudo continuar con el culto y las peregrinaciones. A principios del siglo XI los turcos gobernaron Jerusalén, persiguiendo a los cristianos e impidiendo todo tipo de peregrinación. Solamente los ortodoxos fueron autorizados a permanecer en Jerusalén, pero sometidos a múltiples abusos. Ante esta amenaza el Emperador bizantino pidió ayuda al papa Urbano II y éste decidió convocar un concilio en Clermont Ferrand (1055), acudiendo gran número de caballeros que al grito «Deus lo Vult», decidieron tomar la cruz convirtiéndose así en la I Peregrinación Armada o Cruzada, y partir a Tierra Santa. Después de cuatro años de confrontación con los musulmanes consiguieron recuperar Jerusalén en el año 1099.



Fase Heroica de la Orden (1099/1291)

 

Tras la conquista de la Ciudad Santa, Godofredo de Bouillón restauró el culto, sustituyendo a los canónigos ortodoxos, al considerarlos cismáticos, por canónigos latinos. Encargó a un grupo de caballeros la protección del templo, surgiendo así los primeros caballeros sepulcristas, así llamados por haber sido investidos por el Patriarca Latino de Jerusalén ante el Santo Sepulcro y que constituían una guardia noble que velaba con sus armas noche y día. Protegían las murallas de Jerusalén y acompañaban a sus reyes en todas sus batallas, custodiando la Sagrada Cruz.


Balduino I, les da unos Asisses o Sede. Surge así una orden caballeresca que reza y que combate. Dependen en lo militar del rey de Jerusalén, su gran maestre, con la obligación de mantener 500 guerreros en armas, y en lo religioso del Patriarca Latino de Jerusalén, dándole este unos estatutos. Se extienden por Europa: España, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, en donde fundan Grandes Prioratos para captar ayudas y caballeros para Tierra Santa. Los reyes europeos reconocen su importancia y conceden su favor y ayuda a la Orden. Alfonso I de Aragón en su testamento (1131) deja sus reinos a las diferentes órdenes de caballería, entre ellos los caballeros sepulcristas.

En el año 1187 Saladino derrotó al ejército cristiano en Hattin y días después tomó Jerusalén, que ya nunca más volvería a ser recuperada. Los Caballeros Sepulcristas fueron los más afectados por la pérdida de Jerusalén, pues hubieron de abandonar la guardia que hacían del Santo Sepulcro, sin tener otra base a donde replegarse.

En el año 1229 los franciscanos logran permiso para entrar en Jerusalén y realizar el culto ante el Santo Sepulcro. Los ocupantes islámicos autorizan que se reanuden las peregrinaciones y los cruzamientos se realizarán por el Custodio Franciscano que inviste a los peregrinos nobles que llegan ante el Santo Sepulcro como nuevos caballeros sepulcristas. En el año 1281 se pierde San Juan de Acre, último bastión cristiano en Palestina, con lo que finaliza el Reino latino de Jerusalén y las órdenes militares se repliegan a Europa.


Fase de Dispersión de la Orden (1291/1489)

 

La Orden Sepulcrista se fragmenta y se repliega a Europa. Los caballeros al regresar a sus lugares de origen se encuentran dispersos y desorientados sin un jefe que gobierne la orden, aunque formaban una gran confraternidad agrupada en siete lenguas, con sede cada una de ellas en un Gran Priorato, prácticamente autónomos unos de otros. De ellos había dos en España: el Gran Priorato de Calatayud, cuya influencia se extendía sobre toda la Corona Aragonesa, y el Gran Priorato de Santa María de Palacio (Logroño), cuya influencia se extendía sobre los reinos de Castilla, Portugal y Navarra.

En 1489 Inocencio VIII anexiona nuestra Orden a la de San Juan de Jerusalén, mediante la Bula «Cum Solerti Meditatione», a fin de aunar esfuerzos y preparar una nueva cruzada, dirigida por el Maestre de dicha orden, que no llegó a realizarse. Solo se libran de esta unión los caballeros aragoneses, gracias a el rey Fernando ‘El Católico’ que obtiene del papa Alejandro VI la liberación de los mismos, colocándolos bajo la protección del Soberano Pontífice y del rey de Aragón. Así durante unos años la Orden solo sobrevive en España, hasta que en 1513 el papa León XIII anuló dicha Bula, separando a los caballeros sepulcristas de los de Malta.

 

Fase de Peregrinación de la Orden (1513/1847)



El papa León XIII anexionó a los caballeros sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia. El pontífice se aseguró para él y sus sucesores el Gran Maestrazgo de la Orden. Facultó al Guardián del Santo Sepulcro para conferir en exclusiva la Orden a los caballeros, de noble linaje, que peregrinaran a Tierra Santa. Estos juraban lealtad al papa si se declarara una nueva Cruzada. A lo largo de los siglos, se ha conservado el ‘Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro’.  En este, y cronológicamente por mes y año, se recogen los nombres, condición y procedencia de los caballeros armados por los Guardianes del Santo Sepulcro, Custodios de Tierra Santa, de la Orden de Menores de San Francisco, desde el año 1561 a 1848.

 

Con el devenir de los años, la Orden recuperó su esplendor y los monarcas europeos se disputaron su maestrazgo. Felipe II lo reclamó para si en 1558, Luis XIV de Francia en 1700, Carlos IV y Napoleón en 1807 y Luis XVIII en 1818. Pero el Pontificado no lo permitió, conservando de esa manera el título de orden pontificia.

En el año 1847 se firma el concordato entre la Santa Sede y el Imperio Otomano, poniendo así fin a siglos de guerra.

 

Fase Protectora de la Orden (desde 1847)

 

El papa Pio IX restauró el Patriarcado Latino de Jerusalén, mediante el Breve ‘Nulla Celebrior’, nombrando un Patriarca para que residiera en Jerusalén y se ocupara de los católicos que residían en Palestina, Trasjordania y Chipre (56.000 km2) en donde vivían unos 6.000 católicos de rito latino, más otros 1.000 católicos de rito oriental.

Con la refundación del Patriarcado Latino de Jerusalén, la Orden Sepulcrista tuvo un protector inmediato bajo la autoridad de la Santa Sede. Firmada la paz con el Imperio Otomano, tras siglos de enfrentamiento, ya no hacía falta pensar en nuevas cruzadas que realizar.


La reforma de sus estatutos se efectuaría por las Letras Apostólicas «Cum multa» del papa Pío IX, de 22 de enero de 1868, abriéndose así un nuevo periodo en la historia de la Orden como Protectores del Patriarcado Latino. Se reconocía expresamente la gran antigüedad de la Orden y se la encargaba proteger y sostener económicamente al Patriarcado Latino de Jerusalén. La orden debía extenderse no solo por Europa, sino por todo el mundo, permitiéndose que los nuevos cruzamientos pudieran celebrarse en los lugares de origen de los caballeros y que en ellos pudieran organizarse como antaño bajo la doble autoridad de un Lugarteniente y un Gran Prior.

En España, desde sus inicios en el siglo XII, la orden siempre ha estado presente, incluso durante los azarosos tiempos en que por la Bula de Inocencio VIII nuestra Orden estuvo a punto de desaparecer. Caso único en todo el mundo. En el Libro de Oro de la Custodia Franciscana (XIV/XIX), aparecen inscritos como cruzados ante el Santo Sepulcro multitud de caballeros españoles.

En el año 1874 se reorganizó el Capítulo de Caballeros Sepulcristas Españoles, radicado en Madrid, y se crearon cuatro capítulos regionales: Barcelona (1892), Manila (1894), La Habana (1894) y Valencia (1906). El 22 de diciembre de 1906, a petición de los Capítulos españoles, el rey Don Alfonso XIII, como Rey de Jerusalén, se dignó aceptar el título de Gran Bailío Protector de la Orden en España. En tal concepto, presidiría los Capítulos que la Orden celebrara, delegando su representación cuando no pudiera hacerlo personalmente, como en otro tiempo lo hizo el gran monarca Felipe II. Al mismo tiempo se modificaron los estatutos declarando «nobles» a los capítulos españoles. En dicha modificación se reconoció que para ingresar era preciso presentar pruebas de nobleza de sangre, al modo de las órdenes militares españolas. Si bien hoy en día la Orden se encuentra establecida en numerosos países en los que no existe tradición nobiliaria alguna, es por ello que la exigencia de nobleza se ha transformado en requerir la excelencia del candidato.

En 1847, el papa Pío IX, restableció el Patriarcado Latino de Jerusalén, y se reorganizó la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén. El nuevo patriarca se convirtió en el nuevo Gran Maestre de la orden. En 1988 el papa León XIII aprueba la decisión del patriarca de aceptar a damas como miembros de la Orden. En 1907 el papa Pío X se convirtió en Gran Maestre, el Patriarca Latino en Gran Pior, convirtiéndose posteriormente en 1928 en Gran Maestre. En 940 el papa Pío XII dio a la Orden un nuevo estatuto y nombró como protector a un cardenal. En 1949 el cardenal protector se convirtió en Gran Maestre y el Patriarca latino en Gran Prior. En 1977, el papa san Pablo VI, revisó el estatuto de la orden con el contenido que está actualmente en vigor.


El Tercer Milenio

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén es una asociación de fieles cristianos, establecida según la ley eclesiástica y a la cual el Santo Padre ha confiado la misión especial de ayudar a la Iglesia de Tierra Santa y reforzar la práctica de la vida cristiana.



La Orden es una persona jurídica, de derecho canónico, como indicado está en las Cartas Apostólicas del papa Pío XII, del 14 de septiembre de 1949, y del papa San Juan XXIII del 8 de diciembre de 1962, así como una persona jurídica según el Derecho de la Ciudad del Vaticano en los términos de un escrito de su santidad, san Juan Pablo II, del 1 de febrero de 1996. Según la rpemisa de nuestro estatuto: «La caballería se define como autodisciplina, generosidad y valentía. Quien no tuviera la firme voluntad de desarrollar y profundizar estos compartimientos en su vida, jamas puede convertirse en sepulcrista. El celo por la renuncia en medio de esta sociedad de la abundancia, el comprpmiso generoso a favor de los más débiles y de los faltos de protección, la lucha valiente por la justicia y la paz, son las características de la Orden del Santo Sepulcro.»




https://www.ordendelsantosepulcro.org/historia/

ORDEN DE LOS CABALLEROS HOSPITALARIOS


Los Caballeros de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, popularmente conocidos como la Orden de los Caballeros Hospitalarios, son una orden religiosa y militar que está fuera de la jurisdicción de cualquier Estado Cristiano. También fueron liberados del control de la propia Iglesia Católica desde el año 1113, mediante una bula papal, pero sí que se mantienen bajo el poder del Papa en Roma.

Alrededor del año 1050 se funda la Orden de San Juan de Jerusalén en la República de Amalfi, cuando el Califa de Egipto otorga su bendición para que se construya una iglesia, un convento y un centro para atender a los fatigados peregrinos que acudían a Tierra Santa, sin importar su procedencia, raza o credo. Los monjes Benedictinos bajo la autoridad del Beato Gerardo fueron los elegidos para hacerse cargo de las tareas en las nuevas instalaciones, pero esta situación se vio interrumpida por la toma de Egipto por parte de los turcos, siendo Gerardo enviado a prisión por una temporada. Cuando termina la Primera Cruzada emprendida por Urbano II y se funda el Reino de Jerusalén, el Gran Maestre Gerardo es liberado de nuevo y vuelve a su labor en la Orden.

Unos años después, en el 1113, el Papa Pascual II cede a la Orden de San Juan el derecho de elegir a sus propios gobernantes, dándoles a éstos el título de «Frey» y quedando supeditados directamente a la persona del Papa. De esta manera se verán libres de cualquier mediador o intermediario a la hora de hablar con la máxima autoridad de la Iglesia Católica. La Orden decide tomar las armas sobre el año 1130, por iniciativa de Frey Raymond du Puy, el primer sucesor de Bernardo. Esto dará a los Hospitalarios la posibilidad de ofrecer una mayor seguridad a los enfermos y peregrinos, así como servir a la causa de la Cristiandad (como hicieron también los Caballeros Templarios).

El emblema elegido para representar a los Hospitalarios es una cruz octogonal que tiene dos variantes, una sobre fondo negro para los tiempos de paz, y la otra con un fondo rojo para los tiempos en que la orden empuñaba las armas. Las ocho puntas de la cruz representan las ocho cualidades que se exigían a un Caballero: espiritualidad, bondad, arrepentimiento de los pecados, sentido de la justicia, misericordia, sinceridad, pureza de corazón y la humildad. Aquellos miembros dedicados a las armas eran frecuentemente hijos no primogénitos de familias nobles o relacionadas con el Papado, y solían vestir armaduras pesadas similares a las utilizadas por los normandos.

Por otra parte, los monjes benedictinos podían englobar a estudiosos de la teología y la medicina, y su principal tarea junto con la de los sirvientes era la de cuidar de los peregrinos y enfermos que requerían de sus servicios. Las mujeres podían formar parte de la Orden, pero sólo en calidad de sirvientes, quedando excluidas del servicio religioso y militar. Tanto sirvientes como monjes tenían también su propia indumentaria o uniforme.

Curiosamente, la Orden de los Caballeros Hospitalarios fue suprimida por un tiempo y luego restaurada, pero sigue vigente en nuestros días y sus lazos llegan a los cinco continentes. Restaurada en España a mediados del siglo XIX, su obra comienza con la apertura del Hospital de San Juan de Dios en la ciudad de Barcelona y actualmente cuenta con cerca de 1.230 integrantes, además de sus más de 50.000 colaboradores y voluntarios, colaborando activamente con casi 300 obras de caridad.

Soberana orden de los
Hospitalarios de San Juan de Jerusalén
caballeros de Malta

 

En su larga vida, la Orden ha cambiado de nombre en varias ocasiones. Conocidos como Hospitalarios de Jerusalén hasta 1309, fueron llamados luego Caballeros de Rodas de 1309 a 1522 y Caballeros de Malta desde 1530 a la fecha actual.

Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre el origen de esta Orden. El fundador fue Gerald o Gerard cuyo lugar de nacimiento y apellido se han investigado en vano. Su título de fundador está autentificado por un documento contemporáneo - la Bula de Pascal II - fechado el 15 de febrero de 1113 y dirigido a "Geraudo institutori ac praeposito Hirosolimitani Xenodochii".

Éste no fue el primer establecimiento de su clase en Jerusalén. Antes de las cruzadas, los mesones (hospitia xenodochia) eran indispensables para albergar a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares y pertenecían a diferentes naciones. Se habla de un hospicio franco en la época de CarlomagnoSe dice también que el hospicio húngaro data de la época del Rey San Esteban (año 1000). El más famoso fue un hospicio italiano creado hacia el año 1050 por los mercaderes de Amalfi, quienes tenían ya entonces relaciones comerciales con Tierra Santa.

Se ha tratado de conectar el origen de los Hospitalarios de San Juan con esa fundación, pero es dudoso que así fuera ya que los Hospitalarios tenían a San Juan Bautista por patrono mientras que el hospicio italiano estaba dedicado a San Juan de Alejandría. Por otra parte, los primeros adoptaron la Regla de San Agustín mientras que el hospicio tomó la Regla Benedictina. Como la mayoría de otras casas similares de ese tiempo, el hospicio de Amalfi dependía de un monasterio. En cambio el de Gerard fue autónomo desde el principio. Antes de las cruzadas el hospital italiano había decaído ya que estuvo sostenido únicamente por limosnas recolectadas en Italia. Gerard se benefició con la presencia de los cruzados y la gratitud de éstos hacia su hospitalidad, lo que le valió la adquisición de territorios e ingresos no sólo en el nuevo reino de Jerusalén sino también en Europa - Sicilia, Italia y Provenza -.

 

Galería de hospital en Jerusalén

Gracias a los recursos acumulados por Gerard, su sucesor Raymond de Provenza (1120-1160) erigió edificios más espaciosos cerca de la iglesia del Santo Sepulcro y de ahí en adelante el hospicio se convirtió en un hospital mejor atendido por una comunidad. Habría que decir que los Hospitalarios de Jerusalén nacieron con Raymond de Provenza, autor de la regla que establece sólo su conducta como religiosos y enfermeros, sin mencionar la que se debe como caballeros. Dicha regla establece que el hospital debe mantener permanentemente cinco médicos y tres cirujanos. Los hermanos debían realizar las funciones de enfermeros.

Raymond continuó recibiendo donaciones, lo que le permitió complementar su fundación con una segunda innovación. Sufragó el costo de una escolta armada para acompañar y defender cuando fuera necesario a los peregrinos que llegaban y partían. Con el tiempo se convirtió en un verdadero ejército. Estaba formado por caballeros reclutados entre los cruzados de Europa y sirviendo como caballería pesada y turcoples reclutados entre los nativos de sangre mixta, quienes hacían las funciones de caballería ligera armados a la usanza turca. Con esta innovación se originaron los grados militares más antiguos de la Orden: el de mariscal para dirigir a los caballeros y el de copler para dirigir a los turcoples. Posteriormente el Gran Maestre mismo participaba en las batallas. Gosbert (hacia 1177), quinto sucesor de Raymond, se distinguió como hombre de armas y Roger de Moulins pereció en el campo de batalla (1187). De esta forma la Orden de San Juan se convirtió imperceptiblemente en una orden militar sin perder su carácter hospitalario. Los estatutos de Roger de Moulins (1187) tratan exclusivamente sobre el servicio a los enfermos. La primera mención acerca del servicio militar aparece en los estatutos del noveno Gran Maestre, Alfonso de Portugal, hacia el año 1200. En estos estatutos se hace una marcada distinción entre los caballeros seculares, externos a la Orden, quienes servían sólo por un tiempo y los caballeros declarados, unidos a la Orden mediante un voto perpetuo y poseedores de los mismos privilegios espirituales que los otros religiosos. De ahí en adelante la Orden nombraba dos clases de miembros: los hermanos militares y los hermanos enfermeros. Los hermanos capellanes, a quienes se les confiaba el divino servicio, formaban una tercera clase.

La Orden de San Juan se convirtió en una orden mixta en tanto que la Orden de los Templarios era puramente militar al principio. Los Templarios seguían otra regla monástica y vestían un hábito diferente: el hábito blanco de los cistercienses cuya regla obedecían, con una cruz roja, mientras que los hospitalarios usaban el manto negro con una cruz blanca. Cuando iban a la guerra, los hermanos caballeros ponían sobre su armadura una capa roja con una cruz blanca. Estos dos grupos se emularon desde un principio y pronto se convirtieron en rivales, lo cual tuvo mucho que ver con el rápido declive del reino de Jerusalén. Desde otros puntos de vista, ambas órdenes tenían el mismo rango en la Iglesia. Eran reconocidas como órdenes regulares y el pontífice les concedía privilegios, absoluta independencia de cualquier autoridad espiritual y temporal (salvo la de Roma), exención de diezmos, con derecho a tener sus propias capillas, clero y cementerios. A ambas se les asignó la defensa militar de Tierra Santa y numerosas fortalezas del país fueron ocupadas por ellas. En el campo de batalla compartían los puestos avanzados más peligrosos, tomando por turnos la vanguardia y la retaguardia.


La historia de los Hospitalarios de Jerusalén está relacionada con la del reino latino de Jerusalén, con el que compartía la prosperidad y la adversidad. Cuando el Reino se encontraba en su esplendor, los Hospitalarios poseyeron entonces no menos de siete fortalezas, algunas situadas en la costa, otras en las montañas. Entre ellas, las de Margat y Krals en el territorio de Trípoli son las más famosas. Disfrutaban de los ingresos provenientes de más de ciento cuarenta estados (casalia) de Tierra Santa. En cuanto a sus posesiones europeas, un escritor del siglo XIII les acreditó cerca de 19,000 casas o fincas. Fue necesario organizar una administración financiera para asegurar el cobro regular de los ingresos provenientes de estas posesiones tan dispersas. Esta fue la tarea de Hugo de Ravel, XVII Gran Maestre de Tierra Santa, hacia el año 1270.

Las tierras adscritas a una sola casa fueron puestas bajo el control de un caballero de la Orden, quien al principio fue llamado preceptor y luego tomó el título de comandante. Este oficial estaba encargado de recolectar las rentas, una parte de las cuales servía para sostener a su comunidad formada por un capellán y algunos hermanos. La otra parte estaba destinada a las casas de Tierra Santa. Esta última consistía en un impuesto anual e invariable llamado "responsions".

Gracias a estos recursos provenientes de Europa, la Orden pudo sobrevivir a la caída del reino de Jerusalén que supuso la pérdida de todas sus posesiones en Oriente. Tras la captura de Jerusalén por Saladino en el año 1187, la Orden Hospitalaria pudo conservar únicamente las posesiones que tenía en el principado de Trípoli, las cuales perdió un siglo más tarde con la caída de Acre (1291).


Sus miembros fueron obligados a buscar refugio bajo las órdenes del Gran Maestre, Jean de Villiers, en el reino de Chipre donde ya tenían algunas posesiones desde el tiempo de Ricardo Corazón de León. El Rey Amaury les asignó como lugar de residencia el pueblo costero de Limassol en donde había casado el rey inglés con la infanta Berenguela de Navarra. Al convertirse en isleños, los Hospitalarios se vieron obligados a modificar sus artes de guerra. Equiparon flotas para pelear contra los musulmanes en el mar y para proteger a los peregrinos que no cesaban de visitar los Santos Lugares. Pero fue realmente la conquista de la isla de Rodas por el Gran Maestre Foulques de Villaret lo que produjo una completa transformación de la Orden.

Los Caballeros de Rodas (1309-1522)

Los Caballeros de Rodas, sucesores de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, se distinguían de estos últimos de muchas maneras. En primer lugar, el Gran Maestre de la Orden fue de ahí en adelante Soberano temporal de la isla de Rodas, la cual constituía un verdadero principado eclesiástico bajo la soberanía de los emperadores del Este. Aunque la primera preocupación de Villaret fue construir un nuevo hospital, el cuidado de los enfermos tomó un lugar secundario ya que los miembros de la Orden tenían poco tiempo para dedicarse a atender enfermos, salvo a los miembros de la comunidad. De ahí que el nombre de caballeros prevaleciera sobre el de hospitalarios. Esta característica se acentuó con la fusión de los Hospitalarios con los Templarios después de la supresión de estos últimos en 1312 por el Papa de Avignon Clemente V. Al mismo tiempo, esta fusión incrementó la riqueza de la Orden a la cual el Papa asignó las propiedades de los Templarios excepto en Aragón y Portugal. En Francia, donde Philippe IV le Bel pudo haberse apropiado de dichos bienes, la Orden logró la restitución sólo mediante grandes indemnizaciones a su hijo Luis I de Navarra y X de Francia .

A partir de esta época, la organización de la Orden toma su forma definitiva: un cuerpo dividido en lenguas, prioratos y encomiendas.

 


Las ocho lenguas o naciones


Las emseñas de las naciones en la Iglesia

Las lenguas o naciones eran ocho (las siete iniciales de Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra, Inglaterra con Escocia e Irlanda y Alemania, más la tardía incorporación en 1462 de Castilla y Portugal) y tenían su propio administrador. A cada una se le reservaba uno de los ocho grados supremos (a Provenza el de Gran Comendador; a Auvernia, el de Mariscal; a Francia el de Gran Hospitalario; a Italia el de Almirante; a Aragón y Navarra el de Abanderado. Castilla tomó luego el de Gran Canciller, Alemania el de Gran Administrador e Inglaterra el de Turcopolier). El Gran Maestre podía ser elegido de entre los caballeros de cualquier lengua y ejercía una autoridad suprema bajo el control no obstante del Gran Cabildo y con ayuda de varios consejeros. Cada lengua estaba dividida en prioratos y la cabeza de cada uno de ellos tenía derecho a recibir nuevos caballeros y visitar las encomiendas. Los prioratos eran veinticuatro y las encomiendas o subdivisiones de los prioratos 656. Estos puestos eran asignados por antigüedad. Después de tres campañas, conocidas como " caravanas ", se tenía derecho a una encomienda.

Un cambio importante en el carácter de la Orden fue la transformación de los caballeros en corsarios. La piratería practicada por los musulmanes fue el flagelo del Mediterráneo, especialmente del comercio cristiano. Los Caballeros de Rodas armaron cruceros no solamente para perseguir a los piratas sino incluso para tomar represalias contra los comerciantes turcos. Cada vez con mayor audacia, hicieron incursiones en las costas y saquearon los puertos más ricos del oriente como Esmirna (1341) o Alejandría (1365). Pero en esta época surgió una nueva fuerza musulmana - los Turcos Otomanos de Iconio - que tomó la ofensiva contra los cristianos. Tras apoderarse de Constantinopla, Mehmet II dirigió su atención a la tarea de destruir Rodas, que era el terror del mundo musulmán. Bajo las órdenes del Gran Maestre Pierre de Aubusson repelió a todas las fuerzas de Mehmet II (hacia 1480). En 1522, Solimán II volvió al ataque con una flota de 400 barcos y un ejército de 140.000 hombres. Los caballeros sufrieron esta furiosa embestida con su habitual valor durante un período de seis meses, bajo las órdenes del Gran Maestre Villiers de L' Isle Adam y no se rindieron hasta agotar sus provisiones. Les fue perdonada la vida y se les permitió replegarse. En homenaje a su heroísmo Solimán II les prestó sus barcos para regresar a Europa. Se dispersaron a sus encomiendas y suplicaron a Carlos V que les concediera la isla de Malta que era parte de su reino de Sicilia. Esta soberanía les fue concedida en 1530.

Los Caballeros de Malta (1530-1798)


Los Caballeros de Malta volvieron a llevar en Malta la forma de vida que habían practicado durante dos siglos en Rodas. Resistieron a los piratas de Berbería, que infestaron la cuenca occidental del Mediterráneo, con una flota que no contaba con más de siete galeras. Formaron un valioso contingente de fuerza durante las grandes expediciones de Carlos V contra Túnez Argel y en la memorable victoria de Lepanto. También se les permitió equipar una galera para atacar a las galeras turcas. Estas empresas atrajeron nuevos ataques de los otomanos. Solimán II reunió por segunda vez a todas las fuerzas de su imperio para sacar a los corsarios cristianos de su refugio. El sitio de Malta, tan famoso como el de Rodas, duró aproximadamente cuatro meses (1565). Al retirarse los turcos dejaron 30.000 muertos. Se tuvo que construir una nueva ciudad - la actual ciudad de La Valeta - nombrada en memoria del Gran Maestre que resistió el sitio. Sin embargo Malta no se deshizo de su adversario más peligroso hasta la gran batalla naval de Lepanto (1571).

A partir de entonces, la historia de Malta se reduce a una serie de encuentros marítimos con los corsarios de Berbería. El mejor resultado era la entrega de cientos de esclavos cristianos encadenados como remeros en las galeras turcas. Como represalia, los turcos derrotados eran reducidos a esclavos y vendidos a las galeras cristianas que necesitaban remeros. Así Malta siguió siendo un mercado de esclavos hasta bien entrado el siglo XVIII. Se necesitaban mil esclavos sólo para equipar las galeras de la Orden. Se entiende fácilmente que el hábito de vivir en medio de estas escenas de violencia y brutalidad ejerciera una mala influencia en la moralidad de los caballeros de la Orden. La disciplina se relajó y el cargo de Gran Maestre se convirtió en un honor cada vez más arriesgado ya que las rebeldías dentro de la Orden eran frecuentes.

En 1581, el Gran Maestre Jean de la Cassière fue hecho prisionero por sus propios caballeros, siendo la principal queja de éstos la expulsión decretada de algunas mujeres de conducta escandalosa. El voto de obediencia era algo más respetado que el de castidad. Una vez en posesión de alguna encomienda situada en el continente, los caballeros se independizaban de la autoridad del Gran Maestre y su relación con la Orden era entonces remota. Respecto al voto de pobreza, los caballeros eran reclutados de entre la nobleza, siendo las pruebas de su ascendencia examinadas con más rigor que su disposición religiosa. La riqueza de la Orden era a menudo el motivo de estas vocaciones. El declive de la Orden empezó con la confiscación de sus posesiones. Con la llegada del protestantismo, un grupo importante de encomiendas fue asignado a la nobleza protestante, como fue el caso de Bailiwick de Sonenburgo en Prusia. En otros países protestantes, la Orden fue suprimida. En los países católicos, los soberanos asumían cada vez más el derecho a disponer de las encomiendas ubicadas dentro de su jurisdicción. Finalmente Malta, como centro de la Orden dirigida por su Gran Maestre el Conde von Hompesch, tuvo que rendirse al general Bonaparte cuando éste llevó a cabo su expedición a Egipto (12 de junio 1798).

La revolución francesa extendió la secularización de las propiedades de la Orden desde los países protestantes hasta un gran número de países católicos. El Zar Pablo de Rusia les asignó propiedades en sus dominios (1797) y a cambio fue elegido Gran Maestre, aunque su elección no fue reconocida por el pontífice de Roma. Desde ese momento, sería el Papa el que nombrara al Gran Maestre. De 1805 a 1879 no hubo Gran Maestre, restableciendo León XIII el cargo y otorgándolo al austríaco Geschi di Sancta Croce. En 1910, cuando Galeazzo von Thun Hohenstein desempeñaba el cargo, los requisitos de admisión a la Orden eran: nobleza, fe católica, mayoría de edad, integridad de carácter y la posición social correspondiente. Existían sólo cuatro prioratos: uno en Bohemia y tres en Italia. Aún entonces existían encomiendas y varías clases de caballeros con diferentes insignias, pero con la misma cruz de Malta de ocho puntas.

El convento de Santa María del Priorato, en el Monte Aventino de Roma dominando el Tíber, pertenece a la Orden de los Caballeros de Malta.

En Prusia, la encomienda protestante Baliwick de Sonenburgo desapareció en 1810, después de la secularización de sus propiedades. Sin embargo Federico Guillermo IV creó una nueva fraternidad llamada "Evangelical Johannittes" (1852) bajo las órdenes de un maestro (Herrenmeister) siempre elegido de entre la familia real y con un gran número de cargos adicionales. Para ser admitido en la Orden un aspirante debía cumplir un gran número de condiciones: nobleza por varias generaciones, posición social correspondiente, una cuota de admisión de 900 marcos, prueba de por lo menos cuatro años de caballero de honor, con lo cual se confiere el título de Caballero de Justicia. La primera obligación de los miembros era recolectar las contribuciones para el sostenimiento de los hospitales. Así, esta rama protestante de la Orden regresó al ideal de su fundador en la época de la primera cruzada. Además en tiempos de guerra, la Orden estuvo dedicada desde 1870 al servicio de ambulancias en el campo de batalla.

En Navarra, las propiedades de la Orden pasaron a ser “bienes nacionales” por efecto de las leyes desamortizadoras de los regímenes liberales, de mediados del siglo XIX, siendo vendidas en pública subasta. 

Santa María del Priorato, construida a partir de 1765 según un diseño de Giovanni Battista Piranesi.
Existió en el lugar una antigua iglesia donada por Alberico II a la 
Orden de Cluny en el año 939.

Santa María del Priorato
Monte Aventino
Roma

La cruz de Malta en la ermita de San Juan de Jerusalén en Cabanillas (Navarra)

Sellos de la Orden de Malta


Óleo de Mattia Preti “San Jorge”

Preside la Capilla de la Lengua de Aragón y Navarra en la catedral de San Juan de Malta.
La pintura narra la salvación de la ciudad de Silena en Libia.
Un ángel porta la enseña.
Las capillas de los laterales de la catedral fueron distribuidas entre las ocho lenguas de la Orden

https://historiageneral.com/2013/09/30/la-orden-de-los-caballeros-hospitalarios/

http://www.lebrelblanco.com/anexos/a0287.htm

 

ORDEL CABALLEROS TEMPLARIOS

O DEL TEMPLE

El 13 de octubre de 1307, es la fecha que el Rey de Francia eligio para la desaparición de la Orden del Temple.
El 13 de Octubre de 2007, 700 años después, renace la Orden del Temple.
El 25 de Octubre de 2007, el Vaticano, publica los documentos del "Processus contra Templarios".
El "Folio de Chinon" demuestra que el papa Clemente V, dio la absolución al Gran Maestre del Temple, Jacques de Molay y a Godofredo de Charnay, permitiéndoles "recibir los sacramentos cristianos y ser acompañados de un capellán" hasta ser quemados en la hoguera.
La Historia hace Justicia y devuelve a la Orden del Temple, la grandeza y honorabilidad, que se les quiso usurpar, con un injusto Proceso.
Hoy 18 de Marzo de 2014, se cumplen 700 años de la muerte del ultimo maestre del Temple: Jacques de Molay, quien momentos antes de ser quemado, pudo proclamar: Pero la orden vivirá para siempre
Cuando le prendieron fuego a la hoguera, Molay emplazo al Rey y al Papa:
¡Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo! ¡Y tú, Clemente, traidor a tu Iglesia! ¡Dios vengará nuestra muerte, y ambos estaréis muertos antes de un año!

Nacimiento de la Orden del Temple.

En 1096-1099 se desarrolla la I Cruzada, en la cual participa entre otros el Hugo de Payns.
En el año 1118, el caballero francés, llamado Hugo de Payens y el caballero flamenco Godofredo de Saint-Adhemar, decidieron impulsar la fundación de una orden monástica, cuya finalidad era la la custodia de los Peregrinos y a la guarda de los peligrosos caminos que conducían a los lugares de Peregrinación. La denominaron Orden de los Pobres Soldados de Cristo.

  • Hugo de Payns
  • Godofredo de Saint-Omer
  • Godofredo Bisol
  • Payén de Mont-Didier
  • Archembaud de Saint Aignant
  • Gondemar
  • Andrés de Montbard
  • Hugo de Champagne
  • Jacques de Rossal

La Orden del TempleContexto en el que aparece la Orden del Temple

En la Edad Media, aparece un arraigado y exacerbado sentimiento religioso.
Este sentimiento religioso, se une al ideal de la Caballería: de defensa de los más desfavorecidos y lucha por nobles causas.
La Iglesia, introduce conceptos como: La paz de DiosLa tregua de Dios e iluminados como Pedro el Ermitaño, predican y encandilan a la muchedumbre con la Recuperación de los Santos Lugares.
Las peregrinaciones a Roma, empiezan a ser sustituidas por las peregrinaciones a Jerusalén y Santiago de Compostela. Crean la una Guía Turística del Camino de Santiago de Ida y Vuelta, que es el Juego de la Oca. Recordamos que los Templarios, tenían prohibido jugar a los dados y ajedrez..
Los peregrinos estaban sometidos a la voluntad de los saltadores, al cobro de los Portazgos de los distintos reinos y los ataques de las alimañas. La toma de Jerusalén por los turcos, provoca la reacción del Papa Urbano II, que proclama el Concilio de Clermont (1905), donde expone las vejaciones a las que son sometidos los peregrinos y los peligros que amenazan a los Cristianos occidentales.
Urbano II, inicia el discurso con la frase "Deus Vult" (Dios lo quiere). Los Príncipes y Reyes de Europa, se adhieren al llamamiento y queda convocada la I Cruzada.
La I Cruzada se dirige a Jerusalén y lo toman en 1099. Se constituyen: los Condados de Edesa y Trípoli, el Principado de Antioquia y el Reino de Jerusalén.
En 1100, se proclama como Rey de Jerusalén Balduino I

La I Cruzada, la gestación de la Orden

Las encandiladas predicaciones de Pedro el Ermitaño, consiguieron la la creación de la I Cruzada.
Pedro el Ermitaño, arrastro a la lucha por la liberación de los Santos Lugares a una muchedumbre entusiasta, pero sin preparación militar y sin organización, que feneció a las orillas del Bósforo.
Solo la intervención del ejercito Cruzado, formado por los francés y flamencos bajo el mando de Godofredo de Bouillon y su hermano Balduino, a los que se unieron los ejércitos de Roberto de Normandía, Roberto de Flandes, Raimundo de Saint Gilles, Bohemundo y Tancredo, consiguieron pasar por Constantinopla, cruzar Asia Menor y tomar Jerusalén en julio de 1099.

Bernardo de Caraval, definía en De Laude novae miliae, el espíritu que regiría la Orden:

  • La disciplina es constante y la obediencia es siempre respetada: se va y se viene a la señal de quien posee autoridad; se viste lo que el distribuye y no se va a buscar fuera alimentos ni vestiduras....
  • ...llevan una vida en común sobria y alegre, sin hijos ni esposas...
  • ...jamás se les encuentra ociosos ni curiosos
  • ...Detestan los Dados y el Ajedrez
  • ...No practican cacerías.
  • ...lleva el pelo cortado al ras, nunca se peinan, raras veces se lavan, la barba hirsuta y descuidada...

El Rey Balduino I, había asentado su palacio en una Mezquita, que se había construido sobre la ruinas del Templo de Salomón y los Pobres compañero de Cristo ocupaban un patio contiguo.
En 1119, Balduino I, cambia su residencia a la Torre de David y los Pobres Compañero de Cristo, pasan a ocupar toda la mezquita que se levantaba sobre las Ruinas del templo de Salomón, pasando a denominarse, del: Templo y a sus caballeros Templarios.


Siguiendo la cita de Jacobo de Vitry:


Algunos caballeros, elegidos por Dios y ordenados a su servicio, renunciaron al siglo y se consagraron a Cristo.


Mediante solemnes votos pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a loa peregrinos contra los salteadores y los ladrones, a proteger los caminos y a servir en la caballería al Rey Soberano.


Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia, según la regla de los canónigos regulares.
Sus jefes eran dos hombres venerables: Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer.
En un principio, quienes tomaron tan santa decisión eran solamente nueve y durante 9 años sirvieron con ropas de seglar y se vistieron con lo que los fieles les dieron en limosna. El Rey, sus caballeros y el señor Patriarca se compadecieron de aquellos nobles hombres que habían abandonado todo por Cristo y les concedieron algunas propiedades y beneficios para atender sus necesidades y las de las almas del donante.


Y como no tenían Iglesia o vivienda que les perteneciera, el rey los alojo en su palacio, cerca del templo del Señor.


El Abad y los canónigos regulares del templo les dieron, para las necesidades de su servicio, un terreno no lejos del palacio: por ese motivo se les llamó más tarde Templarios.

En 1128, Hugo de Payns, obtiene el permiso del Rey de Jerusalén, Balduino II, para oficializar la Orden.
Hugo de Payns regresa a Francia, acompañado por: Godofredo, Rolando, Joffroi Bisot, Payen de Montdidier y Archambaud de Saint-Amand.
Hugo de Champagne,(tío de Teobaldo de Brie, Conde de Champagne) no regreso a Francia, pero su amistad con Bernardo de Claraval, fue la clave, que permitió a Hugo de Payns, granjearse la amistad de Bernardo de Claraval.
Bernardo, demostró un interés desmesurado por el proyecto de Hugo de Payns y suyos son los frutos de la convocatoria de Concilio de Troyes.

  1. Hugo de Payens (1118-1136)
  2. Robert de Craon (1136-1146)
  3. Evrard des Barrès (1147-1151)
  4. Bernard de Tremelay (1151-1153)
  5. André de Montbard (1154-1156)
  6. Bertrand de Blanchefort o Blancfort(1156-1169)
  7. Philippe de Milly (1169-1171)
  8. Eudes de Saint-Amand (Odón de Saint-Amand)(1171-1179)
  9. Arnaud de Torroja (Arnaldo de Torroja)(1180-1184)
  10. Gérard de Ridefort (1185-1189)
  11. Robert de Sablé (1191-1193)
  12. Gilbert Hérail (1193-1200)
  13. Phillipe de Plaissis (1201-1208)
  14. Guillaume de Chartres (1209-1219)
  15. Pedro de Montaigú (1219-1230)
  16. Armand de Périgord (1232-1244)
  17. Richard de Bures (1245-1247)
  18. Guillaume de Sonnac (1247-1250)
  19. Renaud de Vichiers (1250-1256) (0 1252???)
  20. Thomas Bérard (1256-1273)
  21. Guillaume de Beaujeu (1273-1291)
  22. Thibaud Gaudin (1291-1292)
  23. Jacques de Molay (1292-1314). Ultimo Gran Maestre

Símbolos Templarios

La Cruz de doble Brazo, fue la cruz utilizada por la Orden, hasta que Eugenio III, le concedió a la Orden la Cruz Pateada.
La Cruz de la Ocho Beatitudes se adopto durante el maestrazgo de Roberto de Craon. La cruz se adapta a 8.

Cruces de la Orden del Temple

cruz pate

cruz temple español   

cruz ocho beatitudes


Sellos y símbolos Templar


                                                 Sello Templario

La humildad y pobreza de Templarios, queda patente en el Sello y Símbolo usado por los Templarios: dos Caballeros templarios montados sobre una cabalgadura.


El sello, plasma la recogida y traslado de los peregrinos que iban a Jerusalén.


Los Templarios, venían con las cabalgaduras disponibles, a los puertos de Haifa y Tolomeida, a recoger a los Peregrinos que dirigían a Jerusalén. El reparto de cabalgaduras con los Peregrinos, exigía que dos Templarios compartieran una cabalgadura y cediesen la otra mitad de las cabalgaduras a los Peregrinos.


Este símbolo, del cual se han hecho múltiples interpretaciones, se ha usado para implicarles tendencias homosexuales, cuando representa: pobreza, humildad y ofrecimiento.
Los Caballeros Templarios, renunciaban a todo tipo de bienes personales, siendo la Orden la Propietaria de todos los Bienes.


Los Templarios, tenían prohibido compartir el caballo y las Reglas de la Orden,; estipulaban que cada Caballero Templario debía disponer de 3 caballos.

Al regreso a Europa de Hugo de Payens, recibió la ayuda de Bernardo de Caraval, que intercedió a su favor ante el Papa y determinadas Cortes europeas.
Como resultado de estos contactos, se convoco en Francia el Concilio de Troyes, redactándose las Reglas de la Orden del Temple. Las Reglas de la Orden eran una adaptación de las de San Benito, adaptadas a la versión reformada por los Cistercienses
Se adopta el hábito blanco, y posteriormente se le añade la cruz roja.
A la Orden del Temple se le conceden las Bulas:

  • En 1139 se le concede la Omne datum optimum
  • En 1144 se le concede Milites Templi
  • En 1145 se le concede Militia Dei (1145)

La armadura de los Templarios, era muy ligera, comparada con las de la época, estaba orientada a conseguir una caballería ligera y una gran movilidad como infantería. La vestimenta, era muy completa y estaba preparada para soportar los rigores del frio y calor.
Aunque la vestimenta era buena, debemos tener en cuenta que no siempre era posible, que los caballeros templarios, procedentes de centro y norte de Europa, se adaptasen a las condiciones de extremo calor de los Santos Lugares, Egipto, Tánger o el Sur de la Península Ibérica.

  • 1 camisote
  • 1 calzones de hierro
  • 1 casco de hierro
  • 1 espada
  • 1 escudo
  • 1 maza turca
  • 1 lanza
  • 1 sobreveste
  • 1 chaqueta de armas
  • 3 cuchillos: daga, cuchillo para el pan y cuchillo de bolsillo
  • 1 gualdrapas
  • 2 pares de calzones
  • 1 cinturón pequeño
  • 1 chaleco con faldones por delante y detrás
  • 1 chaqueta de piel
  • 1 manto blanco de piel para las épocas de frio.
  • 1 manto de paño, para las épocas de calor.
  • ropa de cama
  • escudillas
  • calderos
  • cubiertos par el hermano y escudero
  • 1 bolsa forrajera para los caballos
  • Capitulo. Era un Consejo compuesto por el Maestre y los hermanos de mayor experiencia y criterio. Cualquier decisión importante suponía convocar el Capitulo y su aprobación debía contar con el voto de la mayoría. Decisiones del Capitulo, eran: recepción de un nuevo Hermano, declaración de guerra, firma de armisticio, enajenación de bienes de la Orden,...
  • Maestre. Inicialmente el jefe de la Orden del Temple era el Gran Maestre de Jerusalén, pero mantenía el mismo rango que los demás Maestres de la Orden. El Papa Alejandro III, en su bula Omme datum optimum, define la nueva estructura de la Orden. La elección del Maestre, suponía la convocatoria del Capítulo con 12 miembros, elegidos mediante unas elecciones primarias, en la cual un comandante y un hermano, elegían a otros dos miembros del capitulo y estos a la vez a los siguientes miembros. Al Maestre electo se le entregaban los símbolos del: Bastón y el Látigo. Las Ordenes del Maestre, se consideraban como expresión de la voluntad de Dios. El Maestre, no podía disponer de los bienes de la Orden y solo le estaba permitido regalar: un caballo, un vaso de oro o plata, un manto de piel o una armadura. Estaba prohibido el regalo de lanzas y espadas. En campaña, el Maestre disponía de una tienda redonda sobre la que ondeaba la: bandera Blanca y Negra con la Cruz Roja de la Orden del Temple , a la que denominaban baucent
  • Senescal. Era el sustituto permanente del Maestre, debiendo asistir a todos los Capítulos. En campaña usaba las mismas insignias que el Maestre
  • Mariscal. era el jefe militar. Bajo sus Órdenes, se hallaban las armas y los caballos.
  • Comandantes. Encargados de proteger y cuidar a los peregrinos y sus monturas, garantizándoles seguridad y alimentos
  • Drapeir. Encargado del vestuario de los hermanos de la Orden. La Orden era muy escrupulosa con las ropas que identificaban a los Templarios y puede decirse, que muchos de los desmanes que se cometieron y asignaron a los Templarios, fueron cometidos por suplantadores, que usaban las ropas de la Orden.
  • Caballeros o Frates Milites. Los caballeros que hacían votos perpetuos, llevaban un manto blanco con una Cruz Roja. Llevaban el pelo corto y la barba hirsuta y descuidada. debajo del Manto y la armadura, llevaban camisa y calzoncillos, que tenían prohibido quitarse para dormir
  • Capellanes o Frates Capellanis. Los sacerdotes eran designados por un plazo fijo o a perpetuidad.
  • Sargentos o Escuderos Frates Servientes
  • Criados
  • Artesanos
  • Afiliados. Eran caballeros casados, que se aceptaban en la Orden, pero no podían residir en las casas Comunes de la Orden del Temple.

Ceremonia de recepción de los Nuevos Caballeros Templarios

Para entrar en la Orden del Temple, los caballeros debían escuchar, conocer y aceptar las Reglas de la Orden.
La ceremonia empezaba con una reunión del Capitulo, al neófito se le conducía a una sala aparte, cercana al Capitulo y se le vestía con una túnica blanca.
El Maestre, enviaba a dos caballeros, que le preguntaban:

  • Nombre
  • ¿Porque deseas entrar en la Orden?.
  • ¿Conoces las duras condiciones de la Orden?.
  • ¿Estas dispuesto a Ingresar en la Orden?.

Los caballeros regresaban al Capitulo: Caballeros: Señor, hemos hablado con el hombre que aguarda y le hemos expuesto las durezas de nuestra Orden. Afirma, que desea ser siervo y esclavo de ella.
Maestre: Hacerle venir en nombre de Dios.
Capitulo: Si que venga en nombre de Dios.
El aspirante era llevado por los dos caballeros a la sala del Capitulo y se arrodillaba ante el Maestre:
Aspirante a Templario: Señor, me presento ante Dios , ante Vos y ante los Hermanos y os ruego, que en nombre de Dios y de Nuestra Señora, que me admitáis en vuestra Orden, para ser de ahora en adelante su siervo y esclavo.
Maestre: Hermano mucho pedís, ya que lo que veis de la Orden... Meditad, hermano si podréis soportar tantas durezas.
Aspirante a Templario: Las sufriré todas, con la ayuda de Dios.
El Maestre, ordenaba al aspirante salir del Capitulo y dirigiéndose al mismo proclamaba: Maestre: Si alguno de vosotros conociere alguna razón por la cual este hombre no tuviera derecho a ser un hermano, que la declare porque mejor será decirla ahora y no cuando él éste en nuestra presencia.
Si no había objeción, el Maestre preguntaba:
Maestre: ¿Queréis, pues, que le haga venir en nombre de Dios?
Capitulo: Si que venga en nombre de Dios.
Traían al aspirante al Capitulo y arrodillándose:
Aspirante a Templario: Señor, me presento ante Dios, ante Vos y ante los Hermanos y os ruego, que en nombre de Dios y de Nuestra Señora, que me admitáis en vuestra Orden , para ser de ahora en adelante su siervo y esclavo.
El Maestre procedía a interrogara al aspirante:
Maestre: ¿Sois Caballero?
Maestre: ¿Estáis sano de cuerpo?
Maestre: ¿Estáis casado?
Maestre: ¿Habéis estado casado?
Maestre: ¿Habéis pertenecido a otra Orden?
Maestre: ¿Tenéis deudas?
Si el interrogatorio era favorable, se pasaba a la jura de votos, que tomaba el Maestre:
Maestre: ¿Prometéis a Dios y a Nuestra Señora, que de ahora en adelante y durante todos los días de vuestra vida, obedeceréis al Maestre del Temple y a los que sean vuestros superiores?.
Maestre: ¿Prometéis a Dios ya Nuestra Señora, que de ahora en adelante y durante todos los días de vuestra vida, viviréis castamente?
Maestre
: ¿Que viviréis sin nada propio?
Maestre: ¿Que respetareis lo buenos usos y costumbres de nuestra casa?.
Maestre: ¿Que ayudareis a conquistar la tierra Santa de Jerusalén?
Maestre: ¿Que no abandonareis esta Orden?
Aspirante a Templario: Si Señor, si Dios lo quiere.
A continuación el aspirante, pasaba a ser investido como Caballero y se le entrega:

  • El Manto blanco de la Orden del Temple.
  • La Cruz.
  • La Espada
  • El Maestre, le abrazaba dándose el ósculo fraternal.

A continuación se entonaba el salmo 133:
Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos igualmente en uno

La Orden del Temple: un cambio en la Edad Media

La Orden del Temple, fue un mártir de la Libertad y su avanzada concepción Social.
La Orden, fue condescendiente con otras concepciones religiosas, lo que les llevo en muchas ocasiones a ser considerados herejes u apostatas, algo tan alejado y poco creíble, que solo resultaba posible en una sociedad como la Medieval, donde la escritura estaba confiada a los Monasterios y los hecho eran propagados mediante lenguaje oral.


El apoyo a la huida de los cátaros y otros perseguidos de la Cruzada francesa, dirigida por Simón de Monfort, no supone que compartiese las mismas ideas, sino un acto de Misericordia y ayuda al perseguido.


El manejo de la escritura y la apertura a nuevos conocimientos de investigación, eran los peregrinos argumentos, usados para imputarles prácticas alquímicas y pociones mágicas.

La Orden del Temple: Precursora de un orden mundial sin estados ni fronteras

 

Enjuiciar hoy día a la Orden del Temple, supone devolverles el Papel y Rango que les corresponde: Una Orden, que seria la admiración de cualquier empresa de nuestros días y unos caballeros que resultarían ser unos trabajadores modelos

  • Defensores del Cristianismo.
  • Tolerantes con otras Religiones
  • Impulsores de a Libertad
  • Promotores del progreso social
  • Fomento de la escritura e investigación
  • Creadores de la Logística
  • Creadores de un Sistema bancario internacional
  • Financieros de las campañas en los Santos Lugares
  • Financieros de los Reyes

La Orden del Temple, hoy día, seria considerada una Empresa Multinacional Modelo, con una ética y valores sociales inigualables
La Orden del Temple, se adelanto 800 años, a la mentalidad de sus coetáneos.
Su pecado, fue centrarse en búsqueda de la perfección, y olvidarse, de que la envidia y codicia que generaban sus éxitos, iba ser la causa de su destrucción.
La Orden estaba preparada para alcanzar grandes metas, pero no había previsto recursos para la lucha contra la bajeza moral de los humanos.

http://www.ordendeltemple.com/

LA ORDEN DE SAN LÁZARO

Entre las pequeñas y menos influyentes órdenes de caballería de Tierra Santa, la orden de San Lázaro fue posiblemente la más importante. Surgió a partir de un hospital de leprosos, es decir, de un leprosorium.

Según algunos historiadores, los Caballeros de San Lázaro fueron la más antigua de todas las órdenes hospitalarias. Se especula sobre la posibilidad de que se originara a partir del hospital construido por San Basilio en Cesarea, que disponía de una casa separada para los leprosos.


En la Edad Media la lepra era una enfermedad ampliamente extendida, a la que podían sucumbir también personalidades eminentes, como muestra el ejemplo del Rey Balduino IV de Jerusalén (1174 – 1185). Esta enfermedad no sólo comportaba un largo padecimiento para el afectado, sino también su muerte social: los leprosos se convertían en “cadáveres vivientes”, en “muertos en espera”, ya que por regla general eran aislados en casas especiales para infectados fuera de los límites de la ciudad.


Los establecimientos que los acogían a menudo estaban consagrados a San Lázaro, el hermano de Marta y María, que fue devuelto a la vida por Jesús en Betania. Este tipo de leproserías están documentadas ya desde los siglos VI y VII, y en el momento de máxima expansión de la plaga, en los siglos XIII al XIV, constituyeron una red de hospitales que se extendía por toda Europa, aunque apenas existía conexión entre los diferentes establecimientos.


También en Jerusalén había un hospital de San Lázaro. Se encontraba en el exterior de la muralla norte de la ciudad, entre la torre de David y la torre de San Esteban (hoy torre de Damasco), y fue erigido en una época indeterminada después de la conquista de 1099 y antes del año 1128. No debe confundirse con el leprosorium situado en las proximidades, fundado ya en torno al año 800 y que se encontraba en manos griegas. Los leprosos latinos formaron una hermandad, de entre la que elegían a un superior, la primera vez en 1153, que recibía el nombre de maestre. La comunidad tenía capellanes propios, que se ocupaban de los servicios litúrgicos, y toda una serie de cargos, como los que existían en otras órdenes hospitalarias y de caballería.

Al ser una de las instituciones religiosas más importantes del reino de Jerusalén, el hospital de San Lázaro estaba integrado también en la jerarquía eclesiástica y alcanzó incluso el rango de obispado sufragáneo del patriarca de Jerusalén.


El hospital de leprosos de Jerusalén obtuvo, como muy tarde a partir de 1142, a través de donaciones una serie de terrenos, iglesias y derechos en los dominios cruzados. Está atestiguada la existencia de bienes del hospital en Jerusalén, Tiberias, Escalón, Cesarea y Akko. Estas transmisiones están recogidas en un cartulario confeccionado entre 1240 y 1270, con cuarenta y un documentos conservados, que constituye nuestra fuente principal para la historia temprana de la orden lazarista. En estas donaciones se menciona con especial frecuencia a los “caballeros templarios” que actúan como testigos, lo que permite concluir que existían buenas relaciones entre las dos instituciones. Sin embargo, esto no significa necesariamente que todos los templarios enfermos ingresaran en el hospital de leprosos.


Según los estatutos de la orden de la segunda mitad del siglo XIII, el hermano enfermo tenía potestad para decidir por sí mismo si quería ir al hospital de San Lázaro o prefería permanecer en la orden del Temple, aunque separado de los restantes hermanos.


La gran época de la orden de San Lázaro como institución militar comenzó después de la pérdida de Jerusalén en 1187. La comunidad se instaló entonces en Akko, donde la orden había fundado un establecimiento entre 1161 y 1165; se estableció fuera de las murallas de la ciudad, en Montmusard, una zona muy poco poblada y situada junto a la costa. Allí los lazaristas erigieron su cuartel general y una iglesia consagrada a San Lázaro. En ese período la comunidad empezó a reclutar de forma creciente a sus miembros en el círculo de la nobleza y de las órdenes militares, lo que condujo a una aristocratización de la orden de San Lázaro.



La militarización de la orden lazarista, es decir, la adición de tareas militares a las misiones caritativas se produce por las estrechas relaciones entre los lazaristas y los templarios. Hacia principios del siglo XIII los lazaristas sirvieron como tropa de combate bajo la dirección de una maestre leproso, según se desprende de documentos papales. La nueva orientación militar fue la responsable de que a partir de entonces fueran admitidos en la orden no sólo leprosos sino también caballeros sanos. La primera noticia de la participación de lazaristas en operaciones militares hace referencia a la batalla de Forbie, cerca de Gaza, el 17 de octubre de 1244, en la que supuestamente todos los caballeros “los leprosos y los sanos”, encontraron la muerte.

Los miembros de los Caballeros de San Lázaro no sólo eran guerreros que habían participado en las Cruzadas sino que ellos mismos habían padecido el azote de la lepra. Al principio fue una orden puramente de enfermería, pero en el siglo XIII ya contaba con combatientes armados entre sus miembros.


En el año 1248, en un documento del Papa Inocencio IV (1243 – 1254) la comunidad aparece como la cuarta entre las órdenes religiosas de caballería de Tierra Santa, junto a los templarios, los sanjuanistas y los caballeros teutónicos.



Cuando se extendió la orden por toda Europa, los lazaristas ingleses, italianos y alemanes se consagraron solamente para el “cuidado de los enfermos”. La pérdida de Tierra Santa, la propagación de nuevas plagas, como la peste, y finalmente el retroceso de la lepra desde mediados del siglo XV sometieron a una presión cada vez mayor a los lazaristas. Durante demasiado tiempo las casas se habían consagrado sobre todo a asegurar los abastecimientos en Palestina descuidando sus tareas caritativas. El número de casas de lazaristas en Europa, al lado de los muchos de cientos de leproserías que no se encontraban organizadas en sociedades, era ínfimo, y los hermanos de la orden no contribuían a controlar la lepra en el plano médico con la aportación de conocimientos especializados.


En el año 1489 la Orden de San Lázaro fue incorporada por el papa Inocencio VIII (1484 – 1492), mediante la bula Cum solerti medicatione, a la orden de San Juan de Jerusalén, sin embargo la rama francesa continuó autónoma, por lo que el Papa León X anuló la unificación ordenada por su predecesor. Por su parte, el rey de Francia Enrique IV, unió a la Orden de San Lázaro la del Carmelo, en vista de que esta última languidecía y era conveniente su unificación con otra más poderosa.

La Orden de San Lázaro no desatendía, ni muchísimo menos, sus obligaciones militares ni su lucha contra el poder turco. En el siglo XVII los lazaristas armaron una flota para luchar contra los corsarios y piratas, eligiendo el puerto y ciudad de Saint Maló como centro de sus operaciones marítimas. La Orden llegó a reunir hasta diez fragatas y luchó valerosamente defendiendo la seguridad de las costas francesas.



Aún en el XVII, el Papa Gregorio XIII dictó una bula por la que mandaba incorporar la Orden de San Lázaro a la de San Mauricio, formándose así la llamada Orden de San Mauricio y San Lázaro, y que se convirtió en una de las más distinguidas de Italia. Ocurrió algo semejante a la ocasión anterior, cuando otro Papa trató de incorporarla a la de San Juan de Jerusalén. El Priorato de Sicilia acató la bula pontificia, pero no sucedió lo mismo con el Gran Maestre de los Lazaristas de Boigny que, con varios prioratos y encomiendas, continuaron su vida independiente. Entre los grandes Maestres del siglo XV están, los marqueses de Nerestang, de Luvois, de Dangeau, el Duque de Berry, después Luis XVI y luego el Conde Provenza, más tarde rey con el título de Luis XVIII. Como Caballeros de la Orden de San Lázaro en otros países, pueden citarse a los Zares de Rusia, Pablo I y Alejandro I y al Archiduque Leopoldo de Austria, los Duques de Sevilla. El rey Luis XVIII de Francia y más tarde Carlos X, se declararon protectores de esta Orden.

Pasados los turbulentos tiempos anteriores a la época contemporánea, la Orden de San Lázaro, permaneció, no extinguiéndose como algunas otras Órdenes Militares de Caballería. Actualmente se halla representada en Francia, Alemania, Italia, Polonia, Holanda, Suiza, Portugal y España.

Con fecha 26 de junio de 1935 registró la Orden sus Estatutos en España. El 9 de mayo de 1940 fue reconocida con carácter oficial y declarada de utilidad pública en todo el territorio nacional, por orden que se publicó en el Boletín Oficial del Estado el 10 del mismo mes.




Su reglamento de la lucha contra la lepra fue aprobado por el Decreto de 8 de marzo de 1946, que concede y asigna a la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, importantes misiones. Los miembros de esta Orden se dividen en dos grupos: Los miembros y los afiliados. Sólo los primeros y aun entre estos, sólo los Caballeros de Justicia, pueden asistir a los Capítulos de sus respectivos Prioratos. Aparte de los de Justicia hay los de Devoción. Todos pueden ser caballeros, damas o eclesiásticos, pero es absolutamente preciso profesar la religión católica.

Fotos: Las fo






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