lunes, 7 de septiembre de 2020

 

UN PASEO POR EL MADRID DEL AYER

Calles, lugares, personajes

SAN GINÉS

PASADO Y PRESENTE

Ni se trata de una concurrida plaza, ni de una zona de paso inexcusable para cualquier flaneante de los madriles, ni cuenta con grandes centros gastronómicos, su comercio no atrae a las masas y los turistas propios o extraños, occidentitos u orientales no la tienen en sus guías. Pero tiene un poco de todo eso de lo que aparentemente carece: iglesia de gran valor histórico, lugar de paso entre barrios en el centro de la capital, algún local popular por donde han pasado famosos de la pantalla grande y chica y centro de interés cultural si consideramos cultura un recinto teatral tradicional hoy reconvertido en discoteca, la venta de libros de viejo o las referencias literarias que ha dado a lo largo del tiempo la más famosa chocolatería de Madrid. Todos esos ingredientes y otros más que iremos progresivamente nombrando de forma ordenada confluyen en el entorno de San Ginés.

HISTORIA

EN ARLES, DE LA GALIA NARBONENSE, GINÉS, ESCRIBIENTE DE MANO MÁS VELOZ QUE LAS PALABRAS, NO HABIENDO QUERIDO REDACTAR EL EDICTO DE VALERIO PARA LA PERSECUCIÓN DE LA GREY CRISTIANA, ENTREGÓ SU ALMA AL SEÑOR LAVÁNDOLA CON BAUTISMO DE SANGRE A ORILLAS DEL RÓDANO, BAJO EL PRETOR VARIO. SEPULTADO JUNTO A SAN HONORATO, OBISPO, MERECIÓ LAS ALABANZAS DE LA IGLESIA. A SAN GINÉS DE ARLES, MÁRTIR, HONOR POR LOS SIGLOS.

Inscripción en letras cubitales existente en la parte alta y todo a lo largo de la nave del templo parroquial.

El año del Señor 1106 en el pontificado del Papa Pascual II, reinando en Castilla D. Alfonso VI, D. Bernardo de Cluny, primer Arzobispo de Toledo y Primado de las Españas (1086-1124) consagró extramuros de la Villa esta Iglesia en honor de San Ginés, mártir de Arles, sobre la ribera del arroyo Arenal.

El año 1156, D. Alfonso VII, el Emperador, concede a San Ginés un privilegio por el que se le dona la aldea de Salvanés, con sus montes, fuentes, prados y pastos (Archivo Histórico Nacional, Sección Códices. Libro nº 987 B; fols. 15 vº-16 rº). El Códice de Juan el Diácono (siglo XIII) cita la Iglesia de San Ginés como una de las que visitaba San Isidro en su piadoso recorrido por los templos de la Villa y sus arrabales lo que prueba que la Iglesia de San Ginés existía ya en la primera mitad del siglo XII.

 

En 1358 el Papa Inocencio VI de Avignon con motivo de un saqueo y robo sacrílego remite una Bula a la Parroquia de San Ginés concediendo indulgencias a cuantos colaborasen en el desagravio. Dos años más tarde, en el 1360, D. Juan González, capellán del Rey D. Pedro I y presbítero de la Parroquia de San Ginés lleva a cabo una importante obra de reconstrucción colocando los escudos reales sobre sus muros.

El año 1641 es demolida en su mayor parte la antigua fábrica del templo de San Ginés y este mismo año, el Rey Felipe IV confía a Fray Lorenzo de San Nicolás, arquitecto real, las trazas y la supervisión de la obra del nuevo templo hasta su finalización, confiando igualmente al maestro alarife Juan Ruiz la responsabilidad de su construcción. El 10 de mayo de 1645 siendo Cura Párroco de San Ginés y Capellán de Su Majestad el Rey Felipe IV, D. Gaspar de Alfaro y Zapata, el Cardenal Borja y Velasco inauguró solemnemente el nuevo templo, fecha en que Su Majestad el Rey concede los privilegios reales. En 1656, D. Pedro Texeira recoge en su “Topographia de la Villa de Madrid” el conjunto de San Ginés tal y como aparece hoy. En el siglo XVIII, el templo parroquial de San Ginés sufre una gran transformación en su interior. El prestigioso arquitecto D. Juan de Villanueva es designado por la Real Academia de San Fernando para ejecutar, conforme al gusto de la época, el clima neoclásico que luce en la actualidad.

 

Esta Real Parroquia de San Ginés custodia una importante colección de obras de arte que configuran su patrimonio cultural, entre las cuales son dignas de mención la “Purificación del Templo” del Greco, firmada, que constituye una de sus obras más emblemáticas de última época, la “Humildad” de Alonso Cano, que junto con el “Milagro del Pozo de San Isidro”, actualmente en el Museo del Prado, son consideradas, por los expertos, como las obras más significativas del artista en su etapa de Madrid. Es obvio mencionar el espléndido óleo sobre lienzo que representa la “Anunciación” de Lucas Jordán, encargo del Rey Carlos II con destino a San Ginés,  y  el óleo sobre lienzo, de gran formato, que representa el “Martirio de San Ginés”, obra  maestra de Francisco de Ricci. También se encuentra en ella el boceto, firmado y fechado, por el que Ricci obtuvo la confianza para el desarrollo del retablo mayor que preside el templo parroquial. Además encontramos en la colección de San Ginés, obras de Francisco Camilo, José de Antolínez, Mateo Cerezo, Antonio Palomino, Antonio de Pereda, Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia, Juan de Valdés Leal, Lucas Jordán, García Salmerón, Antonio González Velázquez y Juan de Espinal.

En el plano escultórico son dignos de mención los ángeles de Pompeo Leoni, la Crucifixión de Alonso Giraldo Vergaz, en la que se inspiró Goya para pintar su Crucificado, las esculturas de Nicolás de Fumo, las de Colombo, una escultura de Jesucristo Resucitado de Sánchez Barba, tres esculturas de Juan de Adán, dos imágenes de la Virgen de Valeriano Salvatierra, un busto que representa a San Jerónimo de Vrillabrille y Ron, una escultura orante de Nacherino, dos ángeles querubines de Pedro Hermoso y dos ángeles orantes de José Risueño y una Virgen del Amor Hermoso, obra de Mariano Belver.

El Rey Carlos II, el Viernes Santo del año 1676, hace entrega para el altar mayor de la Parroquia de San Ginés de un juego de Cruz y seis candelabros de excepcional factura, conservados en esta Parroquia, y que han participado en diversas exposiciones de orfebrería monumental. En el siglo XVIII el Rey Carlos III dona a San Ginés la excepcional custodia diseñada por el platero real. En 1826 a instancias del Rey Fernando VII, el organero real Benito Vaquero, culmina la construcción del nuevo órgano, recientemente recuperado.

En el Archivo Parroquial de San Ginés, verdadero monumento del Patrimonio Documental de la Real Villa y Corte de Madrid, merece especial mención la partida de bautismo de la Infanta Catalina, hija de Felipe II, bautizada el 19 de octubre de 1567. Entró en el templo en brazos de su tío D. Juan de Austria. También se encuentran las partidas de bautismo de Francisco de Quevedo Villegas, Francisco Javier de Goya y Bayeu, hijo de Francisco de Goya y Lucientes, Juan Hidalgo, fundador y padre de la Ópera; y las partidas de matrimonio de Félix Lope de Vega Carpio, la de los pintores Vicente Carducho, Bartolomé González, Francisco Javier de Goya y Bayeu, Juan Hidalgo; o las partidas de defunción de Tomás Luis de Victoria, uno de los músicos más sobresalientes del Renacimiento europeo y el músico de la más aguda emoción religiosa, y las de los pintores Francisco Herrera, denominado El Viejo, Juan Bautista Martínez del Mazo, pintor de Cámara y yerno de Diego Velázquez, Pantoja de la Cruz, Juan Van der Hamen, Juan de Espinosa y Juan de Hidalgo.

Finalmente, en el año 1957, por fortuna para San Ginés, es nombrado Párroco D. José Ignacio Marín Núñez de Prado que encuentra el templo en estado deplorable de conservación y asume la ardua y laboriosa responsabilidad de su recuperación total, llevada a cabo con tal acierto y academicismo que le hizo acreedor al reconocimiento del pueblo de Madrid, otorgándole el Excmo. Ayuntamiento la Medalla de Plata de la Ciudad. Tras esta recuperación, en la primavera de 1982, el templo parroquial de San Ginés fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional. El 24 de enero del 2003, el Rey de España ha tenido a bien rehabilitar el título de Real para la Parroquia de San Ginés.

La fachada principal de la iglesia da a la calle del Arenal, una de las más transitadas y comerciales del centro de la ciudad. Debe su nombre al “erial arenoso que en su lugar se hallaba y que se profundizaba al llegar al barranco de la Zarza, ya junto a la puerta del Sol”, Répide dixit. Une Sol con Ópera (plaza de Isabel II) y como hechos históricos más destacados podemos decir que junto a la esquina de la calle Bordadores en 1872 sufrió un atentado a base de trabucazos el rey Amadeo de Saboya. No debemos olvidar  que en una de las casas cercanas y fronteras a la iglesia vivió y falleció el nombrado torero Frascuelo a finales del siglo XIX. El músico Ruperto Chapí vio extinguirse sus días en 1909 en el inmueble señalado con el número 20. El palacio de Gaviria es otro lugar de atención de esta rúa y cerca de su confluencia con Sol el padre Coloma puso la morada del popular personaje Ratoncito Pérez.

 

 

 

ARTE EN EL TEMPLO PARROQUIAL

 

El horario de exposición del cuadro de
El Greco está situado
en el apartado dedicado a la
Capilla de la Virgen del Castillo



Entrada de la Parroquia
(calle Arenal)

 

 

Iglesia de San Ginés vista desde calle Arenal

https://www.misterica.net/lugar/spain/madrid-1/fantasmas-1/iglesia-de-san-gines-en-madrid/

SAN PEDRO de Luis Marco Pérez, siglo XX


SAN PABLO de José Luis Parés, siglo XXI

 

 Capilla de Guadalupe
  • VIRGEN DE GUADALUPE (Patrona de Úbeda) del taller de Ramón Cuadra Moreno, siglo XX
  • SAN NICOLÁS DE BARI siglo XIX
  • VIRGEN DE NURIA escuela madrileña, siglo XVII
  • SAN JOSÉ CON NIÑO de Jacinto Meléndez, siglo XVII
Capilla de los Barrionuevo

ESCULTURA ORANTE DE D. GARCÍA DE BARRIONUEVO de Michelangelo Naccherino, siglo XVI

 

CRISTO CRUCIFICADO anónimo de escuela napolitana, del siglo XVI


CRISTO RESUCITADO atribuido a Luis Salvador Carmona, del siglo XVIII

 

Capilla de la Virgen del Amor Hermoso

VIRGEN DEL AMOR HERMOSO de Mariano Bellver, siglo XIX

SAN JOAQUÍN atribuido a Juan Adán, siglo XVIII

 

SANTA ANA atribuido a Juan Adán, siglo XVIII 


JUEGO DE CRUZ Y VELAS anónimo romano, siglo XVII



EL SUEÑO DE SAN JOSÉ de Antonio Palomino, siglo XVII

 

Capilla del Santísimo Cristo de la Redención

LAMENTACIONES SOBRE CRISTO MUERTO de Michiel Coxcie, siglo XVI


CRISTO CRUCIFICADO de Alfonso Giraldo Bergaz, siglo XVII


FLAGELACIÓN DEL SEÑOR de Corrado Giaquinto, siglo XVIII


CRISTO CAMINO DEL CALVARIO de Corrado Giaquinto, siglo XVIII


ARCÁNGEL BARACHIEL de Antonio Pereda, siglo XVII

ARCÁNGEL SEALTIEL de Antonio Pereda, siglo XVII

EL BUEN PASTOR CON DOS NIÑOS PASTORES de Gerard Seghers, siglo XVII

 

EL SALVADOR de Antonio Pereda, siglo XVII


CRISTO DE LA HUMILDAD de Alonso Cano, siglo XVII

 

Capilla Bautismal

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR de Luca Giordano, siglo XVII


  • VIRGEN DEL CASTILLO (Patrona de Vilches, Jaén), siglo XX
  • SAN JOSÉ CON EL NIÑO siglo XVII
  • SAN JUAN EVANGELISTA siglo XVII
  • SAN ANTONIO DE PADUA siglo XVII

LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO de El Greco, siglo XVI

 

 

El cuadro de El Greco se muestra de martes a sábado de 10:00 h. 12:00 h. y de 18:30 h. a 20:00 h. y el domingo de 10:00 h. a 13:00 h.

 

Capilla de la Inmaculada

INMACULADA, de Antonio González Ruiz, siglo XVIII

 

ADORACIÓN DE LOS PASTORES de Pieter van Lint, siglo XVII

 

ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS de Pieter van Lint, siglo XVII

 

Capilla de Nuestra Señora de las Angustias

 

NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS (Patrona de Granada), siglo XX

CRISTO CAÍDO CAMINO DEL CALVARIO de Nicolás Fumo, siglo XVII


SAN JUAN DE DIOS de N. Hualde, siglo XX


SAN MIGUEL ARCÁNGEL de N. Hualde, siglo XX

 

Capilla de la Virgen de la Cabeza

VIRGEN DE LA CABEZA (Patrona de Andújar, Jaén), siglo XVIII


Capilla de la Sagrada Familia
  • SAGRADA FAMILIA EN LA TIERRA de Juan Carreño Miranda, siglo XVII
  • SAN ISIDRO siglo XVII
  • SANTA MARÍA DE LA CABEZA de Antonio Martínez Rodríguez, siglo XX
  • SAN JERÓNIMO de Juan Villabrille y Ron, siglo XVIII

 

MARTIRIO DE SAN GINÉS (boceto firmado y fechado) de Francisco Rizzi, siglo XVII

 

INMACULADA de Juan Antonio de Frías y Escalante, siglo XVII

 

Capilla de la Virgen del Carmen

 

VIRGEN DEL CARMEN siglo XVIII

 

Altar de San José

SAN JOSÉ CON EL NIÑO de Juan de Adán. Siglo XVIII


Retablo Mayor
  • MARTIRIO DE SAN GINÉS de Francisco Rizzi, siglo XVII
  • CRUCIFIXIÓN atribuido a Marcos Pérez, siglo XX
  • ÁNGELES DORADOS siglo XVIII
Coro

ÓRGANO construido por Benito Vaquero, siglo XIX

 

Altar de Valvanera

NUESTRA SEÑORA DE VALVANERA (Patrona de la Rioja) de Pedro Alonso de los Ríos, siglo XVII

 

Pasadizo y plaza de San Ginés


https://chocolateriasangines.com/historia/

 

Bajando desde Sol en dirección a la plaza de Isabel II, justo antes de toparnos con la iglesia a mano izquierda, nos encontraremos con un singular pasadizo famoso tanto en el mundo real como en el literario. Al entrar en él en un día cualquiera del año veremos a mano derecha unos tenderetes de puntapié con un denso muestrario de libros de lance, cuyo origen podemos citar en las postrimerías del siglo XIX y al que Répide se refiere para encomiarlo en términos que merecen unas líneas. El nunca bien ponderado historiador de Madrid dice de él que se trata de un “artístico puesto de libros con sus armarios de estilo antiguo español, modelo de buen gusto y de contribución al embellecimiento de la vía pública que debe ser considerado aquí donde tan poco abunda ese respeto a la estética y amor al decoro urbano”. Lo cierto es que se trata de un lugar digno de ser admirado y de una de las señas de identidad de esta pequeña vía, de apenas 20 metros de longitud y no más de tres de anchura, que cuenta con un arco adosado a los edificios de izquierda y derecha. Siguiendo a Répide “esa angosta vía, sin paso de carruajes, aparece igual que actualmente en los planos del siglo XVII”. Pese a su escasa longitud podemos decir que aquí hubo una casa de marqueses, que aquí estuvo ubicada una de las primeras fábricas de tejidos de Madrid y que aquí se encuentra una de las discotecas con más pedigrí del pasado reciente madrileño. Pero hay que transitar bajo el arco porque a mano izquierda nos encontraremos con la chocolatería más famosa de Madrid y probablemente de todo el mundo. Y si no fuera la más famosa sería la más literaria aunque apostamos por la veracidad de ambos títulos.


https://www.librerosmatritenses.es/libreria-san-gines

 

 

Se trata de un lugar bellísimo desde el punto de vista arquitectónico, estilo fin de siglo XIX. Sus mesas de mármol y su azulejería la hacen especialmente atractiva al paseante vespertino o al noctámbulo que accede al local -también hay unas pequeñas mesas de terraza en el exterior- con el fin de calentarse las tripas con un chocolate acompañado de los churros y/o porras respectivas. Su apertura data de 1890 como churrería y a lo largo de este siglo y cuarto han entrado y salido por sus dos puertas desde los tipos más populares hasta los personajes más famosos de las artes, las letras e incluso las ciencias. Prueba de ello son las fotografías que cubren casi en su totalidad las paredes de su interior. En ellas se pueden ver desde prestigiosos actores y actrices americanos de los años 50 hasta figuras de la nobleza o la realeza, aunque también haya mucha presencia de personajillos del famoseo más cutre, conocidos y aplaudidos no sabemos por qué. Al margen de estas menudencias, todo contribuye a dar un colorido pintoresco y singular a un enclave al que la literatura ha sabido rendir pleitesía de la mano de Valle-Inclán. En su obra Luces de bohemia, el extravagante y eximio gallego sitúa en su interior la escena en la que los noctámbulos modernistas presentan sus respetos al mentor de este movimiento literario en España, Rubén Darío, saludándolo con aquello de “padre y maestro mágico”, parodiando el propio poema que el nicaragüense dedicó a Verlaine. Dos placas situadas en la fachada de la chocolatería dejan constancia de esa circunstancia. Pasado el arco entramos en la plaza de San Ginés, que no deja de ser continuación del pasadizo y que junto a aquel rodea en sus tres cuartas partes la trasera y los laterales de la iglesia. Y que es conocida también por dos hechos literarios. En esta plaza sitúa Vicente Espinel un pasaje narrativo de su obra picaresca Vida del escudero Marcos de Obregón: junto a un túmulo mortuorio que la iglesia tenía arrinconado bajo el arco para servirse de él con ocasión de los entierros, en una noche de martes de Carnaval, se desarrolla la anécdota del perro y el cencerro, que sería excesivamente cargante reflejar aquí. Por otra parte, la plazuela es punto de arranque de la novela de Pérez Reverte Limpieza de sangre, perteneciente a la serie del capitán Alatriste. En la puerta de la iglesia, hoy cerrada, el teniente Martín Saldaña encuentra a una mujer estrangulada con un bolsillo entre los dedos que contiene cincuenta escudos y una nota manuscrita con las palabras para misas por su alma.


https://chocolateriasangines.com/historia/

https://www.tripadvisor.com.pe/LocationPhotoDirectLink-g187514-d1027419-i134643627-Chocolateria_San_Gines-Madrid.html


Churros y Porras

https://www.expansion.com/fueradeserie/gastro/2018/11/02/5bd6f794268e3e7d158b458b.html

 

 

Coloreros y Bordadores

 

Calle Coloreros

 

Saliendo del pasadizo de San Ginés, a mano izquierda queda una pequeña calle en cuanto a extensión, también peatonal como las anteriores. Se trata de la calle Coloreros, cuyo nombre tiene su origen  el haber albergado las tiendas donde se vendían las pastillas para teñir las telas. Anteriormente llevó por denominación calle de los Zapateros de San Ginés, sin que sea necesario especificar las razones de la misma. También esta calle tiene su razón literaria. En este caso es Galdós el que hace referencia a ella en uno de sus Episodios Nacionales cuando ubica ahí una escuela en el reinado de Fernando VII. Se trata de una calle acogedora, simpática, hospitalaria y humilde, sin otras pretensiones que las de servir de enlace y paso de viandantes entre San Ginés y la calle Mayor. Al salir a esta última no se debe olvidar levantar la vista y leer la placa que al ayuntamiento ha puesto en la pared esquinera referida a la muerte por asesinato de don Juan de Tassis. El conocido por conde de Villamediana era tan buen escritor de sonetos amorosos como encantador de damas y aunque no en lo literario sí en lo donjuanesco podía competir con el propio Lope de Vega. Sus correrías y sus aspiraciones en el plano amoroso pasaron en un momento dado de lo que aconsejaba la lógica y el sentido común y esa pudo bien ser la razón de fondo para que sus días terminaran una noche de agosto de 1622 en la susodicha esquina, más o menos, cuando paseaba en coche de caballos junto al conde de Haro por la calle Mayor. Lo cierto es que fue todo un escándalo en el Madrid del Barroco. Se acusaba a Juan de Tassis de los más nefandos crímenes y se justificó su asesinato en la necesidad de evitar un juicio público, Inquisición mediante, que hubiera puesto en almoneda la honorabilidad de la nobleza. Los historiadores parecen convencidos de que detrás del asesinato estuvo la mano del propio monarca Felipe IV y de su valido Conde-Duque de Olivares. Sus punzantes sonetos epigramáticos le habían granjeado todo tipo de enemistades y sus veleidades con las mujeres tampoco le habían ayudado en las relaciones sociales. Por ahí debieron ir, insistimos, los tiros de su desdicha. Lo cierto es que grandes plumas del momento levantaron su voz ante tamaño crimen, entre otras las de Quevedo, Góngora o Ruiz de Alarcón, aunque todo quedó silenciado por órdenes superiores, algo también típico de la idiosincrasia carpetovetónica. Cambiando el tercio, reflexionemos sobre el hecho de que el entorno de San Ginés no cuente con una calle dedicada al santo. Verdad es que el de Arlés puede presumir de iglesia, pasadizo y plaza y para qué más pero no es cierto del todo que no exista calle. Existió en su día y era la que hoy llamamos de Bordadores, cuyo nombre prevaleció en honor de los artesanos dedicados a este oficio y que allí estuvieron instalados desde los tiempos de Juan II de Castilla, “el muy prepotente” que escribiría por aquellas calendas don Juan de Mena en su Laberinto de fortuna. Los artesanos bordaron un manto a la reina María de Aragón y en justa correspondencia el monarca castellano les ofreció estos terrenos, entonces situados en el arrabal, para que instalaran sus negocios. Con el hijo de Juan II no hicieron tan buenas migas los bordadores. El mal llamado Enrique IV el impotente tuvo noticias de que su esposa, la reina Juana, había encargado un traje para regalárselo a don Beltrán de la Cueva. Para qué queremos más. Enrique ordenó a sus lacayos que transmitieran a los bordadores su disconformidad con el proyecto. Por supuesto que don Beltrán no recibió su obsequio una vez que los artesanos negaron ante el rey haber recibido tal encargo. A saber. La calle Bordadores desemboca en Arenal cerrando el semicírculo que comenzaba con la librería de viejo del pasadizo. Una calle muy cinematográfica en principio pues no en vano se recuerda el crimen presuntamente cometido en esta vía y reflejado en el film El crimen de la calle Bordadores. ¿En qué lugar de la calle se cometió dicho asesinato? Pues en ninguno porque no existió tal crimen en dicha calle. La película que lleva este título fue rodada en 1946 bajo la dirección de Edgar Neville y se refiere al famoso crimen de la calle de Fuencarral acaecido en el inmueble situado en el actual número 95 de dicha vía, entonces el 107. Las razones de cambiar el nombre de la calle tenían que ver con lo que hoy llamaríamos no herir susceptibilidades. Pese a que el crimen se juzgó en su momento, las versiones sobre los hechos que llevaron a una criada de 28 a ser ejecutada a garrote vil por  asesinar presuntamente a una viuda acomodada y conocida en la ciudad por sus obras de caridad, diferían según quien los interpretara. Lo sucedido no quedó claro del todo en el considerado primer gran juicio mediático de la sociedad española. Grandes hombres de la política, de las letras y del periodismo se posicionaron ante un proceso que parece ser que desde el punto de vista formal dejó mucho que desear. Pero, a lo que íbamos, que no, que no fue la calle Bordadores escenario de ese crimen horrendo.

 

http://www.demadridalanube.com/2015/09/calle-bordadores.html

 

 

Salón Eslava


https://joy-eslava.com/

 

Atrás dejábamos al internarnos en el pasadizo de San Ginés un local de ocio con tanto pasado como presente. Nadie desconfíe que nos hemos olvidado de la actual sala de fiestas Joy Eslava, un referente discotequero en el universo noctámbulo para las jóvenes generaciones y referente nostálgico para aquellos que participamos aunque con papeles muy secundarios en la comedia, sainete o drama llamado movida madrileña, allá por los años 80. Pero la historia de este local no se retrotrae a la inmediata noche al intento de golpe de estado de Tejero (1981) en que fue inaugurado con su denominación actual. Hay que remontarse al 30 de septiembre de 1871 en que el teatro Eslava abría sus puertas como sala de representaciones teatrales. Su nombre se debe a la iniciativa del empresario Bonifacio Eslava, hermano del famoso músico don Hilarión. Al margen del teatro, el llamado Salón Eslava adquirió prestigio y renombre gracias al café instalado en su interior, popularizado por su citación en la popularísima zarzuela La Gran Vía. El género chico fue en sus primeros años su especialidad. Sufrió reformas en 1912, 1950 y 1979 y tras su última reapertura, ya como Joy, se ha convertido en una megadiscoteca de referencia en la capital, asociada durante los últimos tiempos a la movida, cuyos protagonistas más importantes solían acudir con cierta regularidad al local, tanto por razones profesionales como para disfrutar del ocio con sus iguales. Parece que fue ayer y esto ya es historia, aunque sea con minúsculas.

 

https://joy-eslava.com/

















 




















































 





















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