MUJERES ESPAÑOLAS
LUCHADORAS Y DESCUBRIDORAS
CARMEN DE BURGOS,
LA PRIMERA PERIODISTA ESPAÑOLA
Tras una primera etapa vital complicada, De Burgos se
reconstruyó y emprendió una nueva vida. Durante su trayectoria profesional se
convirtió en defensora de ideas tan revolucionarias a principios del siglo XX
como el sufragio universal, el divorcio o la objeción de conciencia.
Esta prolífica escritora,
periodista, traductora y activista de los derechos de las mujeres cuenta en su
haber con más
de 200 títulos publicados entre novelas, cuentos, ensayos, traducciones y
artículos en prensa nacional e internacional. Se podría decir de ella que es una de las
escritoras más importantes del siglo XX en España, pero lamentablemente su obra
fue víctima de la censura y cayó en el olvido. Carmen de Burgos fue una mujer
que predicó
con el ejemplo de lo que ella misma teorizaba, pues en sus escritos defendió la necesidad
de crear una sociedad más igualitaria para las mujeres con afirmaciones como
“ocuparse de la educación de la mujer es ocuparse de la regeneración y del
progreso de la humanidad.”
UNA PROFESIONAL
AUTÓNOMA Y VOCACIONAL
Nacida en 1867 en Rodalquilar, Almería, en una familia numerosa, fue la primogénita de diez hijos y recibió la misma educación que el resto de sus hermanos varones. Quizás fue esto lo que le proporcionó la confianza necesaria para tomar la decisión de casarse con un hombre que su familia desaprobaba. Después de un desengaño amoroso y la dolorosa muerte de tres hijos recién nacidos, De Burgos abandonó a su marido y se marchó a Madrid con la única hija que había sobrevivido.En ese momento comenzaría su vida autónoma. Tenía un título de profesora que había sacado con su esfuerzo y una plaza que la esperaba en Guadalajara, pero De Burgos tenía claro que quería quedarse en Madrid y dedicarse a su vocación: el periodismo.
En ese momento
comenzaría su vida autónoma. Tenía un título de profesora que había sacado con
su esfuerzo y una plaza que la esperaba en Guadalajara, pero De Burgos tenía
claro que quería quedarse en Madrid y dedicarse a su vocación: el periodismo.
Con más de 200
obras publicadas, la periodista Carmen de Burgos fue toda una pionera en la
profesión, una notoriedad que aprovechó para denunciar la situación de los más
desfavorecidos, entre ellos las mujeres.
Foto: CC
Si algo bueno le
había proporcionado su matrimonio fueron los primeros conocimientos del mundo
de la prensa. Tuvo un contacto muy estrecho con las labores de impresión en la
imprenta de la que su suegro era propietario y pudo hacer sus primeras
colaboraciones en el periódico que dirigía su marido, Almería Bufa.
Gracias a eso,
pronto consiguió una columna propia en el periódico El Globo bajo
el título: Notas femeninas. En ella empezó a tratar asuntos
sobre la igualdad de sexos como el sufragio universal, y se convirtió en un
espacio en el que expresaba opiniones radicales para una época en la que las
mujeres no tenían acceso a la universidad. “Soy partidaria de instruir a la mujer
y proporcionarle medios para trabajar, como único modo de dignificarla,
haciéndola independiente y capaz de atender por sí sola a sus necesidades”,
escribía De Burgos.
EL NACIMIENTO DE COLOMBINE
La
fundación del periódico Diario Universal en 1903, con Augusto Suárez de Figueroa al frente como
director, convirtió a Carmen de Burgos en la primera mujer contratada como
periodista profesional de España. Tenía un espacio propio titulado Lecturas
para la mujer y firmaba bajo el pseudónimo de Colombine, un nombre andrógino sugerido por el
propio editor. Su
pensamiento feminista se seguía desarrollando, cada vez con argumentos más
firmes, algo que demostró en este diario donde seguía analizando temas
polémicos que perseguían la toma de conciencia y el empoderamiento de la mujer. En 1904 publicó
una encuesta sobre el divorcio, una cuestión que nunca antes había sido
planteada en el país y una demanda que no sería satisfecha hasta tres décadas
después, durante la Segunda República española (1931-1939).
Sus ideas progresistas le granjearon la enemistad de la
iglesia y de los
sectores más conservadores. En su columna se hacía eco de las corrientes más modernas que
sacudían el resto de sociedades europeas, donde las sufragistas tenían cada vez más protagonismo, e
incorporaba también las innovadoras líneas de pensamiento sobre educación y
pedagogía. Por ello, en 1905 le fue concedida una beca que le permitió viajar
por Francia, Italia y Mónaco para conocer diferentes sistemas educativos. Se
irguió como la defensora de los más humildes denunciando
las malas condiciones laborales de los obreros, defendiendo la abolición de la
pena de muerte o las pésimas condiciones de las cárceles españolas.
Gracias a su
educación y a su vocación, De Burgos pudo abandonar a su marido y convertirse
en una mujer independiente que se ganaba la vida como periodista en diversos
medios de comunicación editados en Madrid. Aquí aparece retratada en 1913.
Foto: CC
A su regreso a
Madrid, creó un
encuentro literario semanal que tenía lugar en su casa, La tertulia modernista,
y que reunía a parte de la vanguardia intelectual del momento. Entre muchos
otros, la frecuentó un joven Ramón Gómez de la Serna, que se enamoró de ella y
con quien entabló una relación sentimental que duraría años.
Entre 1907 y 1909 es destinada a la Escuela
de Maestras de Toledo, un cambio que según sus biógrafos responde a un castigo
del gobierno que pretendía apartarla del movimiento cultural madrileño.
PERIODISTA POR EL MUNDO
La reconocida labor como corresponsal de
guerra de Carmen de Burgos, la
primera en desarrollar este oficio en España, comienza con los
hechos del desastre del Barranco del Lobo en el Rif, en 1909, a donde se
desplaza para contar lo sucedido en sus crónicas para El Heraldo de Málaga. La
convivencia con los soldados que luchaban en ese conflicto en los alrededores
de Melilla le empujó a defender la
objeción de conciencia. Y en 1914, cuando regresaba de un viaje
a los países nórdicos, el
estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) la
atrapó en Alemania. Desde allí también envió crónicas a España
en las que describía el caos y el desconcierto inicial de una Europa abocada a
uno de los mayores conflictos bélicos de su historia.
Colombine, el
apodo que la acompañó casi toda su vida profesional, aparece en medio de la
imagen rodeada por soldados de artillería destinados al incipiente conflicto
que España enfrentaba en Marruecos. Carmen de Burgos se desplazó hasta allí
para contar los hechos en sus crónicas periodísticas convirtiéndose en la
primera corresponsal de guerra española.
Foto: CC
En
1927 se publicó La mujer
moderna y sus derechos, una síntesis del pensamiento feminista que Carmen
de Burgos había ido definiendo a lo largo de su trayectoria vital. En 1931, vería
realizada alguna de sus reinvindicaciones con el inicio de la segunda andadura
republicana en España, como el matrimonio civil o el divorcio, pero murió
un año después, antes de poder contemplar como las primeras mujeres españolas
introducían sus votos en las urnas en 1933. Tras la Guerra
Civil (1936-1939), la censura de la Dictadura franquista escribió el nombre de
sus obras en la lista negra, condenando así el reconocimiento de la
trayectoria, el esfuerzo y las ideas pioneras y revolucionarias de Carmen de
Burgos al olvido.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/carmen-burgos-primera-periodista-espanola_15868
DOLORS ALEU
LA PRIMERA MÉDICA ESPAÑOLA
Hija de una familia de la burguesía barcelonesa del siglo
XIX, Aleu sacó provecho de su posición privilegiada y se convirtió en la
primera mujer en conseguir un doctorado y ejercer la medicina en España. En su
tesis utilizó los argumentos médicos que tan bien conocía para criticar el uso
de una de las prendas femeninas por excelencia: el corsé.
Se inauguraba la
segunda mitad del siglo XIX y la llamada Segunda Ola del feminismo impregnaba los discursos y
el pensamiento de cada vez más mujeres. Un incipiente sufragismo empezaba a
tomar forma en Estados Unidos, y en
algunas partes de Europa las mujeres adquirían por primera vez en la historia
el derecho de asistir a la Universidad. A pesar de que en
España no fue así hasta el siglo XX, Dolors Aleu fue una de las primeras en cursar la carrera de
Medicina, en ejercer su profesión y utilizar sus conocimientos
para, entre otras cosas, denunciar
la situación de opresión de las mujeres.
No fue casual que naciera en una familia
burguesa afincada en Barcelona, pues su
posición privilegiada le permitió asistir a las clases en
la Universitat de Barcelona. Se
requerían permisos especiales que su padre, un influyente
político que ejerció cargos como el de teniente de Alcalde de Barcelona, jefe
de la Policía Municipal o gobernador general de Cataluña, fue capaz de
conseguir. Además, contaba con los recursos suficientes para pagar a dos
escoltas que acompañaban a Dolors Aleu en su rutina académica.
LA PRIMERA MÉDICA ESPAÑOLA
Sin embargo, la
vocación de Aleu por adquirir una formación fue el motor que la empujó a
sortear todas las trabas que una mujer se encontraba en la
época. Algo que también
consiguieron dos compañeras suyas, Marina Castells y Elena Maseras. Maseras
terminó los estudios antes que Aleu, pero lo cierto es que todas ellas fueron
verdaderas pioneras al ser las primeras
mujeres en licenciarse en Medicina en España. Las
complicaciones burocráticas hicieron desistir a Elena Maseras, que terminó
ejerciendo como profesora, y Marina Castells murió de manera prematura por
complicaciones en su primer embarazo. Debido a estas desafortunadas
circunstancias, Dolors Aleu se convirtió en la primera mujer en ejercer la profesión
de médica en España.
Durante 25 años
trabajó en Barcelona en una consulta situada en la Rambla Catalunya con una
amplia cartera de clientes, desde miembros de la burguesía catalana a la que
ella misma pertenecía hasta prostitutas que ejercían en las calles de la
ciudad. Se especializó en ginecología y pediatría y nunca le faltó el trabajo.
La doctora
Dolors Aleu trabajando en su despacho.
Foto: Familia Cuyàs Robinson
Dolors Aleu dejó a lo
largo de su carrera diversos escritos por los que es recodada, como los Consejos
a una madre. Sobre el régimen, limpieza, vestidos, sueño, ejercicio y
entretenimiento de los niños, un texto divulgativo orientado a mejorar la vida de
las madres. También escribió Consejos de una madre a sus hijos, donde advierte,
entre otras cosas, de los peligros de enfermedades de transmisión sexual como
la gonorrea o la sífilis, siendo también una de las primeras personas en alertar sobre este
tipo de patologías contagiosas.
CONTRA EL CORSÉ
Pero si hay una obra con la que esta médica
catalana contribuyó a mejorar la calidad de vida de las mujeres ésta fue su
tesis doctoral, publicada en 1883: De la necesidad
de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer.
En ella pone sus conocimientos
científicos al servicio de la salud femenina, puesta en riesgo, en este caso,
por la exigencia
estética. Además de
convertirla en la primera mujer española en alcanzar el grado de doctora, el
texto es una crítica al uso del corsé, una prenda femenina que según las
evidencias médicas que Aleu presentaba oprimía el tórax, dificultaba la
respiración y la circulación y podía causar desmayos.
Esta imagen tomada en Barcelona hacia 1890 muestra
la familia de Dolors Aleu, compuesta por sus dos hijos, Joan y Camil, y por su
marido, Camil Cuyàs.
Foto: Familia
Cuyàs Robinson
Casada con Camil Cuyàs en 1883, el matrimonio tuvo dos hijos. El más joven, Camil, seguía los pasos de su madre en la Facultad de Medicina cuando murió víctima de la tuberculosis. Dolors Aleu cayó en una profunda depresión, no volvió a ejercer la medicina y murió pocos años más tarde, en 1913 la edad de 55 años. Hacía apenas tres años que el rey Alfonso XIII había reconocido oficialmente el derecho de las mujeres a asistir a la universidad, una barrera que la perseverancia y la ambición de Dolors Aleu habían superado más de tres décadas antes.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/dolors-aleu-primera-medica-espanola_15852
CLARA CAMPOAMOR
UNA VIDA DE LUCHA POR LOS DERECHOS DE LA MUJER
La Segunda República Española, proclamada en 1931, supuso
el mayor intento reformista en la historia de España hasta aquel momento. Entre
las propuestas progresistas se encontraba la de extender el derecho de voto a
las mujeres, una reivindicación liderada por la abogada Clara Campoamor.
“Resolved lo que
queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de
género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo
hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en
común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar
deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo,
aislados, fuera de nosotras”. Era el año 1935 cuando Clara Campoamor escribía
estas palabras en El voto
femenino y yo: mi pecado mortal, una obra en la que exponía la lucha por el derecho de voto de las
mujeres y en la que había invertido muchas horas los años anteriores.
En diciembre de 1931 había sido aprobada la
nueva Constitución que reconocía ese derecho, un triunfo logrado
tras muchas dificultades y decepciones.
UNA VIDA DE
MILITANCIA POLÍTICA
Nacida en Madrid el 12 de febrero de 1888, Clara Campoamor tuvo que abrirse paso desde
muy pequeña en una sociedad especialmente dura para las mujeres:
la muerte de su padre la obligó a empezar a trabajar cuando apenas tenía diez
años. Puede que fuera esta desgracia, no obstante, la que la forzara a buscarse
la vida y conseguir un empleo público como profesora de mecanografía con solo
26 años.
Aunque el activismo feminista estaba presente
en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, se trataba mayoritariamente de
agrupaciones de carácter profesional y académico. La propia Campoamor, que se
había licenciado en Derecho y había sido la segunda mujer en ingresar al
Colegio de Abogados de Madrid después de Victoria Kent, participó en la
fundación de dos de estas agrupaciones: la Federación Internacional de Mujeres
de Carreras Jurídicas y el Instituto Internacional de Uniones Intelectuales.
EL SALTO A LA POLÍTICA
Sin embargo, en el panorama legislativo la alternancia de liberales y conservadores en el
gobierno impedía la implantación real de medidas prácticas. Fue
por ello que Clara Campoamor tomó la decisión de dar el salto a la política con
el Partido Radical de Alejandro Lerroux. La influencia de sus compañeros
liberales la llevó a entrar también al mundo de la masonería, un hecho que
sería determinante para ella en un futuro próximo.
En las elecciones de
1931, que siguieron a la proclamación de la Segunda República, las mujeres
pudieron presentarse aunque no votar. Campoamor resultó elegida junto con
Victoria Kent, que se presentó por el Partido Radical Socialista. Parecía su
mejor oportunidad para llevar los derechos de la mujer al ámbito legislativo.
Sin embargo, sus propios compañeros pronto la empezarían a mirar con recelo.
La primera lucha para
lograr sus objetivos fue la redacción de la nueva Constitución republicana. Las
expectativas de Clara eran ambiciosas y contemplaban no solo el voto de las
mujeres sino el divorcio y la igualdad de los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio,
además de la abolición de la prostitución. Incluso dentro de los sectores
progresistas, había la opinión de que no sería fácil implantar cambios tan profundos en
una sociedad muy machista e influenciada por un catolicismo muy conservador, especialmente en
el medio rural. A pesar de ello, logró que se incorporara a la Constitución una
gran parte de sus demandas, salvo lo relativo a la prostitución y al sufragio
femenino.
LA CULMINACIÓN DE UN PROYECTO
La batalla por el voto de las mujeres no
estaba del todo perdida, sin embargo, ya que finalmente se debatió en las
Cortes a finales de ese mismo año. En ese momento se evidenciaron los recelos y
el tacticismo de los partidos alrededor de su propuesta: más que defender u
oponerse a los valores del proyecto, muchos grupos estaban más preocupados del
beneficio electoral que podían sacar de ello.
A pesar de que el
sufragio femenino fue finalmente aprobado, Clara Campoamor no ocultaba su
decepción por lo que sentía como una traición de los suyos, el Partido Radical al que se había unido
por sus ideales republicanos. Con la excepción de cuatro compañeros, su propio
grupo le había negado el apoyo por miedo a que las mujeres españolas, según
ellos muy influenciadas por la Iglesia, votaran mayoritariamente a los partidos
conservadores -parte de los cuales, por ese mismo motivo, votaron a favor.
La mayor decepción
para Clara, además de la falta de respaldo de su partido, fue la oposición de
su antigua compañera Victoria Kent. Aunque ambas compartían ideales, estaban en
desacuerdo sobre el camino para aplicarlos: Kent opinaba que antes que legislar
había que trabajar mucho en el cambio de mentalidad de la sociedad española, o
sus propuestas fracasarían. Su enfrentamiento era un reflejo del miedo que
había por la fragilidad del proyecto republicano, en esos años previos a la
insurrección militar, en los que a menudo pesó más el cálculo interesado que
los ideales.
Ninguna de las dos renovó su escaño en las
elecciones de 1933, aunque Alejandro
Lerroux le ofreció a Clara un cargo como Directora General de Beneficencia y
Asistencia Social. Sin embargo, dos decepciones más la llevaron
a abandonar definitivamente la actividad política: la alianza del Partido
Radical con la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), ganadora de
las elecciones de 1933; y finalmente, la dura represión de la insurrección
obrera en Asturias en octubre de 1934.
La Constitución de
1812 reconoció por primera vez el derecho de las mujeres a ser elegidas como
parlamentarias, aunque no a votar. Sin embargo, eran muy pocas en las
Cortes y casi ninguna en el gobierno. Sentado en el centro de la fotografía
está Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical con el que se presentó Clara
Campoamor.
Cordon
Press
EL EXILIO
Al estallar la Guerra Civil Campoamor se exilió en París, donde permaneció
hasta 1955 trabajando como traductora. Sobre ella pesaba
el peligro evidente, tras la victoria franquista, de ser republicana, feminista
y lo peor a ojos del régimen, masona: por este último motivo se abrió un
proceso contra ella, en el que habría sido condenada a 12 años de cárcel de
haber regresado a España. Posteriormente se trasladó a Lausana (Suiza) para
continuar con su actividad como abogada y allí murió en 1972.
A lo largo de su
exilio compaginó sus empleos con la escritura de diversas obras sobre el feminismo
y, en particular, su experiencia en el ámbito político. En estas se muestra muy
crítica con los parlamentarios, especialmente con los republicanos, quienes
considera que obstaculizaron la mejor oportunidad que había existido para
lograr una mayor igualdad de género. Una oportunidad que el franquismo echó
abajo junto con su recuerdo, que solo en años recientes se ha recuperado a
pesar de la gran importancia que tuvo como pionera de los derechos de la mujer
en España.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/clara-campoamor-vida-lucha-por-derechos-mujer_15092
Comité de la XII Conferencia Internacional de la Federación
Internacional de Mujeres Universitarias (1928). De izquierda a derecha: Loreto
Tapia, Jimena Quirós (sentada), Matilde Huici, Conrada Calvo, María Arapalis,
Clara Campoamor y Josefina Soriano.
Foto: Hemeroteca Nacional
JIMENA QUIRÓS
LA PRIMERA OCEANÓGRAFA ESPAÑOLA
Con solo 22 años ganó unas oposiciones y se incorporó al
laboratorio del Instituto Español de Oceanografía, convirtiéndose en la primera
científica de la historia de la institución.
Jimena Quirós
Fernández y Tello nació en la ciudad de Almería el 5 de diciembre de 1899. Era
la hija pequeña de José María Quirós Martín, un ingeniero que había llegado
desde Madrid a Almería como agente de explosivos para la minería, y Carmen
Fernández-Tello, una cualificada docente que abrió un colegio privado en la
ciudad. Gracias a esta actividad, la profesora mantuvo a toda su prole después de que el
padre abandonara a la familia poco tiempo después del nacimiento de Jimena.
Jimena se trasladó a Madrid en 1917 para
estudiar Ciencias en la entonces Universidad Central. Como para muchas
estudiantes de la época, la Residencia de Señoritas fue el lugar en el que
vivió y se relacionó con mujeres relevantes de los mundos de la cultura, la
ciencia y la política de la primera mitad de siglo XX: Maruja Mallo, María
Zambrano, Clara Campoamor, Matilde Huici y Victoria
Kent fueron algunas de ellas.
Su interés por la
oceanografía fue creciendo y, en abril de 1920 y mientras continuaba con sus
estudios, comenzó a trabajar como alumna interna en el Instituto
Español de Oceanografía (IEO), centro fundado en 1914 y
dedicado a la investigación en ciencias del mar.
UNA ESTUDIANTE
EJEMPLAR
Se licenció en
Ciencias con premio extraordinario en 1921 y, unos meses después, se convirtió en
la primera científica española en embarcar en una campaña oceanográfica. La
expedición, a cargo del IEO, tuvo lugar a bordo del buque Giralda, duró un mes
y recorrió las costas españolas del Mediterráneo. Jimena trabajó como ayudante
del oceanógrafo y naturalista francés Julien Thoulet.
A su regreso, y con solo 22 años, ganó unas
oposiciones y se incorporó al laboratorio del IEO en Baleares. Fue la primera
científica de la historia de la institución.
En 1922 viajó a los laboratorios situados en
Málaga para investigar sobre la biología de los moluscos. De este estudio nació
su primer artículo científico, Algunos moluscos comestibles de la provincia de
Málaga, publicado en el Boletín de Pescas del IEO en 1923. Fue el primer
artículo en el área de ciencias del mar que firmaba una mujer en España. En
esta publicación, Jimena detallaba la biología de más de cuarenta especies, y
notificaba además el agotamiento de algunas en zonas de pesca de la Bahía de
Málaga.
En 1926 la joven
investigadora consiguió una beca de un año para incorporarse al Laboratorio de
Fisiografía de la Universidad de Columbia en Nueva York (EE. UU.). Allí, tutorizada por algunos
de los mejores científicos de la época, estudió geografía física de la
atmósfera y los océanos.
En 1930, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera,
Jimena comenzó a militar en el Partido Republicano Radical Socialista. A partir de 1932 presidió el Comité
Femenino del partido en su afán por conseguir la igualdad de los derechos de
las mujeres.
En mayo de 1932 fue destinada al Cantábrico
para obtener datos oceanográficos. Durante tres meses y a diario, la científica
tomaba medidas de temperatura, transparencia y salinidad del agua en una
estación en el interior de la bahía de Santander y otra en el exterior.
La investigadora constataba en sus informes
los errores metodológicos en las directrices que le habían dado para los
muestreos, siendo muy crítica con el trabajo que se había realizado en los
últimos años en la bahía. De hecho, cambió por completo el diseño del proyecto.
A su regreso, por desavenencias con algunas
personas del IEO, le abrieron un expediente disciplinario del que fue exculpada
a mediados de 1934 debido a la
falta de fundamento de las acusaciones. En junio de 1933, en pleno proceso de
discrepancia con el IEO, Jimena obtuvo su título de profesora para institutos
de enseñanza secundaria y ejerció durante un curso como profesora de Historia
Natural en el Instituto Nacional Nuevo de Bilbao.
Solventado este problema, finales de 1934
regresó a Madrid y se reincorporó al IEO, hasta el comienzo de la Guerra Civil,
momento en el que el Gobierno de la República le pidió volver a ejercer
como profesora de instituto.
PROBLEMAS CON LA DICTADURA DE FRANCO
Tras finalizar la Guerra, el bando nacional
ordenó a Jimena regresar a Madrid y comparecer ante el Ministerio de Marina,
que comenzó a investigarla. En
octubre de 1940 le comunicaron su cese definitivo al considerarla «de ideas
izquierdistas, por haber pertenecido al Partido Radical Socialista desde
su fundación, haber tomado parte en las deliberaciones y debates del Congreso
del Partido y, al producirse el Alzamiento, continuar haciendo manifestaciones
de la misma ideología y, en relación con los dirigentes del Frente Popular,
haber recibido diferentes cargos, predominantemente culturales».
A partir de ese momento consiguió sobrevivir
impartiendo clases particulares en una academia privada y cuidando de su madre.
En 1966, Jimena
Quirós emprendió otra –la última– batalla legal para exigir su reingreso en el
IEO. Obtuvo su
rehabilitación tres años más tarde, aunque siguió reclamando todos sus
derechos, consiguiendo el reconocimiento de sus trienios incluyendo los años en
los que estuvo cesada en la institución. Falleció en Madrid, en 1983.
* Marta Macho-Stadler es profesora de
matemáticas, Universidad del País Vasco. Este artículo apareció originalmente
en The Conversation y
se publica aquí bajo una licencia de Creative
Commons.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/jimena-quiros-primera-oceanografa-espanola_15611
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