EL
ARTE FRANCISCANO EN ESPAÑA
DURANTE
LOS SIGLOS XIII-XVI*
San Francisco de Asís fue el gran creador que,
penetrando con su alma de artista los ocultos misterios de la creación, sintió
las voces de la naturaleza que resonaban en su espíritu altamente poético;
despertaba armoniosos ecos, y con su idealismo altamente realista dialogaba con
las flores y predicaba a las avecillas, y consolaba al cordero, y pactaba con
el lobo, de manera que las criaturas todas entendían a su voz y le respondían.
Hasta San Francisco, Italia no había sentido el
arte. En los días más gloriosos de la república del imperio, Italia habrá sido
un gran pueblo de militares y de legisladores, pero no un pueblo de artistas,
pues no hacía más que desfigurar, por no comprenderlo, el Arte de Grecia.
Apareció Francisco, y el arte se avecindó en Italia y ella es la que desde
entonces da el tono en achaques de arte y dirige su evolución.
Cansado en arte del estatismo invariable del estilo
bizantino, molestado por las férreas cadenas conque oprimía y ahogaba la maniera greca, harto ya de contemplar
brillos y riquezas aristocráticas que hacían la impresión de un maniquí
lujosamente cubierto, quiere hacerse dinámico, moverse y progresar. Forcejea
por romper los viejos moldes y, dejando el campo de la ficción y del
convencionalismo, democratizarse y descender a la naturaleza y tomar sus
elementos constructivos, y establecer como fuente de inspiración las ideas, los
sentimientos, las luchas y las victorias, todo el conjunto vivido por la
sociedad en medio de la cual se desarrolla.
Poniendo el arte en comunicación con la naturaleza, San
Francisco le dio el realismo que necesitaba. Pero predicando el evangelio,
cruzándose caballero andante del amor divino y la pobreza voluntaria por Dios,
despertando en la sociedad aquel movimiento general y espontáneo al ascetismo
que obligaba a las muchedumbres a seguirlo y a
suplicarle las vistiese el hábito religioso con tanto entusiasmo que
ponía en peligro de romperse los lazos de la vida conyugal y de extinguirse
todas las manifestaciones d la actividad externa, fijó en la mente y en el
corazón de los hombres el ideal de fe que, al informar su vida, informó también
por necesidad sus manifestaciones intelectuales, afectivas y estéticas, y se
encontró en condiciones de moverse y de progresar en el reflejo de la belleza.
La rápida difusión del franciscanismo abarcando todas las
clases sociales es innegable y lo patentizan los monumentos que se conservan de
la edad media, y su decisiva influencia en el arte queda manifiesta como un
hecho rigurosamente cierto. (1)
Al ser Francisco el santo más popular de finales de la edad
media, llegó a ser inspirador, componiendo él mismo cánticos admirables y
dejando tras de sí una verdadera escuela de poetas, de arquitectos y pintores
que se formaron en la tumba de Asís para extenderse desde la bahía de Nápoles
hasta España. (2)
La persona de Cristo fue el gran amor de Francisco, y entre
sus escritos encontramos el Oficio de la pasión, en el que
considera a Cristo y a María como los caminos seguros de las criaturas para ir
al Padre (3),
poco
estudiado por sus biógrafos, pero de gran repercusión en la historia del arte.
El cristocentrismo de Francisco puede ejemplarizarse en los misterios de la
Navidad, Eucaristía, pasión y muerte del Señor. La humildad de la encarnación y
de la caridad de la pasión de Cristo ocupan principalmente la memoria de
Francisco de tal modo que apenas quería pensar en otra cosa. Esta devoción tuvo
amplio eco en la orden como consta por la obra, probablemente de Fr. Francisco
de Hevia, Fascilulus myrrae en el qual
devotamente se trata de los misterios de la sacratissima pasión de nuestro
redemptor Jesucristo, Burgos 1511. Y la de Fr. Francisco Tenorio, Passio duorum. Tractado de devotissimas y
muy lastimosas contemplaciones de la pasión del hijo de Dios, y de la compasión
de la virgen santa Maria su madre, Valladolid (AIA) 29 [1969] 217-68).
Estas obras están íntimamente relacionadas con el tema del Spiritualis monachus, del
convento de San Francisco de Palma de Mallorca, y el fresco de la religiosa
crucificada de las Descalzas Reales, de Madrid, tema del franciscano
crucificado que encaja con la tradición de la orden y con la iconografía de
finales de la edad media. (4)
El año 1223, tres antes de su muerte, celebró Francisco con
gran solemnidad la fiesta de Navidad en la aldea de Greccio, como
detalladamente nos la describe su biógrafo Celano (5). Reprodujo allí el
nacimiento de Cristo, preparando junto al altar un pesebre de heno, donde
reclinó la imagen del divino Infante, sin que faltaran el buey y el asno. En
aquella nochebuena se congregaron frailes y gentío de las aldeas vecinas, que
con sus antorchas iluminaron aquella noche santa, llenado con sus voces
jubilosas el bosque vecino. Francisco actuó de diácono con la misa y con voz
sonora, fuerte, dulce y clara cantó el evangelio, seguido de una homilía
encendida en el amor del Niño de Belén.
Esta noche constituye un hito luminoso en la historia del
arte europeo. En adelante las musas de Talía y Melpómene, ya cristianas, en vez
de emprender el alegórico Viaje al
Parnaso, como escribe Cervantes, habrán de dirigirse al rescoldo de
Greccio, en las estribaciones de los Apeninos toscanos, para recibir la
inspiración del ciclo navideño, tan importante en el teatro sacromedieval por
medio de Francisco. También los pintores y escultores tendrán en cuenta el
fuego con que el Serafín de Asís caldeó aquella santa noche, hasta el punto que
más de uno lo han colocado en la misma cueva de Belén de Judá.
La leyenda del Crucifijo que suelta su brazo para abrazar
a san Bernardo, fue aplicada a san Francisco, motivo que se extendió
principalmente en el siglo XVII por Ribalta y Murillo. Hubo para ellos una
motivación histórica y teológica. Por su amor al Crucificado, Francisco fu, en
la historia del arte, en principal transformador del Cristo majestad del
románico, heredero del estilo bizantino, en el Crucifijo paciente. El estilo
bizantino es, por otra parte de talleres monacales, se revela espiritual,
místico y contemplativo; pero por la rigidez de sus líneas, resulta hierático y
frío. El crucifijo bizantino es, por otra parte, expresión de Logos o
inteligencia del Hijo de Dios, Sophía eterna del Padre, que reina con majestad
desde la cruz. Esta sostiene en sus brazos al Cristo glorificado, con insignias
y aire de triunfo, con corona real, no de espinas, que no aparece hasta después
d Francisco, en el siglo XVI; sin dolor en el rostro, sin la sangre cubriéndole
el rostro.
De hecho Francisco, en fuerza de su simpatía, es decir su
compasión, transforma el Logos divino de la plástica a la explosión del
patetismo en el Varón de dolores, el verdadero pobre del evangelio, desprendido
de todo, dependiente del Padre, de los profetas (6). Y esto por el movimiento cristocéntrico, en que
tanto gusta del amor a la humanidad de Cristo. El cristocentrismo se acentúa en san Buenaventura y se produce el
cambio sensible en la iconografía pasionaria. Aparece el Christus paciens
sustituyendo al Cristo triunfador y pantocrátor. Semejante transformación la
inicia Giotto, con quien comienza el renacimiento. El pintor florentino,
altamente influenciado por el sentimiento y el amor que enardece a Francisco,
rompe con el frío y hierático bizantino. Desde ahora el arte europeo se torna
más expresivo y personal dando paso, señaladamente en la plástica pasionaria, a
los sentimientos humanos de amor y compasión, tanto en el Crucificado como en
sus acompañantes (7).
Francisco, que rivalizaba con Cristo en la práctica de las
bienaventuranzas, vivió la pasión del Señor con tal intensidad que el prodigio
de las llagas aparecidas en su propio cuerpo no solamente lo colocaron sobre
los demás hombres, que comenzaron a llamarlo alter Christus, sino que
dio origen a un gran movimiento de las artes. Multitud de autores representan
en sus cuadros a Francisco como al otro Cristo; pero, además, las simples
llagas pasaron a ser símbolo propio y distintivo de la orden franciscana.
Chesterton (8) llamó a san Francisco “estrella matutina del
renacimiento”, pues fue en la vida un artista, y llamado a ser artista en la
muerte por los horizontes intensamente caldeados de amor que descorrió a los
estetas. “San Francisco anticipó lo que hay de más liberal y simpático en el
temperamento moderno; el amor a la naturaleza, el amor a los animales, el
sentimiento de la compasión social y el de los peligros espirituales de la
prosperidad y aún de la propiedad misma. Todas estas cosas que nadie comprendió
antes de Guillermo Wordswort o Tolstoi le eran ya familiares a Francisco”.
La plástica griega, exclusivamente atenta a la
deslumbradora belleza del cuerpo humano, se mostró negativa al cortejo
florestal y zoológico con que darle vida y sentimiento. Existe esporádicamente
el amor y el sentimiento bizantino desde la Madona de Vladimiro, hacía 1125, y
desde la Piedad de Nezeri en Macedonia, pero nadie pintó el amor en occidente
hasta Giotto, tan influido por Francisco quien, con su concepción del mundo y
de las cosas, concebirá el arte cristiano como ordenado a la salvación de los
hombres. El año 1213 Francisco hizo erigir una capilla en honor de la Virgen
María. Entre San Gemini y Porcaria. Hizo pintar en ella ángeles, jóvenes,
pájaros, árboles y otras criaturas. Debajo escribió Exhortación a la alabanza de Dios, con la que anima a todas las criaturas
a la alabanza del Creador. (9)
Francisco no creó el renacimiento; sin embargo, no se
puede negar que éste nace bajo el influjo de la fuerte personalidad del santo,
y del movimiento creado por la orden religiosa de la cual él fue su fundador,
cuyo arte expresa una revolución de la sensibilidad, pues es necesario tener
presente que el arte franciscano está en función de la orden franciscana. (10)
Con razón, pues, pudo escribir Blanca de los Ríos (11) las siguientes frases
encomiásticas: “Nadie ignora que el soplo franciscano fue portentosa
transformación de la vida que lo renovó todo: ciencias fisiconaturales… fue una
nueva y triunfadora encarnación de la belleza”. En magistrales pinceladas traza
las principales figuras del arte italiano, nacido del espíritu de san
Francisco, y concluye diciendo que “al arte español está reservada la gloria de
realizar las más excelsas y místicas representaciones del Serafín de Asís”.
La serie prodigiosa de, los San Francisco del Greco “tienen el estremecimiento, la convulsión
apocalíptica, la locura divina de la cruz; tienen la concentración del símbolo;
son la cifra estética de la exaltación mística de la España de Santa Teresa y
de San Juan de la Cruz”. En el San
Francisco del Greco se representa “la muerte del amor envuelta en unos
hábitos”. El de Murillo “es el amor pisando al mundo, triunfando de la muerte”.
El Greco, admirador de la orden franciscana, represento 68 veces a san
Francisco, una vez a san Antonio de Padua y una a san Bernardino de Sena.
En cuanto a la escultura, Alonso Cano, discípulo de
Montañés, “en dos estatuitas (la de Murcia y la de París) acertó a dar al
Penitente de Umbría un sentimiento por nadie superado”. Para Pedro de Mena,
discípulo de Cano, “estaba reservada la gloria de lograr la representación
definitiva, insuperable, del gran amador de Asís”.
Las nuevas corrientes artísticas
de los siglos XIV y XV
Las polémicas
La rápida penetración en España de los frailes menores
se debió principalmente a que, en vez de la vida sedentaria de los antiguos
monjes, apegada a una sociedad eminentemente agraria por ellos formada, los
recién llegados franciscanos se introducen en la sociedad con la finalidad de
conquistarla y transformarla por medio de la predicación en las nacientes
lenguas romances, para lo cual se establecían preferentemente en zonas urbanas,
aunque alejados prudencialmente del centro de las ciudades, de manera que
pudieran entregarse a la oración alejados del mundanal ruido, y desplazarse a
las ciudades donde se entregaban al apostolado de la predicación a los fieles,
de quienes recibían las limosnas necesarias para su sustentamiento. El
crecimiento fue tan rápido que durante el siglo XIII pasan de 75 las
residencias de franciscanos en España.
La orden franciscana se vio sometida a duras polémicas
durante el siglo XIV sobre la fiel observancia de la pobreza prescrita en la
regla, las cuales pusieron en peligro su existencia y su reputación de orden
religiosa. Los espirituales, dirigidos principalmente por FR. Ángel
Clareno († 1337) y por Fr. Ubertino de Casale († 1329), e influenciados por una
concepción escatológica del mundo divulgada en sus exposiciones sobre el Apocalipsis por el abad cisterciense
Joaquín de Fiore († 1202), proponían observar la regla franciscana según la
intención de su Fundador sin interpretaciones ni condescendencias pontificias,
se consideraban la Iglesia espiritual, seguidores del estado evangélico, frente
a la iglesia carnal, representada por la iglesia jerárquica. Favorecidos por el
también joaquinista Arnaldo de Vilanova, médico pontificio y de la corte dl rey
aragonés, penetraron en Aragón donde se dieron a conocer con los nombres de
beguinos y fraticelos. Citados en el concilio de Vienne (1311-12) fueron
desautorizados por la constitución de Clemente V, Exivi de paradiso, del 6.V.1312.
La comunidad había triunfado en Vienne, pero el conflicto
perpetuo entre el puro ideal y las exigencias de la vida real no tardaría en
reaparecer, adquiriendo caracteres de lucha épica en los siglos XIV y XV. Al
igual que otras órdenes religiosas, la franciscana se dividió en dos
tendencias. Observantes, son en la época del primer renacimiento los
partidarios del retorno a los primitivos fervores del instituto, amantes del
retiro, de la oración mental y de la pobreza, de la sencillez de los edificios
y en la celebración litúrgica. Los Conventuales, enemigos de
innovaciones y de fervores extemporáneos, son los moradores de los edificios
espaciosos, en los que el ritmo solemne y ordenado de la vida común –el conventus-, es un valor primario.
En la polémica, espirituales y conventuales daban por
sentado que, en virtud de la regla, la orden como tal era incapaz de dominio,
pero mientras que para los espirituales se trataba del compromiso radical de la
vida pobre –usus pauper-, la comunidad hacía consistir la pobreza en la
ausencia de dominio jurídico de los pobres –vivere
de non proprio-, aunque se dispusiera de abundantes bienes. Juan XXII
intervino en la cuestión declarando que era absurdo la pobreza tal como la
entendían los frailes menores, pues un uso de derecho o de hecho, separado del
dominio, repugnaba al derecho y a la razón.
La orden dirigida por Fr. Miguel de Cesena, ministro
general (1316-28), defendida por Bonagracia de Bérgamo y por Fr. Guillermo de
Ockham, comezó a hacer rogativas para que el papa cambiara de opinión. El
emperador Luís de Baviera, en lucha con el pontífice, tomó la orden bajo su
protección, e hizo elegir antipapa al franciscano Pedro de Corbara con el
nombre de Nicolás V. La orden estaba abocada al Cisma. Juan XXII escomulgó al
ministro general juntamente con los principales corifeos, y confió el gobierno
de la orden, en calidad de vicario general, al cardenal franciscano Bertrán de
la Tour, uno de los pocos franciscanos doctos, entre los que hemos de contar al
español Fr, Álvaro Pelagio, que Juan XXII había atraído a su parte (12). De haber triunfado en
su empeño los espirituales tal vez no hubiéramos podido hablar hoy de un arte
franciscano.
Las consecuencias de tales posturas internas determinaron
la decadencia de la orden durante los siglos XIV y XV, a las cuales hay que
añadir otras d causas externas, las cuales también influyeron en la quiebra de
los demás institutos religiosos: la
guerra de los cien años (1339-1453), entre Inglaterra y Francia, con
participación de Castilla a favor de ésta, al derrotar a los ingleses en La
Rochele en 1372; la peste negra (1348-50),
que arrebató a la orden las dos terceras partes de sus miembros (13), y que trajo como
consecuencia la concentración de los religiosos supervivientes en los grandes
conventos que habían quedado casi vacíos, donde la vida era más cómoda
económicamente, la acentuación del ritmo monástico en detrimento de la
inserción social y pastoral y, por la prisa en recuperar los efectivos
perdidos, la falta de selección en los candidatos.
Se abandonaron en todas partes los eremitorios y los lugares
menores, construyéndose conventos espaciosos. La orden comenzó a sentir pesada
la regla. La confusión creció hasta el extremo con el cisma de occidente (1378-1418), durante el cual tuvo la orden
tantos ministros generales distintos cuantas eran las obediencias en que se
dividía la Iglesia: dos al principio y tres a partir de 1408. Había incluso
provincias regidas por dos ministros provinciales que obedecían a distinto
papa, viéndose en la necesidad de pasar de una obediencia a otra para librarse
de persecuciones y malos tratos. Por su parte los superiores, para ganarse a
los religiosos, hacían concesiones nocivas a la vida regular. Consencuencia de
semejante crisis los religiosos olvidaron con exceso la práctica d la regla y
de la vida religiosa, con una caída vertiginosa en el número de fundaciones de
conventos que quedaron reducidas a trece en el siglo XIV.
Estas divisiones originaron serias discusiones en el seno
de la orden durante el siglo XV que acusa una caída en la labor arquitectónica
de conventos, pues los reformadores de estos años, consecuentes con sus
principios, retornan nuevamente a los primitivos eremitorios. Más a parir de la bula de León X, Ite vos, de 1517, que supone el triunfo de los observantes y en fin
de los enfrentamientos, entramos en el siglo XVI con múltiples y excelentes
fundaciones que culminarán con los de San Juan de los Reyes, de Toledo, y el de
Santa María de Jesús, de Torrijos en 1491, debido a la munificencia de Gutierre
de Cárdenas y de Teresa Enríquez (14), hoy desaparecido.
Nuevas orientaciones artísticas
San Buenaventura continuará siendo durante los siglos XIV
y XV el faro luminoso para todos los escritores franciscanos. Su nuevo concepto
del hombre revolucionará la teología de la edad media, las artes plásticas y la
literatura. Su Lignum vitae y el Officium de passione Domini serán otras
obras vivientes con cuya lectura los artistas crearán flores maravillosas. Este
renombre hizo que le fueran atribuidas multitud de obras espirituales, como por
ejemplo las Meditationes viate Christi,
escritas, según parece, por el fraciscano Fr. Juan Calvoli o de Caulibus de San
Geminiano, a principios del siglo XIV, que alcanzaron enorme divulgación en
toda la cristiandad, contribuyendo como ningún otro a aproximar las almas hacia
la humanidad de Cristo. El año de1512 se imprimieron en Valladolid, traducidas
al español, en la imprenta de Diego de Gumiel. (15)
El autor, igual que san Francisco, era un verdadero poeta
italiano, por eso, al leerlas uno sueña en las bellas pinturas que debían
decorar los claustros luminosos de los conventos donde él vivió; es, además,
italiano por el gusto del diálogo y del gesto, donde se rebela acabado discípulo
de san Francisco, pues al imitar sus sermones y representar la escena de la
Navidad, imaginó una multitud de diálogos. Escribe parte de las mismas a una
clarisa la cual debió quedar emocionada, pues le describe con los detalles más
minuciosos, una infinidad de cosas y escenas que todo el mundo desconocía hasta
entonces. Ha tenido una influencia profunda sobre el arte dramático y las artes
plásticas, y fue la obra que más ha contribuido a enriquecer los misterios y,
por medio de éstos, a transformar la antigua iconografía.
Los autores españoles de los misterios tuvieron la
oportunidad de conocer las Meditaciones
desde finales del siglo XV, influyendo sobre la iconografía, los personajes y
las costumbres. Influyen en el patetismo de la representación de la pasión de
Cristo, Jesús con la cruz a cuestas,
Descendimiento, etc., y de la Virgen en el lagar místico y en los santos
sepulcros. La nueva fuente de vida fue abierta por san Francisco, quien, en
cierta manera, resucitó, por su amor activo, un nuevo cristianismo (16). El crucero o
cruceiro de Galicia es una creación gótica unida a las concepciones pasionarias
del pensamiento de los franciscanos que habían de promover su desarrollo. (17). El Cristo de la compasión o el Cristo
de la Misa de san Gregorio, fue la enseña de los Montes de Piedad, fundados por los franciscanos; esta misma escena
se veía en el escudo de la provincia de San Gregorio en Filipinas. (18)
La ternura conmovedora que ahora demuestran tener los
artistas también arranca de san Francisco y de las Meditaciones; a partir de la aparición del santo se encuentra entre
los místicos este deseo de acercarse a la Virgen y de contemplar al Niño. Esta
ternura se manifiesta sobre todo en los aspectos más íntimos, en los grupos de
la Virgen con el Niño, la Sagrada Familia, y la Virgen con las santas mujeres,
tiernas y compasivas, son puestas en escena en todas partes, alcanzando su
influjo hasta nuestro Murillo. Hemos de tener en cuenta para este cambio de
actitudes la influencia ejercida entre los artistas la aparición en Valencia,
el año de 1527, de un pequeño libro intitulado, Fuente de vida, muy probablemente del hermano lego franciscano Fr.
Bartolomé de Palma. En su tratado cuarto se encuentran unas páginas sobre los
beneficios divinos en los cuales el autor admira la belleza de las cosas, la
consonancia de la música, las voces de los hombres y cantares de aves, la
suavidad de los olores, y la dulzura de los sabores. Todo esto pertenece a la
mejor tradición franciscana de amor de Dios en las criaturas (19). Este ambiente
artístico y poético lo vivían los frailes y las monjas en sus conventos. El
célebre poeta Gómez Manrique, a ruegos de su hermana María, abadesa del
monasterio de las clarisas de Nuestra Señora de la Consolación, de Calabazanos (Palencia), compuso Representación del nacimiento de nuestro Señor, escenificada en el
monasterio, en cuya representación intervino la infanta doña Isabel y sus
damas.
El culto y representación de los santos también sufrieron
profundas transformaciones. A partir del siglo XVI las grandes epidemias
hicieron nacer numerosas cofradías de san Roque, terciario franciscano (†
1327), protector contra las plagas, se le representa peregrino, con una
fisonomía graciosa, y una llaga en una pierna, un ángel se la frota con
celestial ungüento, y un perro, llamado “Roquito”, le lleva el pan. Francisco
Moure, en 1598, talla una bella estatua del santo en madera policromada, en la
catedral de Orense, para su cofradía. Se admite generalmente que el año de 1264
san Buenaventura fundó en Roma la cofradía de la Insignis societas regulae recommendatorum b. Mariae Virginis,
archicofradía del gonfalón o del estandarte (20). Aparecen entonces otras cofradías, tan
numerosas a lo largo de la edad media, las cuales tenían su asiento en las
iglesias de los mendicantes. Eran las nuevas devociones de las Cinco Llagas,
como la de Astorga en el siglo XVI, muy floreciente bajo los auspicios de los
franciscanos. El origen -nos explica- de esta Hermandad de las Cinco Llagas es
consecuencia de las cofradías existentes en Astorga en el siglo XVI. Los
primeros documentos son del siglo XIII, pero con datos referidos al siglo XI.
Como más antiguas que ella están documentadas en la ciudad las cofradías de San
Esteban en el siglo X, con actividad en Astorga desde el siglo XI, y la de San
Feliz, también desde el siglo XI, con iglesia en Puerta de Rey y hospital junto
a Puerta Sol. La de San Esteban, con iglesia parroquial en Brimeda y hospital
en Puerta de Sol, próximo al de San Feliz, traslada sus funciones piadosas a
Astorga en el siglo XIV, construyendo su capilla al lado de la iglesia de Santa
Marta, cuya cofradía está datada ya en el XIII.
El resto
de las cofradías están documentadas en los siglos XIII y XIV, cuando surgen las
cofradías gremiales, que regulan la actividad de las mismas y su ámbito
económico-social, con jurisdicción propia en sus Jueces Gremiales. Éstos tienen
competencia preferente sobre los Jueces Naturales para resolver conflictos
entre los Gremios.
Las
cofradías gremiales del siglo XIII, de Palmeros, Zapateros, Cardadores,
Pelleteros, Carpinteros, etc., con santo propio cada cofradía, son absorbidas
en el XIV por cofradías no gremiales.
Pero al
ser Astorga en el siglo XIII lugar de descanso en pleno Camino de Santiago,
aquellas cofradías gremiales habían incrementado su ayuda a los que iban a
Santiago, tratando a los peregrinos enfermos y extendiendo posteriormente sus
cuidados a los enfermos de la propia ciudad y comarca de las cofradías.
En el
siglo XIV decíamos que decae la importancia de las cofradías gremiales y
aparecen otras nuevas cofradías como la de los Mártires Fabián y Sebastián y la
de San Nicolás de Bari, con centro hospitalario en la calle García Prieto y
culto -la de San Nicolás- en la catedral. En este mismo siglo se documentan
otras cofradías de menor importancia no exentas de la visita del obispo, que
son fusionadas a otras cofradías exentas, como es la de San Esteban o la de
Corpus Christi, a la de Nuestro Padre Jesús y al Hospital de San Juan
respectivamente, ya en el siglo XVI. Esta última era de carácter hospitalario,
la de Nuestro Padre Jesús con actividades estrictamente religiosas. Ambas
perduran en la actualidad, pero quedaron fuera de lo que iba a ser la Hermandad
de las Cinco Llagas.
Otras
Cofradías de mínimo relieve sin apenas datos, desaparecieron, sin agregarse a
las existentes. Las Cofradías eximidas de la visita del Prelado, a las que se
fusionaron las no exentas siguieron su actividad en el siglo XV y XVI con sus
propios Hospitales y lugares de culto hasta fundar la actual Hermandad de las
Cinco Llagas.
Fueron
las Ordenanzas de 1690 las que denominan a la nueva cofradía unitaria con el
nombre de «Las Cinco Llagas». Esta nueva Hermandad y Hospital estará regida por
24 miembros, personas todas seglares (21); el Viacrucis esencialmente franciscano (22). Para todas estas
asociaciones trabajaron intensamente, durante los siglos XVI y XVII,
prestigiosos tallistas y pintores españoles.
Otro tema
típicamente franciscano fue el de la Inmaculada
Concepción, con una luna y la serpiente a los pies. El amor de Francisco a
Jesucristo y a la Virgen fue recogido en herencia por sus hijos que desde un
principio defendieron con coraje este misterio singular a María, como lo
hicieron Escoto y los españoles Fr. Pedro Tomás que hacía 1316-20, escribió Liber de innocentia virginis Mariae, y
Fr. Juan Vidal († post 1395), Sermo de
Conceptione, obras prontamente difundidas en España, sirviendo de guía a
muchos artistas. (23)
Los Predicadores
Los
franciscanos llegan a Santiago a finales del reinado de Alfonso IX (1188-1229),
y se consolidan en el de Fernando III el Santo (1217-24), terciario franciscano;
y durante el pontificado del arzobispo don Pedro Muñiz (1207-24), el nigromante, cuando la peregrinación
jacobea estaba en su esplendor. El ambiente estaba vivamente alimentado con
leyendas, cuentos, relatos y cantares que los piadosos peregrinos traían del
centro de Europa. A éstos hemos de añadir la poesía trovadoresca
galaico-portuguesa, la primera manifestación culta del lirismo en lengua
romance en la península, con sus trovadores mencionados en el Cancionero de la Vaticana, compostelano
por excelencia por tener una vinculación con esta ciudad la mayoría de los que
allí se mencionan, como Palla, Bernal de Bonaval, Arias Nunes, Martín de
Cornes, Pay Gómez Chariño. Entre estos trovadores también andaba Pero Galego,
amigo de san Fernando y de Alfonso el sabio, natural de Santa maría de
Ortigueira, después franciscano con el nombre de Fr. Pedro Gallego y primer
obispo de Cartegena (1250-67), autor de una Summa
astronómica. (24)
Fr.
Francisco que también había compuesto el Canto
de las Criaturas (25), quiere que sus
frailes “después de la predicación cantaran las alabanzas como verdaderos
juglares del Señor”, y como tales se presentaron en España donde alegremente
fueron recibidos por el pueblo, porque en su predicación sustituían el latín
decadente por el uso habitual de las lenguas en romance, como el gallego que
entonces estaba en mantillas (26),
contribuyendo de esta manera al resurgimiento de las recién nacidas lenguas
romances. En virtud de la regla se dedicaron a la predicación que había de ser
en breves y sencillas palabras, instruyendo al pueblo, que en su mayoría no
sabía leer ni escribir, en la doctrina católica, haciéndoles revivir, además,
las escenas del evangelio. El gusto por los “ensiemplos o exemplos”, cosa o
hecho que deben de ser imitados, estuvo muy divulgado en la edad media. Para
ellos disponían los predicadores de colecciones de ejemplos, como los Alphabeta exemplorum, de Esteban de
Besanzón, utilizados por los predicadores para amenizar los sermones. El Especulo de los legos, compuesto a
finales del siglo XIII en Inglaterra por un franciscano, probablemente Fr. Juan
de Pecham, traducido al español en el siglo XV, es un compendio de doctrina
moral y teológica en orden alfabético ilustrado con ejemplos de los que se
servían nuestros predicadores. (27)
En España
tenemos la obra de Clemente Sánchez de Vercial († 1426), Libro de los exemplos o Suma de exemplos por ABC, muy divulgado
hasta el siglo XVI. Contiene 467 cuentos, un repertorio para utilidad de los
predicadores, dispuesto por orden alfabético según las sentencias latinas que
preceden a cada cuento. Clemente compiló y tradujo la mayor parte de sus
cuentos y ejemplos de la obra Summa de
poenitentia del franciscano Fr.Servasanto de Faenza, fallecido hacía 1300 (28).
Complemento
para la predicación para la enseñanza religiosa eran las Biblias históricas, que contenían las partes narrativas de la
Sagrada Escritura; las Biblias rimadas,
e verso; las Biblias pauperum, en
imágenes, con explicación en latín o lengua vulgar, cuyos manuscritos comienzan
a finales del siglo XIII, y añaden a veces escenas de la historia natural, de
la mitología y del folclore. La escena de la muerte aparece sin cesar en los
sermones de los mendicantes y de otros predicadores de la época, cuya
representación gráfica fue el Triunfo de
la muerte, de finales del siglo XIII, en el camposanto de Pisa, y en las
obras de muchos artistas españoles. (29)
A
comienzos del siglo XIV los hijos de san Francisco, hombres graves y nutridos
de doctrina, estaban también adornados del don de lágrimas, con clara intuición
sobre el corazón del hombre, con lo cual influyeron poderosamente sobre los
artistas que leerían sus obras y asistirían a sus sermones, dejándose ganar
fácilmente por el nuevo cristianismo franciscano el cual les ofrecía tan
agradables perspectivas artísticas. El teatro religioso que tanto debía a las
meditaciones de los discípulos de san Francisco, que participa en su
exaltación, pone a los ojos de pintores y escultores las escenas más trágicas,
el sufrimiento, el dolor y la muerte. Fue el teatro cristiano fiel imagen del
cristianismo de finales de la edad media, el que más contribuyó, más que otra causa,
a la transformación del arte (30).
A finales
del siglo XIV apareció una nueva iconografía simultáneamente con la eclosión de
los misterios y representaciones dramáticas que se representaban en público.
Pues los autores dramáticos que ponían en escena la vida de Jesucristo no
sacaban sus inspiraciones solamente de los evangelios, canónicos y apócrifos.
Lo hacían también de la obra del dominico Fr. Vicente de Beauvais († ca. 1264),
Speculum maius, dividido en tres
partes; Speculum naturale, de 32
libros; Speculum doctrinale, 17
libros; y el Speculum historiale. Se
inspiraban también en la obra del dominico, Fr. Jacobo de Vorágine o de
Varazze, Legenda aurea o Leyenda dorada, leyenda
hagiográfica, aparecida hacía el año 1260; una y otra muy extendidas, contribuyeron
muy poderosamente a la evolución del arte durante estos siglos. Los autores de
los misterios sacan además, sus temas de las Apostillas, obra muy divulgada, explicaciones o notas que el
franciscano Fr. Nicolás de Lira († 1340) añadió al texto de la Escritura para
completarla, comentarla y aclararla, donde se propone dar el texto literal de
los libros sagrados.
Las
antiguas órdenes monacales conocen solamente un arte de carácter impersonal y
colectivo; las órdenes mendicantes, por el contrario, siguen la acción popular
aproximando un número incalculable de obras de arte, leyendas, figuras heroicas
y poéticas, con las cuales introdujeron un nuevo espíritu en el arte de su
tiempo dándole nueva vida y rumbo nuevo que ha de perdurar varios siglos. Los
mendicantes renovaron la comprensión del evangelio concretizando y dramatizando
pasajes de los mismos, como el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, etc.,
para lo cual se valieron de multitud de varones extáticos, como la terciaria
franciscana la beata Angela de Foligno
(† 1309), cuyas obras mandó traducir al español, hacia 1504, el cardenal
Cisneros, quienes, después de estudiar y meditar la pasión del Señor,
familiarizan continuamente a los hombres con la vida del Señor.
Simbología
El arte
franciscano se aprovecha y se sirve, para la decoración de sus edificios, de
los símbolos o emblemas propios del gótico de las regiones donde los
mendicantes levantan sus conventos e iglesias. Sin embargo, como es natural,
debido a la gran vitalidad del nuevo arte y a la influencia de la literatura y
del apostolado del nuevo cuño, aparecen nuevos emblemas propios y exclusivos d
los frailes menores, en virtud de los cuales una obra franciscana se
distinguirá de todas las demás. Estos emblemas pueden formar parte como elemento
decorativo de edificios propios franciscanos, pero también pueden ir unidos a
otros que, si nada tienen que ver con los franciscanos, siempre habrá una
relación de simpatía o devoción hacía aquellos. Señalamos los principales.
Cordón
Se trata de una cuerda blanca de lana o de algodón, con
tres nudos en uno de sus extremos, con el significado de pobreza, obediencia
y castidad, con el que los religiosos de esta orden recogen el hábito
por la cintura a manera de cinturón. Un precioso arcón de las postrimerías del
siglo XV, que representa cilindros de hierro retorcidos, cual si fueran un
recuerdo de la cuerda de san Francisco, corren por toda su superficie dejando
entre sus contornos espacios entre los cuales se representa la Y y el castillo,
induciendo a sospechas de haber pertenecido este precioso mueble a Isabel la
Católica, muy devota de san Francisco (31). La antigua residencia de los Condestables de
Castilla, medio palacio y medio fortaleza, es conocida en Burgos con el
calificativo de Casa del Cordón. Debe
este nombre a su enorme cordón franciscano colocado por encima y a los lados de
la puerta principal. Dicho cordón, hábilmente esculpido y dispuesto de manera
tan original, como graciosamente decorativa, abraza entre sus lazadas las armas
de las nobles casas de los Velasco, Mendoza y Figueroa, los cuales a su vez se
hallan coronados por el anagrama de Jesús, según el diseño ideado por San
Bernardino de Sena. Encima d todo se hallan las armas reales de España. Los
blasones indican que el edificio fue construido a finales del siglo XV por don
Pedro Fernández de Velasco, I conde de Haro, y de su esposa doña Mencía de
Mendoza, pertenecientes, en su calidad de terciarios, a la gran familia
franciscana, de la que eran decididos protectores al tiempo de la reforma de la
observancia (32). En Madrid la Plaza del Cordón lleva este nombre
porque aquí se levanta la casa de don Juan Arias de Velasco, conde
Puñoenrostro, que tenía esculpido en piedra, bordeando la fachada, un grueso
cordón franciscano.
En Valladolid, en la calle de los Herradores, frente a la
iglesia de San Ambrosio, existe también la Casa
del Cordón, (hoy desaparecida),
donde vivió don Álvaro de Luna, y donde murió, en 1461, don Pedro de Castilla,
obispo de Palencia. Con mayor frecuencia resalta aún el mismo emblema en
fachadas de templos, como la magnífica iglesia de San Francisco, de Trujillo
(Cáceres), de 1507. En la calle de la Cuchillería, n° 24, de Vitoria,
encontramos otra Casa del Cordón, de finales del siglo XVI, obra ojival de la
época florida, que tiene rodeado sus dos típicos arcos con el cordón
franciscano, y ostenta sobre uno de ellos la imagen de San Francisco puesta de
rodillas (33).
La fachada
de estilo plateresco del Colegio de San Ildefonso o Universidad de Alcalá de
Henares, obra de Rodrigo Gil de Hontañón y de Pedro de la Cotera, fundado por
el Cardenal Cisneros en 1543, está adornada con medallones de los Doctores de
la Iglesia y el cordón de san Francisco. En el siglo XVI sobresalió la Cofradía
del Cordón por l número de gracias espirituales concedidas a sus cofrades, que
se distinguían por su vida de piedad y de apostolado social (34).
Los brazos
El año 1224 san Francisco recibe los estigmas en el monte
Alverna, fecha memorable para la historia del arte. Francisco se convertiría
desde entonces el Alter Christus de la edad media, y el emblema de sus cinco
llagas o quinas figurará como elemento decorativo en multitud de obras d arte.
Aparte de las esculturas y pinturas, donde el santo recibe los estigmas, éstos
pueden estar representados de diversas maneras. Dos brazos cruzados, uno
desnudo y el otro con la manga del hábito franciscano, con las llagas en cada
una de las manos, la de Cristo y la de Francisco. También aparecen las llagas
solas distribuidas en número de cinco sobre una tarja.
Tau
Representada en forma de T, es la inicial de la
palabra griega Theos, que significa
Dios, del que viene a ser un símbolo gráfico, muy estimado por san Francisco,
remonta sus orígenes a las catacumbas de Roma, fue muy empleada en la edad media,
especialmente por la orden de los antonianos, de san Antonio Abad, a quienes el
futuro fundador conocía personalmente por haber vivido en sus hospitales. Las
visiones de san Juan comentadas en el siglo VIII por el Beato de Liébana,
también utiliza el signo Tau, como puede verse en los Beatos de la Biblioteca Nacional de Madrid y de otros archivos
españoles. Aparece en el moderno hotel de los templarios de Ponferrada, donde
estos monjes tenían encomienda para ayuda de los peregrinos, por estar situado
el monasterio en el camino de Santiago.
La encontramos en el Descendimiento
de la Cruz de Rogier van der Weyden, del Museo del Prado, y en las Tentaciones de san Antonio, de
Hieronymus Bosch, del mismo museo. En toda esta tradición se inspira san
Francisco para quien el empleo de la tau implica la certeza y la universalidad
de la redención, y la exigencia de conversión y servicio a los demás (35).
El nombre de Jesús
El más esforzado defensor y propagador de la devoción al
nombre de Jesús fue san Bernardino de Sena († 1444), quien, en su predicación
mostraba a sus oyentes el anagrama IHS de dicho nombre que tenía pintado en el
fondo de un sol despidiendo rayos, anagrama que el santo dejaba en las
iglesias. El fin que lleva con la propagación de este nombre era reprimir las
facciones de güelfos y gibelinos,
partidarios del papa aquéllos, y del emperador éstos, uniendo ambos bandos bajo
el anagrama de Jesús colocado en las fachadas de sus casas, como todavía puede
verse hoy en la Casa del Cordón de
Burgos, según dejamos dicho.
Este emblema decorativo, extendido rápidamente por
España, podemos verlo hoy en conventos e iglesias de la orden, en edificios de
seglares, y en impresos sencillos y obras de arte (36). Concretamente en
Galicia, y a finales del siglo XV, esta devoción era objeto de especial
devoción, pues pocos serán los monumentos, ya en piedra ya en metal, ya en
madera, que nos quedan de aquella época, que no lleven esculpido tan augusto
Nombre. El nombre de Jesús fue, sin duda, de un modo especial el salvador de
España en aquella ocasión; y de esta semilla brotó al poco tiempo una de las
instituciones más admirables de la Iglesia Católica, la Compañía de Jesús (37).
San Francisco fomenta este simbolismo al percibir el
estrecho parentesco existente entre las diversas virtudes, pues para él, las
dos más excelsas, caridad y obediencia, son hermanas; el amor a Dios no se
puede concebir sin la obediencia a sus mandatos. El amor a Dios y al prójimo
excluye el egoísmo, manifestado en la desobediencia (38).
Por su parte un buen número de escritores franciscanos
fomentaron este simbolismo ilustrando sus obras con miniaturas o grabados
alusivos a la historia de la orden, o con imágenes donde, en excelentes
dibujos, se representa a los hijos más ilustres de la extensa familia
franciscana. Estas obras, así adornadas de láminas o estampas vinieron a ser
una fuente inagotable de inspiración para los artistas. Tal fue el caso de Fray
Bartolomé de Pisa († 1401) para quien el título de su obra ya es todo un
símbolo (39); Jacobo de Perusa (†
1488), cuya obra, trae abundantes miniaturas para la historia del arte
franciscano (40); Tossignani ilustra la
suya con hermosas “verae effigies” de personajes franciscanos (41); otro tanto hace el P.
Gonzaga, historiador de la orden, en su obra monumental en folio con grabados
debidos al buril de Giovanni Crespi, manejada y utilizada por artistas
españoles (42).
El título de la obra del P. Sedulio es bastante expresivo
para nuestro propósito, ampliamente estudiada (43); no ha sido menos interesante la del alemán P.
Orscelar en la que incluye la vida de san Francisco distribuida en 28 grabados
en cobre (44). De especial interés
para los españoles merecen ser mencionados los tres autores siguientes: el
capuchino P. Alcira nos ofrece en grandes tablas, en forma de árbol, unas ramas formadas con las
efigies de los varones ilustres de la orden, y al pie, como raíz de la familia
franciscana, el Fundador (45). Mayor difusión ha
tenido la obra del P. Espinosa la cual, con su doctrina e imágenes, incidió en
la vida de piedad de muchos monasterios de religiosas y en el comportamiento de
los artistas del pasado siglo (46).
Finalmente, el exclaustrado P. Mestres fue el gran difusor de la obra pictórica
de Antonio Viladomat († 1755) quien trabajó durante varios años para el
convento de San Francisco de Barcelona (47).
Arquitectura
Primeras
construcciones
San Francisco no fue un
arquitecto en el sentido estricto del término, pero fue arquitecto de Dios y
maestro de obras acarreando morrillo para reconstruir las tres ermitas
arruinadas de Asís: San Damián, San Pedro y Santa María de los Ángeles. No
podía ser arquitecto porque en la legislación primitiva de la orden nunca se
menciona el término convento, sino sencillamente los de lugar o eremitorio para designar
la morada pobre, humilde aislada en que vivían los primeros frailes menores,
chabola o casa pobre en el campo. Tampoco quiere utilizar el término casa,
sino el del lugar, como en estas expresiones: “En los lugares (casas) en que
habiten los frailes…”; “Si hay en el lugar (casa) varios sacerdotes…”. Los
materiales de estas construcciones son la madera y el barro; alguna veces
también cañizo y esteras.
Francisco enseñaba a los suyos a hacer viviendas muy pobres, de madera, no de
piedra, estos es, unas cabañas levantadas conforme a un diseño muy elemental. Y
en el Testamento ordena: “Guárdense los frailes de recibir en absoluto
iglesias, moradas pobrecillas, ni nada de lo que se construye para ellos, si no
son como conviene a la santa pobreza que profesamos en la regla”. Si no existía
alguna ermita en las cercanías, ellos mismos las construían, tal como la que un
albañil puede levantar en un día. Este lugar debe estar situado fuera de los
poblados, algo alejado de los mismos, para que las gentes no estorben a los
religiosos en su vida contemplativa. No muy distanciado, porque de día deben ir
al poblado a catequizar, dar buen ejemplo, visitar los hospitales y pedir
limosna. Así lo refiere Jacobo de Vitry (48), contemporáneo y buen conocedor de las costumbres
de los frailes menores: “Durante el día van a las ciudades y las aldeas para
conquistar a los que puedan, dedicados así a la acción; y durante la noche
retornaban al despoblado o a los lugares solitarios, se dedican a la
contemplación”.
Este estado de cosas duró poco tiempo al ser desbordados
los religiosos por el espíritu de apostolado que el santo Fundador ordena a sus
frailes en el capítulo IX de la regla bulada, exhortándoles que “cuando
predican, sean ponderadas y limpias sus expresiones, para provecho y
edificación del pueblo, pregonando los vicios y las virtudes, la pena y la
gloria, con brevedad de lenguaje”. Era la predicación llamada penitencial,
distinguiéndose de la teológica, reservada a los clérigos
letrados. Esto llevaba consigo grandes concentraciones de fieles para lo cual
se necesitaban iglesias de amplias dimensiones. Ya en el capítulo general
celebrado en Santa María de los Ángeles, de Asís, llamado de las esteras, el
año 1219, al que asistió Fr. Francisco acompañado de 5.000 religiosos, se
sintió esta necesidad, pues se acordó que los edificios e iglesias que
erigiesen no fueran muchos y siempre humildes y sencillos”. (49)
Pocos años más tarde los religiosos continuaban sin tener
conventos ni iglesias propiamente dichos. Pues refiere el cronista Giano (50) que cuando el año 1225
llegó a Erfurt, Alemania, acompañado de algunos religiosos, encontrándose mal
acomodados, el procurador de los frailes, por encargo del pueblo, le propuso
hacerles un edificio en forma de claustro, a lo que respondió Fr. Jordán: “No
sé lo que es un claustro; edifique simplemente una casa cerca del río para que
podamos bajar a lavarnos los pies”.
Por lo que se refiere a los conventos e iglesias de
España tenemos que distinguir primeramente el asentamiento de los religiosos, generalmente en una ermita o
iglesia a las afueras de la ciudad. Allí vivían los religiosos durante algún
tiempo, más o menos largo, hasta que el rey, un noble, una villa o un
comerciante o burgués, con autorización pontificia, determinaba fundar, para lo cual facilitaba la
heredad y territorio (fundus)
necesario para edificar el convento. Esto debió tener principio a partir del
breve de Gregorio IX, Si ordinis, de 2 de febrero de 1230,
dirigido a los obispos para que autoricen a los frailes menores a tener
oratorios propios y predicar en sus parroquias. (51), pues hasta entonces a los religiosos no
les estaba permitido tener conventos ni iglesias. Esta disposición pronto
sufrió un cambio, ya que al año siguiente, por otro breve del mismo pontífice, Nimis
iniqua, del 28 agosto de 1231, se condena con graves penas a los
obispos alemanes si no permiten a los frailes menores predicar y confesar en
sus diócesis y no los autorizan para que puedan acercarse a las ciudades y
villas, adonde eran llamados por los fieles, con medios fáciles para vivir más
cómodamente (52),
con lo
cual, los conventos de los religiosos quedaban integrados en los medios
urbanos. Y por el breve de Clemente IV, Quia plerumque, del 5 de junio de
1268, se reglamenta el establecimiento de cada convento en una ciudad, porque
no podrían situarse a menos de 300 canes (50 metros) a vuelo de pájaro del
convento más próximo (53).
Esta normativa tuvo sus excepciones. Los frailes de Val de
Dios, de Santiago, ya tenían convento y estudio conventual el año 1222; y el
“canciller” Fr. Francisco, que doctoró a San Antonio, el año 1223 lo nombra
maestro para enseñar teología en el estudio de Bolonia.
No fue fácil conseguir estas innovaciones, pues aunque
los frailes siempre fueron muy bien vistos y aceptados por el pueblo, no
sucedió así por parte del clero seglar y de los obispos, que veían amenazados
sus ingresos económicos con la presencia de los frailes.
Por el canon 12 del IV Concilio de Letrán del año 1215,
se proponen como modelo para todas las
órdenes religiosas los monasterios del císter, por lo que a esta norma
había de atenerse la construcción de los conventos franciscanos (54).
Monasterio de Santa
María de Huerta, Soria
http://viajarconelarte.blogspot.com/2015/11/el-monasterio-de-santa-maria-de-huerta.html
Los edificios formaban un cuadrilátero, uno
de cuyos lados lo ocupaba la iglesia. En el interior del cuadrilátero, rodeado
de una galería cubierta, adosada a los muros del edificio, se hallaba el patio
del claustro, la cocina, etc., Encima estaban situados los dormitorios, amplias
piezas, donde cada religioso tenía su lecho, separado de los demás por una
cortina. Fuera de las paredes que formaban el cuadrilátero, estaba la huerta, y
a lo largo de la iglesia, el cementerio.
El convento se construía a expensas del rey, de
un noble o de una ciudad, con lo que pasaban a ser patronos del mismo, lo que
conllevaba disfrutar de ciertos derechos y obligaciones que detalladamente se
describen en las Siete Partidas de Alfonso el Sabio. (55)
El que face la iglesia debe
amarla e honrarla como cosa que él fizo a servicio de Dios; e otrosí, la
Iglesia debe amar a él, e honrarle, e reconocerle ansí como a padre… Patronus
en latín tanto quiere en romance como padre de carga. Ca así como el padre
del ome es cargado de facienda del fijo en criarlo e guardarlo, e en buscalle
todo el bien que pudiere, así el que ficiere la iglesia es tenido de sofrir la
carga della, abondándola de todas las cosas que fuere menester cuando la
face, e amparándola después que fuere fecha. E patronadgo es derecho o poder
que ganan en la iglesia, por bienes que facen, son los que son patronos
della, este derecho gana ome por tres
cosas: la una, por el suelo que da a la iglesia en que la facen; la segunda,
porque la facen; la tercera, por heredamiento que le da, a que dicen dote…
Pasar puede el derecho de patronadgo de un ome a otro e quatro maneras: por
heredamiento, o por donadio, o por cambio, o por vendida… |
En tormo al año de 1250 se edifican los primeros
conventos con residencias para los religiosos e iglesias más o menos amplias
destinadas al culto. Podemos pensar que es entonces cuando aparecen por primera
vez las construcciones arquitectónicas. El término conventual lo encontramos por primera vez, aplicado a la orden
franciscana, en el breve de Inocencio IV, Cum tanquam veri, de 15.IV.1250,
aplicado por el pontífice a todas las
residencias en que hubiese, por lo menos, doce frailes menores y un superior,
para asegurar el servicio divino y celebrar capítulo (56). Desde entonces hubo
dos clases de residencias, unas conventuales
y otras no conventuales, las
primeras, que en un principio sólo designaban los conventos, se extendió más
tarde a los habitantes; y durante mucho tiempo no tuvo otro sentido que el de
distinguir los religiosos que vivían e conventos grandes, de los que vivían
preferentemente en los eremitorios.
Primeras
disposiciones legales sobre el arte
El número de religiosos
había crecido dentro de la orden y sus actividades apostólicas también se
habían extendido, lo que llevaba consigo la construcción de grandes conventos y
de iglesias más espaciosas. Esa era la realidad palpitante y a ella tenían que
hacerle frente los superiores de la orden. Esta fue la razón de que en el
capítulo general de la orden celebrado en Narbona el año 1260, se promulgaran
las Constituciones
narbonenses (57),
donde por
primera vez se regula sobre el arte de la construcción en la orden. Los
criterios de pobreza condicionan la arquitectura, los cuales serían una
garantía de la pureza del nuevo estilo. (58)
La curiosidad y la
superfluidad se oponen directamente a la pobreza; ordenamos, pues, que se
evite cuidadosamente, en las construcciones, toda curiosidad d pinturas,
artesonados, ventanales, columnas y cosas semejantes, y toda superficialidad
en la largura, anchura y altura, teniendo en cuenta las condiciones de cada
lugar… Las iglesias en manera
alguna sean abovedadas, a excepción de la capilla mayor (ábside), sin
licencia del ministro general. El campanario de la iglesia no se haga en
adelante en forma de torre. Tampoco se hagan, en
adelante, vidrieras historiadas o pinturas, a excepción de la vidriera
principal del ábside detrás del altar mayor, en la que pueden ponerse
solamente las imágenes de Cristo crucificado, la bienaventurada Virgen, de
San Juan, de San Francisco y de San Antonio. |
Además, en las definiciones o determinaciones dl mismo
capítulo, se dispone lo siguiente (59):
Los turiferarios, cruces y
ampollas de plata quedan prohibidos; además, los cálices, que han d ser
sencillos no excedan en precio y peso, de dos marcos y medio; finalmente, no
habrá más cálices que capillas, excepto uno para el convento. |
En las mismas constituciones (60) se ordena la guarda
del silencio en ciertas dependencias, una de las cuales habría de ser el
claustro, lo que quiere decir que el año 1620 esta dependencia conventual ya
era frecuente en los conventos de los frailes menores. Análogas disposiciones
se recuerdan en el capítulo general celebrado en Asís en el año de 1304, siendo
ministro general de la orden Fr. Gonzalo Hispano, de la provincia d Santiago,
donde se dispone (61); “Quítense los
excesos de pinturas, tracerías y esculturas de los edificios cuando pueda
hacerse sin perjudicar las obras principales. Y rechacen mediante actuaciones
libres y legítimas a sus autores, tanto pasados como futuros, y la exageración
de aquellos que se hayan excedido en la anchura, largura, altura y suntuosidad”.
Estas fueron las disposiciones legales, no muchas por
cierto, ni muy precisas, que rigieron en la orden durante muchos años para la
construcción de conventos e iglesias. Doscientos años más tarde nos encontramos
con nuevas disposiciones legales menos precisas todavía, no obstante la gran
evolución alcanzada por el arte gótico en España durante ese periodo.
Las constituciones que por orden de Eugenio IV y de
Nicolás V redactó la familia ultramontana en la congregación general de
Barcelona de 1451, para fortalecer la unión interna de la orden, recibieron el
calificativo de Constituciones de Barcelona (62). No se introducen nuevas disposiciones por lo
que al arte se refiere, sino es en haber sido algo más permisivas que las de
1260. Se prohíbe a los religiosos quebrantar las horas de silencio en algunas
dependencias del convento, como el claustro y en la biblioteca (63). Se hace nuevamente
una clara distinción entre conventos, formados por doce religiosos, por lo
menos, gobernados por un guardián; y eremitorios, al frente de los cuales está
un vicario. Se prohíbe la construcción de iglesias y edificios suntuosos y se
recomienda el uso de ornamentos y vasos sagrados decentes en cuanto al número y
su valor.
Características
del gótico franciscano español
De todos es sabido que
durante los años 1214-1215, Fr. Francisco hizo su peregrinación a Santiago de
Compostela, después de haber cruzado España de este a oeste, donde, no
solamente asentó un eremitorio, sino que recibió un mandato del Señor para
fundarlos en todo el mundo (64).
La siembra iniciada por Francisco fue muy copiosa, pues, según un estudio
realizado recientemente, se han registrado unos 330 conventos fundados por los
frailes menores entre los siglos XIII; 52 del XIV; 157, del XV; y 39 del XVI. De
clarisas se fundaron 194 monasterios, de los cuales, 49 pertenecen al siglo
XIII; 25 al XIV; 45 al XV; y 72 al XVI. A éstos hay que añadir 71 monasterios
de concepcionistas, todos del siglo XVI, la orden fundada por Beatriz de Silva.
La mayor parte de estos edificios no han llegado hasta nosotros: unos al ser
reconstruidos por los religiosos o religiosas porque los anteriores amenazaban
ruina o para ajustarlos a las necesidades de los nuevos tiempos; la mayor parte
fueron destruidos por los invasores franceses en el año de 1809, o fueron
abandonados y luego arruinados a consecuencia de las leyes de exclaustración
promulgadas por el gobierno progresista español del año de 1835.
El estilo
gótico, expresión arquitectónica de los siglos XIII al XV, no es invención
franciscana, sino que trae su origen de la reforma cisterciense. Pero
hay una impronta franciscana muy palpable en muchos elementos, sobre todo en el
gótico español. En toda España se pueden admirar las amplias construcciones monolíticas,
iglesias de naves esbeltas y sobrias, donde predomina la línea recta, claustros
en que se combinan la gracia y la austeridad, conventos edificados con
materiales ordinarios, sin pretensiones de abadía, pero con preocupación
estética en el conjunto y los detalles.
El estilo ojival
fue el peculiar de la orden franciscana en sus comienzos, pues fue en
este arte donde el culto se popularizó más; las iglesias dejaron d hacerse para
las grandes agrupaciones de monjes, en las que el pueblo apenas tenía cabida,
porque casi todo el recinto y la mejor parte de él era ocupado por el coro..
Las artes, las industrias y los oficios se agruparon en gremios inspirados por
la religión, bajo el patronato especial de un santo al que hacían solemnes
fiestas y daban constante culto. Para todo ello cada gremio necesitaba su
capilla particular dedicada al celestial patrono con su imagen y sus
características decoraciones. Estas capillas fueron a buscarlas en las iglesias
conventuales de las órdenes mendicantes t, más especialmente en la orden de los
frailes menores, la más popular de todas ellas.
Ninguna sociedad medieval tuvo entonces tan estrechas
relaciones con el pueblo como los franciscanos; entre ellos vivían
promiscuamente los hijos de los nobles
con los hijos de familias pobres o plebeyas. Sus templos eran escogidos por los
próceres para alzar sus sepulcros, y por los gremios de artesanos para erigir
la capilla dedicada al santo patrón.
Las iglesias franciscanas eran completamente para el
pueblo, pues la parte reservada a los religiosos suponía muy poco, y el coro
quedaba reducido a su mínima expresión o no existía. Sabido es que San
Francisco, al prescribir a sus frailes el rezo del breviario según el rito
romano, no manda que se haga coro, ni aun comunidad, antes él afirma que rezaba
con su compañero, en ocasiones por los caminos. La vida andariega de los
primeros franciscanos y su intensa vida de apostolado entre fieles e infieles,
difícilmente podía compaginarse con la armoniosa vida coral. El precepto del
rezo en común es posterior en nuestra legislación, y parece haber sido
introducido como una concesión a las antiguas tradiciones monásticas, o por
acomodarse al derecho común regular. En todo caso, el coro en las iglesias no
estorbaba su viabilidad, puesto, que, o se escondía tras el altar mayor o en la
parte del fondo sobre la entrada, de manera que todo el cuerpo de ellas quedaba
libre para los fieles (65).
A partir de la segunda mitad del siglo XV, la protección
real y de algunos núcleos de la sociedad, hacen a los franciscanos más
populares y queridos del pueblo sencillo frente al antagonismo de la nobleza y
las órdenes monásticas que son las representantes, dentro del panorama
histórico, de los privilegios de la alta nobleza en contra del poder real.
La mayor afluencia de fieles a las iglesias conventuales
y a las exigencias de la devotio moderna
planteó a los mendicantes, al final del siglo XV, modificar la distribución de
sus iglesias, concretamente el coro. Lo cual se resolvió de dos maneras: la
francesa e italiana en el fondo del ábside, y colocando el altar en el arco del
triunfo, con lo que se aislaba a los religioso, privándolos de la contemplación
de la liturgia, en la que tomaban parte activa. La española, que relegó el coro
a los pies de la nave principal sobre una tribuna.
Pero en principio, sin duda para dar satisfacción a
quejas, se trató de obviar en lo posible algunos de estos inconvenientes, bien
levantando el presbiterio, al cual se ascendía por un número bastante
considerable de gradas, o colocando una segunda tribuna a la misma o mayor
altura que sostenía el coro, y sobre ella poner altar y retablo, de modo que,
sin defraudar la devoción del pueblo, se satisficiese a los religiosos que
ocupaban las sillas del testero del fondo, como sucede en Santo Tomás, de Ávila.
Fuente: https://micamara.es/real-monasterio-santo-tomas/
En España, los claustros
catedralicios alcanzaron, en la época gótica, un desarrollo y esplendor no
superados en ningún país, también influyeron poderosamente en el arte
franciscano. Los elementos del claustro gótico son: el muro del fondo, la
arquería lateral y la cubierta.
1. El
muro del fondo. Liso y unido generalmente en el claustro románico, es por el
contrario, de estructura compuesta en el gótico, por lo menos en los de época
avanzada, dentro del estilo gótico; una serie de arcadas ciegas que
corresponden a las caladas fronteras, y cuyos vanos se aprovechan para
colocar sepulcros o capillas. En estas arcasas se prodiga la ornamentación en
arquivoltas, fajas, impostas, etc., como en San Juan de los Reyes en Toledo.
San Juan de los Reyes, Toledo Fuente: http://www.xn--espaaescultura-tnb.es/es/monumentos/toledo/monasterio_de_san_juan_de_los_reyes.html
1. La
arquería exterior varía según la clase de cubierta. En los claustros de menor
importancia, techados de madera, la arquería tiene los mismos elementos que la
románica, un podio o banqueta general, una serie de columnas y de arcos que
sobre ellas cargan. Pero todo esto, que era muy robusto en la arquitectura
románica, se utiliza hasta lo inverosímil
en la gótica: el podio es de poco espeso, las columnas se adelgazan o
convierten en un haz de junquillos, los arcos son apuntados, las basas y
capiteles son los propios del estilo. Arquería exterior San Juan de los Reyes, Toledo
1.
En
los claustros de verdadera estructura gótica, con cubierta de bóvedas de
crucería, la arquería exterior se aparta por completo de la forma románica.
Está aquella formada por grandes arcadas, separadas por pilares y contrafuertes,
y entre ellos una tracería casi maciza al principio, y sutilísima después, y
siempre desprovista de vidrieras, llena el vano. En los claustros de
transición, ésta tracería idéntica a la de los claustros románicos, cobijada
bajo el gran arco formero de la bóveda. Luego la tracería pasa a ser igual a la
de los grandes ventanales, cuyas vicisitudes sigue desde las más puras del
trazado hasta las fantasías más caprichosas de San Juan de los Reyes de Toledo. La
cubierta es, o de madera, artesonada o de bóveda. Áquella es propia de las
regiones donde persiste la tradición románica (Galicia y Cataluña), o musulmana
(claustros de Andalucía). La bóveda propia de los claustros góticos es la de
crucería, y son en general de un solo piso. Tiene dos de la misma época San
Juan de los Reyes, pedido por el desnivel del terreno y la disposición
conventual; pero son más frecuentes los que tienen un piso sobrepuesto en
distintas épocas y diferente estilo. En los claustros
góticos españoles se destacan claramente varios grupos. El grupo de claustros
con madera y arquerías sutilísimas, en su mayoría del siglo XV, es propio de
Cataluña y su región, como los restos de San Francisco de Gerona, y el de San
Francisco de Palma de Mallorca, éste último de una ligereza inverosímil. Detalle de un claustro ojival con
crestería, claustro de la catedral vieja de Lérida, siglo XIV, gótico catalán. Claustro de la colegiata de San Vicens,
con sus esbeltos arcos ojivales, Barcelona, siglo XV. Real Monasterio de Santa María de Poblet Claustro de San Francisco de Gerona Fuente: https://www.monestirs.cat/monst/girones/cgi11fran.htm Claustro del convento de San Francisco,
Palma de Mallorca. Se puede apreciar la cubierta de madera. También se puede apreciar este grupo de cubierta de
madera y arquerías casi románicas en Galicia. Como el de San Francisco de
Orense (del 2° cuarto del siglo XIV). Bastará citar como ejemplo típico el de
San Francisco de Lugo, dentro de las líneas generales del tipo románico
benedictino, con detalles equiparables a los más antiguos de Cataluña y Aragón,
como lo demuestran las columnillas que apean las arquivoltas, a pesar de
pertenecer al siglo XV, 1455. Claustro de San Francisco de Orense.
Románico-gótico, siglo XIV
Fuente: https://www.turismo.gal/recurso/-/detalle/10804/claustro-san-francisco?langId=es_ES&tp=8&ctre=34 Claustro de San Francisco de Lugo
También en Castilla, ya en la decadencia, existen buenos
claustros con techumbre de madera, del tiempo de los Reyes católicos, y también
otros con influencia mudéjar. Monasterio de San Andrés del Arroyo – Santibáñez de Ecla – Destino
Castilla y León Claustro de Santa María Real de Nieva, Segovia Fuente: http://www.eladelantado.com/provincia-de-segovia/polemica-claustro-la-iglesia-santa-maria/
Pertenece al siglo XIV el desarrollo de los claustros
ojivales en toda su pureza de formas. Amplias proporciones, gran diafanidad,
esbeltos pilares baqueteados, espléndidas tracerías, ligeras bóvedas de
crucería y magnífica decoración vegetal de capiteles, repisas, archivoltas y
claves son las características de los claustros de este grupo. Por el exterior,
cornisas, antepechos, glabetes, estatuas y pináculos. Como se ve por lo dicho, todos estos claustros, aun los
que pertenecen a finales del siglo XV, conservan cierta sobriedad y pureza,
propias de la buena época del arte gótico. Por eso puede señalarse, como
excepción que constituye un grupo aparte, el claustro de San Juan de los Reyes
de Toledo, obra de Juan Guas, que comenzó la iglesia en 1477, por encargo de
los Reyes católicos. Aun en este mismo claustro, donde ya en el estilo gótico
se fantasea por modo notable, se encuentran respetados los cánones del estilo:
el podio, los ventanales del arco apuntado con tracería, los contrafuertes
exteriores con pináculos y cardinas, los pilares interiores baqueteados. Le siguen en la degradación, pero también en el respeto a
las características del claustro gótico, aunque alteran profundamente los
detalles, ese grupo de obras del tránsito al renacimiento, típicas de la
arquitectura española de la primera mitad del siglo XVI. Son aquellos claustros
que,, conservando todos los elementos citados, y siendo en su conjunto góticos,
tienen pilares con perfiles o capiteles clásicos, contrafuertes de columnas
abalaustradas, bóvedas de crucería con claves de motivos o ejecución de acento
italiano excesivamente colgantes, inscripciones en letras romanas, como el
claustro de San Bartolomé, de Bellpuig (Lérida), asimismo torsas y arcos
caprichosos (66). Claustro
del convento de San Bartolomé de Bellpuig, Lérida Fuente:
https://hiveminer.com/Tags/bellpuig%2Cespa%C3%B1a Otro elemento propio de las iglesias de los mendicantes
es el púlpito fijo, haciendo cuerpo
con la arquitectura, elemento imprescindible para una orden religiosa como la
franciscana, dedicada de manera especial a la predicación con gran concurrencia
de público, de ahí que apenas se encuentre en escena hasta entonces. También
son típicas de las iglesias de los mendicantes la profusión de tumbas de familias particulares y de
artesanos inscritos en los numerosos gremios de la época, las cuales
pavimentaron literalmente el suelo de los claustros, las naves y las capillas
de las iglesias. Reformados
o recogidos, siglos XIV, XV Después del pontificado
de Juan XXII (1316-34), por reacción a la comunidad y a tanto desconcierto
existente dentro y fuera de la orden, favorecidos por los papas de Aviñón,
comenzaron a aparecer en España diferentes grupos que aspiraban a la
observancia de la Regla para los eremitorios, y del Testamento de San
Francisco, preferentemente a la regla bulada del mismo Fundador para todos los
religiosos, aprobada por el papa Honorio III en 1223. Los grupos reformados aparecieron casi simultáneamente en
las tres provincias franciscanas: Santiago, Castilla y Aragón. En 1388, Fr.
Rodrigo Martínez de Lara, Fr. Diego Arias de Asturias, Fr. Gonzalo Mariño y Fr.
Pedro Díaz, todos de la provincia de Santiago, obtenían licencia para retirarse
a un desierto de Extremadura, donde fundaron el eremitorio de Santa María de
los Ángeles, de Robledillo de Valdárrago (Cáceres). Bonifacio IX, papa romano,
en 1392, autorizaba la fundación del nuevo eremitorio. En 1407, Benedicto XIII,
papa de Aviñón, convalida la erección de siete eremitorios, y en 1432, el
número de los mismos se eleva a once, todos bajo la autoridad del ministro
provincial de Santiago (67). El primer documento conocido hasta ahora relacionado con
la reforma en la provincia de Aragón, es un breve de 1390 en el que el papa
Clemente VII autoriza las fundaciones de Manzanera y Chelva. En 1403, por breve
de Benedicto XIII, se funda el eremitorio de Santo Spíritu del Monte, de Gilet
(Valencia). En las siete custodias de la extensa provincia de Castilla fueron
apareciendo eremitorios bajo el signo de esta reforma desde finales del siglo
XIV, los cuales, en 1415, sumaban más de doce. Se distinguió en esta provincia
la reforma de Fr. Pedro de Villacreces († 1422), la mejor conocida por haberse
conservado de la misma interesantes documentos. Fr. Pedro obtuvo en 1395 una
bula autorizándolo a formar, con otros religiosos, una comunidad de estrecha
observancia en Nuestra Señora de la Salceda (Guadalajara). Ruinas
del eremitorio de Nuestra Señora, La Salceda, Guadalajara. Hacia 1403 dio forma a
su ideal el eremitorio de Domus Dei, de La Aguilera (Valladolid); en 1415 fundó
el de Santa María de Scala Coli, de El Abrojo (Valladolid). Ambos llegarían a
convertirse en dos centros de espiritualidad de gran fama por su retiro y austeridad. Ruinas
del eremitorio de Santa María de Scala Coeli, de El Abrojo (Valladolid) Discípulos suyos fueron Fr. Pedro de Santoyo, San Pedro Regalado y Fr.
Lope de Salazar y Salinas († 1465), a quien se atribuye la configuración
característica de aquella vida entre franciscana y cartuja. Estos religiosos
residen en casas de oración y recogimiento, donde se hacía una vida muy austera,
eremítica y apartada de las ciudades, opuesta a la vida comunitaria de los
conventuales. Sus conventos, sencillos y pobres, construidos de adobes, eran
pequeños, para residencia de veinticinco moradores. Las iglesias, también
pequeñas y bajas, tenían la cubierta de madera, aunque se admitían algunas
pinturas que movieran a contrición y penitencia. La custodia de Santa
maría de los Menores celebró su primer capítulo en el eremitorio de Santa
María, de Linares, cerca de Belorado (Burgos), el 20 de diciembre de 1457,
presidido por el custodio Fr. Lope de Salazar, con la asistencia de 70
religiosos. Allí se promulgaron las Constituciones
de la custodia (68). Los modelos a seguir,
en cuanto a su tamaño y distribución, habían de ser el de San Bernardino de la
Sierra, cerca de Fresneda (Burgos), uno de los mayores eremitorios –hoy en
ruinas-; y el de San Antonio de la Sierra, también en Fresneda. DE esta
arquitectura no quedan restos ni supervivencias debido a su endeblez, a su
alejamiento de los focos urbanos y a las destrucciones ocasionadas por los
franceses y las leyes de exclaustración del gobierno español a comienzos del siglo
XIX. De estos minúsculos eremitorios solamente de tres se conservan detalladas
descripciones. La Salceda, La Aguilera y San Antonio de la Cabrera (Buitrago,
Madrid). En éste se establecieron los frailes el año de 1400 en una ermita
benedictina de estilo románico, dedicada a San Julián, donde introdujeron
escasas reformas (69). Alarifes franciscanos La primera pregunta que surge am entrar en el terreno de las
construcciones franciscanas es saber quiénes edificaron sus iglesias y
conventos. Lo más natural hubiera sido pensar que religiosos especializados en
el noble arte de la construcción fueran los encargados de estas labores. No
disponemos de documentación suficiente para afirmarlo o negarlo. En el breve de Gregorio
IX, Cum
sicut, del 11 de diciembre de 1237, dirigido al custodio de los
frailes menores de Zamora, le ruega designe dos religiosos competentes de su
orden que se pongan al frente de las obras del monasterio de las damianitas que de nuevo se construía en
dicha ciudad (70). No sabemos
quienes hayan sido estos religiosos maestros de obras, pues esta disposición
pontificia nos inclina a creer que por estas fechas, religiosos especializados
eran los encargados de dirigir la construcción de los edificios franciscanos. Tanto el cronista P.
Castro como López Ferreiro (71) hacen mención honorífica de Fr. Fernando de Bolaños, natural de Lugo,
donde construyó el puente sobre el río Miño; en agradecimiento a tan señalado
beneficio, sus paisanos le hicieron una celda en el convento, la cual, en
tiempo del P. Castro, estaba convertida en librería. Sin embargo, parece ser
que no fue constructor sino procurador de las obras, pues por escritura (72) de 1336, consta que eran “procuradores da
obra da ponte de Lugo, que está enno río Miño”, Fr. Fernando de Bolaños y Gómez
Peláez de Cruz, los cuales, “en nome e en vos da dita obra da ponte de Lugo”,
otorgaron a favor del cabildo lucense escritura de venta de una casa, por
precio de 75 maravedís, “para os meter eno lavor e obra da dita ponte”. Geografía del arte franciscano Distribuimos nuestro estudio en tres zonas principales correspondientes
a las tres provincias madres en las que estaban organizados los frailes menores
de España durante la edad media: 1. Provincia de Santiago, comprendía Galicia,
Asturias, León, provincias de Salamanca, Cáceres y buena parte del Norte de
Portugal; 2. Provincia de Castilla, comprendía las dos Castillas y Andalucía; y
3. Provincia de Aragón, donde estaban incluidos todos los conventos de Aragón,
Valencia y las Baleares. Galicia Aquí, donde el gótico peninsular tiene sus orígenes, como lo demuestran
la bóveda de ojivas utilizada por el Maestro Mateo en la Cripta del Pórtico de la Gloria, de la catedral de
Santiago en 1168 y el pórtico occidental de la catedral de Tuy, ca. 1125,
durante el pontificado de Esteban Egea, los franciscanos, que llegan a Santiago
en los comienzos del siglo XIII cuando el mencionado Maestro todavía estaba
vivo, adoptan el nuevo arte. Como los nuevos religiosos también eran pobres por
la ley de su instituto, fundieron muy bien todos los caracteres y necesidades,
surgiendo un tipo de arquitectura ojival propia de las iglesias conventuales
que llega hasta el siglo XVI. Todos estos templos,
modestos, muy sencillos siempre, y de dimensiones tanto el altura como en longitud,
no excesivas, lógico resultado de las disposiciones legales de la orden y de
las ideas heredadas del Císter, presentarán normalmente una planta de cruz
latina, o en forma de tau, de una
sola nave en el brazo mayor, con cubierta de madera. Cabecera de tres ábsides
poligonales de menos anchura que la nave. La estructura es la siguiente: arcos
transversales apuntados, sólo en la de una nave, y siempre de crucería en los
ábsides, contrafuertes sencillos. Pilares de estructura románica, con basas y
capiteles de igual estilo; ventanas muy rasgadas entre los contrafuertes, sin
tracería en general (73). La
ornamentación será siempre muy escasa, centrándose en puntos determinados,
generalmente en la cabecera de los mismos. Los motivos empleados serán de tipo
geométrico, vegetal y figurativos, estos últimos más bien religiosos que
profanos, de labra poco cuidada. Creado en Santiago el
tipo de iglesia franciscana, éste se extendió por el resto de Galicia, más su
empleo no implica repetición o identidad absoluta en todos los ejemplares, si
bien se repetirán siempre los rasgos definitorios de todos ellos. Así, mientras
que todos ellos tienen tres ábsides, los de San Francisco de Vivero, y Santa
Clara de Pontevedra, tienen uno; y frente a capillas de planta rectangular,
quizás por influencia cisterciense, como san Francisco de Betanzos y de La
Coruña, la mayoría son de planta circular, todos con una sola nave. Para la aparición del
arte gótico en Santiago es sumamente importante la peregrinación al sepulcro
del Apóstol de Fr. Francisco el año de 1214. El año de 1222 los franciscanos de
Val de Dios tenían terminada la construcción de su convento e iglesia. Durante el pontificado
de don Bernardo II (1224-37), arzobispo de Santiago, los frailes de Val de Dios
ya gozaban de reconocido prestigio, pues en un catálogo de la biblioteca del
mencionado prelado, del 20 de abril de 1226, se dice que los frailes de Val de
Dios tenían “epistolae Pauli, in uno volumine”, mientras que la relación de
libros que entonces poseían los dominicos de Bonaval, era algo mayor. En otra
relación anterior, de los años 1222 y 1230, que corresponden a las eras 1260 y
1268, en las que se menciona a Fr. Pedro de Odoario y Fr. Martín de Fernando,
es decir, Fernández, moradores en dicho convento, sostienen un animado
intercambio de préstamos de numerosos e interesantes libros con la biblioteca
del señor arzobispo, como las Sentencias de
Pedro Lombardo; Colecciones de
Casiano; Sermones de San Bernardo;
obras de Tolomo, Alfarabi, etc. Esto quiere decir que
para estos años en Val de Dios ya tenían convento e iglesia, además de colegio
o estudio conventual con un doctor o maestro al frente, para lo cual
necesitaban las “Sentencias” de Pedro Lombardo, y las otras obras mencionadas.
El año de 1245, el canónigo don Juan Pérez deja 20 sueldos a los frailes de val
de Dios. Y en e1261 don Fernando Alonso, vicario general del arzobispo don Juan
Arias, de consentimiento del cabildo, donó a los frailes de Val de Dios la
tercera parte de la fuente del lugar de Vite, que los mismos religiosos habían
derivado hacía su convento bajo la dirección de Pedro Boneth, maestro de obras
de la catedral; el cronista P. Castro trae el documento con la fecha equivocada
(74). En el libro
17, n° 11, de los pergaminos de Santa clara de Santiago, se encuentra el
testamento de Sancha Martís de Tudela, del 26 de abril de 1334, y en una de sus
cláusulas dispone lo siguiente: “Mando meu corpo soterrar enna claustra do
moesteiro de San Francisco, cabo du jas meu irmaon Guaon Martís”. Firma como
ejecutor del testamento Fr. Juan de Boyseas, doctor de San Francisco de
Santiago. La estancia de fray
Francisco de Compostela tuvo que dejar un grato recuerdo no solamente entre los
moradores de la ciudad, sino principalmente en el corazón de los pocos
religiosos que allí permanecieron cultivando la semilla por él sembrada. Era
necesario pues que el primer convento de la que habría de ser la provincia de
Santiago, se fundara en la ciudad de las peregrinaciones, y que este convento e
iglesia sirviera de modelo y guía a los que después se construyeran. Según el
profesor Cáñamo (75), teniendo en
cuenta el tipo más frecuente que caracteriza a otras construcciones gallegas
conservadas, llega a la conclusión de que tenía planta de cruz latina con una
nave y otra de crucero, las dos con cubierta de madera, y una o tres capillas,
con bóveda de crucería en la cabecera; la considera punto de partida para la
construcción de los templos franciscanos de la región. La doctora Manso (76), tomando como base una cláusula del testamento
de Elvira Pérez, en 1348, en la que deja una importante cantidad con destino al
convento de San Francisco para la “obra de dentro do coro do capitel (sic) que
está por faser”, concluye afirmando que la primacía del tipo franciscano ha de otorgarse
a las iglesias franciscanas de Orense y Pontevedra, que reemplazaron a su
primitivas fábricas en fechas más tempranas que la de Santiago. La doctora
manso cree que esta cláusula tardía de 1348 es la única mención que se hace
sobre la construcción de esta iglesia; nosotros creemos que se concluyó hacia
1261, y que antes del año 1334 ya se hacían enterramientos en su claustro. El claustro se hallaba
contiguo a la iglesia por el lado del evangelio, coincidiendo poco más o menos
con el actual claustro del siglo XVII, donde todavía se conservan cinco arcos
góticos del siglo XV, de entrada al capítulo. En 1520 se hizo una torre, hoy
desaparecida, en la antigua iglesia, según contrato firmado por Fr. Juan de
Carvajal con los canteros Pascual Gracia, Lope Ares y Juan de Linares. Durante
los años 1540-44, volvían a estar de obras en dicha iglesia, pues el maestro de
obras Pedro Fernández dio la traza para las torres. La iglesia de San
Francisco de Orense, es de una sola nave, crucero acusado en planta y tres
ábsides poligonales. El Claustro, del siglo XIV, con cubierta de madera y
capiteles con monstruos y motivos vegetales. La de San Francisco, de Betanzos,
edificada por Fernán Pérez de Andrade “O Boo”, fallecido en 1397, una de las
más interesantes de Galicia, es de una nave con capillas laterales, crucero y
tres capillas absidales. Nada queda del claustro y del convento, mandados
destruir por la Diputación de La Coruña, el año 1836, para empedrar las calles. La iglesia de San
Francisco de Lugo, hoy parroquia de San Pedro, del siglo XIV. La portada está
formada por un arco trilobulado enmarcado por una triple arquivolta apuntada.
La decoración se reduce a unas sencillas formas geométricas, lo que preludia el
interior, que también es de una gran sobriedad decorativa, conformando un
ejemplo paradigmático del gótico mendicante. Sobre ella hay un gran ventanal
que recorre verticalmente toda la fachada, formado por un arco de medio punto
que remata en una chambrana decorada también con formas geométricas.
Junto a la
portada, en el lado norte, se sitúa la torre campanario, de planta cuadrada, y
adelantada al cuerpo de la iglesia. También junto a la portada, pero en el lado
sur, se encuentra la capilla de la Venerable Orden Tercera. Es una construcción
de finales del siglo XVII, con planta cuadrada y cubierta con bóveda de cañón. El interior se estructura en torno a
una única nave con crucero, formando una cruz latina, con tres ábsides
poligonales, el central de mayor tamaño. Las dos naves se cubren con una
sencilla cubierta de madera soportada con arcos diafragma. Este sistema constructivo
era mucho más rápido y más barato que las pesadas bóvedas de crucería, para las
que había que levantar un complicado sistema de contrafuertes.
El interior
resulta muy luminoso, gracias a las ventanas que se abren en los ábsides, el
ventanal de gran tamaño que se encuentra en el muro de los pies, y en el
rosetón vidriado que puede verse en el lado meridional del crucero. Destacan
algunos sepulcros nobiliarios de gran interés, situados en las capillas
situados en los ábsides laterales. Al norte de la iglesia se sitúa el
claustro, al que se abren la cocina y el refectorio, que son las únicas
dependencias que se han conservado. Todas ellas se encuentran integradas en el
Museo Provincial de Lugo. El P.
Rodrigo de Aguilar, que en el año 1440 ya era guardián del convento, y en 1455
comenzó estas obras. La de San Francisco de Pontevedra, de los siglos XIV y XV,
es de una nave cubierta de madera, crucero, ábsides con bóvedas de crucería, y
magnífico rosetón en el hastial sur. La de Santa Clara de la misma ciudad,
también de los siglos XIV y XV, la única medieval de monjas que se conserva en
Galicia, tiene una nave cubierta de madera y un esbelto ábside poligonal más
alto que la nave, con bóveda de nervios radiales en forma de abanico. El
convento de clausura de Santa Clara ha cerrado. Este cierre supone cerrar las
puertas del convento y de más de siete siglos de historia de Pontevedra,
pues el convento data del siglo XIII. Era uno de los recintos religiosos más
conocidos de la ciudad, al ser cita tradicional para todas las parejas que se
querían casar y acudían a entregarles huevos a las religiosas y a pedirle buen
tiempo para el día de la boda. La
iglesia de San Francisco de La Coruña, de los siglos XIV y XV, es de cruz
latina, de una nave en el brazo mayor y otra en el crucero; tres capillas en la
cabecera, las laterales de planta rectangular, y la central poligonal, ésta
cubierta con bóveda nervada, de abanico, y las otras dos con bóveda de
crucería. La de San Francisco de Vivero, del siglo XIV y XV, una de las más
esbeltas y grandiosas de Galicia, tiene planta de cruz latina y un ábside
poligonal con cinco altos y estrechos ventanales cubierto con bóveda de
abanico. Claustro del siglo XVII, de arcos semicirculares sobre pilastras en el
cuerpo bajo, huecos adelantados, también sobre pilastras, en el alto (77). Fuera de
los límites de Galicia son interesantes, la iglesia de San Francisco de
Villafranca del Bierzo, consta de una nave cubierta con muy rica armadura
mudéjar de alfarje de ocho ataurejado. En su almizate hay señales de cinco
ramos mozárabes llenando el campo de los polígonos formeros de los lazos; tiene
diez pares de tirantes sobre canecillos y un tirante más al principio y al fin;
los alicares son lisos, y una especie de solera
corre alrededor sobre pequeños medallones aquillados de buen gusto. Todo
ello se halla pintado con follaje de gusto gótico y con los escudos de armas de
don Pedro Álvarez Osorio (1410-1483), I Conde Lemos, y de su esposa doña
Beatriz Enríquez de Castro, lo que permite fechar el artesonado en la segunda
mitad del siglo XV. (78) La de San Francisco de Avilés, actualmente iglesia
parroquial, de hacia 1461, de tres naves, estilo de transición de arte
bizantino al gótico, y aunque el terremoto de 1522 derribó mucha parte del
edificio, apenas se conoce la alteración de su fábrica primitiva. Muy
interesante también la de Santa Úrsula, de terciarias regulares, hoy clarisas,
de Salamanca, mandada construir en 1493 por el arzobispo compostelano don
Alfonso II de Fonseca y Acevedo, de una nave, cubierta por dos bóvedas de
crucería y otra sobre la capilla mayor, muy esbelta y adornada con seis
lucillos de arco rebajado. Castilla
En la parte central de España, de norte a sur, ha habido muchos
edificios franciscanos, la mayor parte de los cuales han desaparecido,
destruidos por los franceses en 1809, o por las leyes progresistas del gobierno
español de 1835. En las Vascongadas las iglesias franciscanas suelen ser de una
sola nave, dominando el vano y el hueco, el muro suplantando al sistema de
pedestales y sostenes, como en la iglesia de Vitoria. La de Bermeo se distingue
por su grandeza, su amplio ábside pentagonal, con un presbiterio en plano
bastante más elevado que el resto del templo, grandes ventanales y ocho
capillas salientes al exterior; de la primitiva obra se conserva el claustro
bajo, ojival, de modesta y sencilla galería de piedra.
En la provincia de
Burgos, el monasterio de Santa Clara de Briviesca, del siglo XVI, de una nave
cubierta con bóvedas de crucería que apoyan sobre esbeltas columnas levantadas
encima de la moldura general del templo; Retablo
del Árbol de Jesé, monasterio Santa Clara de Briviesca Bóveda
de la Iglesia de Santa Clara de Briviesca. https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/burgos/cclarbri.htm capilla mayor de planta octogonal, se cubre con bóveda de crucería con
varios cairelados. El convento de Santo de San Francisco, de Santo domingo de
la Calzada, levantados según planos de Juan de Herrera en 1571, que hizo
también el proyecto de la iglesia y su altar mayor. La iglesia es un espléndido
templo renacentista en forma de cruz latina. En su crucero está el
enterramiento de su fundador, Fr. Bernardino de Fresneda, confesor de Felipe
II; el mausoleo es de alabastro, con magnífica estatua yacente cuya cabeza
reposa sobre almohadón de labor tan primorosa como la de las telas y
ornamentos, escudos y ángeles que lo componen.
En Palencia San
Francisco, del siglo XIV, de una nave y elegante espadaña. Interesante el de
Santa Clara, construido por don Alfonso Enríquez, Primer Almirante de Castilla,
y su mujer doña Juana de Mendoza, para sepulcro de los almirantes, se encargó
de las obras, hacia 1431, Diego García; el templo es de tres naves incluidas en
un rectángulo, con única entrada por un costado. En la misma provincia de
Palencia, el de Santa Clara de Astudillo, fundado en 1355, por doña María de
Padilla, elegido para su enterramiento. El convento es de notable obra morisca,
y la iglesia, pobre, se cubre con armadura morisca. (79) Presbiterio de Santa Clara de Astudillo,
1353 https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/palen/castud.htm En Valladolid fue célebre el convento de San Francisco, fundado en el
siglo XIII; sin embargo, la construcción definitiva debió de ejecutarse por los
siglos XIV y XV, de acuerdo con los modelos góticos de entonces, pasando a ser
posteriormente uno de los más ricos artísticamente de Valladolid. El palacio de Pedro I y de doña María de
Padilla, en la segunda mitad del siglo XIV, se fundó el monasterio de Santa
Clara en Tordesillas, cuya iglesia es de una nave con capillas, cabecera
cuadrada muy profunda y cubierta con bóvedas de crucería sencilla, y Fundado en el año 1363, este convento de clarisas se
instaló en los palacios mudéjares ya existentes, edificados por los reyes
castellanos Alfonso XI y Pedro I entre 1340 y 1354 https://www.artehistoria.com/es/monumento/convento-de-santa-clara-de-tordesillas capilla mayor con riquísima techumbre de madera; obra importante de arte
mudéjar. (80) San Francisco
de Medina de Ríoseco de 1491, fundación de don Fadrique Enríquez de Cabrera, IV
almirante de Castilla, es de una nave, con bóvedas de crucería complicadas y
capillas laterales; crucero en alzado y cubierto con cúpula de transición
gótica. La sillería y reja del coro bajo, es obra de Cristóbal de Andino, de
1532, costeada por don Fadrique Enríquez, quien ordenó colocarla como cierra de
la capilla mayor de la iglesia, donde tenía su enterramiento, se encuentra
actualmente en la iglesia de Santa María de Mediavilla, de la misma ciudad. (81) La iglesia clarisana de San Antonio el Real de Segovia de 1488, obra del
maestro Xadel Alcaide, es un caso singular por la combinación de gótico y
mudéjar, agujas de crestería, con dos claustros. San Francisco de Ávila de los
siglos XV y XVI, es de una nave con cuatro tramos y ábside poligonal por dentro
y circular por fuera; bóvedas de crucería estrelladas y apoyadas en ménsulas.
San Francisco de Guadalajara de 1394, tiene una iglesia de una nave con bóveda
de crucería y capillas laterales; y la de Santa Clara de la misma ciudad, de
comienzos del siglo XIV, es de tres naves, la central cubierta con armadura de
par y nudillo, y sólo un ábside, con bóveda de ocho nervios. Los franciscanos se
establecieron por primera vez en Toledo, hacia el año 1219, en el convento de
San Antonio Abad, de la Bastida, en las proximidades de la ciudad. En 1280 ya
se habían trasladado al interior de la ciudad en un nuevo convento con título
de San Francisco, cuyo templo, levantado sobre el siglo XIV, constaría de tres
naves, la central y dos laterales con capillas. El claustro, con pinturas, es
rectangular, más alargadas las alas septentrional y meridional, subdivididas en
cinco tramos, cubiertas con sencilla bóveda de crucería que apena pilares
achaflados, conforme al modelo toledano. (82) La obra cumbre del arte franciscano en Toledo es el convento de San Juan
de los Reyes, mandado edificar por los Reyes Católicos al arquitecto Juan Guas,
para conmemorar la victoria de Toro en 1476. La iglesia de una sola nave, con
capillas laterales entre los contrafuertes, crucero, capilla mayor pentagonal,
y coro en alto a los pies. Bóvedas de crucería sin nervios, crucero en la nave
y cimborrio octogonal con bóveda de crucería estrellada en el crucero.
Bellísimo claustro, de dos pisos, con fina y abundante decoración. Es este
templo el tipo de arquitectura franciscana más blasonada o rica en escudos, y
la más decorativa. Una réplica, tal vez más suntuosa que esta, fue la iglesia
de Santa María de Jesús que don Gutierre de Cárdenas, y su esposa doña Teresa
Enríquez, encomendaron a Juan Guas para los franciscanos de Torrijos, hoy
desaparecida. El monasterio de San Juan de la Penitencia, también de Toledo,
quemado en la pasada guerra española, fundado el año 1514 en una casa de los
Pantoja, para terciarias franciscanas regulares, tenía una iglesia de una nave,
sin capillas, cubierta de artesón, la nave, y el crucero y capilla mayor con cúpula
de alfarje con flores. San
Juan de los Reyes, Toledo https://toledomonumental.com/san-juan
En la región andaluza,
donde ha habido excelentes edificios franciscanos, la mayor parte desaparecidos,
acusa influjos de las escuelas moriscas de la zona y del arte gótico importado
por Castilla. El convento de la Consolación de Alcalá la Real (Jaén), de
terciarios regulares, edificado en 1506, con un claustro alto y bajo en hermoso
patio cuadrado, tiene una iglesia con un magnífico crucero de estatuas y
molduras y catorce altares, el mayor de jaspe encarnado con las gradas que a él
conducen; esbelta torres de tres cuerpos. El monasterio de clarisas de Santa
Isabel la Real, de Granada, fundado por Isabel la católica en 1501, tiene una
portada al parecer de Enrique Egas. Una nave y capilla mayor, cubierta aquella
con hermoso techo morisco con tres pares de tirantes y pinturas; y está con
artesonado. Dentro del convento se conserva el palacio moro de Daralhorra, o casa de la reina. https://en.yelp.be/biz/palacio-de-dar-al-horra-granada El monasterio de
clarisas de Santa Isabel de Sevilla, de finales del siglo XIV, de gran pureza
gótica, tiene una iglesia de tres naves, formando cruz latina en el alzado
sólo, con tres +ábsides, poligonal de cinco lados en el centro, y cuadrados los
laterales. Las bóvedas son de crucería, de piedra y ladrillo, con diagonales y
espinazos. Convento
de clarisas de Santa Isabel de Sevilla, s. XIV https://alminarserviciosculturales.wordpress.com/2013/11/25/visita-al-convento-de-santa-isabel/ El célebre convento de
Santa María de La Rábida (Huelva), de influencias decisivas en el
descubrimiento de América, tiene una pequeña iglesia del siglo XIV, de una nave
con un ábside y coro alto, a los pies, sobre columnas, y restos de pinturas de
finales del siglo XV. Este pequeño monumento acusa influjos de la escuela
morisca sevillana y del arte gótico importando por Castilla en Andalucía. Interior
del convento de Santa María de La Rábida (Huelva), gótico-mudéjar, s. XIV Aragón Los templos del levante
español se distinguen por la mayor anchura de su nave central, el
aprovechamiento de los espacios comprendidos entre los contrafuertes para
alojar las capillas, una deficiente iluminación y la escasa importancia
concedida a los arbotantes, lo que hace los exteriores macizos y faltos de esa
ligereza característica del gótico. Las torres suelen ser poligonales y
terminar el plano. El material de construcción es frecuentemente el ladrillo, y
en algunas regiones influenciadas por el arte mudéjar. La iglesia de las
clarisas de Santa María de Pedralbes (Barcelona), de 1326, es de una sola nave,
capillas laterales entre los contrafuertes, ábside poligonal con fuertes
estribos y bóvedas de crucería sencilla. Torres octagonales y amplio claustro
de tres pisos, los dos inferiores con arcos apuntados sobre delgadas columnas. La iglesia de las clarisas de Santa Catalina en Zaragoza,
construida entre los años de 1539-77, cuya fábrica es de ladrillo, corresponde
al gótico levantino, de una nave con cabecera poligonal y bóveda de crucería de
arcos diagonales. El convento de San Francisco de Tarazona en Zaragoza, de
últimos del siglo XV, de ladrillo, conserva su iglesia de una larga nave con
capillas entre los contrafuertes, cubierta con bóveda de crucería estrellada;
claustro compuesto de dos cuerpos, ambos de planta cuadrada cubiertos con
bóveda de arista; conserva la sala donde el 11 de octubre de 1495, Fr.
Francisco Jiménez de Cisneros fue consagrado arzobispo de Toledo en presencia
de los Reyes Católicos.
ESCULTURA La estatutaria gótica
se halla subordinada a la arquitectura. Son las portadas de las iglesias,
fundamentalmente las de los pies del templo y brazos del crucero, los conjuntos
más adecuados de la escultura gótica. El retablo, que nace ahora, pequeño
todavía en el siglo XIII, se desarrolla considerablemente en el XIV, y más aún
en el XV, adquiriendo entonces proporciones gigantescas. Finalmente, el
sepulcro, se convierte en uno de los géneros escultóricos principales, bien en
forma de túmulo o lecho funerario, rodeado de estatuillas, o de arco rehundido
en el muro. No sabemos de ningún franciscano que durante este período
se hubiera dedicado a las artes plásticas. Sin embargo, los nobles y las
cofradías pronto eligieron nuestras iglesias para colocar un retablo en la
capilla dedicado a su celestial patrono, o para elevar un suntuoso sepulcro
para su descanso. En todas estas obras la figura humana recobra el aplomo
perdido, y el naturalismo da un paso capital, procurando individualizar los
rostros, que se convierten en verdaderos retratos. El santo preferido en estas
obras será Francisco, convirtiéndose en frecuente tema desde el siglo XIII. (83) Parece ser que Fr. Francisco,
después de haber estado en Santiago el año 1214, pasó a Portugal donde no
recorrió más que la zona comprendida entre las cuencas de los ríos Miño y
Duero, trasladándose a Castilla por Ciudad Rodrigo, cuando estaban construyendo
la Catedral. En un salmer de la nave central puede verse actualmente la imagen
de Fr. Francisco, descalzo, con bastón de peregrino, semblante juvenil, sin barba,
y las orejas erguidas. Vuelve A repetirse dos veces en algunos capiteles del
lado del evangelio, y en la portada occidental en otros dos asuntos. En una de
estas figuras aparece representado con los estigmas, año 1224, y en ninguna con
aureola; fue canonizado el año de 1228. Francisco de Asís es con seguridad, después de
nuestro Señor Jesús y la Virgen María, la persona que posee la iconografía más
basta en la historia del arte sacro. Pero ¿Cómo era San Francisco físicamente?
Esto sin duda ha alimentado la imaginación de millones, es por eso que tenemos
por igual innumerables representaciones del santo en pinturas, esculturas e
incluso en el cine. Todos tenemos una imagen de San Francisco en
nuestra cabeza y con el fin de conocer un poco más la figura histórica de San
Francisco, se cree que el retrato más antiguo sobre Nuestro Padre San Francisco
es una pintura hecha al óleo que se encuentra en el Monasterio Benedictino del
Monte Subiaco. Como antecedente de la relación de San Francisco
con los benedictinos tenemos la narración del biógrafo Tomás de Celano. La
Orden de San Benito era la orden monacal más floreciente y con presencia en
toda Italia. A los inicios de su conversión, Francisco fue recibido en un
monasterio benedictino para obtener el sustento donde el abad le asignó el
oficio de ayudante de cocina, pero era tanto el trabajo y pocos los frutos,
decidió marcharse y vivir de otra forma. Años más tarde San Francisco ya con
fama de santidad, el mismo abad del monasterio lo busco y se disculpó por el
trato poco caritativo que él y sus monjes le habían dado durante su estancia en
su monasterio. Específicamente, los monjes que custodian el
Monasterio del Monte Subiaco han explicado a lo largo de los años que la
pintura fue hecha en vida de San Francisco en una visita que realizó al
monasterio por descanso o por retiro espiritual. La afirmación sobre la pintura
es basada por los siguientes criterios: • La imagen hace alusión a la persona como: “Fray
Francisco” y no como “San Francisco”; además de que el personaje no aparece con
aureola a la usanza iconográfica de la época en las imágenes de los santos
canonizados. Es fascinante conocer sobre los aspectos históricos
de San Francisco, y aunado a esto, y posiblemente más importante, también
profundizar sobre su legado espiritual y teológico para observar el Evangelio,
viviendo la fraternidad, la minoridad y la paz. https://espirituyvidaofm.wordpress.com/2018/05/15/el-retrato-mas-antiguo-de-san-francisco-de-asis/ Tienen
el mérito de ser estas las más antiguas representaciones escultóricas de san
Francisco, no sólo en España, sino probablemente fuera de nuestra patria. (84) De esta escultura ya se preocupó en el siglo
XVII un autor franciscano (85), que la califica del “primer retrato de san Francisco que se copió en el
mundo”. Regresando nuevamente a
Santiago, López Ferreiro (86) encontró en un
huerto adyacente a la antigua ermita de San Payo, situada en las faldas del
monte Pedroso, de Santiago, una hermosa estatua, mutilada ya y sin cabeza, de
San Francisco, probablemente del siglo XIII. Las religiosas de Santa Clara, de
Allariz (Orense), cuyo monasterio fue fundado por la reina doña Violante el año
1282, conservan todavía una preciosa Virgen
Abridera, de marfil, aunque de influencia francesa, es obra española,
donada por la fundadora al monasterio; la disposición y decoración de este
precioso producto de la eboraria medieval se ajusta perfectamente al gusto de
finales del siglo XIII. (87) Virgen de Allariz La
Virgen de Allariz una de las dos conservadas del siglo XIII, en su interior
muestra el misterio de la Encarnación.
http://jesus-manuel.com/2015/09/19/1336/ https://www.pinterest.es/pin/59109813847164438/ Una Virgen
Abridera Tríptico es una escultura mariana con dos batientes móviles en su
parte frontal. Al abrir las puertas, la talla se transforma en un tríptico
conformado por tres paneles independientes, cada uno de ellos con escenas
esculpidas y/o pintadas, agrupadas en torno a tres grandes ejes temáticos: la
Trinidad, la vida de Cristo y la vida de la Virgen. Desde el
punto de vista iconográfico su importancia no estriba tanto en los temas
escogidos, sino en las interrelaciones entre ellos. Si hacemos un recuento de
los episodios y motivos representados, comprobaremos que forman parte del
repertorio iconográfico cristiano. Sin embargo, al poner en relación unos temas
con otros se enriquece el simbolismo, apareciendo nociones absolutamente
novedosas como la de Virgen Templo de la Trinidad y, lo que es aún más
importante, permitiendo una polisemia y polivalencia desconocida en el campo de
la escultura mariana. De este modo, las vírgenes abrideras constituyen no sólo
una tipología escultórica, sino además un programa iconográfico coherente con
una compleja red de significados. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4119228 En el tímpano de la puerta
de Nuestra Señora la Blanca, de la catedral de León, año 1270, hay una escena
donde un franciscano conversa con un rey, y una monja, en segundo término,
presencia la plática, la cual podría representar a san Francisco, san Fernando
y santa Clara.(88) En la portada gótico-románica, del siglo XIII, de Santa María la Real de
Olite, en uno de los capiteles, aparece un grupo escultórico figurando a san
Francisco con dos de sus compañeros. El santo sostiene con las manos una filacteria en la cual se lee: “Franciscus pemitens”; penitentes eran
llamados los frailes menores al principio, y no deja de ser significativa la
ausencia de las palabras “beatus”, “sanctus”, lo que inclina a creer que el
grupo es anterior al año 1228, de la de la canonización. (89) Poncio Pedro de Bañeres, fallecido en el año
de 1242, mandó construir un altar en honor de san Francisco, a quien
seguramente conoció personalmente, en el monasterio cisterciense de Santa
Creus, de Tarragona. (90) El 2 de
octubre de 1244 el cabildo de la catedral de Gerona le dedico el altar al
santo. La capilla de Vich,
vulgarmente llamada “Sant Francesch s´hí moría”, porque según la tradición el
santo, a su regreso del viaje a España sufrió aquí un desmayo, está documentada
al año de 1276. Doña Mayor Guillén de Guzmán, después de haber sido amante de
Alfonso X el Sabio, el año 1260 fundó el convento de Santa Clara, de Alcocer,
donde falleció y tiene su sepulcro. (91) NuevaAlcarria.com https://www.penedesturisme.cat/es/que-visitar/patrimonio/real-monasterio-de-santes-creus
Y en la iglesia de San
Francisco en Pontevedra, se guardan los bellos sepulcros góticos del almirante
de la mar y poeta don Payo Gómez Chariño, probablemente el padre del célebre
franciscano Fr. Álvaro Pelagio, fallecido antes del año 1295, el de su esposa
doña María Giráldez Maldonado, y los de otro caballero y una dama desconocidos. En el ábside de la
iglesia de San Francisco de Lugo, se conserva el sepulcro de don Pedro Tello,
hijo del infante don Fadrique, hermano de don Pedro I de Castilla, el cual
falleció el año 1300; excelente escultura funeraria por la perfecta
reproducción de las partes de la armadura y el cuidadoso modelo del rostro. http://www.tonoarias.es/stock-photo/iglesia-de-san-pedro-san-francisco-lugo-galicia-10276.html
A la entrada del
monasterio de las clarisas de Santa Bárbara, de A Coruña, empotrado en un muro,
puede verse un hermoso bajorrelieve, de hacia 1380, con las siguientes escenas:
el Padre Eterno en el trono mostrando al hijo crucificado, entre el sol y la
luna; san Miguel pesando las almas, y Santiago amparando a sus peregrinos, con
san Francisco recibiendo las llagas y Santo Domingo. Todo entre árboles
estilizados. Somos de parecer que procede del antiguo convento de San Francisco
de la misma ciudad, pues el monasterio antes de terciarios regulares, quedó
agregado a la provincia el año 1464, siendo provincial el P. Pedro Ferrer.
Filgueira Valverde cree que formo parte de un baldaquino de la capilla de la
santa que existía en el mismo lugar. (92) https://www.turismo.gal/recurso/-/detalle/10770/as-barbaras?langId=es_ES&tp=8&ctre=34
En el
centro, a los pies de la nave de la iglesia de San Francisco de Betanzos está
situado el mejor monumento de Galicia,
el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, o Bo, fundador de la iglesia, fallecido
el año 1397. Destaca por la estatua del noble gallego, yacente sobre la yacija
decorada espléndidamente con escenas de caza y las armas de los Andrade. (93) Otro bajorrelieve
también del siglo XIV, procede del desaparecido convento de San Francisco, de
Salamanca, se conserva en el Museo Provincial de esta ciudad. Lo componen dos
fragmentos de un sarcófago de alabastro, en los que aparece San Francisco
sentado en medio de terciarios, santa Isabel de Portugal entre ellos, y en el
otro la impresión de las llagas. En el monasterio de Santa Clara, de la misma
ciudad, bellos artesonados de par y nudillo, del siglo XIV, recientemente
descubiertos, y en el mismo monasterio, magnífico Cristo gótico bizantino del
siglo XIV. Obra del orífice valenciano Pedro Bernec o Vernés, de hacia 1325, es el
retablo mayor de plata en la catedral de Gerona, donde figura la estatua de
plata de San Francisco, prodigiosa obra de orfebrería española. Éste está realizado con
planchas de plata y plata dorada sobre un alma de madera, que están enriquecidas
con gemas, repujados y esmaltes. El retablo fue realizado por tres maestros
diferentes, tal y como se deduce de los últimos estudios realizados durante su
restauración. Hasta ahora se pensaba que era obra de los maestros Bartolomé y Vernés,
pero las radiografías han determinado la existencia de otro maestro. De momento
no se puede atribuir un nombre a este tercer maestro, si bien los restauradores
sopesan algunos nombres. Las imágenes que encontraréis a continuación son
previas a la restauración. http://www.artmedieval.net/castella/elements%20catedral%20gi.htm Doña Teresa de Enteza, esposa de Alfonso IV de Aragón, al fallecer en el
año 1327, fue enterrada en la iglesia de San Francisco de Zaragoza. No debió de
agradar el sepulcro de doña Teresa a su hijo Pedro IV de Aragón, enterrada en la iglesia conventual de San Francisco de
Zaragoza, a un lado del presbiterio; mausoleo desaparecido que, según Quadrado,
era «de mármol sostenido por leones, con su efigie en traje de religiosa y con
figuras llorando en derredor del sepulcro». Porque en 1381 hace contrato con el escultor catalán Pedro Moragues por
el que éste se obliga a colocar en nueva forma en nueva forma el mausoleo de la
reina. (94) El mencionado Alfonso IV de Aragón también dispuso en su testamento ser
enterrado en el convento franciscano de San Bartolomé, de Lérida. Al fallecer
el año 1336, su hijo encargó la obra del nuevo mausoleo al escultor de
Tarragona Pedro Guimes, que quedó encargado de labrarlo con piedra de mármol
extraída de diversas casas de la pescadería de Tarragona. (95) Monumento sepulcral con estatua ecuestre de
estilo gótico es el sepulcro de mármol de Beltrán de Castellet, muerto en el
año de 1323, en San Francisco, de Villafranca del Penedés, cubierto con
poderoso escudo en una tapa del ataúd. http://heraldicacoronaaragon.blogspot.com/2011/10/ De 1445 es quizás una imagen argéntea de San Francisco, uno de los diez
fundadores de órdenes religiosas, que actualmente se guarda en la capilla de
las Reliquias de la catedral compostelana. En uno de los arcos del claustro
gótico de San Francisco de Santiago, del primer tercio del siglo XV, está
representado un franciscano en oración con un libro en la mano, para nosotros
la representación gráfica de la oración. En Santa Clara de Santiago, se
conserva un púlpito de la primitiva iglesia, probablemente del siglo XV, de
fino granito del período gótico. (96) https://www.turismo.gal/recurso/-/detalle/3419/santa-clara?langId=es_ES&tp=8&ctre=34 En el claustro de está
mismo monasterio está la antigua fuente de la huerta. En la parte superior del
diseño actual dieciochesco, aprovechó Simón Rodríguez un interesante relieve,
una de las más antiguas representaciones artísticas de la Indulgencia de la Porciúncula, donde aparece la Virgen
con el Niño sentado en sus rodillas incensados por dos ángeles. A sus pies, a
la izquierda, san Francisco de hinojos con los brazos levantados suplicando
algo; a la derecha, de pie, Santa Clara con la caja de la Eucaristía en las
manos; y, entre la Virgen y Santa Clara, una mujer con cordón en actitud orante.
(97) Un relieve de acólito franciscano, con hisopo y acetre, probablemente
del siglo XIV, se conserva en el museo franciscano de Santiago (98) (El acólito es un ministerio de la
Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana, cuyo oficio es ayudar al diácono
cuidando del servicio en el altar y ayudando al sacerdote durante las
celebraciones litúrgicas, especialmente la Misa.) Évêque célébrant la messe. Miniature extraite du manuscrit Couronnement
et consécration des rois de France (1280).
https://www.larousse.fr/encyclopedie/images/%C3%89v%C3%AAque_c%C3%A9l%C3%A9brant_la_messe/1312782 El año 1584 se funda una capilla dedicada a
san Francisco, en la catedral de Tarragona (99). Capilla renacentista, muy sobria
en concepto y ornamentación, construida en 1584 según proyecto del arquitecto
Jaume Amigó y a expensas de los herederos testamentarios del Deán, Gabriel
Robuster y Nebot. El retablo es manufactura barroca del siglo
XVII y lo preside un lienzo con la figura de San Francisco de Asís, atribuido
Josep Juncosa. Los muros laterales
se adornan con otros dos lienzos de enormes dimensiones que, respectivamente,
representan la Adoración de los Reyes y la Degollación de los Inocentes
ordenada por Herodes. Fueron pintados al óleo por el
genovés Giacomo Giustiniano en 1625. https://www.catedraldetarragona.com/catedral/plano-1-10/ Una estructura de san Francisco, de hacia 1490 se encuentra en la
fachada del antiguo hospital de Santiago, más tarde Colegio de San Jerónimo,
actualmente Rectorado de la Universidad. Tiene la imagen una estela que cae
sobre el hábito, de cuya inscripción nada puede leerse por hallarse enteramente
gastadas las letras. En la iglesia de san Francisco, de Betanzos,se conservan
varios sepulcros del siglo XV, de excelente ejecución como el de un caballero
de la familia de los Andrade y Moscoso, y el de su esposa, cuyos nombres
desconocemos por el momento; el de Ares Pardo das Mariñas; el de Juan Freire de
Andrade; el de Gonzalo Pérez de Villouzás, muerto en 1402; el de don Francisco
López de Villaouzás, canónigo de Santiago; y el de Fr. Alfonso Pernas, OFM,
natural de Santa María de Ortigueira, obispo de Almería (1447-49) y de
Marruecos (1449-85), situado en la sal capitular del convento hasta la
exclaustración, en 1835, en que fue destruido por la Diputación de La Coruña
para empedrar las calles. (100) En el archivo de la
Real Academia Gallega, se guarda un manuscrito con apuntes y dibujos de
estatuas yacentes, entre otras las de Rodrigo Alfonso de Saavedra, fallecido el
año 1410, y de Pedro Fernández Bolaño, los dos sepultados en San Francisco, de
Lugo, en sendos sepulcros góticos ejecutados por la misma mano. (101) El sepulcro del siglo XV de la iglesia de
Santa Clara, de Carrión de los Condes, del priorato de los condes de Osorno,
con una dama que yace en labrada urna, representada con hermoso semblante y
honestas tocas, trae el siguiente epitafio: “Condesa de Osorno, mujer del Sr.
Gómez Carrillo”; se trata probablemente de doña Aldonza Manrique, hija de don
Gabriel Manrique, I conde Osorno, que falleció el año 1482. Obra de Pedro
Oller, 1420, es el retablo de la catedral de Vich, donde está la escultura de
alabastro de san Francisco recibiendo las llagas (102) http://domuspucelae.blogspot.com/2012/09/un-museo-diferente-real-monasterio-de.html De principios del siglo
XV es el altar de la Pasión, con riquísimas esculturas de figuras pequeñas, en
Santa Clara de Tordesillas. La personalidad de Juan Guas († 1497) está
íntimamente ligada a la decoración de la iglesia de San Juan de los Reyes de
Toledo. A él se debe también un proyecto de retablo para esta iglesia, cuyo
dibujo en pergamino se encuentra actualmente en el Museo del Prado (103). Juan Fontaner de Usesques firma contrato, en 1446, con Juan de Funes,
vicesecretario del rey, que tenía una capilla en la iglesia de San francisco en
Zaragoza, por el que se compromete a hacerle un retablo de alabastro de dicha
capilla. Lorenzo Mercadante trabajó en Sevilla de 1453 a 1467, y de esta época
debe ser la estatua de Santa Inés, de madera policromada, preciosa imagen llena
de gracia y placidez, que está sobre la puerta del convento de clarisas de
santa Inés, de Sevilla. Juan Vicens y Francisco Sagrera ejecutan en 1487-92, el
sepulcro de estilo gótico florido, en alabastro, del beato Raimundo Lulio de la
iglesia de san Francisco, de Palma de Mallorca. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Sepulcro_de_Ram%C3%B3n_Llull,_Palma_de_Mallorca.jpg Isabel la Católica, el año 1490, firma una cédula por la que manda pagar
60.000 maravedís al platero Pedro de Dueñas, vecino de Salamanca, por una
imagen de plata de san Francisco, que le había encargado; y en 1492, manda
pagar una cantidad mayor al mismo orfebre por otra imagen del santo. El convento de san
Francisco, tenía una espléndida imagen de casi media libra de plata de San
Antonio que le había regalado el arzobispo don Lope de Mendoza (1399-1445).
Hallándose en ahogos económicos el P. Pedro de Cáceres, guardián del convento,
se vio en la necesidad de empeñarla a Francisco Correa, platero de la ciudad.
Pero la víspera de su festividad se desempeñó el santo, apareciendo al día
siguiente en su altar. Parece ser que el platero no quedó muy satisfecho del
comportamiento del santo, y reclamó el dinero prestado. Para sacar de apuros al
P. guardián se dio una real cédula, Valladolid 13 de agosto de 1524 por la que
se otorga una limosna de 25.000 maravedís, al convento de San Francisco de
Santiago “para ayudar a desempeñar una imagen de San Antonio, de plata, que
tiene empeñada”. Bartolomé Ordoñez, dejó inacabado, falleció en 1520, el
magnífico Sepulcro del cardenal Cisneros,
para la Colegiata de Alcalá de Henares, obra de primer orden del
renacimiento, muy deteriorado en la pasada guerra civil, después reconstruido.
Pintura Los reducidos espacios
de muro conservados en los templos góticos hacen innecesaria la gran pintura mural,
cuyo lugar pasan a ocupar las vidrieras. Es en las vidrieras de los ventanales
y en los códices miniados donde se desarrolla la pintura de la primera época;
pero con la pintura en tabla, serán los retablos los que alcancen un principal
interés y en los que se conservan las principales muestras de la pintura gótica. Sin sentido de la
profundidad, su manera de interpretar la figura humana, es la de la escultura
contemporánea por la que se encuentra intensamente influida. El dibujo
desempeña papel de primer orden, el modelado es aún muy somero, y los
escenarios arquitectónicos son análogos de los relieves, los cuales con
frecuencia son de oro, aplicado en panes. En la primera mitad del siglo XIII es
frecuente, como en las vidrieras, representar las historias dentro de
medallones circulares. La pintura española de la segunda mitad del siglo XIII y
primera del XIV, como todo lo gótico de este periodo, sigue el estilo francés,
el cual sobrevive en gran parte en España hasta cerca de 1400. San Francisco ha influido más que ningún otro santo en el campo
estético, de manera que él obtiene el rango principal en las presentaciones
iconográficas en la historiografía cristiana, con la sola excepción de
Jesucristo y la Virgen María. El milagro de las llagas lo convirtió en el alter
christus de la edad media, y el pueblo le tenía gran devoción, pues
consta que a mediados del siglo XIII ya existían pinturas de las mismas en
nuestra patria. Así se desprende del
caso ruidoso del comerciante de Lérida, Juan de Castro, quien, al ser
gravemente herido, quedó al momento sano al serle aplicadas a sus heridas las
llagas del santo. (104) Don Ramón de
Torrella, más tarde obispo de Mallorca, ponía la primera piedra, el año 1232,
der la iglesia de las llagas de San Francisco de Mallorca, la más antigua
fundación en las Baleares. Pero también tuvieron sus contradictores, así que,
para atajar estas murmuraciones, se promulgó la bula de Alejandro IV, Benigna
Operatio, Anagni, 29.X.1255, dirigida a todos los arzobispos y obispos
de la iglesia, a quienes, además de ofrecerles el pontífice un insigne
testimonio de la verdad histórica de las llagas de san Francisco, les ordena
defenderlas de los detractores de las mismas. (105) Esto no obstante, el clero de Castilla y León, por oposición a los
frailes menores, recientemente llegados a España, también negaron la veracidad
de las llagas. Para atajar estos males, el P. Domingo Suárez, provincial de la
provincia de Castilla, más tarde obispo de Ávila (1265-71), alcanzó una nueva
bula de Alejandro IV, Quia congruum esset, Anagni,
28.VII.1259, dirigida a los arzobispos y obispos de León (106) donde, además de mandar que nadie tenga la
osadía de negar las llagas de san Francisco bajo pena de excomunión y
suspensión, se queja de que se haya hecho poco caso de su bula anterior, para
añadir: “Hemos sabido con gran
sentimiento por la relación que nos han hecho personas dignas de toda fe, que
algunos religiosos y clérigos seculares de León y Castilla, sin tener en cuenta
la reverencia debida a san Francisco; unas veces en público y muy a menudo en
privado, dicen que el siervo de Dios no llevó en su cuerpo las sagradas llagas;
y llegan a tanto grado de locura, que diabólicamente borran o hacen borrar las
llagas donde quiera que aparecen pintadas en alguna imagen del santo, y
prohíben a los pintores qued ejecuten sus obras relativas a san Francisco, con
las llagas. Todo estro os manifestamos con profunda turbación…” Es decir, de estos
documentos se desprende que estas primitivas pinturas franciscanas españolas
son probablemente anteriores a las más antiguas registradas en Italia, el San Francisco del pintor Buenaventura Berlinghieri, de 1235,
en el convento de san Francisco, de Pescia (107), desde luego anteriores a la obra de Giotto, muerto en 1337, que tanto
influyó en la pintura española del siglo XIV. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Bonaventura_Berlinghieri_Francesco.jpg
Miniatura La reina doña Blanca de
Castilla, hija de Alfonso VIII de Castilla, madre del rey de Francia San Luis,
fue una decidida defensora de los franciscanos. El influjo de los menores en la
cultura de la familia real parisina se concretó figurativamente en la gran
empresa de las ilustraciones de la Biblia moralizada de Toledo, obra monumental
en 3 vols., encargada por doña Blanca durante su regencia (1226-34) para
sustituir una edición precedente de Felipe Augusto. En los ejemplares de la
Biblia de Toledo los frailes menores tienen un papel predominante. La vida
evangélica sine glossa de los
franciscanos se presentaba para indicar la posibilidad de repetir entonces la
experiencia de los apóstoles. Los seguidores de Francisco aparecen en efecto
como los discípulos de Cristo en el momento de llevar el evangelio al mundo, de
amaestrar a los locos, de soportar la persecución de los impíos, de luchar
contra el demonio. https://www.moleiro.com/es/libros-biblicos/biblia-de-san-luis.html Incluso las escenas de la crucifixión y de la muerte de Cristo (Mt 27,
39-48; Jn 19, 28-30), tiene como comentario las imágenes de los franciscanos
escarnecidos por los hijos de las tinieblas, como Cristo en la cruz, pero
premiados con la subida de sus almas al cielo. Aun siendo encargo
áulico, la Biblia de Toledo está tan impregnada de franciscanismo que parece un
manifiesto figurativo de los intentos de la orden. Doña Blanca había
comprendido muy bien el estrecho lazo que había entre la regla de san Francisco
y el evangelio, por lo que modeló las iconografías franciscanas con otras
bíblicas en la gran obra pictórica encargada por ella. En esta página
aparecen cuatro personajes, dos de mayor tamaño en la escena superior y otros
dos menores en la escena inferior. La parte principal la ocupan dos personas de
la realeza francesa. La figura femenina, que no lleva signos de identificación
personal, ha sido interpretada como la de doña Blanca de Castilla, madre de
Luis IX. Sentada en su trono, vestida con manto real y tocada con velo blanco,
se dirige al joven monarca en actitud activa de hablar. El rey escucha
respetuosamente, mientras sostiene entre sus dedos una bula de oro que lleva
colgada sobre el pecho. Las actitudes que adoptan ambos personajes sugieren la
idea de que la reina está realizando la formalidad de dedicar la Biblia, ya
terminada, al joven rey. Si esto es así, ella es la que ha patrocinado la obra
y ha corrido con los gastos de su confección. Su hijo, como beneficiario, la
recibe. https://www.moleiro.com/es/laminas-biblicas/biblia-de-san-luis-reina-y-escriba-casi-original.html Los frailes menores
aparecen también como protagonistas en algunas escenas del Apocalipsis, mostrándose ya como una tendencia a ver en la nueva
orden una proyección escatológica. A los pocos años se llenó París de violentas
disputas en torno a la figura de Francisco, identificándolo, por lo que parecía
desprenderse de los escritos de Joaquín de Fiori, como el apocalíptico Ángel
del sexto sello (108) A finales del siglo
XIII la personalidad más destacada de la miniatura parisiense es el maestro
Honoré, autor del breviario del Felipe el Bueno (1292). En la misma Biblioteca
unas Concordantiae ss. Scripturarum, con
una refundición de la Expositio in Apocalypsim,
del abad cisterciense Joaquín de Fiori, copia de entre 1336 y 1342, con
miniaturas donde aparecen san Francisco y algunos religiosos de su orden. En
otro manuscrito de la misma Biblioteca se conserva un Breviarium franciscanum, notable códice del siglo XIV, de arte
sienés con orlas de grandes hojas y de 64 miniaturas. https://www.hampel-auctions.com/a/archive-catalogue-detail.html?la=en&a=118&s=647&id=553330 Breviario de Felipe el Hermoso (París, finales
siglo XIII). Realizado por el "Maestro Honoré", famoso miniaturista
de la época que indicó el camino para una evolución en el arte de la miniatura. https://www.pinterest.com.mx/pin/493566440388918522/ Salterio de la reina Ingeborg En la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid, se conserva la obra de Fr.
Bartolomé Ánglico o de Glanville, OFM, De
propietatibus reum, copia francesa hecha por Juan Corbichón en el siglo XIV
para Juan de Francia, duque de Berry, hermano de Carlos V de Francia, uno de
los manuscritos más bellos que ha producido el arte francés. La Biblioteca de
El Escorial conserva otro manuscrito de la misma obra, también del siglo XIV,
con la figura del autor en la inicial explicando (109).
https://muntanyamontserrat.gencat.cat/ca/el_parc/cultura/patrimoni_documental/_llibre_vermell_de_montserrat/ En la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid, se conserva la obra de Fr.
Bartolomé Ánglico o de Glanville, OFM, De
propietatibus reum, copia francesa hecha por Juan Corbichón en el siglo XIV
para Juan de Francia, duque de Berry, hermano de Carlos V de Francia, uno de
los manuscritos más bellos que ha producido el arte francés. La Biblioteca de
El Escorial conserva otro manuscrito de la misma obra, también del siglo XIV,
con la figura del autor en la inicial explicando (109). https://muntanyamontserrat.gencat.cat/ca/el_parc/cultura/patrimoni_documental/_llibre_vermell_de_montserrat/ De Propietatibus rerum (Zodiac) El Libro rojo, Abadía de Monserrat El Libro Rojo de la Abadía de Monserrat, de finales del siglo XIV,
lleva en su parte más antigua una miniatura alusiva a la indulgencia de la
Porciúncula, de Asís. Y en la Biblioteca de AIA se guarda un precioso
manuscrito en vitela con la copia de la obra de San Buenaventura, Legenda maior s. Francisci, del siglo
XIV, procedente de Italia. Incompleto, tiene actualmente 74 folios, ilustrados
con 166 escenas miniadas donde se representan varios pasajes de la vida de Fr.
Francisco acompañado de sus discípulos. El ilustrador se ha inspirado en los
frescos ejecutados por Giotto en la basílica de San Francisco de Asís. (110) La Segunda compilación
barcelonesa, Barcelona, Central,
ms. 665, fol. 90, trae una “”imago beati Francisci stigmatizati”; esta Compilación estaba en uso entre los
frailes menores de Aragón donde en 1426 se constituyó la primera custodia
observante de filiación francesa e italiana. No deja de ser curioso que en el
manuscrito del siglo XV, con las Vidas
paralelas de Plutarco, conservado en El Escorial. La obra en latín de
Flavio Blondo, Roma restaurada, https://archive.org/details/bub_gb_SEs0ZKEW4w0C/page/n3/mode/2up manuscrito del siglo XV, de la Biblioteca Nacional de Madrid, con
ornamentación humanística, perteneció al franciscano Fr. Juan Zamborai. El Breviarum Romanorum, de El Escorial, escrito por Juan de Rávena a
principios del siglo XV, está ilustrado con 48 miniaturas, entre ellas la de
san Francisco y santa Clara. (111) https://archive.org/details/p1breviariumroma00cathuoft/page/n9/mode/2up?ref=ol&view=theater Y el Breviarium franciscanum, de
la misma Biblioteca, del año 1465, tiene 10 iniciales historiadas, orlas y
letras de adorno. En la catedral de Burgo de Osma se conserva manuscrita la
obra Fr. Alonso de Espina, OFM, Fortalitium
fidei, copiada el año 1464, por García de San Esteban de Gormaz, para don
Pedro de Montoya; contiene numerosas y muy interesantes miniaturas en gresalla
con ligeros toques de color. (112) Fortalitium
fidei contra iudeos, sarracenos, aliosq[ue] christiane fidei inimicos ... https://patrimoniodigital.ucm.es/s/patrimonio/item/614523 Del
célebre escritor franciscano Fr. Francisco Eximénez, fallecido el año 1409,
conservamos varios manuscritos en nuestras bibliotecas: Libro tercero del crestiá, de la Nacional de Madrid, copiado a
principios del siglo XV por Ramón Savall,
con dos retratos de este personaje; el Libro
de las donas, en la misma biblioteca, en catalán, escrito en 1478, por
Pablo Oliver; otro Libro del crestiá,
también del siglo XV, en El Escorial con una miniatura muy fina; el Psalterium laudatorium, decorado en arte
valenciano del siglo XV, se conserva en la Universidad de Valencia; finalmente
el Libro de los ángeles, del año
1418, con dibujo a la aguada representando al autor arrodillado ante la Virgen
y el Niño, se conserva en la Biblioteca de Cataluña, Barcelona (113). Libro
tercero del crestiá https://es.wikipedia.org/wiki/La_ciudad_de_las_damas En la Biblia del Alba, que contiene el Antiguo Testamento traducido del
hebreo al español por el rabino Moisés Arragel de Guadalajara, terminada en
Maqueda el año de 1430, revisada por el franciscano Fr. Arias de Encinas,
guardián del convento de Toledo, en una de las miniaturas a toda plana aparece
don Luis de Guzmán, maestre de Calatrava, patrocinador de la obra, encontramos
las figuras de pie de santo Domingo y san Francisco (114). https://esefarad.com/en-vista-de-rachel-la-biblia-de-alba/ La provincia de
Santiago publicó los Monumenta ordinis
minorum, de los que se hicieron las ediciones: Salamanca 1506, tratactus
primus, fols. 393v-394, donde se incluye un grabado de san Francisco recibiendo
los estigmas. En Salamanca 1511, en la portada se representa al santo
recibiendo los estigmas en el monte Alverna, imberbe, con las manos levantadas
y de rodillas a la derecha de un serafín con alas extendidas; al fondo un
paisaje: a la derecha y detrás de san Francisco, el monte Alverna sobre el que
aparece una iglesia con torre. A continuación del título otro grabado con
Cristo muerto en la cruz y san Juan. El
anónimo franciscano: Spill de la vida
religiosa, Barcelona 1515, en catalán. No ha habido muchos
pintores en la orden franciscana; sin embargo, el neato Nicolás Factor,
fallecido en Valencia el año 1583, artista por temperamento, cultivó la poesía,
la música y la pintura (115).
Sigilografía La mayor parte de los
sellos marianos de la edad media representan a la Virgen en el misterio de su
divina maternidad; pero también los hay que manifiestan el Nacimiento de
Jesucristo, María la pie de la Cruz, su Asunción y coronación en el cielo. En
algunos de estos sellos encontramos escenas sugeridas por la lectura de los evangelios
apócrifos, la crucifixión de Jesucristo como cuadro de dolor. La presencia de
su Madre contemplándolo, triste y angustiada, no aparece hasta el siglo XIII o
XIV. Tal vez estas
manifestaciones dolorosas de la piedad cristiana se desarrollaron al impulso
fervoroso de san Francisco de Asís. La escena de la Asunción de María a los
cielos comienza también a usarse en los sellos españoles después que los
frailes menores invadieran nuestro territorio con la fundación de conventos.
Magistral el sello de Sangüesa, Navarra, de la provincia de Aragón, que
presenta la escena de la Coronación de
la Virgen. https://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/artikuluak/bilaketa.php?id=es&bi=1&gai=14#e El sello del convento
de San Francisco, de Olite, de la provincia de Burgos, del año 1303, presenta a
la Virgen, sedente, con el Niño Jesús, dentro de gótica arcada de sencilla y
elegante decoración (116). Bascapé (117) describe algunas formas de sellos usados en
la orden, en total 78; gran sello del ministro general con la imagen de la
venida del Espíritu Santo; sello general nuevo de los estigmas; sellos de
algunas provincias; sellos de las clarisas. Por lo que se refiere a
los sellos de las provincias franciscanas españolas, ofrecen temas muy
sugestivos como la representación de la imagen de san Francisco. Sagarra ha
estudiado con minuciosidad 31 sellos usuales en la antigua provincia de Aragón,
el primero de los cuales, del año 1334, pertenece al P. Cristóbal de
Cheffontaines, ministro general de la orden. El P. Agulló (118) incrementó esta labor con el estudio de los
sellos, mayores y menores, usados en las antiguas provincias franciscanas
existentes dentro de los límites del antiguo reino de Aragón, principado de
Cataluña y Valencia de las cuales es ahora heredera la actual provincia de
Valencia; representación gráfica de 10 sellos mayores y 15 menores, conservados
en documentos sueltos, libros y actas de visitas, desde 1517 a 1980. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12899513 Murales y retablos
franciscanos De
la iglesia y convento de santa Clara, de Salamanca, construidos hacia 1240-45,
no quedaron más que los muros debido a un incendio devastador del año1413. La
amplia iglesia se reconstruyó de nuevo durante el siglo XV y primera mitad del
XVI. En dos muros del coro bajo, de la primera construcción del siglo XIII, se
han descubierto recientemente un conjunto de frescos, en dos franjas
superpuestas a modo de tapiz, con escenas evangélicas y cuadros históricos, de
indudable transcendencia y gran valor artístico, un excelente muestrario con
pinturas de los siglos XIII al XVI, comparables a los frescos de la rotonda de
San Marcos (119). En el convento de Santa Clara de Toro, también se han
descubierto últimamente unos interesantísimos murales con las historias de
Santa Catalina, de San Juan Bautista, de Cristo, un gran San Cristóbal andando
sobre las aguas; pertenecen al estilo gótico lineal de hacia 1310-1320. Están
firmados por “Teresa Díaz, me fecit”, la segunda mujer pintora conocida de la
edad media española, seguramente religiosa en dicho convento. Hay, además, una
pintura posterior, del siglo XV, con san Bernardino de Sena predicando 120. https://seordelbiombo.blogspot.com/2018/03/la-familia-churriguera-y-sus-discipulos.html Escena del bautismo de Cristo, Cristo Resucitado y la Magdalena Epifanía, Bautismo de Cristo y Aparición de Cristo a la Magdalena,
pinturas murales al fresco seco pasadas a lienzo. Iglesia de San Sebastián de
los Caballeros, Toro (Zamora). Único fragmento
conservado de una pintura mural con la figura de San Cristóbal y la firma
«TERESA DIEÇ ME FECIT». Iglesia de San Sebastián de los Caballeros, Toro
(Zamora)
Del antiguo convento de
San Francisco de Toledo, convertido el año 1477 en monasterio de La Concepción
francisca, con restos del antiguo palacio de Galiana, se conserva la antigua
capilla de san Jerónimo, erigida el año 1422 por el arquitecto Alfonso
Fernández Soladio; en el muro izquierdo de la capilla pueden contemplarse
ahora, bajo hornacina, las pinturas murales con el tema de la misa de San
Gregorio, y el ángel y la Virgen de la Anunciación a los lados, bastante
deteriorados 121. Obra de Nicolás Francés (1434) es el Retablo
de la Virgen y san Francisco, espléndido retablo con figuras muy
italianizantes, para Santa Clara, de Tordesillas, el cual, procedente de La
Bañeza (León), está actualmente en el Museo del Prado. Nicolás Francés (m. 1468): Retablo de La Bañeza (La vida de
la Virgen y de San Francisco). San Francisco ante el sultán (detalle) https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_10/02022010_02.htm El Retablo
de la Bañeza traduce en imágenes dos de las líneas maestras del
culto cristiano en la Baja Edad Media: la exaltación mariana y la creciente
devoción a los santos. Mientras que la imagen mayestática de la Virgen con el
Niño preside la calle central y el protagonismo de María queda patente en las
escenas de Infancia del lateral derecho, todo el sector izquierdo del retablo
se dedica a pasajes de la vida de San Francisco de Asís.
El auge de la orden franciscana posibilitó que la
iconografía de su fundador fuera una de las más ricas y prolíficas de los
siglos bajomedievales. En el registro inferior de la calle izquierda se
representa un conocido pasaje de la vida del santo. Según el relato
popularizado por obras como las Florecillas o la Leyenda
Mayor de San Buenaventura, el santo de Asís emprendió un viaje a
Egipto acompañado por un hermano con el fin de convertir al cristianismo al
sultán de Babilonia —nombre dado entonces a El Cairo—. Apresados y maltratados
por la guardia del sultán, los frailes fueron conducidos ante el soberano,
quien quedó impactado por la personalidad de Francisco y sostuvo con él un
animado diálogo. Una variante de dicho episodio fue representada en el ciclo
mural de la basílica de Asís, uno de los más completos de la hagiografía visual
franciscana. El pasaje citado también halló plasmación en otros conjuntos
pictóricos como el que aquí comentamos. Nicolás Francés, de procedencia gala, ejerció su
actividad en el área castellano-leonesa en plena decimoquinta centuria,
distinguiéndose como maestro en las obras de la catedral de Santa María de
Regla de León. Es reconocido como uno de los máximos exponentes en Castilla del
llamado «gótico internacional». Bajo este apelativo se engloba a una serie de
manifestaciones artísticas realizadas en el amplio tránsito de los siglos xiv y xv que comparten el gusto por las formas suaves y
sofisticadas, un afán decorativita, la atención al detalle y el tratamiento
cortesano de los temas. Hacia mediados de siglo recibió el encargo —no
conservado documentalmente— de realizar este retablo para la capilla de una
granja del marquesado de Esteva de las Delicias, en La Bañeza. Las escenas
representadas se adaptan al ritmo ternario impuesto por la mazonería del
retablo, y la factura de las tablas revela el buen hacer de su artífice. Pero
más allá de sus cualidades narrativas y estilísticas, uno de los aspectos más
sugerentes de la tabla reside en la recreación del imaginario oriental a través
de la figura del sultán y de sus súbditos. La atracción por lo exótico se
convirtió en un componente clave de la estética del gótico internacional. Los
contactos comerciales a gran escala y la llegada de manufacturas suntuarias
foráneas, así como la literatura de viajes, estimularon una fascinación por lo
oriental que ya conocía una larga tradición en la cultura europea de la Edad
Media. Dicho exotismo no resultaba del todo ajeno en los reinos hispanos, cuya
dilatada coexistencia con el islam había favorecido la asimilación del fasto
oriental entre las elites cristianas peninsulares. El Oriente imaginado por los
occidentales revestía, no obstante, una alta dosis de fantasía y sofisticación,
llegando a configurar una particular imagen del «otro». Esta particular
percepción se materializa en el recurso a la diferenciación étnica, siguiendo
clichés establecidos en la cultura visual del Occidente medieval, y
especialmente a través del lujo alusivo al boato característico de la soberanía
oriental. Destaca en este sentido el fantasioso tocado con que el sultán adorna
su cabeza, así como la riqueza de su indumentaria, evocadora de las suntuosas
vestiduras producidas en Oriente que tanto éxito conocieron en el mundo
occidental. Resulta significativo por ello que los hechos narrados en la tabla
tuvieran lugar en plena efervescencia de las Cruzadas, un momento en el que el
intercambio artístico y la creación de estereotipos culturales entre ambos
polos del Mediterráneo adquirieron singular relieve. En paralelo a la
historia que se nos narra, la escena aparece salpicada de pequeños elementos
que inciden en el gusto por lo anecdótico. Con un carácter que podría
calificarse de «marginal», al modo de los motivos secundarios que se aprecian
en los manuscritos del momento, una serie de cánidos en diversas actitudes
componen un animado contrapunto al relato principal. Se ha querido ver en ese
elemento —a priori carente de significado— un recurso ambientador, alusivo a la
masiva presencia de este animal en la ciudad cairota. Para esta misma iglesia de Tordesillas fueron
pintadas las tablas que, pertenecientes a dos distintos retablos, se hallan hoy
en San Miguel del Pino (Valladolid); uno de éstos, dedicado a San juan
Bautista, cuya tabla principal representa al santo sentado y al donador de
rodillas, Juan de la Peña, procede de un maestro muy estimable dentro de la corriente
flamenca, pero con empleo del oro. Ferré Basá, durante los
años 1345-46, pintó los murales con la vida de la Virgen en la capilla de San
Miguel del claustro grande del convento de clarisas de Santa María, de
Pedralbes (Barcelona), en estrechas conexiones con las obras de Giotto (122). El maestro pintor Guillén Leví, el 30 de
diciembre de 1385, firma contrato con don Miguel de Capiella sobre hacer un
retablo para su capilla que tenía en el convento de San Francisco de Zaragoza (123). Ya en el siglo XV, se dice generalmente que
eran de mano del pintor Fernando Rincón (1446) los retratos de los Reyes
Católicos colocados en lo alto del retablo mayor de la iglesia de San Juan de
los Reyes, de Toledo (123).
https://www.sanjuandelosreyes.org/monumento/capilla-mayor/ El año 1492, María
Monzón y el pintor Martín Bernart hicieron concordia para dorar de oro fino y
pintar un retablo que la dicha doña María tenía en la iglesia de San Pablo, de
Zaragoza, donde había de pintar un san Gorgonio igual que el que existía en la
iglesia de San Francisco de Zaragoza. En la ciudad de Zaragoza existía, además,
otro convento franciscano, el de Santa María de Jesús, fundado por don Juan
Roldán, fallecido el año 1446. Los albaceas de Roldán encomendaron a Jaime
Romeu pintar el retablo para la dicha iglesia. Y en 1456 los dichos albaceas,
así como el guardián Fr. León y Fr. Juan de Alcañiz firman nuevo contrato con
Jaime Romeu, Antonio Jouver y Francisco Martín para construir otro retablo en
dicha iglesia (124). Bonanat Zaortiga, en 1458, pintó el retablo de san Simón y san Judas
para la mencionada iglesia de Santa María de Jesús por encargo de don Ramiro
Funes. Finalmente el pintor Jaime Lana, el año 1492, contrató otro retablo para
la capilla de Tarazona del dicho convento. Las clarisas de Santa Catalina de
Zaragoza, tenían en su iglesia hermosos retablos, tres del año de 1454, con
escenas de la vida de la santa. Por real cédula de
Carlos III de Navarra, del año 1406, se manda pagar al maestro Enrich o
Amarich, pintor del rey, lo que había hecho en el convento de San Francisco de
Olite, para las exequias del rey Enrique III de Castilla. Y por otra real
cédula del año 1441, se manda abonar a Gabriel de Bos lo que había solicitado
para pintar ciertos escusones con las armas reales de Navarra, que se colocaron
en la pared de la iglesia del mencionado convento, y sobre el túmulo de la
reina doña Blanca en día de sus honras y cabo de año (125). El año 1483, Miguel Valles y sus hijos Miguel
y Bartolomé hicieron contrato con don Juan de Artho y doña Toda Martínez del
Frago para hacer un retablo en una capilla del convento de San Francisco, de
Jaca (126). La obra principal del
pintor Luis Barrasá es el altar mayor de la iglesia de Santa Clara de Vich,
terminado en 1415, ahora en el museo diocesano; en él cautivan no solamente las
grandes escenas de abundantes figuras, sino también las medias figuras
aisladas, con la imagen hierática de San Francisco llagado, rodeado de sus tres
órdenes (127). https://www.monestirs.cat/monst/osona/cos48clar.htm Según Tormo (128), Isabel la Católica, a partir del siglo XV,
mandó se representase el misterio de la Inmaculada con un manto azul, los
brazos cruzados en el pecho y coronada por la beatísima Trinidad. La reina fue
movida a esta determinación por doña Isabel de Villena, hija del marqués don
Enrique de Villena, abadesa en el convento de clarisas de la Santísima Trinidad
de Valencia. Era de mano del grabador mallorquín Francisco Descós una estampa
en madera toda en perfiles, sin sombras, con la fecha de 1493, donde
representaba al beato Ramón Lulio, con los escudos del apellido Lull, el de la
ciudad de Palma y el del autor. Un cobre esmaltado con
figuras céreas del siglo XVI, que se conservaba en el Museo lázaro Galdiano, de
Madrid, representaba a san Antonio con el Niño; san Francisco con el Crucifijo;
y san Bernardino de Sena con el anagrama IHS. https://www.codart.nl/research-study/codart-negentien-opened-at-museo-l-zaro-galdiano/
En el mismo Museo se
conserva una preciosa casulla de Cisneros, del siglo XVI. En el respaldar, de
tres calles: en la del centro, san Francisco de rodillas pidiendo al papa
Inocencio III la aprobación de la orden; san Francisco pide a la Virgen la
indulgencia de la Porciúncula; la impresión de las llagas. MANUEL DE CASTRO, OFM NOTAS
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