lunes, 7 de mayo de 2018


COMPENDIO DE HISTORIA

DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN

PARA AMÉRICA LATINA



La Provincia de Castilla

Los Orígenes


Los orígenes de la Provincia de Castilla hemos de ir a buscarlos al tiempo de la Gran Unión en 1256. Si nos atuviéramos a lo que dice Juan Márquez en su obra Origen de los Frayles Ermitaños de la Orden de San Agustín, editada en Salamanca en 1618, tendríamos que afirmar que ya antes de la Gran Unión había en la Península Ibérica conventos de ermitaños de San Agustín, perfectamente organizados y pertenecientes a una entidad bien definida, incluso con un Prior General. En el documento se citan los nombres de Fr. Juan Lombardo y Fr. Pascasio Dareta, que son los dos que enviará Fr. Lanfranco de Milán a España, después de la Gran Unión, para hacer allí su trabajo de organización y difusión de la nueva Orden. ¿Estarían estos dos frailes en la reunión celebrada en Roma en 1256? Puede ser. Todos nuestros cronistas, como Crusenio y Tomás de Herrera, además del ya citado Márquez, afirman rotundamente la existencia de agustinos en España antes de la Gran Unión, sin aducir documentos donde nosotros hoy podamos comprobarlo.
            Ya en 1257 existía una Provincia de España, según consta en dos documentos de Jaime I, rey de Aragón, por los que hace donación de ciertas propiedades al convento de Santa María de Formentera. En ellos se nombra a Fr. Arnulfo como Prior Provincial de los Hermanos Ermitaños de San Agustín en España. Los documentos son de 1257 y 1258.
            En 1261 es el papa Alejandro IV el que escribe a los amados hijos el Prior Provincial y todos los frailes ermitaños de la Orden de San Agustín establecidos en España, concediéndoles ciertas exenciones de carácter contributivo. Después se suceden más y más documentos que confirman su existencia. Varios conventos: Lisboa y Peñafirme en Portugal; Córdoba, San Ginés y Sevilla en Anadalucía; Valencia, Aguasvivas y Alcira en Valencia; y Formentera en las Islas Baleares. Además de ésos, tenemos, con año seguro de fundación, los de Toledo en 1260, Zaragoza en 1286, Burgos en 1287 y Castellón en 1298. En otro documento del rey de Castilla Fernando IV, 8 de septiembre de 1307, concede favores y privilegios a los frailes de San Agustín, allí se menciona el convento de Badajoz.
            Podemos concluir que a finales del siglo XIII la Provincia de España contaba con unos quince conventos. El crecimiento no había sido grande con el de otras provincias de la Orden, como las italianas y las mismas francesas y alemanas. Además, estaban distribuidos por toda la geografía de la península, de modo que no era fácil la comunicación entre ellos y la visita que anualmente tenía que hacerles el Provincial se le dificultaba mucho.

Provincia de Cataluña-Aragón

            Por esta razón ya a fines del siglo XIII comenzaron a pensar en dividirla provincia en dos. Esas dos provincias serían la Catalano-aragonesa y la de Castilla.

  1.        I.            La primera se quedaría con todos los conventos que se hallaban en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia,
  2.     II.            Mientras a la de España, así seguirá llamándose la provincia madre, pertenecerían todos los otros de la península, es decir, Castilla y León, Navarra, Portugal y la región de Andalucía conforme se fuera reconquistando ese territorio a los árabes.

Hay quienes piensan que la Provincia de Cataluña-Aragón comenzó ya en el año de 1295, pero sin aducir prueba documental alguna. Es posible, pero la primera noticia cierta que tenemos es de 1317, en que el Papa Juan XXII designa jueces conservadores para las provincias agustinianas de España. Para la de Cataluña-Aragón nombra a los obispos de Valencia, Zaragoza y Barcelona. Esto supone ya la constitución formal de dicha provincia, de donde podemos inferir que sus comienzos son anteriores a esa fecha de 1317.

La Provincia de España en los siglos XIV y XV
            La Provincia de España durante estos dos siglos continúa con un crecimiento lento y débil. A comienzos del siglo XIV, después de la división, tiene sólo nueve conventos: 5 en Castilla, Navarra y Andalucía y 4 en Portugal. A finales de ese siglo ya tenía 18 conventos. Pero por esas mismas fechas debido al cisma de Occidente, los conventos del reino de Portugal, que obedecían al Papa de Roma, mientras Castilla y Aragón obedecían al de Aviñón, se separaron y consiguieron del Prior General de Roma en nombramiento de un Vicario General propio, dependiente del General de Roma, y no del Provincial de España. Desde entonces arrancan los orígenes de la Provincia de Portugal, con 5 conventos.
            Pocos fueron los agustinos castellanos que frecuentaron los estudios generales de la Orden. Incluso tardó en fundarse en España un estudio general, el primero fue el de Toledo, de cuya existencia tenemos constancia solamente en 1358. El segundo es el de Salamanca, cuyo convento fue fundado en 1377; y el tercero es el de Valladolid, cuyo convento se funda en 1407. En ellos se formaron Fr. Juan de Alarcón, iniciador del movimiento observante, y autor del Libro del regimiento de los Señores, dedicado a Don Álvaro de Luna, el omnipotente valido del rey castellano Don Juan II, que le había ayudado en los inicios de su reforma,  y Fr. Martín de Córdoba, maestro espiritual de la infanta Isabel la Católica, y autor de una notable obra de la literatura mística española: Jardín de nobles doncellas. Además de los mencionados, y anterior a ellos, debemos mencionar, a Fr. Alfonso Vargas de Toledo, Maestro de la Orden graduado en París, docente en Montpellier, autor de varios tratados teológicos, ayudante del Cardenal Gil de Albornoz en la misión que a éste encomendó el papa para que pusiera paz y orden en Roma; Fr. Alfonso fue nombrado primero obispo de Badajoz, después de Osma y de ahí pasó al arzobispado de Sevilla, donde murió en 1366.
            En cuanto al “régimen interno”, durante los dos primeros siglos los capítulos provinciales se celebraban cada año, con la posibilidad de cambiar al Prior Provincial. Hubo algunas discordias y conflictos en los que tuvo que intervenir el Prior General, no siempre con acierto, ni con la prudencia debida. Las dificultades que encontraban las provincias extensas para celebrar el capítulo cada año daba lugar a que no siempre se cumpliera esa regla, a pesar de las urgencia de los priores generales y del mismo papa Martín V con la bula Pro cunctorum, del 17 de octubre de 1418. Por eso el papa Eugenio IV, con la bula Admonet nos, del 30 de septiembre de 1438, autorizaba a las provincias ultramontanas, a celbrar los capítulos cada dos años. Nicolás V, en 1453, alargaba el plazo a tres.
            Así encontramos en documentos de la época la denominación de Provincial Mayor  referida al Prior Provincial. A este le ayudaban en su tarea el procurador provincial y el socio o compañero. El primero estaba encargado de resolver los asuntos referentes a los derechos, privilegios, exenciones, etc. El segundo se encargaba delo que hoy llamaríamos secretario provincial.


La Observancia en España

Provincia de Aragón-Cataluña

            Los primeros intentos por establecer la observancia en España se dan en la Provincia de Aragón-Cataluña. El primero es el convento de Fraga, provincia de Huesca. En 1412 el papa aviñonés Benedicto XIII expide una bula autorizando a Juan Casani y Juan Janer a instaurar en dicho convento una observación más estricta conforme a las constituciones y reglas de la Orden de San Agustín. Ello se lo habían solicitado, contando con la autorización del Vicario General Fr. Francisco Castelló. En la bula se insertan los estatutos de este convento.
            En 1413 el mismo Juan Casani con Francisco Corones obtiene del mismo papa otra bula para construir un nuevo convento en Castellví de Rosanes, cerca de Martorell, provincia de Barcelona, que se llamará Domus Dei, Casa de Dios. Fueron muchas y grandes las dificultades que debió superar este convento para subsistir, pues los que no eran partidarios de ese régimen de vida tan observante se opusieron tenazmente, sobre todo por las pretensiones de autonomía. La Domus Dei, queda inserta en 1454 en el régimen general de toda la provincia. No obstante, siempre mantuvo una observancia más estricta que los otros conventos. La Provincia de Aragón-Cataluña asumirá la observancia en el año 1569, siendo Provincial Fr. Rodrigo de Solís.
            La observancia, según los estatutos del convento de Fraga: Una fuerte tendencia autonomista: queda muy reducida la jurisdicción e intervención de las autoridades ordinarias de la orden; tendencia a que las decisiones importantes se adopten colegialmente, exigiéndose, al menos, una mayoría de dos tercios; restauración de la convivencia religiosa a base de una perfecta vida común.

Provincia de España (o de Castilla)

Se forman tres focos principales:
  • 1.      En Andalucía, con el convento de Ntra. Sra. De Regla en Chipiona, 1427, tendrá un régimen autónomo.
  • 2.      En tierras de León, los conventos de San Juan de Aguilar y Santa Engracia.
  • 3.      En tierras vallisoletanas, que encabezó Fr. Juan de Alarcón y que culminó en la observancia que llegará a abarcar toda la provincia, lo que se llama la observancia alarconiana.

            Además de estos conventos, encontramos dos más en tierras de Portugal, Villaviciosa y Santarem.
            Estos intentos de reforma, exceptuando el de Alarcón, tienen las siguientes características:
No llevan una línea común.
Son ensayos aislados de vida retirada y eremítica.
No son propiamente conventos de observancia o de renovación.
No son comunidades formadas, sino dos o tres, o pocos más frailes que viven como ermitaños y que pueden admitir a los laicos o eclesiásticos que quieran compartir su género de vida.
Todos tienen el permiso del Prior General.
No se les desliga de la Provincia, ni de la obediencia al Provincial.
            Todos esos intentos fracasaron o se adhirieron posteriormente a la reforma alarconiana.

Reforma u Observancia Alarconiana

            Esta reforma aprobada en 1438 fue el movimiento encabezado por Fr. Juan de Alarcón, el cual culminó con la entrada en la observancia de todos los conventos de la Provincia de España. Fr. Juan de Alarcón nace alrededor del año 1390. En 1419, en el capítulo general de Asti, recibe el título de Bachiller bíblico, y al mismo tiempo es autorizado a enseñar en el estudio general de Florencia. Allí conoció y trató a varios agustinos que más tarde intervendrán en tramitarle su reforma.
            En 1431 inicia su proyecto de reforma en el eremitorio de Villanubla, en las cercanías de Valladolid. Existía allí una ermita, bajo la advocación de los Santos, que le fue donada por Don Roberto Moya, Abad secular de la Colegiata de Santa María de Valladolid, a quien pertenecía. Al mismo tiempo consigue del Obispo de Ávila, Don Diego Gómez de Fuensalida, la ermita de Santa María del Pilar, en las afueras de la villa de Arnas de san Pedro, perteneciente a Don Álvaro de Luna y su esposa, que tenían allí un castillo. La erección de estos eremitorios o conventos está hecha a nombre de la Provincia de España. En una bula de Eugenio IV, diciembre de 1436, se autoriza a la Provincia de España para aceptar dichas iglesias y erigir junto a ellas sendos conventos,  en los que estuviera en vigor el régimen observante, conforme a los deseos de los donantes. Mientras tanto, Fr. Juan de Alarcón había ganado para su causa al monasterio de monjas agustinas de Madrigal de las Altas Torres, a medio camino entre Villanubla y Arenas de San Pedro. Lo que consta por los documentos pontificios y generalicios de 1438. En ese año, con 3 documentos del Prior General, Fr. Gerardo de Rímini, y una bula de Eugenio IV, se formaliza la fundación de la Congregación de Observancia.

Las fundaciones fueron:
  • 1.      Nombra a Fr. Juan, Vicario para los eremitorios de los Santos, de Santa María del Pilar y Santa María de la Piedad en Madrigal; éstos tienen que contribuir a las cargas comunes de la Provincia y se le encarece que no se entrometa en los otros conventos.
  • 2.      21 de agosto, se añaden los conventos de Dueñas, cerca de Palencia, y Valladolid, para que en ellos implante su reforma, y se le desliga de la obligación de pagar la colecta provincial.
  • 3.      11 de noviembre, representa el establecimiento definitivo, la constitución oficial, a nivel de la Orden, de la Congregación de Observancia de España.


Da también una serie de disposiciones acerca de las visitas que debe hacer el Vicario General, y acerca de su autoridad sobre todos los súbditos, así como de las relaciones con la provincia, de la que no los desliga completamente, pero no están obligados a asistir a los capítulos provinciales; asimismo regula el paso de un claustral a la observancia, y viceversa. En general, son disposiciones y privilegios que se daban a todas las congregaciones de observancia.

No obstante la importancia que tiene el anterior documento para la Congregación, su Charta Magna o documento fundacional es la bula del papa Eugenio IV Ad ea ex apostolicae servitutis, el 9 de diciembre de 1438. (1)De hecho, es la primera congregación de observancia agustiniana que consigue una bula solamente en 1443, y la de Lombardía, en 1470.
(1) De hecho, es la primera congregación de observancia agustiniana que consigue una bula solamente en 1443, y la de Lombardía, en 1470.
            Si nos fijamos en los conventos citados, todos ellos, excepto el de Salamanca, están ubicados en lugares alejados de las poblaciones grandes y son también casas pequeñas, incluso con características de eremitorios. Era la línea eremítica que querían darle a la observancia. Durante este periodo se dedicaron los observantes a la consolidación de su reforma, a la organización interna, y a la clarificación de su régimen de vida. Fr. Juan de Alarcón muere hacia 1451. En 1453 comienza la celebración de los capítulos de la congregación, en los que, además de su labor legislativa, se incluye la elección del Vicario General.
            Haciendo un breve resumen de su régimen de vida:
·         Dos objetivos claros: vida retirada, siguiendo la corriente eremítica de la Orden, y una perfecta vida común.
Características específicas:
o   Nadie puede tener, ni recibir dinero, ni bienes propios, sino sólo el administrador.
o   Los bienes heredados por un fraile, pertenecen al convento donde ha profesado.
o   Quedan suprimidos todos los privilegios personales, vengan de donde vengan.
o   Asistencia obligatoria a los actos comunes, todos y siempre.
o   Gran esmero en el rezo del Oficio Divino, del que no se dispensa a nadie.
o   Capítulo de culpas, lectura espiritual, confesión semanal.
o   Trabajo manual, especialmente copiar libros.
o   Silencio absoluto, se debe hablar sólo lo imprescindible. En el convento donde hay estudio los estudiantes viven separados del resto de la comunidad, por miedo al bullicio.
o   Clausura estricta: para salir, siempre dos juntos; no pueden entrar seglares al convento.
o   Actividades: predicación en las iglesias propias y en otras; el prior señalaba siempre quienes tenían que hacerlo. Nombres famosos: San Juan de Sahagún en Salamanca, Fr. Juan de Alarcón, Fr. Juan de Salamanca y Fr. Juan de Sevilla.
o   Los estudios: en las primeras décadas había un desprecio por ellos, y por los grados académicos, debido a los privilegios y exenciones que iban anejos a ellos; luego fueron cediendo poco a poco y se permitió a los más aptos, siempre señalados por el Prior, hacer estudios de gramática latina y lógica, y a algunos, los menos, estudios superiores.
 Tan sólo en 1499 encontramos en Toledo un regente de estudiantes en la persona de Fr. Antonio de Fuentes, Maestro en Teología, el único que en la congregación poseía este título. En 1501 es trasladado a Salamanca con la misma función de organizar los estudios en este convento y la de Prior. En 1503 se reserva esa casa sólo para estudios superiores. Los estudiantes podían permanecer allí por espacio de ocho años, al cabo de los cuales debían volver al convento que les había pagado los gastos.




            Si nos fijamos en los conventos citados, todos ellos, excepto el de Salamanca, están ubicados en lugares alejados de las poblaciones grandes y son también casas pequeñas, incluso con características de eremitorios. Era la línea eremítica que querían darle a la observancia. Durante este periodo se dedicaron los observantes a la consolidación de su reforma, a la organización interna, y a la clarificación de su régimen de vida. Fr. Juan de Alarcón muere hacia 1451. En 1453 comienza la celebración de los capítulos de la congregación, en los que, además de su labor legislativa, se incluye la elección del Vicario General.

            Haciendo un breve resumen de su régimen de vida:

·         Dos objetivos claros: vida retirada, siguiendo la corriente eremítica de la Orden, y una perfecta vida común.
Características específicas:
o   Nadie puede tener, ni recibir dinero, ni bienes propios, sino sólo el administrador.
o   Los bienes heredados por un fraile, pertenecen al convento donde ha profesado.
o   Quedan suprimidos todos los privilegios personales, vengan de donde vengan.
o   Asistencia obligatoria a los actos comunes, todos y siempre.
o   Gran esmero en el rezo del Oficio Divino, del que no se dispensa a nadie.
o   Capítulo de culpas, lectura espiritual, confesión semanal.
o   Trabajo manual, especialmente copiar libros.
o   Silencio absoluto, se debe hablar sólo lo imprescindible. En el convento donde hay estudio los estudiantes viven separados del resto de la comunidad, por miedo al bullicio.
o   Clausura estricta: para salir, siempre dos juntos; no pueden entrar seglares al convento.
o   Actividades: predicación en las iglesias propias y en otras; el prior señalaba siempre quienes tenían que hacerlo. Nombres famosos: San Juan de Sahagún en Salamanca, Fr. Juan de Alarcón, Fr. Juan de Salamanca y Fr. Juan de Sevilla.
o   Los estudios: en las primeras décadas había un desprecio por ellos, y por los grados académicos, debido a los privilegios y exenciones que iban anejos a ellos; luego fueron cediendo poco a poco y se permitió a los más aptos, siempre señalados por el Prior, hacer estudios de gramática latina y lógica, y a algunos, los menos, estudios superiores.
 Tan sólo en 1499 encontramos en Toledo un regente de estudiantes en la persona de Fr. Antonio de Fuentes, Maestro en Teología, el único que en la congregación poseía este título. En 1501 es trasladado a Salamanca con la misma función de organizar los estudios en este convento y la de Prior. En 1503 se reserva esa casa sólo para estudios superiores. Los estudiantes podían permanecer allí por espacio de ocho años, al cabo de los cuales debían volver al convento que les había pagado los gastos.




            Si nos fijamos en los conventos citados, todos ellos, excepto el de Salamanca, están ubicados en lugares alejados de las poblaciones grandes y son también casas pequeñas, incluso con características de eremitorios. Era la línea eremítica que querían darle a la observancia. Durante este periodo se dedicaron los observantes a la consolidación de su reforma, a la organización interna, y a la clarificación de su régimen de vida. Fr. Juan de Alarcón muere hacia 1451. En 1453 comienza la celebración de los capítulos de la congregación, en los que, además de su labor legislativa, se incluye la elección del Vicario General.
            Haciendo un breve resumen de su régimen de vida:
·         Dos objetivos claros: vida retirada, siguiendo la corriente eremítica de la Orden, y una perfecta vida común.
Características específicas:
o   Nadie puede tener, ni recibir dinero, ni bienes propios, sino sólo el administrador.
o   Los bienes heredados por un fraile, pertenecen al convento donde ha profesado.
o   Quedan suprimidos todos los privilegios personales, vengan de donde vengan.
o   Asistencia obligatoria a los actos comunes, todos y siempre.
o   Gran esmero en el rezo del Oficio Divino, del que no se dispensa a nadie.
o   Capítulo de culpas, lectura espiritual, confesión semanal.
o   Trabajo manual, especialmente copiar libros.
o   Silencio absoluto, se debe hablar sólo lo imprescindible. En el convento donde hay estudio los estudiantes viven separados del resto de la comunidad, por miedo al bullicio.
o   Clausura estricta: para salir, siempre dos juntos; no pueden entrar seglares al convento.
o   Actividades: predicación en las iglesias propias y en otras; el prior señalaba siempre quienes tenían que hacerlo. Nombres famosos: San Juan de Sahagún en Salamanca, Fr. Juan de Alarcón, Fr. Juan de Salamanca y Fr. Juan de Sevilla.
o   Los estudios: en las primeras décadas había un desprecio por ellos, y por los grados académicos, debido a los privilegios y exenciones que iban anejos a ellos; luego fueron cediendo poco a poco y se permitió a los más aptos, siempre señalados por el Prior, hacer estudios de gramática latina y lógica, y a algunos, los menos, estudios superiores.
 Tan sólo en 1499 encontramos en Toledo un regente de estudiantes en la persona de Fr. Antonio de Fuentes, Maestro en Teología, el único que en la congregación poseía este título. En 1501 es trasladado a Salamanca con la misma función de organizar los estudios en este convento y la de Prior. En 1503 se reserva esa casa sólo para estudios superiores. Los estudiantes podían permanecer allí por espacio de ocho años, al cabo de los cuales debían volver al convento que les había pagado los gastos.

Apogeo de la Congregación de Observancia

            Con el impulso dado por los Reyes Católicos a la reforma de la iglesia en España, y más concretamente a las órdenes religiosas, al frente de la cual estaba el Cardenal Fr. Francisco Jiménez de Cisneros, la observancia agustiniana fue tomando fuerza, y se le fueron incorporando, poco a poco, los grandes conventos llamados claustrales, aceptando en su integridad las leyes de la observancia. Se agregaron los conventos de Ciudad Rodrigo (Salamanca), de nueva fundación, Sevilla, Valladolid, Burgos, Toledo, Córdoba y otros muchos. Con esta agregación en masa de tantos conventos claustrales, se mitigó algo la disciplina observante.

Incorporación de la Provincia de España a la Observancia

Eran ya pocos los conventos de la Provincia de España que no se habían adherido a la observancia, por lo que se veía y se esperaba que también ellos en poco tiempo la abrazaran. La crisis en que cayó fue pronunciándose cada día más, a pesar de las intervenciones del Prior General, Fr. Graciano de Foligno. De ahí que nombrara Visitador de los agustinos de España, en 1502, a Fr. Juan Bautista de Nápoles, perteneciente también a la también Congregación de Observancia de San Juan de Carbonara, de Nápoles. Su encomienda era promover, tanto la observancia en todos los conventos y frailes, cuanto buscar la unión de todos. Le da plenos poderes para proceder con todo rigor contra aquellos frailes que no le obedezcan. Le advierte de ciertas actitudes poco correctas de la Congregación y le ordena que las corrija con toda severidad.
            Había que cuidar el régimen de observancia, y a la vez, la permanencia de los claustrales, por eso se hizo un “estatuto especial” para ellos, mitigando un poco la observancia, en los comienzos de su inserción. Tendrían un periodo de adaptación: sólo estaban obligados a observar las constituciones de la Orden y cumplir las exigencias de la vida común; para salir del convento tenía que ser siempre, además del permiso del Prior, en compañía de otro y con hábito negro; en los conventos claustrales no podían admitir novicios, y si los admitían, tenían que formarse en las seis casas señaladas para eso, las cabezas de las regiones, más Valladolid y Córdoba.

Periodo de crisis: 1504-1513

En 1505 volvieron a celebrar otro capítulo, en el que ya no se mencionan las cuatro provincias hechas en el anterior (Toledo, Salamanca, Burgos y Sevilla), surge sin embargo un conflicto con el convento de Toledo, hubo recursos al Prior General quien lo apoya, consiguió una bula de Julio II, se le concedió la independencia que pedía. Interviene el Cardenal Cisneros, ambas partes firman unas capitulaciones en Burgos. Finalmente se llega a reunificación en el capítulo de Salamanca, en 1513, entonces se constituye la Congregación o Provincia de España. Una sola autoridad, el Vicario General, cargo para el cual es elegido Fr. Antonio de Fuentes, quien ya lo había desempeñado cuando se llegó a la unión en 1504.
            ¿Cuál era el nombre correcto? Documentos y cronistas, la llaman unos Congregación y otros Provincia. ¿Cómo había quedado su situación jurídica? Luis Álvarez(2)  después de analizar las fuentes que la llaman de una u otra forma, llega a la conclusión siguiente:
(2) Álvarez, Luis, El movimiento “observante” agustiniano en España y su culminación, en tiempos de los Reyes Católicos, Roma, Ed. Analecta Agustiniana, 1978.

  • 1.      Los documentos emanados por la Congregación llevan siempre el nombre de  Congregación de la Observancia de España.
  • 2.      Los emanados por la curia generalicia, donde se turnaron como generales Fr. Egidio de Viterbo y Fr. Grabriel della Volta, le dan el nombre de Provincia.
  • 3.      ¿Por qué  esta diferencia? Porque los de la Congregación se atienen a los hechos, ya que la Provincia fue absorbida por la Congregación; son ellos quienes dominan la nueva entidad.
  • 4.      En cambio, los priores generales, siempre recelosos de las pretensiones autonómicas de la Congregación, le dan el nombre de Provincia, que siempre se mantuvo más unida y más fiel al gobierno central de la Orden.


 Esta confusión durará hasta 1527, cuando este ente se divida en dos provincias: la de Castilla y la de Anadalucía.
            Como sucede en toda unión, unos querían mantener los viejos estatutos y costumbres de la observancia, otros abogaban por una apertura. Reflejo de ese conflicto y esa pugna es el capítulo de 1521, donde Fr. Tomás de Villanueva fue designado presidente. Era Vicario General Fr. Francisco de la Parra, quien en 1507, cuando estaba en el convento de Toledo, había sido causante de otra división. Ahora una facción fuerte de la Congregación estaba en contra de él, sin que sepamos los motivos, pero parece tenían relación con la revuelta de las comunidades castellanas en contra de Carlos V, lo que en la historia de España se conoce como el levantamiento de los comuneros; algunos agustinos tomaron parte activa, incluso uno de ellos Fr. Bernardino Flores,… fue excluido del perdón general promulgado por Carlos V el 1 de noviembre de 1522. (3)
(3)Ibid, p. 308.


            Ya hemos visto, que el nivel cultural de la congregación era muy bajo a comienzos del s. XVI, pero todavía en 1541, cuando Jerónimo Seripando, quien procede de una congregación de observancia, la Carbonara de Nápoles, gira la visita canónica a la Provincia, les reconvendrá fuertemente por no poder ofrecerle un buen teólogo, que pudiera acompañarle al concilio de Trento; sin embargo el terreno ya estaba bien abonado para establecer una reforma de los estudios
            Se crearán nuevos estudios generales, además de los ya existentes de Toledo, Salamanca, Valladolid y Burgos, de ahí surgirá una pléyade de doctores y maestros que ilustrarán las cátedras universitarias no sólo en España, sino también en América y en los Países Bajos.

Capítulos Definitorios del s. XVI

Queremos dejar precisados aquí los datos de tres capítulos provinciales que definen a la Provincia de Castilla, la definen en cuanto su actitud altruista y de servicio, no anda buscando su propio bien, sino el de la Orden en España.

       I.            Capítulo de 1527: División de la Congregación de Observancia en dos provincias, la Bética o de Andalucía y la de Castilla. Los conventos de la congregación eran muchos y estaban repartidos por las tierras de Castilla-León, Navarra y Andalucía. A pesar de que los vicarios se hacían ayudar de un Vice-vicario, nunca llegaba a atender debidamente a todos los conventos y los frailes. Los visitadores generales, Fr. Tomas de Villanueva y Juan Gallego, éste último sustituyó a Fr. Antonio de Villasandino como compañero del primero, repetidamente habían hecho esa petición al prior general, Fr. Gabriel Véneto, que se resistía a hacer esa división. Por fin, en el capítulo mencionado, que presidieron los dos mismos comisarios generales, tomaron esa decisión.
Como la Provincia de Andalucía quedaba con menos conventos que la de Castilla, los capitulares condescendieron a que ellos eligieran primero el Provincial que quisieran, y eligieron a Fr. Tomás de Villanueva. Los de Castilla eligieron a Fr. Juan Gallego. A partir de este acontecimiento desaparece de todos los documentos el nombre de Congregación, para quedar solamente el de Provincia, que hasta 1541 será Provincia de Castilla; de 1541 a 1542 retomará el sobrenombre de Observancia, para llamarse Provincia de la Observancia de España y  partir de 1582, volverá de nuevo y para siempre el nombre de Provincia de Castilla.
    II.            Capítulo de 1541: Se celebra en Dueñas (Palencia), presidido por el prior general, Fr. Jerónimo Seripando. Vuelven a unirse las dos provincias de Castilla y Andalucía. Las cosas no habían marchado bien en la Provincia de Andalucía. Renuncian los dos provinciales, Fr. Antonio de Villasandino de Castilla y Fr. Andrés de Ávila de Andalucía, y eligen como nuevo Provincial a Fr. Francisco de Nieva, que lleva como consejeros a los dos provinciales salientes, Fr. Diego López y Fr. Alonso de Orozco. Como habían hecho ya en los capítulos de 1504 y 1513, y atendiendo a la gran extensión territorial y al número de conventos, dividen a la provincia en tres  visitaciones, que son: Salamanca, Toledo y Sevilla; los priores de ellos serán los visitadores que ayudarán al Provincial en su labor de promoción de la verdadera Observancia religiosa. Deciden también que a partir de esta fecha se celebren los capítulos cada tres años.
 III.            Capítulo de 1582: Se celebró también en Dueñas. Después de las deliberaciones oportunas sobre la necesidad de dividir o no definitivamente la Provincia, se llegó a la conclusión de su conveniencia y necesidad, pues había aumentado mucho el número de casas. Fue elegido como Provincial de Castilla, Fr. Juan de Guevara, y de Andalucía, Fr. Hernando de Peralta. Fue la división definitiva, hasta el momento de la desamortización de Mendizábal en 1835. La de Castilla se queda con 25 conventos de frailes y 4 de monjas, mientras la de Andalucía comprende 26 conventos de frailes y 6 de monjas.


Conclusión

La Congregación de Observancia de España se pasó unas cuantas décadas en el siglo XIV, sin apenas crecimiento, concentrada en sí misma. Su propia vida de observancia y las circunstancias externas de la reforma emprendida por los Reyes Católicos, la llevaron a un gran crecimiento en pocos años. Tanto, que absorbió todos los conventos de la Provincia de España.
            La unión de mentes y corazones entre ambos frailes no fue fácil y requirió de unos cuantos años para consolidar esa unión, que se logrará gracias al tesón, inteligencia y santidad de muchos de sus frailes. Fruto de esa unión fueron el auge en los estudios, la promoción de muchos de sus miembros a cargos pastorales, y de misioneros bien preparados que parten para las nuevas tierras de América y de otros territorios del orbe.
            En este contexto, en 1533 enviaba la Provincia de Castilla su primer grupo de misioneros s a México, en 1550 enviaba otros doce a Perú, de donde se difundirían luego a Ecuador, Colombia y Chile. De México saltaban, en 1565, a las Islas Filipinas. Hasta ahí llegó aquella semilla sembrada por Fr. Juan de Alarcón en la pequeña ermita de los santos de Villanubla.

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Álvarez, Luis, El movimiento “observante” agustiniano en España y su culminación, en tiempos de los Reyes Católicos, Roma, Ed. Analecta Agustiniana, 1978.

Huellas Agustinianas, compendio de historia de la Orden de San Agustín para América Latina, Coord. Roberto Jaramillo Escutia OSA, México-Ecuador, Organización de Agustinos de Latinoamérica (OALA), 2002.




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