miércoles, 30 de enero de 2019


COMENTARIO DE LA NOVELA: LOS DE ABAJO, DE MARIANO AZUELA


 ¿Para qué la revolución?


     Mariano Azuela fue médico de la facción comandada por Francisco Villa, por lo tanto participó activamente en la lucha armada, y plasmó en cierta manera sus vivencias, usos y costumbres de la denominada bola en la revolución. En la novela Azuela, diferencia dos partes 1) Por todo hacen fiesta los mexicanos, 2) La fatalidad de los mexicanos.

     Los de abajo, son gente sencilla, unos quizá eran pueblerinos, que de pronto se les vino la revolución encima, otros eran bandoleros o pequeños salteadores y que con la revolución vieron la manera fácil de ganar dinero y algo de prestigio.

     En la novela de Azuela, tenemos dos personajes principales, en una primera parte está Demetrio Macias, pequeño bandolero a salto de mata, pero con espinas clavadas, no por la revolución sino más bien por el cacique de su pueblo, que le quita la tierra. Y otro personaje es un periodista de F. Madero que se pasa de la ciudad a la revolución, según él para identificarse con los revolucionarios, pero que en realidad, se pasa para enriquecerse, usa artimañas, tretas y dueño de una gran verborrea, para embaucar. El decía: “la lógica del soldado es la lógica del absurdo”.

     Después nos encontramos con los federales, que quitando a los oficiales, la clase de tropa estaba compuesta por alistados forzosos, llegaban a los pueblos y a todo el personal capaz de portar un arma se lo llevaban.

     Demetrio Macias, este hombre era leal, serio y en cierta medida creía en sus convicciones, que eran pocas, pero creía. Sus hombres tenían una excelente puntería al contrario que los federales, causaron muchas bajas por esta causa.

     La revolución beneficia al pobre, al ignorante, al que toda su vida ha sido esclavo, a los infelices que ni siquiera saben que si lo son es porque el rico convierte en oro las lágrimas, el sudor y la sangre de los pobres.

     A la bola como se le denominaba, les encantaba, deseaban mejorar, los hombres querían una vida mejor, por eso cuando oían hablar de las fuerzas villistas, con sus uniformes y sus caballos, pues por ese simple hecho se querían ir con ellos. La verdad es que como no tenían nada (de nada a nada) esto era mejor.

     El personaje de Luis Cervantes, le encanta dar peroratas, está acostumbrado a desenvolverse en los medios de sociedad y trata de convencer  o abrir los ojos  a Demetrio, le dice: “se acaba la revolución y se acaba todo. ¡Lástima de tanta vida segada, de tantas viudas y huérfanos, de tanta sangre vertida! Todo, ¿para qué? Para que unos cuantos se enriquezcan y todo quede igual o peor que antes. Le dice a Demetrio que para que volver a su casa, después. ¿Será justo abandonar a la patria en estos momentos solemnes en que va a necesitar de la abnegación de todos sus hijos?”.

     Sabemos que luchaban por los ideales, Carranza, Villa, Zapata, cada uno a su estilo y pidiendo sus cosas, unos pensando en la presidencia y otros en ayudar verdaderamente al pueblo, como Zapata, pero todo se cambió.

     Los personajes secundarios, están llenos de una vivacidad, de un sentimiento y de una fuerza extraordinarios, se entregan no sólo por sus ideales, sino por sus conveniencias, dan todo. Lo que me gusta de Azuela es esa fuerza como expresa todo con naturalidad momentos cruciales, como usa el lenguaje común:
“-¡Oiga, ¿y quién lo insiñó a curar?...¿Y para que jirvió el agua?...¿Y los trapos, pa qué los coció?...¡Ande, pos si yo creiba que el aguardiente nomás pal cólico era güeno!...¡Ah!...¿De moo es que usté iba a ser dotor?, etc, etc”.

     Uno de los personajes secundarios, Camila, nos da por medio de Azuela un sentimiento hondo de amor, de pasión de entrega, Azuela adorna con sentimiento poético y nos hace ver, que de ese lado, el pueblo sufre, padece de amor, llora.

     Nos describe la vida en las rancherías, jacales y pueblos míseros, su manera de curar con yerbas, no había otra, los pueblos grandes quedaban muy lejos y la gente tenía que vivir de sus sembradíos, con una o dos hectáreas y usaban todo para comer, las yerbas medicinales, para cualquier tipo de enfermedad y emplastos para heridas.

     Nos narra también momentos cruciales de la revolución, como la traición a Madero, la batalla de Zacatecas, la caída de Villa, etc. Los desmanes de Victoriano Huerta. En una de las escenas nos narra como Demetrio toma un pueblo y le entra lo estratégico, era bueno aun a pesar de ser un vil bandolero, tenía conocimientos naturales al contrario que los federales (oficiales) que mucha academia, pero nada de estrategia. Y los vecinos del pueblo, como en un principio están con los federales, porque no les queda otra, sino serían pasados por las armas y están esperando que llegue alguien para liberarlos y pasarse con la bola.

     El pueblo sufría en silencio, siempre callado, esperando ese levantamiento que no llegaba. Cervantes se encontró con un amigo de la capital y empezaron a hablar de la revolución, Solís se llamaba el amigo, le dice qué hace ahí. El está muy solo no tiene con quien hablar. pasa a descorazonarse de la revolución y dice: “La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval….”

     Sufren una pérdida en la toma de Zacatecas, caen infinidad de soldados y revolucionarios, inclusive Solís cae. Todos están esperando al famoso Centauro del Norte. Era como un Dios para ellos, era como si les animara a seguir adelante, después de rodearse de tanta miseria, con eso se fortalecían.

     Demetrio en la toma del Cerro de la Bufa, da muestras de valor y sus hombres y los demás le siguen, tienen porque aguantar, el triunfo está cerca y desean estar en mejores condiciones.

     Después de la batalla, todo son bromas, nadie se acuerda de los malos momentos, son puras bromas y cantos y cervezas:
-Yo, en Chihuahua, maté a un tío porque me lo topaba siempre en la mesma mesa y a la mesma hora, cuando yo iba a almorzar…¡Me chocaba mucho!...¡Qué queren ustedes!...
-Yo, en Torreón, mate a una vieja que no quiso venderme un plato de enchiladas. Estaban de pleito. No cumplí mi antojo, pero siquiera descansé.

     Mataban por nada, era el poder de sentirse fuertes, de ir ganando, se sentían superiores, fuera quien fuera, ya no hablemos de ricos, hacendados, españoles, etc. Hablemos de simples personas que porque no les caían bien, se los tronaban. Nunca se paraban a pensar que cualquier persona, fuera pobre, catrín, rico, hacendado podía estar con la causa, ellos no se lo creían, para ellos eso no podía ocurrir. En vez de cuidar las cosas se dedicaban a desvalijar, casas, haciendas, cualquier cosa, era ese afán de dinero, el cual nunca habían tenido, no les importaba, perderlo a la media hora, lo importante era conseguirlo así.

     Las mujeres iban con ellos, fueran casadas o solteras, ayudaban en todo y tenían hijos allí mismo, para que, si su casa estaba allí, en esos momentos, no tenían más. Ellos creían firmemente en sus generales. Hasta que un día Cervantes le habló a Demetrio y le dijo:
“-En primer lugar, mi general, esto lo sabemos usted y yo…Y por otra parte, ya sabe que al buen sol hay que abrirle la ventana…Hoy nos está dando de cara; pero ¿mañana?...hay que ver siempre adelante. Una bala, el reparo de un caballo, hasta un ridículo resfrío…¡y una viuda y unos huérfanos en la miseria!...¿El gobierno? ¡Ja,ja,ja!...Vaya usted con Carranza, con Villa o con cualquier otro de los jefes principales y hábleles de su familia…Si le responden con un puntapié…donde usted ya sabe, diga que le fue de perlas…Y hacen bien, mi general; nosotros no nos hemos levantado en armas para que un tal Carranza o un tal Villa lleguen a presidentes de la República; nosotros peleamos en defensa de los sagrados derechos del pueblo, pisoteados por el vil cacique…Y así como ni Villa, ni Carranza, ni ningún otro han de venir a pedir nuestro consentimiento para pagarse los servicios que le están prestando a la patria, tampoco nosotros tenemos necesidad de pedirle licencia a nadie”.

     Así era la vida, no había otra, los generales los necesitaban para pegar tiros, pero después ni se acordaban de ellos, ni menciones, ni ayudas, nada. Y ellos, eran felices con esa especie de deber cumplido. Regresaban a sus casas, si tenían, pero como le decía la mujer de Demetrio, ¿regresarás, para qué?, ellas querían formar su familia, pero no tenían nada. Camila, la muchacha que se fue con ellos, engatusada y engañada por Cervantes, no volvería otra vez a su aldea o ranchería porque la Pintada, otro de los personajes secundarios, amante de Demetrio, mujer brava y celosa, la mato de una puñalada. Y las demás regresarían a su vida anterior, embarazadas o esperando que llegaran sus hombres para hacerles otro hijo.

     Hicieron campañas militares por diversos lugares hasta que de pronto se encuentran con que Villa, ya no está, Carranza es presidente, Zapata desapareció, intentó algo pero no lo dejaron.
Cervantes desapareció un día, apareció tiempo después enviando una carta a Venancio, diciéndole que se fuera con él, que tenía dinero y que para que se quedaba allí.

     Y los más inteligentes, como Anastasio Montañés, se preguntaban:
“-Porque lo que yo no podré hacerme entrar en la cabeza es eso de que seguir peleando…¿Pos no acabamos ya con la federación?”

     No se creían que Villa había sido derrotado en Celaya por Obregón, cómo era eso posible y Carranza triunfando por todas partes. Pero se conformaban con ese refrán que dice:
     “Si hay días que nada el pato, hay días que ni agua bebe”
    Así era, seguirían en la revolución, cualquiera que fuese, ésa era su vida, mientras sus generales en el poder nunca se acordarían de ellos y no sólo de ellos sino también de sus soldados confederados, que inclusive se pasaban al otro bando. Para pasar miserias daba igual un lado que otro. Regresarían a sus casas los federales, mancos, cojos, reumáticos.

     Al final la pregunta de la esposa de Demetrio ¿por qué pelean ya, Demetrio?
Y en cualquier sierra, vereda o rastrojo, Demetrio como tantos otros, quedaría allí para siempre.

     Por eso, como dije antes, al principio: ¿para qué la revolución?
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NARRATIVA MEXICANA SIGLO XX
GRUPO HI01
JOSE LUIS PANIZO GALINDO (UAMI)


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