COMENTARIO DE LA NOVELA: LOS DE ABAJO,
DE MARIANO AZUELA
Mariano Azuela fue médico de la facción
comandada por Francisco Villa, por lo tanto participó activamente en la lucha
armada, y plasmó en cierta manera sus vivencias, usos y costumbres de la
denominada bola en la revolución. En
la novela Azuela, diferencia dos partes 1) Por todo hacen fiesta los mexicanos,
2) La fatalidad de los mexicanos.
Los de abajo, son gente sencilla, unos
quizá eran pueblerinos, que de pronto se les vino la revolución encima, otros
eran bandoleros o pequeños salteadores y que con la revolución vieron la manera
fácil de ganar dinero y algo de prestigio.
En la novela de Azuela, tenemos dos
personajes principales, en una primera parte está Demetrio Macias, pequeño
bandolero a salto de mata, pero con espinas clavadas, no por la revolución sino
más bien por el cacique de su pueblo, que le quita la tierra. Y otro personaje
es un periodista de F. Madero que se pasa de la ciudad a la revolución, según
él para identificarse con los revolucionarios, pero que en realidad, se pasa
para enriquecerse, usa artimañas, tretas y dueño de una gran verborrea, para
embaucar. El decía: “la lógica del soldado es la lógica del absurdo”.
Después nos encontramos con los federales,
que quitando a los oficiales, la clase de tropa estaba compuesta por alistados
forzosos, llegaban a los pueblos y a todo el personal capaz de portar un arma
se lo llevaban.
Demetrio Macias, este hombre era leal,
serio y en cierta medida creía en sus convicciones, que eran pocas, pero creía.
Sus hombres tenían una excelente puntería al contrario que los federales,
causaron muchas bajas por esta causa.
La revolución beneficia al pobre, al
ignorante, al que toda su vida ha sido esclavo, a los infelices que ni siquiera
saben que si lo son es porque el rico convierte en oro las lágrimas, el sudor y
la sangre de los pobres.
A la bola como se le denominaba, les
encantaba, deseaban mejorar, los hombres querían una vida mejor, por eso cuando
oían hablar de las fuerzas villistas, con sus uniformes y sus caballos, pues
por ese simple hecho se querían ir con ellos. La verdad es que como no tenían
nada (de nada a nada) esto era mejor.
El personaje de Luis Cervantes, le encanta
dar peroratas, está acostumbrado a desenvolverse en los medios de sociedad y
trata de convencer o abrir los ojos a Demetrio, le dice: “se acaba la revolución
y se acaba todo. ¡Lástima de tanta vida segada, de tantas viudas y huérfanos,
de tanta sangre vertida! Todo, ¿para qué? Para que unos cuantos se enriquezcan
y todo quede igual o peor que antes. Le dice a Demetrio que para que volver a
su casa, después. ¿Será justo abandonar a la patria en estos momentos solemnes
en que va a necesitar de la abnegación de todos sus hijos?”.
Sabemos que luchaban por los ideales,
Carranza, Villa, Zapata, cada uno a su estilo y pidiendo sus cosas, unos
pensando en la presidencia y otros en ayudar verdaderamente al pueblo, como
Zapata, pero todo se cambió.
Los personajes secundarios, están llenos
de una vivacidad, de un sentimiento y de una fuerza extraordinarios, se
entregan no sólo por sus ideales, sino por sus conveniencias, dan todo. Lo que
me gusta de Azuela es esa fuerza como expresa todo con naturalidad momentos
cruciales, como usa el lenguaje común:
“-¡Oiga, ¿y
quién lo insiñó a curar?...¿Y para que jirvió el agua?...¿Y los trapos, pa qué
los coció?...¡Ande, pos si yo creiba que el aguardiente nomás pal cólico era
güeno!...¡Ah!...¿De moo es que usté iba a ser dotor?, etc, etc”.
Uno de los personajes secundarios, Camila,
nos da por medio de Azuela un sentimiento hondo de amor, de pasión de entrega,
Azuela adorna con sentimiento poético y nos hace ver, que de ese lado, el
pueblo sufre, padece de amor, llora.
Nos describe la vida en las rancherías,
jacales y pueblos míseros, su manera de curar con yerbas, no había otra, los
pueblos grandes quedaban muy lejos y la gente tenía que vivir de sus
sembradíos, con una o dos hectáreas y usaban todo para comer, las yerbas
medicinales, para cualquier tipo de enfermedad y emplastos para heridas.
Nos narra también momentos cruciales de la
revolución, como la traición a Madero, la batalla de Zacatecas, la caída de
Villa, etc. Los desmanes de Victoriano Huerta. En una de las escenas nos narra
como Demetrio toma un pueblo y le entra lo estratégico, era bueno aun a pesar
de ser un vil bandolero, tenía conocimientos naturales al contrario que los
federales (oficiales) que mucha academia, pero nada de estrategia. Y los
vecinos del pueblo, como en un principio están con los federales, porque no les
queda otra, sino serían pasados por las armas y están esperando que llegue
alguien para liberarlos y pasarse con la bola.
El pueblo sufría en silencio, siempre callado,
esperando ese levantamiento que no llegaba. Cervantes se encontró con un amigo
de la capital y empezaron a hablar de la revolución, Solís se llamaba el amigo,
le dice qué hace ahí. El está muy solo no tiene con quien hablar. pasa a
descorazonarse de la revolución y dice: “La revolución es el huracán, y el
hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca
arrebatada por el vendaval….”
Sufren una pérdida en la toma de
Zacatecas, caen infinidad de soldados y revolucionarios, inclusive Solís cae.
Todos están esperando al famoso Centauro del Norte. Era como un Dios para
ellos, era como si les animara a seguir adelante, después de rodearse de tanta
miseria, con eso se fortalecían.
Demetrio en la toma del Cerro de la Bufa,
da muestras de valor y sus hombres y los demás le siguen, tienen porque
aguantar, el triunfo está cerca y desean estar en mejores condiciones.
Después de la batalla, todo son bromas, nadie
se acuerda de los malos momentos, son puras bromas y cantos y cervezas:
-Yo, en
Chihuahua, maté a un tío porque me lo topaba siempre en la mesma mesa y a la
mesma hora, cuando yo iba a almorzar…¡Me chocaba mucho!...¡Qué queren
ustedes!...
-Yo, en Torreón,
mate a una vieja que no quiso venderme un plato de enchiladas. Estaban de
pleito. No cumplí mi antojo, pero siquiera descansé.
Mataban por nada, era el poder de sentirse
fuertes, de ir ganando, se sentían superiores, fuera quien fuera, ya no
hablemos de ricos, hacendados, españoles, etc. Hablemos de simples personas que
porque no les caían bien, se los tronaban. Nunca se paraban a pensar que
cualquier persona, fuera pobre, catrín, rico, hacendado podía estar con la
causa, ellos no se lo creían, para ellos eso no podía ocurrir. En vez de cuidar
las cosas se dedicaban a desvalijar, casas, haciendas, cualquier cosa, era ese
afán de dinero, el cual nunca habían tenido, no les importaba, perderlo a la
media hora, lo importante era conseguirlo así.
Las mujeres iban con ellos, fueran casadas
o solteras, ayudaban en todo y tenían hijos allí mismo, para que, si su casa
estaba allí, en esos momentos, no tenían más. Ellos creían firmemente en sus
generales. Hasta que un día Cervantes le habló a Demetrio y le dijo:
“-En primer
lugar, mi general, esto lo sabemos usted y yo…Y por otra parte, ya sabe que al
buen sol hay que abrirle la ventana…Hoy nos está dando de cara; pero
¿mañana?...hay que ver siempre adelante. Una bala, el reparo de un caballo,
hasta un ridículo resfrío…¡y una viuda y unos huérfanos en la miseria!...¿El
gobierno? ¡Ja,ja,ja!...Vaya usted con Carranza, con Villa o con cualquier otro
de los jefes principales y hábleles de su familia…Si le responden con un
puntapié…donde usted ya sabe, diga que le fue de perlas…Y hacen bien, mi
general; nosotros no nos hemos levantado en armas para que un tal Carranza o un
tal Villa lleguen a presidentes de la República; nosotros peleamos en defensa
de los sagrados derechos del pueblo, pisoteados por el vil cacique…Y así como
ni Villa, ni Carranza, ni ningún otro han de venir a pedir nuestro
consentimiento para pagarse los servicios que le están prestando a la patria,
tampoco nosotros tenemos necesidad de pedirle licencia a nadie”.
Así era la vida, no había otra, los
generales los necesitaban para pegar tiros, pero después ni se acordaban de
ellos, ni menciones, ni ayudas, nada. Y ellos, eran felices con esa especie de
deber cumplido. Regresaban a sus casas, si tenían, pero como le decía la mujer
de Demetrio, ¿regresarás, para qué?, ellas querían formar su familia, pero no
tenían nada. Camila, la muchacha que se fue con ellos, engatusada y engañada
por Cervantes, no volvería otra vez a su aldea o ranchería porque la Pintada,
otro de los personajes secundarios, amante de Demetrio, mujer brava y celosa,
la mato de una puñalada. Y las demás regresarían a su vida anterior,
embarazadas o esperando que llegaran sus hombres para hacerles otro hijo.
Hicieron campañas militares por diversos
lugares hasta que de pronto se encuentran con que Villa, ya no está, Carranza
es presidente, Zapata desapareció, intentó algo pero no lo dejaron.
Cervantes
desapareció un día, apareció tiempo después enviando una carta a Venancio, diciéndole
que se fuera con él, que tenía dinero y que para que se quedaba allí.
Y los más inteligentes, como Anastasio
Montañés, se preguntaban:
“-Porque lo que
yo no podré hacerme entrar en la cabeza es eso de que seguir peleando…¿Pos no
acabamos ya con la federación?”
No se creían que Villa había sido derrotado
en Celaya por Obregón, cómo era eso posible y Carranza triunfando por todas
partes. Pero se conformaban con ese refrán que dice:
“Si hay días que nada el pato, hay días
que ni agua bebe”
Así era, seguirían en la revolución,
cualquiera que fuese, ésa era su vida, mientras sus generales en el poder nunca
se acordarían de ellos y no sólo de ellos sino también de sus soldados
confederados, que inclusive se pasaban al otro bando. Para pasar miserias daba
igual un lado que otro. Regresarían a sus casas los federales, mancos, cojos,
reumáticos.
Al final la pregunta de la esposa de
Demetrio ¿por qué pelean ya, Demetrio?
Y en cualquier
sierra, vereda o rastrojo, Demetrio como tantos otros, quedaría allí para
siempre.
Por eso, como dije antes, al principio:
¿para qué la revolución?
NARRATIVA
MEXICANA SIGLO XX
GRUPO
HI01
JOSE
LUIS PANIZO GALINDO (UAMI)
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