TITO LIVIO
INTRODUCCIÓN
El objeto de este ensayo es hacer una
visión de la Historia de Roma, desde el punto de vista del autor, el tema es
singular y magnífico y veremos como los romanos en su primera etapa, crecieron,
pero como dato curioso, sus Emperadores fueron extranjeros, excepto Rómulo, veremos
como la balanza de casi todos los acontecimientos del mundo se han ido una
parte a los romanos, ellos llegaron a ser los amos del mundo.
Leía yo a historiadores que han descrito
guerras particulares y han sabido recoger varios sucesos acaecidos a un mismo
tiempo, pero ninguno se ha tomado la molestia de emprender una historia como
empezó Tito Livio la suya. Pero tenía que ser, en mi opinión, cosa del destino,
como narra el nacimiento de la mayor potencia después de la de los Dioses.
Voy a explicar en este ensayo quienes
fueron los fundadores de la ciudad, en que momento se reunió cada uno de los
grupos y porque avatares de la fortuna abandonaron las moradas paternas. Los
romanos hablan una lengua ni exactamente bárbara ni completamente griega, sino
una mezcla de ambas, cuya mayor parte es eolio. Esto es lo único que sacaron de
sus múltiples mezclas, el no hablar correctamente todos sus sonidos; el resto
de los recuerdos de su origen griego lo conservan como ningún otro de los
colonos. Siempre que empezaron a vivir amistosamente, entonces tuvieron que
pelear contra cartagineses y macedonios, para así más tarde, fundar la ciudad
en la que vivían a la griega.
Tito Livio, Titus Livius en latín (Patavium, hoy Padua,
actual Italia, (59 adC - 17)
fue un famoso historiador romano.
Nacido y muerto en lo que hoy es Padua,
capital de la Venecia,
se traslada a Roma con 24
años. Se le encargó la educación del futuro emperador Claudio. Tito Livio escribió una Historia de
Roma, desde la fundación de la ciudad hasta la muerte de Druso
en 9 adC, Ab urbe condita libri
(normalmente conocida como las Décadas). La obra constaba de 142 libros,
divididos en décadas o grupos de 10 libros. De ellos, sólo 35 han
llegado hasta nuestros días.
Los libros que han llegado hasta nosotros contienen la
historia de los primeros siglos de Roma, desde la fundación hasta 292 adC, el relato de la Segunda Guerra
Púnica y de la conquista por los romanos de Galia
cisalpina, de Grecia, de Macedonia
y de parte de Asia Menor. Otro
escritor escribió Epitome para todos sus libros. Esos Epitome han
permanecido, y nos permiten saber cual era el plan seguido por Tito Livio y el
orden en el que narraba los acontecimientos.
En esta Historia de Roma también encontramos la
primera ucronía conocida: Tito Livio imaginando el
mundo si Alejandro Magno
hubiera iniciado sus conquistas hacia el oeste y no hacia el este de Grecia.
RESUMEN
DE ROMA
Para los
griegos el concepto de origen de los pueblos se identificaba generalmente con
acontecimientos precisos. Imaginaban emigraciones marítimas a Italia de pueblos
procedentes de Oriente, como los arcadios, pelasgos, lidios, troyanos y
cretenses. Así, la historiografía griega helenística concedió un origen divino
y griego a la fundación de Roma. La lísta canónica de los siete reyes de Roma
–u ocho, de incluir a Tito Tacio, que durante algún tiempo habría constituido
con Rómulo una especie de diarquía- es la siguiente: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco
Marcio, Lucio Tarquino Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el
Soberbio (1)
Como la fecha
de la fundación de Roma propuesta por Verrón y aceptada por la analística
romana se sitúa en el 754 a C., cada reinado tendría una media de treinta y
cinco años, que habría que alargar o reducir en caso de admitirse la fecha del
814 a C., propuesta por el historiador griego Timeo en el siglo III a C., o del
729 según Cinicio Alimento, también del siglo III a C. Sin embargo la fecha del
754 a C. es la más aceptada, con un valor orientativo, esto es, se acepta que
la primitiva Roma pudo ya existir en las últimas décadas del siglo VII a C.,
cualquiera que fuese entonces su nombre, tanto como ciudad, como en la forma de
federación de aldeas. (2)
La tradición
señala que el primer rey fue Rómulo, hijo de Marte y rey mítico. Es además el
rey epónimo, pues su nombre significa Romano. Según Tito Livio (3) buscó incrementar a sus súbditos de dos maneras: abriendo
un asilo o refugio sobre la colina del Capitolio y raptando mujeres sabinas.
Algunos historiadores dan a Rómulo el título de rey del Palatino. El historiador
Aulo Gelio (4) dice expresamente que “el más antiguo pomerio, que fue creado por Rómulo, terminaba en la
parte baja del monte Palatino”. El
pomerio (igual a post murum) era el límite de la inicial ciudad palatina.
Así, Rómulo aparece como el fundador de la
ciudad y el que instauró la monarquía, también los primeros órganos de
gobierno: el Senado y las Curias. Numa Pompilio habría sido el artífice
de las instituciones sociales y religiosas de la ciudad, se le atribuye la
reforma del calendario. Tulio Hostilio y
Anco Marcio son presentados como
guerreros. Al primero se le atribuye la destrucción de Alba Longa y la creación
de una curia destinada a la actividad jurídica, que fue llamada Curia Hostilia.
Anco Marcio eliminó las aldeas situadas al sur de Roma (Politoro, Ficana…).
También creó unas salinas en Ostia y el primer puente sobre el río Tibes, el
Pons Sublicius.
Cada tribu
aportaba diez curias, esto es, treinta y tres curias en total de cien hombres
cada una, lo que suponía un total de tres mil infantes, además de 300
caballeros en tres centurias. Al frente de la infantería había tres tribuni militum y al frente de la
caballería tres tribuni celerum. Estas
curias constituían los Comicios Curiados,
que era la asamblea de las treinta curias reunidas. La función más importante
de las Curias era la de ratificar la designación de un nuevo rey., pero no la
elección del mismo, función que correspondía al interrex (senador que hacia las funciones de rey hasta la elección
del nuevo rey) y al Senado. El Senado o consejo de ancianos era el órgano
consultivo del rey, integrado por los patres
o jefes de las gentes.
Respecto a la
composición social se puede constatar que, desde el siglo VIII a. C., había ya
en la primitiva Roma una diferenciación social (como es la existencia de un
Senado de patres) y económica.(5)Las
características de los tres últimos reyes (los tres etruscos, dos de ellos
pertenecientes a la gens Tarquinia y
el otro oriundo de la ciudad etrusca de Vulci y de origen servil) se adaptaron
mal al carácter tradicional de monarquía
romana. En primer lugar, el que fuera electiva planteaba dudas acerca de la
elección de una serie de reyes etruscos. También resulta sorprendente la
interrupción de la dinastía tarquinia con la inserción entre Tarquinio Prisco y Tarquinio el Soberbio de un hombre nuevo, Servio Tulio. También con la dominación etrusca cobró fuerza la
idea de que Roma, durante esta segunda fase monárquica, siguió siendo una
ciudad latina. Por otra parte, el advenimiento del primero de estos tres reyes,
Tarquinio Prisco, no se efectuó con
ningún acto de violencia ni se impuso por las armas. Así, el carácter de la
monarquía romana durante la época de los Tarquinios, es similar al de los
tiranos griegos. Servio Tulio reinó 44 años con tal sabiduría, que hubiera sido
difícil, hasta para un sucesor bueno y moderado, competir con su gloria, con él
se extinguió la monarquía legítima. Después Tarquinio el Soberbio, fue injusto
en la paz, no fue mal capitán en la guerra y hasta hubiese superado en esto a
sus predecesores, si los vicios del rey no oscurecieran la gloria del general. (6)
COCLUSION Y COMENTARIOS
La
obra de Livio acentúa los aspectos moralizantes y didácticos antes que los
episodios históricos, quizá para compensar la crisis de las costumbres y la
corrupción que se vivía en su tiempo. El estilo literario de Livio triunfa al
aportar sentimiento a la narración, acentuando los episodios dramáticos,
aplicando en ocasiones ciertas dosis de fantasía en aquellos hechos donde no
cuenta con suficientes fuentes.
SU CONCEPCIÓN:
Se adivinan causas complejas en el
nacimiento de la obra. El fin de las guerras civiles primero, junto con el
advenimiento de Augusto, marcaron época: en esta fecha, aunque continuara
avanzando, la historia romana podía aparecer como un todo. Por otra parte, las
ideas matrices del nuevo régimen tendían a una concentración nacional y a una
restauración de la antigua moralidad, favoreciendo con ello la exaltación del
pasado más remoto y la pintura sin adornos de las crisis recientes, al fin
resueltas. Tito Livio se limitó, por tanto, a la historia de Roma, mientras
algunos de sus predecesores o coetáneos, Cornelio Nepote, Trogo Pompeyo,
trataban, sin tener su genio, de prolongar el campo de su visión. Y, por lo
demás, los votos ardientes de Cicerón en pro de una historia nacional que
reuniera todas las cualidades de la elocuencia y ciertos encantos de la poesía
debían decidir a un escritor consciente de sus fuerzas y ávido de gloria a
emprender esta colosal tarea.
MÉTODO Y LEALTAD DE TITO LIVIO:
La obra de Tito Livio se presenta también,
desde el punto de vista histórico, como una hábil combinación de obras de
segunda mano, casi todas latinas. A menudo no llega a conocerlas hasta que se
halla en plena labor; normalmente, sigue muy de cerca dos o tres para cada
parte de su historia (Valerio Antias y Claudio Quadrigario para la primera
década; Fabio Píctor, Celio Antípater y Polibio para la tercera), mezclando en
cada momento con sus datos recuerdos o notas de otras procedencias. Sólo a
fuerza de manejarlas llega a hacer su crítica; además, las mentiras y las
exageraciones de los analistas deben ser manifiestas para que las rechace; una
verosimilitud lógica, un término medio entre dos cifras le ayudan a emitir una hipótesis.
En cuanto a los autores no latinos, parece ignorarlos, a excepción de Polibio,
cuyo enorme valor no supo apreciar en sus comienzos, aunque empezó a resumirlo
pronto, no sin modificarlo con mayor o menor prudencia de acuerdo con tal o
cual analista, ni sin incurrir en contrasentidos. Pero Polibio, que era de
sentimientos prerromanos, no corrige lo que las fuentes de Tito Livio tienen de
excesivamente nacional.
Un método tal permitió a Tito Livio
trabajar con rapidez y dar a su obra una movilidad regular y unas proporciones
que, aunque se prolongan extraordinariamente (cosa casi fatal) a medida que
avanza, permanecen en equilibrio. Tal método le impidió ser un sabio original:
no supo extraer de las antigüedades latinas y de los monumentos un colorido
siquiera verosímil para los siglos más antiguos de Roma; no sospechó el
contenido religioso de las leyendas que narraba; ni la diversidad de pueblos y
de intereses que veía en los datos; ni la importancia de los problemas
económicos que descubría. Sin embargo nos ayuda, más que Polibio, a comprender
el temperamento romano, con su mezcla de razón y práctica supersticiosa, o
también la relación entre los problemas internos y externos. Y, en la narración
del último siglo de la República se patentiza su facilidad para abarcar vastas
lecturas, su imparcialidad, la proximidad de los hechos y la actualidad de las
cuestiones, que permitían recrear una atmósfera exacta; todo ello debió
conferir a su obra - se nota en su relato de la muerte de Cicerón - un valor
histórico muy elevado.
Y, aunque a menudo le falte espíritu
crítico, su honradez es total: reflejada así para nosotros, incluso sin dudar
de ello, antiguos estadios de la tradición romana que otros, como su coetáneo
Dionisio de Halicarnaso, oscurece con sus rectificaciones. Su independencia es
tan bien una virtud de historiador: y, al consolidar cada vez más su “alma de
antiguo”, la robusteció, por decirlo así, haciendo de la historia su vida. Sin
duda la concibe predominantemente como una exaltación nacional, un tema de
reflexiones morales y desde el punto de vista de los conservadores moderados,
hostiles a las experiencias democráticas: esta forma de historia parecía, en
esta fecha, muy legítima, y Tito Livio ha desempeñado su tarea con completa honradez.
EVOLUCIÓN LITERARIA:
Su doctrina literaria era muy precisa:
admiraba la amplitud y el colorido de Demóstenes y de Cicerón, censuraba las
asperezas y los arcaísmos de Salustio. Además, opinaba que la historia debía
ser “obra oratoria” y reaccionaba contra las tendencias de la prosa de su
tiempo.
Por ello, existen diferencias entre las
Décadas: La Primera es la más atractiva en la que traza cuadros bastante
breves, a menudo, con efectos de contraste, que resaltan vivamente; no se priva
aún sistemáticamente de los incisos; la lengua sorprende también con frecuencia
al lector por sus giros familiares, poéticos o enfáticos, que se escapan de la
trama general.
En su conjunto, el estilo de Tito Livio es
periódico pero los periodos, muy estudiados, son más densos y más simétricos
que los de Cicerón; por eso se originan a veces confusiones, aunque ofrecen una
extrema variedad de ideas y enorme riquezas estilísticas bajo la apariencia de
monotonía. La lengua acepta expresiones antiguas y poéticas, las metáforas son
frecuentes, vivas y atrevidas; las comparaciones aparecen a veces desarrolladas
plenamente.
LA VIDA Y EL DRAMA:
Su arte está al servicio de una rica
imaginación. No porque Tito Livio llegue a “resucitar íntegramente el pasado”.
No pinta ni la tierra ni los paisajes de Italia, ni las condiciones materiales
de vida, ni las mentalidades en su complejidad. No obstante, revive los hechos
con una intensidad sorprendente sin preocuparse de las diferencias de medio o
de costumbres, como si se tratara de acontecimientos actuales, en los que se
hallará envuelto el mismo; resulta, incluso ante los acontecimientos más
remotos un tono de generalización humana muy de acuerdo con el objetivo moral
que se había fijado Tito Livio, y a la vez una intensidad dramática igual, con
otra forma, que la de Tácito.
EL RELATO ÉPICO:
Ese don de vida es muy consciente en Tito
Livio y su potencia creadora muy controlada. El escritor expone su relato con
rigor, distinguiendo los momentos, escogiendo y ordenando los detalles para
lograr la unidad en vigor y fuerza expresiva. Algunas palabras puestas en boca
de los personajes esenciales, un cierto calor retórico elevan demasiado el tono
en las escenas de la primera Década. Tito Livio llegó a enlazar todas estas
relaciones hasta realizar conjuntos cada vez más vastos, amplios, sin
dispersión. Logró entonces una narración épica casi homérica de un curso
regular, ininterrumpido, en que las propias monotonías (inevitable) se
armonizan con el tono general.
LOS DISCURSOS:
Un número muy elevado de discursos jalonan
la narración; son, normalmente, bastante breves, aunque algunos alcanzan
grandes proporciones, y todos, a la usanza antigua, son de invención de Tito
Livio y sin base histórica. Parece que dichos discursos no hacen sino dar fe de
la riqueza y flexibilidad de la retórica de Livio; o, al menos, en la
composición artística de la obra, sirven para equilibrar, por contraste, los
períodos descriptivos y narrativos. Pero van más lejos: a veces desarrollan en
todos sus rasgos la psicología de un personaje; con más frecuencia la política
de un partido. Otras veces tratan de exponer el ambiente general de una
situación, como lo haría un historiador moderno, aunque en nombre propio. Casi
siempre con el tono más exacto y la forma más viva.
EL CONTENIDO
DIDÁCTICO:
Tito Livio sabía que, por más esfuerzos
que realizara, no se libraría de una cierta monotonía, en especial en la
primera parte de su Historia: los
analistas, en efecto, al no tener ningún sentido de las diferencias
cronológicas, y para suplir las lagunas de la tradición habían desplazado al
pasado una multitud de sucesos, batallas, luchas tribunicias de los últimos
períodos de la República. De este modo, la originalidad misma de los acontecimientos
recientes aparecía menoscabada. Pero, en aras de sus objetivos morales y
racionales especialmente, Tito Livio palió lo mejor posible tales
inconvenientes. Primero trazó el esquema del romano ideal, heroico, laborioso,
tenaz amante de la justicia, arquetipo que se había formado principalmente
entre los siglos IV y II, imagen que su psicología sutil convierte
prácticamente en verosímil y cuyo fervor patriótico eleva como símbolo y premio
de la perseverancia y de la eternidad de Roma
EL NACIONALISMO ROMANO
Y TITO LIVIO:
Pese a su grandeza, Tito Livio dista mucho
de igualar, como sabio y como artista, a un Michelet. Pero supo unir al
sentimiento de la escenificación dramática y pintoresca, que habían puesto de
moda los historiadores griegos del período helenístico, la amplitud de su
visión histórica, la solidez continuada en el desarrollo, el equilibrio entre
las partes, la armonía del conjunto. Sobre todo trazó la majestuosa imagen de
la antigua Roma, que alimentó el nacionalismo romano durante todo el Imperio
“Historia Romana”
es, junto a la Eneida el monumento
más importante dedicado a la mayor gloria de Roma. Pudo disfrutar del éxito en
vida, que ya que fue el más leído de su tiempo, relegando a un segundo plano a
los historiógrafos que le precedieron.
“Ut
cumque erit, iuvabit rerum gestarum memoriae principis terrarum populi pro
virili parte et me ipsum consuluisse.
«
Sea como fuere, ayudara que yo mismo me haya dedicado de la mejor manera
posible a ensalzar el recuerdo de los magníficos hechos del principal pueblo de
todo el orbe terráqueo.” (7)
Citas
(1) Livio, Tito. Historia romana.
Primera década. Estudio preliminar Francisco Montes de Oca, México,
Editorial Porrúa, 1976. (Colecc. “Sepan cuantos…”, 304).
(2)
Livius Patavinus, Tito. Ab urbe condita, París,
editorial Las Belles Lettres.
(3) Livio, Tito. Historia romana.
op.cit., pp 7 y 11.
(4) Livio, Tito. Décadas de la historia romana,
Trad. del latín al castellano por Francisco Navarro y Calvo, Madrid, Librería
de los sucesores de Hernando, 1914-1917.(Biblioteca Clásica; 111-112) 7 vol.
(5)
Livio,
Tito, Historia Romana. op.cit. p. 7.
(6) Livio, Tito, Historia romana.
op.cit., pp38 y 40.
(7) Livius Patavinus, Tito. Ab
urbe condita, París, editorial Les Belles Lettres.
BIBLIOGRAFÍA
Livio,
Tito. Historia romana. Primera década, Estudio preliminar Francisco
Montes de Oca. México, Editorial Porrúa, 1976. (Colecc. “Sepan cuantos…”, n°
304).
Livius
Patavinus, Tito. Ab urbe condita, París, editorial Les Belles
Lettres.
Livio,
Tito. Décadas de la historia romana, Trad. del latín al castellano por
Francisco Navarro y Calvo, Madrid, Librería de los sucesores de Hernando,
1914-1917. (Biblioteca Clásica; 111-112) 7 vol.
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