SAA
BIGU
(Son
de la Tortuga)
GUENDANABANI
SICARÚ
(Cuán
hermosa es la vida)
(Cultura
Zapoteca)
Quizá podemos
afirmar que la música permea todos los ámbitos de la vida; acompaña el amor, el
desamor, las fiestas, la vida y la muerte, y así mismo evoca lugares y
costumbres. De eso quiero platicar en este texto, pues hay música que además de
su contenido sonoro y literario posee características que nos brindan
información sobre su lugar de origen. Es decir, existe música con detalles
culturales que nos indican en donde nació, por ejemplo, es el caso de los sones.
Cuando escuchamos un son y ponemos atención a la instrumentación, podemos
descubrir de dónde es. Si escuchamos un son veracruzano, por sus rimas y los
instrumentos podremos descubrir si es del Puerto, de Tlacotalpan, de la región
de los Tuxtlas, etc. Aquí un tip: si es
un son veracruzano con arpa, pertenece al Puerto; si logramos distinguir un pandero, es de Tlacotalpan; si solo usa jaranas (guitarra de varios
tamaños), es de los Tuxtlas, etc.
Aquí pondré énfasis en dos sones de
la cultura zapoteca, específiamente de la región del Itsmo de Tehuantepec, el
son Bigu
y el Guendanabani. Antes de continuar, quiero explicar que la
cultura zapoteca, perteneciente al Estado de Oaxaca, se divide en cuatro
regiones: la Sierra, el Valle, el Centro y el Itsmo, esta última región se ha
caracterizado por una intensa difusión de su lengua y de sus costumbres, que y que
desde 1484 han conformado una cultura peculiar combativa “conservando a la vez
su lengua nativa, sus costumbres y tradiciones en el nacimiento, la vida y la
muerte”. (1)
Los binnizá o zapotecas del
Itsmo, como todas las culturas, contiene una peculiaridad que le permite crear
sones distintos de los del resto de la región y del país. Los binnizá
son los que descendieron de la nube, poseen una cosmovisión politeísta y por
eso encuentran, en distintos elementos de la naturaleza, mensajes y elementos
que los vinculan directamente consigo mismos y con el mundo.
Entonces, como el mundo les habla o
les dice cosas, los animales también les dicen cosas; estos animales que
transmiten mensajes sobre la vida son nombrados guenda la esencia de las
cosas, lo que existe, el espíritu o la sustancia. Éstos representan en sí mismos, vida, fertilidad o abundancia, tal es
el caso de la tortuga, bigú; el lagarto, be´ñe
´; y el tigre, beedxe´.
Podemos recordar que las letras de
las canciones sirven para educar, generalmente mezclando cosas de la vida
cotidiana. Sucede que la música es importante en todas las culturas, y los binnizá,
no son la excepción, por ello hablaremos de un son dedicado a las tortugas,
pues no solo son animales sagrados, también son animales que alimentan a la
comunidad.
Antes de seguir, hablaremos un poco
sobre las características de eso que llamamos son:
Durante la colonización llegaron a
México los instrumentos de cuerda: guitarra, jarana, violín, arpa, etc., y los
instrumentos de aliento-metal: trompeta, saxofón, clarinete, etc.; con ellos
también llegaron las formas musicales para usar con esos instrumentos, por
ejemplo las polkas, marchas, valses y, por supuesto, el son.
En su definción
más básica un son: es todo aquello que se puede bailar o una “pieza musical
que tiene como características, un patrón rítmico-armónico recurrente y que
forma un complejo musical, cultural, poético y coreográfico”. De esta manera,
las antiguas danzas y melodías se fueron transformando en sones y, en el caso
de los binnigula´sa´ o antiguos zapotecas, se puede ver cómo las
danzas precolombinas conservaron sus creencias y adoptaron los nuevos ritmos.
El caso del son itsmeño, a diferencia
de los distintos sones (jarocho, huasteco, calentano, jalisciense, etc.), tiene
como peculiaridad el uso del instrumento de aliento, pues las danzas zapotecas
se interpretaban usando flautas de carrizo y de barro, por eso se adaptaron
fácilmente a la banda de viento, aunque, hoy en día, estos sones también se
interpretan con instrumentos de cuerda y con marimba. Fin de las
características.
Como decía, las antiguas danzas
zapotecas o música binnizá se interpretaban con flauta y algún instrumento de
percusión, podía ser un tambor o la concha de algún animal, generalmente de
tortuga; también existían los casos en que se cantaba o se recitaba durante la
ejecución musical. Aún quedan algunos intérpretes que amenizan la “cocida del
tamal” o “la levantada de la enramada” con flauta de carrizo y tambor o
caparazón, estas piezas musicales fueron transmitidas desde los binnigula´sa´,
es decir, los antiguos zapotecas.
Entre los sones istmeños provnientes
de las antiguas danzas zapotecas, se encuentra el Saa bigu, o también
conocido como Bigu huiini´ (bigu significa tortuga y huiini
es una palabra que se utiliza como diminutivo: tortuguita). Como ya
mencioné, la tortuga, bigu, es un
animal sagrado que sólo alimenta el cuerpo con su carne, también simboliza la
longevidad, la abundancia y la fertilidad.
Hoy en día, este son se interpreta
en fiestas o velas, en la fiesta en que inicia la recolección de huevos de
tortuga o en la época de mayor pesca. Cuenta la historia que la letra se
compuso en el pueblo tehuano para el pueblo huave, puede escucharse la
referencia a ello en los versos del son, como se muestra en los versos del
siguiente verso.
Zapoteco
Nase huadxi
guyáa neza yóo,
Dxi na yendaya
ma peca zeu,
Ma beeda nda
lu ¿xhi beeda néu?.
Ti bigu huinii
de San Mateo
Ay, ay, bigu
xhi pé scarú
Jma pa ñaca me
guiiña dó,
Jma pa ñoo me
ndanni zunquii
Nabixha ñahua
laame ena dxi.
Ti bigu huiini
ti bigu ró,
¿Paraa nga
biia lu laame lu ró?
Ye guuya laame
uriá nisa do
Ora biree me
numba sedó.
Ay, ay, bigu
xhi pé scarú,
Jma pa ñaca me
guiiña dó,
Jma pa ñoo me
ndaani zuquii
Nanixha ñahua
laame ena dxi.
Ti huavi
huiini, ti huavi róo
Zendee ca bigu
guriá nisa dó
Zeeda ca mama
né dxumi zúu
Zicaa ca dxita
para gutóo.
|
Español
Anteayer
pasé por tu casa,
cuando llegué ya te habías ido,
ahora
que regresaste ¿qué trajiste?
Una
tortuguita de San Mateo.
Ay,
Ay, tortuga que hermosa es,
mejor
aún si estuviera en un molito,
mejor
aún si estuviera en el horno
sabroso
me la comería hoy.
Una
tortuga chica, una tortuga grande,
¿adónde
la viste señor?
Fui
a verla a la orilla del mar
Cuando
salió al amanecer.
Ay,
Ay, tortuga que hermosa es,
mejor
aún si estuviera en un molito,
mejor
aún si estuviera en el horno
sabroso
me la comería hoy.
Un
huave niño, un huave adulto
fueron
a cazar tortugas a la orilla del mar
y
viene la huave con su canasta
a
recoger los huevos para vender.
|
Si bien
parecería que la letra de la adaptación de este son se refiere únicamente a la
recolección de huevos y caza de tortuga, éste nació como una danza de
recolección y abundancia en homenaje a un animal guenda, un animal sagrado
que nos vincula directamente con la madre tierra y recuerda el ciclo de la
vida.
Hoy en día, este son se utiliza en
el rito para pedir matrimonio: mientras los músicos interpretan con flauta de
carrizo y concha de tortuga; esta danza simboliza la prosperidad y el trabajo
en conjunto del nuevo matrimonio. Es una promesa de vida juntos, que nace de la
muerte de un animal sagrado, o sea, es un son para vivir que se origina de una
muerte, aunque para los zapotecas, la muerte es sólo el tránsito o cambio de
morada, tal como lo veremos en el siguiente poema.
Zapoteco
Guendanabani
xhianga´sicarú
ne gastiru´ ni
ugaanda laa.
Diuxi biseenda´laanu
guidxi layú
ne laa cuidxi
laanu ra nuu.
Guendanabani xhianga´
sicarú
ne gastiru´ ni
ugaanda laa,
guiranu napanu
xhi gatinu
ne guiranu
zabiinu ra ba´.
Napu´ que
gapu´, zie lu´
cadi ti
nápu´zianuu´,
nahuiini´,
naro´, guirá´zabii
cadi guixhi
huidxe guuyu´laa
ma´zedabi´ti
bisaana sti´,
nga huaxa qué
ziuu dxi;
laanu
ma´ziuunu guiba´
Xhunaxhidó
´nga gapa laanu ndaani´ná.
Ma´ziuu un,
nacahui riaana
ndaani´ yoo
huadxí siado´,
ni biaana
ruuna´re´nisa lu xpido´
ne ruxhuí´lu
zuhuaa lu
galaa bato´ti nisado´
canaba´lu
Xhunaxhi do´
cu laabe
ndaani´ladxido´.
Guiruti´ná qui
zie,
guira´napa xhi
che´,
ne ora ma
guidxiña dxi
zaduuna né un ne
guira´mi ma´zie.
|
Español
La
vida es muy hermosa
y
no hay nada que se le compare.
Dios
nos mandó a la tierra
y
él mismo nos llamará a su lado.
La
vida es muy hermosa
y
no hay nada que se le compare,
todos
tenemos que morirnos
y
todos iremos a la última morada.
Tengas
o no tengas (riquezas), te vas a ir
y
no porque tengas te vas a quedar,
niños,
adultos, todos irán a casa
y
no mañana o pasado los verás regresar
porque
hayan dejado algo,
eso
jamás sucederá;
nosotros
ya nos vamos al firmamento
donde
la Diosa nos cobijará entres su brazos.
Cuando
partamos, oscura quedará la casa
tarde
y día,
el
que se quede
llorará
ante el altar
y
se imaginará
estar
parado a la mitad del mar
pidiéndole
a la Diosa
lo
guarde en su corazón.
Que
nadie diga que no se va a ir,
todos
tenemos que partir,
y
cuando se acerque el día
nos
reuniremos con los que ya partieron.
|
Una magnífica
muestra del maridaje entre lo precolombino, lo colonial y lo poscolonial en un
son que desde hace unas décadas ha rebasado las fronteras de lo tradicional. La
música del son-mazurca compuesto por Daniel C. Pineda, “La última palabra”,
poema en español que nos brinda la imagen de una despedida ante la muerte del
ser amado, (2)
por
lo que suele usarse como título para ambas piezas y se acostumbran mezclar en
la interpretación, tal como se ha popularizado en las grabaciones de las
últimas décadas. Este son se interpreta sobre todo como parte del ritual
mortuorio, es una promesa de reencuentro con aquél que murió y una reflexión
sobre el propio estar en el mundo. Las últimas grabaciones han colocado este
son istmeño a la par del famoso vals “Dios nunca muere”, quedando como
estandarte de la identidad oaxaqueña. (3)
Los binnizá se enorgullecen
de su peculiaridad y defienden sus costumbres; sin embargo, y como proceso
natural, la hispanización la permeado la ideología, la lengua y las costumbres;
encontramos en el Guendanabani palabras que muestran la asimilación de otras
lenguas y la transformación del significado de la propia. Veamos los versos “Diuxi
biseenda´laanu guidxi layú” y “canaba´lu Xhunaxhi do´”.
Por un lado, tenemos: Diuxi,
que literalmente significa Dios. Hoy
en día, al escuchar este vocablo se piensa en el dios judeo-cristiano y,
seguramente se pensaba en este dios al escribir la letra, sin embargo, en el
vocabulario de los biinigula´sa´, esta palabra no existía, se trata pues de la
adaptación de un vocablo hispano traducido a la cosmovisión diidxazá.
Por otra parte, nos encontramos con
el término Xhunaxhi, que es caso inverso del Diuxi, es decir, Xhunaxhi o xhunaxhidó, es un término
diidxazá
que significa Diosa; no obstante, en el panteón cristiano que es
monoteísta, no existe una diosa madre, pero si una madre divina que es la
virgen, por lo tanto, hoy por hoy, Xhunaxhi
se ha convertido en La Virgen. Una madre divina que abraza, protege y consuela.
En estos sones encontramos la
vigencia de una cultura que ha rebasado los umbrales del tiempo y de la institucionalización
en la que se denosta lo indígena, ahora llamado pueblo originario; los sones
istmeños, en general, se siguen bailando en las fiestas, y estos dos sones, en
particular, siguen conservando la importancia ritual de los binnigula´sa´.
Al ser interpretados salen de la visión ecomuséica, no sólo son los “bailables”
que se interpretan para recordar la mexicanidad el 15 de septiembre.
El Saa Bigu se transforma en
el vínculo entre la diosa madre y el hombre, es quien lo alimenta, le permite
vivir y amar; la tortuga como guenda
proporciona al binnizá el medio para
este diálogo que es su mismo cuerpo, su caparazón. Este son representa la
alegría de vivir y de morir para seguir dialogando con el otro. Mientras que,
por su parte, el Guendanabani nos permite ver como el diidxazá, el zapoteco como lengua, camina al compás del tiempo, de
la historia, y muestra la cosmovisión guidxizá
en donde la vida, como existencia en el mundo, es transitoria y
contingente, existe un lugar que es el hogar, del que se espera el eterno
retorno. A diferencia de otras cosmovisiones mexicanas y mesoamericanas, los
zapotecas del Istmo tienen el mismo inframundo para todos, quizá porque su
origen como pueblo originario (antes del 700 a.C.) relata que la población del
Istmo se mezcló con soldados aztecas y huaves que pretendían llegar al Soconusco
en Chiapas.
La teoría dice que si la mayoría
eran soldados que se convirtieron en pescadores, cazadores, ceramistas,
artesanos, entonces, es probable que no hubiera necesidad de dividir el
inframundo por castas. Quizá, tengamos aquí el ejemplo de una nación.
Para concluir, podemos decir que en
el Istmo oaxaqueño se guarda una profunda espiritualidad por la vida y respeto
a la muerte, como parte de su reflexión sobre la existencia y veneración del
ser zapoteca. En cada momento de su cotidianidad, sueños y anhelos, la música
está presente.
Citas
(1) Jiménez López,
Guillermo, Juchitán, testimonios de un
pasado mágico, México, CONACULTA, 2005.
(2) Mis labios
enmudecieron ya
al intentar
decirte adiós;
y, ¿qué será
de mi alma, si al fin
voy a vivir
lejos de ti. Ven a mi lado ingrata
ven vida de mi
mismo ser,
quiero verme
en tus ojos
y embriagarme
en el aliento
que tu boca
expira,
con la dulzura
innata de tu amante alma;
que el destino
indestructible
me obliga con
pena a dejarte marchar.
Ausente de ti
voy a vivir mujer, pero con fe;
vives en mi
triste corazón, tuyo es;
eres el ángel
que del cielo vino, a esta vida de pesares
a endulzar mi
amarga juventud.
Pero si por
desgracia
mueras o muero
yo,
allá en la
otra mansión
ante el
creador me uniré a ti.
(3) Se recomiendan
estos dos videos en los que se podrán escuchar algunos de los iconos
zapotecas. http://goo.gl/nHgQzN y
htto://goo.gl/JA6WWa
|
Bibliografía
Cruz, N., “Sonidos
de la nación zapoteca”, en Guidxizá, una
mirada a nuestros pueblos, 2012.
Gómez, Beleguí, “Sonidos
de la tierra para vivir y morir, dos ejemplos: Saa Bigu (Son de la Tortuga) y
Guendanabani Sicarú (Cuan hermosa es la vida), en Palabrijes, México, UACM, núm.
12 julio-diciembre 2014.
Maza, M.G.B., Compndio de Sones Huastecos: Método,
partituras y canciones, México, CONACULTA-FONCA, 2008.
Pineda, I., “La
literatura de los Binnizá. Zapotecas del Istmo”, en De la oralidad a la palabra escrita. Estudios sobre el rescate de las
voces originarias en el Sur de México. Chilpancingo, El Colegio de
Guerrero, A.C., 2012, pp. 293-310.
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