GUERREROS DE AMÉRICA
EL ORIGEN DE LOS MAPUCHES
Los
mapuches (“gente de la tierra”) son un pueblo indígena que
actualmente habita en el sur de Chile, en la región de la Araucanía, la
Patagonia. También se denomina así a quienes hablan la lengua mapuche o mapudungun, aunque esta
acepción es más general.
No se conoce su origen con demasiada certeza
aunque se puede rastrear su
presencia desde el siglo V en el que se encuentran manifestaciones
culturales de su vida y costumbres en la Depresión Intermedia de Chile, el gran
llano que cruza el país de este a oeste.
Según la historia del pueblo
mapuche, los mapuches son originarios de los pueblos originarios de las
culturas Bato, El Vergel, Llolleo y Pitrén.
Cuando los españoles llegaron
a esta zona en el siglo XVI, los mapuches se situaban entre el Valle del
Aconcagua y el centro de la isla de Chiloé.
Los picunches,
pueblos indígenas originarios del norte, se encontraban bajo el dominio o
parcialmente influidos por los incas y fueron sometidos por los españoles.
Sin embargo, los grupos al sur del río Maule no se dejaron dominar por los incas y también se resistieron a los españoles en la Guerra del Arauco, donde demostraron su pericia con los caballos
Entre los siglos XVII y XIX se produjo la
Araucanización, es decir, que
los araucanos o mapuches se expandieron hacia
la Cordillera de los Andes llevando su cultura araucana a los tehuelches y
otros pueblos pampas, a veces de forma violenta y a veces de forma pacífica.
Los mapuches en el siglo XIX
perdieron territorios al ser invadidos por los ejércitos argentino y chileno,
especialmente al final de la centuria.
Esto supuso
un cambio en la economía del pueblo mapuche: de la caza y la
horticultura pasaron a la ganadería y la agricultura practicadas en las tierras
que Chile y Argentina les concedieron para su sustento, convirtiéndose así en
un pueblo campesino.
Los guerreros mapuche
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En
tiempos de conflicto, los guerreros mapuche se unían en grupos amplios
llamados rehues formados
por varios lofs. Un lof es una familia mapuche unida por un antepasado
común.
El
líder de estos rehue era
el toqui,
nombre que también designaba a la cabeza de hacha de piedra que el jefe militar
llevaba como insignia en la cultura araucana.
El toqui era escogido en
una asamblea de loncos,
los jefes de cada comunidad mapuche.
No era
un cargo vitalicio ni hereditario; el toqui lo
era en tanto durara el conflicto o mientras así lo quisiera la asamblea
de loncos.
Por lo
general, se escogía al toqui en
base a su fama y habilidad como guerrero y también por su capacidad de
oratoria.
Los
guerreros mapuche solían bañarse varias veces al
día en las gélidas aguas de cascadas (en Traitraiko)
para purificarse espiritualmente pero también para acostumbrar al
cuerpo a situaciones extremas.
El
agua de las cascadas se consideraba la más pura y beneficiosa de
todas. De esta manera los guerreros del pueblo mapuche endurecían el carácter y
se mantenían siempre limpios y sanos.
¿Sabías qué?
La guerra era un acto sagrado para los mapuches y como tal, acudían a
ella recién bañados y con las ropas limpias.
Era
una ocasión en la que poder mostrar lo mejor de sí mismos por
lo que los preliminares a una batalla no se acababan tan sólo con la higiene
sino que eran parte de la cultura mapuche.
También
ayunaban, guardaban castidad, se hacían sangrías en las piernas con piedras
afiladas, dormían al aire libre y daban largos paseos y carreras.
Los
guerreros o weichafe,
guerrero en idioma mapuche, eran
entrenados para la guerra desde niños, como en muchas otras
culturas.
Este
entrenamiento del joven mapuche se basaba principalmente en la práctica
del Kollellaullin,
“potencia de hormiga”, arte marcial que recibe ese nombre quizá por la
capacidad de las hormigas de levantar varias veces su peso o por el resultado
físico en el guerrero de este entrenamiento: torso muy amplio y cintura
estrecha.
El Kollellaullin
El Kollellaullin conllevaba
la práctica de varias disciplinas:
·
Palín: juego de la chueca, deporte parecido al hockey cuyo nombre quiere
decir “pelotear” en mapudungun. Servía como preámbulo a los consejos políticos,
para instruir físicamente a los jóvenes y para realizar simulacros guerreros.
También se jugaba para dirimir conflictos entre distintas comunidades y para
honrar la memoria del difunto en los funerales. Llegaron a jugarlo tanto
hombres como mujeres y fue prohibido por la violencia que llegaban a mostrar
los jugadores.
·
Pillman: juego de la pelota de viento,
lo que actualmente se conoce como el juego del quemado o balón prisionero. Su
utilidad era la de aprender a esquivar proyectiles y armas arrojadizas.
· Linao: juego parecido al rugby que
se practicaba con el objetivo de endurecer el cuerpo del guerrero. Sólo
participaban los menores de 35 años que no se calzaban y además se untaban con
aceite de lobo marino para protegerse del frío y hacerse más resbaladizos
cuando los contrarios trataban de agarrarlos para quitarles la pelota. La machi bendecía
la pelota y a los guerreros antes del partido.
· Choiquepin: son carreras que se hacen
sobre una sola pierna.
· Lazu
o Ladu: consiste en
enlazar animales u objetos mientras se monta a caballo. Los primeros lazos se
hacían de juncos trenzados, luego de crin y finalmente de cuero. Esta habilidad
se usaría en el campo de batalla para desmontar a los enemigos de sus caballos
o para atraparlos mientras se cabalga.
· Curantun: lanzamiento de piedras.
· Huaiquitun: pelea con lanzas aunque
también se practicaba tirando con ellas. La lanza era una de las armas que
mejor manejaban los mapuches.
· Laqui
o Laque: lanzamiento de
boleadoras. Se trataba de tres bolas de piedra unidas por una cinta de cuero.
Se hacían girar sobre la cabeza y se lanzaban para enredar los pies del enemigo
o de su caballo. Solían llevarlas atadas a la silla del caballo.
· Trentrikan: caminar sobre zancos para
aprender a mantener el equilibrio y fortalecer las piernas.
· Llighkan: esgrima de cañas de
colihues, unos arbustos parecidos al bambú. Estas cañas hacían las veces de
espada para practicar y también se podía golpear con ellas.
· Lonkotun: lucha en la que se toma del
cabello al contrincante y se le arrastra para que tocara el suelo con la
frente. La lucha no acaba ahí sino que se ponían en pie y volvían a pelear hasta
que uno se daba por vencido. Los mapuches solían llevar el cabello rapado en la
coronilla y largo a los lados; tenerlo corto equivalía a ser un cobarde, aunque
esto cambió cuando se enfrentaron a los conquistadores. En ese momento deciden
raparse la cabeza precisamente para evitar que los enemigos pudieran tomarles
del cabello.
· Lefkawellun: carreras a caballo que
solían hacerse sobre el lomo desnudo del caballo para mayor prestigio y en
línea recta. Antes de comenzar, tomaban precauciones mágicas como frotar al
caballo con pieles de huanaco o plumas de aves de vuelo rápido. En la línea de
salida se ponía tierra de cementerio o grasa de león para ralentizar al
contrario.
· Lonkoquilquil: Ejercicios y combate con una
maza llamada maucana.
· Metratun: lucha que consistía en tomar
de los brazos al contrario para tratar de derribarlo.
· Pelkitun: ejercicios con arco y
flecha. Los cronistas relataban que la puntería de los mapuches era excelente y
hablan también de “lluvias de flechas” lanzadas por éstos.
· Reñitun: esgrima practicada con
lanzas.
· Rüllun: ejercicios de saltos en ríos
y lagos desde varias alturas.
· Rünkütun: ejercicios de saltos de todo
tipo: desde el suelo, desde grandes alturas, salvando obstáculos, cubriendo
largas distancias…
· Wadatun: ejercicios con lanza-anzuelo
para derribar jinetes.
· Weyeltun: ejercicios de natación para
dominar la técnica de zambullirse o Rilun lanzándose de grandes alturas a los
ríos. Los ríos torrentosos eran atravesados a nado llevando los caballos de las
riendas para que no se ahogaran. Era corriente la práctica de nadar debajo del
agua manteniendo la respiración.
· Huytruhuetun: ejercicios con honda
autóctona, una banda de lana con ensanchamiento de cuero para el proyectil. Los
mapuches lograban lanzar con gran violencia piedras de tamaño considerable con
las que podían llegar a matar al enemigo.
· Boxeo
mapuche: se daban golpes
de puño en forma alternada sin cubrirse ni defenderse hasta que uno de los
combatientes decía basta.
El guerrero, luego de aprender a manejar varias
armas, elegía su favorita y desde ese entonces se
especializaba en su uso.
Después, los ejércitos se formaban según las
especializaciones de los guerreros y el arma que manejaban.
El arma preferida por los
guerreros mapuche parecía ser la macana , una especie de garrote que
usaban especialmente para destrozar de un solo golpe las armaduras de los
españoles.
Se han hallado algunas que llegan a pesar 15 kilos, lo
que hace imaginar la fuerza que debía de tener el guerrero que la portaba.
Los
guerreros mapuche tenían
un gran dominio en el uso de caballo, siendo experimentados
jinetes capaces de lanzar la boleadora y la lanza a pleno galope e incluso de
sujetar las riendas con los dientes para tener ambas manos libres.
Otra táctica que hacían era saltar del
caballo para esconderse en su costado y volver a montarlo de un salto, todo eso
al galope.
Otra
práctica de los guerreros mapuche era inyectarse bajo la piel de hombros,
cuello, espaldas, brazos y piernas polvo
finísimo de roca dura, lauenkura o katanlipan, o huesos de puma pulverizados
para adquirir fuerza, dureza y valentía.
Algunos guerreros creían convertirse así en una especie de inmortales durante el combate.
Trepelaimidzuam, la vía espiritual del guerrero mapuche
Este
término quiere decir “vigilarse a sí mismo” en mapudungun y recoge la filosofía de la
cultura que mantuvo a los mapuches en guerra durante 400 años.
Consiste
en una férrea
autodisciplina en la que se conjuga el entrenamiento físico, la purificación
espiritual y la ligereza mental.
Los guerreros mapuche adquirían así una gran
resistencia al dolor y una enorme capacidad física además de no temer morir en
la batalla.
Los weichafe, los guerreros,
soportaban el hambre y la sed, el frío y el calor, y daban un tratamiento casi
de culto a sus armas tanto en su cuidado como en su manejo.
Las férreas disciplinas y pruebas a las que se sometían formaban guerreros endurecidos, disciplinados y con una gran predisposición a defenderse y a atacar.
Epunamun, el dios de los guerreros mapuches
Epunamun quiere
decir “dos pies” en mapudungun.
Según la cultura mapuche, se trataba de un espíritu de fuertes y largos brazos,
torso normal y piernas malformadas que tenía una mirada centelleante.
Su
nombre viene del hecho de que caminaba
dando saltos con los dos pies juntos.
Era
una divinidad guerrera y además, representante del Otro Mundo en los guillatunes, antiguas
ceremonias mapuches en las que se pedía el bienestar de la comunidad y se daban
gracias a los dioses.
Antes
de iniciar una batalla, la machi,
mujer mapuche que hacía de sacerdotisa, llamaba a Epunamun para que
los loncos,
los jefes de la comunidad, y los toquis,
los líderes guerreros, pudieran consultarlo.
Trataban así de saber qué ocurriría pero
también pedían consejo y protección así como los dones del valor, la fuerza y
la integridad.
Existía una danza dedicada
a Epunamun que
consistía en una serie de saltos que se daban con los pies juntos siguiendo el
ritmo de los cultrunes,
los tambores que usaban los machi durante
las ceremonias religiosas.
Los cultrunes tenían forma
semiesférica y representaban la mitad del universo; por eso en su superficie se
marcan los cuatro puntos cardinales según se ve en el arte precolombino.
Armas mapuches
Los guerreros mapuches eran adiestrados en el
manejo de varias armas aunque finalmente solían elegir una para perfeccionarse
en ella.
·
Arco y flecha: los arcos se fabricaban con madera del sur. Para la cuerda se
empleaban nervios y, posteriormente, crines de caballo. Las flechas también
eran de madera y solían reforzarse con puntas de piedra.
·
Lanza o wayki: se fabricaban de madera, aguzándose en los extremos para poder
clavarse y tostándose para que tuvieran mayor consistencia. Cada mapuche tenía
una lanza que mantenían en las puertas de sus casas siempre preparadas para la
lucha.
·
Maza o macana: se trataba de una porra de madera hecha de
madera con una especie de nudo en el extremo que podía ser también de madera o
de pedernal. Podía llegar a medir casi tres metros de largo y usarse para
derribar a un caballo de un solo golpe.
·
Boleadora o laque: se trataba
de tres piedras a las que se les abría un surco por el que se pasaba una cinta
de cuero que las unía, dejando un metro de cinta entre cada una. Algunas
llevaban dos piedras forradas en cuero y otra al desnudo, que era la que se
usaba para golpear al enemigo en la pelea cuerpo a cuerpo. Las piedras se
hacían girar sobre la cabeza y después se lanzaban para enredarlas en las
extremidades del enemigo y hacerle caer.
·
Honda: es el arma más primitiva de los mapuches.
Solía ser una cinta de cuero o una trenza de lana que se complementaba con una
bolsa de piedras que el guerrero llevaba colgada de la cintura.
Lautaro, el guerrero mapuche por excelencia
Lautaro
es uno de los líderes mapuches más conocidos de
la historia de Chile. Vivió a mediados del siglo XVI y se enfrentó a los
españoles en la primera fase de conquista del territorio.
Hijo
de un lonco mapuche, fue capturado
por los españoles cuando
tenía once años y pasó a ser paje personal del conquistador español Pedro de
Valdivia durante seis años.
Este
tiempo le sirvió para aprender
a cabalgar y también para conocer las tácticas militares de
los españoles gracias a Pedro de Valdivia.
Cuando
tenía 17 años logró fugarse, decepcionado tras
ver las humillaciones y vejaciones a las que Pedro de Valdivia sometía a los
mapuches capturados.
Fue
nombrado toqui en
su pueblo gracias a sus naturales dotes de líder y enseñó a su gente a montar a
caballo y a luchar sin descabalgar.
También les mostró las estrategias militares
que aprendió con los españoles y les enseñó a usar armas nuevas.
Organizó a los guerreros en bloques para
poder poner en práctica tácticas de guerrilla y emboscadas.
Usó
métodos de espionaje e inteligencia para vigilar a los españoles de cerca,
entrenó a los guerreros para ver en la oscuridad y poder atacar de noche y
eligió comandantes para jerarquizar a sus tropas y ganar en organización y
eficacia.
Lautaro continuó atacando distintos enclaves
españoles como La Concepción, atrayendo a su causa a otras comunidades
indígenas y arrasando con aquellas que no quisieron unirse a él.
Pretendió ir hacia Santiago para tomar la
ciudad pero el abandono de Chillicán, uno de sus principales aliados que no
estaba de acuerdo con su forma de actuar, hizo que cambiara de planes.
Finalmente, las tropas españolas capitaneadas
por Francisco de Villagra, lograron sorprender a Lautaro y a su ejército,
acabando con la vida del caudillo y con centenares de sus soldados.
El cadáver de Lautaro fue vejado, desmembrado
y apaleado y su cabeza, ensartada en una lanza española, se exhibió en la Plaza
de Armas de Santiago
Caupolicán, el sucesor de Lautaro
Caupolicán era miembro de una
familia muy respetada en la sociedad mapuche; desde muy joven luchó contra las tropas españolas.
Posteriormente, se
convertiría en toqui y
sucesor del caudillo Lautaro tras morir éste a manos de las tropas de Francisco
de Villagra.
Las derrotas sufridas tras
la muerte de su jefe hicieron que el Gran Consejo de los mapuches decidiera
unificar sus fuerzas bajo el mando de un mismo toqui que fue Caupolicán.
Fue elegido por su fuerza
física y su valor, aunque tuvo que demostrar sus capacidades ante los loncos, los caciques: sostuvo sobre
los hombres un enorme tronco de árbol durante dos días y dos noches sin caer exhausto.
Caupolicán fue capturado por un contingente al mando de Pedro de
Avendaño y condenado a morir empalado.
La leyenda cuenta que derribó al verdugo de una patada y que él mismo se sentó sobre el afilado palo de madera, muriendo por perforación intestinal sin dar ninguna muestra de dolor.
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EL GUERRERO INCA
Los incas, cuyo imperio abarcó
gran parte de la América precolombina, lograron tener un imperio tan extenso
que llegaba desde el Pacífico hasta la selva del Amazonas. Fue el estado más
importante y poderoso de la zona que existía antes de la llegada de Francisco
Pizarro y sus tropas gracias a su organización y administración.
El guerrero inca formaba parte
de un ejército bien organizado que logró conquistar a otros pueblos. Sin
embargo, la llegada de los españoles junto con la guerra civil anterior a ésta
provocó que decayera rápidamente hasta prácticamente desaparecer.
El Imperio Inca tuvo el territorio más extenso de toda la historia
de la América precolombina, casi dos millones de kilómetros
cuadrados situados entre el océano Pacífico y la selva del Amazonas ocupando
parte de Colombia por el norte y parte de Chile por el sur.
Sus orígenes se encuentran en
la victoria que las etnias cuzqueñas (sur de Perú) tuvieron sobre la
confederación de los estados chancas (los Andes) en el año 1483. Pachacútec,
quien lideraba a los cuzqueños, comenzó la expansión del imperio inca que
siguió creciendo con sucesivos dirigentes hasta que se estabilizó bajo el
mandato de Huayna Cápac.
Los incas no se impusieron solamente contra los
chancas sino también contra otros pueblos como los collas, los lupacas, los
chinchas, los chimus y los huancas. Se hicieron con el control de los recursos
y crearon varios centros administrativos conectados mediante una eficaz
red de carreteras. Sin embargo, permitieron que estos pueblos conquistados
mantuvieran su lengua, sus costumbres, su religión e incluso cierto grado de
autonomía.
Sin embargo, el imperio comenzó a decaer cuando los
hijos de Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, comenzaron a rivalizar entre sí
llegando a una guerra civil antes de la llegada de los
españoles a la zona. Esto junto a la viruela -que fue la que acabó con la vida
del rey Huayana- provocó un auténtico desastre demográfico que prácticamente
diezmó la población.
¿Sabías qué?
Las costumbras y
forma de vida de los incas perduraron durante mucho tiempo tras la desaparición
de su imperio
Atahualpa resultó vencedor en
la guerra civil entre los incas, coincidiendo su éxito con la llegada a la zona
de los españoles liderados por Francisco Pizarro. Sus tropas lograron capturar
al rey inca, que fue ejecutado en 1533 finalizando así el imperio inca.
Sin embargo, todavía hubo
algunos rebeldes que se levantaron contra esta acción y siguieron luchando
hasta 1572, año en el que fue ejecutado el último de ellos, Tupac Amaru.
El ejército inca
Conforme
el imperio inca fue creciendo, se hizo necesaria la creación de un ejército de
oficiales profesionales que reemplazara al habitual que estaba formado por
campesinos guerreros. De esta forma, el ejército inca quedó formado por
batallones integrados por escuadras en las que había oficiales profesionales
permanentes y hombres comunes (hatun runas) que eran llamados a las armas
mediante levas cuando era necesario.
Cada
batallón contaba con guerreros
incas pertenecientes a una misma etnia que eran dirigidos
por un curaca,
el jefe del ayllu,
es decir, las comunidades familiares con un descendiente común en que se
dividían los incas.
Los guerreros incas de alto
rango se elegían en la ceremonia del Warachikuy, una celebración en la que
hacían pruebas de velocidad, de resistencia al hambre y al sueño, de puntería y
de lucha.
La organización del ejército inca era la
siguiente: honderos y arqueros al frente, detrás de ellos soldados con hachas y
macanas para el cuerpo a cuerpo, después soldados con lanzas cortas arrojadizas
y por último, guerreros con lanzas largas que podían medir hasta seis metros de
longitud.
Tras la batalla, los guerreros incas exhibían
orgullosos las cabezas de los enemigos clavadas en lo alto de sus lanzas. En
ocasiones, los cuerpos se desollaban y con su piel se fabricaban tambores de
guerra. Usaban los cráneos para beber chicha o cerveza de maíz y además, se
hacían collares con los dientes de los vencidos a los que sumaban aquellos que
ya habían recogido sus antepasados.
Los
guerreros que se distinguían por su valor eran recompensados con
regalos como objetos de metal, medallas o vestidos. Además, podían ascender en
la jerarquía del ejército demostrando no solamente valor sino nobleza, fuerza y
conocimientos. A pesar de todo, los cargos más altos estaban siempre ocupados
por miembros de la alta nobleza inca.
¿Cómo era el guerrero inca?
Los
guerreros incas que entraban a formar parte del ejército debían contar con una
edad de entre 25 y 30 años. Todos ellos debían cumplir con el servicio militar ya
que en el caso de los nobles era una forma de conseguir honor y prestigio y en
el caso de los plebeyos, una manera de ascender en la escala social inca.
Los hombres de la costa no estaban obligados
a cumplir el servicio militar porque no soportaban las condiciones climáticas
del interior de los Andes
Sin
embargo, no todos los hombres cumplían este servicio militar sino que se escogía a uno de cada cincuenta que
ya hubiera cumplido los 25 años, la mayoría de edad según los incas. Además y
para cumplir la dualidad que estaba siempre presente en la civilización inca,
también se escogía a una de cada cincuenta mujeres para que fuera a servir a un
Templo de las Vírgenes del Sol durante el resto de su vida.
Los
guerreros rasos servían al ejército durante un período de entre seis y siete
años mientras que los
oficiales y los generales conservaban sus puestos y sus sueldos de por vida.
Éstos tenían además otros privilegios: el estado les proporcionaba casa,
alimento, ropa e incluso esposas, joyas y coca.
Cuando
iban a la batalla, los
guerreros incas permanecían en completo silencio y organizados hasta que
llegaba el momento de luchar. Era entonces cuando comenzaban a
gritar y a cantar para tratar de amedrentar al enemigo. No iban solos sino que
les acompañaba un grupo de mujeres que cocinaban para ellos y se encargaban de
enterrar a los muertos y también sacerdotes que rezaban y hacían sacrificios.
Las armas incas
El guerrero inca podía portar un arma u otra
dependiendo en muchas ocasiones de la etnia a la que pertenecían.
·
Estólicas (cumana): se
trataba de varas que servían para lanzar proyectiles. Las usaban especialmente
los guerreros de aquellas etnias que venían del ámbito selvático.
·
Honda (huaraca): era una
cuerda de longitud mediana en la que se colocaba un proyectil, normalmente
piedras redondas, y se volteaba por encima de la cabeza antes de lanzarlo.
·
Boleadora (liwi): eran dos o
tres proyectiles unidos mediante una cuerda que los ataba. Tras hacerlos girar
en el aire, se lanzaban. Este arma también se utilizaba para la caza.
·
Lanzas (Suchuc chuqui):
medían unos dos metros y las utilizaban especialmente los guerreros de origen
cusqueño. Además, era utilizado como símbolo de poder por los generales.
·
Mazas (Chaska chuqui):
estaban fabricadas con mangos de madera en cuyos extremos se ponía un objeto
pesado. Este objeto solía tener forma de estrella y podía estar hecho de oro o
plata según el rango del guerrero que portaba la maza. Era el arma más habitual
entre los guerreros incas.
·
Arco y flecha: esta arma solía ser el que usaban los guerreros que vivían en la
selva. Algunos de ellos eran capaces de lanzar flechas de dos metros de
longitud para atravesar a dos enemigos a la vez y hacer que los demás salieran
huyendo.
·
Mazos (chambi): se
trataba de maderos gruesos con púas insertadas. Los usaban las etnias de origen
sureño.
·
Hachas (Cunca chucuna):
podían estar hechas en piedra o en cobre.
¿Cómo vestía el guerrero inca?
Además de las armas, los guerreros incas
llevaban objetos y prendas que les ayudaban a protegerse contra los ataques de
sus enemigos.
En
primer lugar, algunos de ellos portaban escudos
(hualcana) fabricados con
madera que después se forraba en cuero. En la parte visible se grababan motivos
geométricos y podían ser tanto redondos como cuadrados o rectangulares.
Se
protegían la cabeza con un casco
o uma
chucu hecho con madera que podía reforzarse con aros de
metal o en cobre. Normalmente eran los oficiales y los generales quienes
llevaban cascos de cobre y la milicia usaba los de madera.
En
cuanto a las
armaduras y las pecheras, eran accesibles solamente para
los soldados de mayor rango. Las pecheras se decoraban con símbolos y las
armaduras consistían realmente en túnicas de algodón gruesas y acolchadas con
un escudo de madera en la espalda.
El dios inca de la guerra
Vichama
o Atipa era el dios de la guerra y la venganza, uno de los
hijos de Viracocha, el dios creador de la mitología inca. Pachakamap, una
versión de Viracocha, había creado al hombre y a la mujer dando forma a la vida
humana pero se desentendió de ellos y el hombre acabó muriendo.
La mujer, sola y desesperada, le pidió ayuda
al sol, quien la fecundó con sus rayos y le dio un hijo. Pachakamap,
enfurecido, mató a este hijo y creó un nuevo bebé con el cordón umbilical del
niño muerto entregándoselo a la mujer tras darle el nombre de Vichama.
Con el
tiempo, Vichama se fue pero al enterarse de que Pachakamap había matado a su
madre como represalia hacia él por haberse marchado, decidió regresar para
vengarse. Éste decidió esconderse en el fondo del océano así que, tras invocar
a su padre el Sol, Vichama
convirtió en piedra a todos los seres que Pachakamp había creado a
modo de venganza. Después, buscó los huesos de su madre y logró hacer que
volviera a la vida.
Se dice que el mito de Vichama se creó para justificar la
estratificación social del imperio inca
Como
el mundo se había quedado sin hombres, Vichama dejó caer tres huevos: uno de oro
del que salieron los jefes y los nobles, uno de plata del que salieron las
esposas de éstos y otro de cobre del que brotaron los plebeyos, es decir, los
que trabajaban para los anteriores.
Atahualpa, rey y guerrero
Atahualpa
era hijo del rey Huayna Cápac. A la muerte de éste debido a la viruela, se
enfrentó con su hermano Huáscar para ser quien heredara el imperio inca. No se tiene claro dónde nació ya
que algunos cronistas afirman que su origen estaba en el hipotético reino de
Quito.
Se dice que este dato fue una invención de los partidarios de Huáscar
para presentar a Atahualpa como un impostor.
Lo
cierto es que Atahualpa
se crió en Cuzco junto a su padre y pasó por el rito
de Warachikuy, una celebración de iniciación a la vida adulta. Cuando
tenía trece años participó junto a su padre en una campaña bélica contra los
rebeldes del norte del imperio, en la región de Quito.
Atahualpa
permaneció en Quito durante diez años junto a su padre sofocando las rebeliones
y conquistando nuevas tierras. Durante este tiempo, aprendió las formas de
gobierno y además, destacó
por el valor que demostraba en el campo de batalla.
Tras
la muerte de su padre, Atahualpa permaneció en Quito
subordinado al gobierno de Cuzco, la capital, donde su hermano Huáscar había sido entronizado por
sus partidarios. Éste fue víctima de un golpe de estado que no llegó a triunfar
y temiendo que Atahualpa se hiciera fuerte en el norte, lo hizo llamar a Cuzco.
Atahualpa se negó y le envió a cambio algunos regalos pero Huáscar torturó a
los emisarios.
Atahualpa,
ofendido, envió a sus tropas hacia Cuzco mientras su hermano mandaba a las
suyas hacia el norte, dando comienzo así la guerra civil inca. Tras varias
batallas -los cronistas no se ponen de acuerdo en el número, Huáscar fue vencido y capturado.
Pero
entonces, llegó Francisco Pizarro con sus huestes y Atahualpa se encontró con
él, llegando a una especie de acuerdo que se concretaría en Cajamarca. Sin
embargo, allí se produjo un enfrentamiento entre españoles e incas. Atahualpa fue capturado por los
españoles, quienes le permitieron incluso seguir administrando
su imperio. Al enterarse de que tenía cautivo a su hermano, Pizarro le pidió
que lo hiciera llevar a Cuzco pero fue asesinado por el camino.
Atahualpa comenzó a reunir todo tipo de
tesoros para comprar su libertad pero finalmente fue procesado y condenado a
morir en la hoguera. Cuando vio que lo iban a quemar, pidió otro tipo de muerte
ya que según sus creencias no podría resucitar si se quemaba su cuerpo.
Francisco
Pizarro le concedió morir mediante estrangulamiento tras ser bautizado como
cristiano y así se hizo. Fue enterrado al día siguiente según los
ritos cristianos aunque poco después su cuerpo desapareció.
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EL GUERRERO MAYA
Guerra y sangre por el poder
Los mayas habitaron buena
parte del sureste de México. Fueron una civilización muy desarrollada culturalmente
que incluso creó una escritura propia que ha llegado hasta nosotros.
Tenían un carácter fiero y guerrero debido a los
constantes enfrentamientos que mantenían unas ciudades con
otras debido al control de los recursos para conseguir el poder.
Conocemos muchas de estas batallas gracias a las fuentes escritas que se han conservado.
Encontramos a los mayas en el sureste del
actual México, abarcando los estados de Yucatán, Tabasco, Campeche y
Chiapas. Además, también comprendía parte de Belice, Honduras, Guatemala y El
Salvador.
El territorio maya estaba
formando por aproximadamente cuarenta ciudades que combatían entre ellas para
ver quién tenía la supremacía.
De ahí que los
mayas fueran una sociedad sumamente guerrera aunque en algunas
ocasiones se los presenta con un carácter muy distinto.
Estas ciudades no contaban con una planificación urbana establecida. Se componían de un centro religioso y administrativo en torno al cual se construían las viviendas. Eso sí, las diferentes zonas de la ciudad solían conectarse mediante calzadas.
Las distintas ciudades mayas
buscaban el control de los recursos por encima del control del territorio
Las élites pretendían aumentar su influencia mediante el comercio para igualar el poder del rey; de esta manera, se veían obligados a establecer alianzas para intentar mantener esta influencia.
El
rey, por tanto, tenía que ser también guerrero y dedicarse a la guerra del
mismo modo en que ostentaba el papel de
gobernante y sacerdote.
Una
buena muestra del carácter guerrero de estos reyes mayas es el hecho de que,
tras la guerra, el prestigio del
gobernante aumentaba cuantos más prisioneros enemigos lograba llevar a la
ciudad.
Sin
embargo, no todo era la guerra para los mayas. Este pueblo destaca también por su arte, su característica
arquitectura, su escritura totalmente desarrollada y sus aportaciones a las
matemáticas, la astronomía y la ecología.
¿Cómo vestía el guerrero maya?
Las
armaduras de los guerreros mayas estaban hechas con algodón y que se empapaban con agua
en sal para hacerlas más resistentes.
El resultado eran armaduras muy flexibles y que transpiraba muy bien además de ser tan resistentes como el acero de los conquistadores. Se adaptaban a las armas y a la forma de combatir que tenían estos guerreros.
Además de con estas armaduras, se protegían también con espinilleras y cubrebrazos fabricados en cuero. Respecto al calzado, usaban sandalias hechas con fibras vegetales.
Las armaduras de los mayas les
permitían no sofocarse en mitad de la batalla debido al clima de la zona
Aquellos guerreros que tenían un rango superior al
de los demás se distinguían por sus vistosos y coloridos tocados de
plumas.
Llevaban pectorales hechos con
caparazones de tortuga, conchas y piedras preciosas. Solían ser bastante
corpulentos y aparecen representados cogiendo por el cabello a sus enemigos.
Algunos de ellos se practicaban escarificaciones
en el rostro para parecer más fieros y también se perforaban los
lóbulos de las orejas y los senos nasales para colocarse pendientes de hueso,
obsidiana, pirita, etc.
Sin embargo, no todos los guerreros podían
permitirse una armadura; por ello, aquellos que pertenecían a los rangos más
inferiores podían cubrirse tan solo con un taparrabos y quizá
un ceñidor en torno al vientre para protegerse las partes blandas.
En
general todos se pintaban cuanto menos el rostro con pinturas de guerra de color negro y
rojo sobretodo y se recogían los cabellos en la parte
superior para que no les estorbara durante el combate.
El color rojo y negro de las pinturas de
guerra simbolizaba el recorrido del sol en el cielo
Los rangos en el ejército maya
Por lo
general, los hombres que combatían en el ejército maya eran en su mayoría nobles ya
que eran los únicos que se podían costear el equipo. Además, también habían
recibido un mejor adiestramiento militar.
· Nácom: era el militar que ostentaba el rango más alto. Solía ser elegido
entre los mejores guerreros y
conservaba su puesto durante tres años. Por supuesto, era él quien se encargaba
de comandar a las tropas y además, también había la función de sacerdote para
el resto de guerreros. Cuando el nácom moría o era capturado, la guerra se daba
por terminada.
· Batab: este guerrero era el segundo al mando y estaba codo con codo con el
nácom. Era el encargado de
recibir las órdenes que daba éste y de transmitirlas al resto de guerreros.
· Holcattes: eran los guerreros más valientes de
entre las tropas de los mayas. Se les distinguía porque se pintaban de negro
tanto la cara como el resto del cuerpo. Además, peinaban sus cabellos de forma
que infundaran auténtico terror en sus enemigos.
·
Mercenarios: los mercenarios del ejército maya solían ser de origen mexicano y luchaban junto
a aquel que les pagara más y mejor.
Los mayas y la guerra
Los
mayas iban a la guerra cuando lo permitía la estación del año y
siempre que estuvieran fuera del tiempo de la cosecha.
Además,
también estaban condicionados por
la complicada geografía de su región. Por esto, solían tener senderos ya
trazados con anterioridad, los llamados sacbeob.
Sin
embargo, tenían otra opción: atacar por los ríos o por el mar.
Toda la región, desde el golfo de México hasta el golfo de Honduras pasando por
la península de Yucatán, disponía de una extensa red de navegación comercial costera
y fluvial que también se podía aprovechar para la guerra.
De
hecho, en Chichén Itzá se encuentran evidencias de auténticas batallas libradas en el agua.
Hay
una escena en la que se representa a los guerreros desembarcando, atacando un
poblado y llevándose a los prisioneros. Estos están representados sin ropa y
con las manos atadas, humillados ante
sus captores.
Otra
escena muy curiosa muestra incluso tiburones y
manta rayas alrededor de los cuales se desarrolla el conflicto. Los guerreros
que participan en esta batalla tienen los cabellos teñidos de color amarillo y
adornado con cuentas de
jade.
Las distintas unidades de combate se comunicaban mediante los estandarte
o ok’ pakal.
Estos estandartes se
usaban para ordenar la retirada, el ataque y la reorganización de
las tropas así como para transmitir algunas órdenes sencillas. Tenían formas y
colores variados y mostraban el emblema del gobernante.
Además,
se decoraban con plumas de vistosos colores, tiras de papel y pieles de
animales teñidas. Esto servía para que siempre fueran visibles durante los
combates en el campo de
batalla.
Una
vez que terminaba la batalla, se llevaba a uno de los prisioneros hasta la
piedra de sacrificios y se le extraía el corazón. Por lo general, la mayoría de los cautivos acababan
siendo ejecutados pero hay constancia de que en ocasiones,
se permitió seguir con vida a algunos reyes enemigos previa humillación en una
ceremonia pública llamada na’waj.
Las armas de los mayas
Los
mayas usaban diversos materiales para la fabricación de sus armas: piedra, madera, obsidiana y pedernal.
Las
armas más comunes eran la lanza con punta bifacial de obsidiana y las hachas de
piedra y obsidiana que se conocían con el nombre de b’aj aunque podían
variar en formas y tamaños.
Pero también usaban otras armas:
·
Jul: armas arrojadizas como hondas, jabalinas o cerbatanas.
· Jatz’om: se trataba de lanzadardos introducidos en la cultura maya por el contacto con
el centro de México donde recibían el nombre de atlatl. Era un palo de medio metro
de largo en cuya punta se insertaba un dardo o una jabalina.
· Arco y flechas: se cree que estas armas fueron introducidas por los mercenarios
mexicanos durante el período Posclásico (900
– 1521 d.C.). Antes de esa época, solamente se utilizaba para la caza.
· Espada: los mayas comenzaron a usar espadas de dos manos tras su contacto con
los españoles.
Eso sí, no estaban fabricadas en hierro sino en madera a la que se insertaban
hojas de obsidiana afiladas.
·
¿Sabías que...
Los mayas usaban avisperos para lanzarlos y
dispersar al enemigo
A modo
de defensa, los guerreros mayas se protegían por escudos que podían
ser largos y flexibles o redondos y rígidos, de menor tamaño.
La Serpiente Emplumada
De
entre todas las deidades que eran veneradas por los mayas, aquellas
identificadas con la serpiente emplumada son las que parecen estar relacionadas
con el ámbito de la guerra.
Fue
especialmente venerada durante el período Post Clásico. En
Yucatán se la conocía con el nombre de Kukulkan y descendía de la Serpiente
de la Guerra llamada Waxaklahun Ubah Kan del período Clásico.
El culto a la Serpiente Emplumada tuvo muchas influencias del culto a
Quetzalcoalt de los aztecas
En la
escalinata del templo principal de
Chichén Itzá se puede observar que las sombras dibujan la forma de una
serpiente en las escaleras durante los equinoccios de primavera y otoño.
Según
la mitología maya, Kukulkan en origen era un hombre que llegó desde el oeste y
que posteriormente se convirtió en un dios. Fundó la civilización y además
era un caudillo
militar y conquistador; de ahí su asociación con la guerra.
Estaba
asociado al viento y también era una divinidad creadora. Era un dios-trueno que
vivía en el cielo, quizá porque en esas latitudes las nubes al mediodía
adquieren formas serpenteantes en el cielo junto al sol.
Era
también un dios de
los elementos: podía caminar sobre las aguas y manejaba
antorchas de fuego. Es el dios de los cultivos, ya que aparece sembrando maíz,
y además es el arquetipo del héroe que viaja realizando hazañas por el mundo.
La escritura maya y la guerra
Los
mayas registraron su historia y sus rituales en libros en forma de biombo de
los cuales solamente han llegado hasta nosotros tres. Además, hay inscripciones
en objetos de cerámica y también en varias estelas.
Tatiana Proskouriakoff y Heinrich Berlin
lograron descifrar la escritura maya, compuesta por símbolos y glifos.
Gracias
a ellos, se comprobó que algunos de aquellos personajes que se mostraban en las
estelas y en otras muestras artísticas no eran dioses que luchaban entre ellos
sino gobernantes que
llegaban al poder mediante el uso de la fuerza.
Además, se descubrió que hubo varios
conflictos bélicos que se hacían más frecuentes e intensos conforme avanzaba el
tiempo especialmente en las poblaciones de Bonampak, Yaxchilán y Piedras
Negras.
Estos
registros eran muy completos: incluían la fecha, el nombre del vencedor y del
vencido y en ocasiones hasta
el número de prisioneros hecho.
Gonzalo Guerrero, el español que se convirtió en un jefe maya
Gonzalo
Guerrero fue un marino
español originario de Huelva que viajó a América, donde se
vio inmerso en las luchas que había entonces entre los conquistadores por
el control de los diferentes territorios descubiertos.
Sufrió
un naufragio y
fue a parar junto con el resto de supervivientes a las costas de Yucatán.
Allí fueron
capturados y esclavizados,
quedando vivos en todo el proceso Gonzalo y su compañero Jerónimo.
Gonzalo
comenzó a aculturizarse cuando el jefe Taxmar los tomó tanto a él como a
Jerónimo como consejeros de guerra ya que sabía que tenían grandes habilidades
militares.
Gonzalo
destacó enseñando nuevas tácticas y estrategias a
los guerreros del jefe Taxmar, quienes gracias a él lograron grandes victorias
contra sus enemigos.
Taxmar regaló a Gonzalo a otro jefe quien, a
su vez, se lo regaló a su jefe de guerreros, Balam. En una ocasión en que éste
fue atacado por un cocodrilo, Gonzalo logró salvarle la vida consiguiendo a
cambio su libertad.
Decidió
permanecer junto a los mayas como guerrero,
tatuándose y mutilándose conforme al rango que había alcanzado. Se casó con una
princesa y tuvo hijos con ella.
Hernán Cortes acudió a rescatar a Gonzalo pero éste se negó y prefirió
quedarse con los mayas
Gonzalo
no solamente se quedó junto a los mayas sino que además, los entrenó para enfrentarse a los
españoles, haciendo que éstos tuvieran serias dificultades a la hora de
enfrentarse a los indígenas.
Murió
en 1536 atravesado por una flecha. Sus hombres rescataron su
cuerpo del campo de batalla y lo lanzaron al río Ulúa para que fuera arrastrado
hasta el océano como último homenaje.
https://guerrerosdelahistoria.com/guerrero-maya/
MILITARISMO MEXICA
Los aztecas eran uno de los pueblos que habitaban Mesoamérica entre
los siglos VIII a XV, el período llamado Posclásico Tardío.
Su
capital era la ciudad de México-Tenochtitlán, cuyo origen se encuentra en el
pacto militar conocido como Triple Alianza que unió a las tres fuerzas
mesoamericanas más importantes de ese momento: los mexicas de Tenochtitlán, los
acolhua de Texcoco, y la ciudad de Tlacopan.
Antes
de ocupar Tenochtitlán en el año 1325, los aztecas habían habitado en
Chapultepec, de donde fueron expulsados por una alianza de sus enemigos.
Los mexicas o aztecas se impusieron a sus aliados extendiéndose
hasta el Pacífico y llegando incluso al golfo de México.
Su inmensa riqueza y poder derivó de un fuerte sistema de impuestos que hizo
que Tenochtitlán fuera la próspera y rica ciudad-estado que encontraron los
españoles cuando llegaron a la zona.
La influencia de los aztecas fue tanta que su lengua,
el náhualt,
se convirtió en la lengua común de buena parte de Mesoamérica.
Los aztecas eran gobernados por el tlatoani, una
especie de rey escogido por los representantes de los veinte clanes existentes
y que se rodeaba de asesores que le ayudaban a tomar decisiones importantes.
Entre
otros funcionarios, los cuales eran elegidos por la nobleza, destacan el
Tlacochcálcatl y el Tlacatécatl, los jefes del ejército azteca.
El
final del Imperio Azteca llegó con la conquista de México-Tenochtitlán por
parte de los españoles en el año 1521, con quienes colaboraron también pueblos
indígenas enemigos de los aztecas que vieron el momento para acabar con ellos
definitivamente.
El militarismo
mexica se refiere a las costumbres, tácticas y tecnologías que
los mexicas utilizaban para atacar y defenderse
militarmente, incluyéndose el entrenamiento de efectivos militares y la
producción de armamento, así como la planificación de estrategias; fueron
elementos vitales en las expansiones realizadas en el período Posclásico Tardío por la civilización mexica en Mesoamérica. Este tema abarca en particular la historia militar
de los mexicas, hasta el establecimiento de la Triple Alianza, en
el Valle de México, en la cual se hallaban integradas la ciudad-estado de Tenochtitlan junto con las ciudades-estado de Tetzcuco (hoy Texcoco) y Tlacopan (hoy Tacuba), así como otras fuerzas militares
aliadas de la actual región central de México.
Fuerzas Militares
Las
fuerzas militares mexicas estaban compuestas de un gran número de plebeyos (yaoquizqueh)
que solo poseían conocimientos y capacitación militares básicos, y un pequeño
pero todavía considerable número de guerreros profesionales, pertenecientes a
la nobleza (pipiltzin), los cuales se organizaron en diferentes
sociedades guerreras, a las cuales eran integrados según sus logros en el campo de batalla.
El estado mexica estaba
centrado alrededor de la expansión militar y del predominio político sobre
otros pueblos, además de la exigencia de tributo de otras ciudades-estado, por
lo cual la guerra era la fuerza básica en la política mexica. La sociedad
mexica también estaba centrada alrededor de la guerra; cada hombre mexica
recibía formación militar básica desde temprana edad, ya que la guerra no solo
era importante para el bien del imperio, sino que también era para muchos la
única posibilidad de ascender en la pirámide social mexica, la única forma de
dejar de ser plebeyos (macehualtzin).
Un guerrero mexica se destacaba por sus logros y habilidades militares,
especialmente la toma de cautivos (maltin) para el sacrificio.
El
sacrificio de cautivos de guerra era una parte importante de muchos festivales
religiosos de los mexicas. La guerra fue la principal fuerza impulsora de la
economía del imperio y de la religión
mexica.
Armería real de Moctezuma
Moctezuma tenía una armería, en su
palacio o cerca de él, que contenía chimallis (escudos), macuahuitls (espadas
de obsidiana) y tepoztopillis (lanzas),
entre otras armas, algunas de las cuales, según las crónicas, estaban hechas en
metales y piedras preciosas.
Dejemos de hablar
de los libros y cuentas, pues va fuera de nuestra relación, y digamos cómo
tenía Montezuma dos casas llenas de todo género de armas, y muchas dellas
ricas, con oro y pedrería, donde eran rodelas grandes y chicas, y unas como
macanas, y otras a manera despadas de a dos manos, engastadas en ellas unas
navajas de pedernal, que cortan muy mejor que nuestras espadas, e otras lanzas
más largas que no las nuestras, con una braza de cuchilla, engastadas en ellas
muchas navajas, que aunque den con ellas en un broquel o rodela no saltan, e
cortan, en fin, como navajas, que se rapan con ellas las cabezas; y tenía muy
buenos arcos y flechas, y varas de a dos gajos, y otras de a uno, con sus
tiraderas, y muchas hondas y piedras rollizas hechas a mano, y unos como
paveses que son de arte que las pueden arrollar arriba cuando no pelean, porque
no les estorbe, y al tiempo del pelear, cuando son menester, las dejan caer e
quedan cubiertos sus cuerpos de arriba abajo. También tenía muchas armas de
algodón colchadas y ricamente labradas por de fuera de plumas de muchos
colores, a manera de divisas e invinciones, y tenían otros como capacetes y
cascos de madera y de hueso, también muy labrados de pluma por de fuera, y
tenían otras armas de otras hechuras que por excusar prolijidad lo dejo de
decir, y sus oficiales, que siempre labraban y entendían en ello, y mayordomos
que tenían cargo de las armas.
Bernal Díaz del Castillo, Historia
verdadera de la conquista de la Nueva España, Capítulo XCI: De la manera e
persona del gran Montezuma, y de cuán grande señor era
Prácticas militares
Al
entrar en guerra, los mexicas tenían dos objetivos. El primer objetivo era
político: el sometimiento de las ciudades-estado enemigas a fin de obtener el
tributo correspondiente y ampliar la hegemonía política mexica. El segundo
objetivo era religioso y socioeconómico: la toma de cautivos para ser
sacrificados en ceremonias religiosas. Estos dos objetivos influyeron en su
forma de hacer la guerra. La mayoría de las guerras tuvieron motivaciones
políticas y fueron impulsadas por las expectativas de la nobleza para con
el huey
tlatoani.
La
guerra propició el crecimiento económico del imperio mediante la ampliación de
los territorios imperiales, aumentando las fuentes de materias primas para el
comercio y para el consumo interno. Esto fue posible gracias a la expectativa
de los plebeyos de tener una oportunidad de escalar en la sociedad mediante
hazañas en las guerras. La primera acción de un tlatoani electo
siempre era una campaña militar con el doble propósito de demostrar su
capacidad como guerrero, así como dejar claro que sería tan duro sobre
cualquier conducta rebelde como su predecesor. Además también era para
suministrar abundantes cautivos para los festejos de su ceremonia de
coronación. Una campaña fallida era vista como un augurio particularmente
funesto para la figura del tlatoani, ya que podría significar
rebeliones en ciudades-estado (altépetl) sometidas por
anteriores tlatoque y la nobleza podría dudar de su capacidad
de gobierno. Este fue el caso de Tízoc, quien fue envenenado
por la nobleza después de varias campañas militares sin éxito.
Página del códice Mendoza. En la parte superior se muestra a un sacerdote
guerrero ascendiendo por los rangos de su orden. En la parte inferior se
muestra el ascenso en la jerarquía religiosa de otro sacerdote.
Fortificaciones
Las fortificaciones no
solían ser muy utilizadas por los mexicas para controlar el territorio dentro
de su imperio, pero hay ejemplos de fortificaciones construidas por los
mexicas. Importantes ejemplos son las fortificaciones en Oztuma (Oztoman),
donde los mexicas construyeron una guarnición para mantener a los rebeldes
chontales bajo control; en Quauhquechollan (hoy Huauquechula), cerca del actual Atlixco, los mexicas construyeron un fuerte a fin de tener
fuerzas siempre cerca de sus enemigos tradicionales, los tlaxcaltecas, chololtecas y huejotzincas, y en Malinalco cerca
de Toluca, Ahuízotl mandó
construir guarniciones y fortificaciones para vigilar a los matlatzincas, mazahuas y otomies, y para tener tropas cerca del belicoso estado purépecha. Las
fronteras también fueron vigiladas y al menos parcialmente fortificadas.
Guerras Floridas
Otro
tipo de guerra practicado por los mexicas fueron las llamadas guerras floridas (xochiyáoyotl). Este
tipo de guerra se practicó con pequeños ejércitos con previo acuerdo entre las
partes involucradas. No estaban encaminadas a conquistar el altépetl enemigo,
sino que sirvió a otros fines. Uno era la toma de cautivos para el sacrificio,
y esta fue sin duda una parte importante de la mayoría de las guerras
mexicas. Fray
Diego Durán afirma en sus crónicas que el xochiyáoyotl fue
instituido por Tlacaélel durante
la gran hambruna de Mesoamérica (1450-1454) bajo el reinado de Moctezuma
Ilhuicamina. Estas fuentes afirman que Tlacaelel organizó con los
dirigentes de Tlaxcala,
Cholula y Huexotzingo, para participar en batallas rituales que proporcionasen
a todas las partes suficientes víctimas para apaciguar a los dioses. Ross
Hassig, en 1988, planteó que el xochiyaoyotl tenía otros
propósitos más políticos que religiosos, entre los cuales estarían:
1. Demostrar
la superioridad militar mexica.
2. Debilitar
gradualmente a otros altépetl.
3. Someter
a enemigos difíciles como los tlaxcaltecas, sin entorpecer otras actividades
del imperio.
4. Convencer
a la gente, tanto a los propios mexicas como a otros pueblos, de que era mejor
no desobedecer al imperio, cosa que reafirmaba con los sacrificios hechos en
el Templo
Mayor de Tenochtitlán.
Organización del ejército
El
ejército mexica estaba organizado en dos grupos. Los plebeyos, los cuales
fueron organizados en divisiones llamadas calpulli, las cuales
estaban bajo las órdenes de un tiachcahuan y/o de un calpoleque;
y los nobles, que fueron organizados en sociedades de guerreros profesionales.
Aparte del tlatoani,
los dirigentes de los guerreros mexicas fueron el gran general, o tlacochcalcatl, y los
generales de tropa o tlacateccatl. El tlacochcalcatl y
los tlacateccatl también
tenían que nombrar sucesores antes de ir a cualquier batalla a fin de que, si
murieran, pudieran ser reemplazados inmediatamente.
Los sacerdotes
también tomaron parte en la guerra, llevando las efigies de sus deidades en la
batalla junto a los ejércitos. La imagen de abajo muestra al tlacateccatl y
al tlacochcalcatl,
junto con otros dos oficiales (probablemente sacerdotes) conocidos como huitznahuatl y ticocyahuacatl, todos vestidos con sus trajes de batalla
o tlahuiztli.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/obsidiana-primitiva-arma-aztecas_13990
Entrenamiento
Desde
el momento del nacimiento, se imbuía en el niño el carácter y su destino como guerrero.
Nada más salir del vientre de su madre se ponían un escudo y una flecha en cada
una de las manos del recién nacido.
Tras la ceremonia en la que se cortaba el
cordón umbilical, ambos objetos eran enterrados por un prestigioso guerrero en
un campo de batalla, simbolizando así la presencia de un nuevo guerrero.
En la sociedad azteca,
fuertemente jerarquizada, cualquiera podía pasar a formar parte del ejército de
guerreros águila, incluso aquellos sectores más bajos, excepto los esclavos.
Por regla general, todos los niños aztecas
eran instruidos en el arte de la guerra y el manejo de las armas pero
era a partir de los 14 años cuando sólo los más preparados pasaban a la escuela
a modo de primigenia orden mexicana de guerreros.
Existían dos tipos de escuelas para jóvenes en la
sociedad azteca. Los hijos de la clase media y baja acudían a la telpochcalli.
Allí pasaban por un
entrenamiento muy duro consistente en baños de agua helada, comidas frugales y
el estudio de cantares y gestas.
Además de aprender a manejar
armas, también realizaban otro tipo de trabajos relacionados con la
construcción y la agricultura, donde aprendían a soportar el cansancio físico y
aumentaban la resistencia del cuerpo.
Los castigos eran muy duros: por ejemplo, si un alumno
era sorprendido en estado de embriaguez, se le penalizaba con la muerte.
Los chicos permanecían en la telpochcalli hasta
que alcanzaban edad para casarse.
Los hijos de los nobles iban a la calmécac. En estas escuelas, los
chicos eran preparados para realizar alguna de las funciones principales en la
sociedad azteca: sacerdote, guerrero, juez o cualquier otro tipo de
funcionario.
La educación que recibían era muy variada y
se enfocaba al futuro al que aspirara el alumno.
Se
cree que ingresaban a una edad comprendida entre los 7 y los 15 años y el
ritual de ingreso era en herir al niño para que comenzara a acostumbrarse al
dolor.
Su
vida allí era tan austera, dura y sacrificada como la de los jóvenes que
acudían a la telpochcalli.
Cuando
se consideraba que un joven estaba preparado para formar parte del ejército
azteca, éste debía
capturar a su primer prisionero a modo de rito de paso
para demostrar así que ya se había convertido en un guerrero. En el caso de que
muriera en el proceso, se consideraba una muerte honorable.
Organización Militar Azteca, Guerreros y Clasificación
En el ejército mexica había
varias categorías y rangos. La categoría más baja eran los cargadores o tamemes, quienes
llevaban armas y suministros. La siguiente categoría la conformaban los jóvenes
del telpochcalli encabezados
por sus sargentos o telpochyahque; después iban los plebeyos yaoquizqueh,
y finalmente los plebeyos que habían tomado cautivos en guerras anteriores, los
llamados tlamanih. Y por sobre estas categorías, iban los nobles de
las "sociedades guerreras". Estos se agrupaban según el número de
cautivos que habían tomado en anteriores batallas; el número de cautivos
determinaba los diferentes trajes de los guerreros, llamados tlahuiztli,
que se les permitía usar. Estos tlahuiztli eran cada vez más
espectaculares conforme se ascendía de categoría, permitiendo a los mejores
guerreros, los que habían tomado muchos cautivos, que los usaran en el campo de
batalla.
Esta página del Códice Mendoza muestra
el cambio gradual de tlahuiztli y armamento de un guerrero al
progresar a través de diferentes rangos desde plebeyo, a tameme, a
guerrero, a captor de prisioneros (cuextecatl o papalotl),
y después a noble, progresando en las sociedades guerreras desde guerrero noble
a "guerrero águila", a "guerrero jaguar", a otomitl,
a "guerrero rapado" y finalmente a tlacateccatl.
Sociedades guerreras
Los guerreros sobresalientes
en la batalla podían ser ascendidos a nobles y podían introducirse en algunas
de las sociedades guerreras (al menos entre los guerreros águila y
los guerreros jaguar).
Los hijos de nobles capacitados en el calmécac, sin embargo, tenían que entrar en una de las
sociedades progresando a través de los diferentes rangos, como cualquier otro
soldado. Los guerreros podrían pasar de una sociedad a otra cuando tuvieran
suficiente mérito; exactamente cómo sucedía esto es incierto. Cada sociedad
tenía diferentes modos de vestir y diferente armamento, así como diferentes
estilos de pintura corporal y facial, y adornos en el uniforme.
- Tlamani: Al obtener
un guerrero cautivo. Se recibía un garrote y un escudo con bordes de
obsidiana, dos capas distintivas y un taparrabos rojo brillante.
- Cuextecatl: Al
obtener dos guerreros cautivos. Este rango permitía al guerrero llevar el
distintivo traje negro y rojo llamado tlahuiztli, sandalias
y un sombrero cónico.
- Papalotl: Tres
guerreros cautivos. Los Papalotl (mariposa) eran
galardonados con una imagen de mariposas para llevar en la espalda,
otorgándoles un honor especial.
- Cuauhocelotl: Cuatro o más guerreros cautivos. Estos guerreros aztecas alcanzaban el mayor rango de caballeros de Águila y de Jaguar
Guerreros águila y
guerreros jaguar
La
mayor sociedad guerrera fue la de los guerreros
águila (cuauhpipiltin, en singular cuauhpilli)
y la de los guerreros
jaguar (ocelopipiltin, en singular ocelopilli).
Ambos vestían como el animal del que tomaban su nombre, algunos vistiendo
pieles de grandes felinos y otros adornados con plumas de águila. Muchos de
estos guerreros fueron representados en estatuas y en códices. La poesía mexica
también usa con frecuencia la expresión in cuauhtli, in ocelotl (‘las
águilas, los jaguares’) para referirse a los nobles en la guerra. El cuartel de
los guerreros águila y los guerreros jaguar fue el quauhcalli, la
‘casa de las águilas’, situado en el recinto ceremonial en Tenochtitlán. Era el
grupo de élite de las fuerzas armadas; algunos códices recogen la leyenda de
que entraban en un profundo estado de meditación y podían permanecer en un
sitio de cuclillas y sin moverse, sin comer ni beber durante al menos dos
semanas, simplemente esperando el momento oportuno para atacar y matar de un
golpe (como era usual) a su enemigo. Se estima que los guerreros águila y los
guerreros jaguar causaron aproximadamente el 80% de las bajas españolas, antes,
durante y después de la conquista.
Guerreros otomíes
Los
otomíes (otomih u otontin) fueron otra sociedad
guerrera la cual tomo su nombre de la gente otomí, la cual se resistió
enérgicamente a la conquista. En fuentes históricas es frecuente confundir si
la palabra otomitl (otomí) se refiere a los miembros de la
sociedad guerrera mexica, o a los miembros del grupo étnico que muchas veces
se unió a los ejércitos mexica como mercenarios o aliados. Uno de los más
celebrados miembros de esta sociedad guerrera fue Tzilacatzin.
Quachic o guerreros
rapados
Los
guerreros rapados (cuachicqueh) era la más prestigiosa sociedad guerrera
mexica. Se caracterizaban por afeitar sus cabezas, excepto por una larga trenza
sobre la oreja izquierda. Pintaban sus rostros y calvas con dos colores, una
mitad azul y la otra mitad de color rojo o amarillo. Servían como tropas de
choque imperiales, participando en tareas especiales, así como prestando
asistencia en el campo de batalla cuando era necesario. Se requería haber
capturado más de 6 cautivos y haber logrado docenas de otras hazañas para
alcanzar este rango. Al parecer, estos guerreros rechazaban capitanías en el
ejército para seguir siendo combatientes activos en el campo de batalla. Eran
reconocibles por su tlahuitzli amarillo. Al alcanzar el guerrero este rango,
este juraba no dar un paso atrás durante una batalla; esto bajo la advertencia
de que en caso de faltar a este juramento habría de experimentar el dolor de la
muerte a manos de sus compañeros.
Inteligencia
Debido a que el imperio
mexica se mantenía a través de la guerra y la amenaza de guerra hacia otras
ciudades, la recopilación de información acerca de esas ciudades era algo
crucial en el proceso de preparación tanto para una sola batalla como para una
campaña prolongada. También de gran importancia fue la comunicación de mensajes
entre los jefes militares y los guerreros en el frente, para que las
iniciativas políticas y los lazos de colaboración podrían establecerse y
mantenerse. Así pues, la inteligencia y la comunicación fueron componentes
vitales en la guerra mexica. Los cuatro tipos de agentes involucrados
principalmente en estas tareas fueron los mercaderes, los embajadores oficiales,
los mensajeros y los espías.
Comerciantes
Los
comerciantes, en particular los llamados pochtecah, fueron tal vez la
fuente más valiosa de información para la inteligencia del imperio mexica.
Mientras viajaban por todo el imperio y más allá de este durante los
intercambios comerciales con grupos fuera del control de los mexicas, el tlatoani solicitaba
que al regreso los pochtecah volviesen con información general
y específica sobre aquellos lares; como parte de dicha información se incluían
datos acerca del clima político percibido en aquellas regiones donde se
comerciaba, lo que permitía que el tlatoani evaluará las
acciones necesarias tanto para prevenir invasiones como para mantener las
hostilidades con grupos rebeldes o en posibilidad de rebelarse. Dado que el
imperio de los mexicas fue expandiéndose, el papel de los comerciante adquirió
mayor importancia; esto debido a que se hizo cada vez más difícil obtener
información sobre sitios distantes en una manera oportuna, especialmente
aquellos que se encontraban fuera del imperio; para contrarrestar esto, la
comunicación y la alerta recibida de parte los comerciantes fue invaluable. A
menudo, eran los comerciantes la clave para el éxito de la respuesta del
ejército mexica ante las hostilidades externas. Si un comerciante era asesinado
mientras realizaba sus actividades comerciales, esto podía constituir motivo
para iniciar las hostilidades; la represalia rápida y violenta de los mexicas
ante dicho evento constituye un testimonio de la inmensa importancia que los
comerciantes tenían para el imperio mexica.
Los
comerciantes fueron muy respetados en la sociedad mexica. Cuando los
comerciantes viajaban hacia el sur, transportaban su mercancía por medio de
canoas o por medio de esclavos, mismos que llevarían la mayoría de la mercancía
a sus espaldas. Si la caravana tenía la probabilidad de pasar a través de un
territorio peligroso, guerreros mexicas acompañaban a los viajeros para
proporcionar una protección muy necesaria ante el ataque de animales salvajes y
pueblos rivales. A cambio, los comerciantes proporcionaban un servicio a los
militares del imperio espiando a buena parte de los enemigos del imperio
mientras comerciaban en las ciudades enemigas. Así los comerciantes fueron
capaces de ganarse la protección del Estado al tiempo que contribuían al
progreso del imperio.
Embajadores
Una
vez que los mexicas habían decidido conquistar un determinado altepetl, enviaban un
embajador desde Tenochtitlan para ofrecer a la ciudad-estado en cuestión el
convertirse en un protectorado mexica. Para ello, los embajadores explicaban
los beneficios que las ciudades obtendrían gracias al comercio con el imperio.
Los mexicas, a cambio, pedían oro o piedras preciosas para el tlatoani.
Una vez expuestas las condiciones se daba al gobierno local 20 días para
presentar su respuesta. Si era negativa, se enviaban nuevamente embajadores a
persuadir a los gobernantes locales; sin embargo, estos nuevos embajadores iban
con intenciones más amenazadoras que sus predecesores, ya que en lugar de
hablar de los beneficios del comercio, estos hombres podrían señalar la
destrucción que las fuerzas del imperio podrían causar a la ciudad si esta
declinaba la oferta. Nuevamente se concedían 20 días para presentar una
respuesta. Si la respuesta era nuevamente negativa, el ejército mexica era
enviado inmediatamente. No se daban más advertencias. Las ciudades eran destruidas
y sus habitantes eran tomados prisioneros.
Mensajeros
Los
mexicas utilizaban un sistema de mensajería en el cual hombres apostados
aproximadamente cada 4.2 kilómetros (2.6 millas) a lo largo de los principales
caminos del imperio se encargaban de retransmitir los mensajes hasta su
destino, ya fueran hasta los ejércitos en el frente o hasta ciudades distantes
y en las fronteras. Por ejemplo, los corredores podían ser enviados por
el tlatoani para informar a los altepetl aliados
sobre la movilización de tropas para sofocar alguna rebelión en las provincias.
Los mensajeros también avisaban a las ciudades tributarias sobre del peso del
ejército imperial con el propósito de que se supliesen sus necesidades de
alimentos; así mismo también llevaban mensajes entre los ejércitos enemigos, y
entregaban a Tenochtitlan noticias sobre el resultado de las guerras. Los
mensajeros también fueron empleados en otras regiones de Mesoamérica, pero
fueron los aztecas quienes aparentemente desarrollaron con mayor eficiencia
este sistema, al punto de alcanzar este un impresionante alcance comunicativo.
Espías
Antes
de una movilización militar, los espías formales (llamados quimichtin)
eran enviados al territorio enemigo para reunir información que pudiera proveer
ventaja al ejército mexica. Concretamente, se les pedía que obtuviesen
información acerca de los territorios a cruzar, las fortificaciones enemigas,
así como detalles sobre el ejército enemigo y sus recursos. Estos espías
también realizaban investigaciones buscando a los disidentes locales, a quienes
pagaban para obtener información. Los quimichtin viajaban solo
por la noche, e incluso hablaban la lengua y vestían al estilo del enemigo.
Debido a la naturaleza extremadamente peligrosa de este trabajo (ya que se
arriesgaban a sufrir una muerte tortuosa y la esclavización de su familia en
caso de ser descubiertos), estos espías eran ampliamente recompensados por su
trabajo.
Los
mexicas también recurrían a los servicios de un grupo particular de
espías-comerciantes, conocidos como los naualoztomecah. Los naualoztomecah solían
viajar disfrazados, y en su viaje buscaban información acerca de los bienes de
las regiones que recorrían. Los naualoztomecah también
recolectaban información en los mercados, la cual reportaban a los pochtecah de
más alta jerarquía
Armas y equipo
Armas arrojadizas
Átlatl (Lit. Brazo extendido): También llamada
lanzadardos o estólica por los españoles, esta arma representaba al dios mexica Opochtli. Era
un arma ampliamente utilizada por los pueblos precolombinos mesoamericanos, así
como por sus equivalentes andinos. Se utilizaba para lanzar unos proyectiles
denominados tlacochtli, los cuales tenían más alcance y poder de
penetración que las flechas disparadas con arco.5
Murales en Teotihuacan muestran guerreros usando esta arma
característica de las culturas del México central.
Tlacochtli: Eran los proyectiles lanzados con el
átlatl, se trataba de pequeñas lanzas de aproximadamente 1.8 metros de largo
con puntas de obsidiana, bronce, o huesos de pescado.
Tlahhuītōlli: Arco de
guerra, construido con madera del árbol de tepozán,
por lo menos 1.52 metros de largo, el cual iba acordonado con tendón de animal.
Los arqueros en el ejército mexica eran denominados tequihua
Mītl: Flecha
Tetotocamītl: Flecha de cacería.
Tencualacmītl: Flecha envenenada
Yaomītl: Flechas de
guerra con puntas de obsidiana, pedernal, chert,
o hueso. Típicamente tenían remeras hechas
con plumas de pavo o pato
Mīcomītl: Carcaj mexica,
usualmente hecha de piel de animal, podía cargar veinte flechas.
Tēmātlatl: Honda hecha
con fibras de maguey,
los mexicas usaban piedras ovaladas o bolas de barro (rellenas con piedras
pequeñas o restos de obsidiana) como munición para esta arma. Bernal Díaz del
Castillo, señaló que la lluvia de piedras lanzadas por los honderos mexicas,
era tan furiosa que los soldados españoles, incluso aquellos que estaban bien
blindados, resultaban heridos.
Tlacalhuazcuahuitl: Cerbatana compuesta
de una pieza de madera hueca, que usaba dardos de madera puntiagudos con
remeras de algodón al final. Los dardos para esta arma usualmente estaban
remojados en el veneno neurotóxico proveniente de algunos tipos de ranas
arborícolas encontradas en las regiones del sur de México. Esta arma era más
común como instrumento de caza que como un instrumento de guerra.
Tlatzontectli: Dardo.
Armas de mano
Sus armas eran
unas navajas agudas de pedernales puestas de una parte y de otra de un bastón,
y era esta arma tan furiosa, que afirman, que de un golpe echaban con ella la
cabeza de un caballo abajo, cortando toda la cerviz.
—Padre Acosta.
"Historia natural y moral de las Indias", libro sexto, capítulo 26
Este dibujo del siglo XVI, tomado del Códice
Florentino, muestra guerreros mexicas con macuahuitl.
- Mācuahuitl: (Lit. Madera con
hambre) Consistía en una maza de madera (parecida a un bate de críquet en su
forma) con navajas de obsidiana afiladas, incrustadas en los bordes, las
cuales se desgastaban o quebraban con el uso, por lo que requerían de
mantenimiento constante para remplazar los bordes. Esta fue el arma básica
de los grupos de élite del ejército, fue conocida en español con
el nombre de origen taíno "macana".
Según los relatos escritos por conquistadores, un golpe de esta arma podía
decapitar a un caballo.
- Cuahuitl: (Lit. Madera)
Garrote hecho de madera dura, farmado para representar las hojas de la
planta de agave. Su uso está
documentado en el Códice
Mendoza, y el Códice Telleriano-Remensis pg.34.
- Tepoztōpīlli: Lanza de madera
con una cabeza ancha alineada con filos de obsidiana.
- Quauholōlli: Maza con mango
de madera el cual
terminaba en una bola de piedra, bronce, o madera dura.
- Tlāximaltepōztli: Esta arma representaba al
dios mexica Tepoztécatl.
Hacha, similar a un tomahawk,
con una hoja hecha de piedra o bronce. Estas hachas eran utilizadas para
actividades civiles así como probablemente para la guerra. Su uso está
documentado en el Códice
Mendoza y en el Códice Fejérváry-Mayer. Las autoridades del imperio mexica exigían
estas hachas como parte de los tributos que se exigían a los diversos
pueblos sometidos.
- Huitzauhqui: Esta arma representaba al
dios mexica Huitzilopochtli.(cita
requerida) Clava de madera,
parecida a un bate de béisbol en su forma, con elementos cortantes
de sílex o obsidiana
a los lados. Similar al macuahuitl pero más grande.
- Mācuāhuitzōctli: Mazo especial, de
aproximadamente 50 cm de largo, con filos de obsidiana por los cuatro
lados.
- Tecpatl: Esta arma representaba al
dios mexica Xiuhtecuhtli.
Era una daga con hoja de
doble filo, hecha de obsidiana o pedernal, de entre 17
y 22 centímetros de largo, con un elaborado mango hecho de madera o
piedra.
ARMAS MEXICAS
Quauhololli
Arma
curva mixteca o Tepoztli curvo
Armaduras y protección
- Chīmalli: Escudos hechos
con diversos materiales; por ejemplo, madera, con la que se fabricaban los
llamados cuauhchimalli o caña de maíz, con la que se
confeccionaban los otlachimalli. también había escudos hechos con oro, o
decorados con trabajos
en plumas, llamados māhuizzoh chimalli.
- Ichcahuīpīlli: Armadura de algodón acolchado
remojada en salmuera (la
cual dejaba sal cristalizada dentro del algodón), de uno o dos dedos de
espesor. Este material era resistente a golpes con macuahuitl y
a tiros con átlatl.
- Ēhuatl (piel):
túnica que los nobles usaban sobre su ichcahuipilli o tlahuiztli,
la cual era conocida en español como tilma.
- Tlahuiztli:
Trajes decorados de los guerreros prestigiosos y los miembros de las
sociedades guerreras. Estos trajes servían para identificar a los
guerreros de acuerdo a sus logros durante batalla, o también a su rango,
alianza, o estado social como sacerdote o noble. Usualmente hechos para
funcionar como una sola prenda con una apertura por detrás, el tlahuiztli protegía
todo el torso y la mayor parte de las extremidades del guerrero. El
tlahuiztli estaba hecho con elementos de cuero, piel de animal o algodón.
- Pāmitl: Enseñas que los comandantes y guerreros
destacados portaban en sus espaldas (de forma similar a las Uma-jirushi japonesas).
Estaban diseñadas para ser vistas a distancia.
- Cuatepoztli: Yelmo esculpido de madera dura, generalmente caoba, formado para representar varios animales como monos aulladores, jaguares, pumas, coyotes, aves, o a ciertos dioses mexicas. Estos cascos protegían la mayor parte de la cabeza de un guerrero hasta la mandíbula, el diseño permitía al guerrero ver por la boca del animal, y estaban adornados de acuerdo al tlahuiztli del guerrero.
Armaduras y protección
mexicas
Guerreros mixtecas portando ichcahuipillis rojos, tepoztli curvo, chimalli, tepoztopilli y macuahuitl.
Campañas y batallas
Una vez que el tlatoani tomaba la decisión de ir a la guerra se daba la noticia
en las plazas pidiendo la movilización del ejército con varios días o semanas
de anticipación. Cuando las tropas estaban preparadas y cualquier altépetl aliado había sido advertido y había dado su
consentimiento para participar en la campaña, la marcha comenzaba. Generalmente
los primeros en marchar eran los sacerdotes llevando las efigies de los dioses, al día siguiente la nobleza marchaba encabezada por el tlacochcalcatl y el tlacateccatl. Y en el tercer día el grueso del ejército mexica marchaba,
seguido por los guerreros de otras ciudades de la alianza (Tlacopan y Texcoco), y finalmente, las fuerzas aliadas de otras ciudades, en
algunas de estas ciudades, se unían otros guerreros durante la marcha, mientras
el ejército pasaba por sus ciudades. Gracias al eficiente sistema de caminos a
lo largo del México central, el ejército mexica podía avanzar entre 19 y 32
kilómetros por día. El tamaño de los ejércitos mexica variaba considerablemente
de pequeńos contingentes de entre
unos cientos y unos pocos miles de guerreros, a grandes ejércitos con cientos
de miles de guerreros. En la guerra contra Coixtlahuacan, el ejército mexica
consistía de casi 200.000 guerreros y 100.000 tamemes. Otras fuentes mencionan ejércitos de hasta 700.000 hombres
En el ejército azteca, tlacateccatl (pronunciado [tɬa'katekkatɬ]) era un título más o menos
equivalente al de general. El tlacateccatl estaba a cargo de el tlacatecco, un cuartel militar en el centro de la capital azteca, Tenochtitlan. En tiempo de
guerra era el segundo al mando de el tlatoani ("rey") y el tlacochcalcatl ("alto
general"). El tlacateccatl siempre fue un miembro del orden militar de los
Cuachicqueh, "los guerreros esquilados".
Tlacochcalcatl (pronunciación náhuatl: [t͡ɬakotʃkaɬkat͡ɬ] "El hombre de la casa de los dardos") era un título
o rango militar azteca; más o menos equivalente al moderno título de general.
En las guerras mexicas,
el tlacochcalcatl era el segundo al mando solo después del tlatoani y solía
liderar el ejército en la batalla cuando el gobernante se encontraba ocupado en
otros asuntos. Junto con el tlacateccatl (otro
alto oficial), estaba a cargo del ejército mexica y tomaba las principales
decisiones en asuntos militares, teniendo a su cargo la planificación de las campañas
una vez que el tlatoani había decidido llevar a cabo una guerra contra otro
altepetl.
El tlacochcalcatl también estaba a cargo de
los Tlacochcalco ("en la casa de los dardos"), que
era el nombre conjunto de las cuatro armerías situadas en las cuatro entradas
del recinto ceremonial de Tenochtitlán. Estos eran
los arsenales principales del ejército y eran re-abastecidos con armas nuevas
cada año durante el festival de Quecholli; según una cuenta realizada por el conquistador español Andrés
de Tapia, se estima que el número de armas que se encontraban en
cada una de las cuatro armerías equivaldría a 500 carretadas.
El tlacochcalcatl era siempre un miembro de
la orden militar de los Cuachicqueh o Guerreros rapados. Así
mismo, ocupar el puesto de tlacochcalcatl era a menudo el último paso para
convertirse en el próximo tlatoani.
Combate
La lucha normalmente empezaba al amanecer. Se
utilizaban señales de humo para avisar sobre el inicio de una batalla y para
coordinar ataques entre diferentes divisiones del ejército. La señal para
atacar era dada por instrumentos musicales como tambores ("Teponaztli") y conchas de caracoles (tlapitzalli). Generalmente la batalla comenzaba con
flechas y lanzas. El grueso del ejército estaba compuesto por plebeyos armados
con arcos y hondas.
Trompetero de concha de caracol o quiquizoani
Página del Códice Tovar que
escenifica la quema de un templo en una ciudad anexada. Huitzauhqui
En
ese momento, los guerreros se lanzaban al ataque, y durante esta fase, antes de
la lucha cuerpo a cuerpo, se utilizaba el átlatl. Esta arma lanza
jabalinas era preferida para tiros cortos que las hondas y arcos, por
ser mucho más letal. Los primeros guerreros en entrar en combate eran los más
distinguidos guerreros de las sociedades cuachicque (‘rapados’)
y otontin (otomí); luego seguían los guerreros
águila y los guerreros jaguar; y
finalmente los plebeyos y jóvenes primerizos. Hasta bien entrado el combate,
los rangos se mantenían y los mexicas intentaban acorralar o flanquear al
enemigo, pero una vez que el combate comenzaban a intensificarse, las filas se
rompían, y cada guerrero libraba su propia contienda mano a mano. Los jóvenes
que participaban por primera vez en batalla, normalmente no se les permitía
luchar antes de que la victoria mexica estuviera asegurada, tras lo cual se
trataría de capturar presos durante la huida del enemigo. Se dice que, durante
las guerras
floridas, los guerreros mexicas solo capturaban a sus enemigos en
lugar de matarlos, a veces cortando un tendón o incapacitando de otra manera a
sus enemigos. Esto ha sido utilizado como argumento para explicar la derrota de
los mexicas ante los españoles, aunque hoy día se ha descartado dicha
posibilidad. Por algunos, pero para la mayoría, apoyándose en fuentes
documentales de primera categoría y validez, como Díaz
del Castillo o López
de Gómara, saben que la captura de prisioneros era prioritaria, de
hecho el mismo Hernán
Cortés salvó en más de una ocasión la vida gracias a esta costumbre
bélica mexica. Otras maniobras
tácticas de los mexicas,
consistían en fingir retiradas y luego tender emboscadas: pequeños grupos de
soldados mexicas atacaban primero y se retiraban con lo que atraían y hacían
caer al enemigo en una trampa, llevándolos a lugares donde había más guerreros
ocultos.
Esta página del Códice Tovar ilustra
una escena de sacrificio gladiatorio realizada durante el festival del Tlacaxipehualiztli (Festejo
de desollamiento de
hombres).
Combate
gladiatorio
Los prisioneros para combate gladiatorio eran atados en
el temalácatl y
tenían que pelear contra una sucesión de campeones, si sobrevivían eran
liberados, si eran vencidos eran ejecutados. Divinidad en un
temalácatl en combate gladiatorio según el Códice
Zouche-Nuttall.
Algunos cautivos eran sacrificados a Tezcatlipoca en
combates gladiatorios rituales (como fue el caso del famoso guerrero Tlahuicole). La víctima era
atada en el lugar del combate a una gran piedra circular (temalcátl) y se le daba un
arma simbólica. En este rito se
suponía que el sacrificado debía morir luchando contra un máximo de cuatro o
siete guerreros jaguar o águila completamente armados, y cuando cayese sería
puntualmente destripado por un sacerdote, pero si el cautivo sobrevivía se le
concedía la libertad.
Víctima de combate gladiatorio según el Códice
Magliabechiano. Nótese que este individuo está atado a una gran
piedra y su macuahuitl usa
plumas en lugar de filos de obsidiana.
Ritual de nacimiento
La actividad guerrera era
esencial para la vida y la cultura del imperio mexica. Al nacer un niño entre
los mexicas, este recibiría dos símbolos de su futura filiación como guerrero;
dichos símbolos incluían un escudo que se colocaba en su mano izquierda, y una
flecha se colocaba en la mano derecha. Después de una breve ceremonia en la que
cordón umbilical del recién nacido era cortado; el escudo y la flecha serían
llevados a un campo de batalla para ser enterrados por un guerrero de
prestigio. Estos elementos serían símbolo del surgimiento de un guerrero. Cada
escudo y la flecha eran confeccionados especialmente para cada niño; con ello,
el niño sería similar a sus familiares y a los dioses. Estos rituales de
nacimiento son una muestra de la importancia de la actividad guerrera en la
cultura mexica.
Muerte y entierro
La muerte era una parte
esencial de la cosmovisión mexica, lo que se refleja en la gran importancia que
tenían eventos como el sacrificio y el entierro. Los guerreros constituyeron un
elemento aparte dentro de este complejo ideológico y cultural. Cuando un
guerrero moría, ya fuera en batalla o sacrificado, siempre se hallaba implícita
la realización de una ceremonia. Los guerreros capturados eran sacrificados al
dios del sol, y en algunos casos, el guerrero realizaría el sacrificio. Si un
guerrero moría en combate, su cadáver sería quemado allí donde cayó, en el
campo de batalla, en lugar de en su altépetl, esto por propia preferencia de los guerreros; así
mismo, una flecha del guerrero caído en el campo de batalla sería llevada de
vuelta, sería adornada con las insignias del dios del sol y luego quemada. Los
mexicas creían que tanto los guerreros caídos en combate, como las
mujeres fallecidas durante el parto arribaban al mismo lugar en el otro mundo, esto debido a que los
mexicas consideraban que el parto mismo eran una batalla, por ende morir en
dicho acto eran equiparable a morir en la guerra. El duelo por los guerreros
caídos era un proceso largo y sagrado. Los dolientes se abstenían de bañarse y
asearse durante ochenta días. Estas acciones se realizaban con el propósito de
esperar a que el alma del guerrero caído alcanzase el paraíso del dios del sol.
Las mujeres desempeñaban un papel único en el luto de sus maridos muertos.
Estas mujeres llegaban incluso a llevar los registros de sus maridos muertos
con ellas a donde quiera que fueran. Durante el luto, las viudas se soltaban el
pelo y la danzaban en pena al compás del sonido de los tambores. Los hijos
también lloraban por sus padres muertos; durante el luto llevaban consigo una
pequeña caja que contenía las joyas y tapones para los oídos de su padre. Si un
guerrero águila moría, su funeral sería en el santuario de los guerreros águila;
allí serían cremados y colocados en el salón principal. En conjunto con sus
cenizas, serían enterradas joyas, jaguares de arcilla, y artefactos de oro.
El juego de pelota
Los
sacrificios para Huitzilopochtli contemplaban combates a muerte entre esclavos
y el conocido juego de la pelota. Este juego no solamente se practicaba con un
significado religioso sino que también se jugaba entre niños o simplemente para
divertirse.
En su aspecto religioso, el juego de pelota simbolizaba la lucha de
Huitzilopochtli con su hermana la luna para dar lugar al amanecer.
Por eso, las canchas de juego se encuentran por debajo del nivel del suelo,
simbolizando el Inframundo,
el lugar donde viven los dioses.
Los
jugadores solamente tenían permitido tocar la pelota con las rodillas, caderas
y codos del lado derecho del cuerpo aunque según el momento histórico y la
zona, estos detalles podían modificarse.
Se
protegían con rodilleras y una especie de cinturones de mimbre.
Los
jugadores eran entre dos y cuatro por equipo y el juego en sí era bastante
violento, comenzando porque la pelota pesaba casi cuatro kilos y podía
ocasionar contusiones a los jugadores si eran golpeados con ella.
La forma de perder puntos era dejar caer la pelota más de dos
veces, sacarla fuera de los límites del campo o fallar a la
hora de tratar de meterla por el aro de piedra introducido por los mayas y
adoptado después por los aztecas.
Se cree que el juego de pelota pudo ser una alternativa a la
guerra y que se usaba para resolver conflictos. Esto
explicaría por qué los aztecas, dominantes, estables y sin enemigos fuertes,
apenas contaban con campos de juego.
En
muchos motivos decorativos relativos al juego de pelota aparecen símbolos
relacionados con la guerra e incluso se representa a prisioneros.
Los
perdedores eran los sacrificados; sus cráneos eran exhibidos al lado del campo
y su sangre se ofrendaba a los dioses. Hay quien dice que las cabezas se usaban
a modo de pelota pero no hay nada que lo confirme.
El
juego de pelota despertaba tantas pasiones que había quien apostaba a sus
propios hijos e incluso a sí mismos, convirtiéndose en esclavos si perdían la
apuesta.
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https://guerrerosdelahistoria.com/guerrero-aguila-azteca/
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https://cultura-azteca.com/guerreros/
https://es.wikipedia.org/wiki/Militarismo_mexica
https://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Verificabilidad
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