domingo, 12 de julio de 2020


GUERREROS DE AMÉRICA


EL  ORIGEN  DE  LOS  MAPUCHES

 

Los mapuches (“gente de la tierra”) son un pueblo indígena que actualmente habita en el sur de Chile, en la región de la Araucanía, la Patagonia. También se denomina así a quienes hablan la lengua mapuche o mapudungun, aunque esta acepción es más general.

No se conoce su origen con demasiada certeza aunque  se puede rastrear su presencia desde el siglo V  en el que se encuentran manifestaciones culturales de su vida y costumbres en la Depresión Intermedia de Chile, el gran llano que cruza el país de este a oeste.

Según la historia del pueblo mapuche, los mapuches son originarios de los pueblos originarios de las culturas Bato, El Vergel, Llolleo y Pitrén.

Cuando los españoles llegaron a esta zona en el siglo XVI, los mapuches se situaban entre el Valle del Aconcagua y el centro de la isla de Chiloé.

Los picunches, pueblos indígenas originarios del norte, se encontraban bajo el dominio o parcialmente influidos por los incas y fueron sometidos por los españoles.

Sin embargo, los grupos al sur del río Maule no se dejaron dominar por los incas y también se resistieron a los españoles en la Guerra del Arauco, donde demostraron su pericia con los caballos

Entre los siglos XVII y XIX se produjo la Araucanización, es decir, que los araucanos o mapuches se expandieron hacia la Cordillera de los Andes llevando su cultura araucana a los tehuelches y otros pueblos pampas, a veces de forma violenta y a veces de forma pacífica.

Los mapuches en el siglo XIX perdieron territorios al ser invadidos por los ejércitos argentino y chileno, especialmente al final de la centuria.

Esto supuso un cambio en la economía del pueblo mapuche: de la caza y la horticultura pasaron a la ganadería y la agricultura practicadas en las tierras que Chile y Argentina les concedieron para su sustento, convirtiéndose así en un pueblo campesino.

 

Los guerreros mapuche

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En tiempos de conflicto, los guerreros mapuche se unían en grupos amplios llamados rehues formados por varios lofs. Un lof es una familia mapuche unida por un antepasado común.

El líder de estos rehue era el toqui, nombre que también designaba a la cabeza de hacha de piedra que el jefe militar llevaba como insignia en la cultura araucana.

El toqui era escogido en una asamblea de loncos, los jefes de cada comunidad mapuche.

No era un cargo vitalicio ni hereditario; el toqui lo era en tanto durara el conflicto o mientras así lo quisiera la asamblea de loncos.

Por lo general, se escogía al toqui en base a su fama y habilidad como guerrero y también por su capacidad de oratoria.

Los guerreros mapuche solían bañarse varias veces al día en las gélidas aguas de cascadas (en Traitraiko) para purificarse espiritualmente pero también para  acostumbrar al cuerpo a situaciones extremas.

El agua de las cascadas se consideraba la más pura y beneficiosa de todas. De esta manera los guerreros del pueblo mapuche endurecían el carácter y se mantenían siempre limpios y sanos.

 

¿Sabías qué?

 

La guerra era un acto sagrado para los mapuches y como tal, acudían a ella recién bañados y con las ropas limpias.

Era una ocasión en la que poder mostrar lo mejor de sí mismos por lo que los preliminares a una batalla no se acababan tan sólo con la higiene sino que eran parte de la cultura mapuche.

También ayunaban, guardaban castidad, se hacían sangrías en las piernas con piedras afiladas, dormían al aire libre y daban largos paseos y carreras.

 

Los guerreros o weichafe, guerrero en idioma mapuche, eran entrenados para la guerra desde niños, como en muchas otras culturas.

Este entrenamiento del joven mapuche se basaba principalmente en la práctica del Kollellaullin, “potencia de hormiga”, arte marcial que recibe ese nombre quizá por la capacidad de las hormigas de levantar varias veces su peso o por el resultado físico en el guerrero de este entrenamiento: torso muy amplio y cintura estrecha.


 El Kollellaullin


El Kollellaullin conllevaba la práctica de varias disciplinas:

 

·         Palín: juego de la chueca, deporte parecido al hockey cuyo nombre quiere decir “pelotear” en mapudungun. Servía como preámbulo a los consejos políticos, para instruir físicamente a los jóvenes y para realizar simulacros guerreros. También se jugaba para dirimir conflictos entre distintas comunidades y para honrar la memoria del difunto en los funerales. Llegaron a jugarlo tanto hombres como mujeres y fue prohibido por la violencia que llegaban a mostrar los jugadores.

·         Pillman: juego de la pelota de viento, lo que actualmente se conoce como el juego del quemado o balón prisionero. Su utilidad era la de aprender a esquivar proyectiles y armas arrojadizas.

·   Linao: juego parecido al rugby que se practicaba con el objetivo de endurecer el cuerpo del guerrero. Sólo participaban los menores de 35 años que no se calzaban y además se untaban con aceite de lobo marino para protegerse del frío y hacerse más resbaladizos cuando los contrarios trataban de agarrarlos para quitarles la pelota. La machi bendecía la pelota y a los guerreros antes del partido.

·       Choiquepin: son carreras que se hacen sobre una sola pierna.

·   Lazu o Ladu: consiste en enlazar animales u objetos mientras se monta a caballo. Los primeros lazos se hacían de juncos trenzados, luego de crin y finalmente de cuero. Esta habilidad se usaría en el campo de batalla para desmontar a los enemigos de sus caballos o para atraparlos mientras se cabalga.

·     Curantun: lanzamiento de piedras.

·     Huaiquitun: pelea con lanzas aunque también se practicaba tirando con ellas. La lanza era una de las armas que mejor manejaban los mapuches.

·   Laqui o Laque: lanzamiento de boleadoras. Se trataba de tres bolas de piedra unidas por una cinta de cuero. Se hacían girar sobre la cabeza y se lanzaban para enredar los pies del enemigo o de su caballo. Solían llevarlas atadas a la silla del caballo.

·    Trentrikan: caminar sobre zancos para aprender a mantener el equilibrio y fortalecer las piernas.

·    Llighkan: esgrima de cañas de colihues, unos arbustos parecidos al bambú. Estas cañas hacían las veces de espada para practicar y también se podía golpear con ellas.

·   Lonkotun: lucha en la que se toma del cabello al contrincante y se le arrastra para que tocara el suelo con la frente. La lucha no acaba ahí sino que se ponían en pie y volvían a pelear hasta que uno se daba por vencido. Los mapuches solían llevar el cabello rapado en la coronilla y largo a los lados; tenerlo corto equivalía a ser un cobarde, aunque esto cambió cuando se enfrentaron a los conquistadores. En ese momento deciden raparse la cabeza precisamente para evitar que los enemigos pudieran tomarles del cabello.

·      Lefkawellun: carreras a caballo que solían hacerse sobre el lomo desnudo del caballo para mayor prestigio y en línea recta. Antes de comenzar, tomaban precauciones mágicas como frotar al caballo con pieles de huanaco o plumas de aves de vuelo rápido. En la línea de salida se ponía tierra de cementerio o grasa de león para ralentizar al contrario.

·       Lonkoquilquil: Ejercicios y combate con una maza llamada maucana.

·       Metratun: lucha que consistía en tomar de los brazos al contrario para tratar de derribarlo.

·      Pelkitun: ejercicios con arco y flecha. Los cronistas relataban que la puntería de los mapuches era excelente y hablan también de “lluvias de flechas” lanzadas por éstos.

·     Reñitun: esgrima practicada con lanzas.

·     Rüllun: ejercicios de saltos en ríos y lagos desde varias alturas.

· Rünkütun: ejercicios de saltos de todo tipo: desde el suelo, desde grandes alturas, salvando obstáculos, cubriendo largas distancias…

·   Wadatun: ejercicios con lanza-anzuelo para derribar jinetes.

· Weyeltun: ejercicios de natación para dominar la técnica de zambullirse o Rilun lanzándose de grandes alturas a los ríos. Los ríos torrentosos eran atravesados a nado llevando los caballos de las riendas para que no se ahogaran. Era corriente la práctica de nadar debajo del agua manteniendo la respiración.

·  Huytruhuetun: ejercicios con honda autóctona, una banda de lana con ensanchamiento de cuero para el proyectil. Los mapuches lograban lanzar con gran violencia piedras de tamaño considerable con las que podían llegar a matar al enemigo.

·    Boxeo mapuche: se daban golpes de puño en forma alternada sin cubrirse ni defenderse hasta que uno de los combatientes decía basta.

El guerrero, luego de aprender a manejar varias armas, elegía su favorita y desde ese entonces se especializaba en su uso.

Después, los ejércitos se formaban según las especializaciones de los guerreros y el arma que manejaban.

 El arma preferida por los guerreros mapuche parecía ser la macana , una especie de garrote que usaban especialmente para destrozar de un solo golpe las armaduras de los españoles.

Se han hallado algunas que llegan a pesar 15 kilos, lo que hace imaginar la fuerza que debía de tener el guerrero que la portaba.

Los guerreros mapuche tenían un gran dominio en el uso de caballo, siendo experimentados jinetes capaces de lanzar la boleadora y la lanza a pleno galope e incluso de sujetar las riendas con los dientes para tener ambas manos libres.

Otra táctica que hacían era saltar del caballo para esconderse en su costado y volver a montarlo de un salto, todo eso al galope.

Otra práctica de los guerreros mapuche era inyectarse bajo la piel de hombros, cuello, espaldas, brazos y piernas polvo finísimo de roca duralauenkura o katanlipano huesos de puma pulverizados para adquirir fuerza, dureza y valentía.

Algunos guerreros creían convertirse así en una especie de inmortales durante el combate.

Trepelaimidzuam, la vía espiritual del guerrero mapuche 

Este término quiere decir “vigilarse a sí mismo” en mapudungun y recoge la filosofía de la cultura que mantuvo a los mapuches en guerra durante 400 años.

Consiste en una férrea autodisciplina en la que se conjuga el entrenamiento físico, la purificación espiritual y la ligereza mental.

Los guerreros mapuche adquirían así una gran resistencia al dolor y una enorme capacidad física además de no temer morir en la batalla.

Los weichafe, los guerreros, soportaban el hambre y la sed, el frío y el calor, y daban un tratamiento casi de culto a sus armas tanto en su cuidado como en su manejo.

Las férreas disciplinas y pruebas a las que se sometían  formaban guerreros endurecidos, disciplinados y con una gran predisposición a defenderse y a atacar.


Epunamun, el dios de los guerreros mapuches 


Epunamun quiere decir “dos pies” en mapudungun. Según la cultura mapuche, se trataba de un espíritu de fuertes y largos brazos, torso normal y piernas malformadas que tenía una mirada centelleante.

Su nombre viene del hecho de que caminaba dando saltos con los dos pies juntos.

Era una divinidad guerrera y además, representante del Otro Mundo en los guillatunes, antiguas ceremonias mapuches en las que se pedía el bienestar de la comunidad y se daban gracias a los dioses.

Antes de iniciar una batalla, la machi, mujer mapuche que hacía de sacerdotisa, llamaba a Epunamun para que los loncos, los jefes de la comunidad, y los toquis, los líderes guerreros, pudieran consultarlo.

Trataban así de saber qué ocurriría pero también pedían consejo y protección así como los dones del valor, la fuerza y la integridad.

Existía una danza dedicada a Epunamun que consistía en una serie de saltos que se daban con los pies juntos siguiendo el ritmo de los cultrunes, los tambores que usaban los machi durante las ceremonias religiosas.

Los cultrunes tenían forma semiesférica y representaban la mitad del universo; por eso en su superficie se marcan los cuatro puntos cardinales según se ve en el arte precolombino.

 

Armas mapuches

Los guerreros mapuches eran adiestrados en el manejo de varias armas aunque finalmente solían elegir una para perfeccionarse en ella.

·         Arco y flecha: los arcos se fabricaban con madera del sur. Para la cuerda se empleaban nervios y, posteriormente, crines de caballo. Las flechas también eran de madera y solían reforzarse con puntas de piedra.

·         Lanza o wayki: se fabricaban de madera, aguzándose en los extremos para poder clavarse y tostándose para que tuvieran mayor consistencia. Cada mapuche tenía una lanza que mantenían en las puertas de sus casas siempre preparadas para la lucha.

·         Maza o macana: se trataba de una porra de madera hecha de madera con una especie de nudo en el extremo que podía ser también de madera o de pedernal. Podía llegar a medir casi tres metros de largo y usarse para derribar a un caballo de un solo golpe.

·         Boleadora o laque: se trataba de tres piedras a las que se les abría un surco por el que se pasaba una cinta de cuero que las unía, dejando un metro de cinta entre cada una. Algunas llevaban dos piedras forradas en cuero y otra al desnudo, que era la que se usaba para golpear al enemigo en la pelea cuerpo a cuerpo. Las piedras se hacían girar sobre la cabeza y después se lanzaban para enredarlas en las extremidades del enemigo y hacerle caer.

·         Honda: es el arma más primitiva de los mapuches. Solía ser una cinta de cuero o una trenza de lana que se complementaba con una bolsa de piedras que el guerrero llevaba colgada de la cintura.



Lautaro, el guerrero mapuche por excelencia


Lautaro es uno de los líderes mapuches más conocidos de la historia de Chile. Vivió a mediados del siglo XVI y se enfrentó a los españoles en la primera fase de conquista del territorio.

Hijo de un lonco mapuche,  fue capturado por los españoles  cuando tenía once años y pasó a ser paje personal del conquistador español Pedro de Valdivia durante seis años.

Este tiempo le sirvió para aprender a cabalgar y también para conocer las tácticas militares de los españoles gracias a Pedro de Valdivia.

Cuando tenía 17 años logró fugarse, decepcionado tras ver las humillaciones y vejaciones a las que Pedro de Valdivia sometía a los mapuches capturados.

Fue nombrado toqui en su pueblo gracias a sus naturales dotes de líder y enseñó a su gente a montar a caballo y a luchar sin descabalgar.

También les mostró las estrategias militares que aprendió con los españoles y les enseñó a usar armas nuevas.

Organizó a los guerreros en bloques para poder poner en práctica tácticas de guerrilla y emboscadas.

Usó métodos de espionaje e inteligencia para vigilar a los españoles de cerca, entrenó a los guerreros para ver en la oscuridad y poder atacar de noche y eligió comandantes para jerarquizar a sus tropas y ganar en organización y eficacia.

 

Lautaro continuó atacando distintos enclaves españoles como La Concepción, atrayendo a su causa a otras comunidades indígenas y arrasando con aquellas que no quisieron unirse a él.

Pretendió ir hacia Santiago para tomar la ciudad pero el abandono de Chillicán, uno de sus principales aliados que no estaba de acuerdo con su forma de actuar, hizo que cambiara de planes.

Finalmente, las tropas españolas capitaneadas por Francisco de Villagra, lograron sorprender a Lautaro y a su ejército, acabando con la vida del caudillo y con centenares de sus soldados.

El cadáver de Lautaro fue vejado, desmembrado y apaleado y su cabeza, ensartada en una lanza española, se exhibió en la Plaza de Armas de Santiago

Caupolicán, el sucesor de Lautaro


Caupolicán era miembro de una familia muy respetada en la sociedad mapuche; desde muy joven luchó contra las tropas españolas.

Posteriormente, se convertiría en toqui y sucesor del caudillo Lautaro tras morir éste a manos de las tropas de Francisco de Villagra.

Las derrotas sufridas tras la muerte de su jefe hicieron que el Gran Consejo de los mapuches decidiera unificar sus fuerzas bajo el mando de un mismo toqui que fue Caupolicán.

Fue elegido por su fuerza física y su valor, aunque tuvo que demostrar sus capacidades ante los loncos, los caciques:  sostuvo sobre los hombres un enorme tronco de árbol durante dos días y dos noches  sin caer exhausto.

Caupolicán fue capturado por un contingente al mando de Pedro de Avendaño y condenado a morir empalado.

La leyenda cuenta que derribó al verdugo de una patada y que él mismo se sentó sobre el afilado palo de madera, muriendo por perforación intestinal sin dar ninguna muestra de dolor.

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EL GUERRERO INCA

 

Los incas, cuyo imperio abarcó gran parte de la América precolombina, lograron tener un imperio tan extenso que llegaba desde el Pacífico hasta la selva del Amazonas. Fue el estado más importante y poderoso de la zona que existía antes de la llegada de Francisco Pizarro y sus tropas gracias a su organización y administración.

El guerrero inca formaba parte de un ejército bien organizado que logró conquistar a otros pueblos. Sin embargo, la llegada de los españoles junto con la guerra civil anterior a ésta provocó que decayera rápidamente hasta prácticamente desaparecer.

El Imperio Inca tuvo el territorio más extenso de toda la historia de la América precolombina, casi dos millones de kilómetros cuadrados situados entre el océano Pacífico y la selva del Amazonas ocupando parte de Colombia por el norte y parte de Chile por el sur.


Sus orígenes se encuentran en la victoria que las etnias cuzqueñas (sur de Perú) tuvieron sobre la confederación de los estados chancas (los Andes) en el año 1483. Pachacútec, quien lideraba a los cuzqueños, comenzó la expansión del imperio inca que siguió creciendo con sucesivos dirigentes hasta que se estabilizó bajo el mandato de Huayna Cápac.

Los incas no se impusieron solamente contra los chancas sino también contra otros pueblos como los collas, los lupacas, los chinchas, los chimus y los huancas. Se hicieron con el control de los recursos y crearon varios centros administrativos conectados mediante una eficaz red de carreteras. Sin embargo, permitieron que estos pueblos conquistados mantuvieran su lengua, sus costumbres, su religión e incluso cierto grado de autonomía.

Sin embargo, el imperio comenzó a decaer cuando los hijos de Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, comenzaron a rivalizar entre sí llegando a una guerra civil antes de la llegada de los españoles a la zona. Esto junto a la viruela -que fue la que acabó con la vida del rey Huayana- provocó un auténtico desastre demográfico que prácticamente diezmó la población.

 

¿Sabías qué?

 

Las costumbras y forma de vida de los incas perduraron durante mucho tiempo tras la desaparición de su imperio

Atahualpa resultó vencedor en la guerra civil entre los incas, coincidiendo su éxito con la llegada a la zona de los españoles liderados por Francisco Pizarro. Sus tropas lograron capturar al rey inca, que fue ejecutado en 1533 finalizando así el imperio inca.

Sin embargo, todavía hubo algunos rebeldes que se levantaron contra esta acción y siguieron luchando hasta 1572, año en el que fue ejecutado el último de ellos, Tupac Amaru.

El ejército inca

Conforme el imperio inca fue creciendo, se hizo necesaria la creación de un ejército de oficiales profesionales que reemplazara al habitual que estaba formado por campesinos guerreros. De esta forma, el ejército inca quedó formado por batallones integrados por escuadras en las que había oficiales profesionales permanentes y hombres comunes (hatun runas) que eran llamados a las armas mediante levas cuando era necesario.

 

Cada batallón contaba con guerreros incas pertenecientes a una misma etnia que eran dirigidos por un curaca, el jefe del ayllu, es decir, las comunidades familiares con un descendiente común en que se dividían los incas.

 

Los guerreros incas de alto rango se elegían en la ceremonia del Warachikuy, una celebración en la que hacían pruebas de velocidad, de resistencia al hambre y al sueño, de puntería y de lucha.

 

La organización del ejército inca era la siguiente: honderos y arqueros al frente, detrás de ellos soldados con hachas y macanas para el cuerpo a cuerpo, después soldados con lanzas cortas arrojadizas y por último, guerreros con lanzas largas que podían medir hasta seis metros de longitud.


Tras la batalla, los guerreros incas exhibían orgullosos las cabezas de los enemigos clavadas en lo alto de sus lanzas. En ocasiones, los cuerpos se desollaban y con su piel se fabricaban tambores de guerra. Usaban los cráneos para beber chicha o cerveza de maíz y además, se hacían collares con los dientes de los vencidos a los que sumaban aquellos que ya habían recogido sus antepasados.

Los guerreros que se distinguían por su valor eran recompensados con regalos como objetos de metal, medallas o vestidos. Además, podían ascender en la jerarquía del ejército demostrando no solamente valor sino nobleza, fuerza y conocimientos. A pesar de todo, los cargos más altos estaban siempre ocupados por miembros de la alta nobleza inca.

 

¿Cómo era el guerrero inca?

Los guerreros incas que entraban a formar parte del ejército debían contar con una edad de entre 25 y 30 años. Todos ellos debían cumplir con el servicio militar ya que en el caso de los nobles era una forma de conseguir honor y prestigio y en el caso de los plebeyos, una manera de ascender en la escala social inca.

 

Los hombres de la costa no estaban obligados a cumplir el servicio militar porque no soportaban las condiciones climáticas del interior de los Andes

Sin embargo, no todos los hombres cumplían este servicio militar sino que se escogía a uno de cada cincuenta que ya hubiera cumplido los 25 años, la mayoría de edad según los incas. Además y para cumplir la dualidad que estaba siempre presente en la civilización inca, también se escogía a una de cada cincuenta mujeres para que fuera a servir a un Templo de las Vírgenes del Sol durante el resto de su vida.



Los guerreros rasos servían al ejército durante un período de entre seis y siete años mientras que los oficiales y los generales conservaban sus puestos y sus sueldos de por vida. Éstos tenían además otros privilegios: el estado les proporcionaba casa, alimento, ropa e incluso esposas, joyas y coca.

Cuando iban a la batalla, los guerreros incas permanecían en completo silencio y organizados hasta que llegaba el momento de luchar. Era entonces cuando comenzaban a gritar y a cantar para tratar de amedrentar al enemigo. No iban solos sino que les acompañaba un grupo de mujeres que cocinaban para ellos y se encargaban de enterrar a los muertos y también sacerdotes que rezaban y hacían sacrificios.



Las armas incas

El guerrero inca podía portar un arma u otra dependiendo en muchas ocasiones de la etnia a la que pertenecían.

·         Estólicas (cumana): se trataba de varas que servían para lanzar proyectiles. Las usaban especialmente los guerreros de aquellas etnias que venían del ámbito selvático.

·         Honda (huaraca): era una cuerda de longitud mediana en la que se colocaba un proyectil, normalmente piedras redondas, y se volteaba por encima de la cabeza antes de lanzarlo.

·         Boleadora (liwi): eran dos o tres proyectiles unidos mediante una cuerda que los ataba. Tras hacerlos girar en el aire, se lanzaban. Este arma también se utilizaba para la caza.

·         Lanzas (Suchuc chuqui): medían unos dos metros y las utilizaban especialmente los guerreros de origen cusqueño. Además, era utilizado como símbolo de poder por los generales.

·         Mazas (Chaska chuqui): estaban fabricadas con mangos de madera en cuyos extremos se ponía un objeto pesado. Este objeto solía tener forma de estrella y podía estar hecho de oro o plata según el rango del guerrero que portaba la maza. Era el arma más habitual entre los guerreros incas.

·         Arco y flecha: esta arma solía ser el que usaban los guerreros que vivían en la selva. Algunos de ellos eran capaces de lanzar flechas de dos metros de longitud para atravesar a dos enemigos a la vez y hacer que los demás salieran huyendo.

·         Mazos (chambi): se trataba de maderos gruesos con púas insertadas. Los usaban las etnias de origen sureño.

·         Hachas (Cunca chucuna): podían estar hechas en piedra o en cobre.

 

¿Cómo vestía el guerrero inca?

Además de las armas, los guerreros incas llevaban objetos y prendas que les ayudaban a protegerse contra los ataques de sus enemigos.

En primer lugar, algunos de ellos portaban escudos (hualcana) fabricados con madera que después se forraba en cuero. En la parte visible se grababan motivos geométricos y podían ser tanto redondos como cuadrados o rectangulares.



Se protegían la cabeza con un casco o uma chucu hecho con madera que podía reforzarse con aros de metal o en cobre. Normalmente eran los oficiales y los generales quienes llevaban cascos de cobre y la milicia usaba los de madera.

En cuanto a las armaduras y las pecheras, eran accesibles solamente para los soldados de mayor rango. Las pecheras se decoraban con símbolos y las armaduras consistían realmente en túnicas de algodón gruesas y acolchadas con un escudo de madera en la espalda.

 

El dios inca de la guerra

Vichama o Atipa era el dios de la guerra y la venganza, uno de los hijos de Viracocha, el dios creador de la mitología inca. Pachakamap, una versión de Viracocha, había creado al hombre y a la mujer dando forma a la vida humana pero se desentendió de ellos y el hombre acabó muriendo.

La mujer, sola y desesperada, le pidió ayuda al sol, quien la fecundó con sus rayos y le dio un hijo. Pachakamap, enfurecido, mató a este hijo y creó un nuevo bebé con el cordón umbilical del niño muerto entregándoselo a la mujer tras darle el nombre de Vichama.


Con el tiempo, Vichama se fue pero al enterarse de que Pachakamap había matado a su madre como represalia hacia él por haberse marchado, decidió regresar para vengarse. Éste decidió esconderse en el fondo del océano así que, tras invocar a su padre el Sol, Vichama convirtió en piedra a todos los seres que Pachakamp había creado a modo de venganza. Después, buscó los huesos de su madre y logró hacer que volviera a la vida.

 

Se dice que el mito de Vichama se creó para justificar la estratificación social del imperio inca

Como el mundo se había quedado sin hombres, Vichama dejó caer tres huevos: uno de oro del que salieron los jefes y los nobles, uno de plata del que salieron las esposas de éstos y otro de cobre del que brotaron los plebeyos, es decir, los que trabajaban para los anteriores.

 

Atahualpa, rey y guerrero

Atahualpa era hijo del rey Huayna Cápac. A la muerte de éste debido a la viruela, se enfrentó con su hermano Huáscar para ser quien heredara el imperio inca. No se tiene claro dónde nació ya que algunos cronistas afirman que su origen estaba en el hipotético reino de Quito.

 

Se dice que este dato fue una invención de los partidarios de Huáscar para presentar a Atahualpa como un impostor.

Lo cierto es que Atahualpa se crió en Cuzco junto a su padre y pasó por el rito de Warachikuy, una celebración de iniciación a la vida adulta. Cuando tenía trece años participó junto a su padre en una campaña bélica contra los rebeldes del norte del imperio, en la región de Quito.

 

Atahualpa permaneció en Quito durante diez años junto a su padre sofocando las rebeliones y conquistando nuevas tierras. Durante este tiempo, aprendió las formas de gobierno y además, destacó por el valor que demostraba en el campo de batalla.

Tras la muerte de su padre, Atahualpa permaneció en Quito subordinado al gobierno de Cuzco, la capital, donde su hermano Huáscar había sido entronizado por sus partidarios. Éste fue víctima de un golpe de estado que no llegó a triunfar y temiendo que Atahualpa se hiciera fuerte en el norte, lo hizo llamar a Cuzco. Atahualpa se negó y le envió a cambio algunos regalos pero Huáscar torturó a los emisarios.



Atahualpa, ofendido, envió a sus tropas hacia Cuzco mientras su hermano mandaba a las suyas hacia el norte, dando comienzo así la guerra civil inca. Tras varias batallas -los cronistas no se ponen de acuerdo en el número, Huáscar fue vencido y capturado.

Pero entonces, llegó Francisco Pizarro con sus huestes y Atahualpa se encontró con él, llegando a una especie de acuerdo que se concretaría en Cajamarca. Sin embargo, allí se produjo un enfrentamiento entre españoles e incas. Atahualpa fue capturado por los españoles, quienes le permitieron incluso seguir administrando su imperio. Al enterarse de que tenía cautivo a su hermano, Pizarro le pidió que lo hiciera llevar a Cuzco pero fue asesinado por el camino.



Atahualpa comenzó a reunir todo tipo de tesoros para comprar su libertad pero finalmente fue procesado y condenado a morir en la hoguera. Cuando vio que lo iban a quemar, pidió otro tipo de muerte ya que según sus creencias no podría resucitar si se quemaba su cuerpo.

Francisco Pizarro le concedió morir mediante estrangulamiento tras ser bautizado como cristiano y así se hizo. Fue enterrado al día siguiente según los ritos cristianos aunque poco después su cuerpo desapareció.

 

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EL GUERRERO MAYA

Guerra y sangre por el poder

 

Los mayas habitaron buena parte del sureste de México. Fueron una civilización muy desarrollada culturalmente que incluso creó una escritura propia que ha llegado hasta nosotros.

Tenían un carácter fiero y guerrero debido a los constantes enfrentamientos que mantenían unas ciudades con otras debido al control de los recursos para conseguir el poder.

Conocemos muchas de estas batallas gracias a las fuentes escritas que se han conservado.

Encontramos a los mayas en el sureste del actual México, abarcando los estados de Yucatán, Tabasco, Campeche y Chiapas. Además, también comprendía parte de Belice, Honduras, Guatemala y El Salvador.


El territorio maya estaba formando por aproximadamente cuarenta ciudades que combatían entre ellas para ver quién tenía la supremacía.

De ahí que los mayas fueran una sociedad sumamente guerrera aunque en algunas ocasiones se los presenta con un carácter muy distinto.

Estas ciudades no contaban con una planificación urbana establecida. Se componían de un centro religioso y administrativo en torno al cual se construían las viviendas. Eso sí, las diferentes zonas de la ciudad solían conectarse mediante calzadas.

Las distintas ciudades mayas buscaban el control de los recursos por encima del control del territorio

Las élites pretendían aumentar su influencia mediante el comercio para igualar el poder del rey; de esta manera, se veían obligados a establecer alianzas para intentar mantener esta influencia.

El rey, por tanto, tenía que ser también guerrero y dedicarse a la guerra del mismo modo en que ostentaba el papel de gobernante y sacerdote.

Una buena muestra del carácter guerrero de estos reyes mayas es el hecho de que, tras la guerra, el prestigio del gobernante aumentaba cuantos más prisioneros enemigos lograba llevar a la ciudad.

Sin embargo, no todo era la guerra para los mayas. Este pueblo destaca también por su arte, su característica arquitectura, su escritura totalmente desarrollada y sus aportaciones a las matemáticas, la astronomía y la ecología.

 

¿Cómo vestía el guerrero maya?

Las armaduras de los guerreros mayas estaban hechas con algodón y que se empapaban con agua en sal para hacerlas más resistentes.

El resultado eran armaduras muy flexibles y que transpiraba muy bien además de ser tan resistentes como el acero de los conquistadores. Se adaptaban a las armas y a la forma de combatir que tenían estos guerreros.

Además de con estas armaduras, se protegían también con espinilleras y cubrebrazos fabricados en cuero. Respecto al calzado, usaban sandalias hechas con fibras vegetales.

Las armaduras de los mayas les permitían no sofocarse en mitad de la batalla debido al clima de la zona

Aquellos guerreros que tenían un rango superior al de los demás se distinguían por sus vistosos y coloridos tocados de plumas.

Llevaban pectorales hechos con caparazones de tortuga, conchas y piedras preciosas. Solían ser bastante corpulentos y aparecen representados cogiendo por el cabello a sus enemigos.


Algunos de ellos se practicaban escarificaciones en el rostro para parecer más fieros y también se perforaban los lóbulos de las orejas y los senos nasales para colocarse pendientes de hueso, obsidiana, pirita, etc.

Sin embargo, no todos los guerreros podían permitirse una armadura; por ello, aquellos que pertenecían a los rangos más inferiores podían cubrirse tan solo con un taparrabos y quizá un ceñidor en torno al vientre para protegerse las partes blandas.

En general todos se pintaban cuanto menos el rostro con pinturas de guerra de color negro y rojo sobretodo y se recogían los cabellos en la parte superior para que no les estorbara durante el combate.

El color rojo y negro de las pinturas de guerra simbolizaba el recorrido del sol en el cielo

Los rangos en el ejército maya

Por lo general, los hombres que combatían en el ejército maya eran en su mayoría nobles ya que eran los únicos que se podían costear el equipo. Además, también habían recibido un mejor adiestramiento militar.

·  Nácom: era el militar que ostentaba el rango más alto. Solía ser elegido entre los mejores guerreros y conservaba su puesto durante tres años. Por supuesto, era él quien se encargaba de comandar a las tropas y además, también había la función de sacerdote para el resto de guerreros. Cuando el nácom moría o era capturado, la guerra se daba por terminada.

·   Batab: este guerrero era el segundo al mando y estaba codo con codo con el nácom. Era el encargado de recibir las órdenes que daba éste y de transmitirlas al resto de guerreros.

·    Holcattes: eran los guerreros más valientes de entre las tropas de los mayas. Se les distinguía porque se pintaban de negro tanto la cara como el resto del cuerpo. Además, peinaban sus cabellos de forma que infundaran auténtico terror en sus enemigos.

·         Mercenarios: los mercenarios del ejército maya solían ser de origen mexicano y luchaban junto a aquel que les pagara más y mejor.

Los mayas y la guerra

Los mayas iban a la guerra cuando lo permitía la estación del año y siempre que estuvieran fuera del tiempo de la cosecha.

Además, también estaban condicionados por la complicada geografía de su región. Por esto, solían tener senderos ya trazados con anterioridad, los llamados sacbeob.



Sin embargo, tenían otra opción: atacar por los ríos o por el mar. Toda la región, desde el golfo de México hasta el golfo de Honduras pasando por la península de Yucatán, disponía de una extensa red de navegación comercial costera y fluvial que también se podía aprovechar para la guerra.

De hecho, en Chichén Itzá se encuentran evidencias de auténticas batallas libradas en el agua.

Hay una escena en la que se representa a los guerreros desembarcando, atacando un poblado y llevándose a los prisioneros. Estos están representados sin ropa y con las manos atadas, humillados ante sus captores.

Otra escena muy curiosa muestra incluso tiburones y manta rayas alrededor de los cuales se desarrolla el conflicto. Los guerreros que participan en esta batalla tienen los cabellos teñidos de color amarillo y adornado con cuentas de jade.

 

Las distintas unidades de combate se comunicaban mediante los estandarte o ok’ pakal. 

Estos estandartes se usaban para ordenar la retirada, el ataque y la reorganización de las tropas así como para transmitir algunas órdenes sencillas. Tenían formas y colores variados y mostraban el emblema del gobernante.

Además, se decoraban con plumas de vistosos colores, tiras de papel y pieles de animales teñidas. Esto servía para que siempre fueran visibles durante los combates en el campo de batalla.

Una vez que terminaba la batalla, se llevaba a uno de los prisioneros hasta la piedra de sacrificios y se le extraía el corazón. Por lo general, la mayoría de los cautivos acababan siendo ejecutados pero hay constancia de que en ocasiones, se permitió seguir con vida a algunos reyes enemigos previa humillación en una ceremonia pública llamada na’waj.

 

Las armas de los mayas

Los mayas usaban diversos materiales para la fabricación de sus armas: piedra, madera, obsidiana y pedernal.

Las armas más comunes eran la lanza con punta bifacial de obsidiana y las hachas de piedra y obsidiana que se conocían con el nombre de b’aj aunque podían variar en formas y tamaños.



Pero también usaban otras armas:

·         Jul: armas arrojadizas como hondas, jabalinas o cerbatanas.

·        Jatz’om: se trataba de lanzadardos introducidos en la cultura maya por el contacto con el centro de México donde recibían el nombre de atlatl. Era un palo de medio metro de largo en cuya punta se insertaba un dardo o una jabalina.

·    Arco y flechas: se cree que estas armas fueron introducidas por los mercenarios mexicanos durante el período Posclásico (900 – 1521 d.C.). Antes de esa época, solamente se utilizaba para la caza.

·    Espada: los mayas comenzaron a usar espadas de dos manos tras su contacto con los españoles. Eso sí, no estaban fabricadas en hierro sino en madera a la que se insertaban hojas de obsidiana afiladas.

·          

¿Sabías que...

Los mayas usaban avisperos para lanzarlos y dispersar al enemigo

A modo de defensa, los guerreros mayas se protegían por escudos que podían ser largos y flexibles o redondos y rígidos, de menor tamaño.

 

La Serpiente Emplumada

De entre todas las deidades que eran veneradas por los mayas, aquellas identificadas con la serpiente emplumada son las que parecen estar relacionadas con el ámbito de la guerra.

Fue especialmente venerada durante el período Post Clásico. En Yucatán se la conocía con el nombre de Kukulkan y descendía de la Serpiente de la Guerra llamada Waxaklahun Ubah Kan del período Clásico.

 

El culto a la Serpiente Emplumada tuvo muchas influencias del culto a Quetzalcoalt de los aztecas

En la escalinata del templo principal de Chichén Itzá se puede observar que las sombras dibujan la forma de una serpiente en las escaleras durante los equinoccios de primavera y otoño.



Según la mitología maya, Kukulkan en origen era un hombre que llegó desde el oeste y que posteriormente se convirtió en un dios. Fundó la civilización y además era un caudillo militar y conquistador; de ahí su asociación con la guerra.

Estaba asociado al viento y también era una divinidad creadora. Era un dios-trueno que vivía en el cielo, quizá porque en esas latitudes las nubes al mediodía adquieren formas serpenteantes en el cielo junto al sol.

Era también un dios de los elementos: podía caminar sobre las aguas y manejaba antorchas de fuego. Es el dios de los cultivos, ya que aparece sembrando maíz, y además es el arquetipo del héroe que viaja realizando hazañas por el mundo.

 

La escritura maya y la guerra

Los mayas registraron su historia y sus rituales en libros en forma de biombo de los cuales solamente han llegado hasta nosotros tres. Además, hay inscripciones en objetos de cerámica y también en varias estelas.



Tatiana Proskouriakoff y Heinrich Berlin lograron descifrar la escritura maya, compuesta por símbolos y glifos.

Gracias a ellos, se comprobó que algunos de aquellos personajes que se mostraban en las estelas y en otras muestras artísticas no eran dioses que luchaban entre ellos sino gobernantes que llegaban al poder mediante el uso de la fuerza.

Además, se descubrió que hubo varios conflictos bélicos que se hacían más frecuentes e intensos conforme avanzaba el tiempo especialmente en las poblaciones de Bonampak, Yaxchilán y Piedras Negras.

Estos registros eran muy completos: incluían la fecha, el nombre del vencedor y del vencido y en ocasiones hasta el número de prisioneros hecho.

 

Gonzalo Guerrero, el español que se convirtió en un jefe maya

Gonzalo Guerrero fue un marino español originario de Huelva que viajó a América, donde se vio inmerso en las luchas que había entonces entre los conquistadores por el control de los diferentes territorios descubiertos.

Sufrió un naufragio y fue a parar junto con el resto de supervivientes a las costas de Yucatán.

Allí fueron capturados y esclavizados, quedando vivos en todo el proceso Gonzalo y su compañero Jerónimo.



Gonzalo comenzó a aculturizarse cuando el jefe Taxmar los tomó tanto a él como a Jerónimo como consejeros de guerra ya que sabía que tenían grandes habilidades militares.

Gonzalo destacó enseñando nuevas tácticas y estrategias a los guerreros del jefe Taxmar, quienes gracias a él lograron grandes victorias contra sus enemigos.

Taxmar regaló a Gonzalo a otro jefe quien, a su vez, se lo regaló a su jefe de guerreros, Balam. En una ocasión en que éste fue atacado por un cocodrilo, Gonzalo logró salvarle la vida consiguiendo a cambio su libertad.

Decidió permanecer junto a los mayas como guerrero, tatuándose y mutilándose conforme al rango que había alcanzado. Se casó con una princesa y tuvo hijos con ella.

 

Hernán Cortes acudió a rescatar a Gonzalo pero éste se negó y prefirió quedarse con los mayas

Gonzalo no solamente se quedó junto a los mayas sino que además, los entrenó para enfrentarse a los españoles, haciendo que éstos tuvieran serias dificultades a la hora de enfrentarse a los indígenas.

Murió en 1536 atravesado por una flecha. Sus hombres rescataron su cuerpo del campo de batalla y lo lanzaron al río Ulúa para que fuera arrastrado hasta el océano como último homenaje.

 

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MILITARISMO MEXICA

Los aztecas eran uno de los pueblos que habitaban Mesoamérica entre los siglos VIII a XV, el período llamado Posclásico Tardío.

Su capital era la ciudad de México-Tenochtitlán, cuyo origen se encuentra en el pacto militar conocido como Triple Alianza que unió a las tres fuerzas mesoamericanas más importantes de ese momento: los mexicas de Tenochtitlán, los acolhua de Texcoco, y la ciudad de Tlacopan.

Antes de ocupar Tenochtitlán en el año 1325, los aztecas habían habitado en Chapultepec, de donde fueron expulsados por una alianza de sus enemigos.

Los mexicas o aztecas se impusieron a sus aliados extendiéndose hasta el Pacífico y llegando incluso al golfo de México.

Su inmensa riqueza y poder derivó de un fuerte sistema de impuestos que hizo que Tenochtitlán fuera la próspera y rica ciudad-estado que encontraron los españoles cuando llegaron a la zona.

 

La influencia de los aztecas fue tanta que su lengua, el náhualt, se convirtió en la lengua común de buena parte de Mesoamérica.

Los aztecas eran gobernados por el tlatoani, una especie de rey escogido por los representantes de los veinte clanes existentes y que se rodeaba de asesores que le ayudaban a tomar decisiones importantes.

Entre otros funcionarios, los cuales eran elegidos por la nobleza, destacan el Tlacochcálcatl y el Tlacatécatl, los jefes del ejército azteca.

El final del Imperio Azteca llegó con la conquista de México-Tenochtitlán por parte de los españoles en el año 1521, con quienes colaboraron también pueblos indígenas enemigos de los aztecas que vieron el momento para acabar con ellos definitivamente.

El militarismo mexica se refiere a las costumbres, tácticas y tecnologías que los mexicas utilizaban para atacar y defenderse militarmente, incluyéndose el entrenamiento de efectivos militares y la producción de armamento, así como la planificación de estrategias; fueron elementos vitales en las expansiones realizadas en el período Posclásico Tardío por la civilización mexica en Mesoamérica. Este tema abarca en particular la historia militar de los mexicas, hasta el establecimiento de la Triple Alianza, en el Valle de México, en la cual se hallaban integradas la ciudad-estado de Tenochtitlan junto con las ciudades-estado de Tetzcuco (hoy Texcoco) y Tlacopan (hoy Tacuba), así como otras fuerzas militares aliadas de la actual región central de México.

Fuerzas Militares

Las fuerzas militares mexicas estaban compuestas de un gran número de plebeyos (yaoquizqueh) que solo poseían conocimientos y capacitación militares básicos, y un pequeño pero todavía considerable número de guerreros profesionales, pertenecientes a la nobleza (pipiltzin), los cuales se organizaron en diferentes sociedades guerreras, a las cuales eran integrados según sus logros en el campo de batalla.

El estado mexica estaba centrado alrededor de la expansión militar y del predominio político sobre otros pueblos, además de la exigencia de tributo de otras ciudades-estado, por lo cual la guerra era la fuerza básica en la política mexica. La sociedad mexica también estaba centrada alrededor de la guerra; cada hombre mexica recibía formación militar básica desde temprana edad, ya que la guerra no solo era importante para el bien del imperio, sino que también era para muchos la única posibilidad de ascender en la pirámide social mexica, la única forma de dejar de ser plebeyos (macehualtzin). Un guerrero mexica se destacaba por sus logros y habilidades militares, especialmente la toma de cautivos (maltin) para el sacrificio.

El sacrificio de cautivos de guerra era una parte importante de muchos festivales religiosos de los mexicas. La guerra fue la principal fuerza impulsora de la economía del imperio y de la religión mexica.

 

Armería real de Moctezuma

Moctezuma tenía una armería, en su palacio o cerca de él, que contenía chimallis (escudos), macuahuitls (espadas de obsidiana) y tepoztopillis (lanzas), entre otras armas, algunas de las cuales, según las crónicas, estaban hechas en metales y piedras preciosas.

            Dejemos de hablar de los libros y cuentas, pues va fuera de nuestra relación, y digamos cómo tenía Montezuma dos casas llenas de todo género de armas, y muchas dellas ricas, con oro y pedrería, donde eran rodelas grandes y chicas, y unas como macanas, y otras a manera despadas de a dos manos, engastadas en ellas unas navajas de pedernal, que cortan muy mejor que nuestras espadas, e otras lanzas más largas que no las nuestras, con una braza de cuchilla, engastadas en ellas muchas navajas, que aunque den con ellas en un broquel o rodela no saltan, e cortan, en fin, como navajas, que se rapan con ellas las cabezas; y tenía muy buenos arcos y flechas, y varas de a dos gajos, y otras de a uno, con sus tiraderas, y muchas hondas y piedras rollizas hechas a mano, y unos como paveses que son de arte que las pueden arrollar arriba cuando no pelean, porque no les estorbe, y al tiempo del pelear, cuando son menester, las dejan caer e quedan cubiertos sus cuerpos de arriba abajo. También tenía muchas armas de algodón colchadas y ricamente labradas por de fuera de plumas de muchos colores, a manera de divisas e invinciones, y tenían otros como capacetes y cascos de madera y de hueso, también muy labrados de pluma por de fuera, y tenían otras armas de otras hechuras que por excusar prolijidad lo dejo de decir, y sus oficiales, que siempre labraban y entendían en ello, y mayordomos que tenían cargo de las armas.

Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Capítulo XCI: De la manera e persona del gran Montezuma, y de cuán grande señor era

 

Prácticas militares

Al entrar en guerra, los mexicas tenían dos objetivos. El primer objetivo era político: el sometimiento de las ciudades-estado enemigas a fin de obtener el tributo correspondiente y ampliar la hegemonía política mexica. El segundo objetivo era religioso y socioeconómico: la toma de cautivos para ser sacrificados en ceremonias religiosas. Estos dos objetivos influyeron en su forma de hacer la guerra. La mayoría de las guerras tuvieron motivaciones políticas y fueron impulsadas por las expectativas de la nobleza para con el huey tlatoani.

La guerra propició el crecimiento económico del imperio mediante la ampliación de los territorios imperiales, aumentando las fuentes de materias primas para el comercio y para el consumo interno. Esto fue posible gracias a la expectativa de los plebeyos de tener una oportunidad de escalar en la sociedad mediante hazañas en las guerras. La primera acción de un tlatoani electo siempre era una campaña militar con el doble propósito de demostrar su capacidad como guerrero, así como dejar claro que sería tan duro sobre cualquier conducta rebelde como su predecesor. Además también era para suministrar abundantes cautivos para los festejos de su ceremonia de coronación. Una campaña fallida era vista como un augurio particularmente funesto para la figura del tlatoani, ya que podría significar rebeliones en ciudades-estado (altépetl) sometidas por anteriores tlatoque y la nobleza podría dudar de su capacidad de gobierno. Este fue el caso de Tízoc, quien fue envenenado por la nobleza después de varias campañas militares sin éxito.

Página del códice Mendoza. En la parte superior se muestra a un sacerdote guerrero ascendiendo por los rangos de su orden. En la parte inferior se muestra el ascenso en la jerarquía religiosa de otro sacerdote.

Fortificaciones

Las fortificaciones no solían ser muy utilizadas por los mexicas para controlar el territorio dentro de su imperio, pero hay ejemplos de fortificaciones construidas por los mexicas. Importantes ejemplos son las fortificaciones en Oztuma (Oztoman), donde los mexicas construyeron una guarnición para mantener a los rebeldes chontales bajo control; en Quauhquechollan (hoy Huauquechula), cerca del actual Atlixco, los mexicas construyeron un fuerte a fin de tener fuerzas siempre cerca de sus enemigos tradicionales, los tlaxcaltecas, chololtecas y huejotzincas, y en Malinalco cerca de TolucaAhuízotl mandó construir guarniciones y fortificaciones para vigilar a los matlatzincas, mazahuas y otomies, y para tener tropas cerca del belicoso estado purépecha. Las fronteras también fueron vigiladas y al menos parcialmente fortificadas.

Guerras Floridas

Otro tipo de guerra practicado por los mexicas fueron las llamadas guerras floridas (xochiyáoyotl). Este tipo de guerra se practicó con pequeños ejércitos con previo acuerdo entre las partes involucradas. No estaban encaminadas a conquistar el altépetl enemigo, sino que sirvió a otros fines. Uno era la toma de cautivos para el sacrificio, y esta fue sin duda una parte importante de la mayoría de las guerras mexicas. Fray Diego Durán afirma en sus crónicas que el xochiyáoyotl fue instituido por Tlacaélel durante la gran hambruna de Mesoamérica (1450-1454) bajo el reinado de Moctezuma Ilhuicamina. Estas fuentes afirman que Tlacaelel organizó con los dirigentes de Tlaxcala, Cholula y Huexotzingo, para participar en batallas rituales que proporcionasen a todas las partes suficientes víctimas para apaciguar a los dioses. Ross Hassig, en 1988, planteó que el xochiyaoyotl tenía otros propósitos más políticos que religiosos, entre los cuales estarían:

1.     Demostrar la superioridad militar mexica.

2.     Debilitar gradualmente a otros altépetl.

3.     Someter a enemigos difíciles como los tlaxcaltecas, sin entorpecer otras actividades del imperio.

4.     Convencer a la gente, tanto a los propios mexicas como a otros pueblos, de que era mejor no desobedecer al imperio, cosa que reafirmaba con los sacrificios hechos en el Templo Mayor de Tenochtitlán.

 

Organización del ejército

El ejército mexica estaba organizado en dos grupos. Los plebeyos, los cuales fueron organizados en divisiones llamadas calpulli, las cuales estaban bajo las órdenes de un tiachcahuan y/o de un calpoleque; y los nobles, que fueron organizados en sociedades de guerreros profesionales. Aparte del tlatoani, los dirigentes de los guerreros mexicas fueron el gran general, o tlacochcalcatl, y los generales de tropa o tlacateccatl. El tlacochcalcatl y los tlacateccatl también tenían que nombrar sucesores antes de ir a cualquier batalla a fin de que, si murieran, pudieran ser reemplazados inmediatamente.

Los sacerdotes también tomaron parte en la guerra, llevando las efigies de sus deidades en la batalla junto a los ejércitos. La imagen de abajo muestra al tlacateccatl y al tlacochcalcatl, junto con otros dos oficiales (probablemente sacerdotes) conocidos como huitznahuatl y ticocyahuacatl, todos vestidos con sus trajes de batalla o tlahuiztli.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/obsidiana-primitiva-arma-aztecas_13990

Entrenamiento

Desde el momento del nacimiento, se imbuía en el niño el carácter y su destino como guerrero. Nada más salir del vientre de su madre se ponían un escudo y una flecha en cada una de las manos del recién nacido.

Tras la ceremonia en la que se cortaba el cordón umbilical, ambos objetos eran enterrados por un prestigioso guerrero en un campo de batalla, simbolizando así la presencia de un nuevo guerrero.

En la sociedad azteca, fuertemente jerarquizada, cualquiera podía pasar a formar parte del ejército de guerreros águila, incluso aquellos sectores más bajos, excepto los esclavos.

Por regla general, todos los niños aztecas eran instruidos en el arte de la guerra y el manejo de las armas pero era a partir de los 14 años cuando sólo los más preparados pasaban a la escuela a modo de primigenia orden mexicana de guerreros.

Existían dos tipos de escuelas para jóvenes en la sociedad azteca. Los hijos de la clase media y baja acudían a la telpochcalli.

Allí pasaban por un entrenamiento muy duro consistente en baños de agua helada, comidas frugales y el estudio de cantares y gestas.

Además de aprender a manejar armas, también realizaban otro tipo de trabajos relacionados con la construcción y la agricultura, donde aprendían a soportar el cansancio físico y aumentaban la resistencia del cuerpo.

Los castigos eran muy duros: por ejemplo, si un alumno era sorprendido en estado de embriaguez, se le penalizaba con la muerte.

Los chicos permanecían en la telpochcalli hasta que alcanzaban edad para casarse.

Los hijos de los nobles iban a la calmécac. En estas escuelas, los chicos eran preparados para realizar alguna de las funciones principales en la sociedad azteca: sacerdote, guerrero, juez o cualquier otro tipo de funcionario.

La educación que recibían era muy variada y se enfocaba al futuro al que aspirara el alumno.

Se cree que ingresaban a una edad comprendida entre los 7 y los 15 años y el ritual de ingreso era en herir al niño para que comenzara a acostumbrarse al dolor.

 

Su vida allí era tan austera, dura y sacrificada como la de los jóvenes que acudían a la telpochcalli.

 

Cuando se consideraba que un joven estaba preparado para formar parte del ejército azteca, éste debía capturar a su primer prisionero a modo de rito de paso para demostrar así que ya se había convertido en un guerrero. En el caso de que muriera en el proceso, se consideraba una muerte honorable.

 

Organización Militar Azteca, Guerreros y Clasificación

En el ejército mexica había varias categorías y rangos. La categoría más baja eran los cargadores o tamemes, quienes llevaban armas y suministros. La siguiente categoría la conformaban los jóvenes del telpochcalli encabezados por sus sargentos o telpochyahque; después iban los plebeyos yaoquizqueh, y finalmente los plebeyos que habían tomado cautivos en guerras anteriores, los llamados tlamanih. Y por sobre estas categorías, iban los nobles de las "sociedades guerreras". Estos se agrupaban según el número de cautivos que habían tomado en anteriores batallas; el número de cautivos determinaba los diferentes trajes de los guerreros, llamados tlahuiztli, que se les permitía usar. Estos tlahuiztli eran cada vez más espectaculares conforme se ascendía de categoría, permitiendo a los mejores guerreros, los que habían tomado muchos cautivos, que los usaran en el campo de batalla.

Esta página del Códice Mendoza muestra el cambio gradual de tlahuiztli y armamento de un guerrero al progresar a través de diferentes rangos desde plebeyo, a tameme, a guerrero, a captor de prisioneros (cuextecatl o papalotl), y después a noble, progresando en las sociedades guerreras desde guerrero noble a "guerrero águila", a "guerrero jaguar", a otomitl, a "guerrero rapado" y finalmente a tlacateccatl.

Sociedades guerreras

Los guerreros sobresalientes en la batalla podían ser ascendidos a nobles y podían introducirse en algunas de las sociedades guerreras (al menos entre los guerreros águila y los guerreros jaguar). Los hijos de nobles capacitados en el calmécac, sin embargo, tenían que entrar en una de las sociedades progresando a través de los diferentes rangos, como cualquier otro soldado. Los guerreros podrían pasar de una sociedad a otra cuando tuvieran suficiente mérito; exactamente cómo sucedía esto es incierto. Cada sociedad tenía diferentes modos de vestir y diferente armamento, así como diferentes estilos de pintura corporal y facial, y adornos en el uniforme.


  • Tlamani: Al obtener un guerrero cautivo. Se recibía un garrote y un escudo con bordes de obsidiana, dos capas distintivas y un taparrabos rojo brillante.
  • Cuextecatl: Al obtener dos guerreros cautivos. Este rango permitía al guerrero llevar el distintivo traje negro y rojo llamado tlahuiztli, sandalias y un sombrero cónico.
  • Papalotl: Tres guerreros cautivos. Los Papalotl (mariposa) eran galardonados con una imagen de mariposas para llevar en la espalda, otorgándoles un honor especial.
  • Cuauhocelotl: Cuatro o más guerreros cautivos. Estos guerreros aztecas alcanzaban el mayor rango de caballeros de Águila y de Jaguar

Guerreros águila y guerreros jaguar

La mayor sociedad guerrera fue la de los guerreros águila (cuauhpipiltin, en singular cuauhpilli) y la de los guerreros jaguar (ocelopipiltin, en singular ocelopilli). Ambos vestían como el animal del que tomaban su nombre, algunos vistiendo pieles de grandes felinos y otros adornados con plumas de águila. Muchos de estos guerreros fueron representados en estatuas y en códices. La poesía mexica también usa con frecuencia la expresión in cuauhtli, in ocelotl (‘las águilas, los jaguares’) para referirse a los nobles en la guerra. El cuartel de los guerreros águila y los guerreros jaguar fue el quauhcalli, la ‘casa de las águilas’, situado en el recinto ceremonial en Tenochtitlán. Era el grupo de élite de las fuerzas armadas; algunos códices recogen la leyenda de que entraban en un profundo estado de meditación y podían permanecer en un sitio de cuclillas y sin moverse, sin comer ni beber durante al menos dos semanas, simplemente esperando el momento oportuno para atacar y matar de un golpe (como era usual) a su enemigo. Se estima que los guerreros águila y los guerreros jaguar causaron aproximadamente el 80% de las bajas españolas, antes, durante y después de la conquista.

Guerreros otomíes

Los otomíes (otomih u otontin) fueron otra sociedad guerrera la cual tomo su nombre de la gente otomí, la cual se resistió enérgicamente a la conquista. En fuentes históricas es frecuente confundir si la palabra otomitl (otomí) se refiere a los miembros de la sociedad guerrera mexica, o a los miembros del grupo étnico que muchas veces se unió a los ejércitos mexica como mercenarios o aliados. Uno de los más celebrados miembros de esta sociedad guerrera fue Tzilacatzin.

Quachic o guerreros rapados

Los guerreros rapados (cuachicqueh) era la más prestigiosa sociedad guerrera mexica. Se caracterizaban por afeitar sus cabezas, excepto por una larga trenza sobre la oreja izquierda. Pintaban sus rostros y calvas con dos colores, una mitad azul y la otra mitad de color rojo o amarillo. Servían como tropas de choque imperiales, participando en tareas especiales, así como prestando asistencia en el campo de batalla cuando era necesario. Se requería haber capturado más de 6 cautivos y haber logrado docenas de otras hazañas para alcanzar este rango. Al parecer, estos guerreros rechazaban capitanías en el ejército para seguir siendo combatientes activos en el campo de batalla. Eran reconocibles por su tlahuitzli amarillo. Al alcanzar el guerrero este rango, este juraba no dar un paso atrás durante una batalla; esto bajo la advertencia de que en caso de faltar a este juramento habría de experimentar el dolor de la muerte a manos de sus compañeros.

 

Inteligencia

Debido a que el imperio mexica se mantenía a través de la guerra y la amenaza de guerra hacia otras ciudades, la recopilación de información acerca de esas ciudades era algo crucial en el proceso de preparación tanto para una sola batalla como para una campaña prolongada. También de gran importancia fue la comunicación de mensajes entre los jefes militares y los guerreros en el frente, para que las iniciativas políticas y los lazos de colaboración podrían establecerse y mantenerse. Así pues, la inteligencia y la comunicación fueron componentes vitales en la guerra mexica. Los cuatro tipos de agentes involucrados principalmente en estas tareas fueron los mercaderes, los embajadores oficiales, los mensajeros y los espías.

Comerciantes

Los comerciantes, en particular los llamados pochtecah, fueron tal vez la fuente más valiosa de información para la inteligencia del imperio mexica. Mientras viajaban por todo el imperio y más allá de este durante los intercambios comerciales con grupos fuera del control de los mexicas, el tlatoani solicitaba que al regreso los pochtecah volviesen con información general y específica sobre aquellos lares; como parte de dicha información se incluían datos acerca del clima político percibido en aquellas regiones donde se comerciaba, lo que permitía que el tlatoani evaluará las acciones necesarias tanto para prevenir invasiones como para mantener las hostilidades con grupos rebeldes o en posibilidad de rebelarse. Dado que el imperio de los mexicas fue expandiéndose, el papel de los comerciante adquirió mayor importancia; esto debido a que se hizo cada vez más difícil obtener información sobre sitios distantes en una manera oportuna, especialmente aquellos que se encontraban fuera del imperio; para contrarrestar esto, la comunicación y la alerta recibida de parte los comerciantes fue invaluable. A menudo, eran los comerciantes la clave para el éxito de la respuesta del ejército mexica ante las hostilidades externas. Si un comerciante era asesinado mientras realizaba sus actividades comerciales, esto podía constituir motivo para iniciar las hostilidades; la represalia rápida y violenta de los mexicas ante dicho evento constituye un testimonio de la inmensa importancia que los comerciantes tenían para el imperio mexica.

Los comerciantes fueron muy respetados en la sociedad mexica. Cuando los comerciantes viajaban hacia el sur, transportaban su mercancía por medio de canoas o por medio de esclavos, mismos que llevarían la mayoría de la mercancía a sus espaldas. Si la caravana tenía la probabilidad de pasar a través de un territorio peligroso, guerreros mexicas acompañaban a los viajeros para proporcionar una protección muy necesaria ante el ataque de animales salvajes y pueblos rivales. A cambio, los comerciantes proporcionaban un servicio a los militares del imperio espiando a buena parte de los enemigos del imperio mientras comerciaban en las ciudades enemigas. Así los comerciantes fueron capaces de ganarse la protección del Estado al tiempo que contribuían al progreso del imperio.

Embajadores

Una vez que los mexicas habían decidido conquistar un determinado altepetl, enviaban un embajador desde Tenochtitlan para ofrecer a la ciudad-estado en cuestión el convertirse en un protectorado mexica. Para ello, los embajadores explicaban los beneficios que las ciudades obtendrían gracias al comercio con el imperio. Los mexicas, a cambio, pedían oro o piedras preciosas para el tlatoani. Una vez expuestas las condiciones se daba al gobierno local 20 días para presentar su respuesta. Si era negativa, se enviaban nuevamente embajadores a persuadir a los gobernantes locales; sin embargo, estos nuevos embajadores iban con intenciones más amenazadoras que sus predecesores, ya que en lugar de hablar de los beneficios del comercio, estos hombres podrían señalar la destrucción que las fuerzas del imperio podrían causar a la ciudad si esta declinaba la oferta. Nuevamente se concedían 20 días para presentar una respuesta. Si la respuesta era nuevamente negativa, el ejército mexica era enviado inmediatamente. No se daban más advertencias. Las ciudades eran destruidas y sus habitantes eran tomados prisioneros.

Mensajeros

Los mexicas utilizaban un sistema de mensajería en el cual hombres apostados aproximadamente cada 4.2 kilómetros (2.6 millas) a lo largo de los principales caminos del imperio se encargaban de retransmitir los mensajes hasta su destino, ya fueran hasta los ejércitos en el frente o hasta ciudades distantes y en las fronteras. Por ejemplo, los corredores podían ser enviados por el tlatoani para informar a los altepetl aliados sobre la movilización de tropas para sofocar alguna rebelión en las provincias. Los mensajeros también avisaban a las ciudades tributarias sobre del peso del ejército imperial con el propósito de que se supliesen sus necesidades de alimentos; así mismo también llevaban mensajes entre los ejércitos enemigos, y entregaban a Tenochtitlan noticias sobre el resultado de las guerras. Los mensajeros también fueron empleados en otras regiones de Mesoamérica, pero fueron los aztecas quienes aparentemente desarrollaron con mayor eficiencia este sistema, al punto de alcanzar este un impresionante alcance comunicativo.

Espías

Antes de una movilización militar, los espías formales (llamados quimichtin) eran enviados al territorio enemigo para reunir información que pudiera proveer ventaja al ejército mexica. Concretamente, se les pedía que obtuviesen información acerca de los territorios a cruzar, las fortificaciones enemigas, así como detalles sobre el ejército enemigo y sus recursos. Estos espías también realizaban investigaciones buscando a los disidentes locales, a quienes pagaban para obtener información. Los quimichtin viajaban solo por la noche, e incluso hablaban la lengua y vestían al estilo del enemigo. Debido a la naturaleza extremadamente peligrosa de este trabajo (ya que se arriesgaban a sufrir una muerte tortuosa y la esclavización de su familia en caso de ser descubiertos), estos espías eran ampliamente recompensados por su trabajo.

Los mexicas también recurrían a los servicios de un grupo particular de espías-comerciantes, conocidos como los naualoztomecah. Los naualoztomecah solían viajar disfrazados, y en su viaje buscaban información acerca de los bienes de las regiones que recorrían. Los naualoztomecah también recolectaban información en los mercados, la cual reportaban a los pochtecah de más alta jerarquía

Armas y equipo

Armas arrojadizas

Átlatl (Lit. Brazo extendido): También llamada lanzadardos o estólica por los españoles, esta arma representaba al dios mexica Opochtli. Era un arma ampliamente utilizada por los pueblos precolombinos mesoamericanos, así como por sus equivalentes andinos. Se utilizaba para lanzar unos proyectiles denominados tlacochtli, los cuales tenían más alcance y poder de penetración que las flechas disparadas con arco.5​ Murales en Teotihuacan muestran guerreros usando esta arma característica de las culturas del México central.

Tlacochtli: Eran los proyectiles lanzados con el átlatl, se trataba de pequeñas lanzas de aproximadamente 1.8 metros de largo con puntas de obsidiana, bronce, o huesos de pescado.

TlahhuītōlliArco de guerra, construido con madera del árbol de tepozán, por lo menos 1.52 metros de largo, el cual iba acordonado con tendón de animal. Los arqueros en el ejército mexica eran denominados tequihua

MītlFlecha

Tetotocamītl: Flecha de cacería.

Tencualacmītl: Flecha envenenada

Yaomītl: Flechas de guerra con puntas de obsidiana, pedernal, chert, o hueso. Típicamente tenían remeras hechas con plumas de pavo o pato

MīcomītlCarcaj mexica, usualmente hecha de piel de animal, podía cargar veinte flechas.

TēmātlatlHonda hecha con fibras de maguey, los mexicas usaban piedras ovaladas o bolas de barro (rellenas con piedras pequeñas o restos de obsidiana) como munición para esta arma. Bernal Díaz del Castillo, señaló que la lluvia de piedras lanzadas por los honderos mexicas, era tan furiosa que los soldados españoles, incluso aquellos que estaban bien blindados, resultaban heridos.

TlacalhuazcuahuitlCerbatana compuesta de una pieza de madera hueca, que usaba dardos de madera puntiagudos con remeras de algodón al final. Los dardos para esta arma usualmente estaban remojados en el veneno neurotóxico proveniente de algunos tipos de ranas arborícolas encontradas en las regiones del sur de México. Esta arma era más común como instrumento de caza que como un instrumento de guerra.

Tlatzontectli: Dardo.

Armas de mano

            Sus armas eran unas navajas agudas de pedernales puestas de una parte y de otra de un bastón, y era esta arma tan furiosa, que afirman, que de un golpe echaban con ella la cabeza de un caballo abajo, cortando toda la cerviz.

—Padre Acosta. "Historia natural y moral de las Indias", libro sexto, capítulo 26

Este dibujo del siglo XVI, tomado del Códice Florentino, muestra guerreros mexicas con macuahuitl.

  • Mācuahuitl: (Lit. Madera con hambre) Consistía en una maza de madera (parecida a un bate de críquet en su forma) con navajas de obsidiana afiladas, incrustadas en los bordes, las cuales se desgastaban o quebraban con el uso, por lo que requerían de mantenimiento constante para remplazar los bordes. Esta fue el arma básica de los grupos de élite del ejército, fue conocida en español con el nombre de origen taíno "macana". Según los relatos escritos por conquistadores, un golpe de esta arma podía decapitar a un caballo.
  • Huitzauhqui: Esta arma representaba al dios mexica Huitzilopochtli.(cita requerida) Clava de madera, parecida a un bate de béisbol en su forma, con elementos cortantes de sílex o obsidiana a los lados. Similar al macuahuitl pero más grande.
  • Mācuāhuitzōctli: Mazo especial, de aproximadamente 50 cm de largo, con filos de obsidiana por los cuatro lados.
  • Tecpatl: Esta arma representaba al dios mexica Xiuhtecuhtli. Era una daga con hoja de doble filo, hecha de obsidiana o pedernal, de entre 17 y 22 centímetros de largo, con un elaborado mango hecho de madera o piedra.

 ARMAS MEXICAS

Quauhololli

Macuahuitl  

TEPOZTOPILLI

TEPOZTLI

armas de obsidiana

Cerbatana o Tlacalhuazcuahuitl                                             


                                      Arma curva mixteca Tepoztli curvo

Representación de un Cuahuitl, Códice Telleriano-Remensis

Armaduras y protección

  • ChīmalliEscudos hechos con diversos materiales; por ejemplo, madera, con la que se fabricaban los llamados cuauhchimalli o caña de maíz, con la que se confeccionaban los otlachimalli. también había escudos hechos con oro, o decorados con trabajos en plumas, llamados māhuizzoh chimalli.
  • Ichcahuīpīlli: Armadura de algodón acolchado remojada en salmuera (la cual dejaba sal cristalizada dentro del algodón), de uno o dos dedos de espesor. Este material era resistente a golpes con macuahuitl y a tiros con átlatl.
  • Ēhuatl (piel): túnica que los nobles usaban sobre su ichcahuipilli o tlahuiztli, la cual era conocida en español como tilma.
  • Tlahuiztli: Trajes decorados de los guerreros prestigiosos y los miembros de las sociedades guerreras. Estos trajes servían para identificar a los guerreros de acuerdo a sus logros durante batalla, o también a su rango, alianza, o estado social como sacerdote o noble. Usualmente hechos para funcionar como una sola prenda con una apertura por detrás, el tlahuiztli protegía todo el torso y la mayor parte de las extremidades del guerrero. El tlahuiztli estaba hecho con elementos de cuero, piel de animal o algodón.
  • Pāmitl: Enseñas que los comandantes y guerreros destacados portaban en sus espaldas (de forma similar a las Uma-jirushi japonesas). Estaban diseñadas para ser vistas a distancia.
  • Cuatepoztli: Yelmo esculpido de madera dura, generalmente caoba, formado para representar varios animales como monos aulladoresjaguarespumascoyotesaves, o a ciertos dioses mexicas. Estos cascos protegían la mayor parte de la cabeza de un guerrero hasta la mandíbula, el diseño permitía al guerrero ver por la boca del animal, y estaban adornados de acuerdo al tlahuiztli del guerrero.

Armaduras y protección mexicas

Guerreros mixtecas portando ichcahuipillis rojos, tepoztli curvo, chimallitepoztopilli y macuahuitl.

Campañas y batallas

Una vez que el tlatoani tomaba la decisión de ir a la guerra se daba la noticia en las plazas pidiendo la movilización del ejército con varios días o semanas de anticipación. Cuando las tropas estaban preparadas y cualquier altépetl aliado había sido advertido y había dado su consentimiento para participar en la campaña, la marcha comenzaba. Generalmente los primeros en marchar eran los sacerdotes llevando las efigies de los dioses, al día siguiente la nobleza marchaba encabezada por el tlacochcalcatl y el tlacateccatl. Y en el tercer día el grueso del ejército mexica marchaba, seguido por los guerreros de otras ciudades de la alianza (Tlacopan y Texcoco), y finalmente, las fuerzas aliadas de otras ciudades, en algunas de estas ciudades, se unían otros guerreros durante la marcha, mientras el ejército pasaba por sus ciudades. Gracias al eficiente sistema de caminos a lo largo del México central, el ejército mexica podía avanzar entre 19 y 32 kilómetros por día. El tamaño de los ejércitos mexica variaba considerablemente de pequeńos contingentes de entre unos cientos y unos pocos miles de guerreros, a grandes ejércitos con cientos de miles de guerreros. En la guerra contra Coixtlahuacan, el ejército mexica consistía de casi 200.000 guerreros y 100.000 tamemes. Otras fuentes mencionan ejércitos de hasta 700.000 hombres

En el ejército azteca, tlacateccatl (pronunciado [tɬa'katekkatɬ]) era un título más o menos equivalente al de general. El tlacateccatl estaba a cargo de el tlacatecco, un cuartel militar en el centro de la capital azteca, Tenochtitlan. En tiempo de guerra era el segundo al mando de el tlatoani ("rey") y el tlacochcalcatl ("alto general"). El tlacateccatl siempre fue un miembro del orden militar de los Cuachicqueh, "los guerreros esquilados".

Tlacochcalcatl (pronunciación náhuatl: [t͡ɬakotʃkaɬkat͡ɬ] "El hombre de la casa de los dardos") era un título o rango militar azteca; más o menos equivalente al moderno título de general. En las guerras mexicas, el tlacochcalcatl era el segundo al mando solo después del tlatoani y solía liderar el ejército en la batalla cuando el gobernante se encontraba ocupado en otros asuntos. Junto con el tlacateccatl (otro alto oficial), estaba a cargo del ejército mexica y tomaba las principales decisiones en asuntos militares, teniendo a su cargo la planificación de las campañas una vez que el tlatoani había decidido llevar a cabo una guerra contra otro altepetl.

El tlacochcalcatl también estaba a cargo de los Tlacochcalco ("en la casa de los dardos"), que era el nombre conjunto de las cuatro armerías situadas en las cuatro entradas del recinto ceremonial de Tenochtitlán. Estos eran los arsenales principales del ejército y eran re-abastecidos con armas nuevas cada año durante el festival de Quecholli; según una cuenta realizada por el conquistador español Andrés de Tapia, se estima que el número de armas que se encontraban en cada una de las cuatro armerías equivaldría a 500 carretadas.

El tlacochcalcatl era siempre un miembro de la orden militar de los Cuachicqueh o Guerreros rapados. Así mismo, ocupar el puesto de tlacochcalcatl era a menudo el último paso para convertirse en el próximo tlatoani.

https://es.wikipedia.org/wiki/Tlacochcalcatl

Combate

La lucha normalmente empezaba al amanecer. Se utilizaban señales de humo para avisar sobre el inicio de una batalla y para coordinar ataques entre diferentes divisiones del ejército. La señal para atacar era dada por instrumentos musicales como tambores ("Teponaztli") y conchas de caracoles (tlapitzalli). Generalmente la batalla comenzaba con flechas y lanzas. El grueso del ejército estaba compuesto por plebeyos armados con arcos y hondas.

Trompetero de concha de caracol o quiquizoani

Página del Códice Tovar que escenifica la quema de un templo en una ciudad anexada. Huitzauhqui

En ese momento, los guerreros se lanzaban al ataque, y durante esta fase, antes de la lucha cuerpo a cuerpo, se utilizaba el átlatl. Esta arma lanza jabalinas era preferida para tiros cortos que las hondas y arcos, por ser mucho más letal. Los primeros guerreros en entrar en combate eran los más distinguidos guerreros de las sociedades cuachicque (‘rapados’) y otontin (otomí); luego seguían los guerreros águila y los guerreros jaguar; y finalmente los plebeyos y jóvenes primerizos. Hasta bien entrado el combate, los rangos se mantenían y los mexicas intentaban acorralar o flanquear al enemigo, pero una vez que el combate comenzaban a intensificarse, las filas se rompían, y cada guerrero libraba su propia contienda mano a mano. Los jóvenes que participaban por primera vez en batalla, normalmente no se les permitía luchar antes de que la victoria mexica estuviera asegurada, tras lo cual se trataría de capturar presos durante la huida del enemigo. Se dice que, durante las guerras floridas, los guerreros mexicas solo capturaban a sus enemigos en lugar de matarlos, a veces cortando un tendón o incapacitando de otra manera a sus enemigos. Esto ha sido utilizado como argumento para explicar la derrota de los mexicas ante los españoles, aunque hoy día se ha descartado dicha posibilidad. Por algunos, pero para la mayoría, apoyándose en fuentes documentales de primera categoría y validez, como Díaz del Castillo o López de Gómara, saben que la captura de prisioneros era prioritaria, de hecho el mismo Hernán Cortés salvó en más de una ocasión la vida gracias a esta costumbre bélica mexica. Otras maniobras tácticas de los mexicas, consistían en fingir retiradas y luego tender emboscadas: pequeños grupos de soldados mexicas atacaban primero y se retiraban con lo que atraían y hacían caer al enemigo en una trampa, llevándolos a lugares donde había más guerreros ocultos.


Esta página del Códice Tovar ilustra una escena de sacrificio gladiatorio realizada durante el festival del Tlacaxipehualiztli (Festejo de desollamiento de hombres).

 

Combate gladiatorio

Los prisioneros para combate gladiatorio eran atados en el temalácatl y tenían que pelear contra una sucesión de campeones, si sobrevivían eran liberados, si eran vencidos eran ejecutados. Divinidad en un temalácatl en combate gladiatorio según el Códice Zouche-Nuttall.

Algunos cautivos eran sacrificados a Tezcatlipoca en combates gladiatorios rituales (como fue el caso del famoso guerrero Tlahuicole). La víctima era atada en el lugar del combate a una gran piedra circular (temalcátl)​ y se le daba un arma simbólica.​ En este rito se suponía que el sacrificado debía morir luchando contra un máximo de cuatro o siete guerreros jaguar o águila completamente armados, y cuando cayese sería puntualmente destripado por un sacerdote, pero si el cautivo sobrevivía se le concedía la libertad.

Víctima de combate gladiatorio según el Códice Magliabechiano. Nótese que este individuo está atado a una gran piedra y su macuahuitl usa plumas en lugar de filos de obsidiana.

Ritual de nacimiento

La actividad guerrera era esencial para la vida y la cultura del imperio mexica. Al nacer un niño entre los mexicas, este recibiría dos símbolos de su futura filiación como guerrero; dichos símbolos incluían un escudo que se colocaba en su mano izquierda, y una flecha se colocaba en la mano derecha. Después de una breve ceremonia en la que cordón umbilical del recién nacido era cortado; el escudo y la flecha serían llevados a un campo de batalla para ser enterrados por un guerrero de prestigio. Estos elementos serían símbolo del surgimiento de un guerrero. Cada escudo y la flecha eran confeccionados especialmente para cada niño; con ello, el niño sería similar a sus familiares y a los dioses. Estos rituales de nacimiento son una muestra de la importancia de la actividad guerrera en la cultura mexica.

Muerte y entierro

La muerte era una parte esencial de la cosmovisión mexica, lo que se refleja en la gran importancia que tenían eventos como el sacrificio y el entierro. Los guerreros constituyeron un elemento aparte dentro de este complejo ideológico y cultural. Cuando un guerrero moría, ya fuera en batalla o sacrificado, siempre se hallaba implícita la realización de una ceremonia. Los guerreros capturados eran sacrificados al dios del sol, y en algunos casos, el guerrero realizaría el sacrificio. Si un guerrero moría en combate, su cadáver sería quemado allí donde cayó, en el campo de batalla, en lugar de en su altépetl, esto por propia preferencia de los guerreros; así mismo, una flecha del guerrero caído en el campo de batalla sería llevada de vuelta, sería adornada con las insignias del dios del sol y luego quemada. Los mexicas creían que tanto los guerreros caídos en combate, como las mujeres fallecidas durante el parto arribaban al mismo lugar en el otro mundo, esto debido a que los mexicas consideraban que el parto mismo eran una batalla, por ende morir en dicho acto eran equiparable a morir en la guerra. El duelo por los guerreros caídos era un proceso largo y sagrado. Los dolientes se abstenían de bañarse y asearse durante ochenta días. Estas acciones se realizaban con el propósito de esperar a que el alma del guerrero caído alcanzase el paraíso del dios del sol. Las mujeres desempeñaban un papel único en el luto de sus maridos muertos. Estas mujeres llegaban incluso a llevar los registros de sus maridos muertos con ellas a donde quiera que fueran. Durante el luto, las viudas se soltaban el pelo y la danzaban en pena al compás del sonido de los tambores. Los hijos también lloraban por sus padres muertos; durante el luto llevaban consigo una pequeña caja que contenía las joyas y tapones para los oídos de su padre. Si un guerrero águila moría, su funeral sería en el santuario de los guerreros águila; allí serían cremados y colocados en el salón principal. En conjunto con sus cenizas, serían enterradas joyas, jaguares de arcilla, y artefactos de oro.

El juego de pelota


Los sacrificios para Huitzilopochtli contemplaban combates a muerte entre esclavos y el conocido juego de la pelota. Este juego no solamente se practicaba con un significado religioso sino que también se jugaba entre niños o simplemente para divertirse.

En su aspecto religioso, el juego de pelota simbolizaba la lucha de Huitzilopochtli con su hermana la luna para dar lugar al amanecer. Por eso, las canchas de juego se encuentran por debajo del nivel del suelo, simbolizando el Inframundo, el lugar donde viven los dioses.

Los jugadores solamente tenían permitido tocar la pelota con las rodillas, caderas y codos del lado derecho del cuerpo aunque según el momento histórico y la zona, estos detalles podían modificarse.

Se protegían con rodilleras y una especie de cinturones de mimbre.

Los jugadores eran entre dos y cuatro por equipo y el juego en sí era bastante violento, comenzando porque la pelota pesaba casi cuatro kilos y podía ocasionar contusiones a los jugadores si eran golpeados con ella.

La forma de perder puntos era dejar caer la pelota más de dos veces, sacarla fuera de los límites del campo o fallar a la hora de tratar de meterla por el aro de piedra introducido por los mayas y adoptado después por los aztecas.

Se cree que el juego de pelota pudo ser una alternativa a la guerra y que se usaba para resolver conflictos. Esto explicaría por qué los aztecas, dominantes, estables y sin enemigos fuertes, apenas contaban con campos de juego.

En muchos motivos decorativos relativos al juego de pelota aparecen símbolos relacionados con la guerra e incluso se representa a prisioneros.

Los perdedores eran los sacrificados; sus cráneos eran exhibidos al lado del campo y su sangre se ofrendaba a los dioses. Hay quien dice que las cabezas se usaban a modo de pelota pero no hay nada que lo confirme.

El juego de pelota despertaba tantas pasiones que había quien apostaba a sus propios hijos e incluso a sí mismos, convirtiéndose en esclavos si perdían la apuesta.

BIBLIOGRAFÍA

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Hassig Ross. "Aztec Warfare: Imperial Expansion and Political Control", University of Oklahoma Press, 1995

 

https://guerrerosdelahistoria.com/guerrero-aguila-azteca/

https://guerrerosdelahistoria.com/guerrero-jaguar-azteca/

https://cultura-azteca.com/guerreros/

https://es.wikipedia.org/wiki/Militarismo_mexica

https://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Verificabilidad

 





 


 



 







 



































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