martes, 14 de julio de 2020

GUERREROS  DE EUROPA

 

 LOS  CELTÍBEROS

 La  pesadilla  de  Roma  en  Hispania

 

Los celtíberos eran una tribu de la Península Ibérica que habitaba el territorio al oeste de la Cordillera Ibérica, que servía de frontera natural con los íberos también en el valle del medio Ebro y se conocía con el nombre de Celtiberia.

Sin embargo, el término «celtíbero» también se usa para denominar en conjunto a las tribus celtibéricas y es el que se emplea en este artículo ya que está más extendido. En cualquier caso, conviene no olvidar la diferencia entre los dos términos.

Los distintos pueblos celtíberos ocasionaron más de un quebradero de cabeza a Roma, desde donde se enviaron excelentes generales para mantenerlos bajo control y así someter Hispania. Durante años, las tribus de la Península Ibérica fueron un auténtico dolor de cabeza para Roma.

La ferocidad de estos guerreros, su ausencia de miedo a la muerte y sus astutas estrategias demostraron que no iban a ponérselo nada fácil.

Los celtíberos, celtas en la Península Ibérica

https://hispaniaplusultra.wordpress.com/2019/04/25/los-celtiberos-el-pueblo-que-renacia-de-sus-cenizas/

Guerreros celtíberos, izquierda a derecha arévaco, oretano, lusitano, vacceo y carpetano.

https://arrecaballo.es/edad-antigua/el-caballo-en-la-peninsula-iberica/los-celtiberos/

 

Es complicado establecer cuáles fueron exactamente las tribus celtas de la Península Ibérica ya que durante los siglos de su existencia, entre el siglo III a.C y el siglo I d.C., algunas de ellas desaparecieron y otras se expandieron precisamente ocupando el territorio de las más débiles. Etnias y estados fueron variando hasta que se produjo la conquista romana.

En el Sistema Ibérico, especialmente en Zaragoza y Teruel, hay varios yacimientos y ciudades celtíberas así como en Castilla y León.

Al mismo tiempo, cada tribu se dividía en clanes de los que apenas conocemos sus nombres gracias a la epigrafía en lengua celtibérica que también nos ha proporcionado información sobre el mundo celtibérico.

Generalizando, los pueblos celtíberos con influencia celta en la Península Ibérica son:

·         Galaicos

·         Cántabros

·         Astures

·         Belos

·         Titos

·         Pelendones

·         Arévacos

·         Vacceos

·         Celtíberos

·         Vettones

·         Carpetanos

·         Lusitanos

Aun así, existen muchos debates en torno a la celticidad o no de estos pueblos, siendo un tema en constante discusión del que aún no se ha llegado a un acuerdo.

Tampoco hay acuerdos en cuanto al origen de estas tribus con características que las diferencian de los celtas insulares y continentales pero que, a su vez, también se diferencian unas de otras, muchas veces dependiendo de las influencias que hubieran recibido por parte de otros pueblos.

Las primeras teorías hablaban de  sucesivas invasiones  procedentes de la Cultura de los Campos de Urnas, después se habló una evolución por el contacto con otras culturas y no hace demasiado, se habló de que el origen de los celtas europeos estaba precisamente en la Península Ibérica, al sur de la Meseta Oriental.

Los romanos llegan a la Península Ibérica a finales del siglo III a.C., en el año 218 a.C., con motivo de la Segunda Guerra Púnica.

Escipión desembarcó en la actual Ampurias (Girona) y en su lucha contra los púnicos, Roma comienza a conquistar ciudades de la costa mediterránea, teniendo los primeros contactos con los íberos.

Más tarde, para cortar los suministros que Aníbal recibía desde Hispania, los romanos penetran en la meseta siguiendo el Ebro y siete años más tarde, el ejército romano  ya cuenta con auxiliares celtíberos entre sus tropas .

Sin embargo, al hacerles Aníbal una oferta mejor, los mercenarios celtíberos abandonaron a los romanos. Veinte años más tarde, Roma se encontraría con estos mercenarios celtíberos en sus enfrentamientos contra los turdetanos del sur peninsular.

La conquista de Celtiberia comenzó en el año 181 a.C. por parte de Tiberio Sempronio Graco, quien sometió pueblos y aldeas en la meseta pero también pactó con algunas tribus aprovechando su rivalidad contra los vascones, prometiéndoles ayuda.

 

Roma comienza a reagrupar a algunos de estos pueblos ibéricos en asentamientos propios con la excusa de formarles en la cultura latina. Estos nuevos asentamientos pagaban tributo y, algunos, obtenían permiso para acuñar su propia moneda.

Además,  adquirían con el tiempo la ciudadanía romana  modificándose así la sociedad celtibérica.

Los que se negaban a ser sometidos, eran vendidos como esclavos. Con el tiempo, hubo protestas por los elevados tributos y Roma tuvo que intervenir para regular el sistema impositivo.

En el año 154 a.C. y a raíz de estos impuestos, los habitantes de Segeda, en la provincia actual de Zaragoza, deciden amurallar su ciudad a pesar de que lo tenían prohibido.

El cónsul Nobilior se presentó allí con 30.000 soldados y los segetanos huyeron, buscando refugio en Numancia, la capital de los arévacos. Nobilior hubo de pasar el invierno frente a las murallas de Numancia tras sufrir varias derrotas.

Varios cónsules fueron enviados desde Roma sin obtener ningún resultado hasta que Cayo Hostilio Mancino capituló ante Numancia al oír rumores de que cántabros y vacceos se disponían a ayudar a los numantinos.

Mancino fue llamado a Roma, que no aceptó las condiciones que éste había pactado con Numancia, y fue obligado a entregarse a la ciudad.

Tras un día entero en las puertas, los numantinos lo rechazaron. Finalmente, en 134 a.C., Escipión Emiliano llegaba a la Península Ibérica.

Tras imponer un duro asedio a Numancia, la ciudad se rindió presa del hambre y sus habitantes, los que no se habían suicidado, fueron convertidos en esclavos.

De forma paralela a estos sucesos, en el año 155 a.C. y en Lusitania, el caudillo Púnico y, tras su muerte, Caisaros, habían logrado varias victorias frente a Roma. En el año 147 a.C. surge la figura de Viriato como nuevo caudillo de los lusitanos.

Durante ocho años obtuvo victorias sobre los romanos hasta que fue traicionado y asesinado por dos de sus capitanes. Tautalos, su sucesor, se rindió a Roma poco después.

Más adelante, en el siglo I a.C., Hispania fue escenario de las guerras civiles de Roma cuando Quinto Sertorio buscó refugio en esta provincia tras rebelarse contra Sila.

Sertorio fue vencido por Pompeyo y es este momento, es cuando Julio César llega a la Península Ibérica para eliminar los apoyos que tenía éste último entre los pueblos ibéricos.

Por último y ya bajo el mandato de Augusto, estallaron las guerras astur-cántabras en el norte de Hispania. Tras el final del conflicto, Roma obtuvo pleno dominio sobre la Península Ibérica cuyos habitantes se fueron romanizando progresivamente olvidando su cultura celtibérica.


Representación de una urbe celtíbera rodeada de muralla con torreones, a veces tenían foso

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Las armas de los celtíberos


Es complicado describir con exactitud la panoplia de los guerreros celtíberos ya que además de existir una evolución cronológica en el equipo y las armas domésticas y artesanales, también hay distinciones según las tribus y zonas.

Por eso, esta descripción es básica para poder crear una idea general del tipo de equipamiento que llevaba un guerrero celtíbero:


Casco: existían varios modelos entre los que destacan el tipo Montefortino y el hispano-calcídico. Los cascos servían para expresar el poder de quien lo llevaba, especialmente los que iban decorados con penachos de plumas. Estos cascos podían llevar carrilleras, cubrenucas y se remataban con una pieza en forma de cono o de esfera. Es posible que el interior estuviera forrado con fibras vegetales o telas para acomodar la cabeza y protegerla de los golpes aunque al ser materiales perecederos no se han podido encontrar restos que lo certifiquen. Para los celtíberos, la cabeza era el depósito del alma por lo que su protección tenía doble sentido, y es éste el motivo también por el que tenían la costumbre de cortar la cabeza del enemigo. Si éste era especialmente ilustre, conservaban la cabeza en aceite de cedro y la exhibían a modo de trofeo, tal como se ve en algunas fíbulas donde aparecen jinetes con cabezas cortadas colgando de su caballo.

Escudo: la caetra es el escudo circular de los celtíberos y se fabricaba en cuero o en madera forrada con piel. Tenían la medida exacta para proteger el torso de un hombre, entre 50 y 70 centímetros, y podían llegar a pesar hasta 8 kilos. Podían estar decorados con remaches de bronce que quizá servían para identificar a los distintos clanes y tribus. Los lusitanos tenían escudos de dos pies de diámetro y cóncavos y, los cántabros, escudos hexagonales y escudos circulares cóncavos además de la caetra.

Coraza: los lusitanos llevaban corazas de lino aunque los más pudientes llevaban coraza de malla. Destacan los discos-coraza, dos discos (uno al pecho y otro a la espalda) unidos por cadenas de bronce o hierro o también por tiras de cuero. El hecho de que no parecieran proteger mucho y de que tengan mucha decoración simbólica hace cree que fuera un elemento de prestigio más que de protección.

Grebas: se usaban para proteger las espinillas y podían ser de lana, pieles o cuero. En el famoso Vaso de los Guerreros de Numancia se ve a los guerreros llevando grebas.

Espadas: la espada más característica de los celtíberos es la espada de antenas, no la falcata, como se suele creer y que es típica de los íberos. La espada de antenas tenía doble filo y era tan eficaz y resistente que los romanos la adoptaron para crear su gladius hispaniensis. Esta calidad del hierro procedía del uso de agua y del fuego en su fabricación. Aunque existen varios tipos de espadas de antenas, todas se caracterizan por el doble filo y la punta triangular. Su nombre viene de la forma de su empuñadura, que parecen dos antenas acabadas en dos formas esféricas. La espada se consideraba el arma más importante del guerrero celtíbero al igual que ocurre con otros guerreros de otras civilizaciones y épocas. Por eso, podían ceder en cualquier cosa ante los romanos excepto en la entrega de las armas. Por el mismo motivo, uno de los peores castigos que los romanos infligían a los celtíberos era cortarles la mano derecha, con la que manejaban la espada. Cuando un guerrero moría y era enterrado con sus armas, éstas eran destruidas o inutilizadas.


Puñales: dentro de todas las tipologías de puñales que hay, destacan los biglobulares, llamados así por los dos discos que tienen en la empuñadura. El del extremo y de mayor tamaño servía para apoyar el pulgar y hacer fuerza al clavar y el pequeño llenaba el hueco de la mano al cerrar el puño para que el agarre fuera más sólido. Tienen solamente una nervadura central, lo que los hace muy sólidos y resistentes. Los puñales se llevaban cerca del cuerpo para poder usarlos con rapidez en caso de necesidad y en ocasiones, se portaban en una pequeña funda adherida a la funda de la espada.


Lanzas: solamente eran metálicas en la punta, diferenciándose así del pilum romano y el soliferrum íbero. Las lanzas y jabalinas eran usadas tanto por los jinetes como por la infantería, siendo las de éstos últimos más ligera.

Fíbula celtíbera

Los dioses guerreros de los celtíberos

 

La sociedad celtíbera se basaba en los valores guerreros y por lo tanto, la guerra era un aspecto muy presente en sus vidas y, por supuesto, también en sus creencias.

Los guerreros consideraban que  el máximo honor era morir en combate  ya que les haría llegar directamente junto a los dioses.

 

En algunas tribus, los cuerpos de los guerreros caídos en la lucha  eran expuestos al aire libre para que fueran devorados por los buitres a modo de ritual funerario , quienes llevarían de esta forma sus almas al cielo, una costumbre que sigue vigente en algunas zonas del Tíbet.

En otras ocasiones, el cadáver del guerrero era incinerado junto con sus armas y el resto de panoplia mientras se llevaban a cabo juegos funerarios y cánticos. Este tipo de funeral debía estar reservado a los reyes y caudillos, tal y como se hizo con Viriato.

Se han documentado varios dioses de la guerra:

Ataecina o Adaegina

Diosa asociada al Inframundo, de la Fertilidad y  el Renacer. Se la identificó con Proserpina (Perséfone) y su culto se extendió por toda la Península.

Andera

Diosa o regenta de la Tierra

Baelistos

Divinidad de los berones, aparentemente el sol que purifica.

Baraecus

Dios relacionado con las Aguas. Como protector de los muros del poblado

Baudv-haeto

Su nombre significa «Violencia y Combate». Esposa de Netón.

Bandus

«el fuerte y victorioso» que conducía al triunfo a los guerreros y estaba asociado también a los juramentos.

Cabar-Sul

Dios Solar, identificado con Apolo de los lusitanos.

Camal o Camala

Aparentemente era una Diosa del Amor y la Belleza, identificada con Venus.

Candamuis, Candamio

Dios del Cielo,  de las Tormentas y el rayo de los cántabros y astures.

Cariocecus

Se trata de una divinidad guerrera que los romanos asociaron con Marte. Es posible que se le sacrificaran cabras, caballos y prisioneros.

Cosus

Dios de la Guerra, cuyo culto se extendió en la Península. Este dios recibió culto en el noroeste de la Península Ibérica y también fue asimilado con el Ares griego y el Marte romano. Se cree que quizá fue el patrón de las cofradías guerreras de esta zona. Se barajan distintos significados de su nombre que pueden ser «victoria» o también «sujetar», por lo que sería un dios que otorga la victoria y además, paraliza a los enemigos.

Culto a los Muertos

Los celtíberos lo practicaron y las sepulturas eran sus templos. Encima de ellas se solía erigir una estatua en piedra de un antepasado ilustre. También tenía lugares comunes de entierro.

Dercetius

Dios de la Montaña en Gallaecia y Lucitania.

Dios

Había, según Estrabón (historiador griego del siglo I a.C.) un Dios único común a todos los clanes y federaciones, que no tenía un nombre específico, diferente a los dioses locales y a quien designaban simplemente como Dios.

Endovélico o Eno-bólico

Dios del Fuego Creador, Organizador y Conservador del universo. Protector de la Naturaleza toda y con carácter oracular. Entre los lusitanos también era el dios de la medicina, curando a sus pacientes a través de sueños y oráculos.

Ilurbeda

Diosa de los Caminos y de los Pasos de Montaña.

Iscallis

Diosa de la Fertilidad.

Magnón

Dios Solar (similar a Sol-Hércules).

Neta

Esposa de Netón.

Netón

Dios de la Guerra (Sol-Marte) adorado en Gallaecia. Adorado por celtas pero también por los íberos. Representa la idea del héroe mortal que acaba convirtiéndose en un dios.

Noctiluca

Diosa de la Luna o la luz nocturna. Se cree que los celtíberos le rendían culto en las noches de luna llena.

Reve

Dios Supremo y Soberano, regente de las Aguas Termales.

Saga o Saha

Segulo, Dios Solar (identificado con Apolo).

Segolu

Dios Solar, identificado con Apolo.

Trebaruna

Se cree que fuese una Diosa protectora del Hogar. Se trata de una diosa de Galicia y Portugal que actuaba como protectora de la tribu o del clan y que también ha sido vinculada con la victoria en la batalla y la muerte con honor.

Vaélico

Se lo asocia al Inframundo, siendo también protector de los bosques y de la naturaleza en general. El dios-lobo encargado de guiar a los guerreros muertos hasta el Inframundo.

 

La devotio, el juramento de los celtíberos a sus jefes


La devotio ibérica era la forma en la que se producía una clientela militar entre un jefe y los hombres que le seguían.

Los hombres juraban proteger con su vida al jefe o rey y, a cambio, éste les mantenía y les otorgaba un estatus social más alto. Además, los hombres también hacían este juramente ante una divinidad a la que ofrecían su vida si acaso a su jefe le ocurría algo.

Por ello, si finalmente el jefe o el rey moría en el combate, sus devotos tenían la obligación de suicidarse por honor.

Quizá una de las divinidades ante la que hacían este juramento era Bandus, dios asociado con la palabra dada y su cumplimiento.

En ocasiones, esta devotio se complementaba con un pacto de hospitium, por el cual una comunidad acogía a un individuo o bien, dos comunidades llegaban a un acuerdo. En ocasiones, Roma hizo este tipo de pactos con las tribus que se mostraban favorables a un acuerdo.

Los romanos se aprovecharon de la institución de la devotio para conseguir soldados fieles atados por un juramento a los dioses que sabrían que sería respetado.

Se cree que, además, la férrea resistencia que mostraron los celtíberos en episodios como los de Numancia o Calagurris fuera debida precisamente al haber hecho ese tipo de juramento y no poder actuar sin la orden de un jefe.

Es posible que de la devotio hecha a los jefes romanos acabara derivando el culto al emperador.


Las cofradías guerreras

Éjercito celtíbero en las proximidades de Numancia, estaba compuesto por diferentes tribus y clanes. Autor Ángel Benito Gastañaga

Guerreros celtíberos, 134 a.C., cerca de Numancia. Se aprecian las diferencias, unos llevan discos pectorales, otro cota de malla y otros dos cota de escamas. Autor Ángel García Pinto.

En la Península Ibérica existían cofradías guerreras, especialmente en la zona noroeste y también en Lusitania, al oeste.

Se trataba de grupos de guerreros que se dedicaban especialmente al saqueo para obtener bienes de consumo y que, por lo tanto, no se dedicaban a la agricultura como otras tribus vecinas sino que se centraban más bien en la ganadería, una actividad económica que les permitía una mayor movilidad.

Estas cofradías guerreras  salían a saquear a principios de la primavera  y volvían al hogar cuando llegaba el invierno para descansar y reunirse con el resto de la tribu.

Se cree que seguramente el pertenecer a una de esas bandas conllevaba la superación de un rito de iniciación que, desgraciadamente, no ha llegado hasta nosotros.

Las saunas halladas en el norte de Portugal y sur de Galicia podrían haber tenido un papel relevante en este rito de iniciación en el que el agua jugaría un papel importante como símbolo de regeneración y también como elemento de tránsito al Inframundo.

La pertenencia a estas cofradías incluiría también un juramento, quizá parecido a la devotio, dedicado a una divinidad tutelar del grupo.

Estos saqueos llevados a cabo por las cofradías guerreras seguramente tenían también un componente económico y social.

El económico vendría derivado del hecho de su escasez de recursos al no dedicarse a la agricultura y el social derivaría de la búsqueda de prestigio dentro del grupo y también de una especie de «rito de paso» para los jóvenes que se convertían en adultos.

Existen paralelos de estas cofradías guerreras entre los germanos y los celtas de Irlanda, por ejemplo, y se cree que su origen estaría en tiempos arcaicos.

Diodoro describe a los celtíberos así:


”los celtíberos son crueles en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero honorables y humanos con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan a detenerse en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo aquel que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses”….”Llevan sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes. Algunos celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias redondas, llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la cabeza, cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas de dos filos fabricadas en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo peculiar de preparar las armas que utilizan para su defensa. Entierran láminas de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la parte débil del hierro, consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de ésta hacen espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las armas así fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro.”

”… los celtíberos suministraban para la lucha no sólo excelentes jinetes, sino también infantes que destacaban por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras, cuya lana recuerda el fieltro. En cuanto a las armas, algunos de ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras. Llevan también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación de sus armas; entierran piezas de hierro y las dejan oxidar durante algún tiempo, aprovechando sólo el núcleo, de forma que obtienen , mediante nueva forja, espadas magníficas y otras armas. Un arma así fabricada corta cualquier cosa que se encuentre en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que se resiste a sus golpes, por la excepcional calidad del hierro. Son muy hábiles en luchar de dos modos diferentes: primero atacan a caballo y, en caso de ser rechazados, desmontan y atacan de nuevo como soldados de infantería. Según sus normas habituales son extremadamente cueles con los criminales y enemigos, aunque con los forasteros son compasivos y honrados; los extranjeros que vinieron a vivir entre ellos, todos los invitaron a parar en sus casas, rivalizando entre ellos para prodigarles hospitalidad, y los extranjeros que fueron atendidos por éstos, los elogiaban y los consideraban amigos de los dioses…..”

”En cuanto a su alimentación, se sirven de toda clase de carnes, que abundan entre ellos, y como bebida poseen una combinación de vino y miel…”

‘Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver de un guerrero así muerto, pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo al devorar el cuerpo yaciente el buitre” (Silio Itálico en Púnicas)

 

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LOS HONDEROS BALEARES

Catapultas humanas

 

Los honderos baleares se ubican en la Edad Antigua y fueron uno de los ejércitos más conocidos de esta época. No actuaban en solitario sino que formaban cuerpos propios al servicio de los ejércitos cartaginés y romano.

Solían hacer el papel de tropas auxiliares de infantería ligera compuestas por mercenarios que se obtenían mediante levas voluntarias, esto es, ninguno de estos honderos era obligado a luchar.

Los honderos eran increíbles defensores y asaltantes de fortificaciones aunque los cartagineses los emplearon casi siempre en el campo de batalla. Su función era la de atacar en primer lugar derribando a los atacantes de primera línea y destruyendo su equipo defensivo: escudos, yelmos, corazas, etc.

En las fuentes, los honderos baleares son llamados funditores ya que el arma que manejaban, la honda, era llamada funda en latín.

Una vez que los enemigos estaban cerca, se replegaban en compañía de los arqueros para dar paso a la infantería pesada.

Aníbal contó con 2.000 honderos baleares en la campaña en la península itálica a los que situó en primera fila

El origen de los honderos baleares

No se sabe a ciencia cierta de dónde proceden los colonizaciones que ocuparon las Islas Baleares pero se cree que debieron llegar en torno al IV milenio a.C. Seguramente procederían del extremo oriental del Mediterráneo.

Sí que se sabe que las gentes que inmigraron en momentos posteriores procedían de Fenicia y Focea (Líbano y Turquía actuales)

Los primeros restos humanos hallados en las Islas Baleares datan del año 3.500 a.C. y fueron encontrados en Mallorca

La primera vez que los honderos baleares son mencionados es a mediados del siglo V a.C. en Cerdeña en el contexto de la conquista de la ciudad de Selinunte (409 a.C.) dentro de las guerras sicilianas.

Las guerras sicilianas o greco-púnicas (600 – 265 a.C.) enfrentaron a los griegos y a los cartagineses por el control de la isla de Sicilia y el Mediterráneo occidental

En este mismo conflicto vuelven a ser mencionados durante la toma de Agrigento y también en la batalla de Ecnomo (310 a.C.)

La honda balear

Los honderos baleares fabricaban sus hondas con fibras vegetales, esparto, lino y, en ocasiones crin de caballo. Además, se conocen hondas hechas con tripas o nervios de animal.

Se cree que la honda fue un invento del Paleolítico que seguramente se usaba para cazar y ahuyentar animales.

A modo de proyectil, también llamado glande, usaban piedras o piezas de plomo. Sin embargo, los honderos baleares no se conformaban con cualquier piedra. Las piedras usadas como proyectil eran cuidadosamente seleccionadas en función de su forma, que tenía que ser lo más aerodinámica posible, y su peso, en torno a los 100 gramos.

En el caso de las piezas de plomo, se fabricaban mediante un molde. Respecto a las piedras, aumentaban la capacidad de impacto en armaduras tanto metálicas como de cuero. Los plomos, además, pesaban menos, entre 45 y 90 gramos, por lo que alcanzaban una mayor velocidad y alcance.

En Sanitja, el yacimiento arqueológico romano más importante de Menorca, se han encontrado proyectiles de honda que llevan inscritas las iniciales del líder de su propietario.

¿Cómo luchaban los honderos baleares?

Los honderos baleares aprendían a manejar la honda desde que era muy pequeños. Además, debían buscar permanentemente la perfección en su uso.

Según Licofrontw de Calces, las madres colocaban alimento en los árboles y no dejaban que los niños comieran hasta que acertaban con la honda. Esta historia se sigue contando en las Islas Baleares hoy día.

[…]Y las madres señalaron a sus hijos más pequeños, en ayuno, el arte de tirar; ya que ninguno de ellos probará el pan con la boca si antes, con piedra precisa, no acierta un pedazo puesto sobre un palo como blanco […]


Los honderos baleares solían llevar consigo tres hondas distintas. Una de ellas se la ataban en la cabeza, la otra en la cintura y la tercera la llevaban en la mano. Algunos autores como Estrabón refieren que llevaban las tres hondas atadas en la cintura.

Cada una de estas hondas estaba diseñada para algo concreto:

 

·                     Una era para lanzar proyectiles grandes y medía aproximadamente un metro de largo, lo que permitía cubrir una distancia de 300 a 400 metros.

·                     La segunda se usaba para arrojar proyectiles con mayor precisión y su medida era la misma distancia que había del pulgar al hombro del hondero. Llegaba a una distancia de 30 a 50 metros.

·                     La tercera honda se utilizaba para los tiros a corto alcance. Su longitud era de la misma medida que había entre el pulgar y el bíceps del hondero.

·                      

 

Solían actuar como mercenarios y se dice que cobraban en especies su trabajo para compensar aquello que faltaba en las Islas Baleares como las mujeres, el aceite o el vino, rechazando el sueldo en forma de monedas.

La fuerza con la que lanzaban los honderos fue comparada en la época con la de las catapultas

¿Cuál es el motivo de que los honderos baleares sirvieran como mercenarios en ejércitos extranjeros? Seguramente el mismo que llevó a guerreros de otros pueblos a actuar de la misma manera: la escasez de tierras que hacía que hubiera gente sin ningún otro modo de ganarse la vida.

Los honderos se colocaban siempre en primera línea pero dejando espacios abiertos entre ellos que les permitieran voltear la honda con comodidad y sin golpear al compañero.

Respecto a su equipo, llevaban armadura ligera para moverse con rapidez ya que no se enfrentaban cuerpo a cuerpo con el enemigo.

Algunos autores afirman que muchos de estos honderos iban medio desnudos y que se cubrían el cuerpo con aceite de lentisco y grasa de cerdo para protegerse.

Además de la honda, llevaban un escudo forrado con piel de cabra. También portaban un venablo de madera afilada por si necesitaban defenderse en algún momento.

Los honderos baleares en el ejército romano

Los honderos baleares se habían enfrentado a los legionarios romanos en varias ocasiones durante las guerras púnicas bajo las órdenes de Aníbal, Asdrúbal y Amílcar.

Por tanto, participaron en la batalla de Cannas (216 a.C.), una de las peores derrotas que sufrió Roma a lo largo de su historia y también la batalla de Zama (202 a.C.) que puso el punto final a la II Guerra Púnica y por lo tanto, a la supremacía de los cartagineses en el Mediterráneo.

Los honderos baleares comenzaron a formar parte de las tropas auxiliares del ejército romano con Julio César en la conquista de la Galia. De hecho, en sus proyectiles estaban inscritas las palabras Caesar Imperator.

En la conquista de Britania, en torno al año 55 a.C., los honderos baleares se usaban para hostigar a los britanos desde las cubiertas de los barcos romanos cuando se acercaban a la orilla.

Quinto Cecilio Metelo «Baleárico» conquistó las Islas Baleares en el año 121 a.C. después de una campaña de dos años.

El tiempo que los romanos tardaron en conquistar las Islas Baleares por completo es una señal de la férrea oposición y defensa que hicieron los honderos baleares ante ellos.

Según Tito Livio, Quinto Cecilio Metelo tuvo que forrar sus barcos con pieles y cuero para que no se vieran afectados por los ataques de los honderos que lanzan proyectiles sin piedad desde la playa.

Tras la conquista de Roma, los honderos baleares pasaron a formar parte del ejército romano hasta prácticamente el fin de la República.

Con la llegada de Augusto y la paz del Imperio, los honderos baleares y sus grandes habilidades dejaron de ser necesarios. Además, todos los productos y bienes por los que combatían comenzaron a llegar a las Islas Baleares a través del comercio por lo que las hondas quedaron de nuevo relegadas al ámbito del pastoreo.

Otros honderos en la Historia

Según nos dicen las fuentes, el primer ejército de la Historia que contó con honderos entre sus filas fue el de los asirios. En los relieves del palacio de Nínive podemos verlos alineados junto a los arqueros.

Jenofonte también tuvo honderos entre sus filas. Eligió de entre los griegos a aquellos que sabían manejar una honda y los usó para enfrentarse a los arqueros persas mientras huían por territorio enemigo.

Además de en Baleares, también hubo grandes cuerpos de honderos en Creta y Rodas, también islas.

También la Biblia encontramos muestras de pueblos que usaban la honda como los miembros de la tribu de Benjamin, los keretitas y peletitas de los ejércitos del rey David y las fuerzas del rey Uzías.

Flavio Josefo en el siglo I a.C. habla del talento de los honderos judíos que se enfrentaron a las tropas romanas.

 

https://guerrerosdelahistoria.com/honderos-baleares/



LOS GUERREROS CRISTIANOS

 

Durante la Edad Media se produjeron grandes enfrentamientos en Europa entre la Cristiandad y el Islam. Por ello, destacaron muchos guerreros que se dedicaron a la defensa de la fe cristiana frente a los musulmanes y a la protección de los territorios en los que éstos actuaban.

A los guerreros cristianos se los conocía por diversos nombres: miles Christi (soldado de Cristo), equites Christi (caballero de Cristo) o bellator Domini (guerrero del Señor)

Los guerreros cristianos unían así en una sola persona la religión y también la guerra y la política, algo que realmente estaba reservado a los estamentos privilegiados de la sociedad de la época.

Esto favoreció la aparición de las conocidas órdenes religiosas cuyos miembros eran también soldados. Su misión era proteger la Fe de Cristo y al resto de cristianos.

 

Lista de guerreros cristianos

Un total de cuatro órdenes militares tuvieron su cuna en España:

La Orden de Calatrava: fue la primera orden religiosa-militar creada en España, fundada en 1158 por el abad Raimundo de Fitero para defender la fortaleza de Calatrava, a la que habían renunciado los templarios frente a los musulmanes.

Esta Orden llegó a adquirir tal nivel de riquezas y poder, que sus maestres se convirtieron en verdaderos príncipes eclesiásticos temidos y mimados por reyes y llamados a Concilio por los Papas.

Con el tiempo se saltaron la obediencia al poder real provocando su declive y dispersión y quedando simplemente en una Orden encargada de custodiar las reliquias.

La Orden de Alcántara: originaria de la provincia de Cáceres, la formaron un grupo de caballeros de Salamanca a cuyo frente estaba Don Suero Fernández Barrientos. En un principio se definen como Orden de San Julián Pereiro, nombre de la ermita junto a la que construyeron una fortaleza para luchar contra los musulmanes.

Fue una Orden rival de la del Temple con la que llegó a enfrentar en un choque armado.

En el siglo XVI cuando ya no era necesario su esfuerzo guerrero, la Orden de Alcántara se orientó hacia otros campos y estableció un Colegio en la Universidad de Alcalá de Henares que posteriormente fue trasladado a la de Salamanca.

La Orden de Montesa: instituida durante el reinado de Jaime II de Aragón para combatir a los musulmanes que invadían las costas de Valencia, heredó a petición de dicho rey al Papa Juan XXII, las posesiones que la Orden del Temple, extinguida en 1311, habían tenido en su reino.

Su casa principal se estableció en la localidad de Montesa, que antes había pertenecido a los Templarios y fue formada en origen por diez caballeros de la Orden de Calatrava que elaboraron una nueva Regla y Estatuto.

En 1587, durante el reinado de Felipe II, esta Orden se integra en la Corona.

La Orden de Santiago: nace en 1151 en el Reino de León con el fin de defender a los peregrinos que visitaban el sepulcro del Apóstol Santiago de los ataques musulmanes y guardar la frontera de Extremadura.

Alfonso VIII de Castilla les cedió el Monasterio de Uclés para que se establecieran allí y defendieran la frontera.

Incorporada en 1493 a la Corona española por los Reyes Católicos.

Estas cuatro Órdenes, Calatrava, Alcántara, Montesa y Santiago, fueron reinstauradas como asociaciones civiles con carácter de organizaciones nobiliarias honoríficas y religiosas por el Rey Juan Carlos I.

La Orden de San Juan de Jerusalén, los Hospitalarios.

A mediados del siglo XI, cuando todavía faltaba medio siglo para la primera de las cruzadas. Una pequeña representación de comerciantes de la República de Amalfi recibe de manos del califa Fatimí, el permiso de construcción de un Hospital de peregrinos en la ciudad de Jerusalén. Tras lo cual la Orden de San Juan de Jerusalén se hace cargo del funcionamiento del lugar, su misión cuidar de los peregrinos que se dirigían a la ciudad. Este aspecto les llevará a ser conocidos como los “Hospitalarios”.

Tras la conquista cristiana de la ciudad santa en el verano de 1099, momento en el que se establece el Reino cristiano de Jerusalén, la comunidad monástica que se ocupaba del hospital se incorpora a la lucha contra el “infiel”. Dos hechos marcarán este cambio; en primer lugar la Bula Papal de febrero de 1113, con la que el hospital queda bajo tutela de la Santa Sede. El otro la llegada del Gran Maestre Raymond du Puy que ejerció el cargo entre 1120-1160. Tras dichos cambios, la comunidad monástica acogió en su seno a los caballeros nobles, tras la aceptación de estos de las reglas de dicha comunidad, entre las cuales se encontraban la pobreza, la obediencia y la castidad.

Su símbolo; la estrella blanca de ocho puntas sobre el hábito de color negro que vestían, se convirtió en uno de los más importantes durante las cruzadas. Actuaron en la defensa de los terrenos conquistados, pero también se atrevieron con las conquistas. Todo ello desde su sede, la fortaleza del Crac de los caballeros, sin duda una de las más imponentes de todas las de Oriente Próximo. Precisamente su pérdida ante los mamelucos de Egipto en el año 1271, fue una de las claves en la decadencia de los cruzados cristianos en Oriente.

Tras la relatada pérdida,  se convertirán en unos de los más fieles defensores de San Juan de Acre, el último reducto cristiano en Oriente, hasta su capitulación en 1291. Fecha en la que tras su expulsión de la Tierra Santa iniciaron una peregrinación por las islas del mediterráneo. Con una nueva misión en la mente, la protección de los barcos cristianos que surcaban el mar, en busca por ejemplo de los mercados orientales. Tras un breve paso por Chipre y dos siglos en Rodas, recalan de la mano de Carlos V en Malta.

La  Orden Teutónica, los caballeros teutones.

Su constitución es posterior a la de los “Hospitalarios”. Las primeras noticias que se tienen  sobre ellos surgen en la propia capital del Reino cristiano de Jerusalén. Allí y para la protección de los cruzados alemanes, construyen un pequeño hospital adosado a una iglesia erigida al culto de la Virgen María. Ambos edificios son destruidos tras la toma de la ciudad por Saladino en el año 1187.

La respuesta alemana llevará a la consolidación de una nueva orden. En plena tercera cruzada y durante la conquista cristina de  la ciudad de Acre, donde los cruzados alemanes tuvieron una destacada actuación. Los peregrinos de Lübeck y Bremen con la velas de sus propios barcos improvisaron un nuevo hospital de campaña. Tras lo cual Federico de Suabia decide la construcción de un nuevo hospital, que quedará encomendado a los monjes guerreros alemanes, conocidos desde entonces como los Caballeros Teutones. En 1192 son consagrados por el Papa Celestino III, con lo que obtuvieron los mismos privilegios que los de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Su poder creció rápidamente, los nuevos monjes guerreros ataviados de blanco y con la cruz de color negro como símbolo, se hicieron con un papel importante en la defensa de San Juan de Acre. Pero también extendieron sus dominios a Alemania, con la inestimable colaboración del Papa  y del Emperador Federico II, ambos interesados en la evangelización de los territorios germanos, como por ejemplo Prusia. Este menester tomaría mayor auge tras la caída y la expulsión de Oriente, momento en el cual dedican todos sus esfuerzos a la conquista de los territorios bálticos. Buena fe del poder que llegaron a adquirir fue la construcción de su impresionante sede en el Castillo de Malbork.

Hoy día todavía tiene alguna sede en Austria y en los Países Bajos. Curiosamente adscritas a las dos ramas de la Iglesia Cristina, la Católica y la Protestante respectivamente.

La Orden de San Lázaro de Jerusalén, los Lazaristas.

Su origen es bastante incierto, pero en todo caso anterior a las cruzadas. Su vocación el cuidado de los enfermos de lepra que acudían a la ciudad Santa, fuera cual fuera su procedencia y orden religiosa. Por este motivo tuvo gran afecto entre el resto de las otras órdenes.

La orden fue consagrada como independiente en el año 1115 y ratificada poco después por el Papa Pascual II. A partir de ese momento combinaron su labor de cuidado de los leprosos, con la guerra contra el infiel. Aunque parece ser que en este último menester obtuvieron más disgustos que alegrías, con sonoras derrotas como en la Batalla de Gaza, donde perecieron la casi totalidad de Lazaristas. O la pérdida de su Gran Maestre durante la toma de San Juan de Acre.

A pesar de lo cual no desaparecieron gracias al Rey de Francia, Luis IX, conocido como San Luis. El cual con anterioridad al desastre en Tierra Santa invitó a doce Lazaristas a que se instalaran en el castillo Boigny, cerca de Orleans para que ejercieran la labor de cuidado sobre los leprosos. El resto de su historia, tras la pérdida de Acre hasta nuestros días, ha estado rodeada de grandes personajes que han ejercido de Maestres de la Orden, como el Archiduque Leopoldo de Austria. Hoy día, a pesar de la erradicación occidental de la enfermedad, siguen presentes en varios países, como España, Holanda, Alemania, Suiza, etc.

La Orden del Santo Sepulcro.

Una figura destaca por encima de todas, su fundador Godofredo de Bouillón, es decir, el primer cristiano que entra en la ciudad de Jerusalén, tras derrotar a los  musulmanes apostados en la ciudad Santa. Una de sus primeras decisiones la fundación de esta orden religiosa y militar que quedaría en la ciudad para la custodia del Santo Sepulcro. Este último lugar es conocido a través de los Evangelios, como el sitio donde se sepultó y luego resucitó Jesús de Nazaret.

En un principio la orden fue fundada con cincuenta hombres para la protección del lugar santo, a los que se sumaron cien más al servicio de la nueva casa real de Jerusalén. A pesar de no contar con el título oficial de rey de Jerusalén, el mismo Godofredo se puede considerar el primero de ellos, posteriormente tras la muerte de este, su hermano fue coronado primer Rey de Jerusalén con el nombre de Balduino I. A partir de ese momento dos títulos quedaron unidos; el de protector del Santo Sepulcro y el de Rey de Jerusalén, además ambos bajo la protección de la orden que nos ocupa.  Destacar que su símbolo es una cruz potenzada de color rojo, sobre túnicas de color blanco.

Podemos deducir que fue una de las Órdenes militares de carácter religioso, más importantes de los reinos cristianos orientales. Participaron en diversas batallas al lado del rey de Jerusalén, como por ejemplos en los asedios de Tiro, Damasco o San Juan de Acre, lugar donde el prior de la Orden encontró la muerte. A ella pertenecieron destacados nobles de toda Europa, como por ejemplo el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.

Como el resto de las órdenes fue obligada a abandonar Oriente Próximo tras la pérdida de San Juan de Acre en el año 1291. Tras este final la Orden del Santo Sepulcro se asienta en diversos territorios de Europa, como Francia, Italia o Polonia. Hoy día siguen en activo y se considera una de las más poderosas del mundo con más de 20.000 miembros, y prácticamente con representación  en los cinco continentes.

La defensa de la Fe

Con la extensión del cristianismo durante la época del Bajo Imperio Romano y su conversión en religión oficial por Constantino, se va desarrollando el concepto de soldado romano-cristiano o guerrero cristiano.

En esta época comienzan a circular historias acerca de soldados romanos convertidos al cristianismo que ven que su nueva fe es incompatible con los ritos religiosos militares relacionados con el culto al Emperador. Al negarse a participar en los mismos, son torturados hasta la muerte convirtiéndose así en mártires.

San Sebastián es un ejemplo de soldado romano-cristiano convertido en mártir

Con la llegada de la Edad Media, esta idea parece afianzarse ya que el poder político y el poder religioso se mezclan para defender la fe cristiana. Entonces, la transformación de estos guerreros cristianos se hace al revés: el hombre piadoso y tranquilo hace uso de las armas para combatir a los enemigos de Cristo.

 

De esta manera, parece que se diluye la contradicción entre estos dos aspectos: por un lado el cristianismo, una religión basada en la paz y el amor, y por otro lado el ámbito militar basado en la guerra y la violencia.

Para explicar esto, se suele aludir a una de las cartas de Pablo de Tarso (Efesios 6, 10-18) en la que insta, aunque de forma alegórica, a la lucha armada para defender el cristianismo de sus enemigos.

El Arcángel San Miguel con su espada es el arquetipo de guerrero cristiano

La importancia de los guerreros cristianos se plasmó en las ceremonias religiosas de unción y nombramiento de caballeros y también en los títulos que los papas comenzaron a otorgar a los miembros de la realeza como, por ejemplo, Rey Cristianísimo en Francia, Su Católica Majestad en España o Defensor de la Fe en Inglaterra.

 

Los guerreros y el Cristianismo en Europa

Las distintas órdenes militares que surgieron en la Edad Media suponen el punto más alto de los guerreros cristianos puesto que eran instituciones con el doble carácter religioso y militar.

Estos guerreros cristianos medievales se enfocaron en la defensa de los Santos Lugares y en la protección de los peregrinos cristianos. Más adelante, ya en la Edad Moderna y con las guerras de religión extendiéndose por Europa, estos caballeros se dedicarían a la lucha contra los protestantes.

Uno de los motivos que se cree que hubo tras la fundación de estas órdenes militares fue crear códigos de conducta que controlaran los excesos que podrían cometer los soldados cristianos en los territorios conquistados a los musulmanes

Con el tiempo, estas órdenes militares pasaron a llamarse órdenes de caballería como una forma de aunar bajo un único liderazgo a estos guerreros cristianos. Los nobles y los reyes pasarían entonces a ocupar ese liderazgo.

Los perfectos guerreros cristianos

A lo largo de la Historia han surgido figuras que se han considerado ejemplares, ya fueran personajes reales o míticos. Entre ellas podemos destacar al Cid Campeador, al rey San Luis, al rey Arturo y sus caballeros de la tabla redonda, a Roldán o a Santiago Matamoros.

 

Con el paso del tiempo, ni siquiera se hizo necesario que estos guerreros cristianos fueran militares en el sentido estricto de la palabra sino -simplemente que mantuvieran un código de conducta basado en los preceptos medievales de defensa de la fe y cumplimiento del honor con todo lo que ello implica.

Se consideraba que los caballeros cristianos solamente debían obediencia a Dios así que si un gobernante se alejaba de la fe cristiana, era su deber rebelarse contra él para derrocarlo.

https://guerrerosdelahistoria.com/guerreros-cristianos/

https://historiageneral.com/2011/12/21/las-ordenes-militares-espanolas/

https://caminandoporlahistoria.com/ordenes-militares-cristianas/

 

 

Las Legiones Romanas. Organización y Rango

 

Muchos de nosotros al ver películas, leer libros o mirar algún documental nos maravillamos ante lo que fueron las Legiones romanas, una máquina de guerra que arrollaba todo a su paso, y que pudo conquistar casi toda Europa a punta de pilum y gladius. Efectivamente, las legiones romanas eran una organización admirable, que aún se estudian en varios ámbitos. Y a pesar de esto, surgen las dudas:

¿Cómo se organizaban estas Legiones romanas? ¿Por qué de esta organización? ¿Cómo estaban comandadas? ¿Hay equivalencia entre los rangos romanos y los actuales? El presente artículo buscará dar una respuesta a dichas preguntas.


Las reformas de Mario

A principios del siglo II A.C. el sistema defensivo romano de Legión manipular quedó en crisis. Urgía un cambio radical si es que Roma, amenazada, quería sobrevivir.

Tipos de Legión manipular tardía (A. McBride)

La Legión manipular (Osprey)

Hasta ese momento las legiones romanas se dividían en cohortes, y estas a su vez en manípulos. Había varios tipos de combatientes que eran (de más ligero a más pesado): velites, hastati, príncipes y triarii. El sistema manipular no era malo en sí, había demostrado su éxito a pesar de reveses contra los cartagineses y númidas. Era en definitiva una fuerza de soldados-ciudadanos de clase media, basada en los ingresos y las propiedades de los ciudadanos donde se preveía que los que poseían propiedades de hasta 3000 sestercios iban derecho a las legiones, el resto servía como velites, y que cada ciudadano se proporcionara su propio armamento. Estos legionarios-ciudadanos estaban motivados primero por el mantenimiento de su estatus material, y por consiguiente del mantenimiento de la República.

Pero en este período, la sangría de las guerras púnicas y desastres militares contra cimbrios y teutones redujeron sensiblemente la base de reclutamiento romana, hasta entonces. Roma se había quedado prácticamente sin clase media, sin base para su fuerza de legionarios-ciudadanos.

Con este panorama es que en el año 107 A.C. el recién nombrado cónsul Cayo Mario se marca la difícil tarea de reformar todo el sistema militar romano, buscando solucionar los problemas que aquejaban al correcto funcionamiento del mismo.

Las reformas se realizaron en los siguientes puntos

Reclutamiento

Se eliminaron las condicionantes de propiedad para entrar en la Legión. Con esto, se dispuso de una base de reclutamiento amplísima. Los ciudadanos de las clases más pobres, que carecían de elementos para lograr elevar su estatus social vieron así una posibilidad de mejoras a través de una carrera militar, y se enrolaron en masa. El período de servicio se hizo de 25 años en los cuales el legionario no podía casarse. La República se haría cargo del equipamiento de cada uno de los legionarios, simplificando y unificando el mismo.

Tipo de combatiente

Lo más importante de todo es que se creó una fuerza de carácter permanente, que se entrenaba de forma constante, no cuando la situación lo ameritaba. Al proveer el Estado de armamento, el tipo de tropa se homogeneizó y se eliminaron los tipos de legionarios (velites, hastati, príncipes y triarii). El grueso de la Legión se volvió un tipo de tropa más de Infantería Pesada. Las tareas de Infantería más ligera, de lanzadores de proyectiles (arqueros, honderos) y de Caballería de choque pasaron a formar parte de las tropas auxiliares, que sustituían a las tropas asociadas, y eran tropas extranjeras que combatían por Roma, a cambio de conseguir la ciudadanía al fin de su período de servicio.

A pesar de que el Estado se hacía cargo de proporcionar al Legionario el equipo, éste era enteramente responsable por el mismo, así como de transportar durante las marchas sus enseres personales, mudas de ropa y víveres. Por esta razón los Legionarios pasaron a ser llamados jocosamente “las mulas de Mario”, viendo todo el equipo que cargaban durante la marcha.

Seguía siendo un tipo de soldado-ciudadano, pero las motivaciones para servir eran diferentes. Antes lo era por preservar el estatus que tenía, que el mundo que había creado el ciudadano no se destruyera, típico de alguien de clase media. Ahora en cambio la motivación estaba de la mano con subir en la escala social y hacerse un nombre, llegar a por lo menos ser clase media. Hay casos también de oficiales que desde los estratos más bajos hicieron carrera en la Legión y llegaron al Ordo Equestris.

Estructura

Una Legión constaba ahora de unos 6.000 hombres, de los cuales 4.920 eran soldados (el resto era tropa no combatiente). Cada una de estas legiones estaba constituida por diez cohortes (numeradas del I al X), y a su vez, estas cohortes tenían seis centurias cada una. Al revés que en el sistema manipular, los soldados más veteranos, los de la I Cohorte, combatían en posiciones primordiales del campo de batalla (a la derecha y a la vanguardia), mientras que los más bisoños, los de la X Cohorte, lo hacían en posiciones menos relevantes (segunda o tercera líneas, a la izquierda).

Las Centurias estaban compuestas por 100 hombres, 80 soldados y 20 no combatientes, y estaba al mando de un soldado profesional ascendido de entre la tropa y llamado Centurión. La Centuria era la unidad combativa mínima de la Legión. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Sólo a efectos de montar campamento, cada una de estas Centurias se dividía a su vez en Contubernia de 8 hombres, que compartían una carpa en el mismo. El Centurión más veterano de cada cohorte, llamado Pilus Prior era el comandante de la misma.

Contubernia en marcha (Angus McBride)

Por lo tanto los Manípulos son sustituidos por las Cohortes, y cada uno de los soldados a cargo de cada cohorte, tenía a su cargo un asistente llamado Optio, junto a otros cargos de suboficiales que se verá más adelante. El Centurión de la I Cohorte era el soldado más experimentado de todos, llamado Primus Pilus (o primipilo), que era un soldado de carrera y asesoraba directamente al Legatus, el comandante de toda la Legión en asuntos de la tropa. En épocas imperiales la I Cohorte era la más importante, y dada su posición de preeminencia dentro de la Legión, se le duplicó el número, 800 hombres en cinco centurias, aumentando la relevancia del Centurión Primus Pilus.

Como tropa adjunta, cada Legión contaba con 120 soldados de Caballería propios de la Legión, que realizaban tareas de reconocimiento y enlace. Era un tipo de fuerza muy ligeramente equipada, típica de las misiones que tenían. Estos soldados de Caballería ya no eran reclutados de entre los estratos más altos de la sociedad, sino que al igual que la Infantería, provenían del pueblo liso y llano. Para el Ejército Romano, la fuerza de Caballería de choque provenía de los auxiliares.

Así que para resumir, la Legión completa contaba con 6.000 hombres, de los cuales 4.920 eran combatientes (con 5.240 en épocas imperiales). A su vez cada Legión se dividía en diez cohortes, del I al X, que eran constituidas por 6 Centurias de 80 hombres cada una, cada una al mando de un Centurión, de los cuales los más veteranos comandaban la Cohorte completa, y el más veterano de todos la I Cohorte. Y los 120 soldados de Caballería.

La Legión imperial (P. Connolly)

Entonces la suma sería así:

6 Centurias x 80 = 480 – 10 Cohortes x 480 – 4.800 + 120 = 4.920 hombres

Cuando se modificó la I Cohorte la estructura pasó a formar de la siguiente manera:

1 Cohorte x 800 + 9 Cohortes x 480 – 5.120 + 120 = 5.240 hombres

Rangos

La cadena básica de Comando era la siguiente. El comandante de la Legión era el Legatus, comandante de la Cohorte/Centuria era el Centurión. Y entre la tropa, los Milites, se elegía al jefe del Contubernium o Decanus (pero este era sólo un título nominal y no estaba enmarcado dentro de la Legión).

Se buscará además realizar una comparación con rangos actuales dentro de las Fuerzas Armadas, pero hay que hacer la aclaración de que es difícil encontrar equivalentes modernos dentro de la estructura de la Legión, donde a pesar de ciertas igualdades, el trato social seguía definiendo en muchos casos el rango. A pesar de esto algunos paralelos con la actualidad se incluirán.

A continuación se nombrarán desde el rango más bajo al más alto. Los rangos se discriminan por sueldo.

Tropa

a. Milites – Pedes (Soldado)

Era el rango base de la Legión. La gran mayoría de los legionarios tenían esta graduación. Eran 5.120 en total en la Legión imperial. Sometido a un riguroso entrenamiento y una férrea disciplina, con sus armas Roma conquistó casi toda Europa.

Legionario de la época imperial (A. McBride)

El Legionario comenzaba su carrera militar como Tiro (recluta), donde pasaba por un periodo de adiestramiento de seis meses, para luego pasar al cargo de Munifex o Miles Gregarius. A medida que iba avanzando y aprendiendo especialidades como Discens, podía obtener la consideración de Inmunes, que eran los legionarios que poseían alguna especialidad y podían ser relevados de ciertas tareas de campo, aunque por supuesto no todas.

El equipo estándar consistía en el casco (cassis), de muy buena protección en general, el único ornamento que poseían era una cresta que se colocaba en desfiles. La protección corporal era una coraza hecha de láminas (lorica segmetata) compleja pero con un buen balance entre protección y movilidad, y las siempre presentes sandalias de legionario (caligae), una pieza de vital relevancia y un verdadero avance tecnológico que permitían al legionario realizar largas marchas. Las armas eran dos jabalinas (pilum), el siempre presente gladio y como defensa el gran escudo (scutum) que podía usarse también ofensivamente.

Recibían la paga básica

b. Caballería

Los soldados de Caballería eran también legionarios de rango básico. Realizaban tareas de escolta, exploración y envío de despachos, y no tenían un rol importante en el combate, pues los romanos cedían la Caballería de choque a tropas auxiliares.

Como tal su equipo era más bien ligero, con una lorica hamata (cota de malla), una lanza (hasta) y una espada (spatha). Sus caballos no eran de tan buena calidad como la de los auxiliares, por las tareas que realizaban.

La Caballería legionaria cumplía funciones de exploración y enlace

Estaban comandados por un Decurio, un rango de suboficial, y dependían de las órdenes del Legatus.

Al igual que los infantes, recibían la paga básica

Suboficiales

a. Cornicen (Cabo Especialista)

Eran quienes tocaban el corno, una especie de trompeta de la antigüedad. Se encargaban de realizar las órdenes sonoras a la Legión. Estas órdenes era por ejemplo, dirigir sonoramente las tropas durante los combates, marcar las cadencias de marcha, marcar las horas y toques durante el campamento (rancho, silencio, fajina, diana, etc.). Poseía el mismo equipo que el legionario común, salvo que su protección era una cota de mallas (lorica hamata). Un detalle distintivo era que estaba tocado por una piel de animal salvaje, generalmente un lobo.

Cornicen

Había uno por Cohorte, es decir 59 en la Legión imperial, y marchaban al frente de ellas. En caso de ausencia de otros suboficiales también servían de asistente al Centurión.

Recibían paga 1.5 veces superior a la de tropa.

b. Tesserarius (Cabo de Guardia)

Era el soldado encargado de las guardias en el campamento. Los Tesserarius organizaban y comandaban por ejemplo las guardias nocturnas en campamento durante los acantonamientos o en épocas de guerra.

Tesserarius

Su nombre proviene de la tessera único equipo diferente al del legionario, una especie de tableta de cera, donde se anotaba el santo y seña del día, para poder entrar al campamento.

Eran, al igual que los Cornicen, uno por Cohorte, en total 59, y también marchaban al frente de ellas. También recibían una paga y media.

c. Optio (Sargento)

Era el segundo al mando luego del Centurión, por lo que había también varios niveles de Optio, desde los segundos de Centuria, pasando por los segundos de Cohorte, hasta los segundos de la I Cohorte.

Podía ser designado por el Centurión o por sus compañeros, valorándose su valor, destreza militar y dotes de mando. Los Optiones (pl. de Optio) eran soldados vitales dentro de la estructura de las Legiones. En orden de marcha y de combate se colocaban siempre en la retaguardia de los legionarios (el Centurión iba al frente), para mantener el orden de las tropas. Las tareas que le eran encomendadas consistían en hacer cumplir las órdenes del Centurión, sucediéndolo en el mando de ser necesario, supervisar a las tropas y llevar tareas administrativas de la Centuria o la Cohorte. Se diferenciaba por el uso de dos plumas en el casco, visibles a los legionarios.

Optio (izquierda) junto a un Centurión (A. García Pinto)

Estaba clasificado de entre los milites principales y poseía la categoría de duplicarius, es decir, estaba rebajado de tareas pesadas y cobraba doble paga. Aspiraba a ser nombrado centurión, y cuando había alcanzado la cualificación suficiente, recibía el título de Optio ad Spem Ordinis (Optio expectante de comisión). Había 59 en toda la Legión.

d. Portaestandartes (Sargento)

Siguientes en la línea de mando venían los portaestandartes, de los cuales había también varias categorías.

El primero de ellos era el Signifer, era el que llevaba el estandarte (signum) de la Centuria o la Cohorte. Este estandarte era el emblema militar de la unidad, y un elemento importante como referencia visual en el campo de batalla. El estandarte generalmente venía acompañado de philarae (medallones), o también una mano humana abierta (manus) que significaba el juramente de honor de la unidad a Roma. Como se mencionó había un Signifer por Cohorte y Centuria, por lo tanto 59 en total y cobraban paga doble. Al igual que los Cornicen, usaban en combate una piel de lobo sobre su casco. También utilizaban un pequeño escudo llamado Parma en lugar del más grande scutum de sus compañeros, seguramente para mayor movilidad.

Signifer

El más importante de los portaestandartes era el Aquilifer, que llevaba el Águila de la Legión, el elemento simbólico más importante de la misma. Había uno sólo por toda la Legión, y era generalmente un soldado veterano, curtido y premiado por su conducta y valor. Aparte de servir como el referente simbólico de toda la unidad servía como custodio de los valores de la misma. Tenía una gran responsabilidad a cuestas, pues si el Águila se perdía en combate significaba una deshonra enorme para la Legión. Muchas veces las Legiones combatieron salvajemente para no ceder el Águila al enemigo, algunas veces de forma exitosa, como se nos cuenta pormenorizadamente el El Comentario de la Guerra de las Galias de César, y otras infructuosamente como en Carrhae o Teutoburgo.

Aquilifer y Signifer (A. García Pinto)

El Aquilifer combatía generalmente con una capa de león u oso sobre su equipo, y utilizaban también el escudo más pequeño, el Parma.

Aquilifer (G. Embleton)

El rango equivalente en la actualidad para este soldado en particular sería un Suboficial Mayor (el suboficial de mayor grado en la unidad), y era dentro de los rangos de suboficiales el mejor pago de toda la Legión. En épocas imperiales se creó una figura análoga, la del Imaginifer, que llevaba la imagen del Emperador.

Oficiales subalternos

a. Centurión

Entre la tropa y los oficiales superiores se encontraban los Centuriones. Este es el grado más estudiado de todos los que han compuesto una Legión, pero a su vez es el más complejo si queremos vincularlo con grados militares actuales. Para comenzar con las complejidades, basta señalar que el rango de Centurión no era un rango único.

Primero que nada, la definición estricta de Centurión es la del comandante de una Centuria, pero como se verá esta definición va un poco más allá. Es como se verá el rango táctico de mayor relevancia dentro de la Legión, los verdaderos responsables de la expansión del Imperio Romano por el mundo conocido.

Diversos tipos de Centuriones (G. Rava)

Eran hombres que se distinguían del resto de los legionarios, por su sentido táctico y administrativo, por sus dotes de mando, disciplina, resistencia, capacidad de enseñar y templanza. Eran nombrados de acuerdo a esas capacidades por el Legado, a veces siguiendo la recomendación de la misma tropa.

Los Centuriones marchaban al frente ya a la derecha de su Cohorte/Centuria, liderando a los hombres desde la primera línea, por eso la proporción de bajas entre este rango era más elevada que en el resto de la tropa. Como se mencionó anteriormente estaba asistido por los suboficiales, el Optio que era el segundo al mando y marcha en la parte de atrás de la unidad; el Tesserarius, que organizaba las guardias, y el Cornicen que transmitía sonoramente sus órdenes al resto de la tropa.

Centurión (V. Vuksic)

En la Legión Imperial había 59 Centuriones en total. Había uno frente a cada Centuria, siendo el más veterano de ellos el comandante de la Cohorte. Cada comando de cada uno de los Centuriones reflejaba el rango que tenía dentro de la Legión. La primera Cohorte tenía 4 a su mando el Centurión más veterano de la Legión, el Primus Pilus, más cuatro Centuriones veteranos. Por contraste el Comandante de la 6ta Centuria de la 10 Cohorte, el Centurión más joven.

Rangos de Centurión (Connolly)

Por lo tanto los Centuriones podían clasificarse en los siguientes rangos, se pondrá una aproximación a un rango actual entre paréntesis.

§  Primus Pilus (Teniente Coronel): era el Centurión de mayor rango, uno sólo por Legión. Dependía directamente del Legatus.

§  Primi Ordinis (Mayor): eran los Centuriones que comandaban cada una de las restantes Centurias de la Primera Cohorte, 4 en total. Se dividían en orden por: Primus Princeps, Hastatus, Princeps posterior, Hastatus Posterior.

§  Pilus Prior (Capitán): eran los Centuriones que comandaban las restantes 9 Cohortes.

§  Ordinarii (Teniente): el resto de los Centuriones, 36 en total. Estaban divididos en orden por:


 Pilus Posterior, Princeps Prior, Princeps Posterior, Hastatus Prior, Hastatus Posterior.


Como equipamiento distintivo los Centuriones llevaban una cresta transversal en el casco, que los hacía identificables a la tropa, especialmente durante el combate. Además llevaban una armadura de cota de malla (lorica hamata) o de escamas (lorica squamata), en lugar de la laminar (lorica segmentata), muchas veces cubierta por phalerae (condecoraciones en forma de medallón) y torquex (pulseras colgantes). Cuanto más ornamentos tuviera, más veterano él Centurión y por ende mayor rango. Usaba además protecciones en las piernas (grebas). Portaba la espada corta reglamentaria (gladius) en el lado izquierdo en lugar del derecho, habitual en los simples milites, sujeta al cuerpo mediante un cingulus o cinturón con la funda del arma. Su símbolo de mando era un bastón de mando hecho de una rama de vid.

Centurión Primus Pilus

El Primus Pilus era por lo tanto el Centurión más experimentado, respondía directamente del Comandante de la Legión, y dependiendo de su veteranía podía cobrar un sueldo de hasta 16 veces más que el sueldo base. Era el rango que todo legionario quería llegar, pero era muy difícil acceder a él porque además de todas las capacidades necesarias para ser un Centurión, debía tener considerables habilidades educacionales y administrativas. El rango en principio sólo podía durar de uno a tres años, por lo cual el Primus Pilus podía obtener otras posiciones de privilegio incluso como oficiales superiores dentro de la Legión (Praefectus Castrorum), pudiendo llegar al mismo Orden Ecuestre.

Legionario saludando a un Centurión

Oficiales Superiores

a. Tribunos (Coronel/General)

Había seis de estos oficiales en la Legión, cinco del Orden Ecuestre y uno del Orden Senatorial. Estos eran:

Tribunus Angusticlavii (Coronel)

Eran los del rango ecuestre. Tenían tareas administrativas dentro de la Legión, sin mando táctico durante el combate, a pesar de poder tener experiencia militar.

Trinunos Laticlavii (General)

El tribuno de rango ecuestre, servía como segundo al mando de toda la Legión. En general este rango estaba reservado a jóvenes que necesitaban foguearse para seguir una carrera política en Roma, por lo tanto los conocimientos militares que aportaba a la Legión eran nominales.

Ambos se diferenciaban por las tiras de color púrpura en su toga, los tribunos de menor grado usaban tiras finas (angusticlavi), mientras que el de mayor rango una de tiras más anchas (laticlavi). Formaban parte del Estado Mayor del Legatus.

Tribuno Angusticlavio

El equipo ya no era el estándar de la Legión, pues aquí los gustos personales influían en la elección del equipo, por lo general usaban una coraza de metal de una sola pieza y casco ático, cuanto más ricamente ornado el equipo mayor rango o más patricia la familia.

b. Praefectus castrorum (Coronel)

El Prefecto del campo (Praefectus castrorum) era el tercer rango en importancia dentro de la Legión, luego del Legatus y del Tribuno Laticlavius. Generalmente era un soldado veterano con mucha experiencia como un Centurión Primus Pilus retirado, elevado al rango ecuestre y reenganchado como evocatus. Por lo tanto era un puesto abierto a todas las clases sociales romanas (desde la clase baja se podía llegar a este cargo y así entrar en clases sociales más privilegiadas).

Las tareas que se reservaban al Prefecto del Campo eran las de la organización de lo referente al mantenimiento y organización del acuartelamiento de la unidad, tanto cuando estaba acantonada como en campaña. Asimismo tenía la tarea de velar por el estado del equipamiento de los legionarios, y ver que estos estén en forma, coordinando con el Primus Pilus no sólo el entrenamiento, sino la organización de las guardias y patrullas.

El equipo era similar al del resto de los oficiales superiores.

c. Legatus (General)

El Legatus es el comandante de la Legión, un hombre designado por el poder político, usualmente de las clases senatoriales patricias romanas. Era nombrado directamente por el Emperador, o el Cónsul en la época de la República.

Legatus junto a un Primus Pilus (G. Embleton)

Usualmente la persona elegida para el rango de Legatus había servido anteriormente como Tribuno Laticlavio (el de mayor rango) en la Legión, por lo cual tenía experiencia previa. Era un cargo muy rentable, pues usualmente el Legado se llevaba parte del botín que pudieran capturar las legiones.

Legatus al frente de su Legión (G. Rava)

Se diferenciaba del resto de los oficiales superiores por su coraza musculada más elaborada, y por su paludamentum (capa que se sujetaba al hombro) color escarlata. También tenía alrededor de su coraza un cincticulus, una banda de tela fina escarlata que se anudaba en arco alrededor de su cintura.

Legatus imperial junto a un Cornicen y un Imaginifer (N. Zubkov)

Conclusión

Esperamos que el artículo haya sido de vuestro agrado, y que sirva su cometido, es decir aclarar cómo era la organización dentro de la Legión romana, y qué paralelismos se pueden trazar con la de los Ejércitos hoy día.

Como podrán ver, hay muchas similitudes entre los rangos romanos y los rangos militares actuales, y es que en cierta medida, así como el mundo romano ha marcado la cultura occidental de una manera u otra, las Legiones Romanas marcaron la forma de ser militar por los siglos venideros.

 

 

 

Bibliografía

 

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M. Windrow et A. McBride, Imperial Rome at War, Concord Publications Company, Hong Kong 1998.

 

http://www.ordendebatalla.org/blog/2015/04/20/legiones-romanas-organizacion-rangos/

https://www.istockphoto.com/es/fotos/ejercitoromano?mediatype=photography&phrase=ejercito%20romano&sort=mostpopular

 



COSACOS

Las fuerzas especiales del Este

 

Los cosacos fueron un grupo de origen turco que se escindieron de las hordas de los mongoles y se establecieron en las estepas que corresponden hoy a los países de Ucrania y el sur de Rusia.

Poco a poco, estas hordas fueron nutriéndose de gente de origen eslavo entre otras etnias y en el siglo X, comenzaron a prestar servicios militares en el ejército de los nobles de la zona. Su talento militar y la gran seguridad que tenían en sí mismos han caracterizado a la comunidad cosaca durante siglos.

Actualmente la comunidad cosaca se está revitalizando ya que incluso existen organizaciones cosacas en Moscú además de formar parte de las Fuerzas Armadas de Rusia.

La historia de los cosacos

Aunque el primitivo origen de los cosacos se sitúa en el siglo X, es a mediados del siglo XIII en Ucrania cuando se puede empezar a hablar de protocosacos, eslavos que llegaron allí huyendo de los tártaros que los tenían oprimidos. Después se situaron en las estepas entre el mar Negro y el mar Caspio.

En siglos posteriores, muchos campesinos huirían al imponerse en Polonia y Moscovia el sistema de vasallaje que les arrebataba muchas de sus libertades.

No hay demasiada documentación sobre el pueblo de los cosacos en esta época; lo que sí se sabe es que en torno al siglo XV estas comunidades cosacas formaban sus propios ejércitos locales independientes.

Entrado el siglo XVI, los cosacos habían formado dos organizaciones territoriales independientes: los Cosacos de Zaporozhia del río Dniéper y el Estado Cosaco del Don.

Se trataba de naciones soberanas que no dependían de ningún gobierno y  se basaban en culturas guerreras que vivían básicamente del saqueo, siendo éste su principal fuente de ingresos.

Solían realizar incursiones sobretodo en territorios del Imperio Otomano pero no les preocupaba demasiado arrasar también a otra población cosaca si era necesario.

Estas acciones provocaron tensiones en la política de la frontera de la Mancomunidad Polaco-Lituana.

Debido a estos ataques, el Gran Duque Basilio III de Rusia exigió al sultán otomano que tratara de controlar las acciones de los cosacos, algo a lo que se negó ya que no estaban bajo su jurisdicción política y por lo tanto, no podía hacer nada.

Años más tarde, cuando el sultán pidió ayuda contra los cosacos al zar Iván el Terrible, recibió exactamente la misma respuesta que él había dado a Basilio III.

Este tipo de peticiones y denegaciones corrieron entre Rusia, el Imperio Otomano y la Mancomunidad Polaco-Lituana durante años, ya que en realidad a todos ellos les interesaban las acciones de pillaje de los cosacos.

A finales del siglo XVI, el Imperio Otomano responsabilizó a la Mancomunidad de los ataques sufridos a manos del pueblo cosaco, ya que los Cosacos de Zaporozhia del Dniéper eran considerados como parte de la misma.

En respuesta, los tártaros que vivían bajo dominio otomano comenzaron a atacar los territorios de la Mancomunidad.

A principios del siglo XVII, el Imperio Otomano y la Mancomunidad firmaron varios tratados para controlar tanto a los cosacos como a los tártaros, pero fueron infructuosos.

En esta época, los Cosacos de Zaporozhia se dividieron dando origen al Gran Ducado de Moscú.

Además de los sucesivos ataques y respectivas venganzas, el Imperio de los Habsburgo había empezado a usar a los cosacos a su favor en la frontera con el Imperio Otomano.

Muchos campesinos de la Mancomunidad Polaco-Lituana escaparon y se unieron a los cosacos ya que los nobles polacos habían tratado de convertirlos en siervos. Los cosacos de la Mancomunidad, además, pretendían ser iguales a la nobleza y convertirse en una nación más para la Mancomunidad.

Al ser rechazadas ambas cosas por los polacos y los lituanos, los cosacos decidieron abandonar la Mancomunidad. Tras producirse la Rebelión de Bohdán Khmelnytsky, la Mancomunidad Polaco-Lituana acabó desapareciendo, liberándose así los cosacos de la influencia polaca ya que se aliaron con el Imperio Ruso.

La nación cosaca se disgregó en varias pequeñas naciones que fueron perdiendo su independencia de forma gradual hasta que Catalina II de Rusia las acabó aboliendo a finales del siglo XVIII. Los cosacos de la Hueste Zaporozhian obtuvieron títulos nobiliarios.

Algunos cosacos colonizaron la estepa Kubán, lo que haría que más tarde fueran un punto crucial en la expansión de Rusia. Además, sirvieron como guías a muchos expedicionarios que exploraban Rusia con fines científicos.

A principios del siglo XIX, las tropas cosacas serían los soldados de Rusia más temidos por las tropas francesas de Napoleón.

En esa época, los cosacos rusos desarrollarían la táctica de guerra de guerrillas y las operaciones especiales tal y como las conocemos hoy día.

A finales de este mismo siglo, la comunidad de los cosacos disfrutaba de ciertos privilegios dentro del Imperio Ruso, donde se organizaba en dos huestes divididas a su vez en varios regimientos. Servían como tropas de caballería, infantería y artillería y cada una de estas huestes tenía su propio uniforme.

Además, había tres regimientos de cosacos que formaban parte de la Guardia Imperial y de la escolta personal del zar.

A principios del siglo XX, se le usaba para disolver los desórdenes públicos de obreros y campesinos aprovechando la gran lealtad que sentían hacia el gobierno zarista, ya que les había hecho sentirse parte de una comunidad de élite en Rusia.

A pesar de todo, el resto de los ejércitos los consideraba indisciplinados y sin formación suficiente, por lo que los cosacos empezaron a ser usados como mensajeros, exploradores o simplemente soldados exóticos y de adorno dentro del Ejército Rojo.

Cuando estalló la Revolución Rusa en 1917, también conocida como Guerra Civil Rusa, las tropas cosacas acabaron por unirse a los sublevados, lo que aceleró la abdicación del zar Nicolás II.

Durante la guerra civil, los cosacos tuvieron un importante papel en los acontecimientos de la misma luchando contra el Ejército Blanco.

A pesar de todo, tras el triunfo de los comunistas soviéticos en la Guerra Civil Rusa, los cosacos y su cultura fueron reprimidos incluyendo deportaciones, persecuciones y ejecuciones ordenadas por Stalin.

A punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista Soviético decidió volver a activar a las unidades cosacas en el Ejército Rojo. En pleno conflicto, algunos líderes cosacos se rebelaron contra Stalin llegando a trabajar para los nazis y otros, dieron su apoyo a los socialistas y a los soviéticos.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los países europeos decidieron enviar a todos los cosacos de vuelta a la Unión Soviética y ponerlos en manos de Stalin.

Éste, que ya no los necesitaba en sus tropas, se ocupó de perseguirlos con tanta crueldad que prácticamente exterminó a los más de 150.000 cosacos que fueron repatriados desde Europa.

En los años 80 del siglo XX, la Unión Soviética tomó medidas encaminadas a la recuperación de las comunidades cosacas y en 2005, consiguieron nuevos derechos con los que aspiran a crear un territorio autónomo. Actualmente existen organizaciones de cosacos en Moscú. Además, forman una parte importante de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa.

Las armas de los cosacos

A lo largo de los siglos, los cosacos han portado distintas armas conforme la época. Consideraban que sus armas eran tesoros y quien era visto maltratando o despreciando un arma, no era tenido por cosaco. A pesar de que llegaron a usar armas de fuego, siempre pensaron que las armas para el combate cuerpo a cuerpo eran más honorables, hablando siempre con respecto de este tipo de armamento más antiguo.

·         Shashka o cuchillo grande: aunque se trata de un arma de hoja larga, no se considera como un sable. Suele medir menos de un metro; las cosacas, en concreto, suelen ser más ligeras y cortas que las demás. La empuñadura no tiene guardas para proteger la mano, algo que caracteriza a este tipo de arma. Las fundas suelen hacerse de madera forrada con cuero. En el siglo XIX, el shashka fue adoptado como arma oficial de la caballería del ejército ruso, desplazando así al sable tradicional. Hoy día se considera como un elemento tradicional de la cultura cosaca y parte de su traje folklórico.

·         Nagaika o látigo: es un látigo corto, grueso y de sección redonda usado por los cosacos rusos aunque su origen está en el pueblo nogái, los mongoles caucásicos. Aunque su uso original era para guiar al caballo, lo cierto es que también se usaba como arma cuando no se tenía otra o incluso en combinación con la espada que se llevaba en la otra mano. Según la tradición cosaca, era la primera arma que recibía un guerrero cuando pasaba de ser un niño a ser un adulto.

·         Lanza: medía unos tres metros y acababa en una punta fabricada en hierro. Tenía un disco de hierro en la mitad del eje para evitar que el enemigo, en sus últimos momentos de lucha, pudiera herir al cosaco que le había ensartado. Este disco se convertiría en una bola en la época napoleónica. Los cosacos también usaban las lanzas para saltar por los pantanos y evitar hundirse. Los cosacos eran considerados unos expertos en el uso de la lanza por sus contemporáneos.

·         Chekan o martillo: era una especie de martillo de batalla de orígenes medievales que se usaba en el combate cuerpo a cuerpo cuando era peligroso herir a un compañero usando otro tipo de armas. Se caracterizaban por tener un mango largo que podía cogerse con las dos manos. Algunos de estos martillos podían llevar una daga adherida al mango que podía desenvainarse para herir al enemigo.

·         Carabinas, mosquetes y pistolas: los cosacos usaron armas de fuego como otros soldados de su época pero en realidad nunca les dieron demasiado valor porque consideraban más honorable la lucha cuerpo a cuerpo. Lo que sí les agradaba de las armas de fuego era que servían para asustar al enemigo y, por esta razón, solían simplemente disparar al aire sin molestarse en apuntar a un objetivo concreto.

·         Kinzhal o puñal o daga: se trata de una daga de dos filos usada desde tiempos antiguos. Su forma puede recordar al gladius de los romanos, aunque es más pequeña. Solía llevarse como complemento del shashka.

 

Los uniformes de los cosacos

En sus primeros momentos, cada cosaco tenía que conseguir su propio uniforme. Aunque algunas huestes disponían de fábricas donde se hacían los uniformes, era común que después, en el núcleo familiar, se añadieran algunos toques personalizados en cuanto a la ornamentación.

Cada hueste tenía sus colores distintivos y no fue hasta pasado un tiempo cuando se elaboraron patrones para lograr una mayor uniformidad.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el uniforme básico consistía en una túnica tradicional holgada y los pantalones anchos típicos de las tropas regulares rusas.

Las huestes caucásicas llevaban un abrigo largo y un poco entallado con un cinturón de cuero para munición y un chaleco colorido. La mayoría llevaban gorros redondos con algún tipo de decoración y gorras para el día a día. Estos gorros se ponían ladeados sobre la cabeza.

En verano, vestían blusas blancas al igual que el resto del ejército ruso. El color de cada hueste se mostraba en los hombros o en la banda del gorro.

De 1910 a 1918, comenzaron a llevar chaqueta gris-caqui para el trabajo de campo. El uniforme de gala se componía de pantalones azules o verdes con amplias franjas de colores que a menudo se combinaban con la chaqueta de servicio.

Los miembros de la Guardia Imperial llevaban uniformes diseñados por el gobierno,  los cuales eran coloridos y muy elaborados.

Por ejemplo, los Konvoi vestían abrigos escarlata, túnica blanca y coronas rojas en el sombrero. Los Guardias Cosacos de Su Majestad y los Guardias Cosacos del Atamán, procedentes de la hueste del Don, vestían abrigos rojo y azul claro respectivamente.

Organización militar de los cosacos

Los cosacos se dividían en huestes, que a la vez se repartían en regimientos formados por distintos escuadrones. Cada hueste estaba a cargo de un atamán, la máxima autoridad tanto militar como civil.

Esta autoridad se extendía no solamente a las huestes sino también a las comunidades locales. El encargado de nombrar a los atamanes era el zar, quien debía cumplir con la condición de que el atamán siempre debía ser un hombre de origen cosaco.

Uno de los aspectos más valorados de los cosacos era su rápida respuesta ante una amenaza de guerra, desplegando sus tropas en apenas un par de semanas sin ninguna necesidad de una preparación previa de los soldados, como ocurría con otros ejércitos.

Por encima de todo, proporcionaban al zar tropas de caballería aunque con el tiempo, sumaron no solamente soldados de infantería sino también baterías de artillería e incluso aviadores.

El primer comandante de la Fuerza Rusa Aérea fue un piloto cosaco.

La especialidad de los cosacos era la emboscada, las misiones de alto riesgo y las operaciones especiales, donde nadie les superaba. Incluso hoy día, cuerpos de fuerzas especiales de todo el mundo aún adoptan técnicas aprendidas de los cosacos.

El inconveniente que muchos militares occidentales encontraban respecto a los cosacos era su escasa disciplina, algo que, en cualquier caso, no sirvió para dejar de aprovechar la pericia y el valor que los cosacos mostraban en la batalla.

Napoléon llegó a decir: «Dadme 20.000 cosacos y conquistaré el mundo«, impresionado tras verlos actuar en sus batallas en Rusia.

La navegación y los cosacos

Los cosacos siempre han destacado en la historia por sus increíbles tropas de caballería pero poca gente sabe que en los siglos XV y XVI existió una auténtica Armada cosaca, una marina irregular que actuaba en el Mar Negro y en el Mar Caspio con unas técnicas navales muy concretas de los cosacos y que realizaba tareas de despliegue y movilización.

También navegaban en los ríos que desembocaban en dichos mares.

Los cosacos se lanzaban al mar especialmente en primavera y en otoño, aunque podían hacerlo en cualquier época del año si así lo requerían.

La primera fecha que se conoce al respecto es el año 1492, en el que el Kanato de Crimea se quejó a los turcos de que los cosacos habían saqueado y destruido un barco turco.

El objetivo de estas expediciones marinas era atacar a las embarcaciones comerciales y ciudades costeras del Imperio Otomano y también tratar de liberar a los cosacos cautivos.

Los barcos de los cosacos eran embarcaciones pequeñas de poca eslora llamadas chaika, que quiere decir «gaviota» en ruso.

Medían entre 10 y 20 metros de largo y 2 o 3 metros de ancho y no tenían quilla ni cubierta, pudieron alojar a unos cincuenta tripulantes.

Tenían 20 pares de remos para impulsarse, lo cual hacían con bastante rapidez. En el Océano Ártico, los cosacos siberianos usaban unos barcos más resistentes y de mayor eslora llamados koch, con cubierta, un mástil y dos timones.

Solían navegar de noche y, a ser posible, aprovechando la neblina, manteniendo las embarcaciones unidas de forma compacta para desplazarse como una masa.

Podían ir de 15 a 300 barcos dependiendo del objetivo que tuviera la expedición aunque se sabe que hubo momentos en los que llegaron a concentrarse 1.500 embarcaciones.

Se desplazaban con sigilo por el río hasta llegar al lugar en el que se situara su objetivo. Después, se dispersaban por la costa antes de asaltar un par de barcos y regresar rápidamente a sus embarcaciones cargados de botín o incluso sin él, si las cosas no habían salido según lo esperado.

Las expediciones navales de los turcos fueron constantes llegando a atacar el palacio del sultán turco en Constantinopla en el año 1616.

A mediados del siglo XVII, fue un atamán cosaco quien realizó una expedición naval y descubrió que Asia no está conectada con Alaska y que, en ciertas épocas del año, se puede navegar de Europa a China por el Océano Ártico.

La flota cosaca dejó de existir oficialmente en 1775, coincidiendo con la abolición de las comunidades independientes cosacas por parte de Catalina II de Rusia.

 

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