GUERREROS DE EUROPA
LOS CELTÍBEROS
La pesadilla
de Roma en
Hispania
Los
celtíberos eran una tribu de la Península Ibérica que habitaba el territorio al
oeste de la Cordillera Ibérica, que servía de frontera natural con los íberos
también en el valle del medio Ebro y se conocía con el nombre de Celtiberia.
Sin embargo, el término «celtíbero» también se usa
para denominar en conjunto a las tribus celtibéricas y es el que se emplea en
este artículo ya que está más extendido. En cualquier caso, conviene no olvidar
la diferencia entre los dos términos.
Los distintos pueblos celtíberos ocasionaron más de
un quebradero de cabeza a Roma, desde donde se enviaron excelentes generales
para mantenerlos bajo control y así someter Hispania. Durante años, las tribus
de la Península Ibérica fueron un auténtico dolor de cabeza para Roma.
La ferocidad de estos guerreros,
su ausencia de miedo a la muerte y sus astutas estrategias demostraron que no
iban a ponérselo nada fácil.
Los celtíberos, celtas en la Península Ibérica
Guerreros celtíberos, izquierda
a derecha arévaco, oretano, lusitano, vacceo y carpetano.
https://arrecaballo.es/edad-antigua/el-caballo-en-la-peninsula-iberica/los-celtiberos/
Es
complicado establecer cuáles fueron exactamente las tribus celtas de la
Península Ibérica ya que durante los siglos de su existencia, entre el siglo
III a.C y el siglo I d.C., algunas de ellas desaparecieron y otras se
expandieron precisamente ocupando el territorio de las más débiles. Etnias y
estados fueron variando hasta que se produjo la conquista romana.
En el
Sistema Ibérico, especialmente en Zaragoza y Teruel, hay varios yacimientos y
ciudades celtíberas así como en Castilla y León.
Al
mismo tiempo, cada tribu se dividía en clanes de los que apenas conocemos sus
nombres gracias a la epigrafía en lengua celtibérica que también nos ha
proporcionado información sobre el mundo celtibérico.
Generalizando,
los pueblos celtíberos con influencia celta en la Península Ibérica son:
·
Galaicos
·
Cántabros
·
Astures
·
Belos
·
Titos
·
Pelendones
·
Arévacos
·
Vacceos
·
Celtíberos
·
Vettones
·
Carpetanos
·
Lusitanos
Aun así, existen muchos debates en torno a la
celticidad o no de estos pueblos, siendo un tema en constante discusión del que
aún no se ha llegado a un acuerdo.
Tampoco
hay acuerdos en cuanto al origen de estas tribus con características que las
diferencian de los celtas insulares y continentales pero que, a su vez, también
se diferencian unas de otras, muchas veces dependiendo de las influencias que
hubieran recibido por parte de otros pueblos.
Las primeras teorías hablaban de sucesivas
invasiones procedentes
de la Cultura de los Campos de Urnas, después se habló una evolución por el contacto con
otras culturas y no hace demasiado, se habló de que el origen de los celtas
europeos estaba precisamente en la Península Ibérica, al sur de la Meseta
Oriental.
Los romanos llegan a la Península Ibérica a finales del
siglo III a.C., en el año 218 a.C., con motivo de la
Segunda Guerra Púnica.
Escipión
desembarcó en la actual Ampurias (Girona) y en su lucha contra los púnicos,
Roma comienza a conquistar ciudades de la costa mediterránea, teniendo los
primeros contactos con los íberos.
Más tarde, para cortar los suministros que Aníbal recibía
desde Hispania, los romanos penetran en la meseta siguiendo el Ebro y siete
años más tarde, el ejército romano ya cuenta con auxiliares celtíberos
entre sus tropas .
Sin
embargo, al hacerles Aníbal una oferta mejor, los mercenarios celtíberos
abandonaron a los romanos. Veinte años más tarde, Roma se encontraría con estos
mercenarios celtíberos en sus enfrentamientos contra los turdetanos del sur
peninsular.
La conquista de Celtiberia comenzó en el año 181 a.C. por parte de Tiberio Sempronio Graco, quien sometió
pueblos y aldeas en la meseta pero también pactó con algunas tribus aprovechando
su rivalidad contra los vascones, prometiéndoles ayuda.
Roma comienza a reagrupar a algunos de estos
pueblos ibéricos en asentamientos propios con la excusa de formarles en la
cultura latina. Estos nuevos asentamientos pagaban tributo y, algunos, obtenían
permiso para acuñar su propia moneda.
Además, adquirían con el tiempo la ciudadanía
romana modificándose así la
sociedad celtibérica.
Los que se negaban a ser sometidos, eran vendidos
como esclavos. Con el tiempo, hubo protestas por los elevados tributos y Roma
tuvo que intervenir para regular el sistema impositivo.
En el año 154 a.C. y a raíz de estos impuestos, los
habitantes de Segeda, en la provincia actual de Zaragoza, deciden amurallar su
ciudad a pesar de que lo tenían prohibido.
El cónsul Nobilior se presentó allí con 30.000
soldados y los segetanos huyeron, buscando refugio en Numancia, la capital de
los arévacos. Nobilior hubo de pasar el invierno frente a las murallas de
Numancia tras sufrir varias derrotas.
Varios cónsules fueron enviados desde Roma sin
obtener ningún resultado hasta que Cayo Hostilio Mancino capituló ante Numancia
al oír rumores de que cántabros y vacceos se disponían a ayudar a los
numantinos.
Mancino fue llamado a Roma, que no aceptó las
condiciones que éste había pactado con Numancia, y fue obligado a entregarse a
la ciudad.
Tras un día entero en las puertas, los numantinos
lo rechazaron. Finalmente, en 134 a.C., Escipión Emiliano llegaba a la
Península Ibérica.
Tras imponer un duro asedio a Numancia, la ciudad
se rindió presa del hambre y sus habitantes, los que no se habían suicidado,
fueron convertidos en esclavos.
De
forma paralela a estos sucesos, en el año 155 a.C. y en Lusitania, el caudillo
Púnico y, tras su muerte, Caisaros, habían logrado varias victorias frente a
Roma. En el año 147 a.C. surge la figura de Viriato como nuevo caudillo de los
lusitanos.
Durante
ocho años obtuvo victorias sobre los romanos hasta que fue traicionado y
asesinado por dos de sus capitanes. Tautalos, su sucesor, se rindió a Roma poco
después.
Más
adelante, en el siglo I a.C., Hispania fue escenario de las guerras civiles de
Roma cuando Quinto Sertorio buscó refugio en esta provincia tras rebelarse
contra Sila.
Sertorio
fue vencido por Pompeyo y es este momento, es cuando Julio César llega a la
Península Ibérica para eliminar los apoyos que tenía éste último entre los
pueblos ibéricos.
Por último y ya bajo el mandato de Augusto, estallaron
las guerras astur-cántabras en el norte de Hispania. Tras el final del
conflicto, Roma
obtuvo pleno dominio sobre la Península Ibérica cuyos
habitantes se fueron romanizando progresivamente olvidando su cultura
celtibérica.
Representación de una urbe celtíbera
rodeada de muralla con torreones, a veces tenían foso
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Las armas de los celtíberos
Es complicado describir con exactitud la panoplia de los guerreros
celtíberos ya que además de existir una evolución cronológica en el equipo y
las armas domésticas y artesanales, también hay distinciones según las tribus y
zonas.
Por eso, esta descripción es básica para poder crear una idea
general del tipo de equipamiento que llevaba un guerrero celtíbero:
Casco: existían varios modelos entre los que destacan el tipo
Montefortino y el hispano-calcídico. Los cascos servían para expresar el poder
de quien lo llevaba, especialmente los que iban decorados con penachos de plumas.
Estos cascos podían llevar carrilleras, cubrenucas y se remataban con una pieza
en forma de cono o de esfera. Es posible que el interior estuviera forrado con
fibras vegetales o telas para acomodar la cabeza y protegerla de los golpes
aunque al ser materiales perecederos no se han podido encontrar restos que lo
certifiquen. Para los celtíberos, la cabeza era el depósito del alma por lo que
su protección tenía doble sentido, y es éste el motivo también por el que
tenían la costumbre de cortar la cabeza del enemigo. Si éste era especialmente
ilustre, conservaban la cabeza en aceite de cedro y la exhibían a modo de
trofeo, tal como se ve en algunas fíbulas donde aparecen jinetes con cabezas cortadas
colgando de su caballo.
Escudo: la caetra es el escudo circular de los
celtíberos y se fabricaba en cuero o en madera forrada con piel. Tenían la
medida exacta para proteger el torso de un hombre, entre 50 y 70 centímetros, y
podían llegar a pesar hasta 8 kilos. Podían estar decorados con remaches de
bronce que quizá servían para identificar a los distintos clanes y tribus. Los
lusitanos tenían escudos de dos pies de diámetro y cóncavos y, los cántabros,
escudos hexagonales y escudos circulares cóncavos además de la caetra.
Coraza: los lusitanos llevaban corazas de lino aunque los más
pudientes llevaban coraza de malla. Destacan los discos-coraza, dos discos (uno
al pecho y otro a la espalda) unidos por cadenas de bronce o hierro o también
por tiras de cuero. El hecho de que no parecieran proteger mucho y de que tengan
mucha decoración simbólica hace cree que fuera un elemento de prestigio más que
de protección.
Grebas: se usaban para proteger las espinillas y podían ser de
lana, pieles o cuero. En el famoso Vaso de los Guerreros de Numancia se ve a
los guerreros llevando grebas.
Espadas:
la espada más característica de los celtíberos es la espada de antenas, no la
falcata, como se suele creer y que es típica de los íberos. La espada de
antenas tenía doble filo y era tan eficaz y resistente que los romanos la
adoptaron para crear su gladius hispaniensis. Esta calidad del
hierro procedía del uso de agua y del fuego en su fabricación. Aunque existen
varios tipos de espadas de antenas, todas se caracterizan por el doble filo y
la punta triangular. Su nombre viene de la forma de su empuñadura, que parecen
dos antenas acabadas en dos formas esféricas. La espada se consideraba el arma
más importante del guerrero celtíbero al igual que ocurre con otros guerreros
de otras civilizaciones y épocas. Por eso, podían ceder en cualquier cosa ante
los romanos excepto en la entrega de las armas. Por el mismo motivo, uno de los
peores castigos que los romanos infligían a los celtíberos era cortarles la
mano derecha, con la que manejaban la espada. Cuando un guerrero moría y era
enterrado con sus armas, éstas eran destruidas o inutilizadas.
Puñales: dentro de todas las tipologías de puñales que hay,
destacan los biglobulares, llamados así por los dos discos que tienen en la
empuñadura. El del extremo y de mayor tamaño servía para apoyar el pulgar y
hacer fuerza al clavar y el pequeño llenaba el hueco de la mano al cerrar el
puño para que el agarre fuera más sólido. Tienen solamente una nervadura
central, lo que los hace muy sólidos y resistentes. Los puñales se llevaban
cerca del cuerpo para poder usarlos con rapidez en caso de necesidad y en
ocasiones, se portaban en una pequeña funda adherida a la funda de la espada.
Fíbula celtíbera
Los dioses guerreros de los celtíberos
La sociedad celtíbera se basaba en los valores guerreros y por lo
tanto, la guerra era un aspecto muy presente en sus vidas y, por supuesto,
también en sus creencias.
Los
guerreros consideraban que el
máximo honor era morir en combate ya
que les haría llegar directamente junto a los dioses.
En
algunas tribus, los cuerpos de los guerreros caídos en la lucha eran expuestos al aire libre para que fueran devorados
por los buitres a modo de ritual funerario , quienes llevarían de
esta forma sus almas al cielo, una costumbre que sigue vigente en algunas zonas
del Tíbet.
En otras ocasiones, el cadáver del guerrero era incinerado junto
con sus armas y el resto de panoplia mientras se llevaban a cabo juegos
funerarios y cánticos. Este tipo de funeral debía estar reservado a los reyes y
caudillos, tal y como se hizo con Viriato.
Se han documentado varios dioses de la guerra:
Ataecina o Adaegina |
Diosa asociada al Inframundo, de la Fertilidad
y el Renacer. Se la identificó con Proserpina (Perséfone) y su culto se extendió por toda
la Península. |
Andera |
Diosa o regenta de la Tierra |
Baelistos |
Divinidad de los berones, aparentemente el sol
que purifica. |
Baraecus |
Dios relacionado con las Aguas. Como protector de
los muros del poblado |
Baudv-haeto |
Su nombre significa «Violencia y Combate». Esposa
de Netón. |
Bandus |
«el fuerte y victorioso» que conducía al triunfo
a los guerreros y estaba asociado también a los juramentos. |
Cabar-Sul |
Dios Solar, identificado con Apolo de los
lusitanos. |
Camal o Camala |
Aparentemente era una Diosa del Amor y la
Belleza, identificada con Venus. |
Candamuis, Candamio |
Dios del Cielo, de las Tormentas y el rayo
de los cántabros y astures. |
Cariocecus |
Se trata de una divinidad guerrera que los
romanos asociaron con Marte. Es posible que se le sacrificaran cabras,
caballos y prisioneros. |
Cosus |
Dios de la Guerra, cuyo culto se extendió en la
Península. Este dios recibió culto en el noroeste de la Península Ibérica y
también fue asimilado con el Ares griego y el Marte romano. Se cree que quizá
fue el patrón de las cofradías guerreras de esta zona. Se barajan distintos
significados de su nombre que pueden ser «victoria» o también «sujetar», por
lo que sería un dios que otorga la victoria y además, paraliza a los
enemigos. |
Culto a los Muertos |
Los celtíberos lo practicaron y las sepulturas
eran sus templos. Encima de ellas se solía erigir una estatua en piedra de un
antepasado ilustre. También tenía lugares comunes de entierro. |
Dercetius |
Dios de la Montaña en Gallaecia y Lucitania. |
Dios |
Había, según Estrabón (historiador griego del
siglo I a.C.) un Dios único común a todos los clanes y federaciones, que no
tenía un nombre específico, diferente a los dioses locales y a quien
designaban simplemente como Dios. |
Endovélico o Eno-bólico |
Dios del Fuego Creador, Organizador y Conservador
del universo. Protector de la Naturaleza toda y con carácter
oracular. Entre los lusitanos también era el dios de la medicina,
curando a sus pacientes a través de sueños y oráculos. |
Ilurbeda |
Diosa de los Caminos y de los Pasos de Montaña. |
Iscallis |
Diosa de la Fertilidad. |
Magnón |
Dios Solar (similar a Sol-Hércules). |
Neta |
Esposa de Netón. |
Netón |
Dios de la Guerra (Sol-Marte) adorado en
Gallaecia. Adorado por celtas pero también por los íberos. Representa la idea
del héroe mortal que acaba convirtiéndose en un dios. |
Noctiluca |
Diosa de la Luna o la luz nocturna. Se cree que
los celtíberos le rendían culto en las noches de luna llena. |
Reve |
Dios Supremo y Soberano, regente de las Aguas
Termales. |
Saga o Saha |
Segulo, Dios Solar (identificado con Apolo). |
Segolu |
Dios Solar, identificado con Apolo. |
Trebaruna |
Se cree que fuese una Diosa protectora del Hogar.
Se trata de una diosa de Galicia y Portugal que actuaba como protectora de la
tribu o del clan y que también ha sido vinculada con la victoria en la
batalla y la muerte con honor. |
Vaélico |
Se lo asocia al Inframundo, siendo también
protector de los bosques y de la naturaleza en general. El dios-lobo encargado de guiar a los guerreros muertos hasta
el Inframundo. |
La devotio, el juramento de los celtíberos a sus jefes
La devotio ibérica
era la forma en la que se producía una clientela militar entre un jefe y los hombres que
le seguían.
Los hombres juraban proteger con su vida al jefe o rey y, a
cambio, éste les mantenía y les otorgaba un estatus social más alto. Además,
los hombres también hacían este juramente ante una divinidad a la que ofrecían
su vida si acaso a su jefe le ocurría algo.
Por ello, si finalmente el jefe o el rey moría en el combate, sus
devotos tenían la obligación de suicidarse por honor.
Quizá una de las divinidades ante la que hacían este juramento era
Bandus, dios asociado con la palabra dada y su cumplimiento.
En
ocasiones, esta devotio se
complementaba con un pacto de hospitium,
por el cual una comunidad acogía a un individuo o bien, dos comunidades
llegaban a un acuerdo. En ocasiones, Roma hizo este tipo de pactos con las
tribus que se mostraban favorables a un acuerdo.
Los
romanos se aprovecharon de la institución de la devotio para
conseguir soldados
fieles atados por un juramento a los dioses que sabrían
que sería respetado.
Se cree que, además, la férrea resistencia que mostraron los
celtíberos en episodios como los de Numancia o Calagurris fuera debida
precisamente al haber hecho ese tipo de juramento y no poder actuar sin la
orden de un jefe.
Es
posible que de la devotio hecha
a los jefes romanos acabara derivando el culto al emperador.
Las cofradías guerreras
Éjercito celtíbero en las
proximidades de Numancia, estaba compuesto por diferentes tribus y clanes.
Autor Ángel Benito Gastañaga
Guerreros celtíberos, 134 a.C.,
cerca de Numancia. Se aprecian las diferencias, unos llevan discos pectorales,
otro cota de malla y otros dos cota de escamas. Autor Ángel García Pinto.
En la Península Ibérica existían cofradías guerreras,
especialmente en la zona noroeste y también en Lusitania, al oeste.
Se
trataba de grupos
de guerreros que se dedicaban especialmente al saqueo para obtener bienes de
consumo y que, por lo tanto, no se dedicaban a la
agricultura como otras tribus vecinas sino que se centraban más bien en la
ganadería, una actividad económica que les permitía una mayor movilidad.
Estas
cofradías guerreras salían a saquear a
principios de la primavera y
volvían al hogar cuando llegaba el invierno para descansar y reunirse con el
resto de la tribu.
Se cree que seguramente el pertenecer a una de esas bandas
conllevaba la superación de un rito de iniciación que, desgraciadamente, no ha
llegado hasta nosotros.
Las saunas halladas en el norte de Portugal y sur de Galicia
podrían haber tenido un papel relevante en este rito de iniciación en el que el
agua jugaría un papel importante como símbolo de regeneración y también como
elemento de tránsito al Inframundo.
La
pertenencia a estas cofradías incluiría también un juramento, quizá parecido a
la devotio,
dedicado a una divinidad tutelar del grupo.
Estos saqueos llevados a cabo por las cofradías guerreras
seguramente tenían también un componente económico y social.
El económico vendría derivado del hecho de su escasez de recursos
al no dedicarse a la agricultura y el social derivaría de la búsqueda de
prestigio dentro del grupo y también de una especie de «rito de paso» para los
jóvenes que se convertían en adultos.
Existen paralelos de estas cofradías guerreras entre los germanos
y los celtas de Irlanda, por ejemplo, y se cree que su origen estaría en
tiempos arcaicos.
Diodoro describe a los celtíberos así:
”los celtíberos son crueles
en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero honorables y humanos
con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan a detenerse
en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo aquel
que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses”….”Llevan
sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes.
Algunos celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias
redondas, llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la
cabeza, cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas
de dos filos fabricadas en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud
de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo
peculiar de preparar las armas que utilizan para su defensa. Entierran láminas
de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la parte débil del hierro,
consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de ésta hacen
espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las armas así
fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso
resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro.”
”… los celtíberos suministraban para la lucha no sólo
excelentes jinetes, sino también infantes que destacaban por su valor y
capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras, cuya lana
recuerda el fieltro. En cuanto a las armas, algunos de ellos llevan escudos
ligeros, similares a los de los celtas, y otros grandes escudos redondos del
tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y
cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras. Llevan
también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero, y puñales de una
cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar
en la fabricación de sus armas; entierran piezas de hierro y las dejan oxidar
durante algún tiempo, aprovechando sólo el núcleo, de forma que obtienen ,
mediante nueva forja, espadas magníficas y otras armas. Un arma así fabricada
corta cualquier cosa que se encuentre en su camino, por lo que no hay escudo,
casco o cuerpo que se resiste a sus golpes, por la excepcional calidad del
hierro. Son muy hábiles en luchar de dos modos diferentes: primero atacan a
caballo y, en caso de ser rechazados, desmontan y atacan de nuevo como soldados
de infantería. Según sus normas habituales son extremadamente cueles con los
criminales y enemigos, aunque con los forasteros son compasivos y honrados; los
extranjeros que vinieron a vivir entre ellos, todos los invitaron a parar en
sus casas, rivalizando entre ellos para prodigarles hospitalidad, y los
extranjeros que fueron atendidos por éstos, los elogiaban y los consideraban
amigos de los dioses…..”
”En cuanto a su
alimentación, se sirven de toda clase de carnes, que abundan entre ellos, y
como bebida poseen una combinación de vino y miel…”
‘‘Los
celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el
cadáver de un guerrero así muerto, pues creen que su alma remonta a los dioses
del cielo al devorar el cuerpo yaciente el buitre” (Silio Itálico en
Púnicas)
https://guerrerosdelahistoria.com/celtiberos/
https://redhistoria.com/mitologia-lista-de-divinidades-y-dioses-celtiberos/
https://arrecaballo.es/edad-antigua/el-caballo-en-la-peninsula-iberica/los-celtiberos/
LOS HONDEROS BALEARES
Catapultas humanas
Los honderos baleares se ubican en la Edad Antigua
y fueron uno de los ejércitos más conocidos de esta época. No actuaban en
solitario sino que formaban cuerpos propios al servicio de los ejércitos cartaginés
y romano.
Solían hacer el papel de tropas auxiliares de
infantería ligera compuestas por mercenarios que se obtenían mediante levas
voluntarias, esto es, ninguno de estos honderos era obligado a luchar.
Los honderos eran increíbles defensores y asaltantes
de fortificaciones aunque los cartagineses los emplearon casi siempre en el
campo de batalla. Su función era la de atacar en primer lugar derribando a los
atacantes de primera línea y destruyendo su equipo defensivo: escudos, yelmos,
corazas, etc.
En las fuentes, los honderos baleares son llamados funditores ya que el arma que manejaban,
la honda, era llamada funda en
latín.
Una vez que los enemigos estaban cerca, se
replegaban en compañía de los arqueros para dar paso a la infantería pesada.
Aníbal contó con 2.000 honderos baleares en la
campaña en la península itálica a los que situó en primera fila
El origen de los honderos baleares
No se
sabe a ciencia cierta de dónde proceden los colonizaciones que ocuparon las
Islas Baleares pero se cree que debieron llegar en torno al IV milenio a.C.
Seguramente procederían del extremo oriental del Mediterráneo.
Sí
que se sabe que las gentes que inmigraron en momentos posteriores procedían de
Fenicia y Focea (Líbano y Turquía actuales)
Los
primeros restos humanos hallados en las Islas Baleares datan del año 3.500 a.C.
y fueron encontrados en Mallorca
La
primera vez que los honderos baleares son mencionados es a mediados del siglo V
a.C. en Cerdeña en el contexto de la conquista de la ciudad de Selinunte (409
a.C.) dentro de las guerras sicilianas.
Las
guerras sicilianas o greco-púnicas (600 – 265 a.C.) enfrentaron a los griegos y
a los cartagineses por el control de la isla de Sicilia y el Mediterráneo
occidental
En
este mismo conflicto vuelven a ser mencionados durante la toma de Agrigento y
también en la batalla de Ecnomo (310 a.C.)
La honda balear
Los honderos baleares fabricaban sus hondas
con fibras vegetales, esparto, lino y, en ocasiones crin de caballo. Además, se
conocen hondas hechas con tripas o nervios de animal.
Se cree que la honda fue un invento del
Paleolítico que seguramente se usaba para cazar y ahuyentar animales.
A modo de proyectil, también llamado glande,
usaban piedras o piezas de plomo. Sin embargo, los honderos baleares no se
conformaban con cualquier piedra. Las piedras usadas como proyectil eran
cuidadosamente seleccionadas en función de su forma, que tenía que ser lo más
aerodinámica posible, y su peso, en torno a los 100 gramos.
En el
caso de las piezas de plomo, se fabricaban mediante un molde. Respecto a las
piedras, aumentaban la capacidad de impacto en armaduras tanto metálicas como
de cuero. Los plomos, además, pesaban menos, entre 45 y 90 gramos, por lo que
alcanzaban una mayor velocidad y alcance.
En
Sanitja, el yacimiento arqueológico romano más importante de Menorca, se han
encontrado proyectiles de honda que llevan inscritas las iniciales del líder de
su propietario.
¿Cómo luchaban los honderos baleares?
Los
honderos baleares aprendían a manejar la honda desde que era muy pequeños.
Además, debían buscar permanentemente la perfección en su uso.
Según
Licofrontw de Calces, las madres colocaban alimento en los árboles y no dejaban
que los niños comieran hasta que acertaban con la honda. Esta historia se sigue
contando en las Islas Baleares hoy día.
[…]Y
las madres señalaron a sus hijos más pequeños, en ayuno, el arte de tirar; ya
que ninguno de ellos probará el pan con la boca si antes, con piedra precisa,
no acierta un pedazo puesto sobre un palo como blanco […]
Los honderos baleares solían llevar consigo tres hondas distintas.
Una de ellas se la ataban en la cabeza, la otra en la cintura y la tercera la
llevaban en la mano. Algunos autores como Estrabón refieren que llevaban las
tres hondas atadas en la cintura.
Cada una de estas hondas estaba diseñada para algo concreto:
·
Una era para lanzar proyectiles grandes y medía aproximadamente
un metro de largo, lo que permitía cubrir una distancia de 300 a 400 metros. ·
La segunda se usaba para arrojar proyectiles con mayor precisión
y su medida era la misma distancia que había del pulgar al hombro del
hondero. Llegaba a una distancia de 30 a 50 metros. ·
La tercera honda se utilizaba para los tiros a corto alcance. Su
longitud era de la misma medida que había entre el pulgar y el bíceps del
hondero. · |
Solían
actuar como mercenarios y se dice que cobraban en especies su trabajo para
compensar aquello que faltaba en las Islas Baleares como las mujeres, el aceite
o el vino, rechazando el sueldo en forma de monedas.
La
fuerza con la que lanzaban los honderos fue comparada en la época con la de las
catapultas
¿Cuál
es el motivo de que los honderos baleares sirvieran como mercenarios en
ejércitos extranjeros? Seguramente el mismo que llevó a guerreros de otros
pueblos a actuar de la misma manera: la escasez de tierras que hacía que
hubiera gente sin ningún otro modo de ganarse la vida.
Los
honderos se colocaban siempre en primera línea pero dejando espacios abiertos
entre ellos que les permitieran voltear la honda con comodidad y sin golpear al
compañero.
Respecto
a su equipo, llevaban armadura ligera para moverse con rapidez ya que no se
enfrentaban cuerpo a cuerpo con el enemigo.
Algunos
autores afirman que muchos de estos honderos iban medio desnudos y que se
cubrían el cuerpo con aceite de lentisco y grasa de cerdo para protegerse.
Además
de la honda, llevaban un escudo forrado con piel de cabra. También portaban un
venablo de madera afilada por si necesitaban defenderse en algún momento.
Los honderos baleares en el ejército romano
Los
honderos baleares se habían enfrentado a los legionarios romanos en varias
ocasiones durante las guerras púnicas bajo las órdenes de Aníbal, Asdrúbal y
Amílcar.
Por
tanto, participaron en la batalla de Cannas (216 a.C.), una de las peores
derrotas que sufrió Roma a lo largo de su historia y también la batalla de Zama
(202 a.C.) que puso el punto final a la II Guerra Púnica y por lo tanto, a la
supremacía de los cartagineses en el Mediterráneo.
Los honderos baleares comenzaron a formar parte de las
tropas auxiliares del ejército romano con Julio César en la conquista de la
Galia. De hecho, en sus proyectiles estaban inscritas las palabras Caesar Imperator.
En la conquista de Britania, en torno al año
55 a.C., los honderos baleares se usaban para hostigar a los britanos desde las
cubiertas de los barcos romanos cuando se acercaban a la orilla.
Quinto Cecilio Metelo «Baleárico» conquistó
las Islas Baleares en el año 121 a.C. después de una campaña de dos años.
El tiempo que los romanos tardaron en
conquistar las Islas Baleares por completo es una señal de la férrea oposición
y defensa que hicieron los honderos baleares ante ellos.
Según Tito Livio, Quinto Cecilio Metelo tuvo
que forrar sus barcos con pieles y cuero para que no se vieran afectados por
los ataques de los honderos que lanzan proyectiles sin piedad desde la playa.
Tras la conquista de Roma, los honderos
baleares pasaron a formar parte del ejército romano hasta prácticamente el fin
de la República.
Con la llegada de Augusto y la paz del
Imperio, los honderos baleares y sus grandes habilidades dejaron de ser
necesarios. Además, todos los productos y bienes por los que combatían
comenzaron a llegar a las Islas Baleares a través del comercio por lo que las
hondas quedaron de nuevo relegadas al ámbito del pastoreo.
Otros honderos en la Historia
Según
nos dicen las fuentes, el primer ejército de la Historia que contó con honderos
entre sus filas fue el de los asirios. En los relieves del palacio de Nínive
podemos verlos alineados junto a los arqueros.
Jenofonte
también tuvo honderos entre sus filas. Eligió de entre los griegos a aquellos
que sabían manejar una honda y los usó para enfrentarse a los arqueros persas
mientras huían por territorio enemigo.
Además de en Baleares, también hubo grandes
cuerpos de honderos en Creta y Rodas, también islas.
También la Biblia encontramos muestras de
pueblos que usaban la honda como los miembros de la tribu de Benjamin, los
keretitas y peletitas de los ejércitos del rey David y las fuerzas del rey
Uzías.
Flavio Josefo en el siglo I a.C. habla del
talento de los honderos judíos que se enfrentaron a las tropas romanas.
https://guerrerosdelahistoria.com/honderos-baleares/
LOS GUERREROS CRISTIANOS
Durante la Edad
Media se produjeron grandes enfrentamientos en Europa entre la Cristiandad y el
Islam. Por ello, destacaron muchos guerreros que se dedicaron a la defensa
de la fe cristiana frente a los musulmanes y a la protección de los
territorios en los que éstos actuaban.
A los guerreros cristianos se los
conocía por diversos nombres: miles Christi (soldado de Cristo), equites
Christi (caballero de Cristo) o bellator Domini (guerrero del Señor)
Los guerreros
cristianos unían así en una sola persona la religión y también la guerra y la
política, algo que realmente estaba reservado a los estamentos
privilegiados de la sociedad de la época.
Esto favoreció la
aparición de las conocidas órdenes religiosas cuyos miembros
eran también soldados. Su misión era proteger la Fe de Cristo y al resto de
cristianos.
Lista de guerreros cristianos
Un total de cuatro órdenes militares tuvieron su cuna en
España:
La Orden de Calatrava: fue la primera orden
religiosa-militar creada en España, fundada en 1158 por el abad Raimundo de
Fitero para defender la fortaleza de Calatrava, a la que habían renunciado los
templarios frente a los musulmanes.
Esta Orden llegó a adquirir tal nivel de riquezas y
poder, que sus maestres se convirtieron en verdaderos príncipes eclesiásticos
temidos y mimados por reyes y llamados a Concilio por los Papas.
Con el tiempo se saltaron la obediencia al poder real
provocando su declive y dispersión y quedando simplemente en una Orden
encargada de custodiar las reliquias.
La Orden de Alcántara: originaria de la provincia de
Cáceres, la formaron un grupo de caballeros de Salamanca a cuyo frente estaba
Don Suero Fernández Barrientos. En un principio se definen como Orden
de San Julián Pereiro, nombre de la ermita junto a la que
construyeron una fortaleza para luchar contra los musulmanes.
Fue una Orden rival de la del Temple con la que llegó a
enfrentar en un choque armado.
En el siglo XVI cuando ya no era necesario su esfuerzo
guerrero, la Orden de Alcántara se
orientó hacia otros campos y estableció un Colegio en la Universidad de Alcalá de Henares que posteriormente fue trasladado
a la de Salamanca.
La Orden de Montesa: instituida durante el reinado de
Jaime II de Aragón para combatir a los musulmanes que invadían las costas de
Valencia, heredó a petición de dicho rey al Papa Juan XXII, las posesiones
que la Orden del Temple, extinguida en
1311, habían tenido en su reino.
Su casa principal se estableció en la localidad de
Montesa, que antes había pertenecido a los Templarios y fue formada en origen por diez
caballeros de la Orden de Calatrava que
elaboraron una nueva Regla y Estatuto.
En 1587, durante el reinado de Felipe II, esta Orden se
integra en la Corona.
La Orden de Santiago: nace en 1151 en el Reino de León con
el fin de defender a los peregrinos que visitaban el sepulcro del Apóstol
Santiago de los ataques musulmanes y guardar la frontera de Extremadura.
Alfonso VIII de Castilla les cedió el Monasterio
de Uclés para que se establecieran allí y defendieran la
frontera.
Incorporada en 1493 a la Corona española por los Reyes
Católicos.
Estas cuatro Órdenes, Calatrava, Alcántara, Montesa y
Santiago, fueron reinstauradas como asociaciones civiles con
carácter de organizaciones nobiliarias honoríficas y religiosas por el Rey Juan
Carlos I.
La Orden de San Juan de Jerusalén, los Hospitalarios.
A mediados del siglo XI, cuando todavía
faltaba medio siglo para la primera de las cruzadas. Una pequeña representación
de comerciantes de la República de Amalfi recibe de manos del califa Fatimí, el
permiso de construcción de un Hospital de peregrinos en la ciudad de Jerusalén.
Tras lo cual la Orden de San Juan de Jerusalén se hace cargo del funcionamiento
del lugar, su misión cuidar de los peregrinos que se dirigían a la ciudad. Este
aspecto les llevará a ser conocidos como los “Hospitalarios”.
Tras la conquista cristiana de la ciudad santa en el verano de 1099,
momento en el que se establece el Reino cristiano de Jerusalén, la comunidad
monástica que se ocupaba del hospital se incorpora a la lucha contra el
“infiel”. Dos hechos marcarán este cambio; en primer lugar la Bula Papal de
febrero de 1113, con la que el hospital queda bajo tutela de la Santa Sede. El
otro la llegada del Gran Maestre Raymond du Puy que ejerció el cargo entre
1120-1160. Tras dichos cambios, la comunidad monástica acogió en su seno a los
caballeros nobles, tras la aceptación de estos de las reglas de dicha
comunidad, entre las cuales se encontraban la pobreza, la obediencia y la
castidad.
Su símbolo; la estrella blanca de ocho puntas sobre el hábito de color
negro que vestían, se convirtió en uno de los más importantes durante las
cruzadas. Actuaron en la defensa de los terrenos conquistados, pero también se
atrevieron con las conquistas. Todo ello desde su sede, la fortaleza del Crac
de los caballeros, sin duda una de las más imponentes de todas las de Oriente
Próximo. Precisamente su pérdida ante los mamelucos de Egipto en el año 1271,
fue una de las claves en la decadencia de los cruzados cristianos en Oriente.
Tras la relatada
pérdida, se convertirán en unos de los más fieles defensores de San Juan
de Acre, el último reducto cristiano en Oriente, hasta su capitulación en 1291.
Fecha en la que tras su expulsión de la Tierra Santa iniciaron una
peregrinación por las islas del mediterráneo. Con una nueva misión en la mente,
la protección de los barcos cristianos que surcaban el mar, en busca por
ejemplo de los mercados orientales. Tras un breve paso por Chipre y dos siglos
en Rodas, recalan de la mano de Carlos V en Malta.
La Orden Teutónica, los caballeros teutones.
Su constitución es posterior a la de
los “Hospitalarios”. Las primeras noticias que se tienen sobre ellos
surgen en la propia capital del Reino cristiano de Jerusalén. Allí y para la
protección de los cruzados alemanes, construyen un pequeño hospital adosado a
una iglesia erigida al culto de la Virgen María. Ambos edificios son destruidos
tras la toma de la ciudad por Saladino en el año 1187.
La respuesta alemana llevará a la consolidación de una nueva orden. En
plena tercera cruzada y durante la conquista cristina de la ciudad de
Acre, donde los cruzados alemanes tuvieron una destacada actuación. Los
peregrinos de Lübeck y Bremen con la velas de sus propios barcos improvisaron
un nuevo hospital de campaña. Tras lo cual Federico de Suabia decide la
construcción de un nuevo hospital, que quedará encomendado a los monjes
guerreros alemanes, conocidos desde entonces como los Caballeros Teutones. En
1192 son consagrados por el Papa Celestino III, con lo que obtuvieron los
mismos privilegios que los de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Su poder creció rápidamente, los nuevos monjes guerreros ataviados de
blanco y con la cruz de color negro como símbolo, se hicieron con un papel
importante en la defensa de San Juan de Acre. Pero también extendieron sus
dominios a Alemania, con la inestimable colaboración del Papa y del
Emperador Federico II, ambos interesados en la evangelización de los
territorios germanos, como por ejemplo Prusia. Este menester tomaría mayor auge
tras la caída y la expulsión de Oriente, momento en el cual dedican todos sus
esfuerzos a la conquista de los territorios bálticos. Buena fe del poder que
llegaron a adquirir fue la construcción de su impresionante sede en el Castillo
de Malbork.
Hoy día todavía tiene
alguna sede en Austria y en los Países Bajos. Curiosamente adscritas a las dos
ramas de la Iglesia Cristina, la Católica y la Protestante respectivamente.
La Orden de San Lázaro de Jerusalén, los Lazaristas.
Su origen es bastante incierto, pero en
todo caso anterior a las cruzadas. Su vocación el cuidado de los enfermos de
lepra que acudían a la ciudad Santa, fuera cual fuera su procedencia y orden
religiosa. Por este motivo tuvo gran afecto entre el resto de las otras
órdenes.
La orden fue consagrada como
independiente en el año 1115 y ratificada poco después por el Papa Pascual II.
A partir de ese momento combinaron su labor de cuidado de los leprosos, con la
guerra contra el infiel. Aunque parece ser que en este último menester
obtuvieron más disgustos que alegrías, con sonoras derrotas como en la Batalla
de Gaza, donde perecieron la casi totalidad de Lazaristas. O la pérdida de su
Gran Maestre durante la toma de San Juan de Acre.
A pesar de lo cual no desaparecieron
gracias al Rey de Francia, Luis IX, conocido como San Luis. El cual con
anterioridad al desastre en Tierra Santa invitó a doce Lazaristas a que se
instalaran en el castillo Boigny, cerca de Orleans para que ejercieran la labor
de cuidado sobre los leprosos. El resto de su historia, tras la pérdida de Acre
hasta nuestros días, ha estado rodeada de grandes personajes que han ejercido
de Maestres de la Orden, como el Archiduque Leopoldo de Austria. Hoy día, a
pesar de la erradicación occidental de la enfermedad, siguen presentes en
varios países, como España, Holanda, Alemania, Suiza, etc.
La Orden del Santo Sepulcro.
Una figura destaca por encima de todas,
su fundador Godofredo de Bouillón, es decir, el primer cristiano que entra en
la ciudad de Jerusalén, tras derrotar a los musulmanes apostados en la
ciudad Santa. Una de sus primeras decisiones la fundación de esta orden
religiosa y militar que quedaría en la ciudad para la custodia del Santo
Sepulcro. Este último lugar es conocido a través de los Evangelios, como el
sitio donde se sepultó y luego resucitó Jesús de Nazaret.
En un principio la orden fue fundada con cincuenta hombres para la
protección del lugar santo, a los que se sumaron cien más al servicio de la
nueva casa real de Jerusalén. A pesar de no contar con el título oficial de rey
de Jerusalén, el mismo Godofredo se puede considerar el primero de ellos,
posteriormente tras la muerte de este, su hermano fue coronado primer Rey de
Jerusalén con el nombre de Balduino I. A partir de ese momento dos títulos
quedaron unidos; el de protector del Santo Sepulcro y el de Rey de Jerusalén,
además ambos bajo la protección de la orden que nos ocupa. Destacar que
su símbolo es una cruz potenzada de color rojo, sobre túnicas de color blanco.
Podemos deducir que fue una de las Órdenes militares de carácter
religioso, más importantes de los reinos cristianos orientales. Participaron en
diversas batallas al lado del rey de Jerusalén, como por ejemplos en los
asedios de Tiro, Damasco o San Juan de Acre, lugar donde el prior de la Orden
encontró la muerte. A ella pertenecieron destacados nobles de toda Europa, como
por ejemplo el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.
Como el resto de las órdenes fue obligada a abandonar Oriente Próximo tras la pérdida de San Juan de Acre en el año 1291. Tras este final la Orden del Santo Sepulcro se asienta en diversos territorios de Europa, como Francia, Italia o Polonia. Hoy día siguen en activo y se considera una de las más poderosas del mundo con más de 20.000 miembros, y prácticamente con representación en los cinco continentes.
La defensa de la Fe
Con la extensión del cristianismo durante la época del
Bajo Imperio Romano y su conversión en religión oficial por Constantino, se va
desarrollando el concepto de soldado
romano-cristiano o guerrero cristiano.
En esta época comienzan a circular historias acerca de
soldados romanos convertidos
al cristianismo que ven que su nueva fe es incompatible con los ritos
religiosos militares relacionados con el culto al Emperador. Al negarse a
participar en los mismos, son torturados hasta la muerte convirtiéndose
así en mártires.
San Sebastián es un ejemplo de soldado
romano-cristiano convertido en mártir
Con la llegada de
la Edad Media, esta idea parece afianzarse ya que el poder político y el poder
religioso se mezclan para defender la fe cristiana. Entonces, la transformación
de estos guerreros cristianos se hace al revés: el hombre piadoso y
tranquilo hace uso de las armas para combatir a los enemigos de Cristo.
De esta manera,
parece que se diluye la contradicción entre estos dos aspectos: por un lado
el cristianismo, una religión basada en la paz y el amor, y por
otro lado el ámbito militar basado en la guerra y la violencia.
Para explicar
esto, se suele aludir a una de las cartas de Pablo de Tarso (Efesios
6, 10-18) en la que insta, aunque de forma alegórica, a la lucha armada para
defender el cristianismo de sus enemigos.
El Arcángel San Miguel con su espada es el arquetipo de
guerrero cristiano
La importancia de los guerreros cristianos
se plasmó en las ceremonias religiosas de unción y nombramiento de caballeros y
también en los títulos que los papas comenzaron a otorgar a los miembros de la
realeza como, por ejemplo, Rey
Cristianísimo en Francia, Su Católica Majestad en España o Defensor de la Fe en
Inglaterra.
Los guerreros y el Cristianismo en Europa
Las distintas órdenes militares que surgieron en la Edad
Media suponen el punto más alto de los guerreros cristianos puesto
que eran instituciones con el doble carácter religioso y militar.
Estos guerreros cristianos medievales se enfocaron en
la defensa
de los Santos Lugares y en la protección de los peregrinos cristianos.
Más adelante, ya en la Edad Moderna y con las guerras de religión extendiéndose
por Europa, estos caballeros se dedicarían a la lucha contra los protestantes.
Uno
de los motivos que se cree que hubo tras la fundación de estas órdenes
militares fue crear códigos de conducta que controlaran los excesos que podrían
cometer los soldados cristianos en los territorios conquistados a los musulmanes
Con el tiempo, estas órdenes militares pasaron a llamarse
órdenes de caballería como
una forma de aunar bajo un único liderazgo a estos guerreros cristianos. Los
nobles y los reyes pasarían entonces a ocupar ese liderazgo.
Los perfectos guerreros cristianos
A lo largo de la Historia han surgido figuras que se
han considerado ejemplares,
ya fueran personajes reales o míticos. Entre ellas podemos destacar al Cid Campeador, al rey San Luis, al rey Arturo y sus
caballeros de la tabla redonda, a Roldán o a Santiago Matamoros.
Con el paso del tiempo, ni siquiera se hizo necesario que
estos guerreros cristianos fueran militares en el sentido estricto de la
palabra sino -simplemente que mantuvieran un código de conducta basado en los
preceptos medievales de defensa
de la fe y cumplimiento del honor con todo lo que ello
implica.
Se
consideraba que los caballeros cristianos solamente debían obediencia a Dios
así que si un gobernante se alejaba de la fe cristiana, era su deber rebelarse
contra él para derrocarlo.
https://guerrerosdelahistoria.com/guerreros-cristianos/
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Las Legiones Romanas. Organización y
Rango
Muchos de nosotros al ver películas, leer libros o mirar
algún documental nos maravillamos ante lo que fueron las Legiones romanas, una
máquina de guerra que arrollaba todo a su paso, y que pudo conquistar casi toda
Europa a punta de pilum y gladius. Efectivamente, las legiones romanas
eran una organización admirable, que aún se estudian en varios ámbitos. Y a
pesar de esto, surgen las dudas:
¿Cómo se organizaban estas Legiones romanas?
¿Por qué de esta organización? ¿Cómo estaban comandadas? ¿Hay equivalencia
entre los rangos romanos y los actuales? El
presente artículo buscará dar una respuesta a dichas preguntas.
Las reformas de Mario
A principios del siglo II A.C. el sistema defensivo
romano de Legión manipular quedó en crisis. Urgía un cambio radical si es que
Roma, amenazada, quería sobrevivir.
Hasta ese momento las legiones romanas se dividían en
cohortes, y estas a su vez en manípulos. Había varios tipos de combatientes que
eran (de más ligero a más pesado): velites, hastati, príncipes y triarii. El
sistema manipular no era malo en sí, había demostrado su éxito a pesar de
reveses contra los cartagineses y númidas. Era en definitiva una fuerza de
soldados-ciudadanos de clase media, basada en los ingresos y las propiedades de
los ciudadanos donde se preveía que los que poseían propiedades de hasta 3000
sestercios iban derecho a las legiones, el resto servía como velites, y que
cada ciudadano se proporcionara su propio armamento. Estos
legionarios-ciudadanos estaban motivados primero por el mantenimiento de su
estatus material, y por consiguiente del mantenimiento de la República.
Pero en este período, la sangría de las guerras púnicas y
desastres militares contra cimbrios y teutones redujeron sensiblemente la base
de reclutamiento romana, hasta entonces. Roma se había quedado prácticamente
sin clase media, sin base para su fuerza de legionarios-ciudadanos.
Con este panorama es que en el año 107 A.C. el recién
nombrado cónsul Cayo Mario se marca la difícil tarea de reformar todo el
sistema militar romano, buscando solucionar los problemas que aquejaban al
correcto funcionamiento del mismo.
Las reformas se realizaron en los siguientes puntos
Reclutamiento
Se eliminaron las condicionantes de propiedad para entrar
en la Legión. Con esto, se dispuso de una base de reclutamiento amplísima. Los
ciudadanos de las clases más pobres, que carecían de elementos para lograr
elevar su estatus social vieron así una posibilidad de mejoras a través de una
carrera militar, y se enrolaron en masa. El período de servicio se hizo de 25
años en los cuales el legionario no podía casarse. La República se haría cargo
del equipamiento de cada uno de los legionarios, simplificando y unificando el
mismo.
Tipo de combatiente
Lo más importante de todo es que se creó una fuerza de
carácter permanente, que se entrenaba de forma constante, no cuando la
situación lo ameritaba. Al proveer el Estado de armamento, el tipo de tropa se
homogeneizó y se eliminaron los tipos de legionarios (velites, hastati,
príncipes y triarii). El grueso de la Legión se volvió un tipo de tropa más de
Infantería Pesada. Las tareas de Infantería más ligera, de lanzadores de
proyectiles (arqueros, honderos) y de Caballería de choque pasaron a formar
parte de las tropas auxiliares, que sustituían a las tropas asociadas, y eran
tropas extranjeras que combatían por Roma, a cambio de conseguir la ciudadanía
al fin de su período de servicio.
A pesar de que el Estado se hacía cargo de proporcionar
al Legionario el equipo, éste era enteramente responsable por el mismo, así
como de transportar durante las marchas sus enseres personales, mudas de ropa y
víveres. Por esta razón los Legionarios pasaron a ser llamados jocosamente “las
mulas de Mario”, viendo todo el equipo que cargaban durante la marcha.
Seguía siendo un tipo de soldado-ciudadano, pero las
motivaciones para servir eran diferentes. Antes lo era por preservar el estatus
que tenía, que el mundo que había creado el ciudadano no se destruyera, típico
de alguien de clase media. Ahora en cambio la motivación estaba de la mano con
subir en la escala social y hacerse un nombre, llegar a por lo menos ser clase
media. Hay casos también de oficiales que desde los estratos más bajos hicieron
carrera en la Legión y llegaron al Ordo Equestris.
Estructura
Una Legión constaba ahora de unos 6.000 hombres, de los
cuales 4.920 eran soldados (el resto era tropa no combatiente). Cada una de
estas legiones estaba constituida por diez cohortes (numeradas del I al X), y a
su vez, estas cohortes tenían seis centurias cada una. Al revés que en el
sistema manipular, los soldados más veteranos, los de la I Cohorte, combatían
en posiciones primordiales del campo de batalla (a la derecha y a la
vanguardia), mientras que los más bisoños, los de la X Cohorte, lo hacían en
posiciones menos relevantes (segunda o tercera líneas, a la izquierda).
Las Centurias estaban compuestas por 100 hombres, 80
soldados y 20 no combatientes, y estaba al mando de un soldado profesional
ascendido de entre la tropa y llamado Centurión. La Centuria era la unidad
combativa mínima de la Legión. Acarreaba con ella todas las armas y demás
provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Sólo a efectos
de montar campamento, cada una de estas Centurias se dividía a su vez en
Contubernia de 8 hombres, que compartían una carpa en el mismo. El Centurión
más veterano de cada cohorte, llamado Pilus Prior era el comandante de la
misma.
Por lo tanto los Manípulos son sustituidos por las
Cohortes, y cada uno de los soldados a cargo de cada cohorte, tenía a su cargo
un asistente llamado Optio, junto a otros cargos de suboficiales que se verá
más adelante. El Centurión de la I Cohorte era el soldado más experimentado de
todos, llamado Primus Pilus (o primipilo), que era un soldado de carrera y
asesoraba directamente al Legatus, el comandante de toda la Legión en asuntos
de la tropa. En épocas imperiales la I Cohorte era la más importante, y dada su
posición de preeminencia dentro de la Legión, se le duplicó el número, 800
hombres en cinco centurias, aumentando la relevancia del Centurión Primus
Pilus.
Como tropa adjunta, cada Legión contaba con 120 soldados
de Caballería propios de la Legión, que realizaban tareas de reconocimiento y
enlace. Era un tipo de fuerza muy ligeramente equipada, típica de las misiones
que tenían. Estos soldados de Caballería ya no eran reclutados de entre los
estratos más altos de la sociedad, sino que al igual que la Infantería,
provenían del pueblo liso y llano. Para el Ejército Romano, la fuerza de
Caballería de choque provenía de los auxiliares.
Así que para resumir, la Legión completa contaba con
6.000 hombres, de los cuales 4.920 eran combatientes (con 5.240 en épocas imperiales).
A su vez cada Legión se dividía en diez cohortes, del I al X, que eran
constituidas por 6 Centurias de 80 hombres cada una, cada una al mando de un
Centurión, de los cuales los más veteranos comandaban la Cohorte completa, y el
más veterano de todos la I Cohorte. Y los 120 soldados de Caballería.
Entonces la suma sería así:
6
Centurias x 80 = 480 – 10 Cohortes x 480 – 4.800 + 120 = 4.920 hombres
Cuando se modificó la I Cohorte la estructura pasó a
formar de la siguiente manera:
1
Cohorte x 800 + 9 Cohortes x 480 – 5.120 + 120 = 5.240 hombres
Rangos
La cadena básica de Comando era la siguiente. El
comandante de la Legión era el Legatus, comandante de la Cohorte/Centuria era
el Centurión. Y entre la tropa, los Milites, se elegía al jefe del Contubernium
o Decanus (pero este era sólo un título nominal y no estaba enmarcado dentro de
la Legión).
Se buscará además realizar una comparación con rangos
actuales dentro de las Fuerzas Armadas, pero hay que hacer la aclaración de que
es difícil encontrar equivalentes modernos dentro de la estructura de la
Legión, donde a pesar de ciertas igualdades, el trato social seguía definiendo
en muchos casos el rango. A pesar de esto algunos paralelos con la actualidad
se incluirán.
A continuación se nombrarán desde el rango más bajo al
más alto. Los rangos se discriminan por sueldo.
Tropa
a. Milites – Pedes (Soldado)
Era el rango base de la Legión. La gran mayoría de los
legionarios tenían esta graduación. Eran 5.120 en total en la Legión imperial.
Sometido a un riguroso entrenamiento y una férrea disciplina, con sus armas
Roma conquistó casi toda Europa.
El Legionario comenzaba su carrera militar como Tiro
(recluta), donde pasaba por un periodo de adiestramiento de seis meses, para
luego pasar al cargo de Munifex o Miles Gregarius. A medida que iba avanzando y
aprendiendo especialidades como Discens, podía obtener la consideración de
Inmunes, que eran los legionarios que poseían alguna especialidad y podían ser
relevados de ciertas tareas de campo, aunque por supuesto no todas.
El equipo estándar consistía en el casco (cassis), de muy
buena protección en general, el único ornamento que poseían era una cresta que
se colocaba en desfiles. La protección corporal era una coraza hecha de láminas
(lorica segmetata) compleja pero con un buen balance entre protección y
movilidad, y las siempre presentes sandalias de legionario (caligae), una pieza
de vital relevancia y un verdadero avance tecnológico que permitían al
legionario realizar largas marchas. Las armas eran dos jabalinas (pilum), el
siempre presente gladio y como defensa el gran escudo (scutum) que podía usarse
también ofensivamente.
Recibían la paga básica
b. Caballería
Los soldados de Caballería eran también legionarios de
rango básico. Realizaban tareas de escolta, exploración y envío de despachos, y
no tenían un rol importante en el combate, pues los romanos cedían la
Caballería de choque a tropas auxiliares.
Como tal su equipo era más bien ligero, con una lorica
hamata (cota de malla), una lanza (hasta) y una espada (spatha). Sus caballos
no eran de tan buena calidad como la de los auxiliares, por las tareas que
realizaban.
Estaban comandados por un Decurio, un rango de
suboficial, y dependían de las órdenes del Legatus.
Al igual que los infantes, recibían la paga básica
Suboficiales
a. Cornicen (Cabo Especialista)
Eran quienes tocaban el corno, una especie de trompeta de
la antigüedad. Se encargaban de realizar las órdenes sonoras a la Legión. Estas
órdenes era por ejemplo, dirigir sonoramente las tropas durante los combates,
marcar las cadencias de marcha, marcar las horas y toques durante el campamento
(rancho, silencio, fajina, diana, etc.). Poseía el mismo equipo que el
legionario común, salvo que su protección era una cota de mallas (lorica
hamata). Un detalle distintivo era que estaba tocado por una piel de animal
salvaje, generalmente un lobo.
Había uno por Cohorte, es decir 59 en la Legión imperial,
y marchaban al frente de ellas. En caso de ausencia de otros suboficiales
también servían de asistente al Centurión.
Recibían paga 1.5 veces superior a la de tropa.
b. Tesserarius (Cabo de Guardia)
Era el soldado encargado de las guardias en el
campamento. Los Tesserarius organizaban y comandaban por ejemplo las guardias
nocturnas en campamento durante los acantonamientos o en épocas de guerra.
Su nombre proviene de la tessera único equipo diferente al
del legionario, una especie de tableta de cera, donde se anotaba el santo y
seña del día, para poder entrar al campamento.
Eran, al igual que los Cornicen, uno por Cohorte, en
total 59, y también marchaban al frente de ellas. También recibían una paga y media.
c. Optio (Sargento)
Era el segundo al mando luego del Centurión, por lo que
había también varios niveles de Optio, desde los segundos de Centuria, pasando
por los segundos de Cohorte, hasta los segundos de la I Cohorte.
Podía ser designado por el Centurión o por sus
compañeros, valorándose su valor, destreza militar y dotes de mando. Los
Optiones (pl. de Optio) eran soldados vitales dentro de la estructura de las
Legiones. En orden de marcha y de combate se colocaban siempre en la
retaguardia de los legionarios (el Centurión iba al frente), para mantener el
orden de las tropas. Las tareas que le eran encomendadas consistían en hacer
cumplir las órdenes del Centurión, sucediéndolo en el mando de ser necesario,
supervisar a las tropas y llevar tareas administrativas de la Centuria o la
Cohorte. Se diferenciaba por el uso de dos plumas en el casco, visibles a los
legionarios.
Estaba clasificado de entre los milites principales y
poseía la categoría de duplicarius, es decir, estaba rebajado de tareas pesadas
y cobraba doble paga. Aspiraba a ser nombrado centurión, y cuando había
alcanzado la cualificación suficiente, recibía el título de Optio ad Spem
Ordinis (Optio expectante de comisión). Había 59 en toda la Legión.
d. Portaestandartes (Sargento)
Siguientes en la línea de mando venían los
portaestandartes, de los cuales había también varias categorías.
El primero de ellos era el Signifer, era el que llevaba
el estandarte (signum) de la Centuria o la Cohorte. Este estandarte era el
emblema militar de la unidad, y un elemento importante como referencia visual
en el campo de batalla. El estandarte generalmente venía acompañado de philarae
(medallones), o también una mano humana abierta (manus) que significaba el
juramente de honor de la unidad a Roma. Como se mencionó había un Signifer por
Cohorte y Centuria, por lo tanto 59 en total y cobraban paga doble. Al igual
que los Cornicen, usaban en combate una piel de lobo sobre su casco. También
utilizaban un pequeño escudo llamado Parma en lugar del más grande scutum de
sus compañeros, seguramente para mayor movilidad.
El más importante de los portaestandartes era el
Aquilifer, que llevaba el Águila de la Legión, el elemento simbólico más
importante de la misma. Había uno sólo por toda la Legión, y era generalmente
un soldado veterano, curtido y premiado por su conducta y valor. Aparte de
servir como el referente simbólico de toda la unidad servía como custodio de
los valores de la misma. Tenía una gran responsabilidad a cuestas, pues si el
Águila se perdía en combate significaba una deshonra enorme para la Legión.
Muchas veces las Legiones combatieron salvajemente para no ceder el Águila al
enemigo, algunas veces de forma exitosa, como se nos cuenta pormenorizadamente
el El Comentario de la Guerra de las
Galias de César, y otras infructuosamente como en Carrhae o Teutoburgo.
El Aquilifer combatía generalmente con una capa de león u
oso sobre su equipo, y utilizaban también el escudo más pequeño, el Parma.
El rango equivalente en la actualidad para este soldado
en particular sería un Suboficial Mayor (el suboficial de mayor grado en la
unidad), y era dentro de los rangos de suboficiales el mejor pago de toda la
Legión. En épocas imperiales se creó una figura análoga, la del Imaginifer, que
llevaba la imagen del Emperador.
Oficiales subalternos
a. Centurión
Entre la tropa y los oficiales superiores se encontraban
los Centuriones. Este es el grado más estudiado de todos los que han compuesto
una Legión, pero a su vez es el más complejo si queremos vincularlo con grados
militares actuales. Para comenzar con las complejidades, basta señalar que el
rango de Centurión no era un rango único.
Primero que nada, la definición estricta de Centurión es
la del comandante de una Centuria, pero como se verá esta definición va un poco
más allá. Es como se verá el rango táctico de mayor relevancia dentro de la
Legión, los verdaderos responsables de la expansión del Imperio Romano por el
mundo conocido.
Eran hombres que se distinguían del resto de los
legionarios, por su sentido táctico y administrativo, por sus dotes de mando,
disciplina, resistencia, capacidad de enseñar y templanza. Eran nombrados de
acuerdo a esas capacidades por el Legado, a veces siguiendo la recomendación de
la misma tropa.
Los Centuriones marchaban al frente ya a la derecha de su
Cohorte/Centuria, liderando a los hombres desde la primera línea, por eso la
proporción de bajas entre este rango era más elevada que en el resto de la
tropa. Como se mencionó anteriormente estaba asistido por los suboficiales, el
Optio que era el segundo al mando y marcha en la parte de atrás de la unidad;
el Tesserarius, que organizaba las guardias, y el Cornicen que transmitía
sonoramente sus órdenes al resto de la tropa.
En la Legión Imperial había 59 Centuriones en total.
Había uno frente a cada Centuria, siendo el más veterano de ellos el comandante
de la Cohorte. Cada comando de cada uno de los Centuriones reflejaba el rango
que tenía dentro de la Legión. La primera Cohorte tenía 4 a su mando el
Centurión más veterano de la Legión, el Primus Pilus, más cuatro Centuriones
veteranos. Por contraste el Comandante de la 6ta Centuria de la 10 Cohorte, el
Centurión más joven.
Por lo tanto los Centuriones podían clasificarse en los
siguientes rangos, se pondrá una aproximación a un rango actual entre
paréntesis.
§ Primus
Pilus (Teniente Coronel): era el Centurión de mayor rango, uno sólo por Legión.
Dependía directamente del Legatus.
§ Primi
Ordinis (Mayor): eran los Centuriones que comandaban cada una de las restantes
Centurias de la Primera Cohorte, 4 en total. Se dividían en orden por: Primus
Princeps, Hastatus, Princeps posterior, Hastatus Posterior.
§ Pilus
Prior (Capitán): eran los Centuriones que comandaban las restantes 9 Cohortes.
§ Ordinarii (Teniente): el resto de los Centuriones, 36 en total. Estaban divididos en orden por:
Pilus Posterior, Princeps Prior, Princeps Posterior, Hastatus Prior, Hastatus Posterior.
Como equipamiento distintivo los Centuriones llevaban una
cresta transversal en el casco, que los hacía identificables a la tropa,
especialmente durante el combate. Además llevaban una armadura de cota de malla
(lorica hamata) o de escamas (lorica squamata), en lugar de la laminar (lorica
segmentata), muchas veces cubierta por phalerae (condecoraciones en forma de
medallón) y torquex (pulseras colgantes). Cuanto más ornamentos tuviera, más
veterano él Centurión y por ende mayor rango. Usaba además protecciones en las
piernas (grebas). Portaba la espada corta reglamentaria (gladius) en el lado
izquierdo en lugar del derecho, habitual en los simples milites, sujeta al
cuerpo mediante un cingulus o cinturón con la funda del arma. Su símbolo de
mando era un bastón de mando hecho de una rama de vid.
El Primus Pilus era por lo tanto el Centurión más
experimentado, respondía directamente del Comandante de la Legión, y
dependiendo de su veteranía podía cobrar un sueldo de hasta 16 veces más que el
sueldo base. Era el rango que todo legionario quería llegar, pero era muy
difícil acceder a él porque además de todas las capacidades necesarias para ser
un Centurión, debía tener considerables habilidades educacionales y
administrativas. El rango en principio sólo podía durar de uno a tres años, por
lo cual el Primus Pilus podía obtener otras posiciones de privilegio incluso
como oficiales superiores dentro de la Legión (Praefectus Castrorum), pudiendo
llegar al mismo Orden Ecuestre.
Oficiales Superiores
a. Tribunos (Coronel/General)
Había seis de estos oficiales en la Legión, cinco del
Orden Ecuestre y uno del Orden Senatorial. Estos eran:
Tribunus Angusticlavii (Coronel)
Eran los del rango ecuestre. Tenían tareas
administrativas dentro de la Legión, sin mando táctico durante el combate, a
pesar de poder tener experiencia militar.
Trinunos Laticlavii (General)
El tribuno de rango ecuestre, servía como segundo al
mando de toda la Legión. En general este rango estaba reservado a jóvenes que
necesitaban foguearse para seguir una carrera política en Roma, por lo tanto
los conocimientos militares que aportaba a la Legión eran nominales.
Ambos se diferenciaban por las tiras de color púrpura en
su toga, los tribunos de menor grado usaban tiras finas (angusticlavi),
mientras que el de mayor rango una de tiras más anchas (laticlavi). Formaban
parte del Estado Mayor del Legatus.
El equipo ya no era el estándar de la Legión, pues aquí
los gustos personales influían en la elección del equipo, por lo general usaban
una coraza de metal de una sola pieza y casco ático, cuanto más ricamente
ornado el equipo mayor rango o más patricia la familia.
b. Praefectus castrorum (Coronel)
El Prefecto del campo (Praefectus castrorum) era el
tercer rango en importancia dentro de la Legión, luego del Legatus y del
Tribuno Laticlavius. Generalmente era un soldado veterano con mucha experiencia
como un Centurión Primus Pilus retirado, elevado al rango ecuestre y
reenganchado como evocatus. Por lo tanto era un puesto abierto a todas las
clases sociales romanas (desde la clase baja se podía llegar a este cargo y así
entrar en clases sociales más privilegiadas).
Las tareas que se reservaban al Prefecto del Campo eran
las de la organización de lo referente al mantenimiento y organización del
acuartelamiento de la unidad, tanto cuando estaba acantonada como en campaña. Asimismo
tenía la tarea de velar por el estado del equipamiento de los legionarios, y
ver que estos estén en forma, coordinando con el Primus Pilus no sólo el
entrenamiento, sino la organización de las guardias y patrullas.
El equipo era similar al del resto de los oficiales
superiores.
c. Legatus (General)
El Legatus es el comandante de la Legión, un hombre
designado por el poder político, usualmente de las clases senatoriales
patricias romanas. Era nombrado directamente por el Emperador, o el Cónsul en
la época de la República.
Usualmente la persona elegida para el rango de Legatus
había servido anteriormente como Tribuno Laticlavio (el de mayor rango) en la
Legión, por lo cual tenía experiencia previa. Era un cargo muy rentable, pues
usualmente el Legado se llevaba parte del botín que pudieran capturar las
legiones.
Se diferenciaba del resto de los oficiales superiores por
su coraza musculada más elaborada, y por su paludamentum (capa que se sujetaba
al hombro) color escarlata. También tenía alrededor de su coraza un
cincticulus, una banda de tela fina escarlata que se anudaba en arco alrededor
de su cintura.
Conclusión
Esperamos que el artículo haya sido de vuestro agrado, y
que sirva su cometido, es decir aclarar cómo era la organización dentro de la
Legión romana, y qué paralelismos se pueden trazar con la de los Ejércitos hoy
día.
Como podrán ver, hay muchas similitudes entre los rangos
romanos y los rangos militares actuales, y es que en cierta medida, así como el
mundo romano ha marcado la cultura occidental de una manera u otra, las
Legiones Romanas marcaron la forma de ser militar por los siglos venideros.
Bibliografía
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ejército romano: instrumento para la conquista de un imperio, Ed. Ariel,
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M. Windrow et A. McBride, Imperial Rome at War, Concord Publications Company,
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http://www.ordendebatalla.org/blog/2015/04/20/legiones-romanas-organizacion-rangos/
COSACOS
Las fuerzas especiales del
Este
Los
cosacos fueron un grupo de origen turco que se escindieron de las hordas de los
mongoles y se establecieron en las estepas que corresponden hoy a los países de
Ucrania y el sur de Rusia.
Poco a poco, estas hordas
fueron nutriéndose de gente de origen eslavo entre otras etnias y en el siglo
X, comenzaron a prestar servicios militares en el ejército de los nobles de la
zona. Su talento militar y la gran seguridad que tenían en sí mismos han
caracterizado a la comunidad cosaca durante siglos.
Actualmente la comunidad
cosaca se está revitalizando ya que incluso existen organizaciones cosacas en
Moscú además de formar parte de las Fuerzas Armadas de Rusia.
La historia de los cosacos
Aunque el primitivo origen
de los cosacos se sitúa en el siglo X, es a mediados del siglo XIII en Ucrania
cuando se puede empezar a hablar de protocosacos, eslavos que llegaron allí
huyendo de los tártaros que los tenían oprimidos. Después se situaron en las estepas
entre el mar Negro y el mar Caspio.
En siglos posteriores, muchos campesinos huirían al imponerse en
Polonia y Moscovia el sistema de vasallaje que les arrebataba muchas de sus
libertades.
No hay demasiada documentación
sobre el pueblo de los cosacos en esta época; lo que sí se sabe es que en torno
al siglo XV estas comunidades cosacas formaban sus propios ejércitos locales independientes.
Entrado el siglo XVI, los
cosacos habían formado dos
organizaciones territoriales independientes: los Cosacos de
Zaporozhia del río Dniéper y el Estado Cosaco del Don.
Se trataba de naciones
soberanas que no dependían de ningún gobierno y se basaban en culturas guerreras que
vivían básicamente del saqueo, siendo éste su principal fuente de
ingresos.
Solían realizar incursiones sobretodo en territorios del Imperio
Otomano pero no les preocupaba demasiado arrasar también a otra población
cosaca si era necesario.
Estas acciones provocaron tensiones en la política de la frontera
de la Mancomunidad Polaco-Lituana.
Debido a estos ataques, el
Gran Duque Basilio III de Rusia exigió
al sultán otomano que tratara de controlar las acciones de los cosacos,
algo a lo que se negó ya que no estaban bajo su jurisdicción política y por lo
tanto, no podía hacer nada.
Años más tarde, cuando el sultán pidió ayuda contra los cosacos al
zar Iván el Terrible, recibió exactamente la misma respuesta que él había dado
a Basilio III.
Este tipo de peticiones y denegaciones corrieron entre Rusia, el
Imperio Otomano y la Mancomunidad Polaco-Lituana durante años, ya que en
realidad a todos ellos les interesaban las acciones de pillaje de los cosacos.
A finales del siglo XVI, el Imperio Otomano responsabilizó a la
Mancomunidad de los ataques sufridos a manos del pueblo cosaco, ya que los
Cosacos de Zaporozhia del Dniéper eran considerados como parte de la
misma.
En respuesta, los tártaros que vivían bajo dominio otomano
comenzaron a atacar los territorios de la Mancomunidad.
A principios del siglo XVII, el Imperio Otomano y la Mancomunidad
firmaron varios tratados para controlar tanto a los cosacos como a los
tártaros, pero fueron infructuosos.
En esta época, los Cosacos de Zaporozhia se dividieron dando
origen al Gran Ducado de Moscú.
Además de los sucesivos ataques
y respectivas venganzas, el
Imperio de los Habsburgo había empezado a usar a los cosacos a su favor en la
frontera con el Imperio Otomano.
Muchos campesinos de la Mancomunidad Polaco-Lituana escaparon y se
unieron a los cosacos ya que los nobles polacos habían tratado de convertirlos
en siervos. Los cosacos de la Mancomunidad, además, pretendían ser iguales a la
nobleza y convertirse en una nación más para la Mancomunidad.
Al ser rechazadas ambas cosas por los polacos y los lituanos, los
cosacos decidieron abandonar la Mancomunidad. Tras producirse la Rebelión de
Bohdán Khmelnytsky, la Mancomunidad Polaco-Lituana acabó desapareciendo,
liberándose así los cosacos de la influencia polaca ya que se aliaron con el
Imperio Ruso.
La nación cosaca se disgregó
en varias pequeñas naciones que fueron perdiendo su independencia de forma gradual hasta
que Catalina II de Rusia las acabó aboliendo a finales del siglo XVIII. Los
cosacos de la Hueste Zaporozhian obtuvieron títulos nobiliarios.
Algunos cosacos colonizaron
la estepa Kubán, lo que haría que más tarde fueran un punto crucial en la
expansión de Rusia. Además, sirvieron como guías a muchos
expedicionarios que
exploraban Rusia con fines científicos.
A principios del siglo XIX, las tropas cosacas serían los soldados
de Rusia más temidos por las tropas francesas de Napoleón.
En esa época, los cosacos rusos desarrollarían la táctica de
guerra de guerrillas y las operaciones especiales tal y como las conocemos hoy
día.
A finales de este mismo siglo, la comunidad de los cosacos
disfrutaba de ciertos privilegios dentro del Imperio Ruso, donde se organizaba
en dos huestes divididas a su vez en varios regimientos. Servían como tropas de
caballería, infantería y artillería y cada una de estas huestes tenía su propio
uniforme.
Además, había tres regimientos de cosacos que formaban parte de la
Guardia Imperial y de la escolta personal del zar.
A principios del siglo XX, se le usaba para disolver los
desórdenes públicos de obreros y campesinos aprovechando la gran lealtad que
sentían hacia el gobierno zarista, ya que les había hecho sentirse parte de una
comunidad de élite en Rusia.
A pesar de todo, el resto de los ejércitos los consideraba
indisciplinados y sin formación suficiente, por lo que los cosacos empezaron a
ser usados como mensajeros, exploradores o simplemente soldados exóticos y de
adorno dentro del Ejército Rojo.
Cuando estalló la Revolución
Rusa en 1917,
también conocida como Guerra Civil Rusa, las tropas cosacas acabaron por
unirse a los sublevados, lo que aceleró la
abdicación del zar Nicolás II.
Durante la guerra civil, los cosacos tuvieron un importante papel
en los acontecimientos de la misma luchando contra el Ejército Blanco.
A pesar de todo, tras el
triunfo de los comunistas soviéticos en la Guerra Civil Rusa, los cosacos y su cultura fueron
reprimidos incluyendo deportaciones, persecuciones y
ejecuciones ordenadas por Stalin.
A punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, el Partido
Comunista Soviético decidió volver a activar a las unidades cosacas en el
Ejército Rojo. En pleno conflicto, algunos líderes cosacos se rebelaron contra
Stalin llegando a trabajar para los nazis y otros, dieron su apoyo a los
socialistas y a los soviéticos.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los países europeos
decidieron enviar a todos los cosacos de vuelta a la Unión Soviética y ponerlos
en manos de Stalin.
Éste, que ya no los
necesitaba en sus tropas, se ocupó de perseguirlos con tanta crueldad que
prácticamente exterminó a los más de 150.000 cosacos que fueron repatriados desde Europa.
En los años 80 del siglo XX, la Unión Soviética tomó medidas
encaminadas a la recuperación de las comunidades cosacas y en 2005,
consiguieron nuevos derechos con los que aspiran a crear un territorio
autónomo. Actualmente existen organizaciones de cosacos en Moscú. Además,
forman una parte importante de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa.
Las armas de los cosacos
A lo largo de los siglos, los cosacos han portado distintas armas
conforme la época. Consideraban que sus armas eran tesoros y quien era visto
maltratando o despreciando un arma, no era tenido por cosaco. A pesar de que
llegaron a usar armas de fuego, siempre pensaron que las armas para el combate
cuerpo a cuerpo eran más honorables, hablando siempre con respecto de este tipo
de armamento más antiguo.
·
Shashka o cuchillo grande: aunque
se trata de un arma de hoja larga, no se considera como un sable. Suele medir
menos de un metro; las cosacas, en concreto, suelen ser más ligeras y cortas
que las demás. La empuñadura no tiene guardas para proteger la mano, algo que
caracteriza a este tipo de arma. Las fundas suelen hacerse de madera forrada
con cuero. En el siglo XIX, el shashka fue
adoptado como arma oficial de la caballería del ejército ruso, desplazando así
al sable tradicional. Hoy día se considera como un elemento tradicional de la
cultura cosaca y parte de su traje folklórico.
·
Nagaika o látigo: es un
látigo corto, grueso y de sección redonda usado por los cosacos rusos aunque su
origen está en el pueblo nogái, los mongoles caucásicos. Aunque su uso original
era para guiar al caballo, lo cierto es que también se usaba como arma cuando
no se tenía otra o incluso en combinación con la espada que se llevaba en la
otra mano. Según la tradición cosaca, era la primera arma que recibía un
guerrero cuando pasaba de ser un niño a ser un adulto.
·
Lanza: medía
unos tres metros y acababa en una punta fabricada en hierro. Tenía un disco de
hierro en la mitad del eje para evitar que el enemigo, en sus últimos momentos
de lucha, pudiera herir al cosaco que le había ensartado. Este disco se
convertiría en una bola en la época napoleónica. Los cosacos también usaban las
lanzas para saltar por los pantanos y evitar hundirse. Los cosacos eran
considerados unos expertos en el uso de la lanza por sus contemporáneos.
·
Chekan o martillo: era una
especie de martillo de batalla de orígenes medievales que se usaba en el
combate cuerpo a cuerpo cuando era peligroso herir a un compañero usando otro
tipo de armas. Se caracterizaban por tener un mango largo que podía cogerse con
las dos manos. Algunos de estos martillos podían llevar una daga adherida al
mango que podía desenvainarse para herir al enemigo.
·
Carabinas, mosquetes y pistolas: los
cosacos usaron armas de fuego como otros soldados de su época pero en realidad
nunca les dieron demasiado valor porque consideraban más honorable la lucha
cuerpo a cuerpo. Lo que sí les agradaba de las armas de fuego era que servían
para asustar al enemigo y, por esta razón, solían simplemente disparar al aire
sin molestarse en apuntar a un objetivo concreto.
·
Kinzhal o puñal o daga: se trata
de una daga de dos filos usada desde tiempos antiguos. Su forma puede recordar
al gladius de
los romanos, aunque es más pequeña. Solía llevarse como complemento del shashka.
Los uniformes de los cosacos
En sus
primeros momentos, cada
cosaco tenía que conseguir su propio uniforme. Aunque algunas
huestes disponían de fábricas donde se hacían los uniformes, era común que
después, en el núcleo familiar, se añadieran algunos toques personalizados en
cuanto a la ornamentación.
Cada hueste tenía sus colores distintivos y
no fue hasta pasado un tiempo cuando se elaboraron patrones para lograr una
mayor uniformidad.
A finales del siglo XIX y principios del
siglo XX, el uniforme básico consistía en una túnica tradicional holgada y los
pantalones anchos típicos de las tropas regulares rusas.
Las
huestes caucásicas llevaban un abrigo largo y
un poco entallado con un cinturón de cuero para munición y un chaleco colorido.
La mayoría llevaban gorros redondos con algún tipo de decoración y gorras para
el día a día. Estos gorros se ponían ladeados sobre la cabeza.
En verano, vestían blusas blancas al igual
que el resto del ejército ruso. El color de cada hueste se mostraba en los
hombros o en la banda del gorro.
De 1910 a 1918, comenzaron a llevar chaqueta
gris-caqui para el trabajo de campo. El uniforme de gala se componía de
pantalones azules o verdes con amplias franjas de colores que a menudo se
combinaban con la chaqueta de servicio.
Los
miembros de la Guardia Imperial llevaban uniformes diseñados por el
gobierno, los cuales eran coloridos y muy
elaborados.
Por ejemplo, los Konvoi vestían abrigos
escarlata, túnica blanca y coronas rojas en el sombrero. Los Guardias Cosacos
de Su Majestad y los Guardias Cosacos del Atamán, procedentes de la hueste del
Don, vestían abrigos rojo y azul claro respectivamente.
Organización militar de los cosacos
Los
cosacos se dividían en huestes, que a la vez
se repartían en regimientos formados por distintos escuadrones. Cada hueste
estaba a cargo de un atamán, la máxima autoridad tanto militar como civil.
Esta autoridad se extendía no solamente a las
huestes sino también a las comunidades locales. El encargado de nombrar a los
atamanes era el zar, quien debía cumplir con la condición de que el atamán
siempre debía ser un hombre de origen cosaco.
Uno de
los aspectos más valorados de los cosacos era su rápida respuesta ante una amenaza de guerra,
desplegando sus tropas en apenas un par de semanas sin ninguna necesidad de una
preparación previa de los soldados, como ocurría con otros ejércitos.
Por encima de todo, proporcionaban al zar
tropas de caballería aunque con el tiempo, sumaron no solamente soldados de
infantería sino también baterías de artillería e incluso aviadores.
El primer comandante de la Fuerza Rusa Aérea fue un piloto cosaco.
La especialidad de los
cosacos era la emboscada, las misiones de alto riesgo y las operaciones especiales, donde
nadie les superaba. Incluso hoy día, cuerpos de fuerzas especiales de todo el
mundo aún adoptan técnicas aprendidas de los cosacos.
El inconveniente que muchos militares occidentales encontraban
respecto a los cosacos era su escasa disciplina, algo que, en cualquier caso,
no sirvió para dejar de aprovechar la pericia y el valor que los cosacos
mostraban en la batalla.
Napoléon llegó a decir: «Dadme 20.000 cosacos y conquistaré el
mundo«, impresionado tras verlos actuar en sus batallas en Rusia.
La navegación y los cosacos
Los cosacos siempre han destacado en la
historia por sus increíbles tropas de caballería pero poca gente sabe que en
los siglos XV y XVI existió una auténtica Armada cosaca, una marina irregular
que actuaba en el Mar Negro y en el Mar Caspio con unas técnicas navales muy
concretas de los cosacos y que realizaba tareas de despliegue y movilización.
También navegaban en los ríos que
desembocaban en dichos mares.
Los
cosacos se lanzaban al mar especialmente en primavera y en otoño, aunque
podían hacerlo en cualquier época del año si así lo requerían.
La primera fecha que se conoce al respecto es
el año 1492, en el que el Kanato de Crimea se quejó a los turcos de que los
cosacos habían saqueado y destruido un barco turco.
El
objetivo de estas expediciones marinas era atacar a las embarcaciones comerciales y ciudades costeras
del Imperio Otomano y también tratar de liberar a los
cosacos cautivos.
Los
barcos de los cosacos eran embarcaciones pequeñas de poca eslora llamadas chaika, que quiere decir
«gaviota» en ruso.
Medían entre 10 y 20 metros de largo y 2 o 3
metros de ancho y no tenían quilla ni cubierta, pudieron alojar a unos
cincuenta tripulantes.
Tenían
20 pares de remos para impulsarse, lo cual hacían con bastante rapidez. En el
Océano Ártico, los cosacos siberianos usaban unos barcos más resistentes y de
mayor eslora llamados koch,
con cubierta, un mástil y dos timones.
Solían navegar de noche y, a ser posible,
aprovechando la neblina, manteniendo las embarcaciones unidas de forma compacta
para desplazarse como una masa.
Podían ir de 15 a 300 barcos dependiendo del
objetivo que tuviera la expedición aunque se sabe que hubo momentos en los que
llegaron a concentrarse 1.500 embarcaciones.
Se desplazaban con sigilo por el río hasta llegar
al lugar en el que se situara su objetivo. Después, se dispersaban por la costa
antes de asaltar un par de barcos y regresar rápidamente a sus embarcaciones
cargados de botín o incluso sin él, si las cosas no habían salido según lo
esperado.
Las expediciones navales de los turcos fueron
constantes llegando a atacar el palacio del sultán turco en Constantinopla en
el año 1616.
A mediados del siglo XVII, fue un atamán
cosaco quien realizó una expedición naval y descubrió que Asia no está
conectada con Alaska y que, en ciertas épocas del año, se puede navegar de
Europa a China por el Océano Ártico.
La flota cosaca dejó de existir oficialmente
en 1775, coincidiendo con la abolición de las comunidades independientes
cosacas por parte de Catalina II de Rusia.
https://guerrerosdelahistoria.com/cosacos/
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