lunes, 2 de noviembre de 2020

 

El Galeón Manila-Acapulco

"Hubo un tiempo en que España dominaba la mitad de las tierras y mares del mundo"


Recién culminado el descubrimiento de Colón, comenzó la colonización de las nuevas tierras de aquel continente vasto y misterioso. En 1513, llegó a América Vasco Núñez de Balboa quien, explorando las tierras del interior, cruzó el continente y cayó de rodillas emocionado ante el maravilloso espectáculo del inmenso mar que se abría ante sus ojos. A aquel descubrimiento lo llamó Pacífico por la calma de sus aguas, al menos en aquellos días en que él lo vio.

 

Por aquellas fechas los españoles ya se habían percatado de que la tierra descubierta era solo una etapa intermedia en su camino a las indias. El término de "las indias" fue introducido en Europa por Marco Polo y hacía referencia a los territorios del sudeste asiático e islas adyacentes descubiertos en su segundo viaje. Si bien ya se tenía idea de la redondez de la tierra, se desconocían las dimensiones del planeta y el único modo de averiguarlas era seguir viaje por aquel mar hasta rodear el globo terráqueo.

Un galeón español del siglo XVI

Con ese fin se inició la expedición de Magallanes y de su sucesor Elcano, que completaron la primera vuelta al mundo en 1522 siguiendo la ruta atlántica. Su periplo bordeó por el sur el continente americano y tras un viaje penoso e interminable por el Pacífico, alcanzaron las Filipinas. El regreso se hizo siguiendo la ruta establecida por los portugueses, costeando el Índico y rodeando África para navegar después hacia el norte hasta alcanzar la península ibérica, después de tres años de navegación.

Abierto aquel camino, hubo otras expediciones y poco a poco, España dominó o al menos exploró y cartografió aquel Océano que al poco tiempo tenía el apelativo de "el lago español". Un curioso lago que ocupa nada menos que un tercio de la superficie terrestre.

Si observamos el itinerario de aquel viaje, todo el discurre por tierras y mares españoles y portugueses. Así era la división del mundo establecida por el Tratado de Tordesillas de 1494, donde España y Portugal se repartieron el mundo con el beneplácito del Papa de Roma, estableciendo dos meridianos separados 180 grados. Medio mundo para cada uno y tan amigos, algo asombroso hoy en día pero es que entonces los demás países no tenían relevancia alguna.

La conquista de aquellas tierras y el tráfico que originaba, derivó en la necesidad de establecer líneas comerciales para comunicar con la metrópoli y para transportar las riquezas encontradas. Así se inició la asombrosa historia del galeón de Manila que fue una ruta comercial transoceánica pero también el nombre de la nave que partiendo de Sevilla, llegaba a Veracruz y seguía por tierra cruzando México a través del llamado Camino de Asia, hasta alcanzar el puerto de Acapulco en el Pacífico. Después se hacía de nuevo a la mar para atravesar el inmenso océano y alcanzar Manila. Aquella nao de la China servía también para comerciar con otros puertos de los países orientales como China, Japón o la India.

La ruta del galeón Manila-Acapulco

La ruta de ida de aquel viaje resultaba relativamente sencilla ya que las corrientes marinas eran favorables para cruzar el océano en dirección oeste pero se tornaban en un obstáculo insalvable para el regreso de aquellos galeones a vela, hasta que un marino de origen vasco, Andrés de Urdaneta, que había participado en otras expediciones por aquellos mares, descubrió una ruta para regresar de Manila a México siguiendo otras corrientes marinas y otros vientos favorables que discurrían mucho más al norte.

Urdaneta alcanzó fama universal al descubrir y documentar aquella ruta que desde Filipinas conducía hacia América a favor de la corriente y que desde entonces pasó a llamarse la ruta de Urdaneta. Así quedó establecida en 1565 como el camino de retorno o "tornaviaje", lo que permitió establecer una línea regular a través del inmenso océano para comunicar los puertos de Manila y Acapulco. 

Teniendo en cuenta las condiciones marinas, el viaje se realizaba partiendo de Acapulco en marzo, en un recorrido de unos tres meses impulsado por el monzón de invierno. Después de cargar las preciadas mercancías orientales, el regreso se iniciaba en julio por una ruta mucho más al norte que se aprovechaba del monzón de verano y de la corriente de Kuro-Shivo que se inicia en el mar de Filipinas, sube hasta el sur de Japón y se lanza hacia el este hasta alcanzar las costas californianas y con poca dificultad llegar a Acapulco a tiempo para la feria de enero.


Corte esquemático de un galeón español

Los peligros de aquellos viajes eran numerosos. Frecuentes tormentas, tifones inesperados, escorbuto y hambre y, a veces, la presencia de piratas ingleses y holandeses. Sin embargo aquella ruta resultó un gran éxito y estuvo operativa durante 250 años, siempre bajo el control de la Corona española. Con el fin de beneficiar los intereses de los comerciantes de Sevilla, puerto final de las mercancías, Felipe II limitó el número de barcos autorizados para operar esta ruta lo que motivó la construcción de galeones cada vez más grandes. Algunos llegaron a superar las 2.000 toneladas de desplazamiento convirtiéndose en los mayores barcos del mundo en su tiempo. En el galeón solían viajar también numerosos pasajeros, que podían ayudar en las tareas ordinarias y en la defensa de la nave. Entre la tripulación y el pasaje podían contarse a bordo unas 250 personas.

Las mercancías transportadas eran especias, porcelanas, marfil, laca y telas originarias de diversos puertos. También se comerciaba con jarrones y artesanía china, biombos y espadas japoneses alfombras persas y un sinfín de artículos exóticos como los mantones de Manila que, pese a su nombre eran de origen chino. El pago más extendido era en plata, que era bien recibida en aquellos mercados y que España disponía en abundancia procedente del virreinato mexicano. En algunos puertos de China solo admitían el pago en plata ya que estaban bien abastecidos de todo tipo de mercancías fabricadas localmente.

Gracias al galeón de Manila llegaban a la Casa de la Contratación, primero con sede en Sevilla y a partir de 1717 en Cádiz, mercancías exóticas, sedas, marfiles y porcelanas que después decoraban los palacios de Aranjuez y Madrid así como las residencias más distinguidas del país. En sentido opuesto, el Galeón hizo posible la introducción de productos agrícolas en Filipinas como el café, el arroz, el maíz, el plátano y el tomate, desconocidos anteriormente en el archipiélago, así como varias especies de animales como el caballo, la oveja y la vaca.

Casa de Contratación y Archivo General de Indias en Sevilla

Aquel milagro comercial que representó el viaje del galeón Manila-Acapulco terminó cuando México consiguió su independencia de España en 1821. Hasta entonces las Filipinas, que se habían administrado desde el Virreinato de Nueva España, pasaron a control directo de la metrópoli. A mediados del siglo XIX, con la introducción de los barcos a vapor y la apertura del canal de Suez, se estableció un nuevo trayecto que navegando ahora hacia el este, acortaba la ruta reduciendo el tiempo de viaje de España a las Filipinas a 40 días.

 

Nuestras expediciones coloniales terminaron algunos años después con la pérdida de Cuba y las Filipinas en 1898, poniendo fin a un imperio que durante varios siglos se había extendido por todo el planeta.

https://murzainqui.blogspot.com/2017/02/el-galeon-manila-acapulco.html


Los primeros portugueses en África


– por Francesc Sánchez





El trabajo que viene a continuación nos adentra en los primeros contactos entre portugueses y africanos entre los siglos XV y XVII. Los siglos de las grandes exploraciones por mar que pretendían burlar el bloqueo que los otomanos efectuaban a las rutas tradicionales de especias hacia oriente. Este encuentro entre portugueses y africanos cambiara para siempre las sociedades del continente hasta nuestros días.

 

“El momento privilegiado del descubrimiento no es el de la colonización. En el primer instante, todo está en suspenso a la luz de un asombro milagroso (…)
Algunos textos han fijado estos instantes y los primeros encuentros con otra humanidad.”

Michael Chandeigne.

Introducción

La Europa del siglo XV quería mantener e incrementar el comercio con oriente pero el bloqueo del Imperio Otomano lo impedía, y cuando era permitido los tributos que las caravanas tenían que pagar eran tan elevados que no hacían rentable el comercio.

Por lo tanto se imponía la búsqueda de nuevas rutas para llegar a la India: los españoles con Colón a la cabeza querrán llegar dando la vuelta al mundo y descubren América por el camino, y los portugueses empezaran toda una serie de viajes circunnavegando África, primero por el Atlántico y después por el Índico. De estos últimos viajes y de lo que hicieron los portugueses en el continente africano, en función del libro África en la frontera occidental coordinado por Ferran Iniesta i Vernet y Albert Roca Alvarez , es lo que vamos a tratar en este trabajo.

Los grandes navegantes portugueses en el siglo XV fueron Pedro de Covilha (1487-1490), Bartolomé Diaz (1487-1488), Vasco de Gama (1497 – 1499) y Pedro Álvarez Cabral (1500 -1501).

Entre el siglo XV y el XVII durante el bloqueo del Imperio Otomano los portugueses irán estableciendo enclaves comerciales alrededor del continente africano para comerciar con oro, marfil y seres humanos. Paralelamente y desde hacía mucho tiempo los musulmanes swahili dominaban el comercio en la costa oriental africana. Los estados africanos que vamos a tratar, entre otros, el Congo, el Monomotapa, el Ashanti, o el de Abisina, tras el encuentro cambiaran para siempre.

Las bases

En Portugal hay un gran expansionismo comercial por el dinamismo de la nobleza y de una incipiente burguesía que aprovechó su influencia económica para ennoblecerse. Aparecen nuevos ideales como el comercio y el lucro. Portugal dentro de esta dinámica empezó a pensar en la posibilidad de extender sus fronteras en busca de oro y buscar un camino hacia las especias.

Los campesinos minifundistas convertidos en soldados, en funcionarios y en comerciantes, junto con nobles arruinados, los aventureros y los marineros fueron los interlocutores con la sociedad negra estructurada en dos niveles socio-económicos. La comunidad de la aldea basada en las relaciones de parentesco, autosuficiente, y la aristocracia dominante, vinculada a funciones estatales, que controlaba el comercio a larga distancia y dirigía la vida comunitaria.

Los portugueses iniciaron toda una serie de viajes para llegar a la India circunnavegando el continente africano por el océano Atlántico y el Índico. El objetivo era comerciar y apropiarse de todo tipo de riquezas. La obsesión en África fue el oro, y más tarde el marfil, y finalmente los seres humanos.

Había también otros motivos no tan materialistas como el deseo de conocer, de saber de otros pueblos, el establecimiento de enclaves comerciales, saber hasta dónde llegaban los dominios del Islam, la búsqueda del Preste Juan –el mítico reino cristiano–, y el deseo de proselitismo para convertir a los gentiles.

Amina

Golfo de Guinea

Los portugueses en 1471 llegan a una isla-península a la que llamaran A Mina d’Ouro en el centro de Ghana. En este lugar construirán en 1481 una fuerte factoría para negociar el oro en polvo. Durante cuatrocientos años este enclave, que luego llamaran Sao Jorge da Mina, será la imagen de la presencia portuguesa en el Golfo de Guinea.

En estos momentos aparece la trata de esclavos aunque las poblaciones del área no tenían ni mano de obra servil ni costumbres esclavistas. Los primeros esclavos son demandados por los propios africanos del lugar para usarlos en el transporte de nueces de kola y oro. Los portugueses compraran los esclavos en la Bahia de Biafra en Benín y los cambiaran por oro en Sao Jorge da Mina.

Durante cincuenta años los portugueses drenaron oro hacia Europa –buena parte terminaba en manos de acreedores italianos y alemanes– mientras el flujo de esclavos iba hacia el Sahara (Walatam Djenné, Tombuctú, Gao, Kano, entre otras). En la larga costa guineana, emergerán nuevos sistemas políticos en una lucha por sobrevivir, por ser predador antes que presa: Ashanti entre los akan, Abomey entre los adjaewé, Oyo entre los yoruba, entre otros.

El Congo

Preludio congoleño

Los portugueses en el año 1482 llegan al estuario de un gran río que bautizan como Congo en honor al reino que controlaba su desembocadura. La organización política, militar y comercial de estas sociedades les impresionó. A partir de 1490 algunos portugueses se instalan en Mbanza Congo, futura Sao Salvador, la capital del reino. Construyeron casas de piedra, abrieron factorías, escuelas y misiones.

Las estrategias de acercamiento cultural de los portugueses fueron el establecimiento de relaciones diplomáticas a través de pacto, el intento de conversión y educación de las élites (en Lisboa o Goa), y la introducción de consejeros y formas de actuar en beneficio propio como lo son la etiqueta y el uso de la escritura.

Todo ello supeditado al sondeo de posibles ganancias como son el comercio de materiales preciosos, especias, esclavos, y todo lo necesario para las largas travesías de los navíos.

La aplicación de todo esto tuvo cierto éxito durante algún tiempo. Las clases altas se convirtieron al catolicismo, entre ellos el rey Nzinga Nkuvu y su primogénito Nzinga Mbemba, que será conocido como Alfonso I del Congo. Este soberano durante su largo reinado de 37 años hizo del cristianismo la religión del estado. En un fragmento de la carta que es monarca envió al príncipe Joao, rey de Portugal se puede leer:

“No necesitamos de estos Reinos más que algunos sacerdotes y unas pocas gentes para enseñar en las escuelas y ninguna mercadería fuera del vino y la harina para el santo sacramento”.

En las siguientes décadas el Reino del Congo era la principal fuente de esclavos para los portugueses. Esta situación empezó a pasar factura al reino y en 1526 el manicongo, Alfonso I del Congo, escribió una serie de cartas al antes mencionado rey Juan III de Portugal rogándole que pusiera fin a tales prácticas:

“Y no podemos aquilatar cuán grande es el daño, ya que los mencionados mercaderes se llevan cada día a nuestros nativos, hijos de la tierra e hijos de nuestros nobles y vasallos y de nuestros parientes, porque los ladrones y gentes de mala conciencia se apoderan de ellos, desean tener las cosas y mercaderías de este Reino que despiertan su codicia; se apoderan de ellos y los venden; y es tan grande la corrupción y la licencia que nuestro país está quedando completamente despoblado y Vuestra Alteza no debería dar su acuerdo a todo esto ni aceptarlo en su servicio.”

Los estados Karanga

Los estados Karanga

Antonio Fernandes en los primeros años del siglo XVI, un personaje oscuro en la historia portuguesa, recibe, hacia el año 1512 de las autoridades lusitanas en la factoría de Sofala, el encargo de explorar las tierras del interior y recabar información económica y política de los estados karanga, con el fin de establecer lazos comerciales. Y esto era necesario porque el oro llegaba de forma escasa e irregular a Sofala. Se tenía entonces que establecer contacto directo con los propios productores y prescindir de los intermediarios afro-musulmanes. El más importante de estos estados era el de Monomotapa.

Nadie podía extraer oro sin autorización del rey, so pena de muerte, y todo individuo estaba obligado a notificar el hallazgo de un nuevo yacimiento. Este rigor era debido a que el Monomotapa quería evitar que los portugueses conocieran la existencia de importantes minas de oro en su territorio.

Los reyes africanos a cambio del pago de la curva (que venía a ser una muestra pública de reconocimiento de vasallaje) se comprometían a mantener los caminos abiertos y seguros paras comerciantes portugueses. Sin embargo los portugueses nunca aceptaron tratos de vasallaje con otros pueblos, porque se creían superiores culturalmente y, por lo tanto, consideraron siempre el pago de la curva como una obligación económica, unos derechos de aduana, y como tales intentaron burlarlos.

Los portugueses pasaron de una estrategia de pactos y alianzas a otra de agresión, exacerbada por el odio al moro y respaldada por la fuerza de las armas. En pocos años controlaron la mayoría de ciudades-emporio de la costa y se instalaron en Sofala, centro neurálgico del comercio del oro antes de su llegada.

Diego de Alcaçoba dice en 1506 que antes de la llegada de los portugueses entraban en Sofala de 1.000.000 a 1.300.000 miticales de oro al año. Pedro Vaz Soares, factor de Sofala, decía en 1513 que en los ocho meses de su mandato sólo habían llegado a la factoría de 6.000 a 7.000 miticales de oro. Francisco de Brito en 1519 cifra la cantidad en un año en 802,5 miticales de oro. Un auténtico fracaso. Los cafres seguían comerciando con los swahili por caminos alternativos.

Hacia 1560 se crea la factoría comercial de Sena. El jesuita Gonzalo de Silveira definió este enclave como “una población grande, donde vivían 10 o 15 portugueses y algunos cristianos de la India”. Unos treinta años más tarde Joao dos Santos la describe como “un enclave comercial importante, por donde pasaban todas las mercancías que iban al interior. Existía un fuerte, una iglesia, un destacamento militar, y artillería. En total habían 800 cristianos, de ellos 50 portugueses y el resto cristianos de Goa y cafres”.

Francisco Barreto quiere conquistar las minas de oro del Monomotapa pero fracasa. Los portugueses tendrán que hacer pactos y alianzas para la libre circulación de comerciantes y mercancías por tierras karanga. Entre 1575 y 1600, se abrieron la mayoría de ferias: Quelimane, Luanze, Massapa, Zumbo, Dambarare, Lupata, y otras.

Los portugueses optaron por la vía diplomática, alimentado las discordias internas e inmiscuyéndose en las cuestiones políticas de los reinos karanga. Paralelamente ocuparon algunas tierras en el interior mediante concesión, compra o usurpación que terminaran convirtiéndose en los centros reales del poder.

A finales del siglo XVI, sucesivos levantamientos de pueblos cercanos y vasallos del Monomotapa propician que éste pida ayuda a los portugueses. En 1609 el Monomotapa concede las minas de plata de Chicova al portugues Diego Simoes Madeira pero nunca se revelara su ubicación.

El reino del Monomotapa finalmente de desintegrará política y socialmente, en favor de los reinos de la periferia. La destrucción de las ferias del interior prácticamente eliminara la presencia de los portugueses y ya éstos no podrán recuperar lo perdido.

Canal de Mozambique

Canal de Monzambique

Sofala estaba instalada en un islote y fue para musulmanes y cristianos un topónimo ligado a las minas de oro. Pero las minas de oro no se encontraban allí si no a centenares de kilómetros en Manica, y a más de mil kilómetros en Zambecia y Butua.

La fragilidad armada de los swahili no se había puesto de manifiesto, ya que la competencia era fundamentalmente comercial, e ideológicamente todos los estados costeros se consideraban hermanados en la Umma, la comunidad de los creyentes.

Sofala fue un enclave en el que se dieron cita intereses estatales y privados de tres culturas distintas. En los primeros momentos los portugueses comprueban como la llegada del oro disminuye cada vez más, por lo que se adentraran en el interior para tratar directamente con los estados de la región. Los enviados del Monomotapa a Sofala buscaron el contacto portugués tanto por razones económicas como para establecer un pacto de guerra contra los estados que emergían en el área.

Sofala y Zambezia dieron a Portugal más oro incluso que Sao Jorge da Mina en su fase álgida de 1490 a 1520 pero su flujo casi nunca entró en el Atlántico, si no que por el contrario se quedó en las sociedades del océano Índico. Los swahili siguieron captando buena parte del oro karanga, ya fuese por comercio directo con los estados africanos o por su función como intermediarios con las factorías europeas.

Hasta el siglo XVIII grupos aristocráticos y mercantiles indios, malayos y árabo-persas fueron los beneficiarios de gran parte de la actividad económica que impulsaron los occidentales. En 1768 el fuerte de Sofala amenazaba ruina y los holandeses, franceses e ingleses ocuparan su lugar en toda la región.

Abisinia

El cuerno de África

A principios del siglo XVI una embajada portuguesa dirigida por Rodrigo de Lima arriba a las costas de la actual Eritrea y se encuentra con un reino de negros, cristiano, enemigo del Turco, comerciante y en plena crisis interna.

El Cuerno de África ya aparece en las fuentes acadio-sumerias, como la tierra negra de Meluha, para el Bajo Egipto era el hogar de los dioses, para los israelíes allí se encontraban socios comerciales (era el país de Ofir y la reina de Saba en el Libro de los Reyes del Antiguo Testamento), los griegos identifican Etiopia con África (Herodoto la describe en el libro de Talia de su Historia), y ya en periodos romanos se convierte en el principal cliente del reino de Aksum.

En el siglo IV el emperador de Aksum, Ezana, se convierte a una nueva religión venida de Palestina. Desde entonces el Cuerno de África será esencial para comprender algunas sociedades de la región. En la Edad Media la sospecha de otros reinos cristianos, es creciente y evidente en los documentos de la época, se creé que existen, y la figura del Preste Juan es la muestra más palpable de esta voluntad. Marco Polo escribe sobre un reino cristiano en África dicho Habeceis (Abisinia).

La embajada de Rodrigo de Lima y del Padre Álvarez es para conseguir saber el poder y las fuerzas de Abisinia, conocer el estado de las relaciones del Preste con otros reinos de su entorno y sondear el apoyo de este reino ante una eventual guerra contra los musulmanes.

Para Portugal, Abisinia puede ser fuente de importación de carnes y viandas, así como de substancias preciosas como la mirra y el incienso. Como zona de una gran dinámica comercial, mercado de destinación de productos europeos y de la India. Para Abisinia los portugueses eran una alternativa al Imperio Otomano que amenazaba las conexiones comerciales del Cuerno con Egipto.

En estos momentos Abisinia también estaba en una crisis interna que estaba ligada a su propia concepción como estado. El país constituía una confederación de estados y principados inconexos étnica, lingüística y religiosamente que solamente estaba cohesionada por la supremacía de un poder central: el Negus Negast.

Los somalíes son los otros grandes protagonistas de la región. Este pueblo hasta el siglo XVI no se reconoce como nación y se distingue de otros pueblos por el aparente igualitarismo de su construcción social.

Los somalíes están divididos en varios clanes, la organización en jefaturas se basa en el parentesco patrilineal que los estratifica y articula políticamente. El concepto de estado no es mencionado por las fuentes somalíes hasta la llegada de los árabe-musulmanes, los que expandirán entre este pueblo el islam y una importante dinámica comercial. Mogadiscio, metrópoli comercial, dominada por un sultán y una aristocracia semita pero con estructuras culturales negroafricanas, será conocida en todo el islam desde el siglo XIII por su pujanza económica.

Volviendo al interior, hacia finales del siglo XVII y durante el reinado de Negus Fasilidas, los jesuitas son expulsados de Etiopia. Se quiere terminar con la presencia portuguesa y la influencia europea en general. El mismo discurso, la religión cristiana, que sirvió para acercar posiciones ahora era el causante del final de la relación. El proyecto de alianza entre Portugal y el Preste Juan, definitivamente había fracasado.

Madamasgar

La Gran Isla: Madagascar

Los descubridores de la isla no parecían tener ningún tipo de conocimiento previo sobre la misma. Las exploraciones portuguesas se explican por un lado por el afán de conferir seguridad y solidez las rutas hacia la India, por ello reconocen la región y localizan buenos fondeaderos para el aprovisionamiento y eventuales invernadas, y por el otro por la posibilidad de hacer de la isla una nueva y más barata fuente de especias y metales preciosos.

Los portugueses no se adentraron más allá de la línea costera si exceptuamos a los náufragos y, tal vez, algunos exploradores que no han dejado memoria. En la isla existen poblaciones diferentes. El norte es habitada por gentes que utilizan el idioma de los cafres, es decir, de los indígenas del sudeste africano. También en el norte se habla el swahili en los puertos comerciales. En el resto de la isla se hablaba la lengua buque, es decir el antiguo malgache. Para los portugueses las prácticas de los malgaches responden más a la costumbre y a la superstición que a la religión.

Los portugueses insisten en la gran cantidad de reyes y reyezuelos repartidos por la isla. Rodrigues da Costa tras su expedición en 1613 es muy expresivo “como son dueños de cuatro chozas, se llaman reyes”.

Los portugueses sin embargo distinguen algunos reinos más poderosos y estructurados como son el de Mazalagen Nova y el de Sada, ambos en el noroeste; el de Sadia en el noroeste; y el de Matacassi en el sudeste. Son todos reinos costeros, aunque las residencias reales no están en la orilla, y solo en los reinos del noroeste hay un fuerte tráfico comercial.

Existe un silencio acerca de los reinos antemoro del sudeste, un grupo influyente en la formación de la ideología de poder en la isla a través de los ombiasty, adivinos y curadores. Los habitantes del norte se sentían miembros de una comunidad que enlazaba con el mundo islámico y con los establecimientos swahili del África Oriental.

Los intentos de asentarse por parte de los portugueses se dan hasta el 1640, y aparte de los naufragios, se dan ciertos ensayos, todos ellos frustrados, por parte de Figueira en 1515, Bastian Lobo de Sousa en 1556 y los hombres de Jorge de Meneces en 1587. En torno a los náufragos existen ciertos rumores de que en el interior de la isla pudieron mezclarse con los indígenas.

Durante el siglo XVI y el principio del XVII, el contacto con los europeos, no parece tener la suficiente extensión e intensidad para influir en desarrollo de los distintos grupos isleños. Ni estos parecen percibir ventajas suficientes en estos contactos ni aquellos mostrar interés o capacidad para incidir en la vida malgache más que puntualmente.

Conclusiones

El objetivo inicial de los portugueses era romper el bloqueo turco y llegar a la India circunnavegando un continente africano desconocido. Los portugueses en la mayoría de los casos no se pudieron imponer a los estados africanos, si no que por el contrario, tuvieron que llegar a acuerdos muchas veces en una relación entre iguales.

Los portugueses en los siglos XV, XVI y XVII no pudieron colonizar los territorios africanos y, en la costa oriental africana tuvieron que competir con los musulmanes swahili.

La evangelización aunque hubo ciertos intentos fue también un fracaso. La trata de esclavos extendió el esclavismo en África incorporándole el comercio. Por esta razón los estados africanos se convirtieron en productores de esclavos y se militarizaron.

Los holandeses, ingleses y franceses se aprovecharon del trabajo de los portugueses y ocuparon su lugar. El encuentro entre portugueses y africanos cambió para siempre las sociedades africanas.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.


Redactor, El Inconformista Digital.

http://www.elinconformistadigital.com/2013/08/06/los-primeros-portugueses-en-africa-por-francesc-sanchez/

 
















 









 



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