PARTE 3
al toro mexico
galería
“El toro es el mejor maestro”,
Garza Gaona
el zapata corta una oreja en
tlaxcala
de arriaga corta solitaria oreja en
apizaco
los toros de el vergel para cinco
villas
arturo saldívar triunfa en jalos
reseñan los novillos de la antigua
para ibelles
fortes corta sendas orejas en
estepona
nace el proyecto “formando toreros”
el encierro de marrón para campo
bravo
los novillos de la soledad para
ibelles
jose maría macías corta la única
oreja en tlaxcala
alejandro adame sale a hombros en
tlaxcala
los forcados se llevan la tarde en
tlaxcala
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https://www.aplausos.es/los-miuras-de-sanlucar/
https://www.aplausos.es/tag/miura/
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3 toros de Victorino Martin
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Toros de la ganadería de Jaral de Peñas
https://torosdelidia.es/los-toros-del-aniversario-la-mexico/jaral_001/
TORO ESPAÑOL Y TORO MEXICANO
200 AÑOS DE DIFERENCIA
A TORO PASADO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
UNA IDEA COINCIDENTE SOBRE EL TORO
AMERICANO: PEDRO ROMERO Y JOSÉ CUELI, UNO ESPAÑOL, EL OTRO MEXICANO Y 200 AÑOS
DE DIFERENCIA.
A continuación presento mis conclusiones sobre el hecho de cómo explicar
la asociación que existe entre las tauromaquias española y mexicana, partiendo
de la presencia e influencia del toro mexicano en ambas visiones.
Hace cierto tiempo, con
diferencia de algunos días, me encontré en dos distintas interpretaciones,
separadas por 200 años de diferencia, una curiosa semejanza que ahora comparto
con ustedes.
Vayamos por partes. La primera
de ellas apareció luego de leer un abundante material inédito del Dr. Carlos
Cuesta Baquero quien escribió lo siguiente:
Fue el Señor Don Joseph de la Tijera,
taurómaco de tanta preeminencia que de él dijo el gran espada Pedro Romero:
La enseñanza ha de comenzar por el toro
mecánico (…) Después ya diestros (…) será conveniente traer toros americanos
para que prosigan el aprendizaje porque el toro americano, el que tenemos en
las Colonias Españolas, es de fuerza muy menor y de bravura muy inferior en
índole a la del español.
Mi primera impresión fue
que esta afirmación es determinante en la medida en que desde esas épocas ya se
reconoce el valor del ganado americano, más atemperado que el español, lo cual
va a demostrar que se le integra a la búsqueda de una nueva expresión dada en
tierras hispanas pero con una visión complementaria de lo que pasa de este lado
del mar.
Fotografía: Juan Pelegrín. Consulta realizada al portal
“Las Ventas.com”
¿Cómo llegaron a oídos de
Pedro Romero las versiones del toro americano?
Lo único que se me ocurre
-descabellado quizás- es que Tomás Venegas “El Gachupín Toreador”, valenciano o
sevillano de origen estuvo en Nueva España entre los años de 1766 y por lo
menos hasta 1792 en que ya no hay más noticia acerca de él. ¿Pudo regresar a
España para contar al mismísimo Pedro Romero sus experiencias americanas con un
toro que conoció de cerca durante 25 años aproximadamente? ¿O acaso pudo haber
sido también Ramón de Rosas Hernández “El Indiano” quien se convierte en el
informante? Este diestro de color, veracruzano de origen, pasó a España durante
los últimos años del siglo XVIII y allá, con mucha seguridad debe haber
proporcionado un panorama a los toreros peninsulares sobre lo que ocurría en la
Nueva España.
Pero el hecho fundamental es que
el de Ronda manejó una afirmación basada en testimonios reales proporcionados,
bien por “El Indiano”, por “El Gachupín Toreador” o por algún viajero, de esos
que nunca faltan echando mano de sus palabras o de un cuaderno de notas,
información que luego pudo convertirse en material que llegó a oídos del
rondeño.
A Romero le parece muy
importante depurar y afinar el papel protagónico del matador de toros, pero
sobre todo el estilo de cada torero, contando con este elemento que sabiamente
incluyó en un paquete de requisitos para cualquier aspirante a la tauromaquia.
Y desde allá hasta acá, surcamos mares y tiempos para conocer el otro elemento,
escrito en la crónica que José Cueli publicó en LA
JORNADA del 16 de junio de 1997.
Los apoderados españoles invierten
gruesas sumas de dinero en estos niños (se refiere a la actuación, un día antes
de Julián López “El Juli” en la plaza de toros “México”) a los que ven
posibilidades en las múltiples escuelas taurinas españolas, los placean por los
pueblos en novilladas sin picadores y luego (parece) han encontrado que su
presentación en las plazas mexicanas, incluida la “México”, es la parte final
de su preparación como toreros, antes de el examen final en la feria de San
Isidro. Díganlo si no: las actuaciones hace dos años de José Tomás; hace uno,
de José Antonio Iniesta ya refrendadas en Madrid, y colocados como figuras.
Este año le tocó al “Juli”.
Toro de San Miguel de Mimiahuapam, fotografía tomada en
abril de 1965.
Col. Roberto Mendoza Torres.
Hasta aquí la cita que
tiene mucha tela de donde cortar.
Lo primero que salta a la vista
es un evidente sentido de lo profesional con que la fiesta muestra su
organización más avanzada, al citar a tres toreros de reciente formación en
España y consolidación en México como José Tomás, con grandes triunfos durante
la recién terminada feria de San Isidro de 1998; a José Antonio Iniesta quien
en el mismo coso logró -en medio de su brevedad- una gran faena, con un buen
novillo de José Chafic durante el otoño madrileño; y finalmente “El Juli” quien
si no ha logrado las maravillas de sus dos compañeros ya mencionados, viene a
México con el fin de conseguirlo. Además, los tres espadas ya tienen garantizado
el reconocimiento público y de la prensa en su conjunto.
¿Cómo han logrado ese ascenso? Precisamente con la ayuda del toro mexicano que
les ha dado a muchos toreros españoles ese grado de calidad en su quehacer,
necesario para sus vidas profesionales. No es casualidad que casos como el de
“Cagancho” quien vino a México, torero de estéticas mayores y embrujos
sublimes, que con todo y su “gitanería” era un artista, terminara quedándose en
nuestro país. Más tarde Paco Camino e inclusive Pedro Gutiérrez Moya,
severamente criticado por Vicente Zavala por ejecutar un toreo de “brinquitos”,
afinó su quehacer y lo afirmó también, gracias a un permanente contacto con el
toro americano en general, y mexicano en particular, por lo que se convirtió en
verdadera figura del toreo compartiendo con nosotros ese gusto (déjenme
recordar solo un caso: SAMURAI, toro
indultado por el “Niño de la capea” allá por 1986 en la plaza de toros
“México”).
Lo cierto es que tarde a tarde,
Tomás e Iniesta acumulan cualidades. “El Juli”, es un aventajado novillero que
aprovecha el gran capítulo que México proporciona a los futuros matadores de
toros quienes con el toro de aquí entienden mejor el toreo que van a expresar
más tarde, por todo el planeta taurino, como sustento de futuras hazañas.
Además, Julián avanza más allá de las expectativas, porque pone una entrega en
lo que hace y ahora comienza a definirse como un diestro que hace suyo el
repertorio del capote, enriquecido fundamentalmente por los toreros mexicanos.
Dentro de ciertos diferendos que
el aficionado español tiene para con México en cuestión estrictamente
taurómaca, aquí no queda más que reconocer un privilegio surgido de las
calidades y bondades del toro mexicano, por el cual, y gracias a sus
características ya enunciadas, ha logrado depurar estilos que parecían
imposibles de cambiar. Gracias a ese cambio hoy vemos en muchos de ellos, como
españoles, a grandes figuras del toreo.
200 años de diferencia nos dejan ver que Pedro Romero no estaban tan errado y
que sus deseos han logrado frutos en generaciones posteriores a la suya,
beneficio de experiencias que ahora disfrutamos con estas tres grandes
revelaciones afinadas en México: José Tomás, José Antonio Iniesta y el “Juli”.
Ojalá tengamos oportunidad de atestiguar el reencuentro con sus lecciones
primeras del toreo, para entender en qué medida lograron asimilar su
experiencia americana en el toreo, con el toro mexicano como elemento de perfección.[1]
[1] N. del A.: Este
material lo elaboré en marzo de 1999
https://ahtm.wordpress.com/2014/07/11/toro-espanol-y-toro-mexicano-200-anos-de-diferencia/
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