Aspecto primitivo, en los tiempos en que aún
era La Cañada.
LA HISTORIA DE LA ALAMEDA DE LAS DELICIAS DE
SANTIAGO, HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX
El siguiente texto pertenece al destacado estudioso del folclore y
costumbrismo nacional Oreste Plath, y fue
publicado en la revista “En Viaje”, edición Nº 183 del mes de enero de 1949, en
la sección “Guía Espiritual de Santiago”.
La Alameda fue lecho de un brazo del río Mapocho, delineada por un
capitán y construida por los muchos prisioneros de Burgos. Su primer nombre fue
Cañada. El tiempo transcurrió y por entre tapiales o cercas que fijaban el
ancho de esta vía pública, envueltos en nubes de polvo, iban los viajeros
montados en mulas, o circulaba la pequeña producción en carretas.
Aquí se levantó la primera casa de Dios y
luego se convirtió en cierto sector “de la ciudad de Dios”, por los numerosos
templos que se fueron disponiendo en su techo.
La Cañada era como un retablo lugareño y la
cristiandad la merodeaba tanto por lo divino como por lo humano, ya que iba
llamada por el oficio religioso, como por la necesidad gastronómica. El pueblo
asistía al chocolate de las Monjas Claras y a las lentejas de los franciscanos.
En sus cequiones laterales se bañaban los
chiquillos; los caballos y tropillas de burros se detenían a refrescarse en sus
orillas.
Los herradores y barberos situaban sus bancos
de labor bajo los árboles, en amistad con los “puesteros”. En 1800, la Cañada
era una feria libre. No había comercio al por menor que no sentara sus reales.
Los clientes de las sandías debían llevar sus cuchillos, las cáscaras se
arrojaban a las acequias, cuya agua servía también de aguamanil y de lavabo
para los que embadurnaban con el jugo de la fruta.
En 1809, se plantan los primeros álamos que
llegan a Chile desde Mendoza, Argentina, traídos por un fraile franciscano.
En 1810, la Cañada vio pasar vencedores y
vencidos; por ella pasó O’Higgins, humillado una vez y glorioso en otra.
En 1829, el álamo había fructificado muy bien
y cuatro grandes hileras se extendían a lo largo de la Cañada.
Violentando la cronología, en 1860 la Cañada
había ganado extensión y llegaba hasta una quinta que poseían los marqueses de
la Pica Bravo de Saravia, desde donde tomó el nombre de Cañada de Saravia.
La abundancia de álamos hizo que a esta vía
se la denominara Alameda. Sus calles laterales, adornadas de numerosos templos
y de casas que ya comenzaban a destacar su gracia, hizo que se le llamara
“Alameda de las Delicias”, porque junto a su belleza –no hay que olvidar que al
fondo se destacaba maravillosa la cordillera de los Andes- se comenzaron a
ubicar una serie de figurillas y también por sus quintas contiguas, que eran
para gozar “de muchas delicias”.
Andando el tiempo, se destacaron las primeras
estatuas y fuentes de agua (pilas) y era una verdadera delicia caminar por ella.
Las damas, caballeros y la juventud tenían a
esta avenida como el mejor paseo para gozar de la “fresca”.
Los batallones cívicos hicieron aquí sus
ejercicios y amenizaron con sus bandas muchas fiestas públicas.
La Alameda tuvo sus grandes noches de Navidad
y Año Nuevo. En ambas ocasiones se erigían las bulliciosas “ramadas”, en las
que se vendían duraznitos de la Virgen, las brevas, las peras tempraneras, los
damascos y albaricoques. Abundaban las ventas de comida, donde se saboreaban
las buenas cazuelas a la chilena, las empanadas, los “causeos”, el pescado
frito con ensalada de cebolla a taja pluma, el chancho arrollado, lo que se
regaba con buen vino. No faltaba tampoco la chicha baya y la horchata con
“malicia”.
Y entre el olor a pólvora de los cohetes y
petardos, estaban las “fondas”, sitios en que se bailaban cuecas, con su música
de guitarras, armas, canciones y palmoteos.
Y así sigue la historia de esta calzada, que
ha sufrido numerosas transformaciones. Baste saber que en ella se han
desarrollado importantes ceremonias religiosas, especialmente la procesión del
Santo Sepulcro; ha sido teatro de sangrientos sucesos; de formidables
manifestaciones en masa. Los movimientos sociales chilenos están atados a este
cordón verde, con sangre. El pueblo aquí ha encontrado sus armas, sus
proyectiles, sacándolos de la pavimentación, de los escaños de madera, para
atacar a la policía, por esta razón se cambiaron por asientos de cemento.
En un tiempo se le deseó bautizar con el
nombre de Avenida Arturo Alessandri, en recuerdo del Presidente de este nombre,
lo que no fue aceptado por el propio ex Presidente. Después se le ordenó
llamarla Avenida Bernardo O'Higgins, pero todos la siguen denominando Alameda,
Alameda de las Delicias, y se la seguirá llamando así quién sabe por cuántos
años más.
Alameda
en 1810. Imagen del artículo original de Plath (1949).
Imagen
de la Alameda clásica, publicada en un trabajo de Eugenio Pereira Salas.
Otra
aproximación a la ex Alameda de las Delicias en colores, por Orrego Luco.
Alameda
con Carmen, hacia 1885. Desparecido templo del Carmen Alto.
Alameda
con Londres, en 1930 (Fuente: Archivo fotográfico de Chilectra).
UN RESUMEN
HISTÓRICO DE LA ALAMEDA DE LAS DELICIAS
·
A la llegada de
los españoles, lo que hoy es la Alameda Bernardo O'Higgins era por entonces la
llamada Cañada de Santiago o Cañada de San Francisco (tras
la instalación del convento), una suerte de hondonada que se prolongaba desde
el sector de la actual Plaza Baquedano hacia el Poniente, formando un rústico
sendero natural hasta un territorio que era llamado Chuchunco por los
indígenas, más o menos en donde está ahora la Estación Central.
·
El origen de La
Cañada habría estado, como sucedió miles de años antes con la Cañadilla de la
Independencia, en un brazo primitivo del río Mapocho que alguna vez corrió por
allí, pero las opiniones están divididas: mientras autores como René León
Echaíz aseguraron que este hilo de agua de La Cañada se extinguió entre 1560 y
1580, otros como Gonzalo Piwonka aseguran que nunca existió en forma natural y
que es un error hablar del segundo brazo del Mapocho.
·
La primera Alameda
de Santiago no fue la de Las Delicias, sino la de los Tajamares, construida en
el siglo XVIII como paseo junto a estas estructuras dispuestas para contener
las embestidas del río Mapocho contra la ciudad, en las crecidas y turbiones.
Esta vieja Alameda entró en decadencia y olvido cuando se habilitó la Alameda
de las Delicias en La Cañada, llevándose hacia a ella a los paseantes y
puesteros.
·
Durante varias
veces en ese siglo y el anterior, las crecidas del río Mapocho inundaron
completamente La Cañada, avanzando por el sector del Cerro Santa Lucía y, según
algunos, también desde el de la actual Plaza Baquedano, como si el río buscara
su antiguo supuesto cause secundario por este lugar. El agua se desplazaba
hacia el poniente, alcanzando un sector arrabalero y de chacras llamado Lo
Chuchunco, en la periferia de la antigua ciudad.
·
La Cañada fue
convirtiéndose en un basural para la ciudad colonial, al igual que sucedía en el
borde del río por el sector donde está ahora el Mercado Central. Las basuras de
La Cañada llegaban a tal altura que “emparejaban el techo de las casas”,
según el texto de las prohibiciones dictado en agosto de 1774. Esta terrible
situación se mantenía aún hacia 1814, y alcanzó a ser vista por cronistas como
Vicente Pérez Rosales y José Zapiola.
·
Los primeros
álamos que se vieron en La Cañada y que habían traído los franciscanos entre
1809 y 1810, estaban en la cuadra de su convento y dentro de los patios de los
claustros, donde mismo están estos establecimientos ahora, y provenía de
Mendoza, desde donde habían sido adquiridos. Originalmente eran 20 los
ejemplares que se trajeron, pero uno murió en el camino.
·
La primera
iniciativa para convertirla en paseo sucede en la Patria Vieja, cuando el 14 de
enero de 1813 "La Aurora de Chile" publicó un artículo de oficio
firmado por el Presidente de la Junta Provisional de Gobierno, don José Miguel
Carrera, donde se propone crear en La Cañada un paseo recreativo previa acción
de limpieza y ornato de la misma, para lo cual se encargó al Regidor Antonio
Hermida iniciar las obras. Sin embargo, la agitación política y el desastre de
los patriotas en Rancagua, frustraron la consumación de este proyecto.
·
La construcción
del nuevo paseo en la Alameda de las Delicias en la ex Cañada de Santiago, se
inicia en 1817 con la plantación de álamos y se concluye hacia 1820-1821,
atrayendo toda la atención de los ciudadanos y del comercio. El propio Director
Supremo don Bernardo O'Higgins trazó con su propia mano un bosquejo con la idea
de cómo debía ser este paseo de la ciudad de acuerdo a las alamedas españolas
que había conocido en Cádiz. Al parecer, prisioneros realistas fueron empleados
para las labores de construcción del paseo.
·
El primer nombre
que O'Higgins quiso darle al paseo fue "Campo de la Libertad Civil".
Sin embargo, concluidos los trabajos y entregadas ya las obras, el día 28 de
julio de 1821, se la renombró como la Alameda de las Delicias, nombre que
mantendría por cerca de 100 años y que imita el que recibe esta clase de paseos
en algunas localidades españolas. Don Francisco de la Lastra formalizó este
nombre hacia 1824.
·
El marino inglés
Richard Longeville Vowel confirma, hacia 1825, que ya existían en la Alameda de
las Delicias cafés, mercaderes y bandas de regimientos, distinguiéndose tres
secciones del paseo divididas por acequias enladrilladas que corrían por ellas,
y entre las dos del centro estaba el paseo, con gravilla. Por su parte, el
estadounidense W.S.W. Ruschenberg ve, en la década del 1830, que en el paseo
reunía toda la sociedad en las tardes de verano.
·
A principios de
los años de vida independiente, comenzaron a hacerse famosas las ramadas,
chinganas y cantones de días festivos, de Pascuas y de Fiestas Patrias en la
Alameda de las Delicias, con presentaciones de artistas como "Las
Petorquinas", que causaron sensación en Santiago hacia 1830. La
circulación de carruajes era constante y la gente paseaba a pie por los
senderos centrales, entre los álamos, viendo las ferias o las bandas de guerra
que tocaban casi a diario.
·
Grandes
celebraciones navideñas comenzaron a realizarse en la Alameda de las Delicias,
a partir de 1856. Ese mismo año, el Intendente Tocornal había inaugurado el
alumbrado de gas en toda la vía del paseo, otorgándole un hermoso aspecto a la
misma, además de extender su actividad en las noches, gracias a la seguridad
que provocaba la nueva iluminación.
·
Durante la
Intendencia de don Benjamín Vicuña Mackenna, como parte de sus obras para
hermosear Santiago entre 1872 y 1874, se instalaron monumentos y estatuas
adquiridas principalmente a Francia, a lo largo de la Alameda de las Delicias,
muchas de ellas destruidas en jornadas de protestas o de movilizaciones
populares de inicios del siguiente siglo.
·
En 1897, tras
inaugurarse las nuevas y espléndidas instalaciones de la Estación Central de
Ferrocarriles, la Alameda de las Delicias fue extendida hacia el poniente
fusionándose con el Camino de Lo Chuchunco, convirtiéndose con esto en un
importante centro de actividad no sólo del ferrocarril, sino también del
tranvía, lo que llevó a adquirir mejores tecnologías eléctricas a principios de
la centuria siguiente y ramales para el ferrocarril hacia otros puntos de la
ciudad.
·
Como vimos que
informaba Plath, en 1925 grupos de la
derecha alessandrista celebraron el flamante regreso del mandatario exigiendo
que la Alameda de las Delicias fuera rebautizada Avenida Presidente
Arturo Alessandri. Comprendiendo lo megalómano y exagerado de la propuesta,
el mandatario se negó a la posibilidad pero, en su lugar, propuso y dictó el
Decreto N° 432, publicado en el "Diario Oficial" el 27 de marzo de
1925, donde le cambia el nombre a Avenida Libertador Bernardo O'Higgins. Sin
embargo, el uso popular siguió denominándola Alameda, todavía en nuestra época.
·
El inicio de la
Alameda de las Delicias estaba señalado por la Plaza Italia, así llamada por
el monumento
regalado por la colonia italiana y que instaló allí en las celebraciones del Primer
Centenario de la Independencia. Sin embargo, en 1928 se instaló al centro el
conjunto monumental del General Baquedano, obra del escultor Virginio Arias,
pasando a llamarse este lugar como la Plaza Baquedano, hasta nuestros días. El
nombre de "Plaza Italia" para este punto se ha mantenido, gracias a
los itinerarios de la locomoción colectiva, que siguió denominándola así.
·
Hasta los años 40,
en el sector enfrente de la Iglesia de San Francisco, existió en la Alameda el
llamado Parque Inglés, con jardines y arboledas, donde estaba la plaza con
explanada y pileta de la Pérgola de las Flores, que debieron ser corridas de
este sitio y cambiadas al Barrio Mapocho para la eliminación de los bandejones
centrales y ampliación de las pistas, dado el crecimiento del parque vehicular
circulante.
·
La construcción
del Metro subterráneo ocupó gran parte de la vida de la Alameda Bernardo
O'Higgins, desde fines de los años 60 hasta inicios de los 80, provocando una
época difícil para el tránsito vehicular, producto de estos trabajos. El Metro
corre totalmente bajo tierra a lo largo de la Alameda, desde entonces. Además, en
la década del 70, la avenida fue modificada dramáticamente para construir la
Carretera Panamericana, en el sector donde cruza con esta ruta.
·
Con el tiempo, la
longitud de la Alameda desde el origen de avenida Providencia hacia el poniente
por el antiguo Camino de Chuchunco, por cerca de 8 kilómetros, lo hace pasar
por las comunas de Santiago, Estación Central y Lo Prado, con
"ramales" hacia las avenidas Pajaritos, Las Rejas y la Ruta a
Valparaíso. Sólo entre la avenida Ricardo Cumming y la calle Bandera, su
bandejón central es un parque urbano, con la Plaza Argentina (que antes se
situaba frente a la Estación Central) en el Barrio Cívico.
·
La Alameda ha
recibido muchos nombres a lo largo de su historia o en diferentes tramos de la
misma. Después de la construcción de su paseo con álamos en la Patria
Nueva, La Cañada comenzó a ser llamada Alameda de las
Delicias, Calle de las Delicias o Alameda Pública de
las Delicias sólo en su parte central, en donde estaban las arboledas.
Hacia el oriente, entre el actual inicio de avenida Vicuña Mackenna y el Cerro
Santa Lucía, era llamada Cañada o Alameda del Carmen,
por la presencia del Monasterio del Carmen en donde comienza la calle del mismo
nombre; y hacia el poniente de la Alameda, era llamada La Cañada a
secas, aunque también se denominó como Camino o Avenida
Lo Chuchunco y Avenida Ruiz Tagle (denominaciones un
tanto confusas, pues a veces se confundían con el Camino Lo Espejo y
el Camino de los Pajaritos, primer tramo de lo que hoy es avenida
Ecuador) al sector más al Oeste de la misma vía, hacia mediados del siglo XIX,
y después, ya en tiempos del Primer Centenario, como Avenida Latorre,
más o menos desde la Estación Central hacia la costa. En los días de la
Intendencia de Vicuña Mackenna, toda la vía de entonces era denominada
también Avenida de las Delicias. Como vimos, sólo en 1925 pasa a
adoptar el nombre del Libertador O'Higgins.
·
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