LA INDEPENDENCIA EN EL NOROESTE DE MÉXICO.
ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO
Las repercusiones del movimiento insurgente
fueron muy similares en el Noroeste de México -Sinaloa, Sonora y Californias-,
razón por la que en el presente trabajo intentamos proporcionar una imagen
global del fenómeno en esa región. Nuestro estudio es fundamentalmente
historiográfico, pues si bien acudimos a algunas fuentes documentales directas,
en especial analizamos la forma en que han tratado los hechos distintos
autores, tanto de historias generales como regionales.
Principiamos por adelantar dos conclusiones
que se derivan del análisis. La primera es que en los sucesos advertimos una
constante que presenta casi toda la historia de esta región: su atraso y
despoblación, consecuencia, en buena medida de su lejanía del altiplano, núcleo
vital de la Nueva España, circunstancia aún más aguda en el caso de las
Californias; la segunda es que los hechos materia de nuestro estudio están
fuera de la llamada "ruta de la independencia", que se circunscribe a
los sucesos que se consideran fundamentales del movimiento. Por esta razón ni
siquiera los consignan algunos autores que podemos llamar clásicos para el
estudio de la época, a pesar de que sus obras son bastante extensas.
Como punto de partida tenemos que antes de
que Hidalgo llegara a Guadalajara, Gómez Portugal, uno de los que iniciaron la
revolución en Nueva Galicia, comisionó para que la extendiera en Sinaloa y
Sonora a don José María González Hermosillo, [ 1 ] quien salió con tal fin el 1o. de diciembre de 1810, seguido por
el dominico fray Francisco de la Parra. Poco después Hidalgo les confirmaría la
encomienda.[ 2 ]
Carlos
María de Bustamante
Uno de los autores que reseña más
pormenorizadamente los resultados de esta incursión es Bustamante en su Cuadro histórico de la
revolución de América mexicana, publicado en 1827.[ 3 ] Explica
cómo González Hermosillo y Parra fueron reclutando gente por el camino hasta
que llegaron el 17 de diciembre al Real del Rosario, en el sur de Sinaloa, en
donde tuvieron un encuentro con los realistas. Éstos fueron derrotados al grado
que su jefe, coronel comandante Pedro Villaescusa, se vio obligado a capitular,
jurando no volver a tomar las armas. Bustamante elogia la generosa conducta de
González Hermosillo que permitió a su vencido rival que se retirara y a la vez
critica la traición de éste, porque faltando a su palabra se hizo fuerte en San
Ignacio Piaxtla y empezó a hacer preparativos para atacar a los insurrectos.
Con un rasgo muy de la historiografía de la
época -dada a cifras y detalles- señala el autor que las filas insurgentes
llegaron a sumar cuatro mil ciento veinticinco infantes, cuatrocientos setenta
y seis caballos y novecientos fusiles, además de escopetas, carabinas y lanzas.[ 4 ] A estos
efectivos se agregó la división que guarnecía el puerto de Mazatlán de los
Mulatos, que se pasó a su lado.
El día 8 de enero González Hermosillo atacó San
Ignacio Piaxtla, pero ahora la victoria correspondió en forma definitiva a los
realistas, quienes fueron reforzados con la tropa del gobernador intendente
Alejo García Conde, que llegó de Arizpe, Sonora.
Concluye su relato lamentando la imprecaución
de González Hermosillo al no haber remitido a Guadalajara a Villaescusa cuando
lo tuvo en su poder, atribuyendo el error a inexperiencia en la guerra "en
cuyo arte eran niños los americanos".[ 5 ] Hace también el razonamiento de que, de haber obrado con mayor
cautela, podría haber remitido a Guadalajara el copioso armamento que había
tomado y que quizá otro hubiera sido el resultado de la batalla de Calderón.[ 6 ]
En el transcurso del mes y días que duró la
expedición que nos ocupa, González Hermosillo envió a Hidalgo informes de sus
actividades, así como 14 marcos de oro. Éste por su parte le mandó instrucciones,
siendo muy conocida la fechada el 30 de diciembre de 1810, en el cuartel
general de Guadalajara, en la que lo insta a que tome Cosalá, en donde se sabe
"hay gruesas cantidades de reales y mucha plata en pasta", [ 7 ] ofreciéndole -con la prodigalidad que se le ha señalado-[ 8 ] el grado de brigadier si lograba el objetivo.
Lucas
Alamán
También se ocupa de estos sucesos Alamán en
su Historia de
México[ 9 ]y critica a Bustamante por algunos de los pormenores que da sobre la
toma de El Rosario, debido a que no consigna la fuente, causa por la que él
prefiere basarse en lo que se deduce de las cartas de Hidalgo a González
Hermosillo, mismas que cayeron en manos de los realistas cuando derrotaron a
éste.[ 10 ] En cambio, en todo lo relativo a esta derrota de San Ignacio
Piaxtla sí lo sigue y lo cita en forma expresa como apoyo, aunque -en una de
las múltiples críticas que le hace a lo largo de la obra- no deja de señalar
que dejó de acudir a otras fuentes, entre ellas la gaceta virreinal.[ 11 ]
Zavala
y Mora
Cabe mencionar que ni Lorenzo de Zavala en
el Ensayo
histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta 1830[ 12 ] ni José María Luis Mora en México
y sus revoluciones [ 13 ] aluden a estos sucesos registrados en el noroeste de la entonces
Nueva España, lo que quizá en alguna medida ha contribuido a que queden fuera
de lo que en forma un tanto convencional se denomina "historia
nacional", que con un criterio historiográfico centrista se circunscribe a
lo que de una manera u otra ha afectado al altiplano, dejando todo lo demás en
el olvido.
Representación
al virrey Venegas
En el Archivo Franciscano de la Biblioteca
Nacional encontramos un documento muy interesante que no cita ninguno de los
autores que han tratado este tema. Es la representación dirigida al virrey
Francisco Javier Venegas, con fecha 10 de abril de 1811, por el cuerpo de
mineros de la diputación territorial de Copala, Provincia de Sonora, así como
por los comerciantes y empleados de dicho partido y de la villa de San
Sebastián.[ 14 ]
El interés de este escrito estriba en que
juzga la expedición encabezada por González Hermosillo precisamente desde la
perspectiva opuesta a Bustamante, ya que la mayoría de quienes lo suscriben son
españoles. Su propósito es exaltar los méritos de don Bernardo Andrade,
subdelegado de intendente, con residencia en San Sebastián -lugar en que está
fechado el ocurso- a fin de que se le recompensen.
Principia relatando que desde que se tuvo
noticia en la región de los sucesos del pueblo de Dolores, Andrade se dedicó a
hacer ver a sus gobernados que la insurrección tendería a desunir a
"europeos y americanos: a destruir y acabar la religión católica; y a
usurparle a nuestro soberano la colonia más bella y rica de su monarquía".
Relata el trayecto de los rebeldes: su paso por la Bayona, término divisorio de
las provincias de Guadalajara y Sonora, que en ese tiempo incluía a Sinaloa; el
temor que provocaron en algunas autoridades, que huyeron "con afrenta de
las armas del rey", así como en todos los europeos de El Rosario que
fueron a refugiarse a la villa de San Sebastián, ubicada también en Sinaloa.
Entre las causas de la derrota realista de El
Rosario destaca el que las cuatro compañías de Mazatlán hayan defeccionado y
finalmente, al describir la batalla de San Ignacio Piaxtla la califica de
"exterminio y derrota general de los malvados". Proporciona bastantes
detalles de los sucesos, que vienen a enriquecer la información tradicional que
nos ha llegado de ellos, sobre todo en lo relativo a los efectos que produjeron
en los vecinos españoles y autoridades, así como en la participación que tuvo
Bernardo Andrade al que conceptúa como "libertador de la provincia de
Sonora".
Informe
de García Conde
En el Departamento de Manuscritos, Estampas e
Iconografía de la misma Biblioteca Nacional, se encuentra otro documento
-también muy poco conocido- firmado por don Alejo García Conde el 14 de agosto
de 1813, en Arizpe, Sonora, y que tiene el siguiente rubro: "El gobernador
intendente de Sonora informa sobre las proporciones naturales y noticias de los
territorios de la gobernación a su cargo y consulta las providencias que le parecen
oportunas para promover la felicidad de sus habitantes".
El extenso informe proporciona datos sobre la
agricultura, la industria, el comercio y la minería de la región; expone las
que García Conde considera causas del atraso en esos renglones, que dan por resultado
que sólo haya una población de 123 854 habitantes (cuatro por legua cuadrada),
y propone una serie de reformas en los ramos administrativo, militar,
eclesiástico y de justicia.
Hace referencia a la revolución en que estaba
envuelta en ese tiempo una parte considerable del país, misma que atribuye a
los "escritos antisociales y subversivos" de los revolucionarios
franceses que "penetraron en la inocente América". Como instigador
señala a un "clérigo fanático", refiriéndose -según creemos- a don
Miguel Hidalgo. Subraya que de no haber sido por el triunfo obtenido por las
armas realistas en San Ignacio Piaxtla, los territorios de Sonora y Sinaloa
"no tendrían los bienes de la paz y del orden que gozan dichosamente, en
medio de las horrorosas turbulencias que destrozan las provincias del
virreinato de Nueva España".
Esto último es especialmente importante
porque pone de manifiesto que pronto se sofocó la agitación que por espacio de
cinco semanas introdujo en 1810 González Hermosillo en el sur de la intendencia
de Sonora y que para agosto de 1813 reinaba la más absoluta paz. Esta situación
se prolongaría por el resto del tiempo que duró en otras partes la lucha de
independencia.
Historiadores
regionales
Hay algunos autores locales que se han
ocupado de estos sucesos. Analizándolos brevemente en orden cronológico tenemos
en primer término al historiador y político sinaloense Eustaquio Buelna, quien
en su Compendio
histórico geográfico y estadístico del estado de Sinaloa,[ 15 ] en forma somera describe la pasajera efervescencia que produjeron
en la región los comisionados por Hidalgo y la manera en que al consumarse la
independencia, Sonora y Sinaloa integraron el Estado de Occidente.
Sus Apuntes
para la historia de Sinaloa, 1821-1822[ 16 ] son una cronología mucho más extensa que la anterior, pero no
menciona nada sobre las luchas por la independencia porque principia justamente
con la consumación de ésta.
Eduardo
W. Villa
En nuestra opinión, de todos los
historiadores, tanto generales como regionales, el que trata en forma más
autorizada el tema que nos ocupa es el sonorense Eduardo W. Villa, ya que
consultó copiosa documentación directa; inclusive el capítulo intitulado
"La guerra de Independencia" es uno de los más valiosos de su Compendio de historia del
estado de Sonora. En su aparato crítico figuran las cartas de
Hidalgo a González Hermosillo; numerosos partes de García Conde, tanto de los
encuentros con los insurgentes en el sur de Sinaloa como de años posteriores,
en los que en su nuevo cargo de comandante general de las Provincias Internas
de Occidente, informa al virrey repetidas veces que en la región bajo su mando
no hay "ninguna ocurrencia digna de atención",[ 17 ] el diario del padre Parra, al que no concede crédito en algunos
aspectos; diversas circulares y pastorales del obispo de Sonora que a lo largo
del periodo de la independencia exhortaban a los feligreses a la conservación
de la paz y el orden, así como a la fidelidad a Fernando VII; la hoja de
servicios de García Conde, etcétera.
Además de referir detalladamente los sucesos
que ya conocemos en otros autores, agrega que José de Jesús y Nicolás, ambos de
apellidos Hidalgo y Costilla -hermanos del libertador- mineros de Real de
Pánuco, Sonora, se mostraron adictos a la independencia e inclusive pusieron a
disposición de los insurgentes barras de plata, lo que les costó ser procesados
en la Real Audiencia de Guadalajara.[ 18 ] Otra aportación suya es el dato de que García Conde se adhirió al
Plan de Iguala el 21 de agosto de 1821 y proclamó después la independencia en
las provincias a su cargo, continuando como comandante general de ellas hasta
agosto de 1822.[ 19 ]
Finalmente tenemos a José Mena Castillo,
autor de Historia
compendiada del estado de Sinaloa, quien reproduce la
información proporcionada por los autores antes mencionados y al final del
capítulo respectivo, a manera de conclusión personal, explica que "la
revolución no fue espontánea en Sinaloa, sino una derivación de la de Nueva
Galicia; de manera que extinguida la fuente que le dio origen, con ella
concluyó".[ 20 ]
Recapitulación
Si repasamos los sucesos a que nos venimos
refiriendo encontramos que los actos de insurrección en realidad violentos
duraron muy poco, pues se registraron únicamente en el mes de diciembre de 1810
y primeros días de enero siguiente; fueron encabezados por elementos
provenientes de otra región, que sólo pudieron llegar al sur de Sinaloa, ya que
no alcanzaron a penetrar a Sonora ni mucho menos a Baja California. Pasado el
breve sacudimiento ocasionado por González Hermosillo, todo volvió a quedar en
paz a lo largo de los diez años que en otras regiones se estuvo luchando por la
independencia, hasta su consumación en 1821: inclusive, los soldados de la
guarnición de Mazatlán que se pasaron del lado insurgente, fueron perdonados y
siguieron vistiendo el uniforme virreinal.[ 21 ] Esta rápida contención a la insurgencia significó un dique que los
realistas pusieron a la corriente revolucionaria que venía del occidente del
país y que pretendía extenderse por el noroeste.
Para entender el fenómeno creemos que es
válida la explicación de Pablo Herrera Carrillo en el sentido de que en esta
región era difícil que pretendiera los ideales libertarios en virtud de que la
rudimentaria o nula instrucción de sus escasos habitantes, impedía que causaran
impacto, por ejemplo, las ideas de los enciclopedistas franceses. Los guías
espirituales eran misioneros, en su mayoría españoles, obviamente adictos a su
patria y a la estructura colonial de la que formaban parte. Sobre todo faltaron
los colegios y seminarios que aportaron el fermento estudiantil revolucionario
que preparó la rebelión en otros lugares de la Nueva España.[ 22 ]
Baja
California
Ahora nos abocaremos a analizar
historiográficamente las repercusiones de la independencia en las Californias,
en forma especial en la Antigua o Baja y someramente en la Alta.
La casi totalidad de la bibliografía que
existe se refiere a los últimos años del periodo de la independencia y dedica
particular atención al juramento de la misma, pues existe el consenso general
de que a lo largo de los once años que duró fueron muy escasas las
repercusiones en la región.
Entre todos los autores quizá la única
excepción sea Alfonso Salazar Rovirosa, quien en su Cronología de Baja California, consigna
datos comprendidos entre 1810 y 1815, además de los de años posteriores que
proporcionan los otros historiadores.
Asienta que desde que se inició la lucha de
independencia produjo agitación en los californianos, pero que no se realizó
ningún acto concreto de rebeldía, por la falta de vías de comunicación, escasez
de habitantes y predominio de los españoles, tanto en lo político como en lo
eclesiástico.[ 23 ] Asegura que en 1811, sin precisar fecha, llegaron a Loreto
procedentes de la ciudad de México, tres comisionados para comunicar a las
autoridades el movimiento insurgente. Los encabezaba el vizcaíno Fernando
Aguirre Inchaus, afiliado a la masonería metropolitana.[ 24 ] Afirma también que el 31 de diciembre de 1814 el alférez Felipe de
Goycochea, gobernador de Baja California, se negó en Loreto a reconocer la
Constitución de Apatzingán, causa por la que fue sustituido por el alférez
Fernando de la Toba. Salvo que se exhibiese el documento que lo acredite, esto
nos parece poco probable, pues dudamos de que dicho código político, que en
realidad no tuvo vigencia, alcanzara tal importancia en lugar tan apartado. Lo
mismo pensamos de la comisión que en el centro de la Nueva España dice que le
dieron poco después los insurgentes a De la Toba.[ 25 ] Finalmente asevera que en 1815 gente de los pueblos de Mulegé, San
Ignacio y La Purísima exteriorizaron su respaldo a la insurgencia en cuanto les
llegaron noticias de las proclamas de don José María Morelos.[ 26 ]
Lamentablemente el autor -quizá ceñido por el
laconismo que suelen presentar las cronologías- en general no menciona las
fuentes en que apoya su información, lo que no nos permite asegurar su validez.
Manuel
Clemente Rojo
Un testimonio muy directo, porque su autor
alcanzó a conocer personalmente a quienes fueron actores o testigos de los
hechos, lo constituyen los Apuntes
históricos, corográficos y estadísticos del distrito norte del territorio de la
Baja California, formados por el señor licenciado don Manuel Clemente Rojo, en
el año de 1872, siendo subjefe político del propio distrito.[ 27 ] El mismo licenciado Rojo informa que llegó a la región en 1849 y
por conversaciones que tuvo con algunos de los lugareños más ancianos se enteró
de que al iniciarse la revolución en 1810 se empezó a resentir la falta de
pagos a los soldados de la Compañía Presidial del Distrito Norte, ya que no
llegaba con la regularidad de antes el "habilitado" de Loreto, por lo
que la escasez en ocasiones hizo crisis, al grado de que llegó a faltar hasta
la ropa más indispensable. Esto lo ilustra con el siguiente cuarteto, con que
los mismos fronterizos se burlaban de sus desgracias:
El Cerro de San Vicente
Está que se cae de risa
De ver a las vicenteñas
En túnica y sin camisa.[ 28 ]
Consigna también que por los días en que
Iturbide lograba desvincular a México de España y se encaminaba hacia el trono
imperial, una escuadrilla de corsarios, procedentes de Sudamérica, recorría los
mares de Alta y Baja California, hostilizando sus puertos.[ 29 ] Da razón de cómo saquearon las iglesias de Loreto, San José y
Todos Santos, apoderándose, entre otras cosas, de las valiosísimas perlas que
los armadores y buzos habían ofrendado en concepto de diezmos. No precisa
fechas ni da nombres de los piratas -a diferencia de otros autores- lo que nos
hace pensar que recogió informaciones orales de los vecinos; en cambio da
nombres y apellidos de los rancheros que castigaron e hicieron huir a los
corsarios.[ 30 ] También es de notarse que a éstos no los considera relacionados en
ninguna forma con el movimiento de insurgencia, como lo hacen otros
historiadores.
Precisamente uno de ellos es Pablo Herrera
Carrillo, quien trata la cuestión en un bien documentado artículo que se
publicó póstumamente en la revista Calafia[ 31 ] bajo el título de "Proclamación de la independencia en Baja
California".
Presenta la tesis general de que Inglaterra
tuvo bastante intervención -oculta en gran parte- en la preparación, inicio y
consumación de la independencia de los pueblos hispanoamericanos, con el fin de
apoderarse del comercio y minería de éstos, desplazando a España.[ 32 ] Que uno de los medios de que se valió fue la masonería que
introdujo en todo el continente a través de sus marinos, al extremo de que
muchos barcos eran verdaderas "logias flotantes". La labor la
concentró en la marina española, lo que explica que ésta no diera muchas
muestras de lealtad a su rey y por el contrario fueron frecuentes las
traiciones[ 33 ] Explica asimismo que ingleses y franceses asesoraron técnicamente
-y a veces financiaron- a los revolucionarios hispanoamericanos, a nivel
continental. Destaca por otra parte que Inglaterra alentó la actividad en los
mares de los dominios españoles de individuos que desarrollaban una mezcla
difícil de discernir de contrabando, piratería y subversión, ya que a la vez
que saqueaban e introducían mercancías ilegalmente en las colonias de España,
propagaban en ellas ideas revolucionarias.
Con ese criterio señala que en 1818 el
francés Hipólito Bouchard y el inglés Peter Corney, en los barcos corsarios Argentina y Santa Rosa, con
banderas de la Provincia Unida del Río de la Plata, tripulados por marinos de
diversas nacionalidades, llegaron a Monterrey, Alta California, y lo saquearon
e incendiaron. [ 34 ] Agrega que en febrero de 1822 el célebre almirante Lord Cochrane,
que formó la llamada Escuadra Chilena, envió a Baja California la fragata Independencia y
el bergantín Araucano, tripulados
por ingleses y chilenos en su mayoría. Desembarcaron en San José del Cabo y
tanto ahí como en Todos Santos y Loreto cometieron toda clase de tropelías:
saqueos a casas de autoridades y vecinos, robos de las reliquias de las
iglesias, destrucción de archivos parroquiales, etcétera. La supuesta causa de
estas agresiones era que Baja California se negaba a jurar la independencia
respecto de España, lo que curiosamente dio por resultado que se jurara, bajo
esa "extraña presión", como la califica Herrera Carrillo, venciendo así
la resistencia de los misioneros, que eran en el fondo los que más se oponían.
La
polémica de la jura
En torno al juramento de la independencia se
ha formado una polémica ya que debido a que en realidad se juró varias veces y
en distintos lugares, unos autores toman en cuenta alguna de ellas y desestiman
las demás, mientras que otros piensan de distinta manera. Herrera Carrillo, por
ejemplo, se basa en un parte oficial del capitán y piloto Gerónimo Baster,
quien se ostenta como testigo presencial del acto. Éste afirma que se juró el
18 de marzo de 1822, en San José del Cabo, bajo la autoridad del alférez
Fernando de la Toba, en nombre del Imperio Mexicano y ante la presión de la
referida escuadra insurgente -pirática.[ 35 ]
Pablo
L. Martínez
En su Historia
de Baja California,[ 36 ] Pablo L. Martínez expone otro criterio y lo apoya en un buen
número de documentos. Principia por mencionar una jura que hizo Fernando de la
Toba el 25 de febrero de 1822, a la que no concede importancia por considerarla
una simulación ante el peligro que representaba, la proximidad de los
corsarios.[ 37 ]
Es de la opinión que "quien proclamó,
juró e hizo jurar la independencia en Baja California por primera vez fue el
alférez José María Mata y que este acto se llevó a cabo en la misión de Loreto
el 7 de marzo de 1822".[ 38 ] Al efecto explica que el referido bergantín Araucano atacó
Loreto, provocando la huida del gobernador y de los misioneros; que Mata logró
rechazar a los piratas y aprovechando que tenía el mando militar juró la
independencia. En apoyo de esto transcribe tres documentos que obran en el
expediente de dicho alférez.[ 39 ]
Consigna una segunda jura -de la que no da
fecha- efectuada por José María López, quien llegó a la península ostentándose
como capitán y comisionado por las autoridades del imperio,[ 40 ] y otra más hecha por un verdadero representante de Iturbide, el
doctor Agustín Fernández de San Vicente, prebendado de la catedral de Durango.
Ésta fue en el presidio de Loreto, el 7 de julio de 1822.[ 41 ] En ella se observaron todas las formalidades del caso y
"acabada la ceremonia se procedió al paseo por la plaza[...] el síndico
procurador arengó al señor comisionado con un discurso en que manifestó su
adhesión y entusiasmo al sistema adoptado [...] dando fin la función con un
baile que se celebró en la casa del señor alcalde".[ 42 ]
Por lo que respecta al juramento en la
frontera señala el 16 de mayo de 1822, en San Vicente y transcribe el acta
levantada por el comandante José Manuel Ruiz, en la que éste menciona haber
recibido del gobernador Argüello orden al respecto, así como copias del Plan de
Iguala, Tratados de Córdoba, Decreto de la Regencia del Imperio Mexicano, acta
levantada en Loreto, etcétera.
Juicio
sobre la polémica
En lo que se refiere a la parte sur de la
península, que era la más poblada en esa época, es difícil precisar cuál fue en
realidad la primera jura de la independencia, ya que ni la del 25 de febrero en
San Antonio, ni la del 7 de marzo en Loreto, ni la del 18 del mismo mes en San
José del Cabo -que serían las abocadas al triunfo en esta liza de erudición
histórica- cuentan con el acta correspondiente sino sólo con pruebas
documentales indirectas, como lo son hojas de servicios, partes o informes,
elaborados algunos de ellos años después. De la que sí hay acta es de la del 17
de julio, efectuada por el doctor Agustín Fernández, pero es 4 ó 5 meses
posterior a las otras y en gran medida fue para anular los actos de López y
asegurar la adhesión al Imperio Mexicano; hay también la de la frontera, mas se
sobreentiende que aquí se proclamó con posterioridad al sur.
Pero independientemente de lo anterior, lo
que sí es muy revelador -del abandono de la península, de su lejanía del centro
del país, de la resistencia de los misioneros, etcétera- es que habiéndose
levantado el acta de Independencia en la ciudad de México el 28 de septiembre
de 1821, todavía el 17 de julio de 1822 -casi diez meses después- un
comisionado imperial estuviera promoviendo el juramento de ella en Baja
California.
Alta
California
Para finalizar veremos lo relativo a la Nueva
California, y a falta de un buen autor mexicano -que debería haberlo, puesto
que en ese tiempo formaba parte de nuestro país- seguiremos The works of Hubert Howe
Bancroft, publicados en 1885.[ 43 ]
Encontramos referencias a la incursión
pirática de 1818, encabezada por Bouchard, misma que el autor califica de la
única manifestación militar en California de la lucha de Hispanoamérica por su
independencia,[ 44 ] pues la tranquilidad de la región no se vio perturbada por ningún
alzamiento, en virtud, fundamentalmente, del influjo que ejercían los
franciscanos, cuya fidelidad a la corona española era bien conocida.
Consigna también que de la Regencia,
instituida por Iturbide en septiembre de 1821, se tuvo noticias en California
hasta fines de ese año al grado de que en enero de 1822 el gobernador Sola
escribió a Argüello, de la Baja California, que recibió de México "unos
documentos que parecen haber sido impresos en un país de soñadores, ya que la
independencia es un sueño [...] pero usted y yo, sabedores de que la inmortal,
incomparable nación española tiene muchos y grandes recursos para hacerse
respetar, debemos ver con desprecio esas absurdas maneras de pensar".[ 45 ] Tales documentos eran precisamente copias del Plan de Iguala,
Tratado de Córdoba, Acta de Independencia, etcétera.
Observa Bancroft que Sola "no fue
profeta", pues dos meses después, ante el giro de los acontecimientos, él
mismo convocó a una junta para tratar sobre otros despachos que recibió de la
Regencia del Imperio Mexicano. La reunión se efectuó en Monterrey, el 9 de
abril siguiente, y ahí se acordó aceptar la Regencia y romper todo vínculo
político con España.[ 46 ] La jura formal de la independencia se efectuó en el propio
Monterrey el día 11 del mismo mes; el 13 en Santa Bárbara y quizá también en
San Francisco, y el 20 en San Diego.[ 47 ]
Respecto del acto en Monterrey, textualmente
dice:
El once de abril [de 1822] se hizo el juramento con la
debida solemnidad; primero por los miembros de la junta en la casa de Sola, y
luego por las tropas en la plaza; después siguieron los servicios religiosos en
los cuales el padre Payeras predicó un sermón apropiado; y el día se cerró con
vivas y disparos de fusiles y música y luces en honor de la independencia.[ 48 ]
Conociendo en el centro la lealtad de los
franciscanos al rey de España y teniendo noticias exageradas de las riquezas de
éstos, se temió que California se convirtiera en el foco de un movimiento
contra la independencia, por lo que se comisionó para que la afianzara ahí al
doctor Fernández de San Vicente quien, como ya hemos visto, de paso hizo lo
propio en Baja California y luego se enfiló al norte a tratar de alcanzar el
objetivo final. Gracias a su habilidad diplomática lo logró y como a la Alta
California llegó en septiembre de 1822, cuando Iturbide ya había sido
proclamado emperador, mediante un elocuente discurso arrancó a los
californianos entusiastas vivas a la independencia mexicana y al emperador
Agustín I.[ 49 ]
Con lo anterior esperamos haber presentado un
panorama historiográfico general de las repercusiones que tuvo la lucha de
independencia en el noroeste novohispánico.
Ocasiones en que
se afirma que se juró la Independencia en las Californias
Año de 1822
Fecha |
Lugar |
Personal |
Autor |
25 febrero |
San Antonio |
Fernando de la Toba |
Jorge Flores D. |
7 marzo |
Loreto |
José María Mata |
Pablo L. Martínez |
18 marzo |
San José del Cabo |
Fernando de la Toba |
P. Herrera Carrillo |
11 abril |
Monterrey |
Pablo Vicente Sola |
R. Salazar Rovirosa |
13 abril |
Santa Bárbara |
- |
Hubert H. Bancroft |
13 abril |
San Francisco |
- |
Hubert H. Bancroft |
20 abril |
San Diego |
- |
Hubert H. Bancroft |
16 mayo |
San Vicente |
José María Ruiz |
Pablo L. Martínez |
- |
Loreto |
José María López |
Pablo L. Martínez |
7 julio |
Loreto |
Agustín Fernández |
Pablo L. Martínez |
NOTAS
[ 1 ] Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, Jus,
1942, v. II, p. 91.
[ 2 ] Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la
revolución de la América mexicana, México, 1961, v. I, p. 139.
[ 3 ] El título completo es Cuadro histórico de la
revolución de la América mexicana, comenzada en quince de septiembre de mil
ochocientos diez por el ciudadano Miguel Hidalgo y Costilla, 5
v., México, 1827.
[ 4 ] Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la
revolución de la América mexicana, México, 1961, v. I, p. 141.
[ 5 ] Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la
revolución de la América mexicana, México, 1961, v. I, p. 143.
[ 6 ] Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la
revolución de la América mexicana, México, 1961, v. I, p. 143.
[ 7 ] Ernesto de la Torre Villar et. al., Historia documental
de México, 2 v., México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1974, v. II, p. 54-55.
[ 8 ] Ernesto de la Torre Villar et. al., Historia documental
de México, 2 v., México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1974, v. II, p. 54.
[ 9 ] Lucas Alamán, Historia de Méjico desde los primeros movimientos
que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la é poca
presente, México, Imprenta de J. M. Lara, 1849-1852.
[ 10 ] Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, Jus,
1942, v. II, p. 93.
[ 11 ] Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, Jus,
1942, v. II, p. 142.
[ 12 ] Lorenzo de Zavala, Ensayo histórico de las revoluciones de México,
desde 1808 hasta 1830, 2 v., París, Dupont y Laguione, 1831 y
Nueva York, Elliot y Palmer, 1832.
[ 13 ] José María Luis Mora, Méjico y sus revoluciones, 3
v., París, Librería de Rosa, 1836.
[ 14 ] Biblioteca Nacional de México, Archivo Franciscano, caja
37, exp. 837, doc. 1, f. 1-7v.
[ 15 ] Eustaquio Buelna, Compendio histórico geográfico del estado de
Sinaloa, México, 1877, 141 p.
[ 16 ] Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, México,
1924, 231 p.
[ 17 ] Eduardo W. Villa, Compendio de historia del estado de Sonora, México,
1937, 487 p., p. 193.
[ 18 ] Eduardo W. Villa, Compendio de historia del estado de Sonora, México,
1937, 487 p., p. 191.
[ 19 ] Eduardo W. Villa, Compendio de historia del estado de Sonora, México,
1937, 487 p., p. 194. Salazar Rovirosa afirma que García Conde izó "la
bandera mexicana de las Tres Garantías" el 28 de agosto de 1821, como
comandante militar de las Provincias Internas de Occidente. Vid. Cronología de Baja
California, cuaderno 2, p. 64.
[ 20 ] José Mena Castillo, Historia compendiada del
estado de Sinaloa, México, 1942, 325 p., p. 173.
[ 21 ] Informe de García Conde de 14 de agosto de 1813,
Biblioteca Nacional, Departamento de Manuscritos, Estampas e Iconografía.
Alfonso Salazar Rovirosa, Cronología
de Baja California, del territorio y del estado de 1500 a 1956, México,
[ s. e.], 1957.
[ 22 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970. El
juicio se refiere a las Californias, pero creemos que en lo sustancial también
es aplicable a Sonora y Sinaloa.
[ 23 ] Alfonso Salazar Rovirosa, Cronología de Baja California,
del territorio y del estado de 1500 a 1956, México, [s. e.],
1957, p. 54.
[ 24 ] Alfonso Salazar Rovirosa, Cronología de Baja California,
del territorio y del estado de 1500 a 1956, México, [s. e.],
1957, p. 56.
[ 25 ] Alfonso Salazar Rovirosa, Cronología de Baja California,
del territorio y del estado de 1500 a 1956, México, [s. e.],
1957, p. 58. Jorge Flores D., en Documentos
para la historia de Baja California, 2 v., México, 1946, v.
II, p. 134-137, hace una detallada reseña bibliográfica de De la Toba y no
consigna esa comisión.
[ 26 ] Alfonso Salazar Rovirosa, Cronología de Baja California,
del territorio y del estado de 1500 a 1956, México, [ s. e.],
1957, p. 59-60.
[ 27 ] Aparecen publicados en la obra de Enrique
Aldrete, Baja
California heroica, México, 1958, p. 473-549.
[ 28 ] Enrique Aldrete, Baja California heroica, México,
1958, p. 505.
[ 29 ] Enrique Aldrete, Baja California heroica, México,
1958, p. 506.
[ 30 ] Enrique Aldrete, Baja California heroica, México,
1958, p. 506.
[ 31 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970, p.
36-45.
[ 32 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970, p.
38.
[ 33 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970, p.
39.
[ 34 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970, p.
41.
[ 35 ] Pablo Herrera Carrillo, "Proclamación de la
independencia en Baja California", Calafia, revista
de la Universidad Autónoma de Baja California, n. 2, abril-junio de 1970, p.
44-45. Transcribe el referido parte, que está fechado el 24 de abril de 1822,
en Mazatlán. El mismo Baster afirma que le consta que el gobernador Argüello
había jurado la independencia, pero no precisa si fue antes o después que De la
Toba.
[ 36 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 595.
[ 37 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 328. Jorge Flores D., en Documentos
para la historia de Baja California, 2 v., México, 1946, v.
II, p. 136, menciona esta fecha y agrega que la jura fue en San Antonio.
[ 38 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 330.
[ 39 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 329-330.
[ 40 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 330.
[ 41 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 331-332.
[ 42 ] Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, México,
1956, p. 331-332.
[ 43 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX).
[ 44 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 220.
[ 45 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 450.
[ 46 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 451.
[ 47 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 452.
[ 48 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 451.
[ 49 ] Hubert H. Bancroft, History of California, II.
1801-1821, San Francisco (California), The History Company,
1885, 795 p. (The Works of Hubert Howe Bancroft, XIX), p. 459.
Estudios
de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro
Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, 1976, p. 37-52.
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