Mística y
ascética española
CONCEPCIÓN DE LA MÍSTICA
La mística designa un
tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de
unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal. Se da en las
religiones monoteístas (zoroastrismo, judaísmo, cristianismo, islamismo), así
como en algunas politeistas (hinduismo); algo parecido también se muestra en
religiones que más bien son filosofías, como el budismo, donde se identifica
con un grado máximo de perfección y conocimiento.
El misticismo tuvo su
máximo esplendor en el siglo XVI, años 1560-1600, tenido por filosofía por
historiadores franceses como Pablo Rousselot, Henri Bergson o Jacques
Chevalier, aunque tienen razón Allison Peers y cuantos opinan que el misticismo
no es filosofía, aunque sea cierto que en la mística interviene la intuición, y
que la mística sí presupone la teología. Por supuesto, sí existen la poesía y
literatura mística.
Conceptos místicos como la futilidad de las
cosas o la ilusión del tiempo no son verdades, y aunque el misticismo tenga
influencias del sufismo, de autores alemanes como Eckhart, Tauler, Ruysbroeck y
Thomas de Kempis, o del Cantar de los Cantares bíblico, el misticismo sigue
siendo literario, inspirado también en la Vita Christi de Eximenis o Ludolfo de
Sajonia, el Flos Sanctorum de Jacobo de Vorágine, o traducciones de San Agustín
y San Buenaventura.
VIDRIERA DEL CONVENTO DE SANTA TERESA
ETIMOLOGÍA DE LA
PALABRA MÍSTICA
La palabra “mística”
viene del griego mystikós (μυστικός), que significa “misterioso”, “enigmático”, propiamente “relativo a los
misterios religiosos”; otro derivado de myein (μυεῖν) es “cerrar los ojos y quedar mudo”.
Desde los Padres de la Iglesia tuvo una
significación amplia: “manifestaciones de la vida religiosa sometida a la
acción extraordinaria sobrenatural de la Providencia”.
Otra definición: “Relación sobrenatural de la
criatura con Dios, a la que es imposible llegar por las fuerzas naturales o por
las ordinarias de la Gracia”.
Definición más descriptiva: “Misticismo es el
conocimiento experimental de la presencia divina, en el que el alma tiene, como
una gran realidad, un sentimiento de contacto con Dios”.
La mística es, según la doctrina teológica, un
regalo extraordinario de la Gracia divina, sin embargo, el alma puede colaborar
a alcanzarla mediante esfuerzos o ejercicios propios. Estos ejercicios de
preparación para recibir el regalo divino de la Gracia especial constituyen la
llamada ascética, del griego asketés (άσχητής), de askéo (άσχέω), que significa “me ejercito, medito,
estudio”.
EL JUICIO FINAL, SEGÚN MIGUEL ÁNGEL EN LA CAPILLA SIXTINA
DEL VATICANO
DIFERENCIAS
ENTRE MÍSTICA Y ASCÉTICA
Según la teología, la
mística se diferencia de la ascética en que:
La ascética ejercita el espíritu
humano para la perfección, a manera de una preparación para la mística,
mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa.
La mística, a la cual sólo
pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el
ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios,
que sólo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias
denominadas visiones o éxtasis místicos, de los que son propios una plenitud y
conocimiento tales que son repetidamente caracterizados como inefables por
quienes acceden a ellos.
El misticismo está generalmente
relacionado con la santidad, y en el caso del Cristianismo puede ir acompañado
de manifestaciones físicas sobrenaturales denominadas milagros, como por
ejemplo los estigmas y los discutidos fenómenos parapsicológicos de bilocación
y percepción extrasensorial, entre otros.
Por extensión, mística designa además el
conjunto de las obras literarias escritas sobre este tipo de experiencias
espirituales, en cualquiera de las religiones que poseen escritura.
El misticismo, común a las tres grandes
religiones monoteístas, pero no restringido a ellas (hubo también una mística
pagana, por ejemplo), pretende salvar ese abismo que separa al hombre de la
divinidad para reunificarlos y acabar con la alienación que produce una realidad
considerada injusta, para traer en términos cristianos el Reino de los Cielos a
la Tierra. Los mecanismos son variados:
1- la lucha meditativa y activa contra el Ego,
en el caso del Budismo, o nafs como en el caso
del Sufismo musulmán
2-
- la oración y el ascetismo
en el caso del Cristianismo
3- el
uso de la Cábala en las corrientes más extendidas del Judaísmo
MANDALA DEL BUDA SAKYMUNI, PINTURA TIBETANA
VÍAS PARA LA UNIÓN
BEATÍFICA
Para la unión del alma
con Dios se establecía el seguimiento de tres vías, procedimientos, pasos o
fases, según el Tratado espiritual de las tres vías, purgativa,
iluminativa y unitiva de Bernardo Fontova (Valencia,
1390-1460), cartujo en Vall de Crist; y que repetiría Juan de
Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, en Varón de
deseos en que se declaran las tres vías de la vida espiritual, purgativa,
iluminativa y unitiva (1642).
1- Vía purgativa (purgatio): el alma se purifica de sus
vicios y sus pecados mediante la penitencia y la oración. Las atracciones por
sí mismas no tienen por qué ser malas pero sí lo es el apego o gusto que
provocan en la memoria, porque la impide orientarse plenamente hacia Dios. La
privación corporal y la oración son los principales medios purgativos.
2- Vía iluminativa (illuminatio): una vez purificada, el
alma se ilumina al someterse total, única y completamente a la voluntad de
Dios. El alma se halla ya limpia y en un desamparo y angustia interior
inmensos, arrojada a lo que es por sí sola sin el contacto de Dios. El demonio
tienta entonces y el alma debe soportar todo tipo de tentaciones y seguir la
luz de la fe confiando en ella y sin engañarse mediante una continua
introspección en busca de Dios. Pero ha de ser humilde, ya que si Dios no
quiere, es imposible la unión mística, pues la decisión corresponde a Él.
3- Vía unitiva (unio): el alma se une a Dios,
produciéndose el éxtasis que anula los sentidos. A este punto sólo pueden
llegar los elegidos y es muy difícil describirlo con palabras porque el pobre
instrumento de la lengua humana, ni siquiera en forma poética, puede describir
una experiencia tan intensa: se trata de una experiencia inefable. El hecho de
haber alcanzado la vía unitiva puede manifestarse con los llamados estigmas o
llagas sagradas (las heridas que sufrió Cristo en la cruz), con fenómenos de
levitación del santo y con episodios de bilocación (es decir, encontrarse en
varios lugares al mismo tiempo). El santo, porque ya lo es al sufrir este tipo
de unión, no puede describir sino sólo aproximadamente lo que le ha pasado.
SANTA TERESA DE JESÚS
PERIODOS DE LA MÍSTICA
ESPAÑOLA
Pedro Sainz Rodríguez
señala cuatro periodos en la historia de la mística española:
1- Período de importación e iniciación, que comprende desde los orígenes medievales hasta
1500. Se produce una recepción de la mística medieval extranjera (Ruysbroeck de
Holanda, Taulero de Alemania). El cardenal y político Francisco Jiménez de
Cisneros (1436-1517) fomenta la mística y ordena traducirla al español.
2- Período de asimilación (1500-1560), durante el reinado de Carlos V. Las
doctrinas importadas son por primera vez expuestas en estilo “a la española”
por los escritores que son precursores: Hernando de Talavera (1428-1507); Fray
Alonso de Madrid (1485 – 1570): Arte para servir a Dios (1521);
Fray Francisco de Osuna (1497-1540): Abecedario espiritual (1525-27),
que ejerció gran influencia en Santa Teresa; Fray Bernardino de Laredo
(1482-1540): Subida del Monte Sión por la vía contemplativa (1535);
Fray Juan de Dueñas: Remedio de pecadores 1545); Fray
Pablo de León: Guía del cielo (1555); Beato Juan de Ávila (1500-1569): Audi,
filia, et vide (1557).
3- Período de plenitud y de intensa producción nacional (1560-1600), durante el reinado de Felipe II y
la época de la Contrarreforma, el Iluminismo es reprimido. La mística florece
sobre todo entre los carmelitas: Fray Luis de Granada (1504-1588), Fray Luis de
León (1527-1591), Malón de Chaide (1530-1589), Santa Teresa de Jesús
(1515-1582), San Juan de la Cruz (1542-1591), San Pedro de Alcántara
(1499-1562), Fray Juan de los Ángeles (1536-1609), Francisco de Borja
(1510–1572), Cristóbal de Fonseca (1550-1621), Beato Alonso de Orozco
(1500-1591).
4- Período de decadencia o compilación doctrinal, prolongado hasta mediados del siglo XVII. No hay
creadores místicos, sino teólogos y retóricos que se ocupan de ordenar y
sistematizar las doctrinas de los místicos con aparato teológico y escolástico.
Sus principales representantes son Padre Luis de la Puente (1554-1624), Fray
Juan Eusebio Nieremberg (1595-1658) y el heterodoxo Miguel de Molinos
(1628-1696).
ESTATUA
DE SAN IGNACIO EN SU SANTUARIO DE LOYOLA
ESCUELAS DE LA MÍSTICA
ESPAÑOLA
Se ha dado una división por órdenes religiosas,
teniendo en cuenta que cada orden tenía una tradición determinada y una
preferencia determinada por un teólogo o por otro. Una orden seguía a Santo
Tomás de Aquino (1225-1274), otra a Juan Duns Escoto (1266-1308), otra a San
Buenaventura (1217-1274), etc. Una favorecía más a la esfera del sentimiento
religioso, otra al intelectual, otra a la influencia profana.
Marcelino Menéndez Pelayo hizo una clasificación
por escuelas según las órdenes religiosas de los místicos. En esta
clasificación, cada orden religiosa posee su propia tradición teológica y
doctrinal:
Ascetas dominicos: Fray Luis de Granada es su modelo a seguir.
Ascetas y místicos franciscanos: San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles,
Fray Diego de Estella, Venerable Madre Juana de la Cruz, etc.).
Místicos carmelitas: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Jerónimo
Gracián, etc., con sus propios eremitorios, como el del Desierto de Bolarque.
Ascetas y místicos agustinos: Fray Luis de León, Pedro Malón de Chaide, Beato
Alonso de Orozco, Cristóbal Fonseca, etc.
Ascéticos y místicos jesuitas: San Francisco de Borja, Luís de la Puente, Alonso
Rodríguez, Álvarez de Paz, Juan Eusebio Nieremberg, y otros.
Clérigos seculares y laicos: Juan de Valdés y Miguel de Molinos, que son místicos
heterodoxos.
Pero la clasificación según las órdenes
religiosas se puede simplificar aun más en las grandes tres corrientes de la
teología mística de forma más exacta:
Escuela Afectiva, en la que predomina lo sentimental sobre lo intelectual. Tiene siempre
presente el Cristocentrismo o la imitación de Cristo hombre como vía por donde
el cristiano puede llegar a la divinidad. Está representada por franciscanos
como fray Juan de los Ángeles y agustinos como Malón de Chaide.
Escuela Intelectualista o escolástica, que busca el conocimiento de Dios mismo por la
elaboración de una doctrina metafísica. Está representada por dominicos como
fray Luís de Granada y jesuitas como Luís de la Puente o Juan Eusebio
Nieremberg.
Escuela Ecléctica o genuinamente española, que efectúa una síntesis de lo afectivo e
intelectual, de la actividad y la contemplación. Está representada por los
carmelitas como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
ESTATUA DE RAMON
LLULL, POR MIGUEL CABOT
Helmut Hatzfeld ha
elaborado una clasificación de las teorías de interpretación de la mística
española muy influyente; en la que son cinco las escuelas principales:
Escuela Ahistórica, propuesta por Jean Baruzzi, en un estudio francés
sobre San Juan de la Cruz: sostiene la originalidad de los místicos españoles
que descubren sus símbolos decisivos independientemente de las condiciones
históricas.
Escuela Sintética, cuyo teorizador principal es Gaston Etchegoyen a
través de un estudio francés sobre Santa Teresa; supone que la mística española
puede explicarse y entenderse como una fusión sintética de diferentes formas
más antiguas, todas exclusivamente occidentales.
Escuela Secular, obra de Dámaso Alonso; según ella numerosos elementos simbólicos de
los místicos españoles derivan de la poesía profana, popular o culta, sobre
todo de la poesía de Garcilaso (a través de las versiones a lo divino de sus
poemas que hizo Sebastián de Córdoba), el Romancero, la lírica popular y la
lírica cancioneril.
Escuela Arabista, integrada por Julián Ribera y sobre todo por Miguel Asín Palacios, que
contempla afinidades entre los escritos de San Juan de la Cruz y los del
místico mahometano Abenarabí, de la primera mitad del siglo XIII; por otra
parte, nadie ha podido negar la influencia del misticismo musulmán en el
catalán Raimundo Lulio.
Escuela Germánica, que alega que el influjo mayor recibido por los
místicos españoles proviene de los místicos flamencos y alemanes como Meister
Eckart, o el flamenco Jan van Ruysbroeck, o Thomas de Kempis.
Hatzfeld se inclina por considerar que tanto
Oriente como Occidente han contribuido a la formación del lenguaje de los
místicos españoles.
MÍSTICISMO EN LA
SOCIEDAD ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
El choque de un
conjunto de doctrinas filosóficas y místico-platonizantes, de ideales sociales
y caballerescos, de exacerbada actividad y proselitismo en un ambiente de gran
exaltación de la cultura y fe religiosas convertidas en ideal político, se
plasma en la mística, síntesis de todos los rasgos humanos, sociales y
artísticos del español del siglo XVI.
Después de la extraordinaria vitalidad de los
cincuenta años anteriores, el alma española va a volverse hacia dentro.
Incapaz, al iniciarse la crisis del humanismo, de ir más lejos en el terreno de
la acción y de entrar en las vías del racionalismo moderno europeo, siente el
español la necesidad de renunciar a la posesión de lo fugitivo (iniciándose así
el primer rasgo del Barroco español: el desengaño ante lo fugitivo y pasajero).
El español se dispone a conquistar solamente su propia alma, aceptando como
única explicación intelectual de la vida la doctrina católica: “¿qué aprovecha
al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”). Todo lo que aún le queda al
español de dinamismo y voluntad combativa, lo va a aplicar a la defensa de esa
doctrina con la espada y la letra. La literatura mística es la expresión máxima
de este estado colectivo.
En todas las literaturas europeas la mística es
un fenómeno peculiar de los siglos medios. España, en cambio, que en la Edad
Media no había poseído escritos místicos (excepto la musulmana y Raimundo
Lulio), crea en el Renacimiento una profunda y perfecta mística.
A España se le llama
el país de los místicos, ¿con qué razón? En toda la Edad Media, España no ha
tenido mística, y a partir del siglo XVII hasta nuestros días no ha producido
ningún místico más (excepto para algunos las obras de Miguel de Unamuno en el
siglo XX). ¿Por qué se produjo una floración mística sólo en un corto período
de tiempo como el del Renacimiento?
En esta corriente literaria típica de la época
de Felipe II confluyen varias tendencias renacentistas y nacionales.
La prosa religiosa, con más de 3.000
títulos, forma el sector más importante de esta época. El ascetismo y el
misticismo son sus dos vertientes.
1- La ascética es el dominio de
las pasiones y esfuerzo personal por alcanzar la perfección.
2- La mística es la
anticipación de la unión beatífica con Dios, sólo alcanzable normalmente en la
otra vida. Las prácticas ascéticas son el camino obligado para llegar a esta
unión beatífica con Dios.
MONASTERIO DE EL ESCORIAL
CARACTERÍSTICAS DE LA
MÍSTICA ESPAÑOLA
- Carácter ecléctico,
armonizador entre tendencias extremas; un ejemplo, podemos encontrar en San
Juan de la Cruz al demonio nombrado en árabe Aminadab o un
mismo verso repetido al estilo de la poesía árabe.
- Predominio de lo ascético sobre lo místico.
- Gran elaboración formal: presenta un excelente
estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras
maestras de la literatura en lengua española.
- Utilización de la creación de obras escritas
como medio para expresar la religiosidad y lo que supone para sus autores la
unión del alma con Dios, reservada a muy pocos elegidos.
- Carencia de tradición medieval y posible
influjo semítico a través de Raimundo Lulio (1232-1316).
- Es la última de las grandes manifestaciones
colectivas de la mística teológica cristiana.
LA TENTACIÓN DE SAN JUAN, POR SALVADOR DALÍ
La calidad literaria y
los valores estéticos son primordiales en la mística española. Así como la
claridad y el sentido popular de la inmensa mayoría de sus producciones. El
misticismo español, nacido en ambiente favorable, no es como el misticismo de
las filosofías decadentes (pitagórico o alejandrino) exotérico y misterioso,
sino que aspira a influir en la educación moral del pueblo. Por eso utilizan
los místicos el lenguaje vulgar, y una de las grandes cualidades literarias del
misticismo es que refleja el idioma culto y lleno de vigor del pueblo
castellano del siglo XVI.
En el pueblo individualista de los aventureros
conquistadores y de las libertades regionales, nacen los místicos que afirman
la personalidad humana y sostienen el libre albedrío; el pueblo de la filosofía
de Séneca produce unos místicos moralistas y activistas; el pueblo que engendra
la gran literatura realista del siglo XVII lleva esta mis técnica artística a
las metáforas de los místicos; el pueblo en el que imperan el conceptismo y
todo el casuismo teológico de los manuales de la confesión y de las leyes del
honor es el que produce unos místicos con gran finura psicológica.
El español reconquistador vivió siglos de
activismo y acción intensos por la conquista del ideal religioso de la unidad
nacional. Una vez llevada a cabo la Reconquista, este espíritu combativo y
aventurero se vuelca en la conquista de América. Tras los primeros cincuenta
años de activismo imperial, surge la mística en el momento de iniciarse la
crisis del humanismo intimista. El humanismo muestra la imposibilidad de ir más
lejos en el terreno de la acción. El español no quiere entrar en las vías del
racionalismo moderno, viendo al mismo tiempo que los ideales imperiales se van
terminando y la época gloriosa tiene sus límites expansivos.
Se comienza a ver que no es posible mantener un
imperio tan enorme; esto llevó al español a sentir las cosas de este mundo como
pasajeras. Así comienza el espíritu barroco con la sensación de “desengaño”.
Desengaño ante las glorias de este mundo, pasajeras y fugitivas.
El español de la época de la mística va a
emplear el espíritu de voluntad combativa, propio de reconquistador y del
conquistador, en la salvación de los valores perennes, la salvación de su alma
(“¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”).
“Frente a la ascética, es la mística
breve y transitoria en España. La ascética sí posee una ininterrumpida
tradición nacional desde Séneca y su estoicismo. De ahí el carácter “moralista”
de la literatura religiosa española, “concordando así con la índole de nuestra
filosofía nacional, en la que predomina la ética (personalista) sobre la
metafísica.”
(Américo Castro)
“El misticismo abstracto no es
típicamente español, éste es siempre más psicológico que ontológico, más
experimental que doctrinal, es motor y raíz de la acción.”
(Sainz Rodríguez)
PRINCIPALES AUTORES
MÍSTICOS ESPAÑOLES
La mística española
cuenta con figuras señeras en el Siglo de Oro y sobre todo en Castilla,
como Bernardino de Laredo, Francisco de Osuna; Santa
Teresa de Jesús compuso importantes obras místicas en prosa,
como Las moradas y Camino de perfección; a San Juan de
Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico No me mueve
mi Dios para quererte, y San Juan de la Cruz compuso con
sus experiencias místicas unos poemas que son quizá la cumbre de la lírica
española de todos los tiempos, el Cántico espiritual y
la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, entre
otros varios poemas no menos importantes.
Destacan también otros místicos, como Santo
Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción, Cristóbal
de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, fray Pedro Malón
de Chaide, fray Luis de Granada o fray Juan de los
Ángeles.
En el País Vasco destaca la figura de San
Ignacio de Loyola. En Mallorca fue importante en la Edad Media Ramón
Llull, también conocido como Raimundo Lulio, cuyo Libro del amigo y
el amado es el principal testimonio de la literatura mística en
catalán. Tras el Siglo de Oro, la mística española entró en decadencia.
SAN JUAN DE ÁVILA, POR PIERRE SUBLEYRAS
INICIOS DE LA MÍSTICA
ESPAÑOLA
Existen los
precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la
tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con
la tradición semítica de la Cábala (en España se compiló su libro más
importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados
ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o
Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas
místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición
mística cristiana.
Escritos como
los Discursos de la paciencia cristiana de fray Hernando
de Zárate (1428-1507), Vergel de oración y Monte
de contemplación de Alonso de Orozco (1500-1591),
el Abecedario espiritual de Francisco de Osuna (1497-1541), Subida
al Monte Sión de Bernardino de Laredo (1482-1540), Tratado
de la oración y meditación de San Pedro de Alcántara (1499-1562), Arte
para servir a Dios de fray Alonso de Madrid, los Ejercicios
espirituales de San Ignacio de Loyola (1491-1556)
o Audi, filia de Juan de Ávila (1500-1569)
siguen siendo literatura más o menos mística, y a lo sumo podemos considerar
filosófico el quietismo de Miguel Molinos.
Las Moradas de Santa Teresa (1515-1582) se estudian en
literatura, al igual que el Cántico espiritual, Noche oscura del alma,
Llama de amor viva o Subida al monte Carmelo de San
Juan de la Cruz (1542-1591).
Pedro Malón de Chaide (1530-1589), Diego de Estella (1524-1578),
fray Juan de los Ángeles (1536-1609), fray Luis de
León o fray Luis de Granada son más filosóficos,
ascéticos y más o menos místicos.
SAN JUAN DE LA CRUZ
CULMINACIÓN DE LA
MÍSTICA ESPAÑOLA
La mística española se
desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente
en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo.
La culminación de la mística española comprende
el período llamado aportación y producción nacional, entre 1560 y 1600, y
pertenecen a este período San Juan de la Cruz, Santa Teresa
de Jesús, Pedro Malón de Chaide, fray Juan de los
Angeles y Diego de Estella; siendo místicos propiamente
dichos fray Juan de los Angeles, Santa Teresa de
Jesús y San Juan de la Cruz, y ascéticos Pedro
Malón de Chaide y Diego de Estella.
San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús son
descendientes de judíos conversos. Psicologista y experimental Santa Teresa,
doctrinal y teológico San Juan de la Cruz.
San Juan de la Cruz (1542-1591) nació en Fontiveros (Ávila), y su
nombre era Juan de Yepes. Vivió en Medina del Campo (Valladolid), donde
aprendió varios oficios, y fue recadero en el hospital de los pobres. En 1563
tomó el hábito carmelita, con el nombre de Juan de Santo Matía. Después se
matriculó en la universidad de Salamanca, donde estudió y fue catedrático fray
Luis de León. Fue ordenado sacerdote en 1567, y Santa Teresa de Jesús le asoció
a sus tareas reformadoras, evitando que se hiciera cartujo. Estuvo en Duruelo,
donde fundó un convento. En Pastrana organizó el noviciado de la Orden
carmelita, y perfeccionó sus estudios en Alcalá de Henares (Madrid).
En 1572 fue confesor del convento de la
Encarnación de Ávila, del que Santa Teresa de Jesús era priora, y en 1577 fue
detenido y llevado al convento de los Descalzos de Toledo, del que se fugó a
los ocho meses, escapándose por una ventanilla. Fue después fraile en el
convento del Calvario, en Villanueva del Arzobispo, fundó el convento carmelita
de Baeza, viajó por Castilla, asistió en Granada a la fundación del convento de
los Descalzos, y en esta ciudad escribió Noche oscura y Llama de amor
viva, continuando el Cántico y La subida al monte
Carmelo.
En 1588 fundó un nuevo convento en Segovia, y
regresó después a Andalucía, incorporándose en 1591, ya enfermo, al convento de
Úbeda, en el que murió el 14 de diciembre de 1591.
Su obra literaria es fundamentalmente poética,
pero escribió también comentarios en prosa, siendo sus principales poemas Noche
oscura, Llama de amor viva y Cántico espiritual.
Fue influido por la tradición mística y el ambiente erasmista de su época, así
como por la Biblia. Aranguren le llamó “el místico más escolástico de todos los
tiempos”.
Consideró contrarios el apego a Dios y a las
criaturas, por lo que negó apetitos, concupiscencias, deseos y cuanto provenía
de la voluntad, siendo adicto a purgaciones, influido por el misticismo
oriental. En la Subida al Monte Carmelo aparecen las tres
virtudes teologales, -fe, esperanza y caridad-, influido ahora por San Agustín,
por lo que relaciona las virtudes teologales con la memoria, el entendimiento y
la voluntad. San Juan de la Cruz ofrece una elaboración detallada de su
conocimiento divino, con especial referencia al intelectivo directo y al simbolismo.
MURALLAS DE ÁVILA, CIUDAD NATAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ Y SANTA TERESA DE
LA CRUZ
Santa
Teresa de Jesús (1515-1582).
Teresa de Ahumada de nombre, nació en Ávila, hija de don Alfonso Sánchez de
Cepeda y doña Beatriz Dávila y Ahumada. Su misticismo infantil se manifiesta en
su deseo de haberse escapado con su hermano para convertir y evangelizar moros,
con ansia de que los descabezasen, para así ganar el cielo. Ya de niña leía
vidas de santos, y jugaba a hacer ermitas y monasterios.
En la adolescencia se entregó a la lectura de
libros de caballerías, y a una cierta coquetería, pero muy pronto volvió a la
lectura de libros piadosos, ingresando en el convento carmelita de la
Encarnación en 1534. Sufrió graves enfermedades toda su vida.
En 1562 fundó el convento de San José, en Ávila,
de carmelitas reforzados, y en 1568, en Duruelo, el primero de carmelitas
descalzos. Otras de sus fundaciones fueron los conventos carmelitas de Medina
del Campo, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Palencia y Soria.
En 1567 conoció personalmente a San Juan de la
Cruz, convenciéndole de que no se hiciera cartujo, y le ayudara en la reforma
carmelita.
En 1571 fue nombrada priora del convento de la
Encarnación, y en 1575 comenzó su persecución inquisitorial, por denuncia de El
libro de la vida, siendo procesada en Sevilla en 1578, y saliendo libre de
todos los cargos. Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582.
Su obra literaria es producto de las
circunstancias y de los encargos de sus directores espirituales y hermanas de
religión. Sus obras principales son El libro de la vida, Camino
de perfección y Las moradas o Castillo
interior; pero escribió también Meditaciones sobre los Cantares, Cuentas
de conciencia, Exclamaciones, Visitas de descalzas, Constituciones,
poesías, avisos y un gran epistolario. Aportó a la mística su clasificación de
los grados de oración. En la Morada sexta tiene lugar el desposorio espiritual,
y en la séptima el matrimonio espiritual. Defendió enérgicamente la Humanidad
de Cristo, y el doctor Nóvoa Santos afirma que el primer trance de la
transverberación coincidió con una crisis de angor pectoral, que la ocasionó
histerismo.
"Vivo sin
vivir en míy tan alta vida esperoque muero porque no muero."
(Tema de atribución discutida, usado
por Santa Teresa de Jesús y con alguna variación por San Juan de la Cruz.)
Pedro Malón de Chaide (1530-1589) nació en Cascante (Navarra), y murió
en Barcelona. Fue agustino, autor de La conversión de la Magdalena.
Diego de Estella (1524-1578) escribió Meditaciones
devotísimas del amor de Dios (1578).
Fray Juan de los Angeles (1536-1609)
nació en Oropesa (Toledo), y murió en Madrid. Sus obras principales son Diálogos
de la conquista del espiritual y secreto reino de Dios (1595) y Triunfo
del amor de Dios (1590).
Fray Luis de Granada, autor de Introducción
al Símbolo de la fe (1583), y a fray Luis de León, autor
de Los nombres de Cristo.
RAZONES
PARA EL AUGE DE LA MÍSTICA DURANTE EL REINADO DE FELIPE II
Razones Religiosas
1- El comienzo de la
literatura mística en España coincide la terminación de la Reconquista contra
árabes y judíos en el 1492. La tensión espiritualista de la lucha contra los
protestantes remueve el fermento semítico, acumulado durante siglos de estrecha
convivencia con los árabes. Eso explicaría su esencial carácter medieval y lo
tardío de su florecimiento. La Reconquista había tenido el carácter religioso
de cruzada en defensa del Cristianismo. Al terminar la empresa reconquistadora
y llevada a cabo la conquista del Nuevo Mundo, quedaba un vacío que fue llenado
con la mística.
2- La mezcla de espíritu caballeresco-religioso
de la Reconquista favoreció la corriente literaria de la mística durante el
reinado de Felipe II.
3- Al comienzo de la Edad Moderna se estableció
un contacto con los países germánicos que habían tenido una larga tradición
mística durante la Edad Media.
4- La mística del siglo XVI es la vía de escape,
dentro de la religiosidad ortodoxa, del espíritu intimista del erasmismo y del
individualismo renacentista, reprimido tras el Concilio de Trento (1545-1563) y
la Contrarreforma (1560-1600).
5- El estado de corrupción de la Iglesia al
finalizar la Edad Media provoca la reforma del Cardenal Cisneros (1436-1517).
Las costumbres de la Iglesia dan un cambio radical, lo que provoca la
proliferación de una literatura ascética.
LOS VALORES DEL CABALLERO CRISTIANO HISPÁNICO FUERON DETERMINANTES EN LA
MÍSTICA
Razones Profanas
1-
Difusión de las teorías neoplatónicas sobre el amor, el ideal del Cortesano y
la exaltación de los libros de caballerías.
2- El neoplatonismo penetra en España con los
Diálogos de amor del judío español León Hebreo (1460-1520). Sus teorías sobre
el amor influyen en los poetas italianos.
3- El ideal del perfecto caballero
cortesano: El Cortesano (1528) de Baltasar de Castiglione
(1478-1529) introduce el código de la cortesía del galán y caballero. Los
hombres se someten a torturas de adelgazamiento. Esta obra juega el mismo papel
que jugó Emilio o De la educación (1762), de
Rousseau, en el siglo XVIII.
4- Libros de caballerías: “El ambiente de
exaltación religiosa, mezclado con la galantería neoplatónica y el espíritu
caballeresco y emprendedor del Reconquistador de antaño, produjo en España una
especie de "caballero católico", galante y guerrero. Sus rasgos de
carácter coinciden con los típicos del activismo, de la energía y
sobrevaloración del valor y de la voluntad de nuestra raza” (Américo Castro).
5- Es característico de esta época el santo que
en su juventud fue un galán, caballero y guerrero, y a partir de sus años
maduros se hace sacerdote y termina subiendo a los altares canonizado por la
Iglesia: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, etc.
“La mística es una filosofía
popular que dio a la raza españolael alimento espiritual para muchas
generaciones”
(San Juan de la Cruz)
La mística del Siglo de Oro es la expresión
definitiva de la expresión mística cristiana y se enlaza directamente con los
místicos medievales y con la tradición patrística, aunque otras corrientes de
pensamiento (neoplatonismo, corrientes renacentistas, etc.) hayan influido
directamente en ella.
Según Hatzfeld, Oriente y Occidente ha
contribuido a la formación de los místicos españoles, como ha sido el caso de
casi todos los fenómenos de la civilización española. Ambas influencias se
pueden concretar en dos autores místicos, a quienes conocían realmente los
españoles: Raimundo Lulio y Juan van Ruysbroeck; sin hacer falta buscar fuentes
más remotas como las de Eckart o Ibn Arabí.
Pero frente a estas teorías hay que decir que la
determinación de las fuentes de la mística española no explica el fenómeno de
su aparición histórica. No es resultado de corriente imitativa ni recepcionista
de otras corrientes.
Como señala el hispanista Otis H. Green, los
primeros místicos españoles, Bernardino de Laredo, San Pedro de Alcántara, etc.
fueron los más originales y los más espontáneos, los que vinieron luego
utilizaron ya toda la literatura de que disponían no para inspirarse o para
expresarse, sino para buscar autoridad o confirmación ortodoxa en sus
vivencias. Sólo en el cuarto período de compilación aparecen los doctrinarios.
SAN FRANCISCO DE JAVIER Y SAN IGNACIO DE LOYOLA
MÍSTICA Y ASCÉTICA EN
LA LITERATURA ESPAÑOLA
La mística española es
un producto tardío, cuando en otras naciones es medieval. En España la mística
es transitoria y breve, mientras que la ascética posee una ininterrumpida
tradición nacional, que para algunos autores se remonta ya al estoicismo del
filósofo romano Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.), natural
de Córdoba.
El predominio de la ética personalista frente a
la metafísica dio a la literatura religiosa un carácter moralista. El
misticismo abstracto de un Meister Eckhart (1260-1328) no es español, el
español es más psicológico que ontológico, más experimental que doctrinal, es
motor de la acción.
Para expresar sus estados inefables, los
místicos crearon una nueva expresión figurada, conceptual a veces, y a veces
realista. Muchas metáforas de la lengua literaria moderna proceden de Santa
Teresa o de otros místicos, y pasaron luego a otras lenguas.
En la mística recibe el español clásico su forma
definitiva, fundiendo lo vivo de la lengua hablada popular con lo culto del
latinismo renacentista y lo poético del estilo bíblico.
De la lengua de los místicos nace uno de los
caracteres primordiales del barroco literario: la tendencia a extremar la
expresión de lo real mediante símbolos espirituales y lo simbólico espiritual
por medio de imágenes reales.
Común a estos místicos es la combinación entre
la elevada vida contemplativa, por un lado, y la dinámica vida de acción, por
otro. Todos caminaron entre las cosas ce Dios y las de la tierra, así pueden
unificar en sus vidas y en sus escritos las opuestas corrientes de la mística
especulativa y la mística empírica, lo ideal y lo real.
https://es.paperblog.com/mistica-y-ascetica-espanola-3417508/
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