Las cofradías novohispanas de Tzintzuntzan. Bienes, prácticas
y espacios de devoción
https://www.facebook.com/photo/?fbid=406237231666237&set=pb.100068398907704.-2207520000&locale=hi_IN
En este trabajo se explica cómo las cofradías fundadas en
Tzintzuntzan durante la época virreinal tuvieron un rol importante en la
consolidación de la religión católica, la participación social para fines
comunes, el auxilio a los necesitados y la realización de fiestas patronales.
Los ingresos de éstas, a través de las aportaciones de sus miembros y de las
ganancias que generaba el manejo de bienes comunales, como tierras y ganado,
permitieron solventar también parte de los gastos parroquiales, construir o
reconstruir sus propias capillas y adquirir objetos y ornamentos costosos, a
pesar de que a los visitadores episcopales les informaban no ser solventes. El
estudio de las cofradías en este pueblo de la región lacustre de Michoacán da
nueva luz para entender su historia social y simbólica en la época colonial.
Está basado en fuentes documentales primarias que se cruzaron con estudios
especializados y crónicas franciscanas.
Una vez levantada la capilla de Santa Ana de Tzintzuntzan,
alrededor de 1526, ésta se convirtió en el centro de operaciones para la
evangelización y difusión de la religión católica en toda la provincia
franciscana de Michoacán, que llegó a convertirse, una década después, en la
cabeza de la Custodia de San Pedro y San Pablo. Con el cambio de la sede
provincial franciscana a Valladolid en 1565 y la supresión de su noviciado en
1622, el conjunto conventual de Tzintzuntzan fue perdiendo importancia, aunque
conservó voz y voto en los capítulos de la orden y su estatus simbólico por
haber sido el primero de la provincia. En su doctrina se mantuvo como el centro
espacial y simbólico de las prácticas más importantes de la sociedad, pues, en
éste se encontraba el templo parroquial, capillas, hospital de indios y el
atrio donde se reunía el pueblo para ser parte de celebraciones,
conmemoraciones religiosas y convivencia cotidiana.
A sólo cuatro años de que Tzintzuntzan obtuviera el reconocimiento
como ciudad, Vasco de Quiroga tomó posesión como obispo de Michoacán en el
mismo lugar, en 1538, para mudar poco tiempo después la sede catedralicia y la
capital política a Pátzcuaro. Esta decisión dividió a la población
tzintzuntzeña. Muchos de los españoles y numerosas familias de indios siguieron
al obispo, mientras que otro grupo de indios, apoyados por algunos de los
franciscanos y las autoridades locales, lucharon por mantener las exenciones y
prerrogativas de la ciudad, y lograron que se les restituyera el título de
ciudad y escudo de armas a finales del siglo XVI.
Aun con los beneficios que representaba el título, las constantes
epidemias, las migraciones y las cargas de impuestos dejaron a la ciudad en un
estado de pobreza como nunca desde las primeras décadas del siglo XVII. Para
entonces, la cofradía de la Inmaculada Concepción se mantuvo firme y fue
esencial para atender solidariamente a los enfermos y más necesitados. En el
mismo siglo y el siguiente se fundaron otras cofradías de indios y de
españoles. Algunas fueron efímeras, pero otras se mantuvieron por décadas y
fueron fundamentales para el sostenimiento del cura doctrinero, la conservación
de las prácticas religiosas y la realización de obras materiales.1
En este trabajo se hará un acercamiento a la manera como se
conformaron y funcionaron las cofradías de Tzintzuntzan durante la época
virreinal, a las practicas que realizaban estos grupos, a los espacios físicos
que fueron construidos para venerar a sus imágenes y llevar a cabo tales
prácticas, así como a la declaración de sus bienes, ornamentos y alhajas de las
capillas que eran administradas por los miembros de las cofradías. Todo con la
finalidad de tener elementos para comprender, al menos de manera superficial,
el papel que tuvieron estas agrupaciones en el desarrollo histórico de la
ciudad lacustre, la configuración de espacios y edificios religiosos y sus
prácticas socioculturales. Para cumplir con el objetivo se recurrió a revisar y
analizar documentos inéditos y fuentes bibliográficas relacionadas con el tema
de interés, que fueron confrontados con los vestigios materiales y espaciales
del conjunto conventual de San Francisco de Tzintzuntzan.
El estudio se plantea desde la perspectiva de la historia social y
cultural y la historia de la arquitectura. Toma la postura de Burke, quien
menciona la interacción entre la gente y los edificios como una relación de
doble dirección entre la cultura material de una parte y las prácticas
sociales. De acuerdo con esta idea, los individuos y los grupos deciden cómo
usar los espacios y los objetos para sus propios propósitos, pero estos
propósitos pueden ser influenciados por formas heredadas y por la misma
arquitectura.2
Para el análisis de los objetos de estudio se organizó el trabajo
en tres partes. Primero se aborda el análisis de las cofradías de la Inmaculada
Concepción en la Nueva España como marco de referencia. El segundo apartado
aborda el caso del complejo hospitalario de la Concepción de Tzintzuntzan y la
cofradía de la Inmaculada Concepción del mismo lugar. El último apartado se
refiere a las cofradías no hospitalarias de la ciudad de estudio, éstas
separadas por un subíndice.
LAS
COFRADÍAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA
Las cofradías de la Nueva España eran asociaciones laicas
católicas, cuyo principal fin consistía en llevar a cabo obras piadosas y de
caridad entre sus semejantes, por lo que eran vistas por las autoridades
religiosas como un instrumento ideal para consolidar la fe cristiana. Con la
idea de que éstas representaban además un beneficio para el mejoramiento de las
relaciones entre los feligreses y con el sacerdote, contribuían con el
sostenimiento de las parroquias y con la obtención de fondos para complementar
los ingresos de los curas, por medio del financiamiento de las misas y pago de
servicios, desde el siglo XVI se comenzaron a fundar éstas en toda la Nueva
España, llegan a ser numerosas para la segunda mitad del XVII y todo el siglo
XVIII.3 Entre sus actividades se encontraban las oraciones
comunitarias para rogar por la salud de las personas o por la salvación de sus
almas; la preparación y realización de procesiones; atención de los enfermos
(principalmente las relacionadas con los hospitales de indios); financiamiento
de gastos fúnebres de sus cofrades; así como el cuidado y mantenimiento de la
Iglesia.4 Por los beneficios que representaban estos grupos,
los párrocos y doctrineros de cada poblado promovieron su formación y
supervisaron sus finanzas, aunque en un principio a los obispos les
correspondía aprobar la fundación de dichas agrupaciones y sus estatutos. En el
año 1600 se determinó que en la Nueva España y en el resto de las Indias
españolas, las cofradías en formación debían solicitar permiso al rey, dando
cuenta del propósito al que se destinaría la corporación, las constituciones
por cumplir y los bienes que poseían, pero en la práctica no siempre se
cumplían estas disposiciones. A finales del siglo XVIII, otra cédula del rey
determinó que los ministros reales debían asistir a las juntas de cualquier
cofradía, hermandad o congregación que se intentaran fundar o estuvieran
erigidas. Cuando era nueva erección, los jueces eclesiásticos de sus
respectivos distritos, que podían ser los curas párrocos, eran los encargados
de disponer los estatutos.5
En el caso de Michoacán, las cofradías hospitalarias dedicadas a
la Inmaculada Virgen de la Concepción se empezaron a fundar desde la primera
mitad del siglo XVI a la par de los hospitales de indios, con una tarea
primordial de atender a los numerosos indígenas aquejados por las constantes
epidemias que surgieron desde los primeros años después del contacto con los
europeos. El alarmante descenso de la población, a causa de las enfermedades a
las que los nativos americanos no tenían inmunidad, motivó la construcción de
hospitales en Michoacán, donde era primordial que se les atendiera y
alimentara.
Si bien, las cofradías hospitalarias fueron fundamentales para el
auxilio de los necesitados y enfermos, tenían también otras funciones como el
adoctrinamiento de adultos; la administración de bienes para el sostenimiento
del hospital; las fiestas religiosas; parte de los gastos de la parroquia y sus
capillas; la preservación de las creencias religiosas. La participación del
pueblo con cargos en las cofradías de la Inmaculada Concepción fomentaba la
participación comunal y reafirmaba el estatus social de sus miembros, pues,
para ocupar un cargo, los candidatos debían ser solventes y tener una
reconocida reputación en la comunidad. Muchas habían obtenido la autorización
real para su fundación y derechos de tierras, ganado o actividades económicas
comunes que servían para sufragar sus gastos. Otras se mantenían únicamente de
las contribuciones mensuales de los cofrades, llamados cornadillo, y de las
donaciones o limosnas de la comunidad.6
Los dos personajes a quienes más se les ha atribuido la gloria de
haber fundado hospitales en Michoacán son don Vasco de Quiroga y fray Juan de
San Miguel. Del primero se conoce con certeza que fundó el de Santa Fe de
México y Santa Fe de la Laguna, Michoacán, así como el de Santa Marta en
Pátzcuaro; mientras que a fray Juan de San Miguel se le atribuyen una decena
por todo Michoacán.7 Aparte de estos dos personajes, muchos otros
religiosos agustinos y franciscanos fundaron hospitales y cofradías
hospitalarias en la provincia michoacana, de los cuales quedan pocos vestigios
materiales, pero sí reminiscencia de la participación comunitaria en la
práctica de diversas actividades religiosas y sociales que recuerdan estas
corporaciones.
EL
COMPLEJO HOSPITALARIO DE LA CONCEPCIÓN
Los complejos hospitalarios, normalmente llamados hospitales, eran
conjuntos de edificios y espacios abiertos que sirvieron para dar abrigo y
cuidado a los indios enfermos; para acoger y albergar a los viajeros y gente de
paso; el lugar de reunión para priostes y mayordomos, conocido como kenguería, ahí los indios hacían una especie de retiro espiritual; donde
los miembros de los pueblos indígenas preparados en los conventos educaban y
adiestraban a sus vecinos en la religión cristiana, la lectura, la escritura,
música y latín.8
En cuanto a los espacios que comprendían estos complejos, se
entiende con base en las Ordenanzas de Quiroga, eran lugares que contaban con una sala grande
para enfermos contagiosos y enfrente de ella otra para los que tenían
enfermedades no contagiosas; ambas contaban con su propia enfermería; en medio
de las dos salas había uno o dos patios con una capilla abierta donde se
oficiaban misas que podían escuchar los enfermos. Otros espacios estaban
destinados al alojamiento del mayordomo y despensero, para oficinas y para la
preparación y consumo de alimentos.9 Los espacios donde dormían los peregrinos eran salas
grandes, probablemente sin muebles, donde los viajeros podían tender un petate
para acostarse y cobijarse con mantas de algodón o sarapes que se les
proporcionaban o que traían consigo. En el caso particular de Tzintzuntzan, los
enfermos dormían de la misma manera cuando las cuentas del hospital no eran
bien administradas, pues, a veces se utilizaba el dinero en fiestas en lugar de
hacerlo en camas, frazadas y almohadas, como lo hizo ver el obispo de
Michoacán, don Francisco de Aguilar y Seijas y Ulloa, cuando visitó la ciudad
en 1679:
visitó
así el libro del recibo y gasto del hospital de esta ciudad y como los autos y
cuentas que han dado los priostes desde la última visita a ésta y parece por lo
proveído que los susodichos no distribuyen los bienes, ni los gastan como
deberían en el servicio y culto divino, cuidado y asistencia de los enfermos, y
teniendo de renta bastantes para tenerle muy bien proveído de camas frazadas y
almohadas para los pobres que en él se curaren, no tiene nada, consumiendo
todos los bienes del dicho hospital en sus menesteres.10
En Tzintzuntzan quedan pocos vestigios de los espacios que servían
para la atención de los enfermos, pero su capilla abierta de la Concepción aún
está de pie. Cuenta también con un atrio diferente al del conjunto conventual,
que era usado casi exclusivamente por los indios. Al centro del patio se
ubicaba una cruz y una pila sumergida para la imposición del bautismo por
inmersión, única en su tipo; al extremo oriente, un campanario exento, típico
de los edificios religiosos coloniales en Michoacán. La capilla de la
Concepción debió ser levantada a mediados del siglo XVI y reconstruida en 1619
como lo revela una fecha grabada al frente de la misma. Para 1766 se describe
de la siguiente manera:
la
fábrica material consta de treinta varas de largo y quince de ancho, del
presbiterio a la mitad es de pie con tres arcos muy bien hechos en el medio, y
hasta puerta es de adobes, ésta tiene su arco de piedra, las puertas son de
madera de cojín, cinco varas de alto y tres de ancho, tratables con su llave y
una aldaba de fierro, con su coro correspondiente de madera sobre dos pilares
de lo mismo, enrejado y nuevo, con vigas nuevas, tejado de tejamanil. Dentro de
un arco hay un artesón de madera bien pintado, como también el arco y en el
medio tiene una Señora de Concepción de bulto de tres cuartas dentro del cual
se contiene el altar mayor de dicho hospital.11
La descripción deja ver que la capilla abierta había sido ampliada
y cerrada con muros de adobe y un frontis de piedra con un arco.12 Por otro lado, la construcción para la curación de
enfermos, conocida como “semanería” ya estaba en ruinas en 1789, como lo
declaró el bachiller Gerónimo Sandi.
La capilla del hospital es menos aseada y capaz, las ruinas a ella
vecinas, manifiestan hubo en otro tiempo formales enfermerías, y demás piezas
conducentes a la curación de los enfermos, de las que hoy sólo queda una ruin
casa con nombre de Semanería.13
Un año después, otro informe, describe el altar y las imágenes que
se encontraban en la capilla del hospital, de la siguiente manera:
El
altar mayor es de dos cuerpos, de siete varas de alto y cinco varas de ancho,
con su remate pequeño; tiene cuatro columnas muy bien traídas y en medio del
primer cuerpo, un nicho, donde está una imagen de Nuestra Señora de la Concepción,
muy bella de vara y media de alto; su ropaje muy bueno de la misma madera, que
llaman estofado; dentro de una vidriera está esta imagen que es de dos varas de
alto y tres cuartas de ancho; resguárdala una cortina de raso morado, con sus
orillas encarnadas, correspondiente al tamaño del nicho; a los lados tiene dos
lienzos, uno de la Purísima Concepción y otro del señor San José, ambos de vara
y media de largo y tres cuartas de ancho. En el segundo cuerpo hay tres
lienzos; los de los lados de vara y media de largo y tres cuartas de ancho; el
uno de Santa Teresa y el otro del doctor San Buenaventura; en el medio un
lienzo de la Santísima Trinidad de vara y media en cuadro; en el remate del
primer cuerpo está el Niño Jesús, de bulto, de tres cuartas de alto, vestido de
una túnica blanca. Hay una cruz de madera en el altar, embutida de concha, de
una tercia de alto, con su peanita; todo el referido altar muy bien dorado y
nuevo [...] La sacristía de paredes de piedra, pequeña, con vigas y tablas, cubierta
de tejamanil, dentro de la cual no hay nada.14
En la misma capilla se encontraban las imágenes de san Roque, san
Francisco y Nuestra Señora de la Concepción con un niño en brazos, que
las guananchas sacaban los sábados por el atrio del conjunto conventual y
las principales calles de la ciudad.15
Si bien, las actividades de socorro a enfermos, enseñanza y otras,
que se habían realizado en el pasado ya no se efectuaban a finales del siglo
XVIII, en uno de los espacios del complejo hospitalario conocido como kenguería se seguían
reuniendo los cofrades de la Concepción para hacer elección de cargos y
organizar las fiestas y conmemoraciones de la ciudad; los kengues o mayordomos se mudaban a este
lugar durante un año, tiempo que duraba su cargo; ahí también se resguardaba el
dinero y los documentos más importantes de la cofradía. En otros pueblos en la
capilla del hospital se llevaban a cabo las reuniones de los cofrades, se
desarrollaban sus actos de devoción y elegían sus autoridades. También podía
ser el sitio de reunión de los cabildos y donde se guardaban los fondos comunes
y los títulos del pueblo en una caja de dos o tres llaves. Dice Felipe Castro
que era un espacio ritual, social y gubernativo, donde la comunidad decidía sus
asuntos particulares sin mayor interferencia del párroco.16 En Tzintzuntzan no queda claro si la capilla de la
Concepción cumplió las funciones de kenguería o se trataba
de un edificio aparte. Según un visitante, en 1908:
Contigua
al cementerio de la Parroquia, está una casa de adobe de construcción muy
primitiva, la que se conoce por "La kenguería". Esta casa es la
oficina de los mayordomos de los Santos y allí se reúnen al fin de cada año los
ancianos y vecinos principales del pueblo para elegir los mayordomos que deben
funcionar en el siguiente.17
Cofradía
de la Inmaculada Concepción
Como en la mayoría de hospitales de la Nueva España, no se tiene
conocimiento de la fecha de fundación del hospital de la Inmaculada Concepción
de Tzintzuntzan ni de su cofradía, pero se puede pensar que fue poco después de
la entrada de los primeros ministros evangélicos al lugar. Debió ser alguno de
los primeros frailes franciscanos que residieron en Tzintzuntzan quien gestionó
la instauración de un hospital en estas tierras, pues, aunque los nombres de
casi todos los responsables de estas fundaciones hayan quedado en el anonimato,
es bien sabido que desde el siglo XVI los regulares fundaron numerosos
hospitales, cofradías, hermandades y cajas de comunidad en la Nueva España. Es
posible que haya sido fray Juan de San Miguel quien lo instauró alrededor de
1533, cuando se cree que estuvo en Tzintzuntzan, pero hasta ahora hay poca
evidencia al respecto. También es probable que la fundación de este hospital y
otros de Michoacán hayan sido promovidos o apoyados por Vasco de Quiroga cuando
ya había tomado posesión del obispado.18
Sin saber la fecha exacta en que empezó a funcionar, ya se tiene
registro de la existencia de tres hospitales en su doctrina: uno en la cabecera
y dos en sus pueblos sujetos Ihuatzio y Cucuchucho.19 La cofradía de su hospital, como las demás que se
fundaron en la provincia bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, tenía
como fin principal socorrer a sus semejantes frente a las epidemias que
asolaban a la población indígena, como ya se dijo, pero también la de hacer
caridad y dar socorro a desamparados, huérfanos, viudas y ancianos; enseñar el
catecismo, primeras letras y oficios para todos los niños y jóvenes. Los cargueros, es decir, quienes tomaban
los cargos anuales en la cofradía, también tenían obligación de organizar las
fiestas y conmemoraciones litúrgicas del pueblo, contribuir con los gastos
diarios y reparaciones del hospital, templo y convento; incluso algunos de sus
gastos estaban destinados a otro tipo de obras públicas, pues, existía una
conexión muy fuerte entre la corporación hospitalaria y el gobierno civil,
cuando trabajaban para fines comunes.20
Los cargos que se adquirían al ser miembro de la cofradía del
hospital eran prioste, mayordomo, fiscal o escribano, diputados, madres y quengue o semanero.21 Los cargos adicionales eran sacristán, portero,
vaquero, cantor y “ministril” o músico, encargado del coro, campanero,
caballerango, muñidor, molendera y mitati o encardado
del servicio doméstico inmediato al cura.22 Regularmente, los cargos de mayordomo, priostes,
fiscales y el quengue, los ocupaban los indios miembros de los barrios principales, que
generalmente pertenecían a las elites locales.23 Éstos tenían el compromiso de aportar recursos
económicos propios para la organización de las fiestas del año tenían el cargo,
a cambio obtenían satisfacción moral, indultos en días especiales o prestigio
social. No era raro que una misma persona tuviera un cargo en la cofradía del
hospital y otro en el gobierno. Por otro lado, los puestos menores de diputados
y madres eran adjudicados a vecinos de los barrios secundarios o indios del
común.24
La fiesta principal de la cofradía del hospital era el primero de
noviembre, día de la Purísima Concepción, durante la cual se reunían en el
atrio del hospital los indios del pueblo a venerar a la Virgen con misas,
música, comida y bebidas que eran ofrecidas por los cofrades o cargueros; así
como jaripeos y tapadas de gallos en otra parte de la ciudad. También
participaban en las conmemoraciones del Corpus Christi, Semana Santa, Pascua,
Pentecostés, Navidad, fiesta de San Francisco25 (4 de octubre), Santos Reyes (6 de enero), la Santa
Cruz (3 de mayo), Carnaval, Santa Ana (26 de julio), San Antonio (13 de junio),
San Pedro y San Pablo (29 de junio), San Nicolás (10 de septiembre), Todos los
Santos (8 de diciembre), Nuestra Señora de la Soledad (18 de diciembre), y la
del Señor del Rescate, ocho días antes del martes de Carnaval, que tuvo su
origen a finales del siglo XVII.
Desde el siglo XVI, las procesiones del silencio, cantadas, de
oración y flagelantes, eran comunes en distintas fechas durante el año, pero
principalmente en la Semana Santa. Durante esta semana y todos los viernes de
cuaresma los indios del hospital se disciplinaban durante una hora. A decir de
Warren, esto hace pensar que los indios habían trasladado las prácticas de
sangrías del paganismo a su cristianismo.26
La cofradía de la Concepción además de cuidar la capilla, imágenes
y objetos de la capilla del hospital y hacer donaciones y contribuciones en
efectivo o en especie, administraba sus bienes como tierras agrícolas y ganado.
Dichos hospitales lograron tener cierta autonomía del cura y la parroquia, como
se lee en un informe de Tzintzuntzan, donde se señala la existencia de ganado
en posesión de la Virgen, para su ornato, lustre y en general el de la iglesia:
“pero como esto ocurre a cuenta de los indios jamás se consigue razón ni cuenta
de sus productos”.27 Al respecto de sus bienes, un informe del siglo XVII
asienta que en la ciudad de Tzintzuntzan hay hospital y tiene de sesenta a
ochenta reses, vacas y bueyes, y siembran sementeras de maíz para el gasto del
hospital.28 Entre 1624 y 1625 se comunica que la comunidad y
hospital de Tzintzuntzan pagó 4 pesos por el registro de los hierros de su
ganado, aunque no se especifica la cantidad de animales que poseían, como en el
informe anterior.29 Los visitadores episcopales trataban de dar cuenta de
sus bienes, pero lo único que podían hacer era revisar los libros de cuentas y
confiar las declaraciones de los priostes encargados de dichos libros. En 1665,
el padre Alonso de Soria visitó el hospital y lo encontró en buenas
condiciones. Los libros de cuentas indicaban que tenía de recibo 2,021 pesos y
de gasto una cantidad igual:
visitó
así mismo el hospital de esta ciudad y lo halló muy decente capaz y adornado y
con todas sus alhajas y bienes cabales, la enfermería conforme a lo mandado por
su Sa Ylla y todo por la disposición y buen gobierno del dicho reverendo padre
guardián a quien volvió a repetir muchas gracias [...] hizo parecer ante sí a
don Pedro Vicente, prioste actual del dicho hospital de esta ciudad, para
efecto de que diese cuentas del recibo y gasto de él y sus antecesores
contenido desde que visitó el Yllmo Sr. Don Francisco Arnaldo de Yssasi, obispo
de Puerto Rico, y exhibió un libro donde por él y sus partidos y ajustamientos
de cuentas de los reverendos padres guardianes que han sido parece haber tenido
de recibo dos mil y veinte y un pesos y de gasto otros, el vino acostumbrado y
S P M R la oración lo dio adorar al pueblo y lo enseñó y entregó la llave al
reverendo padre guardián dándole muchas gracias por el aseo curiosidad y
limpieza con que estaba el dicho repositorio.30
Después
de revisar la capilla del hospital, vasos, pila bautismal y una ara quebrada,
recomendó que se tuviera una caja de tres llaves “donde entren los efecto de
reales del dicho hospital que la una llave tenga el R. Pe. guardián y ministro
de doctrina que es o fuere y la otra el prioste y la otra el mayordomo del
dicho hospital”. El prioste Pedro Vicente declaró estar en su poder y a su
cargo doscientos y cuarenta pesos de maíz, doscientas y setenta y nueve reses y
quince caballos.
En 1671, el obispo fray Francisco Sarmiento de Luna visitó
Tzintzuntzan y encontró que el hospital había tenido desde la última visita de
1665, un mil cuatrocientos treinta y cuatro pesos de recibo y la misma cantidad
de gasto.31Sólo en ese año el hospital había tenido un gasto de
novecientos noventa y seis pesos, mientras que había recibido seiscientos
setenta y un pesos, por lo que el gasto había superado a lo recibido por
trescientos veinticinco pesos.32 Viendo esta situación, el visitador recomendó que se
tuviera mejor control de las cuentas y ordenó que no matara ni vendiera vaca
alguna, ni disponer cosa alguna del hospital sin el aval del padre ministro,33 entre otras acciones, para procurar el aumento del
hospital y “redistribución en cosas esenciales de la Santa Iglesia de su
hospital y para obras”.
Un informe de 1681 nos muestra que el hospital tenía gran
actividad en la atención de los enfermos. Dice que Tzintzuntzan
tiene
un hospital en que está la enfermería, a que asiste número crecido de indios,
por los barrios cada semana para el servicio de los enfermos que nunca faltan.
Tiene dicho hospital seiscientas vacas de vientre, de cuyos esquilmos se pagan
las misas de los difuntos que mueren de la ciudad; porque tiene obligación
dicho hospital de cantar una misa por cualquier indio de dicha ciudad.34
Cuatro años después, el guardián de Tzintzuntzan, fray Gerónimo
Sierra,35 informaba que en su doctrina había tres hospitales:
“así mismo hago relación como en esta doctrina hay tres hospitales, los cuales
tienen por finca unos chinchorros de vacas”.
La siguiente información que se tiene es de 1791. Ésta se refiere
nuevamente al hospital de Tzintzuntzan y su cofradía de la Concepción:
Tienen
estos naturales cofradía de la Concepción, o del Hospital, con el mueble de
veinte reses, que pastean en los bienes de la comunidad y que corre al cuidado
de un prioste que eligen el que con las limosnas que colecta, lo que donan los
cofrades y producto de las leches, paga de misa, sermón, sacristán, vísperas,
procesión y cera, treinta y cuatro pesos de los cuales sólo recibe el cura
dieciocho [...] los mayordomos que eligen los naturales para cada una de las
festividades o funciones de la iglesia, costean de misas, sermones, cera,
sacristía, etc., quinientos treinta y ocho pesos cuatro reales cada año,
pagando por separado los interesados y dolientes ocho pesos de un casamiento,
cuatro pesos cuatro reales de un entierro de adulto, tres pesos del de un
párvulo y nueve reales de un bautismo.36
Poco después, otro informe asienta que los fondos del hospital
consisten en siete vacas de vientre, una yunta de bueyes y otras tres cabezas
de tres años que se regulan en 49 pesos, pero como esto corre a cargo de los
indios, jamás se recibe razón ni cuenta de sus productos ni su inversión.37 Un informe del bachiller Gerónimo Sandi de 1795
también deja ver la poca injerencia de los sacerdotes en las cuentas de las
cofradías hospitalarias, con la siguiente declaración: “en
los hospitales de esta cabecera, de Cocupao y de Ihuatzio se deja conocer que
hubo algunos bienes de campo antiguamente, en el día de hoy el de esta ciudad
tiene como unas diez cabezas de ganado mayor y esto se maneja inmediatamente
por los gobernadores”.38
En cuanto a los objetos destinados al culto, alhajas y ornamentos
para la Virgen se puede ver en los informes que éstos eran costosos. Algunos
debieron ser comprados con los recursos del hospital, pero otros eran donados
por personas del pueblo como agradecimiento de favores recibidos o para ganar
gracias. El inventario para la secularización del curato y doctrina registró
que el hospital de Tzintzuntzan tenía a su cargo una corona, una cruz, una
media luna, unos sarcillos de oro, un collar, una cruz de oro, dos pelícanos de
oro, un rosario de coral, un relicario, siete anillos de oro, tres cintillos de
oro, dos figuras de plata, una corona de plata, una lámpara, un frontal de
madera, varios manteles, un atril, objetos de plata, como ciriales,
incensarios, platos, cálices, campanas, vasos, relicario, caja con chismera,
custodia, coronas, diadema, palmas y diadema, cajita, ostiario, vara de San
José, resplandor y tres chismeras, entre otros objetos.39
LAS
COFRADÍAS NO HOSPITALARIAS
Después de que se suprimió el noviciado de Tzintzuntzan en 1622,
los frailes que habitaban el convento de la ciudad lacustre se dedicaron a
administrar su doctrina, manteniéndose de las aportaciones de la propia
comunidad y del salario que les hacía llegar la Corona. Fue entonces cuando las
cofradías tomaron un rol más protagonista en el sostenimiento material del
templo parroquial, convento, hospital y capillas, así como en la labor de
mantener viva la devoción religiosa del pueblo, con la participación de sus
miembros en obras de caridad y haciendo colectas para misas, procesiones,
fiestas y conmemoraciones religiosas.
La cofradía de la Inmaculada Concepción era ya una organización
antigua que seguía funcionando con regularidad.40 En el siguiente siglo se reunieron en una la de
Nuestra Señora de la Soledad y Ánimas del Purgatorio, así como la de San
Nicolás, San Jerónimo y el Santo Niño. Para el siglo XVIII, se fundaron la del
Santísimo Sacramento o Divinísimo y la de la Tercera Orden.41 Todas ellas se habían organizado con base en
estamentos étnicos: por un lado, las de indígenas y, por otro, las de españoles
y criollos. En el caso de las cofradías de indios, probablemente como sucedía
en Pátzcuaro, los indios “principales” pertenecientes a las antiguas familias
de nobles indígenas eran quienes ocupaban los principales cargos, aunque
cualquiera que tuviera espíritu de servicio y se ajustara a los estatutos de la
cofradía podía incorporarse a ella.42
Cofradía
de Nuestra Señora de la Soledad y Ánimas del Purgatorio
Se desconoce la fecha de la fundación de la cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad de Tzintzuntzan, que bien pudo ser a principios del siglo
XVII o incluso a finales del XVI, como una de las que apoyó fray Pedro de Pila.43 Lo que sí se sabe es que a mediados del siglo XVII ya
existía una corporación con este nombre.44 Según información del obispo fray Francisco Sarmiento
de Luna,45 quien visitó la cofradía de Nuestra Señora de la
Soledad en 1671, “ésta fue fundada en la capilla del mismo nombre que está en
esta ciudad”.46 Otro documento que da testimonio de la visita de don
Francisco de Aguilar a Tzintzuntzan en 1679 parece contradecir al anterior,
pues declara que: “en esta iglesia parroquial […] se visitó el libro del recibo
y gasto que ha tenido la cofradía de Na. Sa. de la Soledad y Ánimas del
purgatorio fundada en la dicha iglesia”.47 Seguramente, la segunda afirmación es la correcta,
pues, las cofradías no podían fundarse sino en una parroquia o en una capilla
abierta, donde pudieran tener un altar asignado para sus misas y demás
ceremonias.48
En este último documento es la primera vez que se hace referencia
a la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Ánimas del Purgatorio. El
segundo nombre pertenecía a una hermandad fundada en la iglesia parroquial, la
cual en 1665 estaba adherida a la cofradía de San Nicolás, y posteriormente se
fusionó con la de la Soledad.49 Después de esa amalgama, la misma cofradía a veces
era referida como de Nuestra Señora de la Soledad y otras como de las Ánimas
del Purgatorio.50
En el siglo XVI, eran comunes las cofradías de las Ánimas en la
Nueva España. Éstas tenían como uno de sus fines el orar por la salvación de
las almas de sus difuntos y de sus miembros y familias para que el tiempo que
pasaran en el purgatorio fuera menor. Además de las oraciones, realizaban una
misa el último viernes de cada mes durante la Cuaresma y, en particular, la
Semana Santa, hacían obras de beneficencia y las penitencias, generalmente
ejecutadas por medio de la flagelación.51 También sus miembros asumirían los gastos del
sacristán y cantores.
Una imagen que salta a la
vista durante el recorrido es la Virgen del Pino, patrona de la
Isla de Gran Canaria en España. Esta obra fue hecha en Valladolid hoy Morelia
en 1790, por el pintor Juan de Dios Mercado y el donante fue Juan de Dios
Betancourt.
En la pintura claramente se
puede leer: “Verdadero retrato de María Ssma. del Pino, en el que se
apareció en el lugar de Teror de la ysla de Gran Canaria. Año 1488,”
https://mansioniturbe.blogspot.com/2018/08/templo-de-la-soledad-en-tzintzuntzan.html
Phillips nos dice que los miembros de estas cofradías desfilaban
por los claustros cantando responsos y siguiendo la procesión dirigida por los
frailes.52 En Tzintzuntzan, esta práctica no era exclusiva de
los miembros de las Ánimas, pues, se sabe que la del Santo Entierro también
participaba de ella, haciendo paradas en cada una de las esquinas del claustro,
donde se encontraban sus imágenes más veneradas, como se verá abajo. Ambas
agrupaciones tenían importante presencia, sobre todo, en las procesiones de la
Semana Santa que se realizaban a media noche alrededor del atrio del conjunto
conventual y por las principales calles.
En algunas de las fiestas principales, la gente del pueblo
festejaba por días con corridas de toros, comida, bebida y música, que era
financiada por las cofradías. El 25 de febrero de 1774, por ejemplo, durante
domingo de carnestolendas, en carnaval, el gobernador Antonio Basilio Flamenco
de la Peña se propuso limitar los gastos de la cofradía de la Soledad,
impidiendo “la corruptela de un banquete que se ha acostumbrado hacer por el
mayordomo y cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, el domingo de
carnestolendas”. El objetivo, según el gobernador, era evitar la embriaguez,
pero el mayordomo Miguel Cuiris no atendió a los designios de Flamenco y fue
castigado con unos azotes. Sobre el asunto, el cura del lugar Manuel González
de Anzo y el alcalde mayor Felipe Ordoñez y Sarmiento no estaban de acuerdo con
las atribuciones que se había tomado el gobernador, sin la anuencia de las
autoridades españolas.53
Después de haber tenido su centro de reunión en el templo
parroquial, los cofrades de la Soledad construyeron una capilla propia que,
como dijimos, existía en 1671.54 Según George Foster, un tal “padre Leso” fue el
encargado de la terminación de la misma en 1631, “cuya tumba es visible dentro
del edificio”.55 No da referencia de su fuente y la fecha puede ser
correcta, pero no parece corresponder con el supuesto gestor de su
construcción, pues, el padre Leso a quien se refiere debe ser el bachiller
Manuel Nicolás de Leso (o Lezo), un clérigo que fue subdiácono de la catedral
de Valladolid entre 1765 y 1786; criollo de nacimiento, oriundo de la ciudad de
Tzintzuntzan, ordenado a título de la lengua purépecha y uno de los fundadores
de la cofradía de terciaros en su ciudad natal.56 Según un artículo de 1908, “la iglesia” (de la
Soledad) con todos sus altares, imágenes y paramentos, fue costeada por el
canónigo don Manuel Leso, de la Catedral de Morelia, quien fue originario de
Tzintzuntzan”. Agrega que en el presbiterio “sin caja ni cosa alguna que lo
resguarde, reposan los restos del Canónigo D. Manuel Leso cuyo cráneo sorprende
verdaderamente por sus deformes y colosales dimensiones”.57 Esto hace suponer que el padre Leso que menciona
Foster vivió en el siglo XVIII y no en el XVII.
Por otro lado, la capilla de Nuestra Señora de la Soledad que se
menciona en 1671 era muy diferente y de menores dimensiones a las que tiene hoy
día.58 La prueba nos la da la información emitida en los
autos de secularización del conjunto conventual de Tzintzuntzan de 1766, al
describir el inmueble de la siguiente manera:
Primeramente
la capilla tiene treinta varas de largo y ocho de ancho con dos puertas, la una
con llave y la otra sin ella. Y también tiene dicha capilla su artesón nuevo y
su entarimado hasta la mitad del suelo. Y también hay un altar de un cuerpo,
dorado con su remate, y cuatro columnas, decente. En el medio de él está una
urna dorada con sus dos chapas y una llave que encierra dentro una bellísima
imagen del Santo Entierro de Cristo.59
Si se revisan las medidas que nos proporciona el documento y las
comparamos con el edificio actual, se podrá notar gran diferencia en sus
dimensiones, pues, la nave que ahí se describe tenía 30 varas de largo por 8 de
ancho, mientras que la actual tiene unas 56 varas de largo por 17 de ancho, es
decir, una superficie de casi cuatro veces la original o mucho más si agrega la
superficie de la sacristía y el espacio anexo al oriente de la torre. También
podemos ver en esta descripción que el artesón era nuevo, lo que nos indica que
tenía poco de haberse terminado de construir el inmueble. De hecho, cuatro años
antes el gobernador, alcaldes, oficiales y común de la ciudad de Tzintzuntzan
habían ofrecido que la capilla de la Soledad fuera erigida a parroquia;60 sin embargo, no fue aceptada tal petición, porque “La
Soledad era una capilla antigua de los indios que no tenía las proporciones
correspondientes para servir de iglesia parroquial”.61
Referente a la nueva capilla, la historiadora del arte Esperanza
Ramírez nos habla de un documento de 1806 en el cual una persona de nombre José
Francisco Velasco juró haber construido un año atrás la capilla de la Soledad
de Tzintzuntzan. Desgraciadamente, la referencia que ofrece Ramírez cambió y el
documento no fue encontrado en su nueva clasificación.62 Si el padre Leso construyó una capilla debió ser
después de la secularización de 1766. Parece ser que el diácono aportó los
recursos económicos y el señor Velasco se encargó de la ejecución de la obra.
De cualquier manera, si la capilla que conocemos hoy se construyó en 1805 como
lo revela una inscripción en el frontispicio del edificio, es casi seguro que
haya iniciado algunos años antes, pues, dieciséis años atrás ya estaba al menos
la nave completa y sólo se había colocado un retablo, como lo señala una
información: “hay también una capilla de la Soledad de excesiva longitud, con
un solo retablo dorado, cielo superior de tablas, mal pintado y paredes de
adobe, distinguiéndose entre sus efigies la de Jesucristo acostado en una
decente urna”.63 Sin duda, el edificio completo se terminó tiempo
después, como lo atestiguan dos leyendas en las paredes de la escalera que sube
al campanario de la misma capilla. En una de las inscripciones dice: “Se hizo
la edificación de este templo en el mes de marzo de 1811”. En la otra se lee:
“Se blanqueó esta iglesia en el mes de julio de 1817”. Como era común en la
mayoría de los templos, la torre era la última que se levantaba, así es que la
nave del templo debió terminarse en 1805 y la torre hasta 1817.
Respecto a las cuentas de la cofradía de la Soledad en la segunda
mitad del siglo XVII, éstas apenas alcanzaban para cubrir los gastos necesarios
y en ocasiones el gasto excedía los ingresos, según lo informaron al padre fray
Alonso de Soria a Tzintzuntzan en 1665:
Así
mismo hizo parecer para el mismo efecto a Jhonas Sirahuato mayordomo actual de
la cofradía de Ntra. Señora de la Soledad y a los demás que lo han sido y el
dicho mayordomo exhibió un libro que por él y sus partidas pareciera haber
tenido de recibo doscientos y cuarenta y dos pesos y de gasto en lo necesario
trescientos pesos los que parece excede el gasto al recibo y cincuenta y ocho
pesos los cuales les perdonaron a la dicha cofradía que vistas dichas cuentas
por su R (reverendo) M(inistro) las aprobó y mandó al mayordomo y a los que
adelante fueren, miren por la conservación y aumento de dicha cofradía.64
En posterior visita de fray Francisco Sarmiento de Luna a la misma
ciudad en 1671, los ingresos de la cofradía habían aumentado en 35 %, pero
también los gastos se incrementaron en 38 %, respecto a los de 1665, es decir,
88 pesos más de gasto que lo que tuvieron de ingreso.
Así mismo el libro de recibo y gasto de la cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad fundada en la capilla de este título que está en esta
ciudad, el cual presentó ante su Sia Ilustrísima Juan de los Reyes, mayordomo
actual, y por dicho libro y sus cuentas contó que los mayordomos tenían de
recibo trecientos y veintisiete pesos y de gasto cuatrocientos quince pesos y
cinco reales con que alcanzó el gasto al recibo en ochenta y ocho pesos y cinco
reales.65
Ocho años después, don Francisco de Aguilar solicitó el libro de
cuentas de la cofradía de la Soledad y encontró que los gastos superaban 30
pesos a los ingresos.
Así mismo se visitó el libro del recibo y gasto que ha tenido la
cofradía de Na. Sa. de la Soledad y Ánimas del Purgatorio, fundada en la dicha
iglesia, y parece por autos y ajustes que en él se han hecho haber tenido de
recibo trescientos y sesenta pesos y de gasto trescientos y noventa pesos con
que alcanzaron los mayordomos que han sido en treinta pesos que perdonaron y
juraron las cuentas en forma y conforme a derecho.66
Para 1685, fray Gerónimo Sierra informó que había tres cofradías
en la cabecera: “una de las Animas de purgatorio, otra de San Nicolás de
Tolentino y otra del Sto. Entierro de Cristo, las cuales no tienen fincas y
sólo se sustentan de las limosnas que dan los cofrades, pidiendo con un plato
dentro de las canales de este pueblo”.67
Vista de la capilla de Nuestra
Señora de la Soledad
https://es.wikipedia.org/wiki/Tzintzuntzan
Cofradía
de San Nicolás de Tolentino
La cofradía dedicada a San Nicolás Tolentino ya existía en 1665,
integrada entonces con la hermandad de las Ánimas. Se vuelve a mencionar en
1671 y luego en 1685, como una de las tres cofradías de Tzintzuntzan, junto con
la de las Ánimas y la del Santo Entierro.68
Es probable que esta cofradía se haya fundado en el templo
parroquial, donde había un nicho con la imagen de San Nicolás “muy lindo”.
Posteriormente sus miembros buscaron un lugar donde reunirse y venerar al santo
de su devoción. Con la aprobación del ministro religioso del lugar, resolvieron
cerrar la capilla abierta del convento con muros de adobe y piedra, así como
techo de madera y teja. El recinto medía unos 12 m de largo por 6.5 m de ancho.69
Si se pone atención en el mapa de Tzintzuntzan que dio a conocer
Beaumont, se puede apreciar que la capilla “abierta” del convento no está en el
paño del muro del resto del convento y templo, sino saliente, con un pórtico de
dos arcos. Una pintura de san Francisco, del siglo XVIII, que se encontraba en
el interior de la misma capilla, nos confirma que ésta tenía un pórtico de tres
arcos, similar al de la capilla del hospital. Esta capilla cerrada es descrita
de la siguiente manera:
Y
también una capilla de San Nicolás que está en el cementerio, su fábrica es de
adobe de quince varas de largo y ocho de ancho, con vigas y techo de tejamanil,
tiene dos imágenes de San Nicolás, una de vara y cuarta y otra de San Nicolás
penitente; un crucifijo de vara y cuarta y unas andas del santo. 70
Al interior de esta capilla se encontraba un lienzo del siglo
XVIII, que en la actualidad se resguarda en la sacristía: “un lienzo de nuestro
padre San Francisco con el mapa de la ciudad antigua de Tzintzuntzan con tres
bellos arcos al oriente y uno al norte donde está el púlpito de madera y donde
se hace el Descendimiento”.71 Información de finales del siglo XVIII señala que:
“La capilla de San Nicolás es el último edificio de esta clase, con el de
Nuestra Señora de Guadalupe, que está en uno de los extremos de la población,
fabricadas igualmente de adobe y sin recomendable adorno interior. 72
Por otro lado, revisando el acta constitutiva de la cofradía de
San Nicolás de Chamacuero, inferimos que la de Tzintzuntzan con la misma
advocación funcionaba de la siguiente manera: primero, era menester tener tres
libros, uno para asentar los nombres de los miembros de la cofradía; otro para
anotar las limosnas; y el último para llevar las cuentas de gasto y recibo. Se
debían nombrar enfermeros y enfermeras para que acudieran a la curación de los
enfermos cofrades y para la velación de quien falleciera; la cofradía en este
caso pagaría los gastos del entierro y diría una misa cantada por el difunto.
El viernes de cada semana se debería pedir limosna voluntaria entre los
cofrades varones y mujeres. El segundo domingo de cada mes se cantaría una misa
a todos los hermanos cofrades vivos o difuntos, por la que se pagarían dos
pesos al guardián del convento. El primer domingo después de la fiesta de San
Nicolás (6 de octubre),73 se debía celebrar la fiesta con procesión, pompa y
autoridad, pagando tres pesos de limosna. El viernes antes del domingo de
Ramos, tenían que sacar la procesión de sangre por las partes acostumbradas,
hacer una misa cantada y un sermón, por lo que se debían pagar doce pesos. En
el aniversario de los difuntos se ofrecería una misa cantada con su vigía y
responso por los cofrades, aportando cinco pesos de limosna. Se determinaba
pagar un real cada mes para sustentar la cofradía hasta que se tuviera finca
propia. En la fiesta de San Nicolás se pagarían dos pesos y en la procesión de
sangre un peso. En las doce misas del año, todos los cofrades llevarían a cabo
una procesión por el claustro del convento, llevando sus respectivas velas. Se
acordaba tener una caja con dos llaves: una para el mayordomo y otra para
diputado mayor, con la finalidad de resguardar los bienes y limosas para el
culto divino, sufragio de las ánimas del purgatorio, regalo a los pobres que
enfermaran y el cuidado de los padres guardianes. Por último se recordaba que
los cofrades fundadores y los que entrasen quedaban sometidos al fuero y
jurisdicción eclesiástica.74
En cuanto a sus finanzas, en 1665, los libros de cuentas
manifiestan haber tenido de recibo “doscientos y treinta pesos y tres tomines y
de gasto en cera, vino, misas y otras cosas necesarias de la dicha cofradía,
doscientos y sesenta y cinco pesos y cinco tomines, con que parece excede el
gasto al recibo en treinta y cinco pesos y dos tomines los cuales perdonaron a
la dicha cofradía”.75 En 1671 se registra que “han tenido de recibo
doscientos y treinta y nueve pesos y siete reales y de gasto setecientos treinta
y cinco tomines con que alcanzó el gasto a recibo en cuatrocientos noventa y
seis reales”.76 Ocho años después tenían de “recibo mil y treinta y
ocho pesos y un tomín y medio y de gasto mil cuatrocientos diez y siete pesos,
tomín y medio con que resulto alcance de trescientos y setenta y nueve pesos”.77
Esta cofradía ya es mencionada como una de las tres que existían
en la ciudad en 1685.78 Como señalamos, la capilla de la Soledad era la sede
de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que entre 1671 y 1679 se le
agregó el nombre de las Ánimas del Purgatorio, pero también albergaba a la
cofradía del Santo Entierro de Cristo, la cual veneraba a una imagen de pasta
de caña que representaba a Cristo posando sin vida en una urna de carey.79 Este Cristo fue elaborado en el siglo XVI o a
principios del XVII, cuando era común la manufactura de imaginería de pasta de
caña, ligera para las procesiones que tenían lugar en el atrio y en el pueblo.
En la descripción de 1766 se habla de esta imagen en su urna, que estaba
depositada en la capilla de la Soledad. Si la imagen es anterior a la
construcción de dicha capilla, su albergue original debió ser el templo
parroquial y pudo pertenecer desde su origen a la cofradía del Santo Entierro.
Cristo
de pasta de caña
En el edificio se encontraban también varios lienzos, entre los
que figuraban uno de la Resurrección y otro del Descendimiento, ambos de dos
varas.80Es probable que también pertenecía a esta cofradía un
lienzo del Descendimiento de Cristo que en el siglo XIX se encontraba en el
templo de San Francisco, el cual medía 3 x 6 varas. Este último comenzó a
cobrar fama desde finales del siglo XIX, pues, se difundió la idea de que había
sido pintado por el artista italiano Tiziano Vecellio y que había sido un
obsequio de Carlos V para Vasco de Quiroga o de Felipe II a fray Jacobo
Daciano. Otros creyeron que era obra de Murillo, Ibarra, Lucas Giordano,
Velázquez o el Greco.81 El médico y conocedor de arte Nicolás León, dijo
haber revisado los archivos parroquiales de Tzintzuntzan (hoy desaparecidos),
sin encontrar noticia de la pintura hasta el último tercio del siglo XVII,
donde un inventario refería un lienzo grande de un “Santo Entierro de Cristo”.
Su investigación lo llevó a pensar que la obra no era del siglo XVI como se
creía sino del XVII, posiblemente pintada por Baltasar de Echave y Rioja.82 En 1934, el reconocido historiador del arte Manuel
Toussant opinó que era más probable que la pintura fuera de Baltazar de Echave,
pero no Rioja como lo creyó León, sino Orio, por lo tanto, fue elaborada a
finales del siglo XVI o en los albores del siguiente siglo.83
Dice Bechtloff que “la cofradía del Santo Entierro se había
propuesto como fin promover y divulgar la devoción en memoria de la Crucifixión
de Cristo y la soledad de su santa madre”.84 La conmemoración principal de esta cofradía se
realizaba el Jueves Santo, cuando la imagen de Cristo, que tiene brazos
articulados, se sacaba de la urna y simbólicamente se crucificaba afuera de la
capilla de la Soledad en medio de las imágenes de Dimas y Gestas. El viernes
siguiente, la urna del Santo Entierro era llevada en procesión por los cofrades
de ida y vuelta hasta la capilla de la Virgen de Guadalupe, a las afueras de la
ciudad. En la procesión también participaban penitentes descalzos y casi
desnudos que se flagelaban o cargaban una pesada cruz de madera, así como
hombres y mujeres que acompañaban el féretro. Otra de las fiestas más
importantes era el Descendimiento de la Santa Cruz, efectuada del 29 de
septiembre al 2 de octubre.85
Cofradía
del Divinísimo Señor Sacramentado o Santísimo Sacramento
La cofradía del Santo Sacramento o del Divinísimo fue erigida en
1712 con autoridad y licencia del señor provisor don Pedro Cienfuegos;86 fundada por un grupo de españoles encabezados por el
padre fray Pedro Tovar, guardián fundador; fray Joseph Valdovinos, cura; fray
Juan Antonio Arcaute, conventual; Juan Díaz Barriga, Joseph de Mier y don
Millán Izquierdo, vecinos, con destino al culto y luminaria.87 Un informe aseguraba que para 1712, la cofradía del
Divinísimo era la única cofradía que se encontraba activa, aunque sabemos que
la de Nuestra Señora de la Soledad, la de San Nicolás y la de la Inmaculada
Concepción seguían funcionando, pero por alguna razón no son mencionadas.88
Entre las actividades de esta cofradía estaban la oración y el
pago de misas. El tercer domingo de cada mes pagaban para que se ofreciera una
misa cantada en honor al Santísimo; el Miércoles Santo costeaban otra a la
Preciosísima Sangre de Cristo; en la domínica infraoctava del Corpus ofrecían
también una misa cantada y sermón con vigilia por cada cofrade difunto y otra
anual por los vivos. Como las demás cofradías, participaban en la conmemoración
de la Semana Santa, principalmente, en las procesiones del Jueves Santo y
Viernes Santo, en las procesiones del Domingo de Resurrección y el Domingo de
infraoctava del Corpus Christi, así como en las fiestas principales del pueblo.
En la procesión del Viernes Santo se sacaban en hombros a las imágenes que
pertenecían a los antiguos barrios que fueron congregados a la cabecera.
De acuerdo con las constituciones de la cofradía con este nombre,
en otros lugares de Michoacán, que son similares entre sí, se deduce que la de
Tzintzuntzan funcionaba más o menos así: la fundación se concretaba con el acta
de constituciones, aprobada por el obispo en turno, el guardián del convento y
los miembros de la organización recién formada. Hechas las elecciones de los
cargos, se establecía una caja en la parroquia, con velas encendidas. Se
estipulaba que cada que saliera el Santísimo Sacramento del templo se repicaran
las campanas hasta que éste regresara. Los cofrades y hermanos participaban en
las procesiones con candelas encendidas y algunos pedían limosnas, sobre todo,
los domingos y días festivos. La fiesta del Corpus se celebraba
con música y se repicaban las campanas. En vísperas solemnes se cubría el Santo
Sacramento y el Jueves Santo los cofrades lo velaban. Los miembros cooperaban
con dos pesos de oro común y los que se sentían cerca de morir, daban el doble.
Cuando fallecía un cofrade, el mayordomo y los diputados estaban obligados a
pagar la misa y los gastos de entierro. Después se debían ofrecer tres misas
por el alma del difunto.89
Cuando se llevó a cabo el proceso de la secularización de la
doctrina y curato de Tzintzuntzan entre 1762 a 1766, la gente del lugar pidió
con ahínco al obispo y al virrey que no les quitaran a los franciscanos, pero
no tuvieron éxito. En 1766, cuando la secularización era inminente, se corrió
la noticia de que se había aparecido el Divinísimo Señor Sacramentado en forma
de custodia sobre el sagrario que se encontraba en el templo de San Francisco.90 El supuesto milagro llegó a oídos del obispo de
Michoacán, pero esto no tuvo incidencia en la disposición de recoger la doctrina
a los franciscanos.
Al principio, la del Divinísimo únicamente se sostenía de las
limosnas de los cofrades, pero con el tiempo adquirieron un rancho, ganado y
otros capitales. Según el inventario de los bienes de esta cofradía al momento
de la secularización de la parroquia franciscana, ésta contaba con caballerías,
tierras, 25 vacas, 3 becerros, 3 becerras, caballo, 2 yeguas y una troje para
almacenar el trigo. También tenían en su poder algunas alhajas, platos de
plata, una imagen de Cristo crucificado, una imagen de Nuestra Señora de
Dolores, así como un libro que iniciaba en 1712, con 67 fojas.91 A finales del siguiente siglo (1791) sus fondos
consistían en “1000 pesos sobrantes de los cornadillos con que se compró una
huerta de tierras que, arrendadas, producen los cincuenta pesos
correspondientes; y en otros 200 pesos impuestos a réditos y donados por un
devoto que se sacan a la segunda clase y los 1000 a la primera”, gastaba 137
pesos anuales en misas, sermones y sacristán, además de dos pesos por la misa
que se decía cuando moría algún cofrade.92
Se invierten dichos réditos en una misa cantada el tercer domingo
de cada mes; misa y sermón el miércoles santo a la Preciosísima Sangre de
Cristo; misa y sermón en la domínica infraoctava del Corpus; una misa cantada
con vigilia por cada cofrade difunto y otra anual por todos, cera y demás
necesario para el monumento y los viáticos a que no alcanza.
Las últimas noticias que se tienen en relación con esta cofradía
son dos. La primera de 1779, atestigua que cuatro de sus miembros: don Felipe
Álvarez, don Juan Cuadradas, don Joaquín del Castillo y don Laurencio Lubiano
aportaron siete pesos y medio, cada uno, para mandar fabricar un cancel del
templo que costó 32 pesos reales; el resto de lo que costaba dicho cancel los
aportó el cura beneficiado don Manuel de Anzo. La idea de este elemento era
básicamente bloquear el exceso de aire que entraba al templo y que consumía
rápidamente las costosas velas.93 La segunda noticia es de 1795, cuando se asienta que
se presentaron dos libros de las cuentas de la cofradía, aunque no dan mayor
información al respecto. Lo que sí se afirma es que, para entonces, ésta era la
única que existía en el curato de Tzintzuntzan, aparte de la del hospital de la
cabecera y los de Cocupao e Ihuatzio, aunque éstos “eran manejados por los
gobernadores”, y no se tenía conocimiento de sus bienes.94
Atrio de los Olivos en
Tzintzuntzan, Michoacán
Cofradía
de la Tercera Orden de San Francisco
La cofradía de la Tercera Orden o del Tercer Orden, fue fundada en
1723 por Joseph de Leso, bajo la patente de fray Juan de Guevara, con el fin de
permitir que hombres y mujeres que no tenían tiempo ni inclinación para
convertirse en frailes o monjas pudieran entrar activamente en la vida
religiosa de la orden franciscana.95 Dos años después de su fundación, el ministro
provincial fray José Díaz de Prado ratificó el permiso para que los miembros de
esta cofradía llevaran a cabo sus reuniones en la sala capitular del convento
sin que el guardián del mismo ni nadie pudiera impedírselos, además de
establecer los estipendios que sus miembros deberían pagar por misas y fiestas.96
Durante unos cuarenta años tuvieron sus reuniones en la sala
capitular del convento de San Francisco hasta que terminaron su capilla propia,
al parecer, unos meses o años antes de 1766, de acuerdo a una descripción de
este año que deja ver que las paredes y el altar eran nuevos, y también el
cañón de la iglesia es de treinta varas de longitud, diez de amplitud con
crucero en el tramo mayor, dos tramos y medio encuartonada el tegumento [sic] de artesón, las
paredes nuevas de adobe con coro correspondiente al cuerpo de la iglesia,
púlpito de madera de pino, con su tornavoz y ambos pintados y muy decente […]
El tegumento superior de tejamanil y al lado diestro una torrecita de adobe que
tiene dos cuerpos algo maltratada tres campanas […] sacristía de nueve varas de
largo y cuatro de ancho […] y también un altar mayor que tendrá siete u ocho
varas de alto de dos cuerpos y medio: en el primero tiene en medio una Señora
de Dolores de bulto de tres cuartas de alto dorada, en una repisa de madera
[pintada], con manto y túnica de capichola […] así mismo al pie de dicha
Señora, hay una imagen de San Francisco de dos tercias de alto, todo de madera
dorada y pintado su manto correspondiente de estameña […] y también dicho altar
es todo de madera de pino, a excepción de los pilares que son de tzirimu, todo
de media talla nuevo, y nada dorado.97
Como nos habla de una torre algo maltratada no se sabe si esta
tenía más antigüedad que la nave, aunque no sería raro que antes de esta
capilla, hubiese existido otra más sencilla en su lugar, como sucedió con la de
la Soledad. De cualquier manera su origen fue después de 1722 o 1723, por lo
que llama la atención que en el mapa que presenta Beaumont en su Crónica ya aparezca
el edificio.98 Si es verdad que el padre la copió de una pintura que
habían hecho los indios de Tzintzuntzan, o la original no era tan antigua como
se creía o la reproducción que hizo el padre franciscano le agregó numerosos
elementos que existían en el tiempo que él vivió. Para 1792, la capilla de la
Tercera Orden era: “de adobe con la torre adjunta, tiene entablados el
pavimento y cielo, su crucero y cuatro altares con otros tantos retablos de
mala figura y pésima talla”.99
En cuanto a los bienes de esta cofradía, en la información para la
secularización del curato y doctrina, sólo se menciona una lámpara, dos
coronas, alhajas, una custodia, un cáliz, algunas casullas y otros objetos,
como lienzos y mobiliario.100 Dos inventarios más, uno de finales del siglo XVIII y
otro de principios del XIX, nos describen brevemente las alhajas y los
ornamentos de las imágenes de san Francisco, santa Gertrudis, el Señor de la
Buena Muerte, Nuestra Señora de Dolores, Señor San José, Nuestra Señora del
Pilar, Señor de la Columna, además de lienzos, muebles y otros objetos para el
culto, que se tenían en la capilla.101
La imagen de su veneración principal era san Francisco, por lo que
la fiesta la celebraban el 4 de octubre, pero también era muy venerada la
Señora de Dolores. En la fiesta de San Francisco se oficiaba una misa solemne
en honor al santo patrono; por la tarde se sacaba la imagen de San Francisco
por las principales calles de la ciudad; el mismo día se realizaba gran verbena
en el pueblo, donde se “jugaba con los toros”, se hacían peleas de gallos y
juegos de cartas, donde no faltaban las bebidas embriagantes aunque estuvieran
prohibidas por las autoridades.102 En la procesión del silencio, es probable que como se
hace en la actualidad, los miembros de esta asociación religiosa caminaran por
las calles descalzos a manera de penitencia con una capucha en la cabeza. Es
posible que sus miembros se flagelaran públicamente, práctica común en todos
los territorios españoles y prohibida por Carlos III en 1767.
Los cofrades de la Tercera Orden eran españoles de prestigio
social y solvencia económica, quienes estaban comprometidos con su cofradía,
dejando capellanías y obras pías a favor de la misma y del templo parroquial.103 Tras la secularización de la parroquia de San
Francisco y el convento de Tzintzuntzan, los terciarios se negaban a entregar
las llaves de la capilla,104 incluso aún después de que oficialmente se concretó
la secularización, los cofrades encabezados por don Juan Cuadradas se reunían
con el último guardián franciscano de Tzintzuntzan, fray Miguel Valverde, en
casa de un capitán de nombre Gaspar Sanabria. Después de que se vieron
obligados a entregar la capilla al cura secular, la cofradía siguió en función.
El mismo Juan Cuadradas llegó a tener el cargo de hermano mayor de la cofradía
de la Tercera Orden en 1776, mientras que un personaje interesante, Cristoval
Tejada (sic), era el tesorero.105 Después de esto, algunos de sus miembros pensaban que
se extinguiría la cofradía, por lo que estipulaban que en caso de que así
fuera, sus obras pías pasaran a la capilla de los hermanos terciarios de
Pátzcuaro.106 No desapareció inmediatamente, pues, el libro de la
cofradía termina hasta 1824.107
CONCLUSIÓN
En Tzintzuntzan, como en otros lugares de la Nueva España, las
cofradías tuvieron un papel primordial en la época virreinal, ya que
permitieron la colaboración del pueblo para fines comunes como la atención a
los enfermos socorro a las viudas y desamparados; educación básica; también
permitieron, por medio de limosnas y la administración de tierras de cultivo y
ganado, obtener ingresos para su funcionamiento, el hospital de indios y los
gastos parroquiales. En otras palabras, fueron un medio para alentar la
caridad; el sentido de pertenencía a un grupo; redimir culpas; obtener un
prestigio social en el pueblo; costear fiestas; salarios de los religiosos y
obras materiales.
Al menos desde mediados del siglo XVI, la cofradía de la Inmaculada
Concepción fue fundada para administrar el hospital de indios. A finales del
mismo siglo, fray Pedro de Pila gestionó la construcción de un nuevo “suntuoso”
convento y templo en el lugar, además de fundar un coro y una cofradía,
probablemente la de Nuestra Señora de la Soledad. La primera obra material de
importancia del siglo XVII fue la reconstrucción de la capilla del hospital,
cuya fecha de 1619 aún se puede ver en la portada. Sin embargo, la situación de
Tzintzuntzan comenzó a ponerse difícil debido a que su noviciado pasó a la
ciudad de Valladolid y a que dejó de ser casa capitular, teniendo con ello
menor apoyo de la provincia. Los gastos para el sostenimiento material y
espiritual de la parroquia siguieron siendo los mismos, pero para solventarlos
se habían hecho fundamentales las contribuciones del pueblo a través de los
servicios religiosos, la mano de obra para las reparaciones de los edificios y
lo poco que podían aportar las cofradías. En tiempo de decadencia se conservó
la cofradía de la Concepción y se fundaron la de San Nicolás Tolentino y la del
Santo Entierro, las que decían tener más gasto que recibo.108 El hecho es que ni los recursos económicos ni la mano
de obra eran suficientes para sostener de pie el convento y el templo que
continuamente sufría deterioros en las cubiertas y muros. Por ello, las
autoridades locales y la república de indios solicitaron constantemente apoyo
al virrey, en el sentido de que reservara a los indios que eran enviados a las
minas de Guanajuato, para que colaboraran en la reconstrucción de sus
edificios.109
Para mediados del siglo XVIII, la cofradía del hospital, la de San
Nicolás Tolentino y la de Nuestra Señora de la Soledad seguían en
funcionamiento; además se había fundado la del Divinísimo y la de la Tercera
Orden, ambas por grupos de españoles. Las obras materiales de esta centuria nos
sugieren que la situación económica del pueblo había mejorado, o al menos la de
los españoles miembros de las cofradías que poseían importantes haciendas en la
región. Las tres contribuyeron al sostenimiento de la parroquia, así como al
mantenimiento y ornato de los edificios, la integración de retablos, pintura
mural, canceles, lienzos, imágenes de pasta de caña y madera, etcétera, además,
adquirieron objetos costosos para el culto divino y para el adorno de sus
imágenes, como lo revelan los inventarios de sus bienes. Como muestra del poder
adquisitivo de las organizaciones religiosas, a mediados de este siglo la
cofradía de la Soledad construyó su propia capilla. Los miembros de la Tercera
Orden no se quedaron atrás y levantaron la suya. Después de la secularización,
las únicas cofradías que sobrevivieron fueron la de la Tercera Orden, la
Soledad y la Concepción, aunque esta última muy disminuida, en comparación con
lo que había sido. Por su parte, los miembros de la Soledad echaron abajo su
antigua capilla y construyeron a finales de este siglo y principios del XIX,
con ayuda del cura Manuel Nicolás de Leso y José Francisco Velasco una de
mayores dimensiones, que competía con el templo parroquial, que se conserva
hasta la actualidad.
Las obras materiales del pueblo pueden reflejar los periodos de
crisis o bonanza económica de sus habitantes, pero también la iniciativa de la
sociedad y las cofradías para mantenerlas y mejorarlas. En este estudio se
puede apreciar que las obras materiales más importantes de Tzintzuntzan se
llevaron a cabo en la primera mitad del siglo XVI, a finales del mismo y a
principios del siguiente siglo con la reconstrucción de la capilla del
hospital. Después se observa un periodo amplio de casi siglo y medio donde no
se tiene evidencia de actividad constructiva, hasta mediados del siglo XVIII,
luego de que el gobernador Ramón Flamenco de la Peña apoyó la construcción de
las casas reales; la reparación del templo y convento; erección de una torre de
calicanto junto al templo; el tejado de la capilla mayor; la construcción de la
capilla de Nuestra Señora de Guadalupe a las afueras de la ciudad; la
ampliación del hospital de Nuestra Señora de la Concepción; y la reconstrucción
de todas las capillas de la ciudad, en colaboración con las cofradías.110
Coincidiendo con la secularización del curato y doctrina del
lugar, el visitador José de Gálvez presentó una cédula emitida por el rey,
donde se ordenaba someter las finanzas de los pueblos bajo el control del
gobierno real y limitar los gastos religiosos de los cabildos, como los que
tenían que ver con las celebraciones religiosas provenientes de las cajas
comunales. El dinero sobrante se enviaría a las cajas reales para ser utilizado
como ayuda a los indios en tiempos de epidemias y hambrunas, aunque en la
realidad muy poco del ahorro fue retribuido a los mismos ya que los recursos eran
enviados a España, principalmente, para financiar sus guerras contra Inglaterra
y Francia.
Aunque no es tema de este trabajo, se puede observar que si bien
las cofradías desaparecieron, los cargos y obligaciones que desempeñaban, al
igual que las fiestas y conmemoraciones del periodo virreinal, se asemejan a
los cargos que realizan actualmente los cargueros de la Soledad y a las
prácticas simbólico-religiosas actuales de la gente de Tzintzuntzan.
AHCMO |
(Archivo Histórico
Casa de Morelos) |
AGN |
(Archivo General de
la Nación) |
CEHM |
(Centro de Estudios
de Historia de México) |
APT |
(Archivo Parroquial
de Tzintzuntzan) |
BEAUMONT,
Pablo. Crónica
de Michoacán. 3
Vols. Morelia: Balsal, 1985.
BECHTLOFF, Dagmar. “La formación de una
sociedad intercultural: las cofradías en el Michoacán colonial”. Historia Mexicana 43(2)
(170) (octubre-diciembre 1993).
_____. Las cofradías en Michoacán
durante la época de la Colonia. La religión y su relación política y económica
en una sociedad intercultural. Zinacantepec: El Colegio de
Michoacán, El Colegio Mexiquense, 1996.
BRADING, David A. y
Óscar MAZÍN, eds. El
gran Michoacán en 1791. Sociedad e ingreso eclesiástico en una Diócesis
novohispana. México: El Colegio de Michoacán, El Colegio de San
Luis, 2009.
BRAVO UGARTE, José.
Introducción y notas. Inspección
ocular de Michoacán. México: Jus, 1960. [
CARRILLO CÁZARES,
Alberto. Michoacán
en el otoño del siglo XVII. Zamora: El Colegio de Michoacán,
Gobierno del Estado de Michoacán, 1993.
CASTRO GUTIÉRREZ,
Felipe. Los
tarascos y el imperio español, 1600-1740. México: UNAM, UMSNH,
2004.
ENKERLIN PAUWELS,
Louise M. “El cabildo indígena de Pátzcuaro: un espacio de poder en decadencia
durante la primera mitad del siglo XVIII”. En Autoridad y gobierno indígena en Michoacán,
coord. Carlos S. Paredes Martínez y Marta Terán. México: El Colegio de Michoacán,
Ciesas, INAH, UMSNH, 2003.
ESCANDÓN, Patricia.
“Tancítaro y la tierra caliente bajo la administración franciscana,
1552-1636”. Relaciones
Estudios de Historia y Sociedad XXVI(103) (verano 2005).
ESPINOSA, Isidro
Félix de. Crónica
de la provincia franciscana de los santos apóstoles San Pedro y San Pablo de
Michoacán. Apuntamientos bibliográficos de Nicolás León. Morelia:
Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH, Morevallado, 2003.
FLORES GARCÍA,
Laura Gemma y Carlos PAREDES MARTÍNEZ. “El cabildo, hospital y cofradías de
indios en Pátzcuaro”. EnAutoridad
y gobierno indígena en Michoacán, coord. Carlos S. Paredes Martínez
y Marta Terán. México: El Colegio de Michoacán, Ciesas, INAH, UMSNH, 2003.
FOSTER, George
M. Los hijos del
imperio, la gente de Tzintzuntzan. Zamora: El Colegio de Michoacán,
2000.
GUTIÉRREZ EQUIHUA,
Ángel. “Los hospitales de la Sierra Tarasca en el siglo XVII”. Tesis de
Maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos,
UMSNH , 2007.
HERNÁNDEZ TÉLLEZ,
Mahler. El
convento de Nuestra Señora de la Asunción de Erongarícuaro 1547-1761.
Tesis de Maestría en Historia, Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH,
2011.
LÓPEZ LARA,
Ramón. El
obispado de Michoacán en el siglo XVII. Morelia: Fimax, 1973.
LÓPEZ SARRELANGUE,
Delfina Esmeralda. La
nobleza indígena de Pátzcuaro en la época virreinal. México:
Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 1965.
MARTÍNEZ AGUILAR,
José Manuel. “El conjunto conventual de San Francisco Tzintzuntzan en la época
virreinal, 1525-1766”. Tesis de Doctorado en Historia, Instituto de Investigaciones
Históricas, UMSNH, 2015.
_____. Fray Pedro de Pila. El
protector de Tzintzuntzan, Editorial Académica Española, 2015.
_____. “Fray Pedro
de Pila y su obra en Tzintzuntzan”. Anuario
de Historia de la Iglesia (24) (2015): 383-403.
_____. “El Tiziano
de Tzintzuntzan, el lienzo que se convirtió en leyenda”. Signos Históricos XVIII(36)
(julio-diciembre, 2016).
MAZÍN, Óscar. El cabildo catedral de
Valladolid de Michoacán. Zamora: El Colegio de Michoacán , 1996.
PANIAGUA AGUILAR,
Nicolás. “La república de indios de Tzintzuntzan. 1540-1689”. Tesis de
Licenciatura en Historia, UMSNH, 2011.
_____. “De la privilegiada
y leal ciudad de indios al ayuntamiento constitucional de Tzintzuntzan,
1718-1826”. Tesis de Maestría en Historia, Instituto de Investigaciones Históricas,
UMSNH, 2015.
PAREDES MARTÍNEZ,
Carlos Salvador, dirección general. Arquitectura
y espacio social en poblaciones purépechas en la época colonial.
Morelia: Ciesas, UMSNH, Universidad de Keio, 1998.
PHILLIPS, Richard
E. “La participación de los indígenas en las procesiones por los claustros del
siglo XVI en México”. Relaciones
Estudios de Historia y Sociedad XX (78) (primavera 1999).
PUENTE, José M. de
la. “Tzintzuntzan, de mis notas de viajes”. Revista de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”,
vol. 27 (1 de junio de 1908).
QUIROGA, Vasco
de. Reglas y
ordenanzas para el Gobierno de los Hospitales de Santa Fe de México y
Michoacán, Dispuestas por su fundador el Rmo. Y Venerable Don Vasco de Quiroga,
Primer Obispo de Michoacán. México: s. e., 1940.
RAMÍREZ ROMERO,
Esperanza. Catálogo
de monumentos históricos de la Región Lacustre de Pátzcuaro. Tomo
II. Morelia: UMSNH, Gobierno del Estado de Michoacán, 1990.
REA, Alonso de
la. Crónica de
la orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco Provincia de San Pedro y San
Pablo de Michoacán en la Nueva España. México: La Voz de México, 1982.
RICARD,
Robert. La
conquista espiritual de México. México: Fondo de Cultura Económica,
1992.
RUIZ GUADALAJARA,
Juan Carlos. Documentos
para la historia del obispado de Michoacán. Tomo I. México: Frente
de Afirmación Hispanista, Fundación Cultural Dr. Enrique Arreguín Vélez, 1993.
SEPÚLVEDA Y HERRERA
, María Teresa . Los
cargos políticos y religiosos en la región del lago de Pátzcuaro.
Colección científica. Núm. 9, México: INAH, 1974.
SIERRA PANIAGUA, H.
Cecilia. “La cofradía del pueblo del Señor de San Juan Pungarabato”. Relaciones Estudios de Historia
y Sociedad XXXVI(144) (otoño 2015), 156.
TERÁN, Marta.
“Políticas contra las fiestas pueblerinas michoacanas durante la época
borbónica”. En Historia
y sociedad. Ensayos del Seminario de Historia Colonial de Michoacán,
coord. Carlos S. Paredes Martínez. México: Instituto de Investigaciones
Históricas, UMSNH, 1997.
TORRES VEGA, José
Martín. “La incidencia de la orden dominica de mujeres en el espacio
urbano-arquitectónico de Pátzcuaro y el obispado de Michoacán, 1747-1867”.
Tesis de Doctorado en Arquitectura, Universidad Autónoma de Aguascalientes,
2013.
TOUSSAINT,
Manuel. Pintura
colonial de México. México: Instituto de Investigaciones Estéticas,
UNAM, 1965.
WARREN,
Benedict. Vasco
de Quiroga y sus Pueblos Hospitales de Santa Fe. México: Ediciones
Hidalgo, UMSNH, 1997.
_____. Michoacán en la década de 1580. Morelia:
Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH, 2000.
WARREN, Benedict y
Sara SÁNCHEZ DEL OLMO. Las
guatáperas. México: Rotodiseño y Color, 2007.
ZARRAGA,
Fernando. El
entierro de Cristo de Tzintzuntzan, ¿Un Greco? México: M.
Gómez, 1927.
NOTAS
1José
Manuel Martínez Aguilar, “El conjunto conventual de San Francisco Tzintzuntzan
en la época virreinal, 1525-1766” (Tesis de doctorado en Historia, Instituto de
Investigaciones Históricas, UMSNH, 2015).
2Peter
Burke, “La historia social y cultural de la casa”, Historia Crítica (39)
(septiembre-diciembre, 2009): 11-19.
3Dagmar
Bechtloff, Las
cofradías en Michoacán durante la época de la Colonia. La religión y su
relación política y económica en una sociedad intercultural (Zinacantepec:
El Colegio de Michoacán, El Colegio Mexiquense, 1996), 21.
5Cofradías.
Declarando que no se puede hacer junta alguna preparatoria ni con otro designio
por los individuos de las cofradías hermandades, o congregaciones que se
intenten fundar o estén erigidas en ellos sin que sean presididas por un
ministro real. Madrid, 8 de marzo de 1791, AGN, Instituciones Coloniales,
Gobierno Virreinal, Reales Cédulas Originales y Duplicados (100), Reales
Cédulas Originales, vol. 148, exp. 165.
6Bechtloff, Las cofradías en Michoacán, 19.
Dice Ricard que, con ello, los religiosos intentaban inculcar en los indígenas
la previsión, la solidaridad, la necesidad del sacrificio individual en bien de
la comunidad para cimentar, poco a poco, el espíritu de fraternidad. Robert
Ricard, La
conquista espiritual de México (México: Fondo de Cultura
Económica, 1992), 24.
7Fr.
Alonso de La Rea, Crónica
de la orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco Provincia de San Pedro y
San Pablo de Michoacán en la Nueva España, libro I (México: La
Voz de México, 1982), 324. Isidro Félix de Espinosa, Crónica de la provincia
franciscana de los santos apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán,
apuntamientos bibliográficos de Nicolás León (Morelia: Instituto de
Investigaciones Históricas, UMSNH, Morevallado, 2003), 125.
8Benedict
Warren, Michoacán
en la década de 1580 (Morelia, Instituto de Investigaciones
Históricas, UMSNH, 2000), 77.
9Vasco
de Quiroga, Reglas
y ordenanzas para el Gobierno de los Hospitales de Santa Fe de México y
Michoacán, Dispuestas por su fundador el Rmo. Y Venerable Don Vasco de Quiroga,
Primer Obispo de Michoacán (México: s. e., 1940).
10AHCMO,
Visitas, Asientos, 1679, caja 57, exp. 13, f. 107-109.
11También
describe el altar mayor y los altares, las imágenes; posteriormente está el
inventario de la plata y las alhajas de oro y plata. Diligencias ejecutadas sobre la
entrega de la doctrina y jurisdicción de Tzintzuntzan.
Tzintzuntzan, 25 de noviembre de 1766, AHCMO, Religiosos, Franciscanos, caja
275, exp. 142, 136, fs. 1766.
12Esta
parte agregada estuvo en uso hasta 1944 cuando fue retirada, quizás porque se
consideró que no era un elemento original, así que fue colocado como una de las
entradas del conjunto conventual; a unos 50 metros al norte de la misma
capilla. Llama la atención que en la parte superior aún se conserva el relieve
en piedra del escudo de Castilla y León, del siglo XVIII.
13AGN,
Historia, (73) exp. 6, fs. 131-239. José Bravo Ugarte, Inspección ocular de Michoacán.
Para 1860 también se indica que el hospital se encontraba “casi arruinado”.
Romero J. Guadalupe, Michoacán
y Guanajuato en 1860, noticias para formar la historia y la estadística del
Obispado, estudio preliminar de Agustín García (Morelia: Fimax
publicistas, 1972), 280.
14Inventario
del Hospital de la Ciudad de Tzintzuntzan, 18 de febrero
de 1790, CEHM, fondo XXVIII, leg. 217, carp. 7, doc. 1, fojas 2.
15Las guananchas eran
las mujeres encargadas del cuidado de la imagen de la Virgen del Hospital.
16Felipe
Castro Gutiérrez, Los
tarascos y el imperio español, 1600-1740 (México: UNAM, UMSNH,
2004), 292-293.
17También
habla del cambio de cargos que él atestiguó y de la veneración de Santa Elena.
José M. de la Puente, “Tzintzuntzan, de mis notas de viajes”, Revista de la Sociedad
Científica “Antonio Alzate” 27 (1 de junio de 1908): 418.
18Esta
última probabilidad ya fue sugerida por Sara Sánchez. Benedict Warren y Sara
Sánchez del Olmo, Las
guatáperas (México: Rotodiseño y Color, 2007).
19Alberto
Carrillo Cázares, Michoacán
en el otoño del siglo XVII (Zamora: El Colegio de Michoacán,
Gobierno del Estado de Michoacán, 1993), 159-160. Dagmar Bechtloff, Las cofradías en Michoacán, 102.
20Algunos
autores han expuesto la relación que había entre el cabildo, hospital y
comunidad. Como ejemplo se tienen los documentos relacionados con unas tierras
que el gobernador de Tzintzuntzan, Francisco de Pila, en 1597, compró a don
Constantino Huitziméngari, por 450 pesos de oro común para el cabildo y
hospital. Autos
que sobre ciertas tierras sigue la república de indios de Tzintzuntzan contra
los dueños de la hacienda la Tareta y la de Sanabria, AGN, Tierras,
3,448 (1), f. 7v-9. Delfina Esmeralda López Sarrelangue, La nobleza indígena de
Pátzcuaro en la época virreinal (México: UNAM, Instituto de
Investigaciones Históricas, 1965). María Teresa Sepúlveda y Herrera, Los cargos políticos y
religiosos en la región del lago de Pátzcuaro, Colección científica,
núm. 9 (México: INAH, 1974), 61 y 109. Louise M. Enkerlin Pauwels, “El cabildo
indígena de Pátzcuaro: un espacio de poder en decadencia durante la primera
mitad del siglo XVIII”, en Autoridad
y gobierno indígena en Michoacán, coord. Carlos S. Paredes Martínez
y Marta Terán, 205 (México: El Colegio de Michoacán, CIESAS, INAH, UMSNH,
2003). Castro Gutiérrrez, Los
tarascos, 291. Ángel Gutiérrez Equihua, “Los hospitales de la
Sierra Tarasca en el siglo XVII” (Tesis de maestría en Arquitectura, Investigación
y Restauración de Sitios y Monumentos, UMSNH, 2007).
21El
de prioste era el cargo más importante porque representaba al hospital
legalmente ante las autoridades civiles y eclesiásticas. Tenía la obligación de
supervisar el funcionamiento del hospital, nombrar los cargos menores, y
realizar un inventario de los gastos y recibos. El término semaneros viene de
semana, era voluntario para auxiliar a los enfermos de los hospitales; la
semanería era una especie de enfermería.
22Mahler
Hernández Téllez, El
convento de Nuestra Señora de la Asunción de Erongarícuaro 1547-1761 (Tesis
de maestría en Historia, Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH, 2011),
118. Castro Gutiérrez, Los
tarascos, 293-295.
23Laura
Gemma Flores García y Carlos Paredes Martínez, “El cabildo, hospital y
cofradías de indios en Pátzcuaro”, en Autoridad
y gobierno indígena, 206.
24Castro
Gutiérrez, Los
tarascos, 287.
25En
vísperas de esta fiesta se llevaba a cabo la confirmación de más de 500
personas de Tzintzuntzan y pueblos vecinos. AHCM, diocesano, sección gobierno,
serie visitas, subserie asientos, 1679, caja 56, exp. 12, f. 7., Libro de
confirmaciones y ordenes señores Luna y Zeijas, 1670-1681.
26Benedict
Warren, Vasco de
Quiroga y sus Pueblos Hospitales de Santa Fe (México: Ediciones
Hidalgo, UMSNH, 1997), 102.
27Marta
Terán, “Políticas contra las fiestas pueblerinas michoacanas durante la época
borbónica”, en Historia
y sociedad, ensayos del Seminario de Historia colonial de Michoacán,
coord. Carlos S. Paredes Martínez, 368 (México: Instituto de Investigaciones
Históricas, UMSNH, 1997).
28Ramón
López Lara, El
obispado de Michoacán en el siglo XVII (Morelia: Fimax, 1973),
181
29Minuta
de los hierros de la Provincia de Michoacán. Subtitulado como
“Razón y minuta de los hierros que se han registrado en esta Provincia de
Michoacán en virtud del mandamiento del Exmo. Sr. Conde de Gálvez virrey de
esta Nueva España y la cantidad que cada uno de los vecinos de esta Provincia
dueños de los hierros y señales de ellos han pagado por la gracia y dentro de
la media anata son los siguientes”. BNAH, serie Michoacán, rollo 4 (115).
30AHCMO,
Visitas, Asientos, 1665, caja 56, exp. 9, fs. 53-57. Hacer una conversión de
que representarían en la actualidad las cantidades de distintos momentos en la
época virreinal es complejo y no es el objetivo de este trabajo.
31AHCMO,
Visitas, Asientos, 1671, caja 57, exp. 13, fs. 79-81.
33El
guardián era fray Sebastián de Fuica, quien después pasó al convento de
Valladolid, con el mismo cargo. Tabla
capitular provincial, Querétaro, 1676, AHCMO, Franciscanos,
caja 17, exp. 48, doc. 2, f. 2.
34AHCMO,
Padrones, Asientos, 1681, caja 9, exp. 11, doc. 58, f. 4. Alberto
Carrillo, Michoacán
en el otoño, 459.
35Fray
Gerónimo Sierra fue designado para tomar la doctrina de Tzintzuntzan el 6 de
julio de 1683, donde estuvo por más de veinte años. AGN, Reales Cédulas
Duplicadas, vol. D33, exp. 79. El 23 de octubre de 1703 renuncia a la doctrina
de Tzintzuntzan. AHCMO, religiosos, franciscanos, XVIII, 0190, c. 269, leg. 69,
exp. 2, f. 14. De 1699 a 1702 fue Provincial de la provincia franciscana de San
Pedro y San Pablo de Michoacán. Isidro Félix de Espinosa, Crónica de la provincia
franciscana, apéndice.
36Inspección
ocular de Michoacán, AGN, Historia, (73) exp. 6, fs. 131-239. Publicado por José
Bravo Ugarte, Inspección
ocular de Michoacán, introducción y notas de José Bravo Ugarte
(México: Jus, 1960), 36.
37David
A. Brading y Óscar Mazín, eds., El
gran Michoacán en 1791. Sociedad e ingreso eclesiástico en una diócesis
novohispana (México: El Colegio de Michoacán, El Colegio de
San Luis, 2009), 221.
38Informe
presentado por el cura de Tzintzuntzan sobre su curato: pueblos que administra,
distancias, capellanías, obras pías y número de feligreses.
4 de mayo de 1795, AHCMO, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie informes,
0215, caja 511, exp. 109, f. 43.
39Inventario
de los bienes del Hospital. Tzintzuntzan, a 25
de noviembre de 1766, AHCMO, Religiosos, Franciscanos, caja 275, exp. 142, 136
f. 1,766.
40AGN,
ramo Historia, 73 (6), f. 131-239. Dagmar Bechtloff, Las cofradías en Michoacán,
102.
41Según
Bechtloff, en 1712 sólo se registraban las de la Purísima Concepción, la del
Señor Divino y la del Santísimo Sacramento, pero en otros documentos del siglo
XVII ya se hace referencia a la de la Soledad, como se verá líneas abajo.
Dagmar Bechtloff, Las
cofradías en Michoacán, 102 y 291.
42Dagmar
Bechtloff, “La formación de una sociedad intercultural: las cofradías en el
Michoacán colonial”, en Historia
Mexicana 43(2) (170) (octubre-diciembre 1993): 256. José
Martín Torres Vega, “La incidencia de la orden dominica de mujeres en el
espacio urbano-arquitectónico de Pátzcuaro y el obispado de Michoacán,
1747-1867” (Tesis de doctorado en Arquitectura, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, 2013), 42-46.
43José
Manuel Martínez Aguilar, Fray
Pedro de Pila. El protector de Tzintzuntzan (Editorial
Académica Española, 2015). José Manuel Martínez Aguilar, “Fray Pedro de Pila y
su obra en Tzintzuntzan”, Anuario
de Historia de la Iglesia (24) (2015): 383-403.
44Carrillo
Cázares, Michoacán
en el otoño, 160.
45Religioso
de la Orden de San Agustín. Obispo de Michoacán entre 1668 y 1674. Juan Carlos
Ruiz Guadalajara, Documentos
para la historia del obispado de Michoacán, tomo I (México:
Frente de Afirmación Hispanista, Fundación Cultural “Dr. Enrique Arreguín
Vélez”, 1993), 107.
46AHCMO,
Visitas, Asientos, 1671, caja 57, exp. 13, fs. 79-81.
48Bechtloff, Las cofradías en Michoacán,
50. Patricia Escandón, “Tancítaro y la tierra caliente bajo la administración
franciscana, 1552-1636”, Relaciones
Estudios de Historia y Sociedad XXVI(103) (verano 2005): 252.
49AHCMO,
Visitas, Asientos, 1665, caja 56, exp. 9, fs. 53-57.
50AHCMO,
Mandatos, Provisiones Reales, 1685, caja 4, exp. 21, f. 76.
51H.
Cecilia Sierra Paniagua, “La cofradía del pueblo del Señor de San Juan
Pungarabato”, en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad XXXVI(144)
(otoño 2015): 156.
52Richard
E. Phillips, “La participación de los indígenas en las procesiones por los
claustros del siglo XVI en México”, Relaciones Estudios de Historia y Sociedad XX(78)
(primavera 1999), 237.
53AHMM,
fondo Independiente, c-2 C, exp. 5, f. 1f.: Antonio Basilio Flamenco, gobernador de naturales
de la ciudad de Zinzunzan ante el alcalde mayor Felipe Ordoñez y Sarmiento,
sigue autos para impedir se lleve a cabo el banquete que se acostumbra ofrecer
por la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad el domingo de carnestolendas
por la embriaguez que se ocasiona, 1774. Nicolás Paniagua Aguilar,
“De la privilegiada y leal ciudad de indios al ayuntamiento constitucional de
Tzintzuntzan, 1718-1826” (Tesis maestría en Historia, Instituto de
Investigaciones Históricas, UMNSH, 2015), 132-133, 225-228.
54AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1671, caja
57, exp. 13, f. 79-81.
55George
M. Foster, Los
hijos del imperio, la gente de Tzintzuntzan (Zamora: El
Colegio de Michoacán, 2000). Casualmente la cofradía de las Benditas Ánimas de
Pátzcuaro fue aprobada en 1631, pero tampoco se conoce su fundación. Dagmar
Bechtloff, Las
cofradías en Michoacán, 321.
56Óscar
Mazín, El
cabildo catedral de Valladolid de Michoacán (Zamora: El
Colegio de Michoacán, 1996), 373. En 1786 fue acusado de no querer contribuir
con 600 pesos que el deán y cabildo habían acordado para beneficio de los
pobres de la ciudad y del obispado, causando “el mayor horror, pesar y
escándalo”, según el obispo de Michoacán, AGN, Regio patronato indiano,
Instituciones nacionales, caja 593, 30,942, exp. 13, f. 144.
57J.
M. de la Puente, “Tzintzuntzan”, 418. Cofradía de la Tercera Orden de
Tzintzuntzan, APT, libro 1º de la cofradía de la Tercera Orden, f. 40.
58En
un cuadro al óleo, del siglo XVIII, que perteneció a la capilla de San Nicolás
y que actualmente se encuentra en la sacristía del templo parroquial, se ve a
san Francisco orando sobre una loma. Al fondo se aprecia el convento y templo
de San Francisco, así como una pequeña construcción en el lugar donde ahora
está la capilla de la Soledad. Una de las ilustraciones que presenta Beaumont
en su Crónica muestra dos construcciones sencillas, como casas, donde
actualmente está la capilla; quizá representando el hospital y la capilla
primitiva. Pablo Beaumont, Crónica
de Michoacán, 3 vols. (Morelia: Balsal, 1985).
59Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, f. 130.
60Firmado
el de marzo de 1762. Secularización
del curato y doctrina de Tzintzuntzan, 1762-1767, AGN, Patronato
Indiano, Clero Regular y Secular (024), contenedor 47, vol. 119, exp. 6.
61El
obispo Sánchez de Tagle emite un dictamen sobre la secularización de
Tzintzuntzan, Valladolid a 19 de septiembre de 1766, Secularización de la doctrina y
curato de Tzintzuntzan, 1762-1767, AHCM, fondo Diocesano,
sección Gobierno, serie Religiosos, subserie Franciscanos, caja 275, exp. 142,
136 fs.
62José
Francisco Velasco presenta juramento de que construyó una capilla en
Tzintzuntzan, AHCMO, Negocios diversos, leg. 5, 1806. Apud Esperanza
Ramírez Romero, Catálogo
de monumentos históricos de la Región Lacustre de Pátzcuaro, tomo
II (Morelia: UMSNH, Gobierno del Estado de Michoacán, 1990), 436.
63AGN,
Historia, vol. 73. José Bravo Ugarte, Inspección
ocular de Michoacán, 35.
64AHCMO,
Visitas, Asientos, 1665, caja 56, exp. 9, fs. 53-57.
65AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1671, caja
57, exp. 13, f. 79-81.
66AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1679, caja
56, exp. 12, f. 7.
67AHCM,
Mandatos, Provisiones Reales, 1685, caja 4, exp. 21, f. 76.
68AHCM,
Mandatos, Provisiones Reales, 1685, caja 4, exp. 21, f. 76.
69Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, 136 fs.
70“y
al lado diestro una bóveda, donde está un lienzo de nuestro Padre San Francisco
con el mapa de la ciudad antigua de Tzintzuntzan”. Secularización de la doctrina y
curato de Tzintzuntzan, 1762-1767, AHCM, fondo Diocesano,
sección Gobierno, serie Religiosos, subserie Franciscanos, caja 275, exp. 142,
136 fs. A
principios del siglo XVIII se dice que la única cofradía que existía era la del
Divinísimo. No se sabe si la de San Nicolás estaba extinta, temporalmente sin
actividad, no fue considerada o no se informó al visitador de su existencia.
Raro es que tampoco se mencione la Concepción. Brading y Mazín, eds., El gran Michoacán, 221.
71Idem. A
principios del siglo XX los arcos se encontraban tapeados.
72AGN,
Historia, vol. 73. Bravo Ugarte, Inspección
ocular de Michoacán, 35, 36.
73Testimonio
de la escritura que José Joaquín del Castillo sobre el gravamen de 100 pesos
que cargo sobre su casa a réditos del 5% anualmente a favor de la capilla de la
Tercera Orden de la ciudad de Tzintzuntzan, de los 100 pesos era deudor Juan
Cuadrada, ya difunto y su albacea Josef Cayetano de Lezo los invirtió en
beneficio de su alma. 26 de febrero de 1783, AHCMO,
Obras pías, Testamentos, caja 1,212, carp. 346, leg. 538, 1 f.
74Acta
constitutiva de la cofradía de Chamacuero, 1666, AHCMO,
Cofradías, Constituciones, caja 5, exp. 3, doc. 2, fs. 2. El acta constitutiva
de la cofradía del mismo nombre en la ciudad de San Luis Potosí es más
completa, pero muy similar. Una diferencia interesante es que se distingue la
cooperación de varones y mujeres. Los primeros debían dar tres pesos y las
segundas dos. Acta
constitutiva de la cofradía de San Luis Potosí, San Luis Potosí,
1635, AHCMO, Cofradías, Constituciones, caja 5, exp. 1, doc. 1, fs. 9.
75AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1665, caja
56, exp. 9, fs. 53-57.
76AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1671, caja
57, exp. 13, f. 79-81
77AHCM,
fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Visitas, subserie Asientos, 1679, caja
56, exp. 12, f. 7.
78AHCM,
Mandatos, Provisiones Reales, 1685, caja 4, exp. 21, f. 76.
79Una
descripción de 1908 dice lo siguiente “Llama la atención en este templo, una
primorosa urna de carey armada sobre una armazón de plata y con aplicaciones
del mismo metal sobre el carey en el que forman bellísimos y artísticos
dibujos. Esta rica urna encierra una magnífica escultura del Santo Entierro,
del tamaño natural”. J. M. de la Puente, “Tzintzuntzan”, 418. En la actualidad
el Cristo sigue siendo una de las imágenes más veneradas de la ciudad. Se tiene
la creencia de que aumenta de tamaño.
80Se
sabe que en otros lugares había una relación entre las cofradías de la Soledad
con la del Santo Entierro, también llamada del Descendimiento de Cristo, como
en Pátzcuaro, donde se encontraba la “Cofradía del Descendimiento de Cristo
Señor Nuestro, Santo Entierro y Soledad de su Santísima Madre fundada con
facultad ordinaria en el convento y Santuario de Nuestra Señora de la Salud y
Hospital de Santa Martha de indios de esta ciudad”. Dicen Gemma Flores y Carlos
Paredes que se tiene noticia de la existencia de esta cofradía en el año de
1618, aunque se le dio formalmente la categoría de cofradía hasta 1719. Laura
Gemma Flores García y Carlos S. Paredes Martínez, “El cabildo, hospital y
cofradía de indios de Pátzcuaro: ámbitos de poder y conflictos en el siglo
XVII”, en Autoridad
y gobierno, 194-195. Dagmar Bechtloff por su lado, tiene como
fecha de fundación de la Soledad de Nuestra Señora en 1695, y la del Santo
Entierro en 1718, que se fusionaron. Bechtloff, Las cofradías en Michoacán,
101.
81También
se refiere “un Descendimiento de Nuestro Señor, de medio relieve con sus dos
columnas doradas, su estatua de un cuerpo mide más de una cuarta”, AHCM,
religiosos, franciscanos, caja 275, exp. 142, 136 fs. Inventario de la plata y
de las imágenes de la capilla de la Soledad. Tzintzuntzan, 25 de noviembre de 1766.
El cuadro no es el que refiere el documento de 1766, pues, aquel medía menos de
1.70 m, y el llamado “Tiziano” medía 4.77 m de ancho por 2.90 m de alto.
Fernando Zarraga, El
entierro de Cristo de Tzintzuntzan, ¿Un Greco? (México: M.
Gómez, 1927), 4. Por desgracia el lienzo se destruyó en el incendio de abril de
1944.
82Nicolás
León, Nota
acerca de una pintura existente en el antiquísimo Convento de Franciscanos en
Tzintzuntzan, atribuida al Tiziano (Impr. del Gobierno en la
Escuela de Artes, 1891).
83El
estudio fue hecho en 1934. Manuel Toussaint, Pintura colonial de México (México:
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1965). José Manuel Martínez
Aguilar, El “Tiziano” de Tzintzuntzan, el lienzo que se convirtió en
leyenda”, Signos
Históricos XVIII (36) (julio-diciembre, 2016).
84Bechtloff, Las cofradías en Michoacán, 101,
104.
86Brading
y Mazín, eds., El
gran Michoacán, 221.
87APT,
libro 1º de la cofradía del Santísimo Sacramento, f. 1. Relación de cofradías. Informes
sobre el número y estado de las cofradías y hermandades existentes en esa
provincia, AGN, Ciudad de México, ramo Cofradías y Archicofradías,
vol. 18, exp. 5, fs. 207v.
88Brading
y Mazín, eds., El
gran Michoacán, 221.
89Constituciones
de la cofradía del Santísimo Sacramento de Irapuato, Irapuato,
1690, AHCMO, Cofradías, Constituciones, caja 5, exp. 8, doc. 1, f. 3.
90Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, 136 fs.
91Inventario
de los bienes y alhajas de la cofradía del Señor Sacramentado. Tzintzuntzan,
a 25 de noviembre de 1766, AHCMO, Religiosos, Franciscanos, caja 275, exp. 142.
“Noticia del número de cofradías o hermandades que hay en esta provincia de
Valladolid, época de su fundación y licencia, sus fondos, destino con que se
exigieron, demandas que circulan, con que permiso y su inversión”. Noviembre 29
de 1792, dentro del expediente titulado Relación
de cofradías. Informes sobre el número y estado de las cofradías y hermandades
existentes en esa provincia, AGN, ramo cofradías y archicofradías,
vol. 18, exp. 5, f. 207v.
92AGN,
Historia, vol. 73. Bravo Ugarte, Inspección
ocular de Michoacán, 35, 36. Brading y Mazín, eds., El gran Michoacán, 221.
93José
de Lezo da razón de los costos del cancel que está en la puerta del costado de
la Parroquia de esta ciudad y que se terminó el día veintiuno de enero de mil
setecientos setenta y nueve, firmas de Felipe
Álvarez, Manuel de Anzo et
al., CEHM, CARSO, fondo XXVIII, leg. 214, carp. 7, doc. 1, f. 1. No todas las
capellanías y obras pías se hacían a favor de las cofradías, el templo de San
Francisco y el mismo convento, también eran favorecidos por los vecinos. Un
inventario, por ejemplo, registró dos capellanías, dos escrituras, la donación
de una casa al convento por parte de Juan Rendón, en 1754, entre otras
donaciones. Inventario
de las escrituras de capellanías, dotaciones, plata y ornamentos del templo
parroquial de Tzintzuntzan. 23 de noviembre de 1766, AHCMO,
Religiosos, Franciscanos, caja 275, exp. 142, 136 fs.
94Informe
presentado por el cura de Tzintzuntzan sobre su curato: pueblos que administra,
distancias, capellanías, obras pías y número de feligreses,
4 de mayo de 1795, AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Informes,
0215, caja 511, exp. 109, fs. 43.
95La
cofradía se formó con hombres y mujeres que tenían los siguientes cargos:
hermano mayor (Mateo López), hermana mayor (Manuel Díaz Barriga), maestro de
novicios, maestra de novicios, mandatarios y mandatarias, celadores y
celadoras, campanero, secretario y enfermera. Libro en que se asientan los hermanos que han
tomado el hábito de la Tercera Orden de N. P. S. Francisco fundada en la ciudad
de Tzintzuntzan con la autoridad necesaria de N. M. R. P. fray Juan de Guevara
Ministro Provincial de esta Sta. Provincia de San Pedro y San Pablo de
Michoacán…, 25 de agosto de 1725, APT, libro 1º de la Cofradía de
la Tercera Orden, f. 1. La fecha de 1725 debe ser incorrecta porque fray Juan
de Guevara había sido Provincial de 1721 a 1723 o 24, además de que en febrero
de 1725 el provincial fray José Díaz de Prado declaró que hacía poco tiempo que
se había fundado dicha cofradía y que se habían perdido los papeles de
erección. Probablemente la fecha de agosto de 1725 fue en la que se inició el
libro.
96Fray
José Díaz de Prado concede licencia para que, en la Iglesia del Convento,
puedan tener sus ejercicios según el tenor y forma que ordenan las
constituciones y asigna el estipendio que deben pagar por las misas y fiestas
que tienen obligación de hacer en el año. Juan de Guevara. 21
de febrero de 1725. CEHM CARSO, fondo XXVIII, leg. 212, carp. 7, doc. 1, f. 2.
Según el libro de cuentas de la Orden, en 1754 tuvieron de recibo la cantidad
de 171 pesos y 21 reales; de gato: 294 pesos y 4 reales. APT, Libro 1º de la
cofradía de la Tercera Orden, f. 40.
97Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, f. 130.
98Beaumont, Crónica de Michoacán.
99AGN,
Historia, vol. 73. José Bravo Ugarte, Inspección
ocular de Michoacán, 35. Lo que hace un año atrás se podía ver era
sólo una pared incompleta del frontispicio de la capilla, con sus vanos de
puerta y ventana, que ahora ha sido “reconstruida”. Todavía en una fotografía
de la década de 1920, que tengo en mi mano, se podía ver su fachada y torre
completa.
100Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, f. 130.
101Inventario
de las alhajas que hay en este venerable Orden Tercero que entrega el hermano
coadjuntor D. Ventura Morales al ministro hermano mayor D. José María Fuentes
es lo siguiente. 18 de febrero de 1790, CEHM CARSO, fondo XXVIII, leg. 217,
carp. 7, doc. 1, f. 2. Véanse anexos. 1. Inventario de las alhajas
que hay en el orden tercero. José María Fuentes, Ramón Urbina et al. 15
de julio de 1822, CEHM,
fondo XXVIII, leg. 219, carp. 7, doc. 1, f. 2, Tzintzuntzan.
102AHCP,
caja 19 B, folder 4, 52 fs. Problema
que tienen los naturales de Tzintzuntzan con el convento de San Agustín de
Pátzcuaro por un sitio de tierra llamado San Lorenzo, 1710-1719.
103Tzintzuntzan,
26 de febrero de 1783. Testimonio
de la escritura que José Joaquín del Castillo sobre el gravamen de 100 pesos
que cargo sobre su casa a réditos del 5% anualmente a favor de la capilla de la
Tercera Orden de la ciudad de Tzintzuntzan, de los 100 pesos era deudor Juan
Cuadrada, ya difunto y su albacea Josef Cayetano de Lezo los invirtió en
beneficio de su alma. 26 de febrero de 1783, AHCMO, Obras pías,
Testamentos, caja 1,212, carp. 346, leg. 538, 1 f.
104Secularización
de la doctrina y curato de Tzintzuntzan, 1762-1767,
AHCM, fondo Diocesano, sección Gobierno, serie Religiosos, subserie
Franciscanos, caja 275, exp. 142, f. 130.
105Cristoval
Tejada había tenido los cargos principales de la cofradía del Divinísimo Señor
Sacramentado, gastando de su propio bolsillo para las funciones de la cofradía.
También fue cuatro veces hermano mayor de los terciarios. Se sabe que era
caritativo y que en una ocasión dio socorro a cuatro niñas, becándolas para que
estudiaran en un colegio seminario. APT, libro 1º de la Cofradía de la Tercera
Orden, f. 18 v. Memoria
de Christoval de Tejeda uno de los vecinos de esta ciudad, 1785,
fs. 24 y 27. APT, libro 7 de informaciones matrimoniales.
106Testimonio
de la escritura que otorgó Don José Joachin del Castillo sobre el gravamen de
cien pesos que cargó en su casa a réditos de cinco por ciento anualmente a
favor de la Tercera Orden de la ciudad de Tzintzuntzan con las condiciones que
adentro se expresan, 1 de octubre de 1782, AHCM, fondo Diocesano, sección
Justicia, serie Testamentos, Capellanías, Obras pías, subserie Testamentos,
caja 1212, carp. 346, leg. 538, f.
107APT,
libro 1º de la Cofradía de la Tercera Orden, f. 40.
108Otras
dos cofradías son mencionadas como “de Tzintzuntzan” en una minuta de hierros
de finales del siglo XVII: la de San Gerónimo y la del Santo Niño. La primera
tenía por mayordomo a Lázaro Morales y la segunda a Lucas Gaspar. No se ha
localizado al momento ningún otro documento que las vuelva a mencionar.
109Su
Excelencia reserva por dos años a doce indios de lo que tienen obligación de
acudir al repartimiento para que acudan al reparo de su iglesia y convento de
Tzintzuntzan, 1621, AGN, Instituciones Coloniales, Real Audiencia, indios,
contenedor 06, vol. 9, exp. 308, fs. 150v-151v. El gobernador y naturales de
dicho pueblo, sobre reparación de un templo, Tzintzuntzan, 1639,
agn, Instituciones Coloniales, Real Audiencia, Tierras, vol. 97, exp. 4, 9
fs. Se ordena al
Alcalde mayor de la Provincia de Michoacán vaya con el Ministro de doctrina de
Tzintzuntzan y dos alarifes a ver qué reparos necesita la iglesia, el tiempo
que durará la obra y cuánto costará, a fin de resolverlos convenientemente la
petición de reserva a los naturales del pago de tributos, 1688,
AGN, Indios, vol. 30, exp. 202, fs. 191 f-191. Se concede a los naturales de Tzintzuntzan,
Provincia de Michoacán, no pagar la cuarta parte de lo que importa el total de
tributos en ocho años, para que puedan reedificar su iglesia, 1691,
AGN, Instituciones Coloniales, Real Audiencia, Indios (058), contenedor 17,
vol. 30, exp. 434.
110Paniagua
Aguilar, “De la privilegiada y leal”, 83-85.
Recibido: 09 de Diciembre de 2015; Revisado: 07 de Junio de 2016;
Aprobado: 05 de Julio de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario