lunes, 19 de mayo de 2025

 

INSTITUCIONES Y ESTRUCTURAS

MEDIEVALES

https://www.vallenajerilla.com/berceo/manueldiaz/culturamedieval.htm

La feudalidad

Al hablar de la feudalidad debemos tener en cuenta dos niveles de realidad: uno, el de la Sociedad feudal definida a partir de las relaciones económicas existentes entre el señor (laico o eclesiástico) y sus siervos, una relación que se comenzó a dar con la crisis del sistema esclavista romano en el siglo III y que en muchos países europeos perduró hasta el siglo XVIII e incluso hasta el XIX. El otro, el del Feudalismo, institución basada en una serie de relaciones jurídicas entre un señor y sus vasallos, todos nobles como él y que se desarrolló entre los siglos IX al XIV.

La sociedad feudal apareció cuando el Imperio Romano dejó de ser un estado en expansión que explotaba sus tierras con mano de obra esclava barata obtenida por sus guerras de conquista. En el siglo III, los continuos golpes de Estado provocados por un ejército que ya no tenía botines de guerra se aunaron a una crisis agrícola por la escasez de mano de obra y a un abandono masivo de las ciudades. En la sección occidental del imperio, los señores locales aprovechan los vacíos de poder para crear señoríos  autónomos que sometían a los campesinos libres y  convertían a sus antiguos esclavos en siervos, hombres semilibres, pero que debían a su señor servicios a cambio de su protección. A diferencia de los antiguos esclavos, el siervo podía  tener una familia y recibía una tierra en usufructo, pero curiosamente siguió llamándose del mismo modo que los  esclavos: servus.

El proceso  de degradación económica, que se vio acentuado en Occidente por la llegada de los germanos, no afectó del mismo modo a la sección oriental del imperio romano. De hecho, desde Constantinopla trasladado a Bizancio y alrededor de esa ciudad se conservaba una unidad política y administrativa gracias a una burocracia eficiente y a una Iglesia sometida al Estado; además de un ejército fiel que le permitió rechazar la violencia de las invasiones germánicas.

Mientras el Oriente cristiano poseía ciudades prósperas y una economía monetaria sólida, la sociedad feudal en Occidente tenía una productividad limitada, sin sentido de la ganancia y que producía sólo lo necesario para el consumo. Los comerciantes (judíos y griegos que procedían del imperio de Oriente) abastecían de artículos de lujo al clero y a la nobleza. Los campesinos vivían al día, en una economía donde la moneda era escasa y la mayor parte de las transacciones se hacían por trueque, estaban sujetos a hambrunas y a una elevada mortandad y convivían hacinados, en sus pequeñas chozas junto con sus animales domésticos. Los señores, aunque en condiciones de privilegio, vivían también con gran austeridad y con pocos lujos. En general, toda la población moría a temprana edad, era muy endogámica, pues los matrimonios se realizaban entre familiares cercanos.

La sociedad feudal estaba regulada por una serie de derechos y obligaciones establecidos por la costumbre. Los siervos debían trabajar en las tierras del señor, las más cercanas a los ríos, por ser las más fértiles, y debían entregar ciertos tributos en especie, como cargas de leña o de hierba. Las siervas prestaban sus servicios, sobre todo en la fabricación de textiles, en el gineceo del castillo. A loa campesinos se les llamaba villanos, porque vivían en villas y tenían una relación de dependencia absoluta hacia su señor; estaban sujetos a la tierra o gleba y se transferían con ella.

Con el renacimiento urbano y la reactivación monetaria las relaciones entre los señores y sus siervos cambiaron considerablemente. Gracias al mercado urbano los campesinos podían vender sus  productos y con ello mejorar sus condiciones de vida y hasta comprar  su libertad. Los señores, por su  parte, necesitados de dinero líquido, permutaron muchas de las prestaciones de sus siervos en especie por metálico. Esto permitió que los campesinos europeos, sobre todo  aquellos que habitaban cerca de las ciudades, cambiaran su status jurídico y poco a poco se convirtieran en hombres libres. Esta situación sufriría un deterioro durante la gran crisis del siglo XIV; las epidemias y  el aumento de las exigencias tributarias por parte de los señores provocaron una serie de rebeliones campesinas que serían ahogadas en sangre. A partir de entonces la palabra villano (el habitante de la villa) comenzó a tener connotaciones negativas y se contrapuso a la de noble usada con cargas positivas. Con todo, el proceso de liberalización del campesinado no tendrá marcha atrás.

Frente a las relaciones de señorío-servidumbre, que se inscriben en lo económico, a partir del sigloIX comenzaron a estructurarse una serie de relaciones conocidas como feudos-vasalláticas. Desde finales del siglo VIII, los miembros de la nobleza y del clero comenzaron a establecer entre sí una serie de alianzas fomentadas por el emperador Carlomagno. Para llevar a cabo sus conquistas y para organizar mejor su imperio, Carlomagno necesitaba recursos. Como en su época la moneda era escasa, el emperador encontró un buen medio para pagar los servicios militares, religiosos y administrativos que los señores le prestaban: concederles tierras o feudos. Acambio de su ayuda, de sus consejos y de su fidelidad, los nobles vasallos (condes, marqueses, obispos y abades) recibieron de su rey protección y beneficios en tierras. El contrato se sellaba con un rito, el “homenaje”, en el que los vasallos hacían un juramento de fidelidad ante una reliquia o sobre  la Biblia y el señor les entregaba la investidura, un signo del feudo. El rito del matrimonio creado en el siglo XII se tomó de ese sito vasallático.

Cuando  Carlomagno murió y su imperio se fragmentó, los antiguos vasallos del Rey se convirtieron en señores de otros vasallos menores y Europa se dividió en un sinnúmero d epequeños y medianos señoríos. Estos señores eran quienes administrabvana justicia y tenían bajo su mando numerosos ejércitos comandados por señores menores. Se desató  entonces una gran violencia de unos señores contra otros y contra los reyes a lo que se agregó una nueva oleada de invasiones (los vikingos escandinavos, los húngaros y lo sarracenos) que sembraron  en la Europa occidental el terror y el caos a lo largo del siglo IX.

Los grandes señores feudales regían a menudo unidades nacionales, territorios que poseían una lengua, costumbres e historias comunes y que se sentían fuertemente vinculadas por un sentimiento de pertenencia a ese grupo. Después del año mil los reyes comenzaron a concentrar el poder político y a someter a esos señores gracias a las alianzas matrimoniales, a la guerra y a que consiguieron convertir a todos ellos en sus vasallos. Para lograr  sus objetivos los reyes buscaron el apoyo de las otras dos fuerzas políticas, la Iglesia y los burgueses. En el siglo XIV el sistema vasallático desapareció, pero la palabra vasallo continuó utilizándose para nombrar a los súbditos del rey.

La crisis del siglo XIV y la guerra de los Cien Años terminaron por debilitar a la nobleza feudal en beneficio de las monarquías en Inglaterra, Francia, Castilla, Aragón y Portugal. No pasó así en Italia y en Alemania donde las pugnas entgre el papado y el Imperio terminaron por debilitar a esos dos poderes y generaron una gran fragmentación política en esas dos regiones que no se unificaron sino hasta el siglo XIX.

El Municipio

         Después del año mil Europa vivió un proceso de incremento poblacional que trajo como consecuencia la expansión de las zonas de cultivo, el mejoramiento de las técnicas agrícolas y una revolución en las tecnologías aplicadas a la producción de alimentos (los molinos de viento y de agua por ejemplo). Al aumentar la población no sólo creció la necesidad de alimentos; hicieron falta también utensilios de todo tipo.

            Con el aumento de la población y del consumo las ciudades comenzaron a crecer y se volvieron de nuevo centros artesanales. Muchos individuos montaron en las calles de los centros urbanos un taller donde establecierón su casa y su tienda, y se aliaron con otros artesanos en asociaciones llamdas gremios; cada uno de los artículos estaba controlado por un gremio y sólo auellos que pertenecían al gremio podían producirlo. Algunos artesanos se dedicaron a fabricar  telas, sin embargo, para hacerlas era necesario tener capital, muchos empleados y un gran taller; de ahí nació la primera industria moderna, la textil.

            Junto a las artesanías, la otra  gran actividad urbana fue el comercio. Los italianos, sobre todo los de Venecia, muy pronto llegarin a comerciar en todas las costas del Mediterráneo. Comenzaron siendo una colonia bizantina y a través de Bizancio consiguieron muchos artículos de lujo de Oriente; pero muy pronto se independizaron de Bizancio e intercambiaron directamente sus productos con los musulmanes del Norte de África y del Cercano Oriente. Los barcos venecianos salían cargadoscon madera, hierro y otros metales y regresaban con marfiles, oro y esclavos negros de África y con perfumes, tapetes, telas ricas y especias para condimentar las comidas. En los mares del Norte de Europa los vikingos, después de cristianizarse, se dedicaron también al comercio de pieles y  miel de Rusia, de trigo dePolonia, de telas de Flandes, de pescado salado de Escandinavia, de vinos y sal de Francia, de lana de Castilla de estaño de Inglaterra. Para el siglo XIII un grupo de ciudades alemanas organizadas en una Hansa o liga desplazron a los vikingos en esa zona. Junto con ese comercio marítimo también se intensificó el comercio por tierra y a través de los ríos.

            Muy pronto, gracias al comercio, la moneda volvió  a circular como medio de intercambio y muchas ciudades emitieron sus monedas de plata y oro. Pero muy a menudo, las monnedas eran insuficientes pues había poca plata y el oro, que provenía de África, llegaba en pocas cantidades; por ello se hizo necesario el nacimiento del crédito. Crédito  viene de credere, tener, tener confianza en que el dinero i las mercancóas prestadas iban  a ser devueltas. Mucha gente que ni tenía con que pagar, daba un papel firmado o dejaba una joya u objeto precioso en garantía por el préstamo; a cambio de la cantidad prestada, el prestamista recibía un interés, es decir, una suma mayor de la que había prestado. Al principio la Iglesia consideró que el crédito era inmoral y lo prohibió, por lo que los principales prestamistas eran los judíos que no tenían obligación de obedecer esa orden.  Sin embargo, con el tiempo, la Iglesia permitió que se cobrara un interés moderado y muchos cristianos se dedicarn a esa actividad y se enriquecieron. Algunos de estos prestamistas se ponían en los mercados y, además de prestar  dinero, también intercambiaban monedas;  como su actividad la  hacían en un pequeño banco se les empezó a llmar banqueros. Ahí se encuentra el origen de la Banca actual. Artesanos y comerciantes formaron una nueva clase social que se llamó burguesía y que rompió con la estructuta tradicional de los estamentos feudales: nobleza y clero. Nacía así un tercer estamento o estado privilegiado.

            En algunas regiones como el norte de Italia, Flandes, el norte de Alemania y de Francia y el este y el norte de España, las ciudades se convirtieron en centros tan importantes que  lograron de los señores y obispos una serie de privilegios y el permiso de crear ayuntamientos y municipios, es decir, gobiernos autónomos. Hubo zonas, como en el norte de Italia, donde esos ayuntamientos fueron tan poderosos que tuvieron sus ejércitos y lograron una total independencia de los señores. Florencia, Venecia, Génova y Milán se convirtieron en verdaderos estados que sometieron a otras ciudades menores. En otros lugares como  España, Inglaterra y Francia, los ayuntamientos recibieron el apoyo de los reyes.

            La riqueza que trajo el comercio, la industria textil, la banca y las artesanías llenó las ciudades de hermosos  edificios decorados con esculturas, pinturas y objetos preciosos. De esos edificios, los más bellos eran las iglesias y las catedrales, en cuya construcción participaron todos los miembros de la sociedad. Sus torres, arcos, columnas, estatuas y vitrales son ejemplo de uno de los estilos artísticos más bellos del occidente: el Gótico.

            El comercio fue sólo uno de los procesos que llevaron a Europa a buscar nuevas rutas y a expandir sus fronteras. El otro fue una guerra santa que se conoce como la Cuzada. Desde el siglo VII el Islam comenzó a apropiarse del comercio Mediterráneo, ppero a finales del siglo X Bizancio logró arrebatarle las islas que constituían  enclaves estratégicos en ese mar interior. Para el siglo XI el imperio islámico, que se había fragmentado en numerosos Estados esdra conquistado por un nuevo grupo llegado  des estepas del centro de Asia: los turcos seléucidas.

            Los turcos, recién convertidos al Islam y por esomás fanáticos que los viejos musulmanes, comenzaron a poner muchas dificultades para el paso de los peregrinos  a Jerusalén y Tierra Santa. En el año 1070 los turcos derrotaron al ejército bizantino y se apoderaron del Asia Menor. Bizancio pidió ayuda a los cristianos occidentales a pesar de haberse separado de ellos quince años atrás. El papa Urbano II consideró que era un buen momento para reunificar las Iglesias latina y bizantina y lanzó un llamamiento  a toda la cristiandad occidental para arrojar a los turcos del imperio bizantino y reconquistar Jerusalén y la Tierra santa. Por otro lado, el Papa tenía fuertes conflictos con el emperador de Alemania y lña cruzada era una forma de desviar la atención. Además, la cruzada contra el Islam sería una buena posibilidad para evitar que los cristianos siguieran luchando entre sí.

            Como la población europea había crecido, muchos hombres desempleados se lanzaron a la conquista de Tierra snta con la promesa de obtener un rico botín. Algunos de ellos, encabezados por predicadores fanáticos y  armados con palos y piedras murieron en el primer enfrentamiento con los musulmanes. Otros, mejor armados y  dirigidos por nobles que conocían muy bien las tácticas guerreras, lograron tomar Jeruslaén en el año 1099. Durante casi  cien años los cristianos vivieron en la ciudad santa, fundaronen ella  un reino y pusieron un patriarca. Un sinnúmero de comerciantes, soldados, monjes y peregrinos se trasladaron a esas tierras a hacer fortuna, a pedir limosna, a rezar y a convertir al cristianismo a los musulmanes. Incluso se crearon órdenes de monjes soldados como los templarios, los teutónicos y los hospitalarios, que rezaban y guerreaban. Sin embargo, las luchas internas entre los  ejércitos cristianos, alemanes y franceses sobre todo, provocaron que Jerusalén se volviera a perder. El  sultán turco Saladino la reconquistó en el año 1187. Otras cruzadas se volvieron a organizar para intentar retomar la ciudad, pero todas fueron un fracaso pues los intereses políticos y económicos se sobrepusieron a los intereses religiosos. Incluso la cuarta cruzada, organizada por Venecia, cambió  de rumbo cuando se dirigía a Tierra Santa y se fue contra Bizancio y la conquistó. Venecia saqueó la ciudad, se llevó reliquias, manuscritos y obras de arte y eleiminó a su  competidora en el comercio oriental. Después de esto, el Imperio Bizantino no pudo recuperarse nunca  más.

            Las ocho cruzadas que hubo no lograron lo que se propusieron. Los lugares santos no se rescataron y Bizancio no fue ayudada, es más se le perjudicó tanto que toda  posibilidad de restablecer con ella la unidad de las Iglesias se ceró para siempre. En cambio, las cruzadas trajeron consecuencias mayores de las que se esperaban. La convivencia de los occidentales con el Oriente provocó que las costumbres se refinaran y que los señores feudales que regresaban  a sus tierras quisieran seguir teniendo la buena vida, los tapices y perfumes, las comidas cindimentadas con especias, las ricas telas. Esta necesidad de lujos aceleró el comercio de esos artículos y Venecia y las ciudades de Italia se vieron muy beneficiadas con él, pues ellas fueron las que abastecieron de los productos que se estaban requiriendo. El comercio y las cruzadas no sólo produjeron la reactivación de la vida económica de las ciudades, también ocasionaron a la larga salida de los europeos hacia los otros continentes.

 

La Iglesia

Las relaciones entre  la Iglesia y el Estado estuvieron siempre enmarcadas por el hecho de de ambas instituciones tenían la pretensión de ser poderes universales.

            Desde que en la época de Constantino el Imperio Romano adoptó el cristianismo, aparecieron dos concepciones de como debían de ser las relaciones entre ambos poderes. En el Imperio Romano de Oriente se configuró el Cesaropapismo, que consideraba que la cabeza de la Iglesia era el emperador y a él correspondía elegir a los obispos; en cambio en el Occidente, a raíz de la destrucción de la unidad imperial a causa de las invasiones germánicas, el obispo de Roma tuvo una relativa independencia que le ayudó a consolidar la idea de que él era la cabeza de la Iglesia Universal y a él debían estar sometidos todos los obispos de la cristiandad. Durante algún tiempo, sin embargo, el papado tuvo que sujetarse a los poderes temporales,  primero a los emperadores bizantinos, después a Carlomagno y finalmente a los otónidas*. Sin embargo, a partir del siglo XI se iniciaron una serie de reformas que estructuranron el Papado como una Monarquía, a imitación de lo que estaba sucediendo en Inglaterra, en Francia y en Castilla. En ese periodo se conformaron la curia romana, el colegio de cardenales para la elección papal y los códigos de derecho canónico; en tres siglos se reunieron seis concilios ecuménicos, se nombraron legados diplomáticos en toda Europa y el papado pudo intervenir en la investidura de obispos y exigir el celibato forzoso de todos los sacerdotes. El papado también instrumentó nuevos medios de control: la excomunión, la cruzada contra musulmanes, cismáticos y herejes y la Inquisición (con el pretexto de acabar con lasa fuerzas satánicas). Esos cambios se debieron sobre todo a una serie de papas relacionados con la reforma monástica de Cluny que les dio no sólo las ideas sino también una red de relaciones en toda Europa gracias a las cuales la reforma pudo imponerse.

            En el proceso tuvieron un importante papel las pugnas entre el papado y el imperio alemán que se disputaban cual de los dos poderes debía nombrar a los obispos, que eran autoridades a la vez civiles y religiosas. Después de la llamada querella de las investiduras ** el Papado pudo intervenir en la investidura de obispos en todo el Occidente, aunque de hecho losreyes siguieron nombrándolos. Las monarquías tenían en los obispos y las iglesias locales uno de los ejes más sólidos para consolidar su poder frente a los señores feudales. A cambio de ello se les permitieron fueros y el tener tribunales eclesiásticos propios. El imperio bizantino desconoció estas pretensiones papales en 1054 y alegó que el obispo de Roma jamás había  sido la máxima autoridad de la Iglesia.

            En ese proceso de reforma el papado tuvo el apoyo de nuevas congregaciones religiosas: premostratenses y cartujos modelaron e institucionalizaron el idela eremítico; el Císter, otra reforma de los benedictinos, creó los capítulos generales para discutir los asuntos monásticos y puso las bases para la creación de órdenes militares. Pero los que mayor impacto tuvieron fueron los medicantes (franciscanos, dominicos, agustinos, carmelitas, etc.) dedicados a la predicación en lasd ciudades y con una organización piramidal que les permitía  una gran movilidad y unas  autoridades sujetas directamente al papado. Aunque en el ámbito local tuvieron conflictos entre obispos, su injerencia en las universidades y sus misiones diplomáticas en Asia les dieron una fuerte presencia en Europa Occidental.  Gracias a  sus cofradías y  órdenes terceras dieron a los laicos una mayor  participación en la vida religiosa. Con la fundación de sus ramas femeninas de rigurosa clausura se ejercieron mayores controles sobre las mujeres. En el ámbito local se consolidaron también las catedrales y  sus  cabildos alrededor de los obispos (canónigos regulares de San Agustín) y  se impuso el  celibato forzoso de todos los sacerdotesdel clero secular.

            Un aspecto  central en el proceso de consolidación del papado fue la conformación de la idea de Cruzada contra los  enemigos de la fe: musulmanes, cismáticos y herejes. Esto y la creación del  tribunal de la Inquisición para perseguir a los disidentes convirtieron al Papa en el paladín y guía espiritual de las fuerzas del bien. La justificación de la violencia estaba avalada por la idea presente en el Antiguo Testamento de un Dios que era el Señor de los Ejércitos, pero también se vio influida por la mística de la guerra santa  islámica. Un importante catalizador del proceso fue  la aparición de varias herejías denominafdas “pauperistas” (como llos  valdenses, los cátaros) que consideraban que la Iglesia no seguía el ideal  de la pobreza evangélica y que su riqueza y poder la habían alejado de Dios. Los cátaros, además, negaban los sacramentos, el purgatorio y la presenciaCristo en la Eucaristía, pues consideraban que la materia  y lo corporal estaban en relación  íntima con el mal. Para la  cristiandad occidental de esta época era necesario utilizar la violencia para acabar con las fuerzas satánicas representadas por musulmanes, judíos, homosexuales ermitaños, cátaros y brujas. Esto dio nacimiento a una sociedad represiva, cuya institución más representativa fue el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición encargado de la orden dominicana.

 

La religión como un espejo institucional

La religión como un cuerpo de creencias (mitos) y prácticas (ritos) tiene como finalidad transformar el Caos en Cosmos, es decir elaborar los terrores de los seres humanos frente a las fuerzas naturales y  ordenar, con explicaciones convincentes (Cosmovisión) los dos principios que mueven el universo: la creación y la destrucción, la vida y la muerte. Tales explicaciones se expresan por medio de narraciones y de imágenes cargadas de símbolos y van dirigidas a impactar la emotividad. Pero las cosmovisiones sólo pueden canalizar sus creencias a través de prácticas que implican la presencia de los cuerpos. Esas prácticas se manifiestan como prohibiciones (sexuales, alimenticias) o como rituales en los cuales están incluidos los sacrificios, las peregrinaciones, el uso de amuletos, las oracione, la danza y las imágenes de los dioses. El rito no solo convierte el mito en algo cotidiano, sino que, además, sirve para solicitar a las fuerzas cósmicas la solución de las necesidades materiales y, en etapas posteriores, la promesa de una vida sin sufrimiento después de la muerte. La continuación oral marca con sus rasgos la manera de transmitir ritos y  mitos: la repetición que permite la memorización, el uso de fórmulas (ensalmos y oraciones), la gestualidad que subraya lo que se dice, la idea de un eterno presente. En las religiones monoteístas, la escritura (llamada sagrada) traerá consigo la transformación de los mitos en dogmas y de los ritos en liturgia.

            Las creenciuas y las prácticas religiosas se convierten en sistemas reguladores de una sociedad por medio de un aparato institucional regido por chamanes o por sacerdotes, personas que pretender tener el aval de las fuerzas superiores, a quienes representan. Ese aparato institucional está vinculado a menudo con el poder político y militar al cual le ofrece mecanismos de control ideológico, sistemas de escritura y representación, validación divina del poder, etc. La expansión de algunas religiones en extensos territorios se debió bien a su alianza con una estructura político-militar, bien a una guerra de conquista que impuso la religión del vencedor como parte de su dominación.

            Sin embarfo, esta imposición es relativa pues creencias y prácticas de las religiones anteriores permanecen como un sustrato de oralidad. Así, la religión como vivencia de emotividad individual y colectiva está formada por una combinación de imposición onstituciinal y adaptación de mitos y ritos ancestrales a las nuevas condiciones.

            Esto pasó cuando el cristianismo dejó de ser una religión de minorías para volverse una religión de masas y al ser insertada como parte del aparato ideológico e institucional del Imperio Romano.Sin embargo, el proceso de adopción de la nueva fe por las masas fue muy distinto en la zona oriental del imperio y en la occidental. Mientras en Oriente y en toda la ribera del Mediterráneo (el área más urbanizada del mundo romano y la más centralizada políticamente) el cristianismo asimiló muy pronto  las antiguas rleigiones y se impalntó con un efectivo uso de imágenes, de símbolos y ritos, en cambio en Occidente, sobre todo  en las regiones regidas por los grupos germásnicos, celtas y eslavos (mucho más ruralizado, sumido en el caos de las invasiones y fragmentado) sólo un pequeño sector eclesoástico estaba  compenetrado de un cristianismo basado en la escritura, mientras que las masas, que habían recibido el bautismo obligadas por sus señores, seguían practicando sus antiguas religiones y eran sólo nominalmente cristianos.

            Tal situación comenzó a cambiar a partir del siglo XI por varias causas: aumentos de los contactos cin la cristiandad bizantina, enfrentamiento con el Islam, crecimiento  de las ciudades, aparición de la burguesía, consolidación de las cortes feudales, la aparción de la herejía cátara y los cambios que se daban alk interior de la Iglesia Occidental.

            Entre el siglo XI y el siglo XV en la Cristiandad latina se reestructuró la predicación hacia los laicos haciendo uso de muchas de las concepciones y técnicas utilizadas por la iglesia bizantina. Los mendicantes jugaron en esto un papel fundamental. Uno de los temas centrales de la nueva concepción fue el dogma de la Encarnación***. La humanidad de la segunda persona de la Trinidad que había quedado oculta detrá de la visión apocalíptica del Cristo Juez, se recuperaba para dar lugar a los temas de la infancia y de la pasión. La Virgen María, tan presente en la iglesia bizantina, comenzó a recibir una atención inusitada en Occidente donde se convirtió en una reina, Nuestra Señora, y hasta se le declaró libre del pecado original, no sin desatar fuertes pugnas teológicas entre franciscanis y dominicos. La negación que hacia del cuerpo la herejía cátara motivó una redefinición de los  dogmas sobre la corporeidad (la presentación del cuerpo de Cristo en la Eucaristia, su  ascensión al cielo, la asunciuón de la Virgen y la resurrección de todos loscuerpos el día del Juicio).

            Para extender las nuevas concepciones entre los laicos, la Iglesia Occidental utilizó la imagen como una tecnología de comunicación. Este  medio, restringido hasta el siglo XI en Occidente a la ilustración de los libros en los monasterios, comezó a hacerse extensivo, por influencias de Bizancio y de Cluny, como un instrumento de evangelización. Las imágenes devocionales pintadas y esculpidas llenaron los altares y se convirtieron en vehículos de emotividad y en centro de la liturgia. Otras veces sirvieron para narrar historias y se volvieron un medio didáctico insustituible. Pero la imagen no sólo fue  objeto de las artes visuales, toda una retórica expresada en sermones que contaban la vida de Cristo, la Vorgen y los santos generó también una narrativa llena de imágenes verbales utilizando las lenguas vernáculas. La imagen impactó también en la narración de lo sueños y las visiones. En especial las mujeres, marginadas del sacerdocio y  de la predicación, encontraron en ese medio una forma de imponer su presencia. Los temas de esas visiones fueron la eucaristía y la pasión, el niño Jesús, el Demonio, viajes al cielo, al infierno y al purgatorio, la sangre, la leche y el corazón.

            Un aspecto importante de la nueva tecnología fue la introducción del teatro y la transformación de la liturgia en un esopectáculo desarrollando una arquitectura escenográfica para él. Un papel central de esa liturgia fue el culto a los nuevos santos, a sus imágenes y reliquias. Para la Iglesia, los santos eran modelos de virtudes que los fieles debían de imitar; para los individuos se convirtieron en seres que otorgaban bienes, salud e hijos; las ciudades, además de protectires contra las enfermedades y las catástrofes, los consideraron sus héroes, y como tales sirvieron para cohesionar a la sociedad y para fortalecer las identidades colectivas. En el bautismo se le daba a cada persona el nombre de un santo bajo cuya protección se ponía al recién nacido. Familias, gremios, cofradías, ciudades y países se pusieron al cuidado de uno o de varios patronos celestiales. Sus fechas de celebración durante el año litúrgico les xconcedieron también  dominio sobre las diversas actividades agrícolas y los convirtieron en patronos de las floraciones, de la vendimia, de las lluvias o de los sembradíos. Así, al relacionarlos con las fuerzas que regían el cosmos, lo santos fueron poco a poco sustituyendo a los viejos fioses.

            Además del culto a los santos  se introdujeron nuevas fiestas (como las innumerables celebraciones marianas, los fieles difuntos y el Corpus Christi) que, junto la utilización de objetos sagrados como remedios mágicos (rosarios, escapularios, medallas) sirvieron para suplantar el paganismo persistente de las masas campesinas y urbanas por un cristianismo afectivo y ritual. Desde el siglo XII la revolución en las tecnologías de la comunicación visual y la humanización del cristianismo hicieron posible que el cristianismo se convirtiera en religión de masas en Occidente.

            A la par que se construía una religiosidad dirigida a los laicos, se elaboraba también una nueva tecnología para uso  de los eclesiásticos. En el siglo  XII se tradujeron a latín las obras completas de Aristóteles; primero fracias a las traducciones hechas por los judíos desde el mundo árabe y luego desde Bizancio. Se impuso con ello una forma de razonar basada en la lógica que permitía rebatir a los herejes y organizar sistemáticamente dogmas y prácticas dispersos, La Summa theologica del dominico Tomás de Aquino postruló que la Filosofía (la razón) podía ser un sustento valioso para la Teología (la fe) y que el conocimiento de la Naturaleza podía ser un medio para llegar a Dios. Se construyó así un edificio lógico que abarcaba tanto una explicación de los dogmas cristianos como los temas más actuales de moral práctica: el vicio, la virtud y sus adaptaciones a la realidad burguesa, al comercio y a la usura; el manejo del poder político (sobre todo el tema de las relaciones entre el papado y la Monarquía) y la justificación de la violencia (las Cruzdas, la Reconquista y las hogueras contra los herejes).

            La Summa aportó rambién una nueva visión de los sacramentos, completando  el número de siete, definiéndolos como rituales propiciadores de la gracia y buscándoles su justificación bíblica, necesaria sobre todo en aquellos de más reciente creación como la confirmación y la extremaución. Recibieron también especial atención el matrimonio y la confesión. El primero, basado en un ritual vasallático, se volvió práctica  obligatoria para reyes y nobles, dado que por su medio se legitimaban los linajes y se consolidaban las alianzas. SE impuso la monogamia, la exogamia (casarse fuera del núcleo familiar) y la indisolubilidad, pero la Iglesia se reservó el derecho de autorizar permisos de excepción. La confesión, antes excepcional, se volvió forzosa para todo  cristiano una vez al año, se catalogaron los pecados por su gravedad (en mortales y veniales) o por su instrumentación e intencionalidad (pensamiento, palabra, obra u omosión) y se estipularon agravantes y atenuantes. Paraordenar  esa verbalización del deseo se crearon manuales para guiear a los confesores y  se implantó la censura interior por medio del ojo de Dios que todo lo ve.

            Las nuevas concepciones sobre el pecado y la culpa y la presencia de la burguesía y de la riqueza urbana cambiaron también las creencias sobre el más allá. El Demonio se volvió un principio ordenador del espacio social, el maestro que guiaba a todos aquellos que estaban en c ontra de la Iglesia y que no obedecían sus mandatos. Asimismo se creó un nuevo espacio temporal, el purgatorio donde debía  purificarse todo cristiano antes de llegar al  Cielo. Por medio de cofradías y mandas testamentarias otorgadas a la Iglesia se podían ganar indulgencias para disminuir ese tiempo de puergación.

            Con el purgatorio la Iglesia daba a los laicos una, mayor participación en la vida religiosa, al tiempo que creba modelos de santidad laica (reyes, nobles, mujeres, birgueses, artesanos). La pobreza, tema implantado por el franciscanismo, se volvió virtud para quienes la byscaban voluntariamente, y la caridad y las obras de beneficencia se impusieron como medios de salvación.

            A la teoloigía nueva se le llamó escolástica (de scola) y su expansión por toda Europa se debió a las universidades, en cuyas facultades de artes y de teología se realizó la sistematización retórica y filosófica y se les enseñó a los jóvenes clérigos. Influyeron también en este proceso de difusión un nuevo formato para los libros, la multiplicación de los ejemplares y nuevas reglas para su utilización, así como la existencia de una lengua común el latín escrita y hablada por los todos los intelectuales de la Europa Occidental.

 

 

 

 

Rubial, Antonio, “Instituciones y Estructuras Medievales”, en González, Aurelio, y María Teresa Miaja de la Peña, Introducción a la Cultura Medieval, México, Manuales de Medivalia 3, Facultad de Filosofía y  Letras, UNAM, 2005, pp. 7-17.

 

*(La dinastía otoniana (en Alemán Ottonen) fue una dinastía sajona de monarcas alemanes (919-1024), nombrada en honor a tres de sus reyes y emperadodres del Sacro Imperio Romano Germánico, especialmente Otón el Grande).

**La Querella de las Investiduras: Enfrentamientos entre la potestad secular y la eclesiástica en la época de la reforma gregoriana, que terminó con la firma del Concordato de Worms (año 1122).

El período más tenso de esta disputa tuvo lugar en el del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1076, cuando el emperador Enrique IV negó el reconocimiento al papa Gregorio, y 1122, cuando se firma el Concordato de Worms, a causa de la provisión de beneficios y títulos eclesiásticos.

***Dogma de la Encarnación: El dogma de la Encarnación, en la teología cristiana, declara que el Verbo de Dios (Jesús) se hizo carne, asumió la naturaleza humana, y se convirtió en hombre, manteniendo al mismo tiempo su naturaleza divina. Es una doctrina central que afirma que Dios se hizo humano en la persona de Jesucristo para la salvación de la humanidad.

Barbero de Aguilera, Abilio y Marcelo Vigil, La formación del Feudalismo en la península Ibérica, Barcelona: Crítica, 1979.

Duby, Georges, Las tres ódenes o lo imaginario del feudalismo, trad.  De Arturo R. Firpo, rev. De Reyna Pastor, Madrid, Taurus, 1992.

Ehrhard, Albert y Wilhelm Neus, Historia de la Iglesia, 4 vols. Madrid: Rialp. 1961-1962.

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