La visión del otro en el
viaje de reconocimiento de la Costa del Seno Mexicano de José de Escandón
(1747)
El descubrimiento de América y, posterior, proceso de expansión colonial
hispana, generaron sendos viajes de exploración, por vía marítima o terrestre.
Estas travesías generaron abundante información del paisaje, de la flora y
fauna y de sus pobladores autóctonos. El artículo aborda el uso de estas
fuentes en la historiografía, que explica ese proceso y reconstruye las
características culturales de los aborígenes. Se busca hacer una revaloración
crítica y debatir su utilidad, basándose en el diario de viaje elaborado por
José de Escandón en 1747. Otro objetivo consiste en develar aquellas bases que
influyeron en la descripción de los indígenas del Nuevo Mundo, con base en el
enfoque de la otroedad. La indagación ha permitido plantear supuestos teóricos
y metodológicos que posibilitan un análisis más reflexivo sobre las fuentes y
su uso. Así como elementos para acceder a una mejor comprensión del significado
y utilidad que la información recopilada tuvo en el contexto de sus autores.
1. INTRODUCCIÓN
El descubrimiento del nuevo
mundo por los españoles desencadenó una serie de viajes de exploración en los
nuevos territorios de lo que sería el continente americano. La importancia de
este tipo de viajes radica en que trasmitieron noticias y conocimiento de un
mundo hasta ahora desconocido en la vieja Europa y otras latitudes del planeta.
La información sobre nuevas culturas representadas por los grupos nativos que
poco a poco fueron contactados, junto con la flora y faunas exóticas,
acapararon las bitácoras de los navíos que surcaron el Atlántico para
internarse en tierras desconocidas desde fines del siglo XVI hasta las
postrimerías del imperio español en América. Desde los viajes de Magallanes que
rodearon la parte del sur hasta las expediciones de Malaspina y Humboldt, las
exploraciones jugaron un papel importante en la elaboración de la imagen del
Nuevo Mundo y sus habitantes.
A la par de estas grandes
travesías marinas, los derroteros por tierra complementaron dicha función pues
dieron a conocer al resto del planeta, vía España, la existencia de diversas
etnias y una variada flora y fauna endémicas de tales regiones. Un valor extra,
es que tales viajes adquirieron otras dimensiones ya que la mayor parte de
ellos antecedieron a sendos procesos de colonización, y sentaron las bases que
orientaron el empuje hispano en América y la forma de tratar a sus pobladores
autóctonos. Este es el caso del viaje de reconocimiento de José de Escandón
realizado en 1747, en el territorio que actualmente ocupa el estado de
Tamaulipas, México. Ampliamente referido en la historiografía local y nacional
que aborda el proceso de colonización hispano del suelo tamaulipeco y los
aspectos culturales y forma de vida de sus pobladores autóctonos, el viaje se
aborda y se analiza desde otra perspectiva. Fuente de primera mano para
reconstruir parte de la etapa colonial y también para definir, clasificar y
caracterizar a los nativos que lo poblaron, poco se ha cuestionado acerca de la
imagen que, sobre estos últimos, elaboró Escandón y la utilidad que dicha
figura representó para el militar, que, posteriormente, se encargó de colonizar
la zona en mención. Este artículo aborda este último aspecto y hace una
revaloración crítica de la fuente al tiempo que analiza los códigos culturales
y aspectos contextuales que influyeron en el peninsular al momento de
delinearlos en su texto. De modo que se parte de los estudios que abordan la otroedad, es decir, de
la definición del indígena como el otro por
los europeos, para explicar parte de ese retrato.
Con base en este enfoque se ha
desarrollado una línea de investigación muy productiva, la cual se ocupa en
escudriñar, en las fuentes primarias, la forma en que sus autores han concebido
al otro, la alteridad, es decir, lo diferente. Este estudio dialoga con esta
corriente interpretativa y agrega un elemento más de análisis, como lo es el
horizonte del autor y el contexto de la elaboración del manuscrito; aspectos
relacionados con los fines prácticos que para ese momento representó el viaje
referido. De ahí, que se postula también una interpretación sobre la
intencionalidad e interés que tuvo el manuscrito de Escandón en su tiempo,
revelándose aquellos elementos que nutrieron su pensamiento acerca de la
población aborigen, el cual se develó por medio de las vivas descripciones que
asentó en su derrotero.
2. La
importancia del manuscrito y su uso en la historiografía
Los estudios sobre el proceso fundacional
de la Colonia de Nuevo Santander, actualmente Tamaulipas, México, son fecundos.
Desde finales del siglo XIX, algunos historiadores locales abordaron la
temática y aludió la empresa colonizadora de José de Escandón, sin hacer
referencia al citado diario de viaje de 1747.1 Parte
importante del discurso elaborado sobre la etapa hispana del territorio en
mención, el manuscrito de Escandón en el siglo venidero comenzó a ser referente
del proceso colonizador que experimentó el espacio de estudio. Para inicios del
siglo XX, el personaje fue motivo de un estudio que abordó su figura y
participación en el proceso referido. El relato de nueva cuenta fue utilizado
para reconstruir el contexto previo a la colonización y al asentamiento de los
españoles.2 Este
fue el arranque de los estudios de la época moderna sobre el militar y el
acontecimiento histórico en que se vio envuelto. En los años subsecuentes de la
centuria se elaboraron diversas obras que tuvieron como eje la historia de
Tamaulipas. En estas visiones de corte general sobre el desarrollo histórico
del estado, el abordaje de la etapa inicial del periodo hispano fue nutrido en
parte con el citado manuscrito.3 Trabajos
más especializados sobre la etapa colonial del territorio, que abordan el
proceso fundacional, la política de poblamiento y las respuestas de los nativos
al avance hispano, incluyen como parte de sus fuentes el viaje de
reconocimiento.4
Su utilidad no paro ahí, sino
que se trasladó a uno de los aspectos más importantes que el coronel asentó en
su viaje: los nativos del territorio. No obstante que desde el siglo XIX algunos
autores aportaron datos sobre la población nativa,5 será
hasta la segunda década del siglo XX cuando se elaboraron obras enfocadas en
los pobladores autóctonos y sus características culturales. El manuscrito
volvió a ser retomado para reconstruir parte de las características culturales
de los primigenios habitantes del territorio, siendo usado en libros de corte
etnológico y etnohistórico que tienen como estudio principal a dichos nativos.
En este rubro se ha convertido en una referencia básica para aquellos
estudiosos del pasado indígena de suelo tamaulipeco.6
La importancia del manuscrito
en la historiografía sobre el proceso colonizador de la zona y sus pobladores
nativos, de corte local o foráneo, evidenciada en líneas precedentes, ha
trascendido a otros ámbitos. Su valor como fuente de primera mano sobre el
pasado de la entidad tamaulipeca impulsó a ciertas personas e instituciones a
publicar el escrito original localizado en el Archivo General de la Nación, de
la ciudad de México. Con esta acción se pretendió que su contenido fuera accesible
a todo aquel historiador interesado en estas temáticas. Uno de los pioneros fue
Gabriel Saldívar quien tuvo acceso al texto, y lo trascribió y editó en 1946.7 Tiempo
después, una nueva versión paleográfica de un borrador que sirvió de base al
original fue editada en 1999 por el Consejo Estatal para la Culturas y las
Artes del estado de Tamaulipas, México.8
Como se percibe en este somero
análisis de cómo se ha empleado el documento, que versa sobre el viaje de
reconocimiento que Escandón realizó en 1747, es claro que ha sido fuente
indispensable para reconstruir parte de la etapa colonial que experimentó el
territorio tamaulipeco actual y también para definir, clasificar y caracterizar
a los nativos que lo poblaron. Como se postuló en la introducción, este ensayo
aborda este último aspecto y hace una revaloración crítica de la fuente y de la
imagen que se elaboró sobre ellos. Se analiza la producción de esa figura con
base en la otroedad y la alteridad, aspecto no abordado hasta ahora en la
fuente primaria en mención. Recurriendo a este enfoque, se ha desarrollado una
importante historiografía que analiza diversas fuentes documentales de la época
del descubrimiento y conquista, y del posterior desarrollo del imperio español
en América; el estudio se inserta en esa línea.9 Así
mismo, como se refirió, se ensaya una postura sobre la intencionalidad y
utilidad que tuvo el diario de viaje de Escandón en su tiempo. Conviene aclarar
que no es el objetivo reseñarlo o darlo a conocer, aspecto ya trabajado, sino
más bien hacer una valoración crítica sobre este tipo de fuentes para la
historia, como son los viajes y su uso para reconstruir a sociedades pretéritas
o procesos históricos. Previo a dicho análisis y abordar el marco teórico que
nutre esta indagación, es momento de dar una semblanza sobre el autor del
diario del viaje y el contexto que lo originó en 1747.
3.
Notas biográficas del coronel José de Escandón
Como se refirió, el personaje
ha sido objeto de varios estudios sobre su persona y su obra colonizadora. Con
base en ellos se vierten lo siguientes datos biográficos. Oriundo de la
península ibérica, nació en Soto la Marina, poblado cercano a la ciudad de
Santander, provincia del mismo nombre.10 En
los años de su juventud partió en 1715 al Nuevo Mundo en busca de fortuna, como
muchos otros españoles de su tiempo. Los vientos del mar Atlántico lo llevaron
al denominado virreinato de la Nueva España, arribando a la parte sureste, en
la península de Yucatán. Ahí se enroló en la carrera de las armas e ingresó
como cadete en una compañía de Mérida.11 Instalado
en la ciudad de Querétaro hacia 1721, ubicada en el centro del virreinato,
alcanzo el grado de sargento y en su calidad de Teniente de Milicias fue
elegido para pacificar la Sierra Gorda;12 región
que en ese tiempo representaba límites fronterizos con las zonas al margen del
avance hispano. Sus logros en el ámbito del sometimiento de varias etnias de
ese amplio espacio y el sofocamiento de varios alzamientos indígenas, que
rechazan todo intento de ser reducidas a un régimen que colisionaba con su
antigua forma de vida, le valió ser nombrado coronel del Regimiento de Milicias
en 1740, y al siguiente, Teniente de Capitán General de la Sierra Gorda y sus
fronteras.13 Destaca
la refundación de varias misiones que, en poder de la orden de los agustinos,
en 1744 pasaron a la injerencia de los franciscanos y el establecimiento de
poblaciones duales, es decir, conformadas por españoles y nativos ya reducidos.14 Su
experiencia en el control y sometimiento de los aborígenes insumisos de
espacios de frontera y sus nexos políticos con importantes personajes del
virreinato, le permitió ser elegido para emprender la colonización y
“pacificación” de la Costa del Seno Mexicano, (actualmente Golfo de México),
territorio que permanecía al margen de la tutela española. Su nombramiento lo
llevo a realizar un viaje de reconocimiento e inspección de ese amplio espacio,
del cual solo existían escasas referencias de la fisionomía del paisaje y de
sus pobladores autóctonos.15 La
travesía de inspección inició el 7 de enero de 1757. Escandón partió de la
ciudad de Querétaro, en ese entonces, su lugar de residencia.16 De
ahí se dirigió a San Luis Potosí, pasó por Guadalcázar y llegó al precario
asentamiento de Tula, y de ahí a Jaumave. En cada una de estas poblaciones
Escandón incorporó más soldados a la tropa que lo acompañaba. Hasta ese punto
contaba ya con 200 efectivos y un sargento, así como sirvientes e indios
auxiliares, extendiéndose la expedición por espacio de tres meses.17 En
ese lapso recorrió los cuatro puntos cardinales del territorio actual
tamaulipeco. Para mayor referencia véase el mapa al final de este apartado.
Es importante destacar que la
marcha formaba parte de un plan para ocupar la zona en mención. La idea de
colonizar y “pacificar” el área era muy añeja, remontándose a los años veinte
del siglo XVIII. No obstante, el medio agreste, las dificultades para reducir a
sus comunidades autóctonas y la ausencia de minas desalentaron los intentos, al
grado de retrasarse mucho el proyecto. La presencia de las potencias
extranjeras, Francia e Inglaterra, que con fines expansionistas amenazaban los
extremos septentrionales del virreinato de la Nueva España, y el hecho de que
la Costa del Seno Mexicano permaneciera sin “poblar”, los volvían puntos
vulnerables. Hacia inicios del citado siglo el dominio hispano había ocupado en
su totalidad el territorio que rodeaba a la Costa, formando esta última una
especie de bolsón, ocupado por distintos grupos indígenas, sustraídos al
virreinato.18 En
ese lapso, el avance hispano ocupaba los territorios adyacentes. Las provincias
contiguas, Pánuco, Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas, fundadas hacía
tiempo, acentuaban la marginalidad de la Costa. Con el objetivo de convertir la
franja en baluarte defensivo y reducir a sus habitantes autóctonos, las
autoridades novohispanas decidieron consumar su “pacificación” y colonización a
mediados de la centuria, por lo que aprobaron la propuesta del coronel Escandón
para afianzar el dominio del Seno Mexicano. El proyecto comprendía varios
objetivos. Uno de ellos era poblar el noreste extremo y protegerlo ante
cualquier intento de apropiación por parte de potencias extranjeras. Se buscó
asimismo contener a los indígenas apaches que incursionaban a la sazón en
Texas. Finalmente, existía la idea de explotar las ricas tierras de la zona,
como las situadas entre los ríos Bravo y de las Nueces.19 Previo
reconocimiento en 1747, y seleccionados los parajes donde fundar los
vecindarios, al siguiente año, el militar inició la ocupación formal y fundó la
Colonia de Nuevo Santander.20
Descritos los rasgos
biográficos del personaje y develado el contexto que causó el viaje que se
aborda, es momento de ocuparse del andamiaje teórico- metodológico que guía
este estudio, relacionado con la manera en que los nativos americanos han sido
definidos, para, posteriormente, analizar la imagen que Escandón elaboró sobre
los habitantes originarios de la Costa del Seno y explicar el sentido y
utilidad que el informe generó para el autor, para su tiempo y para el proceso
histórico que lo envolvió: la colonización de Nuevo Santander.
Mapa
basado en los datos asentados en Escandón y Helguera, elaborado por Ana
Gabriela Arreola Meneses por encargo de autor.
Figura 1 Mapa del derrotero de José de Escandón (1747=
4.
Elaboración de la imagen de los habitantes del nuevo Mundo
El descubrimiento del
continente, a la postre, denominado América, y la posterior expansión y
ocupación española de sus extensos territorios, originó diversas definiciones y
visiones sobre sus pobladores autóctonos. Un imaginario de larga tradición
europea que definía aquellas personas con características culturales,
diferentes, a lo que se concebía como civilizado, influyó para que fueran
denominados de manera amplia como “bárbaros y salvajes”. Dicha mirada se nutrió
también de las respuestas de los aborígenes al proceso de exploración y
conquista, así como de su talante y apariencia física. Epítetos como “indios de
guerra”, “indios de paz”, “apostatas”, “cristianos”, “reducidos”, “auxiliares”,
y “amigos”, se derivaron de su aceptación o rechazo de las condiciones
impuestas por los españoles.21 Tales
distinciones rondaron en el imaginario de aquellos expedicionarios y
conquistadores de las tierras al norte de la Nueva España, cuyo trato con los
nativos de esa amplia región nutrió y alimentó esas visiones en los siglos
venideros. Estas definiciones originaron categorías político-sociales,
elaboradas por los hispanos, que pretendían ubicar la posición que ocupaban los
autóctonos dentro del sistema colonial. De acuerdo con su posición asumida ante
el proceso referido, si se reducían o congregaban en pueblos y misiones eran
considerados como parte de ese sistema, si, por el contrario, se resistían, se
les veía como enemigos y ajenos a la estructura. Por tanto, debían ser
incorporados, o en el peor de los casos, exterminados para no dilatar su
desarrollo y el afianzamiento del dominio español. Para el siglo XVIII la
concepción del nativo, por un lado, enemigo de los españoles, por otro, dócil y
cooperativo, había arraigado en el imaginario de las autoridades y personajes
involucrados en la “pacificación” de los territorios norteños.22
El estudio de la otroedad, de
la alteración o lo diferente, ha generado importantes conocimientos sobre lo
anterior, ya que se especializa en las formas o maneras en que los españoles
conceptualizaron, catalogaron y definieron a los habitantes originarios del
continente americano. Es un campo de estudio fecundo donde se han postulado
argumentos puntales, y destacan importantes autores que son referentes en la
temática.23 Teniendo
como marco referencial el descubrimiento del Nuevo Mundo, se analizan los
códigos y parámetros culturales de larga tradición europea que subyacen detrás
de la concepción del nativo.24 El
enfoque teórico analítico con que se aborda la mirada sobre el ajeno retoma
parte de los argumentos que pautan los estudios sobre la cuestión. En ellos se
postula que el otro representó un problema para el europeo al momento del
descubrimiento del Nuevo Mundo, y posterior colonización hispana.25 Ese
“Otro diferente”, incluyendo su cuerpo, lengua, cultura y religión, generó una
interrogante al “sí mismo” europeo, que, a la vez que domina, impone límites a
su propio discernimiento.26 Así,
se argumenta que la Conquista develó al otro, lo descubrió, lo sustrajo de su
invisibilidad.27 Otro
argumento revierte esta mirada y sostiene que, al contario, dicho proceso
encubrió, borró, alteró, la naturaleza del hombre americano. Se le percibe como
un proceso de “en-cubrimiento” de lo no-europeo”.28 En
ese acontecimiento el “Otro de Europa” fue motivo de la “más intricadas
especulaciones de un tipo específico de discursividad colonial”, denominado
escritura etnográfica.29 Para
algunos ese hecho coyuntural presenta una ambigüedad: la revelación de la
alteridad humana y su negación a la vez.30 Para
otros, abrió un debate en torno la contraposición, o contraste, entre el
salvaje, definido como “inculto y melancólico” y el “ciudadano”, percibido como
“apacible y humano, dulce y sociable”.31 Otra
postura lo relaciona con el “nacimiento” de la Modernidad como concepto,
visualizando a la Alteridad como constitutiva de la misma.32
Por otro lado, se sostiene que
ese otro se puede descubrir dentro de uno mismo, y concebirse como una
“abstracción o una instancia de la configuración psíquica de toda persona, como
el “Otro”.33 De
este modo, “lo Otro” como “lo mismo”, se argumenta, formarían parte de una
estructura que se complementa, no siendo posible definir “lo mismo” sin asumir
lo “Otro”, mucho menos catalogar la diferencia sino se parte de un criterio de
identidad (lo mismo).34 En
este sentido, se recurre a la alegoría del espejo para sostener que el otro, el
salvaje, es concebido como un cristal por los europeos, donde se miraron a sí
mismos para definirse y reafirmar su identidad.35 De
ahí que se argumenta que todos los hombres se precisan a sí mismos mirándose en
el espejo de «los otros», para diferenciarse de ellos.36 Por
tanto, se postula que la presencia de un otro diferente y diferenciado resulta
necesaria para las culturas europeas, para pensarse a sí mismas.37 Reforzando
estas ideas se añade que el “otro hombre”, denominado civilizado, no se ha
desplazado sin ser acompañado de su sombra, el “hombre salvaje”, de ahí que se
postule que los europeos que descubrieron y colonizaron a América, lo trajeran
consigo.38
Así, fue importado con el fin
de que su ego no se disolviera en la asombrosa otroedad que descubrían.39 Tal
figura, el “otro salvaje”, es concebida, generalmente, como emanada del proceso
colonizador hispano, una expresión euro centrista del empuje colonial que
produjo una visión exótica y racista de los nativos que los conquistadores
europeos encontraron y sometieron.40 Esta
apreciación es debatida, sosteniéndose que, contrario a lo que se cree, la
cultura europea construyó una imagen del “hombre salvaje” muchos años antes del
descubrimiento. Por tanto, se le define como un ser europeo.41 De
ahí que la “noción de salvajismo”, se señala, fuera aplicada a las poblaciones
no europeas, mediante una trasposición de un mito cabalmente estructurado, cuya
esencia solo se comprende como parte del desarrollo de la cultura occidental.42 Al
presente, la comunicación global, se postula, volvió visible la diferencia, que
se percibe como una «diferencia situada» eterna. Por tanto, adquirirá su
significado desde un sitio, o el lugar que se establece como punto de frontera
de esa disimilitud. Un espacio público expandido, se argumenta, se genera
trastocándose ahí la idea del «salvaje» (interno y externo), ya que introduce y
recircula “nuevas” representaciones sobre la otredad.43
5. Los
nativos de la Costa del Seno Mexicano desde la visión del coronel
Desde los preparativos del
viaje es posible inferir el pensamiento e ideas de José respecto al otro. En
una carta que escribió al virrey Horcasitas en marzo de 1747, señaló la
necesidad de que ondeara el estandarte de la Santa fe entre la “multitud de
indios, que infelizmente, como bárbaros salvajes habitan aquel incognito
terreno”.44 Distinguió
de entre estos a los denominados “apostatas rebeldes”, quienes, a su juicio,
debían ser apresados y expulsados de las sierras del territorio, considerada
zona de refugio. Así mismo, previo la existencia de “indios de paz”, quienes
saldrían de todas partes a recibir a los españoles45.
Al principio de su viaje alude la presencia de indios bárbaros en las cercanías del
precario asentamiento de Jaumave, lugar que denomina “último punto de la
cristiandad”.46 En
su concepción distingue entre aquellos nativos, que define como “amigos” de los
hispanos, de los que se negaron a rendirse y “darse de paz”. Los primeros
cumplen la función de auxiliar a la tropa y personas que lo acompañaron en el
viaje, servir de intérpretes y guías. En las primeras páginas de su diario
enuncia dicha categoría cuando descendió al Valle de las Rucias, al referirse a
ciertos nativos que llegaron en compañía del capitán Francisco de Barberena y
otro militar, procedentes de la villa de Valles y del valle del Maíz,
respectivamente.47 Las
concepciones anteriores saldrán a relucir en los reportes de los encuentros que
tuvo el militar con los pobladores autóctonos habitantes de la Costa del Seno,
y le servirán de base para etiquetar a los que presentaban ciertas
características o contrastes de las calidades referidas, con la finalidad de
darles sentido de existencia en su mundo hispano. Los casos siguientes ilustran
su aplicación y revelan la idea preconcebida de los aborígenes que se forjó el
colonizador.
En uno de los primeros
encuentros, en un lugar denominado Valle del Cerrito, ubicado en el centro del
territorio, Escandón parte de la citada categoría de “indios bárbaros” para
definir a un grupo de 30 aborígenes que habitaban esa zona, a quienes calificó
de apacibles. Según su testimonio, luego del contacto “regresaron muy
contentos” a su ranchería localizada en la sierra denominada Tamaulipa Vieja.48 Si
su respuesta fue así, ésta no encajaba en el patrón referente, por lo que
colonizador no dudó en aplicarles ese calificativo de “dóciles”. En otro lugar,
cercano al valle, el colonizador contacto a otros nativos que, a diferencia de
los anteriores, agrupó en el concepto de “nación”. Los identificó con el nombre
de “Bocasprietas”, y asentó que su capitán dijo llamarse Santiago, datos
tomados seguramente de los intérpretes que lo acompañaban. Quizás por el tamaño
de la etnia, cuyo número calculó en 400 familias, o por informes de estos, el
colonizador hizo tal distinción.49 Según
su testimonio, el líder nativo y muchos de sus congéneres, concurrieron de paz
y pernoctaron en el Real, “con gran satisfacción”, ofreciéndole Santiago
convocar a todas sus rancherías. Al amanecer, Escandón reportó que habían
llegado bastantes de ellos, previo a su partida, y que les ofreció regalos que
los dejaron “muy contentos” y seguros que no se les dañaría.50 Dialogó
con ellos sobre su incorporación al proceso colonizador y su asentamiento y,
según parece, lo harían prontamente si era en ese sitio, no en otra parte. Tras
prometerles que así lo haría, les ordenó que se mantuvieran de paz con indios y
españoles, cumpliéndolo hasta la fecha de la conclusión de su viaje.51 No
obstante, de las muestras de afecto, para Escandón estos nativos cumplían
cabalmente con la definición de “indios bárbaros” pues algunos de sus aspectos
como andar desnudos, vivir en los montes y estar en guerra continua con otras
etnias, lo llevo a señalar que:
Esta
nación de boca prietas a lo que puede calcular tendrá 400 familias, son
verdaderamente bárbaros, no tienen chozas, ni otra cosa alguna, qué la libertad
del sol, y el agua, y por lo común, andan en cueros enteramente, a excepción de
las mujeres, que usan poner un pedazo de cuero de venado o hierba, no siembran
cosa alguna, comen de la caza y pesca, cogollos de palma y raíces silvestres.52
La referencia de esta cita
sobre su vestimenta: “andan en cueros enteramente”, es una alusión frecuente en
el manuscrito de Escandón que, como se verá en la siguiente cita, vuelve a
enfatizar señalando que “andan totalmente desnudos”,53 símbolo
que condicionaba la visión sobre el otro. Como postula Todorov, desde los
primeros contactos con los habitantes del nuevo Continente la desnudez fue
resaltada y despertó la crítica de los europeos. Los indios desnudos fueron
percibidos como “despojados de toda propiedad cultural”, simbolizando la
ausencia de costumbres, ritos y religión.54 En
la Carta del descubrimiento del Brasil, elaborada por, Pero Vaz de Caminha en
1500, se percibe que el cuerpo desnudo de los aborígenes, de acuerdo con
Sarissa Carneirò, es visto como signo interpretable de “un modus vivendi”,
cierto grado de civilización y una posición teológica determinada.55 Por
otra parte, resaltar tales características y calificarlos como “verdaderamente
barbaros”, retomando a David Solodkow, conlleva a el conocimiento
“del/sobre/contra el Otro”, acerca de su cuerpo, sus creencias, sus prácticas;
que está perpetuamente envuelto “en las relaciones de poder y, generalmente, es
usado para controlar la conducta social recurriendo a prácticas discursivas,
como, la etnografía y no discursivas, como la esclavitud.56
El siguiente grupo de
aborígenes avistado fue los que habitaban en la zona occidental de las Salinas
de la Barra, particularmente en las riberas del río Conchas.57 Semejante
a los anteriores los agrupó en cuatro “naciones” con un nombre definido:
pintos, pamoranos, quedejeños y quinicuanos, compuestas por alrededor de 150
familias. Registró como su capitán general a un nativo de nombre Marcos de
Villanueva, quien, a decir de Escandón, era cristiano y había contraído
matrimonio en la provincia contigua del Nuevo Reino de León, lugar al que solía
asistir por temporadas. Al parecer, este ya había instruido de la llegada del
militar a sus congéneres y su propósito, por lo que los referidos solicitaron
la fundación de una población en ese lugar para congregarse.58 A
ellos se agregarían otros, que encuadró en la que denominaban la nación
Comecrudo, de igual número de parentelas. En este caso, su capitán fue llamado
Marcos de la Cruz por Escandón. Al visitar su ranchería cercana al sitio,
dichos nativos le ofrecieron alimento consistente en pescado crudo y asado. El
coronel correspondió con regalos, como lo había hecho con los que se relacionó
anteriormente.59 De
nueva cuenta hace énfasis en la respuesta positiva de los aborígenes al
decirles los beneficios que la fundación de una población hispana les traería
en lo espiritual y temporal, y su congregación. Estos le respondieron que lo
harían prontamente, y estarían en paz sin hacerle daño a nadie.60
Otro caso es el de los grupos
indígenas que poblaron ambas márgenes del río Bravo, ubicado al norte de la
Costa del Seno. Escandón asentó que el nativo que identificó como su líder
llegó a esa zona para encontrarse con él, proveniente de la villa de Linares,
ubicada en la contigua provincia, ya citada, en compañía de algunos pobladores
e indios intérpretes de ese asentamiento. Fue llamado Santiago por el
colonizador y definido como un “indio bárbaro”, que era temido y respetado por
sus congéneres y “muy afecto a los españoles”. Santiago por medio de señales de
humo convocó a sus congéneres, quienes empezaron acercarse al Real que instaló
el coronel.61 Según
parece, le obedecían todos los nativos del citado torrente, desde el río San
Juan hasta su desembocadura en el Golfo. Destacó que, a pesar de cada una de
esas naciones indias tenían un cabecilla particular, Santiago fungía como
capitán general de todas ellas y, según parece, lo obedecían.62 El
líder apoyó al colonizador en su expedición de reconocimiento de la
desembocadura del río Bravo en el mar. A su regreso al Real, Escandón señaló
que más de 200 familias de nativos de las dos márgenes del río ya lo esperaban,
respondiendo al llamado de Santiago.63 De
las etnias contactadas Escandón identificó algunas por sus nombres, según
parece, de origen indígena. Dato importante es que asentara que sus capitanes
asistieron con mucha alegría y satisfacción, y juntaron una buena caza de
venado, aves y pescado y se la ofrecieron en correspondencia por el buen trato
que recibieron.64 Como
resultado, destacó Escandón, algunos de ellos lo acompañaron en su regreso a las
“Salinas de la Barra”, junto con el referido capitán Santiago65.
En cuanto a su congregación, el colonizador asentó que dichos nativos “estaban bien
dispuestos” por lo que no había duda de su reducción, poniendo como única
condición que no fueran removidos de la zona por haber nacido y crecido en
allí. Además, los calificó como incapaces de hacer daño en las fronteras del
Nuevo Reino de León.66 Una
vez más registró una descripción de su persona:
Andan
todos estos indios totalmente desnudos, a excepción de las indias, que se tapan
con un pedazo de cuero y algunas yerbas; son corpulentos, ágiles y buenos
tiradores de flecha, que son las únicas armas que usan y como no han tenido
ningún comercio en las fronteras, se mantienen bozales, sin ley ni adoración a
cosa alguna ninguna, por lo que hago juicio entrarán con gran facilidad en los
rudimentos de Nuestra santa fe católica.67
Para concluir, otro grupo de
nativos a que se refirió el militar fueron los que habitaban en el Cerro de
Tamaulipas. Señaló que en sus faldas se asentaban varias rancherías de “indios
barbaros” que, según sus informantes, pasaban de 1800. Los identificó como
miembros de la “nación” Janambres, y que cada una de ellas tenía un capitán, no
existiendo algún líder o cabeza general. Asentó que con ellos habitaban
indígenas que denominó “apostatas”, quienes provenían de la provincia aledaña,
cuya serranía les servía de refugio para sus “insultos”.68 En
este caso, el militar no los contactó personalmente, los datos anteriores le
fueron informados. Distinguió entre esas rancherías, dos etnias que habitaban
en la parte oriental de la Tamaulipa, que con las que Escandón tuvo encuentros;
mismas que denominó Pasitas y Chapoteños. Las diferenció de los Janambres
porque la primera “mostro gran docilidad y afecto” a los españoles, era la
única que sembraba algo de maíz, no hacían daño a nadie y vivían en chozas. La
segunda, porque su capitán o líder indígena con algunos de sus congéneres fue a
su encuentro en las Salinas de la Barra, lo auxilió en su inspección y sirvió
de intérprete. Según Escandón, el cabecilla se comprometió a congregarse con
toda su gente y que procuraría que lo hicieran las demás etnias de la zona.69 Delineada
la imagen de los nativos de la Costa del Seno que elaboró Escandón, cabe
preguntarse ¿qué elementos nutrieron su visión? ¿De qué bases culturales partió
para definir así a los nativos?
Las categorías
político-sociales, antes referidas, formaron parte de los elementos que
alimentaron la visión de los nativos del Nuevo Santander elaborada por
Escandón, descrita líneas arriba; imagen que se nutrió también de su propia
experiencia en el control y sometimiento de etnias alzadas en zonas de frontera
del dominio hispano, como lo fue la Sierra Gorda. Sumado a ello, la concepción
del nativo se alimentó también del horizonte cultural que permeaba el contexto
del coronel,70 que
le hacía distinguir entre tierra de cristianos y de gentiles, colocando en esta
última a los pobladores autóctonos del espacio abordado. Esta idea es reforzada
en una expresión que asentó al final del informe de su viaje. Señaló que en el
estado en que se hallaba el territorio explorado, las almas de los nativos se
encontraban expuestas a la “tirana esclavitud del demonio”,71 lo
que refleja el peso de las creencias religiosas en aquellos personajes que
descubrieron y colonizaron las tierras norteñas. Estos comentarios permiten
asomarse un poco a la mentalidad de aquel tiempo que influía en el pensamiento
sobre el nativo. La idea de que, dónde no estaba diseminada la religión cristina,
era una tierra de “paganos” o de “gentiles” se presenta como un marco
referencial para definir al otro, al contrario, al que no comparte las
costumbres y creencias.72 Esta
visión tiene raíces más profundas ya que, retomando a Roger Bartra, el uso de
esta fuerte figura y su aplicación a las “sociedades exóticas” del Nuevo Mundo
fue producto una amplia circulación del mito del hombre salvaje en Occidente.73 Al
definir así a los nativos, Escandón revalora su sentido y su ser, y su misma
identidad de hombre civilizado que tiene siempre presente la imagen del “otro”.
El salvaje se convierte en su sombra, siguiéndole en cada paso que da. Así, la
otredad, concepto que está ligado al de la identidad, resulta ser la definición
de todo aquello que no somos nosotros, la definición del “otro”.74 Al
respecto, Carlos Manuel Valdés plantea que en este tipo de fuentes “no hay duda
de que escribían sobre el otro al que definía como diferente a ellos mismos, es
decir, alguien que no participa de la cultura occidental, cristiana, que no se
expresaba en español”, y que: “hablaban de ese otro como diferencia más no
porque le reconocieran su otredad, lo que equivaldría a una visión tolerante”.75
Respecto al uso que se le ha
dado como fuente en la historiografía, que busca reconstruir las
características culturales de los pobladores originarios del ahora estado de
Tamaulipas, se tiene que el manuscrito ha influido notablemente. La manera en
que Escandón definió a los nativos de la Costa del Seno y la imagen que elaboró
sobre ellos, dónde se destaca su supuesto “barbarismo” y “salvajismo”, es retomada
por algunos estudiosos contemporáneos del pasado indígena de la zona en
comento. La información recopilada es plasmada tal cual sin existir una crítica
sobre la fuente o una reflexión sobre el sentido y utilidad del manuscrito en
el contexto de su producción.76 En
ciertos casos se les interpreta con base en criterios contemporáneos y se asume
una visión de corte evolucionista que reduce a los indígenas a un estado
atrasado y de escaso desarrollo cultural. En uno de estos estudios se argumenta
que los indígenas que habitaron la zona, ubicada entre el río San Fernando y el
río Bravo, fueron “cazadores en llanos y lugares bajos, sin habitación y sin usar
el fuego, cubiertos en ocasiones con pieles de venado y coyote”, careciendo de
asiento fijo.77 En
otro, se señaló que las poblaciones indias de la franja estaban conformadas por
“pequeñas tribus de cazadores recolectores nómadas, de un nivel cultural bajísimo”,
los cuales se concentraban principalmente en las cuencas de los ríos Bravo,
Purificación y Conchos.78 No
obstante ser fuentes que amplían el conocimiento sobre estas sociedades
nativas, parte de los testimonios de militares, funcionarios virreinales y
clérigos, que incursionaron en los años tempranos de Nuevo Santander, argumenta
Gustavo Ramírez, tienden a confundir, más que aclarar, la cuestión de la
filiación étnica de las tribus nativas.79 Como
se percibe en los dos argumentos anteriores, a dichos aborígenes se les definió
de esa manera sin considerar la posibilidad de que su estado, lejos de ser una
etapa evolutiva, era una forma de vida resultante de varios siglos de adaptación.80
De acuerdo con Carlos Manuel
Valdés, las fuentes no deben sustraerse del contexto de su elaboración,
particularmente, del proceso de su producción, ya que perderían el sentido para
el que fueron elaborados. Considera erróneo pensar que un documento o un texto
de un religioso u otro personaje, que recopiló datos sobre grupos nativos o de
algunos indígenas en particular, fuera elaborado pensando en un tiempo
diferente o para que sirviera como fuente de un estudio histórico de nuestro
presente.81 Más
que describir a los nativos con un enfoque etnológico o antropológico, su
interés, por un lado, era dejar constancia de sus actos que le generarían
beneficios. Por otro, elaborar un documento que recopilara la mayor parte de
información sobre los nativos para que sirviera a los que, posteriormente,
establecerían relaciones con ellos, y pudieran alcanzar sus fines políticos,
religiosos, militares y económicos. No obstante, el interés de algunos por
perseverar los rasgos culturales de los nativos, la mayor parte de los escritos
respondieron a una intencionalidad finita.82
Al respecto se puede agregar
que, tomando en cuenta lo tocante a los supuestos culturales socorridos por
Escandón ya referidos, la imagen que plasmó de los nativos del suelo
neosantanderino está pensada para su contexto, y para ser leída desde su
horizonte cultural, pues busca darles sentido en ese universo lejano a nosotros
en tiempo y espacio. Su diario cumple una función: la de informar a los
lectores de su época el estado de “barbarie” de los aborígenes y la necesidad
de incorporarlos a “las buenas costumbres” lo que, de paso, justificaría su
conquista o sometimiento, y su incorporación a la órbita del mundo hispano y la
renuncia de su antigua forma de vida.83 Resulta
necesario “enraizar en los manuscritos, incorporarlos, asumirlos, sostenerlos
en su subjetividad y temporalidad contextualizándolos”.84
Revelada las bases culturales y
contextuales de las que partió Escandón para denominar, describir y distinguir a
los indígenas, cuyos aspectos le sirvieron de apoyo para forjar una de las
primeras representaciones sobre estos, vale la pena cuestionarse lo siguiente:
¿Qué motivos tendría el coronel para elaborar esta imagen?¿Qué le incentivó
difundir la efigie romántica de cooperativos y dóciles? El siguiente análisis
es una propuesta de interpretación sobre lo que subyace tras el discurso del
colonizador sobre el territorio y la elaboración de la figura del nativo de la
Costa del Seno Mexicano.
6. La
construcción de la imagen: trasfondo y utilidad
Es probable que la construcción
de la imagen del nativo dócil y cooperativo, habitante de la Costa del Seno
Mexicano respondiera a los intereses (virreinales, regionales o particulares)
que representaba el coronel y la necesidad de justificar su proyecto
colonizador. En el manuscrito divulgó esa imagen romántica de los nativos que
se aborda este estudio. De acuerdo con los datos citados, la mayor parte de los
grupos indígenas del centro del territorio que fueron avistados mostraron un
temperamento cordial y afable hacia Escandón y la tropa que lo acompañaba en su
inspección. Con excepciones de los citados Janambres, todos ellos mostraron un
gran interés por reducirse y congregarse en los pueblos o misiones proyectados
por el militar. Varios líderes, según su testimonio, le garantizaron su
sujeción y la de los suyos, y mantenerse en quietud hasta su retorno. Situación
semejante se registró hacia el norte de la Costa del Seno, en la zona del río
Bravo. Según su relato, ahí estableció contacto con los capitanes de las
naciones indias que habitaban en las márgenes del torrente, los cuales no
fueron identificados por el colonizador, sin embargo, este asentó que habían
venido a su encuentro “con las mayores muestras de alegría y satisfacción” y
que el “buen trato y regalo” del que fueron objeto, orilló a algunos de ellos a
seguirle hasta las “Salinas de la Barra”, junto con el referido capitán
Santiago.85 En
cuanto a su congregación, el colonizador asentó que dichos nativos “estaban
bien dispuestos” por lo que no había duda de su reducción, poniendo como única
condición que no fueran removidos de la zona por haber nacido y crecido en
allí. Además, los calificó como incapaces de hacer daño en las fronteras del
Nuevo Reino de León.86
El fundador anotó que en toda
la expedición hecha en el territorio de la Colonia no se presentó “el más leve
sin sabor entre soldados ni indios amigos”.87 Meses
después de haber establecido las poblaciones en las orillas del río Bravo,
Escandón informó en 1750 que en la villa de Camargo los indígenas congregados
cooperaban en la construcción de acequias para suministrar agua. También
auxiliaban en la edificación de caminos que comunicarían la referida villa con
la proyectada población de Bedoya. Los nativos, señalaba el fundador, eran
oriundos de las salinas cercanas a la villa de Reinosa. Escandón también
refirió que solamente algunas rancherías de la costa, quienes compartían una
isla con un grupo de negros, se mantenían en guerra.88 Estos
datos han hecho eco en algunos historiadores contemporáneos, quienes han
asumido ese comportamiento de los nativos del río Grande. Gabriel Saldívar
postuló que los nativos del río Bravo, partiendo de la villa de Mier, junto con
los que ocuparon las cuencas de los ríos Purificación y Conchas (actualmente
río San Fernando) fueron “dóciles, poco o nada agresivos, si bien siempre
estaban prestos a defender los terrenos que consideraban como suyos”, dejando
entrever que en algunas ocasiones reaccionaron de manera contraria.89 Respecto
a esto último, cuando se usan testimonios de militares y misioneros, Carlos
Manuel Valdés señala que se deber ser “cuidadoso en cuanto a la credibilidad de
tales informes”, siendo necesario contrastarlos y compararlos con los datos que
ofrece la arqueología y los de otros manuscritos de aquella época. No obstante,
enfatiza el autor, es necesario utilizarlos “porque son fuentes importantes
para el conocimiento del pasado”.90
Los testimonios sobre la
aparente docilidad de los aborígenes del territorio en mención pueden ser
matizados, pues dan la sensación de ser un tanto exagerados. Despiertan dudas
acerca de que la actitud hostil de los indígenas de la zona hacia los
españoles, mostrada en encuentros anteriores, haya cambiado por completo. La
imagen del capitán Santiago como un líder al que todos los nativos obedecían,
según parece, se amolda a la de un escenario donde todas estas “naciones”
indias vivían en completa armonía y que no existían diferencias entre ellas.
Este retrato contrasta con el escenario de guerra y disputa relatado tiempo
atrás por Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Alonso de León. En sus escritos se percibe
el contexto que permeaba entre los nativos de la zona, donde la mayor parte de
ellos estaba en pugna unos con otros. Cabeza de Vaca hace alusión al aspecto
guerrero de estas sociedades, las cuales competían por los recursos de la zona91.
Esta imagen es importante, porque este aspecto de los pobladores indios
relacionado con la guerra, al que también hizo mención Alonso de León.92 no
fue registrado en los testimonios elaborados en la segunda mitad del siglo
XVIII, o quizás, fue ignorado en la mayoría de ellos. A ello se agrega los
ataques que solían padecer aquellos aventureros y comerciantes que transitan la
zona, previa a su colonización.93 La
duda sobre esa faceta de “docilidad” de los nativos aludidos se acentúa con el
hecho de que, en su viaje de inspección, Escandón hizo escasa referencia a un
dato que le fue proporcionado por un intérprete nativo, del cual no dio más
detalles. Este testimonio es importante ya que está relacionado con las
“confederaciones” y las guerras que tenían entre sí los nativos de las márgenes
del río Grande que fueron contactados.94 Es
decir, ese ambiente de disputa por los recursos de la zona, según parece,
seguía presente, siendo probable que la presencia del colonizador y sus planes
de fundar poblados permanentes acentuara más ese contexto. Quizás Escandón no
ahondó en ese dato, ya que para los fines u objetivos de la expedición no le
era favorable informar sobre la existencia de un escenario hostil o de algún
rechazo o actitud negativa de los nativos de la zona hacia su proyecto
colonizador. Si lo hacía corría el riesgo de que, por un lado, pondría en duda
la viabilidad de su empresa y en entredicho el apoyo económico para financiar
la llegada de colonos, y por otro, afectaría a estos últimos de manera
negativa, ya que, quizás, incidiría en su ánimo de venir a instalarse a la zona
por el temor de posibles ataques indios.
Es importante señalar que el
proyecto respondía a complejos intereses políticos, económicos y religiosos,
que involucraban al colonizador, empresarios y comerciantes, poderosos del
centro del virreinato, y autoridades novohispanas95.
Ubicado en un punto estratégico, la Costa del Seno demandaba desde hacía tiempo
su colonización, pues se le veía como un lugar vulnerable, propenso a ser
ocupado por alguna potencia europea que le disputaba a España el dominio de
estos territorios. Impulsar el proyecto de Escandón y consentir la población
hispana del Seno,96 subsanaría
este temor y serviría de baluarte para cualquier intento de invasión
extranjera. Así mismo, el territorio ofrecía la posibilidad de establecer
grandes núcleos poblacionales y desarrollar haciendas dedicadas al cultivo o la
cría de ganado de todo tipo,97 lo
que generaría importantes ingresos a la Hacienda por los tributos que
devengaría y ofrecería a los colaboradores la oportunidad de acrecentar sus
peculios explotando las tierras y las salinas de la zona. Otro importante
recurso para explotar serían las vetas de plata que, se presumía,98 eran
abundantes en las montañas que dominaban el paisaje. No menos importante, lo
era también la difusión de la religión occidental, y el rescate de la “tirana
esclavitud” del demonio que, según se decía, padecían las almas de cientos de
nativos.99 Con
todos estos intereses en juego, resulta lógico pensar que Escandón manejó el
discurso sobre los nativos y el paisaje de la Costa en beneficio del proyecto
colonizador aludido.
Respecto al caso del citado
líder indígena Santiago, mismo que resalta del resto de los cabecillas
asentados en el diario, este fue descrito por Escandón como de “bizarro cuerpo,
temido y respetado entre los suyos”, y que poseía un claro entendimiento y que
era muy afecto a los españoles. El colonizador, como antes se mencionó, le
otorgó ropa y regalos y señaló que este por medio de señales de humo llamó a su
gente.100 Sin
embargo, no queda claro quiénes eran los suyos o su gente, ya que no refirió a
que “nación” india perteneció el adalid. Algunos historiadores que abordaron la
identidad del capitán indígena plantean que este había relevado a otro líder
conocido como Pedro Botello, sin embargo, no se aluden más datos sobre su
supuesta docilidad y amabilidad, y del apoyo otorgado al colonizador durante su
viaje de inspección.101 Su
identificación se presta a confusiones, ya que el apelativo de Santiago no era
exclusivo del referido adalid, ya que dicho nombre fue registrado o aplicado a
nativos de otras zonas del territorio. Al caso, en un documento que data de
1748, aproximadamente, se registró a los “guajalote”, compuesto por 60
familias, quienes se ubicaban “en el camino recto para las salinas de la
Barra”, cuyo capitán era un tal Santiago. Otra etnia, denominada “boca prieta”,
también fue asociada a otro cabecilla Santiago, la cual se ubicada al sur del
río Grande, en las adjuntas y nacimiento del río Soto la Marina y rumbo a la
costa, en el centro de la provincia.102
En lo que toca a quiénes eran
los hispanos que, según Escandón, Santiago apreciaba y en qué lugar se ubicaban
no queda claro en el manuscrito. Asumiendo que el capitán y los hermanos Cantú
e intérpretes indios, quienes llegaron acompañados por el líder nativo,
provenían de Linares, es probable que Escandón se refiriera a los pobladores de
dicha villa. Sin embargo, surgen dudas sobre ese afecto, ya que, si vistió a
Santiago, es porque debió andar desnudo. Esto parece ser contradictorio, ya que
si existió esa afinidad tuvo que ser resultado de un largo contacto de Santiago
con los pobladores o producto de su congregación en alguna misión, lo cual
influiría en algunas de sus costumbres, como el andar desnudo. Esta faceta fue
una de las más combatidas por los hispanos, de allí que el regalar vestido a
los nativos fuera una práctica muy socorrida.
Por otra parte, Escandón señaló
que todas las poblaciones indias de las riberas sur del citado río Bravo,
aunque tenían un capitán que las gobernaba en ausencia de Santiago, reconocían
a este último como su líder y le obedecían. Según parece, su influencia era
extensa ya que los nativos de la otra banda del río, (la parte norte localizada
en lo que ahora es Texas) también le reconocían como tal.103 Si
estas etnias estaban sujetas a Santiago, llama la atención que un líder
indígena con amplia influencia pasara desapercibido por las autoridades de las
provincias del Nuevo Reino de León y Texas, colindantes con el territorio del
Seno Mexicano, lo que hace dudar de ese supuesto liderazgo tan amplio.104
A lo largo de su relato,
Escandón no registra dato alguno de algún encuentro desafortunado con los
nativos del territorio, y muestra una imagen de docilidad y cooperativismo,
incluso, señaló que estos le apoyaron en su inspección mostrándole rutas por
donde seguir y la ubicación de suministros de agua o aguajes. Al contrastar
esta información con testimonios posteriores a la fundación de la Colonia de
Nuevo Santander, la imagen romántica comienza a tambalearse al reportarse
choques que se suscitaron entre los acompañantes del colonizador y ciertas
tribus durante la institución de algunas de las villas. Tal es el caso del
testimonio de fray Simón del Hierro, quien elaboró un diario donde se develan
tales vicisitudes. En su escrito la figura del citado líder Santiago se pierde,
ya que no es mencionado. Es raro, ya que, según Escandón, Santiago sería uno de
los principales apoyos para lograr la reducción de los nativos de la zona.105 Esa
supuesta colaboración y afinidad del líder indígena Santiago queda en
entredicho con el testimonio que refiere su muerte a manos de los españoles.
Según Isabel Eguilaz, referida antes, Santiago había tenido “violentos
encuentros con los conquistadores”, muriendo en uno de ellos, según parece,
ahorcado a manos de los hispanos.106 No
se explica cómo después de haberle auxiliado, Escandón haya permitido su
ejecución, o quizás fue algo concertado para deshacerse del cabecilla, el cual
podría representar un serio peligro para el avance de la colonización.107
A pesar de que del testimonio
de Escandón se desprende que algunos de los jefes indios contactados tenían
influencia sobre varios grupos, es una visión que puede matizarse, pues es más
probable que los nativos de la Costa no conformaran grandes unidades políticas,
como el caso de otras sociedades nativas, apaches y comanches, por ejemplo.108 Resulta
más viable que la identificación o alusión de este tipo de líderes con amplia
influencia, en el caso que se aborda, respondiera a los intereses asociados al
viaje de reconocimiento y a las necesidades que tenía Escandón de mostrar que
había sido capaz de incorporar a su proyecto colonizador a un líder con amplia
influencia. No sería descabellado pensar que la alusión a Santiago y su imagen
obedeciera al interés del colonizador de querer mostrarle al virrey y el resto
de los funcionarios, la existencia de un líder “general” en la zona, cuya
sujeción, ya sea por medios coercitivos o por voluntad propia, garantizaría la
sumisión del resto de los pobladores indios y la viabilidad de su empresa
colonizadora, así como la libre explotación de los importantes recursos
naturales referidos en su viaje de inspección. Semejante situación podría
aplicarse al referido líder Marcos Villanueva.
De acuerdo con Carlos Manuel
Valdés, los textos coloniales fueron elaborados como parte de las funciones de
los representantes de las variadas instituciones, que conformaron la estructura
administrativa del virreinato. Su redacción fue pensada en su presente, es
decir en el contexto de su creación, pues cumplían una función dentro de esa
estructura.109 Servían
como puntos de referencia para la elaboración de leyes, instrucciones,
ordenanzas, bandos, decretos, y otros documentos que dieron forma a la política
que se ensayó con los nativos.110 Respondieron
a una situación de ese momento, a lo que se requería y era urgente saber del
“otro” para poder, de acuerdo con quién elaboró el documento y para qué
autoridad, cristianizarlo con mejor eficacia, someterlo con menor esfuerzo o,
en el peor de los casos, justificar su aniquilación111.
Por otra parte, el hecho de que
Escandón en su informe señalara la existencia de grandes extensiones de
tierras, ausentes de labranza y con potencial inmenso para ser explotadas
libremente, y habitadas por nativos “bárbaros” e “incivilizados”, sin sujeción
alguna a las leyes cristianas, puede darle al diario el aspecto de un documento
legal que, por un lado, justifica su poblamiento y ocupación por parte de
España y, por otro, sirve de probanzas y méritos a favor del coronel, quien a
costa de arriesgar su vida, se adentró en ese territorio calificado de agreste
y peligroso junto con sus pobladores autóctonos.112 Así,
el manuscrito se sumaría a los documentos que Escandón generó por medio de la
relación de las batallas y enfrentamientos que sostuvo con los indígenas
insumisos y alzados de la Sierra Gorda, y posteriormente, Nuevo Santander.113
Con base en lo planteado por
Alfonso Mendiola, el hecho de tratar de situar el diario de Escandón en su
propio horizonte cultural busca matizar el uso que le ha dado en la
historiografía contemporánea que versa sobre el proceso colonizador de Nuevo
Santander y sobre sus pobladores nativos. En algunos casos se tiende a
descontextualizar el manuscrito y se pasa por alto que fue elaborado para un
tiempo determinado y con fines específicos que tienen sentido para esa
temporalidad y que ha pasado por un proceso de producción y elaboración, que
responde al contexto del avance hispano en América. No se desvalora la
importancia que detenta el escrito como testimonio de primera mano, sino que se
comparte el juicio de Mendiola respecto al uso acrítico como fuente de la
investigación historiográfica actual. De ahí que el autor sugiera que este tipo
de escritos se conciban como productos culturales, y no atemporales.114
Para cerrar este apartado, si
en efecto los nativos de las márgenes del río Grande fueron dóciles y
cooperativos, no se entiende por qué de todos modos Escandón estableció una
escuadra militar en la villa de Reinosa y erigió un presidio en la de Camargo;
ambas tropas servirían para contener cualquier irrupción o alzamiento en la
zona. En el mismo sentido, sí en efecto las muestras de afinidad y concordia
que el colonizador pregonó constantemente en su reporte se presentaron, no se
explica porque empleo una política de sometimiento y reducción de los nativos
basada en la “guerra a sangre y fuego” durante la fundación de las villas y,
posteriormente, en su calidad de gobernador de la Colonia.115 Mucho
menos se concibe la creación de una estructura militar compuesta por 12
escuadras y una compañía volante para proteger las poblaciones y sus moradores,
y someter a los indígenas insumisos que, supuestamente eran pocos o no los
había en el territorio de la Costa del Seno Mexicano.116
El descubrimiento del Nuevo
Mundo abrió un campo fértil para los viajes de exploración que, en un
principio, tuvieron como eje las expediciones marítimas. Surcar los mares se
convirtió en un atractivo para aquellos europeos que fincaron sus esperanzas de
progreso en las nuevas tierras del orbe desconocido. El contacto con las costas
de lo que aún no se percibía como un nuevo continente, generó la posibilidad de
adentrarse en sus territorios internos, y dar paso a los viajes por tierra, que
culminaron con la conquista de Tenochtitlán, y posterior fundación de la Nueva
España. Derivado de este proceso de expansión colonial hispana se elaboraron
varios escritos, entre ellos, crónicas, informes militares y diarios de viaje.
Estos testimonios, relacionados con las expediciones que se realizaron bajo el
marco del proceso del avance ibérico, se han convertido en una importante
fuente para la historiografía contemporánea. Son retomados como sustento
primordial para historiar dicho empuje colonial, abordar el espacio geográfico
y físico previo a la llegada de los españoles, y reconstruir las
características culturales de los pobladores originarios del México actual.
Este artículo entra en el
debate de la viabilidad de estas fuentes para reconstruir acontecimientos
pasados o la vida de sociedades pretéritas, en este caso, los aborígenes del
estado actual de Tamaulipas. Sin ánimo de demeritar las obras de los autores
enunciados, en este artículo, se cuestiona el uso de los citados testimonios de
manera acrítica, como es el caso del informe del viaje de reconocimiento de la
llamada Costa del Seno Mexicano, realizado en 1747 por Jose de Escandón; quien fundaría
en ese espacio la Colonia de Nuevo Santander. Testimonios como el del militar,
y otros más, que recopilan datos sobre la población aborigen, han sido
dimensionados confiriéndoles cualidades, como otorgarles un sentido etnológico
o antropológico y calificando a ciertos autores como “padres” de ambas
disciplinas, o fundadores. Su uso e interpretación, no en todos los casos, ha
partido de horizontes contemporáneos de los ensayistas. Es decir, abordan su
contenido con ojos del presente o parámetros actuales, lo que, en ocasiones,
hace que descontextualicen la información que los testimonios coloniales
ofrecen, y provoca una lectura poco reflexiva de su contenido. Respondiendo a
esta inquietud, se ha intentado esbozar una mirada crítica y analítica sobre el
citado diario, que escudriñe aquellos elementos que influyeron para que
Escandón definiera así a los nativos de la Costa del Seno.
El texto devela cómo las
categorías político-sociales impuestas a los aborígenes con base en el
comportamiento mostrado ante la colonización de sus antiguos territorios,
generó en el colonizador una visión preconcebida de los habitantes del Seno.
Epítetos como “indios bárbaros”, “chichimecos” y “apóstatas”, relacionados con
su forma de vida tradicional y su rechazo a las costumbres hispanas y creencias
cristianas se combinaron con otros términos como los de “indios amigos”,
“auxiliares” o “cristianos”, aplicado a aquellos que se habían sujetado al
español y aceptado el cristianismo, para definir al otro, representado por las incontables
etnias que los hispanos contactaron durante la conquista y colonización de
tierras norteñas. Tales calidades alimentaron su pensamiento despectivo hacia
la población nativa. Queda claro cómo su propia experiencia, que le dejó la
“pacificación” de la Sierra Gorda, influirá para que asumiera como infalibles
esas visiones. Es viable señalar que no solo la experiencia que deja el trato
con las personas alimenta las definiciones quede ellas se elaboran. Influye
también el contexto, el imaginario que subsiste y que impone criterios para
definir al otro, al contario. En Escandón aflora ese pensamiento cuando define
como “barbaros e incivilizados” a los nativos de la Costa del Seno, por el
hecho de andar desnudos, vivir errantes y sin ninguna ley o religión que los
gobernara. Así, a partir de mitos y tradiciones de corte europeo, de largo
arraigo, Escandón los define a partir de sí mismo y de lo que él representa: el
mundo civilizado occidental. De esta forma, explica el sentido y posición de
los autóctonos en el universo de su tiempo, el lugar de aquellos diferentes.
Ha quedado evidenciado cómo una
combinación de variados factores políticos, económicos y culturales, que
permeaban el horizonte del militar, impulsaron y alimentaron las primeras
imágenes elaboradas sobre los nativos que se abordan que, sea dicho de paso,
tenían sentido y utilidad en aquel universo, lejano a nosotros en tiempo y
espacio. El que destacara en su informe la ausencia de rasgos “civilizados” en
los nativos, y resaltara aquellos que acentuaban su atraso, respecto a otras
sociedades nativas contactadas antes por los españoles, tuvo fines utilitarios
para su momento. Su desnudez, su hábitat en los montes, sierras y valles, la
ausencia de prácticas agrícolas y supuesto “barbarismo”, buscaba mostrar que
incorporarlos al mundo hispano, les sería más beneficioso que negativo, y que
redundaría en un mejor servicio ambas majestades: el rey y Dios. Así, dicho
estado de los nativos demandaba urgentemente su incorporación a la órbita
hispana para encauzarlos en la religión y así, como lo dijera el propio
Escandón, liberar “sus almas de la tiranía del Demonio”. La alusión a una vida
salvaje o silvestre, y la definición de bárbaros, apuntaba a justificar la
ocupación del territorio, pues en esa situación los nativos no aprovechan, ni
explotaban al 100 por ciento los abundantes recursos naturales que la Costa del
Seno poseía, así mismo, la visión romántica de unos nativos “dóciles y
cooperativos” con líderes que habían ofrecido su apoyo al colonizador,
pretendía apuntalar la empresa colonizadora y hacer viable el apoyo de las
autoridades novohispanas y demás personajes que invertirían recursos en la
colonización del territorio.
Archivo General de la Nación (AGN), Sección Colonia, Fondo Provincias
Internas.
Escandón, José de. Reconocimiento
de la costa del Seno mexicano. Archivo de la Historia de
Tamaulipas, 1ª. serie, Vol. 2. México: Editor y compilador Gabriel Saldívar,
1946.
LIBROS
Escandón y Helguera, José
de. 1747 Informe para
reconocer, pacificar y poblar la Costa del Seno Mexicano.
Introducción, paleografía y notas por Juan Díaz. Ciudad Victoria: Consejo
Estatal para la Cultura y las Artes en Tamaulipas/Gobierno de Tamaulipas, 1999.
León, Alonso de. Historia de Nuevo León con noticias
sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México. Estudio
preliminar y notas por Israel Cavazos Garza. Monterrey: Centro de Estudios
Humanísticos-Universidad de Nuevo León/ Biblioteca de Nuevo León I, 1961.
Núñez Cabeza de Vaca,
Alvar. Naufragios y
Comentarios. Apuntes sobre la vida del Adelantado por Enrique
Vedía. México: Editorial Porrúa, 1997.
Vaz de Caminha, Pero. Carta del descubrimiento de Brasil.
Traducción del portugués y prólogo por Isabel Soler. Barcelona: Acantilado. Quaderns
Crema, S. A.U, 2009.
FUENTES SECUNDARIAS
Álvarez, Salvador, El indio y la sociedad colonial
norteña, siglos XVI-XVIII. México: Colegio de Michoacán/ Instituto
de Investigaciones Históricas-Universidad Juárez del Estado de Durango, 2009.
Bartra, Roger. El salvaje en el espejo.
México: Universidad Nacional Autónoma de México/Era, 1992.
Cavazos Garza, Israel, Nuevo León y la colonización de
Nuevo Santander. Monterrey: Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación, 1994.
Dussel, Enrique.1492 El encubrimiento del Otro.
Hacia el origen el mito de la modernidad. La Paz: Plural
Editores/Universidad Mayor de San Andrés, 1994.
Eguilaz de Prado, Isabel. Los indios del Nordeste de Méjico en
el siglo XVIII. Sevilla: Facultad de Filosofía y Letras-Universidad
de Sevilla, 1965.
Fontana, Josep. Europa ante el espejo.
(Barcelona: Editorial Critica, 2000).
Herrera Pérez, Octavio. Breve Historia de Tamaulipas.
México: El Colegio de México/ Fondo de Cultura Económica, 1999.
Herrera Pérez, Octavio, Tamaulipas a través de sus regiones
y municipio. Tomos I-IX. México: Agencia Promotora de
Publicaciones/Gobierno del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, 2014.
Hill, Francis Lawrence, José de Escandón and the founding of
the Nuevo Santander. Ohio: State University Press, Columbus, 1926.
Lara Cisneros, Gerardo. El Cristo viejo de Xichú. Resistencia y
rebelión en la Sierra Gorda durante el siglo XVIIII. México: Instituto de Investigaciones Históricas- Universidad Autónoma
de Tamaulipas, 2007.
Meade, Joaquín. Don José de Escandón, conde de
Sierra Gorda, Monterrey: Universidad Autónoma de Nuevo León, 1948.
Mendiola, Alfonso. Bernal Diaz del Castillo: verdad
romanesca y verdad historiográfica. México: Universidad
Iberoamericana-Departamento de Historia, 1995.
Mirafuentes Galván, José
Luis. Movimientos de
resistencia y rebeliones indígenas en el Norte de México (1680-1821). Guía Documental
III. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004.
Olvera Charles, Fernando. “Sobrevivir o fenecer en el noreste
novohispano”. Estrategias de los indígenas ante la colonización y su incidencia
en el comportamiento de la resistencia nativa en Nuevo Santander, 1780-1796.
San Luis Potosí: Colegio de San Luis/UAT, 2019.
Osante, Patricia. Orígenes del Nuevo Santander,
1748-1772. México: Universidad Nacional Autónoma de México/
Instituto de Investigaciones Históricas- Universidad Autónoma de Tamaulipas,
1997.
Prieto, Alejandro, Historia, Geografía y estadística de
Tamaulipas. México: Tipografía Escalerillas núm. 3, 1873.
Ramírez Castilla, Gustavo
Antonio. Panorama
arqueológico de Tamaulipas. Cd. Victoria: Gobierno del Estado de
Tamaulipas/Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2007.
Saldívar, Gabriel, Historia
Compendiada. México: Gobierno del Estado de Tamaulipas, 1945)
Saldívar, Gabriel. Los indios de Tamaulipas.
México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1943.
Salinas, Martin. Indígenas del delta del río Bravo.
Su papel en la historia del sur de Texas y el noroeste de México.
Ciudad Victoria: Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma
de Tamaulipas, 2012.
Stresser-Péan, Guy, San Antonio Nogalar: la sierra de Tamaulipas
y la frontera noreste de Mesoamérica. México: Centro de
Investigaciones y Estudios sobre Antropología Social/Colegio de San
Luis/Universidad Autónoma de Tamaulipas/ Centro Frances de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos, 2000.
Todorov, Tzvetan. La Conquista de América el problema
del otro. (México: Siglo XXI Editores, 1998).
Toribio de la Torre et
al, Historia General
de Tamaulipas. Cd. Victoria, Tamaulipas: Instituto de
Investigaciones Históricas -Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1986.
Valdés, Carlos Manuel. Los bárbaros, el rey y la iglesia.
Saltillo: Universidad Autónoma de Coahuila, 2017.
Zorrilla, Juan Fidel y Salas,
Carlos, Diccionario
Biográfico de Tamaulipas. México: Editorial Jus/Universidad Autónoma
de Tamaulipas, 1984.
Zorrilla, Juan Fidel; Herrera,
Octavio; Miró, Maribel; Tamaulipas.
Una historia compartida I, 1810-1921. México: Instituto de
Investigaciones Históricas- Universidad Autónoma de Tamaulipas/Instituto José
Luis María Mora, 1993.
Zorrilla, Juan Fidel, Familias políticas dominantes de
Tamaulipas. Ciudad Victoria: Instituto de Investigaciones
Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1996.
ARTÍCULOS DE REVISTA
Bartra, Roger. “El Mito del salvaje”, Ciencias, 61 (2001).
Bustamante, Jesús. “La invención del indio americano y su imagen:
cuatro arquetipos entre la percepción y la acción política”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos (2020).
Carneirò, Sarissa, “Mujer y alteridad en los discursos lusitanos
coloniales sobre Brasil del siglo XVI: reelaboraciones, desplazamientos”, Lucero, 17 (2006).
Cunningham, Debbie S. “Los nativos del Seno Mexicano documentados
en los manuscritos de Escandón y Hierro de 1747-1749 (1)”, Southern Quarterly, 51,
4 (2014).
Hernández Casillas, H., y Guevara Zárraga, M. E. “Las
posibilidades del análisis crítico del discurso en el seguimiento de
estructuras discursivas de dominación en documentos coloniales. El caso del
Manifiesto de Eusebio Bentura Beleña, Nueva España”, Antigua Matanza. Revista de Historia
Regional, San Justo, Universidad Nacional de la Matanza, 4, 2
(2020).
Mora Rodríguez, Luis Adrián. “Imaginarios del otro en la
conquista. La construcción polimórfica del indio en la Apologética Historia
Sumaria de Bartolomé de Las Casas”, Realis,
Revista de Estudos Antiutilitaristas e Poscoloniais, 5, 2 (2015).
Lopes de Carvalho, Francismar Alex. “Imagens dos índios na
Amazônia espanhola, nos séculos XVI e XVII”, Revista de Indias, 78, 274 (2018).
Olvera Charles, Fernando. “Las Reformas Borbónicas y su impacto en
la estructura militar de la Colonia de Nuevo Santander, 1750-1796”, en Septentrión, vol. 5,
2010.
Ortelli, Sara, “¿Apaches hostiles, apóstatas rebeldes o súbditos
infidentes? Clasificaciones etnopolíticas en la Nueva Vizcaya de la segunda
mitad del siglo XVIII”, Anuario,
21 (2006).
Solodkow, David M. “De caníbales, etnógrafos y evangelizadores:
versiones de la Otredad en las primeras cartas del “Descubrimiento” (Cristóbal
Colón [1493], Michele de Cuneo [1495] y Pêro Vaz de Caminha[1500])” , en The Colorado Review of Hispanic
Studies, 3 (2005).
Vázquez García, Gabriela. “José de Escandón y las nuevas
poblaciones del Nuevo Santander”, Scripta
nova, X, 85 (2006).
TESIS,
PONENCIAS Y OTROS
Cunningham, Debbie
S. La exploración y
colonización preliminar del Seno Mexicano bajo don José de Escandón
(1747-1749): un análisis basado en manuscritos españoles primarios (tesis
doctoral), TA&MU, 2010.
Olvera Charles, Fernando. Las incursiones lipanes y comanches
en Nuevo Santander, 1750-1800 (tesis doctoral), UNAM, 2017.
Solodkow, David M. Etnógrafos coloniales: escritura,
alteridad y eurocentrismo en la conquista de América. (Tesis
doctoral), Vanderbilt University, 2009.
* El
presente artículo forma parte de una indagación que tiene por objeto analizar
la construcción de la imagen del nativo, que habitó el actual territorio de
Tamaulipas, México, elaborada y difundida por militares y religiosos durante el
siglo XVIII. Dicho estudio se deriva de un proyecto de investigación que el
autor desarrolla, y que se intitula: Raíces culturales de la población actual
de Tamaulipas. Es financiado por su centro de adscripción laboral.
1 Alejandro
Prieto, Historia,
Geografía y estadística de Tamaulipas (México: Tipografía
Escalerillas núm. 3, 1873),
140-141. Toribio de la Torre y
otros. Historia
General de Tamaulipas (Cd. Victoria, Tamaulipas: Instituto de
Investigaciones Históricas -Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1986),
58-59. El manuscrito original procede de 1846 circa, y fue editado por primera
vez en 1975. De la Torre hace alusión al viaje, sin mencionarlo tácitamente. En
el prólogo es referido como uno de los documentos personales de Escandón, p. 9.
2Francis
Lawrence Hill fue uno de los primeros en abordar la vida del fundador de la
Colonia de Nuevo Santander. Hill,
Francis Lawrence. José
de Escandón and the founding of the Nuevo Santander (Ohio:
State University Press, Columbus, 1926), 65-66. Posterior a la obra de
Hill, el polifacético personaje ha sido objeto de varios estudios y biografías.
Entre ellos están, Meade, Joaquín. Don
José de Escandón, conde de Sierra Gorda (Monterrey:
Universidad Autónoma de Nuevo León, 1948),
p. 27-38, en línea: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020003895/1020003895.html.
Canales Ruiz, Jesús. José
de Escandón, la Sierra Gorda y el Nuevo Santander. (España:
Institución Cultural de Cantabria-Centro de Estudios Montañeses-Diputación
Regional de Cantabria, 1985), 62, 129-136.
3Gabriel
Saldívar, Historia
Compendiada de Tamaulipas (México: Gobierno del Estado de
Tamaulipas, 1945),
p. 81-83. Juan Fidel Zorrilla y otros, Tamaulipas.
Una historia compartida I, 1810-1921 (México: Instituto de
Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas/Instituto José
Luis María Mora, 1993),
14-15. Herrera Pérez, Octavio. Breve
Historia de Tamaulipas (México: El Colegio de México/ Fondo de
Cultura Económica, 1999),
64-65. En una de las obras más recientes, que aborda una visión muy amplia de
la historia de Tamaulipas con base en sus regiones y municipios, Octavio
Herrera también refiere de manera constante el viaje de reconocimiento. Herrera
Pérez, Octavio. Tamaulipas
a través de sus regiones y municipios. Tomos I-IX (México:
Agencia Promotora de Publicaciones/Gobierno del Estado Libre y Soberano de
Tamaulipas, 2014).
Por ejemplo, en el apartado dedicado a Laredo del tomo I, que comprende la
región norte, menciona la travesía de Escandón de 1747, 19.
4Israel
Cavazos Garza, Nuevo
León y la colonización de Nuevo Santander (Monterrey:
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, 1994),
29-32. Osante, Patricia. Orígenes
del Nuevo Santander, 1748-1772 (México: Universidad Nacional
Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad
Autónoma de Tamaulipas, 1997),
107-112. Gabriela Vázquez García, “José de Escandón y las nuevas poblaciones
del Nuevo Santander”, Scripta
nova, X, 218 (85), Barcelona, Universidad de Barcelona, 2006,
s/p. en línea: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-85.htm.
FernandoOlvera Charles, “Sobrevivir
o fenecer en el noreste novohispano”. Estrategias de los indígenas ante la
colonización y su incidencia en el comportamiento de la resistencia nativa en
Nuevo Santander, 1780-1796. (San Luis Potosí: Colegio de San
Luis/UAT, 2019),
p. 27-32, 39, 57, 64. Por otra parte, el manuscrito de Escandón también ha
proporcionado información para la elaboración de tesis de diversos grados.
Cunningham, Debbie S. La
exploración y colonización preliminar del Seno Mexicano bajo don José de
Escandón (1747-1749): un análisis basado en manuscritos españoles primarios (Tesis
doctoral), Texas A&M University, 2010,
en línea: http://HDL.handle.net/1.9690.1/ETD-TAMU-2010-08-8218.
Esta tesis doctoral destaca pues se dedica en su totalidad a abordar el citado
viaje de reconocimiento de Escandón. Contiene un capítulo dedicado a la
historiografía existente en torno al personaje y el proceso colonizador, donde
se privilegia el análisis del uso del manuscrito de 1747. Destaca también
porque incluye otro capítulo donde se hace un análisis del manuscrito original,
se paleografía y se trascribe al inglés. Fernando Olvera Charles, Las incursiones lipanes y comanches
en Nuevo Santander, 1750-1800 (Tesis doctoral, UNAM, 2017),
25, 29, 33, 38.
5Alejandro
Prieto, dedicó varios capítulos de su obra a los nativos del territorio.
6Saldívar,
Gabriel. Los indios
de Tamaulipas (México: Instituto Panamericano de Geografía e
Historia,1943).
Saldívar, no cita el diario de Escandón, sin embargo, se percibe que parte de
la información que asentó en su obra fue tomada del citado manuscrito, por
ejemplo, la referencia que hace al capitán indígena Santiago al que le confiere
un amplio mando, véase la pagina 7. De hecho, al final de su texto señaló que
la información recopilada fue tomada de documentos localizados en el Archivo
General de la Nación, de México, de los Ramos de Provincias Internas y de
Misiones, seguramente, se incluía el citado escrito de 1747. Eguilaz de Prado,
Isabel. Los indios
del Nordeste de Méjico en el siglo XVIII (Sevilla: Facultad de
Filosofía y Letras- Universidad de Sevilla, 1965).
Cabe señalar que la autora refiere otro original u copia del manuscrito de
Escandón, localizado en el Archivo General de Indias, de Sevilla, España. Lo
cita como AGI, México 690. Test. Real Cedula, el cual contiene varios folios.
Veas por ejemplo las paginas 11, 45, 47, 63, 91, 104. Stresser- Pean,
Guy, San Antonio
Nogalar: la sierra de Tamaulipas y la frontera noreste de Mesoamérica (México:
Centro de Investigaciones y Estudios sobre Antropología Social/Colegio de San
Luis/Universidad Autónoma de Tamaulipas/Centro Frances de Estudios Mexicanos y
Centroamericanos, 2000),
503, 531, 538, 542, 565, 567. Ramírez Castilla, Gustavo Antonio. Panorama arqueológico de Tamaulipas (Ciudad
Victoria: Gobierno del Estado de Tamaulipas/Instituto Tamaulipeco para la
Cultura y las Artes, 2007),
62, 6, 65, 66, 71,74, 80, 84, 86, 87. Salinas, Martin. Indígenas del delta del río Bravo.
Su papel en la historia del sur de Texas y el noroeste de México. (Ciudad
Victoria: Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, 2012).
El manuscrito es una fuente básica utilizada para reconstruir las
características culturales de los pobladores autóctonos del citado río, por lo
que el autor lo refiere constantemente, para ejemplo, véanse las siguientes
páginas: 42, 60-63, 78-80. Cunningham, Debbie S. “Los nativos del Seno Mexicano
documentados en los manuscritos de Escandón y Hierro de 1747-1749 (1)”,
en Southern Quarterly,
51, 4, Hattiesburg, University of Southern Mississippi, 2014 en
línea: https://www.questia.com/library/journal/1P3-3524068251/the-natives-of-the-seno-mexicano-as-documented-in.
Respecto a este artículo es necesario aclarar que el sitio de la revista solo
ofrece una vista previa, por tal razón, no se especifican las páginas.
7José de
Escandón, Reconocimiento
de la costa del Seno mexicano, Archivo de la Historia de
Tamaulipas, 1ª. serie, vol. 2 (México: Editor y compilador Gabriel
Saldívar, 1946).
8En esta
versión más reciente del manuscrito, que es una copia del original, destaca el
estudio de autenticidad practicado por Rafael Vázquez Sánchez, perito grafoscopo,
realizado en la ciudad de México en marzo de 1998, mismo que develó su
originalidad. Escandón y Helguera, José de, 1747 Informe para reconocer, pacificar y poblar la
Costa del Seno Mexicano. Introducción, paleografía y notas por
Juan Díaz (Ciudad Victoria: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes en
Tamaulipas/Gobierno de Tamaulipas, 1999).
En adelante se usará esta versión como referencia del diario del informe de
Escandón que se analiza.
9Ejemplo
de estos estudios son: Solodkow, David. M. “De caníbales, etnógrafos y
evangelizadores: versiones de la Otredad en las primeras cartas del
“Descubrimiento” (Cristóbal Colón [1493], Michele de Cuneo [1495] y Pêro Vaz de
Caminha [1500])”, en The Colorado Review of Hispanic Studies, 3 (2005):
17- 39, en línea: https://www.academia.edu.
(25 de marzo de 2021); Carneirò, Sarissa, “Mujer y alteridad en los discursos
lusitanos coloniales sobre Brasil del siglo XVI: reelaboraciones,
desplazamientos”, en Lucero, vol. 17, Berkely, Department of Spanish & Portuguese-University
of California, 2006,
88-97, en línea: https://escholarship.org/uc/item/9rh5m4xp.
(25 de marzo de 2021); Solodkow, David M. Etnógrafos coloniales: escritura,
alteridad y eurocentrismo en la conquista de América. (Tesis doctoral),
Vanderbilt University, 2009,
en línea: https://ir.vanderbilt.edu/bitstream/handle/1803/11738/Solodkow.pdf.
(25 de marzo de 2021); Pero Vaz de Caminha. Carta del descubrimiento de Brasil.
Traducción del portugués y prologo por Isabel Soler. (Barcelona: Acantilado.
Quaderns Crema, S. A.U, 2009);
Mora Rodríguez, Luis Adrián. “Imaginarios del otro en la conquista. La
construcción polimórfica del indio en la Apologética Historia Sumaria de
Bartolomé de Las Casas”, en Realis, Revista de Estudos Antiutilitaristas e
Poscoloniais, 5, 2, Recife, Programa de Pós-Graduação em Sociologia-Universidad
de Federal de Pernambuco, 2015,
165- 189, en línea: https://periodicos.ufpe.br/revistas/realis/issue/view/1173/showToc.
(25 de marzo de 2021); Lopes de Carvalho, Francismar Alex. “Imagens dos índios
na Amazônia espanhola, nos séculos XVI e XVII”, en Revista de Indias, 78, 274 (2018):
687-733, en línea: https://doi.org/10.3989/revindias.2018.i274;
Hernández Casillas, H., y Guevara Zárraga, M. E. “Las posibilidades del
análisis crítico del discurso en el seguimiento de estructuras discursivas de
dominación en documentos coloniales. El caso del Manifiesto de Eusebio Bentura
Beleña, Nueva España”, en Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, San
Justo, Universidad Nacional de la Matanza, 4, 2 (2020):
156-188, en línea: http://antigua.unlam.edu.ar.
10Juan
Fidel Zorrilla y Carlos Salas, Diccionario
Biográfico de Tamaulipas (México: Editorial Jus/ Universidad
Autónoma de Tamaulipas, 1984),
135-136. Juan Fidel Zorrilla, Familias
políticas dominantes de Tamaulipas (Ciudad Victoria: Instituto
de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1996),
14. Saldívar, 78. Jesús Canales sostiene que su fecha de nacimiento fue el 19
de marzo de 1770. Canales 39. Su obra es de las más completas, pues dedica varios
capítulos a rescatar los datos biográficos del personaje y de su familia, así
como aspectos relacionados con su persona. Canales 33-83.
11Zorrilla
y Salas 135-136. Meade 28. Zorrilla, Fidel 14; Saldívar, Historia Compendiada,
79.
12Meade, El conde de, 28.
Zorrilla, Familias
políticas, 15. La Sierra Gorda abarcó parte de los estados actuales
de San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato, ubicados al noroeste de la ciudad
de México.
14Lara
Cisneros, Gerardo. El
Cristo viejo de Xichú. Resistencia y rebelión en la Sierra Gorda durante el
siglo XVIIII (México: Instituto de Investigaciones
Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, 2007),
109-110.
15Zorrilla, Familias políticas, 16.
Escasos fueron los contactos previos con el territorio y sus pobladores
autóctonos, los pocos conocimientos se derivaron de algunos viajeros y
comerciante que, desafiando a las etnias de la zona, cruzaron su parte central
para establecer una primigenia ruta comercial entre el Nuevo Reino de León y la
Huasteca. Osante 81.
16En su
derrotero el coronel Escandón fue apoyado por los gobernadores y militares de
las provincias cercanas a la Costa del Seno Mexicano, Escandón y Helguera, José
de, 1747 Informe
para, 36. Canales, José
de Escandó, 131.
18Olvera, Incursiones lipanes,
40-41; Olvera, Sobrevivir
o fenecer, 33.
19Escandón
y Helguera, 1747
Informe para, 18.
20Olvera, Incursiones lipanes, 40-41.
21Salvador
Álvarez, citado por Sara Ortelli, apunta que “la identificación de grupos
enemigos sucedió varias veces en el ámbito americano desde la llegada de los
españoles”. Desde principios del siglo XVI, los denominados los caribes fueron
declarados “enemigos de la corona”, situación que más tarde se extendería
también a otros nativos denominados como chichimecas, los tobosos y los
apaches. Se convirtieron “en algo así como sinónimos de indios de guerra”.
Ortelli, Sara. “¿Apaches hostiles, apóstatas rebeldes o súbditos infidentes?
Clasificaciones etnopolíticas en la Nueva Vizcaya de la segunda mitad del siglo
XVIII” en Anuario, núm.
21, Buenos Aires, Instituto de Estudios histórico-sociales, 2006,
84, en línea: http://anuarioiehs.unicen.edu.ar/Files/2006/.
Jesús Bustamante plantea que desde “el punto de vista visual existen al menos
cuatro grandes arquetipos sobre el indio americano, que fueron surgiendo desde
principios del siglo XVI”, presentes hoy en día. Las considera no incompatibles
ni excluyentes entre ellos, a pesar de que cada uno tenga implicaciones sociales
y políticas muy distintas. Estos son: “El Salvaje emplumado”, “el indio a la
romana”, “el indio vecino” y el “bárbaro sanguinario”, Bustamante,
Jesús. “La invención del indio americano y su imagen: cuatro
arquetipos entre la percepción y la acción política”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2,
14, 24, 32, 37. en
línea: http://journals.openedition.org/nuevomundo/71834;DOI: https://doi.org/10.4000/nuevomundo.71834.
22El
“bárbaro sanguinario”, postulado por Bustamante, podría ser encajar en la
imagen del nativo de Nuevo Santander que delineó Escandón. De acuerdo con el
autor, “Nacido hacia finales del siglo XVIII, el Bárbaro Sanguinario es el
arquetipo más reciente del indio americano y uno de los más extendidos dentro y
fuera del continente”. Argumenta que, según las distintas geografías y procesos
históricos sus características varían, no obstante, todas sus variantes
comparten rasgos comunes: “condición incívica, casi ferina, y violenta en grado
extremo”, Álvarez 37-44.
23Tzvetan
Todorov, La Conquista
de América el problema del otro (México: Siglo XXI
Editores, 1998).
Josep Fontana, Europa
ante el espejo (Barcelona: Editorial Critica, 2000).
Enrique Dussel, 1492
El encubrimiento del Otro. Hacia el origen el mito de la modernidad (La
Paz: Plural Editores/Universidad Mayor de San Andrés, 1994)
Roger Bartra, El
salvaje en el espejo (México: Universidad Nacional Autónoma de
México/ Era, 1992,
Solodkow, David M. Etnógrafos
coloniales: escritura, alteridad y eurocentrismo en la conquista de América.
(Tesis doctoral, Vanderbilt University, 2009).
Rossana Reguillo, “El otro antropológico. Poder y representación en una
contemporaneidad sobresaltada”, en Anàlisi,
Quaderns de Comunicació i Cultura, 29 (2002) en línea: https://core.ac.uk/download/pdf/13267366.pdf (25
de marzo de 2021).
29Se le
define como un “espacio textual en el que se diseminan un conjunto de reglas de
formación discursiva que colaboran mutuamente para construir la diferencia
cultural, la negación/creación de la alteridad, la producción del saber sobre
el Otro y la construcción de nuevas identidades sociales y raciales”. Solodkow,
David. M. 3.
30Cristóbal
Colón, por ejemplo, elaboró dos imágenes contrastantes del otro: la del “buen
salvaje”, y la del “pobre perro”, ambos mitos tienen su base en el
desconocimiento de los indios y de aceptar que, como sujetos, tiene derechos
iguales al genovés, pero, diferentes. Todorov 44.
35Sin
embargo, tal espejo en el que se han mirado para definirse presenta una doble
cara: en una afloran las diferencias de raza y se devela el rostro del
“salvaje”, en la otra, apoyada en una visión de eurocéntrica del pasado se
percibe al “primitivo”, Fontana 107.
36Fontana
107. La dificulta de definirse a sí mismos, llevo a los griegos a idear el
concepto de “bárbaro”, como un espejo en el cual mirarse.
37Reguillo,
Rossana, “El otro antropológico…, 66.
44Escandón
y Helguera 17. El concepto de “bárbaro” fue acuñado por los griegos ante la
dificultad que representaba dotarse de identidad cultural, siendo concebido
como “el espejo en el cual mirarse para distinguirse a sí mismos”, Fontana 11.
45Escandón
y Helguera 18-21. Retomando a Fontana, Escandón distingue al otro, el indígena
“bárbaro”, del otro “apostata” que compara con el otro “hereje” o “infiel”.
Fontana, Josep 56.
46Escandón
y Helguera 27. Esta alusión de frontera entre lo “cristiano” y lo “bárbaro”, de
acuerdo con Josep Fontana, tiene orígenes muy remotos. El mundo experimentó
tensiones sociales y religiosas al inicio del año mil d. C., que llevaron al
establecimiento de unas fronteras externas que dividieron a los musulmanes de
Europa y de la cristiandad oriental. Este repliegue, postula el autor, se
sustentó en la elaboración de una imagen distinta del “otro”, que “debía ser
excluido y combatido”, es decir, la del “el hereje” y el “infiel, dos figuras
que remitían a un mismo rostro, “el del diablo”, que subyace detrás de ambas
apariencias. Fontana, Josep. Europa
ante…, 56.
48Escandón
y Helguera 30. Actualmente se nombra Sierra de Tamaulipas, la que, junto con
las sierras de San Carlos y Madre Oriental, conforman los macizos montañosos
del territorio actual tamaulipeco.
52Ortelli
postula que ciertos gentilicios, como el de bárbaros, “hacen referencia,
básicamente, al modo de vida que caracterizaba a los nómadas y seminómadas, o a
los grupos no integrados formalmente al sistema colonial y considerados como
bárbaros y salvajes. Un discurso que exacerbaba el terror acompañó el proceso
de interacción con estas sociedades desde los primeros momentos del avance de
los españoles hacia el norte”, Ortelli 87-88.
55Vaz de
Caminha fue un explorador y escritor portugués, y fungió como escribano en la
flota de Pedro Álvares Cabral, descubridor de Brasil. Carneirò 89. La
acentuación de la desnudez, según parece, fue una constante en las fuentes
coloniales provenientes de diversas partes de América. En dicha carta este
aspecto de los indígenas es referido reiteradamente, e influye en la visión que
su autor se forja de los nativos.
66Escandón
y Helguera 41. Este testimonio es citado por Gustavo Ramírez, como parte de las
descripciones que se han elaborado de los nativos de la Costa del Seno,
particularmente de la región del río Bravo, desde el siglo XVIII al XX. Crítica
tales apreciaciones sobre los nativos, las que considera muy generalizadas, e
incluso, erróneas, pues no posibilita poder apreciar el desarrollo que estos
alcanzaron, ni observar rasgos más mundanos, su forma de vida o costumbres, por
ejemplo. Ramírez 62-64.
67Escandón
y Helguera 41. De acuerdo con Álvarez, este tipo de visiones en torno de los
nativos norteños obedecieron más a las “nociones e ideas” que los hispanos se
formaron sobre la geografía del Norte, que a una cuestión “etnográfica”, como
la “antropografía”, por ejemplo, colgada a los indios tepehuanes. Álvarez,
Salvador. El indio y
la sociedad colonial norteña, siglos XVI-XVIII (México:
Colegio de Michoacán/ Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad
Juárez del Estado de Durango, 2009),
19. En contraste, Carlos Manuel Valdés postula que, en los escritos de
militares y misioneros que recopilaron datos sobre la población nativa de
Coahuila, es posible encontrar información que podría ser analizada como
etnografía, pues se propusieron “describir un grupo al que reconocían como una
cultura diferente”. Valdés, Carlos Manuel. Los bárbaros, el rey y la iglesia (Saltillo:
Universidad Autónoma de Coahuila, 2017),
37. Tomando el caso de Pérez de Ribas y otros cronistas, postula, que: “resulta
evidente que las descripciones que hacen de los indígenas no son etnología, si
son, en cambio, etnografía”, 41
68Escandón
y Helguera 50-51. En este contexto el término “apostatas” se usó por los
españoles para referirse a aquellos nativos que se habían congregado en misión
y la habían abandonado, por lo que ya habían tenido algún contacto con las
creencias cristianas occidentales.
69La
diferencia que hace Escandón entre el nativo “bárbaro” y el “dócil y
cooperativo” remite al “buen salvaje”, aquel que los primeros descubridores y
exploradores del Nuevo Mundo, concibieron como carentes de toda maldad y
malicia, e incapaces de causar daño alguno, incluso, capaz de asimilar las
costumbres europeas y el cristianismo. Al principio del contacto con el nuevo
continente, Colón definió a los indios como las mejores gentes del mundo y de
la más mansas, así como las más generosas. Les imputó también un buen corazón.
Así, argumenta Todorov, el genovés hizo un aporte importante al mito del “buen
salvaje”. Todorov 47
70Se
retoma la idea la idea de Alfonso Mendiola que plantea la existencia de un
horizonte cultural, que dominó el pensamiento de aquellos cronistas que elaboraron
obras o escritos sobre acontecimientos, como el caso de Bernal Diaz del
Castillo y su crónica sobre la conquista de Tenochtitlán en 1521. Este aspecto
se debe tomar en cuenta al momento de utilizar dichas fuentes, pues permitirá
realizar una lectura más crítica y comprensiva de su contenido, y del
significado y sentido del texto en el momento de su elaboración. Mendiola,
Alfonso. Bernal Diaz
del Castillo: verdad romanesca y verdad historiográfica (México:
Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, 1995),
137-139
72Hernández
y Guevara plantean que en la producción discursiva elaborada por los
funcionarios virreinales acerca de la vida, cultura y los territorios ocupados
por los pueblos indígenas, el discurso resultante no solo refiere al “otro”, el
“indio”, sino que se instituye como “una práctica social específica de
construcción y significación de la alteridad, en tanto diferencia y
desigualdad”, Hernández y Guevara 164.
73Roger
Bartra, “El Mito del salvaje”, en Ciencias,
61 (2000): 88-92.
76Carlos
Manuel Valdés argumenta que tras escudriñar un documento respondiendo a
preguntas relacionadas con su autor, destinatario, fecha de elaboración, qué
relata, cómo se dio ese hecho, sus causas y consecuencias, quién habla tras el
escrito, entre otros puntos, se llega al conclusión de que dicha “revisión,
análisis, comparación, situación dentro el ambiente que lo generó y su
inserción dentro de un espacio geográfico y político” traslada poco a poco
aquellos papeles, de lectura simpe a compresión, y finalmente, a una mirada
hermenéutica que resulta “netamente interpretativa”. Valdés 49.
77Saldívar,
Gabriel, Los indios.
88“Lista
de las escuadras, pobladores e indios que va remitiendo don Joseph de Escandón
coronel del Regimiento de la ciudad de Querétaro y Teniente de Capitán General
en las costas del Seno Mexicano, 1750”, Archivo General de la Nación (AGN),
sección Colonia, Fondo Provincias Internas, Vol.
172, exp. 17, ff. 309-325, (Nuevo Santander, 1750)
91El
primer viajero refirió un aspecto importante, el contexto que permeaba entre
los nativos de la zona del río Bravo, previo al contacto hispano. Relató la
dinámica que existía entre los nativos que contactó, a los cuales denomino
“flecheros”, porque, según Alvar Núñez, la mayoría estaba en pugna unos con
otros. Núñez Cabeza de Vaca, Alvar. Naufragios
y Comentarios. Apuntes sobre la vida del Adelantado por
Enrique Vedía (México: Editorial Porrúa, 1997),
48-50.
92León,
Alonso de. por su parte, registró el desencuentro que tuvo con los nativos de
la zona cuando regresaba de la expedición. Se desató una lucha, sin precisar el
lugar y los nativos, solamente se calculó que eran alrededor de 50 y se informó
la muerte dos aborígenes y la captura de otros dos. o México, Estudio
preliminar y notas de Israel Cavazos Garza (Monterrey: Centro de Estudios
Humanísticos- Universidad de Nuevo León/ Biblioteca de Nuevo León I, 1961),
200-201.
101Saldívar
señaló que Santiago procedía de la sierra Tamaulipa Oriental o la Vieja, y se
movilizaba constantemente “desde la barra de Maupat (Soto la Marina) hasta las
lagunas del norte del río Bravo y desde la sierra nombrada (Tamaulipa Vieja)
hasta más allá del Bravo en tierras que ahora están frente a Camargo y Mier”,
Saldívar 7. Isabel Eguilaz, por su parte, calificó al capitán Santiago como el
de “mayor personalidad”, a quien obedecían “todos los grupos que habitaban desde
el río de la Purificación hasta la banda norte del río Bravo”, y asentó que
dicho líder había sustituido a Botello en el mando después de 1733, Eguilaz de
Prado 91-92.
102El
documento recopiló es una lista de indígenas que habitaron en la referida Costa
del Seno mexicano, el cual Saldívar anexa en su obra. Saldívar 31-34.
103Escandón
y Helguera, José de, 1747
Informe para…, 42. Los datos sobre Santiago, particularmente
este último relacionado con su amplio liderazgo, han hecho eco en algunos
historiadores. Saldívar le atribuye esa potestad, que heredó de otro cabecilla
indígena llamado Juan Botello. Saldívar 7. De manera semejante lo describen
otros autores, Eguilaz de Prado 91; Ramírez 61.
104Mirafuentes
Galván recopila la mayor parte de los documentos relacionados con ataques y
alzamientos indígenas, registrados en las provincias de Coahuila, Nuevo Reino
de León, Texas y la Colonia de Nuevo Santander. En algunos de esos escritos se
identifica el nombre de los líderes indios de los grupos nativos en pugna, y el
de los que pactaron con los españoles. A diferencia de otros cabecillas
indígenas de la colonia, como Guardado, Panchuelo y Pedro José, el apelativo de
Santiago no es aludido, Mirafuentes Galván, José Luis. Movimientos de resistencia y
rebeliones indígenas en el Norte de México (1680-1821). Guía
Documental III. (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004),
109-165.
105Una de
las fundaciones proyectadas fue ubicada en el llano de las Flores, cercano al
sitio donde el río Grande se une con el río San Juan. Esta población fue
bautizada con el nombre de Camargo, y se pensó que sería muy apropiada para
que, por medio del referido capitán Santiago, se congregaran algunas de las
rancherías registradas por el colonizador. Escandón y Helguera, José de, 1747 Informe para, Op. Cit., p. 68.
106Según
la autora, el capitán de la villa de Santander emprendió una operación militar
contra nativos de la sierra Tamaulipa la Vieja, de los cuales no se especificó
su apelativo o filiación. Estos huyeron al llegar a las faldas de la citada
sierra, por lo que el oficial dejó pendiente la campaña y se avocó a seguirlos,
y con este pretexto, “volvió las armas contra la ranchería del indio Santiago,
donde estando él y los suyos sin esperarlos, dieron sobre ellos, cogieron a
dicho capitán y lo ahorcaron y mataron a otros”, Eguilaz de Prado 91-92.
107Santiago
no fue el único líder indígena de la Costa del Seno, que fue eliminado. Una vez
fundada la Colonia de Nuevo Santander, las tropas hispanas bajo el mando
Escandón, en su calidad de gobernador de esta provincia, terminaron con la vida
de otros cabecillas, como los llamados Pachón y Guardado, ambos pertenecientes
a los Janambres, Olvera 42-45.
113Siguiendo
a Mendiola, debido a exigencias de orden legal, los soldados fueron impulsados
a llevar memoria de sus actos militares, lo más detallada posible, Ibíd.
116Osante,
119-121. Hacia 1775 bajo el mando de Escandón operaba en la Colonia de Nuevo
Santander una tropa militar compuesta por 144 efectivos, entre oficiales y
soldados. Olvera Charles, Fernando. “Las Reformas Borbónicas y su impacto en la
estructura militar de la Colonia de Nuevo Santander, 1750-1796”, en Septentrión, 5 (2010):
9.
Cómo citar: Olvera
Chales, Fernando. “La visión del otro en el viaje de reconocimiento de la Costa
del Seno Mexicano de José de Escandón (1747)”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 26.2
(2021): 255-286.
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122-20662021000200255
No hay comentarios:
Publicar un comentario