domingo, 30 de mayo de 2021

 

La muerte de Eurídice: una mirada diferente de las cosas que sólo el Arte es capaz de homenajear.





La muerte de Eurídice es el mito principal de Orfeo. La cultura y el Arte, los medios para divulgar los mitos de la antigüedad, siempre glosaron la imagen, el relato, los cantos o la música que reflejara la muerte de la mujer de Orfeo y la búsqueda de ella en los infiernos. En el Arte los pintores Rubens, Corot, Tintoretto y otros, plasmaron la figura de Orfeo y Eurídice o huyendo ambos o sosteniendo él a ella o muertos los dos. Esta era la leyenda, el mito transmitido, el sentido universal y más conocido de esos dos personajes. Porque es el aspecto esencial de la leyenda lo que más sabemos y lo que las obras artísticas más se habían encargado de representar. Pero, sin embargo, ¿qué más hay en el mito, qué otras cosas diferentes a las conocidas hubieron, o qué otros personajes existieron y padecieron además esa leyenda? Y, también, ¿dónde y por qué sucedió toda esa historia legendaria? Porque la leyenda conocida destacaba siempre la tragedia de los dos amantes, Orfeo y Eurídice, y llevaría siempre a Orfeo a tratar de recuperar de las garras de la muerte a su amada, algo muy vinculado con los grandes misterios de todas las mitologías antiguas, paganas o no. El orfismo, por ejemplo, fue en la antigua Grecia una secta dedicada a preparar las almas de los humanos para garantizarles una vida eterna y feliz. Luego, con el cristianismo triunfante, el mito alcanzaría a propagarse en los sagrados misterios de la nueva religión, incluso asociando la figura de Orfeo a Cristo. En todas las representaciones artísticas siempre destacando la fatídica muerte de Eurídice, su trágica bajada a los infiernos y su audaz y frustrada salvación luego por Orfeo.

 

Orfeo es un personaje insólito en la mitología griega. Era, a diferencia de todos los demás, un ser bondadoso, encantador, músico, casi perfecto. No era un dios, pero casi. Tan maravilloso era Orfeo que el dios Apolo le favorecería con sus dones. La lira fue para Orfeo un instrumento eficaz con el que apaciguar a las fieras, porque hasta los ríos, las rocas y los animales, todas las cosas salvajes del mundo, le escucharían extasiados a su paso por el monte. Su gran confianza en esta cualidad especial, dominar con su música las cosas feroces de la naturaleza, tal vez fue lo que le llevaría a pensar que podría vencer de la muerte a su amada Eurídice. Y el Arte, la mitología, la religión y sus misterios llevaron a glosar su gesto heroico y su grandioso motivo -la muerte de Eurídice- pero, sobre todo, su terrible final. Y en todas las obras artísticas -musicales, poéticasliterarias, teatrales, operísticaspictóricas- así se reflejaría siempre el mito. Pero, sin embargo, solo el Arte pictórico es capaz de ir lateralmente y mirar las cosas de otro modo. Es el único, tal vez, que puede hacerlo sin desmerecer... Algún pintor del Renacimiento, como Jacopo del Sellaio (1441-1493), realizaría una vez una imagen de la muerte de Eurídice muy sorprendente e inédita: el momento mismo de su accidente y el traslado posterior a la entrada del Hades. Se relata la historia en distintas escenas de distintos momentos temporales, algo habitual en el renacimiento y el manierismo temprano. Aquí aparece Orfeo muy alejado a la izquierda, comunicándole a otros personajes la terrible tragedia de su amada; al lado de ella está ahora, sin embargo, otro personaje: Aristeo. En la obra renacentista está el paisaje arcádico, ese lugar maravilloso que contrasta tanto ahora con la terrible tragedia. Pero veamos ahora, sin embargo, otra pintura, el maravilloso lienzo manierista La muerte de Eurídice del pintor Niccolo del Abatte (1510-1571). ¡Qué paisaje más idílico es ese! ¡Qué extraordinario lugar el reflejado ahí! ¿La muerte de Eurídice, de quien sea realmente, en este plácido, bello y bendecido lugar? 

 

Fijémonos en el paisaje de la obra manierista, en las montañas, en el mar, en el cielo, en el bosque verdecido y tranquilizador. ¿Cómo es posible que algo malo, trágico, triste y desolador pueda suceder ahora en ese fantástico paraíso retratado? Hasta unos edificios elegantes y majestuosos, que simbolizan la civilización equilibrada y ordenada, aparecen orgullosos y benéficos al fondo de la escena manierista. Sólo en el primer plano de la obra vemos una persecución, pero esta podría tratarse solo de un juego amoroso o de un acceso de amor desaforado. Porque a la izquierda del lienzo observamos ahora a unas jóvenes retozando alegres y confiadas. Incluso, el cuadro nos confunde con una bella Eurídice -sabemos que es ella por el título de la obra, que está ahí y que muere- desnuda y tumbada bellamente a la derecha de la confusa persecución narrada. Pero, nada que nos haga pensar, al pronto, que sea una muerte o una tragedia lo que se representa en la obra. En el mito Eurídice vivía en Arcadia, un lugar griego idílico y majestuoso para sentir la paz, el amor, los cantos y la felicidad del mundo. Por esto el pintor nos muestra un paisaje con la representación de un escenario prodigioso, sosegado, atrayente, deseoso, natural y ajeno a todas las maldades o desastres del mundo. Pero ahora debemos contar la leyenda completa del mito para ubicarnos. Orfeo se unió a la ninfa Eurídice y ambos vivirían felices en un mundo ajeno a toda maldad. Allí cantaba y tocaba su lira él y paseaba y disfrutaba de su vida ella. A este lugar idílico llegaría una vez Aristeo, un dios menor de la naturaleza y de sus artes agrícolas, cultivador de abejas y de olivos. Un personaje llevado ahora por una pasión lujuriosa a enamorarse. Y se enamoró de Eurídice, inevitablemente. La desearía tanto que la perseguiría sin cesar por el bosque arcádico. Pero entonces Eurídice, huyendo de él, un día pisaría una pequeña serpiente venenosa y muere fatídicamente.

 

Las hermanas de Eurídice, las bellas dríades -ninfas de los árboles-, hicieron perecer en venganza todas las abejas cultivadas de Aristeo. Éste acudiría luego a su madre, Cirene -en la obra los dos caminan juntos a la derecha del cuadro-, una madura ninfa conocedora de la naturaleza, que le aconseja ahora a su hijo que visite al sabio adivinador Proteo, un viejo que aparece sentado junto a un ánfora de agua -Proteo era hijo del dios del mar Poseidón-. Entonces Proteo le recomienda sacrificar unos animales para calmar el espíritu moribundo de Eurídice. Luego observa Aristeo cómo de las vísceras descompuestas de los animales sacrificados salen de nuevo abejas renacidas volando -el sentido renacedor de las cosas y de la vida en el mito-. El pintor manierista compuso esta escena trágica-bucólica con la belleza manifiesta que más podría crearse en un paisaje renacentista, con la delicadeza también que solo el Manierismo era capaz de ofrecer. No hay muerte ahí, verdaderamente, aunque veamos a Eurídice tendida y sin moverse en el suelo arcádico de la obra. No hay drama tampoco, no hay infierno incluso, no está Orfeo -ni nadie- ahí para poder tratar de auxiliarla.  Sin embargo, el pintor sí incluye a Orfeo en el cuadro: está más alejado, un poco a la izquierda de la obra, solo y rodeado de animales que escuchan, serenos, sus bellas melodías musicales. Y de ese modo completaría el pintor su sentido metafísico en su bello cuadro manierista, un sentido que sólo el Arte pictórico puede llegar a realizar sin algaradas: plasmar una serena mirada diferente de las cosas trágicas. Porque las cosas no son estereotipadas ni unidimensionales, no son unilaterales, ni tienen una única mirada ni una única realidad. Todo es susceptible de verse siempre de otro modo. Toda historia o leyenda, o vida o hecho o visión, pueden ser expuestos siempre de otra forma diferente. Una forma que nos haga ahora pensar de una manera distinta, una que nos haga sentir o ver las cosas de una forma distinta ahora a como nunca antes la hubiésemos visto o sentido.

 

(Óleo La muerte de Eurídice, entre 1552 y 1571, del pintor manierista Niccolo del Abatte, Museo National Gallery, Londres; Lienzo del pintor renacentista -quattrocentistaJacopo del Sellaio, Orfeo y Eurídice, 1480, Roterdam, Holanda.)

https://arteparnasomania.blogspot.com/2016/02/una-mirada-diferente-de-las-cosas-tan.html

 





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