lunes, 10 de marzo de 2025

https://www.flagsonline.it/es/asociacion-nacional-de-partisanos

Nuestra Historia

La ANPI, Asociación Nacional de Partisanos Italianos, con sus 153.000 miembros, es una de las mayores asociaciones combatientes presentes y activas en el país hoy en día.

Fue fundada el 6 de junio de 1944, en Roma, por el CLN de Italia Central, mientras el Norte todavía estaba bajo ocupación nazi-fascista. El 5 de abril de 1945, con el decreto de teniente n. 224, se le otorgó el carácter de persona jurídica lo que le dio personalidad jurídica, promoviéndola efectivamente como asociación partidista oficial.

El 4 de junio de 1945, con la liberación del Norte, se constituyó en Milán el Comité ANPI – Italia del Norte. A la Presidencia se unieron los miembros del Comando General del CVL, para representar ideal y eficazmente la continuidad de la unidad de la Resistencia también en la ANPI: Raffaele Cadorna, Ferruccio Parri, Luigi Longo, Enrico Mattei, Giovanni Battista Stucchi, Mario Argenton. El Comité Ejecutivo estaba formado por Arrigo Boldrini “Bulow”, Cino Moscatelli y Guido Mosna.

El 27 de junio de 1945, el Comité provisional de la ANPI de Roma y el Comité de Italia del Norte se fusionaron para crear la ANPI Nacional. La Asociación tuvo representación propia en la Consulta Nacional cuyos trabajos se desarrollaron entre septiembre de 1945 y el referéndum institucional del año siguiente. Mientras que la Asociación Nacional de Veteranos contaba con 8 consultores y la Asociación de Mutilados e Inválidos de Guerra 4, la ANPI tenía asignados 16, lo que confirma el prestigio del que gozaba. Se dividieron de la siguiente manera: 3 socialistas, 3 demócrata-cristianos, 3 liberales, 3 comunistas, 2 del Partido de Acción, 1 del Partido Laborista Democrático y, por último, un consultor que no pertenecía a ningún partido. El Estatuto destacó los objetivos operativos que la estructura se había fijado. Entre estos:

- Restaurar la plena libertad al país y promover un régimen democrático para evitar el regreso de cualquier forma de tiranía y absolutismo en el futuro.
- Valorizar a nivel nacional e internacional la contribución efectiva que la acción de los partisanos aporta a la causa de la libertad.
- Afirmar y proteger el derecho adquirido de los partisanos a participar en la primera línea en la reconstrucción moral y material del país.
- Promover la creación de centros y organizaciones de producción y trabajo que contribuyan a paliar el desempleo.

En particular, este último punto se logró gracias a la creación, a partir de 1948, de la Convitti-Scuola Rinascita que tenía como objetivo cualificar profesionalmente a jóvenes ex partisanos y huérfanos de los caídos.

Durante el primer Congreso de 1947 – donde fue nombrado Presidente Nacional Arrigo Boldrini “Bulow”, primer Medallista de Oro de la VM de la Resistencia, que permaneció en el cargo hasta 2006 – se reafirmó el compromiso de la Resistencia con la consolidación de las Instituciones y en particular se subrayó que el antifascismo debía entenderse como una lucha contra aquellos que amenazaban las libertades individuales, negaban la justicia social y discriminaban a los ciudadanos.


El Congreso contó con el apoyo de personalidades políticas de alto nivel como Umberto Terracini y Palmiro Togliatti. Pero en 1948 comenzaron verdaderas persecuciones contra los partisanos, que la ANPI enfrentó con vigor. Un total de 830 luchadores por la libertad fueron llevados a juicio. La Asociación promovió entonces Comités de defensa de los valores de la Resistencia con los que inició una campaña nacional de apoyo a los partisanos, pidiendo también la disolución del neofascista MSI (Movimiento Social Italiano) y el reconocimiento oficial del CVL como organismo perteneciente a las Fuerzas Armadas. Este reconocimiento llegó recién en 1958, con la ley 285, y fue una medida de considerable importancia porque confirmó y estableció definitivamente que la Resistencia, en el convulso proceso de Liberación, había sido un valioso actor secundario, responsable y organizado: un ejército, en todos los sentidos.

En 1950 cesaron las persecuciones y fue posible continuar la acción civil por la que se habían unido los partisanos. Con el Congreso de 1952, la ANPI –en cuya presidencia honoraria también figuraba Sandro Pertini, cargo que ocupó durante varias décadas– emprendió una gran batalla a favor de la paz y contra el rearme alemán. Las intervenciones fueron numerosas e ilustres. Entre ellos se encuentra Enrico Molè, vicepresidente del Senado. 1952 fue también el año en que comenzó a publicarse la revista mensual Patria Indipendente, periódico oficial de la Asociación, que a lo largo de los años ha constituido un punto de referencia nacional muy válido para el conocimiento de la historia de la Resistencia. Las páginas de este periódico también han cubierto los acontecimientos centrales de la actualidad del país. Un compromiso importante fue también la valorización de la contribución de las Fuerzas Armadas a la Guerra de Liberación y, posteriormente, a la garantía del orden democrático y la salvaguarda de la libertad en países de todo el mundo.

En los años 60 la Asociación siguió prestando atención –con frecuentes intervenciones y posicionamientos– a todas las grandes cuestiones nacionales e internacionales que afectaban a las instituciones y a la vida social. Entre las muchas iniciativas, cabe mencionar la Conferencia del 9 de marzo de 1965 - convocada por la ANPI - titulada "La solidaridad de los antifascistas italianos con el pueblo español que lucha por la libertad" contra el régimen franquista y luego la celebración del "Día de la Mujer en la Resistencia" destinado a valorizar fuertemente el precioso papel de las partisanas en la lucha por la Liberación. El comienzo de los años 70 trajo una noticia emocionante para la ANPI y todo el universo antifascista y democrático: el nombramiento del general Enzo Marchesi, ex partisano, como jefe del Estado Mayor de la Defensa.

Por ello, en 1971, con motivo del vigésimo quinto aniversario de la República, la Asociación publicó un importante documento que contenía una significativa referencia a las Fuerzas Armadas. En un pasaje se declaraba: “Las Fuerzas Armadas italianas hoy pueden mirar al futuro con la certeza de representar a toda la Nación, a todas las fuerzas democráticas en el marco de la lealtad constitucional, ya que están y deben estar al servicio no de una facción, como sucedió durante el fascismo, sino de todo un pueblo”.

Una gran batalla que ha caracterizado y permeado la vida de la ANPI en los últimos años ha sido la lucha contra el terrorismo. En una conferencia, organizada el 17 de noviembre de 1977, la posición fue clara: "Los partisanos, que lucharon con las armas en la mano para derrotar el terror fascista y nazi, para conquistar la paz, la libertad y la democracia, expresan toda su execración hacia aquellos que golpean cobardemente a ciudadanos indefensos para sembrar el desánimo y derrocar las instituciones conquistadas con tantos sacrificios por el pueblo italiano".

La década de 1970 terminó con un acontecimiento histórico: la elección como Presidente de la República, en 1978, de Sandro Pertini, valiente partidario y miembro de la Presidencia Honoraria de la ANPI. Hay que decir que fueron muchas las personalidades del mundo de las instituciones que ocuparon funciones de gestión dentro de la Asociación: recordemos, además del citado Pertini, Ettore Gallo, Presidente del Tribunal Constitucional de 1991 a 1992, Lionello Levi Sandri, Comisario europeo de 1961 a 1970 y Presidente del Consejo de Estado, Leonetto Amadei, Presidente del Tribunal Constitucional de 1979 a 1981 y Andrea Viglione, Jefe del Estado Mayor de la Defensa de 1975 a 1978. Los años 80 comenzaron para la ANPI con fuertes denuncias de las fechorías de la logia P2 y de la perniciosa conexión entre terrorismo y mafia. Y contra la corrupción política. El propio Leonetto Amadei escribió en un editorial publicado en el número del 25 de abril de 1983 de Patria Indipendente: “Estamos ante la manifestación de un tumor maligno que infecta y destruye el elemento principal por el cual se considera válido y apreciable el liderazgo de un país, es decir, la confianza en quienes dirigen políticamente la comunidad o la administran de tal modo que parece beneficioso mantener las riendas en esas manos”. En 1988 la Asociación participó en la organización de un gran evento, en presencia del Jefe de Estado Francesco Cossiga, con motivo del cuadragésimo aniversario de la Constitución Republicana. También son dignas de mención la Conferencia “Constitución-Fuerzas Armadas” en Perugia los días 4 y 5 de marzo, y el especial Patria Indipendente – luego retomado y elogiado por la Revista Militar – el 4 de noviembre, Fiesta de las Fuerzas Armadas.


En total, durante la década de 1980 hubo 49.000 iniciativas ANPI.

Desde 1990 hasta hoy, la Asociación ha afrontado, con su habitual y sólida lealtad a las instituciones democráticas y con su determinación moral, los numerosos problemas nacionales que han caracterizado estas dos décadas. Desde “Tangentopoli” a los atentados mafiosos, a la gran batalla contra los graves intentos de modificación de la Carta Constitucional, que llevó al resultado victorioso del referéndum de 2006, hasta la dura oposición en 2009 al proyecto de ley 1360 -luego bloqueado- con el que el Gobierno pretendía equiparar a los Republicanos de Salò (un ejército irregular, además de subordinado a los nazis en sus crímenes) a los partisanos. Así, la batalla, llevada a cabo con éxito en agosto de 2011, para mantener los días festivos civiles, 25 de abril, 1 de mayo, 2 de junio, amenazaba con ser abolida con la maniobra financiera del Gobierno. En 2014, después de dos años de compromiso, la ANPI obtuvo del gobierno alemán actos de reparación hacia las víctimas de las masacres nazi-fascistas de 1943-1945; Luego lanza iniciativas nacionales contra una reforma irresponsable del Senado y contra una ley electoral que, tal como fue aprobada por la Cámara, sería contraria a las expectativas de los ciudadanos en términos de representación y derechos, además de contradictoria con las indicaciones precisas de la Corte Constitucional. Por último, cabe mencionar que ese mismo año se firmó un protocolo con el MIUR (Ministerio de Universidades e Investigación) para poner en marcha iniciativas de formación para la ciudadanía activa en los centros escolares.

El año 2016 ha sido testigo de una movilización extraordinaria de toda la Asociación por el No al referéndum constitucional. En 2017, tras la dimisión de Carlo Smuraglia, Carla Nespolo se convirtió en presidenta nacional de la ANPI, siendo la primera mujer no partidista en ocupar el cargo. Su papel se caracteriza por un fuerte impulso operativo sobre los derechos humanos, sobre la lucha contra el fascismo que desembocará en la gran manifestación nacional de 2018 en Roma "Nunca más fascismo, nunca más racismo" y sobre la memoria activa para la que, gracias a la disponibilidad de Gad Lerner y Laura Gnocchi, se creará el Memorial de la Resistencia Italiana ( www.noipartigiani.it ). Tras la muerte de Carla Nespolo en 2020, fue elegido Presidente Nacional Gianfranco Pagliarulo, cuyo compromiso está encaminado a crear una gran unidad nacional antifascista para la plena implementación de la Constitución. El Congreso de Riccione confirma esta línea y, en particular, la gran obra de afirmación del valor de la paz en la trágica contingencia de la guerra en Ucrania.

Hoy, la ANPI sigue estando a la vanguardia en la salvaguarda e implementación de los valores de la Constitución, y por tanto de la democracia, y en la promoción de la memoria de aquella gran época de conquista de la libertad que fue la Resistencia.

Historia del fascismo

La Primera Guerra Mundial produjo efectos desestabilizadores no sólo a nivel geopolítico, con por ejemplo el fin del Imperio de los Habsburgo, la Revolución rusa y la paz punitiva impuesta a Alemania, sino profundos cambios sociales.

En la Italia de la posguerra, económicamente probada, se produjo un aumento de las tensiones sociales, como lo demostró el desarrollo de los sindicatos y el nacimiento de importantes partidos de masas como el Partito Popolare de Don Luigi Sturzo (1919) y el Partido Comunista de Italia, fundado por Antonio Gramsci y Amadeo Bordiga (1921).

En 1919 nació otro movimiento, destinado a marcar indeleblemente la historia italiana: el fascismo, liderado por el ex socialista Benito Mussolini. Inicialmente, este movimiento tomó el nombre de Fasci Italiani di Combattimento y tenía un carácter elitista, no de masas. En su fundación, el 23 de marzo de 1919, en Milán, en la Plaza San Sepolcro, los miembros eran principalmente nacionalistas, veteranos de la Gran Guerra, antiguos sindicalistas revolucionarios, republicanos, seguidores de D'Annunzio y algunos futuristas de Marinetti.

En 1920 se inicia en Italia el Biennio Rosso, un período candente de luchas obreras caracterizado por la ocupación de fábricas -que llega después de meses de huelgas por el alto coste de la vida y las difíciles condiciones de trabajo, fruto de la reconversión de la producción de guerra en producción de paz- acompañada de las reivindicaciones de los campesinos que reclamaban sus tierras.

Es en el Valle del Po y en Apulia donde la lucha campesina es más intensa. Los terratenientes y los miembros de los Fasci di Combattimento se aliaron contra él, recurriendo sistemáticamente a la violencia del escuadrismo o a las acciones punitivas de grupos de fascistas contra las Cámaras del Trabajo, las Casas del Pueblo, las sedes de los partidos políticos y de las cooperativas y los individuos. Las fuerzas del orden suelen ignorar con complicidad este tipo de acciones.

En 1921, el jefe de gobierno Giovanni Giolitti (1842-1928), no considerando al fascismo un fenómeno subversivo y peligroso para la estabilidad del Estado, aceptó que algunos de sus candidatos participaran en las elecciones en los bloques de orden constituidos por los liberales, viendo a los fascistas como aliados en la lucha política por la contención de los socialistas y populares. Así, la influencia fascista creció y los escuadrones empezaron a actuar con impunidad incluso en los centros industriales; La burguesía y la clase política en general consideran que el movimiento es fácilmente contenido una vez que cesa su utilidad social.

En 1922, Mussolini abandonó dos premisas de los Fasci di Combattimento: el republicanismo y el anticlericalismo, y presentó el fascismo como la única alternativa válida, tanto política como ideológica, al comunismo, denunciando al Partito Popolare por su apertura a los socialistas. Paralelamente a la propaganda y a las acciones políticas de Mussolini, continuaron las acciones escuadristas, destinadas a atacar los puntos de referencia y de agregación de las luchas populares.

El 24 de octubre de 1922, Mussolini reunió a miles de camisas negras (símbolo del movimiento) en Nápoles y tuvo lugar la Marcha sobre Roma. El primer ministro Luigi Facta presenta al rey Vittorio Emanuele III el decreto que proclama el estado de sitio, pero el rey se niega a firmarlo. Esto deja el camino abierto a los fascistas, que entran en Roma el 28 de octubre.

Mussolini, temiendo una reacción del monarca, no participó en la marcha y esperó en Milán a que evolucionara la situación. Cuando el rey no firma, se une a su pueblo.

El rey le encomendó la tarea de formar el nuevo gobierno, que estaba integrado por fascistas, liberales, populares e independientes. Mussolini presenta un programa que satisface a los conservadores, abandonando la línea de Giolitti que apuntaba a los beneficios de la guerra; disuelve las administraciones municipales y provinciales dirigidas por socialistas y/o populares; liquida cooperativas, limita las libertades sindicales. El problema, sin embargo, sigue siendo la normalización del escuadrismo, dado que los conservadores esperan que, una vez en el poder, el fascismo regrese a los cánones de la legalidad. Mussolini sabía que sólo gracias al apoyo de la monarquía y de las clases conservadoras había llegado al gobierno y se comprometió a ello pero, dentro del partido, la facción liderada por Roberto Farinacci (1892-1945) se opuso al intento de moderación. Para mantener el liderazgo, Mussolini utiliza una estratagema: transforma los escuadrones en las Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional. Posteriormente creó el Gran Consejo del Fascismo, que reunía a sus principales exponentes y que se convirtió en un factor decisivo de la vida política italiana, transformándose rápidamente en un órgano constitucional del Estado. Se modifica la ley electoral para garantizar la mayoría a la lista fascista; Los populares son expulsados ​​del gobierno por sus posiciones públicamente antifascistas.

El 6 de abril de 1924 se celebraron nuevas elecciones políticas, caracterizadas por un clima de fuerte intimidación. Gracias a la ley electoral mayoritaria, gana la “listone”, que ve a exponentes fascistas junto a nombres de la tradición liberal. Pese a la violencia, los partidos democráticos lograron resultados importantes y la esperada normalización del escuadrismo, ahora revestido de legalidad, no se produjo.

El exponente socialista Giacomo Matteotti (1885-1924) denuncia ante la Cámara el fraude electoral y el clima de violencia en el que se desarrolló la campaña política y las propias elecciones. En su discurso, el diputado antifascista también nombra a un candidato emiliano (Antonio Piccinini, 1884-1924) que fue asesinado por los escuadrones antes de las elecciones. El objetivo de Matteotti es que la Cámara acepte investigar los métodos utilizados en las elecciones y, una vez descubiertos, invalidarlos.

Durante mucho tiempo se creyó que el único motivo del asesinato de Matteotti fue este discurso, pero la historiografía reciente (M. Canali, Il delitto Matteotti , Il Mulino, Bolonia, 1997 y 2015) ha podido proporcionar documentos que subrayan la presencia de una motivación empresarial. De hecho, parece que el diputado estaba preparando, para la sesión del 10 de junio -día en el que fue secuestrado- un dossier sobre la llamada “Convención Sinclair”, firmada en marzo anterior. El acuerdo concedió a la empresa estadounidense Sinclair Oil el monopolio de la exploración petrolífera en Italia, en condiciones desventajosas para el interés público. A cambio, la empresa había pagado una importante financiación al partido fascista. Habría sido entonces el anuncio de las revelaciones que Matteotti se disponía a hacer lo que desencadenó la intervención del escuadrón fascista.

El 10 de junio de 1924, Matteotti se dirigía a la sesión cuando fue secuestrado. Se informa de la desaparición del diputado y se inicia inmediatamente una búsqueda. La primera evidencia fue encontrada en agosto y las investigaciones posteriores condujeron al descubrimiento del cuerpo. Es 16 de agosto.

Inicialmente Mussolini atribuyó el asesinato a sus adversarios políticos, acusándolos de conspirar contra él, indignado como toda la opinión pública por el acontecimiento. El escándalo, sin embargo, está haciendo crujir al gobierno.

Mientras tanto, los grupos de la oposición, después de que el rey declarara que se sometería a la mayoría parlamentaria (fascista), abandonaron el Parlamento, exigiendo la abolición de la milicia y el restablecimiento de la legalidad. Este acontecimiento se conoce como la “Secesión del Aventino” y, aunque causó un gran revuelo, fue desapareciendo poco a poco por falta de un programa y de unas directrices unificadas. Aprovechando la crisis de la oposición, Mussolini tomó el control de la situación, también gracias al apoyo de los conservadores, de los clérigos moderados, de las milicias, de los círculos militares y de los monárquicos, que temían una vuelta a la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, con los partidos de masas como protagonistas. El gobierno entonces recobró valor, reabrió el Parlamento y, con el famoso discurso del 3 de enero de 1925 –en el que asumía la responsabilidad moral por el crimen de Matteotti–, Mussolini llevó a cabo el golpe de Estado. Ese mismo día el Duce habla en la Cámara desafiando a los partidos del Aventino, a quienes acusa de sedición, para impedirles volver a la Cámara.

Quedan así sentadas las bases del régimen autoritario.

https://www.anpi.it/libri/storia-del-fascismo

https://www.iri.edu.ar/index.php/2020/03/23/23-de-marzo-de-1919-creacion-de-los-primeros-fasciitaliani-di-combattimento/

 

De los Fasci di Combattimento italianos al régimen fascista

 

La Primera Guerra Mundial produjo efectos desestabilizadores no sólo a nivel geopolítico, con por ejemplo el fin del Imperio de los Habsburgo, la Revolución rusa y la paz punitiva impuesta a Alemania, sino profundos cambios sociales.

En la Italia de la posguerra, económicamente probada, se produjo un aumento de las tensiones sociales, como lo demostró el desarrollo de los sindicatos y el nacimiento de importantes partidos de masas como el Partito Popolare de Don Luigi Sturzo (1919) y el Partido Comunista de Italia, fundado por Antonio Gramsci y Amadeo Bordiga (1921).

En 1919 nació otro movimiento, destinado a marcar indeleblemente la historia italiana: el fascismo, liderado por el ex socialista Benito Mussolini. Inicialmente, este movimiento tomó el nombre de Fasci Italiani di Combattimento y tenía un carácter elitista, no de masas. En su fundación, el 23 de marzo de 1919, en Milán, en la Plaza San Sepolcro, los miembros eran principalmente nacionalistas, veteranos de la Gran Guerra, antiguos sindicalistas revolucionarios, republicanos, seguidores de D'Annunzio y algunos futuristas de Marinetti.

En 1920 se inicia en Italia el Biennio Rosso, un período candente de luchas obreras caracterizado por la ocupación de fábricas -que llega después de meses de huelgas por el alto coste de la vida y las difíciles condiciones de trabajo, fruto de la reconversión de la producción de guerra en producción de paz- acompañada de las reivindicaciones de los campesinos que reclamaban sus tierras.

Es en el Valle del Po y en Apulia donde la lucha campesina es más intensa. Los terratenientes y los miembros de los Fasci di Combattimento se aliaron contra él, recurriendo sistemáticamente a la violencia del escuadrismo o a las acciones punitivas de grupos de fascistas contra las Cámaras del Trabajo, las Casas del Pueblo, las sedes de los partidos políticos y de las cooperativas y los individuos. Las fuerzas del orden suelen ignorar con complicidad este tipo de acciones.

En 1921, el jefe de gobierno Giovanni Giolitti (1842-1928), no considerando al fascismo un fenómeno subversivo y peligroso para la estabilidad del Estado, aceptó que algunos de sus candidatos participaran en las elecciones en los bloques de orden constituidos por los liberales, viendo a los fascistas como aliados en la lucha política por la contención de los socialistas y populares. Así, la influencia fascista creció y los escuadrones empezaron a actuar con impunidad incluso en los centros industriales; La burguesía y la clase política en general consideran que el movimiento es fácilmente contenido una vez que cesa su utilidad social.

En 1922, Mussolini abandonó dos premisas de los Fasci di Combattimento: el republicanismo y el anticlericalismo, y presentó el fascismo como la única alternativa válida, tanto política como ideológica, al comunismo, denunciando al Partito Popolare por su apertura a los socialistas. Paralelamente a la propaganda y a las acciones políticas de Mussolini, continuaron las acciones escuadristas, destinadas a atacar los puntos de referencia y de agregación de las luchas populares.

El 24 de octubre de 1922, Mussolini reunió a miles de camisas negras (símbolo del movimiento) en Nápoles y tuvo lugar la Marcha sobre Roma. El primer ministro Luigi Facta presenta al rey Vittorio Emanuele III el decreto que proclama el estado de sitio, pero el rey se niega a firmarlo. Esto deja el camino abierto a los fascistas, que entran en Roma el 28 de octubre.

Mussolini, temiendo una reacción del monarca, no participó en la marcha y esperó en Milán a que evolucionara la situación. Cuando el rey no firma, se une a su pueblo.

El rey le encomendó la tarea de formar el nuevo gobierno, que estaba integrado por fascistas, liberales, populares e independientes. Mussolini presenta un programa que satisface a los conservadores, abandonando la línea de Giolitti que apuntaba a los beneficios de la guerra; disuelve las administraciones municipales y provinciales dirigidas por socialistas y/o populares; liquida cooperativas, limita las libertades sindicales. El problema, sin embargo, sigue siendo la normalización del escuadrismo, dado que los conservadores esperan que, una vez en el poder, el fascismo regrese a los cánones de la legalidad. Mussolini sabía que sólo gracias al apoyo de la monarquía y de las clases conservadoras había llegado al gobierno y se comprometió a ello pero, dentro del partido, la facción liderada por Roberto Farinacci (1892-1945) se opuso al intento de moderación. Para mantener el liderazgo, Mussolini utiliza una estratagema: transforma los escuadrones en las Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional. Posteriormente creó el Gran Consejo del Fascismo, que reunía a sus principales exponentes y que se convirtió en un factor decisivo de la vida política italiana, transformándose rápidamente en un órgano constitucional del Estado. Se modifica la ley electoral para garantizar la mayoría a la lista fascista; Los populares son expulsados del gobierno por sus posiciones públicamente antifascistas.

El 6 de abril de 1924 se celebraron nuevas elecciones políticas, caracterizadas por un clima de fuerte intimidación. Gracias a la ley electoral mayoritaria, gana la “listone”, que ve a exponentes fascistas junto a nombres de la tradición liberal. Pese a la violencia, los partidos democráticos lograron resultados importantes y la esperada normalización del escuadrismo, ahora revestido de legalidad, no se produjo.

El exponente socialista Giacomo Matteotti (1885-1924) denuncia ante la Cámara el fraude electoral y el clima de violencia en el que se desarrolló la campaña política y las propias elecciones. En su discurso, el diputado antifascista también nombra a un candidato emiliano (Antonio Piccinini, 1884-1924) que fue asesinado por los escuadrones antes de las elecciones. El objetivo de Matteotti es que la Cámara acepte investigar los métodos utilizados en las elecciones y, una vez descubiertos, invalidarlos.

Durante mucho tiempo se creyó que el único motivo del asesinato de Matteotti fue este discurso, pero la historiografía reciente (M. Canali, Il delitto Matteotti , Il Mulino, Bolonia, 1997 y 2015) ha podido proporcionar documentos que subrayan la presencia de una motivación empresarial. De hecho, parece que el diputado estaba preparando, para la sesión del 10 de junio -día en el que fue secuestrado- un dossier sobre la llamada “Convención Sinclair”, firmada en marzo anterior. El acuerdo concedió a la empresa estadounidense Sinclair Oil el monopolio de la exploración petrolífera en Italia, en condiciones desventajosas para el interés público. A cambio, la empresa había pagado una importante financiación al partido fascista. Habría sido entonces el anuncio de las revelaciones que Matteotti se disponía a hacer lo que desencadenó la intervención del escuadrón fascista.

El 10 de junio de 1924, Matteotti se dirigía a la sesión cuando fue secuestrado. Se informa de la desaparición del diputado y se inicia inmediatamente una búsqueda. La primera evidencia fue encontrada en agosto y las investigaciones posteriores condujeron al descubrimiento del cuerpo. Es 16 de agosto.

Inicialmente Mussolini atribuyó el asesinato a sus adversarios políticos, acusándolos de conspirar contra él, indignado como toda la opinión pública por el acontecimiento. El escándalo, sin embargo, está haciendo crujir al gobierno.

Mientras tanto, los grupos de la oposición, después de que el rey declarara que se sometería a la mayoría parlamentaria (fascista), abandonaron el Parlamento, exigiendo la abolición de la milicia y el restablecimiento de la legalidad. Este acontecimiento se conoce como la “Secesión del Aventino” y, aunque causó un gran revuelo, fue desapareciendo poco a poco por falta de un programa y de unas directrices unificadas. Aprovechando la crisis de la oposición, Mussolini tomó el control de la situación, también gracias al apoyo de los conservadores, de los clérigos moderados, de las milicias, de los círculos militares y de los monárquicos, que temían una vuelta a la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, con los partidos de masas como protagonistas. El gobierno entonces recobró valor, reabrió el Parlamento y, con el famoso discurso del 3 de enero de 1925 –en el que asumía la responsabilidad moral por el crimen de Matteotti–, Mussolini llevó a cabo el golpe de Estado. Ese mismo día el Duce habla en la Cámara desafiando a los partidos del Aventino, a quienes acusa de sedición, para impedirles volver a la Cámara.

Quedan así sentadas las bases del régimen autoritario.

https://www.anpi.it/libri/dai-fasci-italiani-di-combattimento-al-regime-fascista

El imperio

El asesinato de Matteotti y la asunción de responsabilidad (“moral”) por parte de Mussolini cambiaron la naturaleza del fascismo y el destino del país. Poco a poco, a partir de 1925 y sobre todo a través de las llamadas “leyes fascistas”, se fueron aumentando los poderes de la policía; Se depuran las administraciones estatales; Se elimina la libertad de prensa y de opinión mediante un endurecimiento de la censura, con la suspensión de publicaciones no alineadas. El Primer Ministro se convierte en jefe del Gobierno, y no se trata de un simple cambio de terminología: ejerce su poder respondiendo únicamente ante el Rey, que lo nombra, y ya no también ante el Parlamento. Se suprimen las elecciones administrativas y el alcalde, nombrado por el rey, toma el nombre de podestá. La monarquía parlamentaria se transforma en dictadura, y la propia ley suprema del Estado, el Estatuto Albertino, carta constitucional flexible (a diferencia de la Constitución de la República Italiana, que es “rígida”), se adapta a las necesidades del régimen.

Entre 1925 y 1926, varios atentados fallidos contra Mussolini (Tito Zaniboni, Roma, 4 de noviembre de 1925; Violet Albina Gibson, Roma, 7 de abril de 1926; Gino Lucetti, Roma, 11 de septiembre de 1926; Anteo Zamboni, Bolonia, 31 de octubre de 1926) fueron el pretexto para una violenta ola de represión que llevó a la disolución de todos los partidos, asociaciones y organizaciones democráticas, así como a la creación del Tribunal Especial para la Defensa del Estado, que juzgaría a antifascistas e intelectuales del calibre de Antonio Gramsci y Alcide De Gasperi, pero también a miles de ciudadanos responsables simplemente por haber expresado, incluso con una simple broma, cualquier forma de disenso o crítica hacia los órganos del Estado. Con el apoyo de la OVRA, la omnipresente policía política del régimen, el Tribunal Especial dictará, durante los años de su actividad (1926-1943), miles de condenas de reclusión y residencia forzada, mientras numerosas personalidades de la vida política y cultural italiana se ven obligadas a abandonar el país y refugiarse en países como Francia, donde no siempre estarán a salvo.

El fascismo invade todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos italianos, desde la política –de la que no es aconsejable hablar en público– hasta la economía, desde la cultura hasta la educación y el tiempo libre. El régimen pretende formar a sus súbditos, desde temprana edad, en un sentido fascista y militarista, interviniendo en todos los ámbitos de su vida cotidiana. La alianza con la Iglesia es esencial: los Pactos de Letrán, firmados en 1929, pusieron fin a la antiquísima “cuestión romana” (nacida en 1861 con la proclamación del Reino de Italia, al que le faltaban, sin embargo, la capital natural, Roma, así como los territorios del entonces Estado Pontificio, y también en lo que se refiere a la permanente oposición católica al proceso del Risorgimento. La “cuestión romana” se agravó significativamente en 1870, con la toma de Roma por el ejército italiano y, en 1871, la proclamación de la ciudad eterna como capital del Reino de Italia) y reconocieron al Vaticano como Estado independiente y soberano, sancionando, entre otras cosas, la reintroducción de la enseñanza de la religión católica en las escuelas.

Los Pactos de Letrán fueron un éxito importante para el fascismo y garantizaron a Mussolini y a su régimen años de consenso y estima incluso fuera de las fronteras nacionales, al menos hasta 1935-1936.

En el plano interno, el programa de política agrícola se inició en 1923, incluyendo amplias medidas de recuperación de tierras destinadas a aumentar la producción. En 1933 se fundó el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI), con el objetivo de salvar del colapso a las empresas italianas afectadas por la crisis económica de 1929, aumentando eficazmente la intervención y la interferencia del Estado en las políticas industriales. Un uso cuidadoso y con visión de futuro de la propaganda, que difunde una idea paternalista del fascismo, promueve una imagen benévola de lo que hoy es el Duce, el líder del pueblo y de la nación.

El reconocimiento del mundo político europeo, y especialmente de Gran Bretaña y Francia, fascinados por el método de toma de decisiones de Mussolini y su demostrada capacidad de regimentación, obviamente en detrimento de las garantías y libertades democráticas, confirió al líder italiano el papel de mediador entre estos estados y la Alemania de Hitler a principios de los años 1930.

Adolf Hitler (1889-1945) se convirtió en canciller alemán en 1933; Su plan político incluía, en primer lugar, la redención de Alemania de las humillantes condiciones impuestas por el Tratado de Paz de Versalles, firmado al final de la Primera Guerra Mundial.

La agresión italiana contra Etiopía en 1935 acercó a Mussolini y Hitler. Condenada por la Sociedad de Naciones y sometida a duras sanciones económicas, la Italia fascista recibió el apoyo de Alemania y reaccionó fomentando la opinión pública interna contra Francia e Inglaterra. La autarquía en los campos económico y cultural y la exacerbación del nacionalismo son dos de las respuestas fascistas inmediatas pero duraderas al aislamiento del país. En el frente interno, el régimen disfrutó de uno de sus momentos de consenso más significativos durante ese período.

La empresa etíope, llevada a cabo mediante métodos y sistemas de guerra a menudo criminales, terminó victoriosamente en 1936. Así nació el Imperio y, al mismo tiempo, comenzó la crisis de la Sociedad de Naciones. Para la Italia fascista, la de Etiopía fue sólo la primera de muchas aventuras bélicas dramáticas.

Las guerras coloniales

El mismo día de la marcha sobre Roma, Rodolfo Graziani (1882-1955) se movilizó contra Yefren, en el interior de Trípoli (A. Del Boca, Gli italiani in Libia, Milán, Mondadori, 1994, vol. II, p. 6). Se trató de una operación, impulsada por el ministro de las Colonias, el liberal Giovanni Amendola (1882-1926), encaminada a la pacificación de Tripolitania y Cirenaica (Libia como tal nació sólo en 1934) donde, tras la conquista italiana en 1912, en los años de la Primera Guerra Mundial y en los años siguientes, el movimiento guerrillero independentista recuperó espacio y poder. La fase iniciada en 1922 demuestra cómo la transición entre el Estado liberal y el fascismo se produjo, en términos de política colonial, sin cambios particularmente radicales, en un marco de continuidad sustancial, una continuidad que sería subrayada por el propio Graziani muchos años después: "Serví, pues, a la Patria, en el régimen liberal, con el mismo ardor con el que continué sirviéndola después en el Régimen Fascista" (R. Graziani, Ho difeso la patria, Milán, Garzanti, 1948, p. 32).

En realidad, cuando llegó al poder, Mussolini aún no había elaborado con precisión su propia idea de política colonial y durante algunos años la ausencia de un proyecto original no determinaría ninguna innovación auténtica respecto a la política colonial de la democracia de la era liberal.

La situación está cambiando rápidamente. Una vez superada la crisis del asesinato de Matteotti y establecido el régimen, la política exterior pudo delinearse con mayor precisión. La primera ocasión fue el viaje a Tripolitania en abril de 1926 cuando, por ejemplo, frente a la multitud que llenaba el teatro Miramare de Trípoli, Mussolini proclamó que "tenemos hambre de tierra porque somos prolíficos y queremos seguir siendo prolíficos" (citado en A. Del Boca, Gli italiani in Libia, cit., p. 85). El discurso suscita expectativas y fuertes emociones en Italia: Turquía parece ser el primer objetivo, mientras que, en realidad, no figura en los planes del Duce, que por el momento son pura propaganda.

El verdadero punto de inflexión se produjo entre 1928 y 1929, con el nombramiento de Pietro Badoglio (1871-1956) como gobernador de Tripolitania y Cirenaica. Mientras Graziani ocupaba la región de Fezzan, que hasta entonces no había estado incluida en los dominios italianos, Badoglio desató la represión en Cirenaica, con la deportación y el encarcelamiento de la población en campos de concentración. Entre 1911 y 1931, la guerra, la represión y las enfermedades contraídas en los campos de concentración exterminaron al menos a 40.000 habitantes de Cirenaica (A. Del Boca, Gli italiani in Libia, cit., p. 183). Una de las víctimas de la represión fue Omar el Muktar (1861-1931), de setenta años, legendario líder de la resistencia libia, ahorcado frente a veinte mil deportados en septiembre de 1931.

A principios de la década de 1930, la estrategia colonial fascista también incluyó la ocupación completa de Etiopía. El ministro de Asuntos Exteriores, Dino Grandi (1895-1988), considerado demasiado disponible hacia Francia, fue destituido y con el interinato de Mussolini se inició un nuevo rumbo para la diplomacia italiana.

La maquinaria de propaganda del régimen, antes incluso que la militar, se puso en marcha centrándose en las generaciones más jóvenes y en la política demográfica, orientada a alcanzar el objetivo de los "60 millones de habitantes" sin los cuales, como declaró Mussolini en 1927 en el llamado "discurso de la ascensión", no había imperio sino que se corría el riesgo de convertirse en una colonia ajena. La emigración a terceros países fue progresivamente obstaculizada y las colonias se convirtieron, en la propaganda del régimen, junto con las zonas rurales del interior (pensemos, por ejemplo, en el Agro Pontino), en la tierra prometida destinada a los emigrantes italianos.

El Imperio nació en 1936, después de la conquista de Etiopía. También en este país, el imperialismo italiano tendrá la oportunidad de demostrar su naturaleza cruda y brutal, y al mismo tiempo amateur e improvisado.

Guerras coloniales: Libia

Nacida como tal recién en 1934, la Libia italiana, compuesta por las dos provincias de Tripolitania y Cirenaica (pero no de Fezzan, una región desértica al sur de Tripolitania), es un territorio conquistado durante la guerra de 1911-12 contra el Imperio otomano, y cuya posesión italiana fue ratificada por el Tratado de Lausana en 1912. Inmediatamente se inició una lucha de resistencia contra la nueva dominación que, durante la Primera Guerra Mundial, desembocó en episodios de insurrección abierta. El segundo Tratado de Lausana confirmó la posesión italiana de Tripolitania y Cirenaica, pero los movimientos guerrilleros que aspiraban a la independencia siguieron activos en ambas regiones.

Los esfuerzos para llevar la paz a los territorios bajo control italiano comenzaron en el año en que el fascismo tomó el poder, 1922. Los acuerdos alcanzados en los años anteriores, que habían concedido a las poblaciones locales algunos márgenes de autonomía y órganos representativos (República de Trípoli, 1918-1922; Parlamento de Cirenaica, 1920-1923), fueron declarados nulos y los gobernadores de las dos regiones (en particular, los de Tripolitania: Giuseppe Volpi, 1921-1925, Emilio De Bono, 1925-1929, Pietro Badoglio, 1929-1933, pero para la Cirenaica no hay que olvidar el papel del vicegobernador Rodolfo Graziani, 1930-1934) se dedicaron a la llamada "reconquista" del territorio que, con la gobernación de Italo Balbo, se convertiría en Libia.

Al igual que las de Cirenaica, algunas tribus tripolitanas también estaban confinadas en zonas restringidas; Parte de sus tierras son confiscadas. A principios de 1930, después de casi veinte años de guerra endémica, se concluyó la reconquista de Tripolitania, mientras al este, en Cirenaica, aún estaba en curso una fuerte rebelión.

“Libia”, escribió Manlio Dinucci en “Il Manifesto” el 12 de junio de 2009, durante la visita de Gadafi a Roma, “fue para la aviación de Mussolini lo que Guernica en España fue para la Luftwaffe de Hitler: el campo de pruebas de las armas y técnicas de guerra más letales”. Entre estas armas y técnicas mortíferas, el ametrallamiento y bombardeo indiscriminado de la población con explosivos químicos, el infame gas mostaza, prohibido por un protocolo de la Convención de Ginebra pero ampliamente utilizado después por los italianos también en Etiopía.

En las memorias Ali sul deserto , publicadas en 1933 con prólogo de Italo Balbo, el aviador Vincenzo Biani relata una de estas hazañas “heroicas”: “Las tripulaciones, navegando a pocos metros sobre el suelo, pudieron seguir las huellas de los fugitivos y finalmente encontraron debajo de ellos un enjambre de gente en ebullición; hombres, mujeres, camellos, rebaños; con esa promiscuidad tumultuosa que solo se encuentra en masas bajo la pesadilla de un cataclismo; una multitud que no tenía forma, como el miedo y la desesperación de la que era presa; y sobre ella llovió, con chorros de acero al rojo vivo, el castigo que merecía. Cuando se agotaron las bombas, los aviones descendieron más bajo para probar las ametralladoras. Funcionaron muy bien. Nadie quería ser el primero en irse, porque todos habían adquirido el gusto por ese juego nuevo y muy divertido. Y cuando finalmente regresamos a Sirte, el bautismo de fuego se celebró con varias botellas de vino espumoso" (V. Biani, Alas sobre el desierto , Florencia, Bemporad, 1933, p. 25).

Cirenaica

Cirenaica, presa de los italianos desde la década de 1910, es la zona más rica de Libia. En particular, la meseta de Gebel, gracias a la presencia de lluvias constantes, ofrece mayores posibilidades de cultivo y cría que el resto del país. En la época de la intervención de la Italia fascista en la zona, la vida de las poblaciones seminómadas de religión musulmana estaba regulada por la Sanūsiyya, una hermandad político-religiosa nacida en el siglo XIX. Dividida en numerosas "zauie" periféricas, la Sanūsiyya regula el comercio, el pago de diezmos y la actividad administrativa y judicial. El carácter profundamente arraigado de los Sanūsiyya hizo que en Cirenaica la rebelión contra la colonización italiana fuera más extendida y difícil de derrotar, ya que estaba “camuflada” en el territorio y apoyada por la población.

En enero de 1930, el mariscal Rodolfo Graziani (1882-1955) fue nombrado vicegobernador de Cirenaica y apoyó al gobernador Pietro Badoglio (1871-1956) en la implementación de la "fase final" de la represión de la resistencia antiitaliana, dirigida por Omar al-Mukhtar (1861-1931).

Comienza una guerra sin cuartel. Los italianos implementan un plan para deportar a las tribus seminómadas que apoyan a los rebeldes; cuelgan a los líderes rebeldes capturados; proceden a la destrucción y confiscación de miembros de la guerrilla y sus familias; establecer tribunales que puedan condenar a muerte a personas por posesión de armas de fuego o por pagar tributo a los rebeldes; Utilizan bombas químicas, como lo demuestra un despacho fechado el 10 de enero de 1930 desde Badoglio y dirigido al vicegobernador Siciliani: "Recuerde -escribe el mariscal gobernador- que para Omar al-Mukhtar son necesarias dos cosas: en primer lugar, un excelente servicio de inteligencia; en segundo lugar, una buena sorpresa con la aviación y bombas de gas mostaza. Espero que estas bombas le sean enviadas lo antes posible" (cit. en A. Del Boca, Gli italiani in Libia , Milán, Mondadori, 1994, vol. II, p. 163).

El uso de gas contra los rebeldes no es un incidente aislado, sino parte de un plan preciso y sistemático. La pacificación de Cirenaica duró unos dos años y terminó con un impresionante número de víctimas entre la población.

La resistencia antiitaliana fue derrotada hacia finales de 1931, cuando se encontró aislada de la población que la apoyaba y perseguida por la aviación. En enero cae Kufra, la ciudad santa de los senussi, y en septiembre Omar al-Mukhtar es capturado, condenado a muerte y ahorcado en la plaza pública. En resumen, lo que queda de la resistencia se ve obligado a rendirse.

Marchas – La Tribu de Auaghir

Sólo de una tribu, la de los Auaghir, conocemos, gracias a los estudios de Angelo Del Boca, los detalles del calvario de la deportación.

El 27 de junio de 1930, la tribu se vio obligada a abandonar el territorio que habitaba y fue enviada al campamento temporal de Driana, a unos cincuenta kilómetros de distancia. La marcha se reanudará el siguiente 4 de julio. Miles de Auaghir, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, seguidos de cientos y cientos de cabezas de ganado, caminan durante unos 200 kilómetros, a través de territorios desérticos. La marcha dura doce días y finaliza en Ghemines, para reanudarse poco después, durante otros cien kilómetros, con el infame campamento de Soluch como destino final. Los Auaghir permanecerán en este campamento durante tres años.

En cuanto a la marcha de Auaghir, el informe del comisario italiano en Bengasi afirma: "No se permitía ningún retraso durante las etapas. Todo aquel que se demoraba era fusilado inmediatamente. Esta medida draconiana se tomó por necesidad, ya que las poblaciones se resistían a abandonar sus tierras y sus posesiones. Incluso el ganado que, debido a su condición física, no podía continuar la marcha, era sacrificado inmediatamente [...]".

(citas e información tomadas de A. Del Boca, Gli italiani in Libia , Milán, Mondadori, 1994, vol. II, p. 181)

Deportaciones coloniales

En junio de 1930, para privar a los rebeldes de todo apoyo de la población, los mariscales Graziani y Badoglio decidieron crear campos de concentración para albergar a las poblaciones nómadas y seminómadas del Gebel que habían apoyado la resistencia antiitaliana. La deportación a los campos no sólo rompe todos los vínculos entre la población y los rebeldes, sino que también elimina cualquier posibilidad de autosubsistencia para las comunidades. En seis campos principales y en algunas estructuras más pequeñas, y en lugares totalmente inhóspitos como Sirtica, fueron deportadas aproximadamente 100.000 personas, después de largas marchas forzadas (A. Del Boca, Gli italiani in Libia , Milán, Mondadori, 1994, vol. II, p. 182), con todas sus posesiones y sus rebaños (aproximadamente un millón de animales). Se ven obligados a vivir en zonas restringidas, al borde de la supervivencia, como dice Reth Belgassem: "Nos daban poco para comer. Teníamos que intentar sobrevivir con un puñado de arroz o harina y a menudo estábamos demasiado cansados para trabajar". La violencia es cotidiana: "Recuerdo la miseria y las palizas. Cada día alguien recibía su parte de palizas. Y para comer recuerdo que sólo me quedaba un trozo de pan duro de ciento cincuenta o doscientos gramos como máximo, que debía durarme todo el día" (testimonio de Mohammed Bechir Seium, citado, como el de Belgassem, por E. Salerno, Genocidio en Libia , Milán, Sugarco, 1979, pp. 99 y 90).

Las condiciones de salud, por ejemplo, son dramáticas. En Soluch, los veinte mil internados sólo tienen a su disposición un médico, que debe cuidar también de los trece mil internos del campo de Sidi Ahmed el Magrun (A. Del Boca, Gli italiani in Libia , cit., vol. II, p. 185). En poco tiempo se produjeron epidemias de tifus que no pudieron ser controladas debido a la absoluta falta de medicamentos, personal y equipos. En el campo de Soluch, activo entre octubre de 1930 y mayo de 1933, murieron aproximadamente 5.500 internados, lo que equivale al 27,5% de la población penitenciaria; En el campo de Sidi Ahmed el Magrun, inaugurado en septiembre de 1930 y cerrado en octubre tres años más tarde, murieron 4.500 personas, es decir el 34,4% de los internados (datos tomados de http://www.campifascisti.it/index.php y G. Ottolenghi, Gli Italiani e il colonialismo. I campi di attesa italiani in Africa , Milán, Sugarco, 1997). Entre 1930 y 1931 murió el 90-95% del ganado (G. Rochat, La represión de la resistencia en Cirenaica en 1930-31, en los documentos del archivo Graziani , “El movimiento de liberación en Italia”, 110, 1973).

La población de Gebel, confinada en los campos, se convierte también en una reserva de mano de obra de bajo coste para utilizar en obras públicas, especialmente carreteras.

En una carta a Graziani (20 de junio de 1930), Badoglio escribe: "Ante todo, es necesario crear una separación territorial amplia y bien definida entre los grupos rebeldes y la población sometida. No me oculto el alcance y la gravedad de esta medida que significará la ruina de la población así llamada sometida. Pero a estas alturas el camino está trazado para nosotros y debemos recorrerlo hasta el final, incluso si pereciera toda la población de Cirenaica" (cit. en G. Rochat, La repressione…, cit.).

Además, para privar a los rebeldes de la ayuda que llegaba de Egipto, donde se habían refugiado miles de libios, se prohibió a las poblaciones de Cirenaica cualquier tipo de comercio con ese país y, para ello, en 1931 se erigió una barrera de alambre de púas a lo largo de los 270 kilómetros entre el puerto de Bardia y el oasis de Giarabub, cuyo recorrido estaba controlado por fortificaciones terrestres y reconocimiento aéreo.

Es un auténtico reino del terror: miles de ejecuciones, pueblos saqueados o sometidos al hambre, brutales represalias contra las comunidades beduinas son los instrumentos de la ocupación italiana de los territorios.

Tripolitania

Conquistada por los italianos en 1911-12 junto con la Cirenaica, esta parte del territorio libio fue confiada, además de a varios personajes secundarios, al general Giovanni Ameglio (1854-1921) y posteriormente, en la transición entre la crisis del Estado liberal y el advenimiento del fascismo, al financiero Giuseppe Volpi, quien se ocupó, como escribirá Badoglio, de la verdadera "colonización de Tripolitania" (cit. en A. Del Boca, Gli italiani in Libia , Milán, Mondadori, 1994, vol. I, p. 259). Así comenzó la llamada "reconquista" de una región que, como la vecina Cirenaica, permanecía rebelde y rebelde a la dominación italiana. La pacificación de Tripolitania, durante los años de Volpi (1921-1925), De Bono (1925-1929) y Badoglio (1929-1933), fue más rápida que la de Cirenaica, pero esto no significó que las poblaciones locales no pagaran las consecuencias de una ocupación colonial violenta que no respetó los territorios ni las personas que los habitaban. Incluso algunas tribus tripolitanas, como las cirenaicas, están sometidas a medidas de confinamiento y confiscación de tierras. En 1930 se puede considerar concluida la reconquista de Tripolitania.

Guerras coloniales: África Oriental Italiana

Lo que en 1936, tras la conquista de Etiopía, tomó el nombre de África Oriental Italiana, reunió en una única entidad al imperio etíope, la Somalia italiana y Eritrea. La presencia italiana en la zona del Cuerno de África se remonta a finales del siglo XIX cuando, tras una fase inicial de penetración comercial, la Italia liberal logró establecerse en Eritrea, donde creó una colonia reconocida oficialmente en 1889 mediante el Tratado de Uccialli. Este tratado, estipulado entre el Reino de Italia y el Imperio de Etiopía, y sobre todo la diferente interpretación que le dieron los dos contratantes, es una de las causas de la guerra de Abisinia, que terminó en 1896 con la derrota de Italia. Este último, mientras tanto, también ha dirigido su atención hacia Somalia. En febrero de 1889, después de una serie de iniciativas de penetración comercial y militar, una parte importante del territorio del sur de Somalia se convirtió en un protectorado italiano. La Guerra de Etiopía (Segunda Guerra de Abisinia) de 1935-1936 y la conquista de Addis Abeba completan el cuadro. Con la proclamación del Imperio, la AOI fue confiada a algunos virreyes, que tenían el título de “Virrey de Etiopía”: el mariscal Pietro Badoglio de mayo a septiembre de 1936; Mariscal Rodolfo Graziani desde junio de 1936 a octubre de 1937; Amadeo de Saboya-Aosta desde octubre de 1937 hasta el 19 de mayo de 1941 (el duque cae prisionero de los británicos); General Pietro Gazzera de mayo a julio de 1941; General Guglielmo Nasi, de julio a noviembre de 1941. La Segunda Guerra Mundial determinó, ya en noviembre de 1941, el fin de la dominación italiana sobre la zona.

Abisinia (Etiopía)

Dirigida contra el único Estado efectivamente soberano (con la excepción de la pequeña Liberia) del continente africano, la agresión italiana contra Abisinia, hoy Etiopía, fue la última guerra de conquista colonial realizada por una nación europea. El régimen fascista celebró su triunfo político y la apoteosis de su vocación imperial: si de hecho parecía seguir caminos ya recorridos por el imperialismo italiano anterior, con una justificación ideológica que repetía los viejos temas del "lugar en el sol" para la "nación proletaria", para la guerra de Etiopía el fascismo preparó un despliegue de fuerzas nunca antes desplegado en ninguna guerra colonial, una demostración de fuerza - que condujo a la plena movilización de todas las energías nacionales, como no se habría logrado ni siquiera durante la prueba mucho más exigente de la Segunda Guerra Mundial - que coincidió con un sustancial desprecio por las consecuencias de la agresión sobre las relaciones internacionales. La idea de la empresa se remonta a 1932, y coincide con una lenta penetración comercial; La decisión final se tomó en diciembre de 1934, en vísperas del acuerdo con Francia que, a principios del año siguiente, se declaró desinteresada en la cuestión, dando esencialmente su aprobación a la iniciativa italiana en territorio etíope (acuerdo Mussolini-Laval, 7 de enero de 1935). En enero de 1935, Emilio De Bono (1866-1944), ex gobernador de Tripolitania y Ministro de las Colonias, fue nombrado Alto Comisionado para África Oriental con el mandato específico de preparar la guerra. El régimen lanzó una intensa campaña de propaganda, basada en los motivos de la "misión civilizadora" de Italia y la necesidad de proporcionar tierra y trabajo a los agricultores italianos. En comparación con otras empresas coloniales italianas, la guerra en Etiopía fue preparada con una preparación política, militar y psicológica mucho más cuidadosa, en la que la organización del consenso se hizo esencial e involucró no sólo al aparato estatal sino a toda la población. La guerra, aunque menos rápida de lo esperado, resultó un éxito total también desde el punto de vista militar gracias a un empleo extraordinario de hombres y recursos.

La Sociedad de Naciones, de la que eran miembros tanto Italia como Etiopía, fracasó en su arbitraje y sólo pudo limitarse, en noviembre de 1935, a imponer ciertas sanciones al país agresor, que prohibían las importaciones desde Italia y las exportaciones a ese país de ciertos bienes considerados necesarios para la continuación del conflicto. Las sanciones, además de no incluir bienes primarios como el petróleo, el acero y el carbón (G. Federico, Sanzioni , en Dizionario del fascismo, editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003, v. 2, p. 590) serán explotadas por Italia con fines propagandísticos, especialmente en lo que respecta al frente interno, y darán lugar, a partir de mayo de 1936, a la política autárquica, que desde entonces ha sido la base de la estrategia económica del fascismo italiano. Las sanciones, abolidas en julio de 1936, no tuvieron efectos sustanciales sobre la guerra italiana, tanto porque no afectaban a Estados Unidos y Alemania, que estaban fuera de la Sociedad de Naciones, como porque los países que las habían firmado las respetaron sólo en parte, continuando vendiendo a Italia materiales de todo tipo, e incluso armas.

En el frente, el mando militar italiano no escatimó esfuerzos para dar a las operaciones un carácter de guerra total, pidiendo y obteniendo de Mussolini libertad de acción para el uso de armas químicas y gases. Los costes, humanos y materiales, de esta aventura son altísimos. La guerra terrorista, realizada también con bombardeos indiscriminados, y la superioridad militar desgastaron decisivamente la resistencia etíope, provocando el colapso del ejército abisinio y abriendo el camino a las fuerzas italianas hacia Addis Abeba, ocupada por el mariscal Badoglio el 5 de mayo de 1936. Cuatro días después se proclamó el Imperio. La ocupación de Addis Abeba suscita en Italia un entusiasmo sin precedentes, involucrando a gran parte de la población. El régimen alcanza el punto más alto de consenso dentro de la sociedad nacional. En su discurso de proclamación del imperio, el 9 de mayo de 1936, Mussolini proclamó que "el título de Emperador es asumido para él y sus sucesores por el Rey de Italia", pero también subrayó que el nuevo imperio era una creación completamente fascista "porque lleva los signos indestructibles de la voluntad y el poder del Littorio romano" (véase http://www.polyarchy.org/basta/documenti/impero.1936.html ).

Es el triunfo, pero también el inicio de la crisis: la guerra en Etiopía cambia radicalmente la posición internacional de Italia y con ello el marco diplomático europeo, que empieza a estar marcado por la inestabilidad que lo caracterizará hasta la Segunda Guerra Mundial. La guerra de Abisinia desencadena un proceso de guerras locales, actos unilaterales de fuerza y anexiones de territorios que inevitablemente conducirán al conflicto. Y es la Italia fascista la que pone en marcha este proceso, aunque pronto otros protagonistas dirigirán y promoverán su desarrollo.

Los costos de la guerra de Etiopía

El primer informe oficial de las pérdidas italianas en la guerra de Etiopía fue publicado en 1938 por el Honorable Giuseppe Giardina. El número de muertos en el ejército fue de 2.317, el de la milicia 1.165, mientras que la fuerza aérea y la marina registraron 193 y 56 bajas respectivamente. A estas cifras hay que añadir las 78 víctimas (en realidad 85) del astillero de Gondrand, una masacre de obreros italianos y eritreos ocurrida el 13 de febrero de 1936, para un total de 3.809 muertos. Según Del Boca, a ellos se suman 88 marinos mercantes caídos y 453 trabajadores fallecidos por enfermedades u otras causas. Según el estudioso, que recoge los datos de Giardina, la estimación –no definitiva debido al carácter contradictorio de los datos documentados– es por tanto de al menos 4.350 víctimas italianas y el doble del número de heridos.

El coste financiero de la guerra tampoco es fácil de calcular. El ministro de Finanzas, Thaon di Revel, lo cuantifica, ya en 1936, en 12.111 millones de liras para el envío real. A este gasto hay que añadir los costes de movilización y entrenamiento de las tropas; el coste del fortalecimiento, tanto en términos de hombres como de material, de las unidades de apoyo presentes en Libia y en las islas del Egeo; la carga logística de la campaña apoyada por Eritrea y Somalia; los gastos relativos al personal civil, la contratación de mano de obra, el transporte de trabajadores, las obras públicas y el peaje del Canal de Suez. Basándose en los datos contenidos en el archivo de Thaon di Revel, Del Boca llega a la cifra global de 40 mil millones de liras.

Si es difícil evaluar los costes para Italia, es casi imposible hacerlo para Etiopía, tanto por la escasez de documentos como por su dudosa fiabilidad. Las estimaciones italianas hablan de entre 40 y 50 mil hombres perdidos por los abisinios en el frente norte y entre 15 y 20 mil en el frente sur. Sin embargo, fuentes etíopes hablan de una cifra mucho mayor: 275.000 muertos, incluidos civiles.

El coste material de la guerra, según un documento oficial etíope, es de 26.813.155 libras. A esta cifra se suma el ganado destruido, valorado en 44 millones de libras. Se perdieron 5 millones de bueyes, 7 millones de ovejas, 1 millón de caballos y mulas y 700 mil camellos. El coste de las 2.000 iglesias quemadas y los libros y pinturas perdidos se estima en 2 millones de libras y el coste de las 525.000 casas y chozas destruidas en 10,5 millones de libras.

(Los datos e información de esta ficha están tomados de A. Del Boca, Gli italiani in Africa Orientale. La conquista dell'Impero, Milán, Mondadori, 1992).

La política del terror en Etiopía

A pesar de lo que afirma la propaganda del régimen, en Adís Abeba, tras la victoria italiana, la vida no ha vuelto a su ritmo normal. Más de la mitad de la población no ha regresado a la ciudad y permanece acampada en las colinas circundantes, mientras los soldados aislados son atacados por la noche por partisanos etíopes. El 12 de mayo de 1936, Badoglio decidió dar una demostración de fuerza organizando una impresionante revista militar, pero ese mismo día, en Macfùd, a pocos pasos de la capital, un convoy de la fuerza aérea fue atacado y destruido por partisanos. Cuando Mussolini pidió proceder a marchas forzadas para ocupar territorio etíope, un Badoglio avergonzado respondió que estaba prácticamente bloqueado en Addis Abeba, ya que el camino a Asmara estaba intransitable debido al mal tiempo y a los ataques de la guerrilla. El mariscal informa también que los alrededores de la capital también son atacados con frecuencia por los rebeldes. Los soldados italianos que custodian Addis Abeba están de hecho rodeados por decenas de miles de soldados etíopes, desorganizados, sin comandantes, pero armados y recuperables como fuerza militar por cualquiera que quiera incitarlos a rebelarse contra los ocupantes. Casi dos tercios del país todavía están bajo el control de los jefes y funcionarios del Negus, por lo que la dominación italiana es más nominal que real.

Sólo los líderes viejos y desacreditados se someten, mientras Mussolini llama a la eliminación de los jóvenes nacionalistas e intelectuales capaces de liderar la revuelta. El Duce ordena fusilar sumariamente a los "llamados jóvenes etíopes". Badoglio captura a una de las líderes del movimiento, Kidanè Miriam, que ni siquiera será juzgada: desaparecerá, probablemente catapultada desde un avión en pleno vuelo. Graziani, seguramente más rápido que Badoglio, se encargará más tarde de eliminar al grupo líder de los rebeldes.

El 26 de mayo, Badoglio abandonó Addis Abeba por propia petición y el mando fue asumido por el nuevo mariscal Rodolfo Graziani, quien inmediatamente tomó nota de una situación decididamente desfavorable. Los soldados sólo disponen de cien balas por fusil, la munición para los cañones es escasa, la gasolina es casi nula y hay pocos alimentos disponibles para varios días. La situación empeora y en los primeros diez días de junio se multiplican los rumores de un inminente golpe rebelde en Addis Abeba.

Mussolini, convencido de que la conquista completa del territorio etíope era imposible en un futuro inmediato, ordenó concentrarse en la represión de las guerrillas: "Todos los rebeldes hechos prisioneros deben ser fusilados", ordenó en un telegrama fechado el 5 de junio de 1936. Y de nuevo, tres días después, escribió a Graziani: "Para acabar con los rebeldes, utilizad el gas". Finalmente, en un crescendo imparable, comunica: "Autorizo nuevamente a Vuestra Excelencia a iniciar y conducir sistemáticamente la política de terror y exterminio contra las poblaciones rebeldes y cómplices". No hace falta preguntarle dos veces a Graziani: estamos en el comienzo de las masacres, de la «liquidación generalizada de la intelectualidad etíope, de la apertura de nuevos campos de concentración, de la caza de sacerdotes coptos e incluso de adivinos» (A. Del Boca, Gli italiani in Africa Orientale. La conquista dell'Impero, Milán, Mondadori, 1992, p. 736). Tal como lo solicitó Roma, se instaura un régimen de terror.

(Los datos e información de esta ficha están tomados de A. Del Boca, Gli italiani in Africa Orientale. La conquista dell'Impero, Milán, Mondadori, 1992).

Somalia

Protectorado desde 1889, Somalia se convirtió en colonia italiana en 1908, después de que el gobierno italiano decidiera en abril de 1905 asumir la responsabilidad directa de la colonia de Benadir (que recibió el nombre de Somalia), hasta entonces en manos de una empresa comercial italiana, acusada, entre otras cosas, de complicidad o responsabilidad directa en el tráfico de esclavos. De 1904 a 1924, Mohamed ben Abdalla Hassan, llamado por los ingleses Mad Mullah (el santo loco, 1856-1920), dirigió la guerra de guerrillas anticolonial, manteniendo bajo control a los distintos ejércitos presentes en la zona (francés, inglés, etíope e italiano). Se trata de la revuelta de los Bimal (el nombre de la principal tribu somalí implicada), que está siendo duramente reprimida con la ayuda de tropas askari.

Cuando en 1923 llegó a Somalia el nuevo gobernador, Cesare Maria De Vecchi (1884-1959), sólo la parte sur de la colonia estaba controlada directamente por Roma, mientras que los sultanatos del norte estaban sujetos a un protectorado sin ninguna autoridad concreta. Entre 1925 y 1927, el gobernador llevó a cabo una serie de costosas campañas para lograr la obediencia del Norte. De Vecchi recurre a métodos autoritarios que a menudo acaban en auténticas masacres.

Desde finales de la década de 1920, gran parte de la tierra más fértil del territorio somalí ha sido asignada a colonos italianos. En 1935, la fundación de la Royal Banana Monopoly Company (RAMB) favoreció el desarrollo de plantaciones que explotaban a trabajadores nativos obligados a trabajar, sistemáticamente privados de comida y castigados con castigos corporales y prisión si no alcanzaban los parámetros de rendimiento exigidos por los amos italianos. En resumen, es la explotación del trabajo esclavo.

(Los datos e información de esta ficha proceden en su mayor parte de A. Del Boca, Gli italiani in Africa Orientale. La conquista dell'Impero , Milán, Mondadori, 1992).

Eritrea

Como en otros territorios del Cuerno de África, también en Eritrea la colonización italiana comenzó, a finales del siglo XIX, a partir de iniciativas comerciales, que rápidamente se materializaron también desde el punto de vista político. En 1889, el Tratado de Wuchale entre el Reino de Italia y el Imperio de Etiopía reconoció oficialmente a Eritrea como colonia italiana, pero este tratado fue poco después denunciado por el contratista etíope y derogado, además de reemplazado, por el Tratado de Addis Abeba de 1896, que reconocía la independencia de Etiopía pero al mismo tiempo también la presencia italiana en Eritrea. La colonia eritrea, a la que a lo largo del tiempo se envió un número importante de colonos, se utilizó como base logística para la guerra de Etiopía. Con la conquista de Adís Abeba, Eritrea pasó a formar parte del África Oriental Italiana y siguió su destino durante la Segunda Guerra Mundial.

Albania

En la primavera de 1939, en una fase de importantes cambios políticos y territoriales dentro del continente europeo, Italia invadió el Reino de Albania, sobre el que había ejercido, durante casi quince años, una influencia indirecta basada en acuerdos financieros, comerciales y políticos. El “Cuerpo Expedicionario de Ultramar de Tirana” desembarcó en la costa albanesa en abril de ese año y en cinco días el país estaba en manos italianas. Tras abolir la Constitución albanesa, el nuevo gobierno ofreció la corona a Víctor Manuel III, que también se convirtió en rey de Albania, mientras que el monarca Zog I abandonó el país el mismo día de la invasión italiana. Confiada a un lugarteniente del rey, Albania está controlada directamente por Roma, a través de una subsecretaría de Estado para Asuntos Albaneses, la Unión Italo-Albanesa –que fusiona las fuerzas armadas de los dos países y las pone obviamente bajo control italiano–, el partido fascista albanés y la milicia. El Estado balcánico pierde cualquier forma de autonomía en política exterior e interior: es Italia, de hecho, la que determina "las relaciones del Reino de Albania con los demás Estados, [...] las obras públicas sobre el terreno, [...] la política de desarrollo económico" (S. Trani, Albania, anexión de los Balcanes, en Dizionario del fascismo, editado por V. de Grazia y S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003, vol. I, p. 28). La unión política y económica conduce a una completa fascistización del Estado y de la vida cotidiana de los súbditos albaneses, quienes pronto desarrollan un generalizado sentimiento antiitaliano. Después del armisticio del 8 de septiembre de 1943, los civiles y soldados italianos se encontraron en una situación de aislamiento, lo que llevó a muchos a caer en manos alemanas. Sin embargo, una minoría de soldados italianos logró colaborar con las fuerzas partisanas locales y crear formaciones de combate reconocidas. El Tratado de Paz de 1947 estableció la independencia de Albania y la renuncia italiana a cualquier tipo de reclamación sobre el territorio.

Dodecaneso

Perteneciente al Imperio Otomano y ocupada por Italia en 1912, durante la guerra de Libia, el Dodecaneso (Espóradas del Sur) pasó a ser oficialmente posesión italiana de las islas del Egeo con el segundo Tratado de Lausana (1923). Esta posesión, que tiene como capital Rodas y depende del Ministerio de Asuntos Exteriores y no del Ministerio de las Colonias, está asignada a algunos gobernadores civiles, entre ellos Mario Lago (1922-1936) y Cesare Maria De Vecchi (1936-1940). Es sobre todo durante el periodo De Vecchi cuando el fascismo llega al Dodecaneso: el cuadrumviro suprime las autonomías, incluidas las jurídicas, de las comunidades locales; Italianiza las escuelas y hace ilegal hablar griego en público. Todo esto provoca el descontento de la mayoría ortodoxa, con sentimientos prohelénicos, hacia los italianos. En 1938, las leyes raciales italianas se extendieron a la posesión, donde hasta entonces, las comunidades ortodoxa, católica, musulmana y judía habían coexistido pacíficamente y sobre la base de una profunda integración. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Dodecaneso fue asignado a gobernadores militares (Ettore Bastico, diciembre de 1940-julio de 1941; Inigo Campioni, julio de 1941-septiembre de 1943); También fueron enviadas allí numerosas tropas que, con el armisticio del 8 de septiembre de 1943, acabaron en su mayoría prisioneras de los alemanes, después de haber intentado, en algunos casos (Kos, Leros), resistir junto a los ingleses. La comunidad judía, presente en Rodas y Kos, fue deportada en su totalidad en el verano de 1944 y desapareció en el infierno de los campos de exterminio.

El régimen

Tras la crisis provocada por el crimen de Matteotti, resuelta con el giro autoritario de enero de 1925, el fascismo aceleró el proceso de transformación del Estado en dirección dictatorial. Uno de los pasos fundamentales de esta transformación fue la constitucionalización, el 9 de diciembre de 1928, del Gran Consejo del Fascismo que, de ser el órgano supremo del partido fascista, pasó a ser también el órgano constitucional del Reino.

La ley suprema del Reino de Italia, el Estatuto Albertino, dado su carácter flexible, se adaptó a las necesidades del régimen.

Los poderes de la policía son amplios; Las administraciones estatales son purgadas de funcionarios sospechosos de no estar en línea con el gobierno; la libertad de prensa se reduce mediante censura, confiscaciones y/o suspensiones de publicaciones y reemplazos de directores; el poder de los prefectos se fortalece con la consiguiente mayor injerencia del partido en la gestión cotidiana del Estado; Se suprimen las elecciones administrativas y el alcalde, ahora llamado podestá, pasa a ser un designado por el gobierno.

Con el atentado contra Mussolini en 1926, llevado a cabo por el joven Anteo Zamboni, nuevas oleadas de represión llevaron a la disolución de todos los partidos, asociaciones y organizaciones democráticas. Se crea el Tribunal Especial para la Defensa del Estado, capaz de juzgar a los llamados enemigos internos.

La proximidad cada vez mayor a la Alemania de Hitler acentúa el carácter totalitario y represivo del Estado fascista. En 1938, la introducción de una legislación racial –dirigida principalmente a los judíos, pero también contra cualquier raza que no fuera “puramente aria”, como en Alemania– unió cada vez más a los dos países, tanto desde el punto de vista cultural como económico. Además, tanto en Italia como en Alemania es evidente el esfuerzo en el campo de los armamentos y el apoyo a la política de tipo fascista en Europa, como lo demuestra el apoyo italo-alemán al general Franco en la guerra civil española.

El Tribunal Especial para la Defensa del Estado

El Tribunal Especial para la Defensa del Estado, creado por la Ley Nº 25 de noviembre de 1926, 2008 (una de las llamadas “leyes fascistas”), tiene como objetivo juzgar los delitos contra la seguridad del Estado y el régimen fascista, es decir, en particular los delitos políticos atribuibles al antifascismo.

El Tribunal Especial tiene la facultad de advertir, amonestar y condenar a quienes se consideren responsables de delitos políticos, así como de aquellos peligrosos para el orden y la seguridad públicos. Por estos delitos son procesados altos funcionarios de las fuerzas armadas y de la Milicia Voluntaria de Seguridad Nacional; Estos magistrados también tienen el poder de condenar a la pena de muerte, restablecida después de su abolición en 1889, por delitos como el intento de asesinato de las más altas autoridades del Estado, la conspiración, la revelación de secretos militares, la masacre y el inicio de una guerra civil. El antifascismo suele castigarse con penas de prisión que van de uno a treinta años. Las decisiones del Tribunal Especial son definitivas; La agencia trabaja principalmente sobre la base de informes de la policía secreta, la OVRA y otras fuerzas policiales. Según estimaciones realizadas por la historiografía, entre 1926 y 1943 fueron denunciados ante el Tribunal Especial 15.806 antifascistas; De éstos, 5.620 fueron procesados –la comisión investigadora del Tribunal tiene de hecho la tarea de “filtrar” entre los informes de la Ovra– y 4.596 fueron condenados (G. De Luna, Tribunal especial para la defensa del Estado, en Diccionario del fascismo, editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003, v. 2, p. 739).

El Tribunal Especial fue disuelto después del 25 de julio de 1943, tras la caída del régimen fascista. En diciembre de 1943 se reconstituyó como órgano de la República Social Italiana y permaneció operativo en el norte de Italia hasta la derrota fascista en la primavera de 1945.

Las mujeres ante el Tribunal Especial

A continuación se presenta una lista de mujeres condenadas por el Tribunal Especial extraída de la bibliografía disponible:

Giuliana Antich, nacida en Yugoslavia el 19.6.1895, costurera. Desarrolló una intensa actividad antifascista en Fiume, especialmente en los astilleros. Detenida y acusada de "fundación del Partido Comunista, de pertenencia al mismo y de hacer propaganda", fue juzgada y, el 24 de febrero de 1942, condenada a 20 años de prisión.

Gloria Ardossi, nacida en Medolino (Pola) el 26.4.1921, empleada. Desarrolla actividades comunistas en la zona de Pola. Detenida y entregada al tribunal especial para la "reconstitución del Partido Comunista y la afiliación al mismo", fue juzgada y, el 20 de julio de 1943, condenada a tres años de prisión.

Clara Balboni, nacida en Bolonia el 9.4. 1913, bustaia. Formó parte de un grupo de Bolonia que cayó en las garras de la policía fascista entre junio y julio de 1939. Acusada de «asociación comunista y propaganda subversiva», fue enviada a juicio y juzgada. Fue absuelta el 14/11/1939.

Calista Bavoletti, nacida en Cervia (Rávena) en 1896, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Adele Bei, nacida en Cantiano (Pesaro) el 4.5.1904, ama de casa. Comunista, fue detenida y acusada de haber entrado repetidamente a Italia desde Francia, donde residía, para realizar actividades antifascistas. El Tribunal, después de haberle recordado a los hijos que había dejado en Francia con la esperanza de hacerla derrumbarse moralmente, la condenó a 18 años de prisión el 19.7.1934, ante su actitud orgullosa.

Natalia Beltrame, nacida en Sequals (Udine) el 25.12.1906, ama de casa. Forma parte de un grupo de 16 personas que deberán responder por "participación en asociación criminal y propaganda antiitaliana". Juzgada el 19/10/1934, fue la única absuelta.

Aurora Benna, nacida en Turín el 1'11.8.1917, ama de casa. Comunista, durante 1937 realizó actividades en las fábricas de Turín con folletos, consignas, periódicos y colectas de dinero para España. Juzgada junto a otros 11 compañeros, el 21.9.1938 fue condenada a 2 años y 6 meses de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Brasilla Negro).

Erminia Benotti, nacida en Cento (Ferrara) el 27.10.1882, ama de casa. Detenida en marzo de 1927 junto con otros cinco distribuidores de prensa comunista y juzgada el 25 de mayo de 1928, fue absuelta a pesar de que algunos testigos la acusaron de ser comunista. (Véase, en esta misma lista biográfica, Enrica Borgatti).

Paola Bensi, nacida en Mede (Pavía) 1'8. 12.1896, empleado. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1938 fue devuelta a la judicatura ordinaria.

Maria Bernetich, Tatiana, nacida en Trieste el 14.3.1902, costurera. Acusada, junto con otros 7 compañeros, de haber distribuido folletos y periódicos comunistas, el 12/12/1928 fue condenada a 2 años de prisión. El 2.3.1940 recibió una segunda condena a 16 años de prisión por haber realizado "propaganda comunista y espionaje político-militar" (Ver, en esta misma lista biográfica, Regina Franceschino, Dirce Scarazzati, Margherita Vienco, Angela Juren).

Anna Bessone, nacida en Tirano (Sondrio) el 6.6.1899, ama de casa. Detenida en Roma a finales de 1927, fue acusada, junto con 17 compañeros, de "pertenencia al Partido Comunista, propaganda y utilización de pasaporte falso". Tras confesar ser comunista y trabajadora de propaganda en el centro de Italia, el 18 de diciembre de 1928 fue condenada a 8 años de prisión.

Margherita Blaha, nacida en Viena (Austria) el 27.2.1909, bailarina. Es compañera de Domenico Bovone, autor de atentados con dinamita en varias localidades italianas en 1930-31. Implicada en el proceso que siguió a la detención de Bovone y de otras 7 personas, acusada de «asociación para provocar la masacre y tentativa de atentado contra el Duce», el 15.6.1932 fue condenada a 30 años de prisión.

Enrica Borgatti, nacida en Cento (Ferrara), ama de casa. En marzo de 1927 fue detenida junto a seis compañeros y juzgada bajo la acusación de haber distribuido prensa comunista. Aunque algunos testigos la acusaron de ser comunista, fue absuelta el 25/05/1928. (Véase Erminia Benotti en esta misma lista biográfica).

Lea Brognara, nacida en Occhiobello (Rovigo) el 31.7.1894, tejedora. Detenida en 1931 por pertenencia al Partido Comunista y propaganda, fue juzgada junto con otros 12 acusados, entre ellos Pietro Secchia. Fue absuelta el 28/01/1932. (Véase, en esta misma lista biográfica, Arcangela Casetti).

Cristina Bucci, nacida en Sassofeltrio (Macerata) el 1'8.8.1900, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Elena Calliga, nacida en El Cairo (Egipto) el 16.10.1906. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Anna Rosa Canitano, nacida en Como el 19.11.1920, actriz. Formó parte de un grupo de antifascistas, entre los que se encontraba Ferruccio Parri, que fueron detenidos en la primavera de 1942. Fue presentada ante el tribunal especial junto con otros diez acusados ​​y juzgada, siendo absuelta el 24 de noviembre de 1942. (Véase, en esta misma lista biográfica, Elsa Finzi).

Lucia Caponetto, nacida en Francofonte (Siracusa) el 14.8.1895, ama de casa. Detenida en 1929 por formar parte de un grupo que realizaba actividades antifascistas, durante el proceso admitió haber ayudado a la expatriación clandestina de sus hijos y, el 31.5.1930, fue condenada a 1 año de prisión.

Vera Cappalli, nacida en Riparbella (Pisa) el 14.5.1913, peluquera. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1937 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Arcangela Casetti, nacido en Livorno Ferraris (Vercelli) el 1.1.1904, trabajador. En 1931 fue detenida acusada de haber realizado propaganda comunista. Juzgada junto a otros 12 acusados, entre ellos Pietro Secchia, fue absuelta el 28 de enero de 1932. (Véase, en esta misma lista biográfica, Lea Brognara).

Agnese Casula, nacida en Decimomannu (Cagliari) el 18.3.1918. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1941, la devolvió al tribunal ordinario.

Laura Cavallucci, nacida en Pergola (Pesaro) el 29.9.1903, comerciante. Propietario de una imprenta en via Accademia Albertina de Turín, en febrero de 1928 imprimió periódicos comunistas. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, declara que lo hizo por orden de una persona desconocida. El 21.11.1928 fue condenada a un año de prisión.

Fede Cerasani, nació en Roma el 10.6. 1915, mecanógrafa. Formó parte de un grupo de comunistas que se reunió en 1937 en el número 297 en Via Appia Nuova en Roma para imprimir folletos y otros materiales. Acusada de "constitución del PCI, pertenencia al mismo y propaganda", está siendo juzgada junto a otros 13 acusados. Fue absuelta el 20 de enero de 1940.

Paolina Cernezzi, nacida en Milán el 23.2.1901. Detenida y remitida al tribunal especial, en 1942 fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Emilia Cesaratti, nacida en Recanati (Macerata) el 19.5.1906. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Zaira Cianchi, nacida en Florencia el 7.8. 1902, costurera. Detenida en 1925 por pertenecer a la organización comunista florentina, "tender a la insurrección armada contra el Estado e incitar al odio de clases", fue enviada a juicio junto a otros 39 acusados. El 12 de marzo de 1927, después de 5 días de juicio, fue condenada a 3 años, 6 meses y 15 días de prisión. Ella es la primera mujer que comparece ante el tribunal especial.

Francesca Ciceri, nacida en Lecco (Como) el 23.8.1904. Es una activista comunista junto con su marido Gaetano Invernizzi. Detenida y enviada a juicio por "constitución del PCI, pertenencia al mismo y propaganda", actividades desarrolladas en la primera mitad de 1936 en Milán, el 22.5.1937 fue condenada a 8 años de prisión (su marido, a 14 años).

Luigia Colombo, nacida en Milán el 17.11.1918, empleada. Acusada de "asociación comunista, propaganda subversiva y espionaje político-militar", fue juzgada junto con otras 22 personas el 17 de octubre de 1939, pero fue absuelta.

Francesca Condek, nacida en Monforte (hoy Ostrožno Brdo, Eslovenia, entonces en la provincia de Trieste), el 17.5.1917, campesina. En julio de 1942 fue detenida en Monforte, junto con otras cuatro personas, y acusada de formar parte de la banda partisana de Carlo Maslo. 31/10. En 1942 fue condenada a 16 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Antonia y Francesca Medved).

Francesca Corona, nacida en Occhieppo (Vercelli) el 18.7.1894, tejedora. Acusada de "conspiración, incitación a la guerra civil, pertenencia al Partido Comunista y propaganda subversiva", el 30.10.1928 fue condenada a 4 años y 6 meses de prisión.

Maria Corona, nacida en Villavalverina (Alessandria) el 21.9.1897. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1941, la devolvió al tribunal ordinario.

Giuseppina Cosolito, nacida en Caltagirone (Catania) el 24.3.1894. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1941 fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Ida Cossutta, nacida en Trieste el 9.11. 1919, ama de casa. Detenida en julio de 1942, fue llevada ante el tribunal especial acusada de "creación del Partido Comunista, pertenencia al mismo y propaganda". Juzgada junto a otros seis compañeros, el 25.6.1943 fue condenada a tres años de prisión. (Ver en esta misma lista biográfica, Vida Sedmak).

María Datti. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Elvira del Rosso, nacida en Legnano (Milán) el 28.7.1915, profesora. Detenida en 1942 por haber fundado el MAFSI (Movimento Antifascista Socialisti italiani) y denunciada ante el tribunal especial junto a otras 26 personas, fue acusada de "constituir una asociación subversiva, pertenencia a la misma, propaganda, derrotismo, insultos al Duce y a Hitler". El 25 de agosto de 1942 fue condenada a un año de prisión. (Ver en esta misma lista biográfica. Stella Raschi).

María de los Santos. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1940 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Mariantonia di Censo, nacida en Città di Castello (Perugia) el 24.11.1916, campesina. Testigo de Jehová, está siendo juzgada junto a 22 correligionarios por "formar una asociación antinacional, pertenecer a ella, hacer propaganda, insultar al Duce y al Papa". El 19 de abril de 1940 fue condenada a 11 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Maria Maddalena Pizzato, Geltrude Protti, Caterina di Marco).

Felicetta Di Lauro, nacida en Velletri (Roma). Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Caterina di Marco, nacida en Roseto (Teramo) el 13.2.1895, ama de casa. Testigo de Jehová, está acusada de formar una asociación antinacional. Probado con 22 correligionarios, el 19.4. 1940 fue condenada a 11 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Mariantonia Di Censo, Maria Maddalena Pizzato, Geltrude Protti).

Fidea Di Nunzio, nacida en Frascati (Roma) el 6.2.1891, ama de casa. Detenida y llevada ante el tribunal especial acusada de derrotismo por haber pronunciado la frase "Si los aliados desembarcan, sacaré la bandera roja de la ventana", fue absuelta el 11.13.1941.

Iolanda Dl Rocca, nacida en Livorno el 15.7.1901. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1940 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Emilia Ermellino, nacida en Messina el 3.1.1895. Fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que, en 1939, la devolvió a la justicia ordinaria.

Cristina Erzetic, nacida en Dolegna (Gorozia) el 5.10.1890, ama de casa. Fue detenida junto con su marido Lodovico Vellscek por haber permitido a los partisanos yugoslavos, después de haber ocupado Solona d'Issonzo, establecer su cuartel general en su casa. Ambos acusados ​​de "pertenencia a bandas rebeldes", fueron juzgados y condenados, el 10.11.1942, a 24 y 30 años de prisión respectivamente.

Angela Facchin, nacida en Lamar (Belluno) el 10.5.1920, trabajadora doméstica. En una carta a sus padres escribió: "Ayer llegaron 600 soldados del frente y los heridos estaban en condiciones lamentables, toda Ancona estaba conmocionada". Cuando la carta fue interceptada por los censores, la joven fue detenida y acusada de derrotismo. Fue juzgada y absuelta el 12 de mayo de 1941.

Maria Falorni, nacida en Greve (Florencia) el 21.9.1910, profesora. Con su amiga Renata Gradi (ver esta misma lista biográfica), a finales de 1930 hizo imprimir al tipógrafo Luigi Naldini un panfleto contra la visita de Mussolini a Florencia. El 18 de abril de 1931 los dos amigos fueron condenados a 5 años de prisión y el impresor a 8 años.

Clorinda Favella, nacida en Roma el 3.9.1891, ama de casa. Fue detenida en octubre de 1940 y llevada ante el tribunal especial acusada de "ofensa al Duce" y "desprecio por la nación" por haber dicho: "El Duce es un hijo de puta que hace la guerra para matar a los pobres". Juzgada, el 4.7.1941 fue condenada a 1 año y 2 meses de prisión.

Tecla Ferraro, nacida en Nápoles el 3.4.1914, profesora. En 1937 fue detenida por haber enviado, con la ayuda de un médico internado en Ventotene, unos memoriales a Édouard Herriot, presidente de la Cámara Francesa, y a la Liga de Derechos Humanos. Este material ilustra las terribles condiciones en que se encuentran detenidos los presos políticos. Procesada por «propaganda antinacional, menoscabo del prestigio nacional en el extranjero e insultos al Duce», el 23 de junio de 1937 fue condenada a 1 año, 5 meses y 10 días de prisión.

Felicita Ferrero, nacida en Turín el 31.12.1900, empleada. Fue detenida el 15 de julio de 1927 y acusada de propaganda comunista y conspiración. Se incautaron algunas cartas del estudiante Velio Spano, con quien fue sometida a juicio. Ambos fueron condenados: Ferrero a 6 años y Spano a 5 años y 6 meses, quien ya estaba en prisión pero estaba a punto de salir en libertad.

Gina Ferretti, nacida en Riparbella (Pisa) el 2.10.1888, ama de casa. Detenida y remitida al tribunal especial, en 1937 fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Elsa Finzi, nacida en Génova el 14.5.1891. Fue detenida en la primavera de 1942 junto con un grupo de antifascistas, entre ellos Ferruccio Parri. Acusada de "formar una asociación antifascista, de pertenecer a ella y de hacer propaganda" y juzgada, fue absuelta el 24.11.1942. (Véase, en esta misma lista biográfica, Anna Rosa Canitano).

Maria Luigia Fortin, nacida en Camposanto (Módena) el 30.5.1896, trabajadora. Se le acusa, junto a otras tres personas, de alquilar vehículos que son utilizados para reuniones políticas clandestinas. Fue enviada a juicio acusada de "reconstituir el Partido Comunista" y juzgada el 27 de septiembre de 1928, pero fue absuelta.

Regina Franceschino, nacida en Folgaria (Udine) el 11.10.1909, ama de casa. Miembro de una organización comunista que opera en Génova, La Spezia y Reggio Emilia, está acusada de propaganda antifascista y de espionaje político-militar. Juzgada junto a otros 21 acusados, el 2.3.1940 fue condenada a 8 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Maria Bernetich, Dirce Scarazzati, Margherita Vienco).

Adelina Franchi, nacida en Bolonia el 16.9.1904, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1941 fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Severina Galassa, nacida en Portoferraio (Livorno) el 5.4.1900, profesora. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Dirce Gandolfi, nacida en Alseno (Piacenza) el 11.8.1877, ama de casa. Tras escuchar Radio Londres, anuncia a sus vecinos el hundimiento de unos barcos italianos que se dirigían a Albania. Se le acusa de escuchar emisoras de radio enemigas y de derrotismo. Juzgada el 3 de abril de 1941, fue condenada a 3 años y 6 meses de prisión.

Verónica Gargano, nacida en Grumento (Potenza) el 10.10.1874, campesina. Fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que en 1942 la devolvió a la justicia ordinaria.

Margherita Gerani, nacida en Trieste el 11.7.1920, estudiante. Desde diciembre de 1941 hasta mayo de 1942 realizó una intensa labor de apoyo al movimiento partisano en Trieste. Acusada de "ayudar al enemigo", fue juzgada junto con otras nueve personas y el 17 de septiembre de 1942 condenada a 11 años de prisión. (Véase Alba Perelló en esta misma lista biográfica).

Lea Giaccaglia, nacida en Ancona el 17.10.1897, ama de casa. Comunista, tras la detención de su marido lo sustituyó en la actividad política. Declarada culpable de «reconstitución del Partido Comunista y propaganda», el 6 de marzo de 1929 fue condenada a 4 años y 3 meses de prisión.

Paolina Gianella, nacida en Monza el 11.7.1902, modista. Detenida en julio de 1927 y acusada de "reconstituir el Partido Comunista", el 25 de octubre de 1928 fue juzgada junto con su marido Amedeo Ferrari y otros 12 compañeros. Fue condenada a 1 año de prisión (Ver Maria Luigia Trivulzio en esta misma lista biográfica).

Ergenite Gili, nacida en Biella el 10.12.1896. Acusada de "creación del Partido Comunista y de propaganda", el 30 de octubre de 1930 fue condenada a 10 años y 6 meses de prisión. (Véase Camilla Ravera en esta misma lista biográfica).

Augusta Giubilei, nacida en Filottrano (Ancona) el 29.8.1907, hostelera. Detenida y denunciada ante el tribunal especial en 1942, fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Giuditta Giuffridi, nacida en Busseto (Parma) en 1913. Detenida y denunciada al tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Lucia Gobetto, nacida en Turín el 2.11.1907, empleada. Acusada junto a otras 19 personas de haber llevado a cabo actividades comunistas en la FIAT, fue absuelta el 26.6.1941.

Renata Gradi, nacida en Siena el 31.10.1910, estudiante. Junto con su amiga María Falorni imprimió un panfleto contra la visita de Mussolini a Florencia. Juzgada el 18 de abril de 1931, fue condenada a 5 años de prisión.

Amalia Gregorio, nacida en Santa Teresa (Messina) el 10.3.1895, ama de casa. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1942, la devolvió al tribunal ordinario.

Teresa Groppi, nacida en Génova el 5.9.1908, trabajadora. Acusada de "crear el PCI, pertenecer a él y hacer propaganda", está siendo juzgada junto a otras 20 personas por haber ejercido actividades sindicales antifascistas en el seno de los sindicatos del régimen. Fue absuelta el 18 de enero de 1938. (Véase Maddalena Secco en esta misma lista biográfica).

Maria Introcaso, nacida en Montegiordano (Cosenza) el 27.12.1893, campesina. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Glorla Jardas, nacida en Mattuglie (Fiume) el 18.5.1919, costurera. Miembro del Frente Unido de Liberación de Eslovenia, que operó en la zona de Rijeka desde junio de 1941 hasta marzo de 1942, fue acusada de pertenecer a bandas rebeldes. Juzgada junto a otros 13 acusados, el 28.11.1942 fue condenada a 16 años de prisión.

Angela Juren, nacida en Trieste el 20.9.1904, costurera. Detenida en agosto de 1928 y acusada de "reconstitución del Partido Comunista y propaganda", fue juzgada junto a 7 compañeros y el 12.12.1928 fue condenada a 2 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Maria Bernetich).

Elda y Lidia Koch, nacidas respectivamente en Abbadia (Siena) el 2.10.1921 y en Roma el 2.1.1916, amas de casa. Hermanas, en junio de 1940 provocaron un alboroto en el barrio romano de Quadraro, declarando públicamente que "después de la guerra estallará la revolución y Mussolini será asesinado". Se resistieron al arresto y el 19 de julio de 1940 ambos fueron condenados a un año de prisión.

Sofia Korze, nacida en Carniola (Trieste) el 26.4.1898, estudiante. Acusada de haber expatriado a dos socialistas milaneses, el 5.9.1930 fue condenada a 2 años y 6 meses de prisión.

Luigia Lameri, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Jole Lanati, nacida en Castana (Pavía) el 25.3.1899, ama de casa. Miembro de la sección milanesa del Frente Unido Antifascista, está acusada de haber realizado propaganda antinacional en la zona de Savona. Juzgada junto a otros 8 acusados, el 24 de enero de 1939 fue condenada a 7 años de prisión.

Maria Grazia Lanza, nacida en Alvito (Frosinone) el 25.7.1905. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1942, la devolvió al tribunal ordinario.

Emma Laustach, nacida en Nápoles el 13.10.1888. Fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que, en 1942, la devolvió a la justicia ordinaria.

Francesca Leban Hudorovic, nacida en Villa Slavina (hoy Slavina, Eslovenia, entonces provincia de Trieste) el 1.12.1903, ama de casa. Detenida en noviembre de 1942 en Tolmino (entonces en la provincia de Gorizia, hoy en Eslovenia) junto con Rodolfo Pregely, fue acusada de "ayudar a los rebeldes e incitar a los soldados a desertar". El 29 de enero de 1943 fue condenada (junto con Pregely) a 25 años de prisión.

Maria Lemut, nacida en Aidussina (ahora Ajdovščina, Eslovenia, en aquel entonces en la provincia de Trieste). Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1939 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Antonia Logar, nacida en Tabor (Fiume) el 6.6.1903, campesina. En el verano de 1942 fue detenida por llevar comida a su novio, un partisano de la zona de Fiume. Acusada de "complicidad con bandas rebeldes" y juzgada, el 30/11/1942 fue condenada a 2 años y 6 meses de prisión.

Berta Loriol, nacida en París (Francia) el 5.5.1882, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Epifania Magazzini, nacida en Pinzolo (Trento) el 1.7.1912, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Augusta Mahne, nacida en Matteria (Fiume) el 27.7.1919, campesina. Detenida tras la captura de la mensajera partisana Maria Maslo (ver en esta misma lista biográfica), fue presentada ante el tribunal especial junto con otras 14 personas. Fue absuelta el 10.6.1943.

Iannina Manzi, nacida en San Mauro S. (Nápoles) el 22.9.1901, ama de casa. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1942, la devolvió al tribunal ordinario.

Alessandra Marrale, nacida en Licata (Agrigento) el 22.10.1889. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1941 fue enviada de nuevo al tribunal ordinario.

Maria Marvin, nacida en Montespino (en aquella época en la provincia de Gorizia, hoy en Eslovenia) el 1.9.1884, ama de casa. En octubre de 1942 fue detenida junto a su marido Francesco Zizmond por haber acogido a tres partisanos. Acusados ​​de "ayudar e instigar a bandas rebeldes", los dos ancianos cónyuges son enviados a juicio. El 25 de enero de 1943 Marvin fue absuelto, mientras que su marido fue condenado a 2 años de prisión.

Filomena Masciol. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1937 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Elena Masetti, nacida en Bolonia el 11. 10.1900, puerta. Miembro de un grupo antifascista que opera en Milán y dirigido por Augusto Zanasi, ella y los otros fueron denunciados ante el tribunal especial. Acusada de "conspiración, asociación y propaganda subversiva", el 9 de agosto de 1928 fue condenada a un año de prisión.

Ernesta Masi, nacida en Bagno a Ripoli (Florencia) el 27.7.1893, costurera. Fue denunciada ante el tribunal especial junto con otros 22 comunistas (entre ellos Palmiro Togliatti, prófugo) por "pertenencia al Partido Comunista, formación de bandas armadas, acumulación y posesión de armas". Juzgada, el 31.1.1928 fue condenada a 2 años de prisión.

Maria Maslo, nacida en Cossana (hoy Košana, Eslovenia, en aquella época provincia de Trieste) el 2.2.1922, costurera. Mensajera partisana, fue capturada en septiembre de 1942 durante un combate en el valle Prelose Sant'Egidio, cerca de Fiume. Acusada de "pertenencia a bandas rebeldes", fue juzgada junto con otras 14 personas y el 10 de junio de 1943 condenada a 24 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Augusta Mahne).

Antonia y Francesca Medved, ambas nacidas en Monforte (hoy Ostrožno Brdo, Eslovenia, entonces en la provincia de Trieste) el 17.5.1917 y el 21.10.1921, la primera campesina, la segunda costurera. Fueron detenidos en julio de 1942 en Monforte y acusados ​​de pertenecer a la banda partisana de Carlo Maslo. Llevados ante un tribunal especial acusados ​​de "pertenencia al movimiento rebelde", fueron juzgados y el 31 de octubre de 1942 condenados a 16 y 26 años de prisión respectivamente. (Véase, en esta misma lista biográfica, Francesca Condek).

Ester Mengali, nacida en Lucca el 26.1. 1901. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1940, la devolvió al tribunal ordinario.

Giselda Mercuri, nacida en Perugia en 1866. Detenida y denunciada al tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la magistratura ordinaria.

Rosa Messina, nacida en Asti el 30.11.1903, ama de casa. En abril de 1935 fue detenida en Trieste junto con su marido Secondo Pessi, que acababa de regresar del extranjero donde había estado actuando por cuenta del Partido Comunista. Acusados ​​de "creación del PCI, de pertenencia al mismo y de propaganda", el 20 de marzo de 1936 fueron condenados a 4 y 12 años de prisión respectivamente.

Marla Mevlja, nacida el 21 de enero de 1925, ama de casa. A los quince años fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que, en 1940, la devolvió a la justicia ordinaria.

Giorgina Mezzoli, nacida en Argenta (Ferrara) el 4.5.1899, conserje. Ocupada en su trabajo en Via Farini 74, en Milán, está acusada de actuar como intermediaria entre el centro exterior del Partido Comunista y la federación milanesa. Por "creación del PCI, pertenencia al mismo y propaganda" fue juzgada junto con 14 compañeros y, el 13 de junio de 1930, condenada a un año de prisión.

Albina Mikuz, nacida en Idrija (en aquel entonces en la provincia de Gorizia, hoy en Eslovenia) el 22.2.1913, costurera. En noviembre de 1942 fue detenida junto con Francesca Zust (en esta misma lista biográfica) mientras llevaba ropa y el periódico comunista “Delo” a los partisanos. Juzgada por "pertenencia a bandas rebeldes", el 23 de junio de 1943 fue condenada a 10 años de prisión.

Adelaide Mingozzi, nacida en Baricella (Bolonia) el 17.4.1895, ama de casa. Formó parte de la organización comunista que operaba en Emilia Romagna y Toscana y que fue duramente golpeada por la policía fascista en 1927, tras la detención de dos correos. En la casa de Mingozzi se encontraron panfletos subversivos y fotografías de Lenin. Detenida y acusada de "reconstitución del Partido Comunista y conspiración", el 28.7.1928 fue condenada a 1 año de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Elena Terrosi y Battistina Pizzardo).

Lucia Minon, nacida en Trieste el 9.12.1903, ama de casa. Esposa del conocido anarquista Alpinolo Bucciarelli ( http://bfscollezionidigitali.org/index.php/Detail/Object/Show/objectid/… ), durante un registro fue encontrada en posesión de recortes de periódicos comunistas. En el proceso no se demostró la acusación de pertenencia al Partido Comunista y, tras muchos meses de prisión preventiva, el 30 de noviembre de 1927 Minon fue absuelto.

Lucia Mitterer, nacida en Varne (Bolzano) el 2.4.1906, ama de casa. La mujer fue remitida al tribunal especial acusada de "incitar a la desobediencia" por haber instado a un soldado a autolesionarse para evitar ser enviado a Abisinia. Fue juzgada y absuelta el 30.9.1936. (Véase, en esta misma lista biográfica, Stefania Spillater).

Annita Montanari, nacida en Santerno (Rávena) el 26.1.1893, calcetera. En correspondencia con un exiliado que emigró a los Estados Unidos, sus cartas fueron interceptadas por los Carabineros que arrestaron a todos los antifascistas de cualquier manera mencionados. En 1927, juzgada por "asociación y conspiración comunista", fue condenada junto con otros a dos años de prisión.

Isolina Morandotti, nacida en Milán el 6.3.1897, pintora. Miembro de un grupo de 9 comunistas arrestados en Milán en via Nino Bixio 10, está acusada, junto con los demás, de "asociación comunista y propaganda subversiva". El 9 de octubre de 1928, ocho de los acusados ​​fueron condenados a un total de 46 años de prisión, mientras que el proceso contra Morandotti fue desestimado.

Giulia Necci, nacida en Vallepietra (Roma) el 16.6.1929. Con trece años todavía, en 1942 fue denunciada ante el tribunal especial que la envió de nuevo a la justicia ordinaria.

Brasilla Negro, nacida en Castell'Alfero (Asti) el 15.3.1900, ama de casa. Por actividades comunistas desarrolladas en las fábricas de Turín en 1937, fue acusada de "creación del PCI, pertenencia al mismo y propaganda". Juzgada junto a 11 compañeros, el 21.9.1938 fue condenada a 3 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Aurora Benna).

Antonietta Norzi, nacida en Cles (Trento) el 1.3.1900, camarera. Denunciada ante el tribunal especial, junto a otras 14 personas, por cargos de "reconstitución del Partido Comunista y conspiración", fue absuelta tras una larga prisión preventiva (véase, en esta misma lista biográfica, Fiorina Pisoni).

Carmela Novacco, nacida en Nocera Terinese (Catanzaro) el 20.2.1918, campesina. Detenida y remitida al tribunal especial, en 1939 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Dina Nozzoli, nacida en Montespertoli (Florencia) el 14.8.1898, costurera. Detenida el 17.10.1927 y puesta a disposición del tribunal especial junto con otros 17 acusados ​​(entre ellos Agostino Novella y Camilla Ravera, prófuga), acusados ​​de "conspiración y propaganda subversiva", el 10.6.1928 fue condenada a 3 años de prisión.

Lucia Olivo, nacida en Chiopris (Udine) el 20.12.1910, ama de casa. Acusada de "asociación comunista y propaganda subversiva", admite su antifascismo y su militancia en el Partido Comunista. El 6 de mayo de 1935 fue condenada a cuatro años de prisión.

Marcellina Oriani, nacida en Cusano (Milán) el 26.3.1908, hilandera. Detenida tras la identificación de Ettore Borghi, enviado a Italia por el centro exterior del Partido Comunista, ella y 16 compañeros fueron enviados a juicio bajo la acusación de "constituir una asociación comunista, pertenencia a la misma y propaganda subversiva". Fue juzgada y condenada el 20 de mayo de 1935 a 10 años de prisión.

Maria Orsini, nacida en Milán el 18.9. 1905, costurera. Señalada como destinataria de una carta escrita por un comunista milanés detenido en San Vittore, fue acusada de "organizar una asociación comunista y pertenecer a la misma" y, el 21.3.1928, condenada a 2 años y 6 meses de prisión.

Maria Pace, nacida en Teramo el 20.1. 1903, ama de casa. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Enrichetta Pagliarello, nacida en Francia el 14.2.1893, trabajadora. Miembro de un grupo de obreros comunistas que pretendía organizar una manifestación de desempleados en Turín para el 8 de marzo de 1930, fue identificada y condenada, el 25 de junio de 1930, a 2 años de prisión.

Ersilia Palpacelli, nacida en Cingoli (Macerata) el 23.10.1899, ama de casa. Denunciado por haber comentado una ordenanza fascista sobre asesinatos en masa con la frase "Me gustaría un golpe al alcalde y al líder". Fue juzgada y el 17.12.1941 condenada a 2 años y 8 meses de prisión.

Elvina Pancaldi, nacida en Bolonia el 29.1.1900, trabajadora. Juzgada junto con otras 32 personas por "reconstitución del Partido Comunista, militancia en el mismo y propaganda subversiva", el 25.7.1939 fue condenada a un año de prisión.

Anna Pavignano, nacida en Occhieppo (Vercelli) el 23.7.1900, tejedora. Detenida en 1928, tras el descubrimiento por la policía de Turín de una imprenta clandestina que imprimía material de propaganda para el Partido Comunista, el 10.11.1928 fue juzgada junto a 16 compañeros y condenada a 6 años de prisión.

Annita Pescio, nacida en Turín el 22.3.1884, profesora. Miembro de una organización comunista clandestina, el 27.11.1934 fue condenada a 3 años de prisión.

Alba Perello, nacida en Trieste el 14.5.1922, estudiante. Detenida por haber trabajado en apoyo del movimiento partisano desde diciembre de 1941 a mayo de 1942, fue acusada de «ayudar e instigar al enemigo» y condenada, el 17 de septiembre de 1942, a 13 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Margherita Gerani).

Carla Pesenti, nacida en Stezzano (Bérgamo) el 14.2.1906, costurera. Detenida y juzgada por "fundación del Partido Comunista, pertenencia al mismo y propaganda", fue condenada a un año de prisión.

Costantina y Giuseppa Pignatelli, nacidas en Sannicandro (Bari) el 14.7.1903 y el 6.3.1909, amas de casa. Detenidos y denunciados ante el tribunal especial, en 1941 ambos fueron enviados de nuevo al tribunal ordinario.

Maria Pikec, nacida en Aidussina (hoy Ajdovščina, Eslovenia, en aquel entonces en la provincia de Trieste) el 25.5.1897, trabajadora doméstica. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1942 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Fiorina Pisoni, nacida en Trento el 15.2.1906, dependienta. Denunciada ante el tribunal especial por "reconstitución del Partido Comunista y conspiración", fue absuelta el 10.7.1928. (Véase, en esta misma lista biográfica, Antonietta Norzi).

Giuseppa Pisoni, nacido en San Gervasio (Bérgamo) el 25.1.1909, trabajador. Miembro de la organización de la juventud comunista, en 1931 fue condenada a 1 año y 6 meses de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Angela Radaelli).

Battistina Pizzardo nació en Turín el 5.2.1903, profesora de matemáticas. Miembro de un grupo de 34 antifascistas, el 28.7.1928 fue condenada a un año de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Adelaide Mingozzi y Elena Terrosi).

Maria Maddalena Pizzato, nacida en Vicenza el 12.9.1897, empleada. Testigo de Jehová, está acusada de "propaganda antifascista, insultos al Duce y al Papa". El 19 de abril de 1940 fue condenada a 11 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Mariantonia Di Censo, Caterina Di Marco, Geltrude Protti).

Sofia Plesnigar, nacida en Raumizza (Gorizia), ama de casa. Detenida en octubre de 1942 y juzgada por «pertenencia a bandas rebeldes», el 10 de marzo de 1943 fue condenada a 24 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Paola Visin).

Maria Ponchione, nacida en Turín el 9.2.1915. Detenida y remitida al tribunal especial, en 1940 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Geltrude Protti, nacida en Marradi (Florencia) el 16.3.1893, trabajadora. Testigo de Jehová, fue acusada de «formar y pertenecer a una asociación antinacional» y condenada el 19 de abril de 1940 a 11 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Mariantonia Di Censo, Caterina Di Marco, Maria Maddalena Pizzato).

Anita Pusterla, nacida en Como el 6.4.1903, empleada. Presentada ante el tribunal especial junto a 21 compañeros (entre ellos Antonio Gramsci, Mauro Scoccimarro y Umberto Terracini), acusada, con ellos, de "creación de un ejército revolucionario, conspiración, instigación de los militares a la desobediencia, desacato", el 4.6.1928 fue condenada a 9 años, 8 meses y 20 días de prisión.

Angela Radaelli, nacida en Lissone (Milán) el 4.6.1909, trabajadora. Acusada de «fundación del Partido Comunista, de pertenencia a él y de hacer propaganda», acusación que no fue probada, fue absuelta el 10.2.1931. (Véase, en esta misma lista biográfica, Giuseppa Pisoni).

Assunta Raffaelli, nacida en Arezzo el 17.9.1906, ama de casa. Detenida en el verano de 1927 y enviada a juicio como miembro de la organización comunista romana, el 22.6.1928, al no poder probarse la acusación, fue absuelta.

Elvira Rapaccini, nacida en Montevarchi (Arezzo) el 8.1.1890. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1937 fue devuelta a la justicia ordinaria.

Stella Raschi, nacida en Marcaria (Mantua) el 14.9.1906, ama de casa. Miembro del MAFSI (Movimiento Socialista Antifascista Italiano), fue acusada de "formar una asociación subversiva" y el 25/08/1942 fue condenada a tres años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Elvira Del Rosso).

Camilla Ravera, nacida en Acqui (Alessandria) el 18.6.1889, profesora. Detenida en la zona de Varese como dirigente comunista, junto a sus colaboradores Bruno Tosin y Ergenite Gili (véase en esta misma lista biográfica), el 30.10.1930 fue condenada a 15 años y 6 meses de prisión.

Maria Renaudo, nacida en Cuneo el 21.5.1893, comerciante. Detenida como miembro de un grupo de militantes del movimiento "Justicia y Libertad" en Piamonte, fue absuelta el 28.2.1936 por falta de pruebas en su contra.

Maddalena Riccio, nacida en Acerra (Nápoles) el 24.4.1876. Fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que, en 1937, la devolvió a la justicia ordinaria.

Giorgina Rossetti, nacida en Mongrando (Novara) el 30.12.1905, tejedora. Denunciada ante el tribunal especial por cargos de "organización y propaganda comunista", el 12.11.1927 fue condenada (junto con su prometido Marino Graziano) a 18 años de prisión.

Pasqualina Rossi, nacida en Valmacca (Alessandria) el 1.10.1908, costurera. Detenida en noviembre de 1931 por "creación del Partido Comunista, militancia en el mismo y propaganda", el 10 de junio de 1932 fue condenada a un año de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Lucía Rosso).

Lucia Rosso, nacida en Villanova (Asti) el 5.7.1899, tejedora. Esposa de Battista Santhià (condenado el 25 de enero de 1932 a 17 años de prisión), está acusada de haber ido a París en 1928 y de haber recibido el encargo de reorganizar la actividad comunista. Detenida en noviembre de 1931, el 10 de junio de 1932 fue condenada a 6 años y 10 meses de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Pasqualina Rossi).

Antonietta Salvi, nacida en Brasil el 14.4.1897. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1942, la devolvió al tribunal ordinario.

Antonietta Scaccabarozzi, nacida en Monza (Milán) el 1.10.1906. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1941, la devolvió al tribunal ordinario.

Dirce Scarazzati, nacida en Milán el 15.12.1920, trabajadora doméstica. Acusada de "fundación del Partido Comunista, de pertenencia al mismo y de hacer propaganda", el 2 de marzo de 1940 fue condenada a 8 años de prisión. (Véase Maria Bernetich, Regina Franceschino, Margherita Vienco).

Ida Scarselli, nacida en Certaldo (Florencia) el 17.7.1897, ama de casa. Detenida por haber contribuido al "Socorro Rojo", el 6.10.1927 fue condenada a 2 años de prisión.

Maria Schirano, nacida en Roccaforzata (Taranto) el 10.6.1893, campesina. Detenida el 20.6.1927 en Taranto junto a su marido Francesco Manzo, y acusada de «reconstituir el Partido Comunista», el 28.4.1928 fue condenada a 2 años de prisión. El mismo castigo se aplica al marido.

Maddalena Secco, nacida en Airasca (Turín) el 18.7.1902, tejedora. Detenida por haber ejercido actividades antifascistas, a través de los sindicatos, en varias fábricas genovesas, el 18 de enero de 1938 fue condenada a 10 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Teresa Groppi).

Vida Sedmak, nacida en Marburgo (Alemania) el 30.7.1922, estudiante. Detenida en julio de 1942 junto con otros comunistas que se reunían en Santa Croce di Trieste, el 25 de junio de 1943 fue condenada a 6 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Ida Cossutta).

Barbara Seidenfeld, nacida en Rijeka. En 1928 fue acusada, junto con un gran grupo de compañeros (entre ellos Carlo Marabini, Angelo Pampuri, Carlo Reggiani), de "asociación comunista y propaganda subversiva". Su juicio queda aplazado en la fase preliminar.

Maria Selvatici, nacida en Faenza (Ravenna) el 15.3.1905, ama de casa. Juzgada junto a su marido (Riccardo Donati, ex Ardito del Popolo que en diciembre de 1929 se enfrentó a dos escuadrones y los mató a tiros), el 8.4. 1930 fue absuelta del cargo de complicidad.

Giovanna Sogno, nacida en Turín el 25.7.1921. Fue detenida y denunciada ante el tribunal especial que, en 1940, la devolvió a la justicia ordinaria.

Stefania Spilater, nacida en San Michele (Bolzano) el 14.4.1912, ama de casa. Con Lucía Mitterer (véase en esta misma lista biográfica) en el otoño de 1935 escribió a un soldado instándole a enfermarse para evitar ser enviado a Abisinia. Las cartas fueron censuradas y Spilater (junto con la propia Mitterer y Francesco Ebner) fue denunciada al tribunal especial que, el 30 de septiembre de 1936, la condenó a un año y seis meses de prisión.

Emma Stefanoni, nacida en Rodano (Milán) el 14.12.1896, ama de casa. Forma parte de un grupo de clientes de una taberna romana que, en noviembre de 1942, comentan un boletín de guerra cantando irónicamente "¡Vincere!". Acusada de propaganda subversiva junto con otras ocho personas, fue absuelta el 7 de junio de 1943.

Carmelina Succio, nacida en Santhià (Vercelli) el 27.5.1901. Miembro de un gran grupo de comunistas arrestados por la policía milanesa en marzo de 1932, el 20.9.1933 fue condenada a 8 años de prisión.

Virginia Tabarroni, tía de Anteo Zamboni, linchada por los fascistas en Bolonia el 31.1.1926, en un atentado contra la vida de Mussolini. Acusada de "atentado en concierto e intento de homicidio premeditado", es procesada junto a Mammolo y Ludovico Zamboni, respectivamente padre y hermano de Anteo. El 7 de septiembre de 1928 fue condenada a 30 años de prisión.

Olga Tentori, nacida en Verona el 1.12.1889, profesora. Implicada en el proceso contra Mario Vinciguerra y Renzo Rendi, dirigentes del periódico antifascista “Alleanza nazionale per la di libertà”, y acusada de “difusión de publicaciones con el fin de incitar a la insurrección”, fue absuelta el 22.10.1930. (Véase, en esta misma lista biográfica, Liliana Vernon).

Elena Terrosi, nacida en Pisa el 9.1.1888, practicante. Acusada de recibir dinero del "Socorro Rojo", el 28.7.1928 fue condenada a 1 año de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Adelaide Mingozzi y Battistina Pizzardi).

Anna Tosoni, nacida en Tarquinia (Viterbo) el 25.11.1881. Fue detenida y remitida al tribunal especial que, en 1939, la remitió de nuevo al juez ordinario.

Maria Trivulzio, nacida en Monza el 10.2.1890, modista. Detenida en 1927 por haber participado en reuniones convocadas para reorganizar el Partido Comunista en Brianza, el 25.10.1928 fue condenada a 1 año de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Paolina Gianella).

María Urbancich. nacido en Villa Nevoso (Fiume) el 9.6.1907, empleado. Juzgada por «formar asociaciones subversivas con el fin de atentar contra la seguridad del Estado», el 14.12.1941 fue condenada a 8 años de prisión.

Irene Veisi, nacida en Savona el 25.8.1924. Detenida y denunciada ante el tribunal especial, en 1940 fue enviada nuevamente al tribunal ordinario.

Elisa Veracini, nacida en Certaldo (Florencia) el 22.6.1890, verdulera. Acusada de propaganda comunista, el 6 de octubre de 1927 fue condenada a 2 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Ida Scarselli).

Liliana Vernon, nacida en Springfield (EE.UU.) el 14.6.1865. Madre de Lauro de Bosis, está acusada, junto a Olga Tentori (ver, en esta misma lista biográfica) y otros, de haber difundido el periódico "Alianza Nacional por la Libertad" editado por Mario Vinciguerra y Renzo Rendi. Fue juzgada y absuelta el 22 de diciembre de 1930.

Iside Viana, nacida en Candelo (Vercelli) el 6.8.1902, ama de casa. Detenida y acusada de «fundar el Partido Comunista» en Génova, admitió su fe comunista y el 30 de enero de 1929 fue condenada a 4 años de prisión. Murió en el penal de Perugia.

Margherita Vienco, nacida en Cambiano (Turín) el 6.1.1895, trabajadora. Detenida y acusada de "fundación del Partido Comunista, pertenencia a él y propaganda", el 2.3.1940 fue condenada a 8 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Maria Bernetich, Regina Franceschino y Dirce Scarazzati).

Paola Visin, nacida en Gorizia el 13.11. 1890, tendero. Acusada de "pertenencia a bandas rebeldes", el 10.3.1943 fue condenada a 5 años de prisión. (Véase, en esta misma lista biográfica, Sofia Plesnigar).

Lina Villani, nacida en Florencia el 6.6.1909, empleada. Miembro de un grupo comunista que operaba en Florencia y en la zona de Empoli, desarrolló una intensa actividad en favor de la España republicana. Detenido y juzgado junto a otros 7 acusados, el 26/11. 1937 fue condenada a 3 años de prisión.

Valerla Wachenhusen, nacida en Austria el 24.7.1900, ama de casa. Junto con su marido Carlo Julg, fue detenida en Brescia en mayo de 1937 por haber llevado a cabo actividades antifascistas. Denunciada por "constituir el PCI, pertenecer al mismo y hacer propaganda", en el proceso declaró que se sentía honrada de pertenecer al Partido Comunista. El 2 de febrero de 1938 fue condenada a 10 años de prisión (su marido a 14).

Giovanna Zaccherini, nacida en Castelbolognese (Bolonia) el 2.4.1890, comerciante. Comunista, fue detenida por haber llevado a cabo actividades antifascistas en Bolonia y Ferrara. Enviada a juicio, se niega, como los otros seis acusados, a proporcionar información. Definida como "mujer de probada confianza por la organización comunista boloñesa", el 19/02/1929 fue condenada a 1 año y 3 meses de prisión.

Adriana Zanoboli, nacida en Roma el 21.2.1922, mecanógrafa. Empleada en el Banco de Italia, en la primavera de 1941 fue acusada de realizar propaganda antifascista por haber reproducido y distribuido discursos de Roosevelt y Churchill. Enviada a juicio acusada de derrotismo, fue absuelta el 25.7.1941 (véase, en esta misma lista biográfica, Antonia Zappi).

Antonia Zappi, nacida en Canepina (Viterbo) el 27.4.1895, enfermera. En la primavera de 1941 fue acusada de haber realizado propaganda contra el régimen de Roma, difundiendo discursos de Roosevelt y Churchill. Denunciada ante el tribunal especial por acusación de derrotismo y juzgada, fue absuelta el 25.7.1941 (véase, en esta misma lista biográfica, Adriana Zanoboli).

Giuseppina Zidanik, nació en Vipacco (en aquel entonces en la provincia de Gorizia, hoy en Eslovenia) el 10.3.1917. Acusada de "pertenencia a bandas partisanas, propaganda comunista e incitación a la deserción", declaró que estaba "deseosa de ver su patria liberada de la opresión extranjera". El 11 de septiembre de 1942 fue condenada a 10 años de prisión.

Giuseppina Zolla, n. en Trieste el 9.2.1903, empleado. Detenida tras el descubrimiento del tipógrafo y comunista suizo Emilio Hoffmaier por la denuncia del provocador Guglielmo Jonna (o Ionna) a finales de 1927, fue enviada a juicio por "reconstitución del Partido Comunista y propaganda". Juzgada el 5 de marzo de 1929, fue condenada a 3 años y 3 meses de prisión.

Francesca Zust, n. en Idrija (en aquel entonces en la provincia de Gorizia, hoy en Eslovenia) el 22.2.1913, costurera. Detenido en Idrija en noviembre de 1942 junto con Albina Mikuz (ver en esta misma lista biográfica), le fueron confiscados numerosos folletos que alababan el movimiento partisano. Acusada de "pertenencia a bandas rebeldes", el 23 de junio de 1943 fue condenada a 10 años de prisión.

Bibliografía: Berardo Taddei, Mujeres juzgadas por el tribunal especial 1927-43 , Verona, 1969; A. Dal Pont, A. Leonetti, P. Maiello, L. Zocchi, Sala IV , Roma, 1961; Antología del antifascismo y la Resistencia , Milán, 1974, La Pietra.

Confinamiento político

Contrariamente a la creencia popular, el Tribunal Especial para la Defensa del Estado no es responsable de condenar a opositores políticos a penas de reclusión. Este tipo de medidas es competencia de la justicia ordinaria que, reunida desde 1926 en comisiones provinciales especiales compuestas por el prefecto, el fiscal real, el comisario de policía, el comandante de los carabineros y un oficial de milicia, decide sobre la expulsión y el destino a residencia forzosa de quienes consideran peligrosos para el orden público, tanto desde el punto de vista de la delincuencia común como desde el punto de vista político.

Durante el régimen fascista, los intelectuales y políticos antifascistas más importantes fueron condenados a reclusión, tras un período más o menos largo de prisión, y enviados a lugares periféricos -en su mayoría islas o pequeñas ciudades en las zonas más internas del Sur- y alejados de sus lugares de origen, con el fin de crear una separación material y psicológica entre estos opositores y el resto del país. Así, los nombres de localidades como Pantelleria, Ustica, Ventotene, Tremiti, Ponza se hacen familiares para el público, mientras que los topónimos del vasto y subdesarrollado interior del sur permanecen menos conocidos.

Desde 1931, los reclusos están sometidos a trabajos obligatorios; También deberán respetar ciertos horarios de salida y regreso del domicilio donde viven; No podrán asistir a establecimientos públicos ni lugares de reunión. A estas restricciones se suman unas condiciones de vida bastante precarias.

Víctimas del confinamiento fueron también los opositores políticos de los territorios coloniales y, en particular tras la introducción de la legislación racial (1938), los homosexuales, que tendían a ser marginados socialmente aunque evitando la persecución directa, lo que pondría de relieve, en una Italia fascista que quería ser viril, la existencia de una "desviación" escandalosa.

En total, entre 1926 y 1943 fueron enviadas a confinamiento 12.330 personas; 177 presos políticos antifascistas morirán durante el periodo de aislamiento.

(Información y datos tomados de G. De Luna, Tribunal Especial para la Defensa del Estado , y M. Franzinelli, Confinamiento policial , en Diccionario del fascismo , editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003).

Ventoteno

La isla de Ventotene, en el archipiélago Pontino del Lacio, fue uno de los lugares de confinamiento de la Italia fascista, quizás el lugar más conocido en virtud de la importancia de sus "huéspedes", entre ellos Sandro Pertini, Umberto Terracini, Giorgio Amendola, Lelio Basso, Mauro Scoccimarro, Giuseppe Romita, Luigi Longo, Giovanni Roveda, Pietro Secchia, Camilla Ravera, Giuseppe Di Vittorio, Altiero Spinelli, Ernesto Rossi, Eugenio Curiel, Ilario Tabarri, Pietro Grifone y Alfonso Failla.

La isla también es conocida porque en ese lugar, que el régimen fascista eligió por estar separado del resto del país, los exiliados Altiero Spinelli, Ernesto Rossi y Eugenio Colorni redactaron el documento titulado Por una Europa libre y unida. Borrador de un manifiesto, conocido como Manifiesto de Ventotene. En el período de posguerra, el Manifiesto se convirtió en un texto fundamental para la creación de una Europa que fuera una unión federal de estados democráticos en paz entre sí. Se considera unánimemente la carta fundadora de la Unión Europea.

Para más información sobre Ventotene como lugar de confinamiento, consultar el artículo de Filomena Gargiulo, Cómo era el confinamiento en Ventotene , http://www.anpi.it/articoli/1045/comera-il-confino-a-ventotene  .

El Manifiesto de la Raza - 1938

Publicado bajo el título El fascismo y los problemas de la raza en “Il Giornale d'Italia” el 14 de julio de 1938, el Manifiesto de los Científicos de la Raza o Manifiesto de la Raza anticipó algunas semanas la promulgación de una legislación racial fascista (septiembre-octubre de 1938). Firmado por algunos de los principales científicos italianos, el Manifiesto se convirtió en la base ideológica y pseudocientífica de las políticas racistas de la Italia fascista.

El Manifiesto de la Raza - 1938

De "La defensa de la raza", director Telesio Interlandi, año I, número 1, 5 de agosto de 1938, p. 2.

El 26 de julio, el Ministro Secretario del Partido recibió a un grupo de estudiosos fascistas, profesores de universidades italianas, que, bajo la égida del Ministerio de Cultura Popular, han elaborado o adherido a las proposiciones que establecen las bases del racismo fascista.

1. Las razas humanas existen. La existencia de las razas humanas no es una abstracción de nuestro espíritu, sino que corresponde a una realidad fenomenal, material, perceptible con nuestros sentidos. Esta realidad está representada por masas, casi siempre imponentes, de millones de hombres similares en características físicas y psicológicas que fueron heredadas y siguen heredándose.

Decir que existen razas humanas no significa a priori que existan razas humanas superiores o inferiores, sino únicamente que existen diferentes razas humanas.

2. Hay razas grandes y razas pequeñas. No sólo es necesario admitir que existen grandes grupos sistemáticos, comúnmente llamados razas y que sólo se individualizan por algunos caracteres, sino que también es necesario admitir que existen grupos sistemáticos menores (como, por ejemplo, los nórdicos, los mediterráneos, los dináricos, etc.) individualizados por un mayor número de caracteres comunes. Estos grupos constituyen desde el punto de vista biológico las verdaderas razas, cuya existencia es una verdad evidente.

3. El concepto de raza es un concepto puramente biológico. Se basa, pues, en consideraciones distintas a los conceptos de pueblo y nación, que se fundamentan fundamentalmente en consideraciones históricas, lingüísticas y religiosas. Pero en la base de las diferencias entre las personas y las naciones están las diferencias de raza. Si los italianos son diferentes de los franceses, de los alemanes, de los turcos, de los griegos, etc., no es sólo porque tienen una lengua diferente y una historia diferente, sino porque la constitución racial de estos pueblos es diferente. Han sido proporciones diferentes de razas diferentes las que desde un tiempo muy antiguo han constituido los diferentes pueblos, ya sea que una raza tenga dominio absoluto sobre las otras, ya sea que todas estén fusionadas armoniosamente, o, finalmente, que las diferentes razas persistan todavía sin asimilarse unas a otras.

4. La población de la actual Italia es mayoritariamente de origen ario y su civilización es aria. Esta población de la civilización aria ha habitado nuestra península durante varios milenios; Queda muy poco de la civilización de los pueblos prearios. El origen de los italianos actuales parte esencialmente de elementos de aquellas mismas razas que constituyen y han constituido el tejido perennemente vivo de Europa.

5. La contribución de enormes masas de hombres en tiempos históricos es una leyenda. Después de la invasión de los lombardos no hubo en Italia otros movimientos de pueblos notables capaces de influir en la fisonomía racial de la nación. De ello se desprende que, mientras que para las demás naciones europeas la composición racial ha variado considerablemente incluso en los tiempos modernos, para Italia, en sus líneas generales, la composición racial de hoy es la misma que era hace mil años: los cuarenta y cuatro millones de italianos de hoy se remontan, por tanto, en su absoluta mayoría a familias que han habitado Italia durante al menos un milenio.

6. Actualmente existe una "raza italiana" pura. Esta afirmación no se basa en la confusión del concepto biológico de raza con el concepto histórico-lingüístico de pueblo y de nación, sino en la relación de sangre pura que une a los italianos de hoy con las generaciones que han poblado Italia durante milenios. Esta antigua pureza de sangre es el mayor título nobiliario de la nación italiana.

7. Es hora de que los italianos se proclamen abiertamente racistas. Todo el trabajo que ha realizado el Régimen en Italia hasta ahora es, en última instancia, racismo. La referencia a los conceptos de raza siempre ha sido muy frecuente en los discursos del Jefe. La cuestión del racismo en Italia debe tratarse desde un punto de vista puramente biológico, sin intenciones filosóficas o religiosas. La concepción del racismo en Italia debe ser esencialmente italiana y de orientación ario-nórdica. Esto no significa, sin embargo, introducir en Italia las teorías del racismo alemán tal como son ni afirmar que italianos y escandinavos son la misma cosa. Pero él sólo quiere indicar a los italianos un modelo físico y sobre todo psicológico del género humano que, por sus características puramente europeas, se separa completamente de todas las razas extraeuropeas; esto significa elevar al italiano a un ideal de autoconciencia superior y de mayor responsabilidad.

8. Es necesario hacer una distinción clara entre los mediterráneos de Europa (occidentales), por un lado, y los orientales y africanos, por otro. Por tanto, deben considerarse peligrosas las teorías que apoyan el origen africano de algunos pueblos europeos e incluyen a las poblaciones semíticas y camitas en una raza mediterránea común, estableciendo relaciones y simpatías ideológicas absolutamente inadmisibles.

9. Los judíos no pertenecen a la raza italiana. De los semitas que a lo largo de los siglos desembarcaron en el suelo sagrado de nuestra patria, no queda nada en general. Incluso la ocupación árabe de Sicilia no dejó nada atrás excepto el recuerdo de algunos nombres; Además, el proceso de asimilación siempre fue muy rápido en Italia. Los judíos representan la única población que nunca se ha asimilado en Italia porque está formada por elementos raciales no europeos, absolutamente diferentes de los elementos que dieron origen a los italianos.

10. Las características físicas y psicológicas puramente europeas de los italianos no deben ser alteradas de ningún modo. La unión es admisible sólo dentro de las razas europeas, en cuyo caso no deberíamos hablar de verdadero hibridación, dado que estas razas pertenecen a un tronco común y difieren sólo en algunas características, mientras que son iguales en muchas otras. El carácter puramente europeo de los italianos se altera por el mestizaje con cualquier raza extraeuropea portadora de una civilización distinta a la milenaria civilización de los arios.

Los firmantes:

Lino Businco, Profesor de Patología General, Universidad de Roma

Lidio Cipriani, Profesor de Antropología, Universidad de Florencia

Arturo Donaggio, profesor de neuropsiquiatría de la Universidad de Bolonia y presidente de la Sociedad Italiana de Psiquiatría

Leone Franzi, profesor de Pediatría, Universidad de Milán

Guido Landra, Profesor de Antropología, Universidad de Roma

Nicola Pende, profesor de endocrinología de la Universidad de Roma y director del Instituto de Patología Médica Especial

Marcello Ricci, Profesor de Zoología, Universidad de Roma

Franco Savorgnan, profesor de demografía de la Universidad de Roma y presidente del Instituto Central de Estadística

Sabato Visco, profesor de fisiología de la Universidad de Roma y director del Instituto Nacional de Biología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Edoardo Zavattari, director del Instituto de Zoología de la Universidad de Roma.

El antisemitismo italiano: indiferentes y delatores

Las leyes raciales introducidas por el Estado italiano en 1938 no encajaban en un contexto que, hasta entonces, había estado libre de mentalidades y prácticas antisemitas. Es de notar, de hecho, que «el tejido social y cultural italiano, y más aún los organismos y aparatos del régimen, parecen […] lejos de estar desprevenidos para aceptar y poner en práctica la ley de segregación», si bien no faltan, «en la sociedad civil y religiosa, sentimientos de oposición a la legislación misma» (G. Luzzatto Voghera, Antisemitismo, en Dizionario del fascismo, editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003, v. 1, pp. 80). Como en otros países europeos, en Italia, a partir de finales del siglo XIX y sobre la base de un prejuicio religioso profundamente arraigado, se difundió un periodismo antisemita, pero que se basaba en una polémica ahora “modernamente” política. Pero fue después de la Gran Guerra, todavía en el contexto de los fenómenos supranacionales, cuando «el antisemitismo empezó a pesar verdaderamente en la política y en la sociedad italiana» (ibid., p. 81). En 1921 se publicó la traducción italiana de los Protocolos de los Sabios de Sión, editado por Giovanni Preziosi, futura “figura destacada del antisemitismo fascista” (ibidem), un documento falso producido a principios de siglo en la Rusia zarista y desde entonces explotado como “prueba” de la conspiración judía mundial.

En los primeros años del fascismo en el poder, la polémica antijudía fue protagonizada sobre todo por las franjas más extremistas del partido, que insistían "en los temas más trillados de la vulgata antisemita: la conexión entre judaísmo, bolchevismo y masonería; la representación del judío como la última trinchera del antifascismo” (ibid., p. 82). Sin embargo, el verdadero punto de inflexión antisemita en Italia llegó con la guerra en Etiopía; Dentro de la propaganda del régimen se impuso rápidamente el concepto de la superioridad racial de los "italianos puros" respecto a las poblaciones africanas. El paso hacia una legislación racista fue corto: desde 1935 una feroz campaña de prensa se centró en temas antisionistas y antisemitas, y en los tres años siguientes los propios judíos italianos se convirtieron en un blanco recurrente de controversias. Las leyes raciales de 1938 se introdujeron en un país dispuesto a acogerlas con indiferencia y condescendencia, si no con benevolencia.

Esta última actitud se encuentra fácilmente en el caso de los informantes, es decir, los italianos “arios” dispuestos a denunciar a miembros de la comunidad judía por delitos como la posesión de radios o la contratación de sirvientes de la “raza aria”.

Desde 1938, el Ministerio del Interior ha recibido decenas de memoriales anónimos denunciando personas "eliminadas", como tampoco han faltado, en algunas ciudades italianas, los murales que alaban a Hitler y a la política de discriminación racial. Incluso aquellos que, a pesar de tomar mil precauciones, han logrado mantener un mínimo de actividad laboral y vida social, son inmediatamente denunciados. La persecución de los judíos italianos y extranjeros refugiados en Italia se movía, pues, entre los extremos de la indiferencia y la colaboración por parte de los italianos que se definían como “arios”.

Entre el verano de 1940 y el de 1943, aproximadamente 400 judíos italianos antifascistas y 6.000 judíos extranjeros fueron internados en campos de concentración o confinados (M. Avagliano-M. Palmieri, Di pura razza italiana. L'Italia “ariana” di fronte alle leggi razziali, Milán, Baldini&Castoldi, 2013, p. 286). La convicción surge a menudo de un comportamiento privado denunciado de forma anónima a las autoridades.

El 8 de septiembre de 1943 marca el punto de inflexión entre la fase de negación de derechos y la de persecución contra la vida, con el inicio de las deportaciones en gran escala.

Expulsión de judíos de las escuelas

Real Decreto: Expulsión de los judíos de las escuelas

Este decreto, firmado por el rey y Mussolini, y emitido el 5 de septiembre de 1938, es la primera de las disposiciones relativas a la política racial del régimen fascista: establece la "necesidad de defender la raza" dentro de la escuela, y por tanto la expulsión de las clases docentes y de aprendizaje - profesores y alumnos, de todos los niveles, sin exclusión de ninguno - de "raza" judía del sistema escolar público italiano. Significativamente, la medida sobre las escuelas fue la primera tomada por el Estado italiano hacia los judíos, lo que significa el peso que tenía la política educativa para el régimen fascista. Cabe señalar también que la expulsión de los judíos de las escuelas representa una innovación significativa en el contexto de las leyes raciales europeas: la Alemania de Hitler, por ejemplo, introdujo esta norma después de Italia, en noviembre de 1938.

REAL DECRETO - LEY 5 de septiembre de 1938 - XVI, n. 1390

Medidas de defensa de la raza en las escuelas fascistas

VICTOR MANUEL III POR LA GRACIA DE DIOS Y LA VOLUNTAD DE LA NACIÓN REY DE ITALIA EMPERADOR DE ETIOPÍA

Habiendo visto el arte. 3, n.2, de la ley de 31 de enero de 1926-IV, n.100;

Considerando la absoluta y urgente necesidad de dictar disposiciones para la defensa de la raza en las escuelas italianas;

Habiendo oído al Consejo de Ministros;

A propuesta de nuestro Ministro Secretario de Estado de Educación Nacional, de acuerdo con el Ministro de Hacienda;

Hemos decretado y decretamos;

Art. 1. Las personas de raza judía no podrán ser admitidas al cargo de docente en las escuelas estatales o paraestatales de cualquier orden y nivel y en las escuelas no estatales, cuyos estudios sean reconocidos con efecto legal, aun cuando hayan sido incluidas en las clasificaciones de los exámenes competitivos antes de este decreto; Tampoco serán admitidos para el ingreso a ayudantías universitarias, ni para obtener la habilitación para la libre docencia.

Art. 2. Los estudiantes de raza judía no podrán ser matriculados en escuelas de cualquier tipo y nivel, cuyos estudios sean reconocidos con efecto legal.

Art. 3. Desde el 16 de octubre de 1938-XVI todos los profesores de raza judía pertenecientes a los puestos para las escuelas a que se refiere el art. anterior. 1, será suspendido del servicio; A estos efectos, se asimilan al personal docente los directores y directoras de los centros educativos antes mencionados, los auxiliares y ayudantes universitarios y el personal directivo de los centros de enseñanza primaria. De la misma manera, los profesores judíos serán suspendidos de enseñar.

Art. 4. Los miembros de raza judía de las Academias, Institutos y Asociaciones de ciencias, letras y artes cesarán de formar parte de dichas instituciones a partir del 16 de octubre de 1938-XVI.

Art. 5. No obstante lo dispuesto en el art. anterior, 2. Los estudiantes de raza judía que ya estuvieron matriculados en instituciones de educación superior en años académicos anteriores podrán ser admitidos con carácter temporal para continuar sus estudios universitarios.

Art. 6. A los efectos del presente decreto-ley, se considera de raza judía todo aquel nacido de padres ambos de raza judía, incluso si profesa una religión distinta a la judía.

Art. 7. El presente decreto-ley, que entrará en vigor el día de su publicación en el Diario Oficial del Reino, será presentado al Parlamento para su conversión en ley. El Ministro de Educación Nacional está autorizado a presentar el proyecto de ley correspondiente.

Vamos a ordenar

que el presente decreto, que lleva el sello del Estado, se inserte en la colección de leyes y decretos del Reino de Italia, ordenando a todos los responsables observarlo y hacerlo observar.

Dado en San Rossore, el 5 de septiembre de 1938 - Año XVI

Víctor Manuel, Mussolini, Bottai, Di Revel

Expulsión de judíos extranjeros

Real Decreto: Expulsión de judíos extranjeros

Este decreto, firmado por el Rey y Mussolini, y emitido el 7 de septiembre de 1938, es una de las principales disposiciones de la política racial del régimen fascista: establece quién puede ser considerado judío; prohíbe a los judíos extranjeros residir permanentemente en el territorio metropolitano y colonial, y por tanto en todo el imperio, y decreta su expulsión; Prevé la revocación de las ciudadanías concedidas a los judíos extranjeros después de enero de 1919.

REAL DECRETO-LEY 7 de septiembre de 1938-XVI, n. 1381

Medidas contra los judíos extranjeros

VICTOR MANUEL III POR LA GRACIA DE DIOS Y LA VOLUNTAD DE LA NACIÓN REY DE ITALIA EMPERADOR DE ETIOPÍA

Considerando la urgente y absoluta necesidad de proporcionar;

Habiendo visto el arte. 3, n. 2, de la ley de 31 de enero de 1926-IV, n. 100;

Habiendo oído al Consejo de Ministros;

A propuesta del Duce, del Primer Ministro, del Secretario de Estado, del Ministro, del Secretario de Estado del Interior;

Hemos decretado y decretamos:

Art. 1. A partir de la fecha de publicación del presente decreto-ley, se prohíbe a los extranjeros judíos establecer residencia permanente en el Reino, Libia y las Posesiones del Egeo.

Art. 2. A los efectos del presente decreto-ley, se considera judío todo aquel nacido de padres ambos de raza judía, incluso si profesa una religión distinta a la judía.

Art. 3. Las concesiones de ciudadanía italiana a extranjeros judíos hechas después del 1 de enero de 1919 se consideran revocadas a todos los efectos.

Art. 4. Los extranjeros judíos que, en la fecha de publicación del presente decreto-ley, se encuentren en el Reino, Libia y las Posesiones del Egeo y que hayan iniciado su estancia allí después del 1 de enero de 1919, deberán abandonar el territorio del Reino, Libia y las Posesiones del Egeo en el plazo de seis meses a partir de la fecha de publicación del presente decreto. Quienes incumplan esta obligación en el plazo señalado serán expulsados del Reino de conformidad con el art. 150 del texto único de las leyes del PS, sin perjuicio de la aplicación de las sanciones establecidas por la ley.

Art. 5. Las controversias que puedan surgir en la aplicación del presente decreto-ley se resolverán, caso por caso, mediante decreto del Ministro del Interior, dictado de acuerdo con los Ministros interesados. El presente decreto no está sujeto a ningún recurso administrativo ni judicial. El presente decreto entrará en vigor el día de su publicación en el Diario Oficial y se someterá a la consideración del Parlamento para su conversión en ley. El Duce, Ministro del Interior, proponente, está autorizado a presentar el proyecto de ley correspondiente.

Vamos a ordenar

que el presente decreto, que lleva el sello del Estado, se inserte en la recopilación oficial de leyes y decretos del Reino de Italia, ordenando a todos los responsables observarlo y hacerlo observar.

Dado en San Rossore, el 7 de septiembre de 1938 - Año XVI

Víctor Manuel, Benito Mussolini

Declaración sobre la raza

Declaración sobre la raza

Aprobada por el Gran Consejo del Fascismo el 6 de octubre de 1938, la “Declaración sobre la Raza” es considerada el documento que inició la persecución antijudía y racista en Italia en general. El 17 de noviembre de 1938 la declaración se transformó en real decreto ley (n. 1728 - Disposiciones para la defensa de la raza italiana).

El Gran Consejo del Fascismo, tras la conquista del Imperio, declara la urgente actualidad de los problemas raciales y la necesidad de una conciencia racial. Recordemos que el fascismo lleva a cabo y lleva a cabo desde hace dieciséis años una actividad positiva encaminada al mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la raza italiana, mejoramiento que podría verse seriamente comprometido, con incalculables consecuencias políticas, por el mestizaje y el mestizaje.

El problema judío es sólo el aspecto metropolitano de un problema general.

El Gran Consejo del Fascismo establece:

• a) la prohibición de los matrimonios entre hombres y mujeres italianos con miembros de las razas camíticas, semíticas y otras no arias;

• b) la prohibición a los empleados del Estado y de los organismos públicos –personal civil y militar– de casarse con mujeres extranjeras de cualquier raza;

• c) el matrimonio de italianos y italianas con extranjeros, incluso de raza aria, debe contar con el previo consentimiento del Ministerio del Interior;

• d) deben reforzarse las medidas contra quienes atenten contra el prestigio de la raza en los territorios del Imperio.

Los judíos y el judaísmo

El Gran Consejo del Fascismo recuerda que el judaísmo mundial –especialmente después de la abolición de la masonería– fue la fuerza motriz del antifascismo en todos los campos y que el judaísmo italiano extranjero o exiliado fue –en ciertos períodos culminantes como en 1924-25 y durante la guerra de Etiopía– unánimemente hostil al fascismo. La inmigración de elementos extranjeros –que aumentó significativamente a partir de 1933– empeoró el estado de ánimo de los judíos italianos hacia el régimen, que no aceptaban sinceramente porque era antitético a la psicología, a la política y al internacionalismo de Israel. Todas las fuerzas antifascistas están dirigidas por elementos judíos; El judaísmo mundial, en España, está del lado de los bolcheviques de Barcelona.

La prohibición de entrada y la expulsión de judíos extranjeros

El Gran Consejo del Fascismo considera que la ley que prohíbe la entrada de judíos extranjeros en el Reino no puede demorarse más y que la expulsión de los indeseables –según el término puesto en boga y aplicado por las grandes democracias– es indispensable. El Gran Consejo del Fascismo decide que, además de los casos individualmente controvertidos que serán sometidos al examen de la comisión competente del Ministerio del Interior, no se aplicará la expulsión a los judíos extranjeros que:

• a) sean mayores de 65 años;

• b) contrajimos matrimonio mixto italiano antes del 1 de octubre XVI.

Judíos con ciudadanía italiana

El Gran Consejo del Fascismo, respecto de la pertenencia o no a la raza judía, establece lo siguiente:

• a) es de raza judía quien nace de ambos padres judíos;

• b) se considera de raza judía todo aquel nacido de padre judío y madre de nacionalidad extranjera;

• c) se considera de raza judía todo aquel que, incluso nacido de matrimonio mixto, profesa la religión judía;

• d) no se considera de raza judía quien nace de matrimonio mixto profesa otra religión que la judía a partir del 1 de octubre de 1600.

Discriminación entre judíos de ciudadanía italiana

No se aplicará ninguna discriminación –excluida en todo caso la enseñanza en las escuelas de todos los niveles– contra los judíos de ciudadanía italiana –cuando no hayan sido desmerecidos por otros motivos– que pertenezcan a:

• 1) las familias de los caídos en las cuatro guerras apoyadas por Italia en este siglo; Libio, Mundo, Etíope, Español;

• 2) familias de voluntarios de guerra en las guerras de Libia, Mundial, Etiopía y España;

• 3) familias de combatientes en las guerras de Libia, Mundial, Etiopía y España, condecorados con la Cruz del Mérito de Guerra;

• 4) las familias de aquellos que cayeron en la causa fascista;

• 5) las familias de los mutilados, inválidos, heridos de la Causa Fascista;

• 6) familias de fascistas que se unieron al Partido en los años 19-20-21-22 y en la segunda mitad del 24 y familias de legionarios de Fiume.

• 7) familias con méritos excepcionales que serán certificados por una comisión especial.

Los otros judíos

Los ciudadanos italianos de raza judía, no pertenecientes a las categorías antes mencionadas, en espera de una nueva ley relativa a la adquisición de la ciudadanía italiana, no podrán:

• a) estar registrado en el Partido Nacional Fascista;

• b) ser propietarios o administradores de empresas de cualquier naturaleza que ocupen cien o más personas;

• c) poseer más de cincuenta hectáreas de tierra;

• d) prestar el servicio militar en la paz y en la guerra. El ejercicio de las profesiones estará sujeto a nuevas medidas.

El Gran Consejo del Fascismo decide también:

• 1) que a los judíos retirados del empleo público se les conceda el derecho normal a una pensión;

• 2) que cualquier forma de presión sobre los judíos para obtener la abjuración sea rigurosamente reprimida;

• 3) que nada se modifique respecto del libre ejercicio del culto y la actividad de las comunidades judías según las leyes vigentes;

• 4) que, junto con las escuelas primarias, se permita la creación de escuelas medias para judíos.

Inmigración de judíos a Etiopía

El Gran Consejo del Fascismo no excluye la posibilidad de permitir, además de desviar la inmigración judía de Palestina, una inmigración controlada de judíos europeos a alguna zona de Etiopía. Esta y otras condiciones impuestas a los judíos pueden ser anuladas o agravadas dependiendo de la actitud que asuma el judaísmo hacia la Italia fascista.

Sillas del racismo

El Gran Consejo del Fascismo toma nota con satisfacción de que el Ministro de Educación Nacional ha creado cátedras de estudios raciales en las principales universidades del Reino.

A las camisas negras

El Gran Consejo del Fascismo, al tiempo que constata que el complejo de problemas raciales ha despertado un interés excepcional en el pueblo italiano, anuncia a los fascistas que las directivas del Partido en la materia deben considerarse fundamentales y vinculantes para todos y que las leyes que serán preparadas rápidamente por cada ministro deben inspirarse en las directivas del Gran Consejo.

La alianza con Hitler y la guerra mundial

Hitler aprovechó la situación creada a nivel europeo con la ocupación italiana de Etiopía en 1936, remilitarizando Renania, región alemana fronteriza con Francia, Bélgica y Luxemburgo, "desarmada" en base al Tratado de Versalles (1919) y el Pacto de Locarno (1925).

Ese mismo año se formó el llamado Eje Roma-Berlín, un pacto de amistad entre gobiernos que se sentían decepcionados por las políticas de Versalles y, en general, por la Sociedad de Naciones. La alianza, de carácter ideológico, político y militar, se materializó inmediatamente en la participación italo-alemana en la Guerra Civil Española, junto a las fuerzas de Franco y, en 1938, en la luz verde de Italia a la anexión alemana de Austria (Anschluss).

El clima político europeo estaba ahora caldeado y en ese contexto se celebró la Conferencia de Munich (septiembre de 1938), a la que asistieron Italia, Alemania, Francia e Inglaterra. El objetivo de la reunión era discutir el destino de Checoslovaquia (no invitada y por lo tanto ausente), cuyos territorios de los Sudetes fueron reclamados por el Tercer Reich. Hitler obtuvo lo que pidió, con la esperanza de satisfacerlo y evitar una guerra más amplia, pero ya en marzo de 1939 las tropas alemanas ocuparon Praga. Mientras tanto, Mussolini decide aprovechar la inercia de las demás potencias europeas ocupando Albania.

En mayo, Italia y Alemania firmaron el Pacto de Acero, una auténtica alianza militar a la que Mussolini se comprometió sin tener ningún conocimiento real de los planes de guerra de Hitler. Al Duce sólo le interesa tener un aliado fuerte para hacer valer sus pretensiones en Francia lo antes posible (Túnez, Yibuti, Córcega, Niza y Saboya). El pacto obliga a las dos potencias a apoyarse mutuamente tanto desde el punto de vista defensivo como ofensivo; Alemania e Italia también están obligadas a consultarse mutuamente y tienen prohibido firmar acuerdos de paz por separado en caso de guerra.

El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invadieron Polonia. El 3 de septiembre, Gran Bretaña y Francia declaran la guerra a Alemania. Es el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

En poco tiempo, las tropas de Hitler ocuparon Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda y Francia. Italia, que ha optado por la no beligerancia debido a la falta de preparación de sus fuerzas armadas para el conflicto, corre el riesgo de perder la oportunidad de participar en la (presunta) inminente victoria de sus aliados alemanes. Así, el 10 de junio de 1940, Italia también declaró la guerra a Francia, ahora derrotada, y entró en la Segunda Guerra Mundial.

Es una guerra que Italia no es capaz de librar, como lo demostraron, en pocas semanas, las dificultades en los frentes occidental y balcánico. De hecho, en octubre de 1940, Mussolini decidió atacar Grecia, que fue derrotada sólo gracias a la intervención alemana. Incluso en África, sólo la ayuda de los aliados del Eje permitió a los ingleses retirarse. Alemania estaba comprometida en varios frentes simultáneamente: el 22 de junio de 1941 comenzó también la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética, que el Führer había preparado hacía tiempo. Este ataque, junto con la entrada de Estados Unidos en la guerra, marca un punto de inflexión en el conflicto y frena el avance victorioso de Hitler.

El pueblo estadounidense ha estado desde hace mucho tiempo alineado sentimentalmente con Francia y Gran Bretaña, pero no está dispuesto a participar en el conflicto. Fue el ataque aéreo de los japoneses, aliados de Italia y Alemania, a la flota estadounidense en Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941) lo que hizo inevitable la declaración de guerra.

En noviembre de 1942, con la batalla de Stalingrado, los alemanes y los italianos se vieron obligados a retirarse. El Ejército italiano en Rusia (Armir) fue casi completamente destruido, y la repatriación de los pocos que no murieron en combate o acabaron en prisión se produjo en medio de inmensas dificultades y atroces sufrimientos causados por el frío y la falta de organización.

Los soviéticos reanudaron así su contraofensiva, reconquistaron el Mar Negro y llegaron, en 1944, a las puertas de Varsovia. Ese mismo año, Rumania, Bulgaria y el este de Eslovaquia fueron liberados y ocupados. Las tropas de Moscú también comenzaron a penetrar en Yugoslavia, donde desde hacía tiempo operaban partisanos dirigidos por el mariscal Tito (1892-1980).

Al mismo tiempo, las tropas alemanas trabajaban intensamente para combatir a los aliados en los frentes africanos (hasta mayo de 1943) y, después del desembarco de Normandía (6 de junio de 1944), en la propia Europa.

Cronología del nazismo

Fuentes:

Diccionario del fascismo, editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003

Diccionario de la Resistencia, editado por Enzo Collotti, Renato Sandri y Frediano Sessi, Turín, Einaudi, 2000

L. Salvatorelli, G. Mira, Historia del fascismo. Italia de 1919 a 1945, Roma, Novissima, 1952

La Guerra Civil Española

La Guerra Civil Española se considera el “ensayo general de la Segunda Guerra Mundial”, habiendo visto, en primer lugar, la oposición entre los bandos que unos años más tarde se enfrentarían en el conflicto global, a saber, las fuerzas fascistas, apoyadas económica y militarmente por la Italia de Mussolini y el Tercer Reich, y las fuerzas republicanas, apoyadas principalmente por la Unión Soviética. En segundo lugar, la Guerra Civil española fue un ensayo general también porque representó, para los bandos enfrentados, la oportunidad de probar nuevas armas y estrategias, incluidos los bombardeos terroristas dirigidos a alcanzar estructuras civiles, y por tanto a la población, y la guerra de guerrillas, cuyas técnicas serían adoptadas por los movimientos de resistencia europeos contra el nazismo.

La Guerra Civil Española no sólo fue producto del clima político europeo de la década de 1930, sino que tiene raíces profundas en la historia del siglo XX. En 1902 Alfonso XIII ascendió al trono y fortaleció la alianza de la monarquía con el clero, la aristocracia, la alta burguesía y el ejército, favoreciendo así, por vía reactiva, la afirmación de movimientos socialistas y sindicalistas revolucionarios entre las clases populares. Al final de la Gran Guerra, España también vivió un intenso período de agitación política, conocido como el “trienio bolchevique” (1918-1921). En el contexto de la crisis del sistema político, en algunos sectores de la derecha tradicional gana terreno la idea de crear una versión española del fascismo, que refleje los deseos de la derecha autoritaria pero los reponga en clave moderna, y que derrote definitivamente a las organizaciones de izquierda. El proyecto de “revolución desde arriba” desembocó en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930), quien transformó los valores y el espíritu corporativista del ejército en una línea política. La nueva relación entre la Corona y las Fuerzas Armadas será la base de los cuarenta años de franquismo. Vista desde la Italia fascista, España parece una “nación hermana”; Mussolini considera la alianza con el general de Rivera como una posibilidad para restaurar el control “latino” sobre el Mediterráneo. Posteriormente, la llegada del “generalísimo” Francisco Franco reforzará estas esperanzas.

La crisis económica mundial de 1929 también agravó la situación social interna en España. El gobierno de Primo de Rivera no sobrevive a la presión del país, que exige la restauración del régimen constitucional. Primo de Rivera se retiró en 1930 y fue sustituido por otros oficiales de alto rango. En las elecciones de 1931, el partido republicano ganó en muchas ciudades, lo que provocó el colapso de la monarquía y el advenimiento de la Segunda República Española. Sin embargo, este país se ve obligado a afrontar el difícil legado económico y social del régimen anterior. La crisis afectó inevitablemente a la popularidad de la izquierda y así, ya en las elecciones de 1933, la República experimentó un giro hacia la derecha, recordado como el "bienio negro" (1934-35). A esto le siguió un nuevo cambio de dirección: en las elecciones de febrero de 1936, de hecho, ganó el Frente Popular (que reunía a republicanos, socialistas, comunistas y parte de los anarquistas), y esto acabó preocupando a la derecha profascista, que empezó a pensar en un acto de fuerza. La alianza con el ejército es pues obvia, y coincide con una intensa actividad obstruccionista hacia la acción gubernamental, que es atacada además por una feroz campaña de prensa, que difunde la idea de una conspiración anarcocomunista que sólo puede evitarse confiando la nación a su defensor histórico, precisamente las fuerzas armadas. El golpe de Estado reaccionario comenzó en julio de 1936 en el protectorado marroquí, donde estaba destinado parte del ejército ibérico bajo el mando de Francisco Franco. El ejército se amotinó el 17 de julio y pocos días después las fuerzas aéreas alemanas e italianas lanzaron un puente aéreo entre Marruecos y Sevilla para transportar a las milicias de Franco al continente. A partir de entonces, Alemania e Italia proporcionaron a las tropas de Franco un importante aporte en hombres, armas y equipamiento. Mientras tanto, Francia, gobernada por el Frente Popular, propone a las demás potencias europeas la creación de un "Comité de No Intervención en los Asuntos de España", al que también se adhieren formalmente Alemania e Italia, aunque en realidad siguen apoyando a las fuerzas reaccionarias. La Alemania nazi utilizó el conflicto español para probar sus nuevas fuerzas armadas, especialmente su fuerza aérea, que en abril de 1937, con apoyo italiano, arrasó la localidad de Guernica (País Vasco), que se convertiría, también gracias a un famoso cuadro de Pablo Picasso, en el símbolo de la guerra terrorista contra los civiles. La Italia fascista envió un contingente de 70.000 hombres (T. Detti, G. Gozzini, Il Novecento, Bruno Mondadori, 2002) y, en marzo de 1938, fue responsable, entre otras cosas, del atentado terrorista de Barcelona.

La República reaccionó rápidamente, apoyada, a partir de septiembre de 1936, por las Brigadas Internacionales, integradas, por iniciativa de la Internacional Comunista, por voluntarios llegados de toda Europa y de diversos países del mundo. Estos voluntarios, en noviembre de 1936, repelieron la ofensiva franquista en Madrid. A pesar de las dificultades, la República resistió durante casi dos años, pero en marzo de 1938 una gran ofensiva de las tropas franquistas hizo perder terreno a los defensores y, de hecho, dividió en dos el territorio republicano. Los militares conquistaron ciudad tras ciudad y el 26 de enero de 1939 tomaron Barcelona, centro neurálgico de la resistencia. El 28 de marzo, después de que Francia e Inglaterra ya habían reconocido a su gobierno, Franco entró en Madrid y anunció la rendición del ejército republicano. Nombrado «Generalísimo de todas las fuerzas armadas y jefe del gobierno del Estado español» mientras la guerra estaba todavía en curso, Francisco Franco combinó inmediatamente su estrategia de guerra con una estudiada campaña de propaganda centrada, siguiendo el modelo fascista, en el culto a la personalidad y, dado el apoyo del clero, en la «santidad» de su tarea. El partido Falange, de inspiración fascista, fue elegido como el instrumento ideal para llenar el vacío ideológico del golpe de Franco.

La dictadura española sólo terminó con la muerte natural del caudillo, ocurrida en 1975. Franco, que optó por no entrar en la guerra durante el segundo conflicto, supo adaptarse a los tiempos. Cuando el equilibrio de poder internacional cambió en 1945, aprovechó su catolicismo y especialmente su anticomunismo, transformándose en un aliado útil de las potencias occidentales –los mismos estados que habían derrotado al nazismo– involucradas en la Guerra Fría. Identificarse con la Iglesia significa no presentarse al mundo como un remanente de los regímenes totalitarios que condujeron a la Segunda Guerra Mundial. Gracias a este papel, la Iglesia y la cultura católica obtuvieron un control político, económico y cultural casi total sobre la sociedad española. La transición a la democracia se produjo por iniciativa de Juan Carlos I, rey desde 1975. En 1978 se promulgó la Constitución.

La falange española

La Falange Española es un partido pequeño pero importante fundado el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador que gobernó España entre 1923 y 1930. El movimiento naciente pronto se unió a las Jons, las juntas que representaban al sindicalismo nacionalista. El joven Primo de Rivera pretende identificar la vía española hacia el fascismo, a través de un nacionalismo ardiente y la creación del hombre nuevo, heroico, con un instinto destructivo y creador a la vez, entregado a la violencia y a la acción. Los bastiones del nuevo régimen deseado por la Falange son, sin embargo, la tradición y la religión, elegidas como fundamento de un Estado totalitario dirigido por un partido único, como en el modelo italiano.

Los políticos e intelectuales que se reunieron en torno a Primo De Rivera esperaban una política de reformas económicas y sociales radicales que reintrodujera a España entre las grandes naciones europeas, tal como Mussolini, modelo a seguir, pudo hacer con Italia.

La Falange, sin embargo, no logró los éxitos esperados en el contexto de la derecha tradicionalista española. En las elecciones de 1936, a pesar de intentar diversas alianzas, la Falange se vio obligada a presentarse en solitario, con un programa electoral que incluía la reforma agraria, el fomento de la industria local y el pleno empleo.

La victoria de la izquierda es abrumadora, mientras que ningún candidato falangista es elegido. La reacción de Primo de Rivera y sus seguidores fue tan violenta como instrumental, y acabó atrayendo a muchos de los que creían ver en el Frente Popular la amenaza de una revolución bolchevique. Las continuas incursiones contra representantes del Frente no hicieron más que agudizar el clima de tensión que vivía España en esos momentos y que acabaría favoreciendo el golpe de Franco. El gobierno, incapaz de poner fin a la violencia, que ya es cotidiana, decide disolver y ilegalizar la Falange. Primo de Rivera y otros miembros del partido son detenidos. Juzgado por un tribunal popular durante la guerra civil, Primo de Rivera fue fusilado el 20 de noviembre de 1936. La historia de su partido, sin embargo, no terminó allí: durante la guerra civil, la Falange fue utilizada por las fuerzas franquistas para la persecución de opositores; En 1937 regresó a la FET (Falange Española Tradicionalista), el partido único del régimen franquista.

Las Brigadas Internacionales

De todos los pueblos, de todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos,

hijos de la inmortal España,

y en los días más duros de nuestra guerra,

Cuando la capital de la República Española se vio amenazada,

Fuisteis vosotros, valientes camaradas de las Brigadas Internacionales,

que ayudaste a salvarlo con tu entusiasmo de lucha,

"vuestro heroísmo y vuestro espíritu de sacrificio."

Dolores Ibárruri

Discurso con motivo de la disolución de las Brigadas Internacionales (1939)

En los meses siguientes al estallido de la guerra civil, las fuerzas políticas y sindicales vinculadas al Frente Popular organizaron la defensa de la República creando columnas armadas a las que paulatinamente se unieron voluntarios de todo el mundo.

Entre estas columnas destacan la Columna Durruti, liderada por el muy popular comandante anarquista Buonaventura Durruti (1896-1936), caído en la defensa de Madrid, y el Quinto Regimiento, creado por los comunistas y comandado por Enrique Lister (1907-1994) y Juan Modesto (1906-1969).

Los voluntarios de las Brigadas Internacionales, promovidas, organizadas y reunidas en España por la Internacional Comunista, proceden de 52 países diferentes, son aproximadamente 40.000 y miles de ellos morirán en combate. En todos los países europeos y en América se multiplican las iniciativas y colectas de ayuda en favor de la República. Así nacieron organizaciones como el Comité Internacional de Ayuda al Pueblo Español y el Socorro Rojo Internacional.

Según la opinión de muchos historiadores, la derrota de la República se debió en gran medida a las divisiones internas del Frente Popular. De hecho, dentro de sus filas prevalece la fragmentación y la dispersión de los recursos económicos, militares y humanos. Dependiendo de la zona, el poder, y en consecuencia la dirección de las acciones, está en manos de diferentes grupos incapaces de coordinarse, y en los que se reflejan las contradicciones del antifascismo y el socialcomunismo mundial, las dificultades con los anarquistas, etc. La guerra, librada contra un ejército real, estructurado y bien armado, acaba siendo inmanejable.

Los contrastes debidos a los diferentes objetivos sociales y políticos se fueron cimentando, agravados por la injerencia del único sostén económico de la República – la URSS de Stalin – que pretendía afirmar la supremacía comunista en el seno de la resistencia, aun a riesgo de perder posiciones, como de hecho ocurrió durante los cuatro días de conflicto armado en Barcelona en 1937, enfrentamientos internos entre comunistas de un lado y anarquistas y el POUM – Partido Obrero de Unificación Marxista – del otro. El POUM fue incluso ilegalizado en 1938 por el frente republicano progubernamental y sus líderes arrestados y, en su mayoría, asesinados.

En este contexto, Francisco Franco no puede sino prevalecer. Tras la Conferencia de Munich, en la que se discutió el destino de los Sudetes checoslovacos, prácticamente entregados a Hitler por Gran Bretaña y Francia, la Unión Soviética abandonó la idea de una alianza con las potencias democráticas y acabó interrumpiendo el envío de ayuda a España. El camino hacia la victoria de Franco está claro.

Estados Unidos declara la guerra

Con el inesperado ataque de la aviación japonesa a la flota estadounidense anclada en Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, la guerra se convirtió efectivamente en una guerra global.

El 8 de diciembre, el Congreso de los Estados Unidos declaró el estado de guerra contra Japón. Alemania e Italia a su vez declaran la guerra a los EE.UU.

La guerra entre Japón y Estados Unidos terminará con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Será una guerra total y, según algunas interpretaciones que ven en la elección de la bomba atómica una señal a la Unión Soviética por parte de Estados Unidos, el inicio de la Guerra Fría.

Japón y Alemania antes de Pearl Harbor

La política de Hitler hacia los Estados Unidos estuvo, desde el principio, marcada por una contradicción: por una parte, el dictador alemán tenía un fuerte desprecio por el poder americano, por otra, intentó, al menos durante los dos primeros años de la guerra, no implicar a los Estados Unidos en el conflicto, al menos hasta la victoria completa sobre la Unión Soviética, que el Führer preveía para el verano de 1941.

En el plan estratégico alemán, Japón -con el que Alemania e Italia firmaron el Pacto Tripartito el 27 de septiembre de 1940, según el cual pretendían repartirse el mundo- debía limitarse a "distraer" a los EEUU: si los japoneses, por ejemplo, tomaran Singapur y amenazaran a la India, esto representaría un duro golpe para Gran Bretaña y desviaría la atención americana del Atlántico, para concentrarla en el Pacífico.

Tanto Hitler como el ministro de Asuntos Exteriores von Ribbentrop no podían imaginar que las intenciones japonesas fueran diferentes, especialmente después del golpe de Estado que, en octubre de 1941, condujo a la formación de un gabinete militar dirigido por el general Hideki Tōjō.

Los movimientos bélicos posteriores de Japón, dirigidos contra las posesiones europeas en el Pacífico Sur, condujeron a la invasión japonesa de la Indochina francesa. Esto demuestra con bastante claridad las intenciones imperiales, inevitablemente dirigidas a un enfrentamiento con Estados Unidos y Gran Bretaña, aunque Hitler sigue creyendo que se trata de acciones limitadas. Todo intento de acuerdo diplomático entre los EE.UU. y Japón fracasa y los propios alemanes, deseosos de confirmar la buena estabilidad del Pacto Tripartito, comunican, a finales de noviembre de 1941, que si Japón entra en la guerra contra los Estados Unidos, Alemania estará a su lado. La escuadra naval japonesa destinada a apoyar logísticamente el ataque a Pearl Harbor zarpa el 26 de noviembre, dos días antes de la declaración alemana.

Veinte submarinos y cinco minisubmarinos, al frente de una flota de dos acorazados, tres cruceros, once destructores, seis portaaviones, ocho petroleros y 423 aviones, parten de la bahía de Tankan, en Japón, y se dirigen al puesto avanzado más occidental de los Estados Unidos, el archipiélago hawaiano.

A las 6.45 del 7 de diciembre de 1941, un primer escuadrón de 183 aviones despegó de la cubierta del Akagi, el buque insignia japonés. Poco después de las 8.40, un segundo escuadrón de 168 aviones formó la segunda oleada. Esa mañana, más de 350 aviones despegaron y destruyeron la Flota del Pacífico de Estados Unidos, anclada en Pearl Harbor.

El ataque japonés toma por sorpresa tanto a Berlín como a Washington. El compromiso verbal de Hitler y von Ribbentrop aún no ha sido firmado y los japoneses no han advertido a los aliados del plan de atacar Pearl Harbor.

Al recibir la noticia, el Ministro de Asuntos Exteriores del Reich se mostró escéptico, creyendo que se trataba pura propaganda enemiga. El embajador japonés lo confirmó en la mañana del 8 de diciembre.

Hitler convoca el Reichstag para el 11 de diciembre, cada vez más inclinado a respetar el acuerdo con los japoneses, sobreestimando su fuerza militar y, al mismo tiempo, subestimando la de los estadounidenses. El 11 de diciembre de 1941, Alemania, seguida pronto por Italia, declaró la guerra a Estados Unidos y el Führer acusó directamente al presidente norteamericano Roosevelt, de quien dijo que estaba incitado por "partidarios judíos", de haber provocado la guerra para justificar el fracaso del New Deal.

Operación Barbarroja - Ataque a la URSS

El 23 de agosto de 1939, la Alemania nazi y la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) firmaron un tratado de no agresión, conocido como el "Pacto Ribbentrop-Molotov", en honor a sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores. Esto, sin embargo, no impidió que Hitler siguiera considerando a la URSS el principal enemigo político y territorial –en lo que se refería al “espacio vital” alemán– de la Alemania nazi. La invasión de la Unión Soviética se había preparado desde el verano de 1940 y se hizo realidad a finales de ese año: el 18 de diciembre de 1940, de hecho, el Führer emitió la directiva n.º 21 para la ejecución de la "Operación Barbarroja", que en realidad comenzó el 22 de junio de 1941.

Además del uso de la Wehrmacht, las fuerzas armadas regulares, el mando alemán preparó el uso de unidades operativas especiales, los Einsatzgruppen, ya utilizados en Polonia y compuestos por personal de las SS y la policía, encargados de ocuparse de la "liquidación", principalmente mediante ejecuciones sumarias, de judíos, gitanos y opositores políticos presentes en los territorios del este y capturados. Se estima que las víctimas judías de los Einsatzgruppen en territorio soviético ascendieron a 2.200.000 personas (L. Beccaria Rolfi, B. Maida, Il futuro spezzato. I nazisti contro i bambini, Florencia, Giuntina, 2000, p. 42). Entre los que cayeron se encontraban hombres, mujeres, ancianos y niños, a los que había que añadir decenas de miles de ciudadanos soviéticos no judíos.

La invasión alemana, que tomó a los soviéticos por sorpresa, fue inicialmente muy rápida. El ataque se mueve a lo largo de tres líneas: al norte hacia Leningrado, al centro hacia Moscú y al sur hacia las regiones agrícolas y petroleras de Ucrania y el Cáucaso. El 10 de julio de 1941, los italianos intervinieron junto a los alemanes, primero con el CSIR (Cuerpo Expedicionario Italiano en Rusia) y luego, a partir de julio del año siguiente, con el ARMIR (Ejército Italiano en Rusia).

Cuando el 22 de junio de 1941 Radio Moscú anunció el inicio de las hostilidades, la fuerza aérea estacionada en las regiones occidentales del país ya estaba prácticamente destruida. El 3 de julio, Stalin habló por radio, apelando a los pueblos de la Unión Soviética: en un discurso intensamente patriótico, el líder soviético selló así el compromiso de Moscú con la coalición antifascista internacional.

En septiembre, los alemanes tomaron Kiev, sitiaron Leningrado y llegaron a las puertas de Moscú. En los territorios ocupados, la brutalidad y ferocidad de los nazis no conocían límites. Los comisarios políticos del Ejército Rojo fueron fusilados, al igual que muchos prisioneros de guerra; Los que sobreviven, sin embargo, son enviados a campos de concentración, donde reciben un tratamiento no muy diferente al reservado a los judíos.

El objetivo alemán es liquidar rápidamente la URSS, explotar sus recursos y luego concentrar toda su capacidad bélica contra Gran Bretaña. Sin embargo, la tenaz resistencia del Ejército Rojo frustrará este plan.

A principios de diciembre de 1941, la reconquista de Rostov del Don, en el sur de Rusia, marcó el primer éxito para los soviéticos, así como el fracaso de la estrategia alemana de guerra relámpago: el Ejército Rojo logró varios objetivos, incluida la eliminación del enemigo de la capital, el restablecimiento de conexiones con Leningrado y el bloqueo del acceso al Cáucaso.

El nuevo objetivo alemán es ahora Stalingrado, la ciudad simbólica de la Rusia soviética y puerta de entrada a los recursos petroleros, concentrados casi en su totalidad en la región del Cáucaso.

La resistencia de la ciudad, sitiada durante meses, impide el avance alemán y enfrenta a algunos de los mejores ejércitos del Reich.

La victoria soviética en Stalingrado resultaría ser el comienzo de la catástrofe para el Eje, junto con la derrota en El Alamein en África.

Dominar a los pueblos del Este

Las teorías, tanto hitlerianas como nazis, sobre la Europa del Este, considerada como un "espacio vital" natural para la expansión alemana, quedan bien resumidas en un discurso que el Führer dirigió a los jefes de sus fuerzas armadas en abril de 1942, del que reproducimos a continuación un extracto:

"Para dominar a los pueblos que hemos subyugado al este del Reich, ¿debemos? [...] privarlos [...] de toda organización estatal y mantenerlos así en el nivel cultural más bajo posible. Debemos partir del concepto de que estos pueblos no tienen otro deber que el de servirnos en el plano económico. Nuestro esfuerzo debe consistir, pues, en extraer de los territorios que ocupan todo lo que se pueda extraer de ellos. [...] Todo lo que los rusos, los ucranianos, los kirguisos podrían aprender en la escuela (aunque sólo fuera a leer y escribir) acabaría volviéndose contra nosotros. Un cerebro iluminado por algunas nociones de historia llegaría a concebir algunas ideas políticas, y esto nunca nos beneficiaría. ¿Mejor instalar un altavoz en cada aldea: dar a la población algunas noticias y sobre todo distraerla? ¿De qué serviría darles la oportunidad de adquirir conocimientos en los campos de la política y la economía? La radio no debe entrometerse en ofrecer a los pueblos subyugados conversaciones sobre su pasado histórico. ¡No, música y más música! La música ligera provoca la euforia del trabajo. Démosle a esa gente la oportunidad de bailar mucho y estarán agradecidos. [...] En lo que se refiere a la higiene de las poblaciones subyugadas, es perfectamente inútil dejarles beneficiarse de nuestros conocimientos. El resultado principal de una iniciativa de este tipo sería un enorme aumento del número de habitantes [...] En estos territorios la vacunación obligatoria sólo se practicará con los alemanes. Colocaremos médicos sólo en las colonias alemanas y sólo para tratar a los alemanes". (Adolf Hitler, Conversaciones secretas. Ordenado y anotado por Martin Bormann, Nápoles, Richter, 1954).

Cronología de la guerra en el Frente Oriental

1941

22 de junio: Alemania, Italia y Rumania declaran la guerra a la Unión Soviética. Comienza la Operación Barbarroja

26 de junio: Finlandia y Eslovaquia declaran la guerra a la Unión Soviética

27 de junio: Hungría declara la guerra a la Unión Soviética

29 de junio: Lanzamiento de la Operación Zorro Plateado en el Frente Norte (toma de la ciudad de Murmansk en el Mar de Barents)

30 de junio: Los alemanes ganan la batalla de Brody-Dubno (Frente Sur, Ucrania)

3 de julio: Discurso de Stalin: “Guerra popular” contra el invasor

26 de julio: Los alemanes ganan la batalla de Smolensk (Frente Central)

8 de agosto: Los alemanes ganan la batalla de Uman (Frente Sur)

10 de agosto: Primer despliegue del CSIR en territorio ucraniano

12 de agosto: Comienza la batalla de Crimea. Participan unidades italianas y rumanas

30 de agosto: Comienza el asedio de Leningrado

26 de septiembre: Caída de Kiev en manos del Eje

Mussolini hace su primera y única visita a las unidades italianas en el Frente Oriental

30 de septiembre: Lanzamiento de la Operación Tifón, el ataque a Moscú

Victoria italiana en la batalla de Petrikowka

16 de octubre: Evacuación de Odessa

16-28 de octubre: Masacre de Odessa: exterminio de la población judía de la ciudad y sus alrededores (víctimas: ciegos).

100.000 judíos ucranianos)

24 de octubre: Los alemanes ganan la primera batalla de Járkov (Frente Sur, Ucrania)

29 de octubre: Unidades del CSIR ocupan la ciudad de Stalino

3 de noviembre: Caída de Kursk en manos del Eje

16 de noviembre: Comienza el asedio de Sebastopol

20 de noviembre: Las tropas del Eje llegan al Don

5 de diciembre: Inicio de la contraofensiva soviética en Moscú

8 de diciembre: Suspensión de operaciones. La Operación Barbarroja ha fracasado

25-31 de diciembre: Batalla navideña entre unidades del CSIR y tropas soviéticas

1942

13 de febrero: Militarización de la población civil soviética

28 de febrero: Los alemanes ganan en Rzhev

5 de abril: Directiva No. Hitler 41: “Conquistar el Cáucaso y Stalingrado”

28 de mayo: Los alemanes ganan la segunda batalla de Járkov

Acuerdo de ayuda mutua soviético-estadounidense del 11 de junio

28 de junio Comienza la ofensiva de verano alemana hacia el Cáucaso (Operación Azul)

3 de julio: Los alemanes ganan la batalla de Crimea

9 de julio: Armir entra en operación. Se utiliza en el río Don; La caída de Sebastopol ante el Eje

17 de julio: Comienza la batalla de Stalingrado.

23 de julio: La Operación Azul tiene éxito, pero no conduce a la caída de Stalingrado.

25 de julio: Los alemanes penetran en el Cáucaso.

12 de agosto: Churchill y Stalin se reúnen en Moscú

19 de agosto: El mariscal de campo von Paulus ordena el ataque a Stalingrado.

20 de agosto: Comienza la primera batalla defensiva del Don, entre ARMIR y la URSS.

24 de agosto: Stalin ordena mantener Stalingrado a toda costa

1 de septiembre: Los soviéticos ganan la Primera Batalla del Don contra los italianos.

2 de septiembre: Hitler ordena la aniquilación de la población masculina de Stalingrado.

10 de septiembre: La ciudad está rodeada

13 de septiembre: Toma de Stalingrado

14 de octubre: Nuevo ataque alemán

11 de noviembre: Último asalto alemán a Stalingrado

19 de noviembre: Comienza la contraofensiva soviética (Operación Urano) en el sector de Stalingrado y el Don.

23 de noviembre: cerco del VI Ejército alemán

12 de diciembre: Intento de avance alemán ("Tormenta de invierno")

16 de diciembre: Los soviéticos lanzan la Operación Pequeño Saturno en el Don (Frente Sur)

23 de diciembre: La operación "Tormenta de Invierno" fracasa. Hitler ordena al Sexto Ejército que defienda Stalingrado

30 de diciembre: La Operación Pequeño Saturno finaliza con una victoria soviética. Es el colapso de ARMIR.

1943

8 de enero: ultimátum soviético a von Paulus

12 de enero: Los soviéticos lanzan la ofensiva Ostrogorzk-Rossosh

17 de enero: Segundo ultimátum soviético

18 de enero: El Ejército Rojo rompe el asedio de Leningrado.

26 de enero: El Ejército Rojo entra en Stalingrado; Batalla de Nikolaevka, durante la retirada de las fuerzas del Eje del Frente del Don. ARMIR ya no existe.

27 de enero: La Ofensiva Ostrogorzk-Rossoš termina con la derrota completa de las tropas del Eje.

31 de enero: Rendición de von Paulus

2 de febrero: Fin de la resistencia alemana en el sector norte de la ciudad.

3 de febrero: La radio alemana anuncia el fin de los combates en Stalingrado.

8 de febrero: Liberación de Kursk

14 de febrero: Liberación de Rostov del Don

16 de febrero: Liberación de Járkov

15 de marzo: Tercera batalla de Járkov: los alemanes retoman la ciudad.

16 de julio: Los soviéticos ganan la batalla de Kursk

23 de agosto: Los soviéticos ganan la cuarta batalla de Járkov

5 de noviembre: Liberación de Kiev

1944

18 de enero: Fin del asedio de Leningrado

17 de abril: Liberación de Ucrania occidental

Julio: Liberación de Bielorrusia

23 de agosto: Rumania, ocupada por los soviéticos, declara la guerra a Alemania.

4 de septiembre: Armisticio entre la URSS y Finlandia

19 de septiembre: Rendición de Finlandia. Las fuerzas alemanas se retiran a Noruega

2 de octubre: Fracaso del levantamiento de Varsovia

20 de octubre: Los soviéticos y los partisanos yugoslavos y búlgaros ganan la batalla de Belgrado.

28 de octubre: Fracaso del levantamiento nacional eslovaco

29 de octubre: Los alemanes ganan la batalla de Debrecen, Hungría.

26 de diciembre: Comienza la batalla de Budapest

1945

12 de enero: Los soviéticos lanzan la Operación Vístula-Oder.

3 de febrero: Concluida la operación, los soviéticos se encuentran en las fronteras orientales de Alemania.

13 de febrero: Los soviéticos ganan la batalla de Budapest

16 de marzo: La Operación Frühlingserwachen en el lago Balaton (Hungría), la última ofensiva alemana en el este, termina en derrota.

9 de abril: ocupación soviética de Prusia Oriental

13 de abril: Finaliza la ofensiva de Viena: los soviéticos entran en la ciudad.

30 de abril: el suicidio de Hitler

7 de mayo: Finaliza la batalla de Berlín: los soviéticos entran en la ciudad. Rendición de Alemania

12 de mayo: La Ofensiva de Praga termina con una victoria soviética y partisana.

La batalla de Stalingrado

El 19 de noviembre de 1942, la suerte de la guerra, hasta entonces favorable a las fuerzas del Eje, dio un giro decisivo: el inicio de la contraofensiva soviética en Stalingrado, donde soviéticos y nazifascistas luchaban entre sí desde el verano anterior, condujo, el 2 de febrero de 1943, a la victoria de los primeros y a la rendición total de los segundos, que a partir de ese momento iniciaron su trágica retirada del este. Al mismo tiempo comienza el avance soviético hacia Occidente, que finalizará en abril de 1945 en Berlín.

La batalla de Stalingrado, librada calle por calle, con cientos de miles de bajas militares y civiles, representa uno de los principales acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, así como una de las principales razones de la derrota de los ejércitos del Eje.

El 52º Ejército soviético, que defendía heroicamente Stalingrado, quedó aislado de las principales fuerzas soviéticas el 23 de agosto de 1942, el día en que la guerra llegó realmente a la ciudad, con un bombardeo masivo de la aviación alemana.

La preparación de la contraofensiva soviética del 19 de noviembre requirió un traslado colosal de hombres y equipos, que tuvo lugar en apenas unos días.

En el frente del Eje (alemanes, italianos, rumanos y húngaros), en diciembre de 1942 se lanzó la Operación Tormenta de Invierno, un intento de romper el cerco de Stalingrado.

A finales de noviembre de 1942, Hitler llamó al mariscal de campo Erich von Manstein del sector de Leningrado y le confió el mando del Grupo de Ejércitos Don. Su tarea es abrirse paso desde el suroeste y aliviar al Sexto Ejército, que se encuentra atrapado en el control del Ejército Rojo en una bolsa entre los ríos Don y Volga. El 24 de noviembre, el Führer reiteró que la ciudad no debía ser abandonada en ningún caso: el Sexto Ejército debía tomar Stalingrado a toda costa y von Manstein debía abrirse paso hasta la ciudad.

El intento tiene éxito inicialmente y lleva al Cuarto Ejército Panzer del general Hermann Hoth a pocos kilómetros de la ciudad. Las tropas sitiadas observan las señales luminosas que se les envían durante la noche: una salida desde la bolsa tiene, en ese momento, buenas posibilidades de éxito. Sin embargo, Hitler vuelve a rechazar la propuesta de sus generales y las tropas del Reich se encuentran rápidamente rodeadas y sin suministros. El Ejército Rojo ataca hacia el norte, amenazando el flanco derecho de todo el Grupo de Ejércitos Don; Hoth se ve obligado a detener el avance, enviar una de sus tres divisiones blindadas al frente norte y defenderse con sus fuerzas restantes.

El intento de conquistar Stalingrado ha fracasado. El 16 de diciembre de 1942 comenzó la Operación Pequeño Saturno, una gran ofensiva destinada a expulsar a las tropas del Eje del Frente del Don hacia Stalingrado. Aquí, el Sexto Ejército está ahora abandonado a su suerte, a pesar de las promesas de Göring y Hitler de abastecerlo por aire.

El mariscal de campo Friedrich Paulus, comandante del ejército alemán, se ve obligado por los mandos superiores a rechazar cualquier oferta de rendición que le presenten los soviéticos. Las tropas desanimadas sufren hambre y frío, y ahora no tienen medios para defenderse.

La Operación Anillo comienza la mañana del 10 de enero, mientras en el Don los húngaros y los italianos ya están en retirada. Es la batalla final, librada en las ruinas de la ciudad, y en su mayor parte sin tomar prisioneros.

Paulus y su personal se rinden el 31 de enero; Algunas unidades luchan hasta el 2 de febrero. La batalla de Stalingrado, una de las más importantes de la guerra y probablemente la decisiva para el frente europeo, termina con una victoria total de los soviéticos.

Italianos en Rusia

El 8º Ejército Italiano en Rusia (ARMIR) es la formación del Ejército Real enviada al Frente Oriental entre julio de 1942 y enero de 1943.

Creado por voluntad del propio Mussolini, está compuesto por los departamentos que ya constituían el Cuerpo Expedicionario Italiano en Rusia (CSIR), en el frente oriental desde julio del año anterior, y por divisiones procedentes de otros frentes. Parte del Grupo de Ejércitos B alemán y comandada por el general Italo Gariboldi, las divisiones Torino, Pasubio, Cosseria, Ravenna, Sforzesca, Vicenza, Cuneense, Julia y Tridentina (junto con muchas unidades más pequeñas) participaron en el avance en el este de Ucrania, luchando entre el Donets y el Don, antes de ser finalmente desplegadas en la curva del Don.

Para Italia, que entró en la guerra sin preparación económica ni militar y ya comprometida en los Balcanes y en África, la guerra contra la Unión Soviética representó un esfuerzo enorme.

Incluso la guerra en el Frente Oriental fue para Italia una guerra subordinada a su aliado alemán, que a menudo tuvo que intervenir para ayudarla, como en los otros frentes. La subordinación también se manifiesta en la esfera política y táctica, como lo demuestra el hecho de que Hitler comunicó a Mussolini su intención de invadir Rusia sólo el mismo día de la invasión (22 de junio de 1941). Pero incluso el Frente Oriental fue para la Italia fascista una oportunidad de estar junto a su poderoso aliado y compartir sus conquistas. En particular, nuevos estudios han demostrado que “Mussolini no excluía que Italia pudiera beneficiarse de la ocupación de territorios soviéticos”, apuntando a las reservas de petróleo del Mar Negro, “lo que habría resuelto el problema energético italiano”, así como “impidiendo que la URSS llegara al Mediterráneo a través del Mar Negro” (MT Giusti, I prigioni italiani in Russia, Bolonia, Il Mulino, 2014, 2ª ed.).

El ARMIR, estacionado en el medio Don, está involucrado en la abrumadora ofensiva soviética en Stalingrado. En enero de 1943, derrotada en batalla y obligada a retirarse, vio morir a muchos de sus hombres en las nieves de la estepa rusa y sobre todo en cautiverio.

La confusión general y los errores organizativos impidieron que los miles de hombres en retirada fueran rescatados por vehículos, que se vieron obligados a marchar a pie, en la nieve, a temperaturas prohibitivas, durante cientos de kilómetros en busca de una salida del cerco, de los ataques de las columnas blindadas enemigas y de las unidades partisanas que operaban tras ellas. Los que acabaron en manos soviéticas no corrieron mejor suerte y, como ha demostrado la historiografía, la mayoría de las bajas italianas en Rusia –en su mayoría desaparecidos– se produjeron durante los traslados a campos y durante su estancia en estructuras totalmente inadecuadas para contener y albergar a cientos de miles de prisioneros alemanes, italianos y aliados. El hambre, el frío, las enfermedades y el trabajo realizado en condiciones inhumanas matarán a la mayoría de los italianos que no regresaron de Rusia, entre 80.000 y 100.000 (de los aproximadamente 230.000 enviados).

Con la destrucción sustancial del ARMIR, la participación italiana en la campaña en el Frente Oriental terminó efectivamente. Sin embargo, algunas unidades italianas continuaron operando allí bajo mando alemán.

Italia: de la guerra de agresión a la guerra de liberación

Italia, unida a Alemania por el Pacto de Acero (22.5.1939) y a Alemania y Japón por el Pacto Tripartito (27.9.1940), no entró en la guerra en el momento de la invasión alemana de Polonia (septiembre de 1939), sino sólo un año después, en junio de 1940. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el fascismo, consciente de la falta de preparación económica y militar del país y de sus fuerzas armadas, eligió la fórmula de la "no beligerancia", un desapego aparente que permitiría, en las intenciones del régimen, reforzar las estructuras ofensivas y defensivas del Estado en vista de un compromiso directo.

En realidad, cuando Mussolini decidió entrar en guerra con el país, no tomó esa decisión porque sus tropas y recursos estaban plenamente preparados, todo lo cual había sido puesto a prueba por las numerosas guerras del régimen. La decisión se tomó, más bien, por temor a llegar tarde al reparto del botín obtenido por el poderoso aliado alemán, que en ese momento dominaba todos los frentes. La declaración de guerra a Francia y Gran Bretaña, seguida, el 28 de octubre de 1940, por la de Grecia, supuso la intervención italiana en varios frentes: el primero fue el de los Alpes occidentales hasta el armisticio con Francia (24 de junio de 1940), en una batalla que consistió en el ataque a un país ya prácticamente derrotado por las tropas alemanas, y que a pesar de ello provocó considerables problemas a las tropas italianas; en el de África Oriental, donde se libró una campaña contra los británicos que, con excepción de la guarnición estacionada en Gondar, los italianos perdieron ya en mayo de 1941 (Gondar cayó en noviembre): fue una derrota que condujo a la pérdida de las colonias y al fin de la llamada África Oriental Italiana. Los italianos volvieron a luchar, a partir del 10 de junio de 1940, también en el norte de África, apoyados, a partir de marzo de 1941, por el Afrikakorps del general alemán Erwin Rommel. Fue el frente de combate (es decir, no el de ocupación) en el que la alianza italo-alemana resistió durante más tiempo: las fuerzas del Eje, de hecho, fueron derrotadas solo en mayo de 1943, después de las batallas fundamentales libradas en El Alamein (Egipto, julio y octubre-noviembre de 1942). En el norte de África, los italianos también se enfrentaron a las tropas estadounidenses, que habían desembarcado en Marruecos y Argelia desde noviembre de 1942 (Operación Antorcha). Otro frente de combate italiano fue el de los Balcanes: en abril de 1941, italianos y alemanes ocuparon Yugoslavia y Grecia, aunque la guerra ítalo-griega había representado un serio problema para las unidades fascistas desde el principio, amenazadas por los griegos incluso dentro de las fronteras albanesas (Albania había sido un protectorado italiano desde 1939, con Víctor Manuel III como su rey). Sólo la intervención alemana en abril de 1941 resolvió la situación, pero cambió, en un sentido muy concreto, la relación entre los dos aliados del Eje: la guerra de Italia, que en las intenciones de Mussolini debía ser "paralela" a la de Alemania, se reveló como una auténtica guerra "subordinada" al camarada más fuerte. Finalmente, además de la guerra en el Mediterráneo entre la Regia Marina (apoyada por la Kriegsmarine alemana) y la Royal Navy británica, que se saldó con una clara victoria de esta última, los italianos participaron, desde julio de 1941 hasta enero de 1943, en la Operación Barbarroja, la campaña rusa, que terminó con la completa destrucción del ARMIR (Ejército italiano en Rusia).

La Segunda Guerra Mundial de los italianos fue un conflicto librado en una clara condición de inferioridad, tanto en relación con los enemigos angloamericanos y soviéticos, como en relación con los aliados alemanes. El equipamiento deficiente o inadecuado, la falta de preparación de los jefes militares y políticos, la incapacidad de las tropas no preparadas para un conflicto de tales dimensiones, dieron como resultado una guerra mal librada en el frente y una ocupación difícil, a menudo gestionada con métodos brutales, en los territorios invadidos (Yugoslavia, Grecia, Unión Soviética). Esto es lo que respecta a los italianos en armas; Pero la Segunda Guerra Mundial fue también una guerra total en el frente interno, que implicó la plena implicación de los civiles, obligados a vivir durante años en ciudades bombardeadas a diario, con alimentos racionados hasta la desnutrición y el hambre, privados de los servicios más básicos necesarios para la supervivencia colectiva e individual. De hecho, el primer frente en derrumbarse será el interno, aturdido por las derrotas en el frente y por las muertes en el país provocadas, en primer lugar, por la incapacidad del régimen para defender su propia nación, más allá de la retórica surrealista de la propaganda.

El 9 y 10 de julio de 1943 los aliados desembarcaron en Sicilia y comenzaron la conquista-liberación de la península. En el plano interno, el fascismo ya había tenido que hacer frente a las primeras rebeliones evidentes, debido a los bombardeos, el racionamiento de alimentos, las dificultades económicas y los decepcionantes resultados de las campañas bélicas. En marzo de 1943, el Norte se caracterizó por una ola de huelgas, la primera desde que el fascismo convirtió en delito la abstención voluntaria del trabajo. Las reivindicaciones de los huelguistas, pan y paz, tienen un claro significado político.

En la noche del 24 al 25 de julio de 1943, el Gran Consejo del Fascismo decretó la destitución de Mussolini del gobierno. Pocas horas más tarde, el ex líder fue arrestado por orden del rey, siendo jefe del gobierno el mariscal Pietro Badoglio (1871-1956).

En toda Italia hubo manifestaciones espontáneas de alegría por parte de la población, que interpretó la caída del fascismo como el fin de la guerra. Badoglio, sin embargo, se apresura a declarar que la guerra continúa junto a los aliados alemanes, quienes mientras tanto están penetrando en el país con fuerza, oficialmente para apoyar a las unidades italianas que se enfrentan a los aliados en Sicilia. Los cuarenta y cinco días que separaron la caída del fascismo de la proclamación del armisticio estuvieron marcados por la feroz represión de las manifestaciones populares por la paz, pero también por una primera reorganización del antifascismo político y, por parte del gobierno, por negociaciones secretas con los aliados. El 3 de septiembre de 1943 se firmó el armisticio entre Italia y los angloamericanos: fue, en realidad, la rendición incondicional de un país efectivamente incapaz de continuar una guerra que había perdido desde el principio. La firma del armisticio se hizo pública recién el 8 de septiembre, sin que Italia hubiera preparado un plan para hacer frente a las tropas alemanas presentes en territorio nacional y extranjero. Abandonados a su suerte, los soldados italianos intentaron, en algunos lugares de Italia y en los territorios ocupados, resistir a las peticiones de desarme de sus antiguos camaradas, pero estos primeros actos de resistencia terminaron, la mayoría de las veces, con la feroz reacción de los alemanes, que mataron a miles y miles de soldados italianos desarmados. Sin embargo, cientos de miles de otros soldados fueron capturados y enviados a campos de concentración, donde se convirtieron en trabajadores forzados para el Reich.

Mientras tanto, el rey, su familia y el gobierno abandonan Roma y huyen a Brindisi. Mussolini, prisionero en el Gran Sasso, es liberado por paracaidistas alemanes. Tras un encuentro con Hitler, el Duce fundó la República Social Italiana, con sede en Saló, en el lago de Garda. El RSI será un estado autónomo –con su propio gobierno, su propio territorio, su propio ejército–, pero sujeto a la estricta “vigilancia” de sus aliados alemanes, que regularán su política exterior y controlarán su política interna.

Así comenzó el período más difícil de la historia de la Italia unida, que en realidad ya no estaba unida, al encontrarse fragmentada en dos entidades estatales, una de las cuales –el Reino del Sur– era legítima y legitimada también por la continuidad institucional, y la otra –la República Social Italiana– era ilegítima y estaba sometida a la dominación extranjera de los alemanes que, entre otras cosas, se apropiaron directamente de parte del territorio nacional (las provincias de Bolzano, Trento, Belluno, Udine, Gorizia, Trieste, Pola, Fiume y Ljubljana). Pero es también el período más importante en la historia de la Italia unificada, gracias al desarrollo de la lucha de Resistencia que, en sus diversas formas, contribuyó significativamente a la liberación de Italia y a la derrota del nazismo y del fascismo.

Con el desembarco aliado en Normandía en junio de 1944, comenzó la liberación de Francia y de la Europa continental. Sin embargo, hará falta casi otro año de guerra para que Alemania, invadida al oeste por los angloamericanos y al este por los soviéticos, que llegarán a Berlín, se rinda.

El 28 de abril de 1945, durante los días de la liberación de las grandes ciudades del norte de Italia, Mussolini, capturado por partisanos cuando intentaba escapar a Suiza, fue fusilado por orden del Comité de Liberación Nacional del Norte de Italia (CLNAI). Dos días después, Adolf Hitler se suicidó en su búnker de Berlín. Entre el 8 y el 9 de mayo, con la rendición de Alemania, terminó oficialmente la guerra en Europa.

La guerra en el Pacífico continuó durante varios meses, pero sólo terminó después del ataque atómico estadounidense a Hiroshima (6.8.1945) y Nagasaki (9.8.1945). El 14 de agosto, Japón se rinde.

Italia entra en la guerra: discurso de Mussolini del 10 de junio de 1940

Discurso de Benito Mussolini desde el balcón del Palacio Venecia en Roma. El Duce anuncia la entrada de Italia en la guerra junto a Alemania, contra Francia y Gran Bretaña. Es el 10 de junio de 1940.

La política del período fascista de veinte años llegó así a su punto culminante, arrastrando a Italia a un conflicto para el que no estaba preparada ni desde el punto de vista militar ni económico.

El discurso retóricamente estructurado del Duce fue interrumpido varias veces por los gritos de una multitud entusiasmada.

"¡Combatientes de tierra, mar y aire! ¡Camisas negras de la revolución y de las legiones! ¡Hombres y mujeres de Italia, del Imperio y del Reino de Albania! ¡Escuchad!

La hora marcada por el destino suena en el cielo de nuestra patria. La hora de las decisiones irrevocables. La declaración de guerra ya ha sido entregada a los embajadores de Gran Bretaña y Francia.

Entramos en acción contra las democracias plutocráticas y reaccionarias de Occidente, que en todo momento han obstaculizado el progreso y a menudo han amenazado la existencia misma del pueblo italiano.

Algunas décadas de la historia reciente se pueden resumir en estas palabras: frases, promesas, amenazas, chantajes y, finalmente, como colofón del edificio, el innoble asedio corporativo a cincuenta y dos estados. Nuestra conciencia está absolutamente tranquila. Con vosotros el mundo entero es testigo de que la Italia del Litoral ha hecho todo lo humanamente posible para evitar la tempestad que azota a Europa; Pero todo fue en vano.

Bastaba revisar los tratados para adaptarlos a las necesidades cambiantes de la vida de las naciones y no considerarlos intocables para la eternidad; Habría bastado con no iniciar la insensata política de garantías, que ha demostrado ser especialmente mortal para quienes las aceptaron; Habría bastado con no rechazar la propuesta que el Führer hizo el 6 de octubre del año pasado, una vez finalizada la campaña de Polonia. Ahora todo eso pertenece al pasado. Si hoy estamos decididos a afrontar los riesgos y los sacrificios de una guerra es porque el honor, los intereses y el futuro lo imponen firmemente, ya que un gran pueblo es verdaderamente tal si considera sagrados sus compromisos y si no elude las pruebas supremas que determinan el curso de la historia.

Tomamos las armas para resolver, después de haber resuelto el problema de nuestras fronteras continentales, el problema de nuestras fronteras marítimas; Queremos romper las cadenas territoriales y militares que nos asfixian en nuestro mar, porque un pueblo de cuarenta y cinco millones de almas no es verdaderamente libre si no tiene libre acceso al océano. Esta gigantesca lucha es sólo una fase del desarrollo lógico de nuestra revolución; es la lucha de los pueblos pobres y numerosos contra los hambrientos que tienen ferozmente el monopolio de todas las riquezas y de todo el oro de la tierra; Es la lucha de los pueblos fértiles y jóvenes contra los pueblos estériles y en decadencia, es la lucha entre dos siglos y dos ideas. Ahora que la suerte está echada y nuestra voluntad ha quemado los barcos tras nosotros, declaro solemnemente que Italia no tiene intención de arrastrar al conflicto a otros pueblos que la bordean por mar o por tierra. Suiza, Yugoslavia, Grecia, Turquía y Egipto deberían tomar nota de estas palabras mías y de ellos, sólo de ellos, depende que se confirmen rigurosamente o no.

¡Italianos!

En un mitin memorable, el de Berlín, dije que, según las leyes de la moral fascista, cuando tienes un amigo marchas con él hasta el final. Esto es lo que hemos hecho y lo que haremos con Alemania, con su gente, con sus maravillosas Fuerzas Armadas. En vísperas de un acontecimiento de importancia secular, dirigimos nuestros pensamientos a la majestad del Rey Emperador, quien, como siempre, ha encarnado el alma de la patria. Y saludemos al Führer, al líder de la gran Alemania aliada.

Italia, proletaria y fascista, se levanta por tercera vez, fuerte, orgullosa y unida como nunca antes. La consigna es una, categórica y vinculante para todos. Ya está volando e iluminando corazones desde los Alpes hasta el Océano Índico: ¡gana! ¡Y venceremos!, para dar finalmente un largo periodo de paz con justicia a Italia, a Europa, al mundo.

¡Pueblo italiano, corred a las armas! ¡y demuestra tu tenacidad, tu coraje, tu valor!

Fechas cruciales: 25 de julio y 8 de septiembre de 1943

1943 es el año decisivo de la Segunda Guerra Mundial. En el Frente Oriental, el Ejército Rojo inicia su contraofensiva, ganando la larga y difícil batalla de Stalingrado (31.1.-2.2.1943). En el teatro sur, en mayo de ese año, se produjo la capitulación definitiva de las tropas italo-alemanas en África. Inmediatamente después, los aliados desembarcaron en Sicilia, iniciando así el avance de la “Fortaleza Europa”.

En Italia, las huelgas de marzo de 1943, los bombardeos de Roma en julio y la caída del fascismo en el mismo mes (25.7.1943) empeoraron la situación. El país está en colapso, la guerra está perdida en todos los frentes e Italia se rinde: el 3 de septiembre se firma el armisticio con los aliados. Se estrenará el próximo 8 de septiembre.

El 25 de julio y el 8 de septiembre de 1943 son dos fechas cruciales en la historia de Italia. Durante la noche del 24 al 25 de julio, el Gran Consejo del Fascismo aprobó, con 19 votos a favor, 7 en contra y 1 abstención, la moción presentada por Dino Grandi que destituía a Mussolini de su cargo de jefe de gobierno. Pocas horas más tarde el ahora exducido fue arrestado y encarcelado por el rey Vittorio Emanuele III. El 25 de julio marca por tanto la fecha del fin del fascismo como forma institucional y régimen legítimo. Pero esto no es el fin del fascismo, que dentro de unos días reaparecerá bajo una nueva apariencia al frente de la República Social Italiana, encabezada por el propio Benito Mussolini.

El mariscal Pietro Badoglio, nombrado por el rey jefe del gobierno el mismo 25 de julio, se apresura a reprimir el entusiasmo popular y anuncia a la nación que "la guerra continúa":

“¡Italianos! Por orden de Su Majestad el Rey y Emperador, asumo el gobierno militar del país, con plenos poderes. La guerra continúa. Italia, duramente golpeada en sus provincias invadidas, en sus ciudades destruidas, permanece fiel a su palabra dada, celosa guardiana de sus tradiciones milenarias. Cerremos filas en torno a Su Majestad el Rey y Emperador, imagen viva de la Patria, ejemplo para todos. La entrega recibida es clara y precisa: será escrupulosamente cumplida, y cualquiera que se engañe pensando que puede obstaculizar su normal desarrollo, o intente perturbar el orden público, será inexorablemente golpeado. Larga vida a Italia. ¡Viva el Rey!”.

El 3 de septiembre, en Cassibile, Sicilia, Italia y los aliados angloamericanos firmaron un armisticio, conocido como el “armisticio corto”. En nombre de Badoglio, todavía en Roma, firma el general Giuseppe Castellano; Por los aliados está presente el general Walter Bedell Smith. Las cláusulas del armisticio corto –al que seguirá, el 29 de septiembre de 1943, el “armisticio largo”– prevén, en realidad, la rendición incondicional de Italia.

En la tarde del 8 de septiembre de 1943, le tocó nuevamente al mariscal Badoglio leer por la radio una proclama que anunciaba el armisticio entre Italia y los aliados. El acuerdo se hizo público sólo después de una fuerte presión de los angloamericanos: los aliados, de hecho, exigieron que el gobierno italiano dejara de posponer las cosas y anunciara la rendición de Italia, y en consecuencia, aproximadamente una hora antes de la proclamación de Badoglio, la noticia del armisticio fue transmitida por la radio aliada en Argel.

La proclamación de Badoglio, deliberadamente ambigua sobre la actitud que debía adoptarse hacia los antiguos aliados alemanes, es probablemente uno de los textos más conocidos y emblemáticos de la historia nacional.

“El Gobierno italiano, reconociendo la imposibilidad de continuar la lucha desigual contra el poder abrumador del enemigo, con el intento de salvar a la Nación de ulteriores y más graves desgracias, ha pedido un armisticio al general Eisenhower, comandante en jefe de las fuerzas aliadas angloamericanas.

La solicitud fue concedida.

Por consiguiente, todos los actos de hostilidad contra las fuerzas angloamericanas deben cesar por parte de las fuerzas italianas en todas partes.

Sin embargo, reaccionarán ante cualquier ataque proveniente de cualquier otra fuente”.

En el tiempo que transcurrió, simbólica y materialmente, entre las dos proclamaciones de Badoglio, los alemanes tuvieron la oportunidad de ocupar casi toda Italia y de preparar los planes que les permitirían, tras el anuncio del armisticio -interpretado por el Reich, de manera completamente instrumental, como una "traición a la alianza" - desarmar, deportar y matar, en algunos casos, a cientos de miles de soldados italianos, tomados completamente por sorpresa y abandonados por las instituciones que deberían haberlos preparado para el punto de inflexión. Las fuerzas armadas italianas terminaron la guerra –o al menos esta primera fase de la guerra– como la empezaron, en una muestra de falta de preparación e insuficiencia.

Sin embargo, comienza una nueva guerra, que por una parte tendrá como objetivo la liberación del país, por la otra, la lealtad a la barbarie del nazifascismo.

La orden del día Grandi - 25 de julio de 1943

En la noche del 24 al 25 de julio de 1943, el Gran Consejo del Fascismo, que no se reunía desde 1939, aprobó la moción de censura a Mussolini. La moción, presentada por Dino Grandi, fue aprobada con 19 votos a favor (Acerbo, Albini, Alfieri, Balella, Bastianini, Bignardi, Bottai, Cianetti (se retiró al día siguiente), Ciano, De Bono, de Marsico, De Stefani, De Vecchi, Federzoni, Gottardi, Grandi, Marinelli, Pareschi, Rossoni), 7 en contra (Biggini, Buffarini-Guidi, Farinacci, Frattari, Galbiati, Polverelli, Scorza, Tringali Casanova) y una abstención (Suardo).

“El Gran Consejo del Fascismo, reunido en estas horas de suprema prueba, dirige su pensamiento en primer lugar a los heroicos combatientes de todas las armas que, junto al pueblo de Sicilia, en el que brilla más intensamente la fe unilateral del pueblo italiano, renuevan las nobles tradiciones de inquebrantable valor y de indomable espíritu de sacrificio de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas. Habiendo examinado la situación interna e internacional y la conducción política y militar de la guerra;

Proclamación

el deber sagrado de todos los italianos de defender a toda costa la unidad, la independencia, la libertad de la Patria, fruto de los sacrificios y esfuerzos de cuatro generaciones desde el Risorgimento hasta hoy, la vida y el futuro del pueblo italiano;

Él dice

la necesidad de la unidad moral y material de todos los italianos en esta hora grave y decisiva para el destino de la Nación;

declara

que para tal efecto es necesario restablecer inmediatamente todas las funciones del Estado, asignando a la Corona, al Gran Consejo, al Gobierno, al Parlamento, a las Corporaciones las tareas y responsabilidades que establecen nuestras leyes estatutarias y constitucionales;

invitar

"al Gobierno a rogar a Su Majestad el Rey, hacia quien se vuelve fiel y confiadamente el corazón de toda la Nación, que quiera, para el honor y la salvación de la Patria, asumir con el mando efectivo de las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire, según el artículo 5 del Estatuto del Reino, esa suprema iniciativa de decisión que nuestras instituciones le atribuyen y que han sido siempre a lo largo de nuestra historia nacional el glorioso legado de nuestra Augusta Dinastía de Saboya".

La orden del día Grandi - 25 de julio de 1943

En la noche del 24 al 25 de julio de 1943, el Gran Consejo del Fascismo, que no se reunía desde 1939, aprobó la moción de censura a Mussolini. La moción, presentada por Dino Grandi, fue aprobada con 19 votos a favor (Acerbo, Albini, Alfieri, Balella, Bastianini, Bignardi, Bottai, Cianetti (se retiró al día siguiente), Ciano, De Bono, de Marsico, De Stefani, De Vecchi, Federzoni, Gottardi, Grandi, Marinelli, Pareschi, Rossoni), 7 en contra (Biggini, Buffarini-Guidi, Farinacci, Frattari, Galbiati, Polverelli, Scorza, Tringali Casanova) y una abstención (Suardo).

“El Gran Consejo del Fascismo, reunido en estas horas de suprema prueba, dirige su pensamiento en primer lugar a los heroicos combatientes de todas las armas que, junto al pueblo de Sicilia, en el que brilla más intensamente la fe unilateral del pueblo italiano, renuevan las nobles tradiciones de inquebrantable valor y de indomable espíritu de sacrificio de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas. Habiendo examinado la situación interna e internacional y la conducción política y militar de la guerra;

Proclamación

el deber sagrado de todos los italianos de defender a toda costa la unidad, la independencia, la libertad de la Patria, fruto de los sacrificios y esfuerzos de cuatro generaciones desde el Risorgimento hasta hoy, la vida y el futuro del pueblo italiano;

Él dice

la necesidad de la unidad moral y material de todos los italianos en esta hora grave y decisiva para el destino de la Nación.

Pedro Badoglio

Nacido en Grazzano Monferrato (Asti) el 28 de septiembre de 1871, fallecido en Grazzano Badoglio (topónimo modificado por el alcalde, en 1939, en honor al Mariscal de Italia) el 1 de noviembre de 1956, militar y político.

Jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército durante la Gran Guerra y Jefe del Estado Mayor durante el fascismo, gobernador de Tripolitania y Cirenaica y virrey de Etiopía, con la caída de Mussolini (25 de julio de 1943) el Mariscal de Italia fue llamado por Vittorio Emanuele III para presidir un nuevo gobierno. Lo formó excluyendo cualquier implicación de partidos antifascistas, cuidando de no dar espacio a las fuerzas populares, comprometiéndose a negociar secretamente el armisticio con los aliados y sobre todo preocupándose de salvaguardar la monarquía. Los cuarenta y cinco días de su gobierno, inaugurados con el anuncio de la continuación de la guerra junto a los alemanes y con la brutal represión de las manifestaciones a favor de la paz y de la liberación de los presos políticos (particularmente en Emilia Romagna y Puglia), terminaron con la firma del armisticio y la desastrosa gestión de su proclamación el 8 de septiembre de 1943. El armisticio, que dejó a nuestros soldados desorganizados, coincidió con la huida a Brindisi del rey, de los jefes de las fuerzas armadas y del propio Badoglio, sin la más mínima organización para la defensa de Roma y de la Resistencia.

Los siguientes pasos del gobierno Badoglio fueron la firma del largo armisticio (29 de septiembre de 1943), la declaración de guerra a Alemania y la cobeligerancia junto a los aliados (13 de octubre de 1943), el traslado de los ministros y la corte a Salerno (febrero de 1944), la instauración del segundo gobierno Badoglio (22 de abril de 1944), el primer gobierno de unidad nacional, en el que participaron los exponentes de los partidos antifascistas reunidos en el Comité de Liberación Nacional.

La liberación de Roma (4 de junio de 1944) coincide con la dimisión de Badoglio y la instauración del gobierno Bonomi. El mariscal se retiró luego a la vida privada, al igual que el rey Vittorio Emanuele III, que dejó las prerrogativas de jefe de Estado en manos de su hijo Umberto, nombrado lugarteniente general del reino.

Después de la guerra, Badoglio perdió su puesto de senador y participó en la investigación de la derrota del ejército italiano en Caporetto (1917). Italia, por el contrario, no tendrá que rendir cuentas por las atrocidades cometidas durante la guerra en Etiopía, a pesar de que el gobierno de ese país incluyó el nombre de Badoglio en una lista de criminales italianos presentada a las Naciones Unidas en 1948.

La línea Gustav

Conocida como la principal línea defensiva alemana en el frente del sur de Italia, la Línea Gustav (o Línea de Invierno) corresponde en realidad a una modificación de la anterior Línea Bernhardt. Se extiende desde la desembocadura del río Garigliano, que siempre ha sido una frontera natural entre el sur y el centro de Italia en el lado tirrénico, hasta la ciudad de Ortona, en el Adriático, aproximadamente a 25 km al sur de Pescara. Su centro estratégico está representado por Cassino y su abadía.

Desde Montecassino, de hecho, se puede dominar una de las principales arterias de la zona centro-sur de la península, la Vía Casilina. La línea fue fortificada por los alemanes con búnkeres, campos de minas y obstáculos de diversa índole, especialmente en el Paso de Cassino. Además, había numerosos obstáculos naturales: la cordillera de Aurunci, los diversos ríos que, en el temprano y duro invierno de 1943-44, crecieron hasta volverse casi intransitables para los vehículos aliados. La vertiente adriática «presenta […] características diferentes pero igualmente favorables para los alemanes: un terreno accidentado atravesado por una serie de ríos en crecida, que el VIII ejército [británico] [debe] conquistar uno a uno con dificultad y pérdidas, para luego encontrarse frente a otro» (G. Rochat, La campaña italiana 1943-45, en Dizionario della Resistenza, editado por E. Collotti-R.Sandri-F. Sessi, Turín, Einaudi, 2006, p. 580). El río Sangro fue alcanzado en noviembre de 1943 y la ciudad de Ortona a finales de diciembre siguiente, después de intensos combates. Esta pequeña ciudad, bombardeada durante meses por los aliados, evacuada casi por completo por su población, desplazada a otro lugar y prácticamente arrasada, será definida como el "Stalingrado de Italia" por los combates que allí se desarrollaron, casa por casa.

En el frente del Tirreno, Gustav no cayó hasta mayo de 1944. En ese mismo período, las unidades aliadas, desembarcadas en Anzio el enero anterior, lograron finalmente pasar a la ofensiva. Entre la irrupción del Gustav y la liberación de Roma (4.6.1944) transcurrieron menos de veinte días.

Las poblaciones, atrapadas entre dos fuegos, sufren las consecuencias de la guerra en su interior: incursiones, destrucciones, redadas, masacres y masacres son los principales tipos de violencia de los que son responsables los alemanes; Los bombardeos, los bombardeos, la devastación (incluso del patrimonio cultural y artístico), los saqueos y las brutalidades de diversa índole (por ejemplo, las violaciones en masa, llamadas “marocchinate”, a las que fueron sometidas las poblaciones ciociaras tras la ruptura del Gustav, en su mayoría por unidades de la Fuerza Expedicionaria Francesa en Italia) son en cambio “culpa” de los liberadores aliados.

Puerto de Ortona - placa

Inscripción en la lápida del puerto de Ortona. La ciudad, desde donde el rey y el gobierno se embarcaron para llegar a Brindisi después de huir de Roma (9 de septiembre de 1943), se habría encontrado en el centro de los combates en el lado adriático de la Línea Gustav. Bombardeada por los aliados y devastada por los alemanes, sería recordada como el “Stalingrado de Italia”, por los combates entre ambos ejércitos, que tuvieron lugar en las calles y casas de la propia ciudad.

Desde este puerto

La noche del 9 de septiembre de 1943

El último rey de Italia huyó

con la corte y con Badoglio

entregando la patria atormentada

a la ira alemana.

Ortona republicana

de sus escombros y sus heridas

grita maldición eterna

A la monarquía de las traiciones

del fascismo y la ruina de Italia

anhelo de justicia

Del pueblo y de la historia

en el santo nombre de la república.

9-9-1945

La línea gótica

Tras la ocupación aliada de Roma y la retirada hacia el norte, el mando supremo alemán decidió reforzar lo que, desde el otoño de 1943, se consideraba la línea de defensa extrema en el frente del sur de Europa: la zona que se extendía desde los Alpes Apuanos hasta los Apeninos toscano-emilianos y de Emilia-Romaña. Fortificada con búnkeres, campos de minas, alambradas y trincheras, emplazamientos de ametralladoras y antitanques, esta barrera natural constituye la Línea Gótica. El puesto avanzado, de más de 300 km de longitud – la Línea Gótica cubre el espacio terrestre entre Apuania (actuales Massa y Carrara) y Pesaro – sufrió, a partir del verano de 1944, numerosos ataques por parte de los aliados y formaciones partisanas. La defensa de la Línea Gótica se debió en realidad más a las dificultades encontradas por los angloamericanos a lo largo del camino hacia el norte –sobre todo en Toscana y en la parte más meridional del valle del Po– que a la fortaleza de la línea defensiva alemana, deficiente desde varios puntos de vista (difíciles conexiones entre los mares Tirreno y Adriático, deficiente red de carreteras, etc.).

Después de la liberación de las ciudades de Florencia (agosto de 1944, liberada por las fuerzas partisanas), Pesaro (agosto-septiembre de 1944, liberada por el 2° Cuerpo polaco y la Brigada Maiella), Rímini (septiembre de 1944, gracias a la acción conjunta de unidades griegas, canadienses y neozelandesas), Forlì (noviembre de 1944, liberada por los partisanos y los británicos) y Rávena (diciembre de 1944, gracias a los aliados y a los partisanos de Arrigo Boldrini), y luego el cruce de la frontera hacia Emilia y Romaña, las fuerzas aliadas y partisanas se vieron obligadas a detenerse a pocos kilómetros de Bolonia y a lo largo del curso del río Senio. Dado el desgaste de las tropas alemanas, las unidades del RSI intervinieron en la Línea Gótica, consideradas por sus compañeros nazis como "fuerzas que podrían ser en gran parte prescindibles en el momento de la ofensiva final" (A. Rossi, Linea Gotica, en Dizionario della Resistenza, editado por E. Collotti-R.Sandri-F. Sessi, Turín, Einaudi, 2006, p. 565).

El invierno de 1944-1945 fue el período más difícil para las fuerzas partisanas, especialmente en la Línea Gótica, pues la estasis de las tropas aliadas correspondió a la invitación –que tenía fuerza de orden, porque equivalía a la suspensión de suministros y cualquier tipo de ayuda– a retirarse a posiciones defensivas y esperar la primavera (Proclamación de Alejandro, 13 de noviembre de 1944).

Aparte de algunas operaciones menores en febrero y marzo, la ofensiva aliada se reanudó a principios de abril de 1945, cuando el VIII Ejército británico rompió el frente en el Senio, logrando entrar en Bolonia el 21 de abril, junto con el 2º Cuerpo Polaco, los grupos de combate italianos y la Brigada Maiella. A pesar de la tenaz y desesperada resistencia de las unidades alemanas, la ruptura de la Línea Gótica equivalió, en pocos días, a la liberación del norte de Italia, donde mientras tanto había estallado la insurrección general proclamada por el Comité de Liberación Nacional del Norte de Italia.

La presencia de la Línea Gótica, y de las tropas nazis y fascistas barbarizadas por el conflicto y la perspectiva de una derrota cada vez más segura, representa, como lo había hecho el caso Gustav para las poblaciones del sur, el desencadenamiento de una guerra feroz contra los civiles: las principales masacres de las que fueron víctimas los habitantes del territorio - en Marzabotto, Sant'Anna di Stazzema y en muchos otros lugares - ocurrieron justo al lado de la línea de fortificación.

Prisión, internamiento, concentración y exterminio: los campos en Italia

Las prisiones, los campos de internamiento y los campos de concentración, en los que se recluía a soldados enemigos y a aquellas categorías de personas consideradas peligrosas para la seguridad nacional, especialmente en tiempos de guerra, se utilizaron en Italia ya en las guerras del siglo XIX, pero su uso se hizo sistemático con las dos guerras mundiales.

Durante el segundo conflicto se utilizaron con frecuencia lugares y estructuras preexistentes tanto en territorio nacional como en territorios ocupados.

Generalmente los campamentos están situados en edificios abandonados o en desuso (castillos, villas, fábricas, escuelas, etc.), lejos de centros habitados y vías de comunicación y por tanto en su mayoría en muy malas condiciones. Sus “huéspedes” se ven así concentrados en lugares con climas duros y/o insalubres, y obligados a soportar condiciones de reclusión durísimo, compuesta por desnutrición, ritmos de trabajo inhumanos, hacinamiento, falta total de higiene, acoso físico y psicológico continúo.

La historia de los campos de concentración fascistas se puede dividir sustancialmente en tres períodos: el anterior al conflicto mundial, el de la primera fase de la guerra (1940-1943) y el posterior al armisticio y a la ocupación nazi-fascista de la península (1943-1945).

Los primeros campos creados por la Italia fascista son aquellos en los que, a partir de 1930, el general Graziani encerró a las poblaciones seminómadas de Libia ( Deportaciones Coloniales ). En 1935 se construyó un campo en Somalia para detener a notables locales y prisioneros de guerra etíopes. Las condiciones de vida en los campamentos africanos son muy duras.

La entrada de Italia en la guerra implica medidas restrictivas para cualquier individuo, italiano o de otra nacionalidad, considerado peligroso. El 4 de septiembre de 1940 Mussolini firmó un decreto ( Decreto 4.9.1940 ) en base al cual se establecieron los primeros campos de concentración para extranjeros presentes en suelos italianos y procedentes de países enemigos. En esta categoría se incluyen también –y esto desde mayo de ese año– los judíos procedentes de países aliados, definidos sin embargo como “judíos extranjeros”, una “expresión –escribe Capogreco– utilizada por la burocracia fascista para definir a los israelitas procedentes de naciones oficialmente antisemitas”, como Alemania. El decreto del 4 de septiembre de 1940 incluía también a los civiles "peligrosos" capturados durante las campañas militares, como ocurrió poco después con la ocupación italiana de la península Balcánica. Otro tipo de detención es la que se aplica a los prisioneros de guerra, tratados de forma diferente en función de su origen: el cautiverio de los eslavos y griegos es muy duro, el de los soldados británicos y de la Commonwealth y luego estadounidenses está más acorde con las convenciones internacionales.

Volviendo al internamiento de civiles, cabe señalar que las prefecturas comenzaron, ya a finales de los años 1920, a confeccionar ficheros con los nombres de los sospechosos que debían ser detenidos "en determinadas contingencias", como en caso de guerra. Estos archivos se enriquecieron en 1938 con la ayuda del censo de judíos extranjeros.

Con la guerra, entraron en funcionamiento en Italia dos tipos de campos, ambos definidos oficialmente como “de concentración”: “los dependientes del Ministerio del Interior, destinados a los internados civiles de guerra; los pertenecientes al ejército real, que acogió casi exclusivamente a deportados civiles yugoslavos” (Capogreco) y, más tarde, a prisioneros de guerra. El mayor de estos últimos se encuentra en Gonars, en la provincia de Udine, y tiene capacidad para unos 5.000 civiles. El campo más conocido, o más bien infame, situado en territorio ocupado es el de Rab, en Croacia. Entre 1942 y 1943, aproximadamente 1.500 internados murieron allí, "debido a las pésimas condiciones higiénicas y sanitarias, la falta de alimentos y la falta de protección internacional" (Id.). Otro campamento italiano tristemente notorio en territorio extranjero es el de Larissa, Grecia.

Los campos de internamiento y concentración del sur de Italia –el principal de ellos estaba situado en Ferramonti di Tarsia, en la provincia de Cosenza– fueron cerrados en los meses anteriores al desembarco aliado y en paralelo al avance de las tropas angloamericanas. En ocasiones las estructuras se reutilizan para detener a prisioneros tomados por el ejército libertador.

En el centro-norte, sin embargo, el nacimiento de la República Social Italiana y la ocupación alemana favorecieron el sistema de campos de concentración y la posterior deportación de prisioneros a los campos de exterminio nazis.

Los llamados campos de selección en Italia, antesala de los campos de concentración europeos, son cuatro: Borgo San Dalmazzo (Cuneo), Fossoli (Módena), Grosseto y Bolzano-Gries.

Después de la ocupación nazi de Venecia Julia, que se convirtió en territorio del Reich, se creó en Trieste el único campo de exterminio italiano, la Risiera di San Sabba.

En el período cronológico 1930-1945, los centros de detención italianos, de diverso tipo y destinados a diversos tipos de "presos", eran numerosos y estaban muy extendidos en todo el territorio nacional y de ocupación. Según los datos – provisionales – disponibles en el sitio www.campifascisti.it , podemos hablar – para el período de preguerra y guerra – de 135 campos de concentración, aproximadamente 85 campos y destacamentos de trabajo, 109 campos de prisioneros, 15 campos provinciales de la República Social Italiana. A estas cifras hay que añadir 85 cárceles, 566 lugares de internamiento, 34 lugares de confinamiento y 8 lugares de residencia forzosa.

Los datos de esta hoja provienen de:

CS Capogreco, Campos de concentración, en Diccionario del fascismo, editado por V. de Grazia-S. Luzzatto, Turín, Einaudi, 2003, v. 1, págs. 229-231.

Id., Internamiento civil, en Ibid., págs. 674-676

www.campifascisti.it

Pueblo San Dalmazzo

El 18 de septiembre de 1943, tras la ocupación nazi de Cuneo, el mando alemán local procedió a la detención inmediata de todos los extranjeros presentes en el territorio. Los prisioneros fueron encerrados en el antiguo cuartel alpino de Borgo San Dalmazzo, un pequeño pueblo a pocos kilómetros de la ciudad. El edificio se convierte así en un campo de tránsito gestionado por las autoridades locales, subordinado a los ocupantes.

Los “extranjeros” mencionados en el anuncio son aproximadamente 800 judíos que huyeron a Italia después del 8 de septiembre tras la retirada de las tropas italianas de Francia. En la zona del sur de Francia controlada por el ejército italiano, a partir de 1942, algunas familias de judíos, no sólo franceses (polacos, alemanes, húngaros, austríacos, eslovacos, rumanos, rusos, griegos, turcos, croatas, belgas), fueron concentradas bajo el sistema de 'residencia forzada'. El desconcierto del ejército italiano y la furia nazi contra él les llevan a un auténtico éxodo más allá de los Alpes, ya que Italia, tras la caída del fascismo, se considera un lugar más seguro.

En cambio, los alemanes, con la colaboración de los fascistas italianos, arrestaron a 349 personas, 328 de las cuales fueron deportadas a los campos de exterminio el 21 de noviembre siguiente. 18 (confirmados) sobrevivirán. Del 9 de diciembre de 1943 al 13 de febrero de 1944 el campo pasó bajo control republicano: sobre la base de los dictados de la Carta de Verona – el manifiesto programático del RSI, aprobado el 14 de noviembre de 1943, que preveía, entre otras cosas, la calificación de los miembros de la "raza judía" como extranjeros y, por tanto, durante la guerra, enemigos – otros 26 judíos residentes en la provincia fueron arrestados e internados.

Estas personas también parten, vía Fossoli, hacia los campos de exterminio. Su deportación coincide con el cierre definitivo del campo.

Los extranjeros que lograron escapar fueron ayudados por algunas familias de la zona, a menudo alentados y apoyados por los párrocos locales, Don Raimondo Viale y Don Francesco Brondello, quienes más tarde recibieron el título de “Justos” por parte del Estado de Israel. El clero local realiza una valiosa labor de asistencia y enlace, no sólo involucrando a los civiles sino también manteniendo relaciones con los grupos partisanos de la zona.

En el año 2000 la ciudad de Borgo San Dalmazzo recibió la Medalla de Oro al Mérito Civil del Presidente de la República Carlo Azeglio Ciampi.

Noticias de: http://comune.borgosandalmazzo.cn.it/citta/campo_ebrei.html

Molino de arroz San Sabba

La Risiera di San Sabba, en el centro de la ciudad de Trieste, es el único campo de exterminio nazi en Italia. Después del armisticio del 8 de septiembre de 1943, la ciudad juliana pasó a formar parte de la llamada "zona operativa de la costa adriática", junto con las provincias de Udine, Gorizia, Pola, Fiume y Liubliana, bajo el control directo del Tercer Reich. El molino de arroz, construido a principios del siglo XX para descascarar el arroz y abandonado en los años 40, ofrece la estructura y las habitaciones adecuadas para el internamiento de diversas categorías de presos.

Ya en funcionamiento en octubre-noviembre de 1943, fue utilizado como campo de tránsito para deportados que se dirigían a los campos de concentración de Buchenwald, Dachau y Auschwitz. Entre ellos se encontraban judíos, pero también presos políticos y partisanos italianos y eslavos, detenidos en la ciudad y sus alrededores. En realidad, la Risiera se transformó inmediatamente, con la construcción de un horno crematorio conectado a la chimenea preexistente y algunas celdas destinadas a los condenados, en un auténtico campo de exterminio. Muy a menudo los presos políticos son sometidos a torturas o utilizados como rehenes para ser eliminados en caso de represalias. Antes de ser asesinados, los prisioneros eran obligados a desvestirse: "basándose en el cálculo de la ropa guardada por el prisionero - escribe Matta - el Tribunal de lo Penal de Trieste estableció [...] que las víctimas no fueron menos de dos mil, sin contar a los judíos, pero otras fuentes italianas y yugoslavas dan cifras de tres a cuatro mil". Las cenizas y los huesos del horno se arrojan al mar. Los prisioneros son asesinados con gases de motores de camiones y con disparos en la nuca. Los judíos, sin embargo, pasaron por la Risiera en su camino hacia Auschwitz, y sólo algunos, considerados "no transportables", fueron asesinados en Trieste.

El crematorio de Risiera es el único crematorio activo en Italia y fue volado por alemanes que huían a finales de abril de 1945.

En 1965 la Risiera di San Sabba fue declarada Monumento Nacional por decreto del Presidente de la República y desde 1975 es un museo cívico (Civico Museo della Risiera di San Sabba).

En 1976 se celebró en el Tribunal de lo Penal de Trieste un juicio contra uno de los criminales nazis que dirigía el campo, Joseph Oberhauser, comandante de la Risiera (el otro acusado, August Dietrich Allers, antiguo comandante del Einsatzkommando Reinhard, murió durante la investigación preliminar). Oberhauser, que se encontraba en ausencia durante el juicio al cervecero en Múnich, fue condenado a cadena perpetua, sentencia que nunca se ejecutó. El proceso de Trieste sigue siendo, no sólo por este motivo, un "proceso parcial [...] en cuanto a su capacidad de identificar y castigar a todos los responsables, sino también porque se limitó por elección de la acusación pública, compartida por el mismo juez de instrucción, 'a los únicos hechos de represión de personas que ciertamente no habían tenido que desarrollar actividades contrarias a los intereses militares de la Autoridad ocupante'. Por lo tanto, se limita únicamente a las víctimas definidas como "inocentes", con exclusión de las víctimas "no inocentes", mucho más numerosas, es decir, "involucradas en actividades militares o políticas". En esencia, los partisanos y presos políticos no eran inocentes. De hecho, las solicitudes presentadas por la ANPI y otras partes civiles para la ampliación del juicio son rechazadas con base en un supuesto plazo de prescripción.

La información y las citas de esta hoja están tomadas de T. Matta, Risiera di San Sabba, en Dizionario della Resistenza, ed. por E. Collotti-R. Sandri-F. Sexos, Turín, Einaudi, 2001, v. 2, págs. 432-437.

http://www.risierasansabba.it

Zanjas

Campo de prisioneros para soldados británicos hasta el 8 de septiembre, el campo de Fossoli está situado en la aldea del mismo nombre en el municipio de Carpi, en la provincia de Módena.

Después del armisticio, el campo de prisioneros fue transformado por el RSI en un campo de concentración para judíos. En marzo de 1944, la instalación pasó a estar bajo el control de las SS y se convirtió en el principal punto de tránsito para la deportación de judíos y opositores políticos desde Italia a los campos de exterminio.

Los internos del campo están confinados en áreas separadas: los prisioneros políticos (partisanos, políticos, civiles enemigos extranjeros, familiares de evasores del servicio militar, delincuentes comunes) están concentrados en el llamado “Campo Vecchio” y supervisados por personal del RSI (prefectura de Módena); El “Campo Nuovo”, en manos de los SS Karl Friedrich Titho y Hans Haage, acogió en cambio a los judíos, para quienes Fossoli no representaba nada más que una etapa dramática en el camino hacia el exterminio. Todos los presos están obligados a llevar la insignia que distingue su categoría: el triángulo amarillo para los judíos, el rojo para los políticos, etc.

En febrero de 1944 comenzaron las salidas hacia los campos de exterminio; Los traslados continuarán hasta agosto de ese año. Según algunas estimaciones, por Fossoli pasaron entre 2.440 y 2.458 deportados por motivos raciales y entre 2.465 y 2.483 por motivos políticos (F. Sessi). El 12 de julio de 1944, 67 prisioneros judíos y políticos fueron víctimas de una masacre decidida como represalia por un atentado llevado a cabo por el GAP genovés (“masacre del Polígono Cibeno”).

La población local, y en particular algunos eclesiásticos (don Francesco Venturelli, párroco de Fossoli, y monseñor Dalla Zuanna, obispo de la diócesis de Carpi), intentaron ayudar a los internados introduciendo en el campo correspondencia, alimentos, ropa y otros artículos de confort.

En agosto de 1944 el campo fue cerrado y los deportados fueron trasladados a Bolzano-Gries. Sin embargo, Fossoli continuó funcionando hasta noviembre del año siguiente como campo de tránsito hacia Alemania para los trabajadores forzados detenidos en las zonas italianas ocupadas.

En la actualidad, el campo alberga la Fundación Ex Campo di Fossoli, que incluye el Museo Monumento a los Deportados. Es pues uno de los principales lugares de memoria en Italia.

La información contenida en esta hoja ha sido extraída de:

F. Sessi, Fossoli, en Diccionario de la Resistencia, ed. por E. Collotti-R. Sandri-F. Sexos, Turín, Einaudi, 2001, v. 2, págs. 426-428.

http://www.fondazionefossoli.org/it/campo.php

Bolzano

El campo de tránsito y trabajo de Bolzano-Gries, uno de los campos nazis en Italia, estuvo activo desde el verano de 1944 hasta el 3 de mayo de 1945, cuando los internos fueron liberados y la documentación sobre sus actividades destruida.

Hoy en día, del campamento que antaño se encontraba en la ciudad sólo queda una parte de la muralla que lo rodeaba, sobre la que se han colocado paneles explicativos e instalaciones. El resto está ocupado por estructuras de viviendas modernas.

Después del armisticio, la ciudad de Bolzano pasó bajo control directo alemán. Una vez cerrado el campo de Fossoli, comenzó a funcionar el campo de Bolzano y se convirtió en el punto de partida de las deportaciones a los campos de concentración nazis de Ravensbrück, Flossenbürg, Dachau, Auschwitz y Mauthausen. Durante el periodo de actividad del campo, dirigido por los antiguos comandantes de Fossoli, el teniente SS Karl Friedrich Titho y el mariscal Hans Haage, tuvieron lugar un total de 13 transportes a los campos de exterminio.

Los prisioneros –hombres y mujeres de todas las edades, incluidos niños– son deportados políticos antifascistas, partisanos, soldados aliados, desertores y evasores del servicio militar de Saló, judíos y gitanos y delincuentes comunes. Se utilizan para realizar trabajos forzados, como limpiar escombros de bombardeos, operaciones de desminado o en fábricas y tierras de cultivo locales. La utilización de prisioneros como mano de obra representa la singularidad del campo de Bolzano-Gries. Para optimizar la explotación también se han creado algunos campos satélites, precisamente en Merano, Certosa en Val Senales, Sarentino, Moso en Val Passiria, Vipiteno, Dobbiaco y Colle Isarco.

Los internados-deportados del campo de Bolzano fueron ayudados por sacerdotes, ciudadanos y brigadas partisanas activas en la zona, que lograron llevar al campo alimentos, ropa, información y cartas de sus familiares. En el campo se formó un comité de resistencia clandestino, en contacto constante con los partisanos del CLN que operaban en el exterior, gracias al cual se organizaron decenas de evasiones, en particular de aquellas destinadas al transporte a los campos de exterminio.

En el año 2000, tras el descubrimiento de documentos archivados ilegalmente en las dependencias de la Fiscalía Militar, el tribunal militar de Verona condenó a cadena perpetua a uno de los torturadores del campo de concentración de Bolzano, el ucraniano naturalizado alemán Michael Seifert, conocido como Misha, considerado responsable de 11 asesinatos (en este proceso también participó como parte civil la ANPI). Ocho años después Seifert fue extraditado desde Canadá, donde vivía desde la posguerra, y encerrado en la prisión de Santa Maria Capua Vetere (CE). Murió en Caserta el 6 de noviembre de 2010.

La información contenida en esta hoja ha sido extraída de:

D. Venegoni, Hombres, mujeres y niños en el campo de Bolzano. Una tragedia italiana en 7.982 relatos individuales, 2.ª ed., Milán, Mimesis, 2004

C. Villani, Una multitud de esclavos va. Campo de concentración de Bolzano y trabajos forzados (1944-1945), en “Geschichte und Region/Historia y región”, 2, 2005, pp. 113-146, http://www.deportati.it/static/upl/vi/villani.pdf

http://www.comune.bolzano.it/UploadDocs/6714_Lager_BZ_it.pdf

Sentencia del Tribunal Militar de Verona, 24.11.2000

http://www.difesa.it/Giustizia_Militare/rassegna/Processi/Seifert/Pagine/SentenzadelTribunalediVerona.aspx

Sentencia del Tribunal Militar de Apelación de Verona, 18.10.2001

http://www.difesa.it/Giustizia_Militare/rassegna/Processi/Seifert/Pagine/SentenzaCorteMilitareAppelloVerona.aspx

Sentencia del Tribunal Supremo de Casación, 8.10.2002

http://www.difesa.it/Giustizia_Militare/rassegna/Processi/Seifert/Pagine/SentenzaCorteSupremaCassazione.aspx

RSI - República Social Italiana

El 12 de septiembre de 1943, un comando alemán liberó a Mussolini de su cautiverio en un hotel del Gran Sasso y lo llevó a Berlín, ante Hitler.

El 15 de septiembre, la radio anunció que "Benito Mussolini ha retomado hoy la dirección suprema del fascismo en Italia", mientras se daban órdenes a todas las organizaciones del partido para apoyar activamente al ejército alemán. Tres días después, en un discurso radial desde Múnich, Mussolini anunció su deseo de crear un estado fascista republicano en la parte de Italia ocupada por los alemanes.

La República Social Italiana, con capital en Saló, a orillas del lago de Garda, nació oficialmente el 23 de septiembre de 1943. En esa fecha tenía “jurisdicción” –en realidad era un gobierno ilegítimo, no reconocido por ninguna de las potencias no pertenecientes al Eje, ni por Finlandia y la Francia de Vichy– sobre toda la Italia todavía ocupada por los alemanes, con excepción de las provincias de Bolzano, Trento y Belluno, que formaban la Zona de Operaciones de los Prealpes, y las de Udine, Gorizia, Trieste, Pola, Fiume y Ljubljana, que pasaron a constituir la Zona de Operaciones de la Costa Adriática. Ambas zonas estaban administradas directamente por los alemanes y prácticamente estaban incorporadas al Reich. En su nacimiento, por tanto, el RSI controlaba nominalmente – la realidad fue en cambio la de la ocupación alemana – toda la península hasta la zona de Salerno, Potenza y Bari (Cerdeña fue evacuada por los alemanes inmediatamente después del armisticio).

El 11 de septiembre, desde Roma, el mariscal de campo Albert Kesselring (1885-1960), comandante en jefe de las fuerzas armadas alemanas en Italia, emitió una orden en la que declaraba "el territorio de Italia sometido a mí como territorio de guerra" y subordinaba "las autoridades italianas y las organizaciones civiles" a sus directivas. El proyecto alemán de “satelización” económica y política de Italia se manifiesta desde los días siguientes al armisticio del 8 de septiembre, con un país rediseñado en realidades político-administrativas diferentes y con un único denominador común: la sumisión a las necesidades bélicas del ocupante. La República de Saló constituye la cobertura diplomática y propagandística necesaria para este proyecto, con una fuerza militar completamente subordinada a los alemanes.

El RSI está administrado por el Partido Fascista Republicano, las fuerzas armadas reorganizadas por el mariscal Rodolfo Graziani y la Guardia Nacional Republicana, una fuerza policial militar que, dirigida por Renato Ricci, incorpora la milicia y los carabineros. Tanto las fuerzas armadas como la GNR (incorporada al Ejército Nacional Republicano en agosto de 1944), destinadas por el régimen republicano –definido despectivamente como “republicano” por los antifascistas– a luchar contra el enemigo exterior (los aliados), fueron empleadas mayoritariamente en la guerra antipartisana, haciéndose responsables, junto a los nazis pero también independientemente, de atrocidades contra los combatientes de la lucha de liberación, masacres y matanzas de civiles, persecución de la comunidad judía. La guerra civil fue desencadenada por el RSI y su mala gestión del conflicto interno.

El aparato militar republicano se alimentó de los avisos de reclutamiento de Graziani, que imponían la pena de muerte a todo aquel que, en edad militar, no se presentara a las armas, involucrando a las propias familias de los evasores y desertores en las estrategias punitivas. Esto termina alimentando las filas de la Resistencia.

Además del ejército, la aviación y la marina nacionales republicanos y la GNR, el RSI podía contar con las Brigadas Negras de Alessandro Pavolini, con el Servicio Auxiliar Femenino, con unidades no registradas (grupos de voluntarios, batallones y regimientos), con algunos servicios especiales independientes (como la flotilla X MAS de Junio ​​Valerio Borghese o la legión Ettore Muti) y con algunas "fuerzas policiales" completamente autónomas, como las bandas Koch y Carità, responsables de la brutal represión de la oposición antifascista.

Luego hubo algunas formaciones italianas directamente sometidas al mando alemán, como las infames SS italianas.

La dirección de la lucha contra las fuerzas partisanas también estaba completamente centralizada en manos del mando alemán. La cobertura política de la República Social no es suficiente para ocultar la fragilidad de un aparato estatal creado y apoyado por las tropas del Reich.

Uno de los objetivos del nuevo Estado –considerado por los historiadores como un simple “Estado títere” de la Alemania nazi, consideración que sin embargo corre el riesgo de exonerar al fascismo republicano de sus responsabilidades– es el castigo de los “traidores” del 25 de julio y, en general, de los monárquicos y badoglianos. Contra los primeros, el régimen celebró en enero de 1944 el proceso de Verona, que condujo al fusilamiento, entre otros, del yerno del Duce, el conde Galeazzo Ciano. Contra el segundo y tercer partido, la lucha se expresa no sólo en la guerra antipartisana -entre los resistentes muchos son monárquicos y badoglianos, aunque esta última denominación acabe resumiendo toda oposición al fascismo republicano- sino también en el abandono de los militares internados en manos del Reich. Los IMI son considerados “culpables” porque son leales al rey y al gobierno legítimo del Sur.

Para lograr el consenso, el RSI se remite a la ideología pseudorrevolucionaria, subversiva, antiburguesa y populista del fascismo temprano, intentando lanzar un programa de socialización de las empresas. Este proyecto, como otros pertenecientes a la demagogia saloiana, nunca se hará realidad: el Estado, sus estructuras y sus recursos económicos, sociales y humanos, están en manos de los alemanes, que explotan el territorio como auténticos ocupantes. A ello se suma el infierno de una guerra que, pese al sufrimiento de los años anteriores, sólo ahora vive su peor momento.

RSI y el Tercer Reich

El objetivo de la presencia alemana en Italia durante el régimen republicano fascista era triple: asegurar la tranquilidad en suelo italiano, mediante el uso de un "instrumento fiel" como debía ser el RSI (S. Colarizi, La Segunda Guerra Mundial y la Posguerra , en La Storia d'Italia , Biblioteca di Repubblica, v. 21, p. 328); subyugar la economía italiana a las necesidades bélicas del Reich; reclutar mano de obra para servir a la economía alemana. Las directrices incluyen la redistribución territorial de las empresas (traslado de plantas del centro y sur de Italia hacia el norte para protegerlas del avance de las tropas angloamericanas); la descentralización de las propias industrias del norte para evitar que la concentración favoreciera los bombardeos; el cierre de plantas que no sean esenciales para fines bélicos. La mayor parte de lo que se produce –bienes de consumo o bienes relacionados con actividades bélicas– se envía a Alemania.

Otro instrumento de subyugación económica está representado por la requisición de mano de obra. En las regiones de Trentino-Alto Adigio y Friuli-Venecia Julia, bajo administración especial, el servicio militar obligatorio asume características de deportación masiva de gran parte de la población masculina apta para trabajar. En el resto del territorio italiano ocupado, el reclutamiento forzoso fue confiado a las autoridades fascistas, que también se mostraron incapaces e impotentes a este respecto. El objetivo fijado por Fritz Sauckel, Plenipotenciario del Trabajo de la Alemania de Hitler, era “reclutar” en Italia, para enero de 1944, al menos un millón y medio de obreros; En abril de ese año, sin embargo, poco más de 25.000 italianos habían partido hacia Alemania (S. Colarizi, La seconda guerra mondiale e il dopoguerra , cit., p. 344)

Los desempleados, los obreros despedidos, los huelguistas, los partisanos capturados, los civiles detenidos durante las redadas, clases enteras de reclutas, prisioneros comunes, se convierten en una reserva de mano de obra para ser trasladada a Alemania para servir al Reich. Cargados en carros y deportados a los campos de concentración, los italianos de estas regiones morirán por miles.

Gracias también al apoyo de la República de Saló, Italia se convirtió en presa de la guerra, sometida a un régimen de ocupación no diferente del reservado a los demás países europeos bajo control alemán.

Mapa de Verona

Uno de los primeros actos oficiales de la recién formada República Social fue el proceso de Verona contra algunos de los llamados “traidores del 25 de julio”, es decir, aquellos que habían votado a favor de la moción presentada por Dino Grandi que había llevado a la destitución de Mussolini. Los acusados presentes en el proceso, ampliamente apoyado por los alemanes, fueron sólo seis (Tullio Cianetti, Galeazzo Ciano, Emilio De Bono, Luciano Gottardi, Giovanni Marinelli y Carlo Pareschi), mientras que los otros 13 rebeldes fueron juzgados en ausencia.

Las audiencias, que comenzaron el 8 de enero de 1944, duraron sólo dos días y se desarrollaron en un clima de gran tensión, dentro y fuera de la sala del tribunal de Castelvecchio. El jurado está compuesto por hombres de probada fe fascista. El principal acusado es Galeazzo Ciano, yerno del Duce, y por tanto considerado doblemente traidor por los hombres de Saló.

Todos los acusados, con excepción de Cianetti, que se retractó de su aprobación de la agenda de Grandi, fueron condenados a muerte. Las solicitudes de indulto son rechazadas. La ejecución tuvo lugar en la mañana del 11 de enero en el polígono de tiro de Forte San Procolo, siempre en Verona.

Proceso de Verona

Uno de los primeros actos oficiales de la recién formada República Social fue el juicio de Verona, ampliamente apoyado por los alemanes. El proceso se refería a los llamados "traidores del 25 de julio", como llamaban los fascistas a los miembros del Gran Consejo que destituyó a Mussolini en julio de 1943.


Las audiencias, que comenzaron el 8 de enero de 1944, duraron sólo tres días y el tribunal estaba formado por hombres de probada fe fascista. El principal acusado es Galeazzo Ciano, yerno del Duce, y considerado por los hombres de Saló como el más infame del grupo. Ciano, convencido de que su relación con el jefe del fascismo lo habría salvado en cualquier caso, incluso se unió al RSI, pidiendo poder servir como piloto.


El juicio se desarrolló en un ambiente tenso, interrumpido a menudo por los gritos de venganza de un público ya convencido del veredicto, y en una sala lúgubre decorada con manteles negros. La petición final de pena de muerte para todos los acusados ​​y los discursos apresurados e intimidados de la defensa fueron desestimados. La pena capital fue impuesta a cinco acusados ​​(Ciano, De Bono, Marinelli, Gottardi y Pareschi) y la ejecución tuvo lugar en la mañana del 11 de enero en el campo de tiro del Fuerte San Procolo, en Verona, con un pelotón de fusilamiento formado por treinta soldados fascistas.


Tres horas más tarde Mussolini inauguró el Consejo de Ministros en Gargnano pronunciando la frase "Se ha hecho justicia".

Proyecto Reducto Alpino Republicano

Unos días antes del levantamiento general, el 14 de abril de 1945, se celebró en la residencia de Mussolini en el lago de Garda, Villa Feltrinelli en Gargnano, una reunión que sería la última, entre los representantes alemanes y los dirigentes de Saló. Además de Mussolini, están presentes Alessandro Pavolini (1903-1945), Rodolfo Graziani (1882-1945), el embajador Rudolf Rahn (1900-1975), el general de las SS Karl Wolff (1900-1984) y el coronel Eugen Dollmann (1900-1985). Es en esta ocasión que hablamos del RAR, Ridotto Alpino Repubblicano, también conocido como el reducto de la Valtellina, el lugar donde los fascistas debían organizar la defensa final del RSI.

Es Pavolini quien ilustra un proyecto que es a la vez ilusión de redención y delirio real de un grupo de hombres desesperados conscientes de la proximidad de la derrota final. El plan incluye la concentración de 50 mil hombres, la preparación de grandes suministros de armas y alimentos, la instalación de refugios y posiciones defensivas. Pavolini también planea trasladar allí las cenizas de Dante, como máxima expresión simbólica de la italianidad, e instalar una potente emisora de radio y una imprenta. La exposición del secretario del partido fue recibida con escepticismo por parte de Graziani y con irónico desinterés por parte de los alemanes. Por supuesto, no saldrá nada de esto.

Los últimos días de Mussolini

Mientras el ejército alemán se retira a lo largo de la península italiana, Mussolini comienza a planificar una posible ruta de escape y salvación personal.

En marzo de 1945 intentó negociar una rendición favorable con los angloamericanos, quienes sin embargo continuaron exigiendo una rendición incondicional.

El Duce comienza entonces a organizar su huida. Contra el consejo alemán, trasladó el gobierno a Milán, donde llegó el 18 de abril de 1945.

La ruptura de la Línea Gótica lleva a Mussolini a intentar un acuerdo con el CLNAI. La reunión tiene lugar el 25 de abril, pero no conduce a nada.

Mussolini decide entonces huir a Suiza o Alemania. Claretta Petacci se va con él. En Menaggio, en la provincia de Como, Mussolini y Petacci se unen a una columna de soldados alemanes que se retiran hacia el norte.

En Musso, la columna fue bloqueada por partisanos de la 52ª Brigada Garibaldi. A los alemanes se les permitió continuar a cambio de la entrega de todos los fascistas de la columna. En ese momento Mussolini se pone un abrigo y un casco alemanes. Después de unos kilómetros, en Dongo, la columna es detenida de nuevo y Mussolini es reconocido y arrestado junto a Claretta Petacci. Es 27 de abril.

Al día siguiente los partisanos los entregaron al enviado del CLNAI, coronel Valerio (Walter Audisio), quien posteriormente declaró que los había ejecutado personalmente, cumpliendo la pena capital decretada por el CVL.

También el 28 de abril, en Dongo, otros fascistas que seguían al ex líder fueron fusilados. Entre ellos, Alessandro Pavolini, secretario del Partido Republicano Fascista.

Los cuerpos de Mussolini y Petacci, así como de los otros jerarcas, fueron luego transportados a Milán y expuestos, colgados cabeza abajo, en Piazzale Loreto, donde, en agosto de 1944, se habían expuesto los cuerpos de 15 prisioneros políticos fusilados por los fascistas por orden de los alemanes ( Masacre de Piazzale Loreto, 10.8.1944 - Atlas de las masacres nazis y fascistas ).

Último escrito de Benito Mussolini

Los siguientes artículos, de Luigi Borgomaneri y Dario Venegoni, reconstruyen las circunstancias en las que Mussolini escribió el que se considera su último escrito, y las del descubrimiento, muchos años después, de este importante documento, entregado por el ex líder a los partisanos en la noche del 27 al 28 de abril de 1945, pocas horas antes de ser fusilado.

Último escrito - Las circunstancias

por Luigi Borgomaneri

Como es sabido, Mussolini fue capturado en Dongo (Como) el 27 de abril de 1945. Había salido de Milán a última hora de la tarde del 25 de abril y, con sus últimos leales y el séquito de jerarcas en fuga, había llegado a Como bajo la custodia obligatoria de treinta SS comandados por el teniente Fritz Birzer, encargado –como relataría más tarde Nicola Bombacci (véase Franco Bandini, Le ultime 95 ore di Mussolini , Milán, Arnaldo Mondadori Editore, p. 155. La cita está tomada del informe elaborado el 8 de mayo de 1945 por el mariscal Francesco Nanci sobre la base de lo que Nicola Bombacci le había dicho después de su captura en Dongo.) – de "llevarlo vivo a Alemania o dejarlo muerto en Italia".

Desde Como, el Duce se dirigió a Menaggio, luego a Grandola en un intento de perder a Birzer y sus mastines, pero fue encontrado inmediatamente y tuvo que regresar a Menaggio donde, durante la noche entre el 26 y el 27 de abril, él y sus jerarcas se unieron a un convoy de la Luftwaffe que se dirigía a Chiavenna para llegar a Merano a través del paso del Stelvio.

Mucho se ha escrito sobre sus intenciones reales o presuntas en aquellas horas frenéticas, pero lo cierto es que, cuando la columna fue bloqueada por los partisanos en Musso a la mañana siguiente, el Duce –que hasta poco antes había hecho todo lo posible para no seguir a Birzer hasta Alemania– abandonó a su séquito, se puso un abrigo de la fuerza aérea alemana y trató de burlar los controles partisanos colándose en un camión alemán. No le fue bien.

Reconocido, fue detenido por los partisanos de la 52 Brigada Garibaldi, retenido durante unas horas en Como y luego, para protegerlo de posibles golpes fascistas y de las misiones aliadas enviadas a buscarlo, fue trasladado al pequeño cuartel de la Guardia di Finanza en Germasino, donde entre las 19.00 y las 19.30 horas del 27 de abril y alrededor de las 2.00 horas del 28 escribió el documento en cuestión, que ha sido citado textualmente varias veces a lo largo de los años, pero cuyo original finalmente ha aparecido solo hoy.

Las fuentes más fiables para reconstruir las circunstancias en las que se escribió el documento son, obviamente, las declaraciones de los testigos presentes esa tarde en el cuartel de Germasino, empezando por el informe del ex brigadier de la Guardia di Finanza Giorgio Buffelli, comandante de la R. Brigada de la Guardia di Finanza de Dongo, que sugirió el traslado de Mussolini a Germasino y a quien se le confió el mando de unos quince partisanos encargados de vigilar al Duce y al secretario de la Federación Fascista de Como, Paolo Porta, que también fue llevado a Germasino.

Mussolini sigue caminando. Tengo una idea. Quiero que escriba un par de líneas de recuerdo. Espero hasta que llega casi cerca de mí mientras camina, tomo el bolígrafo, arranco media hoja de papel de protocolo y cuando pasa a mi lado le digo: "¿Te importa escribir un par de líneas?" Se vuelve casi brusco y luego responde: "¿Qué es esto, un informe de interrogatorio?" Le aseguro: "No, no tengo órdenes al respecto y sería muy cuidadoso de no hacerlo. Es sólo una declaración para demostrar que fuimos nosotros, los de la 52ª Brigada Garibaldi, quienes le detuvimos". "¿Qué, estás alardeando de ello?" No sé qué responderle, además porque veo que escribir le molesta mucho. "Sabes, sería triste escuchar, en el futuro, que tal vez te detuvimos en Chiavenna... Merano... y así dimos a la historia cosas que no corresponden a la verdad... si quieres hacer eso...". Se vuelve más dócil y veo que le da pena no complacerme. "Está bien", dice, "pero sólo en forma de reliquia histórica". "Sí", respondo. "¿Qué debo escribir?", pregunta. "Escribe así: (y escribe) La 52 Brigada Garibaldi me capturó hoy, viernes 27 de abril, en la plaza de Dongo". Luego añado: “Ahora cuéntanos el trato que te dimos”. Y añade por iniciativa propia: El trato durante y después de la captura fue correcto. Luego lo firma y me lo entrega. Tomo el trozo de papel, lo doblo, digo gracias y lo guardo en mi bolsillo.

El documento fue luego entregado a "Pedro" (Pier Luigi Bellini delle Stelle, comandante de la 52 Brigada Garibaldi), quien llegó tarde por la noche a Germasino para trasladar a Mussolini a un lugar considerado más seguro. Ésta es su reconstrucción del diálogo con Buffelli:

[Pedro] "Vine a llevarme a Mussolini. Lo llevaremos a otro lugar, más seguro [...]. Sólo les llevaré a Mussolini: todos saben que está aquí ahora. En cambio, ahora lo llevamos a un lugar que nadie podrá identificar". […] “¿Qué hizo? ¿Le diste de comer?”

[Buffelli] "¡Ah! Lo tratamos bien, no te preocupes. Comió bastante bien y después conversó un poco con nosotros. Me pidió que hablara con Porta y yo accedí, porque no vi nada malo en ello. ¿Hice lo correcto?"

[Pedro] "Lo hiciste muy bien. Seguro que le sirvió para distraerse. ¿Y luego?"

[Buffelli] "Entonces le pregunté si podía hacernos una declaración sobre su captura. Lo hizo de inmediato y agregó, por iniciativa propia, que lo tratamos bien. Mire".

Me muestra media hoja de papel de protocolo, en la que está escrito a bolígrafo, con la inconfundible letra de Mussolini: «La 52ª Brigada Garibaldi me ha capturado hoy, viernes 27 de abril, en la plaza de Dongo. El trato dispensado durante y después de la captura ha sido correcto. Mussolini.» (Pier Luigi Bellini delle Stelle (Pedro) y Urbano Lazzaro (Bill), Dongo: el fin de Mussolini , Milán, Arnoldo Mondadori Editore, 1962. La cita está tomada de la edición de 1975, pp. 171-172).

A los testimonios de Buffelli y Bellini delle Stelle se puede añadir la reconstrucción realizada por Giusto Perretta en base a lo que Michele Moretti ("Pietro", comisario político de la 52ª brigada Garibaldi) presumiblemente había recogido de "Pierino" (Erminio Dell'Era, comandante del destacamento Cravera de la 52ª brigada Garibaldi), presente esa noche en el cuartel de Germasino:

[…] por la tarde, en Germasino, mientras los partisanos custodiaban a los dos prisioneros [el Duce y Paolo Porta, prefecto de Como, ndr.] oyeron un anuncio radiofónico que decía: "Mussolini ha sido detenido hoy en el lago de Como, aparentemente en la zona de Nesso".

Por eso, "Pierino", dirigiéndose al brigadier Buffelli, dijo: "¿No oyes lo que dicen? ¿No sería mejor que se hiciera una declaración de que lo detuvimos nosotros?".

Buffelli respondió: "¡Bien!", y fue a la habitación contigua, su despacho, a buscar una hoja de papel que entregó a Mussolini, invitándolo a declarar lo que realmente había sucedido. Mussolini, no sabemos si también había oído el anuncio por radio o si había sido informado por su escolta, aceptó de buen grado y escribió: "Hoy me ha detenido la 52ª Brigada Garibaldi en Dongo. El trato que me dispensaron antes y después del arresto ha sido correcto". Más tarde, cuando "Pedro" se acercó a Germasino, el documento fue entregado en sus manos. (Giusto Perretta, Dongo, 28 de abril de 1945. La verdad en la historia de Michele Moretti "Gatti Pietro" Comisario político de la 52ª Brigada Garibaldi "Luigi Clerici" protagonista de la ejecución de Mussolini , Como, Editrice ACTAC, 1990, p. 153)

Bellini delle Stelle escribió en 1962 que el documento "fue entregado al Comando CVL y ahora se encuentra en el Museo de la Resistencia en Milán". Aparte de la inexistencia, en aquella época y todavía hoy, del museo mencionado por "Pedro", se puede afirmar que no hay motivos para dudar de que el escrito fuera entregado al Comando de la CVL, mientras que es imposible en la actualidad reconstruir los motivos por los que luego fue confiado a la custodia de Carlo Capece, colaborador del mismo comando.

Aparte de esto, y dejando de lado las disonancias testimoniales sobre la paternidad de la petición y sobre la renuencia (o voluntad) inicial del Duce a escribir la declaración en cuestión, lo que importa es que la correspondencia entre el texto relatado, en años insospechados, por Buffelli, Bellini delle Stelle y otros y el original encontrado -además, por supuesto, de la caligrafía- avala la autenticidad del documento encontrado, un documento que, si bien no añade revelaciones sensacionales al conocimiento histórico de aquellos momentos, representa sin embargo el último acto oficial en la historia del hombre que, con la complicidad de muchos otros que permanecieron impunes, había impuesto veinte años de brutal dictadura y llevado al país a la catástrofe.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Último escrito - Carlo Capece

por Dario Venegoni

Carlo Capece nació en Turbigo (MI) el 30 de octubre de 1909 y murió en Milán el 10 de agosto de 1977. Su esposa, Silvia Codognotto (nacida en San Donà di Piave, en la provincia de Venecia, el 17 de noviembre de 1913) murió en Milán el 29 de mayo de 2001. Durante 24 años conservó los papeles de su marido, sin contarle a nadie sobre el documento autógrafo de Benito Mussolini (que tal vez ni siquiera sabía que tenía en su casa).

En realidad, sabemos poco sobre Carlo Capece. Antes de la guerra seguramente había trabajado en un banco como contable. Luego entró en el ejército y en el 45 obtuvo el grado de capitán. Después de la guerra trabajó durante muchos años como administrador de los bienes de una familia noble milanesa.

No sabemos cómo Capece entró en contacto con el Comando del Cuerpo de Voluntarios para la Libertad, pero seguramente estuvo en estrecho contacto con la más alta cúpula militar de la Resistencia italiana durante los días de la Liberación. Algunos lo recuerdan como oficial de finanzas: en los días en que toda la organización estatal del RSI se estaba derrumbando, el Comando de Resistencia liquidaba sus cuentas casi exclusivamente en efectivo, y Capece era uno de los hombres que se ocupaba de estos aspectos administrativos. Esto explica también el pase fechado el 26 de abril de 1945 encontrado por sus herederos entre sus papeles privados: un pase firmado personalmente por Cadorna pero emitido a petición de Mattei. Se especifica expresamente que Capece "está autorizado a circular durante el toque de queda y armado", circunstancia justificada, precisamente, por las delicadas tareas financieras que tenía encomendadas Capece en aquellos días.

Después de la guerra, Capece continuó colaborando durante varios meses con el Comando CVL que se había establecido en Milán y con la Oficina de Extracción para el reconocimiento de la calificación de partisano que tenía su base en el mismo bloque y compartía el patio con la sede del Comando CVL. Numerosos documentos encontrados entre los papeles de Capece dan testimonio de esta frecuentación: la "Patente de Partisano" y el "Certificado de Patriota" que le fueron entregados están refrendados por los más altos exponentes de la Resistencia.

No tenemos pruebas ciertas que indiquen exactamente las circunstancias que llevaron a Carlo Capece a entrar en posesión de la nota escrita por Mussolini el 27 de abril de 1945. Entre sus papeles, sus herederos encontraron un sobre más grande justo al lado del sobre con la nota de Mussolini, que lleva como remitente Mario Argenton, uno de los seis miembros del Comando CVL, y que llegó a Capece -según el matasellos- a fines de marzo de 1972, cinco años antes de la desaparición del destinatario. Quien nunca mencionó este documento a ninguno de sus familiares o amigos.

Mussolini estaba intentando escapar a España

Una nota encontrada en el bolsillo de Benito Mussolini durante su autopsia revela su intento de fuga a España antes de ser arrestado por partisanos. La noticia surge del texto de la autopsia publicado íntegramente en el número de octubre de 2010 de "Patria Indipendente", disponible en el enlace In fuga verso la Spagna -Patria indipendente ottobre 2010 .

El artículo del entonces director del periódico ANPI, Wladimiro Settimelli, se basa en el informe pericial elaborado por quien realizó la autopsia de los cuerpos de Mussolini y Petacci, el profesor Pierluigi Cova.

Carta a los amigos, Giacomo Ulivi

Giacomo Ulivi (29.10.1925-10.11.1944), antifascista, partisano, fue fusilado en Módena por los fascistas. Su último testimonio, esta "Carta a los amigos", publicada en la base de datos online del Instituto Nacional de Historia del Movimiento de Liberación en Italia ( G. Ulivi - Últimas cartas de los condenados a muerte y deportados de la Resistencia italiana )

Queridos amigos,

Quisiera confesarles antes que nada que he roto y escrito esta carta tres veces. Lo había empezado con una mirada alrededor, con un sincero pesar por las ruinas que nos rodean, pero, al pasar de este tema del que deseo hablarles, temí parecer "falso", edulcorar una píldora de propaganda con un preámbulo patético. Y temo esta palabra como una ofensa inmerecida: no se trata de una cuestión de propaganda sino de un examen que quisiera hacer con ustedes. Más bien, necesitamos mirar y examinar juntos: ¿qué? Nosotros mismos. Acostumbrarnos a ver dentro de nosotros mismos la parte de responsabilidad que tenemos por nuestros males. Reconocer lo que hemos hecho, para llegar a donde hemos llegado. No quiero parecer un Savonarola que pide latigazos. Me gustaría que coincidieran conmigo en lo poco preparados que nos sentimos y agobiados por los errores recientes, y que pensemos en el hecho de que tenemos que hacer todo de nuevo. Todo, desde casas hasta ferrocarriles, desde puertos hasta centrales eléctricas, desde industrias hasta campos de maíz. Pero, sobre todo, como veis, tenemos que hacerlo nosotros mismos: es la premisa de todo lo demás. Me preguntaréis: ¿por qué rehacernos, en qué sentido? Aquí, por ejemplo, ¿cuántos de nosotros esperamos el fin de estos casos terribles, para iniciar una vida trabajadora y tranquila, dedicada a la familia y al trabajo? Muy bueno: es un sentimiento general, extendido y satisfactorio. Pero creo que trabajar no será suficiente; y en el invencible deseo de “tranquilidad”, aunque sea laborioso, está el signo del error. Porque en esa necesidad de silencio está el intento de distanciarse lo máximo posible de cualquier manifestación política. Es el terrible, el más terrible, créanme, resultado de veinte años de trabajo de mala educación, de mala educación o educación negativa, que, martillando durante veinte años por todos lados, ha conseguido clavar prejuicios en muchos de nosotros. La fundamental es la “suciedad” de la política, que me parece haber sido inspirada de dos maneras. Cada día nos dicen que la política es obra de “especialistas”. Trabajo duro, que tiene sus exigencias; y estas exigencias, como se veía cada día, eran extrañamente similares a las que forman la base del trabajo de cualquier ladrón y salteador. La teoría y la práctica se combinaron para distraernos y distanciarnos de toda actividad política. Conveniente, ¿eh? Déjalo en manos de quienes pueden y deben; Trabajas y crees, esto es lo que dijeron; y lo que hicieron lo vemos ahora: en la vida política –si la vida política significa ante todo participación directa en nuestros asuntos– hemos sido arrojados allí por los acontecimientos. Aquí está nuestra culpa, creo yo: ¿cómo es posible que nosotros, italianos, con tantos siglos de experiencia, saliendo de un maravilloso proceso de liberación, en el que nadie menos que nuestros abuelos dieron pruebas de cualidades únicas en Europa, de un apego a los asuntos públicos, lo que significa para ellos mismos, sin ejemplo quizás, haber abdicado, abandonado todo derecho,¿Ante alguna palabra vacía y resonante? ¿Qué creíamos? Gracias a Dios no creíamos en nada, pero en cualquier caso dejamos que una minoría incapaz, moral e intelectualmente, nos arrebatara todo de las manos.

Éste nos ha robado, nos ha lanzado a una aventura sin fin; y este es el lado más "color de rosa", creo yo: lo malo es que las palabras y acciones de esa minoría han minado la posición moral; la mentalidad de muchos de nosotros. Créanme, la "cosa pública" somos nosotros mismos: lo que nos une a ella no es un lugar común, una palabra grande y vacía, como te llama "patriotismo" o el amor a la madre entre lágrimas y cadenas, visiones barrocas, aunque maravillosas levaduras de otras generaciones. Somos falsos con nosotros mismos, pero no nos olvidamos de nosotros mismos, en una tremenda ligereza. Más allá de toda retórica, constatamos que los asuntos públicos somos nosotros mismos, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro mundo, en fin, que cada desgracia de éste es nuestra desgracia, como ahora padecemos la extrema pobreza en que ha caído nuestro país: si siempre hubiéramos tenido esto presente, ¿cómo habría sucedido esto? El egoísmo (nos disgusta oír esta palabra) es como una ducha fría, ¿verdad?

Todas las pastillas nos las han dado siempre con un toque dulce; Todo ha sido envuelto en retórica; Tomemos coraje, aprendamos a sentir lo amargo; No debemos ocultarlo con una pantalla ideal, para que pueda expandirse sin interrupciones en las sombras. Es mejor sacarlo a la luz, confesarlo, desnudo y expuesto a los ojos de todos: verás que será menos agobiante. El egoísmo, decíamos, el interés, juega mucho en lo que hacemos: muchas veces se confunde con el ideal. Pero se vuelve dañino, condenable, maldito, precisamente cuando es ciego, poco inteligente. Especialmente cuando está oculto. Y, si lo pensamos bien, nuestro interés y el de la “cosa pública”, en definitiva, acaban coincidiendo.

Precisamente por eso debemos ocuparnos de ello directamente, personalmente, como nuestro trabajo más delicado e importante. Porque todo lo demás, las condiciones de todos los demás, dependen de ello. Si no nos apasionara esto, si no lo abordáramos a fondo, sobre todo hoy, la recuperación que esperamos, a la que nos aferramos tenazmente, será imposible. Para esto debemos prepararnos. Quizás también sea suficiente, ya sabes, que empecemos a mirar tranquilamente dentro de nosotros mismos y a expresar deseos. ¿Cómo nos gustaría vivir mañana? No, no digas que estás desanimado, que ya no quieres saber más. ¡Crees que todo pasó porque no quisiste saber más! Acordaos, vosotros sois hombres, tenéis el deber, si vuestro instinto no os empuja a ejercer vuestro derecho, de velar por vuestros intereses, de velar por los de vuestros hijos, de vuestros seres queridos. ¿Habéis pensado alguna vez que en los próximos meses se decidirá el destino de nuestro país, de nosotros mismos: qué peso decisivo tendrá nuestra voluntad si sabemos hacerla valer; ¿Cuál será nuestra responsabilidad si nos encontramos con un peligro negativo? Todavía queda mucho por hacer. Procura preguntarte durante el día qué estado, según la idea que tienes de la verdadera vida, te parece bien ordenado: para ello infórmate con juicios objetivos. Si creéis en la libertad democrática, donde dentro de los límites de la constitución vosotros mismos podríais dirigir los asuntos públicos, o esperar una nueva concepción, más igualitaria, de la vida y de la propiedad. Y si se acepta la primera solución, ¿queréis que el poder de elegir, por ejemplo, sea para todos, de forma que el órgano elegido sea una expresión directa y genuina de nuestro país, o que se restrinja a los más preparados hoy, para llegar a una ampliación progresiva? Esto y más debes preguntarte. Debes convencerte a ti mismo y prepararte para convencer, no para abrumar a los demás, pero tampoco para rendirte.

Hoy debemos luchar contra el opresor. Éste es el primer deber de todos nosotros: pero es bueno prepararse para resolver esos problemas de manera duradera, y que evite su resurgimiento y la repetición de todo lo que nos ha golpeado.

Termino esta larga, algo confusa, lo sé, pero espontánea carta pidiéndote disculpas y deseándote buen trabajo.

Olivas de James

 

 

https://www.anpi.it/la-nostra-storia

https://www.anpi.it/libri/dai-fasci-italiani-di-combattimento-al-regime-fascista

 

https://www.anpi.it/libri/limpero

https://www.anpi.it/libri/le-guerre-coloniali

https://www.anpi.it/libri/le-guerre-coloniali-libia

https://www.anpi.it/libri/deportazioni-coloniali

https://www.anpi.it/libri/tripolitania

https://www.anpi.it/libri/le-guerre-coloniali-africa-orientale-italiana

https://www.anpi.it/libri/abissinia-etiopia

https://www.anpi.it/libri/i-costi-della-guerra-detiopia

https://www.anpi.it/libri/la-politica-del-terrore-etiopia

https://www.anpi.it/libri/somalia

https://www.anpi.it/libri/albania

https://www.anpi.it/libri/dodecaneso

https://www.anpi.it/libri/confino-politico

https://www.anpi.it/libri/ventotene

https://www.anpi.it/libri/il-manifesto-della-razza-1938

https://www.anpi.it/libri/antisemitismo-italiano-indifferenti-e-delatori

https://www.anpi.it/libri/espulsione-degli-ebrei-dalle-scuole

https://www.anpi.it/libri/espulsione-degli-ebrei-stranieri

https://www.anpi.it/libri/dichiarazione-sulla-razza

https://www.anpi.it/libri/lalleanza-con-hitler-e-la-guerra-mondiale

https://www.anpi.it/libri/cronologia-del-nazifascismo

https://www.anpi.it/libri/la-guerra-civile-spagnola

https://www.anpi.it/libri/la-falange-espanola

https://www.anpi.it/libri/le-brigate-internazionali

https://www.anpi.it/libri/gli-usa-dichiarano-guerra

https://www.anpi.it/libri/giappone-e-germania-prima-di-pearl-harbor

https://www.anpi.it/libri/operazione-barbarossa-attacco-allurss

https://www.anpi.it/libri/dominare-i-popoli-est

https://www.anpi.it/libri/cronologia-della-guerra-sul-fronte-orientale

https://www.anpi.it/libri/la-battaglia-di-stalingrado

https://www.anpi.it/libri/italia-dalla-guerra-di-aggressione-alla-guerra-di-liberazione

https://www.anpi.it/libri/litalia-entra-guerra-il-discorso-di-mussolini-del-10-giugno-1940

https://www.anpi.it/libri/date-cruciali-25-luglio-e-8-settembre-1943

https://www.anpi.it/libri/lordine-del-giorno-grandi-25-luglio-1943

https://www.anpi.it/libri/pietro-badoglio

https://www.anpi.it/libri/la-linea-gustav

https://www.anpi.it/libri/porto-di-ortona-lapide

https://www.anpi.it/libri/la-linea-gotica

https://www.anpi.it/libri/prigionia-internamento-concentramento-e-sterminio-i-campi-italia

https://www.anpi.it/libri/borgo-san-dalmazzo

https://www.anpi.it/libri/risiera-di-san-sabba

https://www.anpi.it/libri/fossoli

https://www.anpi.it/libri/bolzano

https://www.anpi.it/libri/rsi-repubblica-sociale-italiana

https://www.anpi.it/libri/rsi-e-terzo-reich

https://www.anpi.it/libri/carta-di-verona

https://www.anpi.it/libri/processo-di-verona

https://www.anpi.it/libri/progetto-ridotto-alpino-repubblicano

https://www.anpi.it/libri/ultimi-giorni-di-mussolini

https://www.anpi.it/libri/ultimo-scritto-di-benito-mussolini

https://www.anpi.it/libri/mussolini-stava-tentando-di-fuggire-spagna

https://www.anpi.it/libri/lettera-agli-amici-giacomo-ulivi

 




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA ÉPOCA NACIONALISTA EUROPEA CRISIS DE LA CRISTIANDAD, NACIONALISMOS INCIPIENTES (1303-1417) (1) http...