Representación de judíos. Cantigas
de Santa María de Alfonso X el Sabio
https://archmunburgos.blogspot.com/2018/12/la-juderia-burgalesa-1-parte.html
La judería
najerina, una desconocida.
Quiero dejar clara una cosa desde el
principio: de los judíos najerinos, como de los temas verdaderamente
importantes de la Historia de Nájera nadie sabe casi nada porque muy pocas
veces un verdadero profesional se ha ocupado en serio y detenidamente de ellos.
A Nájera le sobran frases bonitas que son mentiras del tamaño de sus cerros—la
que produce mayor vergüenza ajena es esa tan repetida de “el reino de Nájera”—
y le faltan verdaderos investigadores.
Con el cierre de la de Gascón, ya
sólo queda una de las librerías, limitadas a la demanda de su clientela, pero
serviciales y sobre todo, entrañables, que Nájera siempre tuvo en la Calle
Mayor.
Lo de “entrañables” no es un
adjetivo escogido al azar. Siempre que mis padres bajaban a Nájera, nos subían
a Manjarrés libros de lectura, si se podía, rebajados a causa de algún pequeño
defecto; y los tebeos— ¡sobre todo los tebeos!— variados y cada colección o
serie más interesante que las demás ¡Fueron los Libros de Caballerías de mi
infancia! Con ellos fui convirtiéndome, en un pequeño Alonso Quijano, en un convicto,
confeso e impenitente voraz lector irreductible, es decir, en un recreador
imaginativo de historias y en un apasionado vividor de vidas y mundos ajenos. Y
en un amante apasionado del dibujo y de las demás técnicas de la representación
grafica y de la ilustración.
¡Cuántas horas de felicidad
verdadera, cuántas horas de eficaz enseñanza universitaria entre los robles y
los chopos del soto de Manjarrés, les debo yo a aquellas dos o tres, no
recuerdo bien, benditas tiendas de libros y papeles de la Calle Mayor najerina!
No busquen en la que queda una
buena Historia de Nájera, ni siquiera una medianeja Guía. Es inútil. Pero no
culpen al librero que es un hombre de bien y un profesional como la copa de un
pino. Es que están sin hacer.
Centrándonos en nuestro tema. La
antigua judería najerina es hoy sólo una zona de locales de copas donde un
paseo en la temprana mañana siguiente a una noche de juerga y jarana te deja
muy claras bastantes cosas no demasiado agradables, pero sobre todo, una: lo
poquito que a este desnortado pueblo de Nájera le interesa su nada desdeñable
historia.
El espacio vivido
La documentación y la arqueología
sitúan la judería najerina[1] en
la loma de Malpica que, protegida por el castillo[2] sobre
cuyos restos hoy se levanta la cruz que corona la cima del cerro, desciende
hacia la ciudad. La documentación y el callejero tradicional la sitúan también,
debajo de este mismo cerro, dentro de la ciudad, en las cercanías del barrio de
san Miguel, donde se conservan las denominaciones de Calle Judería, Plaza de la
Estrella, Travesía de la Estrella y Calle del Arrabal de la Estrella. Vamos a
detenernos en los problemas que plantea esta doble ubicación.
Francisco Javier García Turza, en su
Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media—trabajo para el que se ha
informado como Dios manda, pisando el terreno y acompañado de quienes lo
conocen bien—, da el dato de que en 1153 se escribía que la judería estuvo en
otro tiempo en el ya entonces llamado barrio de san Miguel[3].
Pero añade que:
“Conocemos, aunque muy erosionadas, las cercas que
limitaban al norte la Peña de Malpica. Se trata de una construcción irregular,
en la que se intercala sillería muy heterogénea con cantos de río. Perdemos su
rastro al oeste; por lo sinuoso del relieve, quizá no llegó a construirse
nunca. Descendería, con el terreno, hacia el camino que seguía la ruta de
Santiago, sin poder delimitar a ciencia cierta su trayectoria. Ante la
presencia de estos importantes restos, hay que preguntarse si estamos en
presencia de un «castellum judeorum», tal como dicen las crónicas[4],
o ante la propia judería, que pudo desplazarse al monte Malpica a finales del
siglo XII, momento en el que se concedió a los judíos el castillo para su mejor
defensa.”
Sigue diciendo Francisco Javier
García Turza que:
“Aun siendo arriesgada esta interpretación, es factible
que los judíos habitaran simultáneamente el monte Malpica y la parte norte del
barrio de San Miguel. Entre otras razones, podemos llegar, a esta deducción por
la abundancia de restos cerámicos y óseos encontrados en dicho monte; por la
forma aplanada de su relieve, que haría posible la presencia de viviendas, de
las que, por la precariedad de los materiales, no quedan vestigios; porque en
Malpica se han encontrado restos de innumerables yesos decorados y parte de
algunas piezas de la hanukká, en la actualidad en el Museo de la ciudad, que
podrían corresponder a la sinagoga; y, por último, porque detrás de Malpica se
encuentra un término denominado El Osario, que bien podría tratarse del
cementerio de los judíos. Pero todas estas sospechas no se despejarán mientras
no se lleve a cabo un plan de excavaciones sistemático y serio.”
Podría también haber ocurrido que,
primero, entrado el siglo XII, antes de 1153, la judería, abandonando su solar
más antiguo, el barrio de san Miguel, se hubiera ido acogiendo a la proximidad
protectora del castillo de Malpica, castillo que luego, antes de acabar el
siglo, Alfonso VI les asignó para su defensa.
Luego, en la segunda mitad del s.
XIV, tras la masacre de 1360 y los destrozos subsiguientes a la primera
Batalla de Nájera (1360) [5] y a la
segunda (1367), pudo suceder que la judería, más que arruinada[6] y
destrozada, volviera a su primer emplazamiento cercano al barrio de san Miguel
y de allí ya no se moviese. Eso parece indicar denominación tan tardía, pero
tan hondamente tradicional, como “barrio de la Estrella”.
Hay que señalar que es curioso que
tan cercana a la judería se alce una iglesia dedicada precisamente al arcángel
san Miguel, el debelador de los ángeles rebeldes y el que mantiene a raya al
pérfido Satanás.
Tanto o más también lo es que en la
plazuela cercana a la citada iglesia de san Miguel estuvo, desde siempre,
dentro del tradicional mercado del jueves, precisamente la sección
especializada en la compraventa de tetones; a él solían acudir los prestigiosos
lechoneros de Ventosa con los muy apreciados lechoncitos que luego se
criaban y engordaban en todas las pocilgas de la comarca.
La judería, como hemos dicho, estuvo
protegida, además de por el castillo de Malpica, por un fuerte muro interior,
en parte hoy conservado, que no la libraron de graves agresiones durante los
cinco siglos de su historia.
La comunidad judía gozó de autonomía
ya que fue tutelada por el Fuero de Nájera que castigaba el homicidio de un
judío con una pena igual a la de un infanzón o un clérigo, y que lo propio
establecía respecto a agresiones físicas con resultado de herida; además los
igualaba con los cristianos, así nobles como plebeyos, en los derechos
relativos á la propiedad[7].
Contó con su propio fuero que luego
sería concedido a otras juderías de Navarra, Castilla y Aragón y que, por lo
que podemos deducir, consistía en que se les daba toda suerte de seguridades,
se les libraba a perpetuo de pagar portático en los mercados, se les
facultaba para vender y comprar libremente y se les encargaba del mantenimiento
y defensa de las fortificaciones que las protegían.
El tiempo vivido
La judería najerina, quizás la más
antigua de las riojanas, está documentada en el s. XI y tuvo una población
minoritaria, pero importante. En 1290, después de la de Haro, era la segunda de
las riojanas a la hora de pagar impuestos. Alcanzó su mayor esplendor en la
primera mitad del s. XIV. Luego vino trabajosa e inevitable la carrera hacia la
extinción en 1492. Quiero recordar dos de los episodios más trágicos de su
ajetreada historia.
El ataque de 1297. La Prudencia en la Mujer de Tirso de
Molina.
Escribe don Eliseo Sáinz Ripa
en, La Rioja bajo la monarquía castellana, que:
“En 1295, muerto ya Sancho IV, los reyes de Navarra,
Aragón, Portugal y el moro de Granada pretendieron intervenir en Castilla, con
el fin de que la corona, en disputa, recayese en Alfonso de la Cerda y no en
Fernando, hijo de don Sancho. El primer intento, que apuntaba a la conquista de
Soria, fracasó por culpa de la peste, traída por los soldados portugueses. En
la nueva campaña de 1297 aragoneses y navarros, entrando en La Rioja y
alcanzando la villa de Nájera, se apoderaron del barrio de la judería, que era
muy fuerte; después de fortificar la plaza proclamaron al infante por rey de
Castilla, pero éste no pudo llegar a sus puertas porque Juan Alfonso de Haro,
señor castellano que dominaba muchas tierras en la comarca de Nájera, puso
sitio a la villa, la atacó con gran aparato y la desalojó de navarros y
aragoneses.”
El episodio queda reflejado en un
pasaje de La Prudencia en la Mujer[8] (ca.
1622) de Tirso de Molina. La reina María de Molina abre la escena y rinde
cuentas de su regencia[9] en
un celebérrimo parlamento en el que se cita la conquista navarra del castillo
de los judíos najerinos en 1297:
“Pues los deseados días,
hijo y señor, se han llegado.
en que el cielo os ha sacado
hoy de las tutelas mías,
y de diez y siete años,
a vuestro cargo tomáis
el gobierno, y libre estáis
de peligros y de daños,
haciendo una suma breve
del estado en que os le dejo,
con el último consejo
que dar una madre debe,
me despediré de vos,
y del reino que os desea,
y siglos largos os vea
ensanchar la ley de Dios.
Cuando el rey Don Sancho el Bravo,
vuestro padre y mi señor,
dejó por otro mejor
el reino de que fue esclavo,
un solo palmo de tierra
no hallé a vuestra devoción;
alzóse Castilla y León,
Portugal os hizo guerra,
el granadino se arroja
por extender su Alcorán,
Aragón corre a Almazán,
el navarro la Rioja;
pero lo que el reino abrasa,
hijo, es la guerra interior;
que no hay contrario mayor
que el enemigo de casa.
Todos fueron contra vos,
y aunque por tan varios modos
os hicieron guerra todos,
fue de nuestra parte Dios.
Pues en el tiempo presente
porque al cielo gracias deis
del reino que le debéis
le hallaréis tan diferente.
No hay guerra que el reino inquiete,
ni insulto con que se estrague,
villa que no os peche y pague,
vasallo que no os respete:
de que salgo tan contenta
cuanto pobre, pues por vos,
de treinta no tengo dos
villas que me paguen renta.
Pero bien rica he quedado,
pues tanta mi dicha ha sido,
que el reino que hallé perdido,
hoy os lo vuelvo ganado.”
El ataque de 1360. Las Crónicas del Canciller Ayala.
A finales de marzo o comienzos de
abril de 1360 una carnicería tuvo lugar en la judería de Nájera en la que la
muerte de los judíos, como dice el canciller López de Ayala con su frialdad de
hiena, “fue ordenada por el conde don Enrique, porque las gentes lo hacían de buena
gana...” La carnicería prosiguió en Miranda de Ebro, donde el llamado Pedro
Martínez, hijo del chantre de la iglesia y verdadera encarnación del odio
popular, invadió la judería indefensa al frente de una muchedumbre enloquecida,
robando y matando a los desgraciados judíos que caían en sus manos sedientas de
sangre y de rapiña. Veamos lo que pasó en Nájera:
“El rey don Pedro estando en Burgos sopo cómo el
conde don Enrique, e don Tello, e el conde de Osona, e los otros caballeros que
con ellos venían, eran ya entrados en Castilla, e cómo llegaron a Nájara, e
ficieron matar a los judíos. E esta muerte de los judíos fizo facer el conde
don Enrique, porque las gentes lo facían de buena voluntad, e por el fecho
mesmo tomaban miedo e recelo del rey (don Pedro) e tenían con el conde (don
Enrique).”[10]
El canciller López de Ayala, con el
Marqués de Santillana el amanecer del Renacimiento hispano, avezado lector de
Tito Livio, no sólo cuenta lo que pasa sino que, además, explica por qué pasa
lo que pasa. Aquí se dan dos motivos: 1) El asalto a la judería era deseado por
la gente. La gente odiaba a los judíos. 2) Don Enrique utilizaba el
asalto a las juderías para agradar a la gente y agradándola, hacerse con
partidarios absolutamente fieles, indisolublemente unidos a su destino y a su
causa.
Explico el segundo extremo. Don Pedro
protegía a los judíos y estaba dispuesto a que los ataques contra ellos no
quedaran impunes. Véase lo que les ocurrió a los cabecillas del asalto a la
judería de Miranda de Ebro en abril de 1360[11].
El asalto a las juderías era un acto de rebeldía y desacato contra
el llamado con razón, a la vez, Cruel y Justiciero. De ese acto de rebeldía y
desacato la gente que lo cometía sabía que compartía la responsabilidad y la
suerte con quien había garantizado su impunidad en la comisión del delito y les
había animado a satisfacer su odio, el rival de don Pedro, don Enrique a cuya
causa y destino quedaban así indisolublemente unidos. O sea, lo que muy bien
dice un agudo refrán también riojano, con dos expresiones, 1) “hechores y
consentidores pagan todos pena por igual” o 2) la más popular “hechores y
consentidores, (a) todos pena por igual”. Por si las cosas no quedaban claras,
el asalto a las juderías era a la vez una toma de postura clara y neta a favor
del bando de don Enrique.
Más adelante, hay otro texto[12] en
el que López de Ayala nos dice cómo se fue preparando la catástrofe de 1391 que
afectó gravemente a la judería de Logroño, y lo traigo aquí porque explica
muchos de los porqués de todos los asaltos a las juderías que en la Historia
han sido.
La mejor introducción que conozco a
ese texto del Canciller Ayala la escribió don Eliseo Sáinz Ripa en La Rioja
bajo la monarquía castellana. Se la transcribo:
“Numéricamente las aljamas de La Rioja fueron aumentando,
si comparamos las siete que registra el Padrón de Huete, de 1290, con
la relación recogida por Amador de los Ríos en su Historia de los judíos
en España, que además de estas siete, recuerda las de Jubera, Arnedillo,
Herce, Préjano, Cervera del Río Alhama, Grañón, Leiva, Briones, Bañares,
Navarrete en tiempos de Enrique IV. «En su tierra y en su corte -dice del conde
de Haro el viajero León de Vozmital, al pasar por La Rioja- hay moros, judíos y
cristianos, y a todos los deja en su manera de pensar.» No obstante, latía en
el pueblo un odio antisemita, nacido de sentimientos raciales y religiosos y de
su molesta dedicación a la usura y a la recaudación de los tributos del rey,
con que se compensaban del dinero adelantado a la corona: con este encargo
recorren La Rioja don Çab Goey, judío de Burgos, en 1367, y Bienveniste, de
Burgos, con Rabí Mose Uriel, como recogedores de los tercios reales en las
iglesias riojanas. Con frecuencia, la hostilidad no pasaba de obligarles a
llevar un signo distintivo, como ordenara el Concilio de Letrán en 1215; pero
llegado el siglo XIV, las relaciones se fueron enrareciendo por culpa de las
predicaciones antisemitas, como la del 1328 en Navarra, a la que siguieron
abundantes atropellos, o por la enemiga de Enrique de Trastámara, lleno de saña
antijudía, en tanto que su hermano Pedro seguía una política filosemita.
Debemos recordar dos situaciones relevantes: las matanzas de judíos en Nájera y
Miranda de Ebro, ejecutadas por las tropas enriqueñas; y la explosión popular
de Logroño, que haciéndose eco de las jornadas de Andalucía y Castilla, atizadas
por el arcediano de Ecija, en 1391 incendiaron la judería logroñesa en ese
mismo verano. Se siguieron hasta 1412 muchas conversiones sugeridas por el
miedo; muchos huyeron, otros se ganaron a las autoridades con sobornos, hasta
que el ordenamiento sobre judíos y moros mandó «que los judíos viviesen en
barrios separados de los cristianos por murallas con una sola puerta de
acceso». Al amparo de esta normativa, los judíos logroñeses volvieron a
reconstruir en 1480 su ghetto, que el pueblo llamó la Villanueva.”
El texto del Canciller Ayala dice así:
1.- “En estos días llegaron a la cámara do el consejo de
los señores e caballeros e procuradores estaba ayuntado, los judíos de la corte
del rey que eran allí venidos de los más honrados del Regno a las rentas que se
habían entonces de facer, e dixéronles que avían avido cartas del aljama de la
cibdad de Sevilla, cómo un arcediano de Écija en la iglesia de Sevilla, que
decían don Ferrand Martínez, predicaba por plaza contra los judíos, e que todo
el pueblo estaba movido para ser contra ellos. E que por quanto Don Juan
Alfonso, conde de Niebla, e Don Álvar Pérez de Guzmán, alguacil Mayor de
Sevilla, ficieron azotar un ome que facía mal a los judíos, todo el pueblo de
Sevilla se moviera, e tomaran preso al alguacil, e quisieran matar al dicho
conde e a Don Álvar Pérez; e que después acá todas las cibdades estaban movidas
para destroir los judíos, e que les pedía por merced que quisiesen poner en
ello algúnd remedio.
2.- E los del Consejo, desque vieron la querella que
los judiós de Sevilla les daban, enviaron a Sevilla un caballero de la cibdad
que era venido a Madrid por procuradores, e otro a Córdoba, e así a otras
partes enviaron mensajeros e cartas del rey, las más premiosas que pudieron ser
fechas en esta razón. E desque llegaron estos mensajeros con las cartas del rey
libradas del Consejo a Sevilla, e Córdoba e otros logares, asosegóse el fecho,
pero poco, ca las gentes estaban muy levantadas e non avían miedo de ninguno, e
la cobdicia de robar los Judíos crecía cada día.
3.- E fue causa aquel Arcediano de Ecija deste
levantamiento contra los Judíos de Castilla; e perdieron por este levantamiento
en este tiempo las aljamas de los Judíos de Sevilla, e Córdoba, e Burgos, e
Toledo, e Logroño, e otras muchas del regno; e en Aragón, las de Barcelona y
Valencia. E otras muchas; e los que escaparon quedaron muy pobres, dando muy
grandes dádivas a los señores por ser guardados de tan grand tribulación.”
Vamos con su comentario.
Los hechos narrados suceden entre el
15 de marzo y el 13 de agosto de 1391.
Antes de entrar en el
comentario, hay que tener en cuenta que en Castilla, Juan I ha muerto en
octubre de 1390 y ha sido proclamado rey Enrique III, su hijo de 11 años. Pero
hay de hecho un vacío de poder. En efecto, las Cortes reunidas en Madrid fueron
escenario de disputas sin fin entre los grandes para organizar la regencia del
joven Enrique III. Juan I había dejado un testamento, que, por falta de acuerdo
entre los grandes del reino, no se puso en práctica hasta el año 1392.
Enrique no asumirá el poder efectivo hasta el 2 de agosto de 1393, con
poco más de 13 años. Lo que caracteriza toda la minoría de Enrique III es la
inestabilidad política y social, suscitada por los diferentes bandos de la
aristocracia, con el objetivo de debilitar el poder monárquico, en su solo
provecho. La situación de mal disimulado vacío de poder facilita el éxito de
cualquier conmoción popular.
Por lo que atañe a la situación en
Europa, hay que recordar que los judíos estaban considerados como extranjeros,
y como tales eran protegidos de los reyes[13].
Sin embargo esta protección no impidió toda clase de persecuciones y de
matanzas porque tenía un precio: el de que, mediante contratos de
arrendamiento, los judíos se encargaban de cobrar las cargas fiscales. El odio
al judío nace de motivos raciales y religiosos, pero también de su papel de
prestamista y de ser agente del fisco.
Sus problemas se agravaron cuando la
Iglesia en el concilio IV de Letrán (1215 – 1216) procuró la separación radical
entre judíos y cristianos porque les prohibió el desempeño de cargos públicos,
ordenó su encerramiento en barrios especiales y les impuso la obligación de
llevar signos distintivos en el vestido. Además prohibió que ejercieran la
“usura”.
Hay que añadir la grave crisis
política (Guerra de los Cien Años, 1337-1453),
la espiritual (Cisma de Occidente, 1378 – 1417), las grandes catástrofes demográficas
(Peste Negra, 1347 – 1351) y la crisis económica de mediados del siglo XIV como
preparadores de un terreno abonado para la búsqueda irracional de culpables.
Vayamos con el comentario.
1.- Asistimos en el primer párrafo
del texto a una reunión, en Madrid, del Consejo de Castilla, formado por
nobles, caballeros y procuradores, delegados de las cortes celebradas en esta
ciudad en 1391, al poco de morir Juan I, para que gobernase durante la minoría
de edad de Enrique III.
Unos judíos, “de la corte del rey …
de los más honrados del Regno”, que llevan al Consejo de Castilla los impuestos
recaudados que, mediante contratos de arrendamiento, la Hacienda Real les había
encargado cobrar, informan a los consejeros que “avían avido cartas del aljama
de la cibdad de Sevilla” en las que se daba cuenta de las incendiarias
predicaciones antijudías de Ferrán Martínez, arcediano de Écija.
Cosa que no era una novedad. Las
soflamas antijudías del mencionado clérigo databan de 1377 y habían
motivado, años atrás, intervenciones tanto del rey de Castilla como del
arzobispo de Sevilla, el cardenal Pedro Gómez Barroso. Ambos pidieron sosiego
al fogoso arcediano. Más de nada sirvieron esas recomendaciones. Por desgracia,
los fallecimientos de ambos, el cardenal y el rey, con muy poca diferencia de
tiempo (el primero el 7 de julio de 1390, y el cardenal el 7 de octubre de
1390), llevan al poder a un menor, Enrique III, y dejan a Ferrand libre para
continuar con sus maquinaciones.
La novedad era que esas soflamas se
habían reanudado y estaban teniendo éxito. “Don Ferrand Martínez predicaba por
plaza contra los judíos, e que todo el pueblo estaba movido para ser contra
ellos.”
Y que el éxito no sólo estaba
poniendo en peligro la hacienda y la vida de los judíos, porque, como don Juan
Alfonso, conde de Niebla, Adelantado Mayor de la Frontera, y don Álvar Pérez de
Guzmán, Almirante de Castilla y Alguacil Mayor de Sevilla habían castigado a
uno “que facía mal a los judíos”, Sevilla entera se había amotinado “e tomaran
preso al Alguacil, e quisieran matar a dicho conde e a Don Álvar Pérez”. La
revuelta además de antijudía, había mostrado su claro carácter antinobiliario,
escudándose en el hecho de que el rey y la nobleza siempre trataban de proteger
a los judíos de las iras del pueblo.
Terminan advirtiéndole al Consejo
que, según informaba la aljama sevillana, la rebelión se había extendido y que
“acá (en Andalucía) todas las cibdades estaban movidas para destroir los
Judíos”. Ante tan grave situación, suplican al Consejo que “quisiesen poner en
ello algúnd remedio”.
2.- En el segundo párrafo El Consejo
de Castilla, atendiendo la queja judía, manda con cartas del rey a un caballero
procurador a Sevilla, otro a Córdoba y otros a otras ciudades, para que se
detenga la persecución de los judíos. Y tienen éxito momentáneo. No dura mucho
la tranquilidad porque….
Todo el texto comentado es magistral
a la hora de explicar por qué pasó lo que pasó. El final del segundo
párrafo no tiene desperdicio alguno. Fíjense en el detalle:
“…asosegóse el fecho, pero poco, ca las gentes estaban muy
levantadas e non avían miedo de ninguno, e la cobdicia de robar los Judíos
crecía cada día.”
¿Se puede decir más en menos
palabras?
3.- En el tercer párrafo se narra el
estallido de violencia antijudía, consecuencia de la predicación fanática del
arcediano de Écija que comienza el 6 de junio de 1391 con el asalto de la
judería de Sevilla.
Las matanzas
de judíos se extendieron a otras ciudades, primero del valle del Guadalquivir
(Córdoba, Andújar, Montoro, Jaén, Úbeda, Baeza...) y luego de la Meseta Sur (Villa-Real -hoy Ciudad Real-, Cuenca, Huete, Escalona, Madrid, Toledo, 18 de junio) y otras zonas
castellanas (Logroño, 12 de agosto) y de la Corona de Aragón (Valencia, 9 de julio, Orihuela, Játiva; Barcelona, 5 de agosto, y Lérida,13 de agosto) donde había también
notables predicaciones antijudías: las de San Vicente Ferrer.
Hubo saqueos de las juderías con gran número de víctimas mortales, y se
realizaron conversiones masivas que originaron el comienzo de una numerosa
comunidad judeoconversa, con importantes consecuencias desde
entonces. Entre muertes, huidas y conversiones, muchas comunidades judías,
especialmente la sevillana, casi desaparecieron.
Las razones de estas persecuciones
fueron en palabras del propio cronista en otro lugar: « E todo esto fue
cobdicia de robar, segund páresció, mas que devoción.»
Vamos con el texto[14] al
que pertenece ese genial parrafillo.
«Después que los que estaban con el Rey ordenados para
regir por Consejo vieron que non podian acordarse con el Arzobispo de Toledo,
magüer le avian enviado tantos mensageros como avedes oído, partieron de
Madrid, e vino el Rey a la cibdad de Segovia; e estando allí, ovo nuevas cómo
el pueblo de la ciudad de Sevilla avia robado la Judería, e que eran tornados
christianos los más judios que y eran, e muchos de ellos muertos. E que luego
que estas nuevas sopieron en Córdoba, e en Toledo, ficieron eso mesmo, é así en
otros muchos logares del Regno.
E sabido por el Rey cómo los judios de Sevilla e de
Córdoba e de Toledo eran destroidos, como quier que enviaba sus cartas e
ballesteros a otros logares por los defender, en tal manera era el fecho
encendido, que non cedieron ninguna cosa por ello; antes de cada dia se avivaba
mas este fecho: é de tal manera acaesció, que eso mismo ficieron en Aragón, e
en las cibdades de Valencia, e de Barcelona, e de Lérida, e otros logares.
E todo esto fue cobdicia de robar, segund paresció, más
que devoción.
E eso mismo quisieron facer los pueblos a los moros que
vivían en las cibdades e vilas del Regno, salvo que non se atrevieron, por
quanto ovieron rescelo que los christianos que estaban captivos en Granada, e
allende la mar, fuesen muertos.
E el comienzo de todo este fecho e daño de los judíos vino
por la predicación e inducimiento que el arcediano de Écija, que estaba en
Sevilla, ficiera; ca antes que el rey don Juan finase avía comenzado a predicar
contra los judios; e las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones,
lo ál por voluntad de robar, otrosí non aviendo miedo al rey por la edad
pequeña que avía, e por la discordia que era entre los Señores del Regno por la
quistión del testamento, e del Consejo, ca non presciaban cartas del Rey, nin
mandamientos suyos las cibdades nin villas nin caballeros; por ende acóntesció
este mal segund avemos contado»
Así se expresa una buena conocedora
del Canciller Ayala, Rica Amran[15]
“La descripción de los acontecimientos acaecidos en el
trágico año de 1391 es escueta pero no deja dudas sobre su dureza. El cronista
parece sorprendido de que un hecho como este pudiera ocurrir en su época.
También es tajante al opinar que sí a Ferrand Martínez le
cegaba la fe, a sus seguidores les movía la codicia.
Alude también López de Ayala a que los causantes de
aquellos actos desearon hacer lo mismo con los musulmanes, pero tuvieron miedo
que ellos adoptaran idéntica conducta, en el reino de Granada o al otro lado
del Estrecho, con los cautivos cristianos.”
En el último párrafo del texto están
enumeradas, una por una, todas las tres graves causas de la crisis:
1.- Un demagogo fanático:
“E el comienzo de todo este fecho e daño de los
judíos vino por la predicación e inducimiento que el arcediano de Écija, que
estaba en Sevilla, ficiera; ca antes que el rey don Juan finase avía comenzado
a predicar contra los judíos…”
2.- Una gente igual de fanática o simplemente codiciosa de
apropiarse impunemente de lo ajeno:
“E las gentes de los pueblos, lo uno por tales
predicaciones, lo ál por voluntad de robar…”
3.- El vacío de autoridad que todo lo deja impune:
“Otrosí non aviendo miedo al rey por la edad pequeña que
avía, e por la discordia que era entre los Señores del Regno por la quistión
del testamento, e del Consejo, ca non presciaban cartas del Rey, nin
mandamientos suyos las cibdades nin villas nin caballeros…”
4.- Resumiendo:
“Por ende acontesció este mal segund avemos contado:”
Conclusión. Quitando la tapadera
de que “Robar a un ladrón tiene cien años de perdón”
Tomando como pretexto a Platón, a Los
Hechos de los Apóstoles, a san Juan Crisóstomo, a san Francisco de Asís y a
santo Tomás Moro, prolongados por todos los comunitarismos, colectivismos,
anarquismos, comunismos y nazionalsocialismos (sic) que en el mundo han sido,
son y serán, surge una idea mágica, un auténtico talismán, que justifica toda
la destrucción y muerte provocados por la envidia y el resentimiento ante la
prosperidad ajena, sobre todo en tiempo de crisis social, política y económica.
Esa idea es la de que “la propiedad privada es la culpable de todas las
injusticias y desigualdades sociales” y de que, en definitiva, “toda riqueza es
un robo” y “todo propietario es un ladrón del beneficio obtenido por el sudor
ajeno”.
Esa idea se complementa con el aceptado principio
enunciado por el refrán también riojano: “Robar a un ladrón tiene cien años de
perdón.”
Idea y principio, juntos, van creando un apetito, un deseo
irrefrenable, una codicia, una voluntad de “hacer justicia” robando al ladrón,
descritos una y otra vez por el Canciller Ayala:
· “La
cobdicia de robar los Judíos crecía cada día.”
· “E
todo esto fue cobdicia de robar, segund paresció, mas que devoción”.
· “E
las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo ál por voluntad
de robar…”
El Canciller Ayala retrata esa tendencia, esa mentalidad
general muy extendida. Sólo falta el bombero pirómano, pero no será difícil
encontrarlo, porque ¿entre tanto demagogo de la pobreza y de la solidaridad,
quién duda de que todo rico, y más si es judío, sea un explotador y por ello un
ladrón, merecedor en pura justicia de ser aniquilado y despojado de sus bienes?
Efectivamente, viendo las cosas así,
en tiempo de terrible crisis social, política y económica, Hitler encontró una
diabólica solución de la crisis y del “problema judío”. La expresó muy bien
Juan Domingo Perón. “Yo robo, pero reparto”. En andaluz se dice con más salero:
“Tó pa’l pueblo”. Todo el mundo en Centroeuropa y en el Este calló ante el
eficaz genocidio cometido contra los judíos porque Hitler repartía entre sus
convecinos de cada lugar el apetecible patrimonio de los siempre considerados
“malditos judíos” que aniquilaba con gas de matar cucarachas. Todos “se
beneficiaban” económicamente de la total y definitiva desaparición del
secularmente “odiado judío”.
Cuando los que sobrevivieron a los
campos de concentración volvieron a sus casas, las encontraron definitivamente
ocupadas, fueron violentamente rechazados y tuvieron que buscarse la vida…. en
el nuevo Estado de Israel, que debió ser comprado con dinero contante y sonante
a alto precio y del que ahora se pretende “arrojarlos al mar por donde
volvieron”.
Todavía hoy hay familias judías
intentando recuperar lo que les fue robado por los nazis, porque nada de valor
se pierde nunca y menos en una revolución. Sencillamente lo que ocurre es que,
“se cambia de sitio”.
Dejemos de lado, sólo por un momento
lo ocurrido en la Baja Edad Media y pensemos en nuestro tiempo. No queremos
darnos cuenta de que en el espacio existente entre los Urales, el Atlántico y
el Mediterráneo, a lo largo del siglo XX, una de las burguesías más preparadas,
más emprendedoras y más prometedoras del mundo fue sistemáticamente aniquilada
por odio racial y religioso y por pura y dura codicia de los bienes ajenos.
Al destruir a sus judíos por
racismo, por intolerancia y por descarada avaricia de sus bienes, pura y dura
codicia, repito, Europa destruyó una parte sustancial del mejor futuro que
tenía y nunca se recuperará de esa terrible pérdida. Y ahora mismo, si Israel
desaparece y sus judíos son arrojados al mar— que es lo que más de uno
pretende—, el mundo habrá perdido al único país próspero, occidental,
democrático, progresista y moderno, la única sociedad verdaderamente abierta, que
hay entre el Atlántico sur, el Índico y el Pacífico, si exceptuamos el muy
peculiar caso de Japón.
Los judíos najerinos
Hasta aquí he situado la judería
najerina en su lugar geográfico y en su momento histórico. Ahora quiero hablar
de sus miembros, de los judíos najerinos. No voy a tratar de los aspectos
generales que el lector interesado puede encontrar en la bibliografía básica ya
utilizada. Me voy a limitar a ofrecer algunas notas sobre temas concretos que
me han interesado.
.
La imposible convivencia entre
las culturas judía, cristiana y musulmana.
En la Edad Media, la
convivencia pacífica de las tres religiones abrahámicas fue imposible. La razón
es muy sencilla.
El judaísmo.
El judaísmo, la más minoritaria y la
de menos poder político de las tres, consideraba al cristianismo y al
mahometismo dos peligrosas herejías, dos degeneraciones suyas que habían
malinterpretado sus Sagradas Escrituras y pervertido la esencia de su fe.
Seguro de su verdad, las despreciaba hasta el punto de ni siquiera
molestarse en hacer proselitismo. El judaísmo no ha organizado pogromos ni
cruzadas, no ha forzado conversiones masivas, nunca ha tenido ni
inquisición ni misioneros. Se ha limitado a pretender que le dejen vivir su
verdad. No ocurría lo mismo con el cristianismo ni con el Islam.
El cristianismo consideraba asumido
por él y superado al judaísmo y el Islamismo hacía exactamente lo mismo con el
judaísmo y el cristianismo. La cuestión se agravaba porque tanto la cristiandad
medieval como el Islam aspiraban a salvar al mundo imponiéndole, en nombre de
la Verdad Revelada, su exclusiva teocracia totalitaria, por la fuerza, si fuese
necesario. Veámoslo detenidamente.
El Cristianismo. Extra Ecclesiam nulla salus. Liturgia del
viernes santo.
La cristiandad medieval europea no
tuvo nada de tolerante, y menos a partir del s. XI. Extra Ecclesiam nulla
salus, "fuera de la Iglesia no hay salvación", es
un dogma de la Iglesia Católica Apostólica Romana, definido
expresamente en la bula Unam Sanctam del Papa Bonifacio VIII,
año 1302: "Nosotros declaramos, decimos, definimos y pronunciamos que
es absolutamente necesario para la salvación de toda criatura humana el estar
sometida al Romano Pontífice."
También aparece en la profesión de fe
del IV Concilio de Letrán (1215): "Hay sólo una Iglesia
Universal de los fieles, fuera de la cual nadie está a salvo."
Extra Ecclesiam nulla salus supone
una versión modificada de la frase de Cipriano de Cartago (muerto el 14 de
septiembre de 258): Extra ecclesiam salus non est, que el Papa Inocencio
III (1198-1216) formula así: "Con nuestros corazones creemos y con
nuestros labios confesamos sólo una Iglesia, no aquella de los herejes, sino la
Santa Iglesia Católica Apostolica y Romana, fuera de la cual creemos que no hay
salvación. "
Para la Iglesia medieval la terca
persistencia con empuje, prestigio y lozanía de una religión, la judía, de la
que ella deriva y a la que ella cree haberla integrado, asimilado y superado,
es algo absolutamente intolerable. La cristiandad medieval se cree la única
poseedora de la verdad y no admite que nadie se lo discuta.
Si, además, los judíos,
progresan y viven mejor que los cristianos de su entorno, gracias a servirse de
unos conceptos económicos que contravienen directamente la disciplina que la
Iglesia pretende imponer sobre el uso y mercado del dinero, presentándola como
la más adecuada a la Ley de Dios, y por lo tanto, la única justa, natural y
conveniente, la Iglesia no puede por menos que intentar separar totalmente
ambas comunidades, fomentando así el recelo, la envidia y el resentimiento
entre ellas. Eso es lo que exactamente ocurrió en el IV Concilio de Letrán.
Hasta no hace aún cincuenta años, en
la liturgia del viernes santo la Iglesia dejaba muy clara su postura respecto a
los judíos con una solemne oración cuyo texto en el Missale Romanum, era el siguiente a partir de 1570, pero siguiendo una
tradición litúrgica cuyo inicio está en el s. VII :
«Por la conversión de los judíos. Oremos también por los
pérfidos judíos, a fin de que el Dios y Señor nuestro aparte el velo de sus
corazones de forma que también ellos reconozcan a Jesucristo, nuestro Señor»....
«Omnipotente y sempiterno Dios que tampoco excluyes de tu misericordia la
judaica perfidia; escucha nuestras súplicas que te presentamos a causa de la
obcecación de aquel pueblo, a fin de que, reconocida la luz de tu verdad que es
Cristo, sean arrancados del poder de las tinieblas».[16]
Y, sobre todo, con los Improperios,
un canto dramático que puesto en boca de Cristo, acusa a los judíos de
deicidas:
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
¡Porque te saqué de la tierra de Egipto, preparaste una
cruz a tu Salvador!
Santo Dios. Santo Fuerte. Santo Inmortal, ten
misericordia de nosotros.
Porque te llevé cuarenta años por el desierto, te alimenté
con el maná, y te introduje en tierra muy buena, preparaste una cruz a tu
Salvador.
Santo Dios…
¿Qué más debí hacer por ti, que no hiciese? Yo te planté
viña mía preciosísima: ¡y tú me has salido tan amarga! Pues en mi sed me diste
a beber vinagre, y ¡con la lanza abriste el costado de tu Salvador!
Santo Dios…
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te
he ofendido? ¡Respóndeme!
Por ti azoté a Egipto y a sus primogénitos; ¡ y tú
me azotaste y me entregaste!
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te saqué de Egipto, sumiendo a Faraón en el mar Rojo; y ¡tú me entregaste a
los Príncipes de los Sacerdotes!
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
Yo abrí el mar delante de ti; tú con la lanza abriste mi costado.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te guiaba con una columna de nubes; tú me guiaste al pretorio de Pilato.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te sustenté con maná en el desierto; tú me abofeteaste y me azotaste.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te di a beber el agua salvadora, que brotó de la peña; tú me diste a beber
vinagre y hiel.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he
ofendido? ¡Respóndeme!
Por ti herí a los reyes cananeos; tú me heriste la cabeza con la caña.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te di el cetro real; tú me pusiste una corona de espinas.
¡Pueblo
mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te levanté con gran poder; tú me colgaste del patíbulo de la cruz.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!”[17]
Todo queda muy claro: el pérfido y obcecado pueblo judío,
pueblo ingrato y traidor donde los haya, ha pagado la generosidad a manos
llenas de su Dios, secuestrándolo, torturándolo y colgándolo de una cruz.
El Islam. Jerusalén, La Cúpula de la
Roca.
En cuanto al Islam, no es esta la
primera vez que al curioso lector que quiera saber qué piensa de verdad el
Islam sobre los judíos y los cristianos, le aconsejo que viaje a Jerusalén,
la ciudad santa de las tres religiones; que suba al Monte del Templo, se dé una
vuelta por la Explanada de las Mezquitas y entre en La Cúpula de la Roca, allí
donde los judíos afirman que Abraham estuvo a punto de sacrificar a
su hijo Isaac por orden de Yahveh, allí
donde Jacob vio la escala que subía al cielo, y donde se encuentra el
corazón del templo de Jerusalén. Incluso donde se cree que se puso la
primera piedra para construir el mundo. Y que lean la magnífica inscripción
que reproduce el versículo 171 del capítulo IV del Corán, la que avisa a los
cristianos:
“¡Gente de la Escritura ! ¡No
exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido,
Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra, que Él ha
comunicado a María, y un espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Alá y en
Sus enviados! ¡No digáis "Tres'! ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá
es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él! ¿Tendría un hijo cuando suyo es lo que está
en los cielos y en la tierra?... ¡Alá basta como garante!
Seguida de Corán, III, 18 – 20, que
advierte a los judíos:
“Alá atestigua, y con Él los ángeles
y los hombres dotados de ciencia, que no hay más dios que Él, Que vela por la
equidad. No hay más dios que Él, el Poderoso, el Sabio.
Ciertamente, la Religión, para Alá,
es el islam…. Quien no cree en los signos de Alá,... Alá es rápido en ajustar
cuentas. Si disputan contigo, di: «Yo me someto a Alá y lo mismo hacen quienes
me siguen». Y di a quienes recibieron la Escritura y a quienes no la
recibieron. « ¿Os convertís al islam?», Si se convierten, están bien dirigidos….”
Es
decir, desde finales del s. VII, en el lugar más sagrado de la Ciudad Santa por
antonomasia de las tres religiones abrahámicas, en uno de los más bellos y más
significativos edificios sagrados musulmanes, que se eleva sobre la misma roca
viva del monte Moria judío y tiene una apariencia adrede muy parecida a
la del cercano Santo Sepulcro cristiano, el Islam avisa a cristianos y a judíos
que es Mahoma el último y definitivo enviado de Dios, que es el portador de la
única auténtica Revelación de Dios y que, por ello, lo único que deben hacer es
aceptar la verdadera fe haciéndose musulmanes, sin objeciones, disculpas ni
tardanzas. [18]
El recelo era mutuo. Berceo. El milagro XVI, El
judezno.
Entre cristianos y judíos había un
mutuo viejo rechazo. Gonzalo de Berceo[19] es
una objetiva fuente de información de lo que ocurría fuera y dentro de la
judería.
Empecemos por lo de fuera, por los
prejuicios cristianos.[20] Si
tomamos sus Milagros de Nuestra Señora, cuatro de ellos hacen referencia a los
judíos.
EL XVI, El Judezno, nos cuenta que un
padre judío tiró al horno a su hijito por haber querido ser como los niños
cristianos, sus compañeros, y haber participado en el culto cristiano.
En el XVIII, Los judíos de Toledo,
desarrolla el tópico tradicional del antisemitismo religioso: los judíos
profanan imágenes religiosas para reproducir en ellas los tormentos de la
pasión de Cristo.
En el XXIII, El Mercader Fiado, se
sirve con deleite del tópico del judío prestamista “chupasangres”.
En el XXV, la historia de Teófilo, se
hace eco de la extendida creencia de que entre los judíos era frecuente la
hechicería y el trato con el Diablo.
Pero toda la obra de Berceo está
salpicada de alusiones a los judíos que reflejan lo que realmente del judaísmo
pensaba la Iglesia de su tiempo. Podríamos resumirlo así: Los judíos son un
pueblo obcecado y cerril que por no aceptar a Cristo como el Mesías, ya no goza
del favor divino y con él ha perdido su tierra y su independencia. Tampoco
falta la acusación de deicidio, el tópico básico del antijudaismo religioso.
Sin embargo el Milagro XVI, pasando a
lo de dentro, refleja muy bien el visceral rechazo judío a cualquier
contacto con el mundo cristiano que pudiese acabar en una conversión. No se ha
insistido suficientemente en que los judíos rehuyeron siempre cualquier riesgo
de asimilación. Ellos querían seguir siendo ellos. El caso relatado por Berceo
puede ser todo lo extremo que se quiera. Pero casos menos extremos, hubo
siempre muchos.
Leamos el texto de Berceo[21]:
XVI.- Milagro del chico judío
En la villa de Borges, una ciudad
extraña,
aconteció en un tiempo una famosa
hazaña,
sonada es en Francia, lo mismo en
Alemania,
semejante a un milagro, de tal tiene
calaña.
Un monje la escribió, hombre bien
verdadero,
de San Miguel de Clusa él era monje
austero;
era en aquel tiempo en Borges
hostelero,
Pedro era su nombre, soy en esto
certero.
Tenía en esta villa, pues era
menester,
un clérigo una escuela de cantar y
leer,
tenía muchos discípulos para
allí aprender,
hijos de buenos hombres, que más
querían valer.
Venía un niño judío, natural del
lugar,
por sabor de los niños, con ellos a
jugar;
acogíandolo los otros, no le daban
pesar,
tenían con él todos gusto de solazar.
En el día de Pascua, domingo a la
mañana,
cuando la Comunión toma la grey
cristiana,
sintió el niño judío de comulgar gran
gana,
comulgó con los otros el Cordero sin
lana.
Mientras que comulgaba, con una gran
premura,
alzó el niño judío la mirada a la
altura,
y sobre el altar una bella figura,
una dama hermosísima con gentil
criatura.
Vio cómo era esta dama que sentada
allí estaba
a grandes y a chicos de comulgar les
daba;
gustóle Ella mucho, cuanto más la
miraba
de su gran hermosura, más se
enamoraba.
Salió de la iglesia alegre y
contentado,
fue enseguida a su casa, como
estaba avezado,
amenazólo el padre, porque había
tardado,
pues merecedor era de ser así
hostigado.
Padre -le dijo el niño- no os negaré
yo nada,
pues con niños cristianos me fui de
madrugada;
con ellos oí misa, ricamente cantada,
y comulgué con ellos la hostia
consagrada.
Pesólo mucho esto al malaventurado
como si lo tuviese ya muerto y
degollado;
no sabía en su gran ira qué hacer el
endiablado,
hacía malos gestos como un
endemoniado.
Tenía en su casa este perro traidor
un horno grande y fiero que causaba
pavor,
hízolo calentar el loco pecador,
de modo que echaba un soberbio calor.
Tomo este niñito el falso descreído,
así como él estaba, calzado y vestido,
dio con él en el fuego, bravamente
encendido:
¡mal le venga a tal padre que tal
hace a su hijo!
Metió la madre voces, una gran
gritería,
tenía con sus uñas las mejillas
heridas;
hubo allí muchas gentes en un rato
venidas,
de tan feroces quejas estaban aturdidas.
El fuego, aunque bravo, tuvo
comedimiento,
ni lo daño en un punto, mostrase bien
atento;
el niñito del fuego se salvo bien
exento,
hizo el Rey Poderoso un milagro al
momento.
Estaba en paz el niño en el horno
voraz,
en brazos de su madre no hallaría más
paz:
no preciaba este fuego más que a otro
rapaz,
pues le hacía la Gloriosa compañía y
solaz.
Salióse de la hoguera sin ninguna
lesión
el calor no sintió más que otra
sazón,
no tuvo tacha alguna ni una
tribulación,
pues había Dios puesto en él su
bendición.
Preguntárosle todos, ya judío o
cristiano,
cómo pudo vencer fuego tan soberano;
cuando no era dueño de su pie ni su
mano
que quién lo sostenía allí dentro tan
sano.
Respondióles el niño palabra
señalada:
<<La señora que estaba en la silla
dorada
con su Hijo en los brazos, sobre el
altar sentada,
ésta me protegía y no sentía
nada.>>
Entendieron que era Santa María ésta,
que ella lo protegió de tempestad
funesta;
cantaron grandes laudes, hicieron
rica fiesta,
pusieron el milagro entre la otra
gesta.
Cogieron al judío, al falso desleal,
aquel que a su niñito hiciera tan
gran mal;
atárosle las manos con un fuerte
dogal,
y dieron con él dentro de aquel fuego
caudal.
En menos que se cuentan unos pocos
pepiones
el hombre fue tornado en ceniza y
carbones:
no decían por su alma ni salmo ni
oraciones,
más decían denuestos y grandes
maldiciones.
Decíanle mal oficio, hacínale mala
ofrenda,
decían por pater noster: <<Cual
hizo, que tal tenga>>;
de la comunicanda nuestro Dios nos defienda,
para el demonio sea esta maldita
prenda.
Tal es Santa María, la que es de
gracia plena,
por servicio de gloria, por no
servicio pena;
a los buenos de trigo, a los malos
avena,
los unos van al cielo, los otros en
cadena.
Quien servicio le hace tiene buena
ventura,
quien no le hizo servició nació en
hora dura,
los unos ganan gracia, los otros su
amargura,
a los buenos y malos sus hecho los
mesura.
Los que injusticias le hacen, los que
no le sirvieron,
sus mercedes ganaron, si bien se lo
pidieron:
nunca repudio Ella a los que la
quisieron,
ni les devolvió airada el mal que le
hicieron
Por probar esta cosa que dicha os
tenemos
digamos un ejemplo hermoso que
leemos:
cuando esté ya cantado mejor lo
creeremos,
de buscarle pesar más ya nos guardaremos.
Vocabulario
calaña: igual, semejante.
la grey cristiana: la gente
cristiana.
avezado: acostumbrado.
pepiones: monedas de poco valor.
comunicanda: latinismo.
Comunión.
La historia que Berceo cuenta es una
historia más que verosímil. Un niño judío busca el trato con otros
niños—cristianos, en este caso—. Es aceptado por ellos y quiere ser como ellos.
El día de Pascua, como todos, participa en la comunión general, atraído por una
imagen de la Virgen hasta el extremo de pensar que es ella quien les
reparte la comunión. Sale de la Iglesia tan contento y cuenta en casa lo que le
ha pasado. Su padre, espantado al creer que su hijo ya se ha hecho
cristiano, lo arroja al horno de cocer el pan. Su madre, madre al fin y al
cabo, da la voz de alarma y se descubre el milagro.
Un caso de libro en el que la
intolerancia religiosa conduce al crimen dentro del hogar. No creo que haya
sido el único caso. No hace tanto he leído algo muy parecido, sucedido en
Alemania dentro de una familia turca.
Pero se necesitaban
Dos comunidades humanas que viven
durante siglos una al lado de la otra, dentro de una misma ciudad, es imposible
que se mantengan incomunicadas. Los humanos somos humanos porque necesariamente
somos comunicativos. Digan lo que digan, a la esencia humana pertenece la
emigración, el mestizaje y el sincretismo. Las barreras y las fronteras y los
muros de separación—de ladrillos, de ideas o de usos y costumbres— son siempre
antinaturales, inhumanos y artificiales. El medio natural de los humanos es “la
aldea global” de McLuhan y “la
globalización”.
Los judíos
eran gente de letras—sabía leer, escribir y contar— que tenían profesiones muy
apreciadas. Por ejemplo la de médico. El judío Simuel fue el físico contratado
por el Concejo de Nájera en el presupuesto anual 1455 – 1456, recibiendo un
sueldo de tres mil maravedís.[22]
Dice Cantera Montenegro[23] que
“La excelente aptitud de algunos
miembros de la comunidad hebrea para los tratos dinerarios tiene también una
clara manifestación en el elevado número de judíos riojanos que intervinieron
en actividades de arrendamiento y recaudación de impuestos, tanto reales como
eclesiásticos, nobiliarios o concejiles y, especialmente, en la confianza que en ellos depositaron
como tesoreros o mayordomos los reyes y los grandes señores para la gestión de
las haciendas regia y nobiliarias. No cabe duda de que estos judíos
contribuyeron en buena medida a una paulatina modernización en los reinos
hispanos de las técnicas de gestión económica, anticipando la decisiva
aportación que en este sentido harán algún tiempo después los banqueros y
hombres de negocios genoveses establecidos en diversas localidades,
señaladamente en Sevilla. Por lo que en concreto respecta a las tierras
riojanas, cabe destacar a dos importantes personajes, llamados don Jachon
Faras, vecino de Haro, y don Santo Tuby, vecino de Nájera, quienes a fines del
siglo XV ejercían como mayordomos del adelantado don Íñigo de Guevara y del
duque de Nájera, respectivamente”.
Pero quiero
insistir en que los judíos no sólo prestaban dinero, sino que también recibían
dinero prestado por el que devolvían unos determinados intereses o réditos. Me
explico. Manuel Serrano y Sanz en sus Orígenes de la dominación española en América, estudios
históricos, 1918, cuenta que:
“Más que sociedad industrial, la
aljama Judía de Zaragoza era una institución bancaria (como el Templo de
Jerusalén) que manejaba gran parte del capital de los cristianos. Valiéndose
los judíos para ello de los censales o treudos, género de contratos que hacían
las veces de los actuales títulos de deuda municipal, y fueron muy usados por
los municipios aragoneses para gastos extraordinarios o cubrir el déficit de
sus presupuestos.
La aljama hebrea de Zaragoza
emitía muchas de estas obligaciones, para lo que necesitaba el consentimiento
del Rey o de su lugarteniente, ya que la judería estaba puesta bajo patrocinio
del Monarca y éste había de ejercer con aquélla funciones tutelares. Dichos
censales o treudos se transmitían por venta, herencia u otros títulos. y no
llevaban limitación de tiempo. El tipo de interés en el siglo XV fue,
generalmente, el uno por quince del capital, si bien hubo casos del uno por
diez.
Para emitir o crear un censal por la
aljama hebrea se necesitaba su aprobación en una junta de todos los
cabezas de familia que con los adelantados y el clavero, eran presididos por el
comisario regio de las comunidades moras y judías. Aprobado aquel empréstito y
hallado comprador del censal, se redactaba la correspondiente escritura
pública…
Todas las clases
sociales de Zaragoza vivían, en gran parte, de los intereses del dinero que habían
dado a los judíos en cambio de censales; de tal modo que cuando el clavero o
clavario de la aljama judía hacía el pago en los días marcados, comparecían
ante aquel judío, nobles, caballeros, clérigos, frailes de todas las órdenes
religiosas, representantes de monjas, mayordomos de parroquias, viudas y
doncellas..."
En resumidas
cuentas lleva toda la razón Felipe Gil Peces Rata, Canónigo Archivero de la
Catedral de Sigüenza cuando escribe que:
“A pesar de las disposiciones
eclesiásticas que intentaban aislar a los cristianos de los judíos y
mahometanos para evitar su contaminación por las costumbres y creencias
religiosas de estos, la convivencia era íntima y las relaciones tan estrechas
que los eclesiásticos se vieron obligados a intentar atajarlas en algunas
ocasiones.
En un edicto o provisión de 1430 dice
el Chantre de la Catedral de Sigüenza, Mateo Sánchez, que al visitar la Medina
de Sigüenza halló que, contra lo dispuesto en las Ordenanzas reales y
Constituciones sinodales, “ públicamente tienen judíos e moros sirvientes en
sus casas, cristianos e cristianas, e comen e beben con ellos continuamente de
sus viandas, e que judíos e moros físicos o carpinteros entran en monasterios
de dueñas sin cristiano alguno a ellos acompañando, e eso mesmo que los dichos
judíos e moros son procuradores e abogados contra cristianos, lo cual todo face
en menosprecio de los dichos ordenamientos e en escándalo de la fe cristiana.”[24]
Los eternos
prejuicios. Una leyenda riojana. La copla de Ezcaray.
Los prejuicios tópicos y típicos
sobre los otros, judíos o no, no se extinguen nunca. Entre las leyendas y
tradiciones riojanas está ésta que leí por primera vez en un totum
revolutum que con tanta afición redactaba Alfredo Gil del Rio.[25] Aquí
aparece retratada la “auri fames”, el hambre de oro, la avaricia, la codicia
que según opinión común caracterizaba a los judíos:
“Los marfiles de San Millán”.
1. El judío.
“[…] Nájera ha sido corte de reyes,
la segunda corte de Navarra. Hay movimiento en la pequeña ciudad. El río
Najerilla corre entre una fila de chopos estremecidos; sobre el río hay un
puente de siete ojos y callecitas estrechas y tortuosas llevan hasta la iglesia
de Santa María, que se alza desde el año 1052. Las campanas de Santa María
resuenan en las callecitas tranquilas […]. Aparte, hay callecitas y jardines
escondidos. Y tiendas de mercaderes judíos…
En una de ellas vive Gabirol Semei.
Tiene la nariz característica de su raza y el pelo liso. Las manos parecen
garfios, pero sabe trabajar ricas piezas de artífice en plata, en oro, en
piedras de valor. Las manos le tiemblan en contacto con los nobles metales;
placer y gozo de codicioso afán.
Vive solitario y agreste a pesar de
que son los cristianos tolerantes con él. Alguna vez recibe una visita rápida
de hombres de su raza que hacen alguna transacción.
Una tarde Simeón Zohar atraviesa el
umbral de la tienda del joyero. Es alto y tiene una mirada honda de ojos negros
en soñadores, viste pelliza con pieles y gorro picudo pardo.
Trae por pueblos y villas las ricas
mercancías de Oriente, los perfumes de cedro y de cinamomo, las suaves pieles
curtidas por manos de árabes, los vasos pulidos de alabastro. Sus negocios no
van bien. Habla a Gabirol y se queja: trabaja mucho y con poca utilidad, bien
quisiera él poner toda suerte de bienes a los pies de la hija del platero a la
que ama, pero… malos tiempos han llegado. Los grandes señores ocupados contra
el Islam descuidan el abalorio y el lujo.
Gabirol sonríe tenuemente. Los
ojillos se le escapan entre las arrugas amarillas del rostro, mientras el
recién llegado mira al vacío, soñador y melancólico. “No podré darte a mi hija.
Es necesario que ella viva bien, que pueda disponer de oro y preseas… Que a
nadie pueda envidiar en su matrimonio. Pero voy a proponerte un plan que puede
hacerte rico”. En el fondo de la tienda el joyero Gabirol prepara a Simeón
Zohar.
2. El milagro.
Disfrazados de frailes de Albelda,
del monasterio riojano próximo, los dos hebreos llegan a San Millán de Suso. En
el camino ¡cuánto soñar y añorar las joyas de la arquilla de reliquias! Gabirol
Semei pone en su descripción al joven, toda la pasión que le inspiran las cosas
de valor. ¡Qué piedras preciosas, límpidas como agua de torrente, brillantes
como luz de luna…!
Conoció él al artífice que de tierras
toledanas llegó a Nájera a labrar la arquilla. El oro de ella es en gran
cantidad y los marfiles los más finos del mundo. ¡Cómo tiembla el cuerpo todo
del judío en éxtasis de ambición!
El monasterio de Suso va a cerrar su
puerta. Ha sonado el toque de oración. El sol vierte su ocaso y los álamos del
bosque tienen sus copas doradas y se estremecen en la despedida. Los dos
frailes de Albelda llegan a tiempo. El padre guardián los recibe cordial y
acogedor El abad también Tienen cara inocente y bendita. No puede sospechar mal
de los dos hermanos en religión. Y así la acogida es natural y sencilla. Los
albeldendses exponen con salmodia devota su deseo: prometieron velar ante las
reliquias del santo una noche entera por favores que les concedió y esperan el
permiso del abad con los ojos fijos en el suelo, humildicos y fervorosos. No
hay ningún inconveniente. Harán la refección con la comunidad y después pasarán
en la iglesia toda la noche. Para los frailes de San Millán es un gozo ver que
se venera su santo patrón.
Es noche, noche. Un murciélago corre
por el claustro y una lechuza bisbisea.
La Iglesia, solitaria y callada,
presta sombras de espanto al alma medrosa del joven hebreo. El viejo Gabirol
llega rápido ante la ansiada arqueta. ¡Que hermosa es! “Simeón no temas; todo
está mudo, estamos solos y pronto vamos a ser ricos.” De los pliegues pardos de
su hábito saca tenacillas, palanca, hierros. Sus manos crispadas van
temblorosas a ella. La luz amarillenta de la lámpara del Santísimo tiembla
también apresurada. Y quedan las manos del judío prendidas en la arquilla como
si fueran hechas del mismo marfil; aferradas, carne doliente que quiere apartar
horrorizado. Un grito sube a su seca garganta, la barba puntiaguda tiembla en
un estertor de angustia.
Todo su cuerpo se contorsiona como un
reptil poseso, pero aún en su esfuerzo supremo, las manos siguen allí prendidas
en un misterio sobrenatural que castiga al desorbitado Gabirol. Simeón, su
joven compañero, ha huido, perdida su alma de terrores, a hundirse en la noche.
El viejo judío, jadeante, ebrio de
horrores, sudando muertes y angustias, rebota y encabrita su cuerpo seco hasta
que cae desvanecido colgado de sus propias manos que no se despegan de la
arquilla. Al oír el grito estridente, acude la comunidad. Asombrados, tímidos
ante la vista de tal escena, oran ante el altar,. La oración sube como incienso
de almas sencillas a aplacar la ira de Dios. Las manos caen inertes, blandas
sobre el cuerpo del hombre que vuelve en sí. Reconocen al judío de Nájera que
pronto recibió su castigo de orden del rey. Su cuerpo anguloso pendía de una
encrucijada al siguiente día.”
La copla de Ezcaray.
Que los judíos eran considerados los enemigos por antonomasia de los cristianos
lo demuestra esta canción irrespetuosa para su patrón san Lorenzo, cantada por
los de Ezcaray:
“San Lorenzo en la parrilla
les decía a los judíos:
dadme la vuelta ,cabrones,
que me quemáis los cojones.”[26]
Los
conversos. El caso de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de La Araucana. Su verdadera relación con
Nájera.
Por una parte, las conversiones
forzadas, como no puede der de otra manera, sólo condujeron a la simulación, al
disimulo y a la hipocresía. Se cambiaba de práctica religiosa para sobrevivir o
para seguir manteniendo la posición social que tanto esfuerzo había costado
conseguir. A finales de s XVII un escritor holandés afirma:
"¿Qué
puedo decir de España y Portugal, donde casi todos los príncipes, la nobleza y
los condes descienden de judíos apóstatas? Los monasterios y conventos están
llenos de judíos; muchos de los canónigos, inquisidores y obispos descienden también
de judíos.
Gran número
de ellos son, en lo hondo del corazón, judíos convencidos, aunque para no
renunciar a los bienes de este mundo pretenden creer en el cristianismo.
Hay quienes
sufren de remordimientos de conciencia y si encuentran la oportunidad huyen.
En Ámsterdam y en otras partes encuéntranse agustinos, franciscanos, jesuitas y
dominicanos que son judíos.
En España,
por otra parte, hay obispos y frailes cuyos padres y parientes viven aquí y en
otras ciudades para poder practicar la religión judía".
Por otra
parte, al judío y al moro les resultaba inútil convertirse. Siempre seguían
siendo lo que habían sido. Esa realidad lleva a algo tan escalofriantemente
nazi como el expediente de limpieza de sangre. En 1560, Francisco de Mendoza y Gotadilla
escribe El tizón de la nobleza española, dirigido al
rey Felipe II, en el que se demuestra que casi toda la nobleza de Aragón y
Castilla tenía sangre judía en sus venas.
Vamos a un
caso que nos toca de cerca.
Don Alonso
de Ercilla y Zúñiga, autor de La Araucana, en 1571, solicita le sea
concedido el hábito de la Orden de Santiago. De
inmediato se procede a la investigación sobre su hidalguía y limpieza de
sangre.
Una de las
normas de procedimiento que regula el expediente informativo abierto al efecto
dice textualmente:
“Ítem si
saben, creen, vieron u oyeron decir que el padre y la madre del dicho don
Alonso de Ercilla y el padre del dicho su padre y asimismo el padre de la dicha
su madre, nombrándolos cada uno por si, hayan sido y son habidos y tenidos y
comúnmente reputados por personas hijosdalgo según costumbre y fuero de España
y que no les toca mezcla de judío ni moro ni converso ni villano en ningún
grado por remoto que sea; declaren cómo y por qué lo saben y si lo creen, cómo
y por qué lo creen y si lo vieron o oyeron decir declaren a quién y cómo; y que
tanto tiempo ha, y así mismo digan y declaren en qué opinión han sido y son
habidos y tenidos y de la fama y limpieza que hay en sus personase linaje.
Ítem si
saben que los abuelos del dicho don Alonso de Ercilla, así de parte de su padre
como de su madre, son y fueron cristianos viejos y que no les toca raza de
judío ni moro en ningún grado como dicho es; digan lo que de esto saben y cómo
y por qué lo saben.
[…] Ítem si
saben que el dicho don Alonso de Ercilla y los dichos sus padre y madre y
abuelos y los demás sus descendientes hasta el cuarto grado inclusive o
cualquiera de ellos así por la línea recta de varón, como por la línea
femenina, hayan sido, ó fueron condenados por el Santo Oficio de la Inquisición
por herejes o cualquier especie de herejía; que ora sea relajado al brazo
seglar o sea reconciliado, ora por sospechosos en la fe, penitenciados
públicamente en cadahalso o iglesia o en cualquiera otro lugar; digan y
declaren quién y cuál de los susodichos y cómo y cuándo y dónde fueron
condenados o penitenciados en la manera que dicho es o en otra cualquier
manera; y si lo oyeron decir, qué personas y qué tanto tiempo ha.”[27]
Don Alonso
de Ercilla declara en dicho expediente:
“Mi padre
se llama el Doctor Fortuño García de Ercilla y el padre de mi padre Martín Ruiz
de Ercilla, y la madre de mi padre doña María Fernández de Ermendurúa.
Eran todos
naturales de la Villa de Bermeo, cabeza de Vizcaya.
Mi madre se
llama doña Leonor de Zúñiga y el padre de mi madre Alonso de Zúñiga y la madre
[de mi madre] doña Catalina de Zamudio.
Ha de
hacerse su probanza en Nájera, porque mi abuela era de allí y mi abuelo nació allí.”[28]
El
expediente informativo es una investigación secreta prolija y exhaustiva.
Comienza en Bermeo y sigue en Nájera — 16 de agosto de 1571— y pueblos de
alrededor (Bobadilla, Huércanos, Baños de Río Tobía, las Arenzanas,
Mahave, Tricio, Uruñuela y Cenicero). En cada lugar se interroga, ajustándose
al texto de una única encuesta, a toda persona que por cargo o edad avanzada
pueda ser fuente de información sobre los antepasados de Ercilla.
En Nájera y
su entorno es bien conocido un hermano de Ercilla, don Juan de Ercilla y
Zúñiga, clérigo, beneficiado que fue de La Santa Cruz de Nájera y, mientras
sucede la investigación, Administrador del Hospital Real de Villafranca de
Montes de Oca.
El problema
de la hidalguía y limpieza de sangre de Ercilla surge cuando llega a
conocimiento de los investigadores que, ante La Real Audiencia de Valladolid,
hubo antes un proceso de don Pedro Martínez de Ariz (hermano de la abuela
materna de Ercilla, doña Catalina de Zamudio) contra los vecinos pecheros de
Huércanos.
En ese
proceso, entre agosto y diciembre de 1524, el fiscal presentó algunos testigos
que confesaron que el doctor don Alonso Martínez de Nájera (padre de, entre
otros, don Pedro Martínez de Ariz y de doña Catalina de Zamudio), bisabuelo
materno de Ercilla, y sus hijos “fueron avídos y tenidos por pecheros y
del estado de ciudadanos Ruanos que llaman conversos”. A partir de ese momento
toda la investigación se centra en saber si don Alonso Martínez de Nájera o
doctor de Nájera, fue o no pechero y si fue o no converso.
Nos vamos
enterando de que don Alonso Martínez de Nájera era descendiente de los Calabazas de Frómista que a su vez
procedían de Francia. Que era natural y vecino de Nájera. Que fue
médico muy famoso del primer Duque de Nájera, don Pedro Manrique de Lara[29].
Que su padre fue Hernand o Herrand Martínez Calabaza, mercader que dejó un
hospital importante. Que se casó con una vizcaína de apellido Zamudio. Tuvo un
hijo de su mismo nombre, también médico.
Pero la
prueba de que era hidalgo y cristiano viejo está en los matrimonios
que concertó para sus hijas:
“ …e así mismo tiene por tales cristianos viejos al
dicho doctor de Nájera y a su hija, a la dicha doña Catalina de Zamudio, porque
si el dicho doctor fuera converso, no entiende que se casara Alonso de Zúñiga
con la dicha doña Catalina de Zamudio su hija; que tuvo hermana la dicha casada
con don Alonso de Arellano, y otra que casó con Ortega de Vallejo, señor de las
tierras de Zambrana, ni casara otra que casó con el Señor de Hormilla, Antonio
de Londoño, cuyo hijo fue don Sancho de Londoño; y es imposible que tantos
caballeros y tan principales se casaran con mujeres que no fueran tan limpias
como tiene dicho este testigo que lo fue el dicho doctor Alonso Martínez de
Nájera; por las cuales razones e por haberlo así oído decir por cosa pública e
notoria, este testigo e tiene e vio tener siempre a la dicha doña Catalina e al
dicho doctor de Nájera, su padre, por tan limpios cristianos viejos como lo ha
dicho e tal es y ha sido la publica voz y fama e común opinión sin saber cosa en
contrario sea.”[30]
“….e así mismo es prueba de ser todos cristianos viejos
porque don Sancho de Londoño fue nieto del doctor de Nájera e tiene el hábito
de Santiago; e porque así mismo este testigo sabe e ha oído decir muchos años,
porque ha mas de cuarenta e cinco años, que el dicho doctor de Nájera descendió
de un linaje que llaman de los Calabazas que tienen su asiento e vecindad en la
villa de Frómista e que el primero que vino á morar a la dicha villa, vino de
Francia; los cuales oyó decir que era gente limpia; por las cuales razones este
testigo tuvo e tiene e oyó decir públicamente amuchas personas viejas y
ancianos cuanto a que se acuerda que siempre oyeron decir a sus pasados que los
dichos doctor de Nájera e sus padres e hijos fueron tales e tan limpios
cristianos viejos como lo ha dicho; e tal es e ha sido la pública voz y fama e
común opinión sin haber sabido cosa en contrario e otra cosa no sabe de esta
pregunta…” [31]
¿De dónde
salió la acusación de converso hecha al famoso médico don Alonso Martínez de
Nájera? El testimonio siguiente lo explica muy bien:
“A la quinta pregunta dijo este testigo que no
conoció a la dicha doña Catalina de Zamudio ni al doctor Alonso Martínez
de Nájera, pero que tiene de él mucha noticia y de Pero Martínez de Ariz, su
hijo, e de sus hermanos porque los conoció mucho; fue preguntado respecto
de el dicho doctor Alonso Martínez de Nájera, en qué reputación oyó este testigo
fue habido e tenido: de hijosdalgo o cristiano viejo o de judío de casta de
conversos, este testigo dijo que siempre tuvo e vio tener al dicho doctor
Alonso Martínez de Nájera, médico, por cristiano viejo e limpio de toda raza de
moro, judío y converso, y este testigo por tal le tuvo e tiene; fue preguntado
cómo sabe lo que dicho tiene, dijo que porque Pero
Martínez de Ariz, estando el duque don Antonio, el viejo duque de Nájera en
Navarra, contra los franceses, oyó decir este testigo que Pero Martínez de
Ariz, señor de Huércanos e hijo que fue del dicho doctor de Nájera, se alzaron
él e otros deudos suyos con la ciudad de Nájera por la Comunidad, por lo cual
el dicho duque le quiso mal e queriendo probar su hidalguía en Huércanos, oye
decir este testigo a muchas personas de cuyos nombres no se acuerda que el
dicho duque don Antonio había mandado a un criado suyo que se llamó Juan de Oña
que fuese a la villa de Frómista a saber quiénes eran los Calabazas, porque él
sabía que el dicho Pero Martínez de Ariz descendió de ellos, que eran
villanos labradores los dichos Calabazas, por lo cual e por haberlo así oído
decir este testigo tiene al dicho doctor de Nájera por cristiano viejo, no
embargante que oyó algunas veces decir que fue confeso e de casta de confesos,
porque este testigo nunca lo creyó, sino que por tenerle mala voluntad, la dijo
aquel a quien la oyó, como andaban entonces muy recios los pleitos de su
hidalguía de Pero Martínez de Ariz, que tenía tantos contrarios como tuvo, e
que esta es la verdad de lo que sabe…” [32]
Todo resultó bien y Ercilla ingresó
en la Orden de Santiago el 31 de diciembre de ese mismo 1571, en la iglesia de
san Justo, en Madrid.
La herencia de la comunidad judía
najerina
Una vieja opinión personal.
¿Qué recuerdo nos queda de la vieja y
sufrida comunidad judía najerina? Hace treinta años ya, recién nombrado
profesor del Instituto Nacional de Bachillerato “Lope de Vega “ de Madrid, La
Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense me encargó una pequeña y
manejable publicación de unas treinta páginas que fuera a la vez una guía del
Museo y una breve, pero digna, Historia de Nájera. Tuve que sintetizar todo lo
que sobre la historia de Nájera, desde 1966, había yo ido trabajando y
divulgando entre los que luego serían los fundadores y primeros magníficos
pilares de la Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense. Sobre la judería
najerina escribí sólo un corto párrafo que hoy vuelvo a redactar con muy pocos
cambios:
“Nájera contó desde la Alta Edad Media con una
relativamente numerosa población judía que vivió con cierta paz hasta bien
entrado el s. XIV. Burguesía culta, rica y emprendedora que fue víctima propiciatoria
del fanatismo, la codicia y las rencillas políticas cristianas.”[33]
En 1210, uno de los miembros de la
élite de Nájera era el judío Zachea. Vide Francisco Javier Goicolea Julián, La
ciudad de Nájera en la Baja Edad Media como espacio de poder político y
social, y la nota 27 de su texto. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=293631 -
11k –
El apellido Nájera o de Nájera, tanto
en España como en América, tiene su origen en los conversos de la judería
najerina.
El coro de santa María la Real.
Santa María la Real de Nájera,
saqueada, destartalada y no muy bien cuidada, conserva todavía una buena serie
de excelentes obras de arte. Yo me quedaría con el magnífico claustro y con el
maravilloso coro alto. Casi nada sabemos de ninguno de los dos.
Está claro que el coro es una obra
del final del gótico, aquí llamado estilo Isabelino. Riquísima aún en muy buena
escultura de temas geométricos, vegetales, sagrados y profanos, a pesar de
haber sido macheteado con especial saña. Allí está representado todo el mundo
real e imaginario del final del s. XV. Es obra de artistas centroeuropeos. Sus
paralelos son flamencos, pero sobre todo germánicos o en estrecho contacto con
lo germánico.
Tradicionalmente se ha atribuido a
judíos conversos más o menos relacionados con Nájera y Cárdenas sin ningún
fundamento. No he logrado leer, en cuarenta años, más que dos publicaciones
fiables sobre esa absoluta obra maestra que es el coro najerino. Una es de
Isasac Guadán Gil[34] y
otra de mi admirada Isabel Mateo Gómez,[35] una
buena especialista en El Bosco. Conoce bien el coro y debería escribir sobre él
lo que sabe y siente una joven y excelente restauradora najerina.
Reflexiones
bajo la cruz de Malpica
Por qué no entiendo el antijudaísmo militante de nuestra
sociedad.
La cuestión judía y las guerras de
religión eran dos sangrientas cuestiones insolubles en Europa. Fue en el prodigioso
siglo XVIII cuando la Ilustración encontró solución para ambas.
Las cosas como son. Toda nuestra
cultura y nuestra civilización—nuestra manera de vivir y de convivir— tienen su
último y más firme fundamento en tres herencias históricas: la razón griega, el
derecho romano, la fe judía. Las dos primeras no son puestas nunca en duda. Sí
lo es con demasiada frecuencia la tercera. Pero sin la tercera, las otras dos
no tardan en desaparecer. Unir indivisiblemente las tres herencias fue la tarea
de los Ilustrados.
La segunda mitad del siglo XVI y todo
el siglo XVII fueron épocas de atroces guerras de religión. Católicos contra
protestantes y viceversa; católicos contra católicos— ¿qué otra cosa, v.
g., fue la inquisición?— y protestantes contra protestantes— ¿Qué otra
cosa fueron a buscar muchos emigrantes de primera hora a Norteamérica, por
ejemplo, los padres peregrinos del Mayflower, si no la libertad religiosa?—.
Aquella espantosa carnicería llevó a
las mejores cabezas europeas y americanas a soñar con la tolerancia[36] y
a repensar los Diez Mandamientos como suprema ley universal, desacralizada,
secularizada y laica. Y lo hicieron libérrimamente, al margen de todas las
organizaciones religiosas, usando la inteligencia y el sentido común para
razonar de la siguiente manera.
Curiosamente de los Diez Mandamientos
sólo los tres primeros se refieren a Dios y de ellos sólo el primero de forma
exclusiva. Los otros siete se refieren al prójimo. El resumen era fácil y
dejaba las cosas claras: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo,
como a ti mismo”. Dicho de otra manera: amar a Dios es amar al prójimo y
viceversa. Y amar al prójimo es tratarlo como tú quieres que te traten.
El Primer Mandamiento ordena dos
cosas: la primera, adorar sólo al único Dios verdadero, creador de todo y padre
de todos— ¡mucho cuidadito! ¡Sólo Dios es dios!— Y la segunda, sólo servirle a
Él, exclusivamente. Lo primero tiene la evidente ventaja de que el adorar al
único Dios verdadero, ahorra el tener que ocuparte de infinitos pretendidos
dioses que no son más que pura y dura superstición y tiranía [37].
Lo segundo deja claro que quien sólo se inclina ante Dios, ante todo lo demás
permanece orgullosamente erguido.
El Segundo Mandamiento prohíbe hablar
de Dios a la ligera y, sobre todo, utilizar los nobles sentimientos religiosos
para conseguir lo que a Dios le resulta intolerable: el engaño o la injuria al
prójimo.
El Tercer Mandamiento ordena sacar
tiempo para descansar del ajetreo diario y, una vez libres de él y
haciendo gala de libertad y de liberalidad, rendir culto individual y colectivo
a Dios. Dedicar un tiempo a celebrar debidamente la fiesta, que es ante todo
tiempo de placer y libertad.
Y aquí acaban las obligaciones para
con Dios que no dejan de ser obligaciones para con uno mismo y para con los
demás.
A continuación vienen las
obligaciones con el prójimo. El prójimo, tal como lo entendían los Ilustrados,
son todos los humanos, iguales en dignidad porque todos han sido creados a
imagen y semejanza de Dios, inteligentes, libres y responsables como Él; y
necesariamente hermanos los unos de los otros porque todos ellos pueden con
todo derecho llamar a Dios su padre. Es exactamente esta convicción la que
acabaría definitivamente con la esclavitud y la muralla infranqueable que nos
defiende de todo tipo de racismo.
El primer bloque, formado por los
cuatro Mandamientos siguientes, el Cuarto, el Quinto, el Sexto y el
Noveno, protege el primer derecho humano fundamental e inalienable, el derecho
a la vida.
El Cuarto protege la familia natural,
formada por un padre y una madre, en la que los humanos han nacido y se
han criado y educado, y en la que se asienta la autoridad natural. La familia
como núcleo básico de la sociedad y como primer medio de conservación y
transmisión de la cultura y de la civilización.
El Quinto prohíbe que nadie se atreva
a poner en peligro la vida de nadie o a agredirle físicamente o moralmente de
ninguna manera.
El Sexto y el Noveno defienden la
dignidad del matrimonio como lugar natural de la fuente de la vida. Protegen la
vida común de los que el sabio derecho romano llamará más tarde cónyuges
o consortes—los que, a la vez y con la misma dignidad y responsabilidad, tiran
de la misma carreta o del mismo arado, y los que comparten, a las duras y a las
maduras, el mismo destino—, y la salvaguardan al matrimonio del sexo comprado y
del capricho cerril de un picha brava cualquiera o de una sin bragas aburrida.
El segundo bloque, formado por los
tres Mandamientos siguientes, el Sétimo, el Décimo y el Octavo, protege los dos
derechos humanos fundamentales e inalienables, el derecho a la libertad y a la
búsqueda de la propia felicidad.
El Séptimo y el Décimo, defienden la
propiedad privada como condición necesaria para la libertad. Como dice
magníficamente El Libro de Buen Amor, “quien no ha dinero, no es de sí señor”.
Dicho en plata: “Yo soy yo y lo mío, que es lo que me permite ser yo”; “quien
ataca lo mío me ataca a mí mismo porque es lo que me permite ser yo mismo.”[38]
El Octavo garantiza la veracidad de
la información en la necesaria y continua intercomunicación que es el
fundamento de la sociedad humana; promueve la claridad y trasparencia en las
relaciones interpersonales, el respeto a la palabra dada y la garantía de la
propiedad más preciada: el honor y la buena fama de cada cual.
De esa manera el viejísimo Decálogo
judío se convirtió en la primera Declaración Universal de los Derechos y
Deberes del Hombre y del Ciudadano. En la formulación más clara de la más
básica y universal Ley Natural.
Si no me creen recuerden el preámbulo
del borrador original de la Declaración de Independencia escrito por
Jefferson que es donde están resumidos:
"Sostenemos que estas verdades
son sagradas e innegables, que todos los hombres son creados iguales e
independientes, que a partir de su creación en igualdad se les han conferido
derechos inherentes e inalienables, entre los que están la preservación de la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos
principios, los gobiernos se instituyen entre los hombres, que derivan sus
justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que cualquier
forma de gobierno pasa a ser destructiva de estos fines, es derecho del pueblo
alterarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno, que se funde en dichos
principios y organice sus poderes en tal forma que a juicio de los gobernados,
ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad."
La Ilustración propició que se
desarrollara un fenómeno ya imparable, el número progresivamente creciente de
creyentes ajenos a cualquier clase de organización religiosa y sólo fieles a su
razón y a su conciencia. Y dentro de él, el de la total integración en la vida
europea y americana de los judíos más inteligentes y más pudientes. Esto es
exactamente lo que llamamos desacralización, secularización o laicismo. Cada
cual en conciencia hace lo que quiere, sin dañar a los demás, y acepta que los
demás hagan lo mismo. En caso de conflicto de intereses, en esto como en todo
lo demás, la justicia civil decide imparcial y equitativamente.
Todo fue bien hasta que los dos
totalitarismos del siglo XX, el nacionalsocialismo y el comunismo, y el del
siglo XXI, el islamismo, decretasen que el judaísmo es un virus biológico
contaminante que hay que destruir al precio que sea. La consigna fue y sigue
siendo, “los judíos tienen que desaparecer”. No importa que uno no haya
practicado la religión judía en su vida. Hay que exterminarlo porque ha nacido
en una “familia” que no se sabe cuándo fue una vez judía. Einstein supo que era
judío cuando los nacionalsocialistas alemanes se lo descubrieron.
Nada hay nuevo bajo el sol. Qué hace judío a un judío y
cuál es el verdadero motivo de que los persigan.
El judaísmo es sólo una religión.
Lógicamente esa religión modela una manera de pensar y de vivir; es decir,
conforma la raíz de una cultura y de una civilización, que, por otra parte,
tienen apariencias tan variables como los pueblos en los que los judíos se han
integrado totalmente siempre que se les ha permitido hacerlo.
El elemento fundamental de esa
religión es la fe en un Dios único y personal, creador y señor de la Vida, de
la Naturaleza y de la Historia. Totalmente lo otro, lo distinto, lo diferente
de Dios es todo lo creado; con ello Dios sólo tiene una vaga analogía.
Dios es únicamente cognoscible por su propia y personal revelación a través de
la historia de los propios judíos, puesta por escrito en la Biblia.
Pero la Biblia, stricto sensu,
no es un libro sagrado; es una biblioteca que contiene escritos en los que
Dios, entre palabras humanas, a veces demasiado humanas, va revelando
paulatinamente sus designios. La Biblia no es la palabra de Dios, en ella está
contenido el plan salvador de Dios expresado en palabras humanas, que no es lo
mismo.
Esa fe no conlleva obligatoriamente
un comportamiento ritual sino ético. Cree en Yahvéh (Yavé) quien Le obedece
cumpliendo sus mandamientos contenidos en el Decálogo. Yahvéh, señor de la vida
y de la muerte, garantiza la vigencia del Decálogo siendo el insobornable y
último juez que premia o castiga a cada cual, judío o no, el cumplimiento del
Decálogo con la felicidad o la infelicidad eternas.
El judío mantiene con su Dios una
estrecha relación mediante la oración y la meditación personal que cimientan su
comportamiento ético. No necesita ni templos ni sacerdotes ni teólogos. Convive
su fe solidariamente con quienes también la comparten. La única misión del
pueblo de Dios, los judíos creyentes, es dar testimonio de ese Dios y de sus
Mandamientos. No se molestan lo más mínimo en hacer proselitismo. Quien los ve
y los oye sabrá lo que debe hacer. A la hora de aceptar a los conversos, tras
minuciosa probación, no tienen en cuenta otra cosa que su fe.
Sólo después de ser expulsados por la
fuerza de sus países de origen y para encontrar un refugio en caso de un nuevo
intento de total aniquilamiento, formaron el Estado de Israel donde la mayoría
de ellos ni vive ni piensa vivir, pero que defienden con uñas y dientes porque
es la garantía de su supervivencia.
Es su estricto monoteísmo, y su
tozuda y consecuente predicación del Decálogo como Ley universal y definitiva
que revela la única y auténtica voluntad de Dios a los humanos, la objetiva Ley
Natural, lo que los ha hecho y los seguirá haciendo insoportables para todo
totalitarismo que se precie y para todo tolerantismo desquiciado, para todo
relativismo o nihilismo que quiera colarse en nombre de la verdad y de la
libertad.
Despedida
Cada vez que voy a Nájera procuro
subir a la loma de Malpica y pasear despacio por las callejas del Arrabal
de la Estrella. Siempre llevo en el bolsillo alguna muestra de la entrañable
literatura sefardita. Leo el castellano que se debió hablar aquí por una gente
que quiere a esta terrible España nuestra medio milenio después de que los
echáramos a patadas para que no nos afrentara su inteligencia, diligencia,
cosmopolitismo y laboriosidad.
Arriba en la loma, sobre la destruida
judería, oigo en mi mp3 la versión mozárabe de las Lamentaciones de Jeremías
que tanto me gustaban en la semana santa cantada admirablemente en el Seminario
de Logroño. Luego, sueño una muy evocadora canción de mi Santander de 1972 -
73:
Sé que para nuestro amor llegó
el final,
ya de nada sirven las palabras,
tienes que partir, muy lejos de mí
de regreso a tu país.
Aunque mi destino fue encontrar tu
amor
en tus ojos brilla la nostalgia
de otro despertar, de otro renacer
bajo el cielo de Israel.
………….
Se alejó de mí en un atardecer
con un beso a flor de piel,
y al decir adiós,
poco antes de partir , me entregó
su estrella de David.
Para no olvidar su forma de mirar
viviré cerca del mar;
para no olvidar sus noches junto a
mí,
llevaré su estrella de David.
Y para despedirme de mi tierra
madre—soy un Pérez, a veces sospechosamente primo lejano de unos
Pérez-Caballero—, recito la Hatikva ("esperanza",
en hebreo):
Mientras en lo hondo de un corazón
palpite un alma judía,
y dirigidos hacia Oriente,
unos ojos vislumbren Sión,
no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza de dos mil años,
de ser un pueblo libre en nuestra
tierra:
la tierra de Sión y de Jerusalén.
[1] Bibliografía básica:
1. Fidel
Fita Colomé S. I., Primer siglo de Santa María de Nájera, Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes, cervantesvirtual.com
2. Fidel
Fita, El Concilio de Lérida en 1193 y Santa María la Real de Nájera,
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/013727319... - 176k -
3. Ildefonso
Rodríguez y Rodríguez de Lama, Moros, judíos y francos en el reino de
Nájera, https://www.vallenajerilla.com/legadomedievalnajera/morosjudi...
- 47k -
4. Francisco
Javier García Turza, Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media,
https://www.vallenajerilla.com/legadomedievalnajera/morfologi... - 89k -
5. Margarita
Cantera Montenegro, la Ciudad de Nájera en tiempos del rey García,
https://www.vallenajerilla.com/berceo/canteramontenegro/najer... - 238k -
6. Enrique
Cantera, La aportación hebrea a
la sociedad riojana medieval,https://www.vallenajerilla.com/berceo/rioja-abierta/cantera/c...
- 88k
7. Enrique
Cantera Montenegro, Los últimos tiempos de
la presencia judía en Calahorra y la Rioja,
http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1... - 13k
8. Francisco
Javier Goicolea Julián, La vida cotidiana en la ciudad de Nájera a fines de la
Edad Media: una aproximación, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122383 - 11k
9. Francisco
Javier Goicolea Julián, La ciudad
de Nájera en la Baja Edad Media como espacio de poder político y social, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=293631 -
11k –
10. Eliseo Sáinz
Ripa, La Rioja bajo la monarquía
castellana, https://www.vallenajerilla.com/berceo/sainzripa/riojacastella... -
169k -
11. Enrique
Cantera Montenegro, Los Judíos en la Historiografía
Riojana, http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=8... -
11k –
[2] El castillo del cerro de Malpica es probablemente tan
antiguo como el del cerro de la Mota, con el que constituyó la verdadera
acrópolis del potente sistema defensivo de la ciudad. Fue al menos desde el
siglo XII “Castellum Iudeorum”. A comienzos del s. XVI todavía se encontraba
en aceptables condiciones y fue tomado por los comuneros en 1520. Después ya no
se cita. Javier Ceniceros Herreros, Alcázar de Nájera: primeras
investigaciones arqueológicas,
http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=9... - 60k
[3] Como señala García Turza, cuando doña Toda dona a San
Millán su palacio en Nájera, la carta indica que está situado «in barrio Sancti
Micaelis, quod olim fuerat vocatum barrium iudaicum».
[4] Dice Fita en El Concilio de Lérida en 1193 y Santa María
la Real de Nájera:
“…en la primavera de 1160
D. Sancho de Navarra el Sabio, ganó á Logroño, y remontando el Ebro
entróse por la Bureba y se apoderó de Cerezo y Briviesca. Fiel aliado de D.
Fernando II de León, que se arrogó la regencia de Castilla durante la minoría
de Alfonso VIII (1160-1170), afirmó en la Rioja su predominio D. Sancho el
Sabio… En 1176 Alfonso VIII había recobrado á viva fuerza todo el reino de
Nájera… Sobrevino la tregua entre ambos reyes, á consecuencia del compromiso
que hicieron en Agosto de 1176, tomando por árbitro de la contienda al monarca
inglés Enrique II, suegro del de Castilla. De éste pretendía el de Navarra que
le entregase Nájera (“castellum christianorum et iudeorum”)… en Abril
de 1179 la entrevista de los reyes de Castilla y de Navarra tuvo lugar entre
Logroño y Nájera, y el pacto firmísimo de amistad que «dejadas y fenecidas
todas y cada una de las quejas nuestras y de nuestros antecesores, haya de
valer y durar á perpetuo por Nos y por todos nuestros hijos.»
[5] Escribe don Eliseo Sáinz Ripa en La Rioja bajo la
monarquía castellana:
“El primer episodio importante
de esta campaña se dio en Nájera. A esta villa volvió Enrique al enterarse de
que Pedro, llegado del norte, acampaba con su tropa cerca de Azofra. Era el
último viernes de abril de 1360. Don Enrique ocupaba un otero delante de la
villa de Nájera con el fin de proteger la plaza; pero sus vanguardias,
sorprendidas en las faldas del montículo por el empuje de las huestes de don
Pedro, empezaron a retroceder; la retaguardia cedió también hasta que la
intervención heroica de Gonzalo Mexía, que después fue maestre de Calatrava,
pudo contener al enemigo junto a los muros, dando tiempo al conde don Enrique
para llegar al «castillo que dicen de los judíos e los suyos que estaban dentro
-según cuenta la Crónica- foradaron el muro de la villa e por allí
entró el conde e otros de los suyos». Muchos caballeros cayeron de uno y otro
bando.”
[6] En 1371, la abadía de san Millán queda exenta, por
gracia del Rey Enrique II de Castilla, de pagar las deudas que tiene contraídas
con los judíos desde abril de 1367 hasta el día de la fecha, en compensación de
los daños sufridos por el monasterio a consecuencia de la segunda batalla de
Nájera y en premio a la ayuda que la abadía prestó al bando del Trastámara. La
judería de San Millán de la Cogolla y la batalla de Nájera, http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=22132
- 17k –
[7] No sabemos si esas disposiciones estaban en vigor antes
del año 1054, como abiertamente lo declaran, así el proemio como la rúbrica
general del código Najerino: «Istos sunt Fueros quod habuerunt in Naiara, in
diebus Sancii regis et Garseani regis” o son añadidos de Alfonso VI.
[8] Tirso de Molina, La prudencia en la mujer, acto III,
escena 1ª.
[9] María de Molina, una de las grandes mujeres y reinas de la
España medieval, fue regente en la minoría de su hijo Fernando IV—a esa
regencia se refiere el texto— y volvió a serlo en la de su nieto Alfonso XI.
[10] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de
José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991, Crónica de don Pedro Primero. Año
onceno (1360). Capítulo VII. pg. 239.
[11] Ibidem, Capítulo VIII, pg. 241.
[12] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de
José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991, Crónica del Rey don Enrique,
tercero de Castilla e de León. Año primero (1391). Capítulo V. pg. 713.
[13] Isidro G. Bango Torviso, Judíos, moros y cristianos
bajo la autoridad del rey.
http://www.seacex.es/Spanish/Publicaciones/MEMORIA_DE_SEFARA...
- -1k -
[14] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de
José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991, Crónica del Rey don Enrique,
tercero de Castilla e de León. Año primero (1391). Capítulo XX. pg. 738 -
739.
[15] Rica Amrán, Judíos y conversos en las crónicas de los
Reyes de Castilla,http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFD2B1B... - 33k -
[16] «Pro
conuersione iuedaeorum. Oremus et pro perfidis Judaeis : Ut Deus et
Dominus noster auferat velamen de cordibus eorum ut et ipsi agnoscent Jesum
Christum Dominum nostrum.[….]
Omnipotens sempiterne Deus qui etiam
judaicam perfidiam a tua misericordia non repellis; exaudi preces nostras quas
pro illius populi obcaecatione deferimus, ut agnita veritatis tuae luce quae
Christus est, a suis tenebris eruantur. Per eumdem Dominum nostrum Jesum
Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti
Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen. »
[17] “R.- Popule meus, quid feci tibi? Aut in quo
contristavi te? Responde mihi.
V. -Quia eduxi te de terra
Ægypti: parasti Crucem Salvatori tuo.
C. -Hagios o Theos. Sanctus
Deus. Hagios Ischyros. Sanctus Fortis. Hagios Athanatos, eleison
hymas. Sanctus Immortalis, miserere nobis.
V.- Quia eduxi te per desertum
quadraginta annis, et manna cibavi te, et introduxi in terram satis optimam:
parasti Crucem Salvatori tuo.
C.- Hagios o Theos…
V.-Quid ultra debui facere tibi, et
non feci? Ego quidem plantavi te vineam meam speciosissimam: et tu facta es
mihi nimis amara: aceto namque sitim meam potasti: et lancea perforasti latus
Salvatori tuo.
C.- Hagios o Theos…
R. Popule meus, …
[18] Antonino M. Pérez Rodríguez, La guerra en la Crónica
Najerense, en La Guerra en la Edad Media, Actas de la XVII Semana de Estudios
Medievales, IER, Logroño, 2007, ps. 481 – 510.
[19] Sobre Berceo y los judíos:
1.David Domínguez-Navarro, Fervor
religioso y antisemitismo en Los Milagros de Nuestra
Señora,http://parnaseo.uv.es/lemir/Revista/Revista14/18_Dominguez_D... - 36k -
2.Fernando Díaz Esteban, La Biblia y
los judíos en Gonzalo de Berceo, Estudios mirandeses: Anuario de la
Fundación Cultural «Profesor Cantera Burgos», 8, (1988), pp. 63-90.
3.Paloma Díaz-Mas, Huellas judías en
la Literatura Española, http://digital.csic.es/bitstream/10261/3724/1/diazmas1996ahu...
- 39k -
4.Carlos Sainz de la Maza, Los judíos de Berceo y de
Alfonso X en la España de “las tres religiones”,https://www.vallenajerilla.com/berceo/sainzdelamaza/judio.htm - 32k -
[20] Sigo a Paloma Díaz-Mas, Huellas judías en la Literatura
Española, o. c.
[21] Transcribo la versión de Versión de Juan Manuel
Rozas. 1986
[22] Francisco Javier Goicolea Julián, La vida cotidiana en la
ciudad de Nájera a fines de la Edad Media: una aproximación, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122383 -
11k
[23] Enrique Cantera, La aportación hebrea a
la sociedad riojana medieval, https://www.vallenajerilla.com/berceo/rioja-abierta/cantera/c...
- 88k -
[24] Felipe Gil Peces Rata, Sigüenza y su población de vecinos
de las cuatro religiones, Programa oficial de las fiestas de Sigüenza 2010, p.
12.
[25] En Luisa Yravedra y Esperanza Rubio, Leyendas y
tradiciones de la Rioja, IER, Zaragoza, 1980, p. 30 ss. Antes en Alfredo Gil
del Río, Historia y antiguas leyendas de La Rioja. Enigmas de una región.
Zaragoza, Publicaciones de la CAZAR, 1977, p. 388-389.
[26] Luis Vicente Elías Pastor, Leyendas Riojanas,
Edit.Everest, León 1990, pg. 89.
[27] D. Alonso de Ercilla y la Orden de Santiago, http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p265/0369...
- -1k -
[28] Nota 12.
[29] El Ducado de Nájera es un título nobiliario asociado a Nájera en La Rioja (España),
concedido por los Reyes Católicos el 30 de agosto de 1482 a Don Pedro
Manrique III de Lara, Conde de Treviño y Ricohombre de Castilla, en premio a sus
servicios a la Corona. "Acatando los muchos e buenos e grandes e leales
e señalados servicios que nos habedes fecho e facedes cada día". En 1520 Carlos I de
España distinguió a los duques de Nájera con
la dignidad de Grandes de España.
[30] Nota 12.
[31] Nota 12.
[32] Nota 12.
[33] Antonino Pérez Rodríguez, Museo Arqueológico de Najera,
Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense, Logroño, 1981, pg. 27.
[34] Isac Guadán Gil. Nace en Zaragoza el 3 de Junio de 1881.
Es Maestro de la Escuela Normal y Profesor de Caligrafía en el Instituto de
Logroño desde el 5 de Julio de 1904 hasta el 23/11/1916 fecha en la que causa
baja por fallecimiento. Bibliotecario y Vice-secretario del Centro a propuesta
del Claustro de profesores desde el 18 de Enero de 1907.
[35] Isaac Guadán Gil, Ensayo sobre la sillería del coro alto.
Monasterio de Santa María la Real de Nájera, Logroño. 1961. Isabel Mateo Gómez, Temas profanos en la escultura gótica española: Las sillerías de coro, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, CSIC, 1979.
[36] Estoy pensando en Voltaire, Tratado
sobre la Tolerancia, 1767. Y en Thomas
Jefferson, Estatuto para la Libertad Religiosa de
Virginia (1779, 1786) y. "A Declaration by the Representatives
of the United States of America, in General Congress assembled"
("Declaración de los representantes de los Estados Unidos de América reunidos
en Congreso General") presentada al Congreso el 28 de
junio de 1776.
[37] Thomas Jefferson aconsejaba: "Pregunta con audacia
incluso por la existencia de un Dios, porque, si hay uno, debe aprobar más el
homenaje de la razón, que el miedo con los ojos vendados."
[38] Cicerón en Los Deberes, "DE
OFFICIIS", expone que despojar a otro de sus bienes repugna más a la
naturaleza que la muerte misma: III, 21 – 24.
“Detrahere igitur alteri aliquid et
hominem hominis incommodo suum commodum augere magis est contra naturam quam
mors, quam paupertas, quam dolor, quam cetera, quae possunt aut corpori
accidere aut rebus externis. Nam principio tollit convictum humanum et
societatem. Si enim sic erimus adfecti, ut propter suum quisque emolumentum
spoliet aut violet alterum, disrumpi necesse est eam, quae maxime est secundum
naturam, humani generis societatem…”
“Sustraer
algo a otro y que el hombre aumente su el bneficio con el daño de otro es más
contrario a la naturaleza que la pobreza que el dolor, que todo lo demás que
puede acaecer al cuerpo o a los bienes externos.
Pues ante
todo quita la vida en común y la sociedad humana. Si estamos habituados a que
cada cual despoje al otro para conseguir su propia ventaja, se disgregará la
convivencia humana, que es lo más conforme que hay con la naturaleza.”
https://www.vallenajerilla.com/berceo/antoninoperez/juderianajerina.htm


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