POEMA DE LA REINA LEODEGUNDIA
No hubo un
acuerdo cierto entre los investigadores sobre quien fue el esposo de la noble
doña Leogundia, hija de Ordoño I de Asturias, si bien pronto se reveló su
coetáneo, el señor García Íñiguez, como candidato más segurio.
https://ermitiella.blogspot.com/2016/02/el-epitalamio-de-leodegundia.html
Es un hecho poco conocido pero en la humilde corte
del naciente reino de Pamplona, a mediados del siglo IX, se compuso el epitálamo o poema matrimonial más antiguo
de Europa con notación musical que ha llegado hasta nuestros días. Esta
dedicado a la reina Leodegundía, quien contrajo (o iba a contraer) nupcias en la
ciudad de palmplona bien con un príncipe o con el propio rey García Íñiguez,
que sobre el marido existen numerosas hipótesis.
Ordoño I de
Asturias. Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela
Códice de Roda
El panegírico, encargado por el
novio, es un himno que menciona quienes son los súbditos y cúales las virtudes
de la esposa, la gran fiesta prevista, el banquete y el importante papel que la
música juega en la celebración, pues no sólo contiene en el texto
especificidades sobre las melodías que acompañaban la ceremonia con cantos al
son de cítaras (de cuatro cuerdas), liras y címbalos, si no que también
lleva, en la primera estrofa, notación musical neumática mozárabe,
constituyendo el primer ejemplo de música nupcial conocido en la actualidad.
Su texto es el siguiente:
(L) Brindemos con alegría por la gran
Leodegundia, hija de Ordoño. Entónense en su honor, entre aplausos, dulces loas
como sones de flautas.
(E) Digna de su óptima sangre real,
orgullo del linaje de su padre y de la alta gloria de su ascendencia materna.
(O) Elogiemos con voces de himnos y
suaves canciones sus ejemplares costumbres y su facilidad y erudición en las
ciencias sagradas y profanas.
(D) En su rostro brillan el decoro y
la modestia y da gracia a cuanto dispone con admirable orden..
(E) Dichoso el esposo que dispone la
castidad de Leodegundia, grata a Dios y amada sin mácula.
(G) Alégrense las personas que forman
su casa, y entonen cánticos con dulces voces y ritmos por su Señora.
(U) Para que alcance felicidad largo
tiempo y se vea con hijos y nietos, alegría y buenas amistades, lo que rogamos
reiteradamente a Dios.
(N) Y en loor de doña Leodegundia
tañan los músicos las cuatro cuerdas de sus cítaras con bellas melodías.
(D) Que los habitantes de Pamplona
canten a Leodegundia con un orfeón de insistentes voces en tanto que suenan las
vibrantes liras y flautas.
(I) Renovad siempre su recuerdo, que
ella os ama como si siempre os hubiese conocido.
(A) Exaltarla, amigos y parientes
queridos, porque, como en hija predilecta, se manifiestan en ella el carácter y
los saberes de su padre.
(P) Bellísima Leodegundia, escucha
las melodías que con sus agradables instrumentos te dedican los que te sirvan,
para que los atiendas.
(V) Piden , sierva de Dios, que seas
dichosa y protejas a los huérfanos y a los pobres y resultes grata a todos tus
súbditos.
(L) Que la luz de Dios caiga sobre ti
y ahuyente las sombras pecadoras, y observes la Santa ley Divina.
(C) Resuene el conjunto coro para que
... Cause alegría a los que te quieren.
(R) Suena y se reproduce la canción y
los versos musicales armoniosos y suaves en las salas de tu palacio real.
(A) Brilla tu hermoso rostro mientras
los criados preparan las copas de ambrosía para la fiesta.
(O) Los próceres y los amigos se
sientan junto a los reyes en la mesa cubierta de viandas deliciosas.
(R) En el preparado banquete el signo
de Cristo bendice la viandas reales y también, piadosamente, las que como
siempre van a ser destinadas a los pobres.
(D) Así las oraciones de los pobres
que piden por los reyes son escuchadas por el Redentor.
(O) Vengan los coros ante los
invitados y dediquen al Dios que nos da vida sus más amables melodías.
(N) No hay canciones groseras o
escandalosas ni alegría de orgía. La fiesta se celebra entre laudos al
Altísimo.
(I) Comiencen los cánticos vibrando
las liras y los címbalos, y rindan sus primeros arpegios, que en el banquete se
escuchan, en honor del Rey de los Reyes, que a todos nos rige.
(I) Y canten ahora con nuestros
versos a la clara Leodegundia y al matrimonio que nos ha traído para todos.
(F) Que vivas feliz bajo la
protección de Cristo, poseas tu reino sin adversarios y que nunca triunfen
sobre ti los enemigos.
(I) Sigue la dulce ley de Dios ...
que a los humildes y los mansos lleva el Reino eterno.
(L) Traspasa las puertas de la casa
de Dios con humildad y piedad frecuentes y hazte pura con las lágrimas y
oraciones dirigidas al Señor.
(I) Así, entre dulces cánticos, te
reconfortarás con las palabras de vida del Redentor.
(A) Salve, doña Leodegundia, que Dios
te proteja siempre y que después de larga vida alcances el Reino de Cristo con
todos los elegidos.
Pero es que, como habrán podido
percibir en la transcripción, es un acróstico, pues las primeras letras
de cada verso permiten leer un texto latino que reza “Leodegundia pulchra
ordonii filia”
La reina había nacido en 845 en la
familia real asturiana, donde las mujeres gozaban de un estatus especialmente
protegido en derechos dinásticos. Allí recibiría además de una instrucción
típicamente femenina -siguiendo las costumbres de la época en cuanto a las
habilidades propias del ámbito doméstico, en la que cobran protagonismo
especial el hilado, el bordado y el uso de la rueca- otras encaminadas a
incrementar las cualidades de su intelecto en el ámbito de la música y las
letras. La reina de la loa nupcial no es sólo bella sino culta e
instruida.
Concertadas dote y boda, la novia, de
13 años, se trasladaría, protegida y amparada por su comitiva real, de Oviedo a
Pamplona, un territorio que a fecha de la boda, que se produce en 858, no es
aún sede de ningún reino.
Poco mas sabemos de este personaje,
salvo que dió a luz una hija, doña Óneca, sumergiéndose en el silencio al que
durante siglos se mantuvieron muchas reinas.
Algunos han querido proponer su
retiro espiritual lejos de Pamplona, en el convento gallego de Bobadilla, donde
se conoce de la existencia de la monja escritora Leogundia que copió el himno
dedicado en su honor bajo el título “Versi domna Leodegundia regina” que
concluía del siguiente modo:
Del blog http://www.condadodecastilla.es/personajes/leodegundia-monja-escriba
O uos omnes qui legeritis hunc
codicem mementote clientula et exigua Leodegundia qui hunc scripsi in
monasterio Bobatelle regnante Adefonso principe in era DCCCCL quisquis pro
alium orauerit semetipsum domino conmendat.
“A todos cuantos leáis este códice,
acordaos de la humilde Leodegundia, que empezó a escribirlo en el monasterio de
Bobadilla, siendo rey Alfonso, en el año 912 (era 950). Quien rece en nombre de
Leodegundia, estará rezando a Dios en su propio nombre”.
El texto corresponde a un códice que
actualmente se encuentra en el monasterio de El Escorial (Madrid), con la
signatura a.I.13
El poema se ha conservado en el Códice de Roda (Madrid, Biblioteca de la Real Academia de Historia,
códice 78) en el folio 232.
Antes de presentar su texto completo en latín y su traducción al
castellano, sirva esta breve síntesis del mismo elaborado por Gonzalez Olle (2)
“Se inicia el poema con una invitación a cantar las
alabanzas laudes
dulces fluant de Leodegundia,
motivo que se repite en otros pasajes dulci uoce conlaudate.- Laudent
Leodegundiam . Luego ensalza a su
linaje ex genere
claro, su valores
morales intelectuales Ornata Moribus, eloquiis clara / erudita litteris sacrisque misteriis, su belleza facies eius rutilat decore, sus dotes domésticas moderata regula imperat familiis, /
ornat domum adc disponit mirabile ordine. Tras implorar la ayuda divina lumen uerum Dei te ubique tegat, siguen diversas recomendaciones espirituales inquirantur more piu cuncti Semper pauperes-. Idonea Semper sis ad
obseruandam / legem Dei melleam.- Limen domus Dei mansueta mente / alacrique
animo frecuentare priisime: / Lacrimando et orando deprecare Dominum. Acaba el poema hacienda votos por una larga vida
terrenal y luego eternal post longa tempora / regnum Xristi consequeris.”
Total del poema a la reina Leodegundia
VERSI DOMNA LEODEGUNDIA REGINA (3)
|
Laudes dulces fluant tibiali modo magnam Leodegundiam Ordonii filiam exultantes conlaudemus manduque adpiaudamus.
Ex genere claro
semine regali talis decet utique nasci proles optima quae paternum genus ornat maternunque sublimat.
Ornata moribus,
eloquiis clara crudita litteris
sacrisque misteriis conlaudetur
cantu suaui imniferis uocibus.
Dum faties eius rutilat decore moderata regula
imperat familiis, ornat domum ac disponit
mirabile ordine.
Exultet persona
cuit extat nexu coniugali
tradita casta Leodegundia, placens Deo et amicis absque ulla macula.
Gaudete, gaudete, simul personate cuncti eius tamuli, matronae substantiam dulci uoce conlaudate proferentes canticum.
Vt uigeat longo feliciter
aeuo, filiorum filios…uideat incolumes, gaudeatque cum amicis,
exorate dominum.
Nerui repercussi… manu citharistae tetradordon tiniat, … armoniam concitet, ut resonem laudes dulces, domne
leodegundia.
Dum lira reclangit, tibiat resonat, Pampilonae ciuibus, melos dantes suauiter, recitantes in concentu, laudent Leodegundiam.
Innouetur Semper, memoria eius, quae proximos diligit, fideli propositu, suos optants ac externos, ut pariter duligat.
Audiant propinqui, cari et amici; gratulantes digniter, prorumpant in iubilum: patris decus et doctrinam, proles electa tenet.
Pulcerrima nimis, audi modulamen, tibiale dulciter, quod electo canimus: deprecantes deprecamur ut fámulos audias.
Vt ualeas felix
et seruias Deo gubernesque pauperes, protegasque orfanos; mundi quoque gratulentur te habentes dominam.
Lumen uerum Dei
te ubique tegat: te tenebrae fugiant semperque resplendeas: obseruando legem sanctam summo
Deo placeas.
Concentu parili resonate
cuncti, cantu dulce tibia personet ut
condecet: audient et gratulentur qui te semper diligent.
Regula canora resonat in aula musicalis carminis, et regalis poculus praeparatur ut regina potum
suauem glutiat.
Ad exhilarandam faciem decoram praeparentur famuli, infundentes poculo ambroseum sucum braci ut
laetetur affatim.
Optentur amici,
ac sodales obtimi, conuiuaeque regii resedeant pariter, onerentur mensae omnes ex opimis ferculis.
Regalis dum cibus
rite praeparatur signo Xristiomnia
consecrata fercula; inquirantur more pio cuncti semper pauperes.
Dum pauper refectus cibis praeparatis deprecatur
dominum pro salute principum, tunc redemptor aure pia inuocantes adiuuat.
Occurrant cantores suaues melos dantes; in
conspectu ómnium rite
consedentium conlaudetur nomen Dei, cuius iussu uiuimus.
Nullius scurronis
hic resonem uerba, absit omne barbarum garritule sacndalum, sed edentes ac potantes
laudemus altissimum.
Incipiat cantor percutiems
liram aut uerberans cimbalom in concentu cunctorum conlaudarem regem Deum rectoremque omniun.
Illius nunc promat laudes Carmen nostrum. cuius nutu omnibus datum extat uinculum caritatis coniugalis clarae Leodegundiae.
Feliciter uiuas
et Xristo placeas. placatum possideas regnum tibit traditum: nullus hostis ac aduersus contra te uictoriet.
Idonea semper sis ad
obseruandam Legem Dei melleam quae humiles
indicet, Mansuetos ac modestos sd regnum perpetuum
Limen domus Dei
mansueta mente alacrique animo
frecuentare piissime: lacrimando et orando deprecare Dominum.
Ibi dulces laudes
ac praecepta uitae aure mentis audies quar redentor condidit obseruarique praecepit his quj eum diligunt.
Aue, semper uale
in domino Deo. domna Leodegundia, et post longa tempora regnum Xristi consequeris cum electis omnibus |
Brote
copioso raudal de duldes loas, tan dulce como los
arpegios de la flauta, y aplaudamos celebrando
jubilosos a la excelsa hija de Ordoño: Leodegundia.
Flor
preciadísima de famosa estirpe regia, ornamento
de la alcurnia de su padre, gloria
encumbrada de la de su madre.
Con
hímnicas canciones de alegres melodía alabemos su virtudes esplendentes, su
afamada facundia, su
peregrino saber en humanas letras y sagradas disciplinas.
Siempre
rutila su rostro la belleza y en si
gesto de señora la modestia y la gracia en todo
cuanto toca con su mano ordenadora.
¡Feliz
aquél que, a fuer de esposo, es dueño ya de la
casta Leodegundia, de Dios bendita y de los
hombres santamente amada!
¡Gozaos
sus bienhadados familiares! ¡Gozaos otra vez y
otra! Y entonad un cántico de blando ritmo a vuestra
nobilísima matrona.
Un canto que,
escalando como una oración las celestes
cumbres alcance para ella el don de perdurable
dicha, el premio de robustos y fecundos
hijos y el consuelo de constantes amistades.
Tomen sus
plectros ños diestros citaristas y pueblen
los aires con gratas armonias tetracordes en honor
de Leodegundia.
¡Pamploneses,
load a Leodegundia; loadla unidos en
concertado coro al compas de las melosas tibias y las liras resonantes! Loadla sin
cesar. Si ciarzón hidalgo os ama cual sí fuearis de
antiguo cosa suya.
¡Deudos,
amigos predilectos! Vostros los que sabéis
como en la hija muy amada reviven la sabiduría y majestad paternas,
congratuladla también y aclamadla.
¡Oh, tú,
hermosa soberana! escucha la
dulce melodía que al son de apacibles caramillos
cantan tus servidores.
Cantan que
seas dichosa, de Dios sierva buena, de
huérfanos y pobres soberana próvida,
de todos tus súbditos reverenciada y obedecida.
Y que el
cielo, con su luz resplandeciente, Te dirija
y huya de ti la sombra del pecado, siempre observante de la santa ley,
siempre grata Al
Altísimo.
Canción
digna de ti. ¡Ea! Repetidla todos. No haya
uno solo que se retraiga en este Magnífico
concierto de sonoras voces. Se
alegrarán los que te aman.
¡Y cómo
resuena el eco de la deliciosa sinfonía en las estancias de la mansión real!
Es la hora
del festín, Ya los coperos preparan en vaso afortunado el suave néctar que ha
de escanciar la reina, y en conveniente pátera la dulcísima ambrosía que
regocijará su rostro bello.
Ya los
íntimos y optimantes ocupan sus puestos al lado de los reyes, en torno de la mesa repleta de manjares
exquisitos.
Ya
comienza el banquete. La Cruz de Cristo bendice
las regias viandas, destinadas también por ley piadosa a los mendigos.
La oración
de los humildes en favor de los reyes generosos es recibida siempre en las
alturas.
Acudan
ahora los cantores a presencia de los dignos comensales y al Dios por quien
vivimos consagren las primicias de sus más delicadas melopeas.
¡Lejos de
aquí las escandalosas canciones bufonescas de bárbara alegría! Comamos y
bebamos loando al Señor.
Sea, pues,
para el Rey de Reyes, el primer acorde de liras y de címbalos y el primer
himno del coroque en este cenáculo se escuche.
Y alaben
después al excelente príncipe que mnos ha concedido el amor de la esclarecida
Leodegundia.
Canten
así: ¡Vive feliz y en amistad de Cristo; gobierna en paz el heredado reino,
jamás triunfen en ti tus enemigos!
Se fiel
seguidor de la blanda ley de Dios, la ley que a mansos y humildes conduce al
reino eternal.
Asiste
piadoso y confiado al templo del Señor
y allí llora y purifícate.
Allí
elevarán tu mente los sublimes cantos religiosos;
Allí te
confortará la palabra de la vida que el Redentor del mundo donó a los que la
aman.
¡Oh, Doña
Leodegundia! ¡Salud! Que Dios te
guarde
siempre, y que tras dilatados días de
compañía
de los santos, reines también en Cristo Amén. |
NOTAS
1.- Anglés, Higini, Historia de la
música medieval en navarra, Pamplona, Diputación Floral de Navarra
(Institución “Príncipe de Viana”), 1970, p. 42.
2.- González Ollé: Introducción a
la historia literaria de navarra, pp. 31-32-
3.- Texo latino tomado de Díaz y Díaz, Manuel C., Libros y librerías en La Rioja altomedieval, 2ª Edición IER,
Logroño, 1991. Traducción al castellano de Armando Cotarelo. Se puede consultar
otra traducción debida a Jesús E.
Casariego en el artículo Canto vascón a una princesa asturiana
que fue a casar a Pamplona, en Asturias proclamó el patronazgo de Santiago
para España, Boletín del Intituto de Estudios Asturianos, no. 33, 1979, pp.
44-54.
https://www.condadodecastilla.es/blog/poema-a-la-reina-dona-leodegundia/?utm_





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