Convento
de Santa Clara de Astudillo, Palencia
Estimados
amigos, ya os digo así porque, sois mis asiduos lectores, muchos o pocos, pero
los justos, ahora podré un artículo sobre este convento para que cuando vayáis
a España os animéis y lo visitéis.
Historia
El Convento de Santa Clara de Astudillo fue una
fundación de María de Padilla (ca. 1334-1361), la primera mujer de Pedro I de
Castilla (1350-1366), que era natural de esta villa. La historia del cenobio
comienza en 1356, cuando se otorgó la bula papal que autorizaba la fundación,
aunque las obras habían comenzado unos años atrás. De hecho, para esa fecha el
templo ya debía estar terminado, pues entre 1353 y 1356 se realizó la sillería
del coro, que se encuentra repartido entre diferentes instituciones de Estados
Unidos, y el Museo Arqueológico Nacional, en donde se conservan cuatro
sitiales.
El conjunto monumental está formado por la
iglesia, las dependencias conventuales que se sitúan al norte del templo, la
vivienda de María de Padilla, y el palacio de Pedro I. Los reyes dotaron al
cenobio de grandes rentas y privilegios, pero las obras debieron paralizarse de
forma temporal en 1361, tras la muerte de su promotora. En esta primera época
fundacional es donde debe situarse la construcción de la iglesia, la residencia
de María de Padilla, y el palacio real.
Durante los reinados de Enrique II y
Juan II se otorgaron algunos privilegios, que mantuvieron su prosperidad
económica. A comienzos de la segunda mitad del siglo XV se emprendió una nueva
fase constructiva, en donde debe situarse el claustro que se encuentra al norte
de la iglesia, y las dependencias anejas, entre las cuáles destaca la sala
capitular, cubierta con un alfarje de madera policromado.
Durante el Antiguo Régimen el convento se mantuvo a flote sin
grandes avatares, aunque en el siglo XVII sufrió una grave crisis, y el número
de religiosas se vio reducido de forma drástica.
En 1835 sus rentas disminuyeron debido
a la desamortización de Mendizábal, pero la comunidad consiguió sobrevivir, e
incluso llegó a acoger a otras comunidades de clarisas en el último tercio del
siglo XIX, y de esta forma ha llegado a nuestros días.
En la actualidad este insigne monumento bajomedieval castellano es
visitable y guiado por las amabilísimas monjas que lo habitan y que ofrecen al
visitante un ameno recorrido por la iglesia y el Palacio de Pedro I con su
museo. También ofrecen en una pequeña tienda innumerables y deliciosos dulces
artesanos elaborados por ellas mismas.
La iglesia
El templo tiene una sola nave, que remata en un ábside poligonal,
reforzado en el exterior con contrafuertes. El cuerpo de la iglesia se cubre
con una armadura de madera policromada, y la cabecera con una sencilla bóveda
de crucería.
En el coro de la iglesia se realizó el panteón de
María de Padilla, cuyo cuerpo fue enterrado allí durante el breve periodo de
tiempo que transcurrió entre su muerte en julio de 1361, hasta que sus restos
fueron trasladados a la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, al año
siguiente, siguiendo el mandato de Pedro I.
Las
dependencias conventuales
En la segunda mitad del siglo XV la familia de los
Tovar-Enríquez patrocinaron la construcción de un claustro al norte de la
iglesia, en torno al cual se situaron diferentes estancias conventuales, y que
se encuentra comunicado con la residencia de María de Padilla. El claustro
original fue demolido en la segunda mitad del siglo XX, debido a su mal estado
de conservación, siendo sustituido por la recreación actual. Del original tan
sólo se ha conservado el alfarje de las pandas norte y este, que se corresponden
con los lienzos de la iglesia, y de la antigua sala capitular.
La residencia de María de Padilla
La residencia de María de Padilla se adosa al lado
occidental del convento, y tiene diferentes estancias articuladas en torno un
patio con dos pisos, conocido como el Patio Castellano. En las estancias que se
abren alrededor del mismo es donde habita en actualidad la comunidad de
clarisas.
El palacio de Pedro I
La fachada de la residencia de Pedro I recuerda a la del
convento de santa Clara de Tordesillas, cuya construcción fue prácticamente
coetánea. Sigue el mismo esquema de puerta adintelada y un cuerpo superior con
una doble ventana con arcos polilobulados. Sin embargo, la fachada de Astudillo
es mucho más ruda. Los arcos están realizados en ladrillo, Y sobre el dintel
hay un arco de descarga de medio punto en lugar de la decoración de Lacería
finamente trabajada que se observa en Tordesillas. También ha desaparecido la
decoración de sebka que hay en la parte superior de la fachada de aquel.
El zaguán se cubre con
un alfarje de siete tramos, profusamente decorado, y en donde pueden verse los
escudos reales. Bajo el mismo hay un friso con yeserías decoradas con motivos
geométricos.
La estancia contigua, de un tamaño mucho mayor,
se cubre con otra armadura de madera, bajo la cual también hay otro friso con
yeserías.
El museo
En las salas
del palacio de Pedro I se localiza el museo, en donde se exponen destacadas
piezas artísticas, que fueron atesoradas por la comunidad de monjas a lo largo
de la historia, o que se han localizado en las diferentes campañas de
restauración y en las excavaciones realizadas en los últimos años.
Entre estas piezas, destaca una colección de
vestimentas litúrgicas, piezas de orfebrería, y numerosas pinturas y
esculturas. Otra de las salas está dedicada a una colección de belenes. Las
estancias del piso superior del palacio albergan fundamentalmente mobiliario de
comienzos del siglo XX.
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