martes, 5 de noviembre de 2019


Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, Huesca



Estimados lectores, para seguir con la misma temática, también está muy interesante la visita a este museo, si podéis ir, adelante.


El Museo Diocesano de Basbastro Monzón alberga una importante colección de obras de arte que, hasta el momento de su creación, se encontraban dispersas en las parroquias de la Diócesis, así cómo fondos procedentes de la Catedral de Barbastro. La génesis de la institución se remonta a los años posteriores a la Guerra Civil, unos tiempos difíciles, en los que las parroquias de los pueblos del Alto Aragón se vieron amenazados por el pillaje y el saqueo.



Puesto que era imposible garantizar su conservación, en este momento se trasladaron a Barbastro algunas de las piezas que en la actualidad conforman las obras maestras del Museo, como la Mitra del Abad del monasterio de San Victorián. La colección continuó creciendo a lo largo de la década de los 50, con el traslado de nuevas obras de arte. En 1966 se incorporaron ornamentos litúrgicos y piezas de orfebrería de Catedral. Por estos años se acondicionó como sede del Museo una sala del Palacio Episcopal, y la parte superior de la Sacristía Mayor, dentro del templo. De esta forma la institución continuó su andadura durante el último cuarto del siglo XX.

A comienzos de la centuria actual la Diócesis, el Ayuntamiento de Barbastro y el Gobierno autonómico, conscientes de la necesidad de actualizar la museografía, y ampliar el espacio expositivo unieron voluntades para acometer un proyecto que basculó en torno a tres grandes ejes: por un lado la reconstrucción de todo el interior del Palacio Episcopal, conservando tan sólo la Capilla del Obispo y las fachadas; por el otro, la actualización de la museografía; y en último lugar, la limpieza y restauración de las piezas. De esta forma, el edificio se convirtió en un continente capaz de custodiar con la dignidad merecida tan importante colección de obras de arte, compartiendo espacio a partes iguales con el Archivo y la Biblioteca de la Diócesis, el Archivo Municipal de Barbastro, y las oficinas del Obispado.
El nuevo Museo fue inaugurado en diciembre del año 2010. Las colecciones se dividen en tres niveles articulados en torno a un patio, a lo largo de los cuáles se propone un recorrido expositivo que muestran al visitante el esplendor que llegó a alcanzar el Alto Aragón oriental desde la Edad Media hasta el Barroco.


En la planta de entrada se sitúa el espacio de recepción de visitantes, la tienda, el salón de actos, y la sala de exposiciones temporales. En el primer piso encontramos la mayor parte de la colección permanente del Museo. En la planta superior se encuentran expuestas las salas dedicadas a la orfebrería. El recorrido que se propone al visitante se divide en una serie de áreas temáticas, que combinan pinturas, esculturas, objetos litúrgicos y tejidos: La expansión del cristianismo; La primera expresión de la imagen sagrada; La devoción popular en la Baja Edad Media; Un taller de pintura gótica; La indumentaria religiosa; La abundancia de imágenes religiosas; La imagen religiosa en el siglo XVI; El esplendor al servicio de la liturgia; Las directrices emanadas de la Iglesia; Las parroquias de la Diócesis; La Iglesia Rural; La Iglesia Colegial; y la Catedral.

Piezas emblemáticas del románico aragonés

Una de las obras más antiguas que custodia el Museo es una tabla que representa a un Calvario, procedente de un frontal de altar de la iglesia de San Vicente Mártir, en Vio, y fechada a comienzos del siglo XII. Su gama cromática y la forma de los cuerpos conectan a esta pieza con los frontales de altar que se estaban realizando por los mismos años en el Valle del Bohí.



De la misma iglesia se conserva una importante colección de pinturas murales entre las cuáles destaca el excepcional Cristo en Majestad del ábside, realizado al temple a finales del siglo XIII, que se expone en la capilla del Ángel Custodio de la Catedral.


Otro ejemplo de pinturas murales, esta vez realizadas al fresco, son las procedentes de la cabecera de iglesia de San Pedro de Villamana (Comarca del Sobrarbe) y que fueron llevadas de la iglesia original al museo en 1947. Están fechadas a comienzos del siglo XIV dentro del estilo gótico lineal con arcaísmos románicos. Representan la escena de la Parusía o Venida de Cristo en Gloria tal y como lo narra el Apocalipsis (Cristo en Majestad y Tetramorfos). En este caso, se han añadido las figuras de San Pablo y San Pedro a los lados.


El Museo alberga también una importante colección de lipsanotecas, datadas entre los siglos XI al XVI. Las lipsanotecas eran pequeños recipientes realizados generalmente en madera destinados a guardar las reliquias de los mártires, y que se depositaban bajo el altar del templo durante la ceremonia de consagración.
Se han conservado también algunos de los tejidos con los que se envolvían las reliquias dentro de las lipsanotecas. Muchos de ellos son de origen hispanomusulmán, como el de Ardanué o el de San Pedro de Colls. El hecho de que estas telas sean de procedencia árabe, y se utilicen para algo tan importante como envolver una reliquia, nos habla del trasvase artístico que se produjo entre ambas culturas.
Otra de las piezas más importantes es la mencionada Mitra del Abad de San Victorián, realizada en lino y seda árabe, que procede del monasterio homónimo. Se trata de una pieza de una extraordinaria calidad artística, realizada en el siglo XII.


Entre las piezas escultóricas debe destacarse un relieve de piedra policromada que incluye un Crismón sujeto por dos ángeles que aplastan leones, realizado en el siglo XIII y procedente de la Catedral, y la importante muestra de vírgenes entronizadas realizadas en madera policromada.



Piezas de la Edad Media musulmana

También se expone una serie no muy numerosa pero sí interesante de piezas de la época de dominación musulmana.


Se conserva un pinjante de bronce, un sencillo capitel musulmán de pencas con botón floral y rosácea de seis pétalos y numerosa vajilla de cerámica elaborada con la técnica de la cuerda seca.



La baja Edad Media en las colecciones del Museo

En el Museo Diocesano de Barbastro Monzón también hay una importante colección de pintura gótica, que permite trazar un recorrido desde la introducción de la estética bajomedieval hasta las nuevas formas hispanoflamencas del siglo XV. Entre las obras expuestas destaca el retablo de San Miguel arcángel del maestro de Vielha, realizado en el siglo XV. La figura del santo tiene unas formas muy estilizadas, características del gótico final. Las baldosas del suelo evidencian que el pintor no era ajeno a las nuevas propuestas estéticas y al conocimiento de la representación de la perspectiva.
También hay que señalar las tablas del taller del pintor hispanoflamenco Pedro García de Benabarre, que representan a San Miguel arcángel y a San Gregorio Magno, realizadas en la segunda mitad del siglo XV.



Se debe llamar la atención sobre las numerosas piezas de imaginería, todas ellas salidas seguramente de un mismo talle. Entre estas destacan las tallas en madera policromada de la Virgen, San Miguel, Santa Bárbara, procedentes de la iglesia de Troncedo.


Las colecciones artísticas bajomedievales se completan con tejidos como la casulla mudéjar realizada en el siglo XIV, así como piezas de orfebrería.
















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