Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, Huesca
Estimados lectores, para seguir con la misma
temática, también está muy interesante la visita a este museo, si podéis ir,
adelante.
El Museo Diocesano de Basbastro Monzón alberga una
importante colección de obras de arte que, hasta el momento de su creación, se
encontraban dispersas en las parroquias de la Diócesis, así cómo fondos
procedentes de la Catedral de Barbastro. La génesis de la institución se
remonta a los años posteriores a la Guerra Civil, unos tiempos difíciles, en
los que las parroquias de los pueblos del Alto Aragón se vieron amenazados por
el pillaje y el saqueo.
Puesto que era imposible garantizar su
conservación, en este momento se trasladaron a Barbastro algunas de las piezas
que en la actualidad conforman las obras maestras del Museo, como la Mitra del
Abad del monasterio de San Victorián. La colección continuó creciendo a lo
largo de la década de los 50, con el traslado de nuevas obras de arte. En 1966
se incorporaron ornamentos litúrgicos y piezas de orfebrería de Catedral. Por
estos años se acondicionó como sede del Museo una sala del Palacio Episcopal, y
la parte superior de la Sacristía Mayor, dentro del templo. De esta forma la
institución continuó su andadura durante el último cuarto del siglo XX.
A comienzos de la centuria actual la Diócesis, el
Ayuntamiento de Barbastro y el Gobierno autonómico, conscientes de la necesidad
de actualizar la museografía, y ampliar el espacio expositivo unieron
voluntades para acometer un proyecto que basculó en torno a tres grandes ejes:
por un lado la reconstrucción de todo el interior del Palacio Episcopal,
conservando tan sólo la Capilla del Obispo y las fachadas; por el otro, la
actualización de la museografía; y en último lugar, la limpieza y restauración
de las piezas. De esta forma, el edificio se convirtió en un continente capaz
de custodiar con la dignidad merecida tan importante colección de obras de
arte, compartiendo espacio a partes iguales con el Archivo y la Biblioteca de
la Diócesis, el Archivo Municipal de Barbastro, y las oficinas del Obispado.
El nuevo Museo fue inaugurado en diciembre del
año 2010. Las colecciones se dividen en tres niveles articulados en torno a un
patio, a lo largo de los cuáles se propone un recorrido expositivo que muestran
al visitante el esplendor que llegó a alcanzar el Alto Aragón oriental desde la
Edad Media hasta el Barroco.
En la planta de entrada se sitúa el espacio de
recepción de visitantes, la tienda, el salón de actos, y la sala de exposiciones
temporales. En el primer piso encontramos la mayor parte de la colección
permanente del Museo. En la planta superior se encuentran expuestas las salas
dedicadas a la orfebrería. El recorrido que se propone al visitante se divide
en una serie de áreas temáticas, que combinan pinturas, esculturas, objetos
litúrgicos y tejidos: La expansión del cristianismo; La primera expresión de la
imagen sagrada; La devoción popular en la Baja Edad Media; Un taller de pintura
gótica; La indumentaria religiosa; La abundancia de imágenes religiosas; La
imagen religiosa en el siglo XVI; El esplendor al servicio de la liturgia; Las
directrices emanadas de la Iglesia; Las parroquias de la Diócesis; La Iglesia
Rural; La Iglesia Colegial; y la Catedral.
Piezas emblemáticas del románico aragonés
Una de las obras más antiguas que
custodia el Museo es una tabla que representa a un Calvario, procedente de un
frontal de altar de la iglesia de San Vicente Mártir, en Vio, y fechada a
comienzos del siglo XII. Su gama cromática y la forma de los cuerpos conectan a
esta pieza con los frontales de altar que se estaban realizando por los mismos
años en el Valle del Bohí.
De la misma iglesia se conserva una importante
colección de pinturas murales entre las cuáles destaca el excepcional Cristo en
Majestad del ábside, realizado al temple a finales del siglo XIII, que se
expone en la capilla del Ángel Custodio de la Catedral.
Otro ejemplo de pinturas murales, esta vez
realizadas al fresco, son las procedentes de la cabecera de iglesia de San
Pedro de Villamana (Comarca del Sobrarbe) y que fueron llevadas de la iglesia
original al museo en 1947. Están fechadas a comienzos del siglo XIV dentro del
estilo gótico lineal con arcaísmos románicos. Representan la escena de la
Parusía o Venida de Cristo en Gloria tal y como lo narra el Apocalipsis (Cristo
en Majestad y Tetramorfos). En este caso, se han añadido las figuras de San
Pablo y San Pedro a los lados.
El Museo alberga también una importante colección
de lipsanotecas, datadas entre los siglos XI al XVI. Las lipsanotecas eran
pequeños recipientes realizados generalmente en madera destinados a guardar las
reliquias de los mártires, y que se depositaban bajo el altar del templo
durante la ceremonia de consagración.
Se han
conservado también algunos de los tejidos con los que se envolvían las
reliquias dentro de las lipsanotecas. Muchos de ellos son de origen
hispanomusulmán, como el de Ardanué o el de San Pedro de Colls. El hecho de que
estas telas sean de procedencia árabe, y se utilicen para algo tan importante
como envolver una reliquia, nos habla del trasvase artístico que se produjo
entre ambas culturas.
Otra de las
piezas más importantes es la mencionada Mitra del Abad de San Victorián,
realizada en lino y seda árabe, que procede del monasterio homónimo. Se trata
de una pieza de una extraordinaria calidad artística, realizada en el siglo
XII.
Entre las piezas escultóricas debe destacarse un
relieve de piedra policromada que incluye un Crismón sujeto por dos ángeles que
aplastan leones, realizado en el siglo XIII y procedente de la Catedral, y la
importante muestra de vírgenes entronizadas realizadas en madera policromada.
Piezas de la Edad Media musulmana
También se expone una serie no muy numerosa pero sí interesante de
piezas de la época de dominación musulmana.
Se conserva un pinjante de bronce, un sencillo
capitel musulmán de pencas con botón floral y rosácea de seis pétalos y
numerosa vajilla de cerámica elaborada con la técnica de la cuerda seca.
La baja Edad Media en las colecciones del Museo
En el Museo
Diocesano de Barbastro Monzón también hay una importante colección de
pintura gótica, que permite trazar un recorrido desde la introducción de la
estética bajomedieval hasta las nuevas formas hispanoflamencas del siglo XV.
Entre las obras expuestas destaca el retablo de San Miguel arcángel del maestro
de Vielha, realizado en el siglo XV. La figura del santo tiene unas formas muy
estilizadas, características del gótico final. Las baldosas del suelo
evidencian que el pintor no era ajeno a las nuevas propuestas estéticas y al
conocimiento de la representación de la perspectiva.
También hay
que señalar las tablas del taller del pintor hispanoflamenco Pedro García de
Benabarre, que representan a San Miguel arcángel y a San Gregorio Magno,
realizadas en la segunda mitad del siglo XV.
Se debe llamar la atención sobre
las numerosas piezas de imaginería, todas ellas salidas seguramente de un mismo
talle. Entre estas destacan las tallas en madera policromada de la Virgen, San
Miguel, Santa Bárbara, procedentes de la iglesia de Troncedo.
Las colecciones artísticas
bajomedievales se completan con tejidos como la casulla mudéjar realizada en el
siglo XIV, así como piezas de orfebrería.
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