Gracias y desgracias del ojo del culo
Dirigidas a doña
Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas
Escribiolas Juan Lamas, el del camisón cagado
[Opúsculo - Texto completo.]
Francisco
de Quevedo
Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué
le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos
lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento,
léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio,
límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda. etc.
No se espantarán de que el culo sea tan desgraciado los
que supieren que todas las cosas aventajadas en nobleza y virtud, corren esta
fortuna de ser despreciadas della, y él en particular por tener más imperio y
veneración que los demás miembros del cuerpo; mirado bien es el más perfecto y
bien colocado dél, y más favorecido de la Naturaleza, pues su forma es
circular, como la esfera, y dividido en un diámetro o zodíaco como ella. Su
sitio es en medio como el del sol; su tacto es blando; tiene un solo ojo, por
lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe
ser alabado pues, se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían
de los dioses del ver. El no tener más de un ojo es falta de amor poderoso,
fuera de que el ojo del culo por su mucha gravedad y autoridad no consiente
niña; y bien mirado es más de ver que los ojos de la cara, que aunque no es tan
claro tiene más hechura. Si no, miren los de la cara, sin una labor; tan llanos
que no tienen primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y de
molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún
matalote, o barba de letrado o médico. Y así, como cosa tan necesaria, preciosa
y hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado
entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos
dominguillos, envainado en unos gregüescos, abahado en una capa, y por eso se
dijo: «Bésame donde no me da el sol». Y no los de la cara, que no hay paja que
no los haga caballeriza, ni polvo que no los enturbie, ni relámpago que no los
ciegue, ni palo que no los tape, ni caída que no los atormente, ni mal ni
tristeza que no los enternezca. Lléguense al reverendo ojo del culo, que se
deja tratar y manosear tan familiarmente de toda basura y elemento ni más ni
menos; demás de que hablaremos que es más necesario el ojo del culo solo que
los de la cara; por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin ojo del
culo ni pasar ni vivir.
Lo otro sábese que ha habido muchos filósofos y
anacoretas que, para vivir en castidad, se sacaban los ojos de la cara, porque
comúnmente ellos y los buenos cristianos los llaman ventanas del alma, por
donde ella bebe el veneno de los vicios. Por ellos hay enamorados, incestos,
estupros, muertes, adulterios, iras y robos. Pero ¿cuándo por el pacífico y
virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo,
por él, ningún cristiano no aprendió oraciones, anduvo con sinfonías, se arrimó
a báculo ni siguió a otro, como se ve cada día por falta de los de la cara que
expuestos a toda ventisca e inclemencia, de leer, de fornicar, de una purga, de
una sangría, le dejan a un cristiano a buenas noches? Pruébenle al ojo del culo
que ha muerto muchachos, caballos, perros, etcétera; que ha marchitado hierbas
y flores, como lo hacen los de la cara, mirando lo ponzoñosos que son: por lo
que dicen que hay mal de ojo. ¿Cuándo se habrá visto que por ser testigo de
vista hayan ahorcado a nadie por él, como por los de la cara, que con decir que
lo vieron forman sus calumnias los escribanos? Fuera de que el ojo del culo es
uno y tan absoluto su poder, que puede más que los de la cara juntos. ¿Cuándo
se ha visto que en las irregularidades se metan con el ojo del culo?
Lo otro, su vecindad, es sin comparación mejor, pues anda
siempre, en hombres y mujeres, vecino de los miembros genitales y así se prueba
que es bueno, según aquel refrán: Dime
con quien andas, te diré quien eres. Él se acredita mejor con la vecindad y
compañía que tiene que no los ojos de la cara, pues éstos son vecinos de los
piojos y caspa de la cabeza y de la cera de los oídos, cosa que dice claro la
ventaja que les hace el serenísimo ojo del culo. Y si queremos subtilizar más
esta consideración, veremos que en los ojos de la cara suele haber por mil leves
accidentes, telillas, cataratas, nubes y otros muchos males; mas en el del culo
nunca hubo nubes, que siempre está raso y sereno; que, cuando mucho, suele
atronar, y eso es cosa de risa y pasatiempo. Pues decir que no es miembro que
da gusto a las gentes, pregúnteselo a uno que con gana desbucha, que él dirá lo
que el común proverbio, que, para encarecer que quería a uno sobremanera, dijo:
«Más te quiero que a una buena gana de cagar». Y el otro portugués, que
adelantó más esta materia, dijo: «Que no había en el mundo gusto como el cagar
si tuviera besos». Pues ¿qué diremos si probamos este punto con un texto del
filósofo que dijo:
No hay contento en
esta vida
que se pueda comparar
al contento que es cagar.
Otro dijo lo descansado que quedaba el cuerpo después de
haber cagado.
No hay gusto más
descansado
que después de haber cagado.
Los nombres que tiene juzgarán que no tiene misterio.
¡Bueno es eso! Dícese trasero, porque lleva como sirvientes a todos los
miembros del cuerpo delante de sí, y tiene sobre ellos particular señorío.
Culo, voz tan bien compuesta, que lleva tras sí la boca del que le nombra. Y ha
habido quien le ha puesto nombre gravísimo y latino, llamándole antífonas o
nalgas, por ser dos; otros, más propiamente, le llaman asentaderas, algunos,
trancailo, y no he podido ajustar por muchos libros que he revuelto para sacar
la etimología; lo más que he hallado es que se ha de decir tancahigo, por lo
arrugado y pasado que siempre está.
Con más facilidad topé por qué se decía al lindo ojo del
culo «manojo de llaves»: por lo redondo del cabo y muchas molduras que hacen
aquel mismo repulgo, y viene bien con los que llaman cofre al culo, que es
darle cerradura; y en los animales vemos que la Naturaleza les cubre el culo
con la cola o rabo, para que como parte más necesaria y secreta, estuviera
acompañado, tapado y abrigado, y con mosqueador para de verano, y en las aves
lo mismo. Si miramos su ocupación, es hacer lo que ninguno nunca hizo ni pudo:
pues en este mundo todos hemos menester a otros para ser proveídos: el alguacil
al corregidor, el corregidor al oidor, el oidor al presidente, el presidente al
rey. Pero el culo se provee a sí mismo y aun en el presidente, servidor por
otro nombre (que así llaman al bacín), cosa equívoca a los derretidos de las
damas.
El culo no tiene cosa común, ni aunque me pruebes que
hace cámaras, a imitación de otros muchos, pues lo que él hace son mojones, que
son fin de términos, para dar a entender que en llegando al culo no has de
pasar adelante.
Háceme fuerza que en las almonedas dicen: «¿Hay quién
puje?»; que ni sé si convidan a cagar (propiamente entonces, pujar) o si a
comprar; con que es cierto que tiene grandes preeminencias, cuando se valen de
sus voces para otras cosas. Hasta los excrementos o mierda (pasa adelante,
porque no te empalagues con tan dulce plato) son de provecho, pues según
defienden los doctores galenistas y boticarios droguistas, son buenos para
desligar Cárdeno y Alberto los del lagarto para los ojos; los de bestias, que
llaman estiércol, es con lo que se fertilizan los campos, y a quien debemos los
frutos; la del gato de Algalia, no hay que probar ni examinar cuánto es su
valor y estimación; la mierda del buey, o boñiga, para inmensos remedios es
provechosa. Esto probado y asentado, ¿habrá curioso alguno que diga que los
ojos de la cara tienen alguna virtud? Luego el ojo del culo, él por sí solo, es
mejor y de más provecho que los ojos de la cara.
Lo que dicen del culo (los que tiene ojeriza con él) es
que pee y caga, cosa que no hacen los ojos de la cara; y no advierten lo
cuitados que más y peor cagan los ojos de la cara y peen que no el del culo,
pues en ellos no hay sumo que no lo caguen en cantidad de legañas, ni pesadilla
o susto que no meen con abundancia de lágrimas, y esto sin ser de provecho,
como lo que echa el culo, como ya queda probado.
Lo del pedo es verdad que no lo sueltan los ojos; pero se
ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que
indigno de ella. Y, para prueba desta verdad, digo que de suyo es cosa alegre,
pues donde quiera que se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa,
poniendo los inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y
mirándose unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para la
salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los doctores que no les
detengan, y por esto Claudio César, emperador romano, promulgó un edicto
mandando a todos, pena de la vida, que (aunque estuviesen comiendo con él) no
detuviesen el pedo, conociendo lo importante que era para la salud. Otros
dijeron que lo había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del
culo.
Pues decir que no es bullicioso un pedo, ¡bueno es eso!
¿Hay otra cosa de más gusto que ver en un concurso grande, si se suelta uno, el
rumor que mete y qué agudos acuden todos a taparse las narices, como está
dicho, y otros que más lo huelen, haciendo la disimulada toman tabaco?
Y es probable que llega a tanto el valor de un pedo, que
es prueba de amor; pues hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por
acertado el amancebamiento; también declara amistad, pues los señores no cagan
ni se peen, sino delante de los de casa y amigos. Y un portugués preguntando
cuál era la parte principal del cuerpo dijo que el culo, que se asentaba primero
que nadie y aunque fuese delante del rey.
Los nombres del pedo son varios: cuál le llama «soltó un
preso», haciendo al culo alcaide; otros dicen: «fuésele una pluma», como si el
culo estuviera pelando perdices; otros dicen: «tómate ese tostón», como si el culo
fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: «cuesco», derivado de la enigma; y
otros han dicho: «Entre peña y peña el alba, río que suena». De aquí se levantó
aquel refrán que dice: «Entre dos peñas feroces, un fraile daba voces». Y
finalmente, dijo el otro: «El señor don Argamasilla cuando sale chilla».
Baste ya de probanzas de la nobleza del señor don Pedo y
pase por ahora plaza de don caballero que porque no digan me revuelco demasiado
no le acoto con otros muchos lugares y autoridades.
Dejo de tratar de los pedos degollados, si bien con esto
conocerán de su hidalguía y caballería y grandeza que tiene el culo en este
caso. Pues su fortaleza ¿quién la encarecerá?, si es tanta, que de sólo
limpiarse con un paño delgado se deja de modo por las dos partes, que es más
difícil de tomar que la inclusa.
Y, volviendo a los demás sentidos, digo que lo que se
queda en el pañuelo de la boca es gargajo, y lo de las narices moco, y lo de
los ojos legañas, y lo de los oídos cera; pero lo que queda del culo en la
camisa es palomino, nombre de ave muy regalada. Fuera de que los ojos no tienen
cosa señalada con que limpiarse; que a veces piden el pañuelo prestado a las
narices y a la boca, y otras se limpian con las manos, y al mismo tenor los
otros sentidos. Mas volviendo al culo, ¡qué de firmas de grandes señores ha
iluminado! ¡Qué papeles de los más íntimos amigos no ha visto! ¡Qué de libros
de los hombres más doctos ha gastado! ¡Qué de billetes de damas ha firmado!
¡Qué de procesos importantes ha manchado! y ¡qué de camisas de Cambray y
Holanda ha teñido! Y al fin le han servido de limpiadera las mejores y más
hermosas manos del mundo, según aquél: la mano de marfil es muy forzoso que al
culo de su dueño haya llegado. Y lo merece todo, porque también, sin ser abeja,
hace cera o cerote (que así dicen de los medrosos). Hasta las melecinas deben
su ganancia al ojo, que aunque no ve, algunos dijeron que veía Fulano la luz
por el ojo del culo de Zutano. Y en verdad que no es vista de invidiar.
De si tienen alguna gracia o no los culos sería largo de
contar, baste decir que culos que se conocen, en la calle se saludan. Marcial
dice que son saludadores compressis
narebus Jovem salutat, que en español quiere decir: represando las nalgas
saluda a Júpiter, tratando de uno que se peió y por eso algunos le dan tanta
antigüedad que dicen: ¿Qué tiene que ver el culo con el pulso? Como si dijeran
de una cosa que no da cuidado ninguno y muy con verdad comparándola a otra que
de cada accidente se desconcierta.
Y si nos dilatamos en esta materia será proceder
infinito, sólo digo que en cuanto he hablado y ponderado del culo aunque me
queda el rabo por desollar, que sus gracias son muchas y muy dignas de
ponderación, como no son menores sus desgracias siguientes:
Desgracias del ojo del culo
PRIMERA DESGRACIA
Enseña un ayo mugriento la lición a un descuidado niño.
Encomiéndasela a la memoria y como potencia vil pásasele y jugando, olvida y en
pena de lo que pecó la memoria abre el culo a azotes.
SEGUNDA
Va un estudiante un madrugón a una viña, vendimia la
mitad de ella, lleva un lagar en el estómago, topa con una fuente y porque se
lo pide el gusto bebe hasta hartarse; pícase la sed y deshácese en cámaras y
págalo el ojo del culo.
TERCERA
El otro mesurado o engullidor miserable, por comer de
balde llenó tanto el estómago que se ahitó movido del apetito y págalo el culo
a puro jeringazos.
CUARTA
Tiene un mal curado enfermo modorra y porque el humor se
le ha apoderado de los sentidos y los descuidos que tuvo el poco prevenido
médico, lo paga el culo a puro sanguijuelas que lo sajan vivo.
QUINTA
Sábese, según doctrina de muchos filósofos, que el
regüeldo es pedo malogrado y que hay algunos tan desdichados que no se les
permite llegar al culo, así lo enseña Angulo que no ha acabado de salir por la
boca cuando le dicen todos: «¡Vaya a una pocilga!», y cuando sale por el ojo
del culo todo es aplaudido y cuando más le dicen cuerno, como otro tenía
costumbre de decir cuando uno se peía «¡cuerno!, por ahí comas carne, y por la
boca mierda, y papá te vea la madre que te parió porque te vea más medrado; en
las sopas te lo halles como garbanzo, con esa música te entierren, sabañones y
mal de gamones, coz de mula gallega, por donde salió el pedo meta el diablo el
dedo, la víbora el pico, el puerco el hocico, el toro el cuerno, el león la
mano, el cimborrio del Escorial y la punta de mi caracol te metan amén».
SEXTA
Da el otro extranjero en caballerear, bizarrear y servir
a damas y traer mucha bambolla y fausto, falta a los negocios y pierde el crédito
y lo que pecaron los miembros genitales lo paga el inocente culo. Pues al punto
dicen: «Fulano ya dió de culo».
SÉPTIMA
Va el otro narciso, pisaverde a pie por la calle en
tiempo de todos y por más cuidado que pone en las chinas o piedras que están
descubiertas para asegurar los pies y andar de guija en guija, resbálase el pie
y hace pedazos el pobre culo y de más a más se hace una plasta de todo lo que
le coge de pies a cabeza.
OCTAVA
Da el otro pobre a la media noche en tiempo de invierno
una correncia o evacuación de tripas y porque con la priesa que tiene no se
acuerda bien hacia donde quedó el brasero o barreño de la lumbre tropieza con
él y hace pedazos las piernas y el culo, cobrando con esta desgracia enfermedad
para muchos días.
NONA
Tan desgraciado es el culo que hasta los animales les
muerde el lobo por él y en las monas se ve que porque quieren descansar y
sentarse a menudo se llenan el culo de callos y por eso han dado en decir:
«Fulano tiene más callos que culo de mona».
DÉCIMA
Viene el otro picarón a sentir el calor del verano y
porque yéndose a rascar la comezón de una ladilla frisona le estorbó el matarla
una horrenda población de pendejos que topa hacia el culo, determina de
matarlas con unas tijeras y teniendo las manos torpes y no ver lo que hace ni
poder sufrir más el ser puerco abre a tijeretazos el pobre culo.
UNDÉCIMA
Viene la otra pobre casada o doncella a descubrir más de
lo que fuera menester su natural inclinación de ser puta, tiene celos de ello
el galán y causa cuidado al marido y por dar a entender que conocen la
fragilidad y imperfección del sujeto, dicen: «de res que se mea el rabo, no hay
que fiar».
DUODÉCIMA
Dale al otro una apretura en la calle o cógele en la
comedia, sale con priesa a buscar dónde desbuchar, y porque no llegó tan presto
a las necesarias o le embarazó algún nudo ciego, emplástase o embadúrnase de
mierda el pobre culo.
DECIMATERCIA
Viene el otro estudiante o platicante de medicina y al ir
a ordenar un medicamento a la cocina topa a la criada que se había hecho del
ojo, y ella por darle gusto y apagar el fomex de la concupiscencia y
titilaciones venéreas, empieza sus cernidillos y bamboleos, diviértese con el
gusto y acribilla a golpes el pobre culo de escalón en escalón.
DECIMACUARTA
Vienen las Carnestolendas, alégranse las gentes en
diferentes festines y por no más de antojo de muchachos o pasatiempo de hombres
ociosos pagan los culos de los perros atándoles a la cola mazas diferentes.
DECIMAQUINTA
Vese el otro pobre condenado toreador de a pie embestido
del toro, vuélvese para huir, túrbase o no salen los pies con presteza y por no
salir ellos presto desgárrale el toro al pobre culo.
DECIMASEXTA
Va una vieja a echar una ayuda a un enfermo, ve poco, no
la ha templado bien, encájasela dos dedos del culo, y dale entre las nalgas con
ella, escáldale el culo que paga el pobre el descuido de la vieja borracha.
ÚLTIMA DESGRACIA
Finalmente, tan desgraciado es el culo que siendo así que
todos los miembros del cuerpo se han holgado y huelgan muchas veces, los ojos
de la cara gozando de lo hermoso, las narices de los buenos olores, la boca de
lo bien sazonado y besando lo que ama, la lengua retozando entre los dientes,
deleitándose con el reír, conversar y con ser pródiga y una vez que quiso
holgar el pobre culo le quemaron.
FIN
Nota: Edición digital a partir de Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas
a Doña Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas, 1628? y
cotejada con la edición de Alicante, Alcodre S.L., 1991.
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