El Imperio Franco
EL APOGEO DE CARLOMAGNO
Al
inicio del siglo IX Carlomagno estaba en la cúspide de su poder. Su dominio
sobre el reino franco estaba bien consolidado, por lo que el emperador se
preocupó fundamentalmente de fortalecer las fronteras. Los territorios
fronterizos más conflictivos recibieron el nombre de marcas, palabra
germánica que significa precisamente "frontera", la misma de la que
procede el nombre del reino anglo de Mercia, que fue en su día una
"marca" de Northumbria. Al oeste estaba la marca de Bretaña, donde
los bretones eran obligados a aceptar más o menos la autoridad franca. Al
noreste estaba la marca danesa, que limitaba con el territorio
de los daneses. El rey Godofredo había iniciado la construcción de una línea de
fortificaciones conocida como Dannewirke para detener el
avance de Carlomagno. Con el tiempo, el nombre de "marca danesa",
o Dannmark, pasó a aplicarse a la propia península, de donde
le viene el nombre actual de Dinamarca. Al sureste estaba
la marca del este, la ostmark. Para proteger
la parte meridional del Imperio, Carlomagno decidió fortalecer las minúsculas
posesiones francas al sur de los Pirineos. Aprovechando la crisis por la que
pasaba el emirato de Al-Ándalus, en 801 su
hijo Luis, el rey de Aquitania, tomó la ciudad de Barcelona y ocupó una
estrecha franja de terreno al sur de los Pirineos desde el Mediterráneo hasta
la parte más oriental de los territorios vascos. Esta parte era conocida
como Navarra, mientras que el resto se convirtió en la marca
hispánica, que fue dividida en pequeños condados: Aragón (con
capital en Jaca), Sobrarbe (con capital en Ainsa), Ribagorza,
Pallars (con capital en Tremp) Urgel (con
capital en La Seo), Cerdaña (con capital en Prada),
Rosellón (con capital en Perpiñán), Ampurias, Ausona (con
capital en Vic), Gerona y Barcelona. Algunos de ellos estuvieron
gobernados por nativos, como el de Aragón, mientras que otros dependían de
nobles francos, como Sobrarbe, Ribagorza y Pallars, que dependían del conde
Guillermo de Tolosa, o Urgel y Ausona, que dependían del conde Borrell. El
primer conde de Ampurias fue Ermenguer, y se le encargó la
defensa de las costas. Aunque Gerona ya llevaba un tiempo bajo protección
franca, Luis puso como conde a Rostán. Por último, como conde
de Barcelona fue elegido Bera, un noble de Septimania.
El Imperio Japonés dominaba la mayor parte de la isla de Japón, pero en
la parte norte quedaban todavía pueblos bárbaros que efectuaban las típicas
incursiones. El general Sakanue no
Tamuramaro fue
nombrado shogun, que significa algo así como "jefe
militar contra los bárbaros" y procedió a arrinconar a los bárbaros en la
región más extrema de la isla.
En
México, los mixtecas de las montañas empezaron a enfrentarse a los zapotecas
que habitaban en los valles. Su cultura había avanzado notablemente. Eran
excelentes orfebres: trabajaban en plata, oro, cobre y algunas aleaciones.
La
cultura maya inició un rápido proceso de decadencia del que no se conocen las
causas. Se especula con un posible agotamiento de las tierras, o bien la
aparición de la malaria, o bien desórdenes sociales en contra de la clase
sacerdotal, o tal vez el declive se produjera a causa de influencias externas.
Unos
años antes, Offa había impuesto como rey de Wessex a Beorhtric, para
lo cual había tenido que expulsar a otro miembro de la casa real llamado Egberto. Éste
había buscado refugio entre los francos y había servido a Carlomagno en su
corte durante los tres últimos años. Pero Beorhtric murió en 802 y Egberto volvió rápidamente a su patria donde, como único
miembro de la casa real, fue proclamado rey. La muerte de Beorhtric también
permitió al Papa León III deshacer lo que unos años antes se había visto
obligado a hacer: el arzobispado de Lichfield, en Mercia, fue abolido y
Canterbury volvió a ser la cabeza de la Iglesia en Inglaterra.
En
Asia, Jayavarman II se convirtió en rey del Chen-la de las
aguas, se anexionó la otra mitad del reino e instaló su capital en Mahendraparvata. Instauró
el culto a Devarajá, el dios-rey, amo y creador del país.
Mientras
tanto, el emir de Al-Ándalus Al-Hakam I no acababa de dominar su territorio.
Después de haber resuelto la rebelión de sus tíos, en Zaragoza se le
rebeló Musá ibn Fortún, que pertenecía a una influyente
familia de muladíes conocida como los banú Qasí. Este nombre
viene de Cassius, un conde visigodo del valle del Ebro que se
convirtió al islam tras la conquista musulmana para conservar sus tierras (banú
Qasí significa "hijos de Cassius"). Musá ibn Fortún era su nieto y
había ayudado a Hisam I en las luchas que se produjeron tras la muerte de Abd
al-Rahmán I. Estaba casado con la viuda de Íñigo Jiménez, un
caudillo vasco, y su hermano, Mutarrif ibn Musá, había sido
gobernador de Pamplona, la ciudad más importante de Navarra,
donde murió dos años antes de que la tomaran los francos. El gobernador
de Huesca, llamado Amrús ibn Yúsuf, logró, no
sin gran trabajo, someter a Musá, que murió ese mismo año.
El rey
Alfonso II de Asturias fue derrocado por unos conspiradores y encerrado en un
monasterio, pero poco después sus partidarios lograron devolverle la corona.
La
emperatriz Irene planeó reconstruir la unidad de Imperio mediante una boda con
Carlomagno. Se iniciaron negociaciones con el emperador franco, pero los
militares, desde siempre opuestos a Irene, consideraron que la reacción
adecuada ante la usurpación del título imperial por parte del monarca franco no
era una boda sino una guerra. Por ello las negociaciones se interrumpieron
cuando una conspiración de generales bien organizada secuestró a Irene y la
recluyó en un convento en la isla de Lesbos (donde murió al año siguiente), al
tiempo que era nombrado emperador el que había sido su tesorero, Nicéforo
I. Inicialmente tuvo que complacer a los generales que le habían
puesto en el trono y declarar la guerra a Carlomagno, pero se las arregló para
terminar la guerra cuanto antes. No le fue difícil, pues Carlomagno tampoco
estaba interesado en la guerra. En 803 ambas
partes firmaron una paz en la que Carlomagno reconocía el dominio bizantino
sobre el sur de Italia y la costa de Iliria, así como sobre la ciudad de
Venecia, que estaba totalmente rodeada por territorio franco, pero cuyos
habitantes habían preferido mantenerse fieles a Constantinopla. Por su parte,
Nicéforo I no reconocía el título imperial de Carlomagno. En resumen,
Carlomagno aceptó que Constantinopla se quedara con lo que ya era suyo, pero el
acuerdo satisfizo a los bizantinos y la guerra terminó. Así Nicéforo pudo
dedicarse a restablecer las finanzas del Estado, descuidadas por Irene mientras
se ocupaba de cuestiones religiosas. Ello supuso aumentar los impuestos,
especialmente a la iglesia, lo que le valió la enemistad de los monjes.
Nicéforo I también fortaleció el ejército decretando el alistamiento
obligatorio de los campesinos pobres.
Sin
embargo, Carlomagno estableció una alianza con el califa Harún al-Rashid. Era
natural, pues tenían los mismos enemigos: el Imperio Bizantino por una parte y
el Emirato Omeya por la otra. El Imperio Franco y el Califato Abasí estaban
demasiado alejados para una cooperación efectiva, pero la mera existencia de
esta alianza era motivo suficiente para inquietar a Constantinopla.
Los
Barmakíes cayeron en desgracia en la corte de Bagdad. Yafar, el
hijo del primer ministro Yahyá y hasta entonces amigo íntimo del califa, fue
ejecutado inmediatamente, y otros miembros de la familia fueron llevados a
prisión. Pese a ello, la influencia persa se mantuvo presente en el califato
Abasí.
En 804 se sometieron a Carlomagno los últimos ávaros rebeldes. A
partir de este momento los ávaros desaparecieron de la historia, diluyéndose
rápidamente entre la población eslava que antaño habían oprimido. El conde
Guillermo de Tolosa se retiró a una abadía benedictina. Ese año murió Alcuino
de York.
En 805 Nicéforo I obtuvo una victoria importante frente a los
eslavos, tras la cual inició una política de colonización que le permitió
restaurar el dominio bizantino en los Balcanes. Entonces se consideró preparado
para enfrentarse a los musulmanes y envió una carta a Harún al-Rashid
notificándole que iba a dejar de pagar el tributo anual. La respuesta del
califa es un modelo de diplomacia. El texto completo decía:
En nombre del Dios misericordioso, Harún
al-Rashid, jefe de los fieles, a Nicéforo, perro romano. He recibido tu carta,
hijo de infiel, y no escucharás mi réplica, sino que la verás.
El califa organizó rápidamente una invasión de Asia Menor, hizo
retroceder a los ejércitos bizantinos y Nicéforo I tuvo que firmar una paz
humillante que, entre otras cosas, le obligaba a seguir pagando el tributo.
Por
esta época volvieron de China dos monjes budistas japoneses, Saicho y Kukai, quienes,
además de introducir nuevas doctrinas budistas y nuevas formas artísticas,
crearon una escritura silábica para transcribir las desinencias puramente
japonesas. Además fomentaron la enseñanza de la escritura a las mujeres, que
hasta entonces no tenían acceso a la cultura china. Se crearon academias.
En la
india murió el rey Vatsraja, que fue sucedido por Nagabhatta II.
En 806 Carlomagno proyectó para después de su muerte un reparto de
su reino entre sus tres hijos, Carlos, Luis y Pipino. La
cuestión de quién heredaría el título imperial no pareció preocuparle.
Simplemente, no habría emperador.
Los
muladíes de Toledo se rebelaron contra el emir Al-Hakam bajo el liderazgo
de Ubayd Allah ibn Jámir y el poeta Girbib ibn Abd
Allah, que reivindicaban que los muladíes recibieran el mismo trato
que los musulmanes puros. Al-Hakam encargó a Amrús ibn Yúsuf que hiciera lo
posible para tranquilizarlos. En 807 Amrús
decidió invitar a los principales conversos a un "banquete de
conciliación" en su palacio. A medida que los invitados iban llegando,
eran degollados y arrojados a un foso. Por ello el día fue recordado como
la Jornada del foso. Según autores, las víctimas varían entre
700 y 5.000.
En 808 los búlgaros eligieron un jefe poderoso llamado Krum. Nicéforo
I llevó dos exitosas campañas contra ellos en las que tomó su capital, pero la
capital de un pueblo tribal no es especialmente importante, y los búlgaros
siguieron combatiendo.
Una
disputa en torno a Venecia hizo que se reabriera la guerra entre los francos y
los bizantinos. Carlomagno la dejó en manos de su hijo Pipino, que en 809 se apoderó de Venecia y de las islas que dominaba.
Ese
año murió el conde de Aragón y fue sucedido por el primero cuyo nombre
conocemos: Aznar Galindo I.
También
murió el califa Harún al Rashid y estalló una larga guerra civil entre sus
hijos al-Amín y al-Mamún, lo que alivió la
presión sobre el Imperio Bizantino, que pudo concentrarse contra los búlgaros.
Nicéforo
I exilió nuevamente a Teodoro Estudita. En 810 aceptó
un tratado de paz en el que reconocía la soberanía franca sobre lo que había
sido el exarcado de Ravena a condición de que los francos le devolvieran
Venecia. De todos modos, Venecia pasó a ser a lo sumo un protectorado bizantino
cuyos nexos de unión fueron más económicos y culturales que políticos, pues por
esta época Venecia era una potencia independiente. Este mismo año fue
nombrado dux Agnello Partecipazio, quien construyó
las primeras edificaciones en el emplazamiento actual de la ciudad. Era un
terreno pantanoso, de modo que las casas (de madera) se construyeron sobre
pilares, también de madera, clavados en el barro y la arena. Sin embargo,
el Palacio Ducal y las primeras iglesias se construyeron sobre
pilares de piedra.
En
China el poeta Bo Juyi publicaba su obra más importante,
los xin yuefu. Era una reacción contra la poesía erudita, tan
sofisticada que no podía entenderse al oírla, sino que era necesario leerla. Bo
Juyi era la encarnación del ideal confuciano de funcionario culto cuya obra
pretende prestar un servicio. Así, cantó los amores del emperador (Canto
del amor eterno) igual que describió escenas cotidianas, como el
placer de beber una taza de té.
En la
India murió el rey bengalí Dharmapala, que fue sucedido por su hijo Devpala. Un
año antes había conseguido derrotar al rey Prathiara Nagabhatta II.
Ese
mismo año murió el rey danés Godofredo, y fue sucedido por Hemming. También
murió Pipino y en 811 murió Carlos, con lo que, de los
tres hijos de Carlomagno, sólo Luis quedaba con vida. Hemming firmó un tratado
con Carlomagno en el que se fijaba la frontera entre su reino y el Imperio.
Mientras
tanto los búlgaros lograron infligir una gran derrota a los bizantinos.
Nicéforo I murió en el combate y su hijo Estauracio resultó
herido. Los monjes bizantinos celebraron la noticia. Estauracio se convirtió en
el nuevo emperador, pero murió unos meses después a consecuencia de las
heridas. El Imperio pasó a manos de Miguel I, el yerno de
Nicéforo I, quien llamó de nuevo a Constantinopla a Teodoro Estudita y lo
convirtió en su consejero.
En 812 murió el conde san Guillermo de Tolosa. Unos
años después de su retiro había fundado su propia abadía.
Ante
la amenaza búlgara, Miguel I reconoció la validez del título imperial de
Carlomagno, en un intento de acercamiento entre las dos potencias con la
esperanza de que los francos atacaran a los búlgaros por la retaguardia. Pero
el kan Krum parecía invencible. Obtuvo una victoria en Tracia y en 813 otra más. Los búlgaros marchaban ya hacia Constantinopla
cuando un general bizantino hizo que sus hombres lo proclamaran emperador e
inmediatamente se encaminó a toda prisa a la capital para llegar antes que los
bárbaros. Miguel I no opuso ninguna resistencia, abdicó y vivió en paz casi
treinta años más, dejando el Imperio en manos del que pasó a ser León
V. Los búlgaros se encontraron, naturalmente, con que las murallas de
Constantinopla eran infranqueables, y León V dirigió expediciones con las que
causó numerosas bajas entre los enemigos. Finalmente Krum se vio obligado a
retirarse.
Tras
la muerte del rey Pipino de Italia, sus dominios quedaron bajo el gobierno de
funcionarios de la corte (sometidos a Carlomagno, por supuesto) pero finalmente
Carlomagno nombró rey a Bernardo, el hijo de Pipino. Puesto
que sólo le quedaba un hijo vivo, el emperador tuvo que alterar sus planes de
sucesión. Ahora Luis podía heredar el título imperial, que ya había sido
reconocido en Constantinopla. Luis fue llamado a Aquisgrán y se coronó a sí
mismo como emperador en presencia de su padre, pero no del Papa León III, el
cual no se atrevió a poner objeciones. Quedó así establecido que el Papa no era
necesario para coronar emperadores.
El
conde Ermenguer de Ampurias obtuvo una victoria frente a los musulmanes en
aguas de las Baleares. Carlomagno firmó un tratado de paz con el emir Al-Hakam
I por el que se comprometía a no extender sus fronteras más allá del río Llobregat.
En un
concilio celebrado en Tours se ordenaba a los sacerdotes que pusieran sus
sermones "in rusticam romanam linguam aut theotiscam". La
lengua "teotisca" es la que
los francos llamaban "Teutsch"
y que actualmente se llama "Deutsch",
o sea, el alemán, pero, junto a la mitad de la población franca que no entendía
el latín porque hablaba alemán, estaban los que tampoco lo entendían porque
hablaban la "lengua romana rural". Es una de las primeras
constataciones de la drástica evolución y fragmentación que estaba sufriendo el
latín no sólo en el territorio franco, sino en todo el territorio en donde los
antiguos romanos lo habían implantado, incluida Italia. Ciertamente, el latín
nunca se habló igual en toda Europa, debido al contacto con las lenguas
autóctonas de cada región, pero ahora la evolución se aceleró por causa del
analfabetismo imperante en toda la población laica, hasta el punto de que, como
se deduce de la decisión del concilio de Tours, los clérigos no podían
dirigirse en latín a sus fieles si querían ser entendidos.
A
pesar del alto grado de dialectización que sufrían las lenguas románicas, en el
reino franco podemos distinguir dos grupos lingüísticos, uno al norte y otro al
sur. Así como el alemán y muchas otras lenguas tienen una palabra para decir
simplemente "sí", no ocurría lo mismo con el latín, que tenía, por
supuesto, adverbios afirmativos, pero ninguno tan simple y de uso universal
como nuestro "sí" o el "ja" alemán. Por ello cada región se
buscó su propia forma de decir "sí". En el reino franco se adaptó el
adverbio latino "hoc" (esto), pero en el norte se convirtió en "oil", mientras
que en el sur se quedó en "oc". Esta diferencia en
una palabra de uso tan frecuente llamó la atención de los hablantes, que
distinguieron ambas variantes llamándolas respectivamente la lengua de
oil y la lengua de oc.
El
general persa Tahir ibn Husayn, que había servido a Harún
al-Rashid, tomó Bagdad para su hijo al-Mamún, con lo que su victoria definitiva
frente a al-Amín no tardó en llegar.
Carlomagno
murió en 814 a la edad de setenta y dos años.
Dejó un imperio de aproximadamente 1.800.000 kilómetros cuadrados de
superficie.
En Italia llegaba desde Lombardía hasta el ducado de Spoleto (dejando en
medio los Estados Pontificios), pero el ducado de Benevento era tributario de
Carlomagno. Sólo la parte más meridional de la península (Apulia y Calabria)
era bizantina, junto con las islas Sicilia, Córcega y Cerdeña. Bohemia y los
territorios situados más al norte (poblados por eslavos) también rendían
tributo al Imperio.
Las
hazañas de Carlomagno pasaron de boca en boca durante los siglos siguientes y,
naturalmente, al final distaban bastante de ser fieles crónicas históricas.
Carlomagno se convirtió en un héroe, un jefe de blancos cabellos rodeado por
doce grandes caballeros: los paladines. Originariamente, los
paladines eran funcionarios de palacio, pero al aplicarse a los guerreros de
Carlomagno la palabra pasó a nombrar a todo caballero heroico. El más famoso
paladín era Roldán, también conocido como Orlando. Era
un sobrino de Carlomagno (que terminó siendo su hijo) y que murió heroicamente
en la retirada de Roncesvalles. Junto a Orlando estaba su fiel amigo Oliveros, cuya
amistad nació después de un duelo de cinco horas en el que ninguno de los
contrincantes pudo imponerse sobre el otro. También era famoso Ogier el
Danés, príncipe de Dinamarca, que participó en las luchas contra los
sajones. El conde san Guillermo de Tolosa también dio lugar a su propia
leyenda, en la que es conocido como Guillermo de Orange, en la
que lucha contra los piratas moros.
Un
inciso sobre la palabra Orange: Los persas llamaban narang a
la fruta que los árabes llamaron naranch y que difundieron por
su Imperio. En castellano pasó a ser naranja, y en francés
antiguo norange, pero sucede que en francés une
norange se pronuncia exactamente igual que une orange, por
lo que los francos analfabetos convirtieron las noranges en oranges. El
cultivo de la naranja se hizo popular en Al-Ándalus y en el sur del reino
franco, por lo que no es extraño que apareciera en la Provenza un señorío de
Orange, del que siglos después surgiría una casa nobiliaria.
El
Imperio pasó sin discusión alguna a manos de Luis I, el único
hijo con vida de Carlomagno, que tenía entonces ya treinta y seis años (una
edad avanzada, para la época).
Ese
mismo año murió el kan búlgaro Krum, con lo que el emperador León V lo tuvo más
fácil para infligir una nueva derrota a los bárbaros. El sucesor de Krum fue su
hijo Omurtag. Una vez conjurada la amenaza búlgara, León V se
dispuso a dejar las cuestiones religiosas a gusto del ejército. En 815 convocó un concilio en el que se confirmaron las tesis
iconoclastas. Teodoro Estudita fue desterrado por tercera vez, al igual
que Nicéforo, el Patriarca de Constantinopla. Fue autor de
tratados acerca del culto a las imágenes, así como de una valiosa historia del
Imperio Bizantino llamada Compendio de Nicéforo, que comprende
el periodo 602-769.
Bera,
el conde de Barcelona, promulgó una ley que otorgaba ciertos privilegios a
los "hispanos" (cristianos emigrados de Al-Ándalus a
tierras cristianas) y se encontró con la oposición de los "godos" (los
naturales de estas tierras y de Septimania), los cuales optaron por aliarse con
los moros. Bera acudió a la corte de Aquisgrán para justificar su política,
pero fue acusado de traición y, según la costumbre se acordó hacer justicia
mediante un duelo. Bera perdió y tuvo que retractarse.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXa.htm
LUDOVICO PÍO
https://www.etsy.com/mx/listing/956994965/luis-el-piadoso-ludovico-il-pio-luigi-i
Revisemos
el estado del mundo civilizado tras la muerte de Carlomagno:
La
China de los Tang trataba de recuperarse de la crisis de finales del siglo
precedente. Su influencia sobre Japón aumentó. La nobleza estaba ganando el apoyo
popular frente a los funcionarios del estado, que mantenían un agobiante
sistema de impuestos. Muchos nobles apoyaron el budismo, que desarrolló
variedades más cercanas a las gentes sencillas, por contraposición a las
doctrinas elitistas que se enseñaban en las escuelas de las grandes ciudades.
La
religión islámica estaba empezando a infiltrarse en el Imperio Turco. En Bagdad
se había impuesto finalmente el califa al-Mamún frente a su hermano al-Amín.
Era un hombre de gran cultura y estaba totalmente bajo la influencia persa.
Bajo su reinado el califato experimentó un gran avance cultural. La literatura
árabe entró en su periodo clásico y proliferaron los poetas.
En
Kufa vivió un alquimista llamado Yabir. Enseñaba la
transmutación de los metales, pero negaba la influencia de los astros sobre su
creación. Parece ser que descubrió el ácido sulfúrico, el ácido
nítrico y el agua regia. Creó carbonato de
plomo y separó el arsénico y el antimonio de
sus sulfuros. Describió la fabricación del acero, el tinte de telas y cueros y
la destilación del vinagre para obtener ácido acético. Su Summa
perfectionis constituye el tratado de química más antiguo que se
conoce.
En
Bagdad vivió el matemático al-Jwarizmi, que escribió el Libro
de la reducción (Kitab al-yabr), del que procede la
palabra álgebra. En él se consignan, en efecto, las primeras
reglas del cálculo algebraico y se desarrolla completamente la teoría sobre las
ecuaciones de segundo grado. También contiene diversas demostraciones
geométricas. Otra de sus obras, cuyo original árabe se ha perdido, es De
numero indorum, en la que se describe el sistema de numeración usado
por los indios y que es el que usamos actualmente con el nombre de numeración
arábiga. Del nombre de al-Jwarizmi proceden también las palabras guarismo y algoritmo.
Los
vikingos, después de varios tanteos sobre las costas inglesas, habían decidido
que las costas del norte eran más vulnerables, y concentraban sus ataques sobre
los pictos, los escotos y los celtas de Irlanda.
El
reino de Asturias se reafirmaba cada vez con más vehemencia sobre el emirato de
Córdoba. Durante el reinado de Alfonso II se descubrió una tumba en la
localidad gallega de Compostela y a nadie le cupo duda de que
se trataba de la tumba del apóstol Santiago, el que había evangelizado España
según Beato de Liébana y que fue ejecutado en Judea por Herodes Agripa. No se sabe a ciencia cierta quién
está enterrado allí, pero una teoría más verosímil es que se trata del
obispo Prisciliano. En 816 el ejército de Alfonso II se
enfrentó con el apoyo de los vascos a un gran ejército moro.
En el
Tíbet subió al trono el que sería el último de los reyes guerreros, un budista
llamado Ralpa-chan.
Mientras
tanto murió el papa san León III y fue sucedido por Esteban
IV. Como ya era habitual, el nuevo pontífice temía por su seguridad
frente a la aristocracia romana y se apresuró a buscar la protección del
monarca franco. Juró fidelidad al emperador e instó al pueblo romano a hacer lo
mismo. Luego propuso a Luis visitarle en cualquier lugar que él designase. La
astuta política de Carlomagno había dado sus frutos, la monarquía franca había
ganado el pulso al papado y ahora el papa estaba dispuesto a arrojarse a los
pies del emperador suplicando su protección. Pero Luis no era Carlomagno.
Recibió a Esteban IV en Reims, y tan pronto como lo tuvo ante sí fue él quien
se postró a los pies del papa y le pidió que lo coronase emperador. Luis ya se
había coronado emperador a sí mismo ante su padre tres años antes, sin la
intervención del papa, y la coronación había sido aceptada por todo el mundo,
hasta por el papa. Ya había sido establecido que el papa no era necesario para
investir a un monarca con la dignidad imperial, y ahora Luis lo había echado
todo a perder. Carlomagno debió de revolverse en su tumba. Necedades como esta
le valieron al ingenuo emperador el apelativo de Luis el Piadoso, Ludwig
der Fromme o Ludouicus Pius. Por ello es más conocido
en la historia por la versión latina de su nombre: Ludovico Pío. Ludovico
llevó a gala tal sobrenombre, pero era menos admirable de lo que hoy podría
parecer. Para los nobles francos, esa "piedad" era signo de debilidad
y afeminamiento, por lo que despreciaron y ridiculizaron a su
"emperador". Por su parte, el clero supo bien cómo aprovechar la
piedad de Ludovico.
La
nueva coronación se celebró en Reims y el papa recobró para siempre la potestad
de coronar (y, eventualmente, destituir) emperadores. Al contrario que su
padre, Ludovico Pío ya no volvió a llevar el título de "Rey de los francos
y los lombardos", sino que se hizo llamar solamente emperador. Con
Ludovico Pío el Imperio Romano se hizo un poco más real que con Carlomagno.
En Al-Ándalus, el
emir al-Hakam no acababa de superar las dificultades. La inseguridad en que se
movía le llevó a crearse una guardia de corps formada por soldados extranjeros
conocidos como los mudos, porque no conocían las lenguas locales.
Se trataba de un recurso habitual en este tipo de situaciones, pues la falta de
comunicación hace que la guardia no se relacione con la población nativa, sino
que, más bien al contrario, se establece una relación mutua de rechazo, con lo
que es muy improbable que la guardia traicione al gobernante en defensa de
otros intereses. Hacía ya un tiempo que los alfaquíes (teólogos
islámicos) soliviantaban a la población contra el emir denunciando la
prepotencia de los mudos y la falta de piedad de al-Hakam y sus cortesanos.
Recordaban sin duda la "jornada del foso" y así en 817 lograron que estallara la que se llamó Rebelión del
Arrabal, en la que el emir se vio acosado en palacio y logró salvar la
vida gracias a su sangre fría. Como represalia ordenó decapitar a un gran
número de alfaquíes y a los sublevados que sobrevivieron se los exilió. Unos
15.000 hombres partieron por mar conducidos por Abú Hafs, cruzaron
el Mediterráneo y se apoderaron de Alejandría, ciudad que usaron como base para
dedicarse a la piratería por el Mediterráneo oriental.
El
emperador bizantino León V derrotó al kan búlgaro Omurtag en una violenta
batalla. Desde entonces los búlgaros abandonaron toda pretensión sobre
Constantinopla y se volcaron hacia el noroeste, formando un gran imperio entre
el Imperio Franco y el Imperio Bizantino.
Mientras
tanto murió el papa Esteban IV y fue sucedido por Pascual I, que
no tuvo dificultades en obtener de Ludovico Pío el reconocimiento del derecho
absoluto del papa sobre los Estados Pontificios. Carlomagno seguía aporreando
su lápida.
Ludovico
Pío tenía tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. El
emperador quiso dejar acordada la sucesión, por lo que convocó una reunión de
la nobleza en la que se acordó que Lotario, el mayor de los hermanos, fuera
proclamado emperador y sucesor de Ludovico Pío, mientras que Pipino y Luis
fueron nombrados reyes de dos territorios situados en los extremos opuestos del
Imperio: Pipino se convirtió en rey de Aquitania y Luis en rey de Baviera.
Quedó acordado que ambos reyes estarían sometidos a la autoridad del emperador.
Los tres hermanos aceptaron de buen grado el reparto. Quien no lo aceptó fue
Bernardo, el sobrino de Ludovico Pío que había heredado de su padre el trono de
Italia. Decidió sublevarse, pero fue capturado en 818 y condenado a muerte. Por clemencia se decidió conmutar la
pena por la de sacarle los ojos, pero murió a consecuencia de la
"operación". Ese año murió también Ermengarda, la
esposa de Ludovico Pío, el cual se casó a los cuatro meses con una joven
princesa bávara llamada Judit.
En 820 Ludovico Pío destituyó a Bera, el conde de Barcelona, y en
su lugar puso a Rampón, el conde de Gerona, con lo que ambos
condados quedaron unidos durante algún tiempo. Además el condado de Ausona
había sido absorbido por el de Barcelona.
Por
otra parte, el conde de Aragón, Aznar Galindo I, tenía dos
hijos, llamados Céntulo y Galindo, y una
hija, Matrona. Ésta se casó con García el Malo, llamado
así porque mató a Céntulo, repudió a Matrona, contrajo segundas nupcias con una
hija del noble Íñigo Íñiguez y, con las tropas que le
proporcionó su suegro, expulsó a Aznar Galindo I y se erigió en conde de
Aragón. (Según la tradición, la causa de todo esto fue que Céntulo y Galindo
habían gastado a su cuñado la broma de encerrarlo en un pajar el día de San
Juan.) Aznar Galindo I marchó a Aquisgrán, y Ludovico Pío lo puso al frente de
los condados de Urgel y Cerdaña, encomendándole la misión de repoblarlos.
El
emperador bizantino León V tenía un amigo, antiguo compañero de armas,
llamado Miguel. Desde que empezó a defender la iconoclastia
los monjes no dejaron de urdir conspiraciones, por lo que León V terminó
sospechando (probablemente con razón) que Miguel ya no era de fiar, así que lo
acusó de traición, lo hizo apresar y ordenó su ejecución. Un argumento en favor
de que las sospechas del emperador estaban fundadas es que inmediatamente, el
día de Navidad, mientras León V dirigía el canto en los servicios de la capilla
de palacio, un grupo de conspiradores se lanzó sobre él. León V trató de
defenderse levantando una pesada cruz, pero los atacantes eran muchos y
lograron asesinarlo. Miguel fue sacado de su celda y proclamado emperador, con
lo que pasó a ser Miguel II, también conocido como Miguel
el Tartamudo. Para consolidar su posición hizo salir de un monasterio
a Efrosina, hija de Constantino VI, y se casó con ella. Miguel
II firmó una alianza con los búlgaros, para los cuales la principal amenaza
eran los francos, que iban extendiendo lentamente sus fronteras hacia el este.
Tras
la muerte del rey picto Constantino Mac Fergus, parece que destacó un caudillo
escoto llamado Alpin, aunque no se sabe prácticamente nada de
su reinado y hasta qué punto tenía influencia sobre los pictos.
Al-Mamún
encargó el gobierno de Jurasán (la región situada al sur del
mar Caspio, en el actual Irán) al general Tahir ibn Husayn, quien desde el
final de la guerra civil había sido gobernador de Siria y de la Alta
Mesopotamia. En este destino más alejado, Tahir logró una gran autonomía, hasta
que al año siguiente, en 821, Jurasán fue declarado Estado
independiente vasallo del Califato de Bagdad. Tahir inició así la dinastía de
los Tahiríes, con capital en Nishapur.
En 822 murió el emir Hakam I de Al-Ándalus y fue sucedido por su
hijo de treinta años Abd al-Rahmán II. Ordenó una ampliación
de la mezquita de Córdoba, fue un gran protector de las artes y las letras,
pero durante su reinado continuó la inestabilidad política y social que
caracterizó el reinado de su padre. Una de las regiones más inestables fue Murcia,
la que había sido el reino de Teodomiro, que por esta época ya había sido
anexionado al Emirato.
La
nulidad política de Ludovico Pío hizo que los antiguos ministros de Carlomagno
se pusieran en su contra, por lo que muchos de ellos fueron desterrados poco después
de la sucesión. Así mismo, Ludovico Pío había encerrado en un convento a sus
hermanas y sobrinas, pero éstas recibieron el apoyo de los obispos y lograron
que el emperador protagonizara un humillante acto de penitencia en el que se
retractó de sus decisiones. Los desórdenes provocados en Italia por la rebelión
y la ejecución de Bernardo todavía no habían cesado, y Lotario inició una larga
campaña para apaciguar el territorio.
En 823 el papa Pascual I coronó emperador en Reims al que pasó a
ser definitivamente Lotario I. Ese mismo año Ludovico Pío tuvo
un hijo con Judit, que recibió el nombre de Carlos en honor a
su abuelo.
El rey
Egberto de Wessex dominaba ya todos los reinos sajones, y ahora Anglia Oriental
le pidió ayuda en la guerra que sostenía contra Mercia. En 823 Egberto derrotó al ejército de Mercia.
En 824 murió el papa san Pascual I, y fue sucedido
por Eugenio II, cuya elección fue obra de la nobleza franca.
Firmó con Ludovico Pío la Constitutio Romana, que establecía
el protectorado franco en Roma, otorgaba gran poder el emperador e incluso
reconocía que el papa y sus súbditos le jurarían fidelidad.
El
hijo de Íñigo Jiménez, llamado Íñigo Arista, se negó a aceptar
la soberanía franca y se erigió en (el primer) rey de Pamplona. (Arista viene del
vasco Aritza, y significa "roble".) Ludovico Pío
envió una expedición contra él al frente de la cual estaban los condes Eblo y Aznar. Por
su parte, Íñigo Arista contó con el apoyo de su hermanastro por parte de
madre, Musá ibn Musá, hijo de Musá ibn Fortún y que se había
casado con Assona, hija de Íñigo. A ellos se unió a su vez el
conde de Aragón, García el Malo, y entre todos rechazaron a los francos.
En 825 Egberto dominaba casi toda Mercia.
Lotario
I dio por concluida su labor en Italia y Ludovico Pío lo asoció al gobierno, es
decir, hizo que pasara a ejercer de coemperador.
El rey
Alfonso II de Asturias derrotó a dos ejércitos moros que penetraron en Galicia.
El rey
danés Hemming había muerto y los hijos de su predecesor, Godofredo, disputaban
el trono a Harald I, quien pidió ayuda a Ludovico Pío. Éste
exigió como condición que se convirtiera al cristianismo, y en 826 Harald I fue bautizado junto con su familia y sus soldados.
Antes de que acabara el año estaba firmemente consolidado como rey de Dinamarca
y allí recibió a Anscario, un monje benedictino de veinticinco
años que inició la evangelización de los daneses.
Ese
año murió el conde Rampón y Ludovico Pío nombró conde de Barcelona-Gerona al
duque de Septimania, Bernardo, hijo de san Guillermo, el conde
de Tolosa. Al poco tiempo se produjo una rebelión, porque la población nativa
no estaba contenta con la intervención franca en la Marca Hispánica. Los
sublevados, capitaneados por Aissó, contaron con un ejército
moro que en 827 asedió sin éxito las ciudades de
Barcelona y Gerona. Luego se dedicaron al saqueo por la región, que terminó
prácticamente despoblada. Ludovico Pío recompensó a Bernardo asignándole
numerosos condados de Septimania. Por su parte, el hermano de Bernardo,
llamado Gaucelmo, era conde de Rosellón y de Ampurias, por lo
que todos estos condados formaron un núcleo político muy sólido.
Ese
mismo año se convirtió en emperador de China Wenzong. Durante
su reinado proliferaron las empresas ilegales, el contrabando y la piratería.
Tras
la muerte de Eugenio II, fue elegido papa Valentín, pero murió
a los cuarenta días, tras lo cual fue elegido Gregorio IV. Él
fue quien introdujo la fiesta de Todos los Santos en el calendario romano.
También
murió el dux veneciano Agnello, y fue sucedido por su
hijo Giustiniano.
El
gobernador abasí de Egipto ofreció un buen soborno a Abú Hafs, el cual
comprendió al punto que unos valerosos musulmanes como eran sus hombres no
debían causar disturbios en territorio musulmán, sino en territorio bizantino,
así que partió con ellos y se apoderó de la isla de Creta, donde fundó un
emirato independiente. Erigió una nueva capital llamada Chandax, y
con el tiempo toda la isla fue conocida con la versión italiana de este
nombre: Candia.
Al
mismo tiempo que Bizancio perdía Creta, el comandante naval que tenía a cargo
Sicilia decidió sublevarse. Se llamaba Eufemio, y decidió
pedir ayuda a los musulmanes Aglabíes, los cuales enviaron una flota que pronto
empezó a luchar por su cuenta. En 828 Eufemio
murió en una emboscada, pero los aglabíes no se retiraron, sino que continuaron
combatiendo en la isla contra el ejército bizantino.
Ese
año un barco mercante veneciano llevó a su capital desde Egipto nada menos que
los restos del evangelista san Marcos, que fueron depositados en la capilla
ducal. Es difícil saber quién tuvo la idea, pero sin duda el dux Giustiniano
comprendió que podía dotar a Venecia de un prestigio religioso inmenso, tal vez
sólo superado por Roma. Desde entonces, el león alado, símbolo de san Marcos,
surcaría el Mediterráneo oriental.
En 829 Egberto de Wessex dominaba los reinos sajones y el reino de
Mercia salvo una región al norte, había obtenido la sumisión nominal de
Northumbria y era aliado de Anglia Oriental. En definitiva, Wessex estaba ahora
a la cabeza de la heptarquía. El monje Anscario hizo un viaje de un año al
territorio que actualmente es Suecia, donde continuó su labor misionera. Los
nórdicos transformaron su nombre en Óscar.
Ese
mismo año murió el emperador Miguel II, y fue sucedido por su hijo Teófilo.
Judit,
la segunda esposa de Ludovico Pío, llevaba años insistiendo a su marido para
que modificara el acuerdo de sucesión de modo que su hijo Carlos tuviera
también una parte equiparable a la de sus tres hermanastros. Finalmente logró
convencerlo y el emperador convocó una nueva reunión de la nobleza en la que se
nombró a Carlos rey de Neustria, decisión que contó con la firme oposición de
los tres hermanos, Lotario, Luis y Pipino. Éstos pronto recibieron el apoyo de
diversos nobles, principalmente los de las familias de sus respectivas esposas,
que se prestaron a apoyar a los "legítimos herederos" a conservar
toda su herencia frente al hermanastro advenedizo confiando, por supuesto, en
que tal apoyo redundaría a la larga en beneficio propio. En 830 los tres hermanos contaban con un poderoso ejército con el
que enfrentarse a su padre. Ludovico Pío fue capturado junto con su esposa y su
hijo menor, y fueron enviados a monasterios distintos. Al parecer los tres
hermanos confiaban en que su padre, como consecuencia del disgusto, optaría por
hacerse monje y renunciaría al trono. En tal caso sería fácil privar a Judit y
a Carlos de todo derecho a la sucesión. La emperatriz Judit fue acusada de
adulterio con Bernardo, el duque de Septimania, que tuvo que huir de la corte y
refugiarse en sus posesiones. Probablemente, la acusación fue un intento de
desanimar a Ludovico Pío, porque Bernardo se convirtió pronto en consejero de
Pipino.
El
califa al-Mamún hizo construir en Bagdad una "Casa de la
sabiduría" en la que reunió a sabios de todo el mundo. Allí se
tradujeron al árabe y se estudiaron las obras científicas y filosóficas de los
autores clásicos griegos. Los principales traductores fueron cristianos
nestorianos. También se construyó un observatorio para el estudio de la
astronomía.
Irlanda
sufrió la primera gran ofensiva vikinga.
En 831 los musulmanes lograron apoderarse de Palermo pese a los
esfuerzos bizantinos por defenderla, y convirtieron la ciudad en una base para
dedicarse a la piratería. Los piratas moros eran conocidos como sarracenos.
Los
sectores leales a Ludovico Pío (el clero, sobre todo, y una parte del ejército
que consideraba significativo que el emperador fuera hijo de Carlomagno)
lograron llevarlo a Austrasia, donde se convocó una reunión de la nobleza
en Nimega (en la actual Holanda) y allí se confirmó el acuerdo
de otorgar un reino a Carlos. Además Ludovico Pío quitó sus posesiones al duque
Bernardo de Septimania y se las otorgó a Berenguer, el conde
de Tolosa.
El
monje Anscario, evangelizador de los daneses, se convirtió en el primer
arzobispo de Hamburgo, ciudad fundada por Carlomagno unos años
antes.
El kan
búlgaro Omurtag murió y fue sucedido por Malamir, bajo cuyo
reinado el Imperio Búlgaro continuó fortaleciéndose y extendiéndose hacia el oeste.
El
emperador Teófilo resultó ser un acérrimo defensor de la iconoclastia. En 832 promulgó un edicto que declaró ilegal el culto a los iconos
y nuevamente intentó simplificar el culto bizantino.
Los
musulmanes sunníes habían desarrollado la "teoría" de que el Corán
era eterno e increado: existía desde el principio de los tiempos y le había
sido revelado a Mahoma palabra por palabra. Frente a esta opinión, los mutazilíes afirmaban
que el Corán estaba escrito en árabe y era obra del hombre. Como tal, podía
tener imperfecciones, ambigüedades o anacronismos y estaba sujeto a la crítica
reverente. Además los mutazilíes sostenían que la razón permite llegar al
conocimiento de Dios, por lo que el hombre no debe aceptar ciega y
fanáticamente lo que se le presente como voluntad divina. En 833 el califa al-Mamún, que era un hombre ilustrado, convirtió
al mutazilismo en la religión oficial, e incluso hizo ejecutar a algunos
fundamentalistas radicales. Sin embargo, murió ese mismo año y, bajo su
sucesor, su hermano al-Mutasim, el mutazilismo no tardó en
perder prestigio, hasta que la doctrina de la naturaleza eterna e increada del
Corán pasó a formar parte de la ortodoxia sunní.
Al
igual que había hecho el emir al-Hakam en Al-Ándalus, al-Mutasim se rodeó de
una guardia de corps bárbara. Concretamente, eligió mercenarios turcos y, aun
así, no se sintió seguro en la enorme y turbulenta Bagdad, así que se retiró
a Samarra, situada también sobre el Tigris, unos cien
kilómetros río arriba. Para evitar disturbios, estableció que Samarra sería la
ciudad de residencia del califa, mientras que la capital del Califato seguiría
siendo Bagdad. En Samarra, al-Mutasim llevó una vida desentendida de la
política, entregado a los placeres y delegando su autoridad en sus ministros.
En la
India murió el rey Prathiara Nagabhatta II. Fue sucedido por Rambhadra, un
monarca incapaz que hizo declinar su reino, en beneficio del vecino rey bengalí
Devpala.
Las
relaciones de Ludovico Pío y sus hijos eran tensas desde el intento de éstos de
derrocar a su padre. En un momento dado, el emperador se enfadó con Pipino y
decidió desheredarlo, así que añadió Aquitania al reino de Carlos. Una
consecuencia indirecta de esta decisión fue que los condados francos de Pallars
y Ribagorza en la Marca Hispánica dejaron de depender del conde de Tolosa para
ser anexionados a los dominios de Aznar Galindo I, el que había sido conde de
Aragón y que ahora era conde de Urgel y Cerdaña.
La
reacción de los hijos de Ludovico Pío no se hizo esperar. Se rebelaron
nuevamente y esta vez el clero no se alineó con el emperador tan claramente
como en la ocasión anterior. Al clero le preocupaba que los arrebatos de
Ludovico Pío acabaran desintegrando el Imperio Franco, lo que dejaría indefenso
al papado y a la Iglesia Occidental en general. Lotario se encontraba en Italia
y aprovechó la reprobación del clero franco hacia el emperador para tratar de
convencer al papa Gregorio IV para que instase a abdicar a Ludovico Pío. El
papa, que no se atrevió a ir tan lejos, trató de mediar en el conflicto, pero
no consiguió nada. Lotario formó un ejército con el que se dispuso a unirse a
sus hermanos, pero decidió entrar antes en Roma con fuerzas suficientes para
que Gregorio IV no considerara oportuno rechazar su invitación de unirse a la expedición.
Su
ejército se encontró con el de su padre cerca de Colmar (en la
actual Alsacia). Los soldados de Ludovico Pío se horrorizaron al comprobar que
frente a ellos estaba el mismo papa. Temiendo por la salvación de sus almas, se
negaron a combatir y el emperador fue capturado sin lucha. Para la mentalidad
feudal, la traición que las tropas de Ludovico Pío habían hecho a su señor era
un crimen terrible, y el lugar donde no se celebró la batalla fue conocido
desde entonces como el Campo de las Mentiras.
Ludovico
Pío fue retenido más firmemente que en la ocasión anterior. Se le acusó de una
larga lista de crímenes, se le obligó a confesar sus faltas en un humillante
ritual de penitencia y se le forzó a renunciar al trono. También intentaron
hacerle monje (lo que le incapacitaría definitivamente para reinar), pero en
esto no transigió. Tal vez esperaba que sucediera lo que en efecto sucedió: los
tres hermanos intentaron repartirse el Imperio según el acuerdo original de
817, pero no lograron ponerse de acuerdo. Lotario reclamaba el vasallaje de sus
hermanos, según lo dispuesto entonces, pero éstos acababan de luchar junto a él
en términos de igualdad y no veían por qué tenían que quedar en segundo plano
cuando habían contribuido por igual. Estalló una nueva guerra civil y ahora el
clero, que había dado la espalda a Ludovico Pío en aras de la estabilidad del
Imperio, vio que ello no había servido de nada y le devolvieron su apoyo.
Ludovico Pío fue absuelto de todas las acusaciones y un grupo de obispos lo coronó
emperador nuevamente. Pipino y Luis también apoyaron a su padre en contra de
Lotario. En 834 Ludovico Pío volvió a Aquisgrán y
allí se le unieron su esposa y su hijo Carlos. Lotario tuvo que retirarse a
Italia, al igual que Pipino y Luis regresaron a sus dominios. Todos ellos
fueron perdonados por su padre. En los años siguientes hubo continuas
negociaciones y cambios sobre los territorios que corresponderían a cada
hermano sin que ninguna solución resultara satisfactoria para todos, pero al
menos no hubo guerras.
Ludovico
Pío transfirió los condados de Ampurias y Rosellón, que estaban en manos de
Gaucelmo, el hermano de Bernardo, el duque de Septimania caído en desgracia, al
conde Suñer I, hijo del conde de Carcasona.
En
Toledo se produjo una insurrección por cuestiones sociales y la ciudad
permaneció en la anarquía durante varios años sin que Abd al-Rahmán II lograra
controlarla.
En 835 murió el conde de Tolosa y para entonces Bernardo había
logrado congraciarse con Ludovico Pío, el cual le devolvió sus posesiones.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXb.htm
EL TRATADO DE VERDÚN
Los
pueblos nórdicos habían dirigido sus ataques también hacia el este. Allí la
inestabilidad que crearon fue mucho mayor, pues se encontraron con pueblos con
una organización política más rudimentaria. Entre los principales afectados
estaban los jázaros. Después de
haber mantenido sólidas relaciones con el Imperio Bizantino durante mucho
tiempo, algunos de sus caudillos se convirtieron al islam, e incluso hubo uno
que convirtió a sus hombres al judaísmo. Esto hizo que perdieran el apoyo del
Imperio y las incursiones nórdicas terminaron por debilitarlos hasta el punto
de que algunos pueblos tributarios se les rebelaron. Entre éstos estaba un
pueblo que se llamaba a sí mismo on-ogurs, que, al parecer,
significa "diez flechas". Sus vecinos los llamaron ugrianos y su nombre ha
llegado hasta nosotros como húngaros. Por esta época los
húngaros recibían el empuje de una feroz tribu turca, los pechenegos, que
terminó lanzándolos hacia el oeste buscando un lugar tranquilo donde asentarse.
Los húngaros no eran eslavos ni tampoco turcos. Su lengua estaba emparentada
con la de los fineses y los lapones, así como con otras lenguas asiáticas. Los
jázaros apenas pudieron resistir a vikingos, húngaros y pechenegos.
En
Occidente, los vikingos habían atacado únicamente las costas de los pictos, los
escotos y los irlandeses. Sólo accidentalmente habían desembarcado alguna vez
en Northumbria, lo justo para darse cuenta de que más al norte era más
sencillo, pero, ante el éxito de sus incursiones, debieron de pensar que a lo
mejor merecía la pena atacar más al sur, donde quizá les aguardaban presas más
suculentas. En 835 llegaron a una pequeña isla en la
desembocadura del Támesis y reunieron un buen botín sin encontrar prácticamente
resistencia. En 836 desembarcaron más al oeste, en la
desembocadura de un río en la costa de Wessex. Esta vez les esperaba un
ejército sajón, pero los soldados de Egberto huyeron nada más ver a esos
feroces guerreros que gritaban y luchaban como enajenados. Egberto convocó una
reunión en Londres para tratar el problema y preparar medidas defensivas.
El
califa al-Mutasim no estaba muy interesado en el desarrollo de las eternas
refriegas contra los bizantinos, pero cuando se enteró de que el emperador
Teófilo había saqueado y destruido su ciudad natal, las cosas cambiaron y
empezó a preparar una gran contraofensiva. Su objetivo era, naturalmente,
destruir la ciudad natal de Teófilo, que era Amorium, en Asia
Menor (esto no es seguro pero, al menos, así lo creyó el califa).
En 837 los vikingos desembarcaron en Cornualles, todavía más al
oeste (evidentemente estaban explorando). Para su sorpresa, se encontraron con
que la población galesa no sólo no opuso resistencia, sino que se ofreció a
unirse a ellos para atacar a Wessex. Así lo hicieron, y esta vez el propio
Egberto estaba al frente de sus hombres. Los vikingos fueron derrotados y
tuvieron que embarcar precipitadamente. Egberto había demostrado que los
nórdicos eran humanos y podían ser vencidos.
Mientras
tanto, los piratas sarracenos saqueaban Nápoles.
En 838 los vikingos se instalaron en la costa central oriental de
Irlanda.
Ese
mismo año murió Pipino, uno de los hijos de Ludovico Pío, y ello permitió al
emperador resolver definitivamente el conflicto que tenía con sus hijos en lo
tocante a la sucesión. Les propuso volver al acuerdo original de 817, salvo que
Carlos se quedaría con Aquitania, la parte que allí se había dispuesto para
Pipino. Lotario y Luis aceptaron la propuesta, pero quien no la aceptó fue el
hijo de Pipino, que se llamaba también Pipino. Los aquitanos
tampoco lo aceptaron, pues inmediatamente proclamaron rey al joven Pipino (que
entonces tenía unos quince años, aproximadamente la misma edad que Carlos).
También
murió Aznar Galindo I, el conde de Cerdaña-Urgel, tras lo cual Ludovico Pío
encomendó dichos condados a Sunifredo, hijo del conde de
Carcasona y hermano de Suñer I, el actual conde de Ampurias y Rosellón.
Abd
al-Rahmán II logró finalmente apaciguar la ciudad de Toledo.
Mientras
tanto, los ejércitos del califa al-Mutasim lograron su objetivo y tomaron
Amorium. Las crónicas bizantinas dicen que murieron treinta mil habitantes y
que no quedó ningún edificio en pie. Con esto el califa se dio por satisfecho,
y no tuvo inconveniente en pactar una tregua con Teófilo. El emperador
aprovechó esta tregua para instalar mercenarios turcos en El Ponto, con los que
reforzar las defensas contra los musulmanes.
En 839 murió el rey Egberto de Wessex y fue sucedido por su
hijo Ethelwulf. Los vikingos fundaron la ciudad de Dublín, en
Leinster, en Irlanda, a la que convirtieron en capital de un reino. Pronto
formaron otro con capital en la ciudad celta de Limerick. Aunque
sólo se asentaron en las costas, el terror vikingo se hizo sentir también en el
interior de Irlanda, que dejó de ser una de las reservas culturales de
Occidente para sumirse en la barbarie. El cristianismo celta desapareció
completamente de la isla, y sólo sobrevivió minoritariamente entre los escotos
y los pictos. Los reinos del Ulster fueron los que mejor resistieron a los
vikingos.
Por su
parte, los sarracenos atacaron Ancona, al norte de la costa
adriática, que era territorio carolingio. En 840 desalojaron a los bizantinos de Bari y Tarento, y también
establecieron bases en la desembocadura del Ródano.
Ese
año murió el emperador chino Wenzong, y fue sucedido por Wuzong. La
corte no lograba imponer la legalidad en el país y la mayoría de la población
simpatizaba con el budismo. Muchos sectores de la corte creían que era
necesario fomentar sentimientos nacionalistas en el pueblo para levantar el
país, y consideraban que para ello era necesario erradicar los cultos
extranjeros y las creencias populares. Estas ideas no eran nuevas en la
historia de China, sino que ya hacía mucho tiempo que las distintas creencias
eran favorecidas o perseguidas según las clases dominantes y las clases que
protegían a cada doctrina. No obstante, ahora la animadversión contra todo lo
extranjero parecía tener más virulencia que en épocas anteriores.
En la
India murió el rey Prathiara Rambhadra, y fue sucedido por Mihirbhoj, quien
poco pudo hacer para recuperar el poder perdido frente a Bengala durante el
reinado de su antecesor.
También
murió el emperador Ludovico Pío. Según lo convenido, Lotario se convirtió en el
nuevo emperador, y exigió que sus hermanos Luis y Carlos le rindieran
vasallaje, pero éstos no estaban dispuestos a hacerlo. Ocuparon sus territorios
de Baviera y Aquitania y se dispusieron a luchar contra Lotario. El 25 de junio de 841 lograron unir sus ejércitos en Fontenoy, a
unos cien kilómetros al sudeste de París. Lotario fue derrotado y tuvo que
huir. Pronto fue acorralado y su única esperanza era fomentar la disensión
entre sus dos hermanos (era fácil, pues Carlos seguía siendo el hermanastro
advenedizo). Sin embargo, ambos reyes supieron reaccionar y en 842 se reunieron en Estrasburgo para consolidar
su alianza. Se redactó un juramento que suscribirían tanto ellos como sus
hombres, pero dicho juramento tuvo que redactarse en dos lenguas: en alemán
antiguo para que lo entendieran los hombres de Luis y en francés antiguo para
que lo entendieran los hombres de Carlos. El texto es el siguiente:
In Godes minna ind in thes christianes folches ind unser bedhero
gealtnissi
Pro Deo amur et pro christian
poblo et nostro commun salvament
(Por amor a Dios y por el
pueblo cristiano y por nuestra común salvación)
El juramento de Estrasburgo es el documento más antiguo que se conserva
en ambas lenguas. Es la primera constatación histórica de que los francos del
este no se entendían con los francos del oeste, y probablemente éste era el
principal obstáculo para que el Imperio Franco pudiera permanecer unido mucho
tiempo.
Ese
mismo año murió el duque de Spoleto, Lamberto, que no era de
origen lombardo, sino franco. Fue sucedido por su hijo Guido, quien
implantó sólidamente su dinastía en la Italia central. También murió el califa
al-Mutasim. Fue sucedido por su hijo Wateq, que siguió la
misma "política" de gozar del lujo en Samarra y delegar las labores
del gobierno en sus ministros.
El
emperador chino Wuzong decretó medidas contra los cultos extranjeros: el
budismo, el maniqueísmo, el cristianismo nestoriano, etc. Se ordenó una
limitación sobre las propiedades que podían tener los monasterios, muchas de
las cuales fueron confiscadas. En cambio, en el Tíbet, el rey gLang-dar-ma trató
de frenar la difusión del budismo, pero fue asesinado por un monje. Durante los
dos siglos siguientes, el Imperio Tibetano se descompuso agitado por luchas
entre el budismo y el bon. El gobierno pasaba de manos de ministros a las de
dirigentes religiosos de una y otra facción.
El
emperador bizantino Teófilo murió dejando como sucesor a un niño de cuatro
años, que se convirtió en Miguel III. Actuó como regente su
madre, Teodora. Los musulmanes avanzaban en Sicilia mientras
los ejércitos bizantinos retrocedían lentamente.
El rey
asturiano Alfonso II el Casto murió sin descendencia (como su nombre indica),
así que los nobles proclamaron rey a su primo Ramiro I (conde
de Galicia, hijo de Vermudo I el Diácono). Ramiro I se encontraba fuera de la
corte a punto de contraer matrimonio. Cuando regresó se encontró con que el
noble Nepociano se había proclamado rey. Reclutó un ejército
en Galicia y con él se enfrentó al usurpador, lo capturó, lo dejó ciego y lo
encerró en un monasterio.
Los
gobernadores moros de Tudela y Zaragoza saquearon Pamplona, así como los
dominios del muladí Musá ibn Musá. Parece ser que respecto a éste último hubo
un malentendido y que el emir Abd al-Rahmán II lo resarció de algún modo, pues
ese mismo año Musá ibn Musá dirigió la vanguardia del ejército de Abd al-Rahmán
en Álava y también contra el conde Sunifredo, a manos del cual sufrió una
derrota. Sin embargo, al año siguiente, en 843, Musá
ibn Musá unió su ejército al de Íñigo Arista contra Abd al-Rahmán (tal vez Musá
ibn Musá sufrió alguna clase de traición en las campañas del año anterior o
bien antepuso la llamada de su suegro a su lealtad al emir). El ejército de Abd
al-Rahmán fue derrotado, aunque Íñigo Arista quedó paralítico. Nuevamente, Abd
al-Rahmán prefirió aclarar amistosamente el conflicto con Musá ibn Musá. Le
otorgó su perdón y reconoció la independencia del Reino de Navarra a cambio de
un tributo anual. Debido a su parálisis, Íñigo Arista asoció al gobierno a su
hijo García Íñiguez.
Ese
mismo año murió el conde de Aragón García el Malo. Se cuenta que Galindo, a
cuyo hermano había matado García y a cuyo padre, Aznar Galindo, había usurpado
el condado de Aragón, recabó apoyo de los francos, tomó Jaca y arrojó a García
el Malo por un barranco. Fuera como fuera, el caso es que Galindo se convirtió
en el nuevo conde de Aragón, con el nombre de Galindo I Aznárez.
La
emperatriz Teodora vio peligrar su posición de regente y para consolidarla
buscó el apoyo de los iconodulos. Convocó un concilio que restableció el culto
a las imágenes. Sin embargo, al contrario que Irene, no tomó medidas drásticas
contra los iconoclastas, sino que paulatinamente logró atraerlos sin forzarlos.
En poco tiempo erradicó la iconoclastia para siempre.
Tras
haber sido rechazados de Wessex, los vikingos decidieron probar otras rutas y
cayeron sobre las costas de la Europa continental. Sitiaban y saqueaban
ciudades y se apoderaban de los tesoros de los monasterios. Poco después del
tratado de Verdún se presentaron en la desembocadura del Loira. Desde allí
recorrieron la costa atlántica y saquearon Lisboa y Sevilla. Abd al-Rahmán II
se apresuró a llegar a Sevilla donde logró derrotar a los nórdicos. Algunos
fueron hechos prisioneros y con el tiempo se integraron con los nativos. Una de
sus dedicaciones más celebradas fue la fabricación de quesos.
Abd
al-Rahmán II ordenó la construcción de fortalezas en las desembocaduras de los
ríos para prevenir futuros ataques vikingos. Estas fortalezas se llamaban Ribat. Algunos
ejemplos de ellas son La Rábida, en el río Tinto, de
Huelva, la Rábita en Granada, San Carlos de la Rápita en
Tarragona, etc. Los musulmanes acudían a estos Ribat para hacer turnos de
retiro espiritual, a la vez que vigilaban y se adiestraban militarmente. El
emir también dispuso la construcción de Atarazanas (astilleros),
para construir naves con las que enfrentarse a los vikingos y asegurar las
comunicaciones marítimas entre las costas de Al-Ándalus.
En 844 Carlos asedió Tolosa, capturó a Bernardo y ordenó
decapitarlo. Los condados de Narbona, Barcelona y Gerona pasaron al conde
Sunifredo, al que Carlos nombró marqués de Gotia. (Gotia era
otro nombre que los francos daban a Septimania, que recordaba que antaño había
sido parte del reino godo.)
Ese
año murió el papa Gregorio IV y fue sucedido por Sergio II, quien
consideró que Lotario no era precisamente Carlomagno, por lo que no era
necesario pedir su autorización para ser consagrado. Sin embargo, los ejércitos
de Luis, el primogénito de Lotario, se acercaron a Roma y
Sergio II tuvo que prestar un juramento de fidelidad al emperador para que éste
ratificara su elección. Además Luis acabó siendo nombrado rey de Italia y
Sergio II ofició la ceremonia.
El rey
Ramiro I derrotó a los vikingos en las costas gallegas. Pero quienes llevaban
más tiempo sufriendo a los vikingos eran los pictos y los escotos. Finalmente
optaron por formar un frente común, y un caudillo escoto llamado Kenneth
mac Alpin se convirtió en Kenneth I, el primer rey
de Escocia. Puesto que era escoto, para ganarse a los pictos
celebró su coronación en Scone, un importante núcleo de
población picto. Aprovechando que los pictos hacía tiempo que habían abrazado
el cristianismo, llevó consigo una piedra que había servido de almohada a Jacob
cuando soñó con los ángeles que subían y bajaban del cielo. Kenneth I fue coronado
sentado en dicha piedra, que pasó a llamarse Piedra de Scone, y
la tradición fijó que en ella fueran coronados los sucesivos reyes de Escocia.
El territorio del reino era mucho menor que el de la Escocia actual, pues parte
de lo que ahora es Escocia estaba ocupado por Northumbria y la parte norte
estaba bajo el dominio de los vikingos.
En 845 Pipino se avino finalmente a rendir vasallaje al rey Carlos,
el cual le permitió conservar el título de rey de Aquitania, si bien nombró
duque de Aquitania al conde Ranulfo de Poitiers. Una flota
vikinga remontó el Elba y llegó hasta Hamburgo. La ciudad fue destruida, y sus
habitantes se dividieron entre los que huyeron y los que murieron. El arzobispo
Anscario tuvo que trasladar su sede a Bremen. Otra flota
remontó el Sena y llegó hasta París. La población europea estaba aterrorizada y
prácticamente inerme. Su principal estrategia defensiva fue incluir en la
letanía la plegaria"De la furia de los nórdicos, líbranos, buen
Señor", que, claro, muy efectiva no era. Mientras tanto, un conde
llamado Nominoë derrotó a Carlos y se erigió en rey de
Bretaña. Los bretones recobraron así la independencia que habían perdido con
Carlomagno.
Ese
año fue nombrado obispo de Reims un monje llamado Hincmaro. Fue
uno de los principales teólogos de la época. Escribió voluminosos tratados
sobre diversas cuestiones doctrinales.
El
emperador chino Wuzong proclamó un edicto por el cual todas las propiedades de
los monasterios, incluidos los esclavos, eran transferidas al Estado y que
prohibía que cualquier persona de menos de cuarenta años pudiera hacerse o
seguir siendo monje. Pocos meses después publicaba estos datos:
- 4.600 monasterios
cerrados,
- 260.500 monjes
secularizados,
- 40.000 capillas y
ermitas destruidas,
- unos 67.000.000 de
hectáreas de tierras fértiles requisadas,
- 150.000 nuevos
esclavos inscritos en el registro oficial.
Sin
embargo, Wuzong murió en 846 antes de cumplir los treinta y dos años.
Fue sucedido por Xuangzong, que era adepto al budismo y cambió
completamente la política al respecto.
Por
esta época los pueblos eslavos estaban empezando a organizarse políticamente.
Un caudillo eslavo llamado Mojmir fundó un pequeño reino al
este del Imperio Franco. Fue conocido como Moravia. Mojmir
murió ese mismo año y fue sucedido por Rotislav.
Los
irlandeses empezaban a rechazar a los invasores nórdicos. Uno de sus caudillos
había conseguido una victoria dos años antes y ahora era elegido Aird Righ
(alto rey). Se llamaba Maelsechlainn I. En 847 saqueó Dublín, la capital vikinga.
Los
sarracenos habían devastado la campiña romana durante más de un año. El papa
Sergio II había iniciado grandes construcciones con una financiación dudosa,
por lo que sus súbditos dedujeron que los piratas moros eran un castigo enviado
del cielo. Finalmente, Sergio murió y fue sucedido por un monje benedictino
llamado León IV. Ese mismo año los sarracenos saquearon la
basílica de San Pedro. Para entonces ya dominaban casi la totalidad de la isla
de Sicilia, en la que el Imperio Bizantino sólo mantenía pequeños reductos. Por
otra parte, la larga y desigual lucha entre Bizancio y los eslavos había hecho
que algunos grupos de bárbaros se hubieran asentado en los territorios del
Imperio, de modo que a Constantinopla le había resultado más conveniente pactar
con ellos, y usarlos como aliados contra los demás eslavos, que tratar de
expulsarlos. Por esta época Teodora logró convertir al cristianismo a los
eslavos que habitaban en el Peloponeso.
Mientras
tanto se convertía en califa al-Mutawakkil, el nieto de
al-Mutasim. Trató de trasladar la capital de nuevo a Damasco, pero la idea fue
impopular y pronto desistió. Como sus antecesores, terminó olvidándose de todo
en Samarra.
En 848 el rey Carlos se hizo coronar en Orleans. Ese
mismo año se le rebeló Guillermo, el hijo del duque de
Septimania, Bernardo, al que Carlos había hecho decapitar cuatro años antes. Al
parecer, como consecuencia de la revuelta murieron el conde Suñer de Ampurias y
Rosellón y su hermano Sunifredo, conde de Pallars, Ribagorza, Cerdaña, Urgel,
Barcelona, Gerona, Narbona y marqués de Gotia. Los condados de Pallars y
Ribagorza pasaron a depender del conde de Tolosa, los de Urgel y Cerdaña
pasaron a un tal Salomón, tal vez pariente de Sunifredo, y con
los restantes no se sabe muy bien qué sucedió en los años siguientes. Al
parecer pasaron por diversos gobernantes, algunos de los cuales se rebelaron
contra el rey franco. En 849 Carlos nombró conde de Tolosa
a Fredelón.
Hincmaro
hizo detener y azotar al monje Godescalco porque sus teorías
sobre la predestinación no eran ortodoxas.
En 850 el papa León IV consideró prudente asegurar unas buenas
relaciones con Luis, el hijo de Lotario, al que su antecesor, Sergio II, había
ungido como rey de Italia. Por ello, de acuerdo con Lotario, que tenía previsto
dejarle en herencia el título imperial, León IV coronó a Luis como emperador,
el cual se convirtió así en Luis II. (Ludovico Pío había sido
Luis I). Ante los continuos ataques de los eslavos, Luis el Germánico convirtió
en ducado a Sajonia. El primer duque fue Liudolfo.
Mientras
tanto los vikingos se asentaron en Frisia, en pleno territorio de Lotario.
Ese
año murió el rey Ramiro I de Asturias. En algún lugar había logrado encontrar
un arquitecto (tal vez un peregrino de Oriente) que le construyó un palacio y
dos iglesias. Fue sucedido por su hijo Ordoño I.
Varias
tribus eslavas, mayoritariamente silingos, polanos y vislanos, se
unieron para formar un nuevo Estado. Los polanos lograron finalmente la
hegemonía y el Estado fue conocido como Polonia. Los polacos
establecieron un intenso comercio con Occidente, especialmente de pieles y
esclavos.
Tras
la muerte del rey Jayavarman II, el reino de Chen-la pasó a su sobrino Indravarman
I.
México
empezó a sufrir las acometidas de pueblos procedentes del norte. Pertenecían a
un grupo de tribus de cazadores nómadas que hablaban una lengua diferente de
las de los pueblos civilizados de la zona. Se les conoce como Nahuas, y
su lengua era el náhualtl. Los primeros nahuas en imponerse
fueron los Toltecas, que establecieron su capital en Tollan
Xicocotitlán. La cultura tolteca muestra rasgos heredados de la de
Teotihuacán.
Por
esta época aparece al sur de los toltecas un nuevo pueblo que se llamaba a sí
mismo Olmeca, si bien no parece tener ninguna relación con los
antiguos olmecas, pues éstos (llamados olmecas arqueológicos) se
extinguieron hacia el 300 d. C. A los nuevos olmecas se les llama olmecas
históricos.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXc.htm
LOS NIETOS DE CARLOMAGNO
A
mediados del siglo IX, la región más próspera de Europa era, sin duda,
Al-Ándalus. Pese a las turbulencias políticas, el emir Abd al-Rahmán II había
logrado hacer de ella una potencia económica. Organizó el monopolio de
acuñación de moneda, según el cual el Estado garantizaba la aleación de las
monedas, aunque no el peso (por lo que en los pagos había que pesar las
monedas). El sistema tributario era de lo más eficiente: el Estado determinaba
lo que debía pagar cada ciudad, cada ciudad estipulaba la parte que debía pagar
cada barrio y cada barrio establecía el tributo de cada vecino. Si un vecino
consideraba que se le aplicaba una tasa injusta podía reclamar a los tribunales
y, en caso de fallo favorable, el Estado le devolvía el dinero y castigaba a
los culpables.
Todas
las ciudades, por pequeñas que fueran, tenían su zabacoque, funcionario estatal que inspeccionaba
los mercados, su zabaxorta, jefe
de policía local que cuidaba del tráfico, y un cuerpo de darrab o vigilantes nocturnos. Los moros que llegaron de África
apreciaron la vegetación hispana casi hasta la idolatría, y se esmeraron por
mejorar las antiguas técnicas agrícolas romanas. Salvo en periodos muy
específicos, Al-Ándalus siempre rebosó de trigo, y el aceite andalusí era
codiciado hasta por los vikingos, que lo aceptaban como rescate para liberar
prisioneros. Introdujeron en la península, y con ello en Europa, la higuera, el
limonero, el naranjo, el arroz, la caña de azúcar y el algodón.
El
Corán ordena que "todo artesano debe realizar un trabajo bien
hecho y venderlo a precio justo". Esta máxima era conocida
como hisba, y
los musulmanes se la tomaban muy en serio. Para velar por la pureza de la
hisba, los artesanos se agrupaban en gremios, bajo
la dirección del más respetable de ellos, el amin. Entre los productos de la artesanía
andalusí destacaba el cordobán, que
era piel decorada con motivos en relieve grabados o prensados y luego pintados
con oro y plata.
Pero
la mayor innovación fue el descubrimiento del cristal, que se atribuye al cordobés Abbas ibn
Firnas. La fabricación del vidrio era conocida desde la antigüedad,
pero la fórmula del cristal, de mucha mayor calidad, fue mantenida en secreto
por los artesanos de Al-Ándalus durante casi tres siglos. Se cuenta que Abbas
ibn Firnas también estudió la posibilidad de hacer volar al hombre, pero en
esto tuvo menos éxito.
Desde
China llegó a Al-Ándalus la técnica de la fabricación del papel.
El cristianismo en Al-Ándalus estaba en decadencia. La política de
Abd al-Rahmán II era de gran tolerancia, y ello había favorecido la
integración. Muchos cristianos eran polígamos. Esto provocó una reacción
vehemente en los mozárabes más radicales.
El sacerdote Perfecto blasfemó
públicamente contra Mahoma, lo que le valió la condena a muerte. En el
patíbulo, el condenado profetizó que antes de un año moriría el chambelán Nasar, lo
cual ciertamente sucedió. Los mozárabes consideraron esto un signo de que Dios
estaba de su parte, y continuaron con las blasfemias públicas. La tolerancia
mora tenía un límite y, ante los desórdenes que se produjeron, Abd al-Rahmán II
convocó un concilio cristiano en Sevilla en 851,
donde los obispos dictaminaron que "los cristianos que provocaran
su propio martirio no serían considerados mártires por la Iglesia". Ese
mismo año fueron encarcelados dos de los principales alborotadores: Eulogio y
el obispo Saulo.
Ese
mismo año murió Nominoë, el conde que se había erigido en rey de Bretaña. Fue
sucedido por Salomón.
Los
éxitos que los vikingos estaban obteniendo en Europa les llevaron a plantearse
la posibilidad de volver a Wessex, donde habían sufrido su peor derrota años
antes, bajo el reinado de Egberto. Ahora reinaba su hijo Ethelwulf, el cual
recibió la noticia de que unos trescientos cincuenta barcos repletos de
guerreros estaban remontando el Támesis. Los nórdicos saquearon Canterbury y
luego Londres. El rey de Mercia trató de detenerlos, pero su ejército fue
destrozado y tuvo que huir. Finalmente los vikingos desembarcaron y se
dirigieron hacia Wessex, donde los esperaba un ejército con el propio Ethelwulf
al frente. Nuevamente los vikingos fueron derrotados, al parecer más
drásticamente que la vez anterior. Esta victoria dio tal fama a Ethelwulf que
Wessex se confirmó como la cabeza de la heptarquía inglesa.
Por
esta época Musá ibn-Musá (teóricamente un general de Abd al-Rahmán II) contaba
con un ejército poderoso a su servicio y actuaba con plena independencia.
Derrotó a los gascones y Abd al-Rahmán II, tal vez temiendo que escapara
definitivamente a su control, decidió nombrarlo gobernador de Zaragoza y Tudela
en 852. (Tudela era la región donde Musá tenía
sus propiedades y donde ya gobernaba en la práctica, aun sin el título de
gobernador.) El emir murió antes de que acabara el año. Fue sucedido por su
hijo Muhammad I, quien tuvo que desbaratar un complot de su
madrastra, la cual intentaba convertir en emir a su hijo Abd Allah. También
murió el rey de Pamplona Íñigo Arista y su hijo García Íñiguez pasó de ser
regente a ser el nuevo rey.
Carlos,
el rey de la Francia Occidental, consideró que Pipino no era de fiar y lo
destituyó de su cargo de rey de Aquitania. Pipino fue encarcelado. Tras la
muerte del conde Fredelón de Tolosa, el condado pasó a su hermano Raimundo
I. Era la primera vez que el condado se transmitía directamente a un
familiar. Hasta entonces había sido el rey el que había elegido al nuevo conde.
De todos modos, Raimundo I era un hombre de confianza del rey Carlos y defendió
en todo momento sus intereses frente a la nobleza de Aquitania.
Muhammad
I trató de refrenar a los alfaquíes y así, por ejemplo, se opuso a ellos cuando
quisieron condenar al jurista Baqí ibn Majlad porque utilizaba
en demasía el raciocinio personal en la elaboración de sus sentencias, (en
lugar de aplicar ciegamente la ley coránica, se entiende). Sin embargo, tuvo
que ceder ante sus exigencias en lo tocante a la religión del Estado: los altos
funcionarios mozárabes fueron obligados a dimitir o convertirse al islam. Entre
estos estaba el cristiano Gómez, que ya había sido consejero
de Abd al-Rahmán II y siguió siendo hombre de confianza de Muhammad I. A él se
debe que el emir declarara el domingo como día festivo para los cristianos. La
situación de los mozárabes se fue haciendo cada vez más precaria, y un buen
número de ellos emigró al reino de Asturias.
En
Roma se terminó una muralla que había mandado construir el papa León IV como
defensa ante los piratas sarracenos. La muralla rodeaba la basílica de san
Pedro y la unía con el antiguo Mausoleo de Adriano, que por aquel entonces ya
era conocido como el Castillo de sant'Angelo. Se formó así la
pequeña ciudad leonina, donde los romanos podían refugiarse
cuando llegaban los moros. Es significativo que un recinto tan pequeño bastara
para acoger a toda la población romana, lo cual hubiera sido impensable en los
tiempos de esplendor de la ciudad.
Los
búlgaros amenazaron nuevamente Constantinopla, pero Teodora se las arregló para
negociar la paz. Murió el kan Malamir y fue sucedido por su sobrino Boris
I.
En 853 la ciudad de Toledo se sublevó nuevamente como había hecho
en tiempos de Abd al-Rahmán II y, como entonces, la ciudad estuvo varios años
fuera del control del emirato. En 854 Ordoño
I envió un ejército a Toledo al mando del conde Gastón, que
fue derrotado por los hombres de Muhammad I en la batalla de Guadalecete. Pese
a ello, la rebelión de Toledo continuó.
El
territorio dominado por el reino de Asturias era mucho mayor que el que
realmente poblaban los cristianos. En realidad sólo estaban pobladas las zonas
más montañosas del norte. Los asturianos habían logrado que los moros
desalojaran una porción considerable de terreno mucho más al sur, pero durante
muchos años no dispusieron de población suficiente para colonizar
permanentemente las nuevas tierras. En ellas apenas habían construido algunas
pequeñas fortificaciones que servían de refugio temporal a uno y otro bando
cuando hacían incursiones en territorio enemigo. La afluencia de mozárabes
llevó a Ordoño I a plantearse un programa de repoblación. Por esta época fueron
repobladas Tuy, Astorga y León. León era una
ciudad romana que los cristianos se encontraron prácticamente intacta, y
algunos de sus edificios fueron causa de desconcierto para los rudos
montañeses. Por ejemplo, se encontraron con unas termas y, sin caer en la
cuenta de su finalidad, las emplearon como iglesia.
Pipino
logró escapar de la prisión donde Carlos le tenía encerrado y trató una vez más
de recuperar su reino.
En la
India murió el rey de Bengala Devpala, que había logrado convertir su reino en
un pequeño imperio gracias a sus dotes militares y diplomáticas. Fue sucedido
por Vigrahapala, que no estuvo a la altura de su antecesor y
el esplendor de Bengala decayó. Esto permitió al rey Mihirbhoj empezar a
recuperar el esplendor perdido de los Prathiara.
En 855 murió el papa san León IV, y fueron nombrados dos sucesores: Anastasio III y Benedicto III. El primero contaba con el favor del emperador y logró encarcelar al segundo, pero éste tenía el apoyo del clero romano y pudo ser liberado. Desde ese momento ambos actuaron como el legítimo papa.
El rey
Ethelwulf de Wessex había adquirido la fama de gran guerrero, pero en su
interior era más religioso que hombre de armas. Aprovechó el buen momento por
el que pasaba su reino para cumplir lo que debió de ser una ilusión de su vida:
viajar a Roma. Llevó consigo a su cuarto hijo, Alfredo, y dejó
como regente a su hijo mayor, Ethelbaldo. A su regreso pasó
por la corte de Carlos, el rey de Francia Occidental que, para distinguirlo de
su sobrino tocayo, era conocido como Carlos el Calvo. El
monarca ofreció al sajón vencedor de los vikingos la mano de su hija.
Pipino
seguía reclamando el trono de Aquitania, así que Carlos el Calvo penetró con su
ejército en la región e hizo coronar rey de Aquitania a su hijo menor, también
llamado Carlos. En 856 Pipino
perdió el apoyo de sus principales partidarios y tuvo que esconderse. Luis el
Germánico no tardó en comprender que Carlos el Calvo había recibido la mejor
tajada en el reparto de Verdún y consideró adecuado forzar algunos cambios.
Para ello se alió con Roberto el Fuerte, un noble de
ascendencia bávara pero que poseía territorios en el valle del Loira, al este
de Bretaña. (Su esposa, Adelaida, había estado casada con un
sobrino de Judit, la segunda esposa de Ludovico Pío y madre de Carlos el
Calvo.)
Cuando
Ethelwulf regresó a Wessex, se encontró a su hijo Ethelbaldo tan firmemente
asentado en el trono que juzgó más oportuno abdicar, aunque siguió siendo rey
de Sussex, Essex y Kent.
Mientras
tanto Ordoño I reconstruía las murallas de León y Musá ibn-Musá saqueaba el
condado de Barcelona. Ahora dominaba todo el valle del Ebro y se hacía llamar
jactanciosamente "el tercer rey de España" (donde
había que entender que los dos primeros eran el emir de Al-Ándalus y el rey de
Asturias).
El
joven emperador Miguel III consideró que ya podía gobernar por
sí mismo y que su madre Teodora debía dejar la regencia. Teodora no estaba de
acuerdo, pero Miguel III se alió con Bardas, hermano de
Teodora, quien asesinó a Theoctistos, el principal consejero
de la Emperatriz. Ante esto, Teodora no tuvo más remedio que retirarse a un
monasterio. El Patriarca de Constantinopla era entonces Ignacio, partidario
de Teodora, y no tardó en excomulgar a Bardas, por lo que Miguel III no pudo
vincular a Bardas al poder, tal y como probablemente habrían apalabrado para
conjurar contra Teodora. Pero en 858 Bardas
logró que Ignacio fuera destituido de su cargo y en su lugar se nombró a un
teólogo llamado Focio. Se inició así en Constantinopla una
larga polémica entre los partidarios de Ignacio y los de Focio, pero Bardas se
convirtió en el auténtico gobernante del Imperio.
En la
India murió el rey de Bengala Vigrahapala, que fue sucedido por Narayapala. El
rey Prathiara Mihirbhoj le venció y le arrebató una parte de su territorio.
El
duque Guido de Spoleto abdicó en su hijo, llamado también Guido.
Ese
mismo año murió el rey Ethewulf, y su hijo Ethelbaldo quedó al frente de la
heptarquía inglesa. Mientras tanto, los vikingos remontaron el río Ebro y
llegaron hasta Pamplona, donde hicieron prisionero al rey García Íñiguez y lo
liberaron a cambio de un fuerte rescate. El rey asturiano Ordoño I también tuvo
que rechazar una incursión vikinga en las costas de Galicia.
En
Japón, un ministro del clan Fijuwara tomó el título de regente
y durante varios siglos los Fujiwara llevaron las riendas del poder tutelando a
los emperadores. Se instauró una era de paz y desarrollo cultural considerada
como la era clásica japonesa.
El
emperador Luis II no había ayudado mucho a resolver la polémica de los dos
papas, Anastasio III y Benedicto III, pues su favor había ido pasando de uno a
otro. Finalmente, murió Benedicto III y el que había sido consejero de san León
IV y de Benedicto III logró granjearse el apoyo del emperador y fue elegido
papa con el nombre de Nicolás I. Si Luis II quería un papa
enérgico que zanjase la disputa, lo había encontrado. Desde el nombramiento de
Nicolás I, Anastasio III tuvo que renunciar a toda pretensión sobre el
pontificado. Nicolás I fue el primer papa en usar las llamadas falsas
decretales, es decir, decretos presuntamente promulgados por papas y
concilios anteriores que en realidad eran falsificaciones, pero que de este
modo gozaban de mucha más autoridad que si se presentaban como decisiones del
papa actual. Nicolás I presentó una serie de decretales de las que dijo que
aparecían compiladas por san Isidoro de Sevilla, por lo que se llaman decretales
pseudoisidorianas. Según estos "documentos", el papa debía
ser ayudado en su gobierno por un colegio de obispos principales o cardenales, que
tendrían a su cargo (junto al papa, por supuesto) todas las cuestiones sobre
legislación eclesiástica. Así ningún obispo podía discrepar del clero romano,
pues si no era cardenal su palabra no tenía ninguna validez. Este sistema
centralista fue apoyado por el bajo clero, que prefería la autoridad de unos
cardenales lejanos ante la de un obispo cercano.
La
historia de que en Roma hubo dos papas, uno el bueno (que ahora resultaba ser
Benedicto III) y otro impostor, debió de impresionar o, cuando menos,
desconcertar a muchos devotos, porque dio lugar a una leyenda. Con el tiempo,
el papa impostor se convirtió en una mujer de Inglaterra muy erudita que había
entrado en un monasterio griego disfrazada de hombre para estar junto al monje
que era su amante. Tras la muerte de él, marchó a Roma, siempre fingiendo ser
un hombre, y allí fue elegida papa con el nombre de Juan VIII. La parte más
realista de la historia es que "la papisa Juana" logró
llevar adelante su engaño hasta que en medio de una solemne procesión le
acometieron dolores de parto y, o bien murió del parto, o bien murió lapidada
posteriormente, según otra versión.
Luis
el Germánico invadió el reino de Carlos el Calvo, pero el clero agrupado en
torno a Hincmaro, el obispo de Reims, le negó su apoyo, y en 859 Luis tuvo que regresar a su territorio. Esto puso en una
situación muy delicada a Roberto el Fuerte, que pasó a apoyar a Pipino en su
pretensión al trono de Aquitania.
El
emir Muhammad I pudo finalmente sofocar la rebelión de Toledo. Los mozárabes
eligieron arzobispo de Toledo a Eulogio, pero fue prendido y martirizado antes
de que pudiera ser consagrado. Hoy es san
Eulogio mártir. Poco después, Muhammad I rechazó una nueva
expedición vikinga. Por aquel entonces, Musá ibn Musá estaba construyendo una
fortaleza en Albelda (cerca de la actual Logroño) que Ordoño I
consideró una amenaza para su reino, así que decidió atacarla como medida
preventiva. Se libró una batalla cerca del monte Clavijo, en
la que Musá ibn Musá fue derrotado por la conjunción del ejército de Ordoño I y
el Apóstol Santiago, que apareció en el cielo montado en un caballo blanco. El
apóstol no tardaría en ser conocido como Santiago Matamoros.
La
derrota de Musá ibn Musá permitió al emir Muhammad I recuperar el dominio
efectivo del valle del Ebro, y los banú Qasí estuvieron aquietados durante un
tiempo.
La
región oriental del reino asturiano constituía un condado conocido como Castilla, debido
a que hasta poco antes había sido tierra de nadie llena de castella (pequeñas
fortificaciones). El conde de Castilla se llamaba Rodrigo, y
no está claro si era hermano de Ordoño I. El caso es que Ordoño I y Rodrigo
realizaron ese mismo año dos expediciones hacia el sur y llegaron hasta
territorios de las actuales Cáceres y Madrid.
En 860 Muhammad I invadió el reino de Pamplona y se llevó
prisionero a Córdoba a Fortún Garcés, el hijo y heredero del
rey García Íñiguez.
Tras
la muerte del rey de Escocia Kenneth I, ocupó el trono su hermano Donald
I. Una partida de vikingos desembarcó por sorpresa en Wessex y saqueó
Winchester, la capital. Luego fueron rechazados por un ejército reunido con
precipitación. El rey Ethelbaldo murió y fue sucedido por su hermano Ethelberto.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXd.htm
EL FIN DEL REINO MEDIO
A
partir de finales del siglo IX empezamos a tener datos más concretos sobre los
vikingos. Se trata de datos dispersos y envueltos en leyendas, como es normal,
pero ya es algo más que el simple hecho de que llegaban, saqueaban y se
marchaban. De la actual Suecia partió un numeroso contingente de vikingos que,
siguiendo los cursos de los ríos (el Dvina, el Dniéper, el Volga), viajaban
rápidamente, poniendo en comunicación las regiones del norte con el mar Caspio
y el mar Negro. Unos se dedicaron al comercio (esclavos, pieles, armas, seda,
especias), mientras que otros se ofrecían como mercenarios, y muchos hacían
ambas cosas a la vez. Al parecer fueron muchos los pueblos que se valieron de
sus servicios (eslavos, pechenegos, búlgaros) hasta el punto de que fueron
conocidos como varegos, que significa
"aliados". En 860 unas
hordas de eslavos dirigidas por varegos llegaron hasta Constantinopla, pero
fueron rechazados.
En 861 el hijo del califa al-Mutawakkil se cansó de esperar el
trono y organizó una conspiración por la que la guardia turca asesinó al
califa. Fue el principio del fin de la dinastía abasí, pues los turcos se
dieron cuenta de que podían poner y deponer califas a su antojo. Durante los
años siguientes el poder efectivo estuvo en manos de funcionarios turcos que
empezaron a transmitir sus cargos de padres a hijos pero, como se dividían en
varias familias rivales, los turcos nunca llegaron a ser tan poderosos como
podrían haber llegado a ser.
Entre
los jázaros, tradicionales aliados de Constantinopla, se había difundido el
Islam, e incluso el judaísmo. Por ello Focio envió a dos misioneros para
convertirlos al cristianismo. Eran dos hermanos griegos llamados Cirilo y Metodio.
Roberto
el Fuerte, se reconcilió con Carlos el Calvo (después de haber apoyado contra
él a Luis el Germánico y a Pipino) y a cambio recibió los títulos de vizconde
de Angers y marqués de Neustria. El título de marqués se
explicaba por la vecindad de su territorio con los bretones. Por otra parte,
en 862 un noble llamado Balduino raptó
a Judit, la hija de Carlos el Calvo, y luego se casó con ella. Con esto obtuvo
del rey varios condados, entre ellos el de Gante y el de Flandes.
El
condado de Ampurias pasó a manos de Suñer II, el hijo del
conde Suñer I que había muerto catorce años antes. No se sabe gran cosa sobre
los condados de la Marca Hispánica durante este periodo ni de cómo Suñer II
recuperó el título. Poco después decidió compartir el título de conde de
Ampurias con su hermano Delá.
Ese
año murió Musá ibn Musá, mientras atacaba a su yerno Azrak ibn Mantil en
tierras de Guadalajara.
Salomón,
el conde de Urgel-Cerdaña, viajó a Córdoba en nombre de Carlos el Calvo para
firmar un tratado de paz y amistad con el emir Muhammad I. Así, durante algún
tiempo la Marca Hispánica se vio libre de ataques moros.
Unas
tribus eslavas solicitaron, como iba siendo habitual, la ayuda de los varegos
en algún conflicto, y una tribu varega acudió solícita al llamamiento. Era una
tribu que se llamaba a sí misma rus, y su jefe era Riúrik. Tomaron
la ciudad de Nóvgorod y la convirtieron en su capital. Con el
tiempo, los eslavos que aceptaron a los Rus como gobernantes (probablemente los
mismos que habían asaltado Constantinopla dos años antes) fueron conocidos
como rusos. Naturalmente, puede cuestionarse si realmente los
eslavos llamaron a los rus o si éstos se presentaron sin invitación y luego
crearon esta historia como justificación, pero, de un modo u otro, parece ser
que así nació el pueblo ruso.
A
medida que los pueblos eslavos formaban estados con pretensiones de
estabilidad, sus relaciones diplomáticas con las potencias vecinas fueron
cobrando importancia. En general, un paso poco menos que insalvable para
mantener buenas relaciones con cualquiera de los dos imperios (teóricamente)
romanos (el franco y el bizantino) era aceptar el cristianismo, pero cada
imperio tenía su propia versión del cristianismo y de la elección dependía cuál
iba a ser el aliado y cuál el enemigo. Así, el príncipe moravo Rotislav, vecino
de los germanos, consideró más conveniente tener a los bizantinos como aliados,
por lo que pidió a Constantinopla que les enviara misioneros para
evangelizarlos según el rito oriental. Focio les envió a Cirilo y Metodio, que
acababan de regresar de Oriente. Éstos inventaron un alfabeto para transcribir
las lenguas eslavas y tradujeron la Biblia, al tiempo que trataban de adaptar la
liturgia a las costumbres eslavas. Similarmente, en 863 el kan búlgaro Boris I, vecino de los bizantinos, solicitó a
Luis el Germánico que enviara misioneros a su tierra. Sin embargo, los
bizantinos amenazaron con una intervención militar y Boris I aceptó los
misioneros que le envió Focio. Fue bautizado como Miguel y
tuvo como padrino al emperador Miguel III. A cambio, Constantinopla reconoció
los derechos de los búlgaros sobre todos los territorios que dominaban de
hecho. La aristocracia búlgara se resistió a la conversión, pero pudo más el
empeño del kan.
Los
banú Qasí habían representado un papel clave en la contención del reino de
Asturias. Ahora Ordoño I vio facilitada su expansión y, para detener sus
avances, Muhammad I envió un gran ejército al mando de su hijo Abd
al-Rahmán y de Abd al-Malik. Ordoño I trató de
cortarle el paso pero fracasó y sufrió una gran derrota.
Tras
la muerte del rey de Escocia Donald I, fue elegido rey su sobrino Constantino. Pasó
todo su reinado combatiendo a los vikingos. El rey Harald I de Dinamarca murió
asesinado. Fue sucedido por Gorm el Viejo, quien mejoró las
fortificaciones construidas por el rey Godofredo para asegurar la frontera
meridional. Se mostró bastante benevolente con el cristianismo.
También
murió Carlos, el rey de Aquitania hijo de Carlos el Calvo. Éste puso en su
lugar a su segundo hijo, conocido como Luis el Tartamudo, y no
tardó en rebelarse contra su padre en colaboración con el rey Salomón de
Bretaña y con una expedición vikinga que penetró por el Loira. Roberto el
Fuerte tuvo ocasión de mostrar la fidelidad jurada a Carlos el Calvo haciendo
frente a la triple amenaza.
El
duque Hunifredo de Gotia había sido acusado de traición el año
anterior, pero había sido perdonado. Ahora tomó Tolosa, donde el conde Raimundo
I murió defendiendo la ciudad.
Más
trascendente fue la muerte sin descendencia el rey Carlos de Provenza, cuyo
reino fue repartido entre sus hermanos Lotario II y Luis II. Por aquella época
Lotario II tenía un serio problema: tenía una esposa y una amante. Hasta aquí
todo era normal, pero su esposa no le había dado ningún hijo, mientras que su
amante sí. Si moría, el hijo bastardo, que se llamaba Hugo, no
podría reclamar herencia alguna y su reino pasaría sin duda a manos de sus tíos
(su hermano Luis II tenía únicamente una hija, o sea, nada, por lo que tras la
muerte de ambos el Reino Medio llegaría a su fin). Para evitarlo tenía que
repudiar a su esposa y casarse con su amante. El trámite para ello era
conocido: consistía en acusar a su esposa de una lista de crímenes y luego
pedir a un grupo de obispos que anulase el matrimonio. Siendo rey de Lorena el
plan era viable, si no fuera porque sus tíos Luis y Carlos también eran reyes,
más poderosos que él, y tenían exactamente el mismo interés en impedir el
divorcio que él en conseguirlo. Por ello, cuando los obispos que interpretaban
la voluntad de Dios en la versión de Lotario II decretaron el divorcio, otros
obispos que interpretaban la voluntad de Dios en la versión de Luis y Carlos
denunciaron el procedimiento. Pese a todo, Lotario II se había apresurado a
meter a su esposa en un monasterio y a casarse con su amante. Se trató de
resolver el conflicto entre los obispos en una reunión donde los argumentos
esenciales fueron intentos de soborno por una y otra parte. Los obispos,
desbordados, decidieron pasarle la papeleta al papa.
Teóricamente,
esto era bueno para Lotario II, pues Nicolás I debía a su hermano Luis II su
elección como Sumo Pontífice y el emperador estaba igualmente deseoso de que se
aceptara el divorcio. Mientras Lotario II ponía de su parte a los obispos
de Colonia y de Tréveris (los dos obispos más
influyentes de su reino), Luis II hizo una demostración militar ante el papa,
pero Nicolás I no era fácil de manejar. Dictó sentencia en contra de Lotario II
y éste se vio obligado a abandonar a su amante y a aceptar nuevamente a su
esposa. (Sus tíos lo habrían tenido muy fácil para lanzarse sobre él con el
papa de su lado.) Los obispos que habían apoyado la posición de Lotario II
fueron depuestos inmediatamente.
Nicolás
I fue también un ferviente defensor de la supremacía del papa sobre el
patriarca de Constantinopla y, como forma de poner de manifiesto su punto de
vista, dado el éxito obtenido frente a los reyes carolingios, decidió
intervenir en la polémica sobre Ignacio y Focio. Dos años antes había habido un
concilio en Constantinopla en el que los legados papales no habían cuestionado
que Focio fuera el patriarca, pero ahora Nicolás I decidió "deponer"
a Focio. Naturalmente su "orden" no tuvo efecto alguno, pero tras no
ser acatada excomulgó al patriarca. Naturalmente esto tampoco afectó a Focio.
Incluso puede que le aportara prestigio en Constantinopla. En 864 y durante los dos años siguientes trató en vano de convertir
a los rusos al cristianismo, quienes habían entablado unas buenas relaciones
comerciales con los bizantinos.
Durante
el reinado de Ethelberto de Wessex los vikingos llegaron a las costas de Kent.
Los ciudadanos, asustados, se prestaron a pagar un dinero a cambio de que se
marcharan, y los vikingos pidieron una elevada suma. Después de recibir el
dinero, los vikingos saquearon igualmente la ciudad por si quedaba algo más.
Otra partida atacó en Northumbria y uno de sus caudillos fue capturado. Se
llamaba Ragnar Lodbrok y su historia está envuelta en la
leyenda. Por ejemplo, se cuenta que era un rey danés y que los northumbrios lo
arrojaron a un pozo con serpientes venenosas. Sus últimas palabras fueron que
los cachorros de oso le vengarían. Se refería a sus
hijos Ivar y Ubba, que al enterarse de lo
sucedido reunieron una gran fuerza y desembarcaron en Anglia Oriental en 865, donde no hallaron resistencia y acamparon para pasar el invierno
en espera de refuerzos. Ese mismo año murió Ethelberto y fue sucedido por su
hermano Ethelred I.
También
murió san Anscario. Su labor misionera en el norte fue
continuada por su discípulo Rimberto. Los generales Abd
al-Rahmán y Abd al-Malik llevaron una nueva y exitosa campaña contra el reino
de Asturias que hizo retroceder sus fronteras y obligó a abandonar algunas
tierras recientemente repobladas. El conde de Castilla trató de hacer frente a
los moros, pero sufrió una estrepitosa derrota.
Por
estas fechas Roberto el Fuerte había logrado someter de nuevo Bretaña a la
soberanía franca y ahuyentar a los vikingos. Luis el Tartamudo se rindió y, por
otra parte, los soldados de Carlos el Calvo capturaron a Pipino, el cual fue
condenado a muerte, pero al final se le conmutó la pena por cadena perpetua. De
todos modos, murió al año siguiente.
El
duque Hunofredo de Gotia se vio obligado a abandonar sus posesiones y
refugiarse en Italia, de donde era oriundo. Carlos el Calvo adjudicó el condado
de Tolosa (que Hunifredo había arrebatado a Raimundo I) a Bernardo, hijo
de Raimundo I, y Gotia pasó (con el título de marqués) a Bernardo
Plantevelue, conde de Auvernia.
Siguiendo
el espíritu de Carlomagno, Carlos el Calvo había fundado la década anterior una
"Escuela Palatina" en la que destacaba la figura de Juan
Escoto Eriúgena. Su labor más influyente fue la traducción al latín de
los Tratados del pseudo-Dionisio, escritos en Oriente por un
monje desconocido de la época de Justiniano y que fueron atribuidos a Dionisio
el Areopagita, un ateniense mencionado en el Nuevo Testamento. En
ellos se describe cuidadosamente la distribución de los ángeles en diversas
jerarquías, idea que fue muy popular dado que calcaba en los Cielos la
estructura social de la época. Ahora acababa de redactar De diuisione
Naturae, en la que mezclaba la teoría platónica de las ideas con
cierto panteísmo que lo hicieron sospechoso de herejía. Escoto apoyó al obispo
Hincmaro en su celo por la ortodoxia teológica, pero a Nicolás I no le gustó
que Hincmaro tomara ciertas decisiones sin consultarle, así que lo llamó al
orden y el obispo de Reims tuvo que ceder.
Los
húngaros llegaron a la frontera del reino de Luis el Germánico y algunos
eslavos, empujados por aquéllos, las traspasaron. Otros se desplazaron hacia el
sur y penetraron las fronteras bizantinas. El rey apenas tenía recursos para
hacerles frente. Dividió los territorios más expuestos en nuevos ducados: Franconia,
Turingia y Sajonia Occidental, al frente de los cuales puso a su
hijo, Luis el Joven (Sajonia Oriental seguía bajo el duque
Liudolfo), pero éste luchó más contra su padre que contra los eslavos.
El
emperador Miguel III no se interesaba por el gobierno, sino más bien por los
placeres que su posición le permitía. Fue conocido como Miguel el
Beodo. Pese a ello, el Imperio prosperaba gracias a la labor de su tío
Bardas. Sin embargo, un ministro eficiente y serio acaba cansando a un
emperador frívolo. Desde hacía un tiempo, Miguel III se había interesado por un
joven llamado Basilio que trabajaba en los establos de
Constantinopla. Tuvo la idea de casar a su amante con Basilio, de modo que lo
tenía más fácil para guardar las apariencias. Finalmente Basilio mató a Bardas
con el consentimiento del emperador y en 866 Miguel
III adoptó a Basilio y lo nombró heredero.
Tras
la muerte del rey Ordoño I de Asturias, su hijo Alfonso y el
conde de Lugo, Fruela Bermúdez, se disputaron la corona.
Finalmente la obtuvo el que pasó a ser Alfonso III.
También
murió el duque Liudolfo de Sajonia, y fue sucedido por su hijo Bruno. Roberto
el Fuerte logró derrotar a unos vikingos en el Sena, pero murió en la batalla.
Dejó un hijo de seis años llamado Eudes y otro recién nacido
llamado Roberto.
Al
llegar a Anglia Oriental los refuerzos que esperaban Ivar y Ubba, por primera
vez hubo en Inglaterra un auténtico ejército nórdico, danés para más exactitud.
Los daneses avanzaron hacia el norte a través de Mercia y llegaron a York, en
Northumbria, derrotaron a las fuerzas que les salieron al paso, capturaron al
rey y lo asesinaron después de torturarlo.
El kan
búlgaro Boris I intentó escapar a la tutela bizantina y pidió al papa Nicolás I
que nombrara un obispo en su reino. El papa aceptó encantado, pues con ello
pasaba por encima de los religiosos enviados por Focio y confirmaba que el papa
estaba por encima del patriarca. Sin embargo, sus legados fueron interceptados en
la frontera búlgaro-bizantina y se abrió una larga polémica entre Roma y
Constantinopla sobre quién tenía derecho a evangelizar a los búlgaros. En 867 Focio publicó una encíclica en la que enumeró los muchos
"errores" de la doctrina cristiana propugnada por Roma. El más famoso
de todos fue el conocido como la disputa del "filioque" (léase filiocue). Consistía
en que la Iglesia de Constantinopla aseguraba que el Espíritu Santo provenía
del Padre (e Patre), mientras que la Iglesia de Roma sostenía
que el Espíritu Santo provenía a la vez del Padre y del Hijo (e Patre
Filioque). La diferencia, pues, se reducía, al menos en latín, a una
palabra: filioque (y del hijo), pero era fundamental,
suficiente para justificar que en un concilio reunido en Constantinopla Focio
excomulgara a Nicolás I. (¿Cómo podría tenerse por cristiano a alguien que
osaba afirmar que el Espíritu Santo provenía del Padre y del Hijo?). Ni que
decir tiene que para la Iglesia Romana la disputa del filioque tenía
la misma trascendencia, y en la actualidad sigue siendo uno de los principales
puntos de divergencia entre ambas iglesias.
Dos
muertes suavizaron la tensión. Una fue la de san Nicolás I, que
fue sucedido por Adriano II. Pero también murió Miguel III,
asesinado por el que había sido su favorito y que ahora pasaba a ser Basilio
I. Inmediatamente destituyó a Focio, lo internó en un monasterio y
restituyó a Ignacio como patriarca de Constantinopla. Con esto se
restablecieron las relaciones entre la Iglesia Romana y la de Constantinopla.
Sin embargo, la polémica sobre quién podía evangelizar a los búlgaros no se
resolvía. Además, dado que Constantinopla cuestionaba la posibilidad de que
Roma enviara misioneros a Oriente, el arzobispo de Ratisbona denunció
la labor de Cirilo y Metodio en Occidente, quienes, después de instruir a los
moravos, habían continuado su labor entre los polacos y luego entre los
húngaros. Adriano II llamó a Roma a los dos hermanos y llegó con ellos a un
acuerdo: reconoció el rito eslavo que prácticamente habían inventado y se
ofreció a financiarles, pero a partir de ese momento Cirilo y Metodio se
consideraron enviados del papa y no del patriarca de Constantinopla.
Aunque
no influyó en nada, también murió Teodora, la madre de Miguel III.
Quien
más debió de alegrarse con la muerte de san Nicolás I fue Lotario II, que se
apresuró a viajar a Roma para pedirle a Adriano II que reconsiderara su
petición de anulación de matrimonio. Adriano le dio largas y le prometió
revisar el caso, pero Lotario II pasó un año entero en Roma sin sacar nada en
claro.
También
murió ese año el conde de Aragón, Galindo I Aznárez. Fue sucedido por su
hijo Aznar Galindo II. Practicó una política de amistad con
sus vecinos, los navarros y los moros. Se casó con Oneca, hija
del rey de Pamplona García Íñiguez (Oneca es la versión latina de Íñiga), a su
hijo Galindo lo casó con una hija del conde de Gascuña, y a su
hija Sancha la casó con el gobernador moro de Huesca, al-Tarwil.
El
califato Abasí seguía desmembrándose: Yaqub al-Saffar, emir
de Sistán (la región limítrofe con la India) declaró a sus
dominios independientes de Bagdad, iniciando así la dinastía de los Saffaríes.
Un año
antes había muerto el duque Ranulfo I de Aquitania, a quien Carlos el Calvo
había nombrado para controlar a su sobrino Pipino. En 868 el rey nombró duque de Aquitania a Bernardo Plantevelue,
ahora para controlar a su hijo Luis el Tartamudo. El condado de Poitiers había
pasado al hijo de Ranulfo I, llamado también Ranulfo.
En 869 Carlomán, el hijo mayor de Luis el Germánico
condujo un ejército contra Moravia. Ese mismo año murió san Cirilo, y
su hermano Metodio fue nombrado obispo en Panonia. Su jurisdicción abarcaba
prácticamente todo el territorio eslavo cristianizado. Ignacio convocó un
concilio en Constantinopla en el que se condenó a Focio y se discutió sobre el
derecho del patriarcado de Constantinopla sobre los búlgaros. Sobre el filioque no
se llegó a ningún acuerdo.
El
gobernador de Egipto, Ahmad ibn Tulún, se independizó de
Bagdad gracias a su poderoso ejército formado por turcos y esclavos negros. En
realidad no sólo gobernaba Egipto, sino también Siria y todo el norte de África
hasta el reino aglabí. Inició la dinastía de los Tulúnidas. Con
ella Egipto pasó por un periodo de esplendor y desarrollo cultural.
Lotario
II regresaba de Roma todavía casado, pero murió durante el viaje. Teóricamente,
al carecer de descendencia directa, su reino debía pasar a Luis II, en calidad
de emperador y de pariente más próximo. Sin embargo, Carlos el Calvo se apoderó
de toda Lorena, ante la indignación del emperador Luis II, de Luis el Germánico
y del papa Adriano II. De estos tres, la única amenaza seria era Luis el
Germánico, de modo que Carlos se lo pensó mejor. En 870 se reunió con Luis en Mersen, al norte de
Aquisgrán, y los dos reyes se repartieron Lorena. En términos modernos, Luis II
se quedó Renania y el norte de Holanda, mientras que Carlos se quedó el sur de
Holanda y Bélgica. El Reino Medio quedó reducido al territorio italiano en
manos de Luis II, el cual tampoco tenía descendientes masculinos, por lo que
sus días estaban contados. Luis II estaba organizando una expedición contra los
piratas sarracenos, a la que también se unieron los bizantinos.
Metodio
fue hecho prisionero por los obispos germánicos, que no discutían su jurisdicción
y no admitían su liturgia. Por esta época los eslavos crearon el reino de Croacia, al
sur del territorio ocupado por los húngaros, en lo que hasta poco antes había
sido territorio bizantino.
Murió
García Íñiguez, el rey de Pamplona, y su hijo Fortún Garcés seguía prisionero
en Córdoba. Fue nombrado regente García Jiménez, otro miembro
de la casa real. También murió el conde Salomón de Urgel-Cerdaña, y fue
sucedido por Wifredo el Velloso, hijo del conde Sunifredo que
había precedido a Salomón. Tal vez le ayudó su hermano Riculfo, que
era obispo en el Rosellón. Poco después, Wifredo segregó de sus dominios
el condado de Conflent, que entregó a su hermano Miró.
En
Inglaterra, los daneses se extendieron desde Northumbria en todas direcciones.
El rey Edmundo de Anglia Oriental fue martirizado hasta la
muerte.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXe.htm
ALFREDO EL GRANDE
En 870 el rey Rotislav de Moravia fue derrotado por Svatopluk, que
se convirtió en el nuevo rey y extendió considerablemente sus fronteras.
https://es.wikipedia.org/wiki/Alfredo_el_Grande
Los
ejércitos daneses habían conquistado ya casi toda Inglaterra. Sólo resistía la
parte septentrional de Northumbria, la parte occidental de Mercia y, sobre
todo, Wessex, que seguía intacto. En 871 los
daneses llegaron al Támesis, donde se encontraron con el ejército dirigido por
el rey Ethelred y su hermano Alfredo (el que había acompañado a su padre
Ethelwulf en su viaje a Roma). Una vez más, el ejército de Wessex derrotó a los
nórdicos (aunque más tarde se dijo que Ethelred y Alfredo no habían participado
igualmente en la batalla: Alfredo había dirigido el ataque mientras Ethelred
asistía a una misa). No obstante, la victoria no fue decisiva. Los daneses
recibieron refuerzos y un par de semanas más tarde estaban preparados para otro
encuentro. Esta vez los hombres de Wessex se vieron obligados a retirarse y
Ethelred cayó mortalmente herido. El rey tenía dos hijos pequeños, pero los
tiempos que corrían no eran para nombrar rey a un niño estando ahí Alfredo, que
era un guerrero consumado. Así Alfredo fue elegido rey de Wessex con veintitrés
años de edad. Los daneses aprovecharon la confusión que sigue siempre a una
sucesión para invadir el país, y derrotaron a Alfredo en Wilton, a
unos cuarenta kilómetros de Winchester, la capital sajona. Pero Alfredo pudo
retirarse a tiempo y conservar su ejército esencialmente intacto. De todos
modos, Alfredo sabía que necesitaba tiempo para reorganizarse, así que ofreció
dinero a los daneses a cambio de una tregua. Los daneses juzgaron conveniente
aceptar y dedicarse a sofocar la última resistencia de Mercia y Northumbria
para poder luego dedicarse plenamente a Wessex.
El
emperador Luis II dirigió finalmente la expedición contra los sarracenos que
había estado preparando con la ayuda de los bizantinos, y logró tomar la ciudad
de Bari, que los piratas habían tomado a Constantinopla ya hacía varias
décadas. Los bizantinos se apresuraron a tomar de nuevo el control de la ciudad
con lo que, en realidad, Luis II no obtuvo ningún provecho directo. Luego
intentó someter al ducado de Benevento, pero no tuvo éxito. Incluso llegó a ser
capturado y estuvo retenido durante algún tiempo como rehén.
En
Al-Ándalus, Mutarrif ibn Musá, hermano de Musá ibn Musá, se
alzó contra el emir de Córdoba y tomó Tudela. Pronto fue capturado y asesinado
junto con sus tres hijos, pero entonces sus hermanos Ismaíl y Fortún se aliaron
con Alfonso III de Asturias y se adueñaron nuevamente del valle del Ebro.
En 872 murió el papa Adriano II y fue sucedido por Juan
VIII, quien demostró tener una gran energía al dirigir él mismo una
campaña contra un desembarco sarraceno.
Tras
la muerte del conde Bernardo de Tolosa, Carlos el Calvo adjudicó el condado a
su rival, el marqués de Gotia Bernardo Plantevelue. Los condados de Pallars y
Ribagorza se independizaron entonces del de Tolosa.
Por
esta época un caudillo vikingo llamado Harald Harfager (el de
la bella cabellera) logró una gran victoria naval sobre sus enemigos, los Jarls, y
logró expulsarlos de su territorio. A partir de este momento inició un proceso
de unificación política que le llevó a dominar la mayor parte de la costa
escandinava. Estableció un sistema de impuestos y se convirtió así en Harald
I, el primer rey de Noruega.
Los
muchos noruegos forzados al exilio por Harald I siguieron suertes diversas.
Algunos se refugiaron en las islas próximas, pero Harald I los persiguió en
varias expediciones a las islas Shetlands, las Orcadas y
las Hébridas; otros se incorporaron a las expediciones
vikingas que asolaban Escocia, mientras que otros llegaron aún más lejos:
en 874, un noruego llamado Ingolfur
Arnarson llegó hasta la isla que llamó Islandia (tierra
de hielo). Es posible que la isla hubiera recibido algunas visitas anteriores,
probablemente de monjes irlandeses que huían de las primeras incursiones
vikingas, pero lo cierto es que Islandia estaba deshabitada desde hacía más de
setenta años. Los noruegos se convirtieron en sus primeros pobladores estables
al fundar la ciudad de Reykjavik.
Ese
mismo año murió el undécimo imán chiita y dejó como sucesor a un niño de cinco
años, llamado Muhammad al-Mahdí. Al parecer, el tiempo había
hecho ver a los chiitas que tener un imán desaparecido como el de los ismailíes era más conveniente que tener uno sometido a las miserias
humanas, así que aprovecharon la ocasión para hacer "desaparecer
misteriosamente" a la criatura, según la versión oficial, y desde entonces
su religión adoptó también el carácter mesiánico que tenía la versión ismailí.
No obstante siguieron caminos separados: por una parte estaban los chiitas
septimanos y por otra los duodecimanos, según el número de
imanes que reconocían antes de la "ocultación".
Los
moravos fueron obligados a reconocer la dominación franca.
Mientras
tanto los daneses acabaron la conquista de Mercia, con lo que ya dominaban toda
Inglaterra a excepción de Wessex, contra el cual volvían ahora su mirada. La
tregua que habían pactado años antes con el rey Alfredo podía darse por
acabada. Pero Alfredo no había perdido el tiempo en esos años. Comprendió que
lo que hacía fuertes a los daneses era su dominio del mar, y que para hacerles
frente en igualdad de condiciones era necesaria una flota. Buscó la ayuda de
piratas frisios, que dirigieron la construcción de barcos y se ofrecieron a
tripularlos. En 875 la flota de Alfredo derrotó a los
sorprendidos daneses.
En
China la dinastía Tang no lograba reconstruir el poder estatal. Un grupo de
campesinos insurrectos, organizados por Wang Xianzhi y Huang
Chao, recorrían el país saqueándolo.
La
zona más oriental del Califato Abasí reclamó también su independencia bajo su
gobernador Samán Judat, un mazdeísta que se había convertido
años antes al Islam. Ahora la autoridad del Califato sólo se extendía sobre
Arabia, Mesopotamia y poco más.
El
emir de Córdoba, Muhammad I, sustituyó a los viejos y expertos recaudadores de
impuestos por otros más jóvenes que no tardaron en herir los sentimientos de
los muladíes. Mérida se rebeló bajo Abd al-Rahmán ibn
Marwán, a la vez que Umar ibn Hafsún extendía la
rebeldía por la zona sur. Mientras, los banú Qasí seguían resistiendo en el
valle del Ebro. Abd al-Rahmán ibn Marwán capturó a Hasim ibn Abd
al-Aziz, ministro de Muhammad I, y lo entregó al rey Alfonso III de
Asturias como muestra de buena voluntad. Muhammad I envió a León sus tropas
fronterizas de Toledo y Guadalajara, al tiempo que un ejército mayor partía de
Córdoba para reunirse con las otras fuerzas. Alfonso III atacó por sorpresa a
las primeras hasta aniquilarlas, tras lo cual se dispuso a defender León.
Cuando el ejército cordobés se enteró de lo sucedido trató de retroceder, pero
también fue alcanzado y derrotado. El emir se vio obligado a pagar un rescate
en oro por Hasim ibn Abd al-Aziz, el cual, de regreso en Córdoba, aconsejó a
Muhammad I que pactara una tregua por tres años con Alfonso III. Era la primera
vez que el emirato de Córdoba pedía una paz al reino de Asturias. El rey
asturiano pasó a ser conocido como Alfonso III el Magno.
Ese
mismo año murió el emperador Luis II, sin más descendencia que una hija
llamada Ermengarda, que legalmente no podía heredar nada.
Técnicamente, el heredero natural era Luis el Germánico, pues era el mayor de
los hijos de Ludovico Pío, pero la pugna entre emperadores y papas sobre quién
tenía autoridad para nombrar a quién había sido ganada por los papas (gracias a
Ludovico Pío). Así pues, la decisión última correspondía a Juan VIII. Sin
embargo, una cosa era quién debía decidir y otra quién podía hacerlo. Carlos el
Calvo se apresuró a tomar Provenza y desde allí avanzó hasta Roma con un
ejército. Hizo saber a Juan VIII que, además de sus soldados, llevaba consigo
una suma considerable de dinero, así que el papa decidió invitarlo a entrar en
Roma. Luis el Germánico perdió así la oportunidad de recibir el título imperial
y, lo más importante, los territorios de Luis II. Tal vez perdió la ventaja
porque dio por hecho que iba a ser elegido por el papa sin más discusión, o
bien porque las constantes rebeliones de sus hijos le impidieron dirigirse a
Italia como había hecho su hermanastro. El caso es que Juan VIII coronó
emperador a Carlos el Calvo el día de Navidad, justo setenta y cinco años
después de la coronación de Carlomagno.
Por
otra parte, Carlomán, el hijo mayor de Luis el Germánico trató de presionar a
Juan VIII para que lo nombrara rey de Italia, y empezó a intrigar con la ayuda
de Engelberga, la viuda del emperador Luis II, pero Juan VIII
se apresuró en coronar como rey de Italia al emperador Carlos el Calvo. Éste
dejó Italia al cuidado de su cuñado Bosón, al que nombró duque
de Borgoña.
En
cuanto a Luis el Germánico, que hubiera perdido la iniciativa no significaba
que tuviera que perderlo todo: preparó la guerra, pero murió seis meses
después, en 876. Carlos aprovechó la ocasión para
apoderarse de la parte de Lorena que había tenido que cederle años atrás, pero
Luis el Joven reaccionó rápidamente y se enfrentó a Carlos el Calvo en Andernach, en
el Rin medio, donde obtuvo una victoria. El reino de Luis el Germánico se
dividió entre sus tres hijos: Carlomán se convirtió en rey de Baviera, Luis el
Joven en rey de Sajonia y Carlos el Gordo en rey de Alamania.
Mientras
tanto Alfredo de Wessex obtenía una segunda victoria naval frente a los daneses,
aprovechando que una tormenta dañó la flota enemiga.
En 877 Engelberga, la viuda del emperador Luis II, urdió una nueva
conspiración contra el papa Juan VIII, esta vez con la ayuda de Formoso, el
obispo de Porto, al tiempo que los sarracenos reanudaban sus
ataques. El papa llamó en su ayuda a Carlos el Calvo, pero éste murió en el
camino. Su hijo Luis el Tartamudo se convirtió en Luis II, rey
de Francia Occidental. Éste, que hasta entonces había sido rey de Aquitania, no
nombró un nuevo rey para este territorio, pero mantuvo al duque Bernardo, por
lo que Aquitania pasó a ser definitivamente un ducado. Poco después el duque de
Spoleto y el marqués de Toscana expulsaron de Roma a Juan VIII, que tuvo que
refugiarse en la corte de Luis el Tartamudo. Italia seguía gobernada por Bosón,
y Engelberga logró que se casara con su hija Ermengarda.
Juan
VIII tenía que elegir al nuevo emperador. La elección más sencilla hubiera sido
Luis el Tartamudo, el único hijo vivo de Carlos el Calvo y actual protector del
papa, pero necesitaba a alguien poderoso que le ayudara a recuperar el dominio
de Roma, así como a enfrentarse a los sarracenos. Según estas consideraciones
Luis el Tartamudo no era un buen candidato. Era débil y enfermizo, y no
especialmente poderoso. Por esta época Luis el Joven se quedó definitivamente
con la parte de Lorena que Carlos el Calvo le había intentado arrebatar. Así
pues, Juan VIII decidió demorar lo más posible la elección del nuevo emperador.
Ese
año murió san Ignacio, el Patriarca de Constantinopla, y el
emperador Basilio I puso de nuevo en el cargo a su rival, Focio, pero no le
permitió adoptar posturas extremas contra Roma. También murió Juan Escoto
Eriúgena. El rey escocés Constantino I vivió luchando contra los vikingos y
murió luchando contra ellos. Fue sucedido por su hermano Aodh, pero
su reinado no duró más de un año y no está claro qué pasó después.
El
duque Bernardo de Septimania se rebeló contra Luis el
Tartamudo. Al parecer era hijo del Guillermo que también se había rebelado
contra Carlos el Calvo, a raíz de lo cual los condes Sunifredo y Suñer habían
perdido sus dominios en la Marca Hispánica. Ahora sucedió lo contrario: el
conde Wifredo el Velloso y sus hermanos (Miró, Riculfo, Radulfo y Sunifredo)
se enfrentaron a Bernardo en apoyo del rey. En 878 éste recompensó sus servicios otorgando a Wifredo el Velloso
los condados de Barcelona y Gerona y a Miró el condado de Rosellón. Poco
después Wifredo segregó del condado de Gerona el condado de Besalú, que
entregó a Radulfo. Riculfo y Sunifredo eran clérigos, así que no reclamaron
posesión alguna. De todos modos Sunifredo ayudó a Wifredo en el gobierno de sus
dominios. En los años siguientes Wifredo se dedicó a repoblar muy densamente
sus dominios.
Uno de
los caudillos daneses más poderosos de Inglaterra era Guthrum, que
se dispuso a acabar definitivamente con la resistencia de Wessex. A principios
de año, el rey Alfredo estaba en Chippenham, cerca del
Támesis. Los daneses lograron acercarse sigilosamente a las murallas de la
ciudad sin ser advertidos (al parecer, porque los sajones seguían celebrando la
Navidad y el Año Nuevo). Cuando los daneses forzaron las puertas y entraron ya
era demasiado tarde. Efectuaron una matanza y Alfredo tuvo que huir acompañado
de unos pocos hombres. Tuvo que refugiarse en los bosques y marismas de Sommerset, al
sur del canal de Brístol, mientras los daneses completaban la conquista de
Inglaterra. Sin embargo, cinco meses después Alfredo había reunido un ejército
con el que logró pillar por sorpresa a Guthrum y lo derrotó en Edington, al
sur de Chippenham. Finalmente, Guthrum se encontró sitiado en una pequeña
fortaleza, donde Alfredo le dio a elegir entre negociar o morir de hambre.
Guthrum aceptó la negociación y Alfredo no fue muy exigente. Sólo pidió que Guthrum
evacuase Wessex y a cambio reconocería la soberanía danesa en el resto de
Inglaterra. No obstante, Alfredo insistió además en que Guthrum debía
convertirse al cristianismo, y Guthrum aceptó. Se bautizó con el propio Alfredo
como padrino. Con esta condición, aparentemente fuera de lugar, Alfredo
demostró su gran visión política: una Inglaterra dividida en una mitad
cristiana y otra pagana se habría destrozado en luchas continuas, mientras que
si los daneses se convertían al cristianismo no tardarían en asimilar la
cultura sajona, y la vida en Wessex no iba a cambiar mucho porque sus vecinos
fueran anglos o daneses. Naturalmente, Alfredo contaba con que la mayoría de
los daneses seguirían a su caudillo en la conversión, como en efecto sucedió.
Quedaron algunos grupos de daneses independientes que conservaron el paganismo,
pero sólo causaron molestias menores y a la larga se extinguieron.
Ese
mismo año murió tras más de treinta años de reinado, el rey galés Rhodri
Mawr (el grande), que a través de conquistas sucesivas había logrado
unificar los pequeños reinos galeses, a la vez que impidió la invasión danesa.
Sin embargo, a su muerte sus tres hijos se repartieron el reino y Gales volvió
a quedar dividido y débil.
En
Escocia, el rey Constantino I había muerto el año anterior dejando, al parecer,
un hijo pequeño, y ahora dos rivales se disputaban el trono.
La
tregua pactada entre Muhammad I y Alfonso III el Magno había concluido, y ambos
monarcas habían aprovechado el tiempo para fortalecerse. Muhammad I envió una
expedición contra el reino asturiano que resultó ser un fracaso. Mientras tanto
Alfonso III, en alianza con Abd al-Rahmán ibn Marwán, marchó hacia Toledo,
cruzó el Guadiana cerca de Mérida y derrotó a un ejército de Muhammad I.
El
Imperio Bizantino supo aprovechar la decadencia del Califato Abasí para hacer
progresos en Asia Menor. Lo peor era la flota de los musulmanes asentados en
Creta. En Sicilia hizo progresos y pareció que la isla volvería a ser bizantina
en breve, pero luego hubo un cambio de suerte y los aglabíes tomaron Siracusa,
tras lo cual los bizantinos sólo pudieron mantener algunos puntos de la costa.
El fortalecimiento de los sarracenos inquietó al papa Juan VIII. El enfermizo Luis
el Tartamudo murió en 879 con sólo treinta años de edad.
El
papa Juan VIII todavía no había elegido al nuevo emperador y apenas podía
retrasar la decisión por más tiempo. Luis el Tartamudo había dejado dos hijos
adolescentes, Luis III y Carlomán, que reinaron
conjuntamente, y un hijo póstumo llamado Carlos. Por otra
parte estaban los tres hijos de Luis el Germánico. Carlomán, que ya había
intentado convertirse en rey de Italia a la muerte del emperador Luis II, se
dirigió a Roma con el mismo propósito que había llevado a visitar la Ciudad
Eterna a Carlos el Calvo unos años antes. El poder efectivo en Italia seguía
ejerciéndolo Bosón, el duque de Borgoña. Su esposa Ermengarda se alió con
Carlomán y éste logró que algunas autoridades religiosas proclamaran a Bosón
rey de Borgoña. Con ello Carlomán tuvo el campo libre en Italia, pero Juan VIII
no quiso precipitarse en su decisión y durante algún tiempo logró dar largas a
su invitado. Luis el Joven aprovechó la ausencia de su hermano para ocupar
Baviera. Entre tanto la Iglesia franca se extendía por Moravia y los obispos
recelaban de la liturgia eslava creada por san Cirilo y su hermano Metodio. El
papa llamó a Roma a éste último y nuevamente aprobó su doctrina, como ya lo
había hecho su antecesor. Metodio marchó a Moravia.
Tras
la muerte del emir saffarí Yaqub al-Saffar, le sucedió su hermano Amr
ibn al-Layt, que extendió notablemente los dominios saffaríes. También
murió Riúrik, el primer príncipe Ruso, y fue sucedido por un pariente
llamado Oleg.
El
emir Muhammad I envió una flota contra las costas gallegas, pero fue destruida
por una tormenta.
Ese
año murió también el conde Balduino I de Flandes, que fue sucedido por su
hijo Balduino II.
En 880 Carlomán enfermó en Roma y murió poco después. Carlos el
Gordo se convirtió en rey de Italia. Su hermano Luis el Joven estaba dedicado a
hacer la guerra en el norte contra los hijos de Luis el Tartamudo, Carlomán y
Luis III. Algunos nobles de Francia Occidental le alentaron para que
interviniera y debilitara aún más a los dos débiles hermanos en beneficio de
una mayor independencia de la nobleza. Con tales apoyos, Luis el Joven no tuvo
dificultad en apoderarse de toda Lorena. Carlomán y Luis III decidieron
finalmente repartirse (lo que les quedaba de) su reino: A Carlomán le
correspondió Borgoña y Aquitania, mientras que Luis III se quedó con Neustria.
Juan
VIII comprendió que ninguno de los monarcas carolingios que quedaban podría
defender a Roma de los sarracenos, mientras que los bizantinos eran cada vez
más fuertes, así que no tuvo más remedio que iniciar un acercamiento y
reconoció a Focio como Patriarca de Constantinopla. De todos modos, nunca
consintió en conceder que la verdadera religión cristiana pudiera seguir siendo
la misma si se viera desprovista de la palabra filioque.
Ese
mismo año murió Bruno, el duque de Sajonia, y fue sucedido por su hermano Otón, que
hasta entonces había sido conde de Turingia.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXf.htm
CARLOS EL GORDO
http://herodotohistoriant.blogspot.com/2017/04/carlos-iii-el-gordo.html
El
Papa Juan VIII no pudo demorar más la elección del nuevo emperador. Luis el
Joven no parecía interesado en el título, mientras que Carlos el Gordo estaba
en Italia y, por consiguiente, más cerca de la voluntad divina. En 881 se convirtió en el emperador Carlos III. Hacía
un tiempo que los sarracenos se habían instalado en Campania, y Juan VIII había
estado buscando un emperador vigoroso que le ayudara a combatirlos. Ciertamente
Carlos el Gordo no se ajustaba al perfil: era un monarca enfermo y débil y,
cuando Juan VIII comprendió que no podía contar con él para nada, se vio
obligado a recurrir al emperador bizantino, Basilio I, quien expulsó a los
sarracenos. Mientras tanto, en Neustria, el rey Luis III logró una victoria
contra una expedición vikinga.
Los
ataques vikingos estaban arreciando. Entre los vikingos más temibles
estaba Rollón el Caminante, llamado así porque, según se
decía, era tan corpulento que ningún caballo aguantaba su peso, y tenía que
caminar. (Aquí hay que aclarar que los caballos de los nórdicos eran pequeños.)
Al parecer fue uno de los muchos que abandonaron Noruega expulsados por Harald
I. Se dedicó a la piratería y acosó primeramente a Inglaterra, pero luego se
volvió hacia las costas del continente, donde obtuvo victorias frente a varios
nobles francos.
En 882 murió Juan VIII. Hay quien dice que le partieron la cabeza
con un martillo en una conspiración palaciega, aunque según otras fuentes fue
envenenado. Fue sucedido por Marino I, que había sido el
legado papal en el concilio de Constantinopla que había condenado a Focio trece
años atrás. Por ello Focio convenció a Basilio I para que no reconociera la
legitimidad de Marino I.
Ese
mismo año murió Luis el Joven, y su reino fue heredado por su hermano Carlos el
Gordo, que gobernaba ahora toda Francia Oriental. Por su parte, Carlomán
se convirtió en rey de toda Francia Occidental a la muerte de su hermano Luis
III. También murió Hincmaro, el influyente obispo de Reims.
El
emir cordobés Muhammad I envió a Hasim ibn Abd al-Aziz con un ejército contra
Ismaíl y Fortún, los banú Qasí que dominaban el valle del Ebro. Después de
enfrentarse a ellos marchó hasta León, donde le esperaba Alfonso III. Al ver la
situación, Hasim optó por no combatir, y canjeó algunos parientes suyos que
estaban retenidos en Asturias por algunos banú Qasí retenidos en Córdoba. También
fue liberado Fortún Garcés, el rey de Pamplona que finalmente pudo ocupar su
trono. (Alfonso III se había casado con Jimena, de la familia
real navarra.)
El
príncipe ruso Oleg conquistó la ciudad de Smoliensk y
luego Kíev, a la que convirtió en la capital de un nuevo
Estado, conocido precisamente como el Estado de Kíev. Progresivamente
fue sometiendo a las tribus eslavas y finesas que poblaban "el
camino de los varegos a los griegos", es decir, la ruta que
conectaba el mar Báltico (por donde los varegos llegaban desde la península
escandinava) con el Imperio Bizantino.
En 883 Hasim ibn Abd al-Aziz condujo el mismo ejército que el año
anterior en una campaña similar, y nuevamente León no fue atacada. Los banú
Qasí Ismaíl y Fortún fueron derrotados por su sobrino Muhammad ibn Lope
ibn Musá, quien llegó a encarcelarlos y por un breve periodo aceptó la
autoridad cordobesa. Tras la muerte de Fortún, Ismaíl y Muhammad volvieron a
independizarse del emir.
En
China, los campesinos rebeldes dirigidos por Huang Chao tomaron la capital,
Changan, y la corte Tang tuvo que retirarse a Chengdu.
En 884 murió en un accidente de caza Carlomán, el rey de Francia
Occidental. Su hermanastro Carlos apenas contaba con cinco años de edad, y la
nobleza franca no juzgó oportuno ponerlo en el trono. En su lugar, ofrecieron
el reino al emperador Carlos el Gordo. Así, sin hacer nada para lograrlo más
que esperar una muerte tras otra, Carlos el Gordo se encontró con todo el
Imperio unificado bajo su autoridad.
Los
disturbios ocasionados con la sucesión permitieron que un noble se hiciera con
los condados de Pallars y Ribagorza, en la Marca Hispánica, y los independizara
del Imperio Franco. Es conocido como Ramón I, quien tuvo que
enfrentarse a los banú Qasí. No tardó en perder la ciudad de Roda, que
era la sede eclesiástica de ambos condados, por lo que éstos pasaron a depender
de la sede de Urgel. Los banú Qasí atacaron también al conde Wifredo el
Velloso, que estaba tratando de fortificar la ciudad de Barcelona.
El
papa Marino I murió y de su sucesor se sabe muy poco. Murió en 885, y muy bien lo debió de hacer, pues se le recuerda como san
Adriano III. Fue sucedido por Esteban V.
Tras
la muerte de san Metodio, el evangelizador de los eslavos, los obispos francos
no tardaron en expulsar de Moravia a los sacerdotes que seguían el ritual
creado por él y su hermano san Cirilo. Fueron acogidos por el rey búlgaro Boris
I, quien hasta entonces no había podido más que esperar con resignación que las
dos Iglesias discutieran entre ellas por el derecho de enviar misioneros a su
territorio.
En
Armenia varios príncipes crearon pequeños Estados relativamente independientes
del Califato Abasí. El más importante de ellos fue el reino de los bagratíes, con
capital en Ani.
La
capital china fue tomada de nuevo por los ejércitos imperiales, pero el
emperador Tang no tenía ya ningún poder efectivo en el país. Los gobernadores
provinciales actuaban de forma prácticamente independiente.
En la
India murió el rey Prathiara Mihirbhoj, que fue sucedido por su hijo Mahendrapala
I. Éste supo mantener con éxito los territorios heredados de su padre,
e incluso los extendió con partes de Bengala y otros reinos vecinos.
Tras
la muerte del duque de Aquitania, Bernardo Plantevelue, Carlos el Gordo asignó
el ducado al conde Ranulfo II de Poitiers. El hijo de Bernardo, Guillermo
II, heredó el condado de Tolosa y la marca de Gotia.
Una
partida de vikingos remontó el Sena y asedió París. La defensa de la ciudad fue
organizada por el conde Eudes, hijo de Roberto el Fuerte, que había muerto
precisamente luchando contra los vikingos. Después de varios meses de
resistencia que convirtieron a Eudes en un héroe para la población, ya en 886, llegó Carlos el Gordo, pero no para combatir a los bárbaros,
sino para comprar su retirada. Pero era invierno y los vikingos no estaban
dispuestos a desplazarse en esa estación, así que el emperador les ofreció una
región para que invernaran como parte del acuerdo, es decir, les consintió que
la saquearan.
Mientras
tanto Alfredo el Grande de Inglaterra decidió que necesitaba la ciudad de
Londres para repeler los ataques que sufría su reino por parte de grupos de
daneses no sometidos al dominio de Guthrum. La tomó e inmediatamente se dispuso
a tranquilizar a Guthrum, con quien puso por escrito el tratado de paz que
contenía la última modificación de la frontera. Se le conoce como el Tratado
de Wedmere.
Ese
mismo año murió el emperador bizantino Basilio I y le sucedió su hijo León
VI. Por esta época se estaba imponiendo en Constantinopla la idea de
la legítima sucesión dinástica, según la cual el emperador no tenía que ser
elegido por la ciudadanía, el clero, la nobleza o el ejército, sino que el
cargo debía pasar hereditariamente al hijo mayor o, en su defecto, al familiar
más cercano según un criterio preestablecido. La justificación de esto era que
así la elección del nuevo emperador recaía sobre Dios, pues sólo él concedía
los hijos a quien estimaba oportuno. León VI había sido educado por el
patriarca Focio, pero no debió de congeniar con su maestro, ya que al poco de
ocupar el trono lo destituyó.
También
murió el emir de Al-Ándalus Muhammad I, y fue sucedido por su hijo al-Mundir.
El
contraste entre las actuaciones del conde Eudes y el emperador Carlos el Gordo
frente al ataque vikingo a París hicieron que la nobleza depusiera al emperador
en 887. Éste no intentó oponer resistencia.
Era evidente que el Imperio era demasiada carga para él. Fue recluido en un
monasterio. A la cabeza de los nobles que depusieron a Carlos el Gordo
estaba Arnulfo, hijo ilegítimo de Carlomán y nieto de Luis el
Germánico. Si se pasaba por alto su ilegitimidad era un carolingio y, a falta
de otro mejor, los francos orientales lo aceptaron como rey. Por su parte, los
francos occidentales no lo reconocieron y optaron por abandonar el linaje
carolingio: eligieron rey al conde Eudes. Poco después el duque Ranulfo II de
Aquitania se proclamó rey.
En
Italia varios nobles se disputaron el control sobre el papa. Los principales
eran dos: el duque Guido de Spoleto, que era nieto por parte de madre del
emperador Lotario, y Berengario, hijo del marqués Eberardo de
Friul y de Gisela, hija del emperador Ludovico Pío. Ambos
eran, pues, carolingios por parte de madre, si bien esto no significaba nada en
teoría, a causa de la ley sálica.
Ese mismo
año murió el rey Bosón de Borgoña, y su viuda Ermengarda logró que su hijo
Luis, de siete años, fuera reconocido como rey, mientras que ella misma ejerció
como regente. Sin embargo, pronto surgieron conflictos y en 888 el reino se escindió en dos partes: la parte occidental
volvió a ser un ducado bajo Ricardo el Justiciero, hermano de
Bosón y respaldado por Eudes, mientras que la parte oriental continuó como
reino bajo un noble que se convirtió en Rodolfo I de Borgoña.
Ermengarda se retiró a un monasterio y a Luis se le asignó el gobierno de
Provenza. Rodolfo I ocupó Lorena y se hizo proclamar también rey de este
territorio, pero luego se lo restituyó a Arnulfo a cambio de que éste
reconociera su título de rey de Borgoña.
En
Japón subió al trono el emperador Uda, quien protegió a un
brillante funcionario llamado Sugawara no Michizane. Éste
dedicó su carrera a fortalecer al emperador frente a la dominación del clan de
los Fujiwara.
En el
sur de la India los chola se sublevaron contra el rey
Pallava Aparajita, del que eran tributarios, e iniciaron un
rápido ascenso hasta obtener la hegemonía en el sur.
Ese
mismo año murió el Emir de al-Ándalus al-Mundir, al parecer envenenado por su
hermano Abd Allah, que se convirtió en el nuevo Emir. Se casó
con Oneca, hija del rey de Pamplona Fortún Garcés.
También
murió Carlos el Gordo, lo cual dejaba vacante oficialmente el título de
emperador. Guido de Spoleto y Berengario de Friul iniciaron negociaciones para
forzar al papa a nombrar emperador a uno de ellos y repartirse el Imperio. Sin
embargo, no se llegó a ningún acuerdo. Berengario decidió prestar fidelidad a
Arnulfo y Guido lo derrotó en Trebbia en 889, entró
en Pavía y allí se hizo proclamar rey de Italia.
El rey
búlgaro Boris I decidió abdicar en su hijo Vladimiro y
retirarse a pasar los últimos años de su vida en un monasterio. Bajo su
reinado, y gracias fundamentalmente a su decisión de adoptar el cristianismo,
los búlgaros habían realizado un gigantesco avance cultural: ahora tenían un
alfabeto que se convirtió en un potente medio de expresión y una estructura
estatal asimilada de la administración eclesiástica.
En
Escocia fue elegido rey Donald II, hijo de Constantino I. No
se sabe gran cosa de su reinado.
Tras
la muerte del rey Indravarman I, el trono de Chen-la pasó a su hijo Yasovarman
I. Éste fundó una nueva capital llamada Yasodharapura (que
en sánscrito significa "ciudad que lleva y posee la gloria").
Actualmente se conoce como Angkor, por lo que el reino es más
conocido como reino de Angkor. En la capital se construyeron
templos monumentales conocidos como "templos montaña".
En 890 murió el autoproclamado rey Ranulfo II de Aquitania, y fue
sucedido por su hijo Ebles. También murió Ermengarda, la viuda
del rey Bosón de Borgoña.
Un
campesino de la región de Kufa, Hamdan Qarmat, convertido al
ismailismo, fundó una misión-refugio para sus partidarios, que estaban
organizados en sociedades secretas, y predicó una doctrina igualitaria con la
que suscitó numerosas revueltas contra los abasíes. Sus seguidores fueron
conocidos como Qarmatas, y se adueñaron de la parte
nororiental de Arabia.
Los
reyes de las dos mitades del Imperio Franco, Eudes y Arnulfo, tenían cada vez
más problemas con los vikingos. Rollón el Caminante venció al conde de Bayeux y
luego se casó con su hija. Además Eudes se encontraba con que la nobleza que lo
había aclamado rey no se sometía a su autoridad. Por el contrario, la posición
de Arnulfo era fuerte e incluso algunos de sus nobles lo habían aclamado
emperador. Sin embargo, para legitimar el título tenía que ser coronado por el
papa y las luchas contra los vikingos y una rebelión de los moravos le impedían
marchar a Italia. Quien sí que estaba en Italia era Guido de Spoleto, que
finalmente, en 891, logró que Esteban V lo coronara
emperador. El papa murió ese mismo año. Con su pontificado se inició un periodo
que es conocido como la noche del papado, pues él y sus
sucesores fueron papas débiles, manejados por la nobleza italiana, e incluso no
italiana. El siguiente fue Formoso, el obispo de Porto que había conjurado años
antes contra Juan VIII.
El
Emir de Al-Ándalus Abd Allah logró arrebatar Zaragoza a los banú Qasí con el
apoyo de otra familia de origen árabe, los tuyibíes, que ya
habían ayudado a Mohammad I en esta misma dirección. Zaragoza pasó a estar
gobernada por Yahyá al-Ankar, que derrotó hasta los últimos
enemigos de Abd Allah en la región, pero luego se volvió tan independiente como
lo habían sido éstos, salvo que reconoció formalmente la autoridad del Emir.
En 892 el papa Formoso firmó acuerdos con el emperador bizantino
León VI para mejorar su posición. Guido de Spoleto asoció al imperio a su
hijo Lamberto.
Rollón
el Caminante sitió París y poco después se estableció en Ruan. En
los años siguientes los nórdicos se asentaron definitivamente en la región
situada al oeste de París, como lo habían hecho en Escocia y en Irlanda (y como
los daneses en Inglaterra).
El rey
búlgaro Vladimiro no se había llevado bien con su padre, así que apenas ocupó
el trono empezó a buscar apoyos entre los sectores de la nobleza más opuestos a
Boris I y trató de deshacer lo que su padre había hecho. En particular trató de
restaurar el paganismo. Pero Boris I aún vivía y en 893 salió de su retiro monástico, logró el apoyo de la mayoría
del país, volvió a asumir la monarquía, cegó a su hijo y castigó a los nobles
que le habían apoyado, organizó de nuevo la Iglesia y cambió la capital a otra
ciudad menos vinculada con tradiciones paganas. Luego colocó en el trono a su
segundo hijo, Simeón, que había sido educado en
Constantinopla, y volvió a su retiro. Bajo el reinado de Simeón el cristianismo
oriental se asentó definitivamente entre los búlgaros. Simeón resultó tener una
ambición desmesurada. Proyectó construir una Gran Bulgaria, y
empezó por atacar a los eslavos situados entre los búlgaros y los croatas: eran
los servios, que a la sazón estaban organizados en pequeños
principados de entre los que ocasionalmente uno se imponía sobre los demás. El
más poderoso entonces era el de Raska.
El
emperador León VI terminó una revisión del sistema jurídico iniciada por
Basilio I. La obra tenía sesenta tomos. Con ella desapareció el último vestigio
de la autoridad del Senado.
En sus
últimos enfrentamientos con los vikingos, el rey Eudes de Francia Occidental
tuvo que emplear el mismo sistema que había empleado Carlos el Gordo: el
dinero, y pronto fue víctima de la misma decepción que derrocó a su antecesor.
Poco antes, Eudes se había reconocido vasallo del carolingio Arnulfo, con la
esperanza de que éste le prestara el apoyo de sus ejércitos, pero la lectura de
la nobleza fue que, si hacía falta un carolingio, mejor uno del país. Carlos el
Gordo había sido aceptado como rey de Francia Occidental porque el único hijo
que quedaba de Luis el Tartamudo tenía entonces cinco años, pero ahora tenía ya
catorce, y el arzobispo de Reims lo ungió como rey de Francia. Era Carlos
III, aunque es más conocido como Carlos el Simple. Sin
embargo, Eudes logró mantenerse en el trono.
Ese
mismo año murió el conde de Aragón Aznar Galindo II y fue sucedido por su
hijo Galindo II Aznárez.
Los
chiitas zaydíes fundaron un Estado en el Yemen que pronto se extendió por
Arabia hasta más allá de la Meca.
En 894 murió Guido de Spoleto y su hijo Lamberto se convirtió en el
nuevo emperador. Sin embargo, Arnulfo se encontraba ahora más libre que cuando
Guido se hizo con el título imperial: había derrotado a los vikingos y pactó
una paz con los moravos, luego se alió con los húngaros, con lo que los moravos
quedaron en una situación delicada. Así, Arnulfo pudo emprender una campaña
contra Lamberto en Italia.
Mientras
tanto estalló un conflicto entre los búlgaros y el Imperio Bizantino. Al
parecer la causa fue una disputa comercial, pero el kan Simeón la tomó como
excusa para iniciar una guerra. Al parecer aspiraba a convertirse en emperador
bizantino.
Tras
la muerte de Svatopluk, Mojmir II se convirtió en rey de
Moravia. La región meridional del país era conocida como Bohemia. El
nombre procede de los boios, un
pueblo celta del I milenio a. C., pero actualmente estaba habitada por
los checos, un pueblo eslavo cuyo caudillo Borivoj I dominó
a otros pueblos eslavos de la zona y se convirtió en duque de Bohemia. Entre
los checos había aún un poderoso sector pagano, si bien Borivoj I había sido
evangelizado veinte años antes por san Metodio junto con su esposa Ludmila y
fomentó la expansión del cristianismo. En principio adoptaron el rito
bizantino, pero pronto fue sustituido por el latino.
El
emperador japonés Uda nombró ministro a Sugawara no Michizane, lo que le
permitió enfrentarse mejor a los Fujiwara. Se rompieron las relaciones
oficiales con China.
En 895 murió Focio, el depuesto patriarca de Constantinopla. Dejó
una obra interesante, el Myriobiblion, en el que comenta
numerosas obras de la Grecia clásica de las que no tenemos otra referencia.
También escribió numerosas obras teológicas: Anfiloquia, Contra los
maniqueos, Tratado del Espíritu Santo, Contra los latinos, etc.
Por
esta época una de las tribus húngaras eligió como jefe a Árpád, que
es el primer caudillo húngaro cuyo nombre conocemos.
En 896 murió Miró, el conde de Rosellón y el condado pasó a manos
de Suñer II, el conde de Ampurias. El rey Arnulfo, en una segunda campaña sobre
Italia, logró tomar Roma, expulsó a Lamberto, capturó a otro hijo de Guido de
Spoleto, llamado también Guido, y el papa Formoso lo nombró
emperador. Pero Lamberto tenía muchos partidarios en Roma, así que Formoso se
encontró en un aprieto. Murió en abril de ese mismo año y su sucesor, Bonifacio
VI, murió también a los quince días. El nuevo papa fue Esteban
VI.
Los
búlgaros infligieron una grave derrota a los bizantinos, así que el emperador
León VI decidió aliarse con los húngaros, con lo que los búlgaros se vieron
atacados por la retaguardia. Como respuesta, los búlgaros se aliaron a su vez
con los pechenegos. La guerra se complicó.
El
emperador germánico Arnulfo tuvo que abandonar Italia por problemas en su
reino, Francia Oriental. Inmediatamente Lamberto retomó el control de Roma y el
papa Esteban VI quiso dejar claro que, en realidad, siempre había sido
partidario del "legítimo" emperador, por lo que en 897 acusó de usurpador a Formoso, ordenó exhumar su cadáver y lo
arrojó al Tíber, pero poco después fue cogido por el populacho y asesinado. Su
sucesor, Romano, proyectó la rehabilitación de Formoso, pero
murió a los tres meses de pontificado. Dicha rehabilitación fue establecida
por Teodoro II, el cual murió a finales de año.
Mientras
se sucedían los papas, Carlos el Simple logró los apoyos suficientes para que
el rey Eudes lo reconociera como sucesor en el trono de Francia Occidental.
Los
pechenegos empujaron a los húngaros, pero los húngaros, en su huida, ocuparon
territorios a los búlgaros que éstos nunca pudieron recuperar. Fue un golpe
duro para Simeón, que se vio obligado a firmar una paz con el Imperio
Bizantino. No obstante, logró que el emperador León VI conviniera en pagarle un
tributo anual.
El
ministro japonés Sugawara no Michizane interrumpió las embajadas con la China
de los Tang. Fue uno de los primeros japoneses que promovió el retorno a una
cultura propiamente japonesa, libre de la influencia china. Sin embargo, el
emperador Uda abdicó ese mismo año para hacerse monje budista, con lo que fue
nombrado emperador su hijo Daigo I. Esto debilitó
sensiblemente a Sugawara no Michizane frente a los Fujiwara.
Ese
mismo año murió el conde Wifredo el Velloso, que repartió sus posesiones entre
sus hijos: Wifredo II Borrell y Suñer I recibieron
los condados de Barcelona, Gerona y Osona, Sunifredo II recibió
Urgel y Miró II recibió Cerdaña. Wifredo el Velloso murió
derrotado por el banú Qasí Lope ibn Muhammad, hijo de Muhammad
ibn Lope. Los banú Qasí expulsados de Zaragoza por los Tuyibíes se apoderaron
de Toledo. En 898 los banú Qasí trataron de recuperar
Zaragoza, pero fracasaron en su intento. Muhammad ibn Lope murió, y la familia
centró sus esfuerzos en la lucha contra Navarra.
Ese
mismo año murió Eudes, y así Francia Occidental quedó de nuevo bajo la dinastía
carolingia, pues los nobles aceptaron a Carlos el Simple como rey. No obstante,
este apoyo no era muy entusiasta y Carlos sabía que si quería conservar el
trono no podía irritar demasiado a la nobleza. El rey Ebles de Aquitania fue
depuesto y Carlos nombró duque al conde Guillermo II de Tolosa (ahora
duque Guillermo I de Aquitania). El condado de Tolosa pasó
a Eudes, hijo del conde Raimundo I de Tolosa.
El
sucesor del papa Teodoro II fue Juan IX, que defendió también
la legitimidad de Formoso, pero estableció que la consagración de los papas
debía hacerse en presencia de delegados imperiales. El conflicto entre Lamberto
y Arnulfo terminó con la muerte de ambos en 899. También
murió el rey de Inglaterra, Alfredo el Grande. En los últimos años de su
reinado tuvo ocasión de estudiar las leyes bíblicas del Antiguo Testamento y
las comparó con otros códigos publicados por Ethelberto de Kent, Offa de Mercia
e Ine de Wessex. Luego publicó un código que, a su entender, recogía lo mejor
de todos ellos. Reunió a sabios de sus dominios e invitó a otros sabios
francos. Como el latín era desconocido para la mayoría de los ingleses,
promovió la traducción de numerosos libros al inglés antiguo. Parte de las
traducciones las hizo él mismo. Creó escuelas para que la gente aprendiera a
leer y a escribir. A su muerte, Inglaterra era de nuevo un país fuerte y culto.
La
muerte de Alfredo originó un conflicto por la sucesión. Alfredo había sucedido
a su hermano Ethelred, que en el momento de su muerte había dejado dos hijos
pequeños, que fueron descartados en favor de Alfredo porque los tiempos eran
críticos y no convenía un rey menor de edad. Sin embargo, ahora uno de
ellos, Ethelwald, era ya adulto y reclamaba su derecho al
trono frente a Eduardo, el hijo de Alfredo. Sin embargo, la
grandeza de Alfredo prevaleció y la nobleza eligió a Eduardo. Entonces Ethelwald
huyó al Danelaw y se dedicó a persuadir a los caudillos daneses para que le
ayudaran a recuperar el trono, probablemente prometiéndoles vasallaje.
Tras
algunas vacilaciones, en 900 los nobles de Francia Oriental
aceptaron como rey al hijo de seis años del difunto Arnulfo, que fue conocido
como Luis el Niño. Arnulfo había designado como tutor de Luis
a Hatton, el arzobispo de Maguncia, que se
convirtió en regente. El título imperial quedó en el aire, porque tenía que ser
el papa quien lo otorgara, y precisamente ese año murió Juan IX, que fue
sucedido por Benedicto IV. Por otra parte, Luis, el hijo de
Bosón de Borgoña (y nieto por parte de madre del emperador Luis II) logró
coronarse rey de Italia.
Tras
la muerte del rey de Escocia Donald II fue elegido rey su primo Constantino
II.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/AEM/SigloIXg.htm
https://www.uv.es/ivorra/Historia/Indice.htm
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