El
estallido de la guerra civil española en Barcelona
El fotógrafo de origen valenciano Agustí Centelles había vivido
toda su vida en Barcelona cuando un golpe de estado parcialmente fallido dio
inicio a la Guerra Civil española. Como fotorreportero, Centelles se lanzó a
las calles de la Ciudad Condal para inmortalizar los primeros momentos y,
posteriormente, los primeros meses, de un conflicto que cambiaría el país para
siempre.
Una ametralladora en la Vía Laietana de Barcelona
Cuando el
levantamiento armado iniciado por varios generales del ejército español, entre los que se encontraba Francisco Franco, contra el gobierno
de la República se extendió por todo el país, en las principales ciudades hubo
enfrentamientos violentos entre los que apoyaban el golpe y los que trataron de
impedir que triunfara. Y Barcelona no fue
una excepción. Si bien el
general del cuartel barcelonés no se adhirió al golpe, hubo algunas facciones
que sí lo hicieron; y se desataron los combates en las calles de la Ciudad
Condal. El estallido de lo que se convertiría en la Guerra Civil española cogió
al fotógrafo Agustí
Centelles en la capital
de Cataluña y las imágenes que tomó aquellos primeros días son un testigo
privilegiado del inicio de uno de los conflictos más sangrientos de la historia
de España. En esta fotografía se pueden ver dos ametralladoras que de forma
improvisada se colocaron en la céntrica Vía Laietana.
Evacuación de heridos: las primeras bajas de la Guerra Civil en
Barcelona
Centelles, quien
se había trasladado a
Barcelona desde
Valencia con un año junto a su padre, había hecho sus primeros proyectos como
fotógrafo en la ciudad. Después de trabajar como reportero y abandonar el
puesto por desavenencias con el jefe, empezó a ganarse la vida por su cuenta.
En 1934, había comprado una cámara Leica
III y empezó su
carrera como fotógrafo independiente. Sería con esa máquina con la que tomaría
las primeras imágenes durante las primeras horas del 19 de julio de 1936, la mañana después del intento de golpe de
estado. A pesar de que los principales dirigentes habían sido informados de que
el golpe no progresaría en la capital catalana, en la ciudad reinaba un clima
de inquietud y
desconcierto. Y durante esa
jornada los combates armados se extendieron por todo el entramado urbano y
empezaron a caer los primeros heridos. En esta fotografía se puede ver cómo
evacuan a un herido en camilla.
Una barricada de caballos
Si hay una imagen
que ha hecho reconocible a todo el mundo el trabajo de Centelles es esta. Su
título original es ‘Guardias de asalto
en la Calle Diputació.’ La Guardia de
Asalto era un cuerpo creado por la República para mantener el orden público.
Durante las horas que duró el levantamiento y los primeros meses de la Guerra
Civil, fue uno de los cuerpos policiales más activos que se mantuvo fiel al gobierno legítimo, y siempre se ha subrayado que su
importancia para sofocar el golpe fue decisiva. Pero a esta imagen le acompaña
una conocida polémica. Existe otra fotografía tomada pocos instantes antes -o después- en
la que, en un plano más abierto, se puede ver un hombre posando claramente de
forma impostada al lado de los guardias y sosteniendo un arma. Fingiendo estar
en acción. Y eso es precisamente lo que estaba ocurriendo también aquí. El
fotógrafo vio la barricada de caballos e inmediatamente comprendió la potencia de esa imagen, por lo que pidió a los guardias que se
colocaran como segundos antes lo habían hecho en mitad del combate, para poder
representar con una fotografía tan impresionante como esta la crudeza de
momento único que ya no podría repetirse.
Los soldados parten al frente desde la
Estación de Francia
Otra de las imágenes que tomó Centelles durante el estallido de la Guerra Civil
en Barcelona es esta: el momento en que un grupo de soldados republicanos
parten desde la estación de Francia en un convoy que les tenía que llevar hacia
el frente. ¿A cuál de ellos? A Zaragoza. Aproximadamente a partir del 20 o 21 de
julio, tres o cuatro días después del intento de golpe de estado, se certifica
que este ha triunfado
solo parcialmente. Barcelona se
mantuvo republicana, sin embargo, en el caso de Aragón, las principales
ciudades cayeron en manos sublevadas. Por ello, una vez controlada la
sublevación en la zona catalana, ya durante el verano de 1936 varias columnas de milicianos salieron hacia el frente aragonés con
el objetivo de recuperar núcleos urbanos como Huesca o Zaragoza. El grueso de estas columnas estaba integrado por
militantes de la CNT, cuyas siglas pueden verse inscritas en
carrocería del convoy.
El entierro de Buenaventura Durruti en
Barcelona
Precisamente al
frente de Zaragoza fue enviada la célebre Columna Durruti. El carismático líder sindicalista del anarquismo
español utilizó toda su influencia para dirigir una columna de milicianos que,
tras pasar por el frente de Zaragoza y constatar la falta de armas y de
recursos, en noviembre de 1936 fue redirigida a Madrid. El objetivo en este caso era contener la
ofensiva con que los sublevados asediaban la capital casi desde los primeros
días de guerra. Herido por un proyectil del que nunca se ha podido averiguar
con certeza la procedencia, Durruti murió el 19 de noviembre de 1936. Su cuerpo fue trasladado a Barcelona, donde
se celebraría el entierro ya que su heroica defensa durante el levantamiento lo
había convertido en todo un héroe para la
ciudad. El acto se
convirtió en un auténtico baño de masas que querían rendirle homenaje y que la
República utilizó como un gran acto de propaganda. Centelles, ya convertido en
miembro del Comisariado de
Propaganda de la Generalitat de Catalunya, fue uno de los reporteros que cubrió el
entierro, jornada durante la cual tomó esta y otras fotografías tanto de los
altercados como de las escenas de desconsuelo.
El Estadio de Montjuïc, un refugio seguro
Como en cualquier
otro conflicto bélico, una de las principales consecuencias de los combates
fue la aparición de
refugiados. Cuando una
ciudad era tomada por uno de los dos bandos, o simplemente se convertía en un
objetivo militar, muchas personas se veían obligadas a abandonar sus hogares y
buscar refugio en otra ciudad. A medida que los rebeldes fueron ganando
territorio, muchos de los refugiados republicanos emprendieron una huída hacia el
norte, ya que pronto Madrid quedó cercada. Valencia y Barcelona se presentaban
como lugares seguros para aquellos que huían del avance y la represión franquista. Para ello, el Comité Central de Ayuda a los
Refugiados en Barcelona habilitó varios puntos de acogida y uno de ellos fue el
Estadio de Montjuïc, lugar donde fue tomada esta imagen por Agustí
Centelles.
Y Centelles se marcha de Barcelona
Uno de los
objetivos principales del Comisariado de Propaganda creado por la Generalitat
de Catalunya en octubre de 1936 era mantener alta la moral de las tropas y a la vez difundir la
situación de la Guerra Civil a nivel internacional, para tratar de ganar apoyos a la causa. Cuando Centelles se convirtió en uno de sus
trabajadores y después de 1936, fue enviado fuera de Barcelona para cubrir el conflicto en otros frentes. Entre otros, estuvo en el frente de Aragón,
de donde son muy recordadas sus fotografías de la batalla de Belchite a finales
del verano de 1937, de Teruel o de Huesca. Pero algunas de las imágenes más
impactantes del fotógrafo son las que tomó en la ciudad de Lleida en noviembre de 1937 cuando la aviación
italiana bombardeó de forma indiscriminada la ciudad, alcanzando objetivos como
escuelas o mercados.
Muchos le han apodado
el Robert Capa español.
Y la incontestable potencia de sus imágenes ha sido comparada con la de los soldados
estadounidenses izando la bandera en Iwo Jima. Pero
lo cierto es que Agustí Centelles es mucho más
que todo eso, pues puede ser considerado uno de los pioneros
del fotoperiodismo en Europa. Y todo ello gracias al trabajo
que realizó durante la década de 1930 en Barcelona.
Los avances
tecnológicos en el campo de la fotografía le permitieron usar técnicas
innovadoras para cubrir la Guerra Civil española justo en
el momento de su estallido y, a los pocos días, convertirse en corresponsal
de guerra, trabajando para varias instituciones republicanas.
De hecho, en más de una ocasión el fotógrafo reivindicó su posicionamiento político
en el conflicto. Aunque faltan muchísimas, las imágenes que forman parte de
esta fotogalería son un buen testigo del imprescindible trabajo de un fotógrafo
que usó su cámara Leica III como la
mejor arma para defender sus ideas políticas. Así vivió Centelles el
estallido de la Guerra Civil española en Barcelona.
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