ARTE BIZANTINO
El icono bizantino de la Virgen con el Niño, conocido como el Icono de
Vladimir, pintado hacia 1131 d. C. en Constantinopla . Tras su restauración tras sufrir daños por incendio,
solo los rostros son originales. (Galería Tretiakov, Moscú)
https://www.worldhistory.org/image/8959/the-vladimir-icon/
El arte bizantino (siglos
IV-XV) se caracteriza en general por un alejamiento del naturalismo de la
tradición clásica, hacia lo más abstracto y universal, por una clara
preferencia por las representaciones bidimensionales, y por un predominio de
las obras de arte de contenido religioso. Sin embargo, a partir del siglo XII,
el arte bizantino se hace mucho más expresivo e imaginativo, y a pesar de que
muchos temas se repiten indefinidamente, hay diferencias en los detalles a lo
largo del período. Aunque es cierto que la gran mayoría de obras de arte que
han sobrevivido son de temática religiosa, puede que eso sea el resultado de una
selección en los siglos siguientes, porque abundan las referencias en fuentes
bizantinas al arte secular, y hasta bien avanzado el siglo X e incluso después
se siguieron creando elementos paganos con iconografía clásica. Mediante la
utilización de piedras brillantes, mosaicos dorados,
vívidas pinturas murales, marfil esculpido de forma intrincada y metales
preciosos en general, los artistas bizantinos lo embellecieron todo, desde edificios
hasta libros, y su principal legado, y también el más duradero, son sin duda
los iconos, que continúan decorando iglesias cristianas en todo el mundo.
Influencias
Al ser Bizancio la
rama oriental del Imperio romano
en su primera fase, no es de extrañar que en los trabajos bizantinos predomine
una fuerte influencia romana, o más correctamente, clásica. La tradición romana
de coleccionar, valorar y enseñar en privado obras de arte antiguo, continuó
entre las clases más adineradas de Bizancio. El arte bizantino es a la vez
permanente y en evolución, con temas tales como las tradiciones clásicas y las
escenas religiosas convencionales apareciendo una y otra vez a lo largo de los siglos,
pero, al mismo tiempo, un examen más concienzudo de cada obra revela los
detalles de un enfoque artístico siempre diferente. Lo mismo que el cine
moderno, que repone de manera regular una historia familiar, con los mismos
escenarios y los mismos caracteres, los artistas bizantinos trabajaron dentro
de los límites de los objetivos prácticos de su trabajo, escogiendo cómo
representar mejor un tema, qué añadir u omitir de las nuevas influencias que
aparecían y, al final del período, personalizando su trabajo como nunca antes
se había hecho.
Quizás es
importante recordar que el Imperio bizantino fue, en muchos aspectos, mucho más
griego que romano, y que el arte helenístico siguió influyendo, especialmente
la idea del naturalismo. Al mismo tiempo, la extensión geográfica del imperio
también tuvo sus consecuencias para el arte. En Alejandría, el estilo copto,
más rígido (y para algunos menos elegante) comenzó a partir del siglo VI,
reemplazando al estilo helenístico predominante. Se evitaron los colores
apagados, en favor de los más brillantes, mientras que las figuras eran menos
estilizadas y realistas. Otra zona de influencia artística fue Antioquía, donde se adoptó el estilo orientalizante, es decir, la
asimilación de motivos del arte persa y de Asia Central, tales como las
cenefas, el Árbol de la Vida, las cabezas de carnero, y criaturas con alas
dobles, así como los retratos completos frontales que aparecen en el arte
sirio. A su vez, el arte de esas grandes ciudades influiría en el producido
en Constantinopla, que pasaría a ser el centro de una industria artística que
difundiría sus trabajos, métodos e ideas por todo el imperio.
Cáliz bizantino , c. 1070 d. C. Fabricado con cuerpo de piedra
semipreciosa y pie de oro , la copa está decorada con placas de esmalte. (Tesoro
de San Marcos , Venecia)
Dimitris Kamaras (CC BY)
A lo largo
de los siglos el Imperio bizantino estuvo en continua expansión y contracción,
y esa geografía influyó en el arte, conforme las nuevas ideas se fueron
haciendo más accesibles con el tiempo. Las ideas y objetos artísticos se
intercambiaban continuamente entre culturas por medio de regalos reales a
gobernantes amigos, embajadas diplomáticas, misiones religiosas, y la compra de
recuerdos por parte de viajeros adinerados, sin olvidar el movimiento de los propios
artistas. Desde principios del siglo XIII, por ejemplo, Bizancio experimentó la
influencia de un contacto mucho más estrecho con Europa occidental,
igual que cuando los bizantinos estaban más presentes en Italia durante el
siglo IX. La influencia también fue en dirección contraria, por supuesto, de
forma que las ideas bizantinas se difundieron, especialmente hacia el oeste,
desde sitios tales como Sicilia y Creta, desde donde la iconografía bizantina
influiría en el arte del Renacimiento en Italia. Igualmente, en el nordeste, el
arte bizantino tendría influencia en lugares como Armenia, Georgia y Rusia.
Finalmente, el arte bizantino sigue totalmente en vigor como una sólida
tradición dentro del arte ortodoxo.
Artistas
En el
Imperio bizantino había poca o ninguna diferencia entre artista y artesano;
ambos creaban objetos bellos para un objetivo concreto, ya fuera una caja para
guardar un objeto de valor o un icono para unir sentimientos de piedad y
reverencia.
Algunos
nombres de oficios que conocemos son zographos e historiographos (pintor),
maister (maestro) y ktistes )creador)
Además,
muchos artistas, especialmente los que creaban manuscritos ilustrados, eran
sacerdotes o monjes. No hay evidencia de que entre ellos no hubiera mujeres,
aunque es probable que estas se especializaran en telas y sedas estampadas. La
escultura, la artesanía del marfil y el esmalte eran especialidades que
requerían años de aprendizaje, pero en otras formas artísticas era frecuente
que un mismo artista produjera manuscritos, iconos, mosaicos y pinturas
murales.
Portada
de libro bizantino con
un icono de marfil de la crucifixión . Plata dorada
con cabujones de cristal, vidrio y zafiro. Constantinopla ,
siglo XI.
https://www.worldhistory.org/image/8960/byzantine-book-cover-with-icon/
Antes del siglo XIII resultaba extraño que un artista firmara su
trabajo, lo cual puede reflejar una falta de estatus social, o que los trabajos
eran creados por un equipo, o que esa personalización de la obra de arte se
considerara que desmerecía su objetivo, especialmente en el arte religioso. Los
artistas eran apoyados por mecenas que les encargaban los trabajos, sobre todo
los emperadores y monasterios, aunque también personas particulares, incluyendo
mujeres, especialmente viudas.
Frescos y
pinturas
El arte cristiano
bizantino tenía el triple objetivo de embellecer un edificio, instruir a los
analfabetos sobre temas vitales para su bienestar espiritual, y animar a los
creyentes indicándoles que ya estaban en el camino correcto de la salvación.
Por dicho motivo, los interiores de las iglesias bizantinas estaban cubiertos
de pinturas y mosaicos. El gran edificio de la basílica cristiana, con sus
techos altos y largas paredes laterales, era el medio ideal para enviar
mensajes visuales a la congregación, pero incluso los santuarios más humildes
estaban a menudo decorados con abundancia de frescos. Los temas eran
necesariamente limitados – los hechos y figuras clave de la Biblia – e incluso su posición
se hizo convencional. La figura de Jesucristo normalmente
ocupaba la cúpula central, en el cañón estaban los profetas, los evangelistas
aparecían en las uniones de la bóveda y la cúpula, en el sagrario la Virgen y
el Niño, y las paredes tenían escenas del Nuevo Testamento y de
vidas de los santos.
Mosaico
de la Virgen y el Niño, Santa Sofía
Hagia
Sophia Research Team (CC BY-NC-SA)
Además de paredes y cúpulas, los paneles pequeños de madera pintada eran
otro medio popular, especialmente en el período final del Imperio. Fuentes
literarias describen pequeñas pinturas portátiles con retratos, encargadas por
una diversidad de personas, desde obispos a actrices. Las pinturas para
manuscritos también eran una aplicación muy valorada de las habilidades
pictóricas, y cubrían temas tanto religiosos como históricos, tales como
coronaciones y batallas famosas.
Ejemplos destacados del estilo más expresivo y humanístico predominante
a partir del siglo XII son las pinturas murales de Nerezi, Macedonia,
de 1164, que muestran escenas de la Crucifixión, captando la desesperación de
los protagonistas. A partir del siglo XIII se pintaba a los individuos con su
personalidad y una atención al detalle mucho mayor. La iglesia de Santa Sofía en Trebisonda tiene
galerías completas con pinturas de ese estilo, que datan de ca. 1260, en las
que los sujetos parecen haber sido inspirados por modelos reales. También hay
un uso más atrevido del color para lograr los efectos. Un buen ejemplo es la
utilización del azul en la Transfiguración, una pintura en manuscrito en las
obras teológicas de Juan VI Cantacuceno, realizada en 1370-1375 y actualmente
en la Biblioteca Nacional de París. A mayor escala, esa combinación de colores
intensos y finos detalles se ve perfectamente en las pinturas murales de las
diversas iglesias bizantinas de Mistrá, en Grecia.
Iconos
Los iconos –
representaciones de figuras sagradas – fueron creados para ser venerados por
los cristianos bizantinos a partir del siglo III d.C. Se encuentran sobre todo
en mosaicos, pinturas murales y pequeñas obras de arte de madera, metal,
piedras preciosas, esmaltes o marfil. La forma más habitual eran pequeños
paneles de madera pintada, que podían ser transportados o colgados en las
paredes. Dichos paneles se hacían usando la técnica de encáustica, en la que se
mezclaban los pigmentos con cera y se aplicaban en caliente sobre la madera,
donde quedaban incrustados.
Jesucristo Pantócrator
Hardscarf (CC BY-NC-SA)
Normalmente,
las figuras se representan en los iconos de forma totalmente frontal, ya sea de
cuerpo entero o solamente cabeza y hombros, mirando fijamente al observador
como si estuvieran diseñadas para facilitar la comunicación con la divinidad. A
menudo tenían un nimbo o halo a su alrededor, para hacer énfasis en su
santidad. Con menor frecuencia, se muestran escenas narrativas. El estilo
artístico de los iconos fue muy estable a lo largo de los siglos, aunque eso no
debería ser sorprendente teniendo en cuenta que sus temáticas debían presentar
una calidad intemporal e infundir la devoción a lo largo de generaciones de
devotos – la gente y las modas pueden cambiar, pero no el mensaje.
Algunos de
los iconos bizantinos más
antiguos que han llegado a nuestros días se encuentran en el monasterio de
Santa Catalina en el Monte Sinaí. Datados en
el siglo VI y salvados de la ola iconoclasta que se extendió por el Imperio
bizantino durante los siglos VIII y IX, el más refinado muestra un Cristo
Pantocrátor, la Virgen y el Niño. La imagen del Pantocrátor, en la que Cristo
está en la clásica posición frontal sosteniendo un libro con los Evangelios en
su mano izquierda y bendiciendo con la derecha, fue posiblemente una donación
de Justiniano I (r.
527-565 d.C.) para conmemorar la fundación del monasterio.
Hacia el siglo XII, los pintores producían retratos mucho más
intimistas, con más expresión e individualidad. El icono conocido como la
Virgen de Vladímir, actualmente en la Galería Tretiakov de Moscú, fue pintado
en Constantinopla en ca. 1125, y es un ejemplo excelente de ese nuevo estilo,
con su tierna representación del niño apretando su mejilla contra la de su
madre.
Hombre dando de comer a una mula, mosaico bizantino
Hagia Sophia Research Team (CC BY-NC-SA)
Mosaicos
La mayor
parte de mosaicos de paredes y techos que han sobrevivido muestran temas
religiosos y se encuentran en muchas iglesias bizantinas. Una de sus
características es el empleo de teselas doradas para crear un fondo brillante a
las figuras de Cristo, la Virgen María y los santos. Igual que con los iconos y
las pinturas, los retratos muestran ciertas convenciones, tales como la vista
frontal, el halo, y un estatismo general. La iglesia de Santa Sofía de
Constantinopla (Estambul) tiene los ejemplos más destacados de dichos mosaicos,
mientras que uno de los más impactantes es el de Jesucristo en la cúpula del
monasterio de Dafni, en Grecia. Realizado hacia el 1100, muestra a Cristo con
una expresión más bien seria, en contraste con la inexpresiva representación
habitual.
Los mosaicos
del Gran Palacio de Constantinopla, que datan del siglo VI, son una mezcla interesante de
escenas de la vida cotidiana (especialmente de caza) con dioses paganos y
criaturas míticas, poniendo nuevamente de manifiesto que, en el arte bizantino,
los temas paganos no fueron totalmente reemplazados por los cristianos. Otro
tema secular de los mosaicos fueron los emperadores y sus consortes, aunque a
menudo retratados en su papel de cabeza de la Iglesia de Oriente. Entre ellos
destacan los mosaicos de la iglesia de San Vitale en Rávena, que datan de la
década del 540 d.C. Dos paneles brillantes muestran al emperador Justiniano I y
su consorte, la emperatriz Teodora, con sus respectivos séquitos.
La emperatriz bizantina Zoe
Myrabella (Public Domaine)
Los artistas
de mosaicos bizantinos se hicieron tan famosos con su trabajo que el califato
árabe omeya (661-750 d.C.) los contrató para decorar la Cúpula de la Roca
en Jerusalén y la
Gran Mezquita de Damasco. Finalmente, igual que en la pintura, en los siglos
XIII y XIV los temas de los mosaicos se hicieron más naturales, expresivos e
individualizados. Excelentes ejemplos de ese estilo pueden verse en los
mosaicos de la iglesia de San Salvador de Cora, en Constantinopla.
Escultura
La escultura
realista de retratos fue una característica del arte romano tardío, tendencia que continuó en los inicios del
bizantino. Por ejemplo, el Hipódromo de Constantinopla era conocido por sus esculturas de bronce y mármol de
emperadores y aurigas populares. También se utilizaba el marfil, aunque
solamente sobrevive un ejemplo de escultura exenta, la Virgen y el Niño,
actualmente en el Victoria and Albert Museum de Londres. Otra aplicación del
arte escultórico fueron los sarcófagos de mármol y piedra caliza. Sin embargo,
a partir del siglo VI, son raros los retratos tridimensionales, incluso para
emperadores, y la escultura en absoluto recuperó la popularidad que había
tenido en la antigüedad.
Caja de marfil con relieve de San Menas
Osama ShukirMuhammad Amin (Copyright)
Artes menores
Los artistas
bizantinos eran excelentes orfebres, a la vez que dominaban la técnica del
esmaltado. Un ejemplo soberbio del uso de ambas habilidades es el cáliz del
Tesoro de San Marcos de Venecia, de ca. 1070. Con un cuerpo de piedras
semipreciosas y un tallo de oro, la copa está decorada con placas esmaltadas.
Los esmaltes alveolados (cloisonné) (objetos con múltiples compartimentos con
borde metálico y rellenos de un esmalte vítreo) eran muy populares, una técnica
probablemente traída de Italia en el siglo IX. También se produjeron grandes
cantidades de bandejas de plata estampadas con imágenes cristianas, para uso
doméstico. Otro uso de los metales fue la acuñación de moneda, una forma de
retrato imperial y, a partir del siglo VIII, también con imágenes de
Jesucristo.
Se realizaron biblias con textos maravillosamente escritos con tinta de
oro y plata sobre páginas teñidas con púrpura
de Tiro, con magníficas
ilustraciones. Uno de los mejores ejemplos de manuscrito ilustrado que han
sobrevivido son las Homilías de
San Gregorio de Nisa, realizadas en 867-886
d.C., actualmente en la Biblioteca Nacional de París. Los libros, en general,
lucían cubiertas exquisitas con oro, plata, piedras semipreciosas y esmaltes.
Los relicarios – contenedores para reliquias sagradas – fueron otra expresión
de las artes decorativas.
Brazalete
enjoyado
Metropolitan
Museum (Copyright)
Los
objetos portátiles se decoraban a menudo con imágenes cristianas, incluyendo
los joyeros, piezas de joyería y símbolos de los peregrinos; los objetos de
marfil, como paneles y cajas, eran una especialidad de Alejandría. Los paneles
se usaban para decorar casi todo, especialmente los muebles. Uno de los
ejemplos más destacados es el trono de Maximiano, arzobispo de Rávena (545-553
d.C.), que está recubierto con paneles de marfil que muestran escenas de las
vidas de José, Jesucristo y los Evangelistas. Las telas – de lana, lino,
algodón y seda – en las que los diseños eran bordados en la propia tela o
estampados por inmersión de la tela en colorantes, con algunas partes cubiertas
para crear el diseño.
Finalmente,
la cerámica bizantina no ha adquirido demasiada relevancia, aunque se crearon
piezas con técnicas como el policromado (escenas de colores pintadas sobre un
fondo blanco con un barnizado transparente posterior) – una técnica transferida
a Italia en el siglo IX. A veces los diseños eran grabados y con barnices de
colores, como en una preciosa bandeja de los siglos XIII - XIV con dos palomas,
actualmente en la Colección David Talbot Rice de la Universidad de Edimburgo.
Las formas más comunes incluían bandejas, platos, tazones y copas con un asa.
Los azulejos se pintaban a menudo con representaciones de figuras sagradas como
emperadores, a veces formando una imagen compuesta con varios azulejos.
Bibliografía
- Arnott Hamilton,
J. Byzantine Architecture & Decoration. Batsford,
London, 1956.
- Bagnall, R. The
Encyclopedia of Ancient History. Wiley-Blackwell, 2012.
- Cormack, R. Byzantine
Art. Oxford University Press, 2018.
- Herrin, J. Byzantium. Princeton
University Press, 2009.
- Mango, C. The
Oxford History of Byzantium. Oxford University Press, 2002.
- Shepard, J. The
Cambridge History of the Byzantine Empire c.500-1492. Cambridge
University Press, 2009.
- Talbot Rice,
D. Art Of The Byzantine Era -. Frederick A. Praeger,
1963.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12725/arte-bizantino/









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