El magnicidio de Venustiano Carranza en
los periódicos de mayo 1920.
De la hemeroteca
Juan Nepomuceno Troncoso de Puebla
Excélsior 11 de mayo de 1920
Fuente: Excélsior
Fecha: 11 de mayo de 1920
Titulo: “Cómo describe el rudo combate librado en Apizaco, nuestro
corresponsal en Puebla”
Subtítulo: “Tanto las fuerzas que custodiaban los trenes del señor
presidente como las que atacaron, sostuvieron encuentros tan reñidos que hubo momentos
en que las caballerías del general Ricardo Reyes Márquez tuvieron que
replegarse.”
Nuestro corresponsal dice haber sido informado de que el señor
Carranza en persona estuvo dirigiendo varias de las fases del combate nombre en
la ciudad ya citada”.
Nota: Puebla, mayo 8. Hoy, a las nueve de la mañana tuvieron contacto
con las fuerzas que resguardan los trenes en que viaja el señor Presidente
Carranza y su comitiva, los contingentes que son a las órdenes de los generales
Ricardo Reyes Márquez, Arturo Camarillo y Máximo Rojas, iniciándose el tiroteo
por el lado oriente de las estación del ferrocarril mexicano, y generalizándose
a los pocos momentos en toda la línea que abarcaría cerca de un kilómetro.
En el ataque contra las fuerzas carrancistas, tomaron parte los
contingentes siguientes: 96 o. regimiento, fracción del 3er. Regimiento
Supremos Poderes al mando del teniente coronel Juan Vega; todas las caballerías
serranas al mando del general Arturo Camarillo, siendo estas fuerzas, así como
el 60º. Batallón, al mando directo del general Ricardo Reyes Márquez.
También tomaron parte en el combate los generales Máximo Rojas y
Manuel Sosa Pavón, con sus respectivos elementos.
Las fuerzas carrancistas bombardearon continuamente las
posiciones de los que los asediaban, pero sin efecto notables, pues no tuvo
conocimiento que causaron perjuicios las metrallas entre las filas de los
revolucionarios.
A las diez de la noche, sólo se oían descargas intermitentes,
relevándose las avanzadas para evitar una posible sorpresa de parte de los
carrancistas, quienes tampoco abandonaron sus posiciones.
Correspondencia exclusiva para Excélsior
Puebla, mayo 9. Hoy a las nueve de la mañana, se reanudaron los combates en
Apizaco, entre carrancistas y fuerzas rebeldes, asumiendo la ofensiva las
caballerías del general Reyes Márquez, al mando del general Camarillo y las que
mandan los generales Máximo Rojas y Manuel Sosa Pavón.
La artillería fue impotente para detener a los asaltantes,
llegando éstos hasta pisar los andenes de la estación, luchando cuerpo a cuerpo
con los carrancistas que bravamente defendían los trenes en que viajan el señor
presidente Carranza y sus acompañantes.
La victoria parecía inclinarse del lado de aquellos, cuando
inesperadamente llegaron refuerzos procedentes de Huamantla, pedidos por el
general Murguía, haciendo que en un momento cambiara la faz del combate.
Las caballerías tomaron inmediatamente parte directa en el
combate, haciendo que los asaltantes se replegaran hasta el escape de Aldape,
cercano a la estación de San Manuel, distante unos siete kilómetros de Apizaco,
y retrocedieron inmediatamente hasta sus carros, acatando órdenes del general
Murguía.
Como se creyera que esto obedecía a algún plan extratégico (sic)
para hacer salir nuevamente de sus posiciones a los rebeldes, éstos se
abstuvieron de reanudar el ataque con sus caballerías, manteniéndose a la
defensiva hasta ver que movimientos iniciaban los carrancistas.
El presidente Carranza tomó parte en el combate
Soldados que lograron llegar hasta los andenes de la estación de Apizaco, me
aseguran haber visto al presidente Carranza mandando a sus soldados, y
dirigiendo personalmente el ataque de las caballerías.
La retirada de las fuerzas de los generales Reyes Márquez, Rojas
y Sosa Pavón, fue aprovechada para retirar violentamente los trenes que se
encontraban en Apizaco, emprendiendo éstos la marcha con rumbo a Huamantla y
San Marcos, donde actualmente se encuentran, tratando sin duda de reparar la
vía para emprender la retirada por el rumbo de Teziutlán, ignorando que ahí se
encuentran las fuerzas de los generales Higinio Aguilar, del diputado José
María Sánchez y otros contingentes que previendo el caso, había enviado con
todo oportunidad el general Luis T. Mireles.
El general Reyes Márquez se fracturó un brazo
Cuando iniciaron su marcha los trenes que estaban en Apizaco, el general Reyes
Márquez, seguido de una pequeña escolta y de parte de su estado mayor pretendió
impedirla, haciendo todo fuego sobre el maquinista para que detuviera su
marcha.
El general Reyes Márquez iba a la cabeza de su gente, corriendo
su caballo a la velocidad tal, que, al pretender salvar un zanjón, la bestia
cayó al suelo arrastrando al militar, quien resultó con el brazo izquierdo
fracturado.
Violentamente se le llevó hasta el campamento de Santa Ana
Chiautempan, donde se le prodigaron los primeros auxilios, enviándosele después
a uno de los tranvías de gasolina que hacen el servicio entre Santa Ana y
Puebla, hasta el sanatorio del doctor Cruz y Célis, donde se le practicó una delicada
operación para arreglarle el hueso roto.
El general tendrá que guardar cama durante algunos días, no
obstante, sus deseos de seguir al frente de sus tropas.
Excélsior 14 de mayo de 1920
Fuente: Excélsior
Fecha: 14 de mayo de 1920
Titulo: “El señor Carranza estuvo a punto de morir; será libre la
designación del presidente”
Subtítulo: “En el combate de San Salvador las balas revolucionarias
caían en torno del presidente, matando el caballo que montaba"
Un tren fue capturado después de sangrienta y reñida lucha
El combate decisivo se espera que se libre durante el día de hoy y que los
refuerzos enviados al general Treviño tomen participación.
A bordo del general Jacinto B. Treviño, Mayo 13. Se acaban de
recibir informaciones en este cuartel general, dando a saber que el general
Guadalupe Sánchez, que al frente de numerosas fuerzas venía de Veracruz sobre
la línea del mexicano para atacar a las tropas leales al señor Carranza, trabó
con ellas un encarnizado y sangriento combate, en San Andrés, que terminó con
la derrota de los carrancistas, a los que hizo numerosas bajas, capturándoles
trenes y varios centenares de prisioneros.
Todo hace suponer que mañana, a primera hora, las fuerzas
revolucionarias al mando del general Treviño iniciarán un nuevo y poderoso
ataque sobre la retaguardia de los carrancistas y que al propio tiempo el
general Guadalupe Sánchez hará lo propio sobre la vanguardia de dichas tropas
para ver si se consigue un resultado definitivo.
El presidente en
la línea de fuego A bordo del tren del general Jacinto B. Treviño, mayo 13.
Las fuerzas exploradoras revolucionarias que van siguiendo las del presidente
Carranza que combatieron ayer con el general Mireles en San Salvador, han
tenido que retirarse debido a la superioridad numérica del enemigo.
Hoy a las cuatro de la tarde se presentó en este campamento para
rendirse con 250 hombres, el mayor Rodrigo Trigos, que desde hace unos días
andaba separado del núcleo que acompaña al presidente Carranza. Tras de cortas
negociaciones se aceptó su rendición y se presentó con su gente, pasando
después a rendir un informe al general Treviño.
Dice el mayor Trigos que el presidente Carranza, con sus trenes
y fuerzas militares se encuentra actualmente entre las estaciones de Rinconada
y Aljibes, y que sus infanterías están ocupando las faldas de la sierra y la
hacienda de Rinconada.
El viaje es una
verdadera odisea
Todas las
locomotoras que remolcan los convoyes presidenciales están “muertas”, es decir
faltas de vapor que las mueva, debido a la carencia de combustible y agua. De
uno y otro elemento se están proveyendo en medio de ímprobos trabajos en la
estación de Rinconada, usando al efecto de los automóviles como medio de
transporte para llevar el agua y el aceite mineral hasta los depósitos de las
máquinas.
El español […] Martínez, que fue hecho prisionero por el general
Murguía, volvió hoy a San Marcos, preso todavía de un verdadero pánico. Dice que,
durante el combate en San Salvador, el presidente Carranza estuvo en la línea
de fuego y que le mataron el caballo que montaba, después de lo cual continúo
presenciando el encuentro pie a tierra.
Asegura que muchos de los oficiales del presidente dicen en voz
alta que la causa de todo lo que ocurre es el ingeniero Bonillas y están
tratando de llevarlo a la línea de fuego.
Es seguro que el señor Carranza trata de llevar adelante su
viaje en cualquier forma, pues el general Treviño le envío hoy un pliego
proponiéndole que acepte garantías, bajo determinadas condiciones y el enviado
regresó a San Marcos asegurando que no había sido recibido; que las avanzadas
de retaguardia no le permitieron pasar.
Excélsior 22 de mayo de 1920
Fuente: Excélsior
Fecha: 22 de mayo de 1920
Titulo: “El general Álvaro Obregón ha informado al extranjero cómo
ocurrió el sangriento drama en Tlaxcalantongo, Estado de Puebla”
Subtítulo: “Los generales de división Álvaro Obregón y Pablo
González acaban de designar una comisión, compuesta de jurisconsultos y
militares para que investiguen la muerte del primer mandatario.
Los despojos mortales del presidente serán entregados a su atribulada familia,
para que le den sepultura, en una de las necrópolis de la capital.”
Enorme sensación sigue causando en los círculos políticos de
esta capital la noticia de la muerte del señor presidente Carranza.
De todo el país se reciben mensajes solicitando informes
detallados de este suceso, siendo grande la expectación del público en todas
partes.
Acabamos recibir informes de las principales capitales
norteamericanas, comunicando que los más importantes rotativos han publicado en
la mañana de hoy, ediciones extraordinarias y se han enviado telegramas
urgentes a los altos jefes de esta capital, por parte de la prensa de Nueva
York, pidiendo detalles oficiales del acontecimiento.
Los miembros del H. Cuerpo Diplomático Extranjero radicado en esta
capital, se han interesado vivamente en conocer detalles del suceso, a fin de
comunicarlos inmediatamente a sus gobiernos, los cuales los han solicitado
apremiantemente. Todos los representantes diplomáticos han presentado también
sus condolencias a las hijas del señor presidente.
El cadáver llegará hoy a esta capital por la estación del
ferrocarril de Hidalgo y Nordeste, a las siete de la noche, debiendo ser
entregado a la familia.
Se ha nombrado una comisión de generales y abogados para que
salga violentamente al lugar de los hechos e investigue las causas a que
obedeció la muerte del señor presidente Carranza.
Una comisión
investigadora
En la
mañana de hoy, los señores generales Álvaro Obregón y Pablo González acordaron
nombrar cada uno una comisión de un alto jefe militar y un abogado, para que se
dirija hoy en la tarde al lugar de los sucesos y lleve a cabo una minuciosa
investigación, a fin de establecer las responsabilidades que resulten por la
muerte del señor presidente Carranza.
Los comisionados para ambos divisionarios, son los siguientes:
general Fortunato Zuazua, y licenciado Aquiles Elorduy, nombrado por el señor
general Pablo González y contraalmirante Hilario Rodríguez Malpica y licenciado
Roque Estrada, por el señor general Álvaro Obregón.
Un tren especial conducirá a la comisión antes mencionada a la
población de Beristaín hoy a las cuatro de la tarde, y de ese punto saldrán con
dirección al pueblo de Tlaxcalantongo, en donde fue muerto el señor Carranza.
Hoy llegará el
cadáver a México
En el cuartel
general de las operaciones se nos informó que hoy, a las siete de la noche,
llegarán a esta capital los restos del señor presidente Carranza he
inmediatamente serán entregados a la familia, por haberlo solicitado así.
Se nos informó que no se la harán al cadáver ningunos honores,
debiendo ser velado en la casa de la familia Carranza, en la noche de hoy y
mañana serán conducidos al cementerio, en donde se les depositará para ser
trasladados oportunamente a su tierra natal, Cuatro Ciénegas.
Algunos señores diplomáticos han estado en la residencia de la
familia, para expresar sus condolencias por la muerte del señor presidente y
sabemos que las familias de los mismos, así como numerosas amistades, han
estado acompañando en sus tribulaciones a la señora de Aguilar y señorita Julia
Carranza, hijas del desaparecido.
El excelentísimo señor doctor Manuel E. Malbrán, ministro de la
Argentina, estuvo hoy en la mañana en el cuartel general del hotel Saint
Francis, para informarse personalmente con el señor general Obregón, de los
detalles de la muerte que se conocen hasta estos momentos, a fin de
comunicarlos a sus colegas del H. Cuerpo diplomático.
Declaraciones
del general Obregón
El señor general
don Álvaro Obregón envió hoy en la mañana al servicio de la “Prensa Unida”, de
Nueva York, el siguiente mensaje, sobre estos acontecimientos:
México, mayo 22 de 1920.
United Press, New York City
Se han recibido telegramas de este cuartel general desde anoche
a la diez, confirmando la muerte del c. Venustiano Carranza y seis de sus
acompañantes, sin que se conozcan en estos momentos mayores detalles.
General ex federal Rodolfo Herrero, perteneciente a las fuerzas
del general Mariel, quien acompañaba al señor Carranza, fue quien presentó el
combate que dio por resultado las consecuencias anteriores.
Ya ha sido designada una comisión compuesta de dos altos jefes
militares y dos abogados prominentes, para que se trasladen al lugar donde se
desarrollaron los acontecimientos y rindan un informe detallado sobre los
sucesos.
El cadáver del
señor Carranza llegará a esta capital a las siete pm hoy y será entregado a la
familia, conforme a los deseos de ésta. En repetidas ocasiones se le ofreció al
señor Carranza toda clase de garantías y consideraciones a fin de que se
retirará de la zona peligrosa, proposición que no quiso aceptar. Álvaro
Obregón
Manifestación de
sincero duelo
Desde las
primeras horas de mañana en que la mayoría del público capitalino supo la
muerte del señor presidente Carranza, innumerables personas con lazos de
amistad con la familia del desaparecido primer magistrado estuvieron llegando a
la que fue morada en los últimos días, en la colonia Cuauhtémoc, para hacer
presente sus condolencias por el trágico fin del alto funcionario.
La calle del Río Lerma, donde está ubicado la mansión de la
familia Carranza, se vio llena de coches y automóviles y de ellos descendían,
contristados, sus ocupantes, en su mayoría señoras, que vistiendo riguroso luto
entraban silenciosamente a aquella casa sumida desde la noche anterior en un
ambiente de tristeza.
En esta capital se encuentran casi todos los miembros de la
familia del que hasta hace dos días fue presidente de la república, pero las
manifestaciones de pésame fueron hechas principalmente a sus inconsolables
hijas la señora Virginia Carranza de Aguilar y la señorita Julia.
El cadáver en
descomposición
Hoy en la
mañana, como a las nueve, el general Pablo González recibió un mensaje del
general Jesús S. Novoa, fechado en Villa de Juárez, Puebla, y en que le da
cuenta de que acababa de recibir un telegrama del general Barragán, pidiéndole con
urgencia una caja de zinc para poner el cadáver del señor Carranza, pues le
hace saber que el cuerpo ya ha entrado en descomposición y sería sumamente
difícil trasladarlo en tal estado.
Allí mismo se nos informó que no se creía posible que los
cadáveres de los referidos militares y funcionarios fuera traídos a esta
capital, con el del señor Carranza porque ya habían entrado en descomposición,
y se carecía en aquellos lugares de cajas metálicas para ponerlos; en
consecuencia, se haría la identificación de los cadáveres levantándose las
actas que comprobara la inhumación de esos cuerpos.
El licenciado
Cabrera presentía su muerte
Es enteramente falso el concepto de que el señor Carranza y las
personas que disfrutaban de mayor ascendiente en su ánimo hubiesen nunca creído
que la evacuación de la capital y la marcha de los trenes presidenciales a
Veracruz fuera a convertirse en una gira triunfal. Indudablemente que el
presidente tenía conocimiento de las grandes dificultades con que iba a
tropezar en su camino, y si lo emprendió fue sin duda bajo la impresión de que
de esta suerte cumplía con un deber supremo. Nos apoyamos para asentar la
anterior hipótesis en el hecho de que el licenciado Luis Cabrera, Secretario de
Hacienda y Crédito Público otorgó testamento ante notario la víspera de su
salida de ésta capital, es decir, el seis de los corrientes, acto del que
fueron testigos los señores Salvador Urbina y Seoane. Debemos consignar el
hecho de que el señor Cabrera no era poseedor de la gran fortuna que se le atribuía,
pues el momento por lo legado por él asciende a la cantidad de 120 mil pesos y
a una casa de la colonia Roma, que aún no se encuentra terminada, y que para
cual terminación precisamente hizo entrega al arquitecto de las obras de la
cantidad de 70 mil pesos, el mismo día 6 de mayo.
Los herederos del señor Cabrera, según el testamento que
veníamos refiriéndonos, son sus hermanas y sus pequeños hijos.
La salida del
cadáver
De nuestro enviado especial.
Beristaín, Hidalgo., Mayo 22.
Acaba de llegar a esta población la comitiva que conduce el
cadáver del primer magistrado de la nación, que se espera llegue a esa como a
las siete de la noche, poco más o menos.
El arribo del fúnebre despojo causó intensa sensación, reuniendo
a todo el pueblo que acudió a presenciar la entrada del grupo entre los que
figuran los supervivientes del atentado.
En todos los rostros se notaba la mayor consternación, y los
asistentes de todas las clases sociales, presenciaban en silencio, con aíre de
azoramiento el luctuoso cortejo.
Los cadáveres de todas las víctimas, inclusive el del primer
magistrado, viajan en humildes cajas de madera que fueron improvisadas, por
carecer en aquellos lugares de elementos con que fabricar ataúdes
acondicionados para el objeto.
Excélsior 26 de mayo de 1920
Fuente: Excélsior
Fecha: 26 de mayo de 1920
Titulo: “No hay duda de que el Rodolfo Herrero fue el asesino del
señor Carranza”
Subtítulo: “La comisión de investigación nombrada por los generales
Obregón y Gonzáles, informa
Las comisiones determinaron permanecer en Beristáin, porque Tlaxcalantongo es
un pequeño poblado con escasos vecinos, de los que no podían obtener informes
de interés
Interrogaron a los generales Barragán, Bruno Neira, P. Sánchez y otras personas
Después de oír aisladamente a los declarantes, se vio que sus declaraciones
diferían en detalle, pero que eran uniformes en sus puntos fundamentales sobre
que el asesino es Rodolfo Herrero”
La comisión investigadora sobre la muerte del señor Carranza,
que estuvo integrada por los señores licenciados Aquiles Elorduy,
Contralmirante Hilario Rodríguez Malpica, licenciado Roque Estrada y general
Fortunato Zuazua, arribó anteayer por la tarde a esta capital, procedente la
estación de Beristáin, y los comisionados procedieron desde luego a rendir un
informe detallado a los señores generales Álvaro Obregón y Pablo González, de
los resultados de sus investigaciones cuya copia damos a conocer a
continuación.
“asientan los comisionados que desde el principio determinaron
permanecer en la estación de Beristáin, por no continuar su viaje hasta el
pueblo de Tlaxcalantongo, en atención a que es una pequeña ranchería, y que por
lo mismo los contables habitantes que tiene no se dieron cuenta de los sucesos
del día que ocurrieron a las tres de la mañana, puesto que muchos de los que
formaban la comitiva del señor Carranza no han podido proporcionar detalles
completos sobre el particular, debido a la confusión que reinó cuando se
cometió el atentado.
Lanza, que después de escuchar aisladamente sus informaciones,
llegaron a establecer la conclusión de que el asesinato fue perpetrado y
consumado por Rodolfo Herrero, con toda la premeditación, quedando por tanto
descartada la hipótesis de que el señor Carranza se haya suicidado tal como el
asesino lo pretende hacer ahora parecer.
Termina la comisión indicando que para dilucidar los móviles que
impulsaron a Herrero, así como las responsabilidades exactas de todas las
personas, Tanto de la gente de Herrero como de los defensores de Carranza, se
debe abrir un proceso en toda forma.
El texto íntegro
del informe de la comisión, es el siguiente:
Señores generales Álvaro Obregón y Pablo González.
Muy respetables
señores:
Tenemos el honor de rendir el siguiente informe relativo a la investigación que
se sirvieron encomendarnos sobre la forma en que aconteció la muerte del señor
don Venustiano Carranza.
Al llegar a la estación de Beristáin supimos, por el señor
general don Jesús Novoa, que a las seis de la tarde llegarían a ese lugar los
señores generales Bruno Neyra, […] Sánchez y Heliodoro Pérez, así como el
capitán Júpiter Ramírez.
Como los expresados jefes habían pertenecido a la comitiva que
había acompañado al señor Carranza hasta la ranchería de Tlaxcalantongo,
resolvimos tomarles declaración.
Llegaron los expresados señores después de las siete y se
presentaron para ser examinados, habiendo proporcionado bastantes detalles
sobre el suceso.
Después tuvimos conocimiento de que en el convoy que conducía el
cadáver del señor Carranza, y que debía llegar a las nueve de la noche a
Beristáin, venían los señores generales Marciano González, Juan Barragán,
licenciado Aguirre Berlanga, ingeniero Ignacio Bonillas, capitán Ignacio
Suárez, general Francisco Murguía, general Mariel, capitán Amador y algunas
otras personas que habían estado con el ex-Presidente hasta las últimas horas,
y algunas de ellas hasta sus últimos momentos.
Aunque consideramos que iba a ser sumamente difícil tomar
declaración a todos ellos, porque, en atención a que venían acompañando el
cuerpo del señor Carranza, a lo avanzado de la noche y a lo mucho que tendrían
que detenerse, no atenderían a nuestra súplica, lo intentamos, sin embargo, y
pudimos lograr que declararan ampliamente el general Juan Barragán y el capitán
Amador.
Vimos por los datos que proporcionaron todos los declarantes y
por los informes de diversos habitantes de Beristáin, llegamos a la conclusión
de que el suceso se había originado a las tres y media de la mañana y en una
noche sumamente nublada y lluviosa. Esta razón agregada al informe fidedigno
que tuvimos de que en Tlaxcalantongo ninguno de los muy pocos vecinos que ahí
viven, no se habían dado cuenta del acontecimiento, precisamente por el momento
en que se realizó y, finalmente por la seguridad que adquirimos de no poder
examinar a Rodolfo Herrero y a su gente porque todos habían huido, nos hizo
resolver no ir hasta Tlaxcalantongo, puesto que iba a resultar completamente
inútil el viaje, a no ser constituyéndose allí como autoridad judicial en toda
regla con peritos balistas y con todos los medios necesarios para los estudios
del caso.
Las declaraciones de los testigos difieren en varios detalles y
por eso no consideramos comprobados muchos de ellos; pero como en los puntos
fundamentales las declaraciones son uniformes, y por la manera como fueron
rendidas juzgamos que debe dárseles crédito, estimamos como bien probados los
siguientes hechos:
1.- El jueves 20 de del actual se incorporó en Putla Rodolfo
Herrero con alguna fuerza a la comitiva que acompañaba al señor Carranza,
habiendo hecho la incorporación por medio de una conferencia previa con el
general Mariel en la que se aseguró estar resuelto a defender al señor Carranza
con la lealtad que le había prometido desde su rendición.
2.- El general Mariel presentó a Herrero con el señor Carranza,
asegurándole que los juzgaba leal, y diciéndole que se ofrecía a luchar en
unión del mismo señor Carranza.
3.- Después de eso el general Mariel se despidió y se regresó;
en consecuencia, ya no acompañó más al señor Carranza.
4.- Llegó la comitiva al atardecer a la ranchería de
Tlaxcalantongo; el señor Carranza se bajó del caballo, y el mismo Herrero,
tomándolo del brazo lo acompañó hasta el jacal en donde opinó que debía pasar
la noche. La otra parte de la comitiva iba inmediatamente detrás del señor
Carranza y de Herrero.
5.- El señor Carranza convino con Herrero y con algunas otras
personas, en que él se quedaría en ese jacal, tomando una esquina del mismo
para que pusieran su cama; a continuación de esta, quedando la cabecera en el
mismo costado, se pondría la cama para el señor Aguirre Berlanga: en los
costados de enfrente quedarían las camas de los señores Mario Méndez y Pedro
Gil Farías; Y en el costado perpendicular a los otros dos, quedarían las camas
de los capitanes Amador y Suárez.
6.- una vez que quedó hecha la instalación de las personas
citadas, Herrero se fue a otro jacal que asignó al general Murguía y algunos
miembros de su escolta; las demás personas buscaron alojamiento en jacales más
o menos distantes.
7.- Antes de
acostarse, el señor Carranza ordenó al Capitán Suárez, que, en unión de
Herrero, por ser este conocedor del terreno, establecieran las avanzadas de
vigilancia. Todo con gente del mismo Herrero.
8.- como a las 11 de la noche, guerrero manifestó que un correo le había
avisado que habían herido a su hermano; que tenía que ir Lo a ver y que
regresaría.
En ese estado las cosas, todas las personas se entregaron al
descanso, y a las tres de la mañana entró en el jacal donde dormía el señor
Carranza, un individuo de tropa, acompañado de otros dos; el señor Carranza
pregunto que qué se ofrecía, y le contestó uno de los soldados que tenía orden
de darle parte directamente de la situación, agregando que no había novedad
ninguna. El señor Carranza contestó que estaba bien y que podía retirarse.
(Los informantes suponen que esto fue con el objeto de
cerciorarse del lugar exacto donde dormía el señor Carranza.)
9.- Media hora después, la gente de Herrero, en completo
silencio atacó el jacal por todos lados, resultado herido el señor Carranza a
los primeros disparos. Los atacantes del jacal fueron de veinte a veinticinco.
El señor Carranza dijo que no podía levantarse porque tenía una
pierna fracturada, que le dieran su carabina porque necesitaba defenderse. Al
concluir estas palabras, una segunda descarga le ocasionó la muerte inmediata.
10.- Todos salieron precipitadamente del jacal, haciendo lo
propio lo que estaban en los demás jacales; reinó una confusión espantosa; la
gente de Herrero, ya con él al frente, pues allí apareció, hizo prisioneros a
muchísimos de la comitiva y se los llevó a un lugar distante cuatro leguas,
habiendo dejado a otros en Tlaxcalantongo. A cuatro o seis de los prisioneros,
los hizo firmar un acta, diciendo que el señor Carranza se había suicidado,
amenazándolos con fusil en mano. Después dio libertad a todos. (El acta fue
dictada por el señor Aguirre Berlanga y escrita por el señor Fontes).
Queda pues, comprobado, que el golpe fue preparado por Herrero,
comenzando por hacer que confiaran absolutamente en él, y traicionando después.
La comisión juzga que, para dilucidar los móviles que impulsaron
a Herrero, así como la participación y responsabilidad exactas que todas las
personas de uno y otro lado, es decir, de la gente de Herrero y de los
defensores del señor Carranza, hayan tenido en este suceso, debe abrirse un
proceso en toda forma.
Tenemos el honor de acompañar a este informe las versiones
taquigráficas, tal como fueron tomadas por los taquígrafos y escribientes en
máquina, por ellos mismos, aun conservándole su falta de hilación (sic) y de
sentido en algunos párrafos.
Para autenticidad de esas versiones, hemos firmado los cuatro
comisionados las dos copias, que serán entregadas, respectivamente, a los
señores generales González y Obregón.
Protestamos a ustedes nuestra atenta consideración y respeto.
México, mayo 24
de 1920. Aquiles Elorduy, H. Rodríguez y Malpica, R. Estrada, F.
Zuazua.
(Versión
taquigráfica por el taquígrafo señor Miguel H’Ovans) (sic)
General Bruno Neira. Pilar Sánchez. Heliodoro Pérez. Capitán
Júpiter Ramírez. Confirman la relación que de los hechos hace el general
Barragán y dicen que el culpable material fue el general Herrero, el coronel
Márquez y que habían nombrado al general Marciano González para que hiciera él
declaraciones en nombre de todos.
Hablan los generales Neira y Sánchez y dijeron que como a las
tres de la mañana fue un oficial de las fuerzas de Herrero a dar cuenta al
presidente que no había novedad y general Sánchez cree que fue con el objeto de
localizar el verdadero lugar en que estaba acostado el presidente y que como a
la media hora llegaron varios soldados de Herrero hicieron fuego a través de
las paredes del jacal en que estaba el presidente… Que el mismo Herrero le
indico al presidente el jacal para que se alojara y aún el sitio en que durmió;
que al oír los ruidos salieron y que en vista de que estaba muy obscuro y
lloviendo, ignoraban si eran amigos o enemigos, no se atrevían a hacer fuego y
que sólo se oían los gritos de “viva Obregón” “vivan los zacatlanecos”. El
general Pilar Sánchez dice: que a él lo hicieron prisionero al grito de “viva
Peláez”. Agrega también el general Neira que el presidente recibió un balazo en
una pierna, que dijo que no se podía parar porque tenía una pierna quebrada.
Los generales Pilar Sánchez, Bruno Neira y Heliodoro Pérez,
dicen que el telegrama que puso el general Barragán no fue autorizado por ellos
y que le dijeron al mismo general Barragán por qué había usado sus nombres sin
consultarlos. También agrega el general Muñoz que cuando tuvo lugar el ataque
todos estaban durmiendo en la confianza que les había dado Herrero en sus
ofertas de lealtad.
El general Neira dice que Mario Méndez estaba con el presidente
y que corrían rumores de que el presidente le había dicho “no puedo salir
porque me quebraron una pierna”. El mismo general Neira agrego que él les dijo
a varios generales que él no tenía confianza y que era de opinión que no debían
de quedarse. El general Heliodoro Pérez dice: que el general Neira le dijo
antes de acostarse al ir a tomar el “santo y seña”, que no tuviera confianza en
nadie.
Los mismos generales Neira y Sánchez aseguran que dijo Herrero a
Pérez que a los que buscaban era a Cabrera, Bonillas y Murguía y que
desgraciadamente había caído don Venustiano.
Pérez dijo que cerca de ocho o diez deben haber estado con el
presidente al ocurrir los acontecimientos. Y Neira agrega que había una
desorganización completa porque nunca se nombraban servicios.
El general Sánchez dice que lo que más siente “es que tal vez el
señor presidente haya tenido el último pensamiento de que sus mismas fuerzas lo
mataron”. Dice que Herrero dijo que los móviles que había tenido para hacer lo
que hizo eran que había tenido órdenes de Obregón y Peláez de atacar la columna
de don Venustiano y tomarlo prisionero, pero procurarlo cogerlo vivo, pero que
si por desgracia moría, qué se le iba a hacer.
Datos tomados de
una conversación tenida con los señores general Juan Barragán, mayor
ayudante del anterior y capitán Amador, ayudante del señor Presidente de la
República. El capitán Amador da un croquis en el que aparece que el señor
presidente durmió en el rincón opuesto de la entrada del jacal, durmiendo a su
lado el licenciado Berlanga: en el extremo opuesto y junto a la entrada, los
señores Gil Farías y Mario Méndez y en uno de los costados del jacal los
capitanes Suárez y Amador, ocupando el centro de la pieza una mesa.
Que después de los primeros tiros el presidente dijo a Berlanga
que no se podía parar porque tenía una pierna quebrada. Que después ya no
siguió hablando. Que una prueba evidente de que quería levantarse, era que
tenía puestos los anteojos, que él tenía la costumbre de quitárselos para
dormir. Que esto lo asegura Berlanga: que después de los tiros entró un capitán
Garrido de las fuerzas de Peláez y les intimó rendición y preguntando por el
Presidente y al saber que estaba herido dijo, que iban a mandar llamar un
doctor. Como no lo hubo, dijo que procurarían curarlo. Poco después el
Presidente dio un ronquido grueso y entró en un estado de agonía que a los
pocos instantes murió.
Dice Amador que: durante el ataque al jacal y al ruido de los
tiros se oían los gritos de “sal, viejo arrastrado, aquí viene tu padre; sal
vieja… Te vamos a arrastrar”. Dice también que la noche estaba completamente
cerrada y que al hacerlos prisioneros les quitaron los caballos y las armas.
Sigue Amador: que cinco o seis leguas arriba de Putla alcanzó
Herrero a la columna y preguntó a los que iban a la retaguardia por Mariel. Que
luego que lo encontró, lo abrazó llorando, le dijo “cómo está mi general, le
confirmo lo que le ofrecí cuando me rendí”, que Mariel lo felicitó por su actitud,
que fue a saludar al presidente: que cuando este se bajó del caballo lo llevó
del brazo. Que ya en el jacal fue Herrero a ver al presidente y luego se salió.
Que Mariel después se volvió a ver a su gente y ya no tuvo conocimiento de los
demás hechos. Que Herrero estableció los puestos avanzados y otro al camino.
Que el mismo don Venustiano ordenó a Herrero revisara los puestos avanzados con
Suárez y así los establecieron. Luego regresó herrero al jacal donde fue
alojado el presidente y le dijo que si “no le convenía la casa de madera se
quedara en ese jacal”. A lo que accedió el presidente y Herrero se dio exacta
cuenta donde quedaron alojados el presidente y sus acompañantes. Como a la una
de la mañana llegó un correo a decir a Herrero que habían herido a su hermano y
que volvería a la mañana siguiente. Que Berlanga fue a ver al señor Presidente
y le dijo que no le gustaba que Herrero se hubiera ido; pero que el Presidente
contestó que era de la confianza de Mariel. Siguió diciendo el Presidente: “lo
que ha de suceder que suceda”, “o nos va muy bien o nos va muy mal”, “como dijo
mi Ramón. “que dios nos libre de estas 24 horas”. Que Berlanga fue y se acostó.
Que como a las tres y media de la mañana atacaron la casa según
lo relatado ya: que una vez que murió el Jefe les dejaron dos centinelas y el
capitán Garrido a quien le dijeron que los llevara con su jefe o que les dijera
el nombre y que no se los quiso decir. Que le preguntaron también a los
centinelas cuántos hombres llevaba Herrero, y que les contestaron que mil, que
el capitán Garrido les dijo que esperaban la llegada de su jefe; que estuvieran
tranquilos; que no les harían nada y que trataban con hombres: que llegó otro
hombre diciendo que seguramente los iban a perseguir: que entonces salieron
todos: que ellos les suplicaron a las fuerzas de Garrido que los dejara porque
tenían que llevarse el cadáver del señor Presidente; que no les hicieron caso y
se los llevaron prisioneros a Aguirre Berlanga, Mario Méndez, Pedro Díaz,
capitán Suárez y capitán Amador. Que se los llevaron por un atajo terrible.
Luego siguieron caminando por un chaparral por espacio de unos
dos kilómetros, y que era tan cerrado que Herrero en persona se hacía espacio
con la “guaparra”, en persona (sic). Llegaron a un casuchón donde les dijeron
que les devolverían sus caballos: que al saber que habían matado al presidente,
dijo indignado “este……………. De Márquez Cerón tiene la culpa de todo.
Que cuando se dijo que las fuerzas de Mariel iban a atacarlos a
ellos, los prisioneros, voluntariamente firmaron un telegrama a Mariel,
suplicándole que no atacara, que también firmó Berlanga y que les llama la
atención que no les haya hecho nada. Que Fontes preguntó a Herrero si conocía a
Berlanga y que Herrero le contestó que no y entonces este los presentó.
En estas
circunstancias volvió el individuo que dizque llevó el telegrama a Mariel,
diciendo que decía Mariel que no podía acceder a no atacar y que necesitaba
otro telegrama y que Herrero dijo van a morir todos y un oficial agregó: que de
los prisioneros morirían de mayores a generales y dijo que era conveniente.
Dijo Herrero que era indispensable, pues no quería tener dificultades y para
salvaguardar su responsabilidad que quería levantar un acta, diciendo que el
presidente se había suicidado y que Aguirre Berlanga redactó personalmente el
acta, diciendo que habiendo el Presidente visto las circunstancias en las que
estaba, se suicidó y lo hicieron firmar a boca de fusil. Les dijo Herrero que
los iba a soltar, que no les entregaba los caballos porque él los necesitaba y
tampoco las armas porque las tenían repartidas los oficiales y que no era
posible recogerlas.
Aquiles Elorduy. N Rodríguez Malpica. R Estrada. F. Zuazua.
(Versión
taquigráfica de Moreno J. A.)
General
Heliodoro Pérez.
En Papatla se
unió el señor don Rodolfo Herrero al obscurecer. Me fui a donde tenía a mis
hombres y a las tres de la mañana llegó un oficial de él (Herrero), y
personalmente llevó al señor Presidente a la casa donde él estaba posando. A la
media hora comenzó el fuego y a los primeros disparos sobre la casa del señor
Presidente. Cuando terminó el tiroteo me fui a caballo a ver lo que pasaba. Los
muchachos míos me dijeron que no vaya, mejor mande un oficial. Mandé un oficial
a pie donde estaban paulino Fontes y otros prisioneros. El oficial iba a pie.
Pero esta casa estaba más retirada. Se informó con los que estaban y les dijo
que el general Pérez pedía instrucciones y se fueron sobre él. Le dijeron que
no hiciera fuego y que gritara “viva Peláez”. Que allí estaba Peláez. Que no
fuera a hacer fuego. Después se los llevaron a un punto distante como a tres o
cuatro leguas y todos ellos estaban muy asustados de su obra. El tal herrero se
quedó como a una legua del pueblo. Dirigió el combate un coronel Márquez, quien
les dijo que de mayor a arriba los iban a fusilar, pero Fontes y los demás se
acercaron a Herrero lo convencieron de que no nos fusilara y le entregaron a
Herrero el poco dinero que llevaban y un cheque como de mil pesos.
Después de esto
estuvimos como una hora y nos dijeron que Mariel iba a atacarlos, nos iban a
llevar a cerro azul, una serranía escabrosa y Fontes empezó a decir que no se
nos llevara al lugar indicado por el general, que nos dejara en libertad. Por
el susto que tenían todos, Márquez dijo que ya podían irse todos. Los hizo
firmar un documento, diciendo que el señor Presidente se había suicidado, pero
que sólo habían firmado cuatro o seis.
General
Estrada.- ¿Cuántos eran los prisioneros?
General Pérez.- Treinta. Márquez estuvo en los momentos del combate, en un
lugar escabroso.
Probablemente si no mando al oficial al tiempo de que ellos salieron me
hubieran fusilado allí…
General Estrada.- De modo que usted dice que en Putla se unió Herrero al señor
Presidente…
General Pérez.- Él mismo en persona y él mismo en persona que anduvo diciendo
dónde debían quedarse. Yo me encontré a Mariel como a una media legua. Herrero
no supo dónde me hospedé.
General Estrada.- ¿Cuando a usted lo aprehendieron fue después?
General Pérez.- Después.
General Estrada.- ¿Y usted sabe el destino de Herrero? ¿Estaba en las
cercanías?
General Pérez.- Al día siguiente cuando llegamos al pueblo de Xico, nos dijeron
que Herrero estaba con sus fuerzas en un Pueblo cercano, todos los caballos,
armas y monturas las recogieron. Desde esa noche no volvimos a ver al señor
Presidente hasta que estuve prisionero y que llegó un capitán Suárez y le dijo
a Márquez, que es coronel de Herrero, “acaba de morir rl señor Presidente”.
Cuando llegamos a un lugar donde estaba […] un general le dijo que les
permitiera llevar el cadáver del señor Presidente porque ellos querían llevarlo
consigo. Herrero dijo que el cadáver sería conducido a Xico por fuerzas de él.
Pérez.- A mí cuando me aprehendieron fue al grito de “viva Peláez”.
Neira.- No, sí había una desorganización completa.
Lic. Aquiles Elorduy.- ¿El único muerto fue don Venustiano?
Sánchez.- Como seis o siete: dos civiles y jefes oficiales.
Neira.- El Jefe no salió porque estaba con la pierna rota.
Pérez.- Como veinte o veinticinco se acercaron a la casa del señor Presidente.
Neira.- El general barragán dijo al general Montes no nos confiemos porque, nos van a atacar.
Sánchez.- El jefe suspiraba allí y alguien le dijo “Dios nos libre de estas horas”.
General Pérez.- fui para recoger el santo y seña como a las siete de la noche y les dije que había que tener desconfianza.- yo me quedé como a un kilómetro de distancia.
Neira.- no nos aprehendieron pero teníamos un nudo apretado.
Pérez.- Neira buscaba al general Murguía, a Cabrera a Bonillas y desgraciadamente fueron a caer sobre el señor Presidente.
Neira.- Cinco o seis: Aguirre Berlanga, Mario Méndez, Gil Farías, capitán Amador y capitán Suárez.
General Pérez.- El señor Presidente, como de costumbre, nunca pidió escolta.
General pilar R. Sánchez.- No pedía escolta porque no había confianza en nadie.
General Pérez.- El único sentimiento que tengo es que el señor Presidente quizás se habrá muerto con la idea de que sus mismas fuerzas lo mataron.
General Pérez.- herrero tenía instrucciones del señor general Peláez y del general Obregón de atacar a la columna que acompañaba al señor Presidente, procurando no matarlo a él a menos que esto fuera imposible evitarlo. Cuando llegamos al pueblo de Xico todas las gentes se portaron muy bien con el señor Presidente, habiendo ido a velar su cadáver.
General Barragán.- Estaban durmiendo con el Jefe, Amador, Suárez, Aguirre Berlanga, Mario Méndez y Gil Farías. Nos cogieron prisioneros como a sesenta y se escaparon como treinta de esos sesenta.
Como una hora nos tuvieron prisioneros y nos dejaron en libertad gracias a un dinero que les entregó Paulino Fontes en un cheque como de mil pesos.
Mariel le puso un mensaje al general Obregón, dándole parte. Nos iremos a México a que nos… a que nos maten. Lo malo del jefe es que no haya fusilado a tanto…
Rodearon el
jacal para herir al señor Presidente, rompieron hasta las tazas que estaban
sobre la mesa, que quedaron destrozadas. En el rincón opuesto a dónde estaba la
cama del señor Presidente, había unas monturas. El techo de la casa era de
tablas atravesadas con palos. Rodearon la casa cuando se dieron cuenta de que
estábamos adentro y después se acercaron a la puerta y nos intimaron rendición.
Los primeros tiros fueron al jefe, porque luego se comenzó a quejar. El
licenciado Berlanga, que quedaba junto, oyó que le decía el señor Presidente
“no me puedo sentar, tengo quebrada la pierna”. Tenía un tiro del lado derecho
que le salió por el pulmón y le entró por aquí (señaló al pecho a la altura de
la […] […] por el lado derecho). Antes de levantarse siempre se ponía los
anteojos. Cuando trató de levantarse y dijo que tenía la pierna quebrada, ya
tenía puestos los anteojos, por lo que creemos que no estaba dormido cuando
comenzaron a atacar. Después de esto comenzó a roncar. Un capitán Garrido de
las fuerzas de Peláez, que fue quien nos intimó rendición, nos dijo que
teníamos garantías, preguntó por el señor presidente, y cuando lo vio
agonizando dijo que iba a mandar llamar a un doctor, dijo Garrido que pretendía
curarlo, pero de esto a sus […] duró unos cuantos minutos porque desde […]
ronquido vino la agonía muy rápida. Cuando estaban atacando el jacal gritaban
“sal viejo arrastrado, aquí viene tu padre”.
Era una noche
negra, con una obscuridad terrible. Nos quitaron todos los caballos y las armas
que teníamos cuando estábamos con el jefe. Cuando salimos de Patla atravesando
por el río, herrero ya había llegado allí. Al salir de Patla se bifurcan los
caminos a Villa Juárez, que hace casi una Y, y otro que sube para
Tlaxcalantongo, que está como unas cinco o seis leguas arriba de Patla. Alcanzó
Herrero a toda la comitiva del señor Presidente y nos preguntó que dónde iba el
general Mariel. Llegó y abrazó al general Mariel y llorando le dijo: “aquí
estoy mi general, para cumplirle lo que le ofrecí cuando me rendí”. Y entonces
el general Mariel lo abrazo y lo felicitó por su actitud y le dijo que lo iba a
presentar con el señor Presidente, y se bajó Herrero del caballo. Llegamos como
a las tres y cuarto, más bien cerca de las cuatro de la tarde. Dijo Herrero que
iba a unir sus fuerzas con las de la columna de nosotros para protegernos el
paso. De esta manera, el general Mariel ya no tuvo más conocimientos de los
hechos que se desarrollaron en el resto de la noche. Cuando llegamos a
Tlaxcalantongo, el señor Presidente dijo que sería conveniente poner avanzada,
y entonces el capitán Suárez fue comisionado “llévese al coronel herrero con
usted para que ponga los puestos de avanzados, él conoce mejor la situación”.
Herrero puso, los puestos avanzados donde le convino y se volvió al jacalito
donde quedó el señor Presidente. Allí le dijo al jefe que si no le convendría
otra casa con el piso de madera, que le ofrecían. El jefe le dijo que allí se
iba a quedar porque quería que arreglaran las camas. Entonces Herrero se dio
cuenta de dónde quedaron todos…
General Barragán.
- Pero el jefe y el general Murguía creyeron que Herrero se iba a quedar allí.
Herrero llevó al jefe del brazo después de bajarse del caballo. Dijo Murguía
que le fueron a decir al jefe que Herrero era de confianza, a lo que el jefe
contestó suspirando que iba a repetir las palabras de Miramón antes de que lo
fusilaran: “Dios nos libre de estas veinticuatro horas en que o nos salvamos o
estamos perdidos”.
Capitán Amador.
- una vez que el jefe murió, dijimos al capitán Garrido que diera parte a su
general.
A esto contestó
el capitán garrido: “no más que llegue mi general para ver lo que dispone que
se haga con ustedes”. En esto estábamos cuando llegó otro individuo y nos dijo:
“ordena mi general que todos los prisioneros salgan”. Bueno, ¿y el cadáver del
jefe? Dice mi general Herrero que él se compromete a que llegue a Villa Juárez.
Ninguno de nosotros se resistió a nada porque todo nos lo mandaban a punta de
carabina. A Aguirre berlanga, Mario Méndez, Pedro Gil Farías, Secundino Reyes,
capitán Suárez y a mí, nos llevaron a una casita que son las puras paredes. Que
serían ya como las cinco de la mañana. Después nos hicieron caminar como un
kilómetro y allí se estuvieron haciendo patos, porque traían un miedo tremendo.
Nos dijo herrero que nos iban a devolver todos nuestros caballos y armas. En
eso llegó un coronel Márquez y dijo: “Este hijo de la… tiene la culpa de todo”,
y seguimos la marcha hasta Cerro Azul. Herrero dijo que era bueno que
dirigiéramos un telegrama a Mariel para que no lo atacara, porque podríamos
tener tantas bajas, “pero ustedes van a morir”. Yo le propuse al diputado […]
que se adelantara y le propusiera a Herrero que, juntamente con el telegrama,
fuera a decirle a Mariel que los atacara. El autor material fue Márquez Cerón,
pero Herrero fue el intelectual. Todos firmamos el telegrama voluntariamente,
porque no nos obligó Herrero, y me extraña que Herrero no nos haya hecho nada.
Fontes le preguntó a Herrero: “Bueno ¿pues que usted no conoce al licenciado
Aguirre Berlanga?” y cuando herrero contestó que no, el mismo Fontes los
presentó. Cuando llegamos a este punto el individuo que había dizque entregado
el telegrama al general Mariel y dijo: “pues dice el general Mariel que no
puede acceder, que le manden otro telegrama”, nos formó a todos y dijo que de
los prisioneros iban a morir todos los jefes desde mayores; que se diría que
una partida de bandoleros había atacado al Presidente; que él quería levantar
un acta en que se hiciera constar que el Presidente de la República se había
suicidado. El licenciado Aguirre Berlanga, de viva voz, le dictó a paulino
Fontes un acta, que obra en poder de Herrero; un acta en que se asienta que el
presidente se suicidó. Firmaron esta acta ocho o diez de los que iban allí,
naturalmente a punta de fusil. “De aquí para adelante los voy a soltar. No les
entrego los caballos de ustedes porque yo los necesito. Las armas tampoco se
las puedo entregar porque las tienen repartidas mis oficiales. De manera que si
ustedes quieren irse donde está el general Mariel los dejo en absoluta
libertad” y… nos fuimos todos dejando caballos y armas.
H. Rodríguez
Malpica, R. Estrada, Aquiles Elorduy, F. Zuazua. 7
El Universal 15
de mayo 1920, “La mayor parte del tesoro nacional y cuarenta millones
de timbres postales, recuperados por las fuerzas revolucionarias”, “…todos los
valores nacionales ya están en la tesorería”
El
Universal 16 de mayo 1920, “Donde
va el Sr. Carranza, y quienes son los que lo siguen”, “El General Pablo
González, ya no es candidato a la presidencia”
El
Universal 17 de mayo 1920, “El
señor Carranza llegó ayer a la Estación de Concepción, Puebla”
Excélsior 23 de mayo 1920, “A las 7 AM de hoy, se espera la llegada del
cadáver del Sr, D. Venustiano Carranza”









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