La mujer silenciada en el arte:
Edad Antigua y Edad Media
¿Tienen que estar las mujeres desnudas para entrar
en el Museo Metropolitano?
Menos del 5% de los artistas en la sección de
arte moderno son mujeres, pero el 85% de los desnudos son femeninos.
La mujer no solo ha sido silenciada en el arte como
sujeto activo, sino que, además, ese silencio pertinaz durante siglos, a su
vez, también ha sido silenciado.
Puede
decirse que hasta 1971, año en que la revista Art News publica el ensayo “¿Por qué no ha
habido grandes artistas mujeres?” escrito por Linda Nochli este
silencio no empieza a tomar voz.
El ensayo
anterior, además de ser un referente indispensable del tema que nos ocupa,
suscita muchísimas lecturas, respuestas e, incluso, nuevas preguntas… ¿Por qué
ha sido necesario negar una parte tan importante de la historia del arte, y
menospreciar a tantas artistas, denigrar tantas obras de arte simplemente por
el hecho de que las artistas fueran mujeres?, o esta otra que se hace Noelia
García Pérez en su artículo: “La mujer en el Renacimiento y la promoción
artística: Estado de la cuestión.”
“¿Ha existido y
existe una estética feminista? La posibilidad de que existiera una estética y
una sensibilidad femenina expresada en el arte contemporáneo ha constituido uno
de los debates más controvertidos de los suscitados en los inicios de los
estudios feministas. Considerada por Orestein como una cuestión teórica
central, se pretendía encontrar a través de esta estética una nueva tendencia
liberalizadora para la mujer por medio del arte. De este modo, y apoyándose en
estudios de psicología, literatura, arte, música o educación, indicaba que las
mujeres perciben la realidad de forma diferente a los hombres presentando, por
tanto, distintas expectativas y respuestas a la experiencia humana. Una vez
demostrado que existía una sensibilidad femenina, el siguiente interrogante lo
constituía determinar cuáles eran las fuentes de esta estética y qué la había
motivado. ¿Se trataba de una determinación biológica o era causa de una
construcción social?
Chicago. Shapiro y
Lippard afirmaron reconocer una sexualidad femenina que se manifestaba en
las obras. Sin embargo, en la actualidad, artistas y críticos prefieren hablar
de gender difference en lugar de, female sensibility. Es decir, sitúan el problema
en la diferencia existente entre hombre y la mujer en la sociedad. Tal y
como señalaron Broude y Garrad, la asignación de roles sexuales en la historia
ha creado diferencias fundamentales entre los sexos en su percepción,
experiencia y expectaciones del mundo» que, según Elaine Showalter, hacen que
la mujer realice un discurso a doble voz –a double voice
discoursive-, uno que responde a lo que demanda la estructura
social del grupo dominante y otro dirigido al grupo silencioso o subordinado»
[Sic].
No se trata, pues,
de añadir estudios aislados de mujeres al curso de la historia, sino
de rehacer las categorías a través de las cuales el pasado se ha ido
conformando.
Es claro y notorio
que el papel tradicional de la mujer en el mundo de la cultura en general y del
arte en particular, ha sido, a lo largo de la historia, el de la ocupación de
un plano subordinado y secundario, objeto representado, pero nunca sujeto
productor.
La ausencia de
mujeres artistas en los museos o en las enciclopedias o libros de texto de arte
clásico puede dar la impresión de que el rol de las mujeres en el arte se ha
limitado al de musas y modelos.
Y, lo cierto, es
que las mujeres han tenido una presencia activa constante como artesanas y
artistas pese a los obstáculos con los que se encontraron para dedicarse al
arte en distintas épocas debido a su género.
Como creadoras,
las mujeres que dentro de esos márgenes a los que hemos hecho referencia, han
conseguido un reconocimiento social como artistas, han sido consideradas como
excepciones de situaciones socio/históricas, siendo este carácter el que marca
el conocimiento y el valor sobre su trabajo.
De este modo, sí
podemos afirmar que ha habido grandes artistas, pero que no han sido
reconocidas como tales ni valoradas por la posteridad. Muchas pinturas
realizadas por mujeres fueron inicialmente atribuidas a varones, lo que
indicaría que no hay diferencias objetivas entre el arte realizado por mujeres
o por hombres, pero cuando se verifica que la autora es una mujer, está
comprobado que se deprecia el valor económico y simbólico de la obra.
Marie-Denise
Villers (1774–1821). Charlotte du Val d’Ognes
Joven pintando, posible autorretrato de Marie-Denise Villers. 1801. Óleo sobre
lienzo, 161.3 × 128.6 cm. Metropolitan Museum of Art.
Aunque en un principio esta obra fue atribuida a Jacques-Louis David más tarde
se constató que su autora era Marie-Denise Villers. Se cree que podría tratarse
de un autorretrato de la artista.
Igual que ha sucedido con muchas otras de las
obras de esta pintora, que no firmaba sus obras. En esta entrada me propongo
realizar un breve y ecléctico recorrido de la mujer por la historia del arte,
constatando así su presencia y los obstáculos a los que tuvieron que
enfrentarse y superar para poder dedicarse a aquello que verdaderamente
deseaban.
Edad
Antigua y Edad Media
Las
investigaciones de antropólogos, arqueólogos y etnógrafos sugieren que la mujer
prehistórica no estaba sometida al hombre. Su dios fue durante más de 20.000
años una diosa fértil sin rostro pero con atributos sexuales femeninos
exagerados. Entre otras tareas, las mujeres trabajan juntas en la producción de
objetos de cerámica, textiles, cestería y joyería.
De las
civilizaciones grecorromanas han llegado a nuestros días textos y objetos que
demuestran que las mujeres participaban junto con los hombres en actividades
culturales como la pintura, la poesía, la música o la producción de textiles y
cerámicas.
Plinio el Viejo en
su Historia Natural, recoge el mito sobre la invención de la pintura que
atribuye a una mujer llamada Kora, hija del alfarero Butades Sicyonius y que
para recordar siempre a su joven amado que marchaba a guerrear a lejanas
tierras, trazó sobre un muro el perfil de su sombra.
El papel de las
monjas calígrafas e ilustradoras fue importantísimo, el primer ejemplo
documentado de una obra de arte firmada por una mujer se remonta
sorprendentemente a la Alta Edad Media, los monasterios eran los únicos lugares
en donde las mujeres podían realizar tareas intelectuales.
Generalmente los
artistas del medievo no firmaban sus obras y tampoco lo hacían los autores de
los manuscritos iluminados, pero en el ejemplar del Comentario del Apocalipsis
de Beato de Liébana que se conserva en la Catedral de Gerona (terminado en el
975) aparecen los nombres de una monja llamada Ende «pintora y sierva de Dios»
(pintrix et Dei adiutrix) y del monje Emeterio. Igualmente existe otra obra
realizada por monjas, conocida con el nombre de Tapiz de Bayeux, una pieza
bordada de más de setenta metros de largo y medio metro de ancho, que reproduce
a través de la imagen continua y por tanto de forma narrativa, la conquista de
Inglaterra por los normandos tras la Batalla de Hastings del año 1066.
Ende
«pintora y sierva de Dios» (pintrix et Dei adiutrix). Beato de Gerona.
La imagen emblemática del “Beato de
Gerona” es “La mujer sobre la bestia roja”. Lleva en la mano el cáliz de sus
abominaciones, que levanta triunfante sobre la cabeza. Cabalga sobre una bestia
roja, una especie de caballo con pico de grifo, garras de león y cola rematada
en cabeza de serpiente. Aparece también un espléndido árbol de copa redonda,
que recuerda modelos musulmanes.
Sobre si En o Ende
fue o no una monja en Tábara, el medievalista John Williams apunta la idea de
que «Dei aiutrix «(servidora de Dios) pudiera no referirse a su estado
religioso sino ser un tratamiento de carácter honorífico para personas de alto
rango, siendo “depintrix” el reflejo de su verdadera vinculación con la
propia acción en la realización del Beato como escriba y, en una lectura
absolutamente literal, hablar de su trabajo como pintora.
Se juega así con
la posibilidad de que En o Ende hubiera sido una mujer laica de la nobleza
leonesa con grandes conocimientos que, más que una escriba o pintora, desempeñó
un papel de patronazgo en la producción del manuscrito y en la complejidad
de la iluminación del mismo.
Ende. Beato de Gerona.
El
Tapiz de Bayeux
El tapiz de Bayeux
(en francés: Tapisserie de Bayeux [tapisʁi də bajø]; en inglés: Bayeux
Tapestry), también conocido como Tapiz de la
reina Matilde, es un gran lienzo bordado del siglo XI de casi 70 metros de
largo que relata, mediante una sucesión de imágenes con inscripciones en latín,
los hechos previos a la conquista normanda de Inglaterra, que culminó con la
batalla de Hastings.
Desde los años
1980, el original se conserva y exhibe en el Musée de la Tapisserie de Bayeux
en la ciudad de Bayeux, en Normandía.
El tapiz de Bayeux
relata los hechos acontecidos entre 1064 y 1066 de la conquista de Inglaterra
por los normandos y del transcurso de la decisiva batalla de Hastings, que
cambiaron el curso de la historia de las naciones francesa y británica.
El relato
epopéyico comienza en 1064 cuando el anciano rey Eduardo de Inglaterra, sin
heredero directo, envía a su cuñado Harold el Sajón a Francia para que ofrezca
la corona a su primo designado como sucesor, Guillermo de Normandía. A pesar de
jurar fidelidad a Guillermo, Harold se hace con la corona a su regreso a
Inglaterra al morir repentinamente Eduardo el 5 de enero de 1066. Guillermo
prepara durante varios meses una gran armada y desembarca con su ejército en
Sussex, derrotando y dando muerte finalmente a Harold y sus tropas en los
campos de Hastings.
Estilo
y composición
Contiene 58
escenas que retratan con cuidado y detalle la llegada al trono de Guillermo I
de Inglaterra. Un ejemplo es la presencia de una de las primeras
representaciones artísticas del cometa Halley, que fue visible claramente en el
cielo de Inglaterra entre el 24 y el 30 de abril de 1066 y que fue interpretado
como un mal augurio en la coronación del rey Harold II de Inglaterra. La
sección final del tapiz, que mostraba la rendición de los sajones en
Berkhamsted y la coronación del rey Guillermo en Westminster, se ha perdido.
Un
gran lienzo bordado
Aunque recibe el
nombre de tapiz, un paño ornamental tejido en su totalidad, se trata de un
bordado o labor donde los hilos añadidos siguen la silueta diseñada de los
motivos y figuras.3
El tejido de base
es un paño fino de lino o lienzo, compuesto por 9 fragmentos de longitud
variada, el mayor de 13,75 m, unidos por ribeteado. El conjunto resultante
tiene unas grandes dimensiones que le confieren una parte de su carácter
excepcional: 68,8 m de largo, 50 cm de altura media y un peso aproximado de 350
kg.3
El hilado con
aguja se realizó con dos técnicas: al sencillo punto de tallo para los
contornos lineares de los motivos y a «punto de couchage» para su relleno. Se
empleó principalmente hilo de lana en 4 colores de base (rojo, amarillo, verde
y azul) y 8 tonalidades a partir de tintes vegetales de la época como la
gualda, la purpurina o el índigo, que se mezclaron con hilo más fino de lino
para dar relieve a ciertas figuras como flechas y lanzas.
Orígenes,
destino e influencias
No existen a día
de hoy documentos de la época que permitan conocer el o los maestros autores ni
la persona que inspiró la obra o la fecha de realización.6
Según la tradición
francesa,7 la pieza habría sido creada por la reina Matilda, esposa de
Guillermo el Conquistador, y sus sirvientas, de ahí la denominación secundaria
de Tapiz de la Reina Matilde.
Otros detalles del tapiz. (1)
Otras autoras de
esta época sobre las que nos podríamos detener serían: Hildegarda de Bingen,
Herrada de Lansberg y la abadesa Hitda.
Hildegarda de Bingen.
Escultura que
representa a Santa Hildegarda, en la iglesia parroquial que lleva su nombre, en
Eibingen (Alemania). De artista desconocido, la obra incorpora bellamente los
símbolos con que se la identifica: cruz pectoral, pluma, y libro.
Santa Hildegarda de
Bingen O.S.B. (junto a Alzey, Rheinhessen, Renania-Palatinado, Alemania, 16 de
septiembre de 1098 – Monasterio de Rupertsberg, Bingen, Rheinhessen,
Renania-Palatinado, Alemania, 17 de septiembre de 1179) fue abadesa, líder
monacal, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Es
conocida como la sibila del Rin y como la profetisa teutónica. Considerada por
los especialistas actuales como una de las personalidades más fascinantes y
polifacéticas del Occidente europeo, se la definió entre las mujeres más
influyentes de la Baja Edad Media, entre las figuras más ilustres del monacato
femenino y quizá la que mejor ejemplificó el ideal benedictino, dotada de una
cultura fuera de lo común, comprometida también en la reforma de la Iglesia, y
una de las escritoras de mayor producción de su tiempo. En expresión de
Victoria Cirlot:
«[…] atravesando
el muro de los tiempos han quedado sus palabras, incluso su sonido, y las
imágenes de sus visiones».
Obra
Las obras de esta
religiosa del siglo XII fueron escritas —como la mayor parte de los escritos de
su tiempo—, en latín medieval, salvo por ciertas anotaciones y palabras que
podemos encontrar en algunas de sus cartas y principalmente en sus obras
relativas a la Lingua ignota, que se encuentran en alemán medieval propio de la
región media de Franconia–Renania/Mosela. En su obra, ella misma acusó en
variadas ocasiones su poca preparación en latín, pero por sus propias
confesiones y sus hagiógrafos se conoce que su método de escritura comenzaba al
escribir sus visiones y luego pasarlas a un secretario que corregía los errores
y pulía la escritura. Empleó varios estilos de escritura: el tratado teológico,
el epistolar, el hagiográfico y el tratado médico; pero destacan sus obras
visionarias, en las que hace un uso constante y fecundo de la alegoría
ética-religiosa, que, aunque era bastante común en su tiempo, llegaba a usar
símbolos poco frecuentes.
Obras
literarias
De las obras
religiosas que escribió Hildegarda, destacan tres de carácter teológico:
Scivias, sobre teología dogmática; Liber vite meritorum, sobre teología moral;
y Liber divinorum operum, sobre cosmología, antropología y teodicea. Esta
trilogía forma el mayor corpus de las obras y pensamiento de la visionaria del
Rin.
La Trinidad en su íntegra Unidad, Scivias,
visión II, 2.
La jerarquía angélica. Visión sexta del libro
del Scivias. Códice de Wiesbaden. Facsímil de 1927.
El Universo, Fol. 14, Scivias I, 3.
El hombre Universal, Fol. 9, Liber divinorum
operum I, 2.
El hombre Universal, Fol. 9, Liber divinorum
operum I, 2.
Obra científica
DE LA LAVANDA.
“…La lavanda es
caliente y seca, ya que tiene un poco de savia. No sirve al hombre para comer
no obstante que tiene un fuerte olor. El hombre que tiene muchos piojos, si
huele lavanda frecuentemente los piojos morirán. Su olor clarifica los ojos,
porque contiene en sí las virtudes de las especias más fuertes y de las más
amargas. Por eso, también, aleja muchísimas cosas malas y los espíritus
malignos salen aterrorizados por ella”.
—Hildegarda de
Bingen. Physica, Libro I, Cap. XXXV. (Migne, PL. CXCVII, 1143)
Además, escribió
obras de carácter científico: Liber simplicis medicine o Physica, es un libro
sobre medicina, divido en nueve libros sobre las correspondientes propiedades
curativas de plantas, elementos, árboles, piedras, peces, aves, animales,
reptiles y metales. El más amplio de tales capítulos es el primero dedicado a
las plantas, lo que indica que Hildegard tenía amplio conocimiento en su
aplicación terapéutica desde una perspectiva holística. En este libro aplica la
difundida teoría médica medieval de los humores que relaciona con la idea de
que la constitución de los seres a partir del plan divino se realiza a través
de cuatro elementos constitutivos cuyo equilibrio determina la salud o
enfermedad del individuo. Así, a cada planta le otorga el correspondiente
calificativo de su cualidad: robustus, siccus, calidus, aridus, humidus,
etcétera.
El Liber composite
medicine o Cause et cure, sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento.
Obras
musicales
Lo prolífico de la
obra musical de Hildegarda permite establecer la importancia que para la sibila
del Rin tuvieron la música y el canto. Tal importancia se puso de manifiesto en
la carta escrita a la curia de Maguncia, dictada tras el entredicho interpuesto
con ocasión del conflicto derivado de que la abadesa diera sepultura a un
hombre supuestamente excomulgado y por el cual se prohibió a su comunidad
cantar el salterio y tener misa.
La alabanza a Dios
dentro de la Iglesia tiene su origen en el Espíritu Santo y es conforme a la
armonía celeste:
El cuerpo es
verdadero vestido del espíritu, el cual posee una voz viviente, para que de
esta manera el cuerpo con el alma, use su voz para cantar las alabanzas de
Dios. Ep. XXIII, PL CXCVII, Migne, 1855.
Si bien emplea la
técnica monofónica, el melisma y la notación propias de su época, la música
hildegardiana se diferencia por el uso de amplios rangos tonales, que exigen a
la cantante o al coro subir a agudos intensos estando en una nota intermedia o
baja. Contrae frases melódicas que impulsan a la voz a ser más rápida para
luego ralentizarse. Usa igualmente intervalos de cuarta y quinta, cuando el
canto de su época rara vez pasaba de terceras.
La totalidad de
las obras musicales de la profetisa teutona fueron creadas para las necesidades
litúrgicas de su propia comunidad, así como para la didáctica teológico-moral
en el caso del Ordo Virtutum.
Hildegarda compuso setenta y ocho obras musicales, agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum (Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestes): 43 antífonas, 18 responsorios, 4 himnos, 7 secuencias, 2 sinfonías (con el significado propio del siglo XII), 1 aleluya, 1 kyrie, 1 pieza libre y 1 oratorio (fascinante, pues el oratorio se inventó en el siglo XVII). Además, compuso un auto sacramental musicalizado llamado Ordo Virtutum («Orden de las virtudes», en latín), sobre las virtudes.
Vista parcial del folio 0466r del
Códice de Wiesbaden (Riesencodex) con la notación del canto «O vis eternitatis»
de Symphonia armonie celestium revelationum.
Hildegarda
de Bingen en la cultura moderna
La figura de
Hildegarda de Bingen y su obra dejaron sentir su influencia aún fuera de
Alemania y llegaron hasta nuestros días con una vigencia indiscutible, que ha
llevado al mundo de la cultura a realizar diversos homenajes a la santa
alemana.
En la
cinematografía, la película A Beautiful Mind, ganadora del Óscar a la mejor
película en el año 2001, utilizó una de las canciones de Hildegarda titulada
“Columba aspexit” dentro de la banda sonora, por la cual también obtuvo una
nominación a dicho galardón. En el año 2009, la directora alemana Margarethe
von Trotta filmó la película «Visión: La historia de Hildegard von Bingen»
(Vision. Aus dem Leben der Hildegard von Bingen), basada en la vida de esta
santa, quien fuera caracterizada por la actriz alemana Barbara Sukowa. Fue
estrenada en español el 27 de agosto de 2010.93 En la película italiana del año
2009 «Barbarossa» (traducida al inglés como «Sword of War»), basada en la vida
del emperador Federico Barbarroja, Hildegarda de Bingen tiene una aparición en
la cual es interpretada por la actriz española Ángela Molina.
También
en televisión la figura de Hildegarda ha tenido cierta presencia: en 1994 la
BBC de Londres produjo el documental «Hildegard of Bingen» para la televisión
inglesa; asimismo la televisión alemana produjo el documental «Hildegard von
Bingen – Eine Frau des 12. Jahrhunderts» (Hildegarda de Binben. Una mujer del
siglo XII) y dedicó un capítulo de la serie «Die Deutschen» (Los alemanes) a
esta monja benedictina.
La discografía generada a partir de la música
de Hildegarda es abundante. Desde 1979 se produjeron alrededor de 35 discos con
ejecuciones de las canciones religiosas compuestas por ella, destacando las
interpretaciones realizadas por Gothic Voices, Emma Kirkby, la Oxford Camerata
bajo la dirección de Jeremy Summerly, Garmarna y Anonymous.
Herrada
de Lansberg
Herrada de Landsberg (nacida hacia 1130 –
fallecida el 25 de julio de 1195) fue una monja alsaciana del siglo XII y
abadesa de la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos. Es conocida
principalmente por ser la autora de la enciclopedia pictórica Hortus deliciarum
(El Jardín de las delicias).
Herrada de Landsberg. Autorretrato de Hortus deliciarum, hacia
1180.
Aun no se había convertido en abadesa cuando
en 1160, y durante diez años, embarcó a las sesenta monjas de su convento en un
proyecto intelectual, la creación de un manuscrito de 324 páginas, compendio de
todo el saber existente y una historia del mundo1. Con el nombre de Hortus
deliciarum (El Jardín de las delicias), el manuscrito recorre las distintas
ciencias conocidas ilustradas por más de 300 imágenes.
Actualmente sólo se conserva un calco del
manuscrito original. Tras permanecer largo tiempo en la biblioteca municipal de
Estrasburgo, un incendio provocado por el asedio de la ciudad durante la guerra
franco-prusiana en 1870 lo destruyó.
La obra de Herrada de Landsberg de muestra,
una vez más, que una mujer religiosa podía alcanzar las cimas intelectuales.
El Hortus deliciarum es también una de las
primeras fuentes de polifonía procedentes de un convento. El manuscrito
contenía al menos 20 textos de canciones, todas las cuales fueron anotadas
originalmente con música. Dos canciones sobreviven con la música intacta:
Primus parens hominum, una canción monofónica, y una obra en dos partes,
Occasus Sol oritur.
Las siete artes liberales. Hortus Delicarum.
Herrada de Landsberg.
El infierno. Hortus Delicarum. Herrada de
Landsberg.
Jonás. Hortus Delicarum. Herrada de Landsberg.
Hortus Delicarum. Herrada de Landsberg.
Woman of the Apocalypse (Hortus deliciarum).
Moisés abriendo las aguas. Hortus Delicarium.
Hortus Delicarum. Herrada de Landsberg.
Hitda de Meschede
De Hitda sabemos
que fue monja y abadesa. Que vivió entre el 978 y 1042 y que ilustró un
evangeliario, conocido como los «Evangelios de la abadesa Hitda de Meschede» o
el «Codex Hitda», obra realizada en Colonia y de las más destacadas de esta
ciudad-escuela. El Codex Hitda es un evangeliario, es decir, un libro litúrgico
en el que se comentan pasajes de los cuatro evangelios que serán leídos o
comentados en las homilías. Actualmente se conserva en la biblioteca regional
de Hessische, Darmstadt, Alemania.
Hitda pertenece a
una importante tradición de mujeres que se dedicaron a la producción de códices
miniados. Su importancia viene dada por ser la primera mujer documentada que se
autorretrata en un códice ofreciendo su obra a la santa patrona de su orden, Walburga.
Autorretrato
ofreciendo su libro a la santa de su orden. Portada del Codex Hitda.
En cuanto a la obra, destaca por su arte pictórico de
estilo ilusionista, inspirado en los modelos helenísticos transmitidos a través
del arte carolingio y bizantino. Destaca en su originalidad por el tratamiento
del color y la expresión de sus composiciones. Y destaca por ser el único libro
iluminado que se conserva hoy de este periodo del renacimiento otoniano, que
muestra la vida de Jesús.
Codex Hitda. La
tormenta en el mar.
https://euclides59.com/2014/08/10/la-mujer-silenciada-en-el-arte-parte-i-edad-antigua-y-edad-media/




























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