martes, 28 de agosto de 2018





MAYAS, ORIGEN Y COLAPSO
Introducción
Antes que la historia fuera el mito. Antes que el relato histórico, los mitos cosmogónicos que narraban el comienzo de una nueva era y el ordenamiento del cosmos fueron los medios que utilizaron los pueblos mesoamericanos para fabular sus orígenes y definir sus ideas del espacio y del tiempo.
     Los mayas pensaban que antes de la creación definitiva hubo tres intentos de crear seres humanos inteligentes, seguidos por otras tantas catástrofes. Primero los dioses le dieron vida a unos seres que no pudieron articular el nombre de sus creadores, y éstos acordaron que se convirtieran en los animales que habían de poblar la tierra. En el segundo intento los dioses crearon unos seres de barro, pero como resultaron flácidos, y carecían de fuerza y de habla, los desbarataron. En el tercer intento los dioses hicieron unos seres de madera parecidos a los humanos. Sin embargo, no tenían alma ni entendimiento y desaparecieron anegados por un diluvio.

     Mircea Eliade decía que una regla universal de los mitos de creación era el propósito de dividir y ordenar las regiones del cosmos(1). Las cosmogonías mesoamericanas siguen este modelo: los actos inaugurales que concentran la atención de los dioses creadores son la división del cosmos en los tres niveles verticales, el señalamiento de las cuatro esquinas del universo y la definición del centro del espacio cósmico. Esta división es un ordenamiento del cosmos y la fundación de una geografía. A cada región se le asignan, dioses, potencias, colores, símbolos y cualidades propias.

(1) Popol Vuh, Las antiguas historias de Quiché, trad. del texto original con introduc., y notas de Adrián Recinos, México, FCE, 1961, Introducción, p. 21.

Una vez demarcadas las regiones del cosmos, los dioses procedieron a establecer el punto de unión de los distintos nivele y partes del universo. La primera colina o montaña sagrada que surgió del mar primordial era el lugar que unía las tres regiones esenciales del cosmos: el cielo, la tierra y el inframundo.
     Imitando a esa primera montaña sagrada, los seres humanos, los seres humanos construyeron la pirámide, el símbolo de las fuerzas concentradas en el espacio vertical del cosmos. En las fechas que celebraban la creación primordial, el comienzo del año agrícola o el nacimiento de los dioses protectores del reino, el gobernante ejecutaba en lo más alto de ese axis mundi las ceremonias que mostraban el manejo de las fuerzas cósmicas y la protección que le otorgaban los antepasados.
     Otro diagrama cósmico que recorrió el área de Mesoamérica es de los rumbos o direcciones del universo, que según los mitos cosmogónicos fueron establecidos desde el principio de la creación. El Pool Vuh(2) dice que cuando comenzó la creación de la era actual y se formó el cielo y la tierra, el mundo fue repartido en cuatro partes: se trajo la cuerda de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los cuatro ángulos, en los cuatro rincones del cosmos. Esta división es una de las concepciones cósmicas más arraigadas en el pensamiento de los pueblos mesoamericanos; es la concepción que manejaron para ubicarse en el espacio y orientar sus reinos, ciudades, templos, palacios, chozas y campos de cultivo.
(2) Eliade, Mircea, Imágenes y Símbolos, Madrid, Ed. Taurus, 1965; El mito del eterno retorno, Madrid, Alianza Editorial, 1972; Mito y Realidades, Madrid, Ed. Guadarrama, 1973.
     Las cuatro partes del espacio están integradas a un punto central, el ombligo del cosmos, representado por una piedra preciosa o por un árbol cósmico.



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El espacio horizontal del cosmos se figuraba en la forma de un cuadrado y se pensaba que todas sus partes confluían en un centro que congregaba las fuerzas provenientes de las cuatro direcciones del universo. Los pueblos mesoamericanos ubicaron en ese punto cósmico la capital del reino y la consideraron como una especie de imán que concentraba las fuerzas que habían participado en la fundación inicial.
El México Antiguo y sus divisiones
Nuestro presente histórico es como un flujo alimentado por diversas corrientes que, próximas, distantes o remotas, integran y dan cuenta de la compleja realidad que es el México actual.
Cada una de las grandes etapas de este devenir pervive en nosotros; por más lejanas que parezcan, no dejan de proyectarnos su sombra. El México antiguo nunca existió como unidad histórica.

     Las tres superáreas a las cuales nos referimos, comprendían:

  1. Aridoamérica al noreste y la Península de Baja California;
  2. Oasisamérica al nordeste y
  3. Mesoamérica a la mitad meridional de México.

José Luís Lorenzo llamó a este larguísimo periodo la Etapa Lítica y lo subdividió en dos horizontes: Arqueolítico (33000-12000 aC) y Cenolítico (12000-5000 aC).(3)
(3) Lorenzo, Jose Luís, La etapa lítica, México, INAH, 1967; López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, El pasado indígena, México, El Colegio de México, FCE, 2005, pp. 19-27.
     Las sociedades del horizonte Arqueolítico, al igual que sus antepasados provenientes de Asia, no poseían un equipo técnico especializado, se limitaban a dar unos cuantos golpes con una piedra sobre rocas, guijarros o lascas para obtener bordes cortantes y ángulos agudos. El resultado eran instrumentos grandes, burdos, con una o dos caras trabajadas, que tenían múltiples funciones: raspar, rayar, cortar, machacar y golpear.
     El horizonte arqueolítico queda comprendido en la parte final del Pleistoceno. El hombre de esos tiempos conoció un paisaje más húmedo y frío que el actual. Las lluvias llegaban a zonas hoy día áridas, los lagos eran más profundos, en los pastizales se alimentaban caballos, mastodontes, mamuts, camélidos y bisontes.
     Según Lorenzo(4), hacia el año 12000 aC tuvieron lugar innovaciones en la tecnología de la piedra para establecer un nuevo horizonte: el Cenolítico, en los nuevos modelos destacan las puntas de proyectil, cuchillos, navajas y raspadores. El hombre dedicaba mucho tiempo a la cacería de presas de todos tamaños, aunque no más que a la recolección.
El Cenolítico se ha dividido en dos fases: Inferior (12000-7000 aC) y Superior (7000-5000 aC).
     Los artefactos típicos del Cenolítico Inferior son las puntas de proyectil en forma de hoja, trabajadas por ambas caras y con acanaladuras para facilitar el enmangado. Las puntas tipo Clovis, con una longitud de cuatro a doce cm.
     El paso del Pleistoceno al Holoceno marca la separación entre las dos fases del Cenolítico, debido a que las transformación del clima, la flora y la fauna repercutió en las formas de vida de los recolectores-cazadores. El fin del Pleistoceno estuvo marcado por la aridez que hizo desaparecer bosques, pastizales y buena parte de la fauna.
(4)   Lorenzo, op. cit.
En el Cenolítico Superior, aparecen los concheros, asentamientos permanentes de poblaciones costeras que se dedicaban a la recolección y consumo de mariscos. Los bordes de las puntas de proyectil fueron retocados con punzones blandos, para que fueran más agudos. Destacan las puntas foliáceas del tipo Lerma.
Entre el 33 000 y 5 000 aC los hombres se agrupaban en bandas que raras veces rebasaban cien miembros. Las relaciones internas descansaban en el parentesco y el reconocimiento de un antepasado común. Al parecer estas sociedades eran igualitarias, aunque en lo que toca a las actividades productivas, existía diferenciación por sexo y edad. Así, los varones realizaban intensas actividades de cacería, mientras que las mujeres, se ocupaban de las faenas de recolección. Ancianos y niños se ocupaban de tareas auxiliares. Los traslados del grupo no se daban al azar. La existencia giraba en torno a patrones de trashumancia, se desplazaban de acuerdo a las estaciones a fin de aprovechar los recursos naturales y lugares idóneos.
     Por causas aún no determinadas, con el paso hacia el sedentarismo agrícola, la vida comenzó a transformarse, cambiaron las relaciones entre el hombre y su entorno vegetal. Este proceso tiene una doble importancia en nuestra historia: constituye uno de los grandes acontecimientos de la evolución humana y gesta la diferenciación de las tres superáreas culturales del México antiguo.
     José Luís Lorenzo llamó Protoneolítico a esta prolongada transición. Sus límites extremos son difusos. Comienza hacia 5 000 aC y tiene su fin en 2 500 aC, época aproximada del nacimiento de Mesoamérica. Según Christine Niederberger, la contigüidad de varios ecosistemas ricos en recursos, entre ellos el lacustre, hacia innecesario los desplazamientos, de los habitantes del sitio ribereño de Zohapilco(5) .
(5) Niederberger, Christine, Zohapilco. Cinco milenios de ocupación humana en un sitio lacustre de la Cuenca de México, México, INAH, 1976.
     En el caso opuesto, los recolectores-cazadores que, en sus pausas estacionales, cultivaban algunas plantas. Por ejemplo, en la cuenca de Guila Naquitz, Oaxaca, Kent V. Flannery y Joyce Marcus descubrieron restos de calabaza domesticada en un refugio nómada de 8 000 aC.(6)
(6) Flannery, Kent V. y Joyce Marcus, Guilá Naquitz: Archaic Foraging and Early Agriculture in Oaxaca, México, Nueva York, Academic Press, 1985.
Hay que tener en cuenta para entender el horizonte Protoneolítico, el paso del simple cultivo a la agricultura. El cultivo implica la intervención del hombre en el ciclo vegetativo con el fin de producir alimentos. Esta acción repetida, puede provocar la domesticación de las plantas. Las sociedades pueden definirse como agrícolas cuando adquieren un patrón de subsistencia en el que predominan la producción y el consumo de alimentos cultivados. Esto significa que la agricultura no es solamente una técnica, sino una nueva forma de vivir y de pensar con ventajas y desventajas.
     Durante los 2 500 años del Protoneolítico se observa el paulatino aumento de la población, señalado por el número e importancia de asentamientos en una misma región. A lo largo de este horizonte siguen habitándose campamentos, abrigos y cuevas; pero para el año 3 000 aC, existe en el valle de Tehuacan una pequeña casa casi semisubterránea de planta ovalada. Los restos descubiertos en México, permiten afirmar que el guaje y la calabaza son dos de los cultivos más antiguos del Nuevo Mundo, hacen su aparición a finales del Cenolítico. Les seguirán especies como el frijol, maíz, maguey, nopal, coyol, yuca, tomate, aguacate, amaranto, chile, zapote negro y blanco, ciruela y algodón. En lo que toca al maíz, el principal cultivo, se ha estimado su domesticación entre 5 000 y 4 000 aC. Nuevos fechamientos de los restos del maíz de las fases Coxcatlán y Abejas de Tehuacán los sitúan en el año 3 000 aC.
Mesoamérica
Como una derivación del XXVII Congreso Internacional de Americanistas (1939) se creó con este propósito el Comité Internacional para el Estudio de Distribuciones Culturales de América, órgano que encomendó el caso particular de las mitades meridionales de México y Occidente de Centroamérica al antropólogo: Paul Kirchhoff. Comenzó por identificar a la superárea cultural con el nombre de Mesoamérica y reconocer a las sociedades que la integraban como “cultivadores superiores”. Estas sociedades eran muy diversas desde el punto de vista lingüístico, y las dividió en cinco grupos.
La definición de Msoamérica debe partir de tres elementos entrelazados:
  1. Un patrón de subsistencia basado principalmente en las técnicas del cultivo del maíz;
  2. Una tradición compartida creada por los agricultores en el territorio estudiado y
  3. Una historia también común, que hizo posible que dicha tradición de agricultores se fuera formando a lo largo de los siglos.
Hombres, tiempos y espacios
Como lo señala Kirchhoff(7), la diversidad de los pueblos mesoamericanos arranca de su origen mismo: arribaron en muy diferentes épocas y hablaban distintas lenguas. Los mesoamericanos pueden agruparse en 16 familias lingüísticas:
  1. Hokano-coahuilteca, (tequistlateco o chontal de Oaxaca)
  2. Chinanteca, (chinanteco)
  3. Oaxaqueña, (zapoteco, mixteco, mazateco, chatino, papabuco, cuicateco, trique, amuzgo, popoloca y exixcateco)
  4. Otopame, (otomí, mazahua, matlatzinca, ocuilteco y matlame)
(7) irchhoff, Paul, “Mesoamérica: sus límites geográficos, composición étnica y caracteres culturales”, en Acta Americana, vol. 1, n° 1, 1943, pp. 92-107.
        5. Mangueña, (chiapaneco, chorotega, dirián, maribio, oritina y nagranda)
        6. Huave, (huave)
        7. Tlapaneca, (tlapaneco y subtiaba)
        8.Totonaca, (totonaco y tepehua)
        9. Mixe, (mixe, zoque y popoluca)
        10.Maya, (huasteco, cotoque, maya yucateco, lacandón, mopan, chol, chontal, tzeltal, tzoltil, tojolabal, man, chuj, kanjobal, kekchí, pokonchí, ixil, quiché, cakchiquel, pokoman, rabinal, tzuntuil, aguacateca, chortí, etc.)
        11.Yutoazteca, (cora, huichol, tecual, Huaynamota, teúl, náhuatl, pochuteco, pipil y nicarao)
        12.Tarasca, (tarasco)
        13.Cuitlateca, (cuitlateco)
        14.Lenca, (lenca)
        15.Xinca, (xinca) y
        16.Misumalpa, (Matagalpa y cacaopera).
Gracias a los estudios glotocronológicos (técnica para calcular la separación temporal entre dos lenguas que se suponen emparentadas. Está basada en el porcentaje de palabras o cognados que son substituidos por otras palabras a lo largo del tiempo), de Leonardo Manrique(8) hoy es posible aproximarse al difícil problema de la progresiva penetración de las corrientes lingüísticas al territorio mesoamericano. Estos pueblos de tan distinto origen fueron capaces de crear una unidad fundada en torno al cultivo del maíz. Estos dos grandes hitos históricos –sedentarismo agrícola e irrupción europea- son los límites temporales de Mesoamérica, que se inicia hacia el 2 500 aC para desaparecer como tradición cultural autónoma a partir de 1 521 dC.(9)
(8) Manrique Castañeda, Leonardo (coord.), “Lingüística”, en Atlas Cultural de México, México, SEP, INAH, y Ed. Planeta, 1988.
(9) López Austin, Alfredo y Leonardo López Lujan, El pasado indígena, México, El Colegio de México, FCE, 2005,  pp. 63-79.
     Puede afirmarse que buena parte de los elementos comunes de lo mesoamericano, de los componentes del núcleo duro de la tradición, es conocido como Preclásico Temprano, que duró trece siglos, que arranca desde el inicio de la vida sedentaria agrícola hasta el nacimiento de las primeras sociedades jerarquizadas.

Características y límites cronológicos aproximados de cada periodo
Preclásico (2 500aC-200 dC)
Reconociendo las variantes de cada área, puede dividirse en:
  • Temprano (2 500 aC al 1 200 aC)
  • Medio (1 200 aC al 400 aC)
  • Tardío (400 aC al 200 dC)
Inicio del sedentarismo agrícola y de la cerámica. Incremento demográfico constante. Perfeccionamiento de la cerámica. De sociedades igualitarias hasta las jerarquizadas. Sitios que van de los caseríos y aldeas originales a las capitales protourbanas derivadas de centros regionales. Desde el intercambio de bienes, con largas rutas comerciales. Gran importancia de la talla de piedra, del jade pulimentado a la escultura monumental. Al final de Preclásico algunos pueblos poseen un calendario y una escritura compleja y llegan al gigantismo arquitectónico.
1.a Protoclásico
Algunos autores usan este término cono sinónimo de
Preclásico Tardío (400 aC al 200 dC) y otros como
Segunda Mitad (100 aC al 200 dC)
Se considera que esta época se practica una agricultura intensiva que permite un crecimiento rápido de la población. Más sitios y sitios más grandes. Rivalidades y conflictos bélicos entre los centros regionales. Arquitectura monumental. En ciertos lugares el calendario, la escritura y la numeración compleja.
2. Clásico (200 dC al 650/900 dC)
Se puede dividir en:
Temprano (200 dC al 650/750 dC)
Tardío (650/750 dC al 900 dC)
Diferenciación entre campo-ciudad; en el capo se producen los bienes de subsistencia, mientras que en la ciudad, concentración de actividades artesanales, administrativas (políticas y religiosas) y los servicios. Incremento notable de la población, que produce grandes concentraciones. Desarrollo de la agricultura intensiva. Metalurgia al final del periodo. Notable diferenciación social. Consolidación de las élites en el gobierno, con control político e ideológico. Institución religiosa incluida en las esferas de gobierno. Comercio a larga distancia. Las grandes capitales controlan a las ciudades de su región. Urbanismo desarrollado. Guerras frecuentes. Esplendor del calendario, escritura, numeración y astronomía. Florecimiento de las artes. Panteón cristalizado. Al final, muchas de las capitales del Clásico, declinan y se colapsan.
2ª. Epiclásico
Clásico Tardío (650/750 dC al 900/1 000 dC)
Segunda Mitad (895 dC al 1 000 dC)
Auge de ciudades que se benefician con el colapso de las grandes capitales clásicas. Las de comercio se fragmentan y se establece una importante competencia regional. Arquitectura y urbanismo defensivos. Sociedades con marcada pluralidad étnica.
3. Posclásico (900/1 000 dC al 1 520 dC)
Temprano (900 dC al 1 200 dC)
Tardío (1 200 dC al 1 520 dC)
Movilidad de grupos humanos. Tras el abandono del área Norte por los agricultores, contingente de éstos y de recolectores-cazadores penetran en Mesoamérica. Difusión de elementos culturales. Desarrollo de la metalurgia con elaboración de objetos de oro, plata y cobre. Distribución de mercancías hacia todos lados y Oasisamérica. Inestabilidad política, con surgimiento y caída de estados agresivos. Militarismo. Expansiones por conquista. Tributación de los vencidos. Urbanismo de carácter defensivo. Nuevas formas de culto con tintes bélicos y políticos. Incremento de sacrificios humanos. Arte bélico con referencias a la muerte y al sacrificio.
El fin del Posclásico y de Mesoamérica, es producto de la conquista española. La fecha de 1 520 que aparece como límite corresponde a la realidad mexicana. El último rincón de Mesoamérica no colonizada, Tayasal, subsistió libre hasta 1 697.
El Sureste en el Preclásico (10)
El creciente interés por el Preclásico y la consecuente proliferación de exploraciones arqueológicas en los últimos años han permitido una visión global del área y el surgimiento de teorías que pretenden explicar la génesis de las culturas olmeca y maya. Uno de los rasgos que más influyó en el desarrollo de las sociedades del Sureste fue la diversidad geográfica.
(10) López Austin, op. cit., pp. 95-98.
     Durante el Preclásico, los principales focos culturales se dieron en cuatro ambientes totalmente distintos:
  1. Las planicies costeras meridionales de Chiapas y Guatemala,
  2. Las tierras altas guatemaltecas,
  3. La región selvática del Petén y
  4. Las extensas llanuras calcáreas de la Península de Yucatán.
     Fueron estos los escenarios de dos grandes complejos que los especialistas adscriben a las familias lingüísticas Mixe-Zoque y Maya.
El complejo mixe-zoque
La Gran Tradición del Itsmo ha sido estudiado recientemente por John E. Clark y Michael Blake(11). De acuerdo con su polémica propuesta, el complejo se generó en territorio chiapaneco, para más tarde pasar del Sureste, hasta llegar al sur de Veracruz y el occidente de Tabasco. En el Preclásico Temprano entre 1 800 y 1 325 aC (fases Barra, Locona y Ocós) habitaron en las fértiles planicies costeras del Soconusco y Guatemala pueblos aldeanos dedicados a la agricultura, pesca, caza y producción alfarera. Las cerámicas decoradas con pigmento iridiscente y por impresión de cuerda y concha, han hecho suponer que estos pueblos tuvieron contactos con Ecuador. Altamira, La Victoria, Salinas la Blanca y Paso de la Amada son sitios de esta época.
(11) Clark, John E. y Michael Blake, “El origen de la civilización en Mesoamérica: Los Olmecas y mocayas del Soconusco de Chiapas”, en El Preclásico o Formativo: avances y perspectivas, Martha Cardona (ed.), México, INAH, 1989, pp. 385-405.
     Durante el Preclásico Medio (1 200 al 400 aC), en una franja que va desde México hasta El Salvador, la Gran Tradición del Istmo floreció en sitios como Tzutzuculi, Pijijiapan, Chapa de Corzo, La Blanca; Bilbao, Calchuapa y Quelepa. Eran al parecer unidades políticas independientes con influencia cultural olmeca, que se puede observar en montículos de más de 20 metros de altura y monumentos escultóricos.
El segundo complejo, la Tradición de las Tierras Bajas, se comenzó a integrar entre 1 200 y 900 aC en las aldeas tropicales de Guatemala, Belice y Yucatán. Las aldeas más antiguas estaban habitadas por cultivadores de maíz. Destacan los entierros descubiertos en el grupo 9N-8 de Copán, estaban acompañados de vasijas decoradas con motivos similares a los de Tlatilco, Tlapacoya y San José Mogote.


En la actualidad también se debate el origen de la Tradición de las Tierras Bajas. Autores como E. Wyllys y Andrews V. suponen una doble ascendencia. Hacia el año 1 000 aC, al sur del Petén estaba habitado por un grupo no maya que produjo la cerámica Xe. El segundo grupo eran hablantes de maya y se concentraban n el Norte de Belice. Hacia 600 aC, estos mayas comenzaron a expandirse por todo el Petén, llegando incluso hasta El Salvador. Aparece otra cerámica muy diferente, la conocida con el nombre de Mamon.



Los sitios mayas mejor estudiados del Preclásico Medio son la aldea igualitaria de Cuello, en Belice, y los más complejos –con varios templos de piedra y mayor diferenciación social- de Nakbé, y El Mirador de Guatemala, y de Calakmul en Campeche. En la Península de Yucatán han sido descubiertos caseríos que datan de esa época en Dzibilchaltún, Aké, Manú, Dzibilnocac y Edná.



La civilización maya se desarrolló en una área de aproximadamente 325000 kilómetros entre México y Centroamérica, que se divide en tres zonas geográficas o naturales: las Tierras Altas del sur, entre el Océano Pacífico y la cordillera del istmo centroamericano; las Tierras Bajas del sur, o zona central, en la cuenca interior del altiplano del Petén, en la actual Guatemala, y sur de la península de Yucatán, Tabasco y Chiapas, y las Tierras Bajas del norte, en el extremo septentrional de la citada península.
Simon Martin y Nicolai Grube, Crónica de los reyes y reinas mayas, Planeta, México, 2002.

Otro elemento son las obras arquitectónicas, que implicó el trabajo de miles de hombres con la coordinación de especialistas. Entre los ejemplos más notables se encuentra el conjunto de 55 metros de altura conocido como El Tigre, en El Mirador; la Estructura II de Calakmul, de la misma altura; la Acrópolis norte de Tikal; la pirámide de 33 metros de Lamamí; el foro defensivo de 2 km, que encierra Becán y el muelle del canal de Cerros.

En cambio, en los centros yucatecos, como Dzibilchaltún y Komchén, en las tierras bajas centrales los templos estuvieron bellamente decorados con grandes mascarones de estuco, imágenes adoradas de las deidades. Entre ella se encuentran el Sol y el planeta Venus. Sus imágenes se plasmaron en altares de piedra y estelas. Aparece la representación de figuras míticas, como la del árbol sagrado, que comunica el cielo, con la tierra y el inframundo. Estos centros son un eslabón entre la tradición olmeca y maya que tuvieron su origen en las costas del Pacífico, entre México y Guatemala.

El Clásico mesoamericano (12)

El término “Clasico”, sirve para designar una época de gran esplendor cuando las artes de Mesoamérica, y sobre todo el urbanismo y la arquitectura, descollaron al lado del bienestar superlativo de las élites, la prosperidad del comercio, la incuestionable potestad de los gobernantes y la gran evolución del calendario, la escritura y la observación del cielo.
     El inicio del periodo puede fijarse en el año 200 dC; pero a partir del 400 aC, se encuentran sus gérmenes n el aumento demográfico, la concentración de la población, la división del trabajo y su especialización, la producción de bienes destinados al intercambio regional y capitales proto urbanas.
   Este final del Preclásico es llamado Protoclásico, en el tuvieron lugar procesos sociales, políticos y económicos que sentarían las bases para el Clásico:
  1. La profundización de las diferencias de clases,
  2. El desarrollo de las redes de intercambio,
  3. La aparición de los regímenes señoriales de linaje y
  4. El nacimiento de sistemas complejos de numeración, calendario y escritura.
     Los mayores escenarios del auge son Kamininaljuyú e Itzapa en la zona meridional del sureste; El Mirador y Uaxactúm en el Pet´n; San José Mogote y Monte Alban en Oaxaca; Tres Zapotes en el Golfo, y Cuicuilco y Teotihuacan en el centro de México.
     El clásico fue lo más alto de este proceso, el cambio mayor fue la polarización ciudad-campo. Las capitales llegaron a tan altos niveles de concentración humana que fueron incapaces de producir sus propios alimentos –hoy día nos vamos a cercando-. El campo fue la fuente del sustento y la ciudad donde se concentraba todo y donde se distribuía la riqueza.
     En el clásico se dieron las condiciones para esta transformación:
  1. Cosechas abundantes;
  2. Vías adecuadas para el flujo de recursos de la periferia a los centros;
  3. Manufactura especializada;
  4. Integración de sistemas productivos regionales;
  5. Solidez del intercambio interregional,
  6. Control de redes mercantiles y
  7. Existencia de complejos aparatos administrativos y burocráticos capaces de impulsar y organizar la producción, dirigir y proteger el comercio y redistribuir los bienes que llegaban a las capitales.
Para el progreso extremo de las ciudades era necesario los recursos naturales estratégicos. Las ciudades además de ser centros de producción y distribución manufacturera, fueron sede de las decisiones políticas de mayor relevancia para la sociedad y de las principales actividades religiosas.
     Los especialistas han supuesto una amplia utilización de huertos, terrazas de cultivo, irrigación por cabales y por inundación, represas y chinampas.
     En la zona maya, se han estudiado con detalle campos levantados, terrazas en las laderas, parcelas encerradas por muros de piedra y pequeños huertos elevados. Pese a los recientes avances en el campo de la epigrafía maya, el tipo de mensajes contenidos en los textos jeroglíficos es demasiado limitado para responder a la variada gama de las dudas históricas. Se hace difícil entender cuáles fueron las unidades sociales básicas mayas, como se integraban sus cuerpos de gobierno y que relaciones existían entre las distintas sociales, el lector puede imaginar nuestras lagunas sobre los teotihuacanos, quienes NO poseyeron una escritura semejante a la maya.
Dos sistemas hay de registro, el del calendario y el del pensamiento:
  1. En lo tocante al calendario, conservó los sistemas más sencillos de cómputo del tiempo, tenía como parte medular la combinación del ciclo de 365 días (agrícola-religioso) y el de 260 días (adivinatorio). El calendario de 360 días (histórico-adivinatorio) se valía de la cuenta larga.
  2. En lo tocante al pensamiento, la primera recurrió a las representaciones mentales simbolizadas; en tanto que la otra vertiente simbolizó las expresiones verbales. Esto quiere decir, que en la primera el símbolo representaba la (idea), en la segunda el símbolo representaba (la palabra), que a la vez representaba a la idea.
     En lo tocante a la numeración, los guarismos empleados no tuvieron valor posicional, pero al dar valor posicional a los guarismos, tuvo que crear uno equivalente a “posición ocupada” o “cero”.
     En el periodo clásico destacan los avances mayas en la escritura y el cómputo del tiempo. Es interesante comprobar, que el pueblo más poderoso del clásico, el teotihuacano, no utilizara ni la escritura, numeración ni calendario semejante a los mayas.
     Otra diferencia entre las tradiciones del Centro de México y el Sureste, durante el clásico es el ejercicio de las armas. Ni los teotihuacanos ni los mayas fueron pueblos pacíficos. Pero según estudios recientes vivían en un clima de tensión bélica constante.
     En el urbanismo Teotihuacán es única por su modelo ortogonal, con calles espaciadas. Monte Albán se yergue majestuosa en las alturas, dominando la amplitud del valle, y a partir de su gran plaza desciende por las terrazas de las laderas. Las ciudades mayas siguen por lo común los contornos del terreno, pero conservan siempre su armonía arquitectónica: plazas, templos, palacios y juegos de pelota. En las distintas áreas de Mesoamérica, todas las ciudades se erigen según los modelos cósmicos y los movimientos marcados por los astros en el horizonte.
     El proceso se emprende a partir de centros arquitectónicos masivos, propiamente administrativos y ceremoniales, con grandes zonas residenciales. También resuelve los requerimientos de depósito y abastecimiento de agua, de conductos pluviales y de salida de deshechos. Los caminos y los acueductos se combinan con decoración profusa –esculturas de bulto, mosaicos, aplanado de estuco bruñido y pintado y en murales fastuoso-.
     Las ciudades fueron los centros de producción de bienes de prestigio que eran ostentados por los nobles. En sus talleres se elaboraban tallas de piedra semipreciosas, tocados de plumas, prendas finas de algodón, adornos de concha, cerámicas de lujo muy variadas, fundiciones y decoraciones. También se manufacturaban, bienes utilitarios, de cerámica y de piedras como obsidiana y pedernal.
     La religión tiene una especial importancia durante el Clásico, adquiere muchas características que persistirán hasta la Conquista. Los dioses personificados aparecen en representaciones pictóricas y escultóricas con atributos y atavíos que permiten reconocerlos a partir de la iconografía de épocas posteriores. Las divinidades relacionadas con la lluvia, fuego, tierra y la sucesión temporal alcanzaron suma importancia. El clero monopolizaba todas las ideas y sabidurías. El clero quedó adscrito como el auxiliar más útil del poder.
     La extensión cronológica del Clásico se fija entre 200 dC y 650/900 dC. Pero al analizar la historia de cada área, los límites varían de:
200 dC – 650/750 dC en el Centro de México;
292 dC – 810/909 dC en el Sureste.
     En el Clásico Temprano, se inscribe el más poderoso impulso cultural de los mayas. Entre todas las capitales clásicas, ninguna tuvo las dimensiones físicas, urbanísticas y políticas de Teotihuacán. En su esplendor llegó a tener 125 000 habitantes.
     El sureste fue durante el Clásico el escenario del surgimiento de múltiples ciudades-estado que fueron la cuna del mayor esplendor artístico de Mesoamérica, y los centros donde el calendario, la numeración y la escritura llegaron a una complejidad incomparable.
(12) López Austin, El pasado indígena, op. cit., pp. 109-115.
El Sureste en el Clásico(13)
En los últimos años las investigaciones sobre los mayas no sólo han sido excepcionales por su volumen, sino por la diversificación de su enfoque, por los avances alcanzados y por el impulso que han dado al intercambio académico tanto entre los mayistas como en el más amplio contexto mesoamericanista.
(13) López Austin, op.cit., pp.148-
     Estudiosos como Joyce Marcus y Jeremy Sabloff(14), al evaluar los resultados de las últimas publicaciones, hacen hincapié en el total abandono de la visión idealizada de los mayas como un pueblo pacífico, gobernado por sabios sacerdotes que se entregaban a la observación de los astros y a la filosofía del tiempo, y que desconocían casi por completo la práctica del sacrificio humano.
(14) Sabloff, Jeremy A, The New Archaeloy and the Ancient Maya, Nueva York, Scientific American Library, 1990.
     Durante décadas, autores como Sylavanus G. Morley y J. Eric S. Thompson(15) habían popularizado un hipotético escenario en el cual sitios como Tikal, Palenque o Copán eran menos centros ceremoniales a los cuales confluía la población campesina los días de fiestas religiosos y de mercado. Hoy por fortuna, se desmorona la idea de un mundo monolítico, excepcional y aislado, con lo cual se potencian las perspectivas de estudio y los mayas recobran su fisonomía humana.
(15) Morley, Sylvanus G., La civilización Maya, México, FCE, 1972; Thomposn, J. Eric S., Historia y religión de los Mayas, México, siglo XXI, 1984.
     El área del Sureste mesoamericano fue señaladamente maya. Englobó a todos los pueblos de dicha tradición y fueron pocos sus habitantes que cultural y lingüísticamente no pertenecieron a ella. El área se divide en tres partes geográficas y culturales contrastantes:
  1. La zona Sur comprende territorios de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica; es una franja que va de la confluencia de las montañas del Norte de Chiapas al Golfo de Nicoya. Aquí convivieron los pueblos NO mayas con los mayas. En la zona predominan las tierras altas 1 200 m, sobre el nivel del mar, frescas o frías, relieve accidentado, con valles aislados y cuencas lacustres. Pero en el Pacífico la altitud desciende, formando una faja costera, de clima tórrido y ricos suelos aluviales.
  2. La zona Central va del Golfo de México al Caribe, tierras bajas, calientes y húmedas, de selva densa, alta y lluviosa, Abundan, los lagos, pantanos y ríos de amplios meandros. Su centro es el Petén, la región de mayor florecimiento; al oeste la cuenca del Usumacinta que desemboca junto al Gijalba en la exuberante región tabasqueña; al oriente la cuenca del río Belize; al sur, la del río de la Pasión, y al sureste, entre montañas, la región del Motagua.
  3. La zona Norte es poco más de la mitad septentrional de la Península de Yucatán. Es área de tierras bajas, con muy poca lluvia, selva baja. Es una gran extensión calcárea plana, su superficie está casi desprovista de ríos superficiales; los antiguos habitantes se abastecían en los –chultunes, excavaciones en forma de botella-, y en los cenotes. En la zona se distinguen, al oeste la región campechana; al sur, colinda con el Petén del río Bec; al centro, Chenes; al noroeste la región serrana del Puuc y al este, la costa Oriental.
De acuerdo con las fechas calendáricas de cuenta larga, el Clásico se inició en 292, y concluyó en 909 y quedó dividido en Temprano 250 al 600 dC y Tardío del 600 al 900 dC. La división establecida en el 600 no es artificial pues en dos hitos:
  • La interrupción temporal de la práctica político-religiosa de elección de estelas y dinteles y
  • La notable diferencia de los vestigios pertenecientes a cada una de estas mitades.
     A grandes rasgos el Clásico Temprano, se distingue por la influencia teotihuacana. El Clásico Tardío, por el considerable aumento demográfico, con grandes concentraciones urbanas y florecimiento económico, político y cultural. El fin del Clásico se estableció a partir de un colapso que provocó la decadencia en numerosas capitales mayas.
Poner foto del mapa de territorio maya en el clásico
 Proceso histórico del área
En la zona sur estos tres siglos y medio están marcados por la suerte de Kaminaljuyú, un antiguo y próspero centro comercial, que siguió con exactitud los cánones arquitectónicos de Teotihuacán en sus construcciones ceremoniales. En esta ciudad guatemalteca, se construyeron y ampliaron, entre los años 450 y 500, dos grandes templos piramidales con el característico talud-tablero teotihuacano. Al pie de dichos edificios fueron inhumados importantes dignatarios con objetos de estilo teotihuacano, ya procedentes del centro de México, ya imitados localmente. La hipótesis puede ser que fueron conquistadas estas zonas.
     Por ejemplo, se reprodujeron en la poderosa Tikal los clásicos tableros y taludes de Teotihuacan. Además, los soberanos de la ciudad maya, Nun Yax Ayin (Morro Rizado) y Suyab Chan K´awil (Cielo Tormentoso) fueron retratados con atuendos y divisas teotihuacanas.
Especialmente en la época en que aparece en el Petén la cerámica Tzakol 3. Simultáneamente, la población de la zona central aumenta notablemente, y se generalizan los rasgos culturales que han sido peculiares delos mayas clásicos: el par estela-altar, en el cual se narran los acontecimientos más significativos de la vida de los gobernantes; el llamado arco maya y la bóveda de él derivada; la escritura compleja, y la bella cerámica croma. Se construyeron ciudades populosas con altos templos y suntuosos palacios de piedra caliza, revestidos con estuco y en forma irregular.
     El Clásico Tardío ha sido definido como la época de florecimiento por antonomasia en el área del Sureste. En la zona sur, en el valle de Guatemala, al decrecer la influencia teotihuacana se produjo un climax demográfico y constructivo que culminó hacia el 800-900 dC. Por su parte, la costa del Pacífico guatemalteco fue durante el Clásico Tardío el escenario de una cultura muy diferente a la maya: la de los pipiles. Estos eran  hablantes de una lengua nahua, ocuparon la región de Cotzumalhuapa, óptima para el cultivo del cacao, y construyeron varios sitios, entre ellos El Baúl. Las imágenes escultóricas revelan una obsesión por la muerte, la decapitación, el culto a los dioses astrales y la planta del cacao.
     En ese entonces se construyeron en la selva cientos de ciudades y pueblos con los edificios y los monumentos pétreos más suntuosos de la historia maya. Tikal y Calakmul fueron las capitales más poderosas del Petén. Al occidente tenían primacía Palenque Y Yaxchilán, y al sureste Copán, ciudad cercana a las minas de jade. Cada una de estas ciudades, ejerció, por medio de las armas y del matrimonio, entre las élites, un dominio sobre las demás.
     Uno de los grandes problemas de los mayistas es relativo a la población tan numerosa como la que se calcula para el Clásico Tardío; se utilizó el sistema de roza; pero cuando la densidad demográfica se aproxima a 320 personas por km2 es necesario identificar los cultivos. La población calculada para Tikal era de 600 habitantes por km2, por lo que lo mayas recurrieron a reducir el descanso de la tierra, a técnicas agrícolas intensivas y a la diversificación de los cultivos, sobre todo tubérculos y hortalizas. Esto implicó el terraceado, recuperación de tierras de pantano, canalización y uso de bajos depósitos de agua en épocas secas.
     Los habitantes de la zona central se dividían en nobles y plebeyos. Dentro de cada uno de estos dos grandes grupos existieron numerosos niveles sociales, reflejado en el bienestar y la riqueza. Las familias eran complejas, compuestas por dos o más parejas conyugales, con varias habitaciones sobre una misma plataforma, en torno a un patio central común.
     El número de capitales calculado está de 10 a 100. Por lo tanto no existía un Imperio, sino una variedad de ciudades-estado, con redes de subordinación militar, social, político, económico y ritual. Las familias nobles tenían cargos muy diversos que se transmitían por medio de estrictas reglas sucesivas. Debido a que el figura principal del poder era un personaje semi divino, las inscripciones jeroglíficas y representaciones se centran en él y su consorte. La legitimidad del poder deriva de la relación entre una divinidad y un grupo humano a través de un eslabón sagrado: el Soberano. El nexo dinástico con la sobrenaturaleza debía revitalizarse. De aquí resulta la necesidad ritual de las grandes efusiones de sangre del rey y su consorte. Por medio del autosacrificio, perforándose la lengua de lado a lado. La penitencia conducía al extásis, y el pacto del orden político quedaba renovado en el encuentro místico con el primer antepasado.

La importancia de la organización en linajes hizo que las dinastías se mantuvieran en el poder durante siglos: los gobernantes de Tikal se remitían al fundador Yax Moch Xoc, del siglo III, mientras que los de Copán hablaban de Yax Kuk Mo, quien instauró una línea que perduró desde el siglo V al año 820.
     La guerra no fue un fenómeno esporádico, como lo creyeran los idealizadores del mundo maya. La antropología física descubre sacrificios masivos y mutilaciones; las imágenes escultóricas y pictográficas muestran batallas y trato cruel a los vencidos; los textos hablan de enfrentamientos, conquistas, triunfos y señores enaltecidos por las victorias.
     A los registros calendáricos, estaban unidos los de la palabra. El sistema es básicamente logográfico, pues sus signos registran palabras, y éstas siguen la secuencia sintáctica del discurso. También es mixto, ya que se compone tanto de elementos semánticos, como fonéticos. Por ejemplo, una palabra monosílaba que tenga la fórmula consonante-vocal-consonante (por ejemplo cuch=carga, destino, cargo) se escribe con dos sílabas, cv+cv (cu+chu), pero se pronuncia cvc (cu+ch) ya que se omite la vocal final.
     Los elementos semánticos y fonéticos, combinados, se ordenan sintácticamente en columnas. Las columnas se leen por regla general de izquierda a derecha y de arriba abajo, por pares, esto es, tomando dos columnas en forma paralela para ir leyendo el par que queda en la misma línea.
El Epiclásico mesoamericano(16)
La caída de Teotihuacan, repercutió en toda Mesoamérica. Caen grandes capitales clásicas y surgen efímeros centros de poder. Se eclipsan una a una ciudades tan prestigiadas cómo La Quemada, Monte Albán, Palenque y Tikal. Sobreviene, un proceso de desintegración sociopolítica que anuncia una nueva época.
     Sus límites pueden fijarse entre los siglos VII y IX. Se registra una clara ruptura de las refinadas tradiciones culturales propias del Clásico. Además estas capitales, pierden cuando menos la mitad de sus habitantes e, incluso algunas de ellas son abandonadas. Las poblaciones campesinas, tienden a emigrar a nuevos territorios.
     En el Sureste, en aproximadamente un siglo, entre 810 y 909, la élite gobernante desaparece por completo.
  • Las principales edificaciones administrativas y palaciegas son abandonadas definitivamente;
  • Dejan de construirse templos y de enterrarse en ellos a dignatarios acompañados de bellos vasos polícromos y ricos adornos de jade;
  • Cesa la erección de estelas labradas con textos dinásticos y fechas en el sistema de cuenta larga.
A todo lo anterior se suma, la irrupción de cerámicas anaranjadas y grises de pasta fina, lo que nos habla de la llegada de nuevos grupos provenientes de las planicies de Tabasco.
(16) López Austín, El pasado…, op. Cit., pp. 174,177,178.
     Gordon R. Willey y Dimitri B. Shimkin nos ofrecen uno de los mejores ejemplos de estos modelos complejos(17). Esquematizando sus ideas, podemos señalar que el climax de las culturas del Clásico habría conducido a un inusitado crecimiento de la población y a la multiplicación de centros competidores. Como producto de esto, se originaron duras presiones tanto de carácter interno como externo, entre las primeras ideas destaca, la desmedida explotación agrícola de la selva con el objeto de responder a una demanda siempre en aumento. También se ampliaron las ya de por sí grandes diferencias que separaban a nobles y plebeyos. Mientras que la élite se reproducía y se volvía cada vez más poderosa, el campesinado se enfrentaba cotidianamente a enormes demandas tributarias, siendo presa de la malnutrición y las enfermedades contagiosas.
     Todos estos factores reflejaron un descenso de la producción agrícola y en la competencia entre centros para controlar el mayor número posible de recursos. Entre las presiones externas sobresale el influjo desestabilizador de grupos de comerciantes de las planicies costeras de Tabasco. El proceso concluyó con el colapso de dicho sistema, la declinación de la población y la involución a formas de integración política menos complejas.
(17) Willey, Gordon R., y Dimitri B. Shimkin, “The Maya Colapse: A Summary View”, en Essays in Maya Archaeology, Gordon R. Willey (ed.), Alburquerque, University of New Mexico Press, 1987, pp. 19-58.
Una visión general
El Epiclásico está enmarcado, por las fechas extremas de 650/800 y 900/1 000 dC. Los principales signos fueron una mnovilidad social, reorganización de los asentamientos, un cambio de las esferas de interacción cultural, inestabilidad política y revisión de las doctrinas religiosas.
     En el Epiclásico se encadenan de una manera aún no comprendida el Altiplano Central, la costa del Golfo, La Península de Yucatán y quizá los territorios que hoy día ocupan Chiapas y Guatemala. SE convierte en un enorme crisol donde entran en contacto y se fusionan pueblos étnicos y culturalmente distintos:
  1. Los agricultores, liberados de los yugos centralizadores, vuelven la espalda a sus lugares de origen para asentarse no muy lejos en tierras más benignas;
  2. Los artesanos, especializados en la producción de bienes de prestigio tienden a recorrer distancias mucho mayores en busca de élites que puedan auspiciar sus actividades y
  3. A estos se suman comerciantes, guerreros, sacerdotes y gobernantes. Los nonoalcas, los olmecas-xicalancas y los itzaes son algunos.
     Con un contexto marcado por la competencia y el bajo nivel de integración, con un clima incierto, buscando el éxito en las disputas por los recursos, la producción especializada, rutas comerciales nuevas y el control social, se incrementa el aparato militar, que permea todos los ámbitos de la vida social.
     Por ello buena parte de las ciudades fueron establecidas en lugares estratégicos y construidas con base en una estricta planificación defensiva. Murallas, fosos, palizadas, bastiones y fortalezas, indispensables para la subsistencia de cualquier núcleo urbano de la época. Se empezó a hacer un monumento al sacrificio y la muerte.
El Posclásico mesoamericano
La distinción entre el Clásico y el Posclásico era sumamente precisa hace un par de décadas. Al concebirse en primero como una época de paz y clímax cultural, y el segundo como de inestabilidad política y guerra, los hombres del Posclásico, contrastaban con los del Clásico.
     Los gobernantes de las sociedades clásicas aparecían como sacerdotes entregados a las especulaciones filosóficas, al registro del tiempo y a la observación de los astros; en contrapartida los líderes posclásicos eran concebidos como valientes guerreros obnubilados por la obligación de entregar a los dioses la sangre de sus enemigos de guerra.
     Las diferencias entre ambos periodos, aunque se siguen reconociendo, son ahora menos nítidas, sobre todo si se toma en cuenta que la principal característica del Posclásico fue el militarismo. Por si esto fuera poco, la exacerbación del aparato bélico y otros elementos definitorios del Posclásico, como la gran movilidad demográfica, la inestabilidad política, la difusión de elementos culturales y los procesos de expansión hegemónica, tienen sus primeras manifestaciones en el llamado Epiclásico.
     Para el estudio del Posclásico no sólo se cuenta con la arqueología y la antropología física, sino con los documentos en español, en lenguas indígenas, y en menor escala, en latín. Esto hace que conozcamos el Posclásico, con una precisión muy superior a la que podemos lograr al aproximarnos a periodos anteriores.
     Un factor que debió de tener mucho peso en esta cadena de movilizaciones fue la afluencia de sociedades septentrionales. Estas movilizaciones se debieron en parte al éxito de su capacidad militar.(18)
(18) López Austin, El pasado…., op.cit., pp. 194-195.
     Los documentos del siglo XVI se refieren a órdenes de guerreros profesionales, ataviados como animales fieros (águilas, jaguares, coyotes), que se agrupaban en torno a grupos religiosos propios. Los cuerpos militares se desplazaban a territorios extranjeros en calidad mercenarios o guardias de corps. La carrera castrense otorgaba prestigio y era el camino más idóneo para el ascenso social. A esta ideología militarista estaban unidos con frecuencia el culto al Dios Serpiente Emplumada, cuyo fuego divino creían portar los gobernantes de los nuevos regímenes; así encontramos a soberanos que llevaban el nombre de Quetzalcoatl en el Centro de México, Kukulcán en el Norte de la Península de Yucatán y K´ucumatz en los altos de Guatemala. El mito del Quinto Sol, daba un sentido sagrado a las campañas de conquista, impulsando a los guerreros a capturar enemigos que debían ser conducidos a la piedra del sacrificio.
     En el Epiclásico proliferaron los sitios erigidos en las alturas y defendidos por fosos y murallas. Durante el Posclásico se acentuó más; así como Tenochtitlán y Tlatelolco lograron la ventaja estratégica por su insularidad. Tulum lo alcanzó por sus acantilados y K´umarcaaj e Iximché por sus barrancos, murallas y parapetos.
     El Posclásico abarca del año 900/1 000 dC, al momento de la Conquista española. SE divide en dos periodos:
  1. El Posclásico Temprano, de 900/1 000 al 1 200 dC y el
  2. Posclásico Tardío, de 1 200 al 1 521 dC.
El hilo intermedio está fundado en acontecimientos políticos muy significativos, pues en el:
  1. Altiplano Central, Tula cae hacia 1 150 dC y en la
  2. Península de Yucatán, Chichén Itzá es vencida hacia 1 250 dC.
En el Posclásico del Sureste tuvo coincidencias trascendentales en las tierras bajas y en las tierras altas. El motor globalizador de su historia fue la toma del poder por parte de poseedores de una ideología militarista que les sirvió de apoyo para aglutinar a los distintos pueblos de cada región.
     En la Península de Yucatán algunos de estos grupos están representados en la pintura, escultura y en las láminas repujadas metálicas, con armas y atavíos semejantes a los de los Toltecas del Centro de México. Bajo el régimen implantado entonces, Chichén Itzá, se situó al frente de los estados hegemónicos hasta mediados del siglo XIII, cuando fue derrotada por Mayapán su antigua aliada. Mayapán la sustituyó hasta 1 450 dC.(19) Vino después una era de fragmentación y pugna entre los numerosos reinos, situación que aprovecharon los conquistadores españoles para someter a los mayas yucatecos.
(19) López Austin, Idem, p. 200.
     En las Tierras Altas hubo durante el Posclásico un ascenso político y militar de Quichés, Cakchiqueles y Rabinales, quienes por medio de las armas, fueron acrecentando sus dominios hasta convertirse en los estados hegemónicos. La alianza entre los pueblos poderosos tocó su fin al concluir el siglo XV, con la caída del rey quiché Q´uikab.
El Sureste en el Posclásico(20)
El parentesco lingüístico, la contigüidad territorial y su trato permanente produjeron en los mayas una homogeneidad cultural que no tiene parangón en los pueblos de Mesoamérica. Los largos siglos del Posclásico fueron vividos en forma diferente por los habitantes de la plana Península Yucateca, por los serranos de Chiapas y Guatemala, y por los hombres de las selvas del Petén. Baste recordar que para estos últimos la conquista española llego mucho más de siglo y medio después de la caída de los reinos del Norte y del Sur.
     No se puede utilizar un nombre étnico para definir un fenómeno en el que participan un gran número de grupos, incluyendo pueblos mayas. Port lo tanto tenemos que acuñar un término nuevo. Estos pueblos decían que sus remotos antepasados procedían de un mismo y lejano lugar mítico: Zuyua o Siwán. Y ya que precisamente esta creencia fue uno de sus pilares ideológicos, los llamaremos zuyuanos o siwanos.
(20) Idem, pp. 237-287.
     Desde finales del Clásico y durante varios siglos muchos pueblos emigraron en oleadas desde la Costa del Golfo hasta territorios de Chiapas y el Petén. J. Eric Thompson(21) ubicó el punto de partida en la franja fronteriza entre Tabasco y Campeche, e identificó a los invasores como putunes-chontales permeados por una ideología procedente del Centro de México. Las oleadas siguieron diversas rutas:
  1. Hacia la selva,
  2. Hacia el Norte de la península yucateca y
  3. Hacia el curso del río Chixoy rumbo a los valles elevados de Guatemala.
(21) Thompson, J. Eric S., Historia y religión de los mayas, México, Siglo XXI, 1984.

     Ya de manera paulatina, estos hombres impusieron un orden político militarista, por medio del cual unas cuantas capitales pretendían englobar a todos los pueblos indígenas circundantes. Se dice que hablaban una lengua mayance extraña, predicaban ideas religiosas exóticas, y sus costumbres eran escandalosas. Tanto en el norte como en el sur, los gobernantes se ostentaban como representantes de un personaje llamado Serpiente Emplumada.
     Empecemos con el difícil problema de cronología de la zona norte, es decir, de la mayor parte de la Península de Yucatán. Ésta es, sin duda, la zona más favorecida en cuanto a la cantidad y riqueza de fuentes documentales. La falta de correspondencia deriva de una historiografía vaga y confusa en la datación de los hechos. En efecto, en el Posclásico quedó en desuso el preciso cómputo maya de la cuenta larga. Ya no era preciso registrar la historia por un medio tan complejo, pues el poder derivado de otro tipo de relaciones con los dioses. En su lugar se empleaba un sistema simplificado, llamado rueda de los katunes.
Cuenta larga 
Es la denominación de un calendario vigesimal mesoamericano no repetitivo, empleado por varias culturas de Mesoamérica, incluyendo la Maya. Este sistema de registro calendárico identifica los días ocurridos desde el 11 de agosto de 3114 a. C. en el calendario gregoriano. La cuenta larga empieza en el 0.0.0.0.0 y se desarrolla variando estos valores entre 0 y 19 (por eso es vigesimal), siendo así el primer día denotado como el 0.0.0.0.1, destacando que cuando se llega al 19 (0.0.0.0.19) se sube un nivel hasta el 0.0.0.1.0. De esta forma, una de las posibilidades es que esta cuenta termine el 13.0.0.0.0 (el número trece para los mayas era bastante importante ya que 13 son las articulaciones principales, donde se creía que residían las enfermedades, como a su vez existía la creencia de que los dioses se repartían en los cielos en trece niveles), lo cual representa 5126,36 años (1.872.000 días) desde su comienzo, es decir, el 21 de diciembre de 2012.
Algunos investigadores actuales, señalan que el Posclásico Temprano comprende desde la llegada de los invasores –supuestos toltecas- en el siglo X, hasta la caída de la capital Chichén Itzá, a mediados del siglo XIII. En ese momento se inicia el Posclásico Tardío y termina con la llegada de los españoles en el siglo XVI.
     De criterio diferente es Miguel Rivera Dorado(22), quien distingue para esta zona tres periodos y una transición:
  1. Posclásico Temprano (1 000-1 200), se fusionaron la tradición de los invasores –toltecas- con la de la región peninsular del Pucc, predominó políticamente Chichén Itzá y prevaleció la cerámica de Sotuta;
  2. Periodo de Transición (1 200-1 300), con tipos cerámicos del complejo Hocabá;
  3. Posclásico Tardío (1 300-1 450), la ciudad de Mayapán sustituyó a Chichén Itzá como centro hegemónico y proliferó la cerámica Tasés.
  1. Decadencia Cultural (1 450-1 524), con la destrucción de Mayapám, con la definitiva fragmentación política que llevó a los numerosos reinos a un permanente conflicto bélico.
(22) Rivera Dorado, Miguel, Los mayas en la antigüedad, Madrid, Editorial Alhambra, 1985, pp. 5-63.
     Con base en los contradictorios documentos coloniales, se estima que hacia finales del siglo X llegó a la región del Pucc, una primera oleada de zuyuanos que se estableció en la otrora poderosa ciudad de Uucil Abnal (después llamada Chichén Itzá). En las pinturas y esculturas de la urbe se ven los invasores con morriones cilíndricos, protegidos con pectorales en forma de mariposa estilizada, armados con lanza dardos y decorados con discos dorsales. Son personajes ataviados a la usanza de los guerreros de Tula. En las escenas bélicas los dirige la Serpiente Emplumada y, por si esto fuera poco, la tradición los asocia a un gobernante llamado Kukulkán, nombre que, como el de Quetzalcoatl, significa “Serpiente Emplumada”.
     Al vencer a los zuyuanos a la población autóctona, la ciudad quedó como rectora política del Pucc. Al parecer, mucho tiempo después de la primera oleada de zuyuanos llegó a Uucil Abnal una segunda, compuesta por hombres que las fuentes llaman Itzaes. Se les atribuye el cambio de nombre de la ciudad como Chichén Itzá. Su gobernante se hace llamar Kukulkán. Tiempo después, otros zuyuanos fundaron Mayapán. Y aquí surge otra de las grandes incógnitas de la historia maya del Posclásico, la existencia de la famosa  Liga de Mayapán, (que significa Bandera de los mayas) entre varias regiones mayas, entre varias regiones mayas, la cual se integró netamente con fines militares para enfrentar las invasiones mexicas que sufrían.
  Poco antes de la fecha de fundación de la liga, llegaron procedente de la zona del altiplano los toltecas guiados por el príncipe Quetzálcoatl ó Kukulcán, a quienes algunos autores referencian como pacificador y fundador de la Liga de Mayapán, de cualquier forma la cultura maya fue ampliamente influenciada en ese período por la cultura tolteca.
     El objetivo de la liga era regir conjuntamente la región, defendiéndose de la invasión de grupos de origen mexica que habían tratado de entrar a la Península.
     Ah Mekat Tutul Xiu, es considerado el gobernante que inició y fundó la Liga de Mayapán en los años 987 –1007 d. c., la liga se formó por las tres principales casas sacerdotales de los itzáes de Chichén Itzá, los tutul xiúes de Uxmal, y los cocomes de Mayapán, sin embargo otros señoríos como los de Itzamal, Zamá (Tulum), Ichpatún, también se unieron a la liga.
     La consolidación de la Liga de Mayapán representó un periodo de prosperidad, durante el cual las ciudades mayas Chichén Itzá y Uxmal se convirtieron en las más importantes.
     La liga se disolvió por conflictos bélicos entre las partes. Los itzaes de Chichén, fueron derrotados, emigraron al sur, y a finales del siglo XIII el poder pasó a manos de los cocomes de Mayapán. Esta ciudad, conservó la hegemonía durante casi dos siglos.
A mediados del siglo XV, el colapso de Mayapán trajo aparejada una acusada fragmentación política. Las fuentes documentales narran que los tutul xiúes de Uxmal se alzaron contra los cocomes, y que Mayapán fue derrotada. El régimen político de la Península cambió radicalmente, dividiéndose en 17 reinos independientes en guerras constantes. La decadencia cultural se generalizó. Fue lo que encontraron los españoles.
A este momento histórico fue lo que describió fray Diego de Landa de la sociedad maya. En su Relación de las cosas de Yucatán(23) habla de una costumbre ajena a muchos pueblos mesoamericanos: el uso del apellido. 
(23) Landa,  fray Diego de, Relación de las cosas de Yucatán, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994.

Ac
Aké
Ay
Baas
Bacab
Balam
Caamal
Cahum
Calam
Can
Canché
Catzín
Cauich
Celis
Cemé
Cetz
Cetzal
Chan
Chel
Cherrez
Chi
Chim
Choc
Chooc
Chuc
Ciau
Cimé
Cituk
Cob
Cobá
Collí
Dzib
Dzuc
Dzul
Ek
Hoil
Huchim
Itzá
Itzincab
Luit
Kansoc
Keb
Kem
Kim
Kinil
Koh
Kuyoc
Maas
Matú
May
Mex
Mis
Moo
Mukul
Mut
Nabté
Oy
Pech
Pisté
Pool
Poot
Puch
Simá
Sulú
Sulub
Tah
Tamay
Tamayo
Tec
Tuz
Tzab
Tzec
Uc
Ucán
Uch
Uicab
Uitz
Uitzil
Xix
Xool
Xulux
Yam
Yamá
Yeh
En apellidos mayas la C junto con la e y i suena Q y la H como J.
El apellido era doble: materno y paterno. A partir de esto último sabemos que al tiempo de la conquista había aproximadamente 250 patrilineajes en Yucatán, cada uno integrado por personas de muy distinto rango y condición.
     Al patrilineaje se ligaba el derecho comunal de explotación de las tierras de cultivo. El apellido paterno funcionaba también como regulador del matrimonio, pues estaba prohibida la unión entre dos personas que llevaran el mismo apellido: Por otra parte, todo individuo podía esperar ayuda de quien tuviera igual apellido que él, independientemente de que no se conocieran o vivieran muy separados.
     La población se dividia en nobles, plebeyos y esclavos:
Los nobles, ocupaban los cargos públicos más importantes, eran los guerreros y sacerdotes de mayores rangos, se dedicaban al comercio a gran escala y se beneficiaban de las mejores tierras. Algunos cargos, pertenecían a determinados linajes.
Los plebeyos, eran agricultores libres, con derecho a la explotación a las tierras del patrilineaje, pero obligados al pago tributario, parcialmente en mano de obra.
Los esclavos, a cuya condición se llegaba por delito, por captura en guerra o por herencia.
     En vísperas de la conquista española el poder continuaba en manos de una élite hereditaria. Casi todas las entidades políticas estaban gobernadas por un soberano o halach vinic (hombre verdadero), que había recibido su cargo por vía del patrilineaje. Su potestad era muy grande, aunque atemperada por un consejo de ancianos nobles. Vivía en la capital, sostenido por la tributación de sus súbditos y por los productos de sus tierras, algunas de ellas plantaciones de cacao.
El halach vinic, ejercía el poder sobre las poblaciones dependientes a través de funcionarios nombrados por él, pertenecientes a patrilineajes próximos al suyo. Estos funcionarios eran los bataboob (los del hacha), y cada uno estaba auxiliado por consejos de hombres poderosos.
El batab (militar), tenía el mando militar de su territorio, aunque lo compartía con un funcionario que duraba en su cargo tres años, durante los cuales se sujetaba a tantas restricciones sexuales y alimentarias que es posible imaginar que se trataba de un hombre-dios de poderes transitorios, llamado macom.
     En algunos casos un batab ejercía las funciones propias del soberano halach vinic, como sucedía con Cupul y Ah Canul.
El lenguaje utilizado contaba con un código de elegantes adivinanzas con las cuales el halach vinic ponía a prueba a sus bataboob. Por medio de este juego se demostraba la educación dentro del ámbito cortesano y los conocimientos de las raíces míticas de la nobleza de origen zuyuano, este código se llamaba, lenguaje de zuyuá.
El comercio, la Península de Yucatán nos revela su intenso tráfico comercial a través d fuentes arqueológicas y documentales. La costa oriental, que en este entonces formaba parte de los reinos de Ecab, Uaymil y Chetumal, y las islas de Cancún, Mujeres y Cozumel, tuvieron una activa vida mercantil. Lo atestigua la prosperidad d sitios como Tulum, Ichpatún, Tancah Xelhá, Akumal, Xcaret y San Gervasio. Por otra parte, conquistadores como Francisco de Montejo y Alfonso Dávila fueron testigos de la riqueza de Chetumal y Bacalar. Eran sitios de intercambio beneficiados por la antigua ruta costera del Caribe que comunicaba por cabotaje Xicalanco y los puertos del Golfo de Honduras. Yucatán fue el gran productor de sal marina en Mesoamérica. Exportaba, además, algodón, miel, copal, hule, pescado seco y ahumado y esclavos. A cambio recibía joyas de oro y plata, objetos de cobre (cascabeles, hachas, platos), estambre de pelo d conejo; piedras y plumas preciosas de las tierras altas mayas y conchas marinas del Pacífico nicaragüense. La mercancía más usada como moneda era el grano de cacao.
La ideología zayuana se observa en la arqueología yucateca.
Arquitectura, en la configuración de sus edificios y en la iconografía, que debían de responder a concepciones del cosmos, pautas rituales y prácticas de organización política muy particulares. Pero, ante todo la arquitectura y la iconografía imitaron elementos propios de Tula del centro de México. Paralelamente a esta arquitectura, se multiplicaron las representaciones de las serpientes emplumadas, del ser mítico compuesto por partes humanas, de ave y de reptil; del chacmool y de los atlantes que sostenían el cielo o la superficie de la tierra sobre sus cabezas.
El poder militar, convertido en símbolo sagrado reprodujo ataques, armas y divisas llegadas del Occidente, rengleras de cráneos, porta estandartes y figuras de águilas y jaguares devoradores de corazones humanos.
Las tres principales ciudades de la época son:
Chichén Itzá, es la más excelsa expresión de la arquitectura zuyuana, incluida Tula, combina armónicamente las formas exógenas con las autóctonas. Su corazón es el templo que Landa(24) identificara como el dedicado al dios Kukulkán, y en el confluyen los elementos estilísticos del Pucc con las efigies zuyuanas. Llamado hoy El Castillo es una pirámide con escalinatas por sus cuatro lados con alfaldas serpentinas. El juego de pelota es el mayor y más impresionante de Mesoamérica. El Templo de los Guerreros descansa en una plataforma de corredores hipóstilos.
(24) Landa, op. cit.
Mayapán, es una ciudad residencial cuyo núcleo está totalmente rodeado por un muro. De sus estructuras sólo 15% es ceremonial; el resto es una aglomeración de viviendas que van decreciendo en calidad conforme se avanza a la periferia. El muro no es de defensa, fue para marcar una barrera social. En el centro está el Templo de Kukulcán, pobre imitación de Chichén Itzá.
Tulum, es una buena muestra del ecléctico estilo llamado Costa Oriental, su centro ceremonial está protegido por el este por los acantilados del Caribe, y por los otros tres lados, por una muralla baja. Las pinturas murales de su Templo de los Frescos parecen inspirarse en los códices mixtecos, aunque los dioses son del antiguo panteón maya.
La religión posclásica de la zona norte cuenta con excelentes fuentes documentales de origen nativo. Existen cuatro códices pictográficos dibujados en papel de amate y doblados a manera de biombo, cuyo contenido es ritual y astronómico. El más célebre, el Códice de Dresde, es una copia de documentos del Clásico Tardío.
El Códice de Dresden incluye una tabla elaborada por los mayas para la predicción de eclipses, que da muestra de sus notables avances en el conocimiento astronómico, señaló Jesús Galindo Trejo, miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
En su artículo "La astronomía prehispánica en México", publicado en la revista Ciencia, órgano de difusión de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), expuso que el calendario mesoamericano, resultado de la práctica astronómica prehispánica que estuvo vigente por casi tres milenios, tenía dos cuentas.
 
Una de ellas constaba de 365 días divididos en 18 periodos de 20 días, más cinco adicionales, por otro lado, se encontraba la cuenta ritual de 260 días, organizada en 20 trecenas, detalló.
 Por otra parte, se encuentran los documentos coloniales que consignan buen número de creencias y prácticas de la época prehispánica. Destacan los grandes libros de Chilam Balam y Popol Vu(25). Otro de los manuscritos es el Ritual de los Bacabe(26), llamado así porque en su conjunto menciona a los cuatro dioses, de cuatro colores, que fueron colocados en los extremos del mundo para levantar el cielo.
(25) El Popol Vuh, “El Libro del Consejo” y El Chilam Balam de Chumayel, en Gran Colección de la Literatura Mexicana, Literaturas Indígenas, estudio introductorio, selección y notas de Miguel León Portilla, México, Promexa, 1985, pp. 325-484.
(26) Arzápalo Marín, Ramón, editor, El ritual de los Bacabes, México, UNAM, UA de Yucatán, 2007.
El cotejo de estos documentos con la información recabada por los historiadores españoles nos permite reconstruir la base de un panteón presidido por el dios celeste Itzamná y su esposa Ixchel. Como fusión de todos los dioses, se encuentra Hunab Ku, el dios unitario.
     Religión de síntesis, la zuyuana muestra unos cultos mortuorios a los nobles, ya que practicaban la cremación. Los cocomes, conservaban las cabezas descarnadas de sus gobernantes muertos, fabricaban artificialmente la encarnadura y les rendían culto. Un valor religioso son los santuarios, que congregaban a los fieles a pesar de las continuas guerras. El más conocido es el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. Otros son las grutas de Balam Kanché dedicadas a Chaac, el dios de la lluvia y el de San Gervasio, en Cozumel, donde pedía el oráculo de la diosa Ixchel.
El katún, era una unidad de 20 ciclos de 360 días, lo que da a la cuenta mayor un total de 93600 días, cantidad insignificante si compara con los antiguos cómputos.
La zona central selvática, fue de gran significación histórica. En la mitad occidental, los arqueólogos fijan el inicio del Posclásico con la aparición de la cerámica de Jonuta, caracterizada por recipientes negros y por figurillas antropomorfas moldeadas.
Habitaron allí los chontales o putunes, grupo étnico maya, pueblo zuyuano más importante. Durante siglos los putunes monopolizaron el comercio terrestre, fluvial y marítimo en el Sureste. Su centro de operaciones fue Xicalanco, en la Laguna de Términos, entre los ríos Usumacinta y Candelaria. Xicalanco,  servía de punto de enlace entre la ruta terrestre de la excantlatoloyan, procedente del Centro de México, y la marítima del Caribe, que llegaba hasta Nito y Naco en el Golfo de Honduras. Las familias nobles residían en Xicalanco, Acalan y Nito.
El Oriente lo ocupa el Petén guatemalteco y Belice. El inicio del Posclásico Temprano, está marcado por las fases New Town en Belice y Cabán en Tikal, y termina con la fundación de Tayasal. El Posclásico tardío, caracterizado por su arquitectura monumental en las islas de los lagos Petén y Yaxhá, va hasta la conquista española.
     La historia del Petén y Belice fue distinta a la del resto del área. Al ser expulsados de Chichén Itzá por los cocomes, los itzaes se fueron al sur y poblaron varias islas entre los dominios de los cehaches y mopanes. En una isla del lago Petén, sobre el siglo XIV, fundaron Noh Petén también llamada Tayasal. Esta isla mide 13 ha., y en su tiempo pudo tener unas 200 casas, aparte de los templos y palacios.
     Los dioses de los itzaes del Petén son los de los peninsulares; pero las fuentes documentales afirman que también rendían culto a una columna de piedra que representaba el árbol cósmico central, Yaxcheelcab. A pesar de que Cortés llegó a Tayasal en 1 524, los mayas de la selva pudieron rsistir. Fue vencida el 13 de marzo de 1 697.
     Por último, nos referiremos a la zona Sur, habitada por pueblos que en su gran mayoría hablaban diversas lenguas de la familia maya. Así, en territorio chiapaneco predominan el chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal y chuj; en Guatemala se habla man, aguacateco, ixil, chuj, achí, quiché, pokomchí, cakchiquel, tzutuhuil, kekchí y pokoman. Y en la frontera entre Honduras y Guatemala el chortí. Entre las pocas excepciones estaban la chiapaneca y la pipil, esta última de la familia yutoazteca, hablada en la costa del Pacífico.
John Fox(27), quien considera que los elementos se encuentran en la zona desde el Clásico, define una primera fase,
Pre-Acrópolis (800/1000 y 1100), como una época en la cual continuas oleadas de grupos putunes llegan de la región del Golfo de México, siguiendo los cauces del Usumacinta y de su afluente, el Chixog. Estos putunes se establecieron en el fondo de los valles, donde levantaron edificios alargados, templos de planta circular y juegos de pelota con canchas cerradas en forma de H.
Acrópolis (1000-1250) a la segunda fase, se construyen templos piramidales con escalinatas en sus cuatro lados. El nombre de esta fase obedece a que los asentamientos se trasladaron a lugares protegidos en las cimas, de las montañas, donde era más fácil la defensa militar.
Protohistórico (1250-1524) es la tercera fase, equivalente al Posclásico tardío, se generalizaron las casas largas, edificios cuyas fachadas tienen múltiples columnas y vanos. Concluye con la conquista.
(27) Fox, John, “Lowland to Highland Mexicanization Processes in Southerm Mesoamerica”, en American Antiquity, vol. 45, n° 1, 1890, pp. 43-54; Maya Postclassic State Formation, Cambridge, Cambridge University Press, 1987; Quiche Lonquest Centralism and Regionalism in Highland Guatemalan State Development, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1978.
Según Fox, la intrusión de grupos procedentes de Occidente fue aumentando en intensidad en cada fase. Por tanto, podemos pensar que n la 1ª fase la presencia de zuyuanos no repercutió demasiado en las poblaciones locales, sino que se asimilaron a la tradición clásica de las tierras altas. Esto no quiere decir que los zuyuanos perdieran los vínculos con el que había sido su territorio de origen, puesto que mantuvieron contacto a través de la vía natural por donde llegaron. En su 2ª fase, la historia de las tierras altas cambió de tono. No sólo la influencia zuyuana se hizo más patente, sino que las relaciones entre los distintos pueblos dejaron de ser pacíficas.
     Entre los bienes más preciados que se producían estaban, la obsidiana, jadeíta, serpentina, nefrita, ámbar, alfarería fina, maderas, cacao, plumas de quetzal y de cotinga, pieles, conchas del Pacífico, y la de sal, tanto la marina como la de tierra adentro.
     Y la 3ª fase corresponde a la consolidación de los procesos anteriores. Los pueblos aparecen en sus propios relatos como originarios de un portentoso lugar místico del que habrían salido.
      El pueblo quiché y sus aliados son los protagonistas del altiplano guatemalteco, el cual extendieron sus dominios por medio de las armas, del establecimiento de confederaciones y de la asimilación de comunidades. Los quichés crearon un estado centralizado en el cual conservaron la organización sociopolítica y económica propia de los linajes segmentarios. Durante todo el siglo XIII y la mitad del XIV, estructuraron un enorme poder territorial desde una de sus capitales: Jakawitz.
     María Josefa Iglesias Ponce de León y Andrés Ciudad Ruiz denominan un “patrón triádico”(28). El nuevo orden se impuso bajo la idea de la existencia de tres grandes capitales: la Jakawitz de los quichés, la Paraxoné de los cakchiqueles y la Tzameneb de los rabinales. Con esta fuerza inusitada la conquista llegó hasta el Soconusco, el valle de Motagua y las tierras colindantes con los itzaes del Petén. Tiempo después, los quichés trasladaron su capital a Ismachí desde terminaron de controlar la Meseta Quiché. Hacia 1420 fundaron la más célebre de sus capitales, K´umarcaaj, conocida por su nombre náhuatl Utatlán. Allí alcanzó su cúspide la efímera gloria quiché. El declive fue inmediato, durante el reinado del temido Q´uikab, provocó la rebelión de sus propios hijos, quienes al derrocarlo en 1493, disolvieron la alianza entre los cakchiqueles y rabinales. A la desaparición, siguió el estado de guerra. Cuando los españoles llegaron, existían en la zona, cuatro grandes reinos: el quiché, el cakchiquel, el rabinal y el tzutuhil.
(28) Iglesias Ponce de León, María Josefa y Andrés Ciudad Ruiz, “Las tierras altas de la zona maya en el Posclásico”, en Historia Antigua de México, 3 vols., Linda Manzanilla y Leonardo López Luján (Coords.), México, INAH, UNAM y Porrúa, 1944-1995, vol. 3, pp. 87-120.
     La estructura básica de la sociedad quiché estaba en la división de 24 casas grandes, cabezas de patrilineajes, que organizaban tanto la distribución de los grupos humanos como sus interrelaciones sociales, económicas y políticas. Cada casa grande o nimja, daba nombre y gobernante a varios barrios menores llamados chinamit. Curiosamente el término es náhuatl (chinamit) y se refiere no a un barrio social, sino al espacio en que podía habitar un grupo humano. Sabemos que los miembros de un chinamit llevaban un mismo apellido. El chinamit tenía autoridad jurisdiccional sobre sus miembros, dirigía el culto religioso, formaba una unidad militar y organizaba el pago de tributos. Algo parecido a la “encomienda” o “intendencia” con los españoles.
Las fuentes sostienen que el chinamit comprendía tanto a los nobles como a los plebeyos qué habitaban dentro de la misma jurisdicción ; pero, ¿pertenecían nobles y plebeyos al mismo patrilineaje? Robert Carmack(29) sostiene que no era así, pues supone que varios patrilineajes de vasallos estaban sujetos a un patrilineaje noble, dentro de un mismo chinamit. Argumenta Carmack que “los linajes plebleyos o azanas (amak) no pertenecían al mismo linaje de una casa grande o nimja. (Amak o araña, deriva de la dispersión de las casas de los agricultores en el campo). Los documentos coloniales aclaran que el –amak- era una parentela o –calpul-.
(29) Carmack, Robert M, Historia social de los quichés, Guatemala, Ministerio de Educación, 1979; “La estratificación quicheana”, en Estratificación social en la Mesoam´rica prehispánica, Pedro Carrasco y Johanna Broda (eds.), México, CISINAH, 1976, pp. 245-277; Quichean Civilization: The Ethnohistoric, Ethnographic and Archaeological Sources, Berkeley, University of California Press, 1973; The Quiche Mayas of Utatlan, Norman, University of Chicago Press, 1982.
     El sustrato inferior estaba ocupado por los esclavos (alabil), gran parte eran guerreros extranjeros, plebeyos capturados en combate. Los nobles vencidos, eran sacrificados a los dioses.
Política. Las 24 casas grandes quichés estaban agrupadas en 4 linajes mayores y estos a su vez en dos mitades. Los cakchiqules, estaban agrupados en 10 casas grandes. Los principales de las casas grandes quichés se distribuían hereditariamente los cargos de gobierno milicia y clero.
Así, por ejemplo, el Rey o ah pop, pertenecía al linaje mayor de los cawek; el consejero atzij winek, al de los sayily el oráculo a K´alel al de los Nijaib.
El ah pop o Rey gobernaba con la colaboración de un alto dignatario, el ah pop c´amjá; lo auxiliaban los cuatro jefes de los linajes mayores y el consejo compuesto por los representantes de las 24 casas grandes. Si bien todos los reyes eran sagrados, el principal llevaba el nombre de Q´ucumatz, Serpiente Emplumada en quiché.
Arquitectura, Carlos Navarrete ha puntualizado(30) que las reformas arquitectónicas que pasan del Centro de México a las tierras altas guatemaltecas, sobre todo en el Posclásico Tardío y siguiendo la vía comercial mexica del Soconusco. Estas formas eran templos piramidales con doble escalinata, los de doble capilla, los de planta circular o semicircular, los dados que rematan las alfardas, las salas hipóstilas, los techos planos de vigas y morteros, los monoztlis o plataformas rituales en el centro de las plazas, las bases en talud de algunos paramentos, el téchcatl o piedra de sacrificio empotrado frente a los templos, el estilo de pinturas murales, etc., y la simetría bilateral de las capitales.
(30) Navarrete, Carlos, “Algunas influencias mexicanas en el área maya meridional durante el Clásico Tardío”, en Estudios de Cultura Nahuatl, vol. 12, 1976, pp. 345-382.
Capitales, Q´uma´r kaaj de los quichés, Iximché de los cakchiqueles, Zaculeu de los mames o Chinanta Viejo y Mixco Viejo de los pokomanes, son algunas de las capitales de la época. Casi inexpugnables, se levantaron entre barrancos, laderas y profundas quebradas, protegidas por murallas y parapetos. A K´umarcaaj sólo se podía llegar por una calzada natural modificada por la mano del hombre. En esta ciudad se yerguen todavía el templo a Tohil (Tempestad), señor del linaje de los Cawek, el de Hakawitz (Monte Abierto), el de la Serpiente Emplumada de planta circular, el Juego de Pelota y el edificio de las Casas Grandes. Ixinché, al noreste del lago Atitlán, posee cuatro enormes plazas y dos más pequeñas, todas rodeadas de templos y plataformas y un juego de pelota de 40 mtros de largo.

IXIMCHÉ: “KEJ”
Q´UMA´R KAAJ: “IQ”
Los Mayas(31)

Los mayas fundaron sus primeras poblaciones siguiendo los patrones establecidos n los mitos de la creación cosmogónica. Por lo menos en el año 600 aC, los mayas levantaron montañas sagradas en El Mirador y Uaxactún, ciudades edificadas en la selvas del Petén guatemalteco. Hacia el año 300 aC, estas moles artificiales de piedra, comenzaron a ser decoradas con grandes mascarones de estuco que transmitían imágenes cósmicas. Es decir, en tiempos anteriores a la escritura el diseño arquitectónico y la escultura fueron los primeros mensajes sobre el cosmos, los dioses y los seres terrenos.
     Los mayas organizaron el espacio terrestre. En Uaxactún, construyeron triadas de edificios porque según el relato de la creación ésta comenzó cuando se pusieron las tres piedras en el centro del cosmos.
(31) Florescano, Enrique, Etnia, Estado y Nación, ensayo sobre las identidades colectivas de México, Ed. Aguilar, 1997, pp. 61-81.
     Una característica de la cosmovisión maya es la unidad entre el tiempo y el espacio. La dinámica del cosmos tuvo su origen cuando nació el sol y comenzó a moverse, este movimiento creó a su vez un orden en la sucesión del tiempo y un orden en el espacio. Es una concepción que aparece desde el Preclásico: en Cerros, Uaxactún y El Mirador.(32) En la época clásica esta concepción del tiempo y el espacio se expresa en casi todas las manifestaciones de la vida maya.
(32) Freidel, David y Linda Schele, “Symbol an Power. A History of the Lowland Maya Cosmogran”, en Elizabeth Benson y Guillett Griffin (comps.), Maya Iconography, Princeton, Princeton University Press, 1988, pp. 444-493.
     Al observar los movimientos aparentes del sol en el curso del año, sobre todo en los solsticios, los mayas descubrieron que en el verano y en el invierno el sol aparecía y se ocultaba en diferentes sitios del horizonte, marcando cuatro puntos en el curso de su recorrido anual. Estos los cuatro puntos cardinales, y aun cuando no forman un cuadrado exacto, sin duda influyeron en la representación cuadrada de la superficie terrestre que es típica de los mayas.
     Al sur del accidentado territorio zapoteco, desde las montañas de Chiapas hasta las planicies del Petén y las tierras altas de Guatemala, se multiplicaron los reinos mayas desde el periodo Formativo hasta la época clásica (300 a 900 dC). En la época Clásica los mayas consideraban que los conceptos de orden, creatividad, bondad y energía estaban ligados al poder benéfico del sol. Esta centralidad del astro solar en la cosmovisión maya motivó el traslado d sus cualidades al universo de los valores humanos. Orden, regularidad, luz y energía vital, cualidades solares, se convirtieron en aspiraciones humanas supremas.(33) El ideal de someter l inestimable proceder humano a una regularidad semejante al ordenamiento que imponía el sol n la naturaleza puede apreciarse en el esfuerzo de infundir a las ciudades mayas un orden semejante al que sus gobernantes contemplaban en el cosmos.
(33) Florescano, Memoria Mexicana, op. cit., pp- 55-56.
Tikal, Palenque, Copán, Uxmal y las numerosas ciudades que florecieron en la época clásica están orientadas de tal modo que se registran los desplazamientos del astro solar y en su interior contienen conjuntos de edificios y templos que reproducen las divisiones del espacio vertical: el inframundo o región de Xibalbá, la superficie terrestre y el espacio celeste.(34) Por otra parte a través del ritual y el ceremonial religioso, el calendario solar se convirtió en el regulador de los trabajos y los días de los hombres en la tierra, en el señalador de las ceremonias que tenían que ejecutar en el año para propiciar las fuerzas sobrenaturales y coadyuvar con ellas en el mantenimiento del orden cósmico.
(34) Ashmore, Wendy, “Construction and Cosmologgy: Politics and Ideologgy in Lowland Maya Setlemerit Patterns”, en WWillians Hanks y Don Rice (comps.), Word and Image in Maya Culture: Explorations in Language, Writing, and Representation, Salt Lake City, University of Utah Press, 1989, pp. 272-286.
     Nada expresa mejor la trasposición de las cualidades ordenadas del sol a las actividades humanas de la concepción maya del transcurrir temporal. Para los mayas cada momento y día del año implicaba la participación de varios dioses, de tal modo que el paso del tiempo se convirtió en un proceso regulado por potencias favorables o nefastas.
Los antiguos mayas identificaban lo alto a la bondad con el sol en ascenso. Las potencias benéficas habitaban en lo más alto, donde residían los dioses creadores. En esa región se hacían los ritos que festejaban el ordenamiento del cosmos y allí se ubica el sitial reservado a los gobernantes. Lo bajo, por el contrario, era el espacio sembrado de amenazas por donde transitaba l sol en la noche, el reino de los númenes que provocaban enfermedades, dolor y muerte, un lugar de frío, destrucción y regeneración. Arriba dominaba la luz, el calor y la vida, mientras que abajo prevalecía la oscuridad, el frío, el sacrificio y la muerte concebida como un tránsito hacia la regeneración. (35)
(35) Florescano, Memoria Mexicana…, op. cit., pp. 59-60.
     Las cualidades solares sirvieron también de modelo para establecer la primacía masculina y definir la circulación de derecha a izquierda. La principal institución política maya la realeza, fue concebida como una suma de las cualidades del sol. La presencia del símbolo Kin, sol-día y tiempo, en el templo para escenificar los actos del soberano, identifica el poder real con la energía y creatividad del astro solar.(36)
(36) Schele, Linda, y David Freidel, A Forest of Kings. The Untold Story of the Ancient Maya, Nueva York, William Moow, 1990, p. 113.
En la época clásica la asociación entre la deidad solar y el gobernante supremo está prsente en los actos presenciales del ejercicio del poder real: la ascensión al trono, la sucesión dinástica y la legitimidad del linaje real. En los textos mayas el dios sol es llamado el que accede (el que brota) como gobernante.
     En los primeros años de la época clásica los fundadores de la poderosa dinastía de Tikal tomaron el nombre del dios Sol Jaguar como emblema de los reyes de esa ciudad. Asimismo, los rasgos más destacados del Jaguar, se transformaron en símbolos del poder real. En la iconografía de los reyes mayas de la época clásica muchos rasgos del jaguar están presentes en: el tocado, la máscara, el pectoral, la barra ceremonial, el vestido, el cinturón, el escudo y los adornos que porta el soberano. El trono del rey es casi siempre un trono en forma de jaguar, o un asiento cubierto con la piel de este animal. El contraste entre el día y la noche produjo un par de dioses: la deidad luminosa del día y el dios Sol Jaguar Nocturno.
Hacia el fin del siglo III los mayas del Petén guatemalteco ya habían adoptado el calendario sagrado de 260 días, la llamada “cuenta larga”,  y la escritura, y comenzaron a perfilar las características de su civilización.
     Los mayas adoptaron un diseño urbano maestro, que impusieron en sus ciudades con ligeras variantes. Sus principales edificios: los templos dedicados al ancestro fundador y a los dioses protectores y el palacio de gobierno y el juego de pelota, ocuparon el área central, alrededor de una gran plaza que servía de escenario ceremonial y mercado.
Y en sus alrededores se asentó la población campesina. En numerosas ciudades levantaron pirámides de gran altura que remataban en un templo dedicado a los dioses y ancestros fundadores:
Muchas de ellas, cubiertas de estuco polícromo, sirvieron de mausoleo a sus gobernantes. Otros edificios, llamados “palacios” se destinaron a las funciones públicas y administrativas.
     Con el uso de la columna y de la falsa bóveda los espacios interiores pudieron ampliarse. Las salas y recámaras, llamados aposentos reales, se convirtieron en el escenario de los actos del gobernante:
  • La designación del heredero al trono,
  • La ceremonia de coronación y entronización
  • El culto a los antiguos fundadores y
  • La entrega del tributo al soberano por los jefes de las aldeas y provincias subyugadas.
     Para comunicar los barrios con los conjuntos de edificios trazaron calzadas llamadas sacbé (caminos blancos), que en ocasiones unían ciudades enteras. Hábiles arquitectos y talladores de piedra, construyeron templos, juegos de pelota, estelas, altares y escalinatas con glifos y bajorrelieves, con un simbolismo preciso de la geografía política y sagrada del conjunto urbano.
     En contraste con el poderoso estado teotihuacano, los estados mayas se multiplicaron y fundaron ciudades como Tikal y Kalak´mul, que dominaron a otras ciudades y aldeas, formando una especie de confederación política. Cada uno de estos estados recibió un nombre, un emblema, tuvo uno o más dioses protectores y se hizo de cantos, banderas, estandartes y símbolos que lo identificaban ante los demás. La importancia del estado maya y algunas de sus características, fueron señaladas por Tatiana Proskouriakoff y Heinrich Berlin(37). Más tarde, Linda Schele y David Freidel, en un libro que ha cambiado la imagen política que se tenía de los mayas, describieron la formación d los reinos mayas y registraron las continuas guerras, invasiones, pugnas dinásticas, alianzas y conquistas, que enfrentaron a los estados que se disputaban el territorio.
(37) Proskouriakoff, Tatiana,“Historical Implications of a Pattern of Dates at Piedras Negras, Guatemala”, en American Antiquity, 25, 1960, pp. 454-475; Berlin, Heinrich, “El Glifo, emblem en las inscripciones mayas”, en Journal de la Societé des Americanistes, 47, 1958, pp. 111-119; y Schele, Linda y David Freidel, A Forest of…., op. cit.
     Gracias al desciframiento de la escritura maya, ha sido posible reconstruir por primera vez la historia de esos reinos a partir de la versión que dejaron registrada sus propios creadores. En las estelas, tableros, muros y escalinatas de sus monumentos, los gobernantes grabaron la fecha de su nacimiento, la genealogía que legitimaba sus derechos al trono, su ascensión al poder, sus matrimonios, alianzas con otras familias, sus triunfos guerreros y la captura de guerreros importantes.

La primera inscripción glífica conocida es la llamada Estela de Huberg. Procede del 199 d. C. y corresponde al período de la escritura maya clásica. Se trata de una estela que describe al sucesor de un soberano, en un ritual en el que hay derramamiento de su sangre, y que predice su ascensión al trono.
Otra famosa inscripción maya es la placa de Leiden (figura inferior), procedente de Petén y portadora de la fecha 8.14.3.1.12, 1 Eb, G5 o Yaxkin, correspondiente al 16 de septiembre del 320 d. C. según el calendario juliano y conmemora la entronización de un gobernante del linaje de Tikal.
La figura inferior muestra un detalle del reverso de la placa de Leiden en el que aparece la fecha arriba mencionada.
En el sarcófago del soberano maya de Palenque se nos dan las respuestas sobre su nacimiento, muerte y años de reinado. Incluso allí encontramos su nombre.
  • 1 es la fecha 8 Ahau
  • 2 es la fecha 13 Pop
  • 3 es el glifo para nacimiento. Lo cual indica que el rey nació el 8 Ahau 13 Pop, equivalente al 603 de nuestra era.
  • 4 es la fecha 6 Etz'nab
  • 5 es la fecha 11 Yax
  • 6 indica cuatro ciclos de 7.200 días, o sea unos 80 años, edad del monarca al morir.
  • 7 es el glifo para muerte.
  • 8 es el nombre del soberano, que significa "Escudo de mano".
 Desde que John L. Stephens publicó en 1841 y 1843 los libros de sus viajes a Centroamérica y Yucatán(38), sucesivas generaciones de arqueólogos desenterraron monumentos que muestran la figura del soberano en el centro de los actos de la escena pública. La efigie dl soberano preside los actos importantes de la vida maya:
(38) Stephens, John L., Viaje a Yucatán, edición de Juan Luis Bonoz Villarejo, México, APP Editorial, 2016, t. I y II (30 México en tres tiempos: Virreinato).
  • La designación del heredero al trono,
  • El momento de su entronización,
  • Los festivales anuales que festejaban el inicio del año agrícola,
  • La fiesta que recuerda la fundación del reino,
  • Las ceremonias dedicadas a celebrar a los dioses creadores y
  • Los triunfos militares.
Esos monumentos  enfatizaban las famosas tres funciones que según Georges Dumézil desempeñaban los reyes en el mundo indoeuropeo: función política, militar y agrícola(39).
(39) Dumézil, Georges, Mythe et épopée. L´idéologie des trois functions dans les épopées des peoples indo-européens, París, Gallinard, 1986.
En estos momentos el soberano es distinguido como la encarnación física del reino, el representante de los dioses y el intermediario de las fuerzas sobrenaturales y los antepasados. Es la cabeza del reino, y por eso sus diversos nombres son una enumeración de las cualidades del territorio, del poder incomparable de los dioses que lo protegen, de la potencia d sus antepasados y de las campañas victoriosas contra los enemigos del estado. El soberano maya es el principal ejecutante de las ceremonias religiosas y de los festivales públicos; es el máximo ejecutante de los sacrificios consagrados a los dioses, y en su carácter del hijo del dios del maíz, es el primer cultivador, el conservador de la antigua sabiduría.
     La unidad de los reinos se basó en una lengua común. Debemos a los mayas de la época clásica el primer texto escrito en que se relata un mito de origen, un elemento fundamental de cohesión étnica entre los pueblos de la antigüedad.(40)
(40) Garza, Mercedes de la, “El mito de origen como principio de identidad comunitaria: un ejemplo en el mundo maya”, Barbro Dahlgrem (comp.), en Historia de la religión en Mesoamérica y áreas afines, II Coloquios, México, UNAM, 1990, pp. 59-70.
     La tercera parte del Popol Vuh, está consagrada al momento de la creación del mundo actual. Dice el Popol Vuh(41) que “cuando Xhunahpú y Xbalanqué, cuando ya habían vencido a todos los de Xibalbá, subieron en medio de la luz y al instante se elevaron al cielo. Al uno le tocó el sol y al otro la luna. Entonces se iluminó la bóveda del cielo y la faz de la tierra. Y ellos moran en el cielo. Entonces subieron también los cuatrocientos muchachos a quienes mató Zipacná, y así se volvieron compañeros de aquellos y se convirtieron en estrellas del cielo. He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.
Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.” Así dijeron….Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores. De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas. Así entró en maíz (en la formación del hombre) por obra de los Progenitores.
Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas, y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sobrosos alimentos había en aquel pueblo llamado Paxil y Cayalá.
Había alimentos d todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo el Abuelo Ixmucané nueve bebidas, y d este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados.
A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam.”
(41) Popol Vuh, “El Libro del Consejo”, en Gran Colección de la Literaruta Mexicana, Las Literaturas Indígenas, México, PROMEXA, 1985, 3ª parte, cap. 1°, pp. 382-384; la X de ambos denota el diminutivo en quiché.
A partir de este momento los textos cosmogónicos cambian de tema y de personajes. El tema que ahora se impone en los relatos de creación es la aparición, desarrollo y migraciones, bajo la guía de sus dioses tutelares, quienes los conducen a la tierra prometida, donde instauran reinos poderosos. Lo que sorprende en el Popol Vuh es la amplitud del horizonte temporal que abarca. Es un texto que da cuenta del origen del cosmos y del sentido último de la vida en la tierra.
Aun cuando el mito parece concentrarse en los ingentes esfuerzos de los dioses para dominar a las potencias que producen el caos, su relato abarca el conjunto de los asuntos sobrenaturales y humanos que sustentan la vida y dan razón de ella. El tema del mito cosmogónico es el origen y ordenamiento del cosmos, el nacimiento y destino de los seres humanos, la descripción de la naturaleza que los rodea y el relato de los acontecimientos que tejen la vida de los pueblos y construyen la historia de los reinos. El mito cosmogónico es el modelo de todos los mitos de origen. La necesidad de almacenar, ordenar y transmitir en forma segura esa memoria colectiva es el fin del mito.
     El lenguaje del mito tiene que satisfacer dos requisitos:
  1. Debe cautivar a su auditorio y
  2. Tiene que ser un compendio de los acontecimientos indispensables que aseguran la sobrevivencia del grupo.
     Esto es lo que hicieron los mayas con el Popol Vuh, un relato que empezaron a contarse una y otra vez desde los albores de su civilización, en cantos y en figuras grabadas, en lápidas, en vasijas grabadas, portadas de sus templos y palacios, ceremonias teatralizadas y ritos.
     Los K´iché se asentaron en las tierras altas de Guatemala a principio del siglo XIII y allí conocieron los fundamentos de la cultura maya que les precedió. En la época de su esplendor, los mayas de Tikal, Kalakmul, Copán y Palenque contaban una historia del origen del cosmos muy parecida a la del Popol Vuh, pero más elaborada.
     La lectura de los textos grabados en una estela de Quiriguá, junto con la de los glifos del conjunto de la Cruz de Palenque, revelaron que en ellos se narra la historia de la creación del cosmos, un acontecimiento que los mayas remontan al lejano año de (3 114 ó 2113?) aC, nació el primer Padre, quien es llamado Hun Nal Ye, uno semilla de maíz. Según esta cosmogonía, cuando aún no había sol y reinaba la oscuridad, Hun Nal Ye creó una casa en un lugar llamado Cielo levantado y la oriento hacia los cuatro rumbos cardinales. Desde entonces este cuadrado fundador se convirtió en la figura geométrica por excelencia del mundo maya. En el mismo lugar ubicó las tres piedras que señalaban el centro del cosmos y levantó el árbol qu simbolizaba los tres niveles verticales del mundo(42). El árbol cósmico llamado Wakan-Chan, representa los tres niveles cósmicos:
  1. En la parte inferior se ve la casa del mosntruo que simboliza el inframundo,
  2. La parte media corresponde a la superficie terrestre, está representado por foliaciones de la planta del maíz y
  3. La parte superior, por símbolo un pájaro celestial, el cielo.
(42)  Schele y Freidel, A forest of Kings, op.cit., pp. 244-261; Garza, Mercedes de la, el mito de origen…., op. cit., pp.15-86.
   Luego de estos hechos, Hun Nal Ye, protagoniza el acto principal de la cosmogonía: la resurrección del inframundo en la forma de un joven de gran belleza que transporta a la suoperficie de la tierra, las semillas preciosas del maíz, rescatadas de Xibalbá. Hun Nal Ye es Xhunahpú.
     Hun Nal Ye es el héroe que vence a las potencias destructivas del inframundo, el creador del cosmos, el generador de alimento para los primeros seres humanos y el antepasado protector de los primeros reinos y dinastías.

     Percibimos que durante 15 siglos los mayas se contaron una misma historia acerca de los orígenes del cosmos y los fundamentos de la vida civilizada. El hecho de que la cosmogonía maya se refiera a la presente creación del cosmos como un alumbramiento agrícola y haga brotar a la nueva humanidad d la masa del maíz revela que para los pueblos más antiguos de Mesoamérica nació con los orígenes de la agricultura y el cultivo del maíz. Se estimó su domesticación entre 5 000 y 4 000 aC., nuevos fechamientos del maíz de las fases Coxcatlán y Abejas de Tehuacán los sitúan en el 3 000 aC. Se destaca por su gran solidez la hipótesis que afirma que fue el Tocintle (zea mexicana) la planta que generó, por mutación, el maíz doméstico (zea mays).(43)

(43) López, Austin, El pasado indígena…op.cit., p. 27.
     Como otros estados que se desenvolvieron en territorios circunscritos, los reinos mayas vivieron en guerra permanente con sus vecinos, disputándoles cada palmo del territorio, los recursos y sus habitantes. Siguiendo la tesis de Robert Carneiro, puede decirse que los estados mayas encararon un doble desafío:
  • La delimitación natural que los constreñía a ocupar un área de la selva o las montañas, impidiendo la expansión territorial; y
  • La limitación social que los forzaba a competir encarnizadamente con los reinos y cacicazgos vecinos por la supremacía política de la región. (44)
(44) Carneiro, Robert, “A theory of the Origen of the State”, en Science, 169, 1970, pp. 733-738.
Sus reyes, más que apacibles filósofos del tiempo, eran guerreros consumados, hábiles concertadores de alianzas y expertos manejadores de la propaganda política. Su mayor preocupación era la defensa y la estabilidad del reino, la transmisión del poder y la garantía del apoyo de sus gobernantes.
     Para alcanzar esas metas unificaron el mando político, religioso y militar, y se presentaron ante su pueblo como descendientes de los dioses fundadores del cosmos. Los reyes de Palenque, conforme al mito fundador, hicieron construir grandes templos, que declararon ser la residencia permanente de los dioses creadores. Quizá su mayor preocupación era ver cómo se desmoronaban los estados cuando no se daba una sucesión estable, y por eso la actividad política a crear gobiernos permanentes. Cuando se fundaron los primeros reinos, la arquitectura y la escultura identificaron a los gobiernos con las fuerzas creadoras del mundo humano y del sobrenatural, en especial con la fertilidad.
     Como reveló Linda Schele en un brillante análisis según un tablero de Pakal y Kan Balam(45). Los textos que acompañan los bajorrelieves señalan con claridad que las imágenes registran la designación del heredero al trono y las ceremonias de ascensión al cargo.
(45) Linda Schele, A Forest…., op. cit., pp. 237-261.
EDIFICIOS SEÑALADOS AQUÍ:
 
1. Grupo Norte
2. Templo del Conde
3. Juego de Pelota
4. Gran Templo
5. Palacio
6. Templo de las Inscripciones
7Templo de la CRUZ
8. Templo del SOL
9. Templo de la CRUZ FOLIÁDA
El complicado proceso de descifrar los glifos mayas condujo al descubrimiento de los diversos nombres de los dirigentes y a develar los símbolos que los representaban.
Genial Tablero de la CRUZ FOLIADA, a la izquierda, K’INICH JANAAB’ PAKAL y a la derecha, KAN BALAM
Conocido también como; CHAN BAHLUM II, KAN BALUM, KAN BALAM, KAN BAHLAM, K’INICH KAN BALAM.
 
Título dinástico; Décimo en la Línea.
 
Nació: 9.10.2.6.6 2 Kimi 19 Sotz (20 de mayo de 635).
 
Subió al TRONO; 9.12.11.12.10 8 Ok 3 K'ayab (7 de enero de 684).
 
Murió: 9.13.10.1.5 6 Chikchan 3 Pop (16 de febrero de 702).
 
Reinó: entre los años 684 y 702.
 
Padre: K'INICH JANAAB PAKAL I.
 
Madre: SEÑORA TZ'AKBU AJAW.
 
Hermanos:  KAN XULKAN-HOK-XUL IIK'INICH K'AN JOY CHITAM II, ¿Batz Chan Mat? Y su Hermana: Lady Ci-Mu-Wi.

 Michael Coe ha concluido que esos registros  históricos multiplicados desde el siglo III de la era actual, hacen que la cultura maya sea “la única civilización verdaderamente histórica del Nuevo Mundo.(46)
(46) Coe, Michael, The Maya, Londres, Thames and Hudson, 1993; Coe, Michael, Breaking the Maya Code, Nueva York, Thames and Hudson, 1992.
Los notables hallazgos de la escritura y la epigrafía llevaron a una nueva interpretación de la organización política de los reinos mayas. La idea de que un Estado concentrado en el poder carismático del soberano, con escaso desarrollo administrativo y poca fuerza sobre las ciudades y reinos vecinos, fue modificada poco a poco por la presencia de grandes agrupamientos políticos encabezados por reinos como Tikal y Kalak´mul, que tenían una compleja administración central y considerable influencia política en un área extensa.
     Las investigaciones centradas en el estudio de las estelas y monumentos de Kalak´mul, arrojaron nueva luz sobre la organización política de los mayas. Asimismo; Simón Martín y Nikolai Grube revisaron los datos sobre la genealogía de los gobernantes, el control político del territorio, los términos para la ascensión al poder, la jerarquía entre un reino y otro, y las guerras entre varios estados. Así llegaron a nuevas conclusiones sobre el desarrollo político de los reinos de la época clásica. Según las evidencias, Kalak´mul y Tikal fueron los dos grandes estados que predominaron sobre las decenas de pequeñas ciudades. Kalak´mul fue la potencia más importante del escenario político durante la parte media y final de la época clásica, y a él estuvieron supeditados El Perú, Dos Pilas, Cancuen, Naranjo y Caracol. Por su parte, Tikal impuso su dominio al principio y al final del mismo periodo, y bajo su esfera de influencia estaban los reinos de El Zapote, Uaxactún, Yaxchilán, Caracol, Xultún y quizá Río Azul.(47)
(47) Martin, Simón, y Nikolai Grube, “Maya Superstates”, en Archaelogy 48, 6, 1995, pp. 41-43; y el ensayo de los mismos autores “Evidence for Macro Political Organization Maya Lowland States”, 1994.
La estela fue el monumento idóneo para el retrato de los gobernantes mayas, como antes lo había sido para los zapotecos. El labrado de los dinteles, produjo obras maestras en Yaxchilán, como las famosas tallas en que el rey Escudo Jaguar y la señora Xoc realizan el ritual del sacrificio de sangre real.
     Desde finales del siglo VIII y a lo largo del IX, esas refinadas ciudades cayeron; se interrumpieron las construcciones; los monumentos y las obras de arte, y los sitios quedaron abandonados. Fue una catástrofe política y social sin precedentes: no han faltado hipótesis para explicar este desastre; las siguientes parecen ser las más probables.
     Hay evidencias desde el siglo VIII de un desequilibrio entre la cantidad de los recursos naturales y el número de los pobladores:
  • se estima que en las tierras bajas había un promedio de 200 a 300 personas por km2, una densidad de población muy alta.
  • Otros estudios registran un incremento de la deforestación y la erosión del suelo, que degradó el ecosistema de la selva húmeda.
  • Restos humanos han consignado un aumento de enfermedades por falta de alimento y de una dieta equilibrada.
  • Un crecimiento constante de la nobleza y de su ambición por apropiarse del lugar reservado al soberano y el peso de esa clase agravara las cargas del trabajo campesino y de los sirvientes, agudizando así el desequilibrio entre la demanda de la población y los recursos disponibles y
  • Los reinos se hicieron más numerosos e independientes, pero también más débiles, y se vieron forzados a continuar las guerras.(48)
(48) Culbert, T. Patrick, The Classic Maya Collapse, Alburquerque, University of New Mexico, 1993.
  • Numeración y calendario(49)
  • La aprehensión matemática del orden temporal hizo necesario un sistema particular de registro numérico. De carácter posicional, sólo contaba con tres signos (barra, punto y concha), aunque estos podían tener variantes muy complejas (rostros de dioses, y cuerpos completos). La numeración mesoamericana fue vigesimal.
  • (49) López, Austin, El pasado….., op. cit., pp. 162-165.
  • Las unidades representaban un punto (), y cada cinco unidades una barra (). De tal manera que tres barras y cuatro puntos indicaban el número 19, como puede apreciarse el cuadro superior, el máximo que podía aparecer en dicha posición. Para escribir el n° 20 había que pasar a la segunda casilla o posición, la de las veintenas, donde su representación era un punto (). En esta segunda casilla había igual posibilidad de llegar a un máximo de 3 barras y 4 puntos. La tercera casilla, la de la cuatro centenas, tenía como n° más bajo el 400, representado por un punto (). Y así sucesivamente, las casillas iban aumentando en múltiplos de 20.
  • TABLA 1: Números Mayas del 0 al 109.

  • TABLA 2: Números Mayas del 110 al 209.

  • TABLA 3: Números Mayas del 210 al 309.

  • TABLA 4: Números Mayas del 300 al 1290.

  • En estos registros se necesitaba un guarismo que cumpliera la función específica del cero (0). Uno de sus signos más característicos fue la concha.



Por otra parte, deben quedar muy claras dos particularidades del sistema: primera, que sólo manejó números enteros; segunda, que en los cómputos de tiempo, se utilizó como unidad el año tun, de 360 días.
     El sistema posicional permitía combinar en varias series numerosos ciclos calendáricos de muy diferentes mediciones. Cuando menos mencionaremos las combinaciones de los tres ciclos principales que eran:
  1. el agrícola y de las principales ceremonias religiosas, de 365 días, con 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días aciagos complementarios haab o año común;
  2. el adivinatorio, de 260 días, compuesto por la combinación de 20 signos y 13 numerales, hoy llamado Tzolkin y
  3. el histórico, de 360 días tun, cuyas cinco unidades menores son el día kin, el mes de 20 días uinal, el año de 18 meses tun, la veintena de años katún y la veintena de veintenas de años baktun.
     Por si fuera poco, éste no era el único sistema de numeración maya, sino que tenía una segunda manera de representar los números. En este caso se trataba de representarlos por medio de glifos. Este sistema de numeración es conocido como sistema de numeración de cabezas, porque los números se representan con las cabezas de diferentes divinidades. El sistema también es vigesimal y toma como principal el número 20.(50)
Sin embargo, el número de deidades que se pueden representar son solo 14, por tanto solo llegarían para cubrir los números del 0 al 13. ¿Cómo hacer para cubrir los 6 números restantes hasta el 19? Muy sencillo, se coloca la parte del mentón de la deidad número de 10 debajo de los números 4 al 9 para así obtener de los números 14 al 19.
De todas formas, este sistema no era el habitual dentro de los mayas y la mayoría de los pueblos que confirmaban esta cultura utilizaban el método de los puntos, las rayas y la concha.

La rueda calendárica(51)
(51) Edmonson, Munro S., “Calendarios mesoamericanos”, en México Antiguo, México, Ed. Enigma, Antología de Arqueología Mexicana, vol. 1, pp. 36-40.
El elemento más importante de la cultura mesoamericana al momento de la conquista española era el calendario gobernaba la religión, la política, el destino de las gentes y de las naciones, la periodicidad de mercados y comercio, la asignación de nombres de personas y lugares, la comprensión de los movimientos aparentes de los cuerpos celestes y el comportamiento d los dioses.
     El sistema calendárico era compartido por todos los pueblos de la región desde el nordeste de Costa Rica hasta Nayarit y Tamaulipas y todos coincidían con el ciclo básico y sagrado de 260 días basado en una cuenta doble; de trecenas (llamadas con los números 1 al 13) y veintenas (nombradas por animales y plantas de 1 al 20). Este ciclo se denominaba Tonalpohualli, en náhuatl, y Tzolkin, en maya yucateco. Llegado el día 7flor n Technotitlán, era el 7flor en toda el área. Por ejemplo, 7Xóchitl, flor en náhuatl, correspondía siempre a 7Ahau, señor en maya de Yucatán.
     La combinación de los ciclos de 260 y 365 días trae consecuencias numerológicas. Dividir un año de 365 días en trecenas implica que el coeficiente numérico del día tiene que adelantarse uno por cada año. Dividiéndolo por veintenas implica que el nombre del día se adelantará por cinco. En el calendario clásico maya de Tikal, si un año dado comienza con 1 viento, el año siguiente será 2 venado. Inevitablemente tomará 52 años (de 365 días) volverá a 1 viento. Con esto ya hemos creado otro ciclo. Se llama la rueda calendárica en español, xiuhmolpilli en náhuatl y hunab en maya.
     Los días que daban nombre al ño eran sus cargadores. En el calendario de Tikal, los cargadores eran, Viento, Venado, Diente y Temblor.
     A pesar de la variación de los calendarios mesoamericanos en la ubicación del año nuevo, sus puntos de partida (cero o uno) y el nombre del año (inicial o final) constituyen un sistema intercambiable. Una determinada fecha de un calendario puede traducirse a la fecha correspondiente de cualquier otro. La distribución del sistema doble del haab y tzolkin o xihuitl y tonalpohualli en náhuatl, es el mundo conocido.
     Para ilustrar la cuenta de la rueda calendárica podemos dar el ejemplo del año 1 Ik n el calendario clásico de Tikal, comenzando con 14 de julio (juliano) o 24 de julio (gregoriano) de 1549 dC. 
Es probable que la cuenta larga pueda haberse iniciado el 13 de junio (juliano) o el 18 de junio (gregoriano) de 355 aC., fecha en la cual coincidieron el fin del hunab y la terminación del último tun del sexto baktun. Tal coincidencia puede repetirse una vez en 936 años.
     Sin embargo, la fecha más temprana documentable es la de la Estela 2 de Chiapa de Corzo, Chiapas, indicando una fecha en la cuenta larga de 7.16.3.2.13.6 Ben 16 Xul (baktun 7, katún 16,tun 3, uinal 2, 13-6 Caña en el tzolkin y 16 fin en el haab. Este corresponde al 8 de diciembre (juliano) o 10 de diciembre (gregoriano) de 36 aC.
La cuenta corta
Los zoques, choles y yucatecos continuaban el uso de la cuenta larga hasta el siglo XII ó XIII dC., fechando los reinos de sus monarcas. Después tan sólo quedaba el mayo o cuenta corta, el ciclo de 13 katunes aproximadamente 256 años.
     La numerología dicta que todos los katunes tienen que terminar en un día  ahau (señor) con coeficientes que siguen el orden 13.11.9.7.5.3.1.12.10.8.6.4.2.
     Se sabe por ejemplo que la conquista española de Mérida tuvo lugar en un katún 12 ahau ¿pero cuál? Se cree que era 11.16.0.0.11 ahau 7 xul n el calendario clásico d Tikal. Esta fecha confirma que el punto inicial de la cuenta larga era 0.0.0.0.0.4 ahau 6 cumku, 11 de agosto de 313 aC (gregoriano), fecha de la fundación de Mérida. (n° del día juliano 584 283). La fecha es mítica puesto que la cuenta larga se inventó milenios después.
Había quizá cien calendarios, en las distintas áreas de Mesoamérica con su propia distinción, tanto lingüística como numérica:
  1. Cuenta larga, baktun, ciclo de 400 katunes o 5 128 años (olmeca-maya).
  2. Cuenta corta, may, ciclo de 13 katunes o 256 años (yucateco).
  3. Rueda calendárica, xiuhmelpilli, hunab, ciclo de 52 años (universal).
  4. Ciclo de los días, tonalpohualli, tzolkin, ciclo de 260 días, complicado por la cuenta de 2 a 14 teotihuacano y tlapaneco.
  5. Año vago sin bisiesto, sihuitl, haab, ciclo de 365 días que varía:
  1. Por contar de 0 a 19 o de 1 a 20.
  2. Por nombrar el año en forma inicial o final.
  3. Por cambiar la fecha del año nuevo.

Los calendarios prehispánicos constituyen un recurso fundamental para la arqueología mesoamericana. En el caso de los mayas de las Tierras Bajas, los éxitos recientes en la lectura de los glifos han convertido 1 300 años de prehistoria en plena historia, fechable en la cuenta larga.
     Los calendarios precolombinos de Mesoamérica constituyen un éxito de los pueblos d la región a nivel mundial. La creación del calendario es quizás el triunfo máximo de su civilización. No sólo llegaron a trazar el movimiento de los planetas más visibles y a predecir eclipses, sino que lograron medir la moción aparente del Sol con la misma exactitud del calendario moderno gregoriano. Sólo que los mesoamericanos llegaron a la solución correcta, que el año solar dura 365.2422 días en 433 aC, mientras que nuestro calendario gregoriano no se promulgó hasta 1 584 dC.
     La importancia del calendario para la civilización mesoamericana no se puede exagerar. Gobernaba la vida de los pueblos en casi todos sus aspectos. Hizo posibles, no sólo estupendos logros científicos, sino que era el centro de la ideología; dictaba suerte, vida, enfermedad y muerte, además del comportamiento de los dioses. En su forma básica la rueda calendárica sobrevive hoy entre los mayas quiches de Guatemala.(52)
(52) Edmonson, Munro S., Calendarios mesoamericanos”, en México Antiguo, op. cit., pp. 36-40.
Política
El origen del poder político se basó en los siguientes elementos:
  1. En la aparición de poblados estables sustentados en la agricultura (cultivos de maíz, frijol, chile y calabaza). La producción continua de maíz produjo dos fenómenos nuevos:
  1. La disposición anual de alimentos suficientes para sostener a grupos de población relativamente grandes, y
  2. Un tiempo libre de las tareas agrícolas.
Los procesos de cultivos del maíz, exigían de promedio, seis meses de trabajo al año, de modo que la población disponía de un lapso grande de tiempo ocioso. La autoridad política se dedicó en sus orígenes a organizar el trabajo colectivo de la aldea sedentaria en beneficio propio y a reglamentar el uso y la dirección del tiempo libre de los pobladores. Monopolizar, o adquirir el máximo de recursos, fue un requisito que se impuso al gobernante apremiado por ejecutar, las acciones políticas de manera constante y segura.(53)
  1. La autoridad política, fue la presencia de un linaje real y de un cuerpo administrativo que dependía directamente del soberano. Los grupos dirigentes afianzaron su poder a través de la sacralización del linaje y la familia gobernante, cuyo origen se hizo descender de los dioses creadores del cosmos y su poder se atribuyó a la posesión de fuerzas sobrenaturales. El culto a los antepasados y al fundador de la dinastía fue una de las tradiciones conspicuas de estas sociedades. Uno de los cultos más importantes era el dedicado al templo del dios primordial (la Primera Montaña Verdadera). Otra d sus expresiones más vigorosas fue la divinización de la persona del gobernante y sus atributos.(54)
(53) Monjarás-Ruiz, Jesús, La nobleza mexicana: surgimiento y consolidación, México, Edicol, 1981; Florescano, Etnia…, op. cit., pp. 174-176.
(54) Filds, Virginia, The Origins of Divine Kingship Among the Lowland Classic Maya, tesis de doctorado, The University of Texas at Austin, 1989.

En estas sociedades el elemento más importante en la legitimación del Estado fue la creencia en las cualidades sobrenaturales del soberano. El origen divino y el aura sagrada que rodeaba al supremo gobernante, amparó también a sus descendientes directos y a los parientes más próximos a la rama real. Entre los mayas, los familiares cercanos del ahau tenían a su cargo los altos oficios administrativos, religiosos y militares del reino.
     Con el crecimiento del linaje real y la mayor complejidad de los reinos multiétnicos aparecieron otros requisitos para legitimar al grupo gobernante. El más común fue el que sumó al halo divino, los méritos propios, la aptitud y la capacidad de gobernar. Ya no fue suficiente el haber nacido en la familia destinada al gobierno, sino que se debía validar ese derecho mediante méritos evidentes de la habilidad de gobernar. Estos nuevos requisitos se pueden apreciar en las dinastías de los reinos mayas de la época clásica. Los elegidos a los altos cargos eran:

Expertos en la escritura jeroglífica
Las artes marciales y
El calendario
Las tareas administrativas
Los cómputos cronológicos
 
La adivinación
 
El ceremonial religioso
 
Los escribas y administradores más diestros pertenecían a la familia real, pues habían dedicado gran parte de su juventud a aprender las tareas del gobierno.(55)
(55) Claessen, Henri, J.M. y Peter Skalnik, (edits.), The Early State, París, New York, Mouton Publishers, 1978, pp. 598-613.
Conclusión
Mesoamérica gozó de una historia común nacida en las remotas épocas de la sedentarización agrícola. Durante los 1 300 años anteriores a los primeros procesos de jerarquización social, los cultivadores de maíz construyeron los principios fundamentales, de lo que sería a la postre una de las tradiciones más creativas del continente antes de la ocupación europea. Se erigieron poco a poco las historias y culturas locales y regionales, y todo este complejo se entretejió con la acción globalizadora de sociedades. La historia de la tradición mesoamericana se caracterizó por ser de muy larga duración; fue un proceso ininterrumpido que duró cuatro milenios. Durante ese enorme periodo todos los habitantes participaron creando y recreando la misma base cultural. Su núcleo estuvo sujeto a un ritmo de transformación que hoy día nos parece inmune al paso del tiempo.
     La globalización zuyuana tuvo otras características a diferencia de los teotihuacanos, lucharon por un dominio político, más discreto y su medio cohesivo por excelencia fue el ejercicio de las armas. La difusión o imposición de sus formas de poder, de sus creencias, religiones y de sus manifestaciones artísticas formó parte de la ideología hegemónica. En cuanto a la centralización, los zuyuanos no pretendieron la integración de un periodo encabezado por una metrópoli terrenal, sino la formación de sistemas regionales de tributación.
      En cuanto a las periodizaciones, las revaloraremos, no para abogar por su congruencia o para justificar su terminología, sino para hacer notar que han funcionado como herramientas prácticas y que los costes temporales que proponen tienen correspondencia con hitos históricos reales, aunque de muy distinta naturaleza. Hay un acuerdo generalizado en que existen cuatro periodos fundamentales:
  1. De 2 500 aC a 1 200 aC Preclásico Temprano
  2. De 1 200 aC a 200 dC Preclásico Medio y Preclásico Tardío
  3. De 200 dC a 900 dC Clásico y
  4. De 900 dC a 1 500 Posclásico
  1. La adopción de un modelo de susbsistenia agrícola sedentario, que se ubica arqueológicamente hacía 2 500 aC.
  2. Se toma en cuenta la relaciones de producción, el paso del igualitarismo aldeano y la jerarquización social hacía el 1 200 aC.
  3. La diferenciación campo-ciudad, surgida de las necesidades impuestas por las grandes concentraciones humanas, muy diversificadas, pero incapaces de producir por sí mismas los bienes de subsistencia, sobre el 200 dC.
  4. Fundamento político; la aparición de sistemas que pretenden el control regional a partir de principios supraétnicos, hacía el 900 dC.
     Hay otros hitos históricos intermedios que, sin tener la importancia de los anteriores, señalan cambios muy notables:
  1. De 2 500 aC a 1 200 aC Preclásico Temprano
  2. De 1 200 aC a 200 dC Preclásico Medio y Preclásico Tardío
  3. De 400 aC a 200 dC Preclásico tardío
  4. De 200 dC a 900 dC Clásico
  5. De 650 dC a 900 dC Epiclásico
  6. De 900 dC a 1 500 dC Posclásico
  7. De 1 450 dC a 1 500 dC vísperas de la Conquista.
  1. Hacía 400 aC, periodo de competencia y conflictos bélicos entre los centros regionales, marcado por la transformación de ellos en capitales proto urbanas.
              b. Hacía 650 dC, fragmentación del sistema de control económico muy centralizado.
              c.Hacía 1 450 dC, resquebrajamiento de la ideología política del equilibrio supraétnico. Nace una ideología que propugnaba la supremacía de etnias particulares.(56)

(56) López Austin, El pasado indígena, op. cit., pp. 303-304.
La búsqueda incesante de amenazas políticas capaces de contener y organizar la diversidad social y resistir al mismo tiempo, los embates del cambio histórico y las presiones externas, puede verse en la variedad de los edificios políticos imaginados por los pueblos mesoamericanos.
     De la primera ciudad mesoamericana a la última, todas llevan impreso un mapa cósmico que según sus mitos se definió de una vez y para siempre en el momento de la creación primordial.
     Una función del mito cosmogónico es definir las relaciones entre los dioses creadores, el cosmos y los seres humanos. La acción principal de los dioses fue crear el mundo, organizar sus partes y asignar a cada región sus propiedades, símbolos y dioses, de modo que cada una pudiera vincularse a las otras y entre todas formar una unidad armónica. Lo que es universal en los actos de creación es el reconocimiento d la diversidad del mundo natural y el propósito de imprimirle unidad mediante su ordenamiento. También es común  en esos mitos la concepción naturalista del cosmos: Tierra, Aire, Fuego y Agua, que son las fuerzas que intervienen en los diversos intentos de formar el cosmos.
     Las potencias creadoras, antes que apariencia humana, tienen rasgos zoomorfos y características propias de la flora local.(57) Por esta razón se ha dicho que la religiosidad mesoamericana comienza por un culto a los fenómenos naturales.(58)
(57) Florescano, Memoria…., op. cit., p. 65.
(58) Muse, Michael y Terry  Stocker, “The Cult of the Cross: Interpretations in Olmec Iconograhy”, en The Journal of the Steward Antropological Society, vol. 5, pp. 69-98.
Junto a las relaciones de los seres humanos con la naturaleza y los dioses, los mitos cosmogónicos se esforzaron por definir las relaciones entre los mismos seres humanos y los gobernantes. Relatan que cuando comenzó la creación del cosmos nacieron los dioses protectores del reino, de cuyo linaje se dice los reyes proclaman así una ascendencia divina. Esos mitos señalan que el resto de los mortales, las mujeres y hombres comunes, tuvieron un origen terrestre y nacieron para nutrir y reverenciar a los dioses y a sus representantes en la tierra.(59)
(59) Forescano, Enrique, El mito de Quetzalcoátl, México, FCE, 1993.
Entre los mayas de la época clásica la representación realista de la mazorca y las hojas de maíz se convirtió en una banda real cuyo motivo central ostentaba los símbolos del brote de la planta de maíz en la forma estilizada de 3 picos.
     De pronto con el nacimiento del poder dinástico en las sociedades del periodo clásico, estos cánones simbólicos y estilísticos cambiaron. El arte público, hasta entonces dedicado a celebrar las fuerzas que propiciaban la armonía del cosmos, se concentró en la persona del soberano y surgieron nuevos símbolos dedicados a exaltar su poder y describir sus hazañas, que en esos años se convirtieron en la memoria histórica del reino.
     Entre los mayas existían dos instituciones políticas:
  1. El Ahau o supremo gobernante, jefe que acumula el poder político, militar y religioso, ejercía el poder de manera centralizada e imponía a su sucesor a través de un orden dinástico. En el Posclásico sufrió un cambio radical. En Chichén Itzá y Mayapán la figura del gobernante supremo fue sustituida por un “consejo integrado por varios individuos”, del mismo linaje, que presidían un gobierno conjunto, el Mul Tepatl.(60)
  2. El Estado Teocrático, desde los orígenes el poder político marcha unido con el religioso, como se advierte con toda claridad en los mayas y zapotecos de la época clásica. La religión y sus funcionarios son una parte del aparato de legitimación y gobierno, pero nunca un poder autónomo. Por lo tanto es la organización política gobernada por el sacerdocio.

(60) Schele, Linda y Mary Ellen Miller, The Blood of Kings. Dinasty and Ritual in Maya Art, Fort Worth, Kimbel Art Museum, 1986, pp. 63-132.

     El diseño de las ciudades sufrió una transformación profunda: al lado de los monumentos y plazas consagradas al culto religioso, se erigieron los palacios dedicados al poder real, los edificios destinados a la nobleza y a la administración y se construyeron nuevas montañas sagradas para albergar los restos de los gobernantes. Las plazas de las ciudades se poblaron de estelas como la efigie del gobernante, como en Tikal, Copán y Quiriguá donde los árboles de piedra parecen formar un “bosque de reyes”.(61) Uno de los más eficaces trasmisores de esa memoria fue la escritura que se sumó a la memoria oral y a los medios visuales.

(61) El nombre que los mayas dieron a la estela de piedra era Te-Tum “árbol de piedra”. Schele y Freidel, A forest of kings…, op. cit., p. 71.



Su escritura era del tipo mixto (como la cuneiforme, los jeroglíficos egipcios y el chino), es decir, usaban pictogramas, ideogramas y fonogramas. Aunque los glifos egipcios son mixtos, los mayas son mucho más complejos, porque la misma palabra puede escribirse de varias formas, no sólo de dos o tres. Además, los glifos individuales estaban con frecuencia "soldados" entres sí, como en la escritura china, pero cosa que nunca sucede en el egipcio; sin embargo, en maya lo están tan íntimamente que sólo un experto consigue separar visualmente las partes de que se compone. La figura inferior muestra un ejemplo de lo que decimos: dos glifos que se leen "chum tun", conjuntados de tres formas distintas, siendo las cuatro formas de la palabra correctas. Las minúsculas son fonogramas, las mayúsculas, logogramas.






En todos los reinos se establecieron normas de legitimidad para tener acceso al poder. A veces sucedía como el caso de Pakal, que ascendió de manera anómala al trono de Palenque en el año 615 dC, pues su derecho a ocupar esa posición, no provenía del linaje paterno, como era la tradición, sino de su madre Zac Kuk, una de las pocas mujeres que gobernaba un reino maya.
     Las ceremonias de transmisión del poder muestran que la designación del heredero a una edad temprana, su posterior nombramiento oficial y su ascensión en una ceremonia pública se habían vuelto requisitos indispensables para poder tener el más alto rango político de los reinos mayas.. Indican que cada una de esas ceremonias obligaba a realizar un proceso complicado de negociaciones en todos los niveles del reino, a fin de obtener el consenso necesario para sustentar al nuevo gobierno. Actualmente por medio del cabildeo y posterior voto.
     Desde el siglo VII los mayas hicieron coincidir el nacimiento de sus reyes con la aparición de la estrella vespertina, transformándolos en seres divinos y radiantes, de la misma manera que siglos más tarde los aztecas transformaron la desaparición del legendario rey Ce Ácatl Topiltzin Quezatcoatl en el nacimiento de la Estrella de la Mañana.
     La protección de los ancestros, particularmente en el momento transcendental de asumir el mando del reino, era otro requisito indispensable para consagrar la ascensión del nuevo soberano. Si Kam Balam invoca en su entronización al Primer Padre, al dios del maíz creador del cosmos, del mismo modo procede en el siglo VIII Yax Pac en el momento de sus ascensión al trono de Copán.(62)
(62) Idem, op.cit., pp. 326-327.
Otra representación del soberano en la época clásica es la del guerrero d la defensa y expansión del reino. Cuando aparecieron los cacicazgos en el periodo formativo (1500-100 aC) se generalizaron los asaltos y ataques sorpresivos para saquear las aldeas y tomar cautivos. Más tarde, al desarrollarse los reinos (150 aC a 500 dC), los asaltos se transformaon en guerras que implicaron la presencia de ejércitos formales. En esta fase los objetivos de la guerra fueron:
  1. La expansión territorial,
  2. La adquisición de fuerzas de trabajo esclavo,
  3. La supresión de grupos rebeldes,
  4. La imposición de tributos,
  5. Las defensas de las fronteras del reino y
  6. El rechazo de las amenazas ejercidas por los estados rivales.(63)
(63) Marcus, Joyce, Mesoamerican Writing Systems. Propaganda Myth and History in Four Ancient Civilizations, Princeton, Princeton University Press, 1992, pp. 353-355.

La guerra se convirtió así en una parte constitutiva de los estados, en el instrumento necesario para definir las fronteras del reino y en el aparato disuasorio para rechazar las amenazas del exterior y las oposiciones internas. El éxito o el fracaso de un gobernante en el manejo del reino dependió, principalmente de sus habilidades como capitán de los ejércitos, estratega de la guerra y concertador de alianzas políticas. De ahí que esta función, al mismo tiempo declaraba la capacidad efectiva del gobernante para dirigir el reino, se convirtiera en uno de los principales instrumentos de propaganda política.
     La abundancia de imágenes con acciones guerreras, indica que este era uno de los medios más efectivos de propaganda política. En la mayoría de los casos los mensajes eran previamente seleccionados y manipulados por los gobernantes: declaraban victorias y ocultaban derrotas, nombraban a los cautivos capturados y escondían las pérdidas propias y, en general hacían de las acciones más insignificantes del rey-guerrero, actos grandiosos y memorables(64). El grupo gobernante estaba formado por una élite de guerreros.
     En el momento de su entronización, uno de los actos más importantes del heredero, era presentarse con el vestido y la parafernalia de los guerreros, escogía el uniforme más prestigiado de sus antepasados. Como vemos la guerra, es un rasgo distintivo de estas sociedades, y una de las más efectivas para alcanzar prestigio y rango.
(64) Marcus, op.cit., pp. 357 y 360.
La guerra era una actividad que se ejercía en la estación seca, después de la cosecha, cuando la mayoría de la población no se ocupaba en las tareas agrícolas(65). Entonces movilizaba al conjunto de la sociedad, además de los guerreros, intervenían en ella las mujeres encargadas de hacer los vestidos, armaduras y preparar los alimentos. Participaban los sacerdotes que debían predecir los signos favorables y hacer las rogativas y ceremonias para obtener la victoria; los artesanos que fabricaban los emblemas militares y los utensilios defensivos y ofensivos; los músicos, bailarines, oradores y bufones cuya misión era enardecer los ánimos mediante el canto, la danza y las arengas guerreras.
(65) Idem, pp. 430-433.
     La función del soberano como mediador entre el mundo terrestre y el sobrenatural se muestra con gran fuerza en el acto estremecedor llamado Visión de la Serpiente. Este rito, que tenía como objetivo el derramamiento de la sangre del soberano, ratificaba que sólo él podía establecer contacto con el mundo sobrenatural y conseguir, mediante este sacrificio, que los dioses se manifestaran y derramaran sus dones en el mundo terrestre. La sangre derramada se acumulaba en unas tiras de papel colocadas en un recipiente con copal, que al quemarse, provocaban ondulaciones de humo que simulaban el movimiento de una serpiente(66).
(66) Schele y Miller, The Blood…., op. cit., cap. I,II,IV y VII, p. 184.
Estudios recientes han señalado que el sacrificio del derramamiento de la propia sangre era uno de los ritos principales de los soberanos mayas, de la época clásica, y su función última era hacer presentes a los dioses del mundo terrestre.
     Joyce Marcus observa que el gran despliegue de propaganda política transmitida a través de la arquitectura, la escultura, pintura, escritura, cantos escenografía y otros medios se canalizó hacia dos tipos de público. Lo que Marcus llama:
  • Propaganda vertical o jerárquica, se difundía desde los centros del poder político hacia el conjunto de la población y transmitía mensajes capaces de ser comprendidos por grupos numerosos y diversos.
  • Propaganda horizontal, dirigida a los miembros más altos de la jerarquía política y social del reino, procedía también del centro del poder político pero utilizaba medios como la escritura, el discurso cosmogónico y político, o las consignas militares, que por su naturaleza eran mensajes cifrados y sólo destinados a la élite que dirigía el reino.(67)
(67) Marcus, Mesoamerican…, op. cit., pp. 11-12.

En conjunto estos tipos de propaganda difundieron los mensajes que dotaron de coherencia e identidad y unidad al universo social. Una identidad que podemos calificar de especial, si consideramos que desde el preclásico hasta el fin de la época clásica pasaron más de 10 siglos y durante ese tiempo los diversos grupos étnicos y lingüísticos de Mesoamérica y los múltiples reinos que se desarrollaron mantuvieron una unidad notable, en sus concepciones míticas y religiosas, en su organización política y social y en el conjunto de expresiones culturales que hoy llamamos civilización mesoamericana.
     La invasión europea puso fin a la vida autónoma de las sociedades indígenas. Algunas de ellas fueron aniquiladas durante el proceso de conquista. Pero con el devenir de los tiempos, las memorias locales y étnicas que resistieron los dictados hegemónicos fueron constantes. La conquista española impuso la concepción cristiana de la historia y la idea de un proceso histórico lineal. Durante tres siglos, los frailes, la iglesia secular y las instituciones del estado se esforzaron por imponer en los distintos grupos étnicos mesoamericanos la concepción cristiana de la historia.
     La memoria indígena había sido desquiciada por la conquista española. El mundo americano dejó de ser un mundo centrado en los valores indígenas y se transformó en una sociedad multiétnica, regida por los valores de la cultura occidental, pero en la cual sobrevivieron las antiguas tradiciones de los pueblos nativos.
     Dice el historiador J. G. A. Pocok que “una sociedad puede tener tantos pasados y tantos modos de dependencia con esos pasados como tiene relaciones efectivas con el pasado, y debe ser importante para el análisis de la historiografía, como para el estudio del pasado tener en mente que la conciencia de la sociedad acerca de su pasado es plural, no singular, y está condicionada de muchas maneras.
     La preservación de la memoria del pasado tiene la función de asegurar la continuidad de valores y tradiciones arraigadas en el pasado, y que esta conciencia del pasado, es de hecho, la conciencia de la sociedad sobre su propia continuidad y sobrevivencia.”(68)
(68) Pocok, John G.A., “The Origins of the Study of the Part a Comparative Approach”, en Comparative Studies in Society and History, 4, 1962, pp. 209-406.


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