jueves, 31 de diciembre de 2020



FIDEOS GUISADOS CON ALMEJAS, GAMBAS Y CARABINEROS

 

Puente de unión entre dos continentes, África y Europa, y punto de encuentro entre el Atlántico y el Mediterráneo, la milenaria historia de Andalucía ha dejado en herencia un inmenso legado cultural, en el que la gastronomía juega un importante papel.

 

Comer bien en Andalucía es fácil. Los excelentes productos autóctonos que proporciona su geografía diversa y su clima, junto con el legado histórico dejado por los pueblos que habitaron esta tierra, han puesto sobre el mantel una gastronomía rica y variada sin parangón. El Guadalquivir ha creado un valle fértil, a quién da su nombre, y constituye junto a su afluente, el río Genil, el eje fundamental que configura físicamente a Andalucía. Desde su nacimiento en el Este, en la Sierra de Cazorla, a su desembocadura en el poniente, junto a las marismas del Parque Doñana, el Guadalquivir es fuente de vida para un gran número de ricos productos en el territorio que el río atraviesa.

La cocina tradicional andaluza tiene rango de arte culinario autóctono. Del mar, de la huerta, de caza, de la granja… por no hablar de sus excelentes dulces y postres. Platos heredados de generación en generación, basados en la saludable dieta mediterránea, que toman los sabores y aromas de los productos del campo, del mar y de la montaña, los riegan con aceites de oliva con denominación de origen y los acompañan con el magnífico vino andaluz.

Una cocina viva, llena de sabores y aromas, como estos Fideos guisados con almejas, gambas y carabineros, una rica receta típica de las provincias de Cádiz y Huelva, ofrecida por Turismo de Andalucía.

Ingredientes

Para 3/4 personas

o    250 gr. de almejas

o    250 gr. de gambas frescas

o    4 carabineros

o    250 gr. de fideos del número 4

o    1 patata

o    1 diente de ajo

o    1 cebolla mediana

o    3 pimientos verdes grandes

o    1 pimiento rojo

o    Caldo de pescado

o    Azafrán

o    Aceite de oliva

o    Laurel

o    Sal

Elaboración

Preparar un sofrito con los pimientos y la cebolla troceados. Añadir las almejas bien lavadas y rehogar todo hasta que las almejas se abran.

Saltear las gambas aparte, en una cazuela de barro con un poco de aceite de oliva y un diente de ajo cortado en láminas.

Cuando las gambas empiecen a coger color añadir el azafrán, la hoja de laurel y sazonar. Incorporar el caldo de pescado, la patata cortada en láminas, el sofrito con las almejas, los carabineros y los fideos. Cocer a fuego lento hasta que los fideos estén en su punto y, si es necesario corregirlo de sal.

Para que el plato quede caldoso se le puede añadir agua caliente si es necesario.

http://diariodegastronomia.com/fideos-guisados-almejas-gambas-carabineros/




ARROZ DE CALAMARCITOS DE PLAYA, ROCHET Y AJOS TIERNOS

 

Las variedades de arroz amparadas por la Denominación de Origen Arroz de Valencia ofrecen un sinfín de posibilidades en la cocina, cumpliendo a la perfección su principal atributo: conducir al paladar, con todo su potencial, el combinado de sabores de cada uno de los ingredientes con los que hemos acompañado el arroz.

Además, la Denominación de Origen Arroz de Valencia exige el cultivo exclusivo de las variedades locales en el medio natural adecuado, con un sistema de riego que favorece la maduración homogénea del grano alcanzando la más elevada calidad.

Por eso, cada paquete de arroz identificado con el sello de esta Denominación garantiza al 100% un contenido uniforme de los granos, lo que se traduce en una perfecta respuesta en la cocción de platos tan sabrosos como este Arroz de calamarcitos de playa, rochet y ajos tiernos, una receta del cocinero Pablo Chirivella (Tavella Restaurant, Valencia), y ofrecida por el Consejo Regulador Denominación de Origen Arroz de Valencia.

INGREDIENTES

Para 4 personas

o    400 g de arroz D.O. Valencia

o    1 l. de fumet de pescado

o    600 g de calamar de playa

o    300 g de rochet (variedad de judía)

o    100 g de ajos tiernos

o    Ajo

o    Pimentón dulce

o    Tomate

o    Azafrán

ELABORACIÓN

o    Rehogamos los calamares hasta que empiezen a dorar. Añadimos el rochet y los ajos tiernos.

o    Hacemos el sofrito, siempre en el mismo orden: ajo, pimentón y tomate.

o    Sofreimos el arroz. Mojamos con el fumet bien caliente y dejamos cocer durante 14 minutos.

o    Pasado ese tiempo estará listo para servir.

Variedades de arroz

Tipo Senia. Bajo el nombre ‘tipo Senia’ la D.O. Arroz de Valencia engloba una serie de variedades que han sido obtenidas de las parentales Senia y Bahia. En concreto, las variedades Gleva, J.Sendra y Montsianell. Todas ellas, incluidas Bahia y Senia, presentan características organolépticas muy similares: son granos que absorben extraordinariamente bien el sabor, que tienen una textura muy cremosa y una vez cocidos resultan muy jugosos.

Bomba. Se trata de un arroz de gran capacidad de absorción del sabor que, además, se caracteriza porque ofrece un grano firme y suelto. Una vez cocinado el grano evoluciona positivamente, ya que conforme se enfría el grano adquiere una consistencia mayor y exuda parte del líquido absorbido durante la cocción, por lo que queda más sabroso y jugoso unos minutos después de retirado del fuego. Otra ventaja importante es su resistencia a la sobrecocción.

Albufera. Se caracteriza porque una vez cocido se revela como un arroz extraordinariamente cremoso aun manteniendo una textura firme. En superficie queda muy húmedo mientras que el grano se mantiene consistente. Una vez retirado del fuego, el grano no evoluciona, manteniendo intactas sus cualidades organolépticas.

http://diariodegastronomia.com/arroz-calamarcitos-playa-rochet-ajos-tiernos/

 

 

MOULLEUX DE CHOCOLATE NEGRO Y CEREZAS FUNDENTES

 

“Esta fruta es un buen ingrediente porque se puede texturizar muy bien y así utilizar tanto en frío como en caliente, se pueden hacer rellenos de bombón, mousses y combinarla con otros elementos como la vainilla o el mascarpone”.

“Esta fruta es un buen ingrediente porque se puede texturizar muy bien y así utilizar tanto en frío como en caliente, se pueden hacer rellenos de bombón, mousses y combinarla con otros elementos como la vainilla o el mascarpone”.

Así definía las cualidades de la Cereza del Jerte el repostero Ricardo Vélez (Pastelería Moulin Chocolat, Madrid) con motivo de un taller de repostería realizado para esta Denominación de Origen en el que, entre otras propuestas, elaboró este rico Moulleux de guajana y cerezas fundentes.

El Moulleux

Ingredientes

o    300 gr de chocolate negro Guanaja 70% cacao

o    150 gr de mantequilla

o    180 gr de yemas de huevo

o    330 gr de claras de huevo

Elaboración

Fundir la mantequilla y el chocolate y mezclar

Montar las claras a punto de nieve

Mezclar la yema con la primera mezcla y de seguido con las claras montadas,

La crema de cerezas

Ingredientes

o    500 gr de cereza, más el zumo de un limón

o    100 gr de azúcar

o    4 gr de hojas de gelatina

Elaboración

Hidratar las hojas

Triturar la cereza y mezclar con el resto de ingredientes

Rellenar moldes y congelar

Presentación final

Rellenar los vasos con el molleux hasta la mitad, añadir la crema de cereza y finalmente tapar con más molleux

http://diariodegastronomia.com/moulleux-de-chocolate-negro-y-cerezas-fundentes/

 




 

 

Qué son y cómo funcionan las castas de India

El sistema de castas de India se encuentra entre las formas más antiguas de estratificación social que ha sobrevivido a lo largo de los años.

Se dice que este sistema que divide a los hindúes en rígidos grupos jerárquicos basados en su karma (trabajo) y dharma (la palabra hindi para religión, aunque aquí significa deber) tiene más de 3000 años de antigüedad y es muy complejo.

¿Cómo surgieron las castas?

Manusmriti, considerado el libro más importante y autorizado sobre la ley hindú y que se remonta a al menos 1.000 años antes del nacimiento de Cristo, "reconoce y justifica el sistema de castas como la base del orden y la confianza de la sociedad".

El sistema de castas divide a los hindúes en cuatro categorías principales: brahmanes, kshatriyas, vaishyas y shudras.

Muchos creen que los grupos se originaron en Brahma, el dios hindú de la creación.


Los dalits constituyen entre un 15% y un 18% de la población india.

En la parte superior del orden jerárquico estaban los brahmanes, que eran principalmente maestros e intelectuales y se cree que provienen de la cabeza de Brahma.

Luego vinieron los Kshatriyas, o los guerreros y gobernantes, supuestamente de sus brazos.

El tercer lugar fue para los Vaishyas, o los comerciantes, que fueron creados a partir de sus muslos.

 

En la parte inferior del montón estaban los Shudras, que vinieron de los pies de Brahma y hacían todos los trabajos serviles.

Las castas principales se dividieron en unas 3.000 castas y 25.000 subcastas, cada una en función de la ocupación específica.

Fuera de este sistema de castas hindú estaban los achhoots, los dalits o los intocables.

Los avances logrados en India para combatir la discriminación entre castas no han generado los cambios necesarios.

 

Cómo funciona el sistema de castas?

Durante siglos, la casta ha dictado casi todos los aspectos de la vida religiosa y social hindú, y cada grupo ocupa un lugar específico en esta compleja jerarquía.

Las comunidades rurales se han organizado durante mucho tiempo sobre la base de las castas.

Las castas superiores e inferiores casi siempre vivían en colonias segregadas, los pozos de agua no se compartían, los brahmanes no aceptaban ni bebida de los shudras y uno solo podía casarse dentro de su propia casta.

El sistema otorgó muchos privilegios a las castas superiores, mientras permitía la represión de las castas inferiores por parte de los grupos privilegiados.

Es un sistema que a menudo ha sido criticado por ser injusto y regresivo.

Y aun así permaneció prácticamente sin cambios durante siglos, dejando atrapadas a las personas en órdenes sociales fijos de los que era imposible escapar.

Sin embargo, a pesar de los obstáculos, algunos dalits y otros indios de casta inferior, como B.R. Ambedkar, autor de la Constitución india, y K.R. Narayanan, que se convirtió en el primer presidente dalit de la nación, han llegado a ocupar puestos de prestigio en el país.

Esto fue posible porque, según los historiadores, hasta el siglo XVIII las distinciones formales de casta tenían una importancia limitada, las identidades sociales eran mucho más flexibles y la gente podía pasar fácilmente de una casta a otra.


B.R. Ambedkar, un dalit, fue uno de los padres de la Constitución de la India.

 

Un nuevo estudio reveló que los gobernantes coloniales británicos establecieron estrictos límites que hicieron de las castas la característica social definitoria de India cuando utilizaron censos para simplificar el sistema.

El objetivo era crear una sociedad única con un derecho común que pudiera ser gobernada fácilmente.

 

¿Es legal?

La Constitución de la India independiente prohibió la discriminación por motivos de casta.

Y en un intento por corregir las injusticias históricas y ofrecer igualdad de condiciones a los que habían sido tradicionalmente desfavorecidos, en 1950 las autoridades anunciaron cuotas en puestos gubernamentales e instituciones educativas para castas y tribus, la más baja en la jerarquía de castas.

En 1989, las cuotas se ampliaron para incluir una agrupación denominada OBC (otras clases atrasadas) que se encuentran entre las castas superiores tradicionales y las más bajas.

En las últimas décadas, con la expansión de la educación secular y la creciente urbanización, la influencia de las castas ha disminuido un poco, especialmente en las ciudades donde conviven diferentes castas.

También los matrimonios entre castas se están volviendo más comunes.

 

En ciertos estados del sur y en el estado norteño de Bihar, muchas personas comenzaron a usar un solo nombre después de los movimientos de reforma social.

Pero a pesar de los cambios, las identidades de casta siguen siendo fuertes y los apellidos casi siempre son indicaciones de a qué casta pertenece una persona.

Los dalits siguen sufriendo la discriminación pese a los avances logrados.

¿Qué pasa con las cuotas de trabajo?

En los últimos años, ha habido demandas de varias comunidades para ser reconocidas como OBC.

En 2016 hubo protestas violentas por parte de la comunidad Jat en Haryana y la comunidad Patel lideró grandes protestas en Gujarat en 2015 exigiendo acceso a las cuotas previstas para las castas.

Ambas son comunidades prósperas y políticamente dominantes, pero argumentan que un gran número de sus comunidades son pobres y sufren.

Algunos dicen que el sistema de castas ya habría desaparecido si los políticos no hubieran avivado regularmente el sistema.

En las elecciones, muchos grupos de castas siguen votando en bloque y son cortejados por políticos que réditos electorales.

Como resultado, lo que originalmente estaba destinado a ser un plan de acción afirmativa temporal para mejorar la situación de los grupos desfavorecidos se ha convertido ahora en un ejercicio de captación de votos para muchos políticos.

 

https://www.bbc.com/mundo/noticias-54557093



 



 







miércoles, 30 de diciembre de 2020

 

ALFONSO EL MAGNO Y EL

APOGEO DEL REINO DE ASTURIAS

 

Durante su largo reinado, Alfonso III llevó la frontera de la España cristiana hasta la cuenca del Duero, donde emprendió una ambiciosa política repobladora



Alfonso III y Jimena

Alfonso III dio un gran impulso a la Reconquista durante su reinado. Como los anteriores soberanos astures, se consideraba continuador de los monarcas visigodos y se presentó en algunas misivas como Hispaniae Rex. Mantuvo buenas relaciones con otro joven reino cristiano, el de Pamplona, gracias a su matrimonio con la princesa navarra Jimena, hija de García Jiménez. En la imagen Alfonso y Jimena en una miniatura del Libro de los Testamentos, del siglo XII.



Lucha contra el enemigo sarraceno

Alfonso III transformó el mapa político de la península gracias a las contundentes victorias contra los ejércitos del emirato cordobés y llevó la frontera de su reino hasta el Duero. Arriba, una imagen de tropas árabes de las Cantigas de Santa María, Monasterio del Escorial.



La basílica de San Salvador de Valdedios

Alfonso III dio un gran impulso a la arquitectura prerrománica. Arriba, San Salvador de Valdediós, basílica de tres naves consagrada en el año 893, durante el reinado de Alfonso III el Magno.




Crónica Albeldense, la historia de Asturias

Una de las mayores empresas culturales de Alfonso III fue la redacción de las primeras crónicas históricas del reino astur en las que se legitimaba el reino de Asturias como heredero y continuador de la monarquía visigoda. La imagen de arriba pertenece a una página de la Crónica Albeldense depositada en la Biblioteca Nacional de Madrid.



Cruz de la Victoria de Alfonso III

Realizada en madera, cubierta de oro y piedras semipreciosas, es un rico trabajo de orfebrería donado por Alfonso III y su esposa Jimena a la catedral de Oviedo en 908, y custodiado actualmente en la Cámara Santa ovetense.


Cuánto dolor debió de sentir Alfonso III el Magno, rey de Asturias, al final de su vida, cuando se dirigía a Compostela a rendir cuentas de conciencia al apóstol. Su reinado de 40 años había sido uno de los más largos y brillantes de la Alta Edad Media y convirtió Asturias en una poderosa monarquía que se extendía por gran parte de la meseta castellana. Pero en 909 su propio hijo, el primogénito García, secundado por su suegro el conde Nuño Fernández, lo expulsó del trono. Alfonso se retiró a la localidad asturiana de Villaviciosa, donde reunió a la corte y su familia para anunciarles su renuncia al trono.

El monarca depuesto no quiso abrir la herida de la guerra civil. Entre la sangre y la concordia escogió la paz, a pesar de que la guerra formaba parte de la cultura de la época y cualquier conflicto, por pequeño que fuera, se resolvía con el uso de las armas. Pero el rey asturiano, más prudente que temerario, prefirió retirarse a reflexionar sobre el amargo final de su reinado.

Alfonso III accedió al trono cuando aún no había cumplido los veinte años, tras ser elegido en una asamblea nobiliaria en Oviedo, siguiendo la tradición visigoda. Enseguida se vio envuelto en una serie de luchas sangrientas por el poder. La Crónica de Sampiro cuenta que los cuatro hermanos de Alfonso se rebelaron y, una vez sometidos, fueron condenados a perder la vista. Otras fuentes explican que, a la muerte de su padre Ordoño, usurpó el trono un noble gallego, Froila Bermúdez, y sólo después de que los ovetenses se rebelaran contra él y le dieran muerte pudo Alfonso –que entre tanto se había casado con Jimena, de la familia real de Pamplona– entrar en la capital asturiana y asumir la corona.


REIMPULSO A LA RECONQUISTA

El nuevo monarca recibió de sus antecesores una misión: la lucha contra los musulmanes. Los reyes asturianos se creían continuadores de los monarcas visigodos de Toledo y por ello iniciaron en las montañas de Covadonga la recuperación de las tierras "usurpadas". Un siglo antes Alfonso I había dado un primer gran impulso a la Reconquista, pero luego la expansión del reino tan sólo había avanzado unas leguas, hasta las tierras al norte de Burgos.

Bajo Alfonso III, el avance se reanudó. El nuevo monarca transformó el mapa político de la península gracias a las contundentes victorias contra los ejércitos del emirato cordobés. Llevó la frontera hasta el Duero y el dominio cristiano alcanzó las villas de Coimbra, Zamora, Valladolid y Roa, es decir, la Tierra de Campos. Alfonso el Magno también mandó incursiones que llegaron a Sierra Morena y las cuencas del Guadiana y del Ebro.

Las crónicas cristianas describen las contundentes victorias contra los musulmanes, entre las que destacan las de Polvoraria y Valdemora (878), Pancorbo y Castrojeriz (883) y la del foso de Zamora (901). La razón de esos éxitos se otorgaba en buena parte a la caballería asturiana y a la destreza de sus guerreros para blandir las largas espadas de doble filo, mucho más eficaces que las cordobesas de filo sencillo.

EL REPOBLADOR DEL TERRENO GANADO

Las conquistas, sin embargo, no eran suficientes. Había que consolidar las posiciones ganadas a los árabes, y eso en un extenso territorio que durante decenios había sido una tierra de nadie entre los dominios cristianos y los musulmanes, despoblada y expuesta al peligro de las aceifas o incursiones militares sarracenas. Para prevenir estas últimas, Alfonso III alcanzó acuerdos con algunos caudillos árabes, aprovechando la grave crisis que sufrió el emirato de Córdoba. El propio emir Muhammad se vio obligado a firmar una larga tregua con la corte de Oviedo. Pero el rey era consciente de que para la defensa de los territorios conquistados lo más importante no eran los puestos avanzados de fuertes murallas, sino unas villas prósperas con una población segura y estable que diera apoyo al ejército y pudiera trabajar las tierras. Lo que se requería era, pues, una política de repoblación.

Alfonso III consolidó el poder sobre las tierras ganadas a los árabes creando villas prósperas y favoreciendo su actividad comercial

 

Fue así como, una vez alcanzada la paz con los musulmanes, Alfonso III empezó la gran tarea repobladora en sus nuevos territorios. Los cristianos recuperaron murallas, aldeas, iglesias y tierras de labor abandonadas desde hacía mucho. Los campos empezaron a desbrozarse y se fomentaron los asentamientos con cartas pueblas y fueros. La tierra era para el que la trabajara y supiera defenderla a partir de las fórmulas jurídicas de la presura (ocupación) y el escalio (roturación). Las aldeas se llenaron de mozárabes andalusíes, astures, vascones y cántabros, gentes libres no sujetas a señores feudales. Y también de clérigos, pues las órdenes monásticas tuvieron gran protagonismo como dueñas de tierras de labor e impulsoras de los asentamientos.


REVOLUCIÓN ECONÓMICA

De esta manera, Alfonso III fue tejiendo la estructura de su Estado, con un ordenamiento jurídico que reconocía y regulaba los derechos, las obligaciones y los privilegios de las gentes; con murallas y fueros que daban seguridad a la población y mercados que incentivaban la actividad comercial en los nuevos burgos. El rey Magno no sólo había consolidado la tarea repobladora, sino que había hecho algo más difícil: transformar la economía tradicional, fundamentalmente agraria y ganadera, en una actividad comercial basada en el intercambio gracias a la seguridad de la paz.

Hasta ese momento, los campesinos de la zona fronteriza intensificaban la producción ante la amenaza de las incursiones musulmanas que arrasaban con todo. Pero aquella meseta despoblada, de aldeas destrozadas y campos quemados, se convirtió a partir de entonces en un lugar próspero de encuentro e intercambio.

Alfonso III destacó también por el impulso que dio a las artes, en particular la arquitectura. Si su abuelo Ramiro I había levantado su palacio a los pies del monte Naranco de Oviedo, él ordenó fundar una nueva basílica en Compostela para acoger el cuerpo del apóstol, estimulando con ello el entonces incipiente Camino de Santiago. También construyó nuevos monasterios en Sahagún, Dueñas y Cardeña, y erigió (o reformó) diversos templos, fortalezas y baños en ciudades como Oviedo, Zamora, Simancas, Toro o Sahagún. El recuerdo del rey astur es hoy especialmente visible en el templo prerrománico de San Salvador de Valdediós, que conserva la lápida de consagración (893) y una cruz de la victoria labrada en la piedra, símbolo del monarca. La cruz original de madera, cubierta de oro y piedras semipreciosas, es un rico trabajo de orfebrería donado por Alfonso y su esposa Jimena a la catedral de Oviedo en 908, y custodiado actualmente en la Cámara Santa ovetense.

MUERTE Y SUCESIÓN

No está claro si todos los hijos de Alfonso III participaron en su destronamiento, aunque así parece sugerirlo el que ante la rebelión del hijo mayor los demás se mostraran pasivos. En todo caso, tres se repartieron el reino: García I gobernó León, Álava y Castilla; Fruela II se mantuvo al frente de Asturias, y Ordoño II se hizo con el control de Galicia.

La muerte del soberano, tal como se narra en las crónicas, aparece envuelta en un halo legendario. El cronista Sampiro cuenta que, tras ser depuesto, el rey peregrinó a Compostela y al volver obtuvo de su hijo García I permiso para dirigir una nueva incursión contra los musulmanes. Volvió victorioso, pero sólo para morir repentinamente en Zamora. Paradojas de la vida: su hijo García I falleció al cabo de cuatro años igual que su padre, de manera repentina en Zamora tras vencer a los árabes en una incursión.

PARA SABER MÁS

La formación medieval de España. Miguel Ángel Ladero Quesada. Alianza, Madrid, 2006.

Califas y reyes. España, 796-1031. Roger Collins. Crítica, Barcelona, 2013.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/alfonso-magno-y-apogeo-reino-asturias_14176/5

 

 LA BATALLA DEL SALADO

Y LA

CONQUISTA DEL ESTRECHO

En 1340 un ejército benimerín cruzó el estrecho de Gibraltar y puso sitio a Tarifa. Alfonso XI, el rey de Castilla, salió al encuentro de los musulmanes y los derrotó en una decisiva batalla



La suerte estaba echada. La línea del río Salado dividía dos creencias y dos maneras de entender la vida; dos mundos antagónicos separados por un río de poco caudal. A un lado, hacia Levante, con el sol a sus espaldas, las tropas de Abu-l-Hassán, rey de la dinastía benimerín (o mariní) de Marruecos, y Yusuf I, soberano nazarí de Granada; al otro lado, a Poniente, el ejército de Alfonso XI de Castilla y su suegro Alfonso IV de Portugal, apoyado por las milicias concejiles de Écija, Carmona, Sevilla, Jerez y algunas más, acostumbradas a la lucha armada con el enemigo granadino por la cercana frontera. La Corona de Aragón también colaboró con una flota de galeras al mando del almirante Pedro de Moncada, aunque su presencia fue casi testimonial ya que no intervino directamente en la batalla.

El ejército de Alfonso XI esperó a que el sol no fuera tan molesto para empezar la batalla. Tuvo suerte porque ese día, lunes 30 de octubre de 1340, el fuerte viento de Levante no sopló y ello facilitó los planes cristianos. Como buen príncipe de la guerra, el monarca castellano había preparado muy bien el enfrentamiento. Tanto él como los ricoshombres del reino, entre los que estaban el infante don Juan Manuel –tío segundo del rey–, Juan Núñez de Lara, Juan Alfonso de Alburquerque o Alfonso Méndez, maestre de Santiago, es decir, lo más granado de la alta nobleza castellana, habían repartido a sus hombres para luchar por lo que entonces era una causa noble, la victoria del bien sobre el mal, del cristianismo sobre el Islam.



La madrasa de Attarine, en Fez, fue una escuela coránica fundada en 1325 por Abu Said, padre del rey benimerín Abu-l-Hassán. En la imagen, uno de los patios.

Foto: Cordon Press

Se trataba de una guerra santa. De hecho, el papa Benedicto XII había promulgado la bula Exultamus in te elevando la batalla a la categoría de cruzada contra el Islam. Una declaración bien recibida entre los contendientes cristianos porque de esta manera tendrían derecho a beneficios espirituales y, sobre todo, económico, mucho más importante, al poder embolsarse una parte de los impuestos eclesiásticos.

EL DESAFÍO CASTELLANO

En los campos de Tarifa, entre dos mares, Alfonso XI desplegó toda su estrategia militar y su enorme talento en el campo de batalla, cultivado en la lectura de diferentes obras de su tío don Juan Manuel y en el anónimo Libro de Alexandre, un manual clásico del arte de la guerra sobre la vida de Alejandro Magno y los consejos de Aristóteles, publicado el siglo anterior. El ejército musulmán tenía fama de poseer los mejores jinetes, ligeros y rápidos como el viento del Estrecho, pero las tropas castellanas habían perfeccionado su armamento con espadas y armaduras de última generación.

Así, mientras la caballería ligera benimerín luchaba a cuerpo descubierto, con la única protección de un escudo de cuero (adarga) y la ayuda de una jabalina corta (azagaya) y una espada, el ejército de Alfonso XI presumía de ser más moderno, seguro y potente. Y, tácticamente, mejor preparado.

Tanto los caballos como los soldados castellanos estaban protegidos con nuevas armaduras que cubrían todas las zonas vulnerables del cuerpo. Además, los caballeros iban equipados con lanzas largas para hacer más violenta la carga, aprovechando la inercia de la carrera, y blandían espadas puntiagudas ligeras, con cantos afilados por ambos lados, que empuñaban con una sola mano y con las que podían atravesar las viejas cotas de malla de los benimerines, ya en desuso entre los cristianos.

Según las crónicas, Abu-l-Hassán desechó la propuesta castellana de librar la contienda en las inmediaciones de la laguna de La Janda, al norte de Tarifa, cerca de Barbate, y prefirió el terreno irregular de cerros, bosques y playas más cercano a Algeciras (en poder musulmán) para de este modo asegurarse la huida en caso de derrota.

Así pues, una vez inspeccionado y preparado el terreno por el rey castellano, se dispuso la organización del enfrentamiento en sus diferentes fases: aproximación, lucha cuerpo a cuerpo y huida. Ambos ejércitos pactaron la pelea en campo abierto como solución definitiva para decidir la soberanía de la zona, en permanente tensión desde que Sancho IV conquistara Tarifa a finales del siglo anterior.

Alfonso XI y sus nobles repartieron las tropas en función del terreno, disposición y efectivos del enemigo. Las tropas de Alfonso IV de Portugal, de apenas mil soldados, recibieron la ayuda de cinco mil castellanos y se dirigieron por el flanco izquierdo en busca del ejército granadino, situado al pie de uno de los cerros. El grueso del ejército cristiano se distribuyó de la forma tradicional, con cuerpo central, zaga y dos alas. La vanguardia estaba formada por caballeros e infantes, dirigidos por varios nobles, que tenían la misión de cruzar el río Salado en el momento en que se iniciara el ataque.

EN EL CAMPO DE BATALLA

La decisión tomada fue un signo evidente de desconfianza a pesar de la superioridad numérica del ejército musulmán

 

Por su parte, el rey de Marruecos, que situó su campamento en una "escarpada peña" para seguir mejor el desenlace de la batalla, ordenó a las tropas que cercaban Tarifa que abandonaran el asedio para incorporarse al grueso del ejército y que quemaran los ingenios de guerra utilizados en el cerco para evitar que cayeran en manos enemigas. Está claro que la decisión tomada fue un signo evidente de desconfianza a pesar de la superioridad numérica.

Una crónica castellana eleva los efectivos benimerines a 53.000 jinetes y 600.000 peones, divididos en tribus y linajes, según la costumbre bereber. Las cifras resultan muy exageradas para aquellos tiempos. Según estimaciones más ajustadas a la realidad, el ejército cristiano pudo reunir a 22.000 soldados, mientras que el musulmán triplicaría esa cifra.



Por los efectivos que entraron en liza, la batalla del Salado, librada el 30 de octubre de 1340, fue una de las mayores en la larga historia de guerras entre cristianos y musulmanes en la España medieval. Para conmemorar la victoria, el rey Alfonso XI amplió el monasterio de Guadalupe, una de cuyas salas sería decorada en el siglo XVII con un cuadro sobre la batalla.

Foto: Archivo Real Monasterio de Guadalupe

No durmió bien Alfonso XI esa noche por la preocupación de la batalla y las ganas de que llegara la hora del encuentro. Después de oír misa y comulgar con las armas encima del altar para ser bendecidas, esperó a que el astro rey dejara de molestar en el horizonte. El combate comenzó hacia las diez de la mañana. La vanguardia castellana cruzó el río Salado y embistió con bravura la delantera marroquí, que apenas pudo aguantar la fuerza de la caballería pesada.

La espolonada castellana fue tan feroz que el ejército musulmán apenas pudo desarrollar su táctica favorita, el tornafuye, utilizada por los almohades con suerte desigual en las batallas de Alarcos (1195) y Las Navas de Tolosa (1212). La estrategia consistía en fingir la huida con la idea de atraer al enemigo para desorganizarlo y a continuación revolverse y atacar a los confiados soldados con jabalinas y saetas.

PERSECUCIÓN IMPLACABLE

Hasta el atardecer lucharon los dos ejércitos cuerpo a cuerpo, a caballo, con hondas, lanzas, ballestas y arcos. La pelea se extendió por los cerros cercanos y la playa. Las tropas cristianas, que registraron pocas bajas según las crónicas –según una de ellas, no más de "quince o veinte jinetes", cifra poco verosímil–, arrasaron el campamento de Abu-l-Hassán matando a sus mujeres, entre ellas a Fátima, su favorita, y apoderándose de todas las riquezas. El rey castellano, disgustado, ordenó perseguir a los saqueadores dentro y fuera del reino y que se devolviera el botín.

Alfonso XI llevó a rajatabla la máxima de la caballería de siempre: la persecución y destrucción total del enemigo

 

Pero lo peor llegó cuando el ejército musulmán se sintió derrotado y empezó la retirada. Cada musulmán escapó del campo de batalla como pudo, sin orden ni concierto. Algunos lo hicieron por la playa, muriendo ahogados, y otros por los cerros en busca de los campos de Algeciras. Precisamente en la retirada fue apresado el príncipe Abu Umar, hijo del rey marroquí, que fue liberado años más tarde tras sufrir un ataque de locura.

Alfonso XI llevó a rajatabla la máxima de la caballería de siempre: la persecución y destrucción total del enemigo, es decir, el concepto de batalla decisiva que tantas veces había leído en el Libro de Alexandre, donde se defendía la figura de un rey soberbio y a la vez piadoso.

PARA SABER MÁS

Las grandes batallas de la Reconquista. Ambrosio Huici. Universidad de Granada, 2000.

Alfonso XI (1312-1350). J. Sánchez-Arcilla. Trea, Gijón, 2008.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/batalla-salado-y-conquista-estrecho_6232







 












 

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