sábado, 28 de diciembre de 2019


Regla de la Orden Franciscana Seglar

"Seraphicus Patriarcha", Pablo VI, 24-6-1978


Para recuerdo perpetuo

El Seráfico Patriarca, San Francisco de Asís, mientras vivía en este mundo y aun después de su preciosa muerte, no sólo atraía a muchos al servicio de Dios en la familia religiosa por él fundada, sino que arrastró también una multitud de seglares a abrazar, en cuanto fuese posible en el mundo, su forma de vida. En efecto, según palabras de Nuestro Predecesor Pío XI, "parece. . . que no ha habido otro hombre en el cual brillara, de manera más tangible, la imagen de Cristo Señor y una forma evangélica de vivir más semejante a El, que en Francisco. Porque él, que se llamó a sí mismo Heraldo del Gran Rey, y con razón fue denominado otro Cristo, se presentó a la sociedad de su tiempo y a los siglos futuros como un Cristo viviente: y, en consecuencia, como tal vive hoy y vivirá para la posteridad a los ojos de los hombres" (Enc. Rite expiatis, 30 de abril de 1926, AAS/18/1926, p. 154). Por nuestra parte nos alegramos de que "el carisma franciscano", para bien de la Iglesia y de la sociedad humana, conserve todavía su vigor en nuestra época, en la que circulan, sordamente, tantas opiniones y se alimentan tantas tendencias, que apartan los ánimos de Dios y de las realidades superiores. Laudable ha sido, pues, la solicitud y el trabajo mancomunado, con que las cuatro Ordenes Franciscanas se han esforzado, durante diez años, en elaborar la nueva Regla de la Tercera Orden Seglar, o, como se llama ahora, Orden Franciscana Seglar, según pareció necesario por el cambio de las condiciones de los tiempos, y porque el Concilio Vaticano II promulgó recomendaciones y preceptos al respecto. Y así, los amados hijos, Ministros Generales de las cuatro Ordenes Franciscanas, nos pidieron aprobáramos la Regla preparada conforme a las susodichas recomendaciones. Y nos, siguiendo el ejemplo de algunos Predecesores nuestros, entre los cuales se distingue León XIII, hemos decidido de buen grado acceder a tales peticiones. Así las cosas, con la confianza de que la forma de vida predicada por aquel admirable Varón de Asís comience a reflorecer con brillantez y crezca con nuevo impulso, consultada la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, la cual examinó diligentemente el ejemplar que le fue presentado, consideradas con atención todas las circunstancias, con ciencia cierta y madura deliberación Nuestra, con la plenitud de la potestad Apostólica, en virtud de esas Letras, aprobamos y confirmamos la Regla de la Orden Franciscana Seglar, y le añadimos la fuerza de la sanción Apostólica, a condición de que concuerde con el ejemplar que se conserva en el Archivo de la citada Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, y cuyas primeras palabras son "Inter spirituales familias" y las últimas, "ad normam Constituionum, petenda". Al mismo tiempo, por las presentes y por Nuestra autoridad, abrogamos la Regla anterior de la que se llamaba Tercera Orden Franciscana Seglar. Establecemos, finalmente, que estas Letras sean firmes y produzcan plenamente sus efectos ahora y en el futuro; sin que obste nada en contrario.
Dadas en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 24 de Junio de 1978, décimo sexto año de Nuestro pontificado,
+Juan Card. Villot, Secretario de Estado
Lugar del Sello. En la Secretaría de Estado, Arch. N. 352241

Carta de presentación de los cuatro Ministros Generales de la Familia Franciscana
A los hermanos y hermanas de la Orden Franciscana Seglar
Sentimos el gozo de comunicaros que la Santa Sede, con el Breve Apostólico "Seraphicus Patriarcha" del 24 de Junio de 1978, ha aprobado, "bajo el anillo del pescador" la Regla renovada de la Orden Franciscana Seglar, que abroga y sustituye la Regla precedente; del Papa León XIII.
Es un espléndido regalo que debemos a Su Santidad el Papa Pablo VI, otorgado poco antes de abandonar esta tierra. Pablo VI os amaba. Efectivamente, en reiteradas ocasiones había manifestado su amor a la Orden Franciscana Seglar, y os había dedicado palabras inolvidables.
La Regla, que hoy os presentamos, no es solamente el fruto de estos trabajos. la Iglesia os la entrega como norma y vida.
Una de las fuentes de la deseada renovación es el retorno a los orígenes, a la experiencia espiritual de Francisco de Asís, y de los hermanos y hermanas de penitencia, que de él recibieron inspiración y guía. Otra de las fuentes se encuentra en la atención al Espíritu en la lectura e interpretación de los signos de los tiempos.
Nosotros, Ministros Franciscanos, con todos nuestros hermanos, quedamos con el ánimo abierto y dispuesto a prestaros la asistencia necesaria para caminar juntos por el camino del Señor.
Roma, 4 de Octubre de 1978
Fr. Constantino Koser, Min. Gen. OFM
Fr. Vitale Bommarco, Min. Gen. OFM Conv.
Fr. Pascual Rywalski, Min. Gen. OFM Cap.
Fr. Rolando Faley, Min. Gen. TOR

REGLA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR (OFS)

Prólogo: exhortación de San Francisco a los Hermanos y Hermanas de Penitencia
(San Francisco de Asís. Escritos, Biografías, Documentos de la época. BAC, Madrid 1978, 52-54)
En el nombre del Señor
De los que hacen penitencia
Todos aquellos que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y la mente y con todas us fuerzas (cf. Mc 12,30), y aman a sus prójimos como a sí mismos (cf. Mt. 22, 39), y aborrecen sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia: ­ oh, cuán dichosos y benditos son aquellos y aquellas que practican estas cosas y perseveran en ellas! Porque se posará sobre ellos el Espíritu del Señor (cf. Is 11,2) y hará de ellos habitación y morada (cf. Jn 14, 23), y son hijos del Padre celestial (cf. Mt 5, 45), cuyas obras realizan, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (cf. Mt 12, 50).
Somos esposos cuando el alma fiel se une, por el Espíritu Santo, a nuestro Señor Jesucristo. Le somos hermanos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que está en los cielos (cf. Mt 12, 50); madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo (cf. ICor 6, 20) por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para ejemplo de otros (cf. Mt 5, 16).
­ Oh, cuán glorioso es tener en el cielo un padre santo y grande! ­ Oh, cuán santo es tener un tal esposo, consolador, hermoso y admirable! ­ Oh, cuán santo y cuán amado es tener un tal hermano y un tal hijo, agradable, humilde, pacífico, dulce, amable y más que todas las cosas deseable, nuestro Señor Jesucristo! El que dio su vida (cf. Jn 10, 15) y oró así al Padre: Padre santo guarda en tu nombre (Jn 17,11) a los que me diste en el mundo: tuyos eran y me los diste en el mundo: tuyos eran y me los diste a mí (Jn 17, 6). Y las palabras que me diste, a ellos las di; y ellos las recibieron y creyeron verdaderamente que salí de ti y conocieron que tú me enviaste (Jn 17, 8). Ruego por ellos y no por el mondo (Jn 17, 9). Bendícelos y conságralos (Jn 17, 7); también yo me consagro a mí mismo por ellos (Jn 17, 9). No ruego solamente por ellos, sino por los que han de creer en mí por su palabra (Jn 17,20), para que sean consagrados en la unidad (Jn 17, 23), como también nosotros ( Jn 17, 11). Y quiero, Padre, que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria (Jn 17, 24) en tu reino (Mt 20, 21). Amén.

De los que no hacen penitencia
Pero, en cambio, aquellos y aquellas que no llevan vida en penitencia, y no reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y ponen por obras vicios y pecados y caminan tras la mala concupiscencia y los malos deseos de su carne y no guardan lo que prometieron al Señor, sirven corporalmente al mundo con los deseos carnales y con los afanes del siglo y con las preocupaciones de esta vida apresados por el diablo, cuyos hijos son y cuyas obras hacen (cf. Jn 8, 41), son unos ciegos, pues no ven a quien es la luz verdadera, nuestro Señor Jesucristo.
No tienen sabiduría espiritual, porque no tienen al Hijo de Dios, que es la verdadera sabiduría del Padre; de ellos se dice: Su sabiduría ha sido devorada (Sal 106, 27) y: Malditos los que se apartan de sus mandamientos (Sal 118, 21). Ven y conocen, saben y practican el mal, y a sabiendas pierden sus almas. 
Mirad, ciegos, estáis engañados por vuestros enemigos: la carne, el mundo y el diablo; porque el cuerpo le es dulce cometer el pecado y amargo servir a Dios; pues todos los vicios y pecados, del corazón del hombre salen y proceden, como dice el Señor en el Evangelio (cf, Mc 7, 21).

Y nada tenéis en este siglo ni en el futuro. Pensáis poseer por mucho tiempo las vanidades de este siglo, pero estáis engañados; porque vendrán el día y la hora que no pensáis, desconocéis e ignoráis; se enferma el cuerpo, se acerca la muerte, y se muere así con muerte amarga.
Y donde sea, cuando sea y como sea que muere el hombre en pecado mortal sin penitencia y sin satisfacción, si, pudiendo satisfacer, no satisface, arrebata el diablo el alma de su cuerpo con tanta angustia y tribulación, que nadie las puede conocer, sino el que las padece.
Y todos los talentos y el poder, la ciencia y la sabiduría que creían tener, les serán arrebatados (cf. Lc 8, 18; Mc 4, 24).
Y legan a los parientes y amigos su herencia; y éstos, tomándola y repartiéndosela, dicen luego: Maldita sea su alma, pues pudo habernos dado y ganado más de lo que ganó.
El cuerpo se lo comen los gusanos, y así pierden cuerpo y alma en este breve siglo, e irán al infierno, donde serán atormentados sin fin.
A todos aquellos a quienes llegue esta carta, rogamos en la caridad que es Dios (cf. I Jn 4, 16), que acojan benignamente con amor divino las sobredichas y fragantes palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Y los que no saben leer, háganselas leer con frecuencia, y reténganlas consigo con obras santas, hasta el fin, porque son espíritu y vida (cf. Jn 64). Y los que no hagan esto tendrán que dar cuenta en el día de juicio (cf. Mt 12, 36) ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo (cf. Rom 14, 10).

Capitulo I - La Orden Franciscana Seglar (OFS)
1. Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia (Lumen Gentium = LG, 43), la familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, seglares, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís.
En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia (Apost. Act. = AA 4m.).

2. En el seno de dicha familia, tiene un puesto peculiar la Orden Franciscana Seglar, la cual se configura como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas, esparcidas por el mundo entero y abiertas a todo grupo de fieles, en las cuales los hermanos y las hermanas, impulsados por el Espíritu, a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se comprometen con la profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco, con la ayuda de la presente Regla, confirmada por la Iglesia (Can. 702,1).
3. Esta Regla, después del "Memoriale propositi" (1221) y de las Reglas aprobadas por los Sumos Pontífices Nicolás IV y León XII, adapta la Orden Franciscana Seglar a las exigencias y a las esperanzas de la santa Iglesia, en las nuevas condiciones de los tiempos. Su interpretación corresponde a la Santa Sede, más la aplicación será hecha por las Constituciones Generales y por los Estatutos particulares.

Capitulo II - La Forma de Vida
4. La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres (1Cel. 18, 115).
Cristo don del amor del Padre, es el Camino hacia El, es la Verdad en la cual nos introduce el Espíritu Santo, es la Vida que El ha venido a traer abundantemente (Jn 3,16; 14,6).
Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio (AA 30h).
5. Por tanto, los Franciscanos seglares, busquen la persona de Cristo viviente y operante en los hermanos, en la Sagrada Escritura, en la Iglesia y en las acciones litúrgicas. La fe de San Francisco al dictar estas palabras: "Nada veo corporalmente en este mundo respecto del Altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y sangre", sea para ellos la inspiración y camino de su vida eucarística.
6. Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo, que los hace miembros vivos de la Iglesia, y a ella más estrechamente vinculados por la Profesión, háganse testigo e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra.
Inspirados en San Francisco y con él llamados a reconstruir la Iglesia, empéñense en vivir en plena comunión con el Papa, los obispos y los sacerdotes, en abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica (Pablo VI: Discurso a los Terciarios, III, 19 de mayo de 1971).
7. Como "hermanos y hermanas de penitencia"*), en fuerza de su vocación, impulsados por la dinámica del Evangelio, conformen su modo de pensar y de obrar al de Cristo, mediante un radical cambio interior, que el mismo Evangelio denomina con el nombre de "conversión"; la cual debido a la fragilidad humana, debe actualizarse cada día (1Reg. TOF)
En este camino de renovación, el Sacramento de la Reconciliación es signo privilegiado de la misericordia del Padre, y fuente de gracia (Presb. Ord., 18b).
8. Como Jesucristo fue el verdadero adorador del Padre, del mismo modo los Franciscanos seglares hagan del la oración y de la contemplación el alma del propio ser y del propio obrar (AA, 4, a b c).
Participen de la vida sacramental de la Iglesia, especialmente de la Eucaristía, y asóciense a la oración litúrgica en alguna de las formas propuestas por la misma Iglesia, revivan así los misterios de la vida de Cristo.
9. La Virgen María, humilde sierva del Señor, siempre atenta a su palabra y a todas sus mociones, fue para San Francisco centro de indecible amor, y por él declarada Protectora y Abogada de su familia (2Cel 198).
Los Franciscanos seglares den testimonio de su ardiente amor hacia Ella, por la imitación de su disponibilidad incondicional, y en la efusión de una confiada y consciente oración (LG, 67; AA, 4).
10. Asociándose a la obediencia redentora de Jesús, que sometió su voluntad a la del Padre, cumplan fielmente las obligaciones propias de la condición de cada uno, en las diversas circunstancias de la vida*), y sigan a Cristo, pobre y crucificado, confesándolo aun en las dificultades y persecuciones. (LG, 41)
11. Cristo, confiado en el Padre, aún apreciando atenta y amorosamente las realidades creadas, eligió para Sí y para su Madre una vida pobre y humilde*); del mismo modo, los Franciscanos seglares han de buscar en el desapego y en el uso, una justa relación con los bienes terrenos, simplificando las propias exigencias materiales; sean consientes, en conformidad con el Evangelio, de ser administradores de los bienes recibidos, en favor de los hijos de Dios (1Carta de S. Francisco, 5).
Así, en el espíritu de las "Bienaventuranzas", esfuércense en purificar el corazón de toda tendencia y deseo de posesión y de dominio, como "peregrinos y forasteros" en el camino hacia la casa del Padre (Rom 8,17; LG 7,4).
12. Testigos de los bienes futuros y comprometidos a adquirir, según la vocación que han abrazado, la pureza de corazón, se harán libres, de este modo para el amor de Dios y de los hermanos (Adm. S. Franc. XVI: Carta, 70).
13. De la misma manera que el Padre ve en cada uno de los hombres los rasgos de su Hijo, Primogénito de muchos hermanos*), los Franciscanos seglares acojan a todos los hombres con ánimo humilde y cortés, como don del Señor e imagen de Cristo (Rm 8,29).
El sentido de la fraternidad los hará felices y dispuestos a identificarse con todos los hombres, especialmente con los más humildes, para los cuales se esforzarán en crear condiciones de vida dignas de criaturas redimidas por Cristo (1Reg., 9,3; Mt 25,40).
14. Llamados, juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a construir un mundo más fraterno y evangélico para edificar el Reino de Dios, conscientes de que "quien sigue a Cristo, Hombre perfecto, se hace a sí mismo más hombre", cumplan de modo competente sus propios deberes con espíritu cristiano de servicio (LG, 31; G. et Sp. 93).
15. Estén presentes con el testimonio de su vida humana y también con iniciativas eficaces, tanto individuales como comunitarias, en la promoción de la justicia, particularmente en el ámbito de la vida pública; empéñense en opciones concretas y coherentes con su fe (AA, 14).
16. Consideren el trabajo como don de Dios y como participación en la creación, redención y servicio de la comunidad humana (G. et Sp., 67,2; 1Reg. 7,4; 2Reg., 5,1).
17. Vivan en la propia familia el espíritu franciscano de paz, fidelidad y respeto a la vida, y esfuércense en convertirlo en el signo de un mundo ya renovado en Cristo (Reg. de León XIII, II, 9; 3Comp., 14,58).
Los casados particularmente, al vivir la gracia del matrimonio, den testimonio en el mundo del amor de Cristo a su Iglesia. Con educación cristiana, sencilla abierta, atentos a la vocación de cada uno, recorran gozosamente con sus hijos su itinerario espiritual y humano (LG, 41; AA, 30 b c).
18. Sientan, además, respeto por las otras criaturas, animadas e inanimadas, que "son portadores de la significación del Altísimo"*) y procuren con ahínco superar la tentación de explotación, con el concepto franciscano de la fraternidad universal (1Cel, 80).
19. Como portadores de paz y conscientes de que la paz ha de construirse incesantemente, indaguen los caminos de la unidad y del entendimiento fraterno mediante el diálogo, confiando en la presencia del germen divino, que hay en el hombre y en la fuerza transformadora del amor y del perdón (Reg. de León XIII, II, 9; 3Comp., 14,58).
Mensajeros de la perfecta alegría, esfuércense permanentemente en llevar a los demás el gozo y la esperanza (Adm. XXI; 1Reg. 7,15).
Injertados en la resurrección de Jesucristo, que da su verdadero sentido a la Hermana Muerte, tiendan con serenidad el encuentro definitivo con el Padre (G. et Sp., 78, 1-2).

Capitulo III - La Vida en Fraternidad
20. La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional. Cada una de estas Fraternidades tiene su propia personalidad moral en la Iglesia (Can. 687). Las Fraternidades se coordinan y unen entre sí, de acuerdo con lo que se establece en esta Regla y en las Constituciones.
21. En los diferentes niveles, cada Fraternidad es animada y guiada por un Consejo y un Ministro (o Presidente), elegido por los profesos en conformidad con las Constituciones (Can. 697).
Su servicio, que dura un tiempo limitado, es un compromiso que implica disponibilidad y responsabilidad para con cada uno y para con el grupo.
Las Fraternidades, según lo establecido en las Constituciones, se estructuran internamente de manera diversa, conforme a las necesidades de sus miembros y de las regiones, bajo la dirección del Consejo respectivo.
22. La Fraternidad local necesita ser canónicamente erigida, y se convierte así en la primera célula de toda la Orden y en signo visible de la Iglesia, que es una comunidad de amor. La Fraternidad deberá ser el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación Franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros (Pío XII: Disc. a los Terc., 3, 1 de enero de 1956).
23. Las peticiones de admisión en la Orden Franciscana Seglar se presentan a una Fraternidad local, cuyo Consejo decide la aceptación de los nuevos hermanos (Can. 694).
El proceso de incorporación a la Fraternidad comprende el tiempo de iniciación, el período de formación de la Regla (1Reg. TOF, 29-30). En este itinerario gradual está comprometida toda la Fraternidad, aún con su estilo de vida. Por lo que se refiere a la edad para la Profesión, y a los signos distintivos franciscanos, procédase según los Estatutos.
La Profesión es, de por sí, un compromiso perpetuo (1Reg. TOF, 31).
Los hermanos que se encuentren en dificultades particulares, procurarán tratar sus problemas en fraterno diálogo con el Consejo. La separación o definitiva dimisión de la Orden, si fuere necesaria, es un acto que compete al Consejo de la Fraternidad, en conformidad con las Constituciones (Can. 696).
24. Para estimular la comunión entre los miembros, el Consejo organice reuniones periódicas y encuentros frecuentes, incluso con otros grupos franciscanos, especialmente de jóvenes, adoptando los medios más adecuados para el crecimiento en la vida franciscana y eclesial, estimulando a todos a la vida de Fraternidad (Can. 697).
Esta comunión se prolonga con los hermanos difuntos; así, se ofrecerán sufragios por sus almas (1Reg. TOF, 23).
25. Todos los hermanos y hermanas ofrezcan una contribución en proporción a las posibilidades de cada uno, para sufragar los gastos necesarios de la vida de la Fraternidad o para obras de culto, de apostolado y de caridad.
Las fraternidades locales procuren contribuir al pago de los gastos del Consejo de la Fraternidad de nivel superior (1Reg. TOF, 30).
26. Como signo concreto de comunión y de corresponsabilidad, los Consejos de los diferentes niveles, según las Constituciones, pedirán religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas, a los cuales, desde siglos, está unida la Fraternidad Seglar.
Para fomentar la fidelidad al carisma y la observancia de la Regla, y para recibir mayor ayuda en la vida de fraternidad, el Ministro o Presidente de acuerdo con su Consejo, sea solícito en pedir periódicamente a los superiores religiosos competentes*) la visita pastoral y a los responsables del nivel superior, la visita fraterna, según las Constituciones (2Reg. TOF., XVI).
"Y todo el que guarde estas cosas, sea colmado en el cielo de la bendición del altísimo Padre, y sea colmado en la tierra de la bendición del amado Hijo con el Espíritu Santo Paráclito... (Testamento de San Francisco).




HERODOTO





INTRODUCCIÓN

Para empezar este apartado sobre los historiadores, lo primero que hemos de tener en cuenta es que La Historia, tal como la conocemos, es una disciplina relativamente reciente. Si tenemos en cuenta que definimos Historia como “el periodo de tiempo de al periodo histórico que transcurre desde la aparición de la escritura hasta la actualidad”, estaríamos hablando de un periodo de hace unos 6.000 años aproximadamente. Las primeras técnicas de escritura se remontan al cuarto milenio a. C. Surgió en Egipto, Mesopotamia y China. El sistema creado en Oriente Medio y Egipto se extendió rápidamente a las áreas culturales cercanas y es el origen de la mayoría de las escrituras del mundo. En América la escritura también apareció en Mesoamérica, teniendo como uno de sus primeros ejemplos conocidos los jeroglíficos de la escritura maya.

Sin embargo, no será hasta el S. V a.C. cuando aparecerá la primera figura, que sepamos, que plasmará los acontecimientos históricos de forma rigurosa y analítica. De hecho, el concepto de historiografía nació en Grecia(1), aunque se acepta que anteriormente ya existía una concepción histórica en Oriente, un deseo de permanencia de todo lo que se ha hecho. Ahora bien, esa concepción histórica primitiva es una mera transmisión de datos históricos que, como las listas reales del Antiguo Egipto, carecían de análisis histórico, por lo que no se trataba de historia, sin negar por ello su valor documental.
En este orden de cosas, deberíamos dar una definición al concepto Historiografía. La historiografía es el registro escrito de la historia. Diríamos que es la ciencia histórica cuyo objeto es averiguar los hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado e interpretarlos ateniéndose a criterios de objetividad – aunque la posibilidad de cumplimiento de tales propósitos y el grado en que sean posibles son en sí mismos objetos de debate- El énfasis en su condición “ciencia” es uno de los objetos de debate más importante entre los historiadores. Para la mayor parte de los historiadores contemporáneos es irrenunciable la condición científica de la historia en tanto que se ha de someter al método científico (uso de las evidencias, documentación, narraciones, …), que aunque no pueda aplicársele a las ciencias experimentales, sí puede hacerlo a un nivel equiparable a las llamadas ciencias sociales.

Los primeros cronistas griegos, que se interesaron sobre todo en los mitos de origen (los logógrafos), practicaban ya el recitado de acontecimientos, aunque su narración podía apoyarse en escritos, como era el caso de Hecateo de Mileto (segunda mitad del siglo VI a. C.), será  Heródoto de Halicarnaso quien se diferencia de ellos por su voluntad de distinguir lo verdadero de lo falso. Una generación después, con Tucídides, esta preocupación se transforma en espíritu crítico, fundado sobre la confrontación de diversas fuentes orales y escritas, establecerá la base racional y metodológica de una historiografía nacida como reacción ante lo irracional de la mitología griega. Su Historia de la guerra del Peloponeso puede ser vista como la primera verdadera obra historiográfica.
Desde Heródoto los historiadores realizarían un examen crítico del pasado y de los hechos supuestamente acaecidos. Heródoto, ya  lo expresa así en IV, 195, 2:

realmente, ignoro si esto es verdad, simplemente consigno lo que cuentan”.


Herodoto, llamado el “Padre de la Historia”.

     Su narración es amena, no apoyada en la cantidad de técnicas auxiliares que hoy escoltan al historiador. Siempre que Heródoto se encuentra con un hecho a una altura del relato, entonces se remonta hasta sus orígenes y luego baja, sobrepasando muchas veces la fecha de que había partido.

     “Heródoto entiende de guerra y de estrategia, aunque no le interesan. Pues Heródoto se acoge a la tradición oral, que se preocupa más de vida y carácter  que de precisiones cronológicas y topográficas”. (Hauvette, Heródote, historien des Guerres Médiques, París, 1894, pp. 499 y sig.).

     Sitúa su obra entre los tipos que destaca la moderna disciplina de la historia. Predominan, el tipo narrativo y el genético: el primero, en los extensos preliminares en que Heródoto ordena lo observado e investigado en sus viajes sin apartarse de la pauta de la historiografía jónica; el segundo, en la exposición misma de las guerras Médicas, tal como la ha planeado bajo el influjo de la tragedia ática.

     Pero primero pondré un poco de la biografía de Heródoto: hijo de Lixes y Drío, fue natural de Halicarnaso, de ilustre familia y tuvo un hermano, Teodoro. Pasó a Samo a causa de Lígdamis, tercer tirano de Halicarnaso después de Artemisia, porque Pisindelis era hijo de Artemisia y Lígdamis de Pisindelis. En Samo, pues, cultivó el dialecto jónico y escribió una historia en nueve libros, a partir de Ciro el persa y de Candaules, rey de Lidia. Volvió a Halicarnaso y arrojó al tirano, pero al ver luego la mala voluntad de sus conciudadanos, se fue como voluntario a Turio, que los atenienses colonizaban; allí murió y está sepultado en la plaza pública. Algunos afirman que murió en Pela. Sus libros llevan el nombre de la Musas.


EL MÉTODO DE HERODOTO

Herodoto se basará básicamente en la tradición oral, recogiendo distintos testimonios. Tal como él mismo indica su obra es fruto de sus múltiples viajes, y de conversaciones con sacerdotes, viajeros y personas de diversos pueblos y lugares. La elección de la tradición oral conllevaba a su vez, la necesidad de las primeras reflexiones en cuanto al método histórico, como es la crítica de las fuentes, su relación y graduación según el valor de los testimonios recogidos. De ahí por ejemplo su empeño en mostrar todas las versiones reconocidas, aunque considere algunas erróneas.

Aún así, la moderna investigación piensa de él que además posee una gran erudición adquirida del análisis y de estudios de diversas fuentes escritas:
  • tratados de declaraciones de guerra,
  • genealogías y,
  • otros documentos de diversa índole que le proporcionaron abundantes datos para elaborar su obra histórica.


“HISTORIAE”

Su obra más conocida la escribió en el 444 a.d.C  y son los nueve libros de Historia o Historiaeel primer libro de la Historia AntiguaSe trata de la primera descripción del mundo antiguo escrita en prosa por lo que tiene un valor incalculable constituyendo el nacimiento de la Historiografía.

El conjunto fue dividido en nueve libros por su editor alejandrino en el siglo III o el II a.C., uno por cada musa: Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícores, Erato, Urania y Calíope. En ellos narra con precisión las “Guerras Médicas” entre Grecia y Persia a principios del S V a.C., con especial énfasis en aspectos curiosos de los pueblos y personajes de unos y otros, al tiempo que describe la historia, etnografía y geografía de su tiempo.

Dicha obra, se articulaba según un criterio ternario. Asimismo, cada pasaje se articula en tres partes: una introducción, una digresión y la narración del episodio de que se trate pudiendo haber digresiones adicionales en algunas partes.
Las fuentes de las que bebe “La Historia” se basan principalmente en las orales y en caso de obtener distintas versiones, exponía las que más fundamento tenían para que cada uno eligiera. (2) En cuanto a las fuentes escritas, destacaron por su uso tres grupos:
  1. Los datos escritos aportados por poetas;
  2. Las inscripciones, listas oficiales y administrativas, así como oráculos;
  3. Y Las informaciones de logógrafos – En cuanto a influencias de autores anteriores, la crítica distingue unos treinta pasajes basados en Hecateo de Mileto -, y la literatura de su época. El desconocimiento del idioma de algunas inscripciones y listas oficiales hacía que en ocasiones Heródoto cometiera errores en su interpretación por una mala traducción.

En su obra destacan también sus descripciones geográficas y etnográficas, en mayor parte fruto de su propia experiencia como viajero.

Muchas son las frases que Herodoto nos ha dejado, ésta que os dejo en particular creo que define muy bien cómo gracias a su peculiar forma de pensar en la época que vivió, hizo posible el desarrollo de la ciencia de la “HISTORIA”

“Si uno empieza con certezas acabará con dudas,  pero si se conforma con empezar con dudas conseguirá acabar con certezas aún faltando las palabras.”



Jean-Guillaume Moitte, Heródoto, 1806. Relieve ubicado en la fachada oeste de La Cour Carrée del Palacio del Louvre, París. Fotografía de Marie-Lan Nguyen (Jastrow), 2008. © Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons

Esta es la historia y descripción del imperio persa, con sus conquistas y trataré de explicar la historia de Ciro.

CLÍO

     Entre los persas, los fenicios fueron los autores de la discordia. Ío hija de Ínaco, fue capturada por ellos y se la llevaron a Egipto. Después, los griegos robaron, en Fenicia, a la hija del rey, Europa. Después los griegos hicieron el segundo agravio, robaron a Medea la hija del rey. Hasta aquí no hubo más raptos, pero los griegos empezaron sus expediciones contra Asia primero que los persas contra Europa.

     Pero para no complicar más las cosas empezaré a contar los sucesos (3). Creso, sometió a algunos pueblos griegos; jonios, eolios y dorios.
De todos los bárbaros Giges, fue el primero que consagró ofrendas a Delfos después de Midas, hijo de Gordias, rey de Frigia. Después reinó Ardis, éste tomó a Prieta e invadió a Mileto. Le sucedió su hijo Sadiates, después Aliates. A la muerte de éste, heredó el trono Creso.

     Conquistados los griegos del Asia y obligados a pagarle tributo, pensó construir una escuadra y atacar a los isleños. Sometió a los lidios, frigios, mariandinos, cálibes, plafagonios, tracios, tinios y bitinios, carios, jonios, dorios, eolios y panfilios.
     La destrucción del imperio de Astiages, hijo de Ciaxares, por Ciro, hijo de Cambises y la prosperidad de los persas, le indujo a cavilar de que manera abatir a los persas.

LA PRIMERA GUERRA

     En la primera guerra, los lacedemonios pelearon siempre con desgracia, pero en tiempos de Creso, y siendo reyes Anaxándridas y Aristón, tomaron ventaja: como siempre eran derrotados por los de Tegea, fueron a Delfos, para ver que Dios los ayudaba.
     La Pitia les dijo que ganarían si recobraban los huesos de Orestes, hijo de Agamenón, y les dijo además:
     En un lugar despejado de la Arcadia está Tegea; dos vientos soplan allí bajo fuerza rigurosa; golpe y contragolpe suena, y sobre el daño está el daño. Cubre a Orestes esa tierra, engendradora de vida, y si a tu patria lo traes, serás campeón de Tegea. (4)

     Creso, equivocándose sobre el oráculo y con la esperanza de destruir a Ciro y su poderío, hizo una expedición a Capadocia. A los capadocios llaman los griegos sirios. Esos sirios habían sido súbditos de los medos antes que dominasen los persas, y lo eran entonces de Ciro.
     Creso llegó a Pteria y a la más próxima a Sinope. Allí acampó, talo las heredades, tomó las ciudades y arrojó de su tierra a los sirios. Ciro reunió sus fuerzas y salió al encuentro de Creso. Probaron sus fuerzas en Pteria. Cayeron muchos de ambos lados. Perdía Creso y retrocedía, Ciro pensó marchar cuanto antes contra Sardes, para impedir que se juntasen las tropas lidias. Creso recibió ayuda de los lidios, que eran grandes jinetes.

     Entonces Ciro ideó un plan, reunió a todos los camellos que llevaba de carga y mandó a sus jinetes que los montaran con uniforme, buena estrategia porque los caballos temen al camello y no pueden siquiera sentir su olor. Los lidios retrocedieron y fueron sitiados por los persas.
     Los persas se apoderaron de Sardes y tomaron cautivo a Creso y lo llevaron a presencia de Ciro. Lo subieron a una hoguera y Creso invocó tres veces a Solón, temiendo la venganza divina, Ciro lo mandó bajar. Creso le echó la culpa a los Dioses y mandaron gente a Delfos, la Pitia dijo: “Lo dispuesto por el hado ni un Dios puede evitarlo. Creso paga el delito que cometió su quinto antepasado, que era guardia de los Heráclitas, cedió a la perfidia de una mujer, mató a su señor y se apoderó de un imperio que no le pertenecía. Si no comprendió la respuesta, échese la culpa a si mismo”. (5)Creso confesó que no era culpa de los Dioses sino de él. Esto sucedió con el imperio de Creso y con la primera conquista de la Jonia.
  
CIRO

     Diré quien fue Ciro y de que manera los persas llegaron a ser dueños de Asia. Reinando los asirios en el Asia oriental, los medos empezaron a sublevarse contra ellos y como peleaban por su libertad, se hicieron independientes.
     Hubo un sabio varón llamado Deyoces, al cual lo nombraron juez, como era bueno y justo y aplicó la ley lo nombraron Rey. Entonces el se construyó un palacio y dijo:
     “Que nadie entrase donde estuviese el rey, ni éste fuese visto de nadie, que todo se tratase por medio de mensajes, y además que en su presencia nadie podía escupir, ni reírse.” (6)

     Deyoces unificó el pueblo. La Media se componía de estas tribus: busas, paretocenos, estrucates, arizantos, budios y magos.
     Su hijo Fraortes, marchó contra los persas, los dominó, después murió y le sucedió Ciaxares. Éste fue el primero que dividió a los asiáticos en batallones. Separó a los lanceros, arqueros y los jinetes, pues antes iban todos juntos.
Marchó contra Nínive y cuando la tenía sitiada le cayó el ejército de los escitas, mandados por Madies, hijo de Prototies. Perdieron la guerra y los escitas se hicieron dueños de toda Asia. Ciaxares y los medos invitaron a los escitas a una fiesta, los embriagaron y los mataron, tomaron Nínive y los sometieron.

     Heredó el reino Astiages, su hijo y tuvo una hija llamada Mandana. Como Astiages tuvo un sueño, el cual decía que los orines de su hija inundarían toda Asia, no la casó con los medos, pero se la dio a Cambises, un persa.
Tuvo otro sueño que le decía, que el hijo de Mandana reinaría por él: Entonces mandó llamar a un familiar Hárpago y le dijo que se llevara al niño y lo matara. A él le dio pena y no se atrevió, se lo dio a un pastor para que lo matara; al pastor le dio pena y se quedó con él y le entregó a Hárpago un hijo que tuvo su esposa que nació muerto.
Lo crió y una vez cuando tenía 10 años en un juego con sus compañeros, cometió una falta y lo llevaron ante el rey, el rey lo reconoció, interrogó al pastor y a Hárpago y confesaron. Empezó a educar a su nieto y lo mandó con sus padres, los padres quedaron encantados.
     Cuando Ciro se hacia hombre, Hárpago le empezó a meter ideas y le decía que el podía ser el rey pues su abuelo estaba viejo y una vez lo quiso matar. Entonces ideó una carta y les dijo a los persas que su abuelo lo había nombrado general y que se armaran todos con una hoz.
     Los persas son una nación con muchas tribus. Ciro las juntó y los animó a unirse contra los medos. Los pasagardas, marafios y maspios. Los pasagardas son los mejores y de su familia los aqueménidas vienen los reyes perseidas. Otros persas son: los pantialeos, derusieos y los germanios, que son labradores. Los daos, mardos, trópicos y sagarcios, que son nómades.
     Ciro los reunió a todos y los puso un día a trabajar y otro día a divertirse. Les dijo: “esta es vuestra situación, si queréis vivir cómodos, seguirme, sino tenéis que trabajar. Obedecedme y haceos libres”. Su abuelo entró en guerra con él, perdió y fue hecho prisionero. Fue depuesto del trono y a consecuencia de esto, los persas y Ciro comenzaron a dominar Asia.


COSTUMBRES Y USOS DE LOS PERSAS

  • No acostumbraban a erigir estatuas, ni templos, ni altares y tienen por insensatos a quien lo hace.
  • Acostumbran a hacer sacrificios a Zeus y también al sol, luna, tierra, agua y vientos.
  • Acostumbran celebrar los cumpleaños con grandes comidas, cada uno de acuerdo con sus necesidades.
  • No está permitido vomitar, ni orinar delante de otro.
  • Cuando por la calle o en un camino, se encuentran y son de la misma clase, se besan en la boca. Si no en la mejilla y en cambio si uno es más noble que el otro se hace una reverencia.
  • Visten, como los extranjeros. tienen muchas esposas legítimas y mantienen muchas concubinas.
  • El mérito persa después del valor militar, es tener muchos hijos. Ciro premia a quien tenga más.
  • Lo que entre ellos no es lícito hacer, tampoco es lícito decirlo.
  • Los nombres corresponden a las personas y a sus prendas y terminan con una misma letra, que los dorios llaman (san) y los jonios (sigma).
  • No entierran a sus muertos antes de que no hayan sido arrastrados por un buitre o un perro. Después cubren de cera el cadáver y lo entierran.

JONIOS Y EOLIOS

     Los jonios no usan una misma lengua, sino cuatro diferentes:
Mileto, Miunte y Prieta, una.
En la Lidia: Éfeso, Colofón, Lébedo, Teos, Clazómenas y Focea, otra.
Los Quíos y los Eritreos, usan la misma; pero los Samios otra.

     De estos pueblos jonios, los milesios, como tenían un tratado con Ciro, estaban a cubierto. Fuera de la ciudad de Atenas, no había otra respetable. Los demás jonios y atenienses rehuían su nombre, no queriendo llamarse jonios.
     Lo mismo hacen los dorios de la región llamada Pantápolis, antes Hexápolis. Los colonos atenienses alzaron por reyes, unos a los licios oriundos de Glauco, hijo de Hipóloco; otros a los caucones pilios, de Codro, hijo de Melanto; por lo tanto son jonios de limpio linaje.
Son jonios cuantos proceden de Atenas y celebran la fiesta llamada Apaturias, la celebran todos, menos los efesios y colofonios.
     El Panjonio es un lugar sagrado que hay en Micala, dedicado en común por los jonios a Posidón Heliconio.

     Ahora las ciudades eolias son: Cima, Larisa, Neontico, Temno, Cila, Nicio, Egiroesa, Pitana, Egeas, Mirina y Grimea.
     Esmirna la perdieron porque mientras estaban en una fiesta en honor de Dioniso, los colofonios la cerraron y se apoderaron de ella.


CONQUISTAS

     Ciro preguntó a los griegos, que como eran los lacedemonios y cuantos. Apenas Ciro salió de Sardes con Creso cautivo, Pacías sublevó a los lidios contra Tábalo y Ciro. Marchó, pues, contra Sardes, y sitió a Tábalo en la acrópolis. Ciro al enterarse, dijo: “¿Qué serán estas cosas que me suceden? Está visto que los lidios nunca me dejaran en paz ni vivirán en paz. Pienso si no sería mejor reducirlos a esclavitud”. (7)
     Ciro ordenó enviar mensajeros a Cima ordenando le entregaran a pacías. Los cimeos consultaron su oráculo y viendo la respuesta, lo mandaron a Mitilena. Después lo llevaron a Quío y lo sacaron a la fuerza del templo de Atenea. Los persas recibieron así a Pacías, hasta presentarlo a Ciro.
     Ciro nombró como general a Hárpago y comenzó a asolar y arrasar todas las ciudades jonias. La primera fue Focea, los foceos descubrieron el Adriático, la Tirrenia, la Iberia y Tarteso. Hicieron un muro en su ciudad y Hárpago la sitió. Mientras estaba el sitio, los foceos armaron sigilosamente sus barcos y junto con sus mujeres e hijos se fueron. Trataron de comprar las islas Efusas, pero no pudieron porque los quíos pensaban que las iban a poner como centro comercial. Entonces se fueron a Córcega y pasaron a cuchillo a toda la guarnición persa. Vivieron con sus habitantes, pero como robaban, lucharon contra ellos y ganaron a medias, por lo que se fueron a Regio. Los cartagineses y tirrenos se quedaron con sus naves.

     La Jonia fue avasallada por segunda vez, los jonios se reunieron en Panjonio y el filósofo Biante les aconsejó que formaran un estado, formaran una sola escuadra y se fueran a Cerdeña, para poder ser libres y no estar en esclavitud. También les aconsejó que formaran un solo estado Tales de Mileto.

     Hárpago después de conquistar la Jonia, hizo una campaña contra los carios, caunios y licios. Hárpago asolaba el Asia occidental y Ciro en persona el Asia oriental, sometiendo toda nación sin perdonar a ninguna. Ciro tuvo bajo su mando todo el continente y atacó a los asirios. Estos tienen grandes ciudades, pero la más renombrada y fuerte fue después de la destrucción de Nínive, Babilonia.
     Entre los muchos reyes que tuvo, destacan dos mujeres. La primera Semíramis y la otra Nitocris, la cual tomó todas las cautelas. Ciro entró en campaña contra el hijo de esta mujer, se llamaba Labineto y era su rey. Cuando Ciro marchando a Babilonia intentó cruzar el río Gindes, uno de sus sagrados caballos saltó y se perdió en él. Entonces Ciro abandonó la expedición y dividió a su ejército en dos partes y pasó una por cada lado de Babilonia.
     Los babilonios salieron armados y atacaron, perdieron y se encerraron en la ciudad. Abastecieron la ciudad de víveres para años y no hicieron caso del sitio. Ciro no sabiendo que hacer, tomó la resolución de tomar una parte de las tropas y entrar por la parte del río y otra por la parte de atrás de la ciudad y entrarían en ella cuando el río bajase de caudal, atacaron, ganaron y saquearon. Como dato curioso, como era tan grande la ciudad, unos no sabían lo que pasaba en la otra parte no se habían enterado que estaban los persas. Así se tomó por primera vez.


COSTUMBRES Y USOS DE LOS BABILONIOS

·         Los barcos son redondos y de cuero, transportan tinajas de vino y de palma, llevan asnos y en cuanto llegan todo es transportado por los asnos.
·         Se visten con una túnica talar de lino y sobre esta otra de lana; se envuelven en un manto blanco; usan el calzado del país, se untan el cuerpo y se dejan crecer el pelo.
·         En cada aldea una vez al año las doncellas que tienen edad de casarse, las llevan al mercado y son vendidas. Primero, las más hermosas, los ricos las compran y los pobres se quedan con las feas. Tampoco se las pueden llevar sin fiador.
·         También sacan a los enfermos a la calle y todo el mundo que pasa tiene la obligación de verlos y recetarlos, pues no hay médicos.
·         La costumbre más infame es que toda mujer del país debe sentarse una vez en la vida en el templo de Afrodita y unirse con algún forastero. Las más feas se quedan dos o tres años.
·         Tienen tribus que no comen nada sino pescado solo; el que quiere lo come asado y el que no lo cuece como pan.

MUERTE DE CIRO

     Después que Ciro sometió a este pueblo, fue en contra de los maságetas. Era una nación grande y valiente. El monte más alto es el Cáucaso y lo baña el mar Caspio, es un mar aparte, por el que navegan los griegos y está más allá de las columnas de Heracles, que llaman Atlántico. Por lo tanto la orilla de este mar que mira a Occidente la ocupan los maságetas.
     El creía que por su nacimiento era más que un hombre, después por la fortuna en sus guerras, pues nadie se le escapaba.
     Era una mujer quien reinaba, viuda, su nombre era Témisis. Ciro envió una embajada para hacerla su mujer, pero la reina le denegó la entrada, porque pensaba que no la quería a ella, sino a sus tierras. Como Ciro no trató con astucia, se dirigió al río Araxes y entró en campaña. Convocó consejo para decidir, él no quería marcharse, porque como “el Gran Ciro” iba a ceder ante una mujer. Ciro le dijo a ella que se retirase que él iba a pasar e iría contra ella. En la noche tuvo una visión: vió que el hijo de Histapes de la familia de los aqueménidas, llamado Darío, lo mataría. Consulto el oráculo y le dijeron que Darío, no lo mataría sino que él moriría allí en la guerra. Ciro cruzo el río y una parte atacó, a la vez una parte de los maságetas atacó a la retaguardia persa y los mató a todos. Regresaron los persas y atacaron a estos, mataron a muchos y tomaron prisioneros, entre ellos al hijo de la reina Tómisis, que se llamaba Espargapises.
     Cuando se enteró la reina, le mando una misiva que le decía que devolviera a su hijo y que si no lo hacía, que aunque él que estaba insaciable de sangre, le hartaría de ella. Ciro no le hizo caso y cuando el hijo pudo le dijo a Ciro que le quitase las cadenas, para que no lo vieran así, en cuanto se las quitaron, se mató.
     Tómisis reunió todas sus fuerzas y atacó. La mayor parte de los persas perecieron allí y entre ellos murió Ciro, la reina metió la cabeza de Ciro dentro de un odre lleno de sangre y dijo: “Aunque yo vivo y te he vencido en la batalla, me has perdido al coger con engaño a mi hijo. Pero yo te saciaré de sangre tal como amenacé”. (8)

COSTUMBRES Y USOS DE LOS MASÁGETAS

  • En su modo de vestir y vivir se parecen a los escitas.
  • Son soldados de a caballo, de a pie, arqueros, lanceros.
  • Se sirven para todo del oro y del bronce: para las lanzas, flechas y segures (hachas); oro para la cabeza, cintos y coseletes (coraza ligera). Ponen a los caballos un peto de bronce y el oro para las riendas, freno y testera (adorno).
  • todos se casan, pero todos usan de común a sus mujeres. Cuando desean a una mujer, cuelga sus aljabas (caja para flechas) delante de su carro y se une con ella.
  • No tienen término fijo de edad, pero cuando uno es muy viejo, los parientes se reúnen y lo inmolan junto con reses, cuecen su carne y celebran un banquete. Para ellos esto es lo máximo de felicidad, pero cuando uno está enfermo, no hacen convite, sino que lo entierran y es una desgracia no ser inmolado.
  • No siembran nada y viven solo de la pesca y sus rebaños.
  • Su bebida es la leche.
  • Su único Dios es el sol, sacrifican caballos.

CONCLUSIÓN

    Este relato central, se orienta hacia la etnografía, se describen sus ciudades, lagos, ríos y canales, usos y costumbres de diferentes pueblos y genealogía de los principales reyes y príncipes.

     Ciro el fundador del imperio persa, es quien ensalza la sabiduría del pueblo que se contenta con su tierra pobre, garantía de su libertad, condenando así la fracasada empresa que acabó de narrar y precaviendo contra el inminente imperialismo ateniense.
     La vocación de Heródoto es la visión histórica vasta: naciones no ciudades: el pasado pintoresco y heroico más que el inmediato o los propios tiempos: historia integral de base etnográfica, y no enfoque político militar.
     Ciro llega al poder a pesar de todas las medidas con que se le ha querido quitar de en medio. Pocas veces el narrador se complace en exhibir la astucia que conduce a feliz término el deseo: ante todo, el cauto Otríades, más amigo de certificar la victoria que de regocijarse prematuramente.
     Heródoto sabe muy bien sorprender en el individuo en carácter de una colectividad pero, además, aunque reacio a encuadrar en juicios morales a pueblos extranjeros, caracteriza a algunos pueblos que conoce bien por dentro. Ante todo, los despreciados jonios, que Heródoto pinta rumbosos: el delegado Pitermo se reviste de un manto de púrpura para llamar la atención de los espartanos y pronunciar una prolija arenga que nadie escucha.
     Entre la guerra y la intriga que estragan la Grecia asiática, Heródoto, con un espíritu distinto al de nuestros tiempos, destaca la sabiduría eficaz de los filósofos, Tales y Bías, con sus proyectos para salvar la confederación jónica.
     La historiografía moderna, reciente poseedora del saber arqueológico y documental, ha reprochado a los diálogos y discursos su falta de autenticidad: son tanto y poco auténticos como los móviles y pensamientos que cada historiador atribuye a las figuras que estudia, pues, de no atribuírselos, no sería historiador, sino recopilador de documentos.
     Es una de las verosimilitudes, no verdaderas, con las que Heródoto mismo lo insinúa al insertar en discurso directo lo que debieron de decir los partidarios de Deyoces para que el pueblo se sometiese a su mandato.

     Su lengua, como su cultura, es la de los desdeñados jonios, la primera lengua que se alza por sobre el localismo dialectal como expansión panhelénica, la lengua intelectual entre todas, en las que se han expresado por primera vez las más importantes formas del pensamiento.
     El vehículo del brioso intelectualismo jónico es más evolucionado, más regular en su  morfología y más sonoro en su fonética que el griego hablado en el continente, el ático, por ejemplo. La lengua en Clío no es la hablada, sino su estilización artística, lograda por medio de muchos arcaísmos, vocablos, sintagmas y giros tomados de la epopeya y la tragedia.
     En la obra de Heródoto viene a articularse con el racionalismo científico la concepción de una providencia justiciera, tomada del teatro ático, y esta concepción necesariamente impone colorido poético a la simple narración.
     Heródoto prefiere alinear los diversos argumentos más bien que dar soluciones únicas. La prosa heridota se ha formado a imagen y semejanza del estilo oral. El estilo oral ha dejado en la prosa de Heródoto su marca: a él se remontan las frecuentes referencias a lo que sigue y precede, los apartes personales, las recapitulaciones y repeticiones, el enlace de las breves oraciones con demostrativos.

     Por eso Cicerón señala que, pese a su colorido poético, Heródoto es el Padre de la Historia.

NOTAS
(1)Esta es la opinión de los historiadores actuales. Así lo expresa por ejemplo Finley, en “Uso y abuso de la historia”, p.11: “Los padres de la Historia fueron griegos”.
(2) Oh rey, si no se expresan los diferentes puntos de vista, no es posible para el que debe optar elegir el mejor camino, sino que debe seguir el que se le sugiere. Cuando, por el contrario, ambas opiniones son expresadas, es posible reconocer la mejor, del mismo modo en que sólo se puede reconocer el oro puro cuando se lo frota contra aquél que no lo es.  Heródoto, Historia (libro III, 10).
(3) Heródoto, Los nueve libros de la historia, Trad. y est., preliminar por Ma. Rosa Lida de Malkiel, Barcelona, editorial Éxito, 1962. vol. XXI. pp. 3 a 86.
(4) Heródoto, op. cit., p. 27.
(5) Heródoto, op. cit., p. 39.
(6) Heródoto, op. cit., p. 43.
(7) Heródoto, op. cit., p. 63.
(8) Heródoto, op. cit., p. 85.


BIBLIOGRAFÍA
Heródoto, Los nueve libros de la historia, Traducción y estudio preliminar por Ma. Rosa Lida de Malkiel, Barcelona, editorial Éxito, 1962. Vol. XXI. pp. 3 a 8




  Historia. INTRODUCCIÓN. La Historia es una ciencia (disciplina prefieren decir otros) que exige una reflexión sobre su carácter como cie...