LA EDUCACIÓN
EN EL OTOÑO DE LA EDAD MEDIA.
EL NACIMIENTO
DE LA UNIVERSIDAD EN EL CONTEXTO DE LA
SOCIEDAD MEDIEVAL1
El artículo da
cuenta del contexto de la Edad Media, y aborda los elementos que hicieron
posible el nacimiento del evento académico y social más grande de la historia.
En él se describen las circunstancias políticas, económicas, sociales y
culturales que rodearon e impulsaron entre los siglos XII y XIII la creación de
los “Studium Generale”, para la difusión del saber, como base del florecimiento
de la cultura. La universidad se convirtió así en un foro en el que se
disputaban el poder los diversos representantes del estamento civil y
religioso. Ajeno a ello, maestros y alumnos buscaban alcanzar el conocimiento
puro, el deseo de aprender y conocer el amor sciendi.
INTRODUCCIÓN
No
es exagerado decir que lo más característico de la vida y el pensamiento
medievales debió su origen al desarrollo de las ciudades. Dentro de sus
murallas, los ciudadanos adquirían un cierto grado de independencia que crecía
constantemente (Boyd y Kind, 1977, 117-118).
La
Universidad, entendida hoy como institución encargada de la Educación Superior,
es una creación de la Edad Media, pues adquirió cuerpo institucional entre los
siglos XII y XIII. Su nacimiento se produce en un fuerte contexto de renovación
urbana que hizo cambiar por completo el rumbo de la sociedad. La flamante
burguesía, enriquecida merced a las incesantes actividades comerciales del
burgo, percibió que la universidad era un asidero al que aferrarse para
legitimar su ansiado sueño de consolidación política y encumbramiento social.
En este sentido, algunos autores han llegado a afirmar que su fundación,
equivalió en el dominio intelectual a una nueva carta de franquicia de la
burguesía (Ponce, 1993:115).
Desde
el contexto de la historia social de la educación, el artículo presenta los
elementos que hicieron posible el nacimiento del evento académico y social más
grande de la historia. Para ello se tendrán en cuenta las circunstancias
políticas, económicas, sociales y culturales que vivieron las principales
ciudades medievales de Europa, impulsoras de lo que fueron los “Studium
Generale”. La universidad permitió la difusión del saber, a través del noble
uso de la razón, y contribuyó al florecimiento de la cultura.
Así
las cosas, partimos de una hipótesis inicial según la cual el florecimiento de
la cultura dio paso al renacimiento de una de las profesiones más antiguas de
la historia, la de maestro, un oficio que exigía ya desde la antigüedad clásica
(hablando de Grecia) el cumplimiento de ciertas características que se asumían
además con la anuencia social. Pero no olvidemos que ésta no fue posible
tampoco sin los universitarios, clérigos en su mayoría, que hicieron que la
enseñanza fuera considerada una función eclesiástica (Le Goff, 1996:72). La
universidad se convirtió así en un foro en el que se disputaban el poder los
diversos representantes del estamento civil y religioso. Ajeno a ello, maestros
y alumnos buscaban alcanzar el conocimiento puro, el deseo de aprender y
conocer el amor sciendi.
EL ORIGEN DE LA UNIVERSIDAD
Las
Universidades, como las catedrales y los parlamentos, son un producto de la
Edad Media Europea (Haskins, 1959, 1).
En
el siglo IX, Europa experimentó el nacimiento de los gremios dando paso a una
sociedad más organizada. Estas corporaciones permitían crear un mecanismo de
control sobre los diversos oficios y pertenecer a ellas fue requisito para
lograr un espacio en el comercio, y por ende, en la sociedad que lo regulaba.
Este hecho estimuló a estudiantes y docentes a organizarse y crear su propio
gremio, la universitas, lo cual les
posibilitó la conquista de algunos derechos con el apoyo de autoridades civiles
y eclesiásticas.
Estas
corporaciones docentes van a recibir el nombre de Studium Generale, por cuanto
agrupan a los individuos encargados de la educación superior. Con
posterioridad, se generalizó el uso de la palabra Universidad, universitas magistrorum et scholarium,
que engloba al gremio de maestros y discípulos que han obtenido del Papa, del
emperador o del monarca el status que les permitía gozar de un cierto número de
derechos. Así, como vemos, aunque el nombre está unido inicialmente al carácter
universal del gremio, poco a poco denominará a la institución encargada de la
enseñanza superior, al hacer explícitamente alusión al carácter universal de la
enseñanza en sus más amplias ramas del conocimiento.
Los
historiadores de la educación afirman que fueron la Escuela Episcopal y la
Municipal las que sentaron la base de la universidad medieval, cuanto más la
Episcopal, por ser ella la que tuvo mayor protagonismo. Sin embargo, tal y como
hemos visto, la universidad estuvo al margen de dicha escuela. No obstante, el
clero apoyó la consolidación de la universidad y se valió de ella con la
esperanza de combatir los movimientos heréticos, cátaros, valdenses, que
contradecían las creencias y la doctrina de la Iglesia. Esta situación también
dio origen a la financiación de la universidad por parte de las autoridades
civiles, hecho que aconteció durante los siglos XV y XVI, y que permitió el
aumento del número de universidades, convirtiéndose en el fenómeno social de
esas épocas.
El
apoyo de la Iglesia a través de los pontífices, dio inicio y constituyó una
nueva élite para quienes la universidad les abría las puertas. Europa por
entonces se encuentra en pleno proceso de Reforma y asume que una elevada
formación cultural entre los clérigos conllevaba la aceleración de la misma.
Según Le Goff los universitarios eran clérigos y, por tanto, la enseñanza era
considerada una función eclesiástica (Le Goff, 1996:72). Se inicia entonces la
regulación del funcionamiento de la universidad a través de la creación de
normas tales como las promulgadas por Alejandro III, en el Concilio de Letrán
de 1179, donde prohíbe a los profesores exigir paga a sus alumnos; o su
sucesor, Inocencio III, que va a garantizar a los clérigos universitarios la
continuidad de sus ingresos económicos.
Las primeras Universidades: Los modelos de Bolonia
y París
La
bula del papa Víctor III da origen a la fundación de la Universidad de Bolonia,
la primera en Europa, en 1088; si bien algunos señalan cómo durante su etapa de
Cardenal había forjado esta idea en Salerno (Sicilia), dónde se tiene
constancia de una Escuela de Medicina (Llorca, Villoslada y Laboa, 1996: 759).
En palabras de Augusto Iyanga, la Universidad de Bolonia destacó porque su
studia generali puso las bases de un medio institucional que contribuyó a la
difusión del saber (Iyanga Pendi, 1999:36).Pionera por sus estudios de Derecho
y Humanidades, fue un modelo teórico e histórico para otros centros.
La
Universidad de Bolonia tuvo en su origen tres instituciones educativas, es
decir, las escuelas municipales, que se dedicaban al estudio de los temas
jurídicos; las escuelas monásticas, en las que se realizaban los estudios de
derecho canónico y su antigua escuela catedralicia boloñesa donde se enseñaban
artes.
Algo
similar ocurrió con la Universidad de París. En este sentido, autores como
Reali y Antiseri afirman que, la
universidad de París representó una ampliación de la escuela catedralicia de
Notre –Dame, que por circunstancias diversas había adquirido a lo largo del
siglo XII un lugar de preeminencia sobre todos los demás centros de estudio,
atrayendo a estudiantes de todos los lugares de Europa (Reali y Antiseri, 1995:
418). A ella estuvieron vinculados intelectuales de la talla de Pedro
Abelardo, Hugo y Ricardo de San Víctor.
La
Universidad de París, fundada en 1150 por el Papa Honorio III, se centró
fundamentalmente en el estudio de la Teología debido a que, como ya hemos
señalado, tuvo un origen catedralicio. Estuvo, por tanto, al servicio de las
necesidades doctrinales de la Iglesia Católica. Entre sus más renombrados
docentes descolló Abelardo quien implementó un método para citar y analizar
doctrinas que fue un referente en otras universidades. Su forma de entender la
Teología, la abordada filosóficamente mediante la discusión, y su amor por Eloísa,
le obligaron a dejar su cátedra universitaria y refugiarse en un monasterio.
Así
las cosas, Bolonia y París dieron origen a dos arquetipos de enseñanza cuyos
modelos fueron imitados por otras universidades que fueron fundadas
contemporáneamente. Mientras que, por ejemplo, Bolonia influyó en la fundación
de la Universidad de Salamanca, París lo hizo en el ámbito de la Europa
septentrional.
El papel de los docentes en el contexto de la
Universidad Medieval
El
profesorado tuvo como objetivo satisfacer el ansia de conocimiento del nuevo
estudiante, que inició la formación con una visión clara de compartir un nuevo
espacio exclusivo para formarse. La demanda creció cada vez más e igualmente el
número de docentes. Entre los requisitos a cumplir, por parte de los docentes
estuvo el respeto con reverencia a las “autoridades”, que les permitieron
ejercer la docencia. Junto a ello, además del dominio del método dialéctico,
debían ser seguidores de la universalidad del saber.
Así
las cosas, los docentes se concebían como personalidades públicas, por lo cual
debían llevar una vida ejemplar, tanto en lo moral (se les exigía el celibato y
la castidad, las cuales infringiría Abelardo, preciso es recordarlo) como en lo
religioso. Sobresalieron los docentes de la orden de los mendicantes cuyo
carisma radicaba en el voto de pobreza, pues subsistían mantenidos por la
caridad. Dominicos (como Tomás de Aquino), Carmelitas, Servitas y Franciscanos,
fueron las órdenes más destacadas.
Por
su parte, otro de los requisitos fue ser eclesiástico, no necesariamente
sacerdote, pues era suficiente con haber recibido la tonsura como claro gesto
de renuncia al mundo. Los docentes debían usar hábito y cambiarse de nombre,
este fue quizá un elemento de un ritual de muerte y de renacimiento que borraba
los pecados anteriores. Quienes optaban por la docencia renunciaban también a
contraer matrimonio, llevando una vida acorde con su situación jurídica.
Entre
el gremio de docentes universitarios hubo dos escalafones, el primero y más
alto, constituido por dos tipos de catedráticos, los de la cátedra de prima, y
cátedras de vísperas, determinados por la hora en la cual se impartía o ejercía
la enseñanza. La segunda categoría estaba integrada por los bachilleres,
quienes se desempeñaban como ayudantes en la cátedra del maestro. Dos fueron
las órdenes que empezaron a destacarse en París, los franciscanos y los
dominicos y entre las dos se disputaron las cátedras de teología, las cuales
contaron con verdadero prestigio. El decano generalmente era el docente más
antiguo o el de mayor edad y provenía de la facultad de Artes por ser la más
numerosa y contar con mayores ingresos, luego se convierte en rector, nombrado
por cuatro procuradores regentes, quienes representaban a los diferentes grupos
de naciones de estudiantes, (estudiantes que pertenecían a las diversas zonas
de la región).
En
este ámbito se dieron dos formas de contratación, una financiada por la
institución y otra por la municipalidad, siendo un ejemplo de este sistema la
Universidad de Bolonia. Ya en siglo XV, se llevaron a cabo las oposiciones o
concurso de méritos, fue la universidad de Salamanca la que inició este
proceso. Para alcanzar los méritos indispensables, los sacerdotes hicieron gala
de todas las acciones llevadas a cabo durante sus estancias en las catedrales e
iglesias. Entre las más destacadas se identifican la pintura de la iglesia, y
hasta la tala de árboles para fortalecer los muros y uno de los aspectos de
mayor peso, fue el hecho de haber descendido de ilustres familiares y que
hubieren participado en oficios de la Santa Inquisición. Igualmente, tuvo peso
demostrar pureza de sangre, a partir de constancia escrita y otros aspectos
relativos a cargos anteriores, como se hace referencia en el listado de méritos
del Dr. Don Antonio de Chaves y Lizardi, el cual se describe así:
Señor;
el cabildo de justicia y Regimiento de la ciudad de Salvatierra, informa a su
Magestad por el Dr Dn. Agustin Francisco de Esquibel, y Vargas, uno de los
opositores á la Canoniquia Magistral de la Iglesia Catedrhal de la Ciudad de
Salvatierra Michoacan en Indias, con el debido respeto informo a su Magestad,
sobre la Idoneidad, Virtud, letras, y demás partes, que concurren al Dr Dn
Agustín Francisco de Esquibel, y Vargas4 .
Los
salarios fueron pagados por los estudiantes directamente, (aportan sólo quienes
tienen recursos) el proceso consiste en hacer un contrato por escrito que se
denominaba “la colecta”, aparte del salario-colecta, se otorgaba a los docentes
beneficios tales como rentas y prebendas eclesiásticas. Con el tiempo la
enseñanza se concibe como un don celestial, por lo cual no se debía cobrar por
ofrecerla.
EL PAPEL DE LOS ESTUDIANTES EN EL CONTEXTO DE LA
UNIVERSIDAD MEDIEVAL
Que
el Doctor, y Maestro Don Joseph Gregorio Mariano de Elizalde Ita y Parra, Que
graduado de Bachiller en Artes, empezó a cursar la Sagrada Theologia,
executandolo puntualmente los quatro aços que pide el estatuto, teniendo
conferencias, y arguyendo en las de los Condiscipulos, y que hizo Cathedra de
Prima de esta facultad doce lecciones de media hora, con puntos de veinte, y
quatro, sobre varias distinciones del Maestro de Sentencias, respondiendo en
cada una dos réplicas de sus condiscipulos5
Este
documento nos permite conocer el proceso educativo que llevaba a cabo un
estudiante en el contexto de la formación medieval. Las etapas por las que
pasaba el estudiante fueron las siguientes:
1.- A los
catorce años inicia estudios en una facultad de Artes, pues era un requisito
obligatorio para poder integrarse en los otros estudios.
2.- Luego
debía superar seis cursos anuales y demostrar la sapiencia ante los jurados, en
el segundo curso debía defender el “determinatio”, entonces se concluía el
bachillerato.
3.- El bachiller
iniciaba actividades docentes, bajo la vigilancia del maestro regente o titular
de la cátedra.
4.- Al
terminar el sexto curso, recibía el Grado de magister/doctor en artes, con la
consiguiente licencia docendi (permiso para impartir clases).
5.- Los maestros
de teología, tuvieron mayor relevancia, al recibir el título de maestro en
teología debía también recibir cátedra, libro, anillo de oro, toga y birrete.
Era imposible obtener el título de maestro en teología, antes de tener los
treinta y cinco años.
Los
estudiantes provenían de todas las clases sociales, tanto de la aristocracia,
como de familias humildes, algunos estudiantes llegaban a las universidades
rodeados de familiares y criados, incluso tenían profesores particulares, y
contaban con contactos que les facilitaba la integración social.
Para
entonces obtener un título universitario se convirtió en una marca de
distinción social. Los estudiantes con pocos recursos debían hacer todo tipo de
trabajos tales como servir a sus compañeros adinerados, dedicarse a la copia de
libros, o vendían o alquilaban sus apuntes de clases, se convierten en
profesores de sus compañeros menos aventajados o más jóvenes, la situación
llegó a ser tan grave para este grupo de estudiantes, que si no lograban que
les colaboraban las órdenes religiosas, o no realizaban ninguno de los
anteriores trabajos se veían obligados a dedicarse a la mendicidad. Por esta
razón nacieron los Colegios Mayores, los cuales dependían de la universidad y
tuvieron como objetivo acoger a los estudiantes a cambio de la realización de
algunos deberes regulados en los estatutos. Los primeros colegios mayores
surgieron en París, a los que siguieron el de Montmorency y el de San Honorato.
EL LIBRO UNIVERSITARIO O LA PECIA
Cada
universidad constituía una federación de escuelas a las cuales debía integrarse
el estudiante y cada escuela estaba dirigida por un maestro que también era
director de estudios y responsable de su saber en la universidad.
En
cuanto a los libros existió la Pecia,
que es la posibilidad de alquilar los libros para utilizarlos durante un
determinado tiempo. La copia y el cuidado de los libros se realizó como
actividad remunerada, que estuvo regulada mediante una especie de control de
calidad. Así, se sabe que el rey Alfonso X establece la necesidad de que los
“estacionarios” supervisen la pureza de los libros de texto, “buenos libros, e legibles, e verdaderos de
testo, de glosa” para alquilarlos a los estudiantes.
LAS FACULTADES Y LAS CLASES
El Doctor, y Maestro Don Joseph
Gregorio Mariano de Elizalde Ita y Parra, Presendado de la Santa Iglesia
Metropolitana de México, Examinador Synodal de aquel Arzobispado, y Calificador
del Santo oficio de la Inquisición de la Nueva Espaça ( ) consta que se graduó
de Bachiller en la Universidad de México, defendiendo un acto de veinte, y
quatro Casillas, y salió aprobado para ir a todas facultades, ( ) que los
jueves y los domingos se defendían Conclusiones, haciéndolo él continuamente 6.
Como
vemos, no distan mucho de las facultades actuales, constituidas por docentes y
estudiantes de una misma disciplina, aunque de distintas escuelas. Cada
facultad contaba con sus programas, sin embargo los exámenes y los textos eran
idénticos en todas. Las universidades más completas contaban con facultad de artes,
derecho y teología siendo este el saber más demandado. En todas las facultades
existía un bedel, quien se encargaba de cuidar las aulas, dar informaciones a
los estudiantes y citar para los claustros, este fue un cargo característico de
la vida universitaria.
El
método por excelencia utilizado en el aula universitaria fue el método
dialéctico o silogístico, era un método de transmisión oral en latín,
caracterizado por una inclinación retórica. El proceso de la clase giró en
torno a la “lectio”, la “sententia” y la “quaestio”, pero el más elocuente fue
la “disputatio”, que era un ejercicio en público en el cual disertaban sobre un
tema complicado y controvertido.
La
disputatio ordinaria se llevaba a cabo en días de descanso o fiestas no
solemnes, en ella podían intervenir todos los miembros de la facultad y estaba
presidida por los doctores, la dirigía un maestro bachiller apadrinado por un
regente, el cual desarrollaba un tema que había sido debatido en la “quaestio”,
en él se respondía a las preguntas y objeciones sobre el tema. Al día siguiente
el maestro realizaba unas conclusiones, “determinatío magistri”, realizaba un
resumen de la clase del día anterior y esbozaba una conclusión personal.
La
“disputa extraordinaria” dio inicio a las llamadas “questiones quodlibetales” celebradas una o dos veces al año, en las
cuales los maestros se sometían a varias preguntas sobre temas variados, se
dice que fue un ejercicio de virtuosismo intelectual, ya que los maestros
hicieron percibir sus dotes de elocuencia y saber.
CULTURA Y CONTEXTO SOCIAL EN EL NACIMIENTO DE LA
UNIVERSIDAD MEDIEVAL7
La
creación de la universidad transformó la visión de una sociedad dedicada al
comercio de bienes materiales para abrir las puertas a la idea del saber cómo
otra forma de espacio laboral. El oficio de maestro constituía otra posibilidad
de producción económica, sin embargo no era un oficio de fácil acceso, al
contrario estuvo reservado únicamente para algunos. Para entonces la educación
universitaria fue una posibilidad para todas las clases sociales, esta
característica revolucionó la tradición jerárquica de la época, sin embargo,
con el tiempo la universidad y el acceso a ella se convirtió en un bien restringido
y en alza. Se puede afirmar que la creación de la universidad dio pasó a la
creación del grupo de los llamados “intelectuales”.
De
esta manera el concepto de educación se concibió incluso antes de que en Europa
se creara la idea de estado. En el año 1000, Europa se encontraba fragmentada
en numerosos reinos, principados y condados, y otros como resultado de los
asentamientos luego de los combates a los que fueron sometidos casi todos los
pueblos, esta fue la época de las invasiones y las luchas por el poder, las
cuales fragmentaron cualquier idea de desarrollo y equilibrio.
Durante
once siglos Europa fue teocéntrica, el mundo espiritual ejerció una fuerte
influencia en la percepción del universo, acercarse a la ciencia no sólo fue
prohibido, sino además penalizado. Los árabes fueron los primeros que
accedieron a ella y descubrieron el tesoro negado durante siglos para los
cristianos occidentales; la ciencia a plenitud les posibilitó una nueva forma
de percibir el mundo. En cambio para el resto de la sociedad casi todas las
actividades giraron en torno al ritual judeocristiano, los santos fueron
ejemplos de buena vida y héroes a seguir. Durante el siglo XII el hombre
medieval se rodea de ritos y ceremonias que para él tienen poder mágico o
sobrenatural.
La
vida del hombre medieval estuvo marcada por las estaciones del año, la
primavera era ansiosamente esperada y las actividades iniciadas en esta etapa,
culminaban en el otoño, que daba la pauta de la entrada del invierno, época de
siembras, igualmente propicio para hilar y segar. El verano fue predilecto para
la compra y la venta, y también para la guerra.
Entre
las principales ceremonias encontramos, la bendición de los campos, de los
alimentos, de los instrumentos de trabajo, los pendones, y las ramas; el Rey es
uno de los principales creyentes y asiduo seguidor de los rituales. En esta
época tanto la superstición como la religiosidad van de la mano. El Medioevo
estuvo influenciado por el cristianismo, con lo cual todas las fiestas paganas
fueron sacralizadas. Muchas de ellas identifican la entrada de las estaciones.
En las fiestas generalmente había comida y baile, desde entonces la fiesta se
convierte en un ritual permanente. Las fiestas marcaron la medida del tiempo de
las gentes medievales, entonces se decía “después de la pascua”, por “navidad”,
o “por San Miguel”. Entre las principales fiestas se encuentran:
1.- La Pascua,
fiesta de ofrecimiento de las primicias del rebaño de la tierra, se ofrecía pan
de cebada y cordero, con la pascua se celebra la llegada de la primavera, el
primer domingo después de la semana santa.
2.- La fiesta
de San Juan que conmemora el solsticio de verano, fiesta eminentemente
religiosa, se llevaba a cabo generalmente en la playa, se hace una hoguera, se
baila y se comparte alimentos.
3.- La fiesta
de San Miguel daba paso al otoño; la Navidad, el solsticio de invierno y
celebración de la saturnal romana, con la cual se identifica el comienzo del
invierno. Se celebra el 29 de septiembre.
Las
abadías tuvieron un papel importante en la vida de los pueblos tanto en la
consolidación de la profesión de maestros y artesanos, como en la protección de
los textos originales, importantes para la historia, lo cual permitió
reescribir la memoria de los pueblos. En la Edad Media sólo una minoría sabía
leer y escribir, y un número reducido hablaba o escribía el latín, por ser esta
la lengua de la iglesia, esta minoría estuvo constituida principalmente por
clérigos y un número reducido de eruditos; la mayor parte de la sociedad era iletrada
desde el Rey, hasta el villano.
En
la Edad Media, la alta natalidad superó la elevada mortalidad, las familias
tenían entre cinco y seis hijos de media, y pocos logran superar los dos años
de vida. La mortalidad infantil sobrepasaba el 30%, pasar de los veinte años se
consideró un hecho afortunado. Si pasaban del segundo año de vida, tenía
probabilidad de alcanzar los 40 años de edad, la esperanza de vida de la época
oscilaba entre los veintinueve y treinta y dos años. La niñez y la adolescencia
discurría hasta los 14 años, de los catorce a los veintiuno se consideraba la
plenitud viril, desde los veintiuno hasta los cincuenta la madurez y a partir
de entonces, la vejez. La posibilidad de trabajar dependía de la fuerza y
corpulencia que presentaban y no de la edad. Los ancianos carecen de
protagonismo político, ya sea por su incapacidad para combatir en la guerra, o
para desempeñar un trabajo.
La
mujer era un bien escaso, se calcula que un tercio de la población era célibe o
estéril, hecho que afectó especialmente a los hombres, debido a la escasez de
mujeres solteras. La mujer fue entonces un bien en alza, la mujer
“domesticada”, fundamentó el ideal de esposa. Los mercaderes de mujeres, del
siglo XI, construyeron un catálogo de esclavas, en el cual se describe las
ventajas y defectos de las mujeres según la raza. También se comercio la piel,
la miel, la cera y los esclavos.
En
general la población fue vulnerable, no existió noción de prevención, si acaso
en las poblaciones grandes contaron con un hospital mantenido por la caridad
privada, y algún sitio para aislar a los leprosos y las enfermerías de los
conventos, que eran más numerosas y al menos constituían buenos lugares donde
morir. Los contagios, sobre todo por enfermedades digestivas se hubieran paliado
con el uso de agua y jabón, sin embargo, ni el agua tenia buen estado y lavarse
no era la costumbre ni estaba bien visto. Se recomendaba, que los hombres se
bañaran al menos dos veces al año, en el caso de los monjes por Navidad y
Pentecostés y en Pascua de Resurrección, y los hombres del común en la
conmemoración de la fiesta de San Miguel; para las mujeres el baño se realizaba
únicamente el día de la boda y una vez al mes. Se atribuye que la utilización
del ramo de rosas el día de la boda se hacía especialmente para dispersar los
malos olores, a los cuales estaban acostumbrados.
Fue
una época de constantes y profundas ambivalencias, el interrogante que orientó
la vida de entonces fue cómo hacer frente al frío del invierno y a la escasez
de alimentos. Una de las penas judiciales más extendida fue la mutilación de
manos y pies, en ambos casos los hombres que la sufrían, tenían un largo
espacio sin trabajar, o en el peor de los casos quedaban imposibilitados para
hacerlo y se veían obligados a recurrir a la mendicidad. La principal fuente de
energía fue la fuerza humana y la fuerza animal. El domingo constituía un día
especial, las gentes iban a la misa de la iglesia más cercana, actividad de
obligado cumplimiento para el cristiano de la época. Las campanas de la iglesia
o el monasterio jugaron un papel importante, convocaban a misa, notificaban la
muerte o advertían el peligro en caso de que los atacantes iniciaran la entrada
a la ciudad, incluso muchos kilómetros antes de acercarse al poblado.
En
ese entonces los castigos físicos eran normales, sobre todo de marido a
esposas, padres a hijos, de monjes a monjes, de confesores a penitentes. Se
mutilaba, castraba o ejecutaba a los delincuentes, era un mundo violento, en el
cual los débiles tenían pocas posibilidades de sobrevivir. Se creía en el poder
de amuletos y sortilegios para librarse de los malos augurios y de espíritus
adversos, estos realizados o creados supuestamente por brujas, a quienes se les
atribuía la capacidad de predicción, igualmente se daba credibilidad junto a
los símbolos de la naturaleza, tales como la luna nueva, momento propicio para
iniciar una construcción o contraer matrimonio.
Un
porcentaje mínimo de la población sabía leer y escribir, sin embargo, la gente
se desenvolvía en la vida cotidiana, a partir de un conocimiento básico, el
cual les permitió comerciar, medir y pesar los objetos que en principio
intercambiaron, además de argumentar y relatar mitos e historias vividas tanto
por ellos como por sus antecesores. Demostraron conocimiento sobre leyes y
lograron interpretar el entorno con riqueza y creatividad, fue la época de los
juglares, quienes cantaban las noticias y los eventos de los pueblos, el día de
mercado.
La
economía giró en torno al feudalismo, la palabra del latín feudum, significa
ordenación feudal. La relación que se mantenía era de dependencia mutua entre
el Señor y el feudo o vasallo, la cual consistía en un contrato, por el cual
los soberanos y los grandes señores, concedían tierras o rentas en usufructo,
obligándose al que las recibía a guardar fidelidad de vasallo, y cuyo deber fue
prestarle servicio militar y acudir a las asambleas políticas y judiciales que
el señor convocaba.
Luego
de esta etapa, el reparto de tierras fue un tema que tuvo en vilo a la población,
puesto que la tenencia de tierras o bienes les abría las puertas para
pertenecer a la alta sociedad. Entrado el siglo XIV el reparto de tierras se
realizó como premio por la participación en la conquista, ya sea por haber
viajado en los galeones y haber ostentado nombramientos en cargos de
representación; tal es el caso de los capellanes, obispos, sacerdotes,
evangelizadores o escribientes. Las ciudades tuvieron una planeación
particular, todo se construía en torno a la catedral, o iglesia, alrededor de
las cuales se formaron aldeas y pueblos. Los artesanos se especializan en
distintos trabajos y oficios, se crean los gremios y finalmente constituyen un
mercado por concesión real.
La
construcción de fortificaciones, fue una respuesta a la necesidad de seguridad,
sea por los continuos ataques y los frecuentes saqueos por parte de otros
pueblos. Se construyeron murallas, que debían ser custodiadas permanentemente y
en las que se invirtió considerables cantidades de dinero, estas fueron el
símbolo de la riqueza de la ciudad o el pueblo, por ellas se solicitaba al rey
el sello municipal.
En
la noche la oscuridad era total, tanto fuera como dentro de las casa, ya que se
carecía de energía. Así que toda la vida gira alrededor de la luz del día,
tanto para el trabajo, como para lo social. Los delitos iban desde los
homicidios, las violaciones en menos medida. En la Europa de la Edad Media la
proporción de asesinatos fue mucho más alta que la de las ciudades
norteamericanas del siglo XX. La mayor preocupación de los ciudadanos era
llegar al pueblo o a la ciudad antes de que cerraran la puerta de la muralla ya
que por fuera la noche era sinónimo de inseguridad.
La
dieta alimenticia básica o dieta de los pobres, estaba constituida por harina y
cereales, pan de harina de trigo integral y cerveza de baja graduación; algo de
verduras y hortalizas, complementada con queso y mantequilla cuando las
cosechas y el ambiente social transcurría con normalidad. La dieta de las
personas adineradas constaba de carnes de caza, pescado y dulces, además del
jengibre y la pimienta como aderezo, especies de alto valor económico.
Las
casas medievales eran de paja, en ella vivían los padres, los hijos solteros y
los ancianos dependientes. En el centro de cada casa había fuego, todas las
casas tenían una chimenea para la salida del humo, todo dentro de la casa era
desmontable, la mesa, las camas, las colchas (de lana o piel), es decir que se
colocaban para ser utilizadas y se guardaban luego. Todas tenían un huerto para
el cultivo de frutas, hierbas aromáticas y verduras, también podían instalar
colmenas y contar con un gallinero. Los espacios interiores de las casas
carecían de separación, todo se compartía, aunque la habitación matrimonial
estaba separada del resto de los espacios. Las casas no tenían cristales por lo
costosos, incluso los más adinerados no contaban con ellos; para protegerse de
los moscos, colocaban tela o pergamino en forma de ventanas o cristales. En
función de la categoría u oficio del dueño podía ampliar la casa con un taller,
el establo o un almacén. Compartir habitación y cama era normal en casas,
hospitales y hospederías, albergues de las catedrales y castillos.
Según
la categoría del dueño presentaba variantes, la de los pudientes constaba de un
castillo, un monasterio o una casa solariega, con varios pisos que albergaban
almacenes y bodegas, además de un salón principal, para llevar a cabo la vida
social. En ocasiones contaba con un molino de uso común para los habitantes de
la aldea.
LOS PERSONAJES DE LA ÉPOCA MEDIEVAL
Los caballeros
Fueron
la institución oficial de la época feudal, estuvieron al servicio de la guerra,
siempre a caballo, vivían en los castillos que generalmente se encontraban en
lo alto de la montaña, rodeados de terrenos pantanosos o incluso en el centro
de un lago. Los caballeros debían cumplir preceptos, ceremonias y reglas lo
cual les proporcionó algún tipo de importancia. Para ser caballero debía tener
cierto linaje o proceder de padres “caballeros” o provenir de una familia con
hidalguía.
Tuvieron
como objetivo ganarse la vida a través del uso de las armas, para lo cual debía
demostrar su valía. Se formaban en un mundo eminentemente masculino, el proceso
se desarrolló así: hasta los siete años permanecía al cuidado de sus padres,
luego servía como “muchacho noble” (o paje) en casa de un caballero amigo, o
familiar (de la corte real), quien le alimentaba, le educaba, y le
proporcionaba lo necesario para subsistir, y aprendía así el trato con las
damas e hijas de los Caballeros, es decir aprendía las “costumbres cortesanas”.
A los catorce años el mismo caballero al cual había servido como paje, lo
tomaba como “escudero” (o doncel) en su séquito personal, a partir de ese
momento se convertía en su compañero tanto para la caza, como para la guerra.
Aproximadamente
a la edad de veinte años ingresaba en la caballería. Debía, entre otras
actividades, participar de un combate luego del cual se le hacía entrega de la
espada y si tenía suerte el protector le regalaba un buen caballo de lo
contrario debía comprarlo, ganarlo o recibirlo de su familia. La principal
ceremonia y quizá la más ansiada consistía en que el rey en persona le diera el
espaldarazo o el apoyo al nuevo caballero. Muchos escuderos retrasaban al
máximo la ceremonia a la espera de la oportunidad de contar con la presencia
del Rey en persona. Luego estaban en condiciones de combatir y comportarse como
un “Caballero”. La obra “Don Quijote de la Mancha” gira en torno a la vida
romántica de un caballero medieval, escrita en tono de sátira y burla.
Aparte
de poseer cierta cortesía y elegancia en las formas, debía cuidar y manejar las
armas, al igual que el caballo, conocer y jugar ajedrez, manejar la lanza y la
espada, saber de música, y hablar francés, por ser Francia el país originario
de las costumbres caballerescas, jurar votos de pobreza, castidad y obediencia
y tener habilidad para el auxilio y el consejo.
El
salario se determinaba por el estatus de quien recibía los servicios, ya que
podía ser un gran señor, gente de la nobleza o el mismo rey en su corte.
Generalmente el caballero recibía como pago a sus servicios como mínimo una
casa con sala, cocina y un huerto, pero si destacaba en la práctica de la
caballería recibía más dones. También podía trabajar para otro señor, sin que
el primero se viera perjudicado. Sin embargo, si no conseguía que le asegure la
casa podía reclamar un estado digno tanto para él como para su caballo. Entre
los premios que proporcionaban el barón o el rey estaba un buen matrimonio, y
si fuera posible con una de sus hijas mucho mejor.
Los
caballeros franco romanos crearon las órdenes de los templarios o caballeros de
María, llamados también los San Juanistas u hospitalarios, se dedicaron a la
lucha contra los infieles. Los templarios tuvieron costumbres diferentes de los
caballeros rasos, entre las que se identifican, los votos de pobreza, de
castidad y de obediencia. Tuvieron poder y contaban con grandes conventos
percibidos en su momento fueron como verdaderas fortalezas. Los templarios
fueron hábiles para los negocios, contaron con la anuencia de la iglesia y
desarrollaron un sistema de bancos que logró conocer las letras de cambio.
El Clero
Los
monasterios se convierten en los centros de la vida intelectual y del
desarrollo económico, se encargaron de organizar la mayoría de las actividades
comerciales, especialmente las del mercado de domingo, el pago de las primicias
y el cobro del peaje en los puentes en el día de feria. Uno de los monasterios,
que sobresalió fue el de St. Gallen, en el cual se promovió una peculiar
escuela de traductores que tenía entre sus objetivos hacer accesibles las
grandes obras, especialmente de los filósofos de la época.
A
pesar de una férrea disciplina y de ser una etapa en la cual el machismo se
dejó percibir en todas las esferas, algunas monjas que sobresalieron en el
ámbito intelectual, tal es el caso de la primera poetisa alemana, Roswitha de
Gandersheim, quien inspirada en la vida de los santos y vírgenes escribió obras
teatrales.
Los
monjes se dedicaban a tareas que pudieran interrumpirse, por su dedicación a
las otras actividades tales como la oración, el cuidado de los enfermos, etc.
Una de las actividades relacionada con el saber fue la copia y custodia de
manuscritos, la iluminación de libros, la carpintería y carpintería sencilla,
además de la orfebrería. Tenían el deber de hospedar a quien llegase al
monasterio a caballo, durante tres días, sin hacerle ninguna clase de
preguntas. Se consideró un sitio neutro en el cual las personas encontraban
refugio especialmente los pobres y los perseguidos por la ley, dentro de sus
paredes prescribió más de un delito. De esta manera queda claro que la sociedad
del Medioevo, estuvo ligada estrechamente a la religión cristiana y retomó de
ella las creencias y costumbres para consolidar la cultura que la rodeó e
identificó e hizo de ella la antesala de la Universidad y por ello del
Renacimiento intelectual de Europa.
El
proceso para convertirse en sacerdote o miembro de la curia comenzaba también
en los monasterios, el requisito era haber cumplido los quince o dieciséis
años, e iniciaban siendo novicios. A los veinte o veinticinco años, debían
hacer profesión religiosa. Los oblatos, a diferencia de los anteriores, fueron
entregados por sus padres para ser educados en el monasterio (a los 14 años,
escogían entre quedarse y continuar la carrera o regresar con la familia). Los
monjes se dedicaron primordialmente a la oración, al cuidado de los enfermos,
de huéspedes, de pobres y a la formación. También hacían votos de pobreza,
castidad, obediencia, silencio, trabajo, oración. La entrada en la oblación fue
acompañada de una donación, en especie o en dinero.
Entre
ellos había jerarquías de tal manera que si eran hombres no letrados y de
origen modesto no accedían al estado monacal y permanecían como hermanos legos,
vestidos con traje más corto que el de los monjes. Los espacios estaban
diferenciados, tanto para oblatos, novicios y hermanos, además del Abad y del
Prior, quienes ostentaban la mayor jerarquía. El Prior se destacaba por su
inteligencia y tuvo a su cargo la organización del Monasterio o la orden en
todos los aspectos, tanto económico, político y social. El Abad, antes de morir
dejaba nombrado a quien le sucedería en este cargo, el cual era escogido entre
sus principales colaboradores.
Los
cargos a los que accedían fueron: chambelán, sacristán, intendente, maestro de
novicios, maestro de invitados, admonitor, cillerero, limosnero, bibliotecario,
recaudador, general (tesorero), enfermero, dispensero, bodeguero y cocinero.
CONCLUSIONES
La
Edad Media constituyó una de las etapas más importantes para Europa ya que en
ella se inició y se consolidó la creación y el desarrollo de los primeros
centros dedicados eminentemente a la formación. Dichos centros fueron el
resultado de la constitución de los gremios cuyo objetivo se centró en la
necesidad de agruparse no sólo para trabajar y comercializar productos, sino
como respuesta a la demanda de una sociedad en construcción.
La
consolidación de la Universidad en la Edad Media respondió a dos variables, por
un lado, a la demanda de saber cómo respuesta al descubrimiento de nuevos
oficios, y por otro, a la búsqueda de apoyo por parte de la Iglesia cuya crisis
empezó a ser evidente.
La
universidad medieval, fue uno de los gremios con mayor nivel de organización,
en ella prevaleció como valor agregado tanto la antigüedad de los miembros,
como la pertenencia al clero para asumir cargos jerárquicos y de poder dentro
de la universidad.
El
saber se convirtió en una fuente de trabajo y fue una necesidad demandada por
un buen número de personas para las cuales acercarse a la formación constituyó
una posibilidad de mejora personal y social.
La
Edad Media acunó la consolidación de la Universidad cuyo objetivo fue el saber,
el desarrollo de la ciencia y del pensamiento, sin embargo en principio la
ciencia no gozó de buena fama, se percibió como una actividad de herejes, y
todo cuanto se alejara de sus principios se convertía en actividad ilícita.
El
nombramiento del docente se realizaba teniendo en cuenta varios aspectos, no
sólo se tuvo en cuenta la formación, también tuvo peso el desarrollo de
infraestructura, además del aumento de feligreses en la misa del domingo lo
cual conllevó a la mejora del monto de la limosna y permitió la construcción y
ampliación de las iglesias y de los talleres o escuelas adscritos al clero.
El
estudiante de la Edad Media provenía de todos los estratos sociales, se
encuentran de estratos altos, como también bajos y pobres, tal es el caso de
los estudiantes mendicantes, cuyo sostenimiento dependió de la posibilidad de
realizar trabajos, explicaciones y otros oficios tanto para los compañeros,
como también para fuera de la universidad.
La
valoración del docente se realizó a partir de identificar la importancia de los
temas que defendía, la argumentación que desarrollaba, la cual debía tener como
referente básico la Biblia, también la hora en la cual impartía la clase; tuvo
más peso la Cátedra de primas desarrollada en la hora de la mañana.
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Edad Media. Los siglos del gótico. Silex. Madrid
NOTAS
1.
Este artículo recoge algunas de las reflexiones que hemos implementado para
la asignatura de Historia de la Educación impartida en el Máster de Formación
del Profesorado de la UNIR, Universidad Internacional de la Rioja. Con ello,
sólo pretende ser un condensado concreto que pueda servir de ayuda a los
alumnos que se acerquen al estudio de la Historia de la Educación en la Edad
Media. 2.
Doctor en Historia del Arte. Universidad de Cádiz. Mención Doctor Europeo. 3.
Doctora en Formación Inicial y Permanente e Innovación Educativa. Universidad
Complutense de Madrid. Post doctorada en Tendencias en la Formación del
profesorado europeo después de la implementación del EEES. Universidad de
Lisboa, Portugal. 4.
(A)rchivo (G)eneral de (I)ndias. Indiferente General, 241, nº. 2. En adelante
AGI. El archivo de Indias recoge infinidad de documentos en los que se hacen
estas relaciones de méritos. Algunos ejemplos pueden verse en los casos del
bachiller Nicolás de Otero, AGI. Indiferente General, 226, nº. 1, el doctor
Blas Arráez de Mendoza, AGI. Indiferente General, 226, nº. 27) o el doctor y
maestro Jerónimo López Llergo y Cicero, presbítero del obispado de Yucatán,
AGI. Indiferente General, 241, nº. 20. 5.
AGI. Indiferente General, 241, nº. 5, 6.
AGI. Indiferente General, 241, nº. 5. 7.
Para la redacción de este acápite y el siguiente, nos hemos basado en los
autores reseñados en la Bibliografía, especialmente en los estudios clásicos
de la Edad Media y Duby y Le Goff.
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file:///C:/Users/Familia/Downloads/Dialnet-LaEducacionEnElOtonoDeLaEdadMediaElNacimientoDeLaU-5016731.pdf
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