LA
FORMACIÓN
DE
LAS
LENGUAS
ROMANCES
https://thespanishgroup.org/blog/que-son-las-lenguas-romances/
Introducción
Las diversas
lenguas romances, o románicas, proceden, como es bien sabido, del latín hablado
cotidiano en ciertas zonas del imperio romano, fundamentalmente en el área
mediterránea, a saber, la Península Ibérica, Francia, Italia, Rumanía y algunos
pequeños puntos de la actual Suiza próximos a Italia. Las lenguas romances, por
tanto, contraen con el latín una relación genética directa: el latín es la lengua madre y las romances son las hijas. Algunas de las
lenguas romances son: italiano, francés,
español o castellano, catalán, gallego-portugués, rumano, provenzal (o antiguo
occitano) y sardo, además de un número importante de variedades
lingüísticas romances bien diferenciadas en la Península Itálica, que no han
adquirido el estatus político de lengua oficial, así como un número menor de
dialectos romances en la Península Ibérica.
Dado que la vida
natural de las lenguas es a través de la lengua hablada y que ninguna lengua es
completamente homogénea, esto es, carente de variación, sino que conlleva
siempre diversos tipos de variación: variación
diastrática –diferencias debidas a la composición social de una comunidad-,
variación de registro –diferencias
debidas a la situación, coloquial o formal, en que se puede mover cualquier
hablante-, y variación cronológica,
denominada también diacrónica o histórica
–los cambios que sufren las lenguas las lenguas en el transcurso del
tiempo-, hay que suponer que tampoco el latín fue una lengua uniforme ni en el
aspecto social, ni en el cronológico ni en el geográfico, y que las lenguas
romances tiene su origen ya en los primeros pobladores latinos que arribaron a las áreas antes mencionadas. Por
tanto, puede decirse que el origen y agrupación de las lenguas romances comienza
propiamente con la romanización en Italia y del Imperio. La mayoría de ellas
tiene, por lo tanto, una profundidad histórica superior o cercana a los dos mil
años, a excepción del rumano que es una lengua algo más joven, con una
profundidad de unos mil setecientos o mil ochocientos años.
Dado que la esencia de toda lengua
es una constante transformación imperceptible, las lenguas romances derivan del
latín sin solución de continuidad, esto es, no existe un quiebre cronológico
entre el latín hablado y el romance
hablado, ni tampoco es posible establecer fechas posibles a manera de puntos de
inflexión entre la lengua madre y las lenguas hijas. Por necesidades
metodológicas y de exposición suelen considerarse ciertas fechas o periodos
claves que muestran el surgimiento y progresiva estandarización de las lenguas
románicas.
La antigüedad asignada a cada una de
las lenguas de la familia romance y su agrupación lingüística, que más adelante
comentaremos, se ajusta, en lo esencial, a la secuencia cronológica de las principales conquistas romanas: primero
Cerdeña y España, coincidiendo en buena parte con la segunda guerra púnica
(siglo III a. C.: levante y sur de la Península Ibérica, II a. C.: la mayor
parte de la Península, y I a. C.: noroeste de la Península), luego la Galia
(siglo II a. C. la Galia cisalpina, unos años después la Galia transalpina o
Provincia, actual Provenza, y en el
siglo I a. C., el resto de la Galia), y finalmente la Dacia (siglo III).
La fragmentación lingüística de la Romania, esto es la pérdida de
inteligibilidad mutua entre los diferentes dialectos del latín –los que
posteriormente dieron lugar a las diversas lenguas romances- es, sin embargo,
un hecho, al parecer, relativamente reciente que suele situarse entre los
siglos IV y VI, coincidiendo, grosso modo,
con la caída del Imperio Romano de Occidente a fines del siglo V, año 476, si
bien se considera que para el tiempo de los Césares existía ya una amplia
diferenciación lingüística en vastas zonas del Imperio.
Las primeras documentaciones en
lengua y propiamente romance son más tardías que las fechas establecidas para
la fragmentación y corresponden a la Galia: la Crónica de Fredegario,
asignada al siglo VII (en ella aparece, por ejemplo, la primera documentación de un futuro romance, del tipo cantaré), los Serments de Strasbourg y
la Sécuence
de sainte Eulalie, ambos del siglo IX. Las primeras documentaciones en
italiano son aún más tardías, siglo X, y para el español, son todavía más
tardías y corresponden a las Glosas
silenses y a las Glosas emilianenses, de datación
incierta, aunque suelen asignarse al siglo XI, pero posiblemente sean algo más
tardías. Cuando se habla de primeras documentaciones en lengua romance no debe
pensarse en textos escritos íntegramente en romance, sino en textos
esencialmente latinos, de carácter jurídico por lo regular, que contienen
palabras intercaladas romances que explican, glosan= palabras latinas, es el
caso de las Glosas, o en pequeñas frases, muchas veces a manera de
paráfrasis, dentro de un texto latino. La oficialización de las lenguas
romances, es decir, su consideración como vehículo de la vida cultural y
política de un pueblo, es un hecho aún más tardío. Para el castellano, por ejemplo, puede
situarse tal oficialización en el siglo XIII cuando la Cancillería de
Fernando III el Santo, emite por primera
vez documentación oficial redactada en castellano y no ya en latín; sin
embargo, debe tenerse en cuenta que hay manifestaciones literarias escritas íntegramente
en castellano anteriores a esa fecha, lo cual significa que la vida cotidiana
se realizaba en romance desde mucho antes, y que, por tanto, la oficialización
es simple consecuencia de la extensión del romance.
En general se acepta que el uso de
la lengua vernácula de cada una de las zonas románicas fue favorecido de manera
notable por el incremento de la formación escolar en el Renacimiento carolingio
en los siglos VIII-IX. Cada lengua romance tuvo
su propio periodo de latín, o lo que podría considerarse etapa
prerromance –para la que suele emplearse
también el término, bastante polisémico, de latín vulgar- con una
duración y carácter distinto en cada área.
Las diferencias se deben: 1.- al sustrato lingüístico prerromano
existente en cada una de las áreas romanizadas y a la influencia de ese
sustrato en el latín hablado en esas zonas, y, 2.- al aislamiento político y
social entre las diferentes provincias tras la caída del Imperio romano.
La clasificación de las lenguas romances
En el estudio del origen de las lenguas y
dialectos románicos subyacen dos problemas estrechamente relacionados: la
clasificación de las lenguas y la fragmentación del latín, proceso este que
implica la gradual diferenciación de las lenguas hijas emergentes. Es decir, no
son hechos transparentes a priori establecer cuántas lenguas románicas hay ni
decidir cuáles son las semejanzas y diferencias entre ellas para poder hacer la
subagrupación lingüística de la Romania.
La herramienta de análisis
fundamental para llevar a cabo la
clasificación y subagrupación es el Método Comparativo. Resumiremos brevemente los postulados del método, y
enseguida plantearemos la clasificación más aceptada de las lenguas romances,
así como algunos de los problemas que ella plantea.
1.
El método
comparativo MC
Que es la herramienta más eficaz para conocer la
prehistoria de una lengua, establece tanto relaciones genéticas entre lenguas:
madre-hija e hija-hija, cuanto el grado de parentesco, esto es, la afinidad o cercanía estructural, entre
las lenguas hijas; intenta asimismo
capturar o reconstruir la realidad lingüística de la protolengua, si bien esto
último de manera limitada. Como es sabido, la mayoría de lenguas madres carece
de documentación, y el conocimiento histórico, social y arqueológico del periodo en cuestión o de los pueblos que las hablaron no siempre
cuenta con la evidencia necesaria, de manera que lo que sabemos de las
protolenguas, por ejemplo del indoeuropeo, es producto de la reconstrucción, la
cual es, a su vez, resultado de la comparación de las lenguas hijas, y esos
resultados pueden tener limitaciones.
Por ejemplo, no se puede, o es
sumamente arriesgado, reconstruir palabras completas porque no hay ninguna
garantía de que el referente, físico o imaginado, que denota esa palabra
existiera o hubiera sido conceptualizado en la cultura de la protolengua en
cuestión. El caso del latín –una lengua madre bien documentada a lo largo de un
amplio periodo- es bastante excepcional. Es necesario recordar, sin embargo,
que las lenguas romances no proceden del latín clásico escrito, sino del latín
hablado, lo que se denomina, como ya dijimos, protorromance, de ahí que también
sea necesario aplicar el MC a las
lenguas romances.
El MC, tiene como objetivo dar
cuenta de similitudes que no pueden deberse al azar; es decir, dada la
arbitrariedad del signo lingüístico, las semejanzas estructurales recurrentes
que existan entre dos lenguas deben ser producto de una relación genética y
no de la casualidad.
Las semejanzas entre dos o más
lenguas pueden deberse a tres hechos:
(1) Azar o
casualidad.
La existencia de unidades semejantes en sonido y significado puede deberse no a
que dos lenguas estén emparentadas, sino a una
casualidad. Por ejemplo man “hombre” del inglés, y man
“hombre” del coreano, o nass “mojado” del alemán, y nas
“mojado” del zuni son casi idénticas, y el investigador pudiera pensar,
erróneamente, que el inglés y el coreano o el alemán y el zuni son lenguas emparentadas. Para evitar
estos parecidos casuales, el MC evita trabajar con palabras de estructura
fonológica muy escasa, por ejemplo, evita los monosílabos, elimina también las
onomatopeyas, las sinestesias y las similitudes debidas a universales
lingüísticos. Por lo tanto, para garantizar que el parecido es producto de una
relación genética, el MC establece a priori dos imposiciones metodológicas:
trabajar con palabras de una cierta complejidad fonológica y que la similitud
sea recurrente a través del sistema lingüístico, es decir, que se produzca en
más de un par léxico.
(2) Préstamo o contacto lingüístico. El parecido estructural entre dos lenguas puede deberse a
que las comunidades hablantes de esas lenguas entraron en contacto cultural, del cual se derivó
contacto lingüístico y préstamos, y por lo tanto no es una relación genética la
causante del parecido. El MC debe también eliminar este tipo de similitudes.
Para ello toma como punto de partida
metodológico lo que se denomina vocabulario
básico de una lengua. Se entiende por vocabulario básico aquellas zonas del
léxico de la lengua cuya existencia no puede deberse ni a préstamo ni a desarrollo tecnológico ni a cambios sociales
o culturales de la comunidad en cuestión. Son, por tanto, palabras que remiten
a conceptos del entorno natural y básico
de esa comunidad, tales como piedra,
árbol, luna, mano, ojo, boca –las partes del cuerpo siempre constituyen
vocabulario básico-, padre, madre, hijo –pero
no serían vocabulario básico ahijado o compadre-, mesa, comer,
cantar, dormir, saltar, etc. No serían, por tanto, vocabulario básico aterrizar, alunizaje, sofá, robot o carpeta.
Aunque el establecimiento del vocabulario básico
garantiza en una buena medida que los resultados serán producto del parentesco
genético y no del contacto, lo cierto es que uno de los grandes problemas del
MC es desechar los préstamos producidos entre dos lenguas hijas, es decir,
lenguas que sí están genéticamente relacionadas, pero que además se han
prestado vocabulario, como sería el caso del francés al español, y viceversa, o
del italiano al español, o viceversa, de manera que es difícil garantizar que
la relación establecida es vertical, madre-hija, y no horizontal por préstamo,
hija-hija. Igualmente, es muy difícil eliminar préstamo si la reconstrucción
opera con lenguas de una gran profundidad histórica, como garantizar que hace cinco
o seis mil años –tal es la profundidad histórica, por ejemplo, del indoeuropeo
y de algunas lenguas mesoamericanas- dos comunidades no entraron en contacto y
no se produjeron préstamos?
La
cantidad de palabras o entradas léxicas que integran un vocabulario básico
dependen del campo disciplinario en que se trabaje, de qué tanto conocimiento
tengamos de la historia y cultura de esas comunidades lingüísticas y de la
profundidad histórica que supongamos para ellas. As{i, por ejemplo, el vocabulario básico para las lenguas romances
oscila alrededor de unas 300 ó 400 entradas, mientras que para las lenguas
mesoamericanas, tanto las del tronco yutoazteca como las del otomangue, se
suele trabajar con unas cien entradas léxicas.
(3) Herencia directa. Dos lenguas pueden parecerse porque procedan de una
lengua más antigua que fue su antecesora común o lengua madre. En este caso,
las palabras que tienen semejanzas estructurales se denominan cognados, y sólo con ellas
trabaja el MC. Ejemplos de cognados en las lenguas
romances son: a) esp. Leche,
fr. Lait, it. Latte, ptg. Leite; b) esp. Corazón, fr. Coeur, it. Cuore, ptg. Coraçao; c) esp. llave, fr. Clef, it. Chiave,
ptg. Chave, etc. En el Apéndice 1 aparece una muestra
de vocabulario básico y cognados para algunas lenguas romances.
El MC,
por tanto, está interesado en semejanzas
debidas a parentesco genético y sólo
estas son las que requieren comprobación mediante él; es aplicable sólo si
cuenta con, al menos, dos o más lenguas que muestran semejanzas en la fonología
y, preferiblemente, en otros niveles de lengua. Las similitudes estructurales
recurrentes se denominan correspondencias
sistemáticas y son las que establecen y garantizan el parentesco genético,
las innovaciones compartidas o diferenciaciones comunes realizadas por
algunas lenguas hijas establecen, en cambio, la subagrupación de la familia
lingüística en cuestión. La primera etapa, por tanto es establecer el
parentesco, la segunda establecer los grados de parentesco entre las lenguas
hijas. La forma o fonema reconstruido se señala en transcripción fonológica
precedido de un asterisco, que significa que es una forma no documentada. */ƹ, */tƹRa/, “tierra”, y debe responder al requisito de
ser fisiológicamente y tipológicamente posible. En general se supone que las
lenguas hijas reflejan y repiten las lenguas madres, es decir, que la
estabilidad es inherente también a los
sistemas lingüísticos, por lo cual hay que evitar postular cambios sin
evidencia explícita de cambios, y hay que presuponer que las unidades de los
sistemas lingüísticos no se multiplican ni decrementan más allá de los
estrictamente necesario.
Es
importante señalar que las lenguas aisladas, en el sentido de que no se les
conoce parentesco alguno con otras
lenguas, como es el caso del vasco, en España, o del purépecha,
en México, tienen serias limitaciones para conocer su historia y reconstruir la
lengua madre. De hecho, se dice que una
lengua aislada es una lengua sin historia.
Expondremos dos breves ejercicios con datos
de algunas lenguas de la Romania Occidental a manera de ejemplo de la
operatividad del método, uno en fonología, el nivel clásico de reconstrucción
con el MC, y uno en xintasis.
a).- Fonología. Primeramente se establece el vocabulario básico de cada
una de las lenguas base de la
transcripción fonológica y no de
su forma escrita, ya que la lengua
escrita, por su naturaleza conservadora, puede opacar enormemente los procesos
fonéticos operados en la lengua hablada, ejemplos en (2), centrando nuestra
atención en los fonemas dental oclusivo
sordo /t/, dental
mojado /t´/ y palatal
africado sordo /ĉ/; en tercer lugar se fijan las correspondencias
sistemáticas para cada fonema, en un solo tipo de distribución a la vez,
ejemplo bajo (3), y finalmente se establece el fonema reconstruido que se supone integraba el protosistema de la
lengua madre, en este caso el
protorromance. Como se ve, en el ejercicio se reconstruye un protofonema
dental oclusivo sordo, posiblemente algo mojado, algo palatalizado ya en
algunas zonas, y se postula que algunas lenguas llegaron a una palatización
extrema de ese fonema originario.
(1) |
Vocabulario básico: |
Español |
Portugués |
Catalán |
Provenzal (Occitano) |
|
|
Lechuga Lecho Noche Leche |
Leituga Leito Noite Leite |
Lletuga Llit Nit Llet |
Lachuga Liéch Nuéch Lach
|
(2) |
Cognados |
/leĉúga/ /léĉo/ /nóĉe/ /léĉe/ |
/leit´úga/ /léit´o/ /nóit´e/ /léit´e/ |
/ʎǝtúhǝ/ /ʎit/ /nit/ /ʎet/ |
/laĉúgo/ /lj εĉ/ Nεĉ/ /laĉ/ |
(3) |
Correspondencias Sistemáticas |
ĉ |
t |
´ t |
ĉ |
(4) |
Fonema reconstruido Del protorromance: */t/ |
|
|
|
|
b).- Sintaxis. El ejemplo de la sintaxis servirá para mostrar cómo
opera y para qué sirve metodológicamente
el criterio de innovaciones compartidas.
Analizaremos un rasgo sintáctico de las lenguas de la Península Ibérica para
mostrar una posible división lingüística de la Iberorromania. Veamos. Todas las
lenguas romances tiene oraciones completivas de sustantivo con verbo conjugado
introducidas por un nexo que,
como se ejemplifica en (5) (se resalta
en negritas el sustantivo deverbativo regente y
el nexo introductor de la oración regida):
(5) |
español: tengo temor que vengas catalán: tots sentien el desig que
tu triomfesis portugués: deixei-me estar em casa, na esperança
que me chamase provenzal antiguo u occitano: tal paor ai que´ill sia trop de l´arma
|
Ello nos
permite inferir que esas lenguas están emparentadas y que la lengua madre, el
protorromance, debía emplear construcciones similares introducidas por algún
tipo de nexo subordinante. Ahora bien, el hecho de sólo el
portugués y el español, pero ninguna otra lengua romance, hayan introducido en
esas construcciones un nexo prepositivo de además del nexo que
(Company, “Datos sintácticos para la clasificación histórica del español), como
se ejemplifica en (6), permite postular
que esas dos lenguas realizaron una innovación compartida y que, por lo tanto, tienen entre sí un parentesco más
estrecho que respecto del catalán. Tal innovación compartida permite
subagruparlas y oponerlas al catalán, de manera que es posible trazar una isoglosa
sintáctica que divide o subagrupa la Iberorromania en dos zonas
lingüísticas: portugués y español de un lado, catalán de otro, a la vez que
aproxima esta lengua al francés y al provenzal, y lo adcribe, al menos para ese
rasgo gramatical, a la Galorromania más que a la Iberorromania.
(6) |
Español: tengo temor de que vengas Portugués: deixei-me estar em casa, na esperança
de que me chamase |
1.1.- La clasificación de las
lenguas romances
Con base en la distancia o proximidad estructural
respecto de la lengua madre, suele hacerse una clasificación general de las
lenguas romances en conservadoras e innovadoras, y suele aceptarse que la más
innovadora o distanciada del latín es el francés, y la más conservadora, o con
un mayor número de retenciones, es el sardo. Sin embargo, no debe perderse de
vista que cualquier clasificación supone, en cierta medida, una simplificación,
y que toda lengua es un conjunto de retenciones e innovaciones respecto de su
lengua madre, las cuales conviven de manera dinámica y equilibrada por siglos.
La
clasificación o subagrupación lingüística de las lenguas romances se basa en el
grado de parentesco y coincide, en buena medida, con las tres grandes zonas
geográficas de la Romania:
(a).- Romania
Insular: Cerdeña (sardo) y dialectos de Sicilia y Calabria (lucano),
(b).- Romania
Occidental: Galorromania (francés, provenzal,
francoprovenzal, gascón), Retorromania rético:
silvano, lugudorés; grisón), dialectos
del norte de Italia, e Iberorromania
(portugués, español, catalán?), y
(c).- Romania
Oriental: Dalmacia (vegliota, lengua desaparecida en el
siglo XIX), Rumania (rumano) y
dialectos del suroeste y centro de Italia.
Una
división aún más general y previa de la Romania permite escindir, en un primer
paso metodológico, la familia lingüística romance en dos grandes ramas:
Protorromance
Insular y Protorromance
Continental, dividido éste último a
su vez en Romania Occidental y Romania Oriental. El punto de partida,
como ya señalamos, es ellatín hablado,
el cual no debe entenderse como una derivación del latín clásico, sino como una
rama dialectal o modalidad paralela a él. El apéndice 2 muestra el árbol genealógico del tronco indoeuropeo y
puede ubicarse en él que una de las ramas finales corresponde a la familia
romance.
Los
criterios lingüísticos de clasificación descansan en, fundamentalmente, dos
pruebas:
(a).- El vocalismo, concretamente, tipos de fusión –denominada también
desfonologización, es decir, pérdida de una distinción fonémica- de las vocales
breves y largas anteriores y posteriores
del latín, es decir cómo se produjo la pérdida de cantidad y la reducción del sistema latino de diez
vocales a sistemas de siete y cinco vocales, como son los de las lenguas hijas, y
(b).- El
consonantismo o tipos de fonemas palatales creados, o
fonologizaciones. Algunos criterios adicionales de subagrupación son:
(c).- Si se produce o no lenición, suavización, consonántica y
grados de lenición,
(d).- Si se produce o no diptongación de vocales breves –e
incluso de las largas en algunas lenguas-, tipos de diptongación y bajo que condiciones
fonéticas,
(e).- Metafonía o cierre vocálico
en contextos palatales,
(f).- Así como tipos de síncopa de segmentos.
La clasificación se apoya muy marginalmente en morfología
y quedan casi por completo desatendidos los aspectos sintácticos y morfofonémicos.
La
fusión vocálica es la piedra clave para
la clasificación de las lenguas romances, y en ella reside también la
controversia de los diversos matices o propuestas de subagrupación de la
familia lingüística. Un análisis bastante
aceptado es el de Lausberg (Lingüística
románica). Según el autor, la Romania Insular habría fusionado la cantidad
vocálica por zona de articulación, como se muestra en (7 a) para dos de sus dialectos, y es la zona que se postula como el sistema más
conservador o arcaico; la Rommaniia Occidental habría fusionado atendiendo,
básicamente, a grados de apertura y
cierre de las vocales, como se ejemplifica en (7 b) para el español, y
la Romania Oriental habría establecido un sistema intermedio, calificado
por el autor como “sistema de compromiso” (Lausberg, Lingüística románica, v. 1, 213), y que se ejemplifica en (7 c)
para el rumano.
(7) a
b c |
ǐǐ˃i,
ĕĕ˃e, ǒö˃o, ǔü˃u (sardo) ǐïĕ˃i,
ĕ˃e, ǒ˃o, öǔü˃u (siciliano) ï˃i,
ǐë˃e, ĕ˃je, ǒ˃we, öǔ˃o, ü˃u (español) ï˃i,
ǐë˃e, ĕ˃je, ǒö˃o, ǔü˃u (rumano) |
Por
lo que respecta al español, su clasificación suele constituir un punto bastante
controvertido de la lingüística
románica. Aunque la tradición lingüística suele adscribirlo a la Romania
Occidental, lo cierto es ˃que ofrece nuestra lengua en buen número de
evoluciones que escapan a la fisonomía
general prototípica de lengua románica occidental, inconsistencias que,
apreciativamente, parecerían ser en el español más numerosas que en otros romances
occidentales.
Un ejemplo bastará: el español muestra tantos desarrollos
de
ǐ ˃ e: nňgru ˃ negro,
cǐrca ˃ cerca,
ǐpse ˃ ese, y de
ǔ ˃ o: ǔlmu ˃ olmo,
suǔrdu ˃ sordo, como es lo esperado para una lengua
romance occidental, cuanto de
ǐ ˃ i: fǐrme ˃ firme,
cǐrcu ˃ circo,
lǐbru ˃ libro,
y de
ǔ ˃ u: iǔgu ˃
yugo,
iǔncu ˃ junco,
pǔnctu ˃
punto, que es una evolución similar a la de los romances insulares:
igualmente, el español muestra la misma doble evolución
ante idénticos contextos palatales de yod:
mǐliu ˃ mijo,
pero
cǐlia ˃ ceja;
tǐinea ˃ tiña,
pero sǐgna ˃
seña.
Este tipo de inconsistencias, además de muchas otras, han
hecho que Malkiel (“Family tree / Wave theory. The Rommance evidencia”), muy
atinadamente a mi modo de ver,
calificara el hispanorromance como una
lengua conservadora en sus orígenes, próxima a los romances insulares, pero
progresivamente occidentalizada por oleadas sucesivas, migratorias y culturales,
de romanización occidental, entre otras: los visigodos expulsados por los
francos llevan a España un latín arromanzado de influencia gala, la reforma
carolingia se realiza en un latín arromanzado gálico y llega a España a través de él, el camino de
Santiago habría provocado un contacto intenso de los reinos de Castilla,
Navarra y Aragón con la Marca Hispánica y
la Galia, etc.
2.- Los grandes
cambios lingüísticos compartidos
Las
lenguas romances siguieron, como se mostró
en el apartado anterior, desarrollos fonológicos y gramaticales
divergentes, pero es posible enumerar algunos
cambios compartidos por todas o una gran parte de ellas.
En la Fonología todas las lenguas románicas:
1.- Perdieron la cantidad vocálica, que era
distintiva o fonémica en el latín, y redujeron el sistema vocálico de la lengua madre
2.- Convirtieron el acento demarcativo del
latín en acento distintivo o contrastivo, cambio este derivado de la
pérdida de cantidad, y
3.- Feneraron un complejo sistema de
consonantes palatales, palatalidad inexistente en el latín clásico.
En la Morfosintaxis, todas las lenguas
romances:
4.- Perdieron la flexión nominal de caso, si
bien suelen quedar residuos casuales en
los sistemas pronominales, el dativo es el caso que mejor se conserva, al menos
en la Romania Occidental e Insular.
5.- Perdieron el género morfológico neutro.
6.- Reestructuraron y simplificaron el
complejo sistema deíctivo de demostrativos latinos.
7.- Crearon un artículo a partir de algún
demostrativo latino; ille e ipse son los más comunes que se constituyen en base de artículos.
8.- Ampliaron el uso de los posesivos,
restringido en latín a una anáfora
reflexiva con anclaje referencial obligatorio al sujeto.
9.-Perdieron la morfología de voz pasiva y
pasaron a codificar esa categoría
mediante diversos tipos de perífrasis de significado pasivo: amor, amatur ˃ soy amado, es amado.
10.- Crearon un complejo sistema de
auxiliaridad, con uno o dos auxiliares haber
y/o ser, e integraron en el
paradigma verbal tiempos compuestos.
11.- Perdieron los tiempos futuros del latín clásico, cantabo, dican y crearon nuevas formas
de futuro a partir de perífrasis de significado obligativo o volitivo, y en
algunas lenguas esas perífrasis se
fusionaron y pasaron a tener estatus de formas verbales
simple: cantare habeo ˃ cantaré;
crearon al mismo tiempo de esta nueva futuridad, y modelado sobre ella,
un subsistema de tiempos condicionales o potenciales, simples y compuestos: cantare habetat ˃ cantaría, habría cantado;
12.- Ampliaron el uso de las preposiciones para nuevas
funciones gramaticales.
13.- Ampliaron la esfera de la reflexividad y
la voz media.
14.- Perdieron el verbo causativo iubeo, y fue facio el verbo que pasó a expresar la transitividad causativa, al mismo tiempo que ampliaron ese
ámbito funcional mediante la integración
de otros verbos no
originariamente causativos.
BIBLIOGRAFIA
Company Company, Conepción, “La formación de las lenguas
romances”, en Aurelio González y María Teresa Miaja de la Peña (eds.), Introducción a la Cultura Medieval, México, Facultad de Filosofía y
Letras, UNAM, 2005, pp. 11-123.
Company Company, Concepción, “Datos sintácticos para la
clasificación histórica del español”, en Beatriz Garza y Paulette Levy (eds.), Estudios de lingüística de España y México, México, UNAM y El
Colegio de México, 1991, 243-259.
Lausberg, Heinrich, Lingúística
románica, 2 vls. Madrid: Gredos, 1965.
Lloyd, Paul, “On the definition of “Vulgar Latin”. The eternal return”, Neuphilologische Mitteilungen, 80, 1979,
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Latin to Spanish.Philadelphia: The Philosophical Society, 1987.
Malkiel, Yakov,
“Comparative Romance linguistic”, en Th. A. Sebeok (ed.), Current trends in lingüístic, vol. 9: Lingüístic
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“The Classification of Romance
languages”. Romance Philology, 31-3
1978, 467-500.
“Family
tree/Wave Theory. The Romance evidence”. En I. Rauch y G. Carr (eds.), Language change. Bloomington: Indiana
University Press, 1983, 192-256.
Wright, Roger, Late Latin and early Romance in Spain and
Carolingian France. Liverpool: Francis Cairns, 1982.
APÉNDICE 1
Muestra de
vocabulario básico de las lenguas romances (1)
Plauto |
Moliere |
1600 |
|
|
Toscano |
|
Latín |
Francés |
Español |
Portugués |
Rumano |
Catalán |
Italiano |
13 avis |
Oiseau+ |
Pájaro+ |
Ave+ |
Pasãre+ |
Ocell+ |
ucello+ |
14 ordĕre |
Mordre+ |
Morder+ |
Morder+ |
Muscça O |
Mossegar O |
Morderé+ |
15 niger |
Noir+ |
Negro+ |
Preto- |
Negru+ |
Negre+ |
Nero+ |
16 sanguis |
Sang+ |
Sangre+ |
Sangue+ |
Sãnge+ |
Sang+ |
Sangue+ |
17flãre |
Souffler+ |
Soplar+ |
Soprar+ |
A sufla+ |
Bufar- |
Soffiare+ |
18 os |
Os+ |
Hueso+ |
Osso+ |
Os+ |
Os+ |
Osso+ |
19spĩrãre |
Réspirer+ |
Respirar+ |
Respirar+ |
Rãsufla- |
Respirar+ |
Respirare+ |
21 cremare, ardĕre |
Brũler- |
Quemar+ |
Arder+ |
A arde+ |
Cremar+ |
Bruciare+ |
22. puer,liberi |
Enfant- |
Niño- |
Menino- |
Copil- |
Nen- |
Fanciullo, |
23vestĕmenta |
Vĕtements+ |
Ropa- |
Vestido- |
Haine abiti+ |
Vestits+ |
Vestiti |
24 nũbês |
Nuage+ |
Nube+ |
Nuvem+ |
Nor+ |
Núbol+ |
Nuvola+ |
25 frigidus |
Froid+ |
Frio+ |
Frio+ |
Rece- |
Fred+ |
Freddo+ |
26 venĩre |
Venir+ |
Venor+ |
Vir+ |
A venit+ |
Yenir+ |
Venire+ |
27 coquere cibum |
Cuir+ |
Cocer+ |
Cozinhar+ |
A gãti- |
Cuinar- |
Cucinare- |
28 numerãre |
Compter- |
Contar- |
Contar- |
A socoti- |
Comptar- |
Contare- |
29 flĕre plorãre |
Pleurer- |
Llorar- |
Chorar- |
Plãnge- |
Plorar+ |
Piangere- |
30 cӕdere |
couper |
Cortar- |
cortar |
A tãaia- |
Tallar- |
Tagliare- |
31 saltãre |
Danser- |
Bailar- |
Bailar- |
A dansa,
danzare-zi+ |
Bailar- |
Ballare |
32 diĕa |
Jour- |
Día+ |
Dia+ |
Zi+ |
Dia+ |
Giorno- |
33 morĩ |
Mourir+ |
Morir+ |
Morrer+ |
A muri+ |
Morir+ |
Morire+ |
34 fodere |
Creuser- |
Cavar- |
Cavar- |
A sãpa- |
Cavar- |
Vangare- |
35 sordidus |
Sale- |
Sucio- |
Sujo- |
Murder- |
Brut- |
Sporco- |
36 canis |
Chien+ |
Perro- |
Cao+ |
Câine+ |
Gos- |
Cane+ |
37 bibere |
Boire+ |
Beber+ |
Beber+ |
A bea+ |
Beure+ |
Bere+ |
38 siccus |
Sec+ |
Seco+ |
Seco+ |
Uscat O |
Sec+ |
Seco+ |
39 obtǔsus |
Émoussé- |
Embotado- |
Embotado- |
Nãucit- |
Esmussat- |
Smussato- |
40 pulvis |
Poussière+ |
Polvo+ |
Pó+ |
Praf- |
Pols+ |
Polvere+ |
41 auris |
Oreille+ |
Oreja+ |
Orelha+ |
Ureche+ |
Orella+ |
Orecchio+ |
42 terra |
Terre+ |
Tierra+ |
Pã mânt+ |
Pimant+ |
Terra+ |
Terra+ |
43 edere |
Manger- |
Comer+ |
Comer+ |
A mânca- |
Menjar- |
Mangiare- |
44 ovum |
Oeuf+ |
Huevo+ |
Ovo+ |
Ouã+ |
Ou+ |
Uovo+ |
45 octǒ |
Huit + |
Ocho+ |
Oito+ |
Opt+ |
Vuit+ |
Otto+ |
46 oculus |
Oeil+ |
Ojo+ |
Olho+ |
Ochi+ |
Ull+ |
Occhio+ |
47 cadere |
Tomber- |
Caer+ |
Cahir+ |
A cãdea+ |
Caure+ |
Cadere+ |
48 longĕ |
Loin+ |
Lejos- |
Longe+ |
Departe- |
Lluny+ |
Lontano+ |
1.- Apud John Rea,
“The Romance data of the pilot studies for glottochronology”, en Thomas A.
Sebeok (ed.), Current trends in
linguistics. The Hague: Mouton, 1973, 335-367.
APÉNDICE 2
Familia lingúística
indoeruropea y ubicación de la subfamilia romance dentro de ella
PROTO-INDO-EUROPEO
ANATOLICAS |
CELTO-ITALO |
BALTO-ESLAVO-GERMANICAS |
ARIANO-GRECO-ARMENIAS |
|||
|
PROTO-CELTICO |
ITÁLICO |
GERMÁNICO OCCIDENTAL |
ESCANDINAVO GERMÁNICO NÓRDICO |
INDO-IRANIES |
GRIEGO |
HITITA PALANCO LIDIO LUWIANO LICIO
|
Córnico Bretón Galés Escocés Gaelico Irlandés Manx |
Latín Rumano Español Italiano Francés Osco-Umbrio |
Flamenco Holandés Bajo-Alemán Alto-Alemán Frisón Inglés |
Gótico Danés Sueco Islandés Noruego |
Armenio Iraní
antig Persa Pasthun Beluchi |
Aqueo Eólico Jónico Dórico |
|
|
|
|
BALTO-ESLAVO |
|
|
|
|
|
BÁLTICO |
ESLAVAS |
SÁNSCRTO |
|
|
|
|
Ruso-Antiguo Lituano Letón |
Serbio-Croata Búlgaro Esloveno Ucraniano Ruso
Blanco Gran
Ruso Polaco Checo |
Indhi Marati Guzrrati Penjabé Bengalí |
|
2.- Thomas V. Gamkrelidze y V.V.
Ivanov, The Indo-European Languaje and
the Indo-Europeans, Berlín-New York; Mouton de Gruyter, 1991
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