la guerra de los ochenta años
La guerra de los Ochenta Años (conocida
en España como guerra de Flandes y en los Países Bajos como guerra de
independencia de los Países Bajos)[6] fue una guerra que enfrentó a
las Diecisiete
Provincias de los
Países Bajos contra su soberano Felipe II de España. La rebelión contra el monarca comenzó
en el año 1568, en tiempos de Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos, y
finalizó en el 1648 con el reconocimiento de la independencia de las siete Provincias
Unidas, hoy conocidas
como Países Bajos. Como pretexto, las relaciones de Margarita con la nobleza
neerlandesa protestante nunca fueron del todo fluidas.
Este hecho, sumado a su inoperancia y a la distancia existente entre ambos
países, hizo que se fueran alejando cada vez más de la política española en
busca de sus intereses económicos y políticos con un aire de independencia que
comenzaba a gestarse en el ambiente. Los países que hoy se conocen como Bélgica y Luxemburgo formaban parte de las Diecisiete Provincias, pero
permanecieron leales a la Corona (los territorios bajo el dominio del Obispado de Lieja no formaban parte de las
Diecisiete Provincias, sino directamente estaban en el Sacro
Imperio Romano Germánico).
El
resultado final de la guerra de los Ochenta Años fue la independencia oficial
de los Países Bajos tras la Paz de Westfalia; pero no está tan claro
que esta fuera la causa de la guerra. Esta fue el resultado final de las
discrepancias entre la Monarquía Hispánica y
la parte de los súbditos a los que tenían que gobernar en estas provincias.
Las
Provincias Unidas emergieron de la guerra como una potencia mundial gracias a su
poderosa armada y flota mercante, y experimentaron un importante auge económico
y cultural.
Para la
Corona española, la independencia de las Provincias Unidas representó una gran
pérdida de prestigio. El mantenimiento económico de la guerra durante un
periodo tan prolongado contribuyó en gran parte a provocar las sucesivas bancarrotas de
la Corona española a lo largo de los siglos XVI y XVII,
y al hundimiento de la economía de España.
El Gran Duque de Alba, por Willem Key
(Rijksmuseum)
El inicio formal de
las operaciones bélicas se dio en la batalla de Heiligerlee el 23 de mayo de
1568, con la victoria de las tropas de Luis de Nassau, hermano de Guillermo de Orange, sobre las fuerzas locales
de la Corona que intentaban evitar la confrontación, muriendo el
estatúder Juan de Ligne. Las tropas de Luis serían derrotadas a
su vez por los tercios dirigidos por el duque de Alba en la batalla de Jemmingen, quedando el ejército
holandés destrozado (con apenas un centenar de muertos en el ejército real).
Esta derrota obligó a
Guillermo de Orange a refugiarse de nuevo en Alemania. Con Guillermo fuera de
los Países Bajos, sin muchos apoyos y con los principales líderes decapitados
parecía que el duque de Alba había terminado con la rebelión y urgió al rey a
poner en práctica la segunda parte del plan: el viaje de Felipe II a Flandes
ejerciendo el papel de soberano clemente con sus súbditos. El monarca no pudo,
o no quiso, viajar a Flandes, dejando al duque de Alba solo en su papel de
represor. La falta de dinero para pagar a sus soldados llevó al duque a imponer
un impuesto (alcabala) del diez por ciento sobre todas las compraventas,
medida que fue vista como un castigo colectivo, y que volvió a poner en su
contra a la población.
En 1572 el duque de
Alba debió hacer frente a varios intentos de invasión. Los mendigos del mar capturan en abril la ciudad
portuaria de Brielle y desde allí los puertos de Flesinga y Enkhuizen,
cerrando la salida al mar de las ciudades de Brabante y Holanda, las provincias más ricas de los Países
Bajos, con el fin de acabar con su comercio. El éxito de los mendigos del mar
fue la mecha que volvió a encender la rebelión por la región. Las ciudades de
las provincias de Holanda, Zelanda, Frisia, Güeldres y Utrecht reclamaban
la presencia de Guillermo, el cual volvió por el norte al frente de un ejército,
y su hermano Luis atacó desde el sur al mando de otro. El duque de Alba
reaccionó y pacificó el sur venciendo a las tropas de los rebeldes que sitiaban Mons, mientras en el norte su
hijo Don Fadrique asaltaba
y saqueaba las ciudades de Malinas, Zutphen y Naarden.
Tras el asedio de Haarlem, que finalizó el 11 de julio de
1573, sus habitantes pagaron 250 000 florines para escapar del
saqueo. Posteriormente el duque ordenó poner sitio a la ciudad de Alkmaar,
cuyos habitantes decidieron romper los diques que protegían sus campos del mar,
provocando la ruina de la ciudad, pero obligando al duque de Alba a levantar el
sitio. Mientras, Felipe II había optado por sustituir al duque de Alba
como gobernador para intentar una solución negociada al conflicto.
Rebeldes de Amberes arrastrando
la estatua del duque de Alba, en una
obra del pintor belga Charles Verlat.
Luis de Requesens
Luis de Requesens fue nombrado gobernador de
los Países Bajos en 1573 con el objetivo de buscar una salida negociada al
conflicto con los sectores más moderados de los rebeldes. Suprimió el Tribunal
de los Tumultos e inició conversaciones con los rebeldes en Breda sin
ningún resultado, ya que Felipe II pretendía la vuelta a la situación
anterior al estallido de la rebelión sin aceptar ningún tipo de libertad
religiosa ni autonomía política en sus dominios, algo inaceptable para los
rebeldes, como demostraba la resistencia de ciudades como Alkmaar y Leiden.
Paralelamente, la
falta de recursos económicos hacía inviable la victoria militar pese a algunos
éxitos conseguidos en este campo, como la batalla de Mook en la que perdieron la vida
dos hermanos de Guillermo de Orange. La falta de pagas indujo a los tercios a
amotinarse, impidiendo que después de esta batalla, tras la cual no quedaba
ningún ejército rebelde que pudiera oponerse a las tropas reales, Luis de
Requesens pudiera aprovecharse de ello para ocupar el territorio rebelde.
La muerte de Luis de
Requesens el 5 de mayo de 1576 fue aprovechada por Guillermo de Orange para que
las provincias de Holanda y Zelanda formasen un Estado federal del que fue
nombrado estatúder.
Don Juan de Austria
Mapa de los
territorios rebeldes a finales de 1572 en rojo, en amarillo las ciudades con
guarniciones españolas y en marrón los territorios leales a la Corona española,
pero autónomos.
A la muerte de Luis
Requesens, Felipe II nombró a su medio hermano Don Juan de Austria gobernador de los Países
Bajos con el mismo objetivo de negociar un acuerdo. A su llegada, en noviembre
de 1576 se produjo el famoso saqueo de Amberes por parte de las tropas
mercenarias al servicio de la Corona española, las cuales estaban formadas por
alemanes, italianos y españoles (solo un 20 % de estos formaba parte del
ejército amotinado durante el saqueo) (4 y 5 de noviembre). Este hecho puso a
todas las provincias en contra de la Corona e hizo que se comprometieran,
mediante la firma de la denominada Pacificación de Gante (8 de noviembre de
1576), a luchar unidas para expulsar a los ejércitos afines a la misma.
A principios de 1577,
Juan de Austria comienza a negociar con los Estados Generales, los
cuales, a pesar de todo, se mostraban profundamente divididos. Los Estados
Generales reclamaban que la Corona negociase con Guillermo de Orange y que las
tropas españolas, especialmente los «tercios viejos», abandonasen el
territorio. Juan, por su parte, reclamaba su reconocimiento como gobernador de
los Países Bajos y la restauración del catolicismo como religión oficial.
Aceptadas las condiciones por ambas partes, Don Juan pudo entrar en Bruselas y
firmó el 12 de febrero de 1577 el Edicto Perpetuo por el que se
comprometía a retirar los tercios viejos de los Países Bajos en un plazo de
veinte días, eliminaba la Inquisición y reconocía las libertades flamencas a
cambio del reconocimiento de la soberanía de la Corona española y la
restauración de la fe católica en el país. Guillermo de Orange entró en
Bruselas en el séquito de Don Juan de Austria.
Sin embargo, aunque
los tercios se retiraron a Italia, la situación se deterioró rápidamente. A
pesar de que se tomaron medidas que aseguraban la tolerancia religiosa, se
incrementaba la autonomía política y se reconocía a Guillermo de Orange como
gobernador (estatúder) de Holanda y Zelanda, al tiempo que los Estados
Generales reconocían a Don Juan como gobernador, las provincias rebeldes
proseguían en su empeño de alejarse de la monarquía hispánica. Las provincias
protestantes, Holanda y Zelanda, no aceptaron el retorno del catolicismo. Los
calvinistas ofrecieron la soberanía de los Países Bajos a Francisco de Valois. Por otro lado, las
provincias católicas ofrecieron la soberanía de los Países Bajos al
archiduque Matías de Habsburgo, hermano del
emperador Rodolfo. Los Estados
Generales le nombraron gobernador en julio de 1577. Brabante aceptaba a Guillermo de Orange
como ruwaard (guardián), haciendo este su entrada en Bruselas
(24 de septiembre de 1577).
Ante estos hechos,
Don Juan se refugió en Namur (24 de julio de 1577), al tiempo que llamaba de
regreso a los tercios, los cuales arribaron a finales de 1577 al mando de Alejandro Farnesio,
tercer duque de Parma. Los rebeldes se vieron forzados a
evacuar Bruselas y Amberes. A principios de año, las tropas realistas se
enfrentaron al nuevo ejército rebelde en la batalla de Gembloux (31 de enero de 1578),
destruyéndolo completamente. Juan de Austria murió en Namur al contraer
el tifus en octubre de 1578, nombrando como gobernador de los Países
Bajos a Alejandro Farnesio, decisión más tarde confirmada por Felipe II.
Mapa tras el Tratado
de Utrecht (carta de independencia) en 1579, los territorios rebeldes en naranja
(independentistas), y sus anexiones durante el primer año en un tono más claro.
En colores amarillentos, los territorios de la Unión de Bruselas, territorios
que habían pedido al rey de España que sacara los tercios de Flandes tras el
motín de los tercios y el saqueo de Amberes (neutrales, que reconocían la
autoridad real). Rayados, territorios tomados por España inicialmente. En azul
la Unión de Arrás, aliada de España. En morado, el Obispado de Lieja, aliado de
España. En verde, otros aliados españoles
Con la mayor parte de los Países Bajos en
manos de los rebeldes, los calvinistas se lanzaron a la persecución de los
católicos, asesinando a religiosos y encarcelando a los católicos partidarios
del rey. La independencia de los Países Bajos se identificaba cada vez más con
el calvinismo, lo cual fue aprovechado por Alejandro Farnesio.
Así, las provincias
católicas del sur se reconciliaron con el rey para contar con su protección
contra la intolerancia que ahora mostraban los protestantes. El 6 de enero de
1579, Alejandro Farnesio firmaba con las provincias de Hainaut y Artois, y
la ciudad de Douai, la Unión de Arras por la que reconocían la
autoridad del rey. En respuesta, las provincias rebeldes de Holanda, Zelanda, Utrecht, Güeldres y Zutphen firmaban
la Unión de Utrecht (23 de enero) por la que
rechazaban cualquier intromisión extranjera en sus asuntos y creaban el Estado
de las Provincias Unidas de los Países Bajos o también llamada República de los
Siete Países Bajos Unidos (Frisia, Groninga, Güeldres, Holanda, Overijssel,
Utrecht y Zelanda). La Unión de Arras reconoció la soberanía real sobre su
territorio y declaró su confesión católica el 17 de mayo de 1579.
El 15 de marzo de
1580, Felipe II declaraba fuera de la ley a Guillermo de Orange y ponía
precio a su cabeza. Este, libre ya de toda atadura, abjuró públicamente de su
obediencia al rey y consiguió que los Estados Generales reunidos en La Haya hiciesen
lo mismo el 26 de julio de 1581, declarando destituido a su soberano. Mediante
el acuerdo alcanzado, las provincias rebeldes proclamaban formalmente su
independencia y nombraban gobernador a Francisco de Anjou, duque de Alenzón y heredero
del trono de Francia. Sin embargo, el duque no era bien visto por una
parte de los rebeldes y, aunque este, con ayuda de tropas francesas, intentó
tomar Amberes, fue rechazado (Ataque a Amberes en el 17 de enero de 1583).
Negociaciones posteriores mantenidas en la ciudad de Colonia entre los católicos y protestantes
no obtuvieron resultado alguno.
Alejandro Farnesio y la
toma de Amberes
Mientras, Alejandro
Farnesio proseguía con la recuperación de las provincias rebeldes. Se concluye
el asedio de Maastricht en
julio de 1579, apodera de las ciudades de Tournai (1581),
En 1583 reconquista
los puertos más importantes de la costa flamenca, Dunkerque y Nieuwpoort-
En 1584 se centra en
las ciudades del interior, ocupa Brujas y Gante,
y coincidiendo con la muerte del duque de Anjou y el asesinato de Guillermo de
Orange, en julio de 1584 pone sitio a la ciudad de Amberes.
Este asedio, que mantuvo en vilo a toda Europa a la espera del vencedor,
representó un derroche de medios e ingenio por ambas partes durante los trece
meses que fueron necesarios para forzar la rendición de la que probablemente
era la ciudad más rica y más populosa de Europa y cuya toma representaba la
determinación de la Corona española en recuperar los territorios perdidos y en
el mantenimiento de la Iglesia católica.
La razón clave y
actualmente admitida del avance de Alejandro Farnesio está en el nuevo uso de
«asientos» que permitía enviar dinero sin transportar el oro físicamente, sería
pues la economía una pieza clave.
La intervención extranjera
y la intervención en el extranjero
La ininterrumpida
serie de éxitos militares del duque de Parma en los Países Bajos y la coincidencia
de la muerte del duque de Anjou (junio de 1584) con la de Guillermo de Orange
(julio de 1584) hizo pensar a Inglaterra que la rebelión, falta de líderes y de
ayuda, estaba a punto de ser derrotada. Al mismo tiempo, con la formalización
de una alianza entre el líder del partido católico francés —Enrique, duque de Guisa— y la Corona
española para evitar la subida al trono francés del protestante Enrique de Navarra y
apoyar a los católicos en caso de una guerra civil, Felipe II obtenía la
seguridad de que no sería atacado por Francia y que esta no se inmiscuiría en
los asuntos de los Países Bajos. El rey francés, Enrique III, tras llegar,
a su vez, a un acuerdo con el duque de Guisa, rechazó asumir el papel del duque
de Anjou como soberano de los Países Bajos y retiró la ayuda que les prestaba.
La Grande y Felicísima Armada española
contra la inglesa.
Los éxitos españoles,
tanto militares como diplomáticos, junto a la unión con Portugal en
los inicios de la década de 1580, hicieron aumentar considerablemente la
sensación de aislamiento de Inglaterra. Tras tener noticia de los acuerdos de
Felipe II con el duque de Guisa (en diciembre de 1584) y de la caída de
Amberes en manos de Alejandro Farnesio (agosto de 1585), Isabel I de Inglaterra decidió
intervenir directamente en favor de la rebelión con el objetivo de desgastar a
España. Isabel I proporcionó a los rebeldes holandeses 6000 soldados de su
ejército, al mando del conde
de Leicester, quien, en contra de la voluntad de la reina, aceptó el
nombramiento de gobernador y se comprometió a sufragar una cuarta parte de los
gastos militares de las provincias rebeldes. Aunque el cuerpo expedicionario
inglés fue totalmente derrotado, la ayuda prestada por Isabel I a los rebeldes
neerlandeses y a la piratería, así como la destrucción y el saqueo de ciudades
costeras, fueron los motivos que decidieron el intento de invasión de
Inglaterra con la Gran Armada de 1588.
Durante 1586 y 1587, el duque de Parma dirigió sus
esfuerzos a organizar el ejército y a los preparativos necesarios para embarcar
al ejército de Flandes en los buques de la armada que debían recogerlos en
el canal de la Mancha, tomando las ciudades
de Ostende y Sluis. Tras el fracaso de la Armada, España
intervino en Francia en 1589 en apoyo de la Liga
Católica.
Esta intervención en las guerras
de religión de Francia, hasta el año 1598, fecha de la promulgación del Edicto de Nantes, mantuvo ocupado en
Francia a gran parte del ejército de Flandes y obligó a seguir una estrategia
defensiva en los Países Bajos.
Por
su parte, los Estados Generales de las provincias del norte decidieron no
nombrar ningún nuevo gobernador y asumir ellos mismos la soberanía, creando así
la República de las Provincias Unidas (12 de abril de 1588).
Mapa de 1590 tras Alejandro Farnesio:
los territorios rebeldes en naranja (la República), y sus conquistas una
tonalidad más clara del mismo color; en verde los territorios españoles y en
amarillo el obispado de Lieja, aliado de los españoles.
A partir de 1590,
tras la marcha del duque de Parma a Francia —donde morirá en 1592—, los
rebeldes neerlandeses, liberados de la presión a la que les sometía el duque,
pudieron tomar la iniciativa.[8] Por otro
lado, la crónica falta de dinero de la monarquía hispánica propició un periodo
de continuos motines entre los años 1589 y 1607, que limitaron la capacidad del
ejército. En 1590 los holandeses conquistaban Breda por sorpresa.
Entre 1591 y 1592 consiguieron ocupar gran parte de las provincias de Güeldres y Overijssel,
situadas al norte de los ríos Rin y Mosa,
y en julio de 1594 completaban la conquista de la provincia de Groninga en
el norte, con lo que se creaba un frente más corto, desde La Esclusa, en el mar, hasta
el Ducado de Cléveris, al este
de Nimega.
Frisia pasó a manos neerlandesas.[8] La
división del ejército del Flandes en dos grupos para combatir a franceses y
holandeses y la marcha a Francia de las mejores tropas le permitió al ejército
de Mauricio de Nassau recobrar gran parte de las ciudades conquistadas en la
década anterior por Alejandro Farnesio.[8]
El archiduque Alberto y la infanta Isabel, soberanos
de los Países Bajos, duques de Borgoña, Brabante, Luxemburgo, condes palatinos
de Borgoña, de Flandes, Holanda, Zelanda...
En 1595
Felipe II nombró gobernadora de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia,
esposa del archiduque Alberto de Austria los
cuales se convirtieron, a la muerte del rey en 1598, en soberanos de
los Países Bajos, al heredar aquella la Corona. La defensa y la política
exterior del país quedaron de todas formas en manos de la Corona española.
Tras la muerte
de Guillermo de Orange, el mando
del ejército de las provincias rebeldes pasó a su hijo Mauricio de Orange-Nassau, que
lo reformó, haciendo de él un peligroso oponente al ejército de Flandes, como
se demostró en la batalla de Nieuwpoort (1600),
donde por primera vez las tropas neerlandesas vencieron a la españolas en campo
abierto. Esta victoria, sin embargo, resultó pírrica, pues el ejército holandés
no logró levantar en su favor a la población de la región como había esperado
y, dadas las pérdidas que sufrió en el combate, hubo de retirarse.[9] Paradójicamente,
el revés de Nieuwpoort favoreció a los archiduques, que comenzaron a recibir
mayor ayuda y respaldo de sus súbditos flamencos.[9] En 1601,
emprendieron el largo asedio del padrasto —fortaleza enemiga en territorio
propio— de Ostende, que se dilató hasta
1604.[9]
Retrato de Mauricio
de Nassau
La forma de la guerra
La estabilización de
la frontera cambió la forma de hacer la guerra practicada en Flandes. De una
continua e intensiva serie de escaramuzas, golpes de
mano, asaltos, tomas de pueblos y ciudades, salpicados con alguna
batalla a lo largo de una frontera irregular, se pasó a un pulso anual de
resistencia en que cada ejército sitiaba una o varias ciudades enemigas, que
usualmente contaban con modernas fortificaciones, durante largos asedios
en los que era necesario emplear a todo un ejército para finalmente rendir por
hambre a la ciudad. El intento de la parte contraria por levantar el sitio de
una ciudad asediada, enviando a un ejército en su ayuda, llevó a un aumento de
las batallas en campo abierto.
A partir de la década
de los noventa y hasta el final de la guerra, la mayor parte de los
enfrentamientos entre españoles y neerlandeses se dieron por el control de las
ciudades ribereñas de los ríos IJssel, Mosa y Waal,
donde muchas de las ciudades cambiaron de mano más de una vez.
Para evitar los intentos del ejército de
Flandes de invadir el territorio y tomar las ciudades rebeldes, los
neerlandeses construyeron un muro defensivo a lo largo de la orilla de los ríos
Ijssel y Mosa que enlazaba con las fortificaciones de las ciudades y que
consiguió evitar el intento de invasión realizado por los españoles en 1606.
La Tregua de los Doce Años
Tras la derrota en
Francia de la Liga Católica y sus aliados españoles, el nuevo rey
francés, Enrique IV conseguirá
extender su influencia por el sur de Alemania, Suiza y el norte de Italia (Tratado de Lyon) del 17 de
enero de 1601, pudiendo cortar fácilmente el Camino Español, poniendo en
peligro las comunicaciones por tierra entre la Lombardía y
Flandes.
La muerte de la reina Isabel en 1603 abre el
camino para una paz con Inglaterra que acaba con la ayuda que prestaban los
ingleses a los neerlandeses.
El 29 de septiembre
de 1603 se entrega a Ambrosio Spínola el mando
de las tropas que llevan dos años sitiando la ciudad de Ostende con la promesa
de reconquistarla en el plazo de un año, lo cual logra el 22 de septiembre de
1604. Gracias a su victoria fue nombrado maestre de campo general
y el año siguiente superintendente de
Hacienda, con lo que se hacía con todo el mando y los ingresos del ejército. El
mismo año, empero, los holandeses se adueñaron de La Esclusa en
abril,[10] importante
ciudad cuya posesión había permitido hasta entonces a los españoles realizar
incursiones en el Flandes holandés.[9] El auxilio
de la plaza resultó un fracaso.[9]
Ya desde 1600, Felipe III quería
una tregua en los Países Bajos que los neerlandeses rechazaban, ya
que su situación era mucho mejor que en épocas anteriores, pero la toma de
Ostende en septiembre[10] dejó libre
al ejército para emprender de nuevo la ofensiva. En 1604 se diseñó la
estrategia para forzar a los holandeses a negociar y poner fin a la guerra.[11] En 1605,
los holandeses trataron infructuosamente de conquistar Amberes.[12] Durante
1605 y 1606 el ejército de Flandes flanqueó la barrera defensiva construida por
los neerlandeses y consiguió tomar las ciudades de Oldenzaal, Lingen, Wachtendonk,
el castillo de Cracau (Krefeld), Lochem, Groenlo, Bredevoort, Rheinberg y
derrotar a Federico y
a su hermano Mauricio de Nassau en
la batalla de Mülheim.[13] Pero pese
a estas victorias no puede penetrar profundamente en el territorio rebelde.[14] La falta
de pagas para los soldados provocó que se produjeran los mayores motines de
tropas ocurridos hasta entonces y que hacían inviable continuar con la campaña.
El 14 de diciembre el Consejo de Estado aconseja
al rey abandonar Flandes. Inesperadamente los neerlandeses hicieron una oferta
de cese de hostilidades y la lucha finalizó el 24 de abril de 1607. Las
negociaciones continuaron hasta el 9 de abril de 1609 en que se firma la Tregua
de Doce Años.[15]
La reanudación de la
guerra
La Rendición de Breda, cuadro
pintado por Velázquez en 1634.
En 1622, un ataque
español sobre la plaza de Bergen op Zoom fue repelido.
En 1625, Mauricio moría mientras España ponía sitio a la ciudad de Breda. Su
medio hermano Federico Enrique de
Orange-Nassau tomó el mando del ejército, pero finalmente el
comandante genovés al servicio de España Ambrosio Spinola tuvo
éxito y ocupó Breda (episodio inmortalizado por Velázquez en su famoso
cuadro Las Lanzas). Sin embargo,
tras esta gran victoria, la partida se fue inclinando del lado neerlandés.
Federico Enrique conquistó en 1629 la
plaza de Bolduque (en el norte
de Brabante), considerada
inexpugnable. Esta pérdida constituyó un serio revés para España.
Tres años después, en 1632, Federico Enrique capturó Venlo, Roermond y Maastricht durante la famosa marcha del Mosa
No obstante, los posteriores intentos de
atacar Amberes y Bruselas fallaron.
Los neerlandeses se vieron decepcionados por la falta de apoyo de la población
flamenca debido fundamentalmente a las diferencias religiosas: mientras que los
neerlandeses eran calvinistas, los flamencos eran católicos.
La guerra en ultramar
Las posesiones de los
Estados contendientes ya no se circunscribían a Europa, por lo que además la
guerra se extendió a las colonias de estos. En el caso español, la unión dinástica con
Portugal había puesto bajo la soberanía de los Habsburgo españoles el inmenso
imperio colonial portugués. Así, se dieron enfrentamientos en las Indias
Orientales (en Macao, en Ceilán,
en Formosa y en las Filipinas)
y en las Indias Occidentales, sobre todo en Brasil.
La mayor parte de estos conflictos se denominaría guerra luso-neerlandesa. En
las colonias occidentales, la mayor parte de los problemas se originaron con
las actividades de corsarios holandeses, que actuaban en las rutas
mercantiles del mar Caribe. En este frente de
la guerra el acontecimiento más resaltado fue la captura de 16 barcos de
la Flota de Indias por parte
del corsario holandés Piet
Hein en 1628 en la batalla de la bahía de
Matanzas, logrando un gran botín, el mayor que perdió la Flota de
Indias.
Estancamiento
Todos los bandos de
la guerra llegaron a comprender que España nunca conseguiría restaurar su poder
sobre los territorios al norte del delta del Mosa y
del Rin,
y que las Provincias Unidas septentrionales
nunca lograrían conquistar las provincias del sur. En 1639 una armada española
llegó a Flandes con 14 000
soldados para contribuir a las operaciones en el norte. Sin embargo, la armada
fue derrotada decisivamente en la batalla de las Dunas al
atracar en el teórico territorio amigo inglés. Esta victoria no solo tuvo
consecuencias en la guerra de Flandes, sino que marcó también el fin de España
como la potencia marítima dominante en el mundo.
En 1643 Felipe IV dio
instrucciones al secretario Francisco de Galarreta para
iniciar conversaciones de paz con los neerlandeses que condujeran a la paz
definitiva.[16]
La
paz
El 30 de enero de
1648 la guerra en los Países Bajos terminó con el Tratado de Münster. Este
tratado, firmado entre España y las Provincias Unidas, era solo una parte de
la Paz de Westfalia (que
ponía fin a la guerra de los Treinta Años).
La República de las
Provincias Unidas fue reconocida como estado independiente y
conservó muchos de los territorios que había conquistado durante los últimos
compases de la guerra.
Sucesos
militares destacados
Batalla de Gembloux, por Johann Wilhelm Baur
- Batalla de Heiligerlee, 23 de mayo de 1568
- Batalla de Jemmingen, 21
de julio de 1568
- Batalla de Jodoigne, 16
de octubre de 1568
- Asedio de Mons,
1572
- Asedio de Haarlem,
desde diciembre de 1572 hasta julio de 1573
- Batalla de Haarlemmermeer, 26
de mayo de 1573
- Asedio de Alkmaar,
desde agosto de 1573 hasta el 8 de octubre de 1573
- Batalla de Mook, 15 de abril de 1574
- Asedio de Leiden,
desde mayo de 1574 hasta el 3 de octubre de 1574
- Saqueo de Amberes,
desde el 4 de noviembre hasta el 7 de noviembre de 1576
- Batalla de Gembloux, 31
de enero de 1578
- Asedio de Maastricht,
1579
- Batalla de Noordhorn, 30
de septiembre de 1581
- Batalla de Steenbergen,
1583
- Asedio de Amberes,
desde 1584 hasta 1585
- Batalla de Empel, 7
y 8 de diciembre de 1585
- Sitio de Venlo (1586)
- Batalla de Zutphen (1586)
- Asedio de Deventer (1591)
- Batalla de Turnhout,
1597
- Asedio a Las Palmas de Gran
Canaria, 1599
- Batalla de Nieuwpoort, 2
de julio de 1600
- Asedio de Ostende,
desde 1601 hasta 1604
- Asedio de Groenlo,
desde el 3 hasta el 14 de agosto de 1606
- Asedio de Breda,
1625
- Asedio de Grol,
1627
- Asedio de Bolduque,
1629
- Sitio de Lovaina,
1635
- Batalla de Lizard Point,
1637
- Batalla de Kollum,
1638
- Batalla de Cabañas,
1638
- Batalla de Dunkerque,
1639
- Batalla de las Dunas, 21
de octubre de 1639
- Asedio de Hulst, 1645
- Sitio de Venlo,
octubre de 1646
Referencias
1. [1]
Clodfelter, 2017, p. 39.
2.
[2]
Clodfelter, 2017, p. 17.
3.
[3]
4.
[4]
Clodfelter, 2017, p. 16.
5.
[5]
Kamen, Henry
(2014). Spain, 1469-1714: A Society of Conflict. Routledge. p. 193.
6.
[6]
Maanen, Hans van
(2002). Encyclopedie van misvattingen. Boom. p. 68. ISBN 90-5352-834-2.
7.
[7]
Schulze Schneider,
Ingrid (2008). La leyenda negra en España - Propaganda en la guerra de
Flandes (1566-1584). Editorial Complutense. p. 8. ISBN 978-84-7491-928-8.
8.
[8]
De Mesa Gallego, 2009, p. 19.
9.
[9]
De Mesa Gallego, 2009, p. 22.
10.
[10]
De Mesa Gallego, 2009, p. 37.
11.
[11]
De Mesa Gallego, 2009, p. 23.
12.
[12]
De Mesa Gallego, 2009,
pp. 60, 62.
13.
[13]
De Mesa Gallego, 2009,
pp. 75, 78-79, 89-90, 92, 94.
14.
[14]
De Mesa Gallego, 2009,
p. 152.
15.
[15]
De Mesa Gallego, 2009,
p. 177.
16.
[16]
Colección de documentos inéditos para la
historia de España, vol. LIX, pags. 205-413.
Bibliografía
- Clodfelter, Micheal (2017). Warfare
and Armed Conflicts: A Statistical Encyclopedia of Casualty and Other Figures,
1492-2015 (en inglés).
Jefferson, North Carolina: McFarland. ISBN 978-0786474707.
- Geoffrey Parker. La revolución militar.
Alianza Editorial. ISBN 84-206-6790-0
- Geoffrey Parker. La gran estrategia de
Felipe II. Alianza Editorial. ISBN 84-206-2902-2
- Geoffrey Parker. El ejército de Flandes y el
camino español. Alianza Editorial. ISBN 84-206-2933-2
- De Mesa Gallego, Eduardo
(2009). La pacificación de Flandes : Spínola y las campañas
de Frisia (1604-1609). Ministerio de Defensa,. ISBN 9788497814928.
- Manuel Fernández Álvarez. Felipe
II y su tiempo. Espasa Calpe. ISBN 84-239-9736-7
- Julio Albi de la Cuesta. De Pavía a Rocroi. Balkan
Editores. ISBN 84-930790-0-6
- Fernando Martínez Laínez. Una pica en
Flandes. Edaf. 2007. ISBN 84-414-1947-6
- Antonio Gómez. Con balas
de plata. 700 combates de la Casa de Austria 1631-1640. Kindle Edition
2016.
https://www.wikiwand.com/es/articles/Guerra_de_los_ochenta_a%C3%B1os