sábado, 23 de diciembre de 2017

GREGORIO M. DE GUIJO
DIARIO
1648 - 1664

Se consignan día por día los hechos notables, así del gobierno como de los particulares, dándose puntual noticia de los fenómenos naturales, de las acciones públicas y aun de lo que corresponde a los individuos de más viso. Apuntamientos formados a la hora misma y bajo la impresión de los sucesos, es como un boletín de la ciudad y de la Nueva España, y viene a desempeñar el papel de esa multitud de párrafos que hoy acostumbran nuestros periódicos, para poner al corriente a nuestros suscriptores de cuanto se susurra en la ciudad y en los Estados. Según palabras del Presbítero Bachiller don Gregorio Martín de Guijo.

AÑO DE 1648

Domingo 18 de enero, se publicó la elección de abad de San Pedro, en el Lic. D. Gonzalo Carrillo de la Cerda, abogado de presa del Santo Oficio y capellán del santuario de Nuestra Señora de los Remedios.

Navío de Panamá. Viernes 20 de febrero, vino nueva de Autlán de que se había visto nao de Filipinas; no fué sino de Panamá, que venía a llevar al virrey conde de Salvatierra al Perú; y por haber dos años que no venía nao de China, el dicho conde despachó ésta de Panamá con socorro a aquellas islas, y por capitán de ella a Juan Romero.

Fuego de Acapulco. Por este mes de febrero se prendió fuego en la iglesia de San Nicolás del puerto de Acapulco, y de allí, por hacer viento, pasó y prendió en las casas y se quemó la mayor parte, y mucha hacienda; y de treinta y seis cajones grandes que tenía allí D. Sebastián de Corcuera, gobernador que había sido de Manila y al presente estaba allá preso, sólo se pudieron escapar los seis, y los treinta restantes se abrasaron, y perdió en esta quema dicho Corcuera millares de ducados.

Dedicación de la iglesia de la Encarnación. En 7 de marzo, día sábado, témporas de Cuaresma, se dedicó la iglesia de la Encarnación, que fabricó Álvaro de Lorenzana, su patrón, habiéndose puesto la primera piedra en esta segunda edificación a 18 de diciembre de 1639.

Fuego. Domingo 29 de marzo, en la noche,se prendió fuego en los cajoncillos de las negras, orilla de la acequia real: huno sospechas de que alguno hizo este daño.

Auto del Santo Oficio. Lunes 30 de marzo, celebró el Santo Oficio auto de fe particular, en la iglesia de la casa Profesa, de veintiocho personas. A las siete de la mañana se comenzaron a leer las causas, y duraron hasta las seis de la tarde: uno fue Gaspar de los Reyes (a) fray Gaspar de Alfar, que llamaron "abad de San Antón", por haber administrado los sacramentos y haber dicho mucha cantidad de misas sin tener órdenes algunos. Otro fue Martín de Villavicencio, aquien unos llamaron Martín Droga, y otros Martín Lutero, que fue el famoso Martín Garatuza, por haber dicho misas y confesado diferentes personas sin estar ordenado; otro por haberse casado siendo religioso profeso y sacerdote; por por sospechoso en la secta de Mahoma; otro por dos veces casado; una partera y curandera por sospechosa de pacto con el demonio, y los demás por judaizantes.
     Martes 31, azotaron por las calles a los penitenciados en el auto del día antecedente. Al abad de San Antón, que fue condenado a galeras perpetuas, le dieron trescientos azotes; a Garatuza doscientos, y condenados en cinco años precisos de galeras.

Despacho a Filipinas. Domingo de ramos 8 de abril, se hizo a la vela el navío que se despachó a Filipinas, que había venido de Panamá a llevar al Conde de Salvatierra por virrey. Fueron treinta religiosos dominicos.

Incendio. En 18 de abril a las once de la noche, hubo un incendio en la calle de San Francisco, en las casas que eran de Cuéllar y en otras en que vivía el Dr. de Prado Serna.

Corsario. A 26 de abril, saliendo del puerto de Campeche una fragata para esta Nueva España, que traía valor de cien mil pesos, la varó en tierra un corsario y robó cuanto en ella iba.

Aviso de esquina. Mercedes. A 30 de dicho, vino nueva de que a 25 de él llegó a la Veracruz aviso de España. Vinieron proveídas las cuatro canongías de oposición, y por gobernador de este reino el obispo de Campeche D. Marcos de Torres y Rueda, promoviendo el conde de Salvatierra al Perú. Oidor de Filipinas el Dr. Francisco de Solís, catedrático de prima de cánones, que al presente estaba preso por ser de la parte del Sr. Palafox. Vinieron cédulas de reprensión a dicho Salvatierra y al arzobispo, y multado en mil pesos el asesor del virrey D. Mateos de Cisneros, por los pareceres que dió contra el Sr. Palafox, y otras a los provinciales de Santo Domingo y la Compañía, de severa reprensión, por haber nombrado conservadores en causa remota, y que éstos los absuelva al señor obispo, y que se remitam al consejo todas las bulas que alegan para reconocer si están pasadas por él. La residencia de D. Luís Valdés que fue gobernador de la Nueva-Vizcaya, viene cometida al oidor D. Andrés Gómez de Mora. Vinieron en este aviso proveídas las cuatro canongías de oposición en los sujetos que adelante se menciona,
     Miércoles 13 de mayo de 1648, entre diez y once del día salió de esta ciudad el Sr. Conde de Salvatierra, virrey que fue de ella, y la gobernó desde el 15 de noviembre de 1642 hasta dicho día, que son cinco años y seis meses menos dos días. Fuése a la villa de San Agustín de las Cuevas, de donde salió para el puerto de Acapulco, a 16 de dicho mes, y llevó en su compañía a la señorasu mujer para embarcarse para el reino del Perú, donde va por virrey. Hízose a la vela a 6 de junio de dicho año.

Gobierno del Illmo. Sr. Dr. D. Marcos de Torres y Rueda, obispo de Yucatán, provincia de Campeche. Miércoles 13 de mayo de 1648, después de las cinco horas de la tarde, vino el dicho señor obispo a esta ciudad de México, de la villa de Tacuba, extramuros de esta ciudad, acompañado de todos los señores de la real hacienda, crimen y fiscales, regimiento y nobleza del reino.
     Entraron en carrozas, vía recta por la Calzada de Chapultepec y calle de San Juan, hasta la esquina dl convento de San Francisco, y de allí a palacio. Colgáronse las calles para este efecto, y dadas las oraciones, se encendieron por toda la ciudad luminarias, por mandado de D. Diego Orejón, caballero del orden de Santiago, regidor de esta ciudad y corregidor nombrado de ella por el conde de Salvatierra, e ínterin que S. M. le proveía en propiedad. Respecto de no haber cumplido esta ciudad con el asiento que hizo con S. M. de los millones para los alimentos para la armada real, que gobernó este reino el marqués de Cadereita, armó en el puerto de la Veracruz para guarda de las flotas que de él se despacha. Llegado el señor obispo al real palacio, mostró la real cédula de S. M. y fue recibido por gobernador, y asimismo se abrió un pliego que llegó en el aviso que este mes de mayo surgió en dicho puerto, y en él se halló una real cédula en que S. M. manda al dicho señor obispo no estorbe el viaje al dicho conde, ni le detenga por cualquier causa que se ofrezca; y otra cédula para que no innove en las provisiones de corregidores, alcaldes mayores, justicias, y otros oficios que haya dado eldicho conde, salvo si tuvieren causa para removerlos. El dicho señor obispo llegó a este reino de los de Yucatán, en 24 de noviembre de 1647, y estuvo en dicha villa retirado hasta dicho día de 13 de mayo, que fueron cinco meses y veinte días, donde le alimentaron los dichos condes, y porque hubo nuevas en este reino de haber llegado un navío del Perú a Acapulco, a los 20 de febrero de dicho año, y pareciéndole al dicho señor obispo haber llegado el caso para tomar el gobierno, entró en esta ciudad a 22 de este mes y se aposentó en una casas enfrente de San Agustín, y en ellas estuvo un día y una noche. Habiendo hecho sus diligencias, el día siguiente 23 se le notificó una provisión del real acuerdo para que se volviese a la villa hasta que llegue el caso, y así se volvió luego al punto; y llegando a la huerta donde posaba, halló toda la casa descolgada, y la plata y camas y demás adorno que el dicho conde le había puesto, se trajo a México, y fue necesario buscar nuevo aliño, y con él pasó hasta que llegó el aviso y trajo nueva cédula para que el dicho conde entregase luego el gobierno y saliese para el Perú.

Corregidor. A 15 de dicho mes de mayo de 48, nombró el dicho señor obispo por corregidor de esta ciudad a Francisco de Córdoba, mercader y vecino de ella, persona que sirve la vara d alguacil mayor de corte, por empeño que de ella le hizo D. Nicolás de Bonilla, ínterin que acababa la alcaidía mayor de San Luís Potosí. Y el real acuerdo recibió en él a dicho corregidor y nombró por juez de residencia al Dr. D. Pedro de Oroz, alcalde de corte, para que se la tomase al dicho D. Diego Orejón, y la feneció y condenó, y de la condenación resultó retraerse él y los que habían sido sus ministros en el colegio de San Gregorio de esta ciudad.
     Lunes 18, recibió la ciudad por corregidor al dicho Córdoba, a quién dio el señor obispo la comisión de juez del pulque y de la policía de esta ciudad. El dicho D. Diego Orejón pidió se le volviese su vara de corregidor ínterin que S. M. la proveía, y alegaba la cédula real que está referida atrás; y no habiendo letrado ni procurador que le quisiese ayudar, pidió a la real audiencia los nombrase, imponiéndoles pena para ello, y fue nombrado el Lic. Alejo Félix Salvador, abogado de la real audiencia, y Diego Villagrán por su procurador; los cuales presentaron una petición ante el dicho señor obispo cerca de su petitorio, y visto, los mandaron poner presos en la real cárcel de corte, donde estuvieron tres días, y fueron condenados, el letrado en 200 pesos y el procurador en 100; y continuando el dicho Orejón en su pedimento, el señor obispo remitió los autos, para que diese su parecer a D. Francisco Manrique de Lara, fiscal de la sala del crimen, por enfermedad del Dr. D. Pedro Melian, que lo es de S. M; y habiéndolos visto, pidió se pusiese con los autos un tanto de la cédula real de S. M., que alega el dicho Orejón para poder dar su parecer, y visto por el señor obispo le notificó al dicho D. Francisco Manrique la cédula de suspensión de oficio, que estaba suspensa en el tiempo del gobierno del conde, y notificada luego, publicó la residencia contra dicho conde el Dr. Andrés Gómez de la Mora, oidor de esta real audiencia, a quien S. M. la cometió, y corrieron los términos desde 12 de junio de 48: entre las demás demandas que se le pusieron al dicho Orejón, fue una de los procuradores del señor obispo de la Puebla, D. Juan de Palafox, en que le pide todos los autos y demás papeles tocantes a la averiguación que contra su persona hizo en la dicha Puebla de los Ángeles, de que fue escribano Melchor Juárez, escribano de provincia en esta corte, al tiempo y cuando el dicho señor obispo se ausentó de sus obispado, por los disturbios que se causaron entre sus señorías y los padres de la Compañía de Jesús, sobre pedirles exhibiesen las licencias de confesar y predicar la Cuaresma d 47, y sintiéndose agraviados nombraron dos jueces conservadores, que lo fueron Fr. Juan de Paredes, prior de este convento de Santo Domingo, y Fr. Agustín de Godínez, de dicha orden, y usaron de su comisión desde esta ciudad con auxilios religiosos, prisiones y destierros de clérigos y frailes, y padres de la Compañía, y otras personas, y de la una y otra parte se promulgaron censuras hasta la de anatema, y hubo varios pareceres cerca del uso y ejercicio de dicha conservaturía, y D. Agustín de Valdés, alcalde mayor de dicha ciudad de la Puebla, hizo secuestro de bienes en los del dicho señor obispo y en su prebenda, conque todo el reino universalmente se disturbió, y los inquisidores nombraron comisarios que fuesen a dicha ciudad, e hicieron muchas causas y prisiones en muchas personas, clérigos y seculares. Fueron los comisarios los doctores Cristóbal Gutiérrez de Medina, cura de esta catedral, y D. Miguel de Ibarra, clérigo presbítero, y para efecto de prender al señor obispo y hacer informaciones contra su persona, fue el dicho Orejón con provisión acordada, y lo que escribió se le pide, y se disculpa conque todos los recaudos paran en el dicho señor Melchor Juárez, escribano de dicha causa y de provincia de este reino, secretario que fue de la visita general del dicho señor obispo y su criado; Y procediendo contra el dicho escribano para su exhibición, se retrajo en el dicho colegio de San Gregorio, con que no tuvo efecto la exhibición. Los conservadores obraron desde esta ciudad, promulgando autos públicos por la ciudad, auxiliados por el dicho conde de Salvatierra, sin acuerdo de la real audiencia, que estaba recusada antes de nombrar a los conservadores, y admitió el dicho conde la recusación general en todos y así obraba con provisiones reales por sí solo, con parecer del Lic. Mateo de Cisneros, su asesor. Y a los pregoneros públicos que se hacían en orden  de que ninguna persona obedeciese a dicho señor obispo, ni le tuviese por visitador general, y diesen crédito a los autos y escritos de los conservadores, imponiendo a todos los que lo contrario hiciesen, penas pecuniarias y destierros. Asistían en las plazas y calles con los ministros de la real justicia los padres de la Compañía, y en especial el padre Juan de San Miguel, con notable escándalo del reino: llegó a tanto extremo, que los frailes conservadores suspendieron por sus autos al dicho señor obispo de la visita general, embargaron todos los papeles tocantes a ella, que tenía en la casa donde venía a posar en esta ciudad, y le privaron del uso y ejercicio pastoral d su oficio. Con pretexto de haber incurrido en las censuras y ser inobediente a los mandatos de S. M., dicho señor obispo obró en su obispado fijando a los conservadores por públicos excomulgados hasta la de anatema, y ellos hacían lo mismo en esta ciudad, y las censuras que los dichos ponían en esta ciudad contra el dicho señor obispo, amanecían tildadas con inmundicias y otras cosas indecentes, y públicamente negaban la autoridad de los jueces; y considerando esto el Dr. D. Antonio de Gaviola, fiscal del Santo Oficio, pidió se pusiese el remedio conveniente, por excusar los grandes inconvenientes que amenazaban y la cisma que sembraban, y la dicha petición que presentó en dicho tribunal la remitieron al Sr. arzobispo D. Juan de Mañosca, como visitador de dicho tribunal, y mandó sobreseerla; y volviendo a pedir el dicho fiscal insistiendo en su primer petitorio, lo desterró el señor arzobispo para Orizaba, y estando para irse, le removieron el destierro para el pueblo de Tepozotlán, casa y doctrina de los padres de la Compañía, poniéndole guardas dentro de él, y después de esto el dicho tribunal nombró los comisarios dichos, y fueron a la Puebla, y amparados con los religiosos del orden de San Agustín, posaron en su convento y pusieron sitial en la portería, y obraron prendiendo a muchas personas y remiténdolas a esta ciudad, y en especial a un clérigo presbítero que metieron en ella sobre una bestia de enjalma a la hora del mediodía, con prisiones; y considerando el señor obispo el mal estado de su justicia y no tener recurso a tribunal alguno, se fue sin saber persona alguna de su persona, y dejó nombrado por gobernador de su obispado al Dr. D. Alonso de Salazar Baraona, chantre de su iglesia, y sabiendo en esta ciudad su ausencia, salió de ella el dicho Orejón,como está dicho, y los conservadores, y llegado a dicho obispado, fueron recibidos con repique de campanas y otos aplausos, y obrando en su comisión pretendieron nombrar por gobernador de si iglesia al dicho Dr. Cristóbal Gutiérrez de Medina; y entendido por los prebendados, declararon sede vacante y nombraron provisores y removieron los ministros puestos por el señor obispo, y algunos de ellos se sujetaron a la obediencia de los conservadores, y el deán de dicha iglesia Dr. D. Juan de Vega, fue el que más se extremó, pues salió en su carroza y fue a las puertas de las iglesias donde estaban fijadas las censuras del señor obispo y las rompió, y los jueces conservadores metieron en posesión de sus colegios y licencias de confesar y predicar a los padres de la Compañía, rstituyéndolos por las razones que alegaron; y esto hecho con auxilios despachados por el conde y otras cosas más, y las que Orejón obró quebrantando el convento del Carmen y los rincones de él, con notable escándalo de toda la ciudad, en busca del señor obispo para prenderle, dejando en esta pacificación el obispo a su parecer y en su posesión a los dichos padres, y al cabildo en la sede vacante; siendo contrario a lo que los capitulares habían dicho por escrito en favor de la jurisdicción ordinaria y contra los jueces y dichos padres, se volvieron a esta ciudad, obrando todavía en conservaturía, porque en sus autos reservaban en sí todo lo que conviniese hasta tanto pareciese el señor obispo.

Flota de España de 1647. Estando las cosas en el estado referido, llegó a esta ciudad nueva de la Veracruz, de haber llegado a su puerto la flota de España, y en ella vino nombrado por gobernador de este reino el señor obispo de Yucatán, y por virrey del Perú el dicho conde, sin residencia, y llegadas estas nuevas, cesaron los jueces en sus comisiones, y dentro de pocos días volvió el dicho señor obispo Palafox a su obispado, y no queriéndole recibir en su iglesia dicho deán y el racionero Montesinos, ocurrió ente el dicho conde, y hablándole por alteza, representó lo referido y despachó provisión real de ruego y encargo para que lo recibiesen en su iglesia, y luego la ejecutaron; y aunque los padres de la Compañía parecieron para que se suspendiese la dicha provisión, no hubo lugar de sobreseerla por estar informado el dicho conde del padre maestro Fr. Buenaventura de Salinas y Córdoba, comisario general de la orden de San Francisco, que le desengañó de no estar excomulgado el señor obispo, ni ser legítimos jueces los conservadores. Y así la despachó, y cesaron los padres de la Compañía en todo los que los dichos jueces les habían metido en posesión, y se retiraron los comisarios de la inquisición, y se calló todo con las nuevas del nuevo gobierno. Y asimismo le vino plaza de oidor de las Filipinas al Dr. D. Francisco Solís, catedrático de Prima de Sagrados Cánones en la Real Universidad, que desde los disturbios y principios de ellos estaba preso en la cárcel pública de esta ciudad por mano del dicho Orejón, y sin saber porque orden, y con estas nuevas ni hubo quien librase mandamiento de soltura, porque el virrey decía que no estaba por su orden, los jueces conservadores lo negaban, con que el dicho doctor admitió la plaza y salió libre de la cárcel. Este doctor negó la autoridad de los jueces, y jamás coadyuvó sus escritos, y así por esto como por no querer asistir con el tribunal del Santo Oficio, en el acto que celebró de las honras del príncipe nuestro señor en el convento de Santo Domingo, en que predicaba el dicho Fr. Juan de Paredes, por tenerle por excomulgado, le quitó el señor arzobispo la plaza de abogado del Santo Oficio, y asimismo suspendió al Lic. Nicolás de Escobar, abogado de la real audiencia, y sustituto del señor obispo de la Puebla en su visita, al cual le dio un grave tabardillo, de que dentro de pocos días murió.
     A 30 de abril de 48, vino nueva de la Veracruz de que a 27 de dicho llegó aviso de España, y en él vinieron diferentes cédulas en favor del dicho señor obispo, y corrección al virrey y oidores y al señor arzobispo, y una gran multa al dicho D. Mateo de Cisneros, y mandó S. M. cesar a los conservadores en su oficio y todo lo demás, y recoger sus escritos y remitirlos al consejo, dando orden, caso que suceda otra recusación de audiencia, y como se ha de admitir y a qué tribunal ha de recurrir la parte agraviada, y en ella ha de ser oída y cumplida de justicia.
     Habiendo tomado la posesión del gobierno el señor obispo de Yucatán, proveyó todos los oficios de alcaldes mayores, corregidores, tenientes y justicias del reino, sin embargo de la real cédula de S. M. de que se ha hecho mención.

Día de la exaltación de la Cruz. En 14 de septiembre de 48, la reedificación de la Cruz de piedra en el cementerio de la catedral, y jubileo de las cuarenta horas en ella y procesión de sangre, religiones y cofradías, salió de San Francisco a la catedral por la peste que se temía en esta ciudad, por la que había en el puerto de la Veracruz.
     En dicho aviso de 30 de abril de 48, vinieron proveídas las cuatro canongías de esta catedral, a que se opusieron el año pasado grandes sujetos; son las personas siguientes: en la penitenciaría, el Dr. Pedro Mejía de León, beneficiado que era del partido de San Mateo Texcaliacaque, de este arzobispado, el cual habiendo hecho oposición no le dieron lugar en la calificación, y por tener notocia el consejo de sus letras y oposiciones, se la dieron. En la magistral, el Dr. Juan Hidalgo Barrios, beneficiado d Tenango, de este arzobispado. En la doctoral, el Dr. Juan Díaz de la Barrera, cura de la parroquia de la Santa Veracruz d esta ciudad. En la de escritura, el Dr. Marcos de Portu, originario del obispado de la Puebla, que en prosecución de ella se embarcó y la consiguió.
     Habiendo salido de esta ciudad el conde de Salvatierra, le pusieron graves capítulos ante el dicho señor obispo gobernador, diferentes personas, y entre ellas la iglesia de la Puebla, y visto por el real acuerdo, se remitieron al consejo real.
     Héchose a la vela el dicho conde para los reinos del Perú, procedió el señor obispo de la Puebla contra sus prebendados, en especial los que declararon la sede vacante, y remitió el conocimiento al Dr. Juan de Merlo, obispo de las Honduras y su provisor, y que lo fue el disturbio referido, y fue traído a esta ciudad. Y no procedieron los jueces conservadores contra él en cosa alguna. Prendió a los prebendados culpados, y secuestró sus bienes y prebendas, y los condenó en cantidad de pesos de oro común, por haber contravenido a los autos que ellos mismos hicieron en favor de la jurisdicción ordinaria, y entendido esto por el dicho deán y racionero Montesinos, se ausentaron de su iglesia, y se vinieron a esta ciudad, y posaron en el colegio de San Pedro y San Pablo, de la Compañía de Jesús; y como ausentes,procedió el provisor contra ellos, y sustanciada su causa, los declaró por incursos en 16, V. 17, censuras puestas por el concilio Tridentino; y teniendo de ello noticia, representaron ante la real audiencia por vía de fuerza, y no se atrevieron a determinarlo: Y estando así el dicho D. Juan de Vega, deán y comisario de la cruzada, celebró el santo sacrificio de la misa en cierto día festivo en dicha casa y colegio, y denunciaron de él ante los señores inquisidores, los cuales remitieron la causa al señor arzobispo, y no se determinó ni se hizo diligencia alguna.
     Asimismo pidió el auxilio real el dicho señor obispo a la real audiencia, para proceder contra algunos seglares que habían escrito en su ausencia contra su persona, y se le dio, y especial contra don Agustín de Valdés Portugal, alcalde mayor que había sido de dicha ciudad de la Puebla, y había acabado y vuéltole a dar el conde el recogimiento de Tepeaca; le trajo preso a la dicha ciudad y procedió contra él; y habiéndose hecho muchos autos, el dicho don Agustín se presentó en esta real audiencia por vía de fuerza, y se declaró hacerla, y se mandó traer los autos y la persona para conocer de su causa, y se remitió todo, y llegado a esta ciudad, fue puesto en la casa de cabildo, y dentro de dos días se le dio la ciudad por cárcel, y se iba viendo su pleito.
     Luego que el dicho Francisco de Córdoba tomó posesión de su oficio, mandó por auto que se juntasen todos los regidores de esta ciudad y estándolos todos juntos, exhibieron las protestas que tenían hechas, en orden al apremio que el conde de Salvatierra les hizo para que recusaran al señor obispo de la Puebla, su visitador. Y dijeron muchos lauros y alabanzas de su gobierno, y la mucha cristiandad conque había procedido en su comisión y los beneficios que generalmente hizo a todo el reino, y esto sucedió en los principios de los disturbios referidos. Y hecho en la forma dicha, se remitió todo al dicho señor obispo, que se dice lo remitió a España.

Flota y aviso de 1647. En el aviso y flota con once naos y dos pataches, de 10 de septiembre de 47, le vino la merced de la presentación del obispado de La habana al Dr. Don Nicolás de la Torre, deán de esta santa iglesia catedral, catedrático de prima de Sagrada Escritura en la real Universidad, el cual admitió; había sido canónigo magistral y arcediano.
     En dicho aviso de abril de este año de 48, vino removido de la plaza de comisario general de la cruzada del obispado de la Puebla, el dicho Dr. don Juan de la Vega, y multado en mil ducados; y por comisario al Dr. don Luís de Góngora canónigo de dicha iglesia, y uno de los que fueron traídos a esta ciudad en compañía del Dr. Domingo de los Ríos, asimismo canónigo de dicha iglesia y provisor de él, nombrado por la sede vacante, por ausencia del Dr. Nicolás Gómez, que lo fue por nombramiento del señor obispo en su ausencia; y viendo las violencias de los conservadores, se ausentó de dicha iglesia. Y estando los dos canónigos en esta ciudad, los desterró el dicho conde, y lo estuvieron hasta que volvió a su iglesia dicho señor obispo, que al punto los remitieron sin dar causa ni razón de su destierro.
     A los principios de junio de 1648, mandó el señor obispo gobernador, arbolar las banderas del batallón de esta ciudad, que gobernándola el señor D. Juan de palafox, las levantó; el cual se componía de doce compañías, cada una de más de ciento veinte infantes, de las cuales son capitanes las personas siguientes: Don Pedro Díez de la Barrera regidor de esta ciudad y correo mayor; don Juan de Vera caballero del orden de Santiago, regidor de esta ciudad y tesorero de la real casa de la moneda. Don Cristóbal de la Mota Portugal, secretario de cámara de esta real audiencia, al cual nombró asimismo por sargento mayor de este reino; Don Carlos de Luna y Arellano, mariscal de Castilla, caballero del orden de Alcántara, patrón del convento de San Diego de esta ciudad; don Antonio Alfonso Florés, caballero del orden de calatrava, yerno de don Antonio de Vergara; don José de Montemayor, secretario de cámara de la real audiencia; don Rodrigo Mejía Altamirano, hijo de don Juan Mejía Altamirano, y yerno de Luís de Tovar, secretario del gobierno de esta ciudad; Juan de Echávarri, hombre de muchos dineros, patrón de la iglesia del convento de San Lorenzo de esta ciudad, cuñado de don Luís de Vivero, conde de Orizaba; don Pedro Velázquez de la cadena, hijo de Juan Velázquez de León y yerno del dicho secretario Luís de Tovar, y secretario de gobierno de este reino por muerte del dicho Tovar y heredero del patronazgo del convento de Santa inés de esta ciudad; don Tomás Morán, regidor de esta ciudad; Juan Lozano de Balbuena, maestro de arquitectura y regidor de esta ciudad; hubo muy grandes gastos, y los capitanes daban a sus soldados en los días que marchaban la pólvora que gastaban.

Venida a México del obispo de Oaxaca. En 23 de julio de 1648, entró en esta ciudad el Sr. D. Bartolomé de la Cerda y Benavides, obispo de la iglesia de la ciudad de Oaxaca, valle de Antequera, que viene a averiguar ciertas querellas que dieron en la general inquisición contra cierto señor inquisidor de este tribunal y otras causas: tomó casa enfrente de la iglesia de San Agustín, en la misma que el señor obispo gobernador posó, como se ha dicho atrás. Visitóle todo el reino y la real audiencia y el gobernador, y el señor arzobispo y religiones, y los dos señores inquisidores Dr. Don Francisco de Estrada y Escobedo y Lic. Don Bernabé de la Guerra y Amarilla, lo cual no hizo el Sr. Dr. D. Juan Sáenz de Mañosca; pagó sus visitas a todos, y acabando presentó la carta ordinaria en la inquisición, y vista, el dicho Sr. don Juan Sáenz le recusó y el dicho señor obispo se presentó ante el señor gobernador para que se le diese el auxilio real contra el señor arzobispo, que como visitador de dichos señores, les había notificado no le obedeciesen, y ellos respondían que el señor obispo de Oaxaca asentase su jurisdicción con el señor arzobispo, y asentada le obedecían, y están en estos litigios. Y le visitan algunas personas agraviadas por los inquisidores. Teniendo noticia del señor Dr. don Antonio de Gaviola, fiscal del santo tribunal, de esta venida del señor obispo, vino a la ciudad, y se presentó ante el dicho señor obispo de Oaxaca, y sabido por el señor arzobispo le hizo poner por público excomulgado, por inobediente a sus mandatos; y estando en el convento de San Sebastián, acometió a quererle prender don Fernando de Gaitán, presbítero fiscal de este arzobispado, y se levantó a las horas de las once del día tan gran tumulto de gente ordinaria en defensa del señor fiscal, que se presumió un gran tumulto o estrago, si no acudiera el señor obispo gobernador con guardia de soldados y presencia del sargento mayor a sosegarlos, de donde resultó mandar la real audiencia al dicho señor fiscal se volviese a Tepozotlán, hasta tanto que otra cosa determinase el consejo supremo de la inquisición, y así se fue luego al instante y se sosegó la borrasca.

Flota. A 13 de septiembre de 1648, llegó la flota al puerto de Veracruz, y en ella vino por corregidor de esta ciudad don Gerónimo de Bañuelos, caballero del orden de Álcantara, sobrino de la marquesa de Cadereita, que gobernó este reino; y por gobernador del estado del marqués del Valle, por muerte de Luís Carrillo Alarcón, contador de la real caja de este reino, don Diego valles, caballero, mozo de nobles partes y buen cristiano; por gobernador de Guadiana don Diego Guajardo Fajardo, castellano que era del puerto de..... el cual casó en esta ciudad con la hija de don Fernando de Silva, caballero del orden de Santiago, gobernador que fue de las islas Filipinas en tiempo del marqués de Cerralvo, por muerte del que lo era; por castellano de Acapulco vino el maestre de campo don Gerónimo Manrique, caballero del orden de Santiago; por arzobispo de Manila vino el Dr. Miguel de Poblete Casasola, maestre escuela de la santa iglesia de Tlaxcala, obispado de la Puebla, y uno de los multados y presos por el Dr. Merlo, según se ha dicho; por fiscal del crimen en la de Don Francisco Manrique de Lara, vino el Lic. Francisco calderón romero, y tomó posesión el jueves 8 de octubre, y trae la plaza de juez del estado del Marqués, por ausencia promoción del Dr. don Francisco de Rojas; el Dr. Juan Bautista Muñoz de Zepeda, canónigo de México, por obispo del santo nombre de Jesús en Filipinas.
     Vino en esta flota el padre Andrés Pérez, que fue procurador en Roma.
     En dicha flota vino el Lic. Silverio de Pineda, presbítero domiciliario de la Puebla, a quien envió a Roma el señor obispo Palafox, a la determinación de los disturbios con los padres de la Compañía, y trajo determinada la causa y otras muchas cosas más en favor de la jurisdicción ordinaria y obispado de la Puebla contra los dichos padres, según consta de un traslado de un buleto autorizado por el señor obispo de Cádiz, porque el original se llevó al consejo para su vista, y luego el señor obispo lo hizo notorio al señor obispo gobernador, con que en todo punto cesaron los disturbios de este caso. Asimismo vino en su compañía don Martín de Pamplona, caballero del orden de Santiago a quien el dicho señor obispo envió a la corte para el informe de este caso; trae la alcaldía mayor del pueblo de.... jurisdicción de dicho obispado, por cinco años. Vino el pliego a la Compañía de Jes´s para elección de provincial y rectores.
    En 14 de septiembre murió en el barrio de San Juan, el esclarecido Francisco Muñoz Siliceo, clérigo de singulares virtudes.
     En 17 de septiembre hubo en la Huasteca una gran tempestad de aire, agua y temblor, que corrió muchas leguas, derribando casas, iglesias y sembrados, cerrando los caminos.
     En 25 de dicho se hizo procesión de sangre en México por la peste de que ha muerto mucha gente, y asimismo en Alvarado, Puerto Rico, Campeche y dicen que en Guatemala.
     Por agosto de 48, vino a los vecinos de la Veracruz una incurable peste, que en breves días se asoló toda ella, y duraban las personas tres y cuatro días, y de ella participó la gente de la flota con que obligó al general subirse a la Puebla a casa del señor obispo, que se dice es su sobrino; duró más de cuatro meses; llámase dicho general don Juan de Pujadas yGamboa.
     Lunes 5 de octubre de 48, salió de esta ciudad el señor obispo de Oaxaca para su obispado, sin haber ejecutado su comisión.
     Miércoles 7 de octubre de 48, tomó posesión del corregimiento de esta ciudad el almirante don Gerónimo de Bañuelos, y las comisiones del pulque, caminos, obrajes, carros y carretas y de mulatos libres; se las sobreselló el señor obispo gobernador.

Rector de escuelas Fr. Diego de los Ríos. A 11 de noviembre, el señor obispo gobernador nombró por rector de la real Universidad al padre maestro Fr. Diego de los Ríos, del orden de San Agustín y su confesor, provincial que acababa de ser de dicho orden, y asimismo nombró conciliarios, quitando a los que eran su derecho de nombrar rector y conciliarios.

Navío de permiso. En este mes de noviembre llegó a la Veracruz un navío de permiso con gran mercadería de Castilla, y trajo por nuevos ciertos disturbios que algunos grandes de la corte de S. M. habían causado perdiéndole el respeto, y asimismo que había llegado la flota que despachó el señor obispo gobernador, libre de las manos del enemigo holandés y portugués, en que venía por general don Pedro Vélez Medrano, del hábito de Santiago, general que fue de la armada real de Barlovento de este reino, año de 1646, persona que estuvo en este reino en tiempo del dicho conde de Salvatierra, y su mujer e hijos dejó en la Villa de Atlixco, jurisdicción de la Puebla: que habiendo pretendido la plaza de castellano de Acapulco, no se la dieron, y se pasó al portugués, y se quitó el hábito de Santiago y se puso el de Cristo. Y así vino cédula de S.M. para que se trajese a su mujer e hijos a esta ciudad, y se remitiesen a los reinos de Castilla con toda comodidad, y en su cumplimeinto despachó al señor obispo gobernador a Francisco de Córdoba, alguacil mayor y juez del pulque y de la policía, para que la trajese, y la trajoy tiene en su casa con todo respeto hasta que llegue el despacho de la flota. Y en el dicho navío vino un pliego intitulado por la real audiencia.

Capítulo de San Francisco. Provincial Fr. Alonso de Lima. Miércoles 8 de diciembre, día de la Concepción de Nuestra Señora. Gobernando este arzobispado el Illmo. Sr. Don Juan de Mañosca, arzobispo de él, se abrió en su catedral la capilla de los plateros, y fue muy solemne la fiesta.Predicó el Dr. Don. Cristóbal Gutiérrez de Medina, cura del Sagrario, y se colocó la imagen de plata, y hubo jubileo toda su octava, y cantaron todo él la salve los prebendados, y hubo gran concurso de gente.

Aviso de Filipinas. Miércoles 9 de diciembre, llegó correo a esta ciudad a las once del día, de haber visto una vela en la carrera de Filipinas, y haber saltado el gentilhombre en tierra: fue grande la alegría, y se regocijó con repique general de campanas por haber dos años no se sabía de las Filipinas.
     Martes 15 de diciembre, tuvo cartas el señor arzobispo de como había llegado el conde de Salvatierra, a 22 de julio, al Callao, y hubo repique general de campanas en todas las iglesias de esta ciudad.

Vicario provincial de San Agustín. Martes 29 de diciembre de 1648, se juntaron en el convento de San Agustín de esta ciudad los definidores, y eligieron por vicario provincial al padre Fr. Diego Pacheco, prior que era de dicho convento; y el dicho, en conformidad de sus constituciones, eligió por prior y en su lugar al padre Fr. Diego de Toledo, ambos castellanos, por ser este trienio de los de España.
     Este año se han gastado en México ochenta mil carneros en la carnicería y otros tantos en el rastro.

BIBLIOGRAFÍA

Gregorio M. de Guijo, Diario, 1648-1664, edic. de Manuel Romero de Terreros, México, Porrúa, Colecc. de Escritores Mexicanos n° 64, 1986, 2a edición.

García Icazbalceta, Joaquín, Colección de documentos para la Historia de México, México, Porrúa, 1980, t. 1.


(Continuará...)































miércoles, 20 de diciembre de 2017

FASCISMO Y CATOLICISMO EN ITALIA
GUERRA Y PAZ (1913 -1926)

Un poco de historia
Las formas jurídicas en las que Estado e Iglesia se han relacionado a lo largo de los últimos siglos, se pueden resumir en cuatro formas muy distintas, según el historiador Giacomo Martina:

Separación pura. Responde a los principios y a las tendencias del liberalismo anglosajón, ajeno al pronunciado anticlericalismo de los países latinos, que se convierte en simple hostilidad a cualquier tipo de religión y que es el fruto de una determinada situación histórica. El Estado no profesa ninguna religión particular, no reconoce en su territorio ninguna sociedad religiosa dotada de plena soberanía e independencia; pero concede a los ciudadanos libertad plena y efectiva en el culto y en la actividad religiosa. La Iglesia no recibe ayuda alguna del Estado, pero goza de plena libertad en el nombramiento de los obispos y de todos los cargos eclesiásticos. El Estado, por su parte, exenta a los eclesiásticos del servicio militar y reconoce los efectos civiles del matrimonio religioso. Este tipo de separación pura se aplica, sobre todo, en Estados Unidos de América. Tal situación ya había sido determinada, virtualmente, por la Constitución Federal de 1787.

Separación parcial. El Estado se confiesa incompetente en materias religiosas, considera a la Iglsia como una sociedad privada, e incluso, le reconoce algunos privilegios que la ley concede a las personas morales en nombre del bien común. Bélgica constituye el ejemplo más característico de este sistema. En 1830 se llevó a la separación de Holanda y al nacimiento de un Estado belga independiente bajo un nuevo soberano, Leopoldo I, de la casa de Sajonia. La Constitución de 1831 reconocía la plena libertad de la Iglesia: “La libertad religiosa y del culto público, lo mismo que la libre expresión de las opiniones en todas las materias”. “El Estado no debe intervenir en el nombramiento de los ministros de ningún culto, ni impedirle que se comuniquen con sus superiores o que publiquen sus resoluciones”. El matrimonio civil precede al religioso, en el Art. 117 se dice: “que los salarios y pensiones de los ministros de la religión fuesen pagados por el Estado”. En el siglo XIX, Bélgica se convirtió en el único país europeo en el que la Iglesia estaba gobernada por el Papa: efectivamente, sólo en Bélgica (prescindiendo de Irlanda, que aún no gozaba de plena libertad) los obispos eran nombrados directamente por el Papa.

Separación hostil. Se desarrolla en todas las naciones latinas: España, Francia, Portugal, Italia, México y en diversos Estados de América Latina, como reacción natural contra la unión demasiado estrecha entre la Iglesia y el Estado, propia del Antiguo Régimen. Pude discutirse si el nombre de separación es el más indicado para expresar la compleja realidad subyacente. Muchos prefieren el de “jurisdiccionalismo aconfesional”. El jurisdiccionalismo en la época liberal, defiende al Estado de las injerencias y de los peligros que representa la Iglesia para la sociedad civil. Este mismo no sólo no reconoce a la Iglesia como sociedad soberana, independiente y con poderes legislativos, sino que, en muchas ocasiones, ni siquiera le reconoce los derechos que corresponden a una sociedad privada. Los fenómenos se verifican en Francia en 1790, y de nuevo en 1905; en Italia, a partir de 1850, en el reino de Cerdeña, y luego en toda la península, donde el nuevo reino aplica las leyes sardas, en España, en la segunda parte del siglo XIX, en Portugal en 1910, en México en la segunda mitad del siglo XIX, y entre 1914-1936, y en otros estados de América latina en periodos diversos.

Sistema concordatario. La Iglesia es reconocida como religión oficial del Estado. El Vaticano ha preferido siempre la solución concordataria a la separatista, sosteniendo que la primera responde mejor a sus principios sobre la naturaleza de la Iglesia, sociedad independiente y soberana, y ofrece mayor garantía jurídica contra el peligro de injerencias estatales. Ésta es la razón por la que en la época liberal siguen multiplicándose los concordatos y a un ritmo superior al de la época precedente. Entre Pío VII y Pío X se estipularon 30 concordatos.

     Para concluir, recordaremos la razón por la que estos esquemas pueden aplicarse a la historia de las relaciones Estado-Iglesia de los últimos dos siglos, pero hoy día ya no. En la primera mitad del siglo XX, la diplomacia Vaticana desarrolla una política internacional con naciones mayoritariamente católicas (Italia, España, Portugal), firmando concordatos que reconocen al catolicismo como religión de Estado

Guerra y paz (1913-1921)

     Las tensiones acumuladas en la primera década del siglo comenzaron a abrir grietas en el orden internacional en Europa, Asia y América. En 1910 se iniciaba la revolución nacional en México y en 1911, otra revolución abatió el milenario Imperio chino. En ese mismo año, estalló el conflicto entre Italia y Turquía en el Mediterráneo. La victoria italiana en 1912 debilitó a Turquía, y alentó a los estados balcánicos a la lucha. En el transcurso de dos años, toda la región de los Balcanes estaba desestabilizada, y atrajo la atención de Austria y de Rusia. La chispa que prendió en incendio fue el atentado terrorista serbio contra el Archiduque austriaco Francisco Fernando en Sarajevo. El ultimátum austriaco a Serbia puso en movimiento el complicado sistema de alianzas internacionales. En el giro de pocos meses, Europa precipitaba en la guerra. En agosto de 1914 se enfrentaron los llamados “Imperios centrales” (Austria, Alemania y Turquía), contra la coalición de Francia, Inglaterra y Rusia, llamada “Entente”.

     Italia, aun si era formalmente aliada de Alemania e Austria (con la Triple Alianza) desde el siglo XIX, se declaró neutral. Durante un año los italianos fueron espectadores de la matanza que se llevaba a cabo en los frentes occidental y oriental del conflicto. El Partido socialista y la Iglesia eran pacifistas.. Los liberales y los nacionalistas simpatizaban con la Entente, y muchos de estos estaban a favor de la intervención. El gobierno evaluaba los riesgos y los beneficios de la neutralidad o la intervención a favor de uno de los dos bandos, presionado de un lado, por los pacifistas (socialistas), y del otro lado, por los llamados interventistas (intervencionistas, liberales y nacionalistas).

Dos perspectivas opuestas amenazaban ahora con dividir a los católicos italianos. Por un lado,
1.      Estaba la posición necesariamente neutral de la Santa Sede: una posición lineal, desde la invitación del nuevo pontífice Benedicto XV, (1) a una pronta paz entre las Naciones en la encíclica AD Beatissimi apostolorum principis de noviembre de 1914, a los augurios reiterados de concordia y paz, que habrían de alcanzar un climax en agosto de 1917 con la célebre Nota pontificia enviada a las potencias en lucha, con la finalidad de provocar la conclusión. La posición del Vaticano era seguida por los católicos clericales.

2.      En cambio, estaba el intervencionismo oportunista de amplios sectores del alto clero y de los vértices de las organizaciones católicas. Finalmente quedaba el intervencionismo espontáneo de los católicos liberales y nacionalistas, que ya se habían expresado antes en la guerra líbica de 1911-12. Un buen número de católicos, respaldaban las iniciativas que fueran congruentes con los intereses y aspiraciones nacionales. Para evitar fracturas y crisis de conciencias, la Iglesia dejó en plena libertad a los católicos para orientarse sobre la cuestión de neutralidad o la guerra.

     Tras una fase de indecisión, inmediatamente sucesiva a la entrada en guerra de Italia, las posiciones se aclararán y, después, los católicos italianos apoyarán la intervención. Esta postura favoreció una compactación del frente interventista –que incluía a liberales, nacionalistas y católicos- contra el pacifismo radical de los socialistas.

     El 24 de mayo el ejército italiano abrió el fuego en la frontera austriaca, inaugurando así un nuevo frente de la guerra europea. Los sacerdotes los alentaban y los obispos los apoyaban, aunque el enemigo era tan católico como ellos. El soporte espiritual de los clérigos fue tan destacado, que “el soldado italiano nunca tuvo que temer que la suya no fuera una guerra lícita y bendita por la Iglesia”.

El apogeo del sentimiento patriótico y nacionalista se alcanzó, con todo, delante de una derrota desastrosa. En septiembre de 1917, una ofensiva austriaca en Caporetto rompió el frente oriental, y una gran avanzada enemiga amenazó con la invasión de todo el Norte de Italia. El ejército italiano, sin embargo, logró resistir en el río Piave durante meses hasta que, en el otoño de 1918, logró repeler al enemigo en el Monte Grappa y en Vittorio Veneto. Los italianos avanzaron victoriosos hacia el norte y el este, remontando las cumbres de los Alpes vénetos hasta llegar a la meseta del Carso. El 4 de noviembre, las armas callaron. La “Gran Guerra” había terminado. Más de seiscientos mil italianos habían muerto en los campos de batalla.

     La Primera Guerra Mundial fue una experiencia desgarradora y revolucionaria para el país. En 1918 el Jefe del Gobierno, Vittorio Emanuele Orlando, (2) dijo que “esta gran guerra era al mismo tiempo la mayor revolución política y social que recuerda la historia, incluso por encima de la Revolución francesa”.

La experiencia bélica, en suma, “fue de importancia decisiva para los católicos italianos; había demostrado, de una vez por todas, su espíritu patriótico”.El viejo anticlericalismo cerrado y rencoroso de los liberales, masones y radicales, se antojaba ya completamente anacrónico.


     La unión de patriotismo y catolicismo impulsó la voluntad de los católicos de involucrarse en la vida política nacional. Hubo muchos episodios que provocaron, en el transcurso de la guerra, momentos de gran tensión en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, como fue la confiscación del Palacio Venecia, que era sede de la embajada austriaca en la Santa Sede. Sin embargo, el episodio más grave y delicado, que llevó a un debate en el cual fue involucrada la persona misma del pontífice, ocurrió en consecuencia de la famosa Nota de Benedicto XV a los jefes de los pueblos en guerra. La expresión “masacre inútil” empleada por el pontífice fue, la más duramente criticada; los católicos italianos fueron acusados injustamente de “derrotismo”.

     La iniciativa diplomática de la Santa Sede, en suma, fracasó y el Ministro de Asuntos Exteriores Sidney Sonnino (3), expresó su hostilidad hacia la Nota pontificia en el Parlamento. La toma de posición del Ministro Sonnino provocó la caída del gobierno Boselli (4), a quien los católicos retiraron su apoyo.

     Entre finales de 1918 e inicios de 1919, al fin, también el problema d la presencia política de los católicos italianos dio un giro. La Santa Sede siempre se había opuesto al nacimiento de un Partido católico. Sin embargo, ahora por primera vez, gracias a la apertura de Benedicto XV, manifestó una notable disponibilidad.

     La tarea de formar el Partido católico recayó en el joven sacerdote siciliano, Don Luigi Sturzo, (5) quien desempeñaba el cargo de secretario de la junta directiva de Acción Católica. Sturzo formula el proyecto de un partido que sea expresión de la unidad de los católicos, pero permaneciendo laico e independiente de la jerarquía. Para encontrar apoyos y defender su postura, se reúne, en 1918, con el Cardenal Secretario de Estado Pietro Gasparri.(6) Gasparri nunca apoyaría a un anticlerical declarado como Sonnino, pero también es cierto que más que el liberalismo anticlerical la Iglesia temía la Revolución bolchevique de 1917. En el contexto italiano, la conquista de la mayoría parlamentaria por parte de las izquierdas iba a implicar para la Iglesia y su consistente presencia en la sociedad un riesgo mucho mayor, frente al peligro representado por los últimos herederos lejanos de la tradición del Risorgimento.

Con el placet del Vaticano en enero de 1919, Sturzo publica el manifiesto y el programa con los que surgía oficialmente el Partido Popular Italiano (PPI). Aunque no llevara el calificativo de “católico”, el partido tiene como emblema el escudo cruzado con el mote “Libertas”: un vínculo evidente con la defensa de los valores cristianos y la tradición cristiana medieval. Pocos días después se disolvía la Unión Electoral. Finalmente, unas semanas más tarde, el 12 de noviembre de 1919, la Santa Sede eliminaba oficialmente en “non expedit” para permitir que los electores católicos apoyaran abiertamente al partido de don Sturzo.

     Dando la bienvenida al nacimiento de un partido que, aún sin exhibir el nombre, era claramente católico, la Iglesia declaraba su propósito de apuntar al Estado, “al país legal”, para orientarlo de acuerdo con sus propios principios. La Iglesia, sobre todo, vio al nuevo partido como un medio de lucha y protección de los católicos en condiciones agitadas e inseguras de la posguerra.

     El programa del nuevo partido remontaba al modelo de sociedad que la Iglesia había trazado poco antes mediante las encíclicas de León XIII sobre la fisonomía de los Estados y acerca de la solución cristiana de la cuestión social.

      Estos eran en síntesis, sus puntos fundamentales:

·                Defensa de la familia como célula fundamental de la sociedad y, por consiguiente, lucha en contra de cualquier ley, como aquélla relativa a la introducción del divorcio.

·         Defensa del trabajo según los principios fijados en la Rerum Novarum, reconocimiento de las instituciones sindicales de cualquier orientación ideológica, reforma agraria con incentivos al fortalecimiento de la pequeña propiedad.

·       Reforma del sistema electoral con paso del sistema mayoritario entonces vigente al sistema proporcional.

·               Atención al problema del sur de Italia y de las tierras recién anexadas a Italia.

·       Finalmente, el Art. VIII del programa: “Libertad e independencia de la Iglesia en el pleno cumplimiento de su magisterio espiritual. Libertad y respeto de la conciencia cristiana considerada como fundamento y presido de la vida de la Nación…”

     En su primera cita electoral el nuevo partido dio resultados alentadores: 20.6% de los votos y 100 diputados. El PPI resultaba ser el segundo partido de Italia después del Partido Socialista Italiano que había obtenido el 32.3% de los votos y 156 diputados. Era un ingreso triunfal del mundo católico en la política, antes dominada por los liberales. Esta irrupción católica y la gran avanzada de los socialistas, animados con un fervor nuevo por la revolución en Rusia, conmocionaron al panorama político, social y cultural en los primeros años de la posguerra.

     Los llamados partidos de masa, es decir,  aquellos partidos que contaban con una base social amplia, más que con una limitada clase dirigente de notables; y, por el otro, era evidente en modo igualmente inequívoco el fin de la hegemonía parlamentaria ejercida por más d medio siglo por la burguesía liberal y laica de tradición masónica y heredera del Risorgimento.

     Para la vieja clase política italiana esto suponía una auténtica debacle histórica, de la cual era responsable, ante todo, Nitti, con su reciente reforma electoral que favorecía a las nuevas formaciones políticas.

     Para manejar una situación tan candente hubiera sido quizá necesario una coalición de las fuerzas que habían ganado las elecciones. Al contrario, a través de un juego de prohibiciones cruzadas –por parte de la mayoría centrista de los populares en contra del enemigo socialista y por parte de los socialistas hacia el partido clerical- ni siquiera fue tomada en consideración la eventualidad de formar una mayoría constituida por los diputados de los partidos de masas.

     En pocas palabras “Italia sin guía, sin instituciones, atormentada por enormes dificultades económicas, sin posibilidad, para reacomodar ordenadamente a la vida civil la gran masa de excombatientes, resbalaba hacia el caos”.

La situación se deterioró en la primavera de 1920:

ü  Enfrentamientos callejeros, huelgas, ocupaciones de tierras, de fábricas y de alcaldías que izaban la bandera roja en el norte de la península, hacían presagiar lo peor.

ü  Por un lado, se propagaron como fuego entre obreros y trabajadores del campo las esperanzas de realizar pronto la utopía de Marx y Engels.

ü  Por el otro lado, se difundieron entre largos sectores de la sociedad, especialmente las clases medias, el miedo, el desprecio y el odio hacia el “bolchevismo”, alimentados por la actitud antinacionalista, desafiante y altanera de los militantes socialistas que prometían la revancha y la venganza del proletariado al estilo de Lenin.

     En este escenario de desorden, marcado por el fantasma de una revolución bolchevique, nace un movimiento político totalmente nuevo, el fascismo. Fundado en 1919 en Milán con el nombre de Fasci di Combattimento, reunió muy pronto a un conjunto heterogéneo de elementos sociales: excombatientes, estudiantes, obreros, desempleados, maestros de escuela, comerciantes, activistas sindicales. El cemento ideológico del nuevo movimiento era bastante vago y sui generis, una mezcla de socialismo, nacionalismo, anarquismo y sindicalismo revolucionario, que lo situaba en un área excéntrica de la izquierda radical italiana.

     Los fascistas entraron pronto en competencia, en la izquierda con los socialistas, y en la derecha con los nacionalistas. Buscaron despejar un terreno propio aprovechando el intenso estado de agitación social y política. En 1920 se cerraron las posibilidades fascistas de expansión hacia el socialismo, pero la crisis de Fiume (ciudad de Dalmacia disputada por Yugoslavia) avivó las esperanzas de hegemonizar el campo nacionalista y el mundo políticamente amorfo de los excombatientes. Allí apuntó el fundador y líder indiscutido del movimiento: Benito Mussolini.

     Ya director del periódico oficial socialista ¡Avanti! Expulsado del partido en 1915 por haber apoyado a la guerra, Mussolini destacaba entre los socialistas italianos por sus posiciones maximalistas y sorelianas. Fue, además, el más virulento anticlerical del Partido,(7) actitud que derivaba en parte de una tradición de su familia. El nombre Benito provenía, de hecho, del presidente mexicano Benito Juárez, famoso en Italia desde el siglo anterior, por su política reformista hostil a la Iglesia.(8)

    El programa inicial del movimiento fascista, por otra parte, propugnaba el Estado laico y la nacionalización de los bienes de las corporaciones religiosas. Marinetti, el poeta futurista convertido al fascismo, hablaba incluso de expulsar al Papa de Roma y –desvaticanizar- a Italia. Entre los jefes fascistas –llamados rases (del amárico ras: jefe).,si dominaban una ciudad o provincia, o jerarcas en general- predominaban posiciones a medio camino entre el anticlericalismo y una vaga religiosidad mezclada con actitudes supersticiosas. Ninguno de estos jefes era católico practicante y algunos, incluso, pertenecieron inicialmente a la masonería. El fascismo, en suma, no prometía nada bueno para la Iglesia, y nada hacía presagiar el futuro histórico en acuerdo con el mundo católico.


BIBLOGRAFÍA

Maranini, Giuseppe, Historia del poder en Italia. 1848-1967, México, UNAM, 1985.

Martina, Giacomo, Pío IX (1867-1878), Roma, Editrice Pontificia Universitá Gegoriana, 1990.

Jemolo, Arturo Carlo, Chiesa e Stato in Italia dalla unficazione ai giorni nostri, Turín, Einaudi, 1981.

Pollard, John F., “Il Vaticano e la política estera italiana”, en R. J. B. Bosworth/S. Romano (coord.), La política estera italiana, 1860-1985, Bolona, Il Mulino.

Ridley, Jasper, Mussolini, Barcelona, Vergara, 1999 (1997), pp. 42-44 y 53-57.

Savarino, Franco y Andrea Mutolo, Los orígenes de la Ciudad del Vaticano, Estado e Iglesia en Italia 1913-1943,  México, Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, Asociación Mexicana de Promoción y Cultura Social, A.C., 2007.




     



(1) Benedicto XV (Giacomo Della Chiesa) (Génova 1854-Roma 1922) Papa de 1914 a 1922. Arzobispo de Bolonia, fue nombrado Papa tras la muerte de Pío X. La imparcialidad entre los contendientes y el constante emeño para poner un fin a las hostilidades fueron las características de su pontificado durante la Guerra Mundial. Animó la participación de los católicos italianos a la vida política permitiendo la fundación del Partido Popular.

(2)Vittorio Emanuele Orlando (Palermo 1860-Roma 1952), político de tendencias liberales, fue ministro de Educación Pública, de Justicia y de Asuntos Interiores. Fue primer ministro en la fase final de la Guerra Mundial (1917-1919). Opositor del fascismo, renunció al cargo de diputado y docente para no jurar fidelidad al Régimen.

(3)Giorgio Sidney Sonnino (Pisa 1847-Roma 1922) Hombre político y primer ministro italiano del 8 de febrero de 1906 al 27 de mayo de 1906 y del 11 de diciembre de 1909 al 31 de marzo de 1910. En principio se dedicó a la carrera diplomática y residió en Madrid, Viena y París. Tras haber renunciado en 1873, fue electo diputado; apoyó l sufragio universal. Se volvió Ministro de Finanzas y de Hacienda en los dos gobiernos de Crispi, Presidente del Consejo en 1906 y 1909 y Ministro de Asuntos Exteriores en el gobernó de Salandra en 1914.

(4) Paolo Boselli (Savona 1838-Roma 1832) Electo en la Cámara en 1870 como diputado de centro-derecha. Titular en 1871 de la primera cátedra de ciencias de las finanzas, primer ministro en 1916 con un gobierno de unión nacional para enfrentar la emergencia de la guerra. En 1929 fue uno de los redactores del proyecto de ley para la aprobación de los Pactos Lateranenses.

(5) Luigi Sturzo (Caltagirone 1871-Roma 1959), sacerdote y político italiano de origen siciliano, fue fundador y secretario del Partido Popular de 1919 a 1924. Defendió la no confesionalidad del partido y se opuso a las tesis colectivistas en materia de reforma agraria de la componente sindicalista. Contrario al fascismo y a toda forma de colaboracionismo con el régimen, fue obligado a abandonar la secretaría del partido debido a las presiones del Vaticano, favorable al régimen. Tras haber dejado Italia en octubre de 1924, vivió entre París y Londres y, al empezar la guerra, en Nueva York. Regresó del exilio en a945. En la segunda posguerra se mantuvo independiente y, a veces,  crítico hacia la Democracia Cristiana (el ex Partido Popular). En 1952, bajo petición de Pío XII, intentó la formación de un bloque de centro-derecha en ocasión de las elecciones locales en Roma. En el mismo año fue nombrado senador de por vida.

(6) Pietro Gasparri (Capovallazza di Ussita 1852-Roma 1934), nació el 5 de mayo de 1852 en la provincia de Macerata, diócesis de Norcia. En 1877 fue ordenado sacerdote. En 1880 se volvió profesor de derecho canónico en el Institut Catholique de París. En 1894 fue consejero de la delegación apostólica en Washington y en 1897 encargado de preparar y guiar el Concilio Plenario de América Latina. En 1898 fue consagrado obispo en París. En 1901 fue secretario de la Congregación Extraordinaria de Asuntos Eclesiásticos, que se encarga de las relaciones de la Iglesia con los Estados. Enfrentado con el Secretario de Estado, Merry del Val, de 1904 a 1914 trabaja exclusivamente en la obra de redacción del código canónico. En 1914 Benedicto XV lo nombra secretario de Estado, cargo que desempeña hasta 1930. Con este cargo dirigió las negociaciones que llevaron a la firma de acuerdos con numerosos estados europeos. Muere en Roma el 18 de noviembre de 1934.

(7)Mussolini en su juventud expresaba un anticlericalismo tan apasionado y mordaz, que destacaba aun entre los socialistas italianos. Se conoce, por ejemplo, un episodio ocurrido en 1904 en Lausana (Suiza), en donde protagonizó una disputa religiosa, defendiendo al ateísmo: el joven socialista puso su reloj en la mesa, desafiando a Dios que lo fulminara en cinco minutos, si realmente existía. En sus primeros artículos en periódicos socialistas (que firmaba como hereje verdadero, solía atacar a las jerarquías de la Iglesia tildándolas de “agentes del capitalismo”, negar la existencia histórica de Jesús y refutar a los Evangelios como burdas falsificaciones.

(8) Su padre Alessandro Mussolinim era un conocido anarquista en Dovia di Predappio (Forli), el pueblo natal de Benito. El futuro jefe del fascismo fue ateo por toda su vida, aunque su anticlericalismo desapareciera con los años por los compromisos políticos. Su madre Rosa, su hermano Arnaldo y su esposa Rachele, por otro lado, eran católicos practicantes.







  Historia. INTRODUCCIÓN. La Historia es una ciencia (disciplina prefieren decir otros) que exige una reflexión sobre su carácter como cie...