sábado, 30 de enero de 2021

 

El viacrucis, un impulso para la Semana Santa de Sevilla



Hoy en día, los viacrucis -el camino de la cruz- presididos por los distintos titulares de las hermandades son habituales y casi imprescindibles durante la Cuaresma a pesar de que el origen del modelo actual de este culto externo es reciente. Los viacrucis de hoy encuentran su germen en el ejercicio que presidía el Cristo de las Misericordias de Santa Cruz ya inicios de los años setenta y en el viacrucis de Sevilla que comenzó a celebrarse en 1976 motivado por una circunstancia impensable en la realidad actual: una crisis de la Semana Santa.

Es cierto que en el año 1521, Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, instaura el rezo en Sevilla, sin embargo, este primitivo viacrucis guarda poca relación con el modelo actual. Según cuenta el historiador Manuel Jesús Roldán, este ejercicio tenía un alto componente turístico: “El duque de Alcalá realiza un viaje a Tierra Santa e impresionado por el rezo piadoso del viacrucis que se hacía allí, se trae las medidas a Sevilla e instituye ese ejercicio”. Dicho viacrucis, que se iniciaba en la Casa Pilato y tenía su culmen en el templete de la Cruz del Campo, es parte del origen de la Semana Santa de Sevilla. Ambos enclaves están separados por 997 metros, la distancia que el marqués de Tarifa había recorrido desde el pretorio de Pilato hasta el Monte Calvario.

En Santa Cruz nace el modelo actual de viacrucis

El precedente del modelo actual de viacrucis se sitúa en el barrio de Santa Cruz, en la hermandad de dicho título y, más en concreto, en el rezo que preside de manera anual el Cristo de las Misericordias desde el año 1971. Antes, el crucificado ya protagonizó tres viacrucis externos de manera extraordinaria: el 11 de noviembre de 1946 con motivo de la Santa Misión, el 13 de diciembre de 1954 como culminación del cincuentenario de la hermandad y en la noche del 23 de noviembre de 1962.

La corporación del Martes Santo fue pionera y, por qué no decirlo, valiente en una etapa difícil para las cofradías sevillanas. El primer lustro de los años setenta fue tiempo de crisis para la Semana Santa hispalense. “Las hermandades penitenciales ven que no encajan con el tardofranquismo y tampoco conectan con los ecos del Concilio Vaticano II, que quería renovar la Iglesia y que, incluso, llega a criticar a las cofradías”, explica Roldán. De hecho, el propio cardenal Tarancón afirmó que «las cofradías eran propias de regiones subdesarrolladas”.


En la imagen, el Señor de las Misericordias preside el viacrucis extraordinario de Santa Cruz con motivo del cincuentenario de la hermandad, año 1954.

Las cofradías tenían pocos nazarenos y el público escaseaba en las calles de Sevilla. Ante esto, el Consejo de Hermandades y Cofradías, presidido por José Sánchez Dubé, entendió que era el momento de darle un impulso a la Semana Santa hispalense y, para ello, apostó por seguir el modelo de viacrucis de la Hermandad de Santa Cruz. Así, en 1976 el Cristo de las Misericordias estrena el viacrucis de Sevilla. “Había que volver a sacar a la gente a la calle, había que recuperar al público”, enfatiza Roldán.

El viacrucis de Sevilla, todo un éxito

El hecho de que el crucificado atribuido al taller de Roldán ya presidiera este rezo de manera anual por la judería hispalense fue determinante para ser la primera imagen elegida por parte del Consejo. Sin embargo, la circunstancia más llamativa, al menos hoy, es que la cercanía de Santa Cruz con respecto a la catedral también jugó un papel fundamental en la elección, puesto que “había miedo a sacar a una imagen a la calle. Estaba recién instaurada la democracia; es decir, hablamos de un momento de absoluta transición”.

El viacrucis de Sevilla funcionó. Al año siguiente, 1977, el Cristo de la Fundación de los Negritos protagonizó el rezo en la catedral, pero el asentamiento definitivo llegó con la elección consecutiva de las grandes devociones de la ciudad. Los viacrucis presididos por el Cachorro (1978), el Gran Poder (1979), el Amor (1980) y Pasión (1981) fueron multitudinarios. Es decir, se cumplió el objetivo con el que nació el modelo actual de viacrucis: recuperar el público en las calles y, por ende, la fe y la religiosidad popular.

El gran número de cofrades que acompañó al Señor de Vera-Cruz, imagen de menor devoción que los Cristos anteriores, en 1982 confirmó el éxito del viacrucis de Sevilla como culto extraordinario. “Es el aldabonazo definitivo para crear un modelo. Ese modelo que hace que triunfe el viacrucis masivo, en el que el rezo viene a ser secundario”, argumenta Roldán. Brotó el modelo de viacrucis que prolifera actualmente en las distintas hermandades de Sevilla durante la Cuaresma.


En la imagen, el Gran Poder durante el viacrucis de Sevilla, año 1979.

De forma paulatina, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, el prototipo del viacrucis de Sevilla comenzó a trasladarse a las distintas hermandades de la ciudad. “Entre otras cosas, las hermandades quieren volver a sacar su imagen, potenciar el aspecto de la corporación en la calle”, cree Roldán. El crecimiento de este culto externo ha sido tal que, en la actualidad, 37 de las 70 corporaciones de penitencia celebran viacrucis externos. Es decir, en 48 años se ha pasado del único ejercicio del Cristo de las Misericordias a que más de la mitad de las hermandades de penitencia inunden la Cuaresma con sus viacrucis.

Qué es el rezo del viacrucis

Andas cada vez más sofisticadas, bonitos exornos florales, recorridos bastante bellos y numerosos hermanos y público forman parte de los viacrucis. Pero lo realmente fundamental de este culto es el rezo en sí de las catorce estaciones. A pesar de que el origen del modelo de viacrucis que hoy se conoce se sitúa entre los siglos XVI y XVII, el rezo actual, basado en los textos evangélicos, lo establece San Juan Pablo II el Viernes Santo de 1.991, quien incorpora nuevos pasajes y sustituye algunas estaciones que estaban tomadas de los textos apócrifos.

“El rezo del viacrucis es una forma de participar, de estar con Jesús en el momento más importante de su pasión. En su sentido más estricto, el viacrucis es recorrer el camino de Jesús en Jerusalén desde que es sentenciado hasta que muere en la cruz”, afirma Marcelino Manzano, delegado diocesano de hermandades y cofradías de Sevilla. Es un camino espiritual que muchas hermandades, como el Amor, el Gran Poder o San Roque, recorren de manera interna en sus templos. Así lo explica Manzano: “Ese camino también se puede hacer de forma espiritual; es decir, cada uno en su templo o en su casa”.

Por último, Marcelino Manzano avala el rezo externo del viacrucis siempre que sirva para hacer ese camino espiritual junto a Jesús: “El ejercicio del viacrucis externo es reciente, se ha ido extendiendo. Lo veo bien siempre y cuando propicie ese itinerario espiritual. Si no sirve para que la gente rece porque no se escucha o porque los fieles están distraídos, mejor que no”.

El viacrucis en Sevilla, un culto vital durante la Cuaresma y que fue fundamental para que la Semana Santa hispalense saliera de una crisis. Un ejercicio espiritual para acompañar a Jesús en el momento más importante de su pasión desde la fe y la religiosidad popular.

Bibliografía

  1. Santa Cruz y el Cristo de las Misericordias. Lametro Fox. 2004.
  2. Roldán Salgueiro, Manuel Jesús. ‘La Semana Santa de la Transición’. El Paseo Editorial. 2017.
  3. Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla [En líneahttp://www.hermandades-de-sevilla.org/via-crucis/imagenes-que-han-presidido-el-via-crucis
  4. Archidiócesis de Sevilla [En línea] https://www.archisevilla.org/via-crucis-el-camino-de-la-cruz/

 

https://denazaretasevilla.com/2019/07/04/viacrucis-impulso-la-semana-santa-sevilla/

 

 

I estación:

 Jesús en el Huerto de los Olivos




Misterio de la Oración en el Huerto, Hermandad de Montesión. / Manuel Jesús Pérez.

Durante los últimos años, podría decirse incluso décadas, el rezo del viacrucis -el camino de la cruz- se ha convertido en una pieza fundamental en la preparación de Sevilla, las hermandades y los cofrades para la Semana Santa. En su sentido más estricto y tomando como base la devoción a una imagen, durante las catorce estaciones los fieles recorren junto a Jesús el camino hasta su muerte en el Monte Calvario. Así es en el viacrucis del Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta que tiene lugar cada último sábado de enero, en el rezo interno que se celebra cada viernes de Cuaresma en la basílica del Gran Poder o en el ejercicio que preside cada Lunes Santo el Señor de la Salud de los Gitanos.

A pesar de que el origen del modelo de viacrucis que hoy se conoce se sitúa entre los siglos XVI y XVII, el rezo actual, basado en los textos evangélicos, lo establece San Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991, quien incorpora nuevos pasajes y sustituye algunas estaciones que estaban tomadas de los textos apócrifos.

Así es el viacrucis según la Semana Santa de Sevilla.

I estación: Jesús en el Huerto de los Olivos. Del Evangelio según San Marcos (Mc 14, 32-36): “Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: «Me muero de tristeza: quedaos aquí velando». Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo: «¡Abbá! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres». El mencionado momento de la pasión de Jesucristo tuvo lugar en Getsemaní, lugar habitual de oración del Señor, en la noche antes de ser arrestado.

En la Semana Santa de Sevilla la Hermandad de Montesión, con su misterio del Señor de la Oración en el Huerto, es la corporación que representa dicho pasaje bíblico. En concreto, el paso de la cofradía del Jueves Santo recoge la escena que describe San Lucas (Lc 22, 39-44); es decir, el momento en el que a Jesús mientras ora se le aparece un ángel para confortarlo. Según el texto evangélico, Cristo llegó a sudar sangre del sufrimiento.

El misterio de Montesión

En la parte delantera del misterio, se encuentra el ángel confortador, Egudiel, que porta el cáliz y la cruz; en la zona central se observa al Señor de la Oración en el Huerto; y en la trasera, se sitúan justo debajo del olivo los apóstoles San Pedro, Santiago el Mayor y San Juan, quienes están dormidos.

El Cristo de la Oración en el Huerto es una obra anónima del último tercio del siglo XVII atribuida a Pedro Roldán. Es cierto que durante el siglo XX, al hallarse el contrato en el que la hermandad encargó a Jerónimo Hernández en 1578 la ejecución de las cinco imágenes que conformaban el misterio por aquel entonces, el Señor se relacionó con el citado artista.


Antigua disposición del misterio de la Oración en el Huerto. / Hermandad de Montesión.

El ángel Egudiel, que significa la ‘penitencia de Dios’, se trata de una obra anónima del mismo periodo que el Señor. Las alas actuales fueron realizadas por Luis Ortega Bru en 1955, al igual que la nube sobre la que se sitúa la talla.

El actual apostolado que forma parte del misterio – San Pedro, Santiago el Mayor y San Juan- es de Antonio Castillo Lastrucci (1950), encargado de reemplazar las anteriores figuras que fueron destruidas en el saqueo que sufrió la capilla de Montesión en la tarde del 18 de julio de 1936. A excepción de San Pedro, una obra de Vicente Hernández Couquet (1851), el primitivo apostolado se cree que correspondía al taller de Pedro Roldán.

Desde el origen de la antiquísima Hermandad de Montesión, el misterio de la Oración en el Huerto es el paso central de la cofradía. Así se entiende del encargo que la corporación le realizó en 1578 a Jerónimo Hernández. En sus inicios la hermandad llegó a procesionar con hasta cinco pasos que representaban los misterios dolorosos del Rosario (la oración en el huerto, la flagelación, la coronación de espinas, Jesús con la cruz y la crucifixión), pero solo el del Señor de la Oración en el Huerto ha perdurado en el tiempo.

La actual disposición del misterio fue adoptada en 1914, cuando el diseñador y orfebre Antonio Amiáns colocó al ángel confortador en la delantera y a Cristo en el centro del paso. Hasta esa fecha, la escena se representaba justo al revés; es decir, el Señor de la Oración en el Huerto, justo delante, daba la espalda al pueblo.

Presidió el viacrucis del Consejo recientemente

El Cristo de la Oración en el Huerto presidió el viacrucis de Sevilla el 6 de marzo de 2017. Se trataba de una de las grandes imágenes de la capital hispalense que aún no había acudido a la catedral para ser el eje central del rezo.

En la actualidad, la corporación no celebra viacrucis con la imagen atribuida a Pedro Roldán, pues es el Cristo de la Salud (1954), también titular de la hermandad, quien preside dicho rezo externo. El crucificado de Luis Ortega Bru recorre las calles de su feligresía cada primer sábado de Cuaresma.


Besapiés Jesús de la Oración en el Huerto | Hermandad MonteSión | 21 Febrero 2019 | Luis Selvático.

Curiosidades

Dada la trascendencia del misterio de la Oración en el Huerto en la pasión de Cristo, el paso de la Hermandad de Montesión ha participado en numerosas ocasiones en el Santo Entierro Grande de Sevilla: 1850, 1854, 1898, 1910, 1920, 1946, 1965, 1992 y en la tarde del Sábado Santo de 2004, cuando se celebró por última vez la magna procesión. Además, en el año 2013, el misterio de la Oración en el Huerto formaba parte del viacrucis extraordinario con motivo del Año de la Fe que no puedo celebrarse por la lluvia.

Con motivo del saqueo que sufrió la capilla de Montesión en la tarde del 18 de julio de 1936, el Señor de la Oración en el Huerto procesionó solo sobre el paso que cedió la Hermandad de la Hiniesta en la tarde del Jueves Santo de 1937.

Tanto en 1886 como en 2000, la cofradía realizó la estación de penitencia desde la vecina parroquia de San Juan de la Palma al encontrarse la capilla de Montesión en obras.

El olivo que forma parte del misterio de Montesión es el único completamente natural de la Semana Santa de Sevilla. En la mañana del Martes Santo, se coloca sobre el paso.

A pesar de que la disposición actual del misterio de Montesión está asentada desde hace más de un siglo, existe cierto debate en la corporación sobre la distribución de las imágenes. Es cierto que el ángel confortador, al encontrarse en la delantera del paso y a una cierta altitud, tapa al Señor, más centrado, y dificulta su contemplación en la calle. En el último besapiés de la imagen que tuvo lugar hace unas semanas, se pudo apreciar la disposición que se podría implantar en el misterio en un futuro: el Señor de la Oración, más adelantado, adquiere mayor protagonismo en la escena, mientras que Egudiel se sitúa a su izquierda y un poco más atrasado. 

Viacrucis tradicional

En el primitivo viacrucis de Sevilla que instauró en 1521 Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, debía rezarse el ejercicio según el considerado viacrucis tradicional. Así se refleja en los diferentes azulejos que se sitúan entre la Casa Pilato y el humilladero de la Cruz del Campo, recorrido que siguió el viacrucis entre 1630 y 1873. De esta forma, la primera estación del primitivo viacrucis era la siguiente: Jesús es condenado a muerte.


Bibliografía

  1. Jiménez Sampedro, Rafael. ‘La Semana Santa de Sevilla en el siglo XIX’. Abec editores. 2013.
  2. Roda Peña, José. ‘Pedro Roldán, escultor 1624-1699’. Arco/Libros. 2012.
  3. Misterios de Sevilla. ABC de Sevilla.
  4. Leyendas de Sevilla [En línea] http://leyendasdesevilla.blogspot.com/2013/04/via-crucis-de-la-cruz-del-campo-i.html
  5. Hermandad de Montesión [En línea] https://www.archisevilla.org/via-crucis-el-camino-de-la-cruz/
  6. La Santa Sede [En línea] http://www.vatican.va/news_services/liturgy/2008/via_crucis/sp/station_01.html

 

https://denazaretasevilla.com/2019/07/04/i-estacion-jesus-en-el-huerto-de-los-olivos/

VII estación: Jesús carga con la cruz



Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. / Fran Santiago.

 

Durante los últimos años, podría decirse incluso décadas, el rezo del viacrucis -el camino de la cruz-se ha convertido en una pieza fundamental en la preparación de Sevilla, las hermandades y los cofrades para la Semana Santa. En su sentido más estricto y tomando como base la devoción a una imagen, durante las catorce estaciones los fieles recorren junto a Jesús el camino hasta su muerte en el Monte Calvario. Así es en el viacrucis del Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta que tiene lugar cada último sábado de enero, en el rezo interno que se celebra cada viernes de Cuaresma en la basílica del Gran Poder o en el ejercicio que preside cada Lunes Santo el Señor de la Salud de los Gitanos.

A pesar de que el origen del modelo de viacrucis que hoy se conoce se sitúa entre los siglos XVI y XVII, el rezo actual, basado en los textos evangélicos, lo establece San Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991, quien incorpora nuevos pasajes y sustituye algunas estaciones que estaban tomadas de los textos apócrifos.

Así es el viacrucis según la Semana Santa de Sevilla

VII estación: Jesús carga con la cruz. Del Evangelio según San Juan (Jn 19, 16-17): “Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota)”. Describe la escena en la que Jesús, coronado de espinas, inicia el camino hacia el Monte Calvario cargando con la cruz en la que va a ser crucificado.

Al ser varias las hermandades de Sevilla que representan dicho pasaje bíblico, el artículo se va a centrar en el primer nazareno que presidió el viacrucis de la capital hispalense: el Señor del Gran Poder, que quizá es la imagen que genera más devoción de Sevilla. La escena evangélica que describe San Juan solo la escenifican aquellos nazarenos que procesionan en solitario: el Cristo de la CoronaNuestro Padre Jesús del Divino Perdón, el Nazareno de la Salud y Clemencia (Padre Pío), el Señor de la Humildad del CerroNuestro Padre Jesús de la Salud de la Candelaria, el Señor de la Divina Misericordia de las Siete PalabrasNuestro Padre Jesús de la Pasión, el Nazareno del Silencio, el Señor de la Salud de los Gitanos, el Gran Poder y el Nazareno de la O. A todas estas imágenes hay que sumar el misterio de la Hermandad de la Paz, que representa el momento exacto en el que Nuestro Padre Jesús de la Victoria recibe la cruz.

Hay que tener presente que la iconografía de Jesús con la cruz al hombro es, junto a la del Señor crucificado, la más extendida en la Semana Santa de Sevilla. Así, contando con las imágenes de Jesucristo que son acompañadas por Simón de Cirene -VIII estación-, con los nazarenos que forman parte de un misterio y con las tres obras de Jesús caído -representación basada en los textos apócrifos-, dieciocho de las setenta hermandades de penitencia de Sevilla tienen entre sus titulares a un nazareno.

La iconografía de Jesús Nazareno tiene su origen en el siglo IV; de hecho, en el año 350 se reproduce por primera vez en el Sarcófago 171 del Museo Pío Cristiano del Vaticano. A pesar de que en la época romana el reo solo portaba el travesaño, Jesús, coronado de espinas, es representado cargando con la cruz camino del Calvario. La iconografía comienza a adquirir mayor protagonismo en Sevilla a partir de la segunda mitad del siglo XVI, véase al Cristo de la Corona, de autoría anónima.

En un principio, como el Señor de la corporación del Sagrario, Cristo es representado abrazando la cruz, iconografía original de Jesús Nazareno, quien sujeta el madero por el tramo más largo. Así se observa en las imágenes de Jesús Camino del Calvario, obra de Jorge Fernández (1528) que se encuentra en el retablo mayor de la catedral, y del Cristo de las Fatigas, talla de Gaspar del Águila (1587) que se ubica en la parroquia de la Magdalena.


Nazareno del Silencio. / Fran Santiago.

La representación más extendida de Jesús Nazareno se instaura en Sevilla durante el siglo XVII, centuria en la que las hermandades cuya devoción se centra en Cristo cargando con la cruz empiezan a crecer. En el mencionado siglo, entre otras obras, Francisco de Ocampo ejecuta a Jesús Nazareno del Silencio (1609) -imagen que abraza la cruz-, Martínez Montañés realiza al Señor de Pasión (1615) y Juan de Mesa gubia al Gran Poder (1620).

Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

Durante siglos la imagen fue atribuida a Martínez Montañés, pues el nombre de Juan de Mesa, tal vez por su muerte temprana o su temperamento tranquilo, se perdió en el olvido hasta la centuria del XX. El investigador Heliodoro Sancho Corbacho encontró en 1930 el documento por el que la Hermandad del Gran Poder le encargó a Juan de Mesa la ejecución del Señor y del San Juan Evangelista (1620) que procesiona junto a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. El actual Cristo del Gran Poder sustituyó a una obra anterior.

Como asegura el historiador del arte Manuel Jesús Roldán, con Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, Juan de Mesa rompió con el modelo tardoclasicista propio de las imágenes de nazareno de Francisco de Ocampo y Martínez Montañés para introducir una estética basada en el dinamismo, la fuerza y la expresividad del barroco. La prominente corona de espinas tallada sobre la cabeza del Señor es uno de los elementos que mejor muestra estas características. Una de las espinas se clava en la ceja izquierda y otra atraviesa una de sus orejas. Por su parte, la gran zancada es una demostración del poder del Señor, mientras que su mirada doliente y perdida conecta perfectamente con los fieles. Por todo ello, el Gran Poder es quizá el nazareno de mayor dramatismo de Sevilla.

Es una imagen realizada en madera de cedro, a excepción de la peana y la cruz, que se ejecutaron en pino de segura. El Señor, imagen pensada desde sus inicios para ser vestida, mide 1,81 metros y tiene los brazos articulados, lo que permite que durante su besamanos el Gran Poder sea expuesto como un cautivo.

El paso del Cristo del Gran Poder, obra de Francisco Antonio Ruiz Gijón (1688-1692), es el más antiguo de la Semana Santa de Andalucía. Tanto es así que, según afirma Manuel Jesús Roldán, es el paradigma del paso sevillano y el modelo a seguir en las diferentes andas procesionales de la fiesta. A excepción de los respiraderos -que fueron tallados posteriormente-, la obra se conserva íntegramente.

Es la única imagen que ha presidido el viacrucis de Sevilla en dos ocasiones

El Señor del Gran Poder acudió a la catedral el primer lunes de Cuaresma de 1979 para ser el eje central de un multitudinario viacrucis de Sevilla. En su cuarta edición, el rezo se consolidaba así como culto extraordinario. Solo ocho años después, en 1987, la imagen de Juan de Mesa volvería a presidir el ejercicio con motivo de la beatificación del cardenal Spínola. Aquel 9 de marzo, el Señor del Gran Poder lució la túnica de las “espinas”, obra de Teresa del Castillo (1857) que la talla no llevaba desde 1948. Una imagen, con la túnica bordada, que no se volvería a repetir hasta el año 2008, cuando lució la de los cardos en la Madrugada. Tal fue la cantidad de público que acompañó al Cristo que el viacrucis acumuló dos horas de retraso.


Señor del Gran Poder en el viacrucis de Sevilla de 1987. / ABC.

Actualmente, la hermandad no celebra viacrucis externo por las calles de la feligresía, pues el ejercicio se reza por el interior de la basílica del Gran Poder cada viernes de Cuaresma.

El Señor del Gran Poder solo ha participado en 1854 en el Santo Entierro Grande de Sevilla. Por otro lado, formaba parte del viacrucis extraordinario del Año de la Fe (2013) que no pudo celebrarse por la lluvia.

Curiosos pleitos con otras hermandades

La cofradía del Gran Poder procesiona en la Madrugada del Viernes Santo desde 1777, fecha en la que el Silencio se negó a realizar la estación de penitencia por no estar de acuerdo con la incorporación de la hermandad de San Lorenzo. Catorce años después, en 1791, se inició el pleito entre la Carretería, que llevaba 28 años sin procesionar, y el Gran Poder que perduró hasta 1798 por la prevalencia en el orden de entrada en la catedral. Ambas hermandades casi acaban extinguidas.

En 1800 la cofradía de San Lorenzo firmó la concordia con la Macarena para discurrir por delante de ésta en la catedral previa solicitud de la venia ante la Esperanza. Haciendo uso de la concordia, en 1827 el Gran Poder, que retrasó su salida ese año por la lluvia, envió cuatro nazarenos a la Cruz de la Cerrajería para que la Macarena no avanzase por delante suya. La cofradía de San Gil decidió volverse. A inicios del siglo siguiente, en 1903, tras no pedir un año antes el Gran Poder la venia a la Macarena y realizar ésta la estación de penitencia por delante de la cofradía de San Lorenzo, el cardenal Spínola insta a ambas hermandades a que renueven la concordia, vigente hasta la fecha.

A la corporación que radica en la basílica del Gran Poder desde 1965 se la podría calificar como peregrina, pues en sus casi seis siglos de vida ha residido en hasta seis templos: iglesia de San Benito Abad (actual parroquia de San Benito); iglesia del convento de la Asunción (Santiago de la Espada); antiguo convento del Valle (actual Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud); San Acacio (actual Círculo de Labradores), donde la corporación solo radicó entre 1697 y 1703; iglesia de San Lorenzo, lugar en el que la hermandad se hospedó en la actual capilla donde se encuentran los titulares del Dulce Nombre, entre 1703 y 1965; y la actual basílica.

Numerosas salidas extraordinarias

Dada la gran devoción que Sevilla le guarda al Señor del Gran Poder, la imagen de Juan de Mesa ha protagonizado numerosas salidas extraordinarias.

El 7 de septiembre de 1800, el Señor del Gran Poder formó parte de una procesión por rogativas conjunta con las hermandades de Rocamador, Silencio, Carretería y la comunidad franciscana de San Antonio. La imagen fue trasladada hasta la catedral en una Sevilla que estaba sufriendo las penurias provocadas por la epidemia de la fiebre amarilla de América.

Para conmemorar la finalización de la Guerra Civil, el 3 de mayo de 1939 el Señor del Gran Poder protagonizó una salida extraordinaria a la catedral, donde se celebró un triduo sacro y una función de acción de gracias. El domingo 7 la imagen, que lució la túnica persa, volvió a la parroquia de San Lorenzo entre grandes masas de público que, al paso del Señor, realizaban el saludo fascista, como era obligatorio en los primeros años tras la victoria del general Franco.

En 1965 el Señor del Gran Poder participó en la Santa Misión organizada por el cardenal Bueno Monreal. En andas, la imagen de Juan de Mesa fue trasladada a la parroquia de Santa Teresa, en el barrio de la Candelaria, el 28 de enero. Unos días después, el domingo 7 de febrero, el nazareno presidió un viacrucis por las calles del vecindario. En mayo de ese mismo año, el Señor del Gran Poder y la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, que fue acompañada musicalmente por el Regimiento de Infantería Soria nº 9, protagonizaron una salida extraordinaria a la catedral antes de que ambas imágenes fuesen trasladadas a su nuevo templo el 27 de mayo de 1965, Domingo de la Ascensión.


Salida extraordinaria del Gran Poder tras la finalización de la Guerra Civil, mayo de 1939. / ABC.

En enero de 1995, con motivo de la concesión de la Medalla de la Ciudad al Señor del Gran Poder, había prevista una procesión extraordinaria hasta la plaza de San Francisco, donde se iba a celebrar el acto de imposición, que no pudo llevarse a cabo por la lluvia. En su lugar, la ceremonia se desarrolló en la basílica.

Debido a las obras que sufrió la basílica en 2008, el Señor del Gran Poder y la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso fueron trasladados en abril al convento de Santa Rosalía. Las imágenes regresaron a su templo el 14 de noviembre del citado año.

La última salida extraordinaria de la imagen de Juan de Mesa tuvo lugar a inicios de noviembre de 2016, cuando el Señor del Gran Poder presidió en la catedral de Sevilla el Jubileo de las Hermandades por el Año de la Misericordia. En la noche del 3 de noviembre la imagen fue trasladada a la catedral, mientras que regresó en la mañana del domingo 6 de noviembre. Numerosos fieles acompañaron al nazareno en ambas procesiones.

Para celebrar los tres siglos de la llegada de la hermandad a la parroquia de San Lorenzo, donde la corporación se forjó tal y como la conocemos hoy, se celebró un besamanos extraordinario del Señor del Gran Poder en la parroquia de San Lorenzo el día 19 de diciembre de 2003.

Nazarenos que procesionan en solitario que han presidido el viacrucis de Sevilla

  • Señor del Gran Poder, 1979 y 1987.
  • Nuestro Padre Jesús de la Pasión, 1981.
  • Nazareno del Silencio, 1983.
  • Nazareno de la O, 1994.
  • Señor de la Salud de los Gitanos, 2009. No pudo presidir el rezo por la lluvia.
  • Señor de la Salud de la Candelaria, 2012.

Viacrucis tradicional

En el primitivo viacrucis de Sevilla que instauró en 1521 Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, debía rezarse el ejercicio según el considerado viacrucis tradicional. Así se refleja en los diferentes azulejos que se sitúan entre la Casa Pilato y el humilladero de la Cruz del Campo, recorrido que siguió el viacrucis entre 1630 y 1873. De esta forma, la séptima estación del primitivo viacrucis era la siguiente: Jesús cae por segunda vez.


Bibliografía

  1. Jiménez Sampedro, Rafael. ‘La Semana Santa de Sevilla en el siglo XIX’. Abec editores. 2013.
  2. Borrallo, Pablo. ‘Iconografía de la Semana Santa de Sevilla’. Ediciones Alfar. 2017.
  3. Roldán Salgueiro, Manuel Jesús. ‘Gran Poder. Historia, arte y devoción’. Almuzara. 2014.
  4. Roldán Salgueiro, Manuel Jesús. ‘La Semana Santa de la Transición’. El paseo editorial. 2017.
  5. Nazarenos de Sevilla. ABC de Sevilla.
  6. Leyendas de Sevilla [En línea] http://leyendasdesevilla.blogspot.com/2013/04/via-crucis-de-la-cruz-del-campo-i.html
  7. Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla [En línea] http://www.hermandades-de-sevilla.org/via-crucis/imagenes-que-han-presidido-el-via-crucis
  8. La Santa Sede [En línea] http://www.vatican.va/news_services/liturgy/2012/via_crucis/sp/station_02.html

 

https://denazaretasevilla.com/2019/03/21/vii-estacion-jesus-carga-con-la-cruz/

























 

ALBARRACÍN

Un viaje en profundidad por uno de los pueblos más bonitos e icónicos de España.

 

El turismo slow no solo consiste en mirar con otra óptica a destinos cercanos, sino en redescubrirlos para ahondar en sus singularidades y disfrutarlas en plenitud. Esto es lo que sucede con Albarracín, una localidad a la que nadie discute su belleza pero que merece ser tridimensionalizada como algo más que una postal idílica. He aquí un paseo completo para no dejarse nada. 


UNIFORMIDAD CROMÁTICA

No hace falta asomarse al mirador que hay a los pies de la catedral, donde se obtienen postales como la de la imagen, para constatar que gran parte del encanto de Albarracín está en ese color tan característico con el que se tiñen la mayoría de sus construcciones. Porque sí, la piedra está presente. Y sí, la madera también asoma en los entramados exteriores, pero la coherencia cromática es sorprendente e inesperada en un país tan alegre y anárquico (en lo estético) como España. La razón no está muy lejos. De hecho, se encuentra en el yeso rojo que se obtiene en la sierra que rodea esta localidad. Se trata de una mezcla entre yeso normal y óxido de hierro que no solo tiñe de un rojo pálido todas las postales, sino que 'agarra' mejor y tiene mayor perdurabilidad al ser un material más sólido y resistente. Todo son ventajas. 


EL CASTILLO EMBRIONARIO

La Albarracín actual empezó siendo un castillo, algo que no es noticia en la Península. Los primeros en llegar aquí fueron los miembros de la familia bereber Banu Razin, de donde proviene el nombre de este pueblo. Durante el periodo musulmán, esta localidad se convirtió en una poderosa plaza inexpugnable gracias a su caprichosa orografía ya que se ubica en un meandro vertiginoso bordeado horadado por el río Guadalaviar. Esta característica le permitió, más adelante, tener una taifa propia y desarrollar una creciente actividad comercial, por lo que fue creciendo poco a poco, levantando calles y casas en lugares casi impensables. Pero antes de seguir por estos derroteros, merece la pena subir hasta la parte más alta para contemplar lo que queda de un castillo más grande que lo que preludian sus muros y almenas. Y mucho más coqueto que las largas murallas que corretean por los montes de alrededor. 


UNA CATEDRAL MUY PECULIAR

La vista aquí alterna su foco entre las defensas militares y la torre, coronada por azulejos, de la catedral. Es cierto que, por tamaño, no parece un templo inmenso, pero tiene bastante más enjundia que la que aparenta. En primer lugar, por su acceso, que no es el clásico pórtico en calle ancha o plaza. Como sucede en el resto de la Albarracín antigua, esta construcción se erigió a duras penas al abrigo de la montaña, por lo que para llegar hasta su entrada hay que salvar una pequeña escalinata. Luego está lo exclusivo de su acceso, ya que solo se puede conocer mediante las visitas guiadas de la fundación Santa María de Albarracín, una institución creada hace décadas para explotar mejor el tirón turístico de esta localidad y revertir los beneficios en actividades culturales y en restauración del patrimonio. Por supuesto, la rehabilitación de esta catedral corrió de su parte. 


SORPRESAS EN EL INTERIOR

El recorrido guiado por este templo desvela curiosidades como el hecho de que está ubicado donde antes se emplazaba la mezquita, en una clara demostración de la conversión de la ciudad allá por 1170. Por entonces, Albarracín mantuvo cierta independencia respecto a la Corona de Aragón con el coste que ello implicaba. Es decir, que sus gobernadores, la familia Azagra, se afanaron rápido en levantar una catedral y así tener un obispo propio. 

De aquella época se conservan algunos frescos que se han descubierto gracias a las obras de restauración y una ventanuca medieval en una de las capillas laterales. Lo que actualmente se contempla es una iglesia a medio camino entre el gótico y el Renacimiento plagada de anécdotas y de hallazgos, como es el caso de la pudiente capilla de la Virgen del Pilar, que puede presumir de mármoles y linterna propia. O el retablo de San Pedro, realizado en madera de pino de la sierra de Albarracín, sorprendente por su color (sí, también rojizo) y por su dureza. O la capilla de la circucisión, donde las últimas obras han desvelado una serie de frescos en grisalla. 


DETALLES NOBLES...

Un poco más abajo de la catedral se encuentra el antiguo Palacio Episcopal, un edificio que brilla por unas dimensiones desproporcionadas para Albarracín y por una escalera interior majestuosa con la que no se añora el ascensor. Esta es una figura retórica, ya que en la actualidad esta mansión se usa para las actividades culturales y divulgativas que programa la fundación. Merece la pena un alto en el camino, también, por su fachada, en la que se deja bien claro el poder del obispo. Parte de las estancias interiores acogen el museo diocesano, no tan relevante como para hacerse un hueco en este paseo. 


...Y NEOCOSTUMBRISTAS

El deambular por las callejuelas de Albarracín tiene como recompensa llenar la cámara del móvil de detalles cuquis. Aquí lo coqueto se ha ganado su propio espacio gracias al boom turístico y al imaginario creado por urbanitas repatriados aderezados por el gusto por lo vintage. Y es resultón. No en vano, esta población vive, en gran medida, del turismo, un impulso que llevar copando portadas desde que en 1961 se declarara todo el conjunto como Monumento Nacional. Hoy, la mayoría de las construcciones acogen hotelitos con encanto, casas rurales, restaurantes y albergues. No alojarse aquí no es una opción. 


RETALES MEDIEVALES

De vuelta al callejeo, el paseo tiene una inevitable parada en el Portal del agua. Entre las muchas peculiaridades que tiene Albarracín, destaca el hecho de no tener una puerta icónica como sucede con otras plazas medievales. Aquí son, más bien, aperturas coquetas ubicadas en los principales caminos que desembocaban en esta localidad que no tenían un papel tan defensivo como en otros lugares. Y es que, para repeler los ataques ya estaban las fortalezas y baluartes que coronaban los montes de rodean esta población. Eso sí, el Portal del agua tiene una belleza indiscutible por el serpentear de la calle y por qué aquí el postureo sale de lujo. No hay nada un poquito de contrapicado y mucha piedra para sorprender en el time line.


CONSTRUCCIONES MILAGROSAS

La heroidicidad de las construcciones medievales no solo se cimenta en el hecho de haber levantado una ciudad en un risco casi imposible, sino en hacerlo conquistando el espacio de una forma sorprendente. La necesidad de albergar a una población numerosa hizo que durante la Edad Media y en los siglos posteriores se idearan soluciones de lo más creativas... y fotogénicas. Ahí están, sin ir más lejos, los bellos entramados de madera que lucen las fachadas. O las galerías y balcones que vencen a la gravedad suspendidos de cualquier pared. Y, por supuesto, los emblemáticos rascacielos de yeso rojo, madera y ventanucas que asoman en cualquier rincón. El más emblemático de ellos es el conocido como el abanico, un conjunto de casas que se superponen y se contradicen de manera inverosímil creando un paisaje más propio de un delirio de Lego infantil que de un municipio próspero. Y sin embargo, ahí están, siendo objeto de miradas curiosas que no dan crédito a lo que ven. 


EL FLATIRON TUROLENSE

Los mandamientos fotográficos en Albarracín tienen una coordenada innegociable: la vista de la Casa de la Julianeta desde el Arco de Medina. Esta puerta en la muralla vale más por lo que enmarca que por su belleza propia. Y es que detrás tiene la que es, sin duda, la casa más emblemática del casco histórico. Su gracia no está solo en la ubicación, también en la curiosa forma en la que hace esquina (de ahí su comparación con el icónico edificio neoyorquino) y en la forma en la que las estancias se van superponiendo venciendo a cualquier lógica. Pero quizás el detalle que sorprende más es que hoy en día se sigue usando como casa para aquellos residentes auspiciados por la Fundación. 


Y DE REPENTE, LA CASA AZUL

Huelga decir que cualquier escarceo por cualquier callejuela de Albarracín tiene como recompensa un inventario de espacios surrealistas y bellos. Por eso, lo que más sorprende al caminar hacia la Cuesta de Teruel (la entrada más cercana al barrio nuevo) es encontrarse con una enorme mansión de color azul. No sería noticia en otra ciudad, pero sí aquí, ya que el color rojizo es casi una ley. Para encontrar la explicación la excepción de la Casa Azul (su nombre no requiere de mucha explicación) hay que remontarse al siglo XVIII, cuando la familia  Navarro de Alzuriaga, unos pudientes empresarios de la lana, quisieron sobresalir por encima de sus vecinos. La solución, más allá de levantar una casa de manera moderna sin recurrir a materiales pobres y endebles, fue pintarla todo de azul. Tres siglos más tarde, esta construcción sigue cumpliendo con su propósito original. 


UNA PLAZA 'RACIONAL'

Aunque el recorrido ha ido sorteando el magnetismo de la Plaza Mayor, ésta acaba siendo un 'must'. Y lo es por tres razones. La primera, por una vida de terrazas que conecta el pasado con el presente de forma hedonista. La segunda, por tener una forma de rectángulo casi perfecta ya que aquí siempre se celebró el zoco y después, el mercado. Bajo el control de Aragón se levantó los soportales, la casa consistorial y la lonja que la cierran por su parte exterior y que le dan un carácter regio inesperado. Y la tercera, porque desde sus balcones vuelve a lucir esplendorosa la catedral y su campanario. 


AL RÍO

El meollo del casco antiguo se puede contrarrestar con dos pequeñas excursiones. La primera es la que permite descubrir otras vistas de Albarracín siguiendo el curso del Guadalaviar. Una senda guía por su ribera entre viejas presas y molinos mientras que varias pasarelas permiten cruzarlo en un paseo que se torna lúdico y hasta un tanto aventurero. Llegar a sus dos puntos de acceso es bastante sencillo por lo que este camino se aborda casi con la misma inercia con la que se recorre el pueblo. 


EN BUSCA DEL ATARDECER

Albarracín tiene una puesta de sol mágica ya que los últimos rayos del día matizan a su antojo el ya de por sí espectáculo cromático. Un espectáculo que justifica hacer el camino de las murallas, un recorrido con el que se visitan las fortificaciones defensivas que protegieron a la población durante tantos siglos. No hace falta llegar hasta la Torre del Andador, la más lejana, para contemplar esta panorámica, aunque merece la pena ir ganando altitud para vislumbrar una ciudad que cada vez se va haciendo más pequeña y más recogida. Rápidamente, de la inmensidad patrimonial se pasa al contexto en una preciosa metáfora del que fue en su día una imponente urbe medieval y que hoy es una pequeña joya rural. 

https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/albarracin-es-mucho-mas-que-paseo_16412/13



























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