viernes, 28 de julio de 2023

 

A Madrid me vuelvo

Comedia en tres actos

Manuel Bretón de los Herreros

 

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Representada por la primera vez en el teatro del Príncipe el día 25 de enero de 1828.

 

PERSONAJES
 


 

CARMEN.

DOÑA MATEA.

DON BERNARDO.

DON BALTASAR.

DON ESTEBAN.

DON FELIPE.

DON ABUNDIO.

EL TÍO LAMPREA.

Criados.

 

La escena es en un pueblo de la Sierra de Cameros, en una sala baja de la casa de DON BALTASAR, con muebles antiguos, dos puertas y una ventana que da a la calle.

Acto I

 

Escena I

D. BALTASAR

El huésped no se ha vestido,

y se va haciendo muy tarde.

 (Mira el reloj.)  

Las siete. Estos cortesanos

son lo mismo que las aves

nocturnas. ¡Eh! no me admiro.

5

Después de un molesto viaje

por caminos tan perversos

y posadas tan fatales...

 (Mirando a la puerta del cuarto de DON BERNARDO.)  

¡Hola! ha abierto la ventana

sin esperar que le llamen.

10

Vamos, no es tan perezoso

como creía. Ya sale.

 

 

Escena II

 

DON BALTASAR. DON BERNARDO.

 

D. BERNARDO

Buenos días, Baltasar.

D. BALTASAR

Felices. ¿Qué tal el catre?

D. BERNARDO

He dormido bien.

D. BALTASAR

Me alegro.

15

¿Quieres tomar chocolate?

D. BERNARDO

No. Más bien almorzaría

otra cosa.

D. BALTASAR

Muy bien haces.

El chocolate no es más

que un despertador del hambre

20

y un lavatorio de tripas.

Este año que soy alcalde

he resuelto prohibirlo.

 (Llamando.) 

¡Tío Lamprea! Si te place

sentémonos: me dirás,

25

mientras de almorzar nos hacen,

qué poderosos motivos

a la montaña te traen

cuando menos te esperaba.

¡Lamprea! Como llegaste

30

tan cansado del camino,

y había gente delante,

y eran ya más de las nueve,

nada quise preguntarte.

Pero ese viejo maldito...

35

¡Lamprea!

LAMPREA

 (Dentro.) 

Ya voy.

 

 

Escena III

 

DON BERNARDODON BALTASARLAMPREA.

 

LAMPREA

¡Qué diantre!

¿Por qué grita usted?

D. BALTASAR

¿Por qué

das lugar a que te llame

tantas veces?

LAMPREA

Yo no salgo

de mi paso, usted lo sabe,

40

aunque ardiera el universo.

Soy viejo, y con alifafes,

y hace usted mal...

D. BALTASAR

¿Será cosa

de que ahora me regañes?

LAMPREA

Es que a mí no se me trata

45

como a cualquier badulaque...

¿Entiende usted?

D. BALTASAR

Basta ya.

LAMPREA

Cuidado que no hay aguante...

D. BALTASAR

Bien, hombre, tienes razón

ahora y siempre que me hables.

50

Di a Gervasia que nos fría

unas magras con tomate,

y llena un par de botellas

de aquella cuba...

LAMPREA

¿La grande?

D. BALTASAR

Sí, y despacha, que yo tengo

55

que salir.

LAMPREA

Voy al instante.

 

 

Escena IV

 

DON BERNARDODON BALTASAR.

 

D. BALTASAR

Estos criados antiguos

se toman mil libertades,

pero a un hombre que es tan fiel

algo ha de disimularse.

60

¿Conque establecerte piensas

en el lugar? ¡Qué bien haces!

D. BERNARDO

Sí, que ya estoy fastidiado

de la corte.

D. BALTASAR

Aquí los aires

son más sanos; las costumbres

65

más sencillas; aquí a nadie

se guarda contemplaciones

sino al cura y al alcalde;

aquí hay salud y apetito;

allá es un pobre petate

70

el mismo que aquí es feliz

con cuatro o cinco heredades.

D. BERNARDO

Algunos son desgraciados

porque segundones nacen:

yo, al contrario, debo dar

75

muchas gracias a mi madre

porque tuvo la humorada

de parirme un poco tarde.

Quedamos huérfanos. Tú

el mayorazgo heredaste,

80

y yo a la edad de quince años

tuve a bien emanciparme.

Atravesado en un mulo

a Madrid hice mi viaje;

me recibieron de hortera

85

en la casa que ya sabes;

me porté bien; me estimaron;

mis salarios y mi gajes

dejé al riesgo del comercio;

crece mi peculio, cae

90

enfermo mi principal...

¡El médico era hombre grande!

Le mató de puro sabio.

Se hicieron los funerales;

di en consolar a la viuda,

95

y ella, que era muy amable,

no tomaba a mal que yo

sus lágrimas enjugase.

Nos casamos; cerró el ojo

a las ocho navidades;

100

su heredero universal

me nombró, ¡Dios se lo pague!;

y me encontré millonario

yo que pocos años antes

no tenía sobre qué

105

caerme muerto. Al instante

el tráfico me aburrió

tan contrario a mi carácter.

No quise ver mi fortuna

expuesta a los huracanes,

110

los subsidios, las aduanas,

la guerra y el agiotaje;

y empleando mi caudal

en casas y en olivares,

que me dan muy buena renta

115

y cuestan pocos afanes;

joven todavía, alegre,

sin familia y sin achaques,

en las olas de la corte

bogó intrépida mi nave.

120

La felicidad buscaba

con ansia por todas partes.

No perdonaba conciertos,

tertulias, suntuosos bailes,

espectáculos, banquetes...

125

¡Baltasar! todo era en balde.

 

(El TÍO LAMPREA va trayendo lo necesario para el desayuno hasta dejar la mesa cubierta.)

 

En cambio de algún placer

frívolo y poco durable,

siempre estaba atormentado

de disgustos y pesares,

130

y en mi corazón sentía

un vacío perdurable.

Mis queridas todas eran

o coquetas o venales,

y entre cien aduladores

135

que me chupaban la sangre,

ni un solo amigo contaba

que por mí propio me amase.

¡Fuera de aquí! dije un día.

En las grandes capitales

140

buscar la dicha es error.

Hallarla será más fácil

en la pacífica aldea.

No en vano tanto la aplauden

los poetas, y mil pestes

145

nos dicen de las ciudades.

Tomé un coche de colleras

y emprendí alegre mi viaje

al lugar donde nací,

deseoso de abrazarte

150

y pasar contigo el resto

de esta vida miserable.

D. BALTASAR

Eres un héroe, Bernardo.

Deja que otra vez te abrace.

La corte es un laberinto,

155

es una casa de orates,

un infierno.

D. BERNARDO

¡Oh! sí, un infierno.

Si entramos en el examen

de los vicios infinitos

que la hacen abominable,

160

te aseguro...

LAMPREA

Cuando ustedes

quieran, pueden acercarse.

 (Vase.) 

D. BALTASAR

Vamos allá.

 

(Se sientan a la mesa.)

 

Te haré plato.

D. BERNARDO

Yo me le haré; no te canses.

D. BALTASAR

Como quieras. Al principio

165

es muy natural que extrañes

el lugar. Aquí no tienes

aquellas comodidades

de la corte. Los paseos...

D. BERNARDO

¿Paseos? ¡Qué disparate!

170

no se pasea en Madrid

aunque el médico lo mande;

se rabia. Fuera de puertas,

ya que nada de agradable

ni de ameno tiene el campo,

175

al menos es puro el aire;

pero desdeña el buen tono

lo que alegra a los gañanes.

¡Cuánto mejor es el Prado!

Allí se lucen los trajes,

180

allí se arman las intrigas,

y se disponen los bailes,

se corteja a las muchachas,

se hace burla de las madres,

se critica a los de atrás,

185

se pisa a los de delante.

Ya te llama la atención

aquel delicado talle,

donde la naturaleza

gime víctima del arte;

190

ya el cabello de Belisa...,

que se lo debe a un cadáver;

ya la blancura de Anarda

que encarece el albayalde.

¿Quién se apea de aquel coche?

195

la marquesa del Ensanche,

que antes de ayer fue modista.

¿Quién es aquel botarate

que tararea entre dientes

un aria de Mercadante,

200

y va saludando a todos

aunque no conoce a nadie?

Es el hijo de un fondista

que vino aquí desde Flandes,

y dando gato por liebre

205

llegó a hacerse un personaje.

¡Qué Babilonia! ¡qué polvo!

¡Qué divertido contraste

hacen aquellos galones

y aquel lacónico fraque

210

con los andrajos hediondos

de aquel intonso pillastre

que va vendiendo candela!

Y el ruido de los carruajes,

el guirigay de la gente,

215

aquel continuo rozarse,

y al lado de Apolo, ¡el numen,

el creador de las artes!

aquel batallón de sillas

tan prosaicas, tan infames...

220

¡Uf! quita allá. De pensarlo

me están temblando las carnes.

D. BALTASAR

Pero las buenas tertulias

ese fastidio resarcen;

y en Madrid...

D. BERNARDO

Reniego de ellas.

225

Algunas hay regulares,

pero la etiqueta, el tono

las hacen insoportables.

En otras mandan en jefe

mozalbetes petulantes,

230

y el que no gasta corsé

y, aunque fino en sus modales,

no baila cuando saluda,

ni pone en boga a su sastre,

en un rincón bostezando

235

hace un papel despreciable.

En otras de dos en dos

se acomodan los amantes,

recreando sus oídos

con recíprocos dislates,

240

y el pobre número impar

espera a que haya vacante

jugando a la perejila

con las feas y las madres.

Por último, en todas ellas

245

el que no baila es un cafre,

el que no canta, un caribe,

el que no juega, insociable;

el hombre formal se aburre,

y los tontos... se distraen.

250

D. BALTASAR

Por fortuna allí hay teatros,

y, por no mortificarte,

muchas noches...

D. BERNARDO

No he perdido

función; pero en todas partes

me han perseguido los necios.

255

Gastaba mis doce reales,

y pico, con el objeto

de instruirme y recrearme;

pero en vano muchas veces.

Ahora un lampiño elegante

260

flecha el anteojo en un palco

y me pisa al perfilarse.

Poco después, y en la escena

tal vez más interesante,

llora en la cazuela un niño.

265

No bien se logra que calle,

dos títeres, que me puso

mi mala estrella delante,

a media voz deletrean

la traducción en romance

270

de una ópera italiana;

y después que ni una frase

de la comedia han oído,

dicen que es abominable.

Nunca me falta un moscón

275

que con preguntas me balde.

¿Qué función hay en la Cruz?

¿Qué sueldo tiene Vaccáni?

¿Cuáles son los privilegios

de las damas y galanes?

280

¿Qué sainete hacen? ¿Vio usted

hacer el Otelo a Máiquez?

Otro, incomodando a todos,

y sólo porque reparen

en él, viene a su luneta

285

poco antes del desenlace;

y si silban los de al lado,

silba; si aplauden, aplaude.

Otro... Vamos, no hay paciencia.

Concluyo con afirmarte

290

que el hombre recto y juicioso

en la corte vive mártir.

 

(Se levantan.)

 

D. BALTASAR

Bien dices. Aquí estás libre

de esas incomodidades.

No hay paseos, ni teatro,

295

ni óperas buffas, ni bailes,

ni tertulias...

D. BERNARDO

¿Cómo es eso?

Pues las noches perdurables

del invierno ¿en qué se pasan?

La población no es muy grande,

300

pero siempre habrá a lo menos

diez familias principales

que podrían reunirse...

D. BALTASAR

Ya se ve; si no mediasen

pleitos, chismes, etiquetas...

305

No hay dos casas que se traten,

mas ¿qué importa? Cada uno

en la suya, y Dios...

D. BERNARDO

No obstante,

la sociedad...

D. BALTASAR

Esa fruta

no se come en los lugares;

310

pero no faltan placeres

que suplan...

 

 

Escena V

 

DON BERNARDODON BALTASARDON ABUNDIO.

 

DON ABUNDIO

Ínclito alcalde,

dilectísimo Mecenas

de este respetuoso vate,

buenos días. En las casas

315

que llaman consistoriales

el senado reunido,

permítaseme esta frase,

espera a su presidente.

D. BERNARDO

(¡Calla! ¿También hay pedantes

320

en la Sierra?)

DON ABUNDIO

Yo, no digno

secretario...

D. BALTASAR

Que se aguarden

un momento. Pronto voy.

DON ABUNDIO

Así al regidor Peláez,

a quien por antonomasia

325

el vulgo llama Tres-panes,

nuncio fiel se lo diré.

Pero ¿puedo gratularme

con la plácida esperanza

de obtener, de mis afanes

330

optado premio, el empleo

de sacristán y sochantre

de esta población, que vaca,

es decir, que está vacante

por súbita defunción

335

de don Ciriaco González?

D. BALTASAR

La plaza será de usted.

En mi protección descanse.

DON ABUNDIO

No tantas el turbio Reno,

no tantas el ancho Ganges

340

arenas cría, ni tantos

cándidos sobre los Alpes

de frígida nieve copos

el torvo Aquilón abate,

como yo beatos días

345

a usted le deseo. ¡Salve!

 

 

Escena VI

 

DON BALTASARDON BERNARDO.

 

D. BERNARDO

El hombre es original

¿Se entiende aquí ese lenguaje?

D. BALTASAR

No por cierto. Yo estudié

metafísica en Irache,

350

y cuando habla, casi siempre

me quedo en ayunas. ¡Sabe

mucho el señor don Abundio!

  

D. BERNARDO

Se conoce.

El hombre grande

siempre se verá abatido.

355

Creyó poder sustentarse

en Madrid con sus talentos.

Escribió varios romances,

sainetes, discretos motes

para damas y galanes,

360

y ¿qué sé yo cuántas cosas?;

pero se moría de hambre

el bueno de don Abundio,

porque en este siglo infame

dice que son muy contados

365

los que quieren ilustrarse,

y nada impreso se vende

a excepción del almanaque.

Por fin, viéndose aburrido

el pobre, tomó el portante,

370

y, con recomendación

de un influyente magnate,

de dómine y fiel de fechos

aquí logró acomodarse.

D. BERNARDO

¡Hola! ¡Grande adquisición

375

para el lugar!

D. BALTASAR

Admirable.

Él hace los villancicos

cada año por Navidades.

D. BERNARDO

¡Oh! pues tenéis una viña

con él.

¡Yo lo creo!

D. BERNARDO

¿Y Carmen,

380

tu hija?

D. BALTASAR

Está en su tocador:

voy a decirle que baje.

D. BERNARDO

No; no la incomodes. Ella

bajará. Puedo engañarme,

pero me debe muy buen

385

concepto. Son sus modales

finos sin afectación...

D. BALTASAR

¡Si ha estado en Soria, ¿quién sabe

cuánto tiempo? con su tía

la comisaria!

D. BERNARDO

Es amable;

390

¿no es verdad? y muy modesta.

D. BALTASAR

¡Oh! y muy linda. Toda al padre.

D. BERNARDO

Ya habrás pensado en casarla.

D. BALTASAR

Y con ventajas muy grandes.

D. BERNARDO

Me alegro.

D. BALTASAR

El mozo es muy rico,

395

de esclarecido linaje,

cristiano viejo...

D. BERNARDO

Muy bien.

¿Y Carmen...

D. BALTASAR

Hombre muy hábil

para la vihuela.

D. BERNARDO

Siendo

a gusto...

D. BALTASAR

No hay quien le gane

400

a tirar la barra.

D. BERNARDO

¿Y ella...

D. BALTASAR

Un muchachón que no cabe

por esa puerta.

D. BERNARDO

La chica

le amará...

D. BALTASAR

¿Pues no ha de amarle?

Eso se supone, y luego...

405

basta que yo se lo mande.

Pero me están esperando.

Adiós, Bernardo. No extrañes

que te deje. Hoy es la fiesta

del pueblo, y como yo falte,

410

nada se hará con concierto.

Hay función de iglesia en grande,

y procesión, y novillos,

árbol de pólvora, baile,

rifas, gaita zamorana...

415

Mandaré por ti al orate

de don Abundio, y verás

cómo te diviertes. ¡Carmen!

¿No bajas? Vaya, hasta luego.

 

 

Escena VII

 

DON BERNARDO.

 

D. BERNARDO

    Mucho voy a fastidiarme

420

en un pueblo donde no hay

sociedad... Pero ¿es tan grave

esta falta que no pueda

de mil modos compensarse?

Sobre todo, aquí habrá paz,

425

y sin intrigas ni fraudes

como en Madrid...

 

 

Escena VIII

 

DON BERNARDOCARMEN.

 

CARMEN

Buenos días,

tío Bernardo.

D. BERNARDO

Dios te guarde,

Carmencita.

CARMEN

¿Ha descansado

usted?

D. BERNARDO

Sí, hermosa. ¿No sales

430

tú a ver la fiesta?

CARMEN

Soy poco

amiga de semejantes

funciones. Muy tempranito

fui a misa, y prefiero estarme

leyendo en casa.

D. BERNARDO

Mi hermano

435

me ha dicho que va a casarte

muy pronto.

CARMEN

(¡Ay Dios!)

D. BERNARDO

Con un joven

poderoso, de la sangre

azul, buen mozo...

CARMEN

Sí, es cierto;

padre quiere que me case...

440

D. BERNARDO

Y a ti no te pesará.

CARMEN

A mí...

  

D. BERNARDO

Teniendo ese talle,

y esa cara, y esos ojos,

harto será que tú trates

de ser monja.

CARMEN

No por cierto,

445

porque al fin en todas partes

se puede servir a Dios;

pero...

D. BERNARDO

Te turbas, y casi

las lágrimas se te saltan.

Carmencita, no me engañes.

450

Yo no soy preocupado.

No puedo aprobar que un padre

por su capricho, o tal vez

por el interés infame,

a sus hijos tiranice.

455

Tú eres la que ha de casarse,

y no mi hermano. Formar

delante de los altares

un nudo que sólo puede

en la tumba desatarse,

460

es negocio muy formal.

CARMEN

¡Ah! si mi padre pensase

como usted... no me vería...

D. BERNARDO

¿Conque es decir que ese enlace

repugna a tu corazón?

465

CARMEN

Preciso es que lo declare;

seré muy desventurada

si me obligan a casarme

con ese hombre; pero debo,

aunque con la vida pague,

470

obedecer...

D. BERNARDO

Poco a poco.

Será lo que tase un sastre.

Estoy aquí yo, y primero

he de sufrir que me empalen.

¡Pues no faltaba otra cosa!

475

CARMEN

Mi padre es inexorable,

y en vano...

D. BERNARDO

Nada me ocultes.

¿Hay en campaña otro amante?

CARMEN

¡Señor...!

D. BERNARDO

No te dé vergüenza.

¡Voto va a cribas! No claves

480

los ojos en tierra.

CARMEN

Pero...

¡qué empeño de sofocarme!

D. BERNARDO

Un amor honesto y puro

nada tiene de culpable

si el objeto lo merece.

485

Soy indulgente. Es muy fácil

que yo también me enamore,

que aún soy de recibo. El martes

cuarenta años cumpliré.

Si yo me confieso frágil,

490

¿cuánto más deberá serlo

una niña?

CARMEN

Tío, un ángel

aquí le ha traído a usted

para protegerme. A nadie

sino a usted revelaría

495

mi oculto amor, mis pesares.

Un joven, no acaudalado

en verdad, pero...

D. BERNARDO

No pases

adelante, que ya viene

el preceptor a buscarme.

500

Hablaremos más despacio.

 

 

Escena IX

 

CARMENDON BERNARDODON ABUNDIO.

 

DON ABUNDIO

Me envían los concejales...

D. BERNARDO

Ya sé. Me voy a vestir.

Soy con usted al instante.

 (Entra en su cuarto.) 

 

 

Escena X

 

CARMENDON ABUNDIO.

 

DON ABUNDIO

Mi sitibunda pasión,

505

que al de Tántalo equivale,

si bien la juzgo, suplicio,

bendice el grato mensaje

que ofrecerte me procura

mis humildes homenajes.

510

Mis homenajes humildes;

que no así la que de un áspid,

egipcia reina, fue presa;

ni la que en redes de alambre

el unípede Vulcano

515

encerró cuando in fragranti

en los brazos de Mavorte,

estando la luna en Aries...

CARMEN

Si no me habla usted más claro,

excusado es que se canse.

520

No entiendo esa algarabía.

DON ABUNDIO

Tienes cuarenta quintales

de razón. Una muchacha

con tal gracia y tal donaire

en su cara y en su cuerpo

525

y con dos ojos capaces

de abrasar, no digo a mí

que soy de hueso y de carne,

sino al mismo mar glacial,

no necesita quemarse

530

las pestañas estudiando

la prosodia y la sintaxis.

Por tanto en vulgar estilo,

aunque las musas me arañen,

digo que por ti me muero,

535

y que ni el troyano Paris,

ni Pirro, ni Marco Antonio...

CARMEN

Si usted pretende mofarse

de mí...

DON ABUNDIO

¿Yo mofarme? Caigan

sobre mí montes y mares

540

si no es cierto...

  

CARMEN

Bien; lo estimo.

DON ABUNDIO

¿Y no más? ¡Crudo desaire

que es mi sentencia de muerte!

¿Y es justo que me desbanque

el imbécil don Esteban?

545

CARMEN

Si en mi voluntad mandase,

lejos de ser su mujer...

DON ABUNDIO

¿Qué escucho! ¡Oh Jove! Renace

mi agonizante esperanza.

¿Es cierto que ese elefante,

550

ese avestruz con patillas

no merece que le ames?

Siendo así, quizá sucumba

al amor que me inspiraste

ese corazón de acero.

555

¡Oh! ¡Plegue a Dios que se ablande!,

desde el lapón conciso

hasta la eritrea Gades,

el más plácido y feliz

seré yo de los mortales.

560

No consientas que al altar

ese mastuerzo te arrastre,

más como víctima pingüe

que como consorte amante.

No tu alabastrina mano

565

a la de un bruto se enlace.

Dígnate aceptar la mía,

dígnate exaudir mis ayes;

que si no puedo ofrecerte

riquezas y dignidades,

570

mi sabiduría inmensa,

mi facundia inagotable,

si en obscura no la sume

tu desdén hórrida cárcel,

de mi numen los prodigios,

575

de mi vena los raudales...

¿Te ríes? ¡Fausto presagio!

Mírame, terrestre arcángel,

estático y genuflexo...

CARMEN

¿Qué hace usted?

DON ABUNDIO

¡Oh! no te apartes.

580

Permite que de tus manos

en las ebúrneas falanges

del venerando himeneo

el ósculo tierno estampe,

y mi delirio...

 

(La sigue de rodillas, y en esta actitud le sorprende DON ESTEBAN, que entra sin quitarse el sombrero, vestido como señorito de lugar, con grandes patillas, y un cigarro en la boca.)

 

 

 

Escena XI

 

CARMEN. DON ABUNDIODON ESTEBAN.

 

DON ESTEBAN

¡Hola, hola!

585

¡Estamos lucidos! Alce

usted de ahí, dómine endeble,

si no quiere que le arrastre

por la sala.

 (Le levanta con violencia, asiéndole del cuello.) 

DON ABUNDIO

Poco a poco.

No hay necesidad de ahogarme

590

para eso.

DON ESTEBAN

¿Sabe usted,

fiel de fechos vergonzante,

que yo mando aquí?

DON ABUNDIO

¿Quién duda...?

DON ESTEBAN

¿Si querrá usted disputarme

la novia? ¿Qué hacía usted

595

arrodillado delante

de ella?

DON ABUNDIO

Soy flojo de nervios,

y desde el año del hambre

flaquean tanto mis piernas,

que no pueden sustentarme

600

muchas veces. Otros hay

que de cogote se caen;

pero yo, es maravilloso,

siempre de rodillas.

DON ESTEBAN

¡Diantre!

Pues hágame usté el favor

605

de no sufrir ese achaque

delante de mi futura,

o a palos sabré curarle.

DON ABUNDIO

Gracias.

DON ESTEBAN

¡Cuidado! Y usted,

niña, con ninguno me hable,

610

o nos oirán los sordos.

CARMEN

Ese imponente lenguaje

no le corresponde a usted.

Yo dependo de mi padre

solamente, y no acostumbro

615

a sufrir que otro me mande.

DON ESTEBAN

Usted va a ser mi mujer

dentro de poco aunque rabie;

¿entiende usted?; y no quiero

que tolere en adelante

620

otro amor que el de su novio;

no porque ese ruin abate,

figura de friso antiguo,

sea capaz de inquietarme.

DON ABUNDIO

(¿Qué escucho! ¡Oh tempora! ¡oh mores!

625

Quantum, in rebus inane!)

DON ESTEBAN

Pero...

CARMEN

Señor don Esteban,

me es desconocido el arte

de fingir. Si Dios no quiere

que mis lágrimas alcancen

630

piedad de un padre cruel,

podrá usted vanagloriarse

de ser dueño de mi mano...

DON ESTEBAN

¡Oh! sí.

CARMEN

Pero, aunque me maten,

jamás de mi corazón.

635

DON ESTEBAN

Eh, todo eso nada vale.

Usted me querrá, y tres más.

Yo no soy de esos amantes

débiles que, aunque de injurias

y de desprecios los harten,

640

adulan a sus queridas,

las miman y las aplauden.

 

(Se pasea sin hacer caso de DON BERNARDO, que sale ya vestido y se le queda mirando.)

 

 

 

Escena XII

 

CARMENDON ESTEBANDON ABUNDIODON BERNARDO.

 

DON ESTEBAN

Sí, ¡pues bonito soy yo!

No hay en la provincia un jaque

que tosa donde yo toso,

645

¿y tengo de sujetarme

al capricho de una niña?

Si otros maricas se abaten,

¿qué importa? Yo soy muy hombre;

¡pues!; y tengo siete pares

650

de mulas en mi labranza;

y se pierde en los anales

mi nobleza; y tengo tres

capellanías de sangre;

y muchas prerrogativas;

655

y...

D. BERNARDO

  (Aparte con CARMEN.)  

¿Quién es ese salvaje,

sobrina?

CARMEN

¿Quién ha de ser?

¡Mi novio!

DON ESTEBAN

Y a centenares

tengo yo novias más ricas

y de más rancio linaje,

660

y más hermosas también

que quisieran atraparme.

Pero no se ha de decir

que un hombre de mi talante

ha llevado calabazas.

665

Yo sostendré a todo trance

mi empeño; y me casaré

aunque se oponga mi madre,

y usted, y todo el lugar;

y...

D. BERNARDO

Eso no será tan fácil

670

viviendo yo...

ESTEBAN

  (Sin oír a DON BERNARDO.)  

Y ha de haber

la de Dios es Cristo si alguien

lo estorba. ¿Está usted? Que yo

de bien a bien soy un ángel;

pero de mal a mal no hay

675

quien se me ponga delante.

Soy hombre que tengo puños,

¡y pobre del que yo agarre

del pescuezo!...

  (Lo hace con DON ABUNDIO.)  

DON ABUNDIO

¡Ay! ¡ay! Sí; basta

que usted lo diga.

D. BERNARDO

(¡Es un cafre!)

680

DON ESTEBAN

¡Voto a bríos!... Si alguien se atreve

a provocar mi coraje,

tiemble...

DON ABUNDIO

¿Quién se ha de atrever?

Todos aman su gaznate

y...

DON ESTEBAN

Es mucha fuerza la mía.

685

DON ABUNDIO

¿Quién lo duda? Formidable.

Es usted un cananeo,

es usté un abencerraje,

un Hércules, un Sansón,

y no hay en los arenales

690

del África un dromedario

que con usted se compare.

Jamás...

DON ESTEBAN

Dómine de viejo,

calle usted y no me enfade.

DON ABUNDIO

¿Qué hace usted aquí?

Yo aguardo

695

al señor para llevarle

a la fiesta del lugar

de orden del señor alcalde;

pero si le estorbo a usted

le iré a esperar a la calle.

700

D. BERNARDO

No hay para qué. Ya nos vamos.

 (Aparte con CARMEN.)  

Tú sube a tu cuarto, Carmen,

que este novio es muy cerril.

CARMEN

Tío, no me desampare

usted...

D. BERNARDO

Anda: no te apures.

705

  (Vase CARMEN.)  

Oiga usted, señor alarbe,

el de las catorce mulas,

si no quiere granjearse

el odio de mi sobrina,

tenga mejores modales.

710

Yo no soy hombre de puños

como usted dice, ni jaque,

ni perdonavidas; pero

tengo energía bastante

para obligarle a guardar

715

más respeto a estos umbrales,

o de lo contrario hacer

que por la ventana salte.

 

 

Escena XIII

 

DON ESTEBAN.

 

    ¿Cómo es eso? ¡Oiga usted...! ¡Vaya

una cara de vinagre!

720

¡Oh! y yo le veo resuelto...

A fe de Esteban Oñate

que me ha cortado el tal tío.

Yo no soy ningún cobarde,

pero, como no estoy hecho

725

a que me hable gordo nadie,

confieso... Eh, nada me importa

que murmure y amenace.

Don Baltasar me ha elegido

por yerno; soy el tu autem

730

del pueblo; él es temerario,

y le soplará en la cárcel

si estorbar quiere la boda;

y si acaso no lo hace

por ser un hermano suyo,

735

nada me será más fácil

que encomendar mi venganza

a cuatro o cinco jayanes

que le derrienguen a palos

al revolver una calle.

740

Acto II

 

Escena I

 

EL TÍO LAMPREA.

 

    Bien dije yo que sin palos

no acabaría la fiesta.

No lo han de contar por gracia

los mozos de Valdearenas,

y más estando por medio

5

el terrible don Esteban.

Si no fuera por lo mucho

que ya los años me pesan,

tratándose de la honra

del lugar, el tío Lamprea

10

no estaría entre paredes

cuando los demás pelean.

 (Mira por la ventana.) 

¡Oh! aquí tenemos al novio

que viene echando centellas.

Rabiando estoy por saber

15

en qué paró la reyerta.

 

 

Escena II

 

DON ESTEBANLAMPREA.

 

DON ESTEBAN

    ¡Victoria por Peña-aguda!

Los de la vecina aldea

por los barrancos abajo

corren que el diablo los lleva.

20

LAMPREA

Me alegro.

DON ESTEBAN

Porque han tenido

este año buena cosecha

nos han querido afrentar;

pero no hay miedo que vuelvan

a habérselas con nosotros.

25

Bien escarmentados quedan.

LAMPREA

¿Y por qué ha sido la riña?

DON ESTEBAN

Yo te diré. En la taberna

se juntaron unos cuantos

con los de acá. Un tal Ortega,

30

a quien llaman los de allá

por mal nombre Comadreja,

con el hijo del herrero

no sé sobre qué materia

parece ser que ha tenido

35

una disputa. Babieca,

que me lo vino a contar,

dice que el de Valdearenas

es quien tenía razón;

pero ¿por qué ha de tenerla

40

siendo forastero?

LAMPREA

Ya.

DON ESTEBAN

Al instante en la refriega

tomaron parte unos y otros

como es justo; y si no fuera

porque pasó por allí

45

el síndico Juan de Urrea,

no sé en qué hubiera parado.

Los apaciguó, y en prueba

de quererse hacer amigos,

a pesar de su pobreza

50

convidaron los de acá

a los de allá con majencia.

Los de acá de buena fe

bebían largo y sin rienda,

pero los de allá... ¿Me entiendes?

55

LAMPREA

Sí; no pierdo ni una letra.

DON ESTEBAN

Los de allá, sin hacer caso

de los de acá, y con la treta

de avergonzarlos sin duda,

bebían poco y con flema.

60

Los de acá disimulaban,

porque tienen más nobleza

que los de allá. Llega el caso

de ajustar por fin la cuenta,

y en pagar por los de acá

65

todos los de allá se empeñan.

Este era ya mucho insulto;

los de acá no lo toleran;

enarbolan los garrotes

y anda la marimorena.

70

Ofendidos los de allá

quieren hacer resistencia,

pero los de acá...

 

 

 

Escena III

 

DON ESTEBANLAMPREADON BALTASAR.

 

D. BALTASAR

Ya el pueblo

tranquilo y triunfante queda.

Cuatro de los enemigos

75

menos ágiles de piernas

han caído en mi poder,

—38→

y ya en la cárcel se hospedan:

y por cierto que a uno de ellos

le está curando el albéitar.

80

Los demás huyeron todos.

DON ESTEBAN

Y si no, que se estuvieran

por acá; que yo les juro...

D. BALTASAR

Los prisioneros de guerra,

si no pagan una multa

85

para reparar la iglesia,

calabozo y grillos tienen

lo menos hasta la siega.

Debía estar ya empezada

la sumaría; mas no encuentran

90

en todo el lugar al bueno

de don Abundio.

DON ESTEBAN

¡Sí! Apenas

olió el peligro, escapó

más ligero que un cometa,

y puede que de correr

95

no haya parado a esta fecha.

D. BALTASAR

¡Pobre dómine!

DON ESTEBAN

Estos sabios

me estomagan, me revientan.

Siempre hablando del desprecio

de la vida, y si olfatean

100

la ocasión de aventurarla

se esconden en la bodega.

Y dale con la virtud,

y vuelta con la grandeza

de alma, y la filosofía,

105

y la farmacia, y las..., esas

palabrotas que ellos dicen;

mas nunca hacen cosa buena.

D. BALTASAR

No; todos no están cortados

por una misma tijera;

110

y, aunque rara vez del docto

la extravagancia se aleja,

siempre es útil...

DON ESTEBAN

¿Qué ha de ser?

Lo cierto es que los desdeña

todo el mundo, y casi siempre

115

andan a sombra de teja,

y nunca tienen salud,

ni protección, ni pesetas.

Vea usted si yo estoy gordo;

y todo el pueblo me inciensa;

120

y siempre alegre y de broma.

¿Qué falta me hacen las letras?

Maldita. Esto no es decir

que por un bruto me tenga.

Yo sé leer de corrido,

125

escribir, las cuatro reglas

de cuentas, y todo el Fleuri,

y he leído las novelas

de doña María Zayas,

y el Bertoldo, y la Floresta

130

española, y el Lunario

perpetuo, y muchas comedias

de esas que todas principian

con ¡Arma! ¡arma! ¡guerra! ¡guerra!

Y aquí donde usted me ve

135

ya sé tañer la vihuela

con más primor veinte veces

que el barbero que me enseña.

LAMPREA

Y sobre todo el fandango

y la jota aragonesa.

140

DON ESTEBAN

Y hago siempre de traidor

en las comedias caseras;

y la aldea se alborota

cuando canto la rondeña;

y tengo yo cierta gracia

145

natural, cierta agudeza...

¿No es verdad?

D. BALTASAR

Sí.

DON ESTEBAN

Y en fin, tengo

cuatro mil duros de renta.

Mas con tantas campanillas,

y tanta prosopopeya...

150

escandalícese usted,

no falta quien me desprecia.

D. BALTASAR

¿Quién se atreve a despreciar

a persona tan egregia?

Nombre usted al temerario;

155

haré que en la cárcel duerma.

O soy alcalde, o no soy.

DON ESTEBAN

Pues vengue usted mis ofensas.

Su hija de usted no me quiere

por marido.

D. BALTASAR

¿Se chancea

160

usted?

DON ESTEBAN

¿Qué he de chancearme?

Muy erguida y muy resuelta

me lo ha dicho.

D. BALTASAR

No hay cuidado.

Yo la haré entrar por vereda.

DON ESTEBAN

Eh, yo en parte la disculpo;

165

que al fin es una tontuela,

y no sabe cuánto vale

un marido de mis prendas.

D. BALTASAR

Pero, ¿es posible...

DON ESTEBAN

A quien yo

tengo tirria no es a ella,

170

sino a su hermano de usted

porque ha dado en protegerla.

D. BALTASAR

¿Mi hermano? ¿Quien le ha mandado

que en mis asuntos se meta?

Le diré cuántas son cinco,

175

que a mí nadie me gobierna.

¡Pues no faltaba otra cosa!

Y en cuanto a Carmen... Lamprea,

que baje aquí...

 

 

Escena IV

 

DON ESTEBANDON BALTASARLAMPREADON BERNARDO.

 

D. BERNARDO

Te has lucido,

Baltasar. No lo creyera

180

a no haberlo visto. ¿Así

el empleo desempeñas

de alcalde? A los forasteros

¿así acoges en tu aldea?

D. BALTASAR

¡Estamos frescos! ¿Es cosa

185

de que tú me reconvengas?

  —39→  

D. BERNARDO

Que hiciera esos desatinos

un alcalde de montera,

pase, pero ¡tú! ¡Estar viendo

que sin razón apalean

190

a los pobres aldeanos

que con vosotros se huelgan,

y perseguirlos, en vez

de castigar la insolencia

de tus convecinos! Vaya,

195

o has perdido la chaveta,

o la vara que te han dado

deshonrada está en tu diestra.

D. BALTASAR

Yo de mis operaciones

no tengo que darte cuenta,

200

y si hemos de estar en paz

modera un poco tu lengua.

D. BERNARDO

Modera el orgullo tú,

y no con tal impudencia

de la autoridad abuses.

205

D. BALTASAR

Pero ¿a qué tanta pamema?

¿Qué ha habido para que así

te alborotes?

D. BERNARDO

¡Friolera!

Por pagar o no pagar

el gasto de la taberna

210

¡andar a palos dos pueblos!

D. BALTASAR

¡Toma! ¿Y qué función de aldea

no se acaba a garrotazos?

Aquí ya nadie se altera

por semejante bicoca.

215

El año que no hay pendencia,

que sucede rara vez,

¡es tan insulsa la fiesta!

Gracias que no ha habido muertes

como en Julio por la feria.

220

Estos hombres de la corte,

que tal magisterio ostentan,

parece que no han vivido

entre gentes.

D. BERNARDO

No hay paciencia

para tal barbaridad.

225

Después que los atropellan

sin motivo, a los que prendes

en una cárcel encierras.

¡Qué horror! Las pobres familias

que con sus brazos sustentan,

230

porque tú eres testarudo

¿será justo que perezcan?

D. BALTASAR

Pues bien, que paguen la multa

y se vayan a su tierra.

D. BERNARDO

Si en eso sólo consiste,

235

yo la pago. Libres sean.

D. BALTASAR

Ya que eres tan generoso,

págala tú en hora buena.

Después iré yo a mandar

que los suelten. Me interesa

240

zanjar primero otro asunto

que me toca más de cerca.

  (A LAMPREA.)  

Anda, di a Carmen que baje

al instante.

LAMPREA

(Ahora es ella.)

 

 

Escena V

 

DON BERNARDODON BALTASARDON ESTEBAN.

 

D. BALTASAR

Ya te dije esta mañana

245

que he resuelto establecerla

con un joven del lugar,

que a su gallarda presencia

une ilustre nacimiento,

gracia, talento y riquezas.

250

DON ESTEBAN

El señor me hace justicia.

D. BALTASAR

Parece que tú aconsejas

a Carmen que se desvíe

de la voluntad paterna,

y eso es una iniquidad.

255

D. BERNARDO

Iniquidad más horrenda

es obligarla a una boda

que su corazón detesta,

y que pudiera tener

muy fatales consecuencias.

260

¿Por qué, en vez de consultar

el interés que te obceca,

no consultaste de tu hija

el gusto y la conveniencia

antes de ofrecer su mano

265

a quien es indigno de ella?

DON ESTEBAN

¿Indigno yo?... ¡Estamos bien!

¡Pues no ha dado en mala tema

el hombre! ¿Me meto yo

con usted para que venga

270

a insultarme? Pues si a mí

se me atufa la mollera...

D. BERNARDO

Hará usted probablemente

lo que hizo Cascaciruelas.

Un dómine hambriento, un pobre

275

sumergido en la indigencia,

a quien puede usted privar

del jornal que lo alimenta,

no es mucho que se acoquinen

cuando usted jura y gallea

280

señor matón; pero a mí

gracias a la Providencia,

ni con su oro me avasalla,

ni con bravatas me aterra.

D. BALTASAR

Aquí solo mando yo.

285

Poco importa que él se meta

en camisa de once varas

si usted con mi apoyo cuenta.

La chica se casará...

¡Oh! aquí viene.

 

 

Escena VI

 

DON BERNARDODON BALTASARDON ESTEBAN. CARMEN.

 

D. BERNARDO

 (Aparte con CARMEN.)  

Ten firmeza.

290

No des tu consentimiento.

Yo tomaré tu defensa.

  

CARMEN

No sé si tendré valor...

D. BALTASAR

¿Qué le dices a la oreja?

Ya lo comprendo. La animas

295

a faltarme a la obediencia.

Será en vano. Ven acá.

¿Presumes que haya en la tierra

quien te ame como tu padre?

CARMEN

Yo... no, señor.

D. BALTASAR

¿Por qué tiemblas?

300

CARMEN

(¡Triste de mí!)

D. BALTASAR

¿Qué otro afán

día y noche me desvela

sino asegurar tu dicha?

CARMEN

Es justo que así lo crea.

D. BALTASAR

Los buenos hijos a un padre

305

profundamente respetan,

no examinan sus preceptos

y le obedecen a ciegas.

D. BERNARDO

No, señor, que puede haber

excepciones de esa regla.

310

Tampoco es razón que un padre

en tirano se convierta,

y cuando...

D. BALTASAR

¿Quieres callar?

DON ESTEBAN

¿No ve usted la reverenda

pachorra con que yo espero

315

a que dicten mi sentencia?

Y eso que, hablando en verdad,

ya estoy cargado de esteras,

porque a un hombre como yo

no es razón se le entretenga

320

tanto tiempo; que más hago

yo en tomarla por parienta

que ella... ¿Está usted? Porque al fin

hay alguna diferencia

de casa a casa, y quizá

325

cuando mi madre lo sepa...

Porque..., como dijo el otro...

D. BERNARDO

¡Vaya unas explicaderas!

D. BALTASAR

Yo no te mando arrojarte

en un pozo de cabeza.

330

Te mando tomar marido,

y son pocas las doncellas

en el día que hacen ascos

a una ley tan lisonjera.

CARMEN

Yo no me opongo a casarme,

335

pero en una edad tan tierna...

Ya ve usted, diez y siete años

cumplí por la primavera.

D. BALTASAR

Edad más que suficiente

para que pagues tu deuda

340

a la patria; que no es cosa

de jugar a las muñecas

la que ya puede ser madre.

DON ESTEBAN

Ya se ve, y usté es muy bestia...

D. BALTASAR

¡Cómo...!

DON ESTEBAN

No hablo con usted.

345

Si gruñe y se hace de pencas,

teniendo un novio de a folio,

ahora que tanto escasean.

D. BALTASAR

Don Esteban hace días

que ser tu marido anhela.

350

Él ya te lo habrá insinuado.

DON ESTEBAN

¡Qué! ¿me muerdo yo la lengua?

Se lo he dicho veinte veces:

primero haciéndole señas,

en seguida de palabra,

355

y después con una esquela,

y con la guitarra luego;

que ha sido mucha fineza

estarme desgañitando

tantas noches en su reja.

360

D. BALTASAR

Me pidió tu mano en fin.

Yo, viendo entrar por mis puertas

tanto bien, y como nunca

me ha pasado por la idea

que a lo que mande tu padre

365

capaz de oponerte seas,

sin decirte nada vine

en aceptar sus ofertas.

D. BERNARDO

Mal hecho. Eso no es casarla;

eso es...

D. BALTASAR

¿Qué? Vamos.

D. BERNARDO

Venderla.

370

Pero me han de hacer pedazos

primero que lo consienta.

D. BALTASAR

Hombre, no nos interrumpas.

Deja que responda ella.

Carmen, ya te has enterado

375

de mi voluntad suprema;

y no la revocaré

si todo el mundo se empeña.

Ahora háblame sin rodeos.

Vaya, ¿el casamiento aceptas,

380

o no? No digas después

que te he casado por fuerza.

D. BERNARDO

¿Qué ha de decir la infeliz

después que tú...

D. BALTASAR

¡Qué molestia!

¿No la dejarás hablar?

385

Vamos, hija, con franqueza.

El esposo que te ofrezco

¿es de tu gusto? En la tierra

no hay un mozo tan bizarro

ni que mejor te merezca.

390

Él te ama...

CARMEN

Será verdad,

pero ¿dónde está la prueba?

Ha usado siempre conmigo

de expresiones tan groseras,

y tiene un modo tan tosco

395

de enamorar...

D. BALTASAR

¡Eh, simplezas!...

Se conoce que en amor,

tienes muy poca experiencia,

de lo cual me alegro mucho.

Así, tú llamas rudeza

400

a la amable sencillez,

y al donaire desvergüenza.

DON ESTEBAN

Y en fin, en esto de amores

cada uno tiene su escuela.

¿No es cierto, don Baltasar?

405

Si otros títeres babean,

ya le he dicho a mi futura

que no es ese mi sistema.

Yo no sufro que mis novias

 

por su juguete me tengan,

410

y a las primeras de cambio

les acuso las cuarenta.

D. BALTASAR

Conque vamos, yo supongo

que premiarás su terneza...

CARMEN

¡Señor!...

DON ESTEBAN

Es muy testaruda,

415

y harto será que...

CARMEN

Quisiera

poder complacer a usted

y a mi padre, pero es fuerza

hablar claro y sin rodeos,

puesto que así me lo ordenan.

420

D. BERNARDO

  (En voz baja.)  

¡Buen ánimo! Así va bien.

CARMEN

Jóvenes hay en la Sierra

que pudiera hacer felices

el señor con sus riquezas.

Mi padre lo pasa bien,

425

y soy única heredera.

Así, no debo esperar,

si mi vida le interesa,

que me sacrifique...

D. BALTASAR

¡Cómo!...

¡Qué avilantez! ¡qué soberbia!

430

¿Conque es decir...

D. BERNARDO

Es decir

que la niña no se peina

para tal novio.

D. BALTASAR

¿Qué escucho!

¿Contra un padre te rebelas?

¡Vive Dios, ingrata...

DON ESTEBAN

¡Duro!

435

D. BERNARDO

Bien merece tu indulgencia.

D. BALTASAR

No sé cómo no te mato.

CARMEN

¡Padre!

D. BALTASAR

Jamás en tu lengua

vuelva a sonar ese nombre.

CARMEN

¡Ah!

D. BALTASAR

Yo haré que te arrepientas

440

de tu osadía. ¡Dejarme

a mí feo una monuela!

¡Desvelarme por tu bien,

y darme esta recompensa!

CARMEN

Yo...

D. BALTASAR

Quítate de mi vista,

445

que la cólera me ciega.

Ven acá.

  (La coge de la mano.)  

DON ESTEBAN

Una buena zurra

le daría yo por necia.

¡Dar calabazas a un hombre

450

como yo!

D. BERNARDO

 (A CARMEN en voz baja.) 

¡Firme! No temas.

D. BALTASAR

Elige: o darle tu mano,

o podrirte en una celda.

CARMEN

¡Señor...!

D. BALTASAR

No me irrites más.

¿Quieres con la inobediencia

455

labrar tu desdicha? ¿quieres

que te abandone y te pierda?

¿quieres arrostrar el peso

de mi maldición eterna?

CARMEN

¡Ah! no, no. Me casaré

460

aunque desolada muera.

Obedeceré a mi padre.

D. BERNARDO

¡Qué escucho! ¡tanta flaqueza!

Mujer al fin.

DON ESTEBAN

He vencido.

D. BALTASAR

¡Hija mía! ¡dulce prenda!

465

Ven a mis brazos. Tu edad

al error está sujeta,

bien lo sé; pero por fin

te veo entrar en la senda

del deber. Vamos, no llores,

470

  (Le enjuga las lágrimas.)  

que ya mi enojo se templa.

¡Pobrecilla! Un tío injusto

te infundió malas ideas...

¡Vaya, no faltaba más!

¡Ahora que se presenta

475

tan buen partido, quedarte

por darle gusto soltera!

D. BERNARDO

Muy pronto cantas victoria.

Si en tu crueldad perseveras,

las leyes la ampararán.

480

Yo las reclamo por ella.

Supone muy poco un sí

arrancado con violencia.

Si ella por temor sucumbe,

yo la salvaré por fuerza.

485

D. BALTASAR

¿Cómo?...

 

 

Escena VII

 

CARMENDON BERNARDODON BALTASARDON ESTEBANDON ABUNDIO.

 

DON ABUNDIO

Cual otro Mercurio,

si es lícito que me atreva

a similitud tan alta...

D. BALTASAR

¿Viene usted con esa jerga

al cabo de tanto tiempo?

490

DON ABUNDIO

Esa canalla extranjera,

a la que ya es para mí,

pues me mantiene y alberga,

nueva dulcísima patria,

con súbita infanda guerra

495

pagó la hospitalidad.

No con apatía yerta

el riesgo de mis penates

debí mirar, que tal mengua

de una alma grande es indigna.

500

Así en la feral contienda

que hará inmortal nuestra gloria

no ha sido imbele mi diestra.

DON ESTEBAN

Miente el señor don Abundio.

DON ABUNDIO

¿Yo mentir? ¡Hórrida afrenta!

505

Si al furor que me devora

soltar osara la rienda...

Pero yo soy generoso

y perdono tanta ofensa;

que si el furor tiene altares,

510

aún tiene más la paciencia.

DON ESTEBAN

Si apenas se armó la zambra

cuando tomó usted soleta,

¿cómo...

DON ABUNDIO

Y por ventura ¿sólo

con trancazos se guerrea?

515

¿No es la pluma en este siglo

veinte veces más sangrienta?

Yo me retiré, es verdad,

mas fue a estudiar una arenga

para animar a la pugna

520

a esa milicia inexperta.

¡Qué de batallas ganó

de un general la elocuencia!

¡Ah! ¿Por qué sin escucharme

finasteis la lid horrenda?

525

Pero en esta sala al menos,

ya que no fue en la palestra,

voy a leer el aborto

de mi patriótica vena.

 (Saca un pliego de papel escrito por las cuatro caras.) 

«No de otra suerte, intrépidos guerreros,

530

que en el de las Termópilas barranco

del que azotara el Ponto las falanges

trescientos esparciatas humillaron;

o cual allá en los campos de Farsalia;

o cual allá en los mares de Lepanto;

535

o cual allá en el lago Trasimeno;

o cual allá en los muros de Cartago;

o cual allá en Clavijo do el Apóstol

seiscientos mil mató mahometanos;

o cual allá...»

D. BALTASAR

Basta, basta,

540

que ahora tengo mucha priesa.

Otra vez escucharemos

esa proclama estupenda.

DON ABUNDIO

Cuando usted la oiga verá

¡qué nervio, qué efervescencia!

545

D. BERNARDO

(Vamos, ya está visto: todos

son locos en esta aldea.)

D. BALTASAR

Secretario, venga usted

conmigo, que hay diligencias

que practicar, y es forzoso

550

volver a entablar la fiesta.

DON ESTEBAN

Y ha de tener entendido

el maestro de ciruela,

que aquí persuade un garrote

mejor que toda su ciencia.

555

DON ABUNDIO

(¡Bárbaro!)

D. BALTASAR

  (A DON BERNARDO.)  

Al señor y a mí

nos ha ofrecido su mesa

un regidor: no me esperes.

Abur.

  (A CARMEN acariciándola.) 

Adiós, hechicera.

 (Vase.) 

DON ESTEBAN

Que ustedes lo pasen bien.

560

Pronto daremos la vuelta.

 (Vase.) 

DON ABUNDIO

  (Al salir, mirando a CARMEN.)  

(¡Ay, cuál me tienen tus ojos!

¡Oh amor! ¡oh pectora caeca!

¡oh inopia!¡oh magnum Jovis

incrementum! ¡oh hijas de Eva!)

565

 

 

Escena VIII

 

DON BERNARDOCARMEN.

 

D. BERNARDO

Al fin se han ido. ¡Qué horrible

y qué ridícula escena!

CARMEN

¡Qué desventurada soy!

D. BERNARDO

No tanto como tú piensas.

Aterrada has consentido

570

en esa boda funesta:

no importa. Procura ahora

sacar fuerzas de flaqueza.

Disimula tus pesares,

finge que estás muy contenta,

575

canta, ríe, y deja obrar

a tu tío.

CARMEN

La dureza,

las terribles amenazas

de mi padre...

D. BERNARDO

Bagatela.

Deja que amenace y jure;

580

que voces de asno no llegan

al cielo. Ea, ten valor.

Inútil es que yo emprenda

tu salvación, si después

en la estacada me dejas.

585

Recuerdo que esta mañana

me dijiste que te obsequia

otro joven...

CARMEN

Sí, señor;

y lo que más me atormenta

es el pesar que tendrá

590

cuando en los brazos me vea

de su rival...

D. BERNARDO

No me aturdas

con lamentos de novela.

Vamos al caso. Una vez

que tú le amas tan de veras,

595

será un muchacho juicioso

y de las mejores prendas.

Su familia será honrada...

CARMEN

Eso sí, es de las primeras

del país; pero... más rica

600

en virtudes que en hacienda.

  

D. BERNARDO

Eso no le hace. Y tu padre

¿sabe algo?

CARMEN

¡Ah! si lo supiera,

¡pobre de mí! Tiene horror

a toda la parentela

605

porque le han ganado un pleito.

D. BERNARDO

¿Y ha sido de consecuencia?

CARMEN

¡Qué! Puede que su valor

a cien ducados no ascienda.

D. BERNARDO

¡Vil avaro! (Ya está visto.

610

No encuentro yo aquí la piedra

filosofal.) Di, tu amante

seguirá alguna carrera...

CARMEN

Sí, señor.

¿La medicina?

¡Gran profesión! Haya guerras

615

o paces, nunca perecen

los médicos. A mil quiebras

todos vivimos sujetos,

pero el ramo de postemas,

cólicos y tabardillos

620

en todo tiempo prospera.

CARMEN

No sigue esa profesión,

aunque mucho la respeta;

y es muy humano mi novio,

aunque lo diga yo mesma,

625

para desear que Dios

nos envíe una epidemia.

D. BERNARDO

Pero en fin, ¿qué estudia? ¿leyes?

CARMEN

Sí, señor, y ya estuviera

recibido de abogado;

630

mas no puede hasta que tenga

veinte y cinco años, y cumple

veinte y dos por la cuaresma.

D. BERNARDO

¡Calla! ¿Si será... su nombre?

CARMEN

Don Felipe de Villegas.

635

D. BERNARDO

El mismo. Bien parecido,

su tez un poco trigueña,

pero sonrosada y fina;

buen talle, gentil presencia,

hermosa cara, ojos negros,

640

y así..., un aire de modestia

y de probidad...

CARMEN

Convienen

perfectamente las señas.

D. BERNARDO

¿Conque no es exagerado

el retrato? ¡Ah picaruela!

645

CARMEN

¡Cuidado que usted también...

no puede una ser ingenua.

D. BERNARDO

Poco hace le he visto en casa

del médico. Su tristeza

llamó mi atención. Supongo

650

que ya la causa penetras.

¡El pobre muchacho! Yo

no cometí la imprudencia

de preguntársela. Hablamos

de diferentes materias,

655

y de instrucción no vulgar

me dio repetidas pruebas.

Vamos, será mi sobrino.

Cuando salió de la iglesia

hablé al cura en tu favor,

660

y no dudo que intervenga...

 

 

Escena IX

 

DON BERNARDOCARMENDOÑA MATEA.

 

DOÑA MATEA

  (Entra vestida como se usaba hace cien años, y hecha una furia.) 

¿Dónde está el hijo de mi alma?

¡Mi Estebanillo, la perla,

la gloria de la provincia!

D. BERNARDO

¿Qué embajada será esta?

665

DOÑA MATEA

¿Embajada? Usted verá

la embajada que le espera.

¡Picarones! ¡seductores!

¿Se ha visto maldad más negra?

Abusar de su candor,

670

burlarse de su inocencia,

¡infames! para casarle,

¿con quién? Con una cualquiera.

D. BERNARDO

Oiga usted...

DOÑA MATEA

No quiero oír.

Si esa boda se celebra,

675

tengo de dejar memoria

de mi venganza sangrienta.

CARMEN

Pero, señora...

DOÑA MATEA

¡Oh! tú eres

la encantadora sirena

que me le tiene hechizado.

680

¡Miren la gatita muerta!

¡Miren cómo sabe hacer

su negocio! Y ¡qué! ¿tú piensas

pescarle para marido?

Primero aspada me vea.

685

CARMEN

Al contrario, yo...

DOÑA MATEA

La casa

de los Oñates, y Heredias,

y Pimenteles, y Osorios,

y Castros, y Mendinuetas,

y Gamboas, ¿con un quídam

690

se ha de unir, que no se acuerda

nadie de quién fue su abuelo?

Es una infamia, una afrenta

que no la consentirá

la ilustre doña Matea.

695

CARMEN

¡Qué mujer! Pero si yo...

DOÑA MATEA

¿Qué valen las cuatro cepas,

y el pegujar, y el molino,

y las tísicas ovejas

de tu avaricioso padre?

700

Todo eso es hambre, miseria.

¿Queréis sacar la barriga

de mal año con mis rentas?

¿Queréis...?

CARMEN

¡Por Dios, oiga usted!

DOÑA MATEA

¡Hipócrita! ¡zalamera!

705

¿Tú aspiras al alto honor

de tenerme a mí por suegra?

Si al momento no desistes

de pretensión tan grotesca

te pondré donde mereces.

710

CARMEN

¿Se ha visto igual insolencia?

¿A mí usted...?

  

D. BERNARDO

Vete de aquí,

porque esta mujer chochea.

CARMEN

Mejor es, que ya estoy harta

de oír sus impertinencias.

715

 

 

Escena X

 

DON BERNARDODOÑA MATEA.

 

DOÑA MATEA

¡Cómo! Ella es la impertinente,

y atrevida, y mala hembra,

y...

D. BERNARDO

Señora, tenga usted

un poco más de prudencia.

La habrán informado mal

720

sin duda. Cuando usted sepa...

DOÑA MATEA

Todo lo sé, sí, señor,

y conmigo no se juega.

¿Está usted? Don Baltasar

¿qué hace, que no se presenta?

725

D. BERNARDO

Salió hace poco con su hijo

de usted a unas diligencias...

DOÑA MATEA

¡Pues! Serán las de la boda.

D. BERNARDO

Tal vez.

DOÑA MATEA

¿Y con esa flema

lo dice usted? No lo extraño,

730

porque usted también husmea

la sopa boba.

D. BERNARDO

¿Yo?

DOÑA MATEA

Usted,

pero es en vano. Aunque venda

la camisa...

D. BERNARDO

¡Si yo soy

el que...

DOÑA MATEA

Pues, el que desea

735

la perdición de su hermano;

el que a la niña aconseja

pensamientos tan altivos;

el que engatusa a mi Esteban;

el que...

D. BERNARDO

Si usted me dejase

740

explicarme...

DOÑA MATEA

El que se mezcla

en lo que no le compete.

D. BERNARDO

No hay tal cosa. Yo quisiera...

DOÑA MATEA

Mas yo escribiré a mi tío

el conde de la Verbena...

745

D. BERNARDO

Que Carmen fuese feliz.

No es posible que lo sea...

DOÑA MATEA

Y a mi cuñado el maestrante,

y a mi prima la abadesa...

D. BERNARDO

Con su hijo de usted. ¿Qué vale

750

el caudal que usted pondera...

DOÑA MATEA

Y al corregidor de Soria,

y al gobernador de Ceuta...

D. BERNARDO

Cuando el corazón... (No me oye.)

¡Señora! ¡Maldita seas!

755

DOÑA MATEA

Y al intendente de Murcia,

y al cabildo de Sigüenza.

D. BERNARDO

¿Es usted mujer o sierpe?

(¿Dónde estoy?) Con una recua

de demonios, ¿quiere usted

760

oírme?

DOÑA MATEA

¡Raza perversa!

¡Canalla!

D. BERNARDO

(Si no la dejo,

voy a perder la cabeza.

Sudo como un galeote.)

DOÑA MATEA

 (Abanicándose muy aprisa.)  

¿No lo dije? La jaqueca.

765

D. BERNARDO

¡Qué maldecido lugar

y qué excomulgada vieja!

 

 

Escena XI

 

DOÑA MATEA.

 

DOÑA MATEA

    ¡Oiga usted!... ¡Gente ordinaria!

¡gente incivil y grosera!

¿Y se han de burlar de mí?

770

¡Uf! La cólera me ciega.

Hasta encontrar al alcalde

correré de ceca en meca,

y donde quiera que esté

le he de arrancar las orejas.

775

 

Acto III

 

Escena I

 

CARMEN.

 

 

Está anocheciendo.

 

    ¡Qué crítica, qué terrible

es mi situación! Si acepto

por esposo a don Esteban,

mi triste fin acelero;

si le rehúso, a mi padre

5

clavo un puñal en el seno.

¿Qué haré? Dejemos obrar

a mi tío. Por su medio

quizá lograré la dicha

de obtener más grato dueño.

10

La imprevista circunstancia

de oponerse al casamiento

doña Matea, pudiera

favorecer mis deseos

y... ¿Quién entra?


  

 

Escena II

 

CARMENDON FELIPE.

 

DON FELIPE

No te asustes:

15

yo soy.

CARMEN

¡Tú, Felipe! ¡Oh cielo!

¿Cómo te atreves a entrar

aquí? ¿No sabes el riesgo...

DON FELIPE

No estando en casa tu padre

¿qué temes?

CARMEN

Si el estafermo

20

de Lamprea...

DON FELIPE

No hay cuidado.

Anda por los aposentos

de arriba. Acabo de verle

desde el balcón de don Pedro.

CARMEN

No importa. Vete por Dios;

25

no me pierdas.

DON FELIPE

Un momento...

CARMEN

No, Felipe. ¡Ah! si supieras...

DON FELIPE

Lo sé todo; y, satisfecho

de tu cariño, no pienses

que airado y celoso vengo

30

a hacerte reconvenciones

injustas. Mi único objeto...

 

 (Tose dentro LAMPREA.)  

CARMEN

¡Ay de mí! Ya baja. Le oigo

toser. Márchate corriendo...

 (Mira adentro.)  

No; ya está aquí. En ese cuarto...

35

DON FELIPE

¡Maldito sea...!

CARMEN

Entra presto.

 

(Entra DON FELIPE en el cuarto de DON BERNARDO.)

 

 

 

Escena III

 

CARMENLAMPREA.

 

 

LAMPREA trae un velón encendido, y lo coloca sobre la mesa.

 

LAMPREA

Bendito sea por siempre

y alabado...  (Tose.)  ¡Qué tormento

de tos! Un día me ahoga.

¡Triste pensión de los viejos!

40

Lo mismo es anochecer,

que así... a manera de muermo...

 (Tose.) 

¿Qué hace usté aquí, señorita,

tan sola?

CARMEN

Corre más fresco

que arriba.

LAMPREA

Si quiere usted

45

compañía...

CARMEN

Lo agradezco.

(No se marchará. ¡Qué pelma!

Estoy en brasas.)

LAMPREA

¿Y es cierto

que se casa usted muy pronto?

CARMEN

No sé.

LAMPREA

Yo en parte lo siento,

50

 (Tose.) 

porque se irá usted de casa,

y... Pero ¡qué buen sujeto

es el señor don Esteban!

Bella estampa, muy buen genio;

campechano si los hay,

55

y hombre de mucho dinero.

CARMEN

Es verdad, pero si tienes

qué hacer allá arriba...

LAMPREA

Creo

que está usted de mal humor,

 (Tose.) 

y es cosa rara el tenerlo

60

en vísperas de casarse.

CARMEN

(¡Qué suplicio!)

LAMPREA

Yo recuerdo

que mi difunta Gregoria...

¡Téngala Dios en el cielo!

Cuando yo la festejaba...

65

¡Ay, señorita, qué tiempos

aquellos!...

CARMEN

¡Oh! Basta ya...

LAMPREA

Si incomodo...

CARMEN

No por cierto;

pero tengo poca gana

de conversación.

LAMPREA

Ya entiendo.

70

A usted no le gusta hablar

con un vejestorio enfermo.

Si fuera yo don Esteban...

 (Tose.)  

¡Qué tos! Vamos; ya la dejo

a usted solita. Cuidado,

75

que es muy dañoso el sereno.

Conque hasta después.

  (Se va muy despacio.) 

CARMEN

¡Uf! ¡qué hombre!

Gracias a Dios...

  (A la puerta del cuarto de DON BERNARDO.) 

Sal corriendo.

 

(Va a salir DON FELIPE, y al oír las voces siguientes vuelve a esconderse.)

 

DON ESTEBAN

 (Dentro.) 

¿Quién hace caso de viejas?

D. BALTASAR

Pero es mucho atrevimiento...

80

 

(Entran en la escena hablando.)

 

 

 

Escena IV

 

CARMENDON BALTASARDON ESTEBAN. DON ABUNDIO.

 

D. BALTASAR

Insultar con tal descaro

a la autoridad del pueblo.

  

DON ESTEBAN

Es muy animal mi madre.

D. BALTASAR

Si no me la quitan, creo

que me araña.

CARMEN

(Soy perdida

85

si de aquí no los alejo.)

D. BALTASAR

Que dé gracias a que usted

debe ser pronto mi yerno.

¿No es verdad?

DON ESTEBAN

¿Qué duda tiene?

A mí me importa tres bledos

90

la voluntad de mi madre,

que mi gusto es lo primero.

D. BALTASAR

Pues siendo así la perdono.

Conque no perdamos tiempo.

El domingo la primera

95

amonestación. ¿No es esto?

  (A CARMEN.)  

¡Oh! ¡estás aquí! No te había

visto. Estamos disponiendo

la boda.

CARMEN

Bien. Pero aquí

para un asunto tan serio

100

están ustedes muy mal.

Puede entrar un indiscreto

que los interrumpa. Arriba...

D. BALTASAR

No. ¡Si ya estamos de acuerdo!

Es cosa hecha. Mañana

105

el contrato firmaremos.

¿No es esto?

DON ESTEBAN

Cuando usted quiera.

CARMEN

(Mi vida y la suya arriesgo

si le descubren.)

D. BALTASAR

Muchacha,

a ti no te para el cuerpo.

110

¿Qué tienes?

CARMEN

Nada, señor.

Algo indispuesta me siento,

pero... se me pasará.

D. BALTASAR

¿Has merendado?

CARMEN

No tengo

gana. (¡Dios mío!)

D. BALTASAR

¿Estás triste?

115

No lo extraño. El mucho afecto

que me tienes es la causa.

¿Temes que tu casamiento

nos separe? No lo creas,

Carmencita. Viviremos

120

todos juntos. Vaya, niña,

alégrate.

DON ESTEBAN

Fiel de fechos,

diga usté algo que nos haga

reír.

DON ABUNDIO

De Plauto y Terencio,

dilectos hijos de Apolo,

125

quisiera tener el plectro;

o del que con culta vena

ilustró el hispano suelo,

Góngora insigne, que tantos

sutiles parió conceptos...

130

D. BALTASAR

Aquí queremos reír,

y no dormirnos, maestro.

Deje usted su erudición

a un lado, que los paletos

nos quedamos en ayunas

135

cuando nos hablan en griego.

DON ABUNDIO

(¡Idiotas!)

DON ESTEBAN

Ahora es buena

ocasión para leernos

aquella arenga.

D. BALTASAR

Es verdad.

Léala usted.

CARMEN

(¡Si a lo menos

140

viniera mi tío!...)

 

(Al sacar DON ABUNDIO el papelote del acto segundo deja caer otro sin advertirlo: lo coge DON ESTEBAN, y lo lee para sí.)

 

DON ABUNDIO

Dónde

quedamos?

D. BALTASAR

Ya no me acuerdo.

Lea usted desde el principio.

DON ABUNDIO

Soy el segundo Tirteo.

DON ESTEBAN

(¿Qué miro! ¡Ah bribón!)

DON ABUNDIO

  (Lee.) 

«No de otra

145

suerte, intrépidos guerreros»...

DON ESTEBAN

Calle usted o le desnuco.

De ira estoy que reviento.

¿Usted mi rival, canalla?

¿Usted a mi novia versos?

150

DON ABUNDIO

¿Cómo...

DON ESTEBAN

Aquí están en mi mano.

No me dirá usted que miento.

Al suelo se le han caído

al sacar ese proceso

que iba a leer.

DON ABUNDIO

Pero... si...

155

yo...

DON ESTEBAN

Escuche usted, señor suegro;

y verá usted...

DON ABUNDIO

(Si pudiera

escaparme...)

DON ESTEBAN

  (Asiéndole.) 

¡Quieto, quieto

aquí!

 (Lee.) 

«A la adorable Carmen,

el cisne de los Cameros,

160

don Abundio de Paniagua

y Cañaheja, soneto.

¿Y tú sufres ¡oh amor! tan vil ultraje?

¿Y, en vano por Carmela suspirando,

quieres que vea en su regazo blando

165

solazarse a un indómito salvaje?»

¿Ha visto usted qué insolencia?

¡Llamarme a mí ese Asmodeo

salvaje! ¡Y enamorar

a mi novia!

DON ABUNDIO

¡Pero si eso

170

no es mío! Algún envidioso...

DON ESTEBAN

¡Cómo! ¿Aún tiene usted aliento

para hablar?

 (Amenaza a DON ABUNDIO, y DON BALTASAR le contiene.) 

D. BALTASAR

Déjele usted.

Sin duda ha perdido el seso.

  

DON ESTEBAN

¿Dejarle? No ha de salir

175

de aquí vivo.

DON ABUNDIO

Me arrepiento.

¡Perdón!

DON ESTEBAN

No hay perdón.

D. BALTASAR

Eh, vamos;

basta que esté yo por medio...

DON ABUNDIO

¿Dónde me refugiaré?

En este cuarto.....

 

(Va a entrar, y viendo a DON FELIPE, retrocede.)

 

¿Qué veo!

180

¡Un hombre oculto!

CARMEN

(¡Buen Dios!,

a tu favor me encomiendo.)

DON ESTEBAN

¿Un hombre oculto?

D. BALTASAR

 (Gritando.) 

¡Lamprea,

Macario, Cosme, Ruperto!

 

 

Escena V

 

CARMENDON BALTASARDON ESTEBANDON ABUNDIODON FELIPEDOS CRIADOS.

 

DON FELIPE

Aquí estoy, don Baltasar.

185

No hay que alborotar el pueblo.

D. BALTASAR

¿Qué veo! ¡En mi casa usted!

¡Y escondido! ¡Vive el cielo...!

DON ESTEBAN

(¡Caracoles! Esto pasa

de castaño oscuro.)

 

(Vienen los criados, y a una seña de DON BALTASAR se detienen en el foro.)

 

D. BALTASAR

Pero

190

no es usted, sino esa infame

en quien descargar yo debo

el rigor de mi venganza.

DON ABUNDIO

(No salí de mal aprieto.)

CARMEN

¡Padre!

D. BALTASAR

¿Aún te atreves, indigna...

195

DON FELIPE

Mire usted que la defiendo

yo.

D. BALTASAR

¿Usted?

DON FELIPE

Sí, yo, sí; y capaz

soy de cualquier desafuero

si usted se atreve a ofenderla

siendo de virtud modelo.

200

D. BALTASAR

¿Usted sabe con quién habla?

 

(DON ESTEBAN se pasea haciéndose el indiferente.)

 

DON FELIPE

Con un padre sarraceno;

pero antes me harán pedazos

que sufrir...

D. BALTASAR

¿Oye usted esto,

don Esteban?

DON ESTEBAN

¡Qué, si estoy

205

pasmado!

 (Sigue paseándose.) 

DON ABUNDIO

(¡Buen argumento

para un drama! Si no fuera

poeta y actor a un tiempo,

lo haría sólo por dar

una carda a ese mostrenco.)

210

D. BALTASAR

Usted ¿con qué fin ha entrado

aquí? Deseo saberlo.

DON FELIPE

Sepa usted, si lo ignoraba,

pues ya ocultarlo no puedo,

que amo a su hija. No sé

215

si la ventura merezco

de ser suyo; pero el novio

que usted la destina creo

que, a pesar de sus riquezas,

la merece mucho menos.

220

D. BALTASAR

 (Aparte con DON ESTEBAN.)  

¿Y sufre usted que le ultraje

de ese modo?

DON ESTEBAN

¡Eh!... le desprecio.

D. BALTASAR

¿Ignora usted, señor mío,

que a su familia aborrezco

de muerte?

DON FELIPE

Es una injusticia.

225

D. BALTASAR

Pues ¿y el pleito que su abuelo

de usted me ganó?

DON FELIPE

Sin duda

le asistió mejor derecho

que a usted; y aún cuando no fuera

así ¿qué culpa tenemos

230

los que no hemos litigado?

¿Acaso el ganar un pleito

es el pecado de Adán

que pasa al último nieto?

DON ABUNDIO

Distingo. Si el pleito...

DON FELIPE

A usted

235

¿le dan vela en este entierro,

señor pedante?

DON ABUNDIO

A mí, no,

pero...

DON FELIPE

Guarde usted silencio,

o se lo haré yo guardar.

DON ABUNDIO

Será usted servido.

D. BALTASAR

Hablemos

240

claro. Usted de ningún modo

me conviene para yerno.

DON FELIPE

No lo dudo; pero acaso

a su hija de usted convengo

más que don Esteban.

D. BALTASAR

¡Cómo!

245

Es decir que está de acuerdo

con usted...

CARMEN

Yo,... padre mío...

DON FELIPE

Contra el tirano precepto

de unirse a quien aborrece,

pues son en vano los ruegos,

250

vine a ofrecerle mi amparo.

Yo, sí, señor; no lo niego.

D. BALTASAR

Hipocritilla, después

que diste el consentimiento

a la boda proyectada,

255

¿cómo es que un galán te encuentro

escondido en ese cuarto?

DON FELIPE

Por la fe de caballero

juro a usted que está inocente

su hija; yo sólo soy reo.

260

Aquí entré sin ser llamado,

y Carmencita, bien lejos

de aprobarlo...

D. BALTASAR

Se concluye,

señor mío, de todo eso,

que usted es un libertino,

265

un desalmado, un perverso

seductor.

DON FELIPE

Señor alcalde,

poco a poco, que dicterios

semejantes...

D. BALTASAR

Usted puede

propagar aquí el veneno

270

de sus impuras costumbres;

y yo, que no en vano ejerzo

la primer magistratura,

a todo trance resuelvo

librar a la juventud

275

de tan pernicioso ejemplo.

Irá usted a un calabozo.

DON FELIPE

¿Yo?

D. BALTASAR

Y para que otro muñeco

no venga a hacer cucamonas

a mi hija, en un convento

280

la tendré mientras celebra...

  (A DON ESTEBAN.)  

¿Eh?

DON ESTEBAN

Quizá el claustro y el rezo...

Sí señor; eso será

lo mejor.

 (Cansado de pasearse se sienta retirado; toma una guitarra y la templa.) 

DON ABUNDIO

(El majadero

del novio con mucha calma

285

lo toma.)

DON FELIPE

Saber deseo

cuál es mi delito.

D. BALTASAR

Ya

lo he dicho. El crimen horrendo

de seducción, con indicios

de rapto, y escalamiento,

290

y...

DON FELIPE

Es una calumnia atroz.

Cuando yo mi mano ofrezco

a Carmen y ella la acepta...

CARMEN

(¡Infeliz de mí!)

D. BALTASAR

No es cierto.

Con quien ella ha prometido

295

casarse en este aposento,

hoy mismo, es con el señor.

¿No es verdad?

DON ESTEBAN

¡Si no me acuerdo

de qué estaba usted hablando!

D. BALTASAR

¿Ahora salimos con eso?

300

¡Me gusta la flema!

DON ESTEBAN

Yo

por tan poco no me altero.

D. BALTASAR

Digo que a usted ya le ha dado

palabra de casamiento

la muchacha.

DON ESTEBAN

¿Quién lo duda?

305

¡Maldita prima!

 (Sigue templando.)  

D. BALTASAR

Y yo ordeno

que la cumpla.

DON FELIPE

Fue arrancada

por el terror. Más derecho

tengo a reclamarla yo,

porque me la dio primero.

310

D. BALTASAR

¿Cómo primero? ¡Hija vil!...

CARMEN

Padre, me había propuesto

obedecer y callar;

pero llega a tal exceso

la tiranía de usted,

315

que en dar mi vida consiento

antes que la mano a otro

que a Felipe.

D. BALTASAR

¡Qué desuello!

¡qué infamia! Hoy vas a morir.

 

(Amenazada CARMEN por su padre se ampara de DON FELIPE.)

 

DON ABUNDIO

(El drama ya se va haciendo

320

trágico.)

DON FELIPE

¡Guárdese usted

de tocarla!

DON ESTEBAN

Yo no acierto

a templar esta guitarra.

DON ABUNDIO

(Mejor será huir el cuerpo...)

D. BALTASAR

Prendedle.

 

(Los criados hacen un movimiento hacia DON FELIPE: saca éste una pistola, y a su vista desaparecen: DON ABUNDIO se guarece detrás de DON ESTEBAN.)

 

DON FELIPE

Nadie se arrime,

325

o le devano los sesos.

DON ABUNDIO

¡Mísero de mí!

D. BALTASAR

¡Favor

a la justicia!

 

 

Escena VI

 

CARMENDON BALTASARDON ESTEBANDON ABUNDIODON FELIPEDON BERNARDO.

 

D. BERNARDO

¿Qué es esto?

D. BALTASAR

¿Qué ha de ser? Las consecuencias

de tus inicuos consejos.

330

Rebelárseme una hija,

aspirar a ser mi yerno

ese joven temerario,

y al querer llevarle preso

hacer armas contra mí.

335

D. BERNARDO

¿Y qué hace usted ahí tan serio,

don Esteban?

DON ESTEBAN

¡Qué pregunta!

Pues, ¡qué! ¿no lo está usted viendo?

Tocar la guitarra.

D. BERNARDO

¡Calla!

Y detrás el fiel de fechos...

340

DON ABUNDIO

Soy filarmónico.

D. BERNARDO

Ya.

Pues yo creí que por miedo...

  

DON ABUNDIO

No, señor; es precaución.

A fuer de sabio soy cuerdo.

D. BERNARDO

Basta de escándalo, hermano.

345

Los chicos por lo que veo

se quieren. Cásalos tú

antes que se casen ellos.

D. BALTASAR

Primero me vea yo

con una argolla en Marruecos.

350

DON ESTEBAN

 (Cantando por el aire del fandango.) 

«Yo soy aquel que subí

hasta el último elemento...»

¡Qué demonio de guitarra!

¡Si esto parece un cencerro!

  (La deja sobre una silla.)  

D. BERNARDO

¡Miren por dónde se apea

355

el señorito!

D. BALTASAR

Celebro

la ocurrencia, amigo mío.

¡Cuando yo me desespero

se pone usted a cantar!

DON ESTEBAN

¡Toma! ¿Soy yo algún borrego?

360

No le han de dejar a uno...

Cada uno tiene su genio.

Conque uno ha de ir a matarse

porque usted... No es mal empeño!

D. BERNARDO

Tiene usted mucha razón.

365

D. BALTASAR

¡Por vida... ¿Es cosa de juego...

D. BERNARDO

Vamos, ten calma, y escucha.

La boda que te has propuesto

no se verificará

de ninguna suerte. Hay medios

370

legítimos de evitarla.

Yo ya he tomado al efecto

mis medidas.

D. BALTASAR

Yo sabré

desvanecer tus intentos;

y si me apuras un poco

375

puede ser que...

D. BERNARDO

Ya te entiendo.

Me meterás en la cárcel;

¿no es verdad? Vamos, yo espero

que todo se compondrá

felizmente. En prueba de ello,

380

guarde usted esa pistola,

señor don Felipe.

DON FELIPE

Pero...

D. BERNARDO

No hay pero que valga.

CARMEN

Yo

te lo suplico.

DON FELIPE

Obedezco.

DON ESTEBAN

Esta es mano de cigarro.

385

  (Saca una gran bolsa de vejiga, y de ella tabaco que pica con una descomunal navaja, hace um cigarro disforme, echa yescas, a pesar de haber luz, lo enciende y fuma.)  

ABUNDIO

 (Volviendo al medio de la escena.) 

Ya la guardó. Respiremos.

D. BERNARDO

Ahora los dos pedidle

perdón con mucho respeto.

D. BALTASAR

No perdono.

  (De rodillas, y lo mismo DON FELIPE.)  

¡Padre mío!

DON FELIPE

¡Señor...!

D. BALTASAR

¡Apartad! No cedo.

390

Soy inflexible.

CARMEN

Mi llanto...

D. BALTASAR

Aunque todo el universo

se empeñara...

D. BERNARDO

¡Qué dureza,

Baltasar!

DON FELIPE

¡Ay! a lo menos

no la vea yo enlazada...

395

D. BALTASAR

Con doscientos y el portero

déjenme ustedes en paz,

 (Los hace levantarse.) 

que ni me ablandan lamentos,

ni me aturden amenazas.

 (Coge de la mano a DON ESTEBAN, que le sigue como forzado.) 

Venga usted, noble mancebo.

400

  (A CARMEN.) 

Dale tu mano al instante,

sin réplica... ¿Está usted lelo,

don Esteban?

DON ESTEBAN

Es que yo...

¿Sabe usted lo que yo pienso?

Que es mejor que se la dé

405

a don Felipe.

D. BALTASAR

Eh, dejemos

bromas a un lado.

DON ESTEBAN

¿Qué bromas?

Lo digo como lo siento.

Porque, mire usted, mi madre

no quiere que nos casemos,

410

y por no oírla gruñir...

D. BALTASAR

¿Estoy soñando, o despierto?

Pero ¿usted...?

DON ESTEBAN

Mire usted, yo

soy caviloso, y sospecho

que... Vamos; si me casara

415

con ella... Porque lo cierto

y lo seguro es que Carmen

tiene ya su quebradero

de cabeza. ¿No es así?

Y..., como dice el proverbio,

420

quien bien ama, tarde olvida.

No haga el demonio que luego...

Lo que es la chica es muy guapa,

eso es otra cosa; pero...

¿qué quiere usted que le diga?

425

No es tanto, tanto mi afecto,

que apechugue... Mire usted;

yo por otra parte..., hablemos

en plata, hacía una boda

muy desigual. Mis inmensos

430

caudales... Bien es verdad

que si me hallaba dispuesto

a casarme, yo soy franco,

era con el solo objeto

de no entrar en quintas, pues;

435

porque yo no tengo apego

a la milicia, y me bastan

los timbres de mis abuelos,

sin exponer mi pelleja

por adquirir otros nuevos.

440

En fin, cada uno se entiende.

Buenas noches, caballeros.

 

 

Escena VII

 

CARMENDON BERNARDODON BALTASARDON ABUNDIODON FELIPE.

 

D. BALTASAR

(No sé dónde estoy. Me ahoga

la cólera, y no me atrevo

de vergüenza a alzar la vista.)

445

D. BERNARDO

Chico, ningún sentimiento

debe darte su inconstancia.

Antes parece que el cielo

lo ha dispuesto por tu bien

y el de Carmen.

D. BALTASAR

Le prometo

450

que me las ha de pagar.

D. BERNARDO

Al contrario, yo en tu puesto

iría a darle las gracias.

DON ABUNDIO

Si en tan crítico momento

me es lícito hablar, insigne

455

don Baltasar...

D. BALTASAR

Bien, con menos

preámbulos diga usted

qué quiere; y nada de textos

ni...

DON ABUNDIO

Con lenguaje pedestre

digo pues que soy maestro

460

de primera educación

en este lugar ameno,

y secretario además

del ilustre ayuntamiento.

Ambos empleos bien dejan

465

a mi bolsa de provecho

trescientos ducados. Item:

en breve obtener espero

la plaza de sacristán,

que rinde por un quinquenio,

470

sin la cera y otros gajes

legítimos, otros ciento.

Son cuatrocientos ducados.

A esta cantidad agrego...

D. BALTASAR

¡Eh! basta...

D. BERNARDO

No le interrumpas,

475

que me divierte en extremo.

DON ABUNDIO

Lo que deben producirme

ocho o diez resmas de versos

que puedo hacer en el año

para días, casamientos,

480

bautizos, pascuas, et caetera,

y el Desiderio y Electo,

o sea Luz de la fe

y de la ley, que muy presto

daré a la prensa en octavas

485

reales.

D. BALTASAR

¡Qué lengua de hierro!

Al caso.

DON ABUNDIO

Puedo aspirar

con tantos emolumentos

a vivir holgadamente,

aunque se me agregue el peso

490

de nuevas obligaciones.

D. BALTASAR

¡Oh! ¿y a qué santo...

DON ABUNDIO

El zopenco

de don Esteban renuncia

al dulcísimo himeneo

de la incomparable Carmen.

495

Usted, por lo que comprendo,

no desea emparentar

con don Felipe. Tercero

en discordia, aquí estoy yo,

que a sus pies rendido ofrezco

500

mi...

D. BALTASAR

Quite usted de delante.

¡Habrá mueble! Pues es cierto

que la boda...

DON ABUNDIO

¿Calabazas?

Bien; no riñamos por eso.

Yo me casaré con otra,

505

o me quedaré soltero.

D. BERNARDO

¡Bravo! Eso es lo que se llama

grandeza de alma.

DON ABUNDIO

¡Oh! yo venzo

fácilmente mis pasiones...

cuando no hay otro remedio.

510

Mas daré la última prueba

del cariño que profeso

a esta amable señorita.

Creo que el mejor obsequio

que le puedo hacer ahora

515

es el quitarme de en medio;

y por tanto, tengo a bien

tomar las de Villadiego.

 

 

Escena VIII

 

CARMENDON BERNARDODON BALTASARDON FELIPE.

 

DON FELIPE

¡Qué original es el hombre!

D. BALTASAR

A no ser por mi despecho,

520

mucho hubiera celebrado

su petulancia.

D. BERNARDO

Supuesto

que quedó por don Felipe

el campo, ya es hora...

 

 

Escena IX

 

CARMENDON BERNARDODON BALTASARDON FELIPEDOÑA MATEA.

 

MATEA

 (A la puerta, y entra luego.) 

¿Puedo

entrar?

D. BALTASAR

Según. ¿Viene usted

525

de paz, o de guerra?

DOÑA MATEA

Vengo

decidida a que seamos

amigos, y lo seremos

si usted quiere.

D. BALTASAR

En hora buena.

(Otra tempestad me temo.)

530

DOÑA MATEA

Sé que Esteban no está aquí,

y esta ocasión aprovecho

para ver de dar un corte

al asunto, porque aprecio

mucho la paz.

D. BALTASAR

Ya es inútil...

535

DOÑA MATEA

He tomado por empeño

que no se case mi Esteban

con su hija de usted.

D. BALTASAR

Lo creo;

pero ya...

DOÑA MATEA

Suplico a usted

no me interrumpa, que luego

540

concluyo. Estos matrimonios

desiguales son funestos

por lo regular. Mi Esteban

está enamorado ciego

de la chica...

D. BALTASAR

Usted sin duda

545

no sabe...

DOÑA MATEA

Pero sus genios

están en contradicción.

Él es de un temperamento

vivo, impaciente, fogoso;

y su hija de usted, hablemos

550

claro, apática, fría...

DON FELIPE

¿Qué dice usted?...

DOÑA MATEA

Los primeros

quince días será todo

delicias y regodeos;

pero luego es natural

555

que entren los remordimientos.

Porque Esteban sentirá

verse con nudo perpetuo

enlazado a una familia

tan inferior...

D. BALTASAR

¿Cómo es eso?

560

Mi familia...

DOÑA MATEA

La muchacha,

a quien no mueve otro objeto

que el interés...

CARMEN

¡Oiga usted!

Ni yo he menester, ni quiero

nada de nadie.

D. BALTASAR

Señora,

565

acabe usted de molernos.

DOÑA MATEA

En una palabra; exijo

de usted, por no andar en pleitos,

que se oponga como yo

a ese injusto casamiento.

570

D. BALTASAR

Si usted me dejase hablar...

DOÑA MATEA

Y si acaso hay de por medio

compromisos de otra especie...

Porque el muchacho es travieso,

y el demonio que anda listo...

575

D. BALTASAR

Ya me falta el sufrimiento.

DON FELIPE

Si usted se atreve a poner

en boca...

DOÑA MATEA

Yo haré un esfuerzo,

y veré de asegurarla

una pensión de trescientos

580

ducados, si ella se quiere

retirar a un monasterio.

D. BALTASAR

Tome usted pronto la puerta,

porque si llevar me dejo

de mi furia...

DOÑA MATEA

¿Puedo hacer

585

más que dotar...

D. BALTASAR

Los infiernos

no han vomitado una bruja

tan bruja.

DOÑA MATEA

¡Pobre y soberbio!

Después que una...

D. BALTASAR

Calle usted;

o sin mirar a su sexo

590

ni a sus años, ¡hum! si vuelve

a alzar el grito, la estrello.

¡Energúmena!

DOÑA MATEA

¡Qué insulto!

¿Yo energúmena?

D. BERNARDO

Acabemos.

Mi sobrina no se casa

595

con su hijo de usted...

DOÑA MATEA

Me alegro.

D. BERNARDO

Ni emparentar deseamos

con semejante camueso.

DOÑA MATEA

¡Camueso! ¡Un hombre como él,

de tan insigne abolengo,

600

de...

D. BERNARDO

Conque si usted no quiere

que la falten al respeto,

calle, y váyase con Dios.

DOÑA MATEA

Sí, me voy, que me desdeño

de alternar con hidalguillos

605

pelones y chapuceros.

 

 

Escena X

 

CARMENDON BERNARDO. DON BALTASARDON FELIPE.

 

D. BALTASAR

¡Oiga usted!...

D. BERNARDO

Déjala. Es loca.

CARMEN

Gracias a Dios que me veo

libre de ella.

DON FELIPE

 (A CARMEN aparte.) 

¡Buena suegra

te esperaba!

D. BERNARDO

Ea saquemos

610

de penas a estos muchachos,

y a un lado resentimientos.

D. BALTASAR

Supuesto que tú te empeñas,

y que ellos se quieren, bueno;

que se casen. Pero tú

615

sabes cómo están los tiempos.

La cosecha ha sido mala...

D. BERNARDO

Bien; ¿y qué? Eso importa un bledo.

  

D. BALTASAR

Las heladas..., la langosta...,

las alcabalas..., el diezmo...

620

DON FELIPE

No es el mezquino interés

el que me mueve...

D. BALTASAR

Los censos

me abruman...

D. BERNARDO

Ya me hago el cargo...

D. BALTASAR

Es un horror lo que debo...

D. BERNARDO

Carmen se contentará

625

con unos treinta mil pesos

de dote. ¿No es verdad, niña?

D. BALTASAR

¿Treinta mil? ¿Qué estás diciendo?

Ni mil, ni ciento, ni diez...

D. BERNARDO

¡Si soy yo el que los ofrezco!

630

D. BALTASAR

Acabarás. Pues entonces

que se casen, y laus Deo.

CARMEN

¡Padre mío!

D. BALTASAR

Ea, venid;

os estrecharé en mi seno.

DON FELIPE

¡Oh ventura!

D. BERNARDO

Y yo en el mío.

635

CARMEN

¡Ah! ¿Cómo pagar podremos...

D. BERNARDO

Después que he gastado tanto

en vicios y devaneos,

razón es que alguna vez

empleé bien el dinero.

640

Sólo exijo de vosotros

un corto favor.

CARMEN

¿Qué puedo

negar a mi bienhechor?

DON FELIPE

Para mí será un precepto

sagrado...

D. BERNARDO

Quisiera ser

645

vuestro padrino.

CARMEN

¡Qué exceso

de bondad! ¿Y por favor

nos lo pide usted?

DON FELIPE

Yo acepto

con el mayor regocijo

tan alto honor, tanta...

D. BERNARDO

Pero...

650

hay una dificultad.

D. BALTASAR

¿Cuál?

D. BERNARDO

Que mañana me ausento.

D. BALTASAR

¿Por qué?

CARMEN

¿Adónde?

D. BERNARDO

Si dos días

en el lugar permanezco,

voy a enfermar.

D. BALTASAR

Pero apenas

655

has descansado...

DON FELIPE

A lo menos

hasta que se haga la boda...

D. BERNARDO

No os canséis. Ya lo he resuelto.

¿Queréis venir a Madrid

conmigo?

DON FELIPE

Yo, desde luego.

660

D. BERNARDO

¿Y tú?

CARMEN

Si mi padre quiere...

D. BALTASAR

No solamente lo apruebo,

sino que iré a acompañarte.

D. BERNARDO

Pues no se pierda un momento.

¿Mañana dije? Esta noche

665

partiremos con el fresco.

D. BALTASAR

Pero, hombre, ¡es posible...

D. BERNARDO

Estoy

de aldea hasta los cabellos.

D. BALTASAR

¿No dijiste esta mañana

que, harto ya de los enredos

670

y el bullicio de la corte,

venías con el intento

de fijarte para siempre

en el lugar?

BERNARDO

No lo niego;

pero yo había formado

675

otra opinión de los pueblos.

Pensé que todo era paz,

candor y virtud en ellos.

¡Ah! la experiencia es el libro

mejor; bien dice el proverbio.

680

Aquí la sórdida envidia

tiene fijado su imperio;

aquí a la voz de la sangre

se impone un atroz silencio;

aquí el noble es orgulloso,

685

y envilecido el plebeyo;

aquí hay discordias, intrigas,

calumnias, rencores, pleitos,

señoritos mal criados,

y hasta pedantones necios.

690

La urbanidad ni se sueña,

la ignorancia está en su centro,

se atropella a la justicia,

se apalea al forastero,

se llama alegre al borracho,

695

al desvergonzado ingenuo,

al asesino valiente...

¡Qué horror! A Madrid me vuelvo,

que allí hay más comodidades

si los vicios no son menos;

700

y entre gente racional

no viviré tan expuesto

a morir de un trabucazo,

o a consumirme de tedio.

 

https://www.cervantesvirtual.com/portales/manuel_breton_de_los_herreros/obra-visor/a-madrid-me-vuelvo--0/html/ff38838e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html

 


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