miércoles, 29 de abril de 2020


LA JUDERÍA DE NÁJERA






CONTENIDOS

1.       La judería najerina, una desconocida.
2.       El espacio vivido.
3.       El tiempo vivido.
  El ataque de 1297. La Prudencia en la Mujer de Tirso de Molina.
  El ataque de 1360. Las Crónicas del Canciller Ayala.
4.       Conclusión. Quitando la tapadera de que “Robar a un ladrón tiene cien años de perdón”
5.       Los judíos najerinos.
6.       La imposible convivencia entre las culturas judía, cristiana y musulmana.
  El judaísmo.
  El Cristianismo. Extra Ecclesiam nulla salus. Liturgia del viernes santo.
  El Islam. Jerusalén, La Cúpula de la Roca.
7.       El recelo era mutuo. Berceo. El milagro XVI, El judezno.
8.       Pero se necesitaban.
9.       Los eternos prejuicios. Una leyenda riojana. La copla de Ezcaray.
  “Los marfiles de San Millán.
  La copla de  Ezcaray.
10.     Los conversos. El caso de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de La Araucana. Su verdadera relación con Nájera.
11.     La herencia de la comunidad judía najerina.
  Una vieja opinión personal.
  El coro de santa María la Real.
12.     Reflexiones bajo la cruz de Malpica.
  Por qué no entiendo el antijudaísmo militante de nuestra sociedad.
  Nada hay nuevo bajo el sol. Qué hace judío a un judío y cuál es el verdadero motivo de que los persigan.
13.    Despedida.


Quiero dejar clara una cosa desde el principio: de los judíos najerinos, como de los temas verdaderamente importantes de la Historia de Nájera nadie sabe casi nada porque muy pocas veces un verdadero profesional se ha ocupado en serio y detenidamente de ellos. A Nájera le sobran frases bonitas que son mentiras del tamaño de sus cerros—la que produce mayor vergüenza ajena es esa tan repetida de “el reino de Nájera”— y le faltan verdaderos investigadores.
Con el cierre de la de Gascón, ya sólo queda una de las librerías, limitadas a la demanda de su clientela, pero serviciales y sobre todo, entrañables, que Nájera siempre tuvo en la Calle Mayor.

 No busquen en la que queda una buena Historia de Nájera, ni siquiera una medianeja Guía. Es inútil. Pero no culpen al librero que es un hombre de bien y un profesional como la copa de un pino. Es que están sin hacer.
Centrándonos en nuestro tema. La antigua judería najerina es hoy sólo una zona de locales de copas donde un paseo en la temprana mañana siguiente a una noche de juerga y jarana te deja muy claras bastantes cosas no demasiado agradables, pero sobre todo, una: lo poquito que a este desnortado pueblo de Nájera le interesa su nada desdeñable historia.



La documentación y la arqueología sitúan la judería najerina[1] en la loma de Malpica que, protegida por el castillo[2] sobre cuyos restos hoy se levanta la cruz que corona la cima del cerro, desciende hacia la ciudad. La documentación y el callejero tradicional la sitúan también, debajo de este mismo cerro, dentro de la ciudad, en las cercanías del barrio de san Miguel, donde se conservan las denominaciones de Calle Judería, Plaza de la Estrella, Travesía de la Estrella y Calle del Arrabal de la Estrella. Vamos a detenernos en los problemas que plantea esta doble ubicación.
Francisco Javier García Turza, en su Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media—trabajo para el que se ha informado como Dios manda, pisando el terreno y acompañado de quienes lo conocen bien—, da el dato de que en 1153 se escribía que la judería estuvo en otro tiempo en el  ya entonces llamado barrio de san Miguel[3]. Pero añade que:

“Conocemos, aunque muy erosionadas, las cercas que limitaban al norte la Peña de Malpica. Se trata de una construcción irregular, en la que se intercala sillería muy heterogénea con cantos de río. Perdemos su rastro al oeste; por lo sinuoso del relieve, quizá no llegó a construirse nunca. Descendería, con el terreno, hacia el camino que seguía la ruta de Santiago, sin poder delimitar a ciencia cierta su trayectoria. Ante la presencia de estos importantes restos, hay que preguntarse si estamos en presencia de un «castellum judeorum», tal como dicen las crónicas[4], o ante la propia judería, que pudo desplazarse al monte Malpica a finales del siglo XII, momento en el que se concedió a los judíos el castillo para su mejor defensa.”
Sigue diciendo Francisco Javier García Turza que:
“Aun siendo arriesgada esta interpretación, es factible que los judíos habitaran simultáneamente el monte Malpica y la parte norte del barrio de San Miguel. Entre otras razones, podemos llegar, a esta deducción por la abundancia de restos cerámicos y óseos encontrados en dicho monte; por la forma aplanada de su relieve, que haría posible la presencia de viviendas, de las que, por la precariedad de los materiales, no quedan vestigios; porque en Malpica se han encontrado restos de innumerables yesos decorados y parte de algunas piezas de la hanukká, en la actualidad en el Museo de la ciudad, que podrían corresponder a la sinagoga; y, por último, porque detrás de Malpica se encuentra un término denominado El Osario, que bien podría tratarse del cementerio de los judíos. Pero todas estas sospechas no se despejarán mientras no se lleve a cabo un plan de excavaciones sistemático y serio.”
Podría también haber ocurrido que, primero, entrado el siglo XII, antes de 1153, la judería, abandonando su solar más antiguo, el barrio de san Miguel, se hubiera ido acogiendo a la proximidad protectora del castillo de Malpica, castillo que luego, antes de acabar el siglo, Alfonso VI les asignó para su defensa.
Luego, en la segunda mitad del s. XIV, tras la masacre de 1360 y los destrozos subsiguientes a la  primera Batalla de Nájera (1360)[5] y a la segunda (1367), pudo suceder que la judería, más que arruinada[6] y destrozada, volviera a su primer emplazamiento cercano al barrio de san Miguel y de allí ya no se moviese. Eso parece indicar denominación tan tardía, pero tan hondamente tradicional, como “barrio de la Estrella”.
Hay que señalar que es curioso que tan cercana a la judería se alce una iglesia dedicada precisamente al arcángel san Miguel, el debelador de los ángeles rebeldes y el que mantiene a raya al pérfido Satanás.
Tanto o más también lo es que en la plazuela cercana a la citada iglesia de san Miguel estuvo, desde siempre, dentro del tradicional mercado del jueves, precisamente la sección especializada en la compraventa de lechones; a él solían acudir los prestigiosos lechoneros de Ventosa  con los muy apreciados lechoncitos que luego se criaban y engordaban en todas las pocilgas de la comarca.
La judería, como hemos dicho, estuvo protegida, además de por el castillo de Malpica, por un fuerte muro interior, en parte hoy conservado, que no la libraron de graves agresiones durante los cinco siglos de su historia.
La comunidad judía gozó de autonomía ya que fue tutelada por el Fuero de Nájera que castigaba el homicidio de un judío con una pena igual a la de un infanzón o un clérigo, y que lo propio establecía respecto a agresiones físicas con resultado de herida; además los igualaba con los cristianos, así nobles como plebeyos, en los derechos relativos á la propiedad[7].
Contó con su propio fuero que luego sería concedido a otras juderías de Navarra, Castilla y Aragón y que, por lo que podemos deducir, consistía en que se les daba toda suerte de seguridades, se les libraba a  perpetuo de pagar portático en los mercados, se les facultaba para vender y comprar libremente y se les encargaba del mantenimiento y defensa de las fortificaciones que las protegían.




La judería najerina, quizás la más antigua de las riojanas, está documentada en el s. XI y tuvo una población minoritaria, pero importante. En 1290, después de la de Haro, era la segunda de las riojanas a la hora de pagar impuestos. Alcanzó su mayor esplendor en la primera mitad del s. XIV. Luego vino trabajosa e inevitable la carrera hacia la extinción en 1492. Quiero recordar dos de los episodios más trágicos de su ajetreada historia.


Escribe don Eliseo Sáinz Ripa en, La Rioja bajo la monarquía castellana,  que:
 “En 1295, muerto ya Sancho IV, los reyes de Navarra, Aragón, Portugal y el moro de Granada pretendieron intervenir en Castilla, con el fin de que la corona, en disputa, recayese en Alfonso de la Cerda y no en Fernando, hijo de don Sancho. El primer intento, que apuntaba a la conquista de Soria, fracasó por culpa de la peste, traída por los soldados portugueses. En la nueva campaña de 1297 aragoneses y navarros, entrando en La Rioja y alcanzando la villa de Nájera, se apoderaron del barrio de la judería, que era muy fuerte; después de fortificar la plaza proclamaron al infante por rey de Castilla, pero éste no pudo llegar a sus puertas porque Juan Alfonso de Haro, señor castellano que dominaba muchas tierras en la comarca de Nájera, puso sitio a la villa, la atacó con gran aparato y la desalojó de navarros y aragoneses.”
El episodio queda reflejado en un pasaje de La Prudencia en la Mujer[8] (ca. 1622) de Tirso de Molina. La reina María de Molina abre la escena y rinde cuentas de su regencia[9] en un celebérrimo parlamento en el que se cita la conquista navarra del castillo de los judíos najerinos en 1297:

“Pues los deseados días,
hijo y señor, se han llegado.
en que el cielo os ha sacado
hoy de las tutelas mías,
y de diez y siete años,
a vuestro cargo tomáis
el gobierno, y libre estáis
de peligros y de daños,
haciendo una suma breve
del estado en que os le dejo,
con el último consejo
que dar una madre debe,
me despediré de vos,
y del reino que os desea,
y siglos largos os vea
ensanchar la ley de Dios.

Cuando el rey Don Sancho el Bravo,
vuestro padre y mi señor,
dejó por otro mejor
el reino de que fue esclavo,
un solo palmo de tierra
no hallé a vuestra devoción;
alzóse Castilla y León,
Portugal os hizo guerra,
el granadino se arroja
por extender su Alcorán,
Aragón corre a Almazán,
el navarro la Rioja;
pero lo que el reino abrasa,
hijo, es la guerra interior;
que no hay contrario mayor
que el enemigo de casa.

Todos fueron contra vos,
y aunque por tan varios modos
os hicieron guerra todos,
fue de nuestra parte Dios.

Pues en el tiempo presente
porque al cielo gracias deis
del reino que le debéis
le hallaréis tan diferente.

No hay guerra que el reino inquiete,
ni insulto con que se estrague,
villa que no os peche y pague,
vasallo que no os respete:
de que salgo tan contenta
cuanto pobre, pues por vos,
de treinta no tengo dos
villas que me paguen renta.

Pero bien rica he quedado,
pues tanta mi dicha ha sido,
que el reino que hallé perdido,
hoy os lo vuelvo ganado.”




A finales de marzo o comienzos de abril de 1360 una carnicería tuvo lugar en la judería de Nájera en la que la muerte de los judíos, como dice el canciller López de Ayala con su frialdad de hiena, “fue ordenada por el conde don Enrique, porque las gentes lo hacían de buena gana...” La carnicería prosiguió en Miranda de Ebro, donde el llamado Pedro Martínez, hijo del chantre de la iglesia y verdadera encarnación del odio popular, invadió la judería indefensa al frente de una muchedumbre enloquecida, robando y matando a los desgraciados judíos que caían en sus manos sedientas de sangre y de rapiña. Veamos lo que pasó en Nájera:
 “El rey don Pedro estando en Burgos sopo cómo el conde don Enrique, e don Tello, e el conde de Osona, e los otros caballeros que con ellos venían, eran ya entrados en Castilla, e cómo llegaron a Nájara, e ficieron matar a los judíos. E esta muerte de los judíos fizo facer el conde don Enrique, porque las gentes lo facían de buena voluntad, e por el fecho mesmo tomaban miedo e recelo del rey (don Pedro) e tenían con el conde (don Enrique).”[10]
El canciller López de Ayala, con el Marqués de Santillana el amanecer del Renacimiento hispano, avezado lector de Tito Livio, no sólo cuenta lo que pasa sino que, además, explica por qué pasa lo que pasa. Aquí se dan dos motivos: 1) El asalto a la judería era deseado por la gente. La gente odiaba a los judíos. 2) Don Enrique utilizaba  el asalto a las juderías para agradar a la gente y  agradándola, hacerse con partidarios absolutamente fieles, indisolublemente unidos a su destino y a su causa.
Explico el segundo extremo. Don Pedro protegía a los judíos y estaba dispuesto a que los ataques contra ellos no quedaran impunes. Véase lo que les ocurrió a los cabecillas del asalto a la judería de Miranda de Ebro en abril de 1360[11].   El asalto a las juderías era un acto de rebeldía y desacato contra el llamado con razón, a la vez, Cruel y Justiciero. De ese acto de rebeldía y desacato la gente que lo cometía sabía que compartía la responsabilidad y la suerte con quien había garantizado su impunidad en la comisión del delito y les había animado a satisfacer su odio, el rival de don Pedro, don Enrique a cuya causa y destino quedaban así indisolublemente unidos. O sea, lo que muy bien dice un agudo refrán también riojano, con dos expresiones, 1) “hechores y consentidores pagan todos pena por igual” o 2) la más popular “hechores y consentidores, (a) todos pena por igual”. Por si las cosas no quedaban claras, el asalto a las juderías era a la vez una toma de postura clara y neta a favor del bando de don Enrique.
 Más adelante, hay otro texto[12] en el que López de Ayala nos dice cómo se fue preparando la catástrofe de 1391 que afectó gravemente a la judería de Logroño, y lo traigo aquí porque explica muchos de los porqués de todos los asaltos a las juderías que en la Historia han sido.
La mejor introducción que conozco a ese texto del Canciller Ayala la escribió don Eliseo Sáinz Ripa en La Rioja bajo la monarquía castellana. Se la transcribo:
“Numéricamente las aljamas de La Rioja fueron aumentando, si comparamos las siete que registra el Padrón de Huete, de 1290, con la relación recogida por Amador de los Ríos en su Historia de los judíos en España, que además de estas siete, recuerda las de Jubera, Arnedillo, Herce, Préjano, Cervera del Río Alhama, Grañón, Leiva, Briones, Bañares, Navarrete en tiempos de Enrique IV. «En su tierra y en su corte -dice del conde de Haro el viajero León de Vozmital, al pasar por La Rioja- hay moros, judíos y cristianos, y a todos los deja en su manera de pensar.» No obstante, latía en el pueblo un odio antisemita, nacido de sentimientos raciales y religiosos y de su molesta dedicación a la usura y a la recaudación de los tributos del rey, con que se compensaban del dinero adelantado a la corona: con este encargo recorren La Rioja don Çab Goey, judío de Burgos, en 1367, y Bienveniste, de Burgos, con Rabí Mose Uriel, como recogedores de los tercios reales en las iglesias riojanas. Con frecuencia, la hostilidad no pasaba de obligarles a llevar un signo distintivo, como ordenara el Concilio de Letrán en 1215; pero llegado el siglo XIV, las relaciones se fueron enrareciendo por culpa de las predicaciones antisemitas, como la del 1328 en Navarra, a la que siguieron abundantes atropellos, o por la enemiga de Enrique de Trastámara, lleno de saña antijudía, en tanto que su hermano Pedro seguía una política filosemita. Debemos recordar dos situaciones relevantes: las matanzas de judíos en Nájera y Miranda de Ebro, ejecutadas por las tropas enriqueñas; y la explosión popular de Logroño, que haciéndose eco de las jornadas de Andalucía y Castilla, atizadas por el arcediano de Ecija, en 1391 incendiaron la judería logroñesa en ese mismo verano. Se siguieron hasta 1412 muchas conversiones sugeridas por el miedo; muchos huyeron, otros se ganaron a las autoridades con sobornos, hasta que el ordenamiento sobre judíos y moros mandó «que los judíos viviesen en barrios separados de los cristianos por murallas con una sola puerta de acceso». Al amparo de esta normativa, los judíos logroñeses volvieron a reconstruir en 1480 su ghetto, que el pueblo llamó la Villanueva.”
El texto del Canciller Ayala dice así:
1.- “En estos días llegaron a la cámara do el consejo de los señores e caballeros e procuradores estaba ayuntado, los judíos de la corte del rey que eran allí venidos de los más honrados del Regno a las rentas que se habían entonces de facer, e dixéronles que avían avido cartas del aljama de la cibdad de Sevilla, cómo un arcediano de Écija en la iglesia de Sevilla, que decían don Ferrand Martínez, predicaba por plaza contra los judíos, e que todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos. E que por quanto Don Juan Alfonso, conde de Niebla, e Don Álvar Pérez de Guzmán, alguacil Mayor de Sevilla, ficieron azotar un ome que facía mal a los judíos, todo el pueblo de Sevilla se moviera, e tomaran preso al alguacil, e quisieran matar al dicho conde e a Don Álvar Pérez; e que después acá todas las cibdades estaban movidas para destroir los judíos, e que les pedía por merced que quisiesen poner en ello algúnd remedio.
 2.- E los del Consejo, desque vieron la querella que los judiós de Sevilla les daban, enviaron a Sevilla un caballero de la cibdad que era venido a Madrid por procuradores, e otro a Córdoba, e así a otras partes enviaron mensajeros e cartas del rey, las más premiosas que pudieron ser fechas en esta razón. E desque llegaron estos mensajeros con las cartas del rey libradas del Consejo a Sevilla, e Córdoba e otros logares, asosegóse el fecho, pero poco, ca las gentes estaban muy levantadas e non avían miedo de ninguno, e la cobdicia de robar los Judíos crecía cada día.
3.- E fue causa aquel Arcediano de Ecija deste levantamiento contra los Judíos de Castilla; e perdieron por este levantamiento en este tiempo las aljamas de los Judíos de Sevilla, e Córdoba, e Burgos, e Toledo, e Logroño, e otras muchas del regno; e en Aragón, las de Barcelona y Valencia. E otras muchas; e los que escaparon quedaron muy pobres, dando muy grandes dádivas a los señores por ser guardados de tan grand tribulación.”
Vamos con su comentario.
Los hechos narrados suceden entre el 15 de marzo y el 13 de agosto de 1391.
 Antes de entrar en el comentario, hay que tener en cuenta que en Castilla, Juan I ha muerto en octubre de 1390 y ha sido proclamado rey Enrique III, su hijo de 11 años. Pero hay de hecho un vacío de poder. En efecto, las Cortes reunidas en Madrid fueron escenario de disputas sin fin entre los grandes para organizar la regencia del joven Enrique III. Juan I había dejado un testamento, que, por falta de acuerdo entre los grandes del reino, no se puso en práctica hasta el año 1392.  Enrique no asumirá el poder efectivo hasta el 2 de agosto de 1393, con poco más de 13 años. Lo que caracteriza toda la minoría de Enrique III es la inestabilidad política y social, suscitada por los diferentes bandos de la aristocracia, con el objetivo de debilitar el poder monárquico, en su solo provecho. La situación de mal disimulado vacío de poder facilita el éxito de cualquier conmoción popular.
Por lo que atañe a la situación en Europa, hay que recordar que los judíos estaban considerados como extranjeros, y como tales eran protegidos de los reyes[13]. Sin embargo esta protección no impidió toda clase de persecuciones y  de matanzas porque tenía un precio: el de que, mediante contratos de arrendamiento, los judíos se encargaban de cobrar las cargas fiscales. El odio al judío nace de motivos raciales y religiosos, pero también de su papel de prestamista y de ser agente del fisco.
Sus problemas se agravaron cuando la Iglesia en el concilio IV de Letrán (1215 – 1216) procuró la separación radical entre judíos y cristianos porque les prohibió el desempeño de cargos públicos, ordenó su encerramiento en barrios especiales y les impuso la obligación de llevar signos distintivos en el vestido. Además prohibió que ejercieran la “usura”.
Hay que añadir la grave crisis política (Guerra de los Cien Años,  1337-1453), la espiritual (Cisma de Occidente, 1378 – 1417), las grandes catástrofes demográficas (Peste Negra, 1347 – 1351) y la crisis económica de mediados del siglo XIV como preparadores de un terreno abonado para la búsqueda irracional de culpables.

Vayamos con el comentario.
1.- Asistimos en el primer párrafo del texto a una reunión, en Madrid, del Consejo de Castilla, formado por nobles, caballeros y procuradores, delegados de las cortes celebradas en esta ciudad en 1391, al poco de morir Juan I, para que gobernase durante la minoría de edad de Enrique III.
Unos judíos, “de la corte del rey … de los más honrados del Regno”, que llevan al Consejo de Castilla los impuestos recaudados que, mediante contratos de arrendamiento, la Hacienda Real les había encargado cobrar, informan a los consejeros que “avían avido cartas del aljama de la cibdad de Sevilla” en las que se daba cuenta de las incendiarias predicaciones antijudías de Ferrán Martínez, arcediano de Écija.
Cosa que no era una novedad. Las soflamas antijudías del mencionado clérigo databan de 1377 y  habían motivado, años atrás, intervenciones tanto del rey de Castilla como del arzobispo de Sevilla, el cardenal Pedro Gómez Barroso. Ambos pidieron sosiego al fogoso arcediano. Más de nada sirvieron esas recomendaciones. Por desgracia, los fallecimientos de ambos, el cardenal y el rey, con muy poca diferencia de tiempo (el primero el 7 de julio de 1390, y el cardenal el 7 de octubre de 1390), llevan al poder a un menor, Enrique III, y dejan a Ferrand libre para continuar con sus maquinaciones.
La novedad era que esas soflamas se habían reanudado y estaban teniendo éxito. “Don Ferrand Martínez predicaba por plaza contra los judíos, e que todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos.”
Y que el éxito no sólo estaba poniendo en peligro la hacienda y la vida de los judíos, porque, como don Juan Alfonso, conde de Niebla, Adelantado Mayor de la Frontera, y don Álvar Pérez de Guzmán, Almirante de Castilla y Alguacil Mayor de Sevilla habían castigado a uno “que facía mal a los judíos”, Sevilla entera se había amotinado “e tomaran preso al Alguacil, e quisieran matar a dicho conde e a Don Álvar Pérez”. La revuelta además de antijudía, había mostrado su claro carácter antinobiliario, escudándose en el hecho de que el rey y la nobleza siempre trataban de proteger a los judíos de las iras del pueblo.
Terminan advirtiéndole al Consejo que, según informaba la aljama sevillana, la rebelión se había extendido y que “acá (en Andalucía) todas las cibdades estaban movidas para destroir los Judíos”. Ante tan grave situación, suplican al Consejo que “quisiesen poner en ello algúnd remedio”.
2.- En el segundo párrafo El Consejo de Castilla, atendiendo la queja judía, manda con cartas del rey a un caballero procurador a Sevilla, otro a Córdoba y otros a otras ciudades, para que se detenga la persecución de los judíos. Y tienen éxito momentáneo. No dura mucho la tranquilidad porque….
Todo el texto comentado es magistral a la hora de explicar por qué  pasó lo que pasó. El final del segundo párrafo no tiene desperdicio alguno. Fíjense en el detalle:
“…asosegóse el fecho, pero poco, ca las gentes estaban muy levantadas e non avían miedo de ninguno, e la cobdicia de robar los Judíos crecía cada día.”
¿Se puede decir más en menos palabras?
3.- En el tercer párrafo se narra el estallido de violencia antijudía, consecuencia de la predicación fanática del arcediano de Écija que comienza el 6 de junio de 1391 con el asalto de la judería de Sevilla.
Las matanzas de judíos se extendieron a otras ciudades, primero del valle del Guadalquivir (Córdoba, Andújar, MontoroJaénÚbedaBaeza...) y luego de la Meseta Sur (Villa-Real -hoy Ciudad Real-, CuencaHueteEscalona, Madrid, Toledo, 18 de junio) y otras zonas castellanas (Logroño, 12 de agosto) y de la Corona de Aragón (Valencia, 9 de julio, OrihuelaJátivaBarcelona, 5 de agosto, y Lérida,13 de agosto) donde había también notables predicaciones antijudías: las de San Vicente Ferrer.
Hubo saqueos de las juderías con gran número de víctimas mortales, y se realizaron conversiones masivas que originaron el comienzo de una numerosa comunidad judeoconversa, con importantes consecuencias desde entonces. Entre muertes, huidas y conversiones, muchas comunidades judías, especialmente la sevillana, casi desaparecieron.
Las razones de estas persecuciones fueron en palabras del propio cronista en otro lugar: « E todo esto fue cobdicia de robar, segund páresció, mas que devoción.»
Vamos con el texto[14] al que pertenece ese genial parrafillo.
«Después que los que estaban con el Rey ordenados para regir por Consejo vieron que non podian acordarse con el Arzobispo de Toledo, magüer le avian enviado tantos mensageros como avedes oído, partieron de Madrid, e vino el Rey a la cibdad de Segovia; e estando allí, ovo nuevas cómo el pueblo de la ciudad de Sevilla avia robado la Judería, e que eran tornados christianos los más judios que y eran, e muchos de ellos muertos. E que luego que estas nuevas sopieron en Córdoba, e en Toledo, ficieron eso mesmo, é así en otros muchos logares del Regno.
E sabido por el Rey cómo los judios de Sevilla e de Córdoba e de Toledo eran destroidos, como quier que enviaba sus cartas e ballesteros a otros logares por los defender, en tal manera era el fecho encendido, que non cedieron ninguna cosa por ello; antes de cada dia se avivaba mas este fecho: é de tal manera acaesció, que eso mismo ficieron en Aragón, e en las cibdades de Valencia, e de Barcelona, e de Lérida, e otros logares.
E todo esto fue cobdicia de robar, segund paresció, más que devoción.
E eso mismo quisieron facer los pueblos a los moros que vivían en las cibdades e vilas del Regno, salvo que non se atrevieron, por quanto ovieron rescelo que los christianos que estaban captivos en Granada, e allende la mar, fuesen muertos.
E el comienzo de todo este fecho e daño de los judíos vino por la predicación e inducimiento que el arcediano de Écija, que estaba en Sevilla, ficiera; ca antes que el rey don Juan finase avía comenzado a predicar contra los judios; e las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo ál por voluntad de robar, otrosí non aviendo miedo al rey por la edad pequeña que avía, e por la discordia que era entre los Señores del Regno por la quistión del testamento, e del Consejo, ca non presciaban cartas del Rey, nin mandamientos suyos las cibdades nin villas nin caballeros; por ende acóntesció este mal segund avemos contado»

Así se expresa una buena conocedora del Canciller Ayala, Rica Amran[15]
“La descripción de los acontecimientos acaecidos en el trágico año de 1391 es escueta pero no deja dudas sobre su dureza. El cronista parece sorprendido de que un hecho como este pudiera ocurrir en su época.
También es tajante al opinar que sí a Ferrand Martínez le cegaba la fe, a sus seguidores les movía la codicia.
Alude también López de Ayala a que los causantes de aquellos actos desearon hacer lo mismo con los musulmanes, pero tuvieron miedo que ellos adoptaran idéntica conducta, en el reino de Granada o al otro lado del Estrecho, con los cautivos cristianos.”

En el último párrafo del texto están enumeradas, una por una, todas las tres graves causas de la crisis:

1.- Un demagogo fanático:

 “E el comienzo de todo este fecho e daño de los judíos vino por la predicación e inducimiento que el arcediano de Écija, que estaba en Sevilla, ficiera; ca antes que el rey don Juan finase avía comenzado a predicar contra los judíos…”

2.- Una gente igual de fanática o simplemente codiciosa de apropiarse impunemente de lo ajeno:

“E las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo ál por voluntad de robar…”

3.- El vacío de autoridad que todo lo deja impune:

“Otrosí non aviendo miedo al rey por la edad pequeña que avía, e por la discordia que era entre los Señores del Regno por la quistión del testamento, e del Consejo, ca non presciaban cartas del Rey, nin mandamientos suyos las cibdades nin villas nin caballeros…”

4.- Resumiendo:

“Por ende acontesció este mal segund avemos contado:”




Tomando como pretexto a Platón, a Los Hechos de los Apóstoles, a san Juan Crisóstomo, a san Francisco de Asís y a santo Tomás Moro, prolongados por todos los comunitarismos, colectivismos, anarquismos, comunismos y nazionalsocialismos (sic) que en el mundo han sido, son y serán, surge una idea mágica, un auténtico talismán, que justifica toda la destrucción y muerte provocados por la envidia y el resentimiento ante la prosperidad ajena, sobre todo en tiempo de crisis social, política y económica.
            Esa idea es la de que “la propiedad privada es la culpable de todas las injusticias y desigualdades sociales” y de que, en definitiva, “toda riqueza es un robo” y “todo propietario es un ladrón del beneficio obtenido por el sudor ajeno”.
Esa idea se complementa con el aceptado principio enunciado por el refrán también riojano: “Robar a un ladrón tiene cien años de perdón.”
Idea y principio, juntos, van creando un apetito, un deseo irrefrenable, una codicia, una voluntad de “hacer justicia” robando al ladrón, descritos una y otra vez por el Canciller Ayala:
·         “La cobdicia de robar los Judíos crecía cada día.
·         “E todo esto fue cobdicia de robar, segund paresció, mas que devoción.
·         “E las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo ál por voluntad de robar…”
El Canciller Ayala retrata esa tendencia, esa mentalidad general muy extendida. Sólo falta el bombero pirómano, pero no será difícil encontrarlo, porque ¿entre tanto demagogo de la pobreza y de la solidaridad, quién duda de que todo rico, y más si es judío, sea un explotador y por ello un ladrón, merecedor en pura justicia de ser aniquilado y despojado de sus bienes?
Efectivamente, viendo las cosas así, en tiempo de terrible crisis social, política y económica, Hitler encontró una diabólica solución de la crisis y del “problema judío”. La expresó muy bien Juan Domingo Perón. “Yo robo, pero reparto”. En andaluz se dice con más salero: “Tó pa’l pueblo”. Todo el mundo en Centroeuropa y en el Este calló ante el eficaz genocidio cometido contra los judíos porque Hitler repartía entre sus convecinos de cada lugar el apetecible patrimonio de los siempre considerados “malditos judíos” que aniquilaba con gas de matar cucarachas. Todos “se beneficiaban” económicamente de la total y definitiva desaparición del secularmente “odiado judío”.
Cuando los que sobrevivieron a los campos de concentración volvieron a sus casas, las encontraron definitivamente ocupadas, fueron violentamente rechazados y tuvieron que buscarse la vida…. en el nuevo Estado de Israel, que debió ser comprado con dinero contante y sonante a alto precio y del que ahora se pretende “arrojarlos al mar por donde volvieron”.
Todavía hoy hay familias judías intentando recuperar lo que les fue robado por los nazis, porque nada de valor se pierde nunca y menos en una revolución. Sencillamente lo que ocurre es que, “se cambia de sitio”.
Dejemos de lado, sólo por un momento lo ocurrido en la Baja Edad Media y pensemos en nuestro tiempo. No queremos darnos cuenta de que en el espacio existente entre los Urales, el Atlántico y el Mediterráneo, a lo largo del siglo XX, una de las burguesías más preparadas, más emprendedoras y más prometedoras del mundo fue sistemáticamente aniquilada por odio racial y religioso y por pura y dura codicia de los bienes ajenos.
 Al destruir a sus judíos por racismo, por intolerancia y por descarada avaricia de sus bienes, pura y dura codicia, repito, Europa destruyó una parte sustancial del mejor futuro que tenía y nunca se recuperará de esa terrible pérdida. Y ahora mismo, si Israel desaparece y sus judíos son arrojados al mar— que es lo que más de uno pretende—, el mundo habrá perdido al único país próspero, occidental, democrático, progresista y moderno, la única sociedad verdaderamente abierta, que hay entre el Atlántico sur, el Índico y el Pacífico, si exceptuamos el muy peculiar caso de Japón.



Hasta aquí he situado la judería najerina en su lugar geográfico y en su momento histórico. Ahora quiero hablar de sus miembros, de los judíos najerinos. No voy a tratar de los aspectos generales que el lector interesado puede encontrar en la bibliografía básica ya utilizada. Me voy a limitar a ofrecer algunas notas sobre temas concretos que me han interesado.
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En  la Edad Media, la convivencia pacífica de las tres religiones abrahámicas fue imposible. La razón es muy sencilla.


El judaísmo, la más minoritaria y la de menos poder político de las tres, consideraba al cristianismo y al mahometismo dos peligrosas herejías, dos degeneraciones suyas que habían malinterpretado sus Sagradas Escrituras y pervertido la esencia de su fe. Seguro de su verdad,  las despreciaba hasta el punto de ni siquiera molestarse en hacer proselitismo. El judaísmo no ha organizado pogromos ni cruzadas, no ha forzado conversiones masivas,  nunca ha tenido ni inquisición ni misioneros. Se ha limitado a pretender que le dejen vivir su verdad. No ocurría lo mismo con el cristianismo ni con el Islam.
El cristianismo consideraba asumido por él y superado al judaísmo y el Islamismo hacía exactamente lo mismo con el judaísmo y el cristianismo. La cuestión se agravaba porque tanto la cristiandad medieval como el Islam aspiraban a salvar al mundo imponiéndole, en nombre de la Verdad Revelada, su exclusiva teocracia totalitaria, por la fuerza, si fuese necesario. Veámoslo detenidamente.

La cristiandad medieval europea no tuvo nada de tolerante, y menos a partir del s. XI. Extra Ecclesiam nulla salus, "fuera de la Iglesia no hay salvación", es un dogma de la Iglesia Católica Apostólica Romana, definido expresamente en la bula Unam Sanctam del Papa Bonifacio VIII, año 1302: "Nosotros declaramos, decimos, definimos y pronunciamos que es absolutamente necesario para la salvación de toda criatura humana el estar sometida al Romano Pontífice."
También aparece en la profesión de fe del IV Concilio de Letrán (1215): "Hay sólo una Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie está a salvo."
Extra Ecclesiam nulla salus supone una versión modificada de la frase de Cipriano de Cartago (muerto el 14 de septiembre de 258): Extra ecclesiam salus non est, que el Papa Inocencio III (1198-1216) formula así: "Con nuestros corazones creemos y con nuestros labios confesamos sólo una Iglesia, no aquella de los herejes, sino la Santa Iglesia Católica Apostolica y Romana, fuera de la cual creemos que no hay salvación. "
Para la Iglesia medieval la terca persistencia con empuje, prestigio y lozanía de una religión, la judía, de la que ella deriva y a la que ella cree haberla integrado, asimilado y superado, es algo absolutamente intolerable. La cristiandad medieval se cree la única poseedora de la verdad y no admite que nadie se lo discuta.
 Si, además, los judíos, progresan y viven mejor que los cristianos de su entorno, gracias a servirse de unos conceptos económicos que contravienen directamente la disciplina que la Iglesia pretende imponer sobre el uso y mercado del dinero, presentándola como la más adecuada a la Ley de Dios, y por lo tanto, la única justa, natural y conveniente, la Iglesia no puede por menos que intentar separar totalmente ambas comunidades, fomentando así el recelo, la envidia y el resentimiento entre ellas. Eso es lo que exactamente ocurrió en el IV Concilio de Letrán.
Hasta no hace aún cincuenta años, en la liturgia del viernes santo la Iglesia dejaba muy clara su postura respecto a los judíos con una solemne oración cuyo texto en el  Missale Romanum, era el siguiente a partir de 1570, pero siguiendo una tradición litúrgica cuyo inicio está en el s. VII :
«Por la conversión de los judíos. Oremos también por los pérfidos judíos, a fin de que el Dios y Señor nuestro aparte el velo de sus corazones de forma que también ellos reconozcan a Jesucristo, nuestro Señor».... «Omnipotente y sempiterno Dios que tampoco excluyes de tu misericordia la judaica perfidia; escucha nuestras súplicas que te presentamos a causa de la obcecación de aquel pueblo, a fin de que, reconocida la luz de tu verdad que es Cristo, sean arrancados del poder de las tinieblas».[16]
Y, sobre todo, con los Improperios, un canto dramático que puesto en boca de Cristo, acusa a los judíos de deicidas:
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
¡Porque te saqué de la tierra de Egipto, preparaste una cruz a tu Salvador!
 Santo Dios. Santo Fuerte. Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros.
Porque te llevé cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná, y te introduje en tierra muy buena, preparaste una cruz a tu Salvador.
Santo Dios…
¿Qué más debí hacer por ti, que no hiciese? Yo te planté viña mía preciosísima: ¡y tú me has salido tan amarga! Pues en mi sed me diste a beber vinagre, y ¡con la lanza abriste el costado de tu Salvador!
Santo Dios…

¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Por ti azoté a Egipto y a sus primogénitos;  ¡ y tú me azotaste y me entregaste!
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te saqué de Egipto, sumiendo a Faraón en el mar Rojo; y ¡tú me entregaste a los Príncipes de los Sacerdotes!   
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo abrí el mar delante de ti; tú con la lanza abriste mi costado.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te guiaba con una columna de nubes; tú me guiaste al pretorio de Pilato.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te sustenté con maná en el desierto; tú me abofeteaste y me azotaste.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te di a beber el agua salvadora, que brotó de la peña; tú me diste a beber vinagre y hiel.  
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Por ti herí a los reyes cananeos; tú me heriste la cabeza con la caña.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te di el cetro real; tú me pusiste una corona de espinas.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!
Yo te levanté con gran poder; tú me colgaste del patíbulo de la cruz.
¡Pueblo mío! ¿Qué te hice? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!”[17]

Todo queda muy claro: el pérfido y obcecado pueblo judío, pueblo ingrato y traidor donde los haya,  ha pagado la generosidad a manos llenas de su Dios, secuestrándolo, torturándolo y colgándolo de una cruz.



En cuanto al Islam, no es esta la primera vez que al curioso lector que quiera saber qué piensa de verdad el Islam sobre los judíos y los cristianos,  le aconsejo que viaje a Jerusalén, la ciudad santa de las tres religiones; que suba al Monte del Templo, se dé una vuelta por la Explanada de las Mezquitas y entre en La Cúpula de la Roca, allí donde los judíos afirman que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por orden de Yahveh, allí donde Jacob vio la escala que subía al cielo, y donde se encuentra el corazón del templo de Jerusalén. Incluso donde se cree que se puso la primera piedra para construir el mundo.  Y que lean la magnífica inscripción que reproduce el versículo 171 del capítulo IV del Corán, la que avisa a los cristianos:

 “¡Gente de la Escritura ! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Alá y en Sus enviados! ¡No digáis "Tres'! ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él! ¿Tendría un hijo cuando suyo es lo que está en los cielos y en la tierra?... ¡Alá basta como garante!

Seguida de Corán, III, 18 – 20, que advierte a los judíos:

“Alá atestigua, y con Él los ángeles y los hombres dotados de ciencia, que no hay más dios que Él, Que vela por la equidad. No hay más dios que Él, el Poderoso, el Sabio.
Ciertamente, la Religión, para Alá, es el islam…. Quien no cree en los signos de Alá,... Alá es rápido en ajustar cuentas. Si disputan contigo, di: «Yo me someto a Alá y lo mismo hacen quienes me siguen». Y di a quienes recibieron la Escritura y a quienes no la recibieron. « ¿Os convertís al islam?», Si se convierten, están bien dirigidos….”

 Es decir, desde finales del s. VII, en el lugar más sagrado de la Ciudad Santa por antonomasia de las tres religiones abrahámicas, en uno de los más bellos y más significativos edificios sagrados musulmanes, que se eleva sobre la misma roca viva del monte Moria judío y tiene una apariencia adrede  muy parecida a la del cercano Santo Sepulcro cristiano, el Islam avisa a cristianos y a judíos que es Mahoma el último y definitivo enviado de Dios, que es el portador de la única auténtica Revelación de Dios y que, por ello, lo único que deben hacer es aceptar la verdadera fe haciéndose musulmanes, sin objeciones, disculpas ni tardanzas. [18]

EL RECELO ERA MUTUO. BERCEO. EL MILAGRO XVI, EL JUDEZNO.

Entre cristianos y judíos había un mutuo viejo rechazo. Gonzalo de Berceo[19] es una objetiva fuente de información de lo que ocurría fuera y dentro de la judería.
Empecemos por lo de fuera, por los prejuicios cristianos.[20] Si tomamos sus Milagros de Nuestra Señora, cuatro de ellos hacen referencia a los judíos.
EL XVI, El Judezno, nos cuenta que un padre judío tiró al horno a su hijito por haber querido ser como los niños cristianos, sus compañeros, y haber participado en el culto cristiano.
En el XVIII, Los judíos de Toledo, desarrolla el tópico tradicional del antisemitismo religioso: los judíos profanan imágenes religiosas para reproducir en ellas los tormentos de la pasión de Cristo.
En el XXIII, El Mercader Fiado, se sirve con deleite del tópico del judío prestamista “chupasangres”.
En el XXV, la historia de Teófilo, se hace eco de la extendida creencia de que entre los judíos era frecuente la hechicería y el trato con el Diablo.
Pero toda la obra de Berceo está salpicada de alusiones a los judíos que reflejan lo que realmente del judaísmo pensaba la Iglesia de su tiempo. Podríamos resumirlo así: Los judíos son un pueblo obcecado y cerril que por no aceptar a Cristo como el Mesías, ya no goza del favor divino y con él ha perdido su tierra y su independencia. Tampoco falta la acusación de deicidio, el tópico básico del antijudaismo religioso.
Sin embargo el Milagro XVI, pasando a lo de dentro, refleja muy bien el visceral rechazo judío  a cualquier contacto con el mundo cristiano que pudiese acabar en una conversión. No se ha insistido suficientemente en que los judíos rehuyeron siempre cualquier riesgo de asimilación. Ellos querían seguir siendo ellos. El caso relatado por Berceo puede ser todo lo extremo que se quiera. Pero casos menos extremos, hubo siempre muchos.
Leamos el texto de Berceo[21]:
XVI.- Milagro del chico judío
En la villa de Borges, una ciudad extraña,
aconteció en un tiempo una famosa hazaña,
sonada es en Francia, lo mismo en Alemania,
semejante a un milagro, de tal tiene calaña.

Un monje la escribió, hombre bien verdadero,
de San Miguel de Clusa él era monje austero;
era en aquel tiempo en Borges hostelero,
Pedro era su nombre, soy en esto certero.

Tenía en esta villa, pues era menester,
un clérigo una escuela de cantar y leer,
tenía muchos discípulos  para allí aprender,
hijos de buenos hombres, que más querían valer.

Venía un niño judío, natural del lugar,
por sabor de los niños, con ellos a jugar;
acogíandolo los otros, no le daban pesar,
tenían con él todos gusto de solazar.

En el día de Pascua, domingo a la mañana,
cuando la Comunión toma la grey cristiana,
sintió el niño judío de comulgar gran gana,
comulgó con los otros el Cordero sin lana.

Mientras que comulgaba, con una gran premura,
alzó el niño judío la mirada a la altura,
y sobre el altar una bella figura,
una dama hermosísima con gentil criatura.

Vio cómo era esta dama que sentada allí estaba
a grandes y a chicos de comulgar les daba;
gustóle Ella mucho, cuanto más la miraba
de su gran hermosura, más se enamoraba.

Salió de la iglesia alegre y contentado,
fue enseguida  a su casa, como estaba avezado,
amenazólo el padre, porque había tardado,
pues merecedor era de ser así hostigado.

Padre -le dijo el niño- no os negaré yo nada,
pues con niños cristianos me fui de madrugada;
con ellos oí misa, ricamente cantada,
y comulgué con ellos la hostia consagrada.

Pesólo mucho esto al malaventurado
como si lo tuviese ya muerto y degollado;
no sabía en su gran ira qué hacer el endiablado,
hacía malos gestos como un endemoniado.

Tenía en su casa este perro traidor
un horno grande y fiero que causaba pavor,
hízolo calentar el loco pecador,
de modo que echaba un soberbio calor.

Tomo este niñito el falso descreído,
así como él estaba, calzado y vestido,
dio con él en el fuego, bravamente encendido:
¡mal le venga a tal padre que tal hace a su hijo!

Metió la madre voces, una gran gritería,
tenía con sus uñas las mejillas heridas;
hubo allí muchas gentes en un rato venidas,
de tan feroces quejas estaban aturdidas.
El fuego, aunque bravo, tuvo comedimiento,
ni lo daño en un punto, mostrase bien atento;
el niñito del fuego se salvo bien exento,
hizo el Rey Poderoso un milagro al momento.

Estaba en paz el niño en el horno voraz,
en brazos de su madre no hallaría más paz:
no preciaba este fuego más que a otro rapaz,
pues le hacía la Gloriosa compañía y solaz.

Salióse de la hoguera sin ninguna lesión
el calor no sintió más que otra sazón,
no tuvo tacha alguna ni una tribulación,
pues había Dios puesto en él su bendición.

Preguntárosle todos, ya judío o cristiano,
cómo pudo vencer fuego tan soberano;
cuando no era dueño de su pie ni su mano
que quién lo sostenía allí dentro tan sano.

Respondióles el niño palabra señalada:
<<La señora que estaba en la silla dorada
con su Hijo en los brazos, sobre el altar sentada,
ésta me protegía y no sentía nada.>>

Entendieron que era Santa María ésta,
que ella lo protegió de tempestad funesta;
cantaron grandes laudes, hicieron rica fiesta,
pusieron el milagro entre la otra gesta.

Cogieron al judío, al falso desleal,
aquel que a su niñito hiciera tan gran mal;
atárosle las manos con un fuerte dogal,
y dieron con él dentro de aquel fuego caudal.

En menos que se cuentan unos pocos pepiones
el hombre fue tornado en ceniza y carbones:
no decían por su alma ni salmo ni oraciones,
más decían denuestos y grandes maldiciones.

Decíanle mal oficio, hacínale mala ofrenda,
decían por pater noster: <<Cual hizo, que tal tenga>>;
de la comunicanda nuestro Dios nos defienda,
para el demonio sea esta maldita prenda.

Tal es Santa María, la que es de gracia plena,
por servicio de gloria, por no servicio pena;
a los buenos de trigo, a los malos avena,
los unos van al cielo, los otros en cadena.

Quien servicio le hace tiene buena ventura,
quien no le hizo servició nació en hora dura,
los unos ganan gracia, los otros su amargura,
a los buenos y malos sus hecho los mesura.

Los que injusticias le hacen, los que no le sirvieron,
sus mercedes ganaron, si bien se lo pidieron:
nunca repudio Ella a los que la quisieron,
ni les devolvió airada el mal que le hicieron

Por probar esta cosa que dicha os tenemos
digamos un ejemplo hermoso que leemos:
cuando esté ya cantado mejor lo creeremos,
de buscarle pesar más ya nos guardaremos.


Vocabulario
calaña: igual, semejante.
la grey cristiana: la gente cristiana.
avezado: acostumbrado.
pepiones: monedas de poco valor.
comunicanda:  latinismo. Comunión.

La historia que Berceo cuenta es una historia más que verosímil. Un niño judío busca el trato con otros niños—cristianos, en este caso—. Es aceptado por ellos y quiere ser como ellos. El día de Pascua, como todos, participa en la comunión general, atraído por una imagen de la Virgen  hasta el extremo de pensar que es ella quien les reparte la comunión. Sale de la Iglesia tan contento y cuenta en casa lo que le ha pasado. Su padre, espantado al creer que  su hijo  ya se ha hecho cristiano, lo arroja al horno de cocer el pan. Su madre, madre al fin y al cabo, da la voz de alarma y  se descubre el milagro.
 Un caso de libro en el que la intolerancia religiosa conduce al crimen dentro del hogar. No creo que haya sido el único caso. No hace tanto he leído algo muy parecido, sucedido en Alemania dentro de una familia turca.

Dos comunidades humanas que viven durante siglos una al lado de la otra, dentro de una misma ciudad, es imposible que se mantengan incomunicadas. Los humanos somos humanos porque necesariamente somos comunicativos. Digan lo que digan, a la esencia humana pertenece la emigración, el mestizaje y el sincretismo. Las barreras y las fronteras y los muros de separación—de ladrillos, de ideas o de usos y costumbres— son siempre antinaturales, inhumanos y artificiales. El medio natural de los humanos es “la aldea global” de McLuhan y “la globalización”.
Los judíos eran gente de letras—sabía leer, escribir y contar— que tenían profesiones muy apreciadas. Por ejemplo la de médico. El judío Simuel fue el físico contratado por el Concejo de Nájera en el presupuesto anual 1455 – 1456, recibiendo un sueldo de tres mil maravedís.[22]
Dice Cantera Montenegro[23] que
 “La excelente aptitud de algunos miembros de la comunidad hebrea para los tratos dinerarios tiene también una clara manifestación en el elevado número de judíos riojanos que intervinieron en actividades de arrendamiento y recaudación de impuestos, tanto reales como eclesiásticos, nobiliarios o concejiles  y, especialmente, en la confianza que en ellos depositaron como tesoreros o mayordomos los reyes y los grandes señores para la gestión de las haciendas regia y nobiliarias. No cabe duda de que estos judíos contribuyeron en buena medida a una paulatina modernización en los reinos hispanos de las técnicas de gestión económica, anticipando la decisiva aportación que en este sentido harán algún tiempo después los banqueros y hombres de negocios genoveses establecidos en diversas localidades, señaladamente en Sevilla. Por lo que en concreto respecta a las tierras riojanas, cabe destacar a dos importantes personajes, llamados don Jachon Faras, vecino de Haro, y don Santo Tuby, vecino de Nájera, quienes a fines del siglo XV ejercían como mayordomos del adelantado don Íñigo de Guevara y del duque de Nájera, respectivamente”.
Pero quiero insistir en que los judíos no sólo prestaban dinero, sino que también recibían dinero prestado por el que devolvían unos determinados intereses o réditos. Me explico. Manuel Serrano y Sanz en sus Orígenes de la dominación española en América, estudios históricos, 1918, cuenta que:
“Más que sociedad industrial, la aljama Judía de Zaragoza era una institución bancaria (como el Templo de Jerusalén) que manejaba gran parte del capital de los cristianos. Valiéndose los judíos para ello de los censales o treudos, género de contratos que hacían las veces de los actuales títulos de deuda municipal, y fueron muy usados por los muni­cipios aragoneses para gastos extraordinarios o cubrir el déficit de sus pre­supuestos.
 La aljama hebrea de Zaragoza emitía muchas de estas obligaciones, para lo que necesitaba el consentimiento del Rey o de su lugarteniente, ya que la judería estaba puesta bajo patrocinio del Monarca y éste había de ejercer con aquélla funciones tutelares. Dichos censales o treudos se transmitían por venta, herencia u otros títulos. y no llevaban limitación de tiempo. El tipo de interés en el siglo XV fue, generalmente, el uno por quince del capital, si bien hubo casos del uno por diez.
Para emitir o crear un censal por la aljama hebrea se necesitaba su aprobación en una junta de  todos los cabezas de familia que con los adelantados y el clavero, eran presididos por el comisario regio de las comunidades moras y judías. Apro­bado aquel empréstito y hallado comprador del censal, se redactaba la correspondiente escritura pública…
   Todas las clases sociales de Zaragoza vivían, en gran parte, de los intereses del dinero que habían dado a los judíos en cambio de censales; de tal modo que cuando el clavero o clavario de la aljama judía hacía el pago en los días marcados, comparecían ante aquel judío, nobles, caballeros, clérigos, frailes de todas las órdenes reli­giosas, representantes de monjas, mayordomos de parroquias, viudas y doncellas..."
En resumidas cuentas lleva toda la razón Felipe Gil Peces Rata, Canónigo Archivero de la Catedral de Sigüenza cuando escribe que:
“A pesar de las disposiciones eclesiásticas que intentaban aislar a los cristianos de los judíos y mahometanos para evitar su contaminación por las costumbres y creencias religiosas de estos, la convivencia era íntima y las relaciones tan estrechas que los eclesiásticos se vieron obligados a intentar atajarlas en algunas ocasiones.
En un edicto o provisión de 1430 dice el Chantre de la Catedral de Sigüenza, Mateo Sánchez, que al visitar la Medina de Sigüenza halló que, contra lo dispuesto en las Ordenanzas reales y Constituciones sinodales, “ públicamente tienen judíos e moros sirvientes en sus casas, cristianos e cristianas, e comen e beben con ellos continuamente de sus viandas, e que judíos e moros físicos o carpinteros entran en monasterios de dueñas sin cristiano alguno a ellos acompañando, e eso mesmo que los dichos judíos e moros son procuradores e abogados contra cristianos, lo cual todo face en menosprecio de los dichos ordenamientos e en escándalo de la fe cristiana.”[24]


Los prejuicios tópicos y típicos sobre los otros, judíos o no, no se extinguen nunca. Entre las leyendas y tradiciones riojanas está ésta que leí por primera vez en un totum revolutum que con tanta afición redactaba Alfredo Gil del Rio.[25] Aquí aparece retratada la “auri fames”, el hambre de oro, la avaricia, la codicia que según opinión común caracterizaba a los judíos:


1.      El judío.
“[…] Nájera ha sido corte de reyes, la segunda corte de Navarra. Hay movimiento en la pequeña ciudad. El río Najerilla corre entre una fila de chopos estremecidos; sobre el río hay un puente de siete ojos y callecitas estrechas y tortuosas llevan hasta la iglesia de Santa María, que se alza desde el año 1052. Las campanas de Santa María resuenan en las callecitas tranquilas […]. Aparte, hay callecitas y jardines escondidos. Y tiendas de mercaderes judíos…
En una de ellas vive Gabirol Semei. Tiene la nariz característica de su raza y el pelo liso. Las manos parecen garfios, pero sabe trabajar ricas piezas de artífice en plata, en oro, en piedras de valor. Las manos le tiemblan en contacto con los nobles metales; placer y gozo de codicioso afán.
Vive solitario y agreste a pesar de que son los cristianos tolerantes con él. Alguna vez recibe una visita rápida de hombres de su raza que hacen alguna transacción.
Una tarde Simeón Zohar atraviesa el umbral de la tienda del joyero. Es alto y tiene una mirada honda de ojos negros en soñadores, viste pelliza con pieles y gorro picudo pardo.
Trae por pueblos y villas las ricas mercancías de Oriente, los perfumes de cedro y de cinamomo, las suaves pieles curtidas por manos de árabes, los vasos pulidos de alabastro. Sus negocios no van bien. Habla a Gabirol y se queja: trabaja mucho y con poca utilidad, bien quisiera él poner toda suerte de bienes a los pies de la hija del platero a la que ama, pero… malos tiempos han llegado. Los grandes señores ocupados contra el Islam descuidan el abalorio y el lujo.
Gabirol sonríe tenuemente. Los ojillos se le escapan entre las arrugas amarillas del rostro, mientras el recién llegado mira al vacío, soñador y melancólico. “No podré darte a mi hija. Es necesario que ella viva bien, que pueda disponer de oro y preseas… Que a nadie pueda envidiar en su matrimonio. Pero voy a proponerte un plan que puede hacerte rico”. En el fondo de la tienda el joyero Gabirol prepara a Simeón Zohar.

2.      El milagro.
Disfrazados de frailes de Albelda, del monasterio riojano próximo, los dos hebreos llegan a San Millán de Suso. En el camino ¡cuánto soñar y añorar las joyas de la arquilla de reliquias! Gabirol Semei pone en su descripción al joven, toda la pasión que le inspiran las cosas de valor. ¡Qué piedras preciosas, límpidas como agua de torrente, brillantes como luz de luna…!
Conoció él al artífice que de tierras toledanas llegó a Nájera a labrar la arquilla. El oro de ella es en gran cantidad y los marfiles los más finos del mundo. ¡Cómo tiembla el cuerpo todo del judío en éxtasis de ambición!
El monasterio de Suso va a cerrar su puerta. Ha sonado el toque de oración. El sol vierte su ocaso y los álamos del bosque tienen sus copas doradas y se estremecen en la despedida. Los dos frailes de Albelda llegan a tiempo. El padre guardián los recibe cordial y acogedor El abad también tiene cara inocente y bendita. No puede sospechar mal de los dos hermanos en religión. Y así la acogida es natural y sencilla. Los albeldendses exponen con salmodia devota su deseo: prometieron velar ante las reliquias del santo una noche entera por favores que les concedió y esperan el permiso del abad con los ojos fijos en el suelo, humildicos y fervorosos. No hay ningún inconveniente. Harán la refección con la comunidad y después pasarán en la iglesia toda la noche. Para los frailes de San Millán es un gozo ver que se venera su santo patrón.
Es noche, noche. Un murciélago corre por el claustro y una lechuza bisbisea.
La Iglesia, solitaria y callada, presta sombras de espanto al alma medrosa del joven hebreo. El viejo Gabirol llega rápido ante la ansiada arqueta. ¡Que hermosa es! “Simeón no temas; todo está mudo, estamos solos y pronto vamos a ser ricos.” De los pliegues pardos de su hábito saca tenacillas, palanca, hierros. Sus manos crispadas van temblorosas a ella. La luz amarillenta de la lámpara del Santísimo tiembla también apresurada. Y quedan las manos del judío prendidas en la arquilla como si fueran hechas del mismo marfil; aferradas, carne doliente que quiere apartar horrorizado. Un grito sube a su seca garganta, la barba puntiaguda tiembla en un estertor de angustia.
Todo su cuerpo se contorsiona como un reptil poseso, pero aún en su esfuerzo supremo, las manos siguen allí prendidas en un misterio sobrenatural que castiga al desorbitado Gabirol. Simeón, su joven compañero, ha huido, perdida su alma de terrores, a hundirse en la noche.
El viejo judío, jadeante, ebrio de horrores, sudando muertes y angustias, rebota y encabrita su cuerpo seco hasta que cae desvanecido colgado de sus propias manos que no se despegan de la arquilla. Al oír el grito estridente, acude la comunidad. Asombrados, tímidos ante la vista de tal escena, oran ante el altar, La oración sube como incienso de almas sencillas a aplacar la ira de Dios. Las manos caen inertes, blandas sobre el cuerpo del hombre que vuelve en sí. Reconocen al judío de Nájera que pronto recibió su castigo de orden del rey. Su cuerpo anguloso pendía de una encrucijada al siguiente día.”

           Que los judíos eran considerados los enemigos por antonomasia de los cristianos lo demuestra esta canción irrespetuosa para su patrón san Lorenzo, cantada por los de Ezcaray:

“San Lorenzo en la parrilla
les decía a los judíos:
dadme la vuelta ,cabrones,
que me quemáis los cojones.”[26]



Por una parte, las conversiones forzadas, como no puede der de otra manera, sólo condujeron a la simulación, al disimulo y a la hipocresía. Se cambiaba de práctica religiosa para sobrevivir o para seguir manteniendo la posición social que tanto esfuerzo había costado conseguir. A finales de s XVII un escritor holandés afirma:
"¿Qué puedo decir de España y Portugal, donde casi todos los prín­cipes, la nobleza y los condes descienden de judíos apóstatas? Los monas­terios y conventos están llenos de judíos; muchos de los canónigos, inquisidores y obispos descienden también de judíos.
Gran número de ellos son, en lo hondo del corazón, judíos convencidos, aunque para no renunciar a los bienes de este mundo pretenden creer en el cristianismo.
Hay quienes sufren de remordimientos de conciencia y si encuentran la oportunidad hu­yen. En Ámsterdam y en otras partes encuéntranse agustinos, franciscanos, jesuitas y dominicanos que son judíos.
En España, por otra parte, hay obis­pos y frailes cuyos padres y parientes viven aquí y en otras ciudades  para poder practicar la religión judía".

Por otra parte, al judío y al moro les resultaba inútil convertirse. Siempre seguían siendo lo que habían sido. Esa realidad lleva a algo tan escalofriantemente nazi como el expediente de limpieza de sangre. En 1560, Francisco de Mendoza y Gotadilla escribe El tizón de la nobleza españoladirigido al rey Felipe II, en el que se demuestra que casi toda la nobleza de Aragón y Castilla tenía sangre judía en sus venas.
Vamos a un caso que nos toca de cerca.
Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de La Araucana, en 1571, solicita le sea concedido el hábito de la Orden de Santiago. De inmediato se procede a la investigación sobre su hidalguía y limpieza de sangre.
Una de las normas de procedimiento que regula el expediente informativo abierto al efecto dice textualmente:

“Ítem si saben, creen, vieron u oyeron decir que el padre y la madre del dicho don Alonso de Ercilla y el padre del dicho su padre y asimismo el padre de la dicha su madre, nombrándolos cada uno por si, hayan sido y son habidos y tenidos y comúnmente reputados por personas hijosdalgo según costumbre y fuero de España y que no les toca mezcla de judío ni moro ni converso ni villano en ningún grado por remoto que sea; declaren cómo y por qué lo saben y si lo creen, cómo y por qué lo creen y si lo vieron o oyeron decir declaren a quién y cómo; y que tanto tiempo ha, y así mismo digan y declaren en qué opinión han sido y son habidos y tenidos y de la fama y limpieza que hay en sus personase linaje.
Ítem si saben que los abuelos del dicho don Alonso de Ercilla, así de parte de su padre como de su madre, son y fueron cristianos viejos y que no les toca raza de judío ni moro en ningún grado como dicho es; digan lo que de esto saben y cómo y por qué lo saben.
[…] Ítem si saben que el dicho don Alonso de Ercilla y los dichos sus padre y madre y abuelos y los demás sus descendientes hasta el cuarto grado inclusive o cualquiera de ellos así por la línea recta de varón, como por la línea femenina, hayan sido, ó fueron condenados por el Santo Oficio de la Inquisición por herejes o cualquier especie de herejía; que ora sea relajado al brazo seglar o sea reconciliado, ora por sospechosos en la fe, penitenciados públicamente en cadahalso o iglesia o en cualquiera otro lugar; digan y declaren quién y cuál de los susodichos y cómo y cuándo y dónde fueron condenados o penitenciados en la manera que dicho es o en otra cualquier manera; y si lo oyeron decir, qué personas y qué tanto tiempo ha.”[27]

Don Alonso de Ercilla declara en dicho expediente:

“Mi padre se llama el Doctor Fortuño García de Ercilla y el padre de mi padre Martín Ruiz de Ercilla, y la madre de mi padre doña María Fernández de Ermendurúa.
Eran todos naturales de la Villa de Bermeo, cabeza de Vizcaya.
Mi madre se llama doña Leonor de Zúñiga y el padre de mi madre Alonso de Zúñiga y la madre [de mi madre] doña Catalina de Zamudio.
Ha de hacerse su probanza en Nájera, porque mi abuela era de allí y mi abuelo nació allí.”[28]

El expediente informativo es una investigación secreta prolija y exhaustiva. Comienza en Bermeo y sigue en Nájera — 16 de agosto de 1571— y pueblos de alrededor (Bobadilla,  Huércanos, Baños de Río Tobía, las Arenzanas, Mahave, Tricio, Uruñuela y Cenicero).  En cada lugar se interroga, ajustándose al texto de una única encuesta, a toda persona que por cargo o edad avanzada pueda ser fuente de información sobre los antepasados de Ercilla.
Nos vamos enterando de cosas importantes. Doña Leonor de Zúñiga, la madre de Ercilla, había nacido en Bobadilla. Los abuelos maternos, don Alonso de Zúñiga y doña Catalina de Zamudio, en Nájera. Pero los tres vivían tanto en Bobadilla, de la que eran Señores, como en Nájera. Muerto el abuelo materno, los de Bobadilla consiguieron volver a ser realengo, perdiendo doña Leonor las rentas de tal señorío. De muy pequeño, Ercilla estuvo por tiempo breve en Bobadilla y Nájera.
En Nájera y su entorno es bien conocido un hermano de Ercilla,  don Juan de Ercilla y Zúñiga, clérigo, beneficiado que fue de La Santa Cruz de Nájera y, mientras sucede la investigación, Administrador del Hospital Real de Villafranca de Montes de Oca.
El problema de la hidalguía y limpieza de sangre de Ercilla surge cuando llega a conocimiento de los investigadores que, ante La Real Audiencia de Valladolid, hubo antes un proceso de don Pedro Martínez de Ariz (hermano de la abuela materna de Ercilla, doña Catalina de Zamudio) contra los vecinos pecheros de Huércanos.
En ese proceso, entre agosto y diciembre de 1524, el fiscal presentó algunos testigos que confesaron que el doctor don Alonso Martínez de Nájera (padre de, entre otros, don Pedro Martínez de Ariz y de doña Catalina de Zamudio), bisabuelo materno de Ercilla,  y sus hijos “fueron avídos y tenidos por pecheros y del estado de ciudadanos Ruanos que llaman conversos”. A partir de ese momento toda la investigación se centra en saber si don Alonso Martínez de Nájera o doctor de Nájera, fue o no pechero y si fue o no converso.
Nos vamos enterando de que don Alonso Martínez de Nájera era descendiente de los Calabazas de Frómista que a su vez procedían de Francia. Que era natural y vecino de Nájera. Que fue médico muy famoso del primer Duque de Nájera, don Pedro Manrique de Lara[29]. Que su padre fue Hernand o Herrand Martínez Calabaza, mercader que dejó un hospital importante. Que se casó con una vizcaína de apellido Zamudio. Tuvo un hijo de su mismo nombre, también médico.
Pero la prueba de que era  hidalgo y cristiano viejo está en los matrimonios que  concertó para sus hijas:

“ …e así  mismo tiene por tales cristianos viejos al dicho doctor de Nájera y a su hija, a la dicha doña Catalina de Zamudio, porque si el dicho doctor fuera converso, no entiende que se casara Alonso de Zúñiga con la dicha doña Catalina de Zamudio su hija; que tuvo hermana la dicha casada con don Alonso de Arellano, y otra que casó con Ortega de Vallejo, señor de las tierras de Zambrana, ni casara otra que casó con el Señor de Hormilla, Antonio de Londoño, cuyo hijo fue don Sancho de Londoño; y es imposible que tantos caballeros y tan principales se casaran con mujeres que no fueran tan limpias como tiene dicho este testigo que lo fue el dicho doctor Alonso Martínez de Nájera; por las cuales razones e por haberlo así oído decir por cosa pública e notoria, este testigo e tiene e vio tener siempre a la dicha doña Catalina e al dicho doctor de Nájera, su padre, por tan limpios cristianos viejos como lo ha dicho e tal es y ha sido la publica voz y fama e común opinión sin saber cosa en contrario sea.”[30]

“….e así mismo es prueba de ser todos cristianos viejos porque don Sancho de Londoño fue nieto del doctor de Nájera e tiene el hábito de Santiago; e porque así mismo este testigo sabe e ha oído decir muchos años, porque ha mas de cuarenta e cinco años, que el dicho doctor de Nájera descendió de un linaje que llaman de los Calabazas que tienen su asiento e vecindad en la villa de Frómista e que el primero que vino á morar a la dicha villa, vino de Francia; los cuales oyó decir que era gente limpia; por las cuales razones este testigo tuvo e tiene e oyó decir públicamente amuchas personas viejas y ancianos cuanto a que se acuerda que siempre oyeron decir a sus pasados que los dichos doctor de Nájera e sus padres e hijos fueron tales e tan limpios cristianos viejos como lo ha dicho; e tal es e ha sido la pública voz y fama e común opinión sin haber sabido cosa en contrario e otra cosa no sabe de esta pregunta…” [31]

¿De dónde salió la acusación de converso hecha al famoso médico don Alonso Martínez de Nájera? El testimonio siguiente lo explica muy bien:

“A la quinta pregunta dijo este testigo que no conoció  a la dicha doña Catalina de Zamudio ni al doctor Alonso Martínez de Nájera, pero que tiene de él mucha noticia y de Pero Martínez de Ariz, su hijo, e de sus hermanos porque los conoció mucho;  fue preguntado respecto de el dicho doctor Alonso Martínez de Nájera, en qué reputación oyó este testigo fue habido e tenido: de hijosdalgo o cristiano viejo o de judío de casta de conversos, este testigo dijo que siempre tuvo e vio tener al dicho doctor Alonso Martínez de Nájera, médico, por cristiano viejo e limpio de toda raza de moro, judío y converso, y este testigo por tal le tuvo e tiene; fue preguntado
cómo sabe lo que dicho tiene, dijo que porque Pero Martínez de Ariz, estando el duque don Antonio, el viejo duque de Nájera en Navarra, contra los franceses, oyó decir este testigo que Pero Martínez de Ariz, señor de Huércanos e hijo que fue del dicho doctor de Nájera, se alzaron él e otros deudos suyos con la ciudad de Nájera por la Comunidad, por lo cual el dicho duque le quiso mal e queriendo probar su hidalguía en Huércanos, oye decir este testigo a muchas personas de cuyos nombres no se acuerda que el dicho duque don Antonio había mandado a un criado suyo que se llamó Juan de Oña que fuese a la villa de Frómista a saber quiénes eran los Calabazas, porque él sabía que el dicho Pero Martínez de Ariz  descendió de ellos, que eran villanos labradores los dichos Calabazas, por lo cual e por haberlo así oído decir este testigo tiene al dicho doctor de Nájera por cristiano viejo, no embargante que oyó algunas veces decir que fue confeso e de casta de confesos, porque este testigo nunca lo creyó, sino que por tenerle mala voluntad, la dijo aquel a quien la oyó, como andaban entonces muy recios los pleitos de su hidalguía de Pero Martínez de Ariz, que tenía tantos contrarios como tuvo, e que esta es la verdad de lo que sabe…” [32]

Todo resultó bien y Ercilla ingresó en la Orden de Santiago el 31 de diciembre de ese mismo 1571, en la iglesia de san Justo, en Madrid.


¿Qué recuerdo nos queda de la vieja y sufrida comunidad judía najerina? Hace treinta años ya, recién nombrado profesor del Instituto Nacional de Bachillerato “Lope de Vega “ de Madrid, La Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense me encargó una pequeña y manejable publicación de unas treinta páginas que fuera a la vez una guía del Museo y una breve, pero digna, Historia de Nájera. Tuve que sintetizar todo lo que sobre la historia de Nájera, desde 1966, había yo ido trabajando y divulgando entre los que luego serían los fundadores y primeros magníficos pilares de la Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense. Sobre la judería najerina escribí sólo un corto párrafo que hoy vuelvo a redactar con muy pocos cambios:
“Nájera contó desde la Alta Edad Media con una relativamente numerosa población judía que vivió con cierta paz hasta bien entrado el s. XIV. Burguesía culta, rica y emprendedora que fue víctima propiciatoria del fanatismo, la codicia y las rencillas políticas cristianas.”[33]
En 1210, uno de los miembros de la élite de Nájera era el judío Zachea. Vide Francisco Javier Goicolea Julián, La ciudad de Nájera en la Baja Edad Media como espacio de poder político y social,  y la nota 27 de su texto.  http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=293631 - 11k –  
El apellido Nájera o de Nájera, tanto en España como en América, tiene su origen en los conversos de la judería najerina.



Santa María la Real de Nájera, saqueada, destartalada y no muy bien cuidada, conserva todavía una buena serie de excelentes obras de arte. Yo me quedaría con el magnífico claustro y con el maravilloso coro alto. Casi nada sabemos de ninguno de los dos.
Está claro que el coro es una obra del final del gótico, aquí llamado estilo Isabelino. Riquísima aún en muy buena escultura de temas geométricos, vegetales, sagrados y profanos, a pesar de haber sido macheteado con especial saña. Allí está representado todo el mundo real e imaginario del final del s. XV. Es obra de artistas centroeuropeos. Sus paralelos son flamencos, pero sobre todo germánicos o en estrecho contacto con lo germánico.
Tradicionalmente se ha atribuido a judíos conversos más o menos relacionados con Nájera y Cárdenas sin ningún fundamento. No he logrado leer, en cuarenta años, más que dos publicaciones fiables sobre esa absoluta obra maestra que es el coro najerino. Una es de Isasac Guadán Gil[34] y otra de mi admirada Isabel Mateo Gómez,[35] una buena especialista en El Bosco. Conoce bien el coro y debería escribir sobre él lo que sabe y siente una joven y excelente restauradora najerina.


La cuestión judía y las guerras de religión eran dos sangrientas cuestiones insolubles en Europa. Fue en el prodigioso siglo XVIII cuando la Ilustración encontró solución para ambas.
Las cosas como son. Toda nuestra cultura y nuestra civilización—nuestra manera de vivir y de convivir— tienen su último y más firme fundamento en tres herencias históricas: la razón griega, el derecho romano, la fe judía. Las dos primeras no son puestas nunca en duda. Sí lo es con demasiada frecuencia la tercera. Pero sin la tercera, las otras dos no tardan en desaparecer. Unir indivisiblemente las tres herencias fue la tarea de los Ilustrados.
La segunda mitad del siglo XVI y todo el siglo XVII fueron épocas de atroces guerras de religión. Católicos contra protestantes y viceversa; católicos contra católicos— ¿qué otra cosa, v. g.,  fue la inquisición?— y protestantes contra protestantes— ¿Qué otra cosa fueron a buscar muchos emigrantes de primera hora a Norteamérica, por ejemplo, los padres peregrinos del Mayflower, si no la libertad religiosa?—.
Aquella espantosa carnicería llevó a las mejores cabezas europeas y americanas a soñar con la tolerancia[36] y a repensar los Diez Mandamientos como suprema ley universal, desacralizada, secularizada y laica. Y lo hicieron libérrimamente, al margen de todas las organizaciones religiosas, usando la inteligencia y el sentido común para razonar de la siguiente manera.
Curiosamente de los Diez Mandamientos sólo los tres primeros se refieren a Dios y de ellos sólo el primero de forma exclusiva. Los otros siete se refieren al prójimo. El resumen era fácil y dejaba las cosas claras: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, como a ti mismo”. Dicho de otra manera: amar a Dios es amar al prójimo y viceversa. Y amar al prójimo es tratarlo como tú quieres que te traten.
El Primer Mandamiento ordena dos cosas: la primera, adorar sólo al único Dios verdadero, creador de todo y padre de todos— ¡mucho cuidadito! ¡Sólo Dios es dios!— Y la segunda, sólo servirle a Él, exclusivamente. Lo primero tiene la evidente ventaja de que el adorar al único Dios verdadero, ahorra el tener que ocuparte de infinitos pretendidos dioses que no son más que pura y dura superstición y tiranía [37]. Lo segundo deja claro que quien sólo se inclina ante Dios, ante todo lo demás permanece orgullosamente erguido.
El Segundo Mandamiento prohíbe hablar de Dios a la ligera y, sobre todo, utilizar los nobles sentimientos religiosos para conseguir lo que a Dios le resulta intolerable: el engaño o la injuria al prójimo.
El Tercer Mandamiento ordena sacar tiempo para descansar del ajetreo diario y, una vez libres de él y  haciendo gala de libertad y de liberalidad, rendir culto individual y colectivo a Dios. Dedicar un tiempo a celebrar debidamente la fiesta, que es ante todo tiempo de placer y libertad.
Y aquí acaban las obligaciones para con Dios que no dejan de ser obligaciones para con uno mismo y para con los demás.
A continuación vienen las obligaciones con el prójimo. El prójimo, tal como lo entendían los Ilustrados, son todos los humanos, iguales en dignidad porque todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, inteligentes, libres y responsables como Él; y necesariamente hermanos los unos de los otros porque todos ellos pueden con todo derecho llamar a Dios su padre. Es exactamente esta convicción la que acabaría definitivamente con la esclavitud y la muralla infranqueable que nos defiende de todo tipo de racismo.
El primer bloque, formado por los cuatro Mandamientos siguientes, el Cuarto, el Quinto,  el Sexto y el Noveno, protege el primer derecho humano fundamental e inalienable, el derecho a la vida.
El Cuarto protege la familia natural, formada por un padre y una madre, en la que los humanos han nacido y  se han criado y educado, y en la que se asienta la autoridad natural. La familia como núcleo básico de la sociedad y como primer medio de conservación y transmisión de la cultura y de la civilización.
El Quinto prohíbe que nadie se atreva a poner en peligro la vida de nadie o a agredirle físicamente o moralmente de ninguna manera.
El Sexto y el Noveno defienden la dignidad del matrimonio como lugar natural de la fuente de la vida. Protegen la vida común de los que el sabio derecho romano llamará más tarde  cónyuges o consortes—los que, a la vez y con la misma dignidad y responsabilidad, tiran de la misma carreta o del mismo arado, y los que comparten, a las duras y a las maduras, el mismo destino—, y la salvaguardan al matrimonio del sexo comprado y del capricho cerril de un picha brava cualquiera o de una sin bragas aburrida.
El segundo bloque, formado por los tres Mandamientos siguientes, el Sétimo, el Décimo y el Octavo, protege los dos derechos humanos fundamentales e inalienables, el derecho a la libertad y a la búsqueda de la propia felicidad.
El Séptimo y el Décimo, defienden la propiedad privada como condición necesaria para la libertad. Como dice magníficamente El Libro de Buen Amor, “quien no ha dinero, no es de sí señor”. Dicho en plata: “Yo soy yo y lo mío, que es lo que me permite ser yo”; “quien ataca lo mío me ataca a mí mismo porque es lo que me permite ser yo mismo.”[38]
El Octavo garantiza la veracidad de la información en la necesaria y continua intercomunicación que es el fundamento de la sociedad humana; promueve la claridad y trasparencia en las relaciones interpersonales, el respeto a la palabra dada y la garantía de la propiedad más preciada: el honor y la buena fama de cada cual.
De esa manera el viejísimo Decálogo judío se convirtió en la primera Declaración Universal de los Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano. En la formulación más clara de la más básica y universal Ley Natural.
Si no me creen recuerden el preámbulo del borrador original de la Declaración de Independencia escrito por Jefferson que es donde están resumidos:
"Sostenemos que estas verdades son sagradas e innegables, que todos los hombres son creados iguales e independientes, que a partir de su creación en igualdad se les han conferido derechos inherentes e inalienables, entre los que están la preservación de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos principios, los gobiernos se instituyen entre los hombres, que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que cualquier forma de gobierno pasa a ser destructiva de estos fines, es derecho del pueblo alterarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno, que se funde en dichos principios y organice sus poderes en tal forma que a juicio de los gobernados, ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad."
La Ilustración propició que se desarrollara un fenómeno ya imparable, el número progresivamente creciente de creyentes ajenos a cualquier clase de organización religiosa y sólo fieles a su razón y a su conciencia. Y dentro de él, el de la total integración en la vida europea y americana de los judíos más inteligentes y más pudientes. Esto es exactamente lo que llamamos desacralización, secularización o laicismo. Cada cual en conciencia hace lo que quiere, sin dañar a los demás, y acepta que los demás hagan lo mismo. En caso de conflicto de intereses, en esto como en todo lo demás, la justicia civil decide imparcial y equitativamente.
Todo fue bien hasta que los dos totalitarismos del siglo XX, el nacionalsocialismo y el comunismo, y el del siglo XXI, el islamismo, decretasen que el judaísmo es un virus biológico contaminante que hay que destruir al precio que sea. La consigna fue y sigue siendo, “los judíos tienen que desaparecer”. No importa que uno no haya practicado la religión judía en su vida. Hay que exterminarlo porque ha nacido en una “familia” que no se sabe cuándo fue una vez judía. Einstein supo que era judío cuando los nacionalsocialistas alemanes se lo descubrieron.



El judaísmo es sólo una religión. Lógicamente esa religión modela una manera de pensar y de vivir; es decir, conforma la raíz de una cultura y de una civilización, que, por otra parte, tienen apariencias tan variables como los pueblos en los que los judíos se han integrado totalmente siempre que se les ha permitido hacerlo.
El elemento fundamental de esa religión es la fe en un Dios único y personal, creador y señor de la Vida, de la Naturaleza y de la Historia. Totalmente lo otro, lo distinto, lo diferente de Dios es  todo lo creado; con ello Dios sólo tiene una vaga analogía. Dios es únicamente cognoscible por su propia y personal revelación a través de la historia de los propios judíos, puesta por escrito en la Biblia.
Pero la Biblia, stricto sensu,  no es un libro sagrado; es una biblioteca que contiene escritos en los que Dios, entre palabras humanas, a veces demasiado humanas, va revelando paulatinamente sus designios. La Biblia no es la palabra de Dios, en ella está contenido el plan salvador de Dios expresado en palabras humanas, que no es lo mismo.
Esa fe no conlleva obligatoriamente un comportamiento ritual sino ético. Cree en Yahvéh (Yavé) quien le obedece cumpliendo sus mandamientos contenidos en el Decálogo. Yahvéh, señor de la vida y de la muerte, garantiza la vigencia del Decálogo siendo el insobornable y último juez que premia o castiga a cada cual, judío o no, el cumplimiento del Decálogo con la felicidad o la infelicidad eternas.
El judío mantiene con su Dios una estrecha relación mediante la oración y la meditación personal que cimientan su comportamiento ético. No necesita ni templos ni sacerdotes ni teólogos. Convive su fe solidariamente con quienes también la comparten. La única misión del pueblo de Dios, los judíos creyentes, es dar testimonio de ese Dios y de sus Mandamientos. No se molestan lo más mínimo en hacer proselitismo. Quien los ve y los oye sabrá lo que debe hacer. A la hora de aceptar a los conversos, tras minuciosa probación, no tienen en cuenta otra cosa que su fe.
Sólo después de ser expulsados por la fuerza de sus países de origen y para encontrar un refugio en caso de un nuevo intento de total aniquilamiento, formaron el Estado de Israel donde la mayoría de ellos ni vive ni piensa vivir, pero que defienden con uñas y dientes porque es la garantía de su supervivencia.
Es su estricto monoteísmo, y su tozuda y consecuente predicación del Decálogo como Ley universal y definitiva que revela la única y auténtica voluntad de Dios a los humanos, la objetiva Ley Natural, lo que los ha hecho y los seguirá haciendo insoportables para todo totalitarismo que se precie y para todo tolerantismo desquiciado, para todo relativismo o nihilismo que quiera colarse en nombre de la verdad y de la libertad.


Cada vez que voy a Nájera procuro subir a la loma de Malpica y  pasear despacio por las callejas del Arrabal de la Estrella. Siempre llevo en el bolsillo alguna muestra de la entrañable literatura sefardita. Leo el castellano que se debió hablar aquí por una gente que quiere a esta terrible España nuestra medio milenio después de que los echáramos a patadas para que no nos afrentara su inteligencia, diligencia, cosmopolitismo y laboriosidad.
Arriba en la loma, sobre la destruida judería, oigo en mi mp3 la versión mozárabe de las Lamentaciones de Jeremías que tanto me gustaban en la semana santa cantada admirablemente en el Seminario de Logroño. Luego, sueño una muy evocadora canción de mi Santander de 1972 - 73:
 Sé que para nuestro amor llegó el final,
ya de nada sirven las palabras,
tienes que partir, muy lejos de mí
de regreso a tu país.

Aunque mi destino fue encontrar tu amor
en tus ojos brilla la nostalgia
de otro despertar, de otro renacer
bajo el cielo de Israel.
………….
Se alejó de mí en un atardecer
con un beso a flor de piel,
y al decir adiós,
poco antes de partir , me entregó
su estrella de David.

Para no olvidar su forma de mirar
viviré cerca del mar;
para no olvidar sus noches junto a mí,
llevaré su estrella de David.

Y para despedirme de mi tierra madre—soy un Pérez, a veces sospechosamente primo lejano de unos Pérez-Caballero—, recito la Hatikva ("esperanza", en hebreo):
Mientras en lo hondo de un corazón
palpite un alma judía,
y dirigidos hacia Oriente,
unos ojos vislumbren Sión,
no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza de dos mil años,
de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
la tierra de Sión y de Jerusalén.


[1] Bibliografía básica:
1.       Fidel Fita Colomé S. I., Primer siglo de Santa María de Nájera, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, cervantesvirtual.com
2.       Fidel Fita, El Concilio de Lérida en 1193 y Santa María la Real de Nájera, http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/013727319... - 176k -
3.       Ildefonso Rodríguez  y Rodríguez de Lama, Moros, judíos y francos en el reino de Nájera, http://www.vallenajerilla.com/legadomedievalnajera/morosjudi... - 47k -
4.       Francisco Javier García Turza, Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media, http://www.vallenajerilla.com/legadomedievalnajera/morfologi... - 89k -
5.       Margarita Cantera Montenegro, la Ciudad de Nájera en tiempos del rey García, http://www.vallenajerilla.com/berceo/canteramontenegro/najer... - 238k -
6.       Enrique Cantera, La aportación hebrea a la sociedad riojana medieval,http://www.vallenajerilla.com/berceo/rioja-abierta/cantera/c... - 88k
7.       Enrique Cantera Montenegro, Los últimos tiempos de la presencia judía en Calahorra y la Rioja, http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=1... - 13k
8.       Francisco Javier Goicolea Julián, La vida cotidiana en la ciudad de Nájera a fines de la Edad Media: una aproximación, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122383 - 11k
9.       Francisco Javier Goicolea Julián, La ciudad de Nájera en la Baja Edad Media como espacio de poder político y social, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=293631 - 11k –
10.   Eliseo Sáinz Ripa, La Rioja bajo la monarquía castellana, http://www.vallenajerilla.com/berceo/sainzripa/riojacastella... - 169k - 
11.   Enrique Cantera Montenegro, Los Judíos en la Historiografía Riojana, http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=8... - 11k –
[2] El castillo del cerro de Malpica es probablemente tan antiguo como el del cerro de la Mota, con el que constituyó  la verdadera acrópolis del potente sistema defensivo de la ciudad. Fue al menos desde el siglo XII “Castellum Iudeorum”.  A comienzos del s. XVI todavía se encontraba en aceptables condiciones y fue tomado por los comuneros en 1520. Después ya no se cita. Javier Ceniceros Herreros, Alcázar de Nájera: primeras investigaciones arqueológicas, http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=9... - 60k
[3] Como señala García Turza, cuando doña Toda dona a San Millán su palacio en Nájera, la carta indica que está situado «in barrio Sancti Micaelis, quod olim fuerat vocatum barrium iudaicum».
[4] Dice Fita en El Concilio de Lérida en 1193 y Santa María la Real de Nájera:
  “…en la primavera de 1160 D. Sancho de Navarra el Sabio, ganó á Logroño, y remontando el Ebro entróse por la Bureba y se apoderó de Cerezo y Briviesca. Fiel aliado de D. Fernando II de León, que se arrogó la regencia de Castilla durante la minoría de Alfonso VIII (1160-1170), afirmó en la Rioja su predominio D. Sancho el Sabio… En 1176 Alfonso VIII había recobrado á viva fuerza todo el reino de Nájera… Sobrevino la tregua entre ambos reyes, á consecuencia del compromiso que hicieron en Agosto de 1176, tomando por árbitro de la contienda al monarca inglés Enrique II, suegro del de Castilla. De éste pretendía el de Navarra que le entregase Nájera (“castellum christianorum et iudeorum”)… en Abril de 1179 la entrevista de los reyes de Castilla y de Navarra tuvo lugar entre Logroño y Nájera, y el pacto firmísimo de amistad que «dejadas y fenecidas todas y cada una de las quejas nuestras y de nuestros antecesores, haya de valer y durar á perpetuo por Nos y por todos nuestros hijos.»
[5] Escribe don Eliseo Sáinz Ripa en La Rioja bajo la monarquía castellana:
 “El primer episodio importante de esta campaña se dio en Nájera. A esta villa volvió Enrique al enterarse de que Pedro, llegado del norte, acampaba con su tropa cerca de Azofra. Era el último viernes de abril de 1360. Don Enrique ocupaba un otero delante de la villa de Nájera con el fin de proteger la plaza; pero sus vanguardias, sorprendidas en las faldas del montículo por el empuje de las huestes de don Pedro, empezaron a retroceder; la retaguardia cedió también hasta que la intervención heroica de Gonzalo Mexía, que después fue maestre de Calatrava, pudo contener al enemigo junto a los muros, dando tiempo al conde don Enrique para llegar al «castillo que dicen de los judíos e los suyos que estaban dentro -según cuenta la Crónica- foradaron el muro de la villa e por allí entró el conde e otros de los suyos». Muchos caballeros cayeron de uno y otro bando.”
[6] En 1371, la abadía de san Millán  queda exenta, por gracia del Rey Enrique II de Castilla, de pagar las deudas que tiene contraídas con los judíos desde abril de 1367 hasta el día de la fecha, en compensación de los daños sufridos por el monasterio a consecuencia de la segunda batalla de Nájera y en premio a la ayuda que la abadía prestó al bando del Trastámara. La judería de San Millán de la Cogolla y la batalla de
Nájera, http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=22132 - 17k –
[7] No sabemos si esas disposiciones estaban en vigor antes del año 1054, como abiertamente lo declaran, así el proemio como la rúbrica general del código Najerino: «Istos sunt Fueros quod habuerunt in Naiara, in diebus Sancii regis et Garseani regis” o son añadidos de Alfonso VI.
[8] Tirso de Molina, La prudencia en la mujer, acto III, escena 1ª.
[9] María de Molina, una de las grandes mujeres y reinas de la España medieval, fue regente en la minoría de su hijo Fernando IV—a esa regencia se refiere el texto— y volvió a serlo en la de su nieto Alfonso XI.
[10] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991, Crónica de don Pedro Primero. Año onceno (1360). Capítulo VII. pg. 239.
[11] Ibidem, Capítulo VIII, pg. 241.
[12] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991,  Crónica del Rey don Enrique, tercero de Castilla e de León. Año primero (1391). Capítulo V. pg. 713.
[13]  Isidro G. Bango Torviso, Judíos, moros y cristianos bajo la autoridad del rey.
http://www.seacex.es/Spanish/Publicaciones/MEMORIA_DE_SEFARA... - -1k -
[14] Pero López de Ayala, Crónicas. Edición, prólogo y notas de José Luis Martín. Planeta, Barcelona, 1991,  Crónica del Rey don Enrique, tercero de Castilla e de León. Año primero (1391). Capítulo XX. pg. 738 -  739.
[15] Rica Amrán, Judíos y conversos en las crónicas de los Reyes de Castilla,http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFD2B1B... - 33k - 
[16] «Pro conuersione iuedaeorum.  Oremus et pro perfidis Judaeis : Ut Deus et Dominus noster auferat velamen de cordibus eorum ut et ipsi agnoscent Jesum Christum Dominum nostrum.[….]
Omnipotens sempiterne Deus qui etiam judaicam perfidiam a tua misericordia non repellis; exaudi preces nostras quas pro illius populi obcaecatione deferimus, ut agnita veritatis tuae luce quae Christus est, a suis tenebris eruantur. Per eumdem Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen. »
[17] “R.- Popule meus, quid feci tibi? Aut in quo contristavi te? Responde mihi.
V. -Quia eduxi te de terra Ægypti: parasti Crucem Salvatori tuo.
C. -Hagios o Theos. Sanctus Deus. Hagios Ischyros. Sanctus Fortis. Hagios Athanatos, eleison hymas. Sanctus Immortalis, miserere nobis.
V.- Quia eduxi te per desertum quadraginta annis, et manna cibavi te, et introduxi in terram satis optimam: parasti Crucem Salvatori tuo.
C.- Hagios o Theos…
V.-Quid ultra debui facere tibi, et non feci? Ego quidem plantavi te vineam meam speciosissimam: et tu facta es mihi nimis amara: aceto namque sitim meam potasti: et lancea perforasti latus Salvatori tuo.
C.- Hagios o Theos…
R. Popule meus, … 
V. Ego propter te flagellavi Ægyptum cum primogenitis suis: et tu me flagellatum tradidisti.
R. Popule meus, …
V. Ego te eduxi de Ægypto, demerso Pharaone in Mare Rubrum: et tu me tradidisti principibus sacerdotum.
R. Popule meus,…
V. Ego ante te aperui mare: et tu aperuisti lancea latus meum.
R. Popule meus,…
V. Ego ante te præivi in columna nubis: et tu me duxisti ad prætorium Pilati.
R. Popule meus,…
V. Ego te pavi manna per desertum: et tu me cecidisti alapis et flagellis.
R. Popule meus,…
V. Ego te potavi aqua salutis de petra: et tu me potasti felle et aceto.
R. Popule meus,…
V. Ego propter te Chananæorum reges percussi: et tu percussisti arundine caput meum.
R. Popule meus,…
V. Ego dedi tibi sceptrum regale: et tu dedisti capiti meo spineam coronam.
R. Popule meus,…
V. Ego te exaltavi magna virtute: et tu me suspendisti in patibulo Crucis.
R. Popule meus,…”
[18] Antonino M. Pérez Rodríguez, La guerra en la Crónica Najerense, en La Guerra en la Edad Media, Actas de la XVII Semana de Estudios Medievales, IER, Logroño, 2007, ps. 481 – 510.
[19] Sobre Berceo y los judíos:
1.David Domínguez-Navarro, Fervor religioso y antisemitismo en Los Milagros de Nuestra Señora,http://parnaseo.uv.es/lemir/Revista/Revista14/18_Dominguez_D... - 36k -
2.Fernando Díaz Esteban, La Biblia y los judíos en Gonzalo de Berceo, Estudios mirandeses: Anuario de la Fundación Cultural «Profesor Cantera Burgos», 8, (1988), pp. 63-90.
3.Paloma Díaz-Mas, Huellas judías en la Literatura Española, http://digital.csic.es/bitstream/10261/3724/1/diazmas1996ahu... - 39k -
4.Carlos Sainz de la Maza, Los judíos de Berceo y de Alfonso X  en la España de “las tres religiones”,http://www.vallenajerilla.com/berceo/sainzdelamaza/judio.htm - 32k - 
[20]  Sigo a Paloma Díaz-Mas, Huellas judías en la Literatura Española, o. c.
[21]  Transcribo la versión de Versión de Juan Manuel Rozas. 1986
[22] Francisco Javier Goicolea Julián, La vida cotidiana en la ciudad de Nájera a fines de la Edad Media: una aproximación, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=122383 - 11k
[23] Enrique Cantera, La aportación hebrea a la sociedad riojana medieval, http://www.vallenajerilla.com/berceo/rioja-abierta/cantera/c... - 88k -
[24] Felipe Gil Peces Rata, Sigüenza y su población de vecinos de las cuatro religiones, Programa oficial de las fiestas de Sigüenza 2010, p. 12.
[25] En Luisa Yravedra y Esperanza Rubio, Leyendas y tradiciones de la Rioja, IER, Zaragoza, 1980, p. 30 ss. Antes en Alfredo Gil del Río, Historia y antiguas leyendas de La Rioja. Enigmas de una región. Zaragoza, Publicaciones de la CAZAR, 1977, p. 388-389.
[26] Luis Vicente Elías Pastor, Leyendas Riojanas, Edit.Everest, León 1990, pg. 89.
[27] D. Alonso de Ercilla y la Orden de Santiago, http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p265/0369... - -1k -
[28] Nota 12.
[29] El Ducado de Nájera es un título nobiliario asociado a Nájera en La Rioja (España), concedido por los Reyes Católicos el 30 de agosto de 1482 a Don Pedro Manrique III de Lara, Conde de Treviño y Ricohombre de Castilla, en premio a sus servicios a la Corona. "Acatando los muchos e buenos e grandes e leales e señalados servicios que nos habedes fecho e facedes cada día". En 1520 Carlos I de España distinguió a los duques de Nájera con la dignidad de Grandes de España.
[30] Nota 12.
[31] Nota 12.
[32] Nota 12.
[33] Antonino Pérez Rodríguez, Museo Arqueológico de Najera, Sociedad de Amigos de la Historia Najerillense, Logroño, 1981, pg. 27.
[34] Isac Guadán Gil. Nace en Zaragoza el 3 de Junio de 1881. Es Maestro de la Escuela Normal y Profesor de Caligrafía en el Instituto de Logroño desde el 5 de Julio de 1904 hasta el 23/11/1916 fecha en la que causa baja por fallecimiento. Bibliotecario y Vice-secretario del Centro a propuesta del Claustro de profesores desde el 18 de Enero de 1907.
[35] Isaac Guadán Gil, Ensayo sobre la sillería del coro alto. Monasterio de Santa María la Real de Nájera, Logroño. 1961. Isabel Mateo GómezTemas profanos en la escultura gótica española: Las sillerías de coro, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1979. 
[36] Estoy pensando en Voltaire, Tratado sobre la Tolerancia, 1767. Y en Thomas Jefferson, Estatuto para la Libertad Religiosa de Virginia (1779, 1786) y. "A Declaration by the Representatives of the United States of America, in General Congress assembled" ("Declaración de los representantes de los Estados Unidos de América reunidos en Congreso General") presentada al Congreso el 28 de junio de 1776.
[37] Thomas Jefferson aconsejaba: "Pregunta con audacia incluso por la existencia de un Dios, porque, si hay uno, debe aprobar más el homenaje de la razón, que el miedo con los ojos vendados."
[38] Cicerón en Los Deberes,  "DE OFFICIIS",  expone que despojar a otro de sus bienes repugna más a la naturaleza que la muerte misma: III, 21 – 24. 
“Detrahere igitur alteri aliquid et hominem hominis incommodo suum commodum augere magis est contra naturam quam mors, quam paupertas, quam dolor, quam cetera, quae possunt aut corpori accidere aut rebus externis. Nam principio tollit convictum humanum et societatem. Si enim sic erimus adfecti, ut propter suum quisque emolumentum spoliet aut violet alterum, disrumpi necesse est eam, quae maxime est secundum naturam, humani generis societatem…”
“Sustraer algo a otro y que el hombre aumente su el bneficio con el daño de otro es más contrario a la naturaleza que la pobreza que el dolor, que todo lo demás que puede acaecer al cuerpo o a los bienes externos.
Pues ante todo quita la vida en común y la sociedad humana. Si estamos habituados a que cada cual despoje al otro para conseguir su propia ventaja, se disgregará la convivencia humana, que es lo más conforme que hay con la naturaleza.”








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