La España ilustrada
La Biblia Políglota Regia
por
Benito Arias Montano
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Benito Arias Montano fue uno de los grandes humanistas europeos de
la segunda mitad del siglo XVI, orientalistas y hebraísta, biblista y poeta
latino, que alcanzó notoriedad por la Biblia Políglota Regia de
Amberes, mejorando la anterior Biblia Políglota Complutense de
Alcalá de Henares.
Su otra gran aportación a la ciencia y
la cultura fue la fundación de la Biblioteca Real de Felipe II instalada
en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Benito
Arias Montano nació en Fregenal de la Sierra, Badajoz, en 1527. Su padre
trabajaba como escribano de la Inquisición y fue quien le introdujo en el
conocimiento de la Astronomía. Uno de sus primeros maestros fue el sacerdote
Diego Vázquez Matamoros, quien le enseñó latín, después fue ampliando su
estudio a Física o Numismática, entre otras disciplinas. De hecho, a los
catorce años de edad escribió su primer trabajo científico sobre
Numismática, Discurso sobre el valor y la correspondencia de las
monedas antiguas con las nuevas.
En 1546,
comenzó a estudiar Humanidades en Sevilla, protegido por Gaspar Vélez de
Alcocer, oidor de la Audiencia de la ciudad, durante dos años.
En 1548,
pasó a la Universidad de Alcalá de Henares, el centro académico más
prestigioso de España en estudios superiores del momento, junto a la de
Salamanca. Fue fundada por el cardenal Francisco Jiménez de
Cisneros unas décadas atrás, orientando su docencia en Teología y Derecho,
pero especialmente había destacado en Humanidades, es decir, en Filosofía,
Historia y Filología de lenguas bíblicas: hebreo, siriaco, griego y latín. En
1517, esta institución había publicado la Biblia Políglota Complutense,
dirigida por el propio Cisneros junto a un excelente grupo de latinistas,
helenistas y hebraístas, como por ejemplo Antonio de Nebrija.
Esta
especial dedicación al cultivo de la Filología que tuvo en sus inicios la
Universidad Complutense fue aprovechada por Arias Montano para convertirse en
un auténtico políglota.
Entre 1548 y 1549, obtuvo los títulos
de bachiller y licenciado en Humanidades, y entre 1549 y 1552, realizó los
estudios de Filosofía y Teología, teniendo a Andrés de Cuesta como profesor.
Después, se especializó en Sagradas Escrituras, de la mano del biblista
Cipriano de la Huerga, y se dedicó al aprendizaje de las lenguas orientales y
clásicas. Al final de su vida universitaria, dominaba el latín y el griego, y
conocía el hebreo, caldeo, siriaco y árabe. Durante el transcurso de su vida
profesional fue aprendiendo a hablar lenguas vernáculas como francés italiano,
portugués, neerlandés y alemán, siendo el castellano su lengua materna.
Sus intereses y conocimientos abarcaron las Ciencias Naturales, Astronomía,
Numismática, Matemáticas, Arqueología, Medicina y Cirugía, Geografía, además de
Filosofía y Teología. También, escribió poesía en latín llegó a ganar un
certamen en este género literario de la Universidad de Alcalá siendo nombrado
poeta laureatus.
Después de cada fase de su vida al servicio de la Iglesia católica y de la
Monarquía hispánica, solía retirarse a la Peña de Alájar, cerca de la
sierra de Aracena, en Huesca. Pasaba temporadas viviendo casi como un ermitaño,
dedicado a la oración, a la escritura de poesía, al estudio de las Sagradas
Escrituras, a la formación de discípulos como Pedro de Valencia, al socorro de
las gentes más pobres, a la observación astronómica de las estrellas o al
estudio botánico de las plantas del lugar. Era un estilo de vida al que
recurrían otros eclesiásticos humanistas de la época, como lo hizo el cardenal
Cisneros antes de elaborar la Biblia Políglota o como lo hacía
su amigo fray Luis de León.
BENITO ARIAS MONTANO Y FELIPE II DE HABSBURGO
En 1559, estando en Alájar, fue
visitado por su amigo Francisco de Arce, que le invitó a que
predicara cuaresma en su ciudad, Llarena, donde pasó cuatro meses hospedado.
Ese mismo año tuvo lugar un arresto por el tribunal de la Santa Inquisición,
quien fue puesto en libertad a los pocos días. Desde entonces, siempre estuvo
en el punto de mira de la Inquisición, además el hecho de estar influenciado
por las corrientes iluministas le hacía ser un cristiano heterodoxo.
Entre los años de retiro en Alájar, entre 1553 y 1560, cursó estudios de
posgrado en la Universidad de Salamanca, consiguiendo el doctorado de Teología.
En 1560, siendo ya sacerdote y tras haber pasado las pruebas de limpieza de
sangre, fue aceptado miembro de la Orden Militar de Santiago durante
su estancia en el Convento de San Marcos de León. Al año siguiente, estaba en
el Colegio del Rey, que la Orden tenía en Salamanca.
En 1562, acompañó a Martín Pérez de Ayala, obispo de Segovia, a la
tercera y última fase del Concilio de Trento, como su teólogo
personal. Fue un proceso de debates que duró casi tres décadas, en el que se
afrontaba la actitud que debería tener la Iglesia frente a la Reforma
protestante y se establecieron los dogmas a seguir por la ortodoxia católica.
Allí tomo parte en ocasiones, en los asuntos de la Comunión y el sacramento del
Matrimonio, basando sus argumentos en textos bíblicos. Comenzaba a obtener fama
por sus conocimientos escriturísticos, por lo que el Concilio le eligió para
elaborar un Homiliario para predicadores, junto a otros asistentes.
En 1566, fue nombrado capellán real y cronista
regio por el propio rey Felipe II, quien ya conocía sus inquietudes
ocultistas y biblistas. Establecido en la Corte madrileña, el resto de su vida
iba a estar relacionado con los proyectos del monarca más poderoso de la
Cristiandad. El primero de ellos, fue la elaboración de una nueva Biblia
Políglota que actualizase a la del cardenal Cisneros. Los ejemplares de la
Biblia de Alcalá, terminada en 1517, escasearon muy pronto pues de aquella
edición sólo se hicieron 600 ejemplares, muchos de los cuales naufragaron al
trasladarse a Italia para su comprobación por el Vaticano. Además, durante este
tiempo, se habían avanzado en el estudio científicos de las Sagradas
Escrituras, y se hacía necesaria una actualización de aquella Biblia
Políglota Complutense que iba a tener como protagonista principal a
Benito Arias Montano, a la ciudad de Amberes como epicentro y a la Biblia
Políglota Regia como resultado final.
Aquella iniciativa surgió del francés Christopher Plantin, conocido en España
como Cristóbal Plantino, famoso antuerpiense y prototipógrafo de
Felipe II, quien acogió la idea de forma entusiasta. Estaba afincado en esta
ciudad de Flandes, territorio perteneciente a la Monarquía de los Habsburgo
españoles. El rey le aportó los recursos económicos y escriturísticos
necesarios para la confección del texto y la impresión de la obra resultante,
designando a Arias Montano director científico del proyecto de acuerdo con el
Consejo de la Inquisición.
En mayo de 1568, llegaba a Amberes y
se reunía con un equipo de excelentes biblistas y filólogos de origen flamenco
y francés, que llevaba ya varios años trabajando en el proyecto. Arias Montano
rechazó aquel texto, restituyendo el original hebreo que la Iglesia había
excluido de la llamada Biblia Vulgata de San Jerónimo, que
en Trento había sido definida como "la única auténtica para uso religioso
y público". Para ello, no partió desde cero, sino que se valió de muchos
contenidos de la anterior Políglota Complutense, sobre la cual
añadió bastantes novedades. Lo que en principio iba a ser una revisión se
convirtió en una novedosa actualización y más completa.
AMBERES Y BENITO ARIAS
MONTANO
La impresión de la Biblia Políglota
Regia a cargo de Plantino duró de 1569 a 1572 y se tiraron 960
ejemplares corrientes, 200 en mejor papel, 49 en papel especial y 12 en
pergamino, que suman algo más de 1.100.
Estaba formada por de 8 gruesos volúmenes:
los volúmenes I, II, III y IV contienen el Antiguo Testamento
el volumen IV contiene el Nuevo Testamento
los volúmenes VI, VII y VIII eran libros auxiliares
Estos anexos son conocidos con el nombre de Apparatus: unas
gramáticas en lengua hebrea, caldea, griega y siriaca y los vocabularios de
todas estas lenguas; el Viejo Testamento en hebreo, con
interpretación interlineal latina; y una copia necesaria para el estudio de la
literatura sagrada. El último volumen, el VIII, consta de una serie de estudios
filológicos y arqueológicos sobre temas como medidas, vestidos, ornamentos
sagrados, geografía bíblica, etc.
Su influencia en la comunidad cristiana
de la época fue enorme, siendo traducida a los principales idiomas europeos.
Así, por ejemplo, The Cambridge History of the Bible asegura
que la Políglota de Amberes fue una valiosa ayuda para los
traductores de la Biblia inglesa King James Version de 1611.
También ejerció una notable influencia en la Políglota de París y
en la Políglota de Londres, dos importantísimas versiones editadas
en el siglo XVII.
BIBLIA POLÍGLOTA
REGIA
Aunque contaba con equipo de
colaboradores, casi todo el trabajo recayó sobre Arias Montano, que empleaba
entre 10 a 12 horas cada día, durante los 4 años. Esfuerzo reconocido por
Plantino, quien le recomendaba reducir su jordana laboral e incluso llegó a informar
al secretario real Gabriel Zayas del riesgo de caer enfermo
por agotamiento. La relación entre Plantino y Montano fue excelente. En la
biografía del impresor francés reconocía que además del texto de la Biblia,
también se desempeñaba en otras facetas de la escritura:
"Aunque
la razón principal del viaje de Arias Montano a Flandes es la de cuidar de la
impresión de la Biblia Regia, durante su estancia en Amberes preparó ediciones
de las obras de Fray Luis de Granada; supervisó la edición de los libros
litúrgicos destinados a España; coleccionó libros y manuscritos para la
biblioteca de El Escorial; despachó astrolabios, mapas y tapices para sus
amigos españoles se carteó con numerosas personas frecuentemente y todavía
encontró tiempo para colaborar en el gobierno de Flandes y para ser consejero
del rey."
Otro de los encargos de Felipe II
fue la adquisición de obras de arte de cualquier pintor flamenco, y la
recopilación de libros antiguos y interesantes que pudieran incrementar la
biblioteca personal del rey, embrión de la futura Biblioteca de El Escorial.
Habiendo sido uno de los
principales representantes de la Contrarreforma, pudo comprobar el ambiente de
hostilidad que se había gestado contra él desde algún sector de la Iglesia
debido a su heterodoxia cristiana y la publicación de la Políglota
Regia, donde rectificaba el texto de la Vulgata de San
Jerónimo. Tuvo que defenderse varias veces de insistentes acusaciones
inquisitoriales.
Uno de sus peores enemigos fue León de
Castro, catedrático de griego de la Universidad de Salamanca, que lo llamó
"el genio malo" y que había ejercido una nefasta influencia sobre
fray Luis de León, condenado en 1570, con sus conceptos "heréticos"
sobre las Sagradas Escrituras. Este lanzaba acusaciones de heterodoxia contra
la Políglota de Amberes sobre todo por no defender con
suficiencia la autoridad de la Biblia Vulgata latina de san
Jerónimo, consiguiendo en un principio que el Vaticano no autorizase su
difusión. Ante este atropello, Arias Montano tuvo que viajar a Roma, en 1572, y
presentar un ejemplar para su verificación.
La protección de Felipe II y el apoyo prestado
por un amplio sector de la Compañía de Jesús formado por los grandes teólogos
que le acompañaron en Trento le salvó de enfrentarse a un juicio con la
Inquisición.
El futuro de la Políglota Regia se
debatió durante la denominada Congregatio Concilii, donde el
cardenal Belarmino dictaminó:
"Esta Congregación general ha
sentenciado que nada contrario al texto latino de la Vulgata puede ser
cambiado, ni siquiera una palabra, una sílaba o una letra."
El veredicto de
la Biblia Regia por el papa Gregorio XIII se podía resumir en
dos aspectos: primero, se aceptó que, puesto que la Biblia ya estaba impresa,
el fallo definitivo debía suavizarse notablemente, en deferencia al rey de
España y en atención al gasto y al esfuerzo invertidos; segundo, se daba por
supuesto que, si la Biblia se hubiese examinado antes de la impresión, hubiera
sido condenada sin ninguna duda, puesto que mencionaba a varios herejes como
autoridades escrituristas. La Congregatio dio, en definitiva,
su aprobación, aunque sin mucho entusiasmo, pero el Vaticano dejó la última
decisión a los teólogos españoles por motivos diplomáticos, que tras grandes
disputas la aprobaron.
En realidad, bajo toda esta cuestión de la
Políglota se encontraba un problema central en las disputas teológicas del
siglo XVI: la cuál es el verdadero texto de la Biblia. Según los escolásticos,
que eran en general los más reaccionarios y estaba relacionados con la
Universidad de Salamanca, el texto hebreo del Viejo Testamento se había
falsificado por los rabinos; de aquí que aquellos prefiriesen la edición
autorizada por la tradición católica, es decir, la Vulgata de
San Jerónimo, para cuya traducción se creía que dicho santo recibió una gracia
especial. En realidad, bajo ese argumento se ocultaba en España un fuerte
impulso que nada tenía que ver con motivos científicos: el profundo
antisemitismo de grandes sectores de la población española, que llegaba hasta
el rechazo de fuentes judías en el trabajo escriturístico.
Un nuevo motivo táctico en la lucha contra el protestantismo
se unían a los anteriores. Precisamente porque Roma conocía las deficiencias de
la Vulgata, temía que dar libertad en este aspecto hubiese provocado una
multiplicación de nuevas traducciones, que, a su vez hubieran socavado la
unidad de la doctrina católica. En realidad, ésta fue la razón de más peso para
que el Concilio de Trento declarase "auténtica" la Vulgata; era una
medida puramente disciplinar y defensiva.
En contra de esta actitud estaban los
escrituristas no escolásticos, y al frente de ellos, Arias Montano. Este
intentó aplicar un método de traducción literal basado en la erudición
filológica, mediante el cual se propuso traducir exactamente lo que se hallaba
en el texto original; así prefería una interpretación literal (de verbo as
verbum) frente a los métodos alegóricos medievales (sensum de sensu
exprime). Y con ello, en el fondo, lo que hacía Arias Montano era seguir la
inspiración erasmista de "predicar a Cristo desde las fuentes", con
lo que se proclamaba en representante de un sector y un aspecto poco conocidos
de la Contrarreforma: el grupo de hebraístas que se aprestaban a atacar a los
protestantes con sus mismas armas, es decir, el estudio filológico de los
textos originales. En realidad, este biblismo español no era sino prolongación
del Erasmismo de la primera mitad de la centuria, que penetraba y se expresaba
en múltiples facetas del pensamiento contrarreformista. En conclusión, el
pensamiento de Arias Montano no es el de un representante típico de la
tradición oficial y reaccionaria de la Contrarreforma española.
FERNANDO ÁLVARES DE TOLEDO Y
CRISTÓBAL PLANTINO
Aguantó durante un año
más en Flandes, hasta 1575, acometiendo la misión secreta de ser consejero
del Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, gobernador
general en los Países Bajos. Arias Montano admiraba al general, poniendo de
manifiesto sus virtudes, pero no estaba de acuerdo en los métodos rígidos y
violentos que allí desplegaba. Por eso, tras conocer la forma de ser de los
flamencos, mantuvo conversaciones con el gobernador para que emplease una
actitud más suave y permisiva en su política. Finalmente, influyó en su
sustitución por Luis de Requesens.
Sobre el modo de gobernar en Flandes, Arias Montano escribió unos Advertimentos que
forman su teoría de sabiduría política y prudencia cristiana, muy al modo de la
literatura del Arbitrismo político de la época. Un correcto
gobernador cristiano debería destacar por su comprensión y su bondad, por eso
insistía en que "con la gente de la tierra el mostrase afable y blando en
cuanto al trato y conversación, entiendo sería de gran importancia para tan buen
propósito y efecto".
Sobre ética y moral del buen gobernador cristiano también escribió en
latín Dictatum christianum, el mismo daño de 1575.
Esta Lección Cristiana es un tratado sobre el modo de obrar
del hombre y de la familia cristiana en general, pero de forma particular
especifica las obligaciones de los reyes, príncipes, jueces, gobernadores,
mercaderes, etc. En esta obra se nota la influencia que ejerció sobre su
pensamiento Desiderio Erasmo de Rotterdam y su Manual
del caballero cristiano.
A su regreso a España, su predilección
iba a ser el retiro y descanso en su cueva ermita de Peña de Alájar, en la
Sierra de Aracena. Tras permanecer un par de años, fue comisionado nuevamente
por el rey para una misión cultural, la recopilación y catalogación de libros y
la organización de la Biblioteca Real del Monasterio de El Escorial,
enorme edificación que se estaba construyendo sobre la sierra de Guadarrama.
El origen estuvo en la biblioteca personal de Felipe II, quien fue atesorando
una selecta y abundante colección de manuscritos durante todo su reinado, que
se fue aumentando con la adquisición de nuevos libros por sus administradores
desplegados en los territorios de la Monarquía hispánica y la donación de las
bibliotecas privadas de sus grandes nobles. Durante su estancia en Amberes,
Arias Montano procuraba la adquisición de manuscritos antiguos de las más
diversas materias. Pero también trajo tratados relacionados con las ciencias
ocultas, la magia y la cabalística.
Desde que recibió el encargo de Felipe II, en 1577, hasta la conclusión de la
Biblioteca, en 1592, Arias Montano estuvo cuatro veces en El Escorial, algunos
periodos duraron varios años seguidos. Nunca quiso integrarse en la vida
monasterial, prefiriendo una morada en la villa, la casa de Sebastián
Santoyo, o en Navas de Marqués. Esta actividad fue alternada con largos
descansos en Peña de Alájar. Su cometido consistía en la catalogación,
clasificación y ordenación de los nuevos libros que iban llegando a la
Biblioteca.
Para organizar los manuscritos árabes
solicitó la colaboración del médico morisco Alonso de Castillo, consiguiendo
uno de los fondos más ricos de Europa en esa lengua. Colaboró con el arquitecto
Juan de Herrera y el pintor Pellegrino Tebaldi en la composición del programa
iconográfico de la Sala Principal. Suya fue la idea de colocar las esculturas
de los seis reyes de Judea sobre la fachada de la basílica. Por último, se
encargó de separar de la totalidad un conjunto de textos de peligroso contenido
esotérico, y guardarlo en otra biblioteca a parte a la que sólo podían acceder
el rey y él.
Y el resultado final fueron unos
excelentes y abundantes fondos bibliográficos que formaron una de las mejores y
más amplias Bibliotecas de su tiempo.
BIBLIOTECA REAL DEL
ESCORIAL
En medio de estas jornadas
escurialenses, Arias Montano fue requerido para asistir al Concilio
Provincial de Toledo de 1582, organizado por el cardenal Quiroga, y
cuya misión fue la comprobación de los decretos del Concilio de Trento en
España.
Todavía sería requerido en alguna ocasión más por el monarca, por ejemplo, para
examinar los misteriosos documentos hallados en Granada y que fueron conocidos
como libros plúmbeos o Plomos del Sacromonte.
La última fase de su vida, entre los años 1592 y 1598, repartió su tiempo entre
el Convento de Santiago de la Espada, en Sevilla, del cual era
prior, la Peña de Alájar, y el Monasterio Cartujo de Santa María de las Cuevas,
donde murió. Benito Arias Montano nació el mismo año que su rey Felipe II, al
que con tanta fidelidad sirvió, en 1527, y murió el mismo año también, 1598.
Fue enterrado en el Convento de Santiago, pero tras la desamortización de la
orden sus restos fueron trasladados a la cripta de la iglesia de la Universidad
de Sevilla, sede de la actual Escuela de Bellas Artes. Esta cripta es una
especie de Panteón de Hombres Ilustres donde se ubica su sepulcro, contiene un
bello epitafio con unos versos del literato Félix Lope de Vega dedicados
en su honor para su primera sepultura:
Aquí Montano reposa
de la Biblia Sacra un sol
un Jerónimo español
y un David en verso y prosa.
No se acabará jamás,
aunque en estas losas cupo
que, si muchas lenguas supieron,
son las que le alaban más.
Benito Arias Montano está considerado uno de los
más grandes humanistas de la segunda mitad del siglo XVI en Europa, algo que se
ha llamado Segundo Renacimiento. Su principal género literario por
el alcanzó tan alta relevancia fue la escriturística y de interpretación
bíblica. Destacan sus comentarios a los textos sagrados, sobre todo los
Profetas y los Salmos, los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, así como
varios estudios encaminados a la mejor inteligencia del texto bíblico. Por todo
esto, se le ha considerado a veces "El rey de nuestros
escrituristas", o también "El Jerónimo español".
La Políglota de Amberes ha sido muy elogiada y es bastante
general. Gerardo Vosio la denominaba "iraculum orbis" (milagro del
Mundo). Menéndez Pelayo le definió "el primer
escriturario del siglo XVI" en su Historia de las ideas estéticas
en España.
PEÑA ARIAS MONTANO
EN ALÁJAR
Relacionada con los textos
bíblicos fue el Liber generationis et regenerationis Adam (Libro
de la generación y regeneración de Adán), publicado en 1593, que aborda la
historia de la Humanidad desde la Creación divina hasta la llegada de Jesucristo.
La otra gran obra de este género es la Naturae Historia (Historia
Natural), sobre Astronomía, Geografía y Botánica, y que quedó inconclusa. Ambas
obras conforman lo que él denomino su Opus Magnum (Gran Obra), por ser de
creación propia y original.
Otro gran humanista europeo de su tiempo y amigo suyo fue Justo Lipsio,
quien reconoció el alcance de su obra literaria en una de sus misivas:
"Las dotes que solemos
admirar una a una repartidas en cada hombre, puede decir Benito Arias, que tú
las has alcanzado todas juntas. ¿Qué más santo que estudiar teología?, ¿qué más
raro que hablar y conocer extrañas lenguas, griego, latín, hebreo, caldeo,
árabe? No solo osas leer los poetas antiguos, sino expresarte en verso."
Era un excelente poeta
latino, cuya influencia le vino principalmente por Horacio, su escritor latino
de referencia. Su Rhetoricarum, libri IIII, de 1569, está
formada de hexámetros latinos. Es tratado de retórica en el que muestra su
fidelidad hacia personajes que habían sido perseguidas por la Inquisición, como
los humanistas Luis de la Cadena o Alfonso García Matamoros. Mientras
que, Humanae salutis monumenta, de 1571, está compuesto de
diversas odas sobre temas bíblicos. Poemata es el
recopilatorio de toda su obra poética latina, publicada en 1589. Su Hymni
et Saecula fue su última publicación. Por toda su abundante lírica
en latín, Menéndez y Pelayo le calificó como "un Lope en los versos
latinos".
Adquirió conocimientos en Medicina y cirugía durante su estudio en la
Universidad de Alcalá con Pedro de Mena, más tarde médico de Felipe II, y
posteriormente ampliados por las enseñanzas del gran cirujano Francisco de
Arce.
En cuanto a la Filosofía en sentido estricto,
Arias Montano nunca llegó a escribir una gran obra. Su pensamiento siempre
estuvo relacionado con la Teología y las Santas Escrituras. En ocasiones abordó
temas filosóficos como la naturaleza del hombre y de Dios, los conceptos de
ciencia y sabiduría, la clasificación de las cosas; en el segundo volumen de Apparatus trató
temas a veces considerados filosóficos como la interpretación de la lengua
santa, el lenguaje del gesto, las medidas hebraicas, la geografía bíblica, la
disposición del templo, las vestiduras sacerdotales, los ornamentos del culto y
la topografía de Jerusalén. Pero siempre mantuvo la desconfianza de la razón
por sí sola, buscando el magisterio divino, a través de la Revelación y las
Escrituras. Parece que quiso prescindir de la tradicional Escolástica, lo que
le relaciona con el Humanismo de Erasmo y de Valdés.
Todo esto le convierte en un pensador
independiente, que incluso se acercaba a la heterodoxia. El historiador Ben
Rekers ha demostrado en su biografía Arias Montano, publicada en
1874, que perteneció a la secta espiritualista de la Familia
Charitatis, a la que se convirtió durante su estancia en Amberes. Esta
secta fue fundada por Henrick Jansen Barrefelt, y también fue llamada La
Familia del Amor o Amigos de Dios, conocidos por los
miembros como Hiël. Tenía como principio básico la "identificación
personal con el Ser divino". Los familiaristas eran indiferentes respecto
a la adscripción a una iglesia determinada, y por tanto había católicos como
protestantes.
Se trataba de una religión personal e interior,
sin sacramentos, que admitía a creyentes de cualquier adscripción. En algunos
aspectos se acercaba al Erasmismo o al Neoestoicismo de Justo Lipsio. Adrián
Saravia, un calvinista que tuvo conocimiento directo de la secta, escribió que
"no le parece muy lejana de la de los estoicos, según la cual los hombres
tienen en sí mismos la felicidad y el sumo bien, si quieren". Rekers
insistió también en este aspecto, sus tendencias neoestoicas.
Arias Montano entró en la secta por la amistad
que mantuvo durante sus años en Amberes con el impresor Cristóbal Plantino.
Aquella relación de trabajo casi a diario entre ambos, se mantuvo mediante
correspondencia epistolar cuando el teólogo regreso a Madrid. En esas misivas
expresó de forma clara su adhesión a Hiël, seudónimo sólo
comprensible a los iniciados, y cuya pertenencia le hacía "sentirse
exiliado en su propio país", según explica Ben Rekers. No fue el único
español afincado en Flandes que profesó esta idea, también pertenecía algunos
discípulos del humanista judío converso español Luis Vives, ferviente
erasmista que vivió en Brujas.
En cuanto a la heterodoxia de esta adscripción,
no concedían importancia a la celebración de prácticas religiosas exteriores.
Seguramente fue una táctica ante el peligro de parecer contrarios a los
principios de la religión oficial. Pero los familiaristas, nunca actuaron
contra el poder establecido del Estado ni contra el poder temporal del
Vaticano, sino que simplemente ignoraban su autoridad.
La influencia del Familiarismo en la vida de Arias
Montano explica la mayoría de sus actitudes políticas, religiosas e
ideológicas. En los años de su estancia en Flandes, cambió su actitud respecto
a la política española en aquellos dominios, desde el mantenimiento del
autoritarismo y la intolerancia hasta la clemencia práctica y la tolerancia
religiosa; así se constituyó un pequeño grupo, enemigo tanto de la Inquisición
como del rígido sistema calvinista, que logró influir en la política española
para darle un cariz más tolerante y permisivo.
En lo que respecta a su actividad como escriturario, fue determinante su
pertenencia al Familiarismo en su pensamiento filosófico y teológico. La
conclusión de Rekers en este sentido dice:
"Arias Montano
extrajo su inspiración escriturística en este período de su vida casi
exclusivamente de esta fuente espiritualista, y consideraba los escritos de
Hiël casi más importantes que el texto mismo de la Biblia… Sus interpretaciones
de aquellos pasajes de la Biblia que resultaban demasiado oscuros para el
erudito método de Arias Montano adquirían rango de verdad exclusiva para un
hombre que se había esforzado antes por alcanzar un método de exégesis literal
y seguro y que había desechado la tradición alegórica medieval."
Esta forma clandestina de Erasmismo
hizo su aparición camuflada de biblismo y espiritualismo en la España de
finales del siglo XVI. A causa de la enorme influencia de Arias Montano en
determinados círculos religiosos e intelectuales, el Familiarismo ganó una
serie de adeptos, especialmente en los lugares de El Escorial y de Sevilla.
Durante la formación de la Biblioteca escorialense, surgió el primer grupo
familiarista, cuya principal figura fue fray José de Sigüenza,
discípulo de Arias Montano y autor de una conocida Historia de la Orden
de San Jerónimo. En 1592, fue involucrado en un proceso inquisitorial,
junto a su mentor Arias Montano, del que salieron rehabilitados. Años después
de haber fallecido Felipe II, sus obras serían condenadas y prohibidas. En
general, la trayectoria espiritual de los monjes jerónimos que custodiaban el
monasterio se vio influenciada por la doctrina familiarista. No se sabe con
exactitud quieren eran todos sus miembros, pero parece seguro que entre ellos
estaban los padres Juan de San Jerónimo y Bartolomé de Santiago; también el
prior Lucas de Alaejos.
En Sevilla, ciudad con la que mantuvo una asidua relación durante los últimos
años, parece que figuraban los siguientes miembros: los biólogos Simón de Tovar
y Francisco Sánchez Oropesa; los canónigos Luciano Negrón y Francisco Pacheco,
el consejero municipal Diego Núñez Pérez. Algunos de los más importantes
discípulos de Arias Montano durante estos años fueron Juan Ramírez Moreno y
Pedro de Valencia.
SEPULTURA DE BENITO ARIAS MONTANO
Instituciones promotoras del
humanismo español
Los principios y valores del Humanismo
español de los siglos XV y XVI se desarrollaron en la sociedad a
través de tres instituciones o movimientos: las Universidades, las Bibliotecas
y la Imprenta.
Durante el siglo XV, en la España peninsular se
fundaron cerca de veinte universidades, proceso que continuó
durante casi todo el siglo XVI, y se expandió a los virreinatos de América.
Destacaron las de Salamanca, Valladolid y Alcalá.
Las nuevas bibliotecas fueron
consecuencia del interés de algunos nobles y literatos por adquirir libros de
textos clásicos como los de Séneca, Cicerón, Tácito, etc.
Durante el último cuarto del siglo XV se
instalaron las primeras imprentas por muchas ciudades de
España, desarrollándose una industria impresora en ciudades con una intensa
actividad universitaria y cultural.
Un aspecto que ayudó al despertar del Humanismo
fue el desarrollo de la prosa romance en el siglo XIV,
destacando las obras literarias del arcipreste de Hita Juan Ruiz, el infante
Juan Manuel, y el canciller Pedro López de Ayala.
En el siglo XV, tránsito de la Baja
Edad Media y la Edad Moderna, surgieron una serie de condicionantes para la
aparición de un Prehumanismo en los principales reinos cristianos
de Europa, incluidos los reinos que conformarían España. Esta tendencia
humanista no solo estuvo influenciada por el aporte italiano, sino que encontró
aspectos sociales e intelectuales para que este movimiento fuese apareciendo y
desarrollándose en territorios español durante el siglo XV, hasta tener una
auténtica eclosión del Humanismo durante el XVI.
Ya en los siglos XIII y XIV, en los representantes del pensamiento escolástico se
daban algunas características de un Humanismo incipiente, como es la atención
que prestaban a los textos clásicos paganos de la Antigüedad o el interés por
los primeros humanistas italianos.
Los últimos escolásticos y los primeros humanistas convivieron y debatieron en
aquel momento crucial de la cultura y el pensamiento occidental. En este
sentido, las órdenes religiosas y las universidades medievales, que habían
ocupado el primer plano de la cultura desde el siglo XIII, vieron mermada su
influencia por las Cortes (reales y papales) y por los ambientes nobiliarios,
en torno a los cuales se desarrollaron las nuevas inquietudes. Incluso las
universidades, basadas en los estudios generales catedralicios, fueron
condicionadas por los beneficios y privilegios que fueron concediéndoles reyes
y papas. De ellas fue surgiendo una nueva clase social o gremial: el letrado.
El letrado era considerado por documentos de la época como un "hombre de
saber", una expresión del cambio social que se estaba produciendo en los
siglos de la Baja Edad Media. Eran momentos en que un creciente pluralismo
estamental llevaba a una paralela diversificación de funciones sociales. El
nuevo grupo social de los letrados fue adquiriendo una conciencia estamental
por su valor y aportación a la comunidad mediante el empleo de su profesión:
consejeros, jueces, notarios, escribas, literatos, etc.
Ahora bien, los letrados no fueron los únicos artífices del florecimiento del
Humanismo. Junto a ellos estuvieron una serie de infraestructuras lo que
potenciaron. Entre estas ocuparon una labor destacada las universidades, las
bibliotecas y el desarrollo de la imprenta.
1. LAS UNIVERSIDADES
Un primer promotor del movimiento renacentista a nivel
europeo fue el papa Benedicto XIII, conocido como Pedro de Luna,
que ocupó en Aviñón el pontificado entre 1394 y 1416, fecha en que fue
depuesto, retornando al castillo de Peñíscola. La Corte de Aviñón se
convirtió en centro de encuentro de diversas corrientes intelectuales, en gran
parte promovidas por Pedro de Luna. Este pudo atraer a su Corte a buen número
de profesores y graduados de los reinos hispánicos, generándose en torno suyo
un creciente interés por los textos clásicos. Aviñón se convirtió en foco
irradiador para la nueva conciencia prehumanista española, y el papa Luna trató
de potenciar la labor universitaria mediante nuevas concesiones y privilegios,
lo que mejoró la calidad de la enseñanza y aumentó la cantidad de alumnos.
Este impulso generó dar un fuerte ritmo
fundacional de estudios mayores por todo el territorio español. Así, durante el
siglo XV, en la España peninsular se fundaron cerca de 20 universidades,
proceso que continuó durante casi todo el siglo XVI: Barcelona, Toledo (1485),
Sigüenza (1485), Valencia (1501), Sevilla (1502), Ávila (1504), Santiago de
Compostela (1506), Alcalá de Henares (1508), Sahagún (1534), Granada (1540),
Gandía (1546), Osuna (1548), Oñate (1548), Burgo de Osma (1554), Zaragoza
(1574) y Oviedo (1608). Además, se mantendrían abiertas la de Salamanca y la de
Valladolid, fundadas durante la Baja Edad Media.
El resultado fue que en 1619, entre
universidades mayores y menores, llegaron a funcionar hasta una total de 32 y
unos 4.000 estudios de Gramática. Las universidades mayores eran aquellas que
tenían todas las facultades: Artes, Cánones, Gramática, Leyes, Medicina y Teología.
Entre esta destacaron las de Salamanca, Valladolid y Alcalá.
2. LAS BIBLIOTECAS
Muy vinculada a la función de universidades está la
creación de bibliotecas, producto del deseo de adquirir y multiplicar los
libros existentes. Entre los nobles y hombres cultos de la época se produjo una
intención de formar su biblioteca personal, alguna de las cuales alcanzaron
cierta relevancia, por ejemplo, las de Íñigo López de Mendoza, marqués de
Santillana; Fernán Pérez de Guzmán, señor de Batres; y Enrique de Aragón,
marqués de Villena. Menos fama obtuvieron las bibliotecas creadas por Rodrigo
Alonso de Pimentel, conde de Benavente; Sancho Palomeque, obispo de Cuenca;
Pedro Ponce de León, obispo de Plasencia; Luis Núñez de Guzmán, maestre de
Calatrava; Juan de Segovia, etc.
En Cataluña, el reinado de Martín I el Humano, entre los años
1395 y 1410, fue decisivo en este aspecto, especialmente en la influencia
italiana sobre las letras renacentistas. Tras una estancia en Sicilia, dos de
sus consejeros se dejaron influir por aquel ambiente latinista: el secretario
de la Tesorería, Bernat Metge, y el predicador de la Corte, Antoni Canals. Las
traducciones de Petrarca y de Dante, así como otras versiones del gusto
clásico, se unieron a creaciones originales del mismo estilo. El rey Martín I
impulsó las versiones de moralistas paganos, entre los que despuntaron Séneca y
Cicerón, llegando a reunir 300 códices. El papa Pedro de Luna (Benedicto XIII)
se implicó y remitió a Martín I una enciclopedia senequista inventariada en
orden alfabético, compuesta por el italiano Lucas Mannelli, obra que fue
vertida al catalán bajo el título de Taula per alphabet de tots els
llibres de Séneca.
BIBLIOTECA DE LA CASA-MUSEO DE LOPE
DE VEGA
La influencia de Séneca a la
literatura catalana lo fue tanto como a la castellana. Ejemplo de ello son el
florilegio senequista Flors o Autoritats, formado con extractos de
las Cartas a Lucilio. Antoni Canals había traducido De
providentia; Pere Mollá compiló una Sumari de Séneca; y Antoni
Vilaregut comenzó la traducción de diez tragedias de Séneca.
Esta tendencia senequista fue general en los humanistas españoles de la época.
En Castilla, una gran parte de la obra literaria de Íñigo López de
Mendoza era senequista: Doctrinal de privados; Proverbios; Diálogos
de Bías contra Fortuna; Doctrinales; Comedieta de Ponza.
Fernán Pérez de Guzmán aprendió italiano a partir de la Divina
comedia de Dante. Estuvo influenciado por el humanista y amigo suyo
Alfonso de Cartagena y por la filosofía estoica al que pertenecía Séneca, cuya
inspiración dio como resultados los libros Floresta de Filósofos, Libro
de Job y Proverbios.
Enrique de Aragón poseyó una biblioteca con un registro de 146
autores distintos, con predominio de las obras de Séneca o de Cicerón.
Sus Consolatoria es una imitación de las Consolaciones de
Séneca, y su libro De los doce trabajos de Hércules es una
interpretación de los mismo desde una perspectiva estoico-senequista.
3. LA IMPRENTA
El gran impulso para la formación de bibliotecas
fue la invención de la imprenta, en un momento en el que la sociedad prerrenacentista
de Europa se estaba interesando en la posesión y lectura de libros. Aunque
el descubrimiento de Juan Guttenberg tuvo lugar hacia 1436, no se llevó a la
práctica hasta que recibió el apoyo financiero de sus socios Juan Fust y Pedro
Schoeffer, que le permitió publicar los primeros incunables, entre ellos
la Biblia de 42 líneas o Biblia Mazarina,
considerada como el primer libro impreso.
Los letrados y humanistas españoles
fueron los grandes impulsores y beneficiarios de este revolucionario
instrumento de difusión cultural. La primera imprenta española fue
instalada en Valencia, en 1474, e inmediatamente después llegaron a otras
ciudades: Zaragoza y Barcelona (1475), Sevilla (1476), Lérida (1479), Mallorca
y Salamanca (1480), Guadalajara, Zamora, Gerona, Toledo y Huete (1482),
Tarragona (1484), Murcia (1487), Pamplona y Valladolid (1492), Granada (1496),
Alcalá de Henares (1502), Santiago de Compostela (1504), Medina del Campo
(1511).
Alguna ciudad llevó a tener varias
imprentas, debido a que tenían una agitada vida universitaria y
cultural. Por ejemplo, Salamanca instaló las presas de
Domingo Portinariis y Alfonso de Neila, entre otras; el Colegio de San Esteban
tuvo su propia imprenta, dirigida por Antonio y Andrés Reatenaut. Los hijos
de Antonio de Nebrija también emprendieron el negocio
editorial mientras el gran latinista impartía su cátedra de Retórica en la
Universidad salmantina, de hecho, sus Introductiones latinae fueron
la segunda obra impresa en esta ciudad.
En Alcalá de Henares alcanzaron cierta
fama las imprentas de Miguel de Eguía y de Sancho de Ezpeleta. También en
Valencia, Valladolid y Zaragoza se instalaron varias empresas de impresión de
códices.
IMPRENTA RENACENTISTA ESPAÑOLA
4. LA PROSA ROMANCE
Un aspecto que ayudó al despertar
del Humanismo en España fue el desarrollo de la prosa romance. Tres escritores
aportaron al idioma castellano un fuerte impulso en el siglo XIV:
1. el arcipreste de Hita, Juan Ruiz, autor del Libro del
buen amor
2. el infante Juan Manuel, con su libro Conde de Lucanor se
adelantó a la literatura didáctica del siglo XV
3. el canciller Pedro López de Ayala, autor del Rimado de
Palacio y traductor de Boccaccio
Estos tres escritores dominaron el panorama literario del siglo con una
personalidad y originalidad que fomentó un nuevo ambiente cultural. Su
sensibilidad estuvo basada en una presencia personal de sus sentimientos y
opiniones, aportando una especie de autobiografía a sus producciones, en claro
contraste con el impersonalismo medieval. En el caso de López de Ayala, su
literatura íntima parece anticipar la creación de nuevas corrientes. Aunque no
desaparece el tono didáctico de la época anterior, se trata de un didactismo de
amplio carácter moral, muy alejado del tono eclesial y casuístico propio del
Medievo.
El crítico literario Ángel del Río se refirió a este fenómeno en su Historia
de la literatura española:
"Aunque la
literatura se supedita hasta hasta cierto punto a un propósito didáctico, el
didactismo adquiere signo distinto. No va encaminado ya a la propaganda
religiosa (menester de clerecía), o a la divulgación científica (obra
alfonsina), sino al adoctrinamiento del hombre, sea en situaciones vitales y
hasta íntimas, sea en si trato con los demás (amor, amistad o enemistad) o con
la sociedad. Un didactismo de enorme amplitud comparado con el anterior, en el
que caben los jocundos consejos de Arcipreste a los enamorados, el moralismo
intelectual de don Juan Manuel y la severidad ascética de Ayala."
JUAN RUIZ, JUAN MANUEL Y PEDRO LÓPEZ DE AYALA
Beatriz Galindo “La
latina”
Docente de Reinas
Escritora y humanista salmantina,
apasionada por el estudio de la cultura clásica, Beatriz Galindo desarrolló
una meritoria labor docente como profesora de Letras latinas en la Corte de los
Reyes Católicos, impartiendo clases a las jóvenes damas cortesanas, a las
infantas y a la reina Isabel I.
Apodada la Latina,
por su profundo conocimiento del latín que había cultivado desde muy joven, fue
una de las más destacadas humanistas españolas y europeas del
Renacimiento. Además, emprendió una importante labor de beneficencia y
humanitarismo, fundando hospitales y conventos en la villa de Madrid,
a comienzos del siglo XVI.
Beatriz Galindo nació en Salamanca en 1465. Pertenecía a una
familia de la baja nobleza zamorana algo mermada en rentas, que la orientó
desde joven a la vida religiosa. Por eso, siendo una niña se instruyó con
esfuerzo en las disciplinas gramaticales y latinas, para entender mejor
las Santas Escrituras, la liturgia y los rezos, en alguna academia
dependiente de la Universidad de Salamanca.
Debido a su gran inteligencia y a su
especial aptitud innata para la aprendiza del latín, consiguió a la edad de 16 años
ya tuviera fama de leer, traducir y hablar con fluidez. Por eso recibió el
pseudónimo de la Latina.
El latín era considerado un lenguaje
culto, muy utilizado en las ciencias y las humanidades, así como para actos
religiosos y para la diplomacia política, por tanto, era una materia educativa
muy importante para entender muchos de los documentos que se escribían.
Probablemente, fue la primera mujer en
acceder como alumna a los Estudios Generales de la Universidad
de Salamanca, donde tuviera como maestro al insigne latinista Antonio
de Nebrija, autor de la primera Gramática de la Lengua Española en
1492. Pronto fue reconocida como experta en textos clásicos, siendo Aristóteles
su autor predilecto del cual realizó varios comentarios a sus obras. Pudo
impartir clases en la Universidad. Y no
solo dominaba las lenguas clásicas, sino que conocía casi todo el saber
humanista de la época, incluyendo la filosofía, la teología y la medicina.
UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
El
año de 1486 fue decisivo en la vida de Galindo, giró de la vida monacal a la
cortesana. La reina Isabel buscaba preceptores para la educación
de sus hijos, además sabía que su educación en latín no era suficiente.
Cuando tenía tan solo 21 años, Galindo fue requerida para dedicarse a
diversas actividades docentes y culturales en la Corte de Castilla. Se
convirtió en la primera mujer dedicada a la docencia de manera profesional en
España, siendo maestra tanto de la reina Isabel como de sus hijas, que serían
más tarde monarcas en otros reinos de Europa.
El cronista real Fernández de
Oviedo relató este hecho en su obra Batallas y quincuagenas:
"Muy grande gramática y honesta y
virtuosa doncella hijadalgo; y la Reina Católica, informada de esto y desenado
aprender la lengua latina, envió por ella, y enseñó a la Reina latín, y fue
ella tal persona que ninguna mujer le fue tan aceptada de cuantas Su Alteza
tuvo para sí."
Es improbable que durante su estancia
fuese nombrada camarera real, puesto reservado para personajes de la alta
nobleza. Pero si que fue preceptora o institutriz de las infantas y futuras
reinas Juana de Castilla, Catalina de Inglaterra, María de Portugal e Isabel de
Portugal, a la cuales impartió clases de latín y textos clásicos.
REINAS A LAS QUE IMPARTIÓ CLASES
El humanista Juan
Luis Vives escribió en su obra De Institutione Feminae
Christianae sobre el buen conocimiento del latín que alcanzaron las
infantas durante su actividad en Brujas:
"La
edad nuestra vio aquellas cuatro hijas de la Reina doña Isabel que arriba
nombré tener muy buenas letras. De todas partes me cuentan en esta tierra
(Flandes), y estos con grandes loores y admiración, la reina doña Juana haber
respondido de presto en latín. Lo mismo dicen los ingleses de su Reina doña
Catalina de España… y también de las otras dos que murieron Reinas de
Portugal."
Lo
que si es seguro que impartió clases de latín a un grupo selecto de damas de la
Corte. En 1493, la propia reina Isabel asistió a las clases particulares de
Galindo con perseverancia, hasta que aprendió la lengua romana con fluidez,
consciente de que el dominio del latín era necesario para las actividades
diplomáticas. Su marido, Fernando, lo había aprendido desde niño, una
muestra más del nivel de preparación política de los Reyes Católicos.
Fue tan importante la labor docente
desempeñada por Galindo y la confianza ganada por la reina que fue aceptada en
la Corte de forma permanente. De hecho, llegó a ser una de las consejeras más
cercana a Isabel, asesorándola siempre que era requerida. Compartieron
preocupaciones del momento y una profunda religiosidad que las unía en momentos
difíciles.
El
humanista italiano Lucio Marineo Sículo, que estuvo también en la
Corte y conoció directamente a Galindo, dejó escrito este testimonio
sobre ella:
"Camarera y consejera de la misma
Reina, mujer muy adornada de letras y santas virtudes, la cual, así por estas
como por la doctrina singular, fue muy probada y bienquista en la casa real; y,
por la lengua latina que hablaba sueltamente, fue dicha por sobrenombre la
Latina."
SELLO DE BEATRIZ GALINDO |
Para la mentalidad del siglo XV era impensable que una mujer tuviera un mínimo acceso a la formación. Y en este contexto, hubo mujer pioneras en la incorporación de la mujer al mundo universitario, como Beatriz Galindo o Luisa de Medrano, puesto que hasta el siglo XIX las españolas no pudieron ingresar en las universidades por cauces oficiales.
Beatriz Galindo formaba parte de un grupo de mujeres educadas desde su infancia en las lenguas clásicas, latín y griego, y a las que se instruyó con todo el saber del Humanismo, exceptuando la retórica, que se suponía propio de los varones ya que preparaba para la política y la guerra. Formaron parte de las cortes renacentistas peninsulares durante los siglos XV y primera mitad del siglo XVI y tuvieron como impulsoras principalmente a la reina Isabel de Castilla y a María de Portugal.
Isabel promovió la llamada Casa de la Reina,
como un espacio de lecturas y tertulias para mujeres eruditas. Uno de los
libros de aquella biblioteca fue La ciudad de las damas, escrito en
francés por Christine de Pisan. Otras promotoras de iniciativas femeninas
culturales como esta fueron Isabel de Villena o Teresa de Cartagena, que
intentaron dar respuesta a la denominada Querella de las mujeres.
BEATRIZ
GALINDO E ISABEL I LA CATÓLICA
Entre aquel grupo de mujeres
renacentistas también destacaron:
Luisa de Medrano fue la primera profesora de una universidad
hispánica.
Francisca de Nebrija colaboró junto a su padre en la elaboración
de la Gramática y le sucedió en la cátedra de retórica.
María Pacheco, mujer de Padilla e hija del conde de Tendilla,
fue apodada la Comunera de Castilla por ser vanguardia en la
rebelión de las comunidades contra Carlos V.
Anada de Cervatón, señora de Chucena, fue dama de honor de la reina
navarra Germana de Foix.
Juana de Contreras fue, como la anterior, discípula y
corresponsal de Lucio Marineo Sículo.
Y otras como Ángela de Carler, Isabel
de Vergara, Luisa Sigea, Beatriz de Bobadilla, etc.
Otras ilustres humanistas de Salamanca
contemporáneas de Beatriz Galindo fueron:
Matilde Chenier fue escritora de cuentos, de asuntos locales
y sobre Santa Teresa de Jesús y La Celestina.
Clara Clistera se dedicó a la ciencia médica y fue
reconocida hasta por el doctor Laguna.
En
cuanto a su producción literaria fue más bien escasa, por dedicarse al estudio
y la docencia, más que a escribir, procurando difundir la cultura del
Renacimiento en el ámbito femenino, en especial la lengua latina clásica. Se
conservan unos Comentarios a Aristóteles dedicados a la
reina, también una serie de cartas y poesías latinas. Su Testamento, escrito
por ella misma, está considerado como una obra literaria maestra.
Galindo llegó a reunir una magnífica
biblioteca personal, muy utilizada para su aprendizaje. Una de las pocas
mujeres de la época que consiguió tal privilegio, debido a su dedicación a las
letras. Tras su muerte, todos aquellos libros fueron donados a su convento de
la Concepción Jerónima.
Su
popularidad de mujer culta y renacentista perduró en el tiempo y, un siglo
después, el dramaturgo Félix Lope de Vega le realizó su
personal homenaje en Laurel de Apolo, Silva V:
"Como aquella Latina
que apenas
nuestra vista determina
si fue mujer o inteligencia pura,
docta con hermosura
y santa en los difícil de la corte;
mas, ¿qué no hará quien tiene a Dios
por norte?"
En
1491, contrajo matrimonio con Francisco Ramírez de Madrid, a la
edad de 25 años, tal vez por recomendación de su reina amiga. Él
era de edad madura, tenía 45 años, viudo de Isabel de Oviedo desde
1484, y con cinco hijos de aquel matrimonio. Era un
prestigioso militar con el grado de capitán real de
Artillería, conocido como el Artillero. Había sido criado
de Enrique IV, rey anterior y hermano de Isabel, escribano de la fábrica de
moneda de Segovia y alcaide de Toledo.
Tras
morir Enrique IV, Ramírez de Madrid se puso a disposición del ejército de
Isabel durante la Guerra entre los partidarios de la católica y los de la
Beltraneja. Destacó en la batalla de Toro, en 1476, lo que le hizo ascender a
secretario real. Además, tomó parte en la Guerra de Granada de
1482-1492 contra los islámicos nazaríes. En aquel momento era secretario
del Consejo Real y hombre de confianza del rey Fernando.
El
matrimonio duró casi diez años, del cual nacieron dos hijos varones: Fernán y
Nuflo. En 1501, Ramírez de Madrid murió combatiendo contra los mudéjares
que vivían en la sierra de Ronda durante la rebelión de las Alpujarras de
Granada.
Aunque
enviudó a los 36 años, la reina quiso que se mantuviera en la Corte,
dedicándose a la docencia y el estudio, incluso a la de sus hijos. Pocos años
después, en 1504, fallecía Isabel la Católica en Medina del Campo, su gran
amiga y protectora. Acompañó al cortejo fúnebre en su viaje y enterramiento en
la catedral de Granada y, posteriormente, renunció a permanecer en la Corte.
Se
instaló en la villa de Madrid, concretamente en el palacio de
Viana que era propiedad de su exmarido. Este edificio estaba ubicado
en la calle Duque de Rivas nº1 esquina con Concepción Jerónima, y con el paso
del tiempo ha cambiado de estilo y propietario, permaneciendo su nombre
original. En la actualidad es parte del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Fue
su nuevo hogar donde vivió y realizó una inmensa labor
caritativa, intelectual y religiosa durante 30 años hasta
su muerte. Aprovechando las tierras que había recibido de Francisco
Ramírez, hizo construir edificios para la beneficencia y
religiosidad. Pero durante aquellos años vio frenada su vida docente
debido a los cambios políticos que se estaban acometiendo en España.
En
1499, Galindo fundó el primer hospital para pobres de Madrid, situado en
la actual calle de Toledo, cerca de la plaza de la Cebada. Fue el conocido Hospital
de la Concepción de Nuestra Señora que después fue llamado
popurlarmente Hospital de la Latina, que financiaba con su patrimonio y
gestionaba de forma personal para el cuidado de los enfermos y
necesitados. Un año después, la bula del papa Alejando VI confirmaba que
se denominaba popularmente como el de la Latina.
Entre
1502 y 1512, fundó el primer convento bajo la advocación de la Inmaculada
Concepción. Por eso, tuvo un pleito con la ermita y convento de San
Francisco de Asís, pues aseguraba que Francisco Ramírez le prometió la
propiedad del mismo. En el tribunal de La Rota, los franciscanos ganaron el
juicio, y aunque la propiedad fue de ellos, la benefactora fue Galindo. El
nuevo Convento de la Concepción Franciscana estaba
contiguo al Hospital de la Latina.
En aquella ermita y convento de San
Francisco de Asís del siglo XVI, se emplazó la actual basílica de San Francisco
el Grande del siglo XVIII.
En
1509, fundó el Convento de la Concepción Jerónima, con la
finalidad de solucionar el ligio con los franciscanos del Convento de la
Concepción Franciscana. A este se trasladaron las monjas jerónimas que ocupaban
el primero.
Ambos conventos estaban destinados a
hijas de nobles o hidalgos, en las que Galindo impartía clases de latín y
gramática española a mujeres sin recursos.
En
su construcción previa, la reina Isabel ya había participado en la
financiación con cuantiosas donaciones. Tras su muerte, Galindo continuó
con las obras aportando los subsidios necesarios. Así lo dejó escrito en su
Testamento:
"Todo lo que he gastado en los
edificios y dotaciones de los dichos monasterios y hospital ha sido de algunas
mercedes que la Reyna doña Isabel, nuestra señora que haya santa gloria, me
hizo, así para los dichosos edificios y dotaciones como para el gasto de mi
persona y casa, del cual gasto y me retraxe todo lo que pude, viviendo pobre y
estrechamente, después que el secretario, mi señor, murió."
PORTADA Y ESCALERA DEL HOSPITAL
En 1524, fue visitada por Carlos
V, el monarca más importante de la Europa de su tiempo. El emperador quiso
saber por su propia experiencia cómo eran sus abuelos maternos, los Reyes
Católicos.
En el Convento de la Concepción Jerónima permaneció como su residencia habitual
durante su retiro los último 10 años de su vida, hasta que murió en 1535,
siendo enterrada allí. Su familiar más directo vivo por aquel año era una nieta
Beatriz, ya que sus dos hijos habían muerto anteriormente.
Unos
años antes de su muerte, Galindo encargó realizar dos bellos sepulcros
ornamentados con una figura yacente, labrados en alabastro, de gran
valor artístico en estilo renacentista plateresco, que se colocaron en la
iglesia del Monasterio de la Concepción Jerónima con objeto de que sirviera
para su futura sepultura. Eran dos grupos escultóricos enfrentados cuyas
figuras yacentes representaban a su esposo Francisco Ramírez de Madrid y a ella
misma en actitud de rezo.
Galindo tenía la intención de ser
enterrada en este sepulcro, quedando el de su marido vacío, porque no se pudo
recuperar su cuerpo tras caer en la Guerras de las Alpujarras. Pero, más tarde,
rectificó y expresó su voluntad de:
"… que me entierren en el
monasterio de la Concepción de la Madre de Dios de la Orden de San Jerónimo, en
el Coro Bajo y que mi enterramiento se haga llanamente como se hace a un pobre
de los que mueren en el Hospital."
Y así se hizo su voluntad, de tal
manera que ambos cenotafios quedaron vacíos, siendo conservados como meros
objetos artísticos más que funcionales.
CENOTAFIO DE BEATRIZ GALINDO |
Transcurridos
varios siglos después, el Hospital de La Latina y el Convento de la Concepción
Jerónima, situados en la calle de Toledo fueron derribados por su estado de
ruinoso, en 1890. Entonces, la comunidad de monjas
jerónimas que allí vivía se trasladó a la nueva sede en la calle Lista, esquina
con la calle Velázquez, en el barrio de Salamanca. El ataúd de Galindo,
enterrado en el Coro Bajo, también se trasladó a la nueva ubicación. Su destino
final fue el suelo de la iglesia del Convento de la Concepción, tapada con una
gran losa labrada, cuyo epitafio está grabado el lema:
"Aquí yace Beatriz Galindo, la
cual después de la muerte de la Reina Católica, se retiró en este monasterio y
en el de la Concepción Franciscana, de esta villa, y vivió haciendo buenas
obras hasta el año 1535 en que falleció."
Durante la Guerra Civil entre los años
1936-1939, las milicias republicanas convirtieron el convento en un cuartel
militar.
En
1967, el convento de la calle Lista fue vendido, demolido y sobre el suelo se
construyó un moderno edificio financiero, dándosele el nombre de Edificio
Beatriz, en recuerdo a Galindo. El sepulcro fue trasladado a la actual y
cuarta sita en El Goloso, cerca de Alcobendas, adquiriendo el nuevo Convento de
la Concepción Jerónima un estilo arquitectónico más modernista. En la iglesia
del convento se abrió una capilla para albergar la tumba de la
Latina. Pero los restos de su cuerpo fueron depositados en su cenotafio de
alabastro, junto al de su marido, con las dos figuras adyacentes, y allí están
expuestos en la actualidad.
Durante este tiempo de definitivo
traslado, se encargó la escultura de otros dos cenotafios de parecidas
características para el Convento de la Concepción Franciscana, por iniciativa
del Ayuntamiento de Madrid. Se trataba de hacer un homenaje a la fundadora de
este otro templo. Pero su destino final fue el Museo de San Isidro, también
llamado Museo de los Orígenes de Madrid, situado en la plaza de San Andrés.
En
la actualidad, Madrid dedica un distrito y un barrio homónimos dedicados a su
memoria. El barrio de la Latina está al este del río
Manzanares (interior de la M30), en el casco antiguo, también llamado Madrid de
los Austrias, por emplazar allí el hospital y conventos. Está delimitado
con la catedral de la Almudena por el norte, con el río por el oeste y con la
Puerta de Toledo en el sureste. El teatro de la Latina está ubicado en una
sección del lugar que ocupaba el hospital.
El distrito de la Latina está
al oeste del río Manzanares (exterior de la M30), que formaba parte del
distrito de Carabanchel desde 1948, cuando el Ayuntamiento anexionó los pueblos
de Carabanchel Alto y Bajo. En 1971, se dividió este amplio distrito en tres,
resultando el de La Latina en el entono de la calle Virgen del Puerto y la
cuesta de Extremadura. Justo en él, en la plaza de la Puerta del Ángel, se
colocó un monumento a Beatriz Galindo en 1999. Es una estatua colosal de
bronce, obra de José Luis Parés, que representa a esta docta salmantina de
nacimiento y madrileña de adopción sentada ante su escritorio.
Algunos de los restos de la obra
arquitectónica de Galindo han sido reubicadas en otras instalaciones. La
portada del hospital fue trasladada a la Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de Madrid y su escalera a la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas en la plaza de la Villa. Permanece en su honor la calle Concepción
Jerónima, donde estuvo situado el convento, y el muy remodelado palacio de
Viana.
ESCULTURA DE BEATRIZ GALINDO |