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El Magdaleniense: la consagración de
los artistas prehistóricos.
El visitante que llegue a la actual Cantabria, pronto se
dará cuenta que está pisando uno de los territorios donde nuestros antepasados
dejaron mayor constancia de su condición de artistas. Cientos de cuevas están
jalonadas con las más ricas pinturas prehistóricas, además diez de ellas han
obtenido la consideración de Patrimonio de la Humanidad. Dichas pinturas tienen
cerca de 40.000 años de antigüedad, pero será los periodos finales del
Paleolítico cuando sus artistas nos ofrezcan los más espectaculares ejemplos.
Hoy en Caminando por la Historia, intentaremos presentaros un poco mejor a
estos antecesores que habitaron las costas del Cantábrico, en las postrimerías
del Paleolítico.
El Magdaleniense.
Aunque en el
presente artículo nos vamos a ceñir mayoritariamente al espacio geográfico de
la cornisa Cantábrica, por otro lado el lugar más prolífero en cuanto a restos
arqueológicos del periodo, debemos comenzar diciendo que nos encontramos ante
la última gran cultura paleolítica de Europa Occidental. Se han hallado restos
asignables al periodo Magdaleniense en los actuales países de Francia,
Alemania, Suiza, Portugal y España.
Sobre la datación
de este periodo estaríamos hablando que comenzó hace unos 17.500 años,
sobreponiéndose en los yacimientos a los restos de la cultura Solutrense, con
una mayor inclinación en el Magdaleniense por la utilización de herramientas
óseas. El final del periodo hace unos 11.500 años coincidiría con el cambio
climático, que se empezó a producir con la llegada del Holoceno, dicho cambio
revertiría la denominada Edad de Hielo progresivamente en un clima como el que
gozamos en la actualidad. Este hecho acarreará unas consecuencias en Europa que
llevará al Homo Sapiens a cambiar de forma de vida progresivamente, y que
mayormente vendrá a suponer una mayor regionalidad cultural.
Por otro lado
destacar que el periodo Magdaleniense en Cantabria se suele dividir en cuatro
grandes periodos, dependiendo mayormente de los diferentes periodos climáticos,
ya que aunque estemos en las postrimerías de la Edad de hielo, existen algunas
variaciones climáticas. Para comenzar existe el denominado Magdaleniense Arcaico (17.500-16.500),
el periodo menos conocido y presidido por un clima muy húmedo, en el cual se
empieza a desarrollar la caza con azagayas. Sigue el Magdaleniense inferior (16.500-14.000),
al contrario del anterior es más conocido y más gélido, además de un gran
aumento poblacional que supuso una mayor necesidad de caza, más industria
lítica, y gran cantidad de arte mueble. Otro pequeño cambio climático con un
aumento progresivo de la temperatura, llevará al denominado Magdaleniense medio (14.000-13.000)
y a la aparición de los primeros arpones, usados en la pesca y la caza.
Finalmente el Magdaleniense superior (13.000-11.500)
supuso supuestamente el mayor periodo frío, caracterizado por una mayor
producción en serie de los útiles líticos, especialización, y mejor elección de
la materia prima, unido al verdadero fósil director del periodo, el arpón y su
uso generalizado.
Colección de arpones magdalenienses
Los hombres y
mujeres del Magdaleniense.
Aunque
posiblemente no sea necesario recordarlo, decir que estamos hablando de nuestra
especie, el Homo Sapiens, que tras la desaparición del Homo Neanderthal se
convirtió en el único protagonista de los periodos finales del Paleolítico
Superior.
Los estudios que
se han llevado a cabo sobre su forma de vida, nos revelan una sociedad con una
serie de valores que son necesarios recalcar. Nuestros antepasados del
Magdaleniense vivían juntos en pequeñas bandas de aproximadamente unos 25
individuos, en ese número debemos contar unas cinco familias que tenían una
cierta dependencia entre sus miembros. Para evitar la endogamia, uno de los
supuestos males que ocasionó la desaparición del Neanderthal, tenían contacto
con otras cinco, o seis bandas, que generarían unos 150 individuos en los que
encontrar la necesaria mezcla o exogamia para la continuidad de la especie.
Finalmente para el necesario intercambio de productos se tenían contactos
esporádicos con bandas a nivel regional.
Volviendo a los
valores, destacar que no existía ningún tipo de líderes o jefes, las decisiones
a tomar eran fáciles, en reuniones de varias bandas se tomaban las medidas
necesarias para el entendimiento, desde donde acudir a cazar o bien preparar la
campaña de recogida de algún vegetal, por supuesto silvestre. Dichas reuniones
se llevaban a cabo en lugares acondicionados para ello, destacar la Gran Sala
de Policromos de Altamira, o la entrada a la cueva del Castillo. Aunque no
exista ninguna constatación total, la igualdad entre hombres y mujeres
podía ser la tónica general, no existe ninguna prueba concluyente que la caza
fuera exclusivamente cosa de hombres. Al menos en el Magdaleniense desde la
aparición de los propulsores, la caza era cuestión de habilidad y no de fuerza.
Se cuidaban de los mayores y de los necesitados, aunque la esperanza de vida
fuera de unos 30 años, eso no quiere decir que no existieran ancianos, ya que
la media bajaba por causa de la gran mortalidad infantil.
Recreación de una escena familiar
en el Magdaleniense
Como es conocido estas bandas no vivían en el interior de la cuevas,
pero si en sus cercanías. Es también evidente que seguían siendo nómadas, pero
los periodos de ocupación de un mismo lugar continuaban creciendo. Según
algunos estudios en el valle cántabro de Asón pudieron ser incluso anuales,
para aprovechar todos los recursos disponibles en las cuatro estaciones. En
este aspecto podemos especular con que incluso contaban con algún tipo de
calendario, recordando los puntos rojos que jalonan un amplio espacio de la
Cueva del Castillo. Los asentamientos se llevaban a cabo en zonas medias
de las montaña para tener un buen control de los valles, y en los mismos
existían zonas separadas para la elaboración de herramientas, preparado de los
alimentos y zonas de descanso.
Puntos de una de las rocas de la Cueva
del Castillo (¿calendario?)
Posiblemente tenían una dieta mucho mejor, que sus
descendientes en el Neolítico. Al consumo de carne, principalmente en el
Cantábrico de ciervos y cabras en menor medida, debemos sumar la pesca y la
recolección de moluscos. Es evidente que tenían un consumo vegetal más elevado
del que podamos pensar, pero evidentemente este no ha dejado registro
arqueológico.
Los artistas del
Magdaleniense cantábrico.
Pero si en algo
destacaron nuestros antepasados que vivieron en las postrimerías del
Paleolítico, fue en su capacidad para convertirse en verdaderos artistas. Los
hombres y mujeres de este espacio geográfico no solo nos dejaron su impronta en
las cuevas, sino en múltiples soportes de diferente tipo. Lo de menos es
conocer el motivo que les llevó a hacerlo, en la actualidad este aspecto no
tiene ninguna importancia para los expertos en Arte Paleolítico.
El arte mobiliar.
Destacar que se
conoce con el nombre del arte mobiliar
prehistórico, todo aquel que como su nombre indica se pueda transportar.
Este tipo de arte no es exclusivo del Magdaleniense, pero lo que sí podemos
afirmar es que en este periodo se observa una mayor cantidad de estos objetos.
Son sin duda la expresión del alto desarrollo que la sociedad magdaleniense
alcanzó en aspectos como la religiosidad, el simbolismo y especialmente
el individualismo como particularidad dentro del grupo.
Dicho arte quedó
reflejado en los adornos personales, amuletos, y especialmente en todo tipo de
herramientas. Los soportes más utilizados fueron líticos, óseos o astas de
animales, pero también en todo tipo de conchas de moluscos. Mediante
grabaciones, pinturas, perforaciones o abrasiones se adornaban con todo tipo de
simbología, y sobre todo con figuras animales. De la importancia que los
hombres y mujeres del Magdaleniense le dieron a estos objetos podemos señalar
la presencia en Cantabria de conchas de moluscos mediterráneos, que nos
confirman los contactos a larga distancia.
Los ejemplos serian interminables, pero
lo mejor es observarlos in situ, destacar en este aspecto el Museo de
Prehistoria y Arqueología de Cantabria, situado en Santander, como uno de los
lugares con mayor presencia de este tipo de objetos. Os invito a conocerlo un
poco mejor en su página web: museosdecantabria
El arte rupestre.
Con el permiso del
anterior, estamos ante las obras cumbres de los artistas magdalenienses. Aunque
hoy día se comienza a estudiar la posibilidad que el Neanderthal también
materializó pinturas prehistóricas, estas, son un logro de nuestra
especie, el Homo Sapiens, desde su aparición en concreto en Europa Occidental
hace 40.000 años. Pero será en este periodo Magdaleniense cuando se logre
completar la evolución de este tipo de arte parietal. Las figuras animales, las
más representadas, se completan con todo tipo de detalles, se pintan los ojos,
las orejas, las pezuñas y se dota de enorme movimiento a las figuras. Los
animales ya no son solo un símbolo, ya que estos artistas consiguen dotarlos de
movimientos a través, por ejemplo, de pintar las crines de los caballos.
Incluso se pintan escenas con varios de ellos interactuado entre sí.
Aunque los lugares
elegidos para estas representaciones fueran muy variados desde una simple roca
en medio de un bosque, a cualquier abrigo rocoso, el lugar predilecto era el
interior de las cuevas, donde la luz no llegaba sino era a través de las lámparas
de tuétano que portaban estos artistas. Los mismos eran capaces de aprovechar
cualquier grieta o protuberancia de la roca, para darle un sentido especial o
dotar de volumen las figuras representadas. Hay que pensar que la mayor parte
de estas obras de arte se hacían mediante la pintura, pero no podemos olvidar
la utilización del grabado, por ejemplo mediante buriles.
Los materiales
usados para pintar no debió ser lo más importante para ellos, queda constancia
de este aspecto en la cercanía de los recursos. Es decir sí contaban con óxido
de hierro, la pintura adquiría colores rojizos o amarillentos, en cambio sí
tenían a mano óxido de manganeso la pintura era de color negro, este último
color también se obtenía mediante los carboncillos que dejaban las maderas
quemadas en los hogares. Destacar que los minerales eran disueltos
principalmente en agua, para su aplicación entre otros métodos, con pinceles, o
simplemente con los dedos o la mano completa para rellenar los animales
representados.
Volviendo al principio,
recordar que hablamos de Cantabria, no es por desmerecer otras zonas, ya que
existen pinturas de este tipo en el resto de comunidades de España, Francia,
otros lugares de Europa, e incluso del mundo. Pero Cantabria es espectacular en
este sentido, además el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad dotó de
presupuesto para adecuar las cuevas para visitarlas y conocer dichas pinturas.
Es evidente que Altamira es la catedral del arte Magdaleniense, pero el alto
número de visitas hizo que se restringieran las mismas y solo los afortunados
mediante un sorteo las pueden contemplar. El resto se deben contentar con la
espectacular copia que se puede contemplar en su museo, pero sinceramente bajo
mi humilde opinión no es lo mismo.
Por lo que mi
consejo es que se acuda a las diferentes cuevas que se pueden conocer las
pinturas in situ. El Pendo, Covalanas, Las Monedas o Chufín son maravillosos
ejemplos. Pero si me obligáis a recomendar una, me quedo con la Cueva del
Castillo en Puente Viesgo, con 150.000 años de ocupación, es sin duda el mejor
ejemplo para conocer la evolución de los artistas prehistóricos. En ella
existen pinturas con cerca de 40.000 años, y otras muchas del Magdaleniense. La
visita guiada es excelente, en grupos reducidos y con la atención muy
personalizada de los guías del lugar.
Las
excavaciones en la entrada de la Cueva del Castillo, están dando noticias
continuamente por la gran ocupación a la que fue sometida en la prehistoria.
Por último os invito a conocer la web donde se pueden
hacer la reserva para estas visitas. Es muy completa y da una gran información
de todas ellas: cuevas.culturadecantabria
Más info:
Prehistoria
Antigua de la Península Ibérica, Coor. Mario Menéndez, Ed. Uned, 2012.
https://caminandoporlahistoria.com/pintores-del-magdaleniense/
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