NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DE LAS COFRADÍAS Y HERMANDADES EN
LA CASTILLA BAJOMEDIEVAL: EL EJEMPLO DE JEREZ DE LA FRONTERA
El estudio de las hermandades y cofradías en el Sur de
Castilla es muy amplio en lo que se refiere a los siglos posteriores a la Edad
Media. En cambio durante el periodo medieval, momento en el que tienen su
origen estas instituciones, las dificultades son mayores debido a la escasez de
documentos. Ya estudiado el caso de Sevilla, abordamos en este trabajo el
ejemplo de la segunda ciudad del Reino hispalense, Jerez de la Frontera, cuya
documentación más antigua y un momento de desarrollo evolutivo anterior nos
arroja nuevas luces a los aún oscuros orígenes de las cofradías y hermandades
andaluzas.
El estudio de
las hermandades y
cofradías en el
Reino de Sevilla, y
dentro del mismo
en Jerez de
la Frontera,1durante la Baja Edad
Media no es un tema fácil de abordar debido
a la escasez
de documentación.2 Estas
instituciones no han conservado su legado documental hasta fechas
pertenecientes a la Edad Moderna, por lo que acudir a sus archivos en busca de
datos pertenecientes al periodo final de
la Edad Media
resulta una tarea
absolutamente infructuosa. Algún
conjunto documental más nutrido se conserva en los archivos eclesiásticos. Es
el caso la colección de reglas de
hermandades y cofradías
que hace algo
más de una década
se publicó y que constituye
una consulta obligada para el estudio del tema que nos
atañe.3 Sin embargo entre estas normativas no
figura ninguna perteneciente
a Jerez de la
Frontera. Ello hace
obligatorio estudiar otro
tipo de documentos no conservados
en instituciones vinculadas a la Iglesia, en concreto los Protocolos notariales
custodiados en el Archivo municipal de Jerez de la Frontera.4
En el año 2005 publicamos un estudio sobre las
cofradías y hermandades sevillanas entre 1441 y 1504.5 En el citado trabajo analizamos
casi un centenar de estas instituciones, a
partir de los
datos recolectados en
el fondo documental
constituido por los
Protocolos notariales que
conserva el Archivo Histórico
provincial hispalense. Dado
que tanto Sevilla como
Jerez de la
Frontera pertenecían al
mismo Arzobispado,
consideramos de sumo
interés realizar, en la
medida de lo
posible, un análisis
comparativo entre las cofradías y hermandades de ambas ciudades
pues ello nos permitirá, entre otros
aspectos, establecer puntos
de convergencia, elementos de diferenciación
e, incluso, determinar si en ambas localidades estas instituciones se hallaban
en un mismo momento de evolución o en un tempo distinto.
La
documentación que se
conserva en el
fondo de Protocolos notariales
acerca de las
cofradías jerezanas de la
época que estudiamos
no es muy
abundante. Los motivos que
explican tal escasez
documental son dos
fundamentalmente. En primer
lugar, dado que se
trata de instituciones con un
carácter eminentemente religioso,
la mayoría de los
asuntos que requieren su puesta por escrito los van a tramitar ante autoridades
eclesiásticas.
Por otra parte,
recordemos que ya
en esta época
las cofradías contaban entre los miembros de su junta gobierno con un
escribano, a quien
correspondía la tramitación
de una serie de
negocios. La documentación
relativa a estas cuestiones debió
ser custodiada por
las propias cofradías que
la generaron. Por
capítulo de regla
muchas de ellas estaban
obligadas a disponer
de varias arcas,
cuyas llaves guardaban algunos
miembros de la junta de gobierno. Una de estas arcas se destinaba a la
conservación de esos papeles que las hermandades
producían en su
actuación como una institución
que funcionaba de
forma independiente.
Desgraciadamente, son muy pocos los casos en los que esos documentos se nos han
conservado.
Estos dos motivos
apuntados explican que
los negocios tramitados ante los
escribanos públicos, en los que las cofradías intervienen como una de las
partes implicadas en ellos, no sean
todo lo abundantes
que cabría desear.
Esta pobreza documental obliga a efectuar una exhaustiva labor de búsqueda
de la información
relativa a las
cofradías. Es preciso leer con la
mayor atención cada uno de los asientos, en
busca del afortunado
hallazgo de una
referencia indirecta, de un dato
marginal, inesperado en la mayoría de los casos, dado el carácter del documento
en el que se incluye.
Algunos
asuntos de índole
religiosa fueron tramitados en
estas escribanías públicas. Pero
esta religiosidad encerrada en los protocolos notariales es una
religiosidad depurada por el
tamiz de lo
mundano, de lo
eminentemente social, que afecta a quienes intitulan esos negocios no
tanto en su faceta
de cristianos, miembros
de la Iglesia
que han de vivir de acuerdo con
los mandatos por Ella establecidos, como
cuanto en su
vivir cotidiano, en
el despliegue de las
actividades que conforman
su existencia terrenal.
Al escribano llevan distintas
cuestiones que requieren una solución más
o menos inmediata,
al margen de
los tribunales y la
legislación eclesiástica.
Las
cofradías jerezanas de
la época que
estudiamos participan de esta
tónica general anteriormente
señalada. Las referencias a
los cultos, las
actividades benéfico-asistenciales, el
régimen de gobierno
y competencias de los
miembros de la
junta, el proceso
de crecimiento humano, las devociones, los motivos
fundacionales, las reuniones de cabildo, las cuestiones relativas a las reglas,
etc., son mínimas. Pero cuando
esa actividad de
la cofradía supera
el marco de su propio ámbito de actuación, cuando sus intereses
convergen con los de personas e instituciones eminentemente sociales, y su
escribano carece de las competencias que aquéllos exigen y que sólo tiene una
instancia superior, el escribano público, la hermandad se ve obligada a salir
de su centro de actuación, fundamentalmente el hospital, para proyectarse hacia
la sociedad con la que convive.
Cofradías y hermandades:
definición y tipología
Podemos definir la cofradía de los siglos XIII a
comienzos del XVI, y del modo más general posible, como “asociación de
personas, hombres y mujeres, clérigos y laicos, pertenecientes o
no a una
misma profesión, gremio,
o estamento social que se unen
para diferentes fines: piadosos, benéficos, profesionales, sociales, políticos,
recreativos, penitenciales, etc., con una organización más o menos amplia y
determinada y bajo la advocación de un santo patrón o protector”.6Las
cofradías, siempre para la época que hemos acotado, fueron las instituciones
eclesiásticas más auténticamente laicales y de laicos.7 En ellas los laicos,
desde los siglos medievales, no solamente tuvieron la obligación de callar y
pagar, sino que actuaron como Iglesia o como Pueblo de Dios.8
Hemos
utilizado, de forma indistinta, los términos hermandad
y cofradía. Por
ello y para
entendernos en el discurrir de
las páginas siguientes
consideramos necesario una aclaración
terminológica de ambos
conceptos. En la actualidad
el Código de
Derecho Canónico, C.298 afirma:
Existen en la Iglesia asociaciones... en las que los fieles, clérigos o laicos,
o clérigos junto con laicos, trabajando unidos, buscan fomentar una vida más
perfecta, promover el culto público
o la doctrina
cristiana, o realizar
otras actividades de apostolado,
a saber, iniciativas
para la evangelización, el ejercicio de obras de
piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal.
Definición que se completa en otros
cánones, como se
afirma en el
c. 305: “Todas las asociaciones
de fieles están bajo la vigilancia de la autoridad eclesiástica competente”.
Como se puede apreciar la jerarquía eclesiástica actual habla exclusivamente de
asociaciones (no emplea ni el término cofradía ni el de hermandad) y las define
de una manera muy amplia.
Pero el Código
de Derecho Canónico
anterior, promulgado en 1917,
cc.700-725, daba una definición amplia y distinguía entre diferentes tipos de
cofradías, y entre cofradías y hermandades. Así hablaba de: terceras órdenes,
archicofradías, cofradías, pías
uniones primarias, otras
pías uniones. En el Canon 707
afirmaba: 1. Las asociaciones de fieles que han sido erigidas para ejercer
alguna obra de piedad o de caridad, se denominan pías uniones; las cuales, si
están constituidas a modo de cuerpo orgánico, se llaman hermandades. 2. Y las
hermandades que han sido erigidas, además, para
incremento del culto
público reciben el
nombre particular de cofradías.
De donde deducimos
que la asociación
constituida a modo de cuerpo
orgánico que tiene por fin ejercer obras de caridad o de piedad es una
hermandad; pero si esta hermandad se dedica al culto público recibe el nombre
de cofradía. Por tanto, podemos
concluir que existen
hermandades sin ser cofradías,
pero también cofradías
que no son
hermandades. Es decir, pueden existir hermandades que son cofradías, cofradías
que son hermandades,
hermandades solas sin ser
cofradías, y cofradías que no son hermandades.
Lo dicho lo
hemos encontrado afirmado
de alguna manera por un documento
fechado en Jerez,
a 23 días
de junio de 1392.
En el mismo
sencillamente se afirma:
“e mando a la Cofradía de la Hermandad [...] de San Salvador de la
segunda hermandad (sic),
onde él es
cofrade, diez reales”.9 De donde
se deduce que una institución benéfica, cual era el Hospital de San Salvador de
Jerez, era atendida por una hermandad
y esta hermandad,
suponemos que cuando realizaba
actos de culto, se desdoblaba en una cofradía.
Por tanto, podemos
concluir que todas
las cofradías jerezanas por
nosotros estudiadas, en cuanto que atendían un
hospital, eran hermandades. Por ello
las denominamos indistintamente
hermandades y cofradías.
Una
cuestión de importancia
singular que nos
plantea la documentación es
que la gran
mayoría de las
cofradías estudiadas tienen un hospital. De hecho en Sevilla, a excepción de
la Hermandad de
Criadores, todas se
denominan como Hospital y Cofradía de....10 Está claro que teniendo la
asociación un fin
benéfico-asistencial se denomina
cofradía y no
hermandad (a excepción
de un caso).
Por tanto, se puede utilizar
exclusivamente la palabra cofradía con los dos fines: benéfico-asistencial y
piadoso-cultual.
En Jerez de
la Frontera la
situación es absolutamente heterogénea y
se encuentra muy
alejada de la
homogeneidad que en
su denominación presentan
las cofradías de Sevilla por
nosotros estudiadas en la monografía citada (puede que
detrás de la
misma se encuentre
la influencia de la
jerarquía eclesiástica, en
un intento de
dotar a estas instituciones de unos rasgos similares
a fin de aplicarles con mayor eficacia la
legislación vigente). Prueba
de ello es el
siguiente listado que
recoge todas las
cofradías jerezanas
documentadas:11
Cofradía de la Hermandad de El Salvador.12 Esta denominación resulta
de sumo interés
pues da a entender
que la institución
principal es la
hermandad, es decir, aquella parte que se dedica a las actividades benéfico-asistenciales y
de ella depende
la que se dedica a los cultos, la cofradía.
Cofradía de San Bartolomé. Tenía su advocación en la iglesia de El Salvador.13 No
podemos determinar si fue antes cofradía o hermandad. Lo cierto es que en 1488
contaba con un hospital dedicado a recoger pobres enfermos para dormir.14
Cofradía de San Dionis15 Podemos afirmar
que también era una hermandad, pues en un testamento se pide que sus
cofrades honren el cuerpo del difunto a cambio de 20 maravedís.16 En otra
última voluntad se solicita que
vengan a honrar
al testador con
las candelas de la Cofradía el día de su entierro, estando su cuerpo
presente, por 30 maravedís.17
Cofradía de San
Nicolás del Portal.18 En 1414 ya contaba con una regla y a ella se acoge un
testador para que se le hagan las honras que le corresponden como cofrade,
tal como figura
en la normativa
que rige el funcionamiento de la Cofradía.19
Cofradía de San Sebastián.20 En dos testamentos se solicita
que el Hospital
de San Sebastián21
forme parte de sendos
cortejos fúnebres y
en un tercero y
cuarto que lo
haga la Cofradía
de San Sebastián. ¿Estamos ante
dos instituciones diferentes,
un hospital y una
cofradía, con la
misma advocación? Pensamos que
no, que se trata de una cofradía que rinde culto a san Sebastián y que regenta
un hospital con el mismo nombre.22
Cofradía de Santa
María.23 Tenía su
advocación en la iglesia de El Salvador. No podemos determinar si
también era una hermandad, puesto que la información que tenemos de esta
institución se refiere al encargo
de la celebración
de una misa
de réquiem cantada el
día de santa
María de agosto
(15 de agosto, la Asunción)
costeada con unas rentas.
Cofradía de Santa María de San Lucas.24 Deducimos que tenía
su advocación en la iglesia
de San Lucas, pero
poco más podemos
aportar sobre esta
institución puesto que su nombre aparece en el deslinde de unas tierras
como propietaria de un olivar.
Hermandad de Santa María de las candelas amarillas.25 Tenía su advocación en la
iglesia de El Salvador y contaba con
un hospital. Hemos
de destacar que se trata de una hermandad formada
exclusivamente por mujeres. De
hecho figura en
la última voluntad de
tres testadoras, que
realizan donaciones para
el Hospital. No sabemos si también era una cofradía.
Cofradía de Santa María de Roncesvalles.26 Figura en un
testamento cuyo titular
pide que la
Virgen interceda por su alma a cambio de una cantidad de dinero para la
Cofradía.
Cofradía de señor San Cristóbal.27 También denominada Hermandad y
Cofradía de San Cristóbal.28 Se informa
en la documentación
que en 1490
tenía su advocación (sic) en el
Hospital de Zurita también llamado de las Bubas. Estaba situado en la collación
de San Dionisio, junto
al monasterio de
las monjas del Espíritu Santo.29 Este dato pone de
manifiesto cómo los hospitales eran en muchos casos el centro de la
actividad cultual de
las cofradías,30 al
tiempo que cumplían su función natural
de ser centro de actividades asistenciales.
Cofradía de señor San Francisco.31 No sabemos si se refiere a la
Cofradía de San Luis que tenía su advocación
en el Convento
franciscano o a una cofradía bajo la advocación del santo de
Asís.
Cofradía del Hospital de San Blas.32Estaba situado en la calle que
va del Mercado a la Puerta de Rota en a collación de San Mateo. Este caso es
similar al de la Cofradía de la Hermandad de San Salvador, con la
diferencia de que
no se hace
uso del término
hermandad aun cuando existía una dedicada a san Blas, puesto que se hace
referencia a un hospital. Serrano Pinteño confirma la existencia de la
hermandad.33
Hermandad del Hospital
de Santa María
del Pilar.34 Tenía su sede canónica en el Convento de San Francisco. Pese
a que sólo
aparece con la
denominación de Hermandad,
sabemos que también
era una cofradía pues se cita como cofrades de la misma a Juan
García (roto), Álvarez
de Solís, Francisco Martínez Hamusgo, Benito Sánchez
de Madrid, Diego Martínez
de Cota, Antón
(roto).35 El Hospital estaba situado a la entrada de la
calle Guarnidos, en la collación de San Miguel.36
Hermandad y Cofradía
de la Misericordia.37 En ocasiones
sólo se la
menciona con el
nombre de la dependencia donde desarrolla parte de su
actividad asistencial, esto es,
el Hospital de
la Misericordia, situado a
las espaldas de
la iglesia de
San Dionisio, junto a la plaza de
las frutas.38 En un testamento se hace
referencia a la
Cofradía de la
Hermandad de la Misericordia,
como encargada de
celebrar unas honras fúnebres.39
A sus miembros se les denomina “hermanos
y cofrades”.40 Serrano Pinteño confirma
la existencia de una cofradía.41 El Hospital fue suprimido en 1589 con la
reducción llevada a cabo por el cardenal don Rodrigo de Castro (Arzobispo de
Sevilla entre 1581 y 1600). En el siglo XV se conocía a la calle en la que
estaba situado como la calle de los hermanos de la Misericordia.42
Hermandad y Cofradía de San Luis.43 En este caso no hay lugar para
la duda.
Hospital de Santa María.44 En el Protocolo notarial se
dice literalmente de la
iglesia de San
Juan y en esta
parroquia tenía su
sede canónica. Serrano Pinteño nos indica
que también se
denominaba de la Natividad
y estaba situado
en la plaza
de San Juan.45 Según
Sancho de Sopranis su denominación era Hospital
era Santa María
de Hinojosa, pues
fue fundado en 1362
por Gil de
Hinojosa, Martín de Hinojosa
y María Sánchez,
esposa de este
último.46 La institución hospitalaria acogía a peregrinos pobres y daba
una limosna a las ancianas recogidas. La existencia de su cofradía se confirma
por el encargo de la celebración de unas remembranzas.
Hospital de la
iglesia de San
Marcos, al que se
donó un almadraque
usado.47 García Guzmán y
Abellán Pérez afirman
que estaba a
cargo de la Cofradía
de la Concepción
y San Marcos.
Acogía a doce mujeres pobres y
ancianas, proporcionándoles casa y carbón.48
Hospital de la Sangre de Jesucristo.49 Debía contar con
una cofradía que
recibió varios encargos
de formar parte de cortejos fúnebres así como de enterramientos en
la instalación hospitalaria,
que estudiamos más adelante.
Además de las
hermandades y cofradías
relacionadas Sancho de Sopranis
recoge las siguientes:50
Cofradía de Santa María
de la Merced
y Cofradía de
Santa María del Alcázar.51
Esta vinculación entre hospital y cofradía nos lleva a
preguntarnos en relación
con el origen
de cada uno
de ellos: ¿qué surgió
antes, la cofradía
o el hospital?
En el caso
de Sevilla, al carecer
de documentos fundacionales, no
pudimos dar una
respuesta absoluta a
este interrogante y nos
planteamos una doble
posibilidad. Pudo ocurrir
que existiendo previamente
una cofradía ésta
decidiese fundar un hospital
para canalizar sus
actividades internas (actos de
culto) y las
de índole benéfico-asistencial. Por
tanto, la cofradía precedió al
hospital en cuanto a una existencia previa.
Pero también pudo
darse el caso
de que, habiéndose fundado primero un hospital, luego
nació en él una cofradía para atenderlo. La iniciativa de este nacimiento pudo
partir de un particular o de un número determinado de personas ligadas a un
oficio o a un grupo social determinado.
Sin embargo el caso de Jerez de la Frontera es absolutamente
ilustrativo, pues contamos con documentación relativa a la fundación de
hospitales y de sus cofradías y hermandades. Antes de entrar a detallar algunos
de ellos queremos destacar la importancia de Jerez en este sentido pues el
hecho de que, a nuestro entender, se encuentre en un momento evolutivo anterior
al de las hermandades y cofradías de Sevilla nos permite arrojar luz a un tema
tan complejo, por el silencio documental,
como es el
origen de estas
instituciones. Pasamos, pues, a
analizar los casos más relevantes por contar con datos documentales al
respecto.
El Hospital de la Sangre fue fundado por iniciativa
particular con anterioridad a 1477.52 En octubre de ese año los Reyes Católicos
visitaron Jerez y Nuño García, carpintero, les solicitó, en calidad
de fundador, patrón
y administrador, inmunidad fiscal y permiso para recibir limosnas
y tributos para el hospital que había fundado en unas casas de su propiedad
frente a la iglesia de Santiago. Estaba dedicado a acoger y hospedar a pobres,
dándoles cama y ropa, y curarlos de sus enfermedades. El ocho de octubre de 1477
la Corona concedió la franqueza.53
En 1482 no
se había conseguido
plenamente dicha franqueza, pues
el hospital a través de sus hermanos mayores hubo de reclamar sus derechos ante
el cabildo municipal, lo que sólo le
fue concedido parcialmente
a Juan Rodríguez, capellán del Hospital de la Sangre
de Jesucristo.54
Según Serrano Pinteño la confirmación de la Cofradía
del Hospital de la Sangre fue otorgada por don Pedro Fernández de Solís,
Obispo de Cádiz
y Provisor del
Arzobispado de Sevilla, lo que
debió producirse entre 1474 y 1483. Este autor utiliza indistintamente los términos
hermandad y cofradía, por lo que
podemos pensar que se trata de una institución que ejercía
las dos vertientes
antes definidas, caritativa
y cultual. Como cofradía
aparece definida en
el testamento del fundador,
otorgado el siete de junio de 1485, del que no se conserva el original sino una
copia protocolizada del siglo XVII de un traslado solicitado anteriormente.
En la última
voluntad de Nuño
García se dice
expresamente que lo entierren en el hospital que él fundó y edificó, lo
cual no deja duda a la iniciativa particular como origen de la institución que
pronto contaría con una cofradía para atenderlo. Fijó el lugar
de su sepultura, junto al altar mayor que estaba dedicado
a santa María,
al tiempo que
legó la administración y patronazgo del Hospital, al
que nombró su heredero universal, a
los cuatro hermanos
mayores que en ese
momento tenía la Cofradía de la Sangre.55 Durante el siglo XVI la institución
recibió pingües legados y donaciones por parte tanto de miembros de ilustres
familias caso de doña Beatriz Pacheco,
duquesa de Arcos,
los Hinojosa, o
los Sotomayor, como de los integrantes
de los grupos
intermedios de la sociedad
jerezana finimedieval. Gracias
a ello el
Hospital adquirió un importante patrimonio en dinero, tierras, inmuebles,
censos y, lo que resulta de enorme interés, una dotación de enfermeros
que incluía unas
ordenanzas para el
funcionamiento de este cuerpo así como un tributo perpetuo para criar a
niños expósitos.56 Finalmente recibió varias fundaciones de capellanías
ricamente dotadas. De ellas se encargaban los capellanes, ocupando este cargo
en 1490 Juan Rodríguez, capellán del Hospital.57
Pese a llevar varios años funcionando la Cofradía, la
confirmación definitiva no
llegó hasta 1489,
con motivo de la
visita pastoral de
don Francisco Reinado
Romero, obispo de Tiberiades. Al
mismo tiempo el arzobispo de Sevilla don Diego
Hurtado de Mendoza
ingresó como hermano
de la Cofradía de
la Sangre, entregando
como cuota de
ingreso unas casas bodega en la collación de San Marcos.58
Queremos destacar, aunque no es objeto de estudio del
presente trabajo, la
importancia que el
culto a la
Sangre de Jesucristo adquirirá
a partir del
pontificado de Sixto IV
(1471-1484) y con
él el nacimiento
de las cofradías
de Semana Santa.59 De
hecho el Hospital
fundado por Nuño García
nació bajo la
advocación de santa
María de Dios, pero luego pasó a estarlo bajo la de la
Sangre.
Otro
ejemplo ilustrativo sería
el del Hospital de San
Cristóbal, también llamado de Zurita. Su origen se encuentra en
el testamento de
Mencía Suárez de
Moscoso, viuda del maestresala
y embajador de
Juan II en
Granada don Diego Fernández
de Zurita y
Colsantos,60 redactado el 25
de mayo
de 1466 ante
Gonzalo Román. El
fin del mismo era
cuidar y atender
a doce pobres,
preferentemente de origen aristocrático, para
lo que la
fundadora lo dotó
con varios bienes en la collación
de San Dionisio.
La asistencia espiritual fue
encomendada a los
franciscanos y el
patronato lo ejercería
el pariente mayor
de la casa
de Zurita. Según Muñoz y Gómez ya
existía en la iglesia de El Salvador la Hermandad de San Cristóbal desde 1317,
pasando dicha Cofradía en 1490
a atender la
curación y atención
de los enfermos en
el Hospital, tomando
el mismo el
nombre de San Cristóbal.61
Más tarde el
Hospital se especializó
en la curación de
bubas. Tras numerosos
pleitos el legado
de Mencía Suárez de Moscoso fue absorbido por el Monasterio del Santo
Espíritu, que fue fundado en 1543 por los Zuritas para enterrar
a los miembros
de la familia.62
El Hospital superó el
proceso de reducción
de mediados del siglo
XVI por su especialidad médica y por su capacidad para atender a más de
un centenar de enfermos.
Por último tenemos el caso del Hospital de Santa María,
que fue
fundado por Gil
de Hinojosa, Martín
de Hinojosa y María
Sánchez, su mujer,
en 1362. Estaba
destinado a recoger peregrinos
mendigos a los
que se les
daba cama para dormir.63
Por lo que
se refiere a
la tipología podemos
distinguir tres grupos:
Cofradías Cristológicas: Hospital y Cofradía de la Sangre
de Jesucristo y la Cofradía de la Hermandad de El Salvador.
Cofradías Marianas: Hermandad del
Hospital de Santa María
del Pilar, Cofradía
de Santa María
(de El Salvador), Cofradía de
Santa María de
Roncesvalles, Hermandad de Santa
María de las
candelas amarillas, Cofradía
de Santa María (iglesia de San
Lucas), Cofradía de Santa María de la Merced y Cofradía de Santa María del
Alcázar.
Cofradías alusivas a los Santos: Hermandad y Cofradía
de San Luis, Cofradía de San Sebastián, Cofradía del Hospital de San Blas,
Cofradía de señor San Cristóbal, Cofradía de señor San Francisco, Cofradía de
San Nicolás del Portal. Dentro de este
grupo se encuentran
las cofradías parroquiales,
cuya advocación coincidía con la del santo titular de la parroquia,
por lo
que suponemos serían
muy difundidas por
el clero parroquial en orden a
solemnizar sus cultos: Cofradía de San Dionís.
Como puede observarse, predominan las cofradías dedicadas
a los santos, con un número de ocho representantes, a la Virgen con siete
instituciones y dos a Jesucristo. En estos porcentajes el caso de Jerez de la
Frontera es similar al de Sevilla.
El gobierno de las cofradías
La documentación estudiada nos informa de las siguientes
juntas de gobierno:
Cofradía de Santa
María del Pilar:64 Hermanos
mayores: Diego Rodríguez, espartero, y
Pero Martínez Manzano. Mayordomo: Antón Martínez de la Bona.
Diputados: Antón Jiménez
de Tarifa y Juan
Rodríguez de Alburquerque.
Cofradía de San
Luis:65 Alcalde: Bartolomé
Ruiz, tejedor.66 Prioste: Bartolomé Ruiz, tejedor.67
Cofradía de Santa María:68 Priosta: Elvira Alfonso, viuda de Alfonso Vergado.
Cofradía de San
Cristóbal:69 Hermano mayor: Francisco López,
espadero. Gonzalo Sánchez
y Andrés García.70 Alcalde:
Antón Gómez, borceguinero.
Diputados: Juan Rodríguez,
librero, Alfonso Gutiérrez, sastre,
y Francisco López,
espadero Procurador: Andrés Franco.
Cofradía de San
Sebastián:71 Alcalde: Antón García
Palomino, sillero. Prioste:
Bartolomé García del Puerto.
Diputado: Martín de Aguilar.
La primera conclusión
que podemos extraer
del estudio de los
cargos mencionados es
que las cofradías
jerezanas bajomedievales, utilizando un concepto actual, se regían por
unas juntas de
gobierno muy simples
en lo que
a sus componentes se refiere.72 La proliferación
actual de cargos, algunos de ellos con una gradación entre quienes se acogen
bajo una misma denominación
(mayordomo primero y
segundo o secretario primero, segundo, y hasta tercero) contrasta de
forma evidente con estas cofradías que estudiamos, muy sencillas en la
composición de las juntas rectoras.
La junta de gobierno más completa sería la que componían,
por orden alfabético y no de importancia de sus competencias, un alcalde, un
diputado, un hermano mayor, un mayordomo,
y un prioste.
Las cofradías que
contaban con este órgano
gubernativo al completo habrían alcanzado un elevado grado
de madurez en el desarrollo
de sus funciones
internas. En el
resto de los
casos, especialmente en el
de aquellas cofradías cuyas juntas se componen de tan sólo tres miembros,
cabe barajar una
doble posibilidad: que se
hallaban en una fase de evolución menos desarrollada por haber tenido
una fundación reciente
o porque no
necesitaba más oficiales que los citados para el despliegue de sus
distintas actividades; o
bien que, teniendo
en cuenta que estas juntas de gobierno las hemos
reconstruido extrayendo los datos a partir los Protocolos notariales, en las
cofradías indicadas esa documentación no se ha conservado o no ha habido actuación
de alguno de
sus cargos y,
por tanto, no hay
constancia documental del
mismo. En cualquier
caso llama la atención, frente a la casi omnipresencia documentada en
Sevilla, que en ninguno de los ejemplos analizados se mencione al escribano de
la cofradía.73
Con
respecto a las
funciones que desempeñaban
cada uno de estos
miembros de las
juntas de gobierno,
hemos de decir que la documentación no es muy ilustrativa al respecto.
No podemos deducir las funciones por ellos desarrolladas a partir de los
Protocolos estudiados. La información que éstos nos proporcionan se limita a
indicar su nombre y su participación en el negocio queda reducida a la de simples suscriptores
del mismo, sin
que realicen ninguna
otra actividad derivada del oficio que cumplían.
A diferencia de lo que sucedía en Sevilla, en cuyas
cofradías el prioste
tenía un protagonismo
decisivo en la
vida de la cofradía, al menos en
lo que se refiere al despliegue de las actividades que
la implican directamente
en la sociedad,
en el caso de Jerez de la Frontera su importancia es sustancialmente
menor. Consideramos que son los hermanos mayores quienes ocupan el lugar más
importante en el gobierno de las cofradías. De hecho, durante el proceso de
reducción hospitalaria llevado a cabo en el siglo XVI, quienes representan a
las hermandades ante las autoridades eclesiásticas, presentando alegaciones y
trasladando la documentación exigida, son los hermanos mayores.74
Ello no es
óbice para que los priostes
sean protagonistas de
algunos negocios importantes
para las cofradías. Ejemplo de
ello son Bartolomé Ruiz,
tejedor, prioste de la
Cofradía de San Luis, quien en nombre de la Cofradía compró unas
casas.75 Y sobre
todo el caso
de Elvira Alfonso, viuda, priosta de la Cofradía de
Santa María.76 Afirmábamos allá por el año 2001 en nuestra Tesis doctoral:
“¿Hubo mujeres en las
cofradías? Sí, pero
de su condición
de cofradas siempre se nos
informa de manera indirecta: no acuden a los cabildos ni
pertenecen a las juntas de
gobierno, por lo que
no aparecen en los listados de cofrades”.77 Afortunadamente para el
avance de la
ciencia histórica tenemos
que corregir-nos a nosotros
mismos y en el caso de la ciudad de Jerez de la Frontera sí hemos documentado
una cofradía, la de Santa María que tenía
su advocación en
la iglesia de
El Salvador, cuyo prioste
o, mejor dicho,
cuya priosta era
una mujer. En el caso de Elvira ella, de acuerdo con una
función específica de su cargo, recibió el pago de las rentas de unas casas pertenecientes
a la Hermandad por parte de Pedro de Fuentes, escribano de la justicia.
Queremos destacar la importancia de este
documento pues, según
los datos de
que disponemos, estamos ante
una de las
pocas cofradías en
cuya junta de gobierno
figura una mujer.
Pero no podemos
determinar si Elvira ejercía
su priostía en
una hermandad de
mujeres78 o mixta,
ya que no podemos afirmar
si se trata
de la Cofradía de Santa María de las candelas
amarillas, que también tenía su advocación en El Salvador, porque la
documentación sólo recoge la advocación mariana y la sede canónica.
El número de
personas que pueden
ocupar un mismo cargo nos es desconocido y como puede
observarse en las juntas recogidas no
hay regularidad alguna.
Normalmente en el caso
de los hermanos
mayores son dos,
uno es el número de priostes, alcaldes y mayordomos,
mientras que el de los diputados es variable. En relación con el cargo de
diputado, la variación en el número de personas que lo desempeñaron puede
explicarse por la siguiente razón: da la
impresión de que
en la época
estudiada este cargo
no estaba consolidado como
tal, sino que
se trataba de personas designadas
por la cofradía
para cumplir una
misión concreta.
Un aspecto que desconocemos es
la cuestión de las
elecciones, en concreto
el tiempo que
transcurría entre los
nombramientos para cada uno de los cargos. Lo mismo sucede en
relación con los
cabildos, pues no
hemos documentado ninguna de
estas reuniones fundamentales para el gobierno de las cofradías.
Las juntas recogidas
en la documentación
nos permiten conocer
algunos datos en
relación con los
cofrades. No son muchos
puesto que, como
hemos dicho los
Protocolos notariales nos ofrecen la faceta mundana de la cofradía, sus
implicaciones con la
sociedad jerezana. Las
cuestiones relativas a
su funcionamiento interno
quedan fuera del
ámbito de las escribanías públicas. Para dichas actividades propias las
cofradías tuvieron su archivo en el que custodiaban sus libros, libros de
cuentas, libros de
donaciones, y por
supuesto, los llamados libros de abc, donde
quedaban recogidos en
lista-dos ordenados alfabéticamente los nombres de sus cofrades. El hecho
de no haberse
conservado estos libros
nos impide conocer una serie de
cuestiones como el número de cofrades con
el que cada
cofradía contó en
distintas épocas, el
ritual de ingreso y el proceso previo a la autorización para llevarlo
a cabo,
el pago de
cuotas, la posibilidad
de que existieran determinados condicionantes (étnicos,
profesionales, socia-les, etc.)
que impidiesen el acceso, el grado de participación en la vida de la cofradía,
etc.
Pero
podemos conocer algunas
profesiones que organizamos por sectores: artesanía del
libro: librero; cuero: borceguinero
y sillero; metal: espadero; y
textil: sastre y tejedor. Estos
escuetos datos no
nos permiten hablar
de cofradías profesionales que,
para la época
estudiada, eran muy
escasas en Sevilla predominando aquéllas en las que el elenco de
profesionales era extraordinariamente variado en cuanto a la dedicación
laboral.79 Sí podemos afirmar a partir de la información recogida que las
cofradías eran instituciones generadas e integradas por los sectores
intermedios de la sociedad y, especialmente, por miembros del
sector secundario dedicados a las actividades artesanales.
Las bases económicas de las
cofradías
Dentro del conjunto de bienes que conforman el patrimonio
de las cofradías podemos distinguir tres grandes grupos: casas, propiedades
rurales y los que integran el capital artesanal de las mismas.80
Dentro del patrimonio
de las cofradías
destacan de forma absolutamente
predominante los bienes inmuebles: casas, corrales y solares. Todo parece
indicar que fueron la compensación que
prefirieron para sufragar los cultos que se les encargaba. Ciertamente, cabe la
posibilidad de pensar que las casas generaban unas rentas fijas que
asegurarían, al menos teóricamente, el cumplimiento ad perpetuum de las disposiciones
de quienes las
donaban. Pero también
lo hacían las propiedades rurales y la donación de éstas es muy
inferior. No debemos olvidar que la mayoría de los cofrades se dedicaban a
actividades vinculadas con los oficios urbanos,
por lo que
la gestión de
los bienes de
la cofradía se vería facilitada por el hecho de estar
situados en la propia ciudad. Se ocuparían de supervisarlos al finalizar la
jornada laboral, sin tener que desplazarse fuera del recinto urbano.
En cuanto a la tipología de las casas hemos de decir
que la documentación no
es muy ilustrativa
al respecto. Bajo una
denominación siempre en
plural se encierra
un conjunto formado,
en la gran
mayoría de los
casos, por unos palacios, soberados, y corral. Nada se
indica de cuestiones como el tamaño.
Tampoco son muy
ilustrativos los documentos que tienen como objeto de un determinado
negocio los corrales. No creemos que sea posible dilucidar esta cuestión a
partir de las
rentas fijadas en
los contratos de arrendamiento. En las cantidades que
habrían de pagar los inquilinos debieron influir otros factores, además de las
proporciones de las
casas: la situación
en la ciudad
y dentro de la
collación, el estado
de conservación, el
disponer de alguna
infraestructura especial como pozos,81 los materiales constructivos, etc.
La documentación estudiada apenas nos informa sobre
cómo esas propiedades inmobiliarias fueron adquiridas por las cofradías. Sólo
se hace referencia a dos vías: la compra directa, de forma muy minoritaria, y,
sobre todo, las donaciones. En estas últimas intervienen dos motivaciones muy
relacionadas que las justifican: por un lado, la devoción que se tiene a una
determinada cofradía; y por otro, garantizar con las
rentas que generen
las casas donadas
el cumplimiento de una serie de
cultos y honras fúnebres.
Como ejemplo de compra tenemos el caso de la Cofradía
de San Luis, con advocación en el Convento de San Francisco, cuyo prioste
acompañado por un cofrade se
encargó de comprar a
Domingo Rodríguez, monedero,
unas casas con corral,
trascorral y un
pozo de agua,
por 7.200 maravedís pagados que
fueron pagados al
contado.82 La propiedad adquirida tenía
un cargo de
15 maravedís anuales
pagaderos perpetuamente para
una remembranza de
vigilia y misa que los clérigos
de la iglesia de San Miguel celebraban cada año. Desconocemos si tras la compra
se efectuaría el ritual propio del acto jurídico que representaba la toma de
posesión, heredado del Derecho Romano: abrir las puertas, penetrar en las casas
y recorrer todos sus rincones.
Entre los negocios de que son objeto las casas destacan
de forma mayoritaria los arrendamientos. Existe una predilección en las
cofradías por someter sus propiedades inmobiliarias a
alquileres por una o varias
vidas, lo que
puede obedecer a varios motivos. En primer lugar en la época que
estudiamos no había
un control tan
exhaustivo de la economía
cofrade, entre otras razones porque en las juntas de gobierno no había una
persona dedicada exclusivamente a ella, como los actuales tesoreros. Todos,
oficiales y cofrades, aparecen implicados en negocios de variada naturaleza, en
el tiempo que
sus ocupaciones personales
y profesionales les dejaba. Con
estos contratos de larga duración las cofradías
trataban de asegurarse
unas rentas fijas
durante un periodo de
tiempo prolongado, sin
necesidad de revisar periódicamente los contratos o
confeccionar otros nuevos. Lógicamente ello conllevaba el que los alquileres
permaneciesen fijos durante
un número importante
de años, pese al
lógico incremento del
coste de la
vida. Pero insistimos: no es
el afán de
lucro lo que
distingue a las
cofradías. Tan sólo persiguen el
cobro regular de unas rentas con las que costear sus actividades.
Como
ejemplo de ello
podemos mencionar el
corral que la Cofradía de Santa María de la iglesia de El Salvador tenía
arrendado por su vida y una renta de 50 maravedís al escribano Pedro de
Fuentes. Fue su priosta, Elvira Alfonso, la encargada de cobrar todo lo que
Pedro debía de ciertos años pasados y
hasta el día
de Santa María
de agosto de 1471.83
Otro
contrato que ilustra
lo afirmado es
el que intitula la
Hermandad y Cofradía
de San Cristóbal.
Sus hermanos mayores y un
diputado arrendaron por su vida a Francisco Martínez, armador,
una solar en
la Cruz84 que
lindaba con otros dos
solares que tenía
arrendados de la
Hermandad Pero Alfonso, espartero,
por 400 maravedís
anuales.85 Los plazos de pago
fueron dos: la mitad el día de san Cristóbal y la otra mitad el día de
Pascua.86
En cuanto a las rentas percibidas podemos observar que
éstas sólo se
pagan en dinero,
expresadas en maravedís
y doblas, y que ninguna de ellas conlleva el pago en especie.87No nos
parece significativo indicar una cantidad media, pues en los
alquileres, como hemos
indicado, inciden muchos factores propios y específicos de cada
propiedad. Tampoco podemos
establecer una periodicidad
en el pago
de esos alquileres, pues la
escasa documentación no nos lo permite. Sí podemos observar alguna preferencia
por percibir las rentas en fechas acordes con los cultos y celebraciones
propias de las cofradías. Es el caso del pago de la mitad de la renta el día de
san Cristóbal por la Hermandad de esta advocación, o el día de Santa María de
agosto.
Lógicamente
el impago de alquileres debió
darse con más frecuencia
de la que recoge la
documentación estudiada. Sólo
contamos con el
ejemplo del jurado
Pedro de Fuentes y
su incumplimiento del
pago del contrato
de arrendamiento a la Cofradía de Santa María cuya priosta se encargó de
solventar.
En todos los casos estudiados los arrendamientos se produjeron
de forma directa entre la cofradía y el inquilino, sin que documentemos
permisos por parte de las autoridades eclesiásticas ni remates, esto es, pujas
por el inmueble tras su anuncio público por medio del pregonero
municipal.88En ocasiones las
propiedades inmobiliarias obligaron
a las cofradías a
intervenir en pleitos
por su propiedad
con particulares. Así le
ocurrió a la
Cofradía de San
Blas de la iglesia
de San Mateo,
a la que
Diego Ferrández, jurado, vecino de la collación de San Marcos,
debía sesenta doblas de oro tras
el acuerdo a
que llegó con
los cofrades, según declara en su testamento. El objeto del
pleito fueron unas casas que pertenecieron a María Martín la sota, localizadas
en la collación de San Lucas. Ambos, Cofradía y jurado, pleitearon por las
casas pues ambos se consideraban herederos de los bienes de la citada María.
Finalmente la Cofradía ganó el pleito por lo que el jurado dejó las 60 doblas
en depósito a Pero Ferrández, jurado de San Dionís, quien debía pagarlas a la
Hermandad cuando ésta otorgase carta de quitamiento cumplida y bastante en la
dicha razón.89
Por lo que se refiere a las propiedades rurales hemos
de decir que la documentación conservada es muy sintética al referirse a estas
propiedades, pues suele omitir datos importantes como
el tamaño, que es imposible
de determinar a partir
de la expresión
empleada: un pedazo.90 Conocemos la extensión de cinco propiedades
expresadas en aranzadas: media aranzada,91 una,92 dos y media93 y tres.94
En cuanto al tipo de explotación predominan las tierras
dedicadas al cultivo de vid,95 lo que no es sorprendente dado el entorno rural
en el que nos encontramos,96 en ocasiones combinada con arboleda, y al
olivar.97 En algunos casos no podemos determinar el grupo al que pertenece,
pues simplemente se hace referencia a una tierra.98
También conocemos la situación de varias de estas tierras.
Algunas se localizan en los pagos como el de las Viñas,99el de
las Viñas de
la Serrana100 y
el del Olivar:101
otros se encontraban junto
a caminos como
el del rosal;102
o en matas
como la del
Olivar.103 Finalmente localizamos
unas tierras en Guadabajaque.104
Con
respecto al procedimiento
por el que
estas propiedades pasan
a engrosar el
patrimonio de las
cofradías conocemos algún ejemplo de compra, como la aranzada de viña105
en la Serrana que la Hermandad de San Luis compró a Juan Salvador, hortelano,
en nombre de su mujer Catalina Alfonso, por 400 maravedís que la Cofradía pagó
en efectivo.106 Pero en
otros casos no
podemos determinar las
vías de adquisición, puesto que la información la obtenemos de deslindes
(Jimena Bernal, viuda de Gonzalo Ferrández, cirujano, vecina de la collación de
San Marcos, vendió a Gonzalo Mateos de Medina un pedazo de tierras de una
aranzada en la mata del
olivar camino del
rosal, que lindaba
con olivar de la Cofradía de
Santa María de San Lucas por 300 maravedís.107
O el caso
de Catalina Martínez,
viuda de Benito Sánchez de Hinojosa, vecina de la
collación de San Juan, que vendió a Gutierre
López tres aranzadas
de tierra calma
en Guadabajaque que lindaban
por tres partes
con tierras de la Cofradía de Santa María, por tres
doblas de oro moriscas mayores).108
Las cofradías no explotan directamente sus tierras,
sino que prefieren arrendarlas para disponer de unas rentas fijas. El periodo
de arrendamiento suele ser por una vida como lo ejemplifica la Cofradía de San
Luis en la gestión de sus tierras. Tras protocolizar la compra de la aranzada
de viña en la Serrana, acto seguido arrendó la mitad de la misma a Pero
Martínez de Aguilar y a Leonor Ruiz, su mujer, por 400 maravedís anuales que
habían de pagar por trimestres.109 Como puede
comprobarse, en un año la
Hermandad recuperaría el capital
desembolsado para la
adquisición de estas
tierras. Y al día siguiente le arrendó al citado Pero Martínez de
Aguilar la otra media aranzada de viña por un precio anual de 40
maravedís, habiendo de
pagar la mitad
en san Juan y
la otra el
primer día del
año.110 Otro ejemplo
lo intitula la Cofradía de San
Sebastián que arrendó perpetuamente a Pero Jiménez Camacho un pedazo de tierra
y viña111 de una aranzada en el Pago de las Viñas por 100 maravedís pagaderos el
día de san
Sebastián.112 Todos estos
arrendamientos se hicieron mediante
la firma directa
del contrato entre
la cofradía y el arrendatario.
Las rentas fijadas se pagaban en dinero estableciéndose
como fecha de
entrega de las
mismas los trimestres
del año o en
una fecha señalada
para la cofradía
como el día de su patrón (el día de san Sebastián por
la Cofradía de su nombre)113 o de
una fiesta señalada
en el calendario
agrícola (la mitad en san Juan y la otra el primer día del año).114
La cercanía del área rural jerezana a una importante
ciudad comercial, así como el hecho de que su producción agrícola estuviese
en gran medida
controlada y dirigida
desde la urbe, explica que en la misma el dinero fluía. Por ello no es
de extrañar que la mayoría de las transacciones se hiciesen en dinero, como
hemos podido comprobar en el análisis de
los arrendamientos. Sin
embargo el desarrollo
de esta economía monetaria
no fue paralelo
a una expansión
del volumen de metal acuñable en circulación y uso.115 A principios del
siglo XVI las dificultades monetarias eran evidentes así como
la falta de
liquidez y los
efectos de tal
situación se evidencian claramente en el ámbito rural desde fines del
siglo xv y principios de la centuria siguiente. A ello hay que añadir las
consecuencias que sufrían el campo de unas crisis agrícolas intensas y una población
diezmada por las epidemias, por lo que el esfuerzo por mantener unos niveles de
producción mínimos eran
grandes. Evidentemente la
incidencia del fenómeno no fue igual para el campesinado que para el
gran propietario.
Ese desarrollo de la economía monetaria no benefició de
forma especial al
campesinado, que sí
se vio afectado
por los resultados de la misma puesto que los precios subían y su poder
adquisitivo se reducía.
La necesidad de
dinero la intentó paliar
el campesino a
través de distintas
fórmulas. Una de ellas es la venta de tierras que ya hemos analizado.
Pero además la dinámica de los nuevos principios económicos y la infiltración
de la economía monetaria en el mundo rural determinó la aparición y desarrollo
de nuevas fórmulas financieras. Nos
estamos refiriendo a
los sistemas de crédito.
Desde fines del
siglo XV existían
en el ámbito
rural dos supuestos básicos para
el desarrollo de los sistemas de crédito:
el propietario que
necesitaba dinero y el capitalista que deseaba
hacer fructificar los
ahorros monetarios de que disponía. En estos momentos la
normativa de la Iglesia sobre la usura
había sobrepasado ampliamente
los límites establecidos por
el Derecho canónico.
El freno a
cualquier operación de crédito era evidente, aunque ello no impidió el
desarrollo de fórmulas financieras. En la época estudiada se van
a poner en
práctica medios indirectos
para prestar dinero y recibir lo
prestado en cantidad superior a través de la entrega diferida.116 Las primeras
fórmulas de crédito fueron fórmulas de inversión de capitales que, con una
función similar a la
que los juristas
denominan mutuo oneroso o
préstamo con interés, no caían en la prohibición de la usura.
Una de estas
fórmulas fue la
compra de rentas.
Se trataba de una operación según
la cual un propietario vendía un censo o tributo perpetuo sobre sus bienes por
una cierta cantidad de dinero. El proceso consistía en que un propietario necesitado
de dinero suscribía
un contrato similar
a una compra-venta. El bien vendido era una parte de lo que rentaba la
propiedad, que quedaba sujeta a perpetuidad a un canon anual que debía entregar
al comprador. En la operación el propietario
de la tierra
conseguía la cantidad
de dinero líquido que
precisaba, mientras el
comprador efectuaba una inversión
de capital de la que iba a percibir anualmente
unos ingresos, pero
no la devolución
del principal. La fórmula
en sí misma
no se puede
considerar como un auténtico préstamo de capital, puesto que
en éste se exigía el reembolso del capital en un tiempo determinado y en el
caso de la compra de rentas el censatario o vendedor recibía el capital para
siempre sin la obligación de devolverlo en un plazo concreto.117
Las cofradías decidieron invertir su capital a través
de la fórmula de la compra de rentas. Un ejemplo puede servirnos para
aclarar esta operación
financiera. La Hermandad de San Luis compró a Juan Salvador,
hortelano, en nombre de su mujer
Catalina Alfonso, 138
maravedís de tributo perpetuo situado
sobre dos aranzadas
y media de
tierra en la Serrana,
por 1.400 maravedís
a pagar cada
año perpetuamente.118 El
hortelano recibió una cantidad de dinero que
necesitaba, 1.400 maravedís,
que pagaría a
razón de 138 maravedís
anuales a la
Cofradía durante toda
su vida. La misma inversión
realizó la Cofradía de San Blas, aunque no
podemos desarrollar el
negocio pues la
información que recibimos es indirecta. El jurado Manuel Fernández de
Carmona, vecino de San Dionís, dejó en herencia a su hijo el jurado Pedro de
Carmona el olivar de los alunados donde la Cofradía de San Blas tenía un tributo
perpetuo de 160 maravedís.119 No podemos
determinar el capital
invertido de la Hermandad, tan sólo lo recaudado
anualmente.
En ocasiones las cofradías fueron beneficiarias de
estas compras de rentas mediante la
donación del censo perpetuo que
el donante cobraba por la operación de crédito realizada. De ello es bien
ilustrativo el siguiente ejemplo: Antón de la Puerta, vecino de la collación de
San Miguel, donó a la Cofradía de señor San Cristóbal 50 maravedís de censo perpetuo
en unas casas en San Miguel en el callejón del portal, que pagaba cada año
(hueco), viuda de Juan García, carpintero, el día de san Juan.120El patrimonio
cofrade se complementa
con el capital artesanal. A pesar de que muchos de
los cofrades estaban dedicados profesionalmente a
la artesanía,121 las
cofradías no contaron en
su patrimonio con
un número elevado
de instalaciones donde desarrollar
diversos oficios. Se
limita a unas casas lagares que la Cofradía de San Blas poseía en la
collación de San Mateo, sin que podamos determinar las condiciones de su
explotación (por la Hermandad, por algún cofrade, en régimen de arrendamiento,
etc.), puesto que la información la obtenemos a partir de la venta de unas
casas en cuyo deslinde se menciona la citada instalación dedicada a la
pisa de la
uva.122 Esta casa
lagar formaba parte
de un amplio grupo
de este tipo
de edificio, muy
extendido por toda la ciudad, tal
como revela la documentación analizada para la realización del presente trabajo.
Una última vía de financiación de las hermandades fueron
las limosnas. Suponemos que debieron ser mucho más abundantes de las que hemos
documentado, pues sólo contamos con cuatro ejemplos. El Hospital de la Sangre
recibió 50 maravedís por un lado123 y 100 maravedís por otro.124 La Cofradía de
San Bartolomé fue objeto de una donación de 10 maravedís125 y la de Santa María
de Roncesvalles de tres maravedís.126
En estos dos
últimos casos la
ganancia obtenida fue del cien
por cien, puesto que en ambas donaciones se solicita que los titulares de las
cofradías intercedan y rueguen a Dios por el alma de los donantes.
De acuerdo
con la documentación
estudiada, todo parece indicar
que las limosnas no fueron una fuente importante de financiación de las
cofradías debido a la escasez de las mismas. Las donaciones monetarias son muy
puntuales y no muy abundantes. Ello nos lleva a pensar que la principal fuente
de ingresos de las cofradías en la época estudiada fueron las rentas fijas
generadas por las propiedades que
hemos analizado. Tampoco
hemos documentado, a diferencia
del caso de
Sevilla,127 otra vía
de obtención de limosnas
como la concesión
de indulgencias. A
cambio de la entrega
de determinadas cantidades
de dinero, las cofradías
concedían estas gracias
con las que
ellas fueron favorecidas en
el momento de
su fundación por
distintas autoridades
eclesiásticas (papa, arzobispo,
etc.).128 Dichas
indulgencias eran divulgadas
por determinadas personas a
las que la
cofradía encargaba este
cometido. En el
caso de Jerez de
la Frontera ninguna
de las cofradías
estudia-das, siempre de acuerdo con la documentación analizada, gozaba
de tales indulgencias.
Actividades benéfico-asistenciales
El centro
de la actividad
benéfico-asistencial desarrollada por
las cofradías era su hospital.
La mayoría de los
hospitales medievales hasta
el siglo xv
fueron pequeños y funcionaron
indistintamente como hospitales para
curar enfermos, alberguerías para
que los transeúntes
pudiese allí pasar la noche y asilos para los ancianos. Además, atendiendo
a su espíritu religioso y al igual que otras instituciones de esta naturaleza,
gozaban de inmunidad frente a las autoridades no eclesiásticas y en ellos
buscaban protección personas en distintas circunstancias.
El origen129 de
los hospitales pertenecientes a
las hermandades o
cofradías es diverso.
Por un lado,
los que dependen de
las cofradías de oficio
surgieron del deseo y
voluntad primordial de
cada uno de
ellos de contar
con un centro propio
donde realizar asistencia
mutua, llevar a efecto sus cabildos y otros asuntos
relacionados con su profesión, además de celebrar oficios religiosos.
Con las
hermandades y cofradías
de caridad ocurre
algo parecido, creándose el
hospital por el
esfuerzo de los
propios cofrades que
compraban y levantaban
la casa hospital. Muchos de
estos cofrades eran
personas modestas, con un
profundo sentimiento religioso que los impulsaba a reunirse y fundar un
hospital. En este sentido es un buen ejemplo la dedicación que demostraron los
cofrades de Hermandad de Santa María del Pilar,130 que se
vieron envueltos en un pleito con unos vecinos con motivo de unas casas
situadas junto al Hospital con las que querían y acoger más pobres.
Un tipo de fundación a caballo entre la iniciativa particular y la
asociativa lo constituían
aquellos legados de
inmuebles hechos por personas individuales a cofradías con el fin de ser
destinados a hospitales. De esta forma, aunque el peso de la marcha del
centro recaía sobre
la cofradía, la
primitiva institución había
sido particular, pero
sólo a título
de esfuerzo inicial y
sin ninguna dote
especial para su
mantenimiento. Sería el caso
de Hospital de
Santa María que
fue fundado por Gil de Hinojosa,
Martín de Hinojosa y María Sánchez, su mujer, en 1362. Estaba destinado a
recoger peregrinos mendigos a los que se les daba cama para dormir.131 Por
tanto, el nuevo establecimiento surgía de la conjunción entre la donación
particular y el interés de la cofradía por disponer de un hospital, el cual se
levantaba en el inmueble que el particular proporcionaba a la cofradía para que
pudiese tener su propio centro.
En cuanto a la tipología de los hospitales hemos de decir que la
gran mayoría de
las hermandades y cofradías
estudiadas nacieron o
acabaron siendo hermandades
hospitalarias. Pero nunca
debemos de perder
de vista la
definición que hemos dado de hospitales cumpliendo al mismo tiempo
como tales, como
alberguerías, o como
asilos o, inclusive, como centro
donde se reunía
la hermandad, para
realizar cualquier otro tipo
de acción caritativa
(limosnas, dotes de doncellas, entierros de pobres, etc.) o,
por último, se dedica-ban a otros fines que nada tenían que ver con la
hospitalidad asistencial y sanitaria.
Podemos estudiar distintos
tipos de hospitales
en razón de su finalidad:132
a) Hospitales dependientes de
cofradías profesionales o que reunían a personas de un mismo a oficio. A este
grupo pertenecerían los
hospitales de las
corporaciones de oficios.
Su única acción
social caritativa la realizaban para con ellos mismos
(asistencia mutua), socorriendo a sus
compañeros en caso
de enferme-dad u
otro impedimento, costeando
funerales por los que fallecían,
auxiliando a sus viudas e hijos, etc., no
teniendo obligación de
ejercer otro tipo
de hospitalidad. Además
en estos hospitales
dependientes de cofradías artesanales se desarrollaban actividades
propias del oficio.
b) Hospitales dependientes de
hermandades con un fin benéfico-asistencial.
Se trata de
centros asistenciales a
través de los
cuales las hermandades que
los poseían ejercían
la beneficencia. Podemos
establecer una diferenciación en este tipo de asociaciones: las que tenían sus
hospitales para celebrar actos religiosos y poner en práctica alguna que otra
obra de cari-dad cristiana (no
teniendo obligaciones asistenciales); y aquellas
otras con fines
benéficos, especialmente orienta-das al recogimiento de pobres.
Estos hospitales desarrollaban
una práctica preferentemente religiosa-ceremonial, impulsadas
por la cofradía respectiva bajo el influjo del santo
patrón. Se distinguía claramente
entre la hipotética
hospitalidad que en
base a su denominación de hospitales podrían estar
obligados a rea-lizar (que por el mandato
de su fundación
no caía dentro de sus objetivos) y aquella finalidad
para la que habían sido instituidos.
En un segundo
grupo se encontrarían
aquellos centros que desarrollaban una
acción benéfica-asistencial más definida. Carmona
García133 habla de
dotación de donce-llas
pobres, enterramiento de
muertos o recogimiento
de pobres.
El tipo de recogimiento más completo abarcaba el proporcionar casa,
cama, ropa, repartir limosnas (por lo general durante las Pascuas), curar
a los pobres
si caían enfermos y
enterrarlos si llegaban
a morir, todo
ello a costa
del hospital.134Para ello los
hospitales de las
hermandades recibieron una serie
de donaciones destinadas
a sufragar los
gastos generados. Dichas donaciones se hacían a la institución en
general o a personas particulares que están en ella acogidas:
1)adquisición de
mobiliario y reparación
del existente: camas135 (mueble y
complementos):Catalina García, viuda de Benito Martín, vecina de la collación
de El Salvador,
mandó al Hospital
de las hermanas de las candelas
amarillas de la Hermandad de Santa María
una manta, una
almocela, un lenzuelo,136 porque
rogasen a Dios por su alma.137
Catalina Alfonso la partera donó al Hospital de San
Miguel un almadraque lleno de lana y su cama, ambos usados, para que durmiesen
los pobres.138
Sancha
Rodríguez, viuda de
Juan García, vecina de la collación de San Dionís, mandó a
la Hermandad de las hermanas de la Cofradía de Santa María de las candelas
amarillas su cama de ropa porque rogasen a Dios por su alma.139
Ana
Ferrández, mujer de
Miguel Sánchez de la
Puerta, vecina de
la collación de
San Miguel, mandó a
la Hermandad de
las hermanas de la Cofradía
de Santa María de las candelas amarillas una sábana de estopa usada.140
Leonor
Núñez, vecina de
la collación de San
Miguel, donó al Hospital de la Sangre de Jesucristo un almadraque grande, una
sábana y una almohada.141
Queremos destacar las dos donaciones hechas a la Hermandad de las
hermanas de la Cofradía de Santa María
de las candelas amarillas,
integrada exclusivamente por
mujeres. El hecho
de que contara
con un hospital para
atender al sector
femenino de la sociedad
jerezana finimedieval goza
de una importancia singular, pues a fines de la Edad
Media y hasta la conclusión del
siglo xvi la
cobertura hospitalaria de que
gozaban las mujeres
era muy escasa.
De los 14 hospitales
que existían en
Jerez sólo el
del Pilar curaba a mujeres de
calenturas, el de San Pedro y el de Santa Catalina acogían a dos mujeres
pobres, y el de la Concepción de San Marcos a mujeres ancianas. Es más, tras la
reducción de finales del siglo xvi sólo quedó el de la Concepción. Más tarde el
Hospital de la Sangre pasó
a ocuparse de
la curación de
muje-res de todas las enfermedades y de la acogida de las
transeúntes.142
2) limosnas en metálico para los pobres que se atienden
en el hospital:
Catalina Fernández, mujer de Juan Sánchez, vecina
en la
collación de San
Miguel, donó al
Hospital de Santa María del Pilar
100 maravedís anuales detraídos de las rentas y lugares que ella poseía en sus
casas de la collación de San Miguel.14
¿Son estas donaciones puramente altruistas? No. Pero lo que se pide a
cambio es fácil de cumplir: rogar a Dios por el alma del donante.144
El hospital estaba atendido por los enfermeros u hospitalarios. El
ejemplo más ilustrativo
es el del
Hospital de la Sangre y la donación hecha por Francisco
de Hinojosa para dotarlo de un
cuerpo de enfermos,
recogida en una
escritura otorgada el 12 de febrero de 1519.145 En ella establecía
la entrega de
unas tierras con
cuyas rentas se
contrataría a un matrimonio
para que ejerciesen
la labor de
enfermeros encargados del
cuidado y cura
de los enfermos,
así como las ordenanzas que debían cumplir. Éstas se referían a la
limpieza del establecimiento (enfermería, letrinas, ropa de cama
y mesa, las
medidas higiénicas que
habrían de dispensarse a
los enfermos), la
atención del enfermo
que se hallaba in articulo
mortis, y el cuidado
espiritual de los enfermos (confesión, comunión, mantener
encendida y limpia la lámpara que alumbraba el Santísimo Sacramento por parte
de la enfermera, etc.).
En cuanto a la estructura de los
hospitales, tan sólo conservamos
descripciones y planos
relativos al Hospital
de la Sangre.146 De
hecho el edificio
se conserva actualmente
en la calle Taxdirt147
y funciona como
residencia de ancianos (Fundación Centro
de acogida San
José). Del resto
poco o casi nada podemos aportar.
Tan sólo afirmar que su tamaño, su
estructura y capacidad
asistencial estarían en proporción
directa con la
devoción de que
era objeto la
cofradía y sus titulares, pues
de ello dependía
el número y
cantidad de donaciones
percibidas.
Sobre
la administración de
estos hospitales hemos
de decir que algunos tenían un patronazgo especial (el Hospital de Zurita
por el pariente
mayor de este
linaje), mientras que la
mayoría era responsabilidad directa
de las cofradías. Por esta
razón eran dirigidos
y gobernados por
sus propios cofrades, quienes nombraban
a la persona responsable de la buena marcha del centro En ocasiones el cargo
era ocupado mediante turnos por un período determinado.
Pero
por encima de
todos ellos se
encontraba la acción vigilante y fiscalizadora de la jerarquía
eclesiástica. La jurisdicción de ésta se extendía a todos los centros
eclesiásticos, ya fuesen dirigidos por clérigos, ya a las cofradías,
normalmente dirigidas por los
laicos, pues también
éstas debían recibir
la visita del Ordinario
(derecho de visita
episcopal). Pero en la
práctica las inspecciones de los visitadores eclesiásticos deja-ron bastante
que desear, tanto por su periodicidad como por su eficacia, dando lugar a una
ausencia de control que permi-tiría una relajación total de la acción
hospitalaria y benéfica.
El acompañamiento en los cortejos fúnebres y la
celebración de sufragios pro remedio animae representa la segunda gran
actividad benéfico-asistencial desarrollada por las cofradías. En primer lugar
suponemos que la llevaron a cabo con sus
cofrades, pues muchos
capítulos de regla
las obligaban a ello.
Pero, sobre todo,
hemos documentado un
número importante de casos en los que una serie de personas, no pertenecientes
a una determinada cofradía, se encomendaban a ella para
que las enterrasen
a cambio de
cierta cantidad de dinero o de otro tipo de donación (bienes
inmuebles, donación de rentas,
propiedades rurales, etc.).
Este predominio de referencias
al entierro de los
no
cofrades se explica precisamente
porque en el
caso de los
cofrades es un
derecho inherente a su condición, que en los testamentos aparece a modo
de recordatorio. Precisamente es la vertiente económica de estos cultos lo que
justifica su presencia en el conjunto documental estu-diado: a cambio de
ciertas celebraciones las cofradías incorporaron nuevos bienes a sus
patrimonios, y tanto donante como receptor quisieron que su acuerdo, a fin de
asegurar su cumplimiento, estuviese
ratificado ante un
escribano público. Estos encargos fueron fundamentales para la subsistencia de
las cofradías por lo que
recibían a cambio: casas, tierras,
talleres, otros bienes
generadores de rentas y,
también, dinero en
efectivo. Por ello
debió haber en las
cofradías un especial celo por cumplir con estas mandas testamentarias, por
ofrecer una garantía de celebración de las mismas, en definitiva, por ganarse
la confianza de posibles devotos que les aportarían nuevos bienes e ingresos.
La
presencia de la muerte148 dominaba
la vida cotidiana y la mentalidad del hombre de esta
época. Ante ella tomaba una serie de
actitudes, como las
disposiciones
testamen-tarias149 y donaciones,
legados y fundaciones
de obras pías, con
las que pretendían
asegurarse su salvación
mediante la preparación del “bien
morir”. Este auxilio de muerte también se buscaba en las cofradías. El hombre
normal, vulgar, se asociaba con otros, dando respuesta a la problemática del fin de la vida
terrenal150 y de la existencia del más allá.
Pese al amplio arco cronológico que comprende nuestro
estudio, el sentimiento que sus protagonistas muestran hacia la muerte
en el espacio
temporal indicado era el mismo, pues todos los testamentos responden a
un mismo esquema y a un
mismo sentimiento.151 La
única diferencia radica
en el número de disposiciones religiosas (misas, mandas, etc.).
La actuación frente a la muerte iba desde el imprescindible enterramiento
del cadáver en una sepultura
digna, hasta la celebración de sufragios por el alma del difunto.152
Es de resaltar que este comportamiento formaba parte de
la acción benéfico-asistencial que la hermandad o cofradía desarrollaba, no
solamente entre sus cofrades sino también entre los no cofrades, por lo cual su
acción benéfica-asistencial no era particularista.
Vamos a analizar qué tipo de cultos se encargaban a las
cofradías, quiénes confiaban a ellas sus últimas voluntades, y las que gozaban
de mayor devoción a partir del número de cultos recibidos.
¿Quiénes
eran las personas
que confiaban a
las cofradías la salvación de sus
almas por medio de la celebración de distintos actos de cultos? Distinguimos
entre cofrades y no cofrades. Podemos afirmar que de forma absolutamente
mayoritaria, de acuerdo
con la documentación
estudiada, fueron particulares no
vinculados a las
cofradías los auto-res
de estas mandas.
Sobre un número
total de 19
man-das 18 proceden
de no cofrades
frente a un
cofrade. Los motivos que
explican esta preeminencia
de personas no pertenecientes a
estas instituciones son
los siguientes: los cofrades tenían unos derechos, adquiridos
por su condición como tales, y sufragados con las distintas cuotas que
esta-ban obligados a
pagar. Confiaban en
que su cofradía,
que él integraba junto
al resto de
hermanos, se preocuparía
y haría todo lo necesario para que su alma pasase el menor tiempo posible
en el Purgatorio153 y llegase a alcanzar la gloria eterna. A pesar de ello,
documentamos un cofrade entre los testadores, que analizamos más abajo.
Pero
quienes no pertenecían
a las cofradías,
quienes carecían de este amparo institucional y, además, eran conscientes
del mucho tiempo que pasarían purgando sus penas en el
Purgatorio, se vieron
en la necesidad
de garantizar su futuro inmediato
en la otra vida por medio del encargo expreso
de una serie
de celebraciones, cuya
cantidad y cualidad estaba
en proporción directa
con la capacidad económica de cada uno: en
principio, cuanto más próspera fuese la situación de una persona, mayor era el
número de sufragios que podía
encargar. Los que
morían en gracia
se salvaban, los que
morían en pecado
se condenaban. Pero los que morían en estado de gracia
podían pasar un tiempo de pena en el Purgatorio, lo que podría también depender
de los sufragios que por él se celebrasen. No obstante, siempre permanecía la
justicia y la misericordia de Dios.
Pues bien, una
serie de personas
conscientes de que su
vida como cristianos
no había sido
precisamente una imitación fiel del Evangelio y no habían
seguido rigurosamente los mandatos de la Iglesia, encontraron o quisieron
encontrar una ayuda a su pronto ingreso
en el Paraíso
en las cofradías.154¿Qué cofradías? Suponemos, la
documentación no dice nada al
respecto, que aquéllas
por las que
sentían especial devoción, las de su collación, las que
gozaban de un reconocimiento general como buenas cumplidoras de mandas, etc. En
la época estudiada las cofradías
que recibieron un
mayor número de encargos
fueron las siguientes:155 Cofradía
de la Misericordia (cuatro), Cofradía
de la Sangre
(cuatro), Cofradía de San
Sebastián (cuatro), Cofradía
de San Dionís
(dos), Cofradía de Santa
María (una), Cofradía
de San Blas
(una), Cofradía de Santa
María de la
iglesia de San
Juan (una), Cofradía
de San Francisco (una), y
Cofradía de Santa María del Pilar (una).
La muerte se escenificaba en varios actos156 y el
primero de ellos era
la redacción de
esa última voluntad157
que de forma mayoritaria tenía
lugar cuando el fin se aproximaba. En
el momento en
que el deceso
se sentía inmediato
se requería los servicios
de un escribano
público, quien acu-día a casa del moribundo para dar fe
pública de sus últimas disposiciones recogidas en su testamento. Ésta era la
norma general, aunque de ellas escapan algunas excepciones como el caso de
Catalina Álvarez, cuyo testamento fue redactado por su marido tras su
fallecimiento.158
Los testamentos incluyen dos tipos de disposiciones en
las que
se enmarcan las
distintas mandas: unas religiosas (profesión de fe, ideas de
temporalidad de la vida humana, la esperanza en la vida eterna, los medios para
asegurarse la salvación) y otras de carácter material, dada la necesidad de que
las últimas voluntades del testador se cumplieran estrictamente y su patrimonio
se repartiese entre sus herederos. Tanto unas como otras quedaban confiadas a
los albaceas.
Tras el fallecimiento la muerte salía del ámbito
privado del hogar a
un escenario público
a través de
un acto de especial
significado social: el
entierro.159 A diferencia
de la costumbre actual
que privatiza y
a veces esconde
casi todo lo relacionado
con la muerte,
hasta fechas recientes el
entierro se convertía
en el momento
en que la
persona se despedía de
quienes hasta entonces
habían mantenido con ella
relaciones familiares, afectivas
y de vecindad.160También era el último recorrido
por el entorno urbano que había
sido el escenario
de su existencia.
Por ello, dependiendo
de la capacidad
económica, se intentaba
envolver este acto previo antes de ser sepultado con el mayor boato y
dotarlo de la más excelsa solemnidad.
En esa intención
de emprender el
último viaje con la
mayor pompa costeable las cofradías tuvieron un protagonismo incuestionable. De
hecho representa la segunda gran actividad
benéfico-asistencial desarrollada por
las cofradías después de las
atenciones prestadas en sus hospitales.161 En primer lugar la llevaron a cabo
con sus cofrades, pues muchos capítulos de regla las obligaban a ello, hasta el
punto de que constituye una de las principales razones para ingresar en una
de estas
instituciones, tal como
se evidencia en
el elevado porcentaje de
los capítulos de
sus reglas que
versan sobre esta temática.162
Sin embargo en ocasiones no estaba de más recordar esta obligación a las cofradías.
De ello es buen ejemplo el testamento de Diego Ferrández, jurado,163 vecino de
la collación de San Marcos, quien mandó en su testamento a la Cofradía de San
Nicolás del Portal, donde era cofrade, le viniesen a
hacer honra según
la hacen a los
cofrades y les dieran lo que su regla mandaba.164
Pero no sólo
los cofrades requirieron
la presencia de las
cofradías en los
cortejos fúnebres y
enterramientos para el realce de los mismos. También lo hicieron un
grupo de particulares no cofrades cuya capacidad económica les permitía pagar
los servicios de las hermandades. Ellos formaban parte del grupo denominado
encomendados, quienes contribuyeron de
manera significativa a
incrementar los ingresos cofrades.
La participación de
sus hermanos portando las
candelas encendidas las convirtieron en ele- mentos imprescindibles en todo
entierro de cierta entidad. Especialmente
impactante por lo
nutrido de la
comitiva debió ser el
entierro de Catalina
López, mujer de
Nicolás Morón, vecina de la collación de Santiago, quien estableció en
su testamento que en su cortejo fúnebre estuviesen presentes los
Hospitales de la
Misericordia, de la
Sangre y de San
Sebastián.165 Por su
parte Juan Pérez
Pezano, vecino de la collación de San Juan, solicitó que su cuerpo fuese
acompañado a enterrar por los de la Misericordia y los de la Cofradía de San
Sebastián.166 En las reglas de las cofradías se establece que todos los
cofrades debían asistir al entierro de los encomendados,
por lo que
los cortejos fúnebres de
Catalina y Juan
debieron ser bastante
nutri-dos. De las
19 mandas recogidas
12 se refieren
al acompañamiento del
cadáver, siendo las
cofradías encargadas las de
San Sebastián (cuatro
mandas),167 Misericordia
(cuatro),168 San Dionís
(dos),169 Santa María
(una)170 y San Francisco (una).171
La documentación no es muy explícita en lo que se
refiere al ritual desarrollado en estos acompañamientos del cadáver. Tanto en
el caso de los cofrades como en el de los no cofrades sólo se menciona el
acompañamiento del cuerpo desde la casa del difunto hasta el lugar elegido,
iglesia o monasterio, para ser sepultado. Como hemos indicado los cofrades
exigen que se les hagan las honras fúnebres propias de su condición, mientras
que algunos no cofrades piden que los miembros de la cofradía estén presentes a
dichas honras con sus candelas encendidas.172 Precisamente la donación que
hacen a cambio de todo ello sirve en buena medida para costear la cera que se
va a consumir.
La mayoría de
los entierros solían
pagarse en metálico dado que se trataba de un acto
puntual que sólo se iba a celebrar una vez, a diferencia de los oficios pro
remedio anima eque se costeaban
con propiedades generadoras
de rentas para su
celebración ad perpetuum. No
había una cantidad estipulada, lo
que puede ser
indicativo de que,
o bien las cofradías
se conformaban con
lo que cada
persona tenía a bien pagar o, por el contrario, la
fastuosidad (simple traslado del
cuerpo o acompañamiento con
candelas, rezos, enseres de la cofradía, etc.) de estas honras
dependía de la cantidad pagada. La documentación no nos informa de ello, pero
cabe pensar que se diese la segunda posibilidad (a más dinero, más
celebración). Sea como
fuere, las cantidades
documentadas son 20 maravedís,173
30 maravedís,174 200
maravedís,175 500
maravedís,176 siendo la
cantidad más alta
de 6.000 maravedís
pagados por Juana
García la Melera
a la Cofradía
de la Misericordia de Jerez de la
Frontera por acompañar su cuerpo a enterrar.177 En ocasiones se deja a criterio
de una institución, de especial confianza para la testadora, el importe que
habría de pagarse a
la cofradía por
el servicio funerario.
Marina Sánchez178 pidió que la Cofradía de San Sebastián la acompañase a
enterrar hasta prácticamente los límites de la ciudad, la Torrecilla,179 pues
el lugar elegido para su eterno descanso fue el Monasterio de Santa María de la
Defensión (La Cartuja) situado a una
distancia considerable, para
la época, del recinto
urbano jerezano. Los
padres cartujos se
encargarían de pagar lo
que considerasen oportuno
a la Hermandad.
Al margen de estos
ejemplos parece ser
que existía, de
forma no oficialmente establecida,
unas tasas por
formar parte de los cortejos fúnebres. Así Catalina
Alfonso, mujer de Gonzalo Pérez de Hita, mandó en su testamento que los
hermanos del Hospital de San Sebastián acompañasen su cuerpo a su
ente-rramiento y le diesen lo que es costumbre dar.180
En ocasiones los hospitales servían como lugar de enterramiento
dado el carácter religioso de que gozaban. En el caso de Jerez de la Frontera
fue el Hospital de la Sangre el que cumplió tal función. Tres fueron los
testadores que solicitaron su entierro
en esta institución:
Catalina Martínez, mujer de
Bartolomé Sánchez, vecina de la collación de San Mateo;181 Fernando González de
Alba, vaquero, estante en Jerez;182 y Pero Jiménez Camacho, vecino de la
collación de Santiago.183 El camposanto
se encontraba en
el claustro, cuyos corredores
fueron reparados en 1577.184 Estaba junto a la iglesia, era de pequeño tamaño y
contaba con pilares de cantería. En tres de sus lados tenía altares y en el
cuarto una capilla dedicada a nuestra Señora de Belén, imagen dorada de bulto
con el Niño Jesús en el brazo y colocada sobre un tabernáculo. Las
paredes del claustro
estaban decoradas con pinturas de
temática desconocida.
Una vez depositado
el cuerpo en
la que sería
su última morada,185 se
iniciaba la serie
de oficios de
difuntos que el testador
tuviera a bien
encargar a cambio
de la donación de ciertos bienes o el pago de una
determinada cantidad en metálico.
La mayoría de
los testadores que
confiaron a las cofradías la salvación de sus almas por
medio de la celebra-ción de distintos actos de culto fueron no cofrades, pues
los cofrades confiaban en que su cofradía se preocuparía y haría todo lo
necesario para que su alma pasase el menor tiempo posible en el Purgatorio y
llegase a alcanzar la gloria eterna.
Dentro de las mandas referidas a los oficios de
difuntos observamos un predominio
casi absoluto de
las grandes fiestas marianas que
presentamos atendiendo a su fecha de celebración en el año litúrgico. Una de
las grandes fiestas
era la de la
Encarnación. Se celebra el
25 de marzo
y puede ser
contemplada desde una doble
óptica, pues se
trata de una
fiesta tanto de Cristo,
la Encarnación del
Hijo de Dios,
como de María,
la Anunciación, aunque en la liturgia cristiana se celebra como una
fiesta mariana y desde esta perspectiva la estudiamos aquí. Su celebración fue
encargada por Sancho Díaz, clérigo beneficiado de la iglesia de San Lucas, a la
Cofradía de San Blas.186 En su testamento describe cómo quería que se llevase a
cabo la celebración: sin sermón, en la iglesia de San Mateo por tres clérigos
de otras iglesias que acompañasen a los de la citada parroquia. Cada clérigo
cobraría 120 maravedís y todo se pagaría, incluidas las candelas y todo lo que
fuere menester para la fiesta excepto los ornamentos.
Otras fiestas marianas citadas en la documentación son
las de
“Santa María de
Agosto”, la Asunción, la
fiesta más antigua y más común en
las celebraciones de la Iglesia cris-tiana, celebrada el 15 de agosto.187
Un oficio de
difuntos demandado entre
nuestros testadores son
las remembranzas de difuntos
(un recuerdo en forma
de misa o
responso). Normalmente se
dejaba a criterio de la cofradía
el lugar y fecha de celebración de la remembranza.188
En cuanto al
lugar elegido por
quienes encargaban a las
cofradías los cultos pro remedio suae animae, en la mayoría de los casos no se
especifica el mismo,189 por lo que suponemos que se
dejaba a criterio
de la cofradía
designada la elección de la iglesia o monasterio donde
habrían de celebrarse estos actos,
sin olvidarnos, por
supuesto, del propio
hospital de la cofradía,
que también debió
ser escenario de
ello y con
frecuencia (simplemente por
razones de comodidad).
En dicha elección debieron
primar criterios como
la cercanía, la disponibilidad
de horario en el lugar elegido y de ministros que presidiesen la ceremonia, las
preferencias de los cofrades, etc.
Por lo que
se refiere a
la financiación de
los oficios de difuntos, hemos de decir que la
documentación parece evidenciar la no
existencia de una
normativa que estipulase la cantidad que había que pagar a
las cofradías por la celebración de los oficios, sino que ésta era fijada por
quienes hacían el encargo.
Normalmente el pago
no se efectuaba en
dinero pues los
testadores, a fin
de garantizarse ad perpetuum la
celebración de sus
misas y fiestas
cada año durante el tiempo, más o
menos prolongado, que sus almas hubiesen de estar purgando sus culpas y
pecados, preferían donarles ciertos bienes que generasen unas rentas fijas con
las que sufragarlas. Estos bienes fueron: pagos procedentes de la
compra de rentas
(36 maravedís y
50 maravedís que se
pagaban a la
testadora de un
censo perpetuo;190 1000 maravedís para siempre jamás de los
censos que el testador tenía en El Puerto de Santa María para la celebración
anual y perpetua de
una fiesta de
la Encarnación)191 y
alquileres de casas (100
maravedís anuales detraídos
de las rentas
y lugares que la testadora poseía en sus casas de la collación de San
Miguel, por la
celebración de una
fiesta anual de nuestra señora santa María en la iglesia
de San Miguel).192
Como puede observarse existe entre las donaciones un
predominio de las
rentas en metálico
cuya recepción se establece perpetuamente para jamás, lo que
asegura-ría, al menos teóricamente, el cumplimiento ad perpetuum de las
disposiciones de quienes las donaban.
Finalmente, algunas personas sólo pidieron a las cofradías
a las que se encomendaban que los pobres del hospital rogasen por sus almas.193
Conclusiones
El estudio de
las hermandades y
cofradías jerezanas a fines de la Edad Media, a partir de la
documentación constituida por los Protocolos notariales, nos ha permitido
cons-truir algunas piezas de ese complejo puzzle que constituye el origen
de estas instituciones
en la Andalucía
finimedieval. Hemos podido dar respuesta al interrogante planteado
en trabajos anteriores
sobre la prioridad
en el nacimiento entre el hospital y la cofradía,
dado que todas las corporaciones
estudiadas y de
acuerdo con las
definiciones dadas tenía la
doble vertiente de asociaciones dedicadas
a actividades benéfico-asistenciales y
culturales. Hemos documentado
casos muy ilustrativos
sobre el nacimiento
de hospitales a los que luego se asocia una cofradía, así como otros
ejemplos de instituciones cofrades que luego adoptan funciones hospitalarias,
teniendo siempre en cuenta la descripción realizada sobre lo que era un
hospital en la época estudiada.
Cada uno de los casos
analizados pormenorizadamente
ejemplifican lo afirmado.
Queremos destacar, al amparo de una corriente
historio-gráfica relativamente reciente pero ya bastante consolidada, los
estudios sobre la mujer, el hallazgo de una cofradías inte-grada exclusivamente
por miembros del sector femenino de la población jerezana, la Hermandad de
Santa María de las candelas
amarillas. Y en
lo que se
refiere al órgano
gubernativo de estas instituciones la presencia de una priosta, sin
que podamos determinar
si lo era
de la citada
Cofradía o de otra. En cualquier
caso la importancia del dato radica en las
condiciones de práctica
igualdad de la
que gozaron las mujeres en el seno de estas corporaciones
así como en los derechos de que gozaron.
Las
cofradías jerezanas de
finales de la
Edad Media estaban plenamente
insertas en los
mecanismos que articulaban la economía de la ciudad. Dentro
de su patrimonio figuraban bienes inmuebles, propiedades
rurales e instalaciones
artesanales, patrimonio que
supieron explotar de acuerdo
con las condiciones
de un mercado
que conocían perfectamente y
con el objetivo
de costear las
actividades que constituían la razón de su existencia. Al mismo tiempo
algunas de estas hermandades se vieron muy bien posicionada en
la nueva economía
monetaria que se
desarrolla en las ciudades
andaluzas a fines
de la Edad
Media y que alcanzó
en sus consecuencias
al ámbito rural
dependiente de estos centros urbanos. De esta forma aquellas cofradías
que contaban con
el capital líquido
necesario participaron en
actividades de créditos que les proporcionaron pingües beneficios, evitando
caer en la condenada usura.
Sin duda, las cofradías fueron las instituciones que
des-plegaron una mayor
y más intensa
actividad asistencial entre los
vecinos del Jerez
de finales del
siglo XV y
principios del XVI.
Cofrades o no
cofrades, quienes gozaban
de una situación soioeconómica desahogada acudieron a ellas para que
los atendieran en su tránsito
a la gloria
eterna. Solicitaron sus servicios
en la vela
antes del abandonar la
vida terrena, en
los cortejos fúnebres,
en los oficios
de difuntos que habían
de acortar el
tiempo de purgación
de las faltas cometidas.
Así lo dejaron
establecido en sus
testamentos, al que convirtieron en el garante de su salvación para evitar
las penas eternas.
En estas últimas
voluntades un aspecto positivo
de la muerte
pues no hay
referencias al infierno o al Purgatorio, sino que hay plena confianza en
el tránsito a la vida eterna en el que las cofradías son agentes de especial
importancia. No obstante da la impresión de que
el fenómeno cofrade
está aún en
ciernes y prueba
de ello es que, a diferencia de Sevilla, se prefiere que los dife-rentes
clérigos de las parroquias se encarguen de la celebración de los oficios de
difuntos.
Aún son muchos los interrogantes que quedan por responder
y mucha la luz con la que alumbrar sobre el conocimiento de las hermandades y
cofradías de finales de la Edad Media. Confiamos en que la continuación en el
estudio de la documentación nos permita
dar respuestas y
alumbrar los muchos secretos que
aun guardan estas instituciones, cuyo protagonismo en la vida de los hombres
que contemplaron el paso de la Medievalidad a la Edad Moderno queda fuera de
todo debate.
NOTAS
1 Caro Cancela, D. (Coord.)
1999. Historia de Jerez de la Frontera. De
los orígenes a la época
medieval: 261-350. Cádiz:
Diputación de Cádiz. 2 Un estudio
sobre la producción historiográfica relativa
a cofradías la encontramos
en: Martín-Viveros Tajuelo,
A. 2012. “Las cofradías castellanas en la Edad
Media. Pasado, presente y futuro de la producción historiográfica”, Espacio,
Tiempo y Forma. Serie III: Historia Medieval 25: 285-307 3
Sánchez Herrero, J.
y Pérez González,
S.M. 2003. CXIX Reglas de
cofradías y hermandades
andaluzas. Siglos xiv,
xv y xvi. Huelva: Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Huelva. 4 Haremos referencia
al mismo y al fondo
documental de los Protocolos notariales con los
siguientes acrónimos: AMJFPN. 5 Pérez González, S.M. 2005. Los
laicos en la Sevilla bajomedieval: Sus devociones y cofradías: 115-274.
Huelva: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva. 6 Para todo
este tema véanse
las obras de
Sánchez Herrero, J. 1978. Las diócesis
del Reino de
León. Siglos xiv
y xv. León. Colección “Fuentes y Estudios
de Historia Leonesa”,
nº 20; 1996.
“El origen de
las cofradías de Semana
Santa o de
Pasión en la
Península Ibérica”:Temas
Medievales 6: 31-79; 1988.
“Las Cofradías de
Semana Santa de
Sevilla durante la Modernidad. Siglos xv a xvii”, en Las Cofradías de
Sevilla en la Modernidad:29-97.
Sevilla: Universidad de
Sevilla. 1999. “La
evolución de las Hermandades
y Cofradías desde
sus momentos fundacionales a nuestros días” en I Congreso
Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular: 29-53. Sevilla:
Fundación El Monte. 7 Meersseman, G.G.
1977. Ordo fraternitatis. Confraternite e pietá dei laici nel Medioevo. Roma:
Herder Editrice e Librería. 8En effet,
Delaruelle et Meersseman,
ont opèrè sur
la plan historique la
mème “revolution copernicienne” qu’avait
effectuèe a l’époque sur
le plan théologique
un père Congar
par example, c’est-a-dire la
redécouverte de l’Eglise
comme peuple de
Deu, et non
pas seulement comme aorganisme
hiérachique structuré. Cette
intuition devait déboucher sur
une prise de
conscience de la
place et du
rôle des laïcs dans l’Eglise et dans son histoire, et je pense que ce
n’est pas un hasard si le Dossier de l’ordre de la penitence au xiiie siécle,
qui est l’oeuvre majeure, à mon avis, du pére Meersseman, a suivi de peu la
publication des Jalons pour une théologie du laïcat. Ce qui me frappait
le plus à
la époque dans
les travaux de
père Meersseman, c’était d’abord la nouveauté de la matière.
Un monde inconnu accédait, grâce a lui, á notre connaisance, ce monde des
pénitens laïcs et des confréries de
devotion sur lequel
on ne disposait
guère jusque-là de
trabaux valables. Toute une
partie insoupçonnée de
notre histoire remontait ainsi à la surface”. Vauchez, A.
1987. Les laïcs au Moyen Age. Pratiques et experiénces religieuses: 95-96.
Paris: Les éditions du cerf. 9 Rojas Vaca,
M.D. 1998. Un registro
notarial de Jerez
de la Frontera (Lope
Martínez, 1392): 193. Madrid: Fundación matritense del notariado. 10 Pérez González, S.M. 2005:
121. 11 Las ordenamos alfabéticamente atendiendo a la
denominación con la que aparecen en la documentación. 12 AMJFPN. Lope Martínez. 23 de junio de 1392.
Fol.15v. 13 AMJFPN. Juan Martínez. 10 de febrero de 1414.
Fol.173v. 14 Serrano Pinteño, J. 2010-2012 “El Hospital de
la Sangre. De la fundación a la reducción de 1636. Nuevos datos”. Revista de
Historia de Jerez: 23. 15 Tenía su advocación en la iglesia de San
Dionís. AMJFPN. Juan Martínez. 11 de enero de 1414. Fol.12r. 16 Ídem. 17 AMJFPN. Juan Martínez. 31 de octubre de 1414.
Fol.259r. 18 Situado
a orillas del
río Guadalete, era
el puerto fluvial
de la ciudad de Jerez de la
Frontera. 19 AMJFPN. Juan Martínez. 6 de agosto de 1414.
Fol.201r. 20 Posiblemente tenía su advocación en la iglesia
de El Salvador. AMJFPN. Bartolomé de
Maya. 7 de
febrero de 1489.
Fol.26v.; Juan Ortega Gaitán.
17 de abril de 1486. Fol.53r.; 5 de julio de 1490. Fol.119r. 21 Situado
en el Llano
de San Sebastián: Mariscal Trujillo,
A. 2003. Por las calles del viejo Jerez: 107. Jerez de la Frontera:
Ediciones Jerezanas. 22 Quizás se
trate del mismo
hospital que aparece
en AHMJF. Beneficencia y
Sanidad. Leg.7. Autos
originales de la
Reducción de Hospitales al
fundado por el Beato Juan Pecador (1589-1593) bajo la denominación de
Hospital de San Sebastián y San Juan de Letrán, que estaba situado frente al
Convento de Santo Domingo en la collación de Santiago, y era administrado por
cofrades. 23 Advocación en
la iglesia de
El Salvador AMFJPN.
Gonzalo Román. 16 de
agosto de 1471.
Fol.522r.; Bartolomé de
Maya. 7 de febrero de 1489. Fol.26v. 24 AMJFPN. Juan Martínez. 21 de
agosto de 1414. Fol.213r. 25 AMJFPN. Juan Martínez. 20 de
marzo de 1414. Fol.112v.; 28 de marzo de 1414. Fol.134v. 26 AMJFPN. Juan Martínez. 10 de
febrero de 1414. Fol.173v. 27 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 31
de julio de 1490. Fol.114r. 28 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 5
de mayo de 1490. Fol.67r. 29 Serrano Pinteño, J.
2010-2012: 38. 30 Pérez González, S.M. 2005:
181. 31 AMJFPN. Juan Martínez. 13 de
febrero de 1414. Fol.86r. 32 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 5
de mayo de 1489. Fol.81v. 33 Serrano Pinteño, J. 2010-2012: 24. 34 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
11 de junio
de 1490. Fol.99v.; Juan Román. 25 de noviembre de
1501. Fol.394v. 35 AMJFPN. Juan Román. 25 de noviembre de 1501.
Fol.394v. 36 Serrano Pinteño, J. 2010-2012: 23. 37 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4 de abril de 1489.
Fol.55v. 38 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 30 de junio de
1490. Fol.113v. 39 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán1 de octubre de
1490. Fol.147v. 40 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4 de abril de 1489.
Fol.55v. 41 Serrano Pinteño, J. 2010-2012: 24-25. 42 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
24 de septiembre
de 1490. Fol.141v. 43 Tenía su advocación en el Convento de San
Francisco AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de noviembre de 1470. Fol.69v. 44 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 5 de mayo de 1489.
Fol.81v. 45 Serrano Pinteño, J. 2010-2012: 24. 46 Sancho
De Sopranis, H. 1973. Mariología medieval xeriecense: 56. Jerez de la
Frontera: Centro de Estudios Históricos Jerezanos. 47 AMJFPN. Juan Martínez. 27 de
marzo de 1448. Fol.128r. 48 García Guzmán, M.M. y Abellán Pérez, J. La
religiosidad de los jerezanos según sus testamentos (siglo xv): 29. Cádiz:
Agrija Ediciones. 49 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 7
de junio de 1490. Fol.95r.; 5 de julio de 1490. Fol.122v.; 8 de julio de
1490. Fol.124r. 50 Sancho De
Sopranis, H. 1973:
54, 56. Centro
de Estudios Históricos
Jerezanos. 51 Además de
estas hermandades y
cofradías documentamos un hospital,
el de San
Miguel, de los
que no podemos
afirmar si era atendido
por alguna de
estas instituciones. Estaba
situado en la collación de San Miguel y recibió la
donación de un almadraque lleno de lana para los pobres (AMJFPN. Juan
Martínez. 3 de septiembre de 1448. Fol.110v.) y otro almadraque usado
(AMJFPN. Juan Martínez. 21 de marzo de 1448. Fol.114v.). Quizás el estudio de
la documentación posterior al periodo
analizado nos permita
aportar más datos
sobre esta institución. 52 Serrano Pinteño, J.
2010-2012: 1. 53Archivo
General de Simancas:
Mercedes y privilegios. Hospital de Nuño García.
Franqueza de tributos para una persona que demandase limosna para el dicho
hospital. 8 de octubre de 1477. 54 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
5 de noviembre
de 1490. Fol.218r. 55 En
un principio Nuño
García pidió al
papa Sixto IV,
el gran impulsor de
la devoción a
la Sangre de
Jesucristo, que a
su muerte el patronato
pasara al Monasterio
cartujano de Santa
María de la Defensión. Le fue otorgado pero luego el
fundador decidió otorgárselo a la Cofradía de la Sangre radicada en el
Hospital por razones legales que no especifica. 56 García Herrero, M.C. 1990. Las mujeres en
Zaragoza en el siglo xv: 115-117.
Zaragoza: Ayuntamiento de
Zaragoza. Pérez González, S.M. 2012 “De la tipificación a
la realidad documentada: Las jerezanas a fines de la Edad Media (1392-1505)”.
Religiosidad Sevilla: Homenaje al profesor Sánchez Herrero: 443-444. Sevilla:
Aconcagua Libros. 57 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
5 de noviembre
de 1490. Fol.218r. 58 Serrano Pinteño, J, 2004.
“Reformas barrocas en el Hospital de la Sangre de Jerez de la Frontera: Juan
Díaz de la Guerra y Rodrigo de Alva”. Revista de Historia de Jerez 10: 2004. 59
Repetto Betes, J.L. (Coord). 1995. La Semana Santa de Jerez y
sus cofradías: 13-19.Jerez de la Frontera: Ayuntamiento de Jerez; Riera
Vayreda, F. 1997.
“La Cofradía de
la Sangre del
Hospital General de Mallorca”. Memoria Ecclesiae 11:
505-511; Sánchez Herrero, J. y Pérez González, S.M.
1999. “La devoción
a la Preciosa
Sangre de Cristo
de Sevilla: La importancia
de la devoción
a la preciosa
sangre de Cristo en
el desarrollo de
la devoción y
la imaginería de
la Semana Santa”. Aragón en la
Edad Media 14-15:
1429-1452; Arboleda Goldaracena, J.C. 2012. “La devoción a la
Sangre de Cristo y el origen de las cofradías penitenciales a fines de la
Edad Media: el caso de la ciudad de Málaga. Revista de Historia Autónoma 1:
73-88. 60 Sancho De
Sopranis, H. 1929.
“Diego Fernández de
Zurita, alcalde de Arcos,
embajador en Granada”
Revista de Historia
y de Genealogía Española,
2º época, III:
11-42, 107-116, 326-337.
Ruiz Pilares, E. (en prensa). “El linaje de los Zurita: un caso
arquetípico en la formación y consolidación de la élite jerezana en la Baja
Edad Media”. 61 Serrano Pinteño, J.
2010-2012: 24. 62 Sancho De
Sopranis, H. 1964-1969. Historia de
Jerez de la Frontera
desde su incorporación a
los dominios cristianos:
90. Jerez: Jerez Industrial. 63 Sancho De Sopranis, H. 1973. Mariología
medieval xericense:56. Jerez: Centro de Estudios Históricos Jerezanos. Muñoz
Y Gómez, A. 2010. Noticia
histórica de las
calles y plazas
de Xerez de
la Frontera: 87-88. Valladolid:
Maxtor.64 AMJFPN. Juan Román. 25 de noviembre de 1501. Fol.394v. 65 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de noviembre de
1470. Fol.69v. 66 AMJFPN. Gonzalo Román. 11 de noviembre de
1470. Fol.70v. 67 AMJFPN. Juan Martínez. 8 de abril de 1448.
Fol.43v. 68 AMFJPN. Gonzalo Román. 16 de agosto de 1471.
Fol.522r. 69 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 31 de julio de
1490. Fol.114r. 70 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
Jueves 5 de
mayo de 1490. Fol.67r. 71 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
17 de abril de 1486. Fol.53r. 72 Arboleda Goldaracena, J.
C. 2012. “El
gobierno de las hermandades y cofradías andaluzas en
la Baja Edad Media”, en Arízaga Bolumburu, B. et alii (eds.), Mundos
medievales: espacios, sociedades y poder. Homenaje al Prof. José Ángel García
de Cortázar, t. II: 1005-1014. Santander: Universidad de Cantabria. 73 Pérez González, S. M. 2005.
135-137. 74 Serrano Pinteño, J. 2010-2012: 26. 75 AMJFPN. Juan Martínez. 8 de abril de 1448.
Fol.43v. 76 AMJFPN. Gonzalo Román. 16 de agosto de 1471.
Fol.522r. 77 Parece ser que tampoco hubo mujeres
desempeñando cargos públicos en la Inglaterra medieval: “Within the towns
public authority was confined to men. Women
did not become members of the ruling council
or its head.
Nor did they
hold any of
the lesser civic
offices. Even though women
could join some
guilds and craft
fellowships as members, paid
annual dues and
as widows continued
to run their husbands’ businesses,
they were not
eligible for guild
office” (MATE, M.E. 1999. Women
in Medieval English society: 63 Cambrige, University Press). “Within the city
of London, with its large number of fraternities, there is no evidence of
women holding office” (ROSSER G. 1990. “The Essence of
Medieval Urban Communities: the
Vill of Westminster, 1200-1540”. The Medieval Town:
216-237. London. BARRON, C. 1985. “The
Parish Fraternities of
Medieval London”. The Church
in Pre-Reformation Society:
13-37. Woodbridge: The Boydell Press). 78 Sobre
cofradías de mujeres
véase: Casquero Fernández, J.
A. 1997. “La religiosidad de las mujeres: las cofradías de Santa
Águeda en la diócesis de Zamora, siglos xvii-xix”. Religiosidad popular en España: 57-80. V.
I. Madrid: Estudios Superiores de El Escorial. 79 Pérez González, S.M. 2005:
128-131. 80 A diferencia
de Sevilla no
hemos documentado ninguna cofradía propietaria de ganados.
Pérez González, S.M. 2005: 163-164. 81 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 5 de mayo de 1490.
Fol.67r. 82 AMJFPN. Juan Martínez. 8 de abril de 1448.
Fol.43v. 83 AMFJPN. Gonzalo Román. 16 de
agosto de 1471. Fol.522r. 84 Quizás se
trate de la
Cruz Vieja: Cirera
González, J.A. 2004. Calles jerezanas que fueron conocidas
por otros nombres en el siglo xx: 34. Jerez de la Frontera: Ediciones AE;
Mariscal Trujillo, A. 2003. Por las calles del viejo Jerez. Jerez de la
Frontera: 70-72. Jerez de la Frontera. Ediciones Jerezanas. 85 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
16 de junio 1490. Fol.101v. 86 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 5
de mayo de 1490. Fol.67r. 87 En Sevilla
muchas cofradías también
exigían el pago
de una determinada cantidad de gallinas.
Pérez González, S.M. 2005: 155-156. 88 Pérez González, S.M. 2005:
157-158. 89 AMJFPN. Juan Martínez. 6 de agosto de 1414.
Fol.201v. 90 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 17 de abril de
1486. Fol.53r. 91 AMJFPN. Gonzalo Román. 11 de noviembre de 1470.
Fol.70v. 92 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
17 de abril
de 1486. Fol.53r.; Juan Martínez. 21 de agosto de
1414. Fol.213r. 93 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de noviembre de
1470. Fol.69v. 94 AMJFPN. Juan Martínez. 28 de marzo de 1414.
Fol.128v. 95 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de noviembre de
1470. Fol.69v.; Gonzalo Román. 11 de noviembre de 1470. Fol.70v. 11 de
noviembre de 1470. Fol.70v. Juan Ortega Gaitán. 17 de abril de 1486.
Fol.53r. 96 Bibliografía sobre la vid. 97 AMJFPN. Juan Martínez. 21 de agosto de 1414.
Fol.213r. 98 Ídem. 99 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 17 de abril de
1486. Fol.53r. 100 AMJFPN. Gonzalo Román. 11 de noviembre de
1470. Fol.70v. MARTÍN GUTIÉRREZ, E. 2004. La organización del paisaje rural
durante la Baja Edad
Media. El ejemplo
de Jerez de
la Frontera: 154. Sevilla: Universidad de Sevilla. 101 AMJFPN.
Juan Martínez... 21
de agosto de
1414. Fol.213r. Martín
Gutiérrez, E. 2004: 167. 102 AMJFPN.
Juan Martínez. 21
de agosto de
1414. Fol.213r. Martín Gutiérrez,
E. 2004: 65. 103 AMJFPN. Juan Martínez. 21 de agosto de 1414.
Fol.213r.104 AMJFPN. Juan Martínez.
28 de marzo
de 1414. Fol.128v. Situado en
el camino entre
Jerez de la
Frontera y El
Puerto de Santa María.105 Borrero Fernández,
M. 1991. “La
viña en Andalucía
durante la Baja Edad
Media”. Le vignoble d’Andalousie su
Bas Mogen Âge. Onzièmes Journées Internationales.
Abbaye de Flaran: 119-146. Flaran: Centre Culturel de l’Abbaye de Flaran. 106 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de noviembre de
1470. Fol.69v. 107 AMJFPN. Juan Martínez. 21 de
agosto de 1414. Fol.213r. 108 AMJFPN. Juan Martínez. 28 de
marzo de 1414. Fol.128v. 109 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de
noviembre de 1470. Fol.69v. 110 AMJFPN. Gonzalo Román. 11 de
noviembre de 1470. Fol.70v. 111 Borrero Fernández, M. 1998.
“Protocolos Notariales y mundo rural.
Los contratos agrarios
como fuente para
el estudio de
la vida campesina en Andalucía
Occidental entre el siglo xv y el xvi”.
En torno a la documentación notarial
y a la
historia: 83-96. Sevilla:
Ilustre Colegio Notarial de Sevilla. 112 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
17 de abril de 1486. Fol.53r. 113 Ídem. 114 AMJFPN. Gonzalo Román. 11 de
noviembre de 1470. Fol.70v. 115 Borrero Fernández, M. 1986.
“Efectos del cambio económico en el ámbito rural. Los sistemas de crédito en
el campo sevillano (fines del siglo xv y principios del xvi”. En la España medieval. V: 3. 116 Se
trata de medios
simulados in fraudem usurae.
Clavero Salvador, B. 1977.
“Prohibición de la
usura y constitución de
rentas”. Moneda y crédito 107-131. 117 De
Almeida Costa, M.J.
1961. Raizes do censo
consignativo. Para la historia do crédito medieval portugués: 78.
Coimbra: Atlántica. 118 AMJFPN. Gonzalo Román. 10 de
noviembre de 1470. Fol.69v. 119 AMJFPN. Gonzalo Román. 26 de
septiembre de 1471. Fol.423r. 120 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 31 de julio de
1490. Fol.114r. 121 Sirva de
ejemplo la junta
de gobierno de
la Cofradía de San
Cristóbal: a Francisco
López, espadero, hermano
mayor, Juan Rodríguez, librero,
Alfonso Gutiérrez, sastre,
y Antón Gómez, borceguinero, alcalde (AMJFPN.
Bartolomé de Maya. 7 de febrero de 1489. Fol.26v.). 122 AMJFPN. Juan Martínez. 4 de
agosto de 1414. Fol.198v. 123 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
16 de junio de 1490. Fol.101v. 124 AMJFPN. Bartolomé de Maya.
28 de marzo de 1490. Fol.63r. 125 AMJFPN. Juan Martínez. 10 de
febrero de 1414. Fol.173v. 126 Ídem. 127 Pérez González, S.M. 2005: 167-168. 128 Pastor
Torres, A. 2003.
“Indulgencias y otras
gracias espirituales de las Hermandades y Cofradías sevillanas a fines
del siglo xviii”. Boletín de las
Cofradías de Sevilla 529: 138-140; Pueyo Colomina, P. 2000.
“Licencias para pedir
limosnas, con o sin
indulgencias, otorgadas por los arzobispos de la diócesis de Zaragoza
en la segunda mitad del siglo
xiv”. Aragón en
la Edad Media
16: 683-708; Riesco Terrero, A.
“Documento del Papa
Alejandro VI (a.
1493) otorgado a petición de los Reyes Católicos para
regular en sus Reinos la concesión y predicación de indulgencias pontificias
y cortar los abusos cometidos con
motivo de la
recaudación de limosnas
y donativos ofrecidos
por los agraciados”.
Hidalguía: la revista
de genealogía, nobleza
y armas316-317: 503-520. 129 Carmona
García, J. I.
1979. El sistema de
la hospitalidad pública en
la Sevilla del
Antiguo Régimen:
55.Sevilla: Diputación Provincial. 130 AMJFPN. Juan Román. 25 de
noviembre de 1501. Fol.394v. 131 Sancho De Sopranis, H. 1973.
Mariología medieval xericense:56. Jerez: Centro de Estudios Históricos
Jerezanos. Muñoz Y Gómez, A. 2010: 87-88. 132 Carmona García, J. I. 1979:
39. 133 Ibídem: 44. 134 Ibídem: 47. 35 Abellán Pérez, J. 2011. El ajuar de las
viviendas jerezanas en época de Isabel I de Castilla (1474-1504): 143-146.
Cádiz: Universidad de Cádiz. 136 Abellán
Pérez, J. 1993. La
industria textil en
Jerez de la Frontera (desde finales del siglo xiv a
mediados del xv): 58-59. Jerez de la Frontera: Ayuntamiento de Jerez. 137 AMJFPN. Juan Martínez. 20 de marzo de 1414.
Fol.112v. 138 AMJFPN. Juan Martínez. 3 de septiembre de
1448. Fol.110v. 139 AMJFPN. Juan Martínez. 28 de marzo de 1414.
Fol.134v. 140 AMJFPN. Juan Martínez. 31 de marzo de 1414.
Fol.141r. 141 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
23 de noviembre
de 1490. Fol.182r. 142 Serrano Pinteño, J.
2010-2012: 31-34. 143 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
11 de junio de 1490. Fol.99v. 144 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4
de abril de 1489. Fol.55v. 145 Serrano Pinteño. J.
2010-21012: 11-12. 146 Serrano Pinteño.
J. 2010-21012: 19:
Construcción de las enfermerías; 20:
Reparo de los
corredores del camposanto;
30: Tasaciones de edificios;
35: Descripción del
Hospital a fines
del siglo xv; 47-49: Proyecto
de Antón Martín Calafate, albañil y perito. 147 Antes llamada La Sangre:
Cirera González, J.A. 2004: 87. 148 Rubio
García, L. y
Rubio Hernansáenz, L.
2000. La mujer murciana en la
Baja Edad Media: 133.Murcia: Universidad de Murcia. 149 Casamitjana I Vilaseca, J. 2004. El
testamento en la Barcelona bajomedieval.
La superación de
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y espiritual. Pamplona: Eunsa. 150 Mitre Fernández,
E. 1999. “Actitudes
del hombre ante
la muerte”. Historia,
Sociedad, Cultura y
Mentalidades: 31.: Bilbao: Servicio de Publicaciones de la
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idéntica a la de otras ciudades y época. Véase García
Guzmán, M.M. y
Abellán Pérez, J.
1997. Y Sánchez Herrero, J.
1978: 326-328; 2001.
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en Estepa en
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vicaría eclesiástica de Estepa: 239-283. Estepa: Ayuntamiento de
Estepa. 152 Rubio Semper,
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E. 1994. “La
muerte y sus
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siglos xiii y xv”. Muerte,
religiosidad y cultura popular: 26 y ss. Zaragoza: Instituto Fernando el
Católico. 154 Es
lo que Mantecón
denomina encomendarse,
agregarse o acofradarse.
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de religiosidad popular
y mentalidad colectiva: los testamentos”. La religiosidad popular.
Vida y muerte: la
imaginación religiosa, v.2: 230. Barcelona: Anthropos. 158 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán. 5 de julio de
1490. Fol.119r. 160 Todo lo
dicho queda magníficamente ejemplificado en numerosas obras
de arte como
El entierro del
Conde de Orgaz: Neumeyer, A.
y Dieterich. A.
1982. El entierro del
Conde Orgaz de
El Greco. Madrid: Alianza Editorial. 161 “Las Cofradías
eran verdaderas mutualidades de
seguros de entierros”. Sánchez
Domínguez, P. Mujeres y cofradías en Málaga: 31.Málaga: Editorial Arguval. 162 Sánchez Herrero, J. y Pérez
González, S.M. 2003. 163 Abellán Pérez, J. 1990. El
Concejo de Jerez de la Frontera en la primera mitad del siglo xv: 59-80.
Jerez de la Frontera: Ayuntamiento de Jerez de la Frontera. 164 AMJFPN. Juan Martínez. 6 de
agosto de 1414. Fol.201r. 165 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
4 de agosto de 1490. Fol.143r. 166 AMJFPN. Bartolomé de Maya.
28 de marzo de 1490. Fol.63r159 “Non the less, women of all ages were able to
attend funerals and feasts that
became such an
important part of
fraternity life. Such meetings helped to cement close female
friendships” (Mate, M. E.. 1999. Women in Medieval English society: 64.
Cambrige: University Press, 64). 167 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 7 de febrero de
1489. Fol.26v.; 28 de marzo
de 1490. Fol.63r.;
Juan Ortega Gaitán..
12 de abril
de 1490. Fol.56r;.4 de agosto de 1490. Fol.143r. 168 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4 de abril de
1489. Fol.55v.; 28 de marzo de 1490. Fol.63r.; Juan Ortega Gaitán. Jueves 4
de agosto de 1490. Fol.143r.; 1 de octubre de 1490. Fol.147v. 169 AMJFPN. Juan Martínez. 11 de enero de 1414.
Fol.12r.; 31 de octubre de 1414. Fol.259r. 170 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 7 de febrero de
1489. Fol.26v. 171 AMJFPN. Juan Martínez. 13 de febrero de 1414.
Fol.86r. 172 Juana
González, hija de
Alfonso González, vecina
de San Dionís, manda
a los cofrades
de la Cofradía
de San Dionís
porque le vengan a honrar con
las candelas de la Cofradía el día de su entierro estando su cuerpo presente
30 maravedís (AMJFPN. Juan Martínez. 31 de octubre de 1414. Fol.259r.). 173 AMJFPN. Juan Martínez. 11 de enero de 1414.
Fol.12r. 174 AMJFPN.
Juan Martínez. 13
de febrero de
1414. Fol.86r.; 31 de octubre de 1414. Fol.259r. 175 AMJFPN.
Juan Ortega Gaitán.
5 de julio
de 1490. Fol.119r.; Bartolomé de Maya. 28 de marzo
de 1490. Fol.63r. 176 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 28 de marzo de
1490. Fol.63r. 177 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4 de abril de
1489. Fol.55v. 178 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 7 de febrero de
1489. Fol.26v. 179 La Torrecilla era un antiguo
cementerio que hubo en el Ejido jerezano, donde está hoy Madre de Dios y las
calles Porvenir y Cartuja. Según Agustín Muñoz y Gómez tiene su origen en una
construcción o torre que el cabecilla Abu Yusuf construyó cuando su asedio a
Jerez en 1285, para divisar mejor las operaciones militares. (Muñoz Y Gómez.
A. 2010: 343). 180 AMJFPN. Juan
Ortega Gaitán. 12
de abril de
1490. Fol.56r. AMJFPN. Juan
Ortega Gaitán. 4 de agosto de 1490. Fol.143r. 181 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
7 de junio de 1490. Fol.95r. 182 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
5 de julio de 1490. Fol.119r. 183 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán 8
de julio de 1490. Fol.124r. 184 Serrano Pinteño, J. 2010-12:
20 y 36. 185 Bejarano Rubio,
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Fol.81v. 187 Marina
Sánchez encargó celebrar
a la Cofradía
de Santa María una misa de
réquiem cantada el día de Santa María de agosto (AMJFPN. Bartolomé de Maya. 7
de febrero de 1489. Fol.26v.) 188 Sancho
Díaz, clérigo beneficiado
de la iglesia
de San Lucas, manda que el Hospital de Santa María
de la iglesia de San Juan celebre unas remembranzas según Mari García lo estableció
en su testamento (AMJFPN. Bartolomé de Maya. 5 de mayo de 1489. Fol.81v.). 189 La excepción la constituye Catalina
Fernández, mujer de Juan Sánchez, vecina en la collación de San Miguel, quien
mandó al Hospital de Santa María del Pilar la celebración de una fiesta anual
de nuestra señora santa María en la iglesia de San Miguel (AMJFPN. Juan
Ortega Gaitán. 11 de junio de 1490. Fol.99v.). 190 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 7 de febrero de
1489. Fol.26v. 191 AMJFPN. Bartolomé de Maya. 5 de mayo de 1489.
Fol.81v. 192 AMJFPN. Juan Ortega Gaitán.
11 de junio de 1490. Fol.99v. 193 Juana García
la melera manda
en su testamento
que los pobres del
Hospital de la
Misericordia recen por
su alma (AMJFPN. Bartolomé de Maya. 4 de abril de
1489. Fol.55v. |
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