Inmigración europea y artesanado en América Latina (1814-1914)
Notas sobre algunos temas y problemas, a modo de presentación
El dossier reúne siete artículos
y una entrevista, articulados en torno al tema artesanado y migraciones en
América Latina. La referencia temporal es la centuria comprendida entre la
abolición de la organización gremial a fines de la colonia y la primera guerra
mundial. Si bien el eje de estudio es latinoamericano, la historiografía
europea presenta una larga tradición en el tema y concurre a esclarecer y
enriquecer la perspectiva latinoamericana. Este criterio justifica la presencia
de los dos primeros artículos: Artesanos y organización de la producción
manufacturera en las ciudades de Castilla de la Edad Moderna”, autoría de
José Nieto Sánchez y “Artesanos y política en Madrid durante el resistible
ascenso del liberalismo (1808-1833”, de Álvaro París Martín.
Integran el dossier dos trabajos
sobre el sector, en países con importantes centros urbanos y tradición en
actividad artesanal, como lo fueron México y Colombia. Respecto al primero, el
aporte de Miguel Orduña Carson “Las organizaciones de trabajadores en el
México decimonónico vistas por Ignacio Manuel Altamirano, un liberal
republicano”.
En cuanto a Colombia, el estudio
de Sergio Paolo Solano D. “Artesanos, jornaleros y formas concentradas de
trabajo: el Apostadero de la Marina de Cartagena de Indias (Nuevo Reino de
Granada) en el tránsito entre los siglos XVIII y XIX”. A los precedentes,
se suman dos artículos sobre el Río de la Plata: el de Nelson Pierrotti –“La
inmigración europea y el arte de enseñar oficios en los orígenes de la
industria manufacturera uruguaya (1726-1860)”- localizado en el puerto de
Montevideo; y el de Vanesa Teitelbaum – “Movilizaciones, dirigentes y
conformación de una trama asociativa en el mundo del trabajo artesanal
(Tucumán, 1890-1910)”- que aborda la experiencia de los trabajadores del
sector artesanoindustrial en el norte argentino.
Finalmente, Pablo Rocca aporta un
enfoque desde el campo de las letras con el artículo “Libros, esclavos y
otras mercancías (Jaime Hernández y la trama cultural de la República entre
1834 y 1844)”.
Estas notas introductorias,
proponen una reflexión a partir de la “selección” de varios temas y problemas,
no necesariamente los principales, pero claramente ineludibles: inmigración
europea e innovación; el papel de los artesanos en la democratización de las
sociedades latinoamericanas; la crisis de la organización gremial y el
mutualismo; la relación entre taller artesanal y economía capitalista; la
innovación y la enseñanza artesano-industrial. Las notas no se detienen en el
análisis de los artículos que prologan, y únicamente aluden a ellos cuando
abordan algunos de los temas y problemas aquí propuestos.
Artesano
e inmigrante: ¿un binomio innovador?
En las últimas décadas, los
estudios sobre artesanado y orígenes de la industria -tanto en Europa como en
América Latina, Estados Unidos y Australia-, han reparado en el papel cumplido
por los movimientos migratorios. Capel reconoce que la inmigración es
“consustancial a la ciudad” y que no puede ignorarse su rol en el crecimiento
económico y la innovación. En el siglo XVIII, Madrid fue destino de flujos de
población, parte de los cuales ingresó al universo de los artesanos que no
constituía un coto cerrado (Nieto Sánchez, 2012). En 1850, el 60 % de los
habitantes que residían en las ciudades más importantes de Inglaterra, eran
inmigrantes y de los que entonces tenía Londres, sólo la mitad habían nacido en
la capital (Capel, 1997). En Paris, hacia 1846, los extranjeros (belgas,
alemanes, italianos, españoles y otras nacionalidades) representaban el 12,96%
de su población, con una elevada presencia de artesanos (Grandjonc, 1974).
Sennet tiene en cuenta la propensión de los artesanos medievales y del
renacimiento a migrar de un centro urbano a otro, y al respecto privilegia el
caso de los orfebres (Sennet, 2009). Observación que Schultz extiende a los
menestrales ambulantes modernos que facilitaron el intercambio técnico entre
las distintas regiones europeas como algo “cotidiano” que llegó “hasta cada
rincón y aldea” (Schultz, 2001).
Tan importante fue el flujo del
campo a la ciudad, de una ciudad a otra, como las corrientes migratorias
transoceánicas. Se estima que entre 1846 y 1932 partieron hacia ultramar unos
60 millones de europeos con diferentes destinos: 34,2 millones hacia los
Estados Unidos, poco más de 7 millones hacia Argentina y Uruguay; 5,2 a Canadá;
4,4 a Brasil; 3,5 a Australia y Nueva Zelandia; algo menos de un millón a Cuba
(Bacci, 2001). En Europa escaseaban los recursos naturales, pero abundaba la
fuerza de trabajo, en tanto Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Estados
Unidos y Nueva Zelanda, disponían de importantes recursos naturales, pero
carecían de suficientes trabajadores cualificados. Las disparidades en materia
de ingresos per cápita entre los países europeos periféricos y Australia,
Canadá, Estados Unidos y otros países de la América Latina en el período
1870-1913, se convirtieron en un incentivo importante para las migraciones
transatlánticas (O’Rourke & Williamson, 2006).
Las migraciones han concurrido al
crecimiento urbano y la expansión de los mercados internos, no sólo
favoreciendo el consumo de productos tradicionales y nuevos, sino propiciando
el desarrollo de actividades artesanales, industriales, y el incremento del
comercio. En esta perspectiva, algunos autores atribuyen a la inmigración un
papel decisivo en el proceso de desarrollo económico de las ciudades del siglo
XIX y en los inicios de la industria. Allan Pred (1966), Hirschman y Mogford
(2009), entre otros autores, han puesto énfasis en el papel de los inmigrantes
europeos respecto a la innovación técnica en el sistema productivo
norteamericano, o en aspectos culturales que les conciernen (Gabaccia, 1999 y 2000;
(Laurie, 1989).
Clara Lida ha reclamado una mayor
atención al papel de la emigración española a México por ser indiscutible su
aporte al crecimiento económico del país receptor en los siglos XIX y XX (Lida,
1991). El papel de la inmigración europea en los inicios de la industria
colombiana, aunque sin la masividad que, en otros países latinoamericanos, no
fue menos importante (Capelli, 2003; Safford, 1965).
La inmigración concurrió a
valorizar el trabajo manual en sociedades con fuertes prejuicios, como aquellas
que durante varias centurias se sustentaron en el trabajo esclavo. Es el caso
de Brasil durante el siglo XIX, donde los inmigrantes desarrollaron el
comercio, la artesanía y la pequeña industria en las ciudades de Rio de
Janeiro, Sâo Paulo, y otras menores como Caxias do Sul (Dean, 1989; Herédia,
1997).
Otro tanto puede observarse en el
cono sur de América. Ezequiel Gallo, enfatiza en la presencia masiva de
inmigrantes que trastocó “el equilibrio demográfico y regional” en Argentina, y
concluye que el papel de los inmigrantes dentro de la estructura ocupacional
fue “crucial y, posiblemente, sin parangón en el mundo”. Este autor, precisa
que, a nivel empresarial el 68,4% de los propietarios de comercios, el 68,7% de
los industriales y el 31,9% de los agropecuarios habían nacido fuera de la
Argentina (Gallo, 1992).
En Uruguay, Montevideo fue el
principal centro urbano y mercado del país, pero puertos fluviales como Salto,
se beneficiaron de la radicación de europeos. Italianos, pero también españoles,
franceses, alemanes, eran los principales propietarios de talleres e industrias
y era muy alta la proporción de europeos entre los trabajadores del sector
(Jacob, 1981; Millot y Bertino, 1996; Beretta Curi, 2003, 2011, 2013 y 2014).
En Chile, Santiago y Valparaíso
fueron los principales centros que recibieron inmigrantes, aunque también
Concepción, La Serena y la región austral de ese país. El censo levantado por
la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) en 1895, indica que el 61% de la
industria chilena se ubicaba en la capital (1.502 establecimientos) y en
Valparaíso (417) y en ellos, el peso de los europeos era indiscutible. En 1914,
la propiedad de establecimientos industriales correspondía en un 50,3% a
extranjeros, 43,2% a chilenos y 4,6% eran de propiedad mixta (Baldomero, 1993;
Mazzei de Grazia, 1993; Navarro y Baldomero, 2005; Favero, 1999; Bernedo Pinto,
1999). Su presencia dominante y dinámica contrasta con su escaso interés por
radicar en el país: entre 1889 y 1907, llegaron 55.000 europeos a Chile, en
tanto para ese mismo período Argentina recibió más de dos millones (Collier y
Sater, 1994). En esta línea argumental, Estrada observa que, pese a su
disminuido volumen, la participación de europeos en la actividad industrial en
Valparaíso tuvo “una repercusión sobresaliente y totalmente desproporcionada”
respecto a sus aportes demográficos (Estrada, 1993, 102;)
Si bien el desempeño en el sector
artesanal y en la industria también incluyó a migrantes de la región, fueron
los europeos en posición dominante, quienes impactaron en el medio urbano con
la instalación de talleres y establecimientos fabriles. Artesano (o trabajador
con cierta cualificación) e inmigrante, se presenta en los países
latinoamericanos como un binomio dinámico en los procesos de modernización que
se registraron entre 1870 y 1914. A tal punto fue relevante su presencia, que
parece apropiado considerar al inmigrante como un agente innovador.
Los
artesanos y sus luchas por la democratización de la sociedad
Los artesanos fueron activos
participantes en los procesos de democratización de las sociedades de las que
eran parte. Su centralidad en el ciclo revolucionario europeo de fines del
XVIII y hasta mediados del XIX ha sido un persistente objeto de estudio. No
obstante, esta historia no registra unanimidades, y algunos sectores de
artesanos fueron captados por realistas y conservadores. Es ilustrativo el
artículo de Álvaro París Martín para Madrid - “Artesanos y política en Madrid
durante el resistible ascenso del liberalismo (1808-1833”)-, en este número de
Theomai. La fragmentación del mundo artesanal y el proceso de proletarización
de los artesanos, arroja luz sobre sus actitudes políticas, ya que tanto el
liberalismo como el absolutismo contaron en Madrid con importantes bases de apoyo
popular. En sus palabras, puede resumirse esta realidad: “Si el liberalismo
como cultura política se fraguó en los cafés, en la Milicia Nacional y en torno
a la lectura de la prensa periódica; el ultrarrealismo popular tuvo como
escenario las plazas, los mercados populares y las tabernas”. El caso madrileño
que propone Álvaro Paris no sólo ilustra sobre los avatares del liberalismo en España,
sino que arroja luz sobre el complejo y contradictorio proceso de implantación
del liberalismo, tanto en Europa como en América Latina.
Por otra parte, debe tenerse en
cuenta que los núcleos consolidados de los maestros artesanos, que habían
generado vínculos con el sector mercantil, miraron con inquietud la
radicalización del pensamiento y la actividad política de los menestrales, a la
vez que cerraron filas en posiciones cada vez menos democráticas. Tampoco
resulta extraño si se tiene en cuenta que el taller y el gremio no habilitaron
instancias democráticas, al menos para la mayoría de los artesanos. De todos
modos, estas situaciones fueron menos generalizadas y no opacan el protagonismo
artesanal en las luchas sociales que conmovieron la historia europea y
latinoamericana.
Los artesanos constituían un
sector significativo de la población urbana en Hispanoamérica. Sus dificultades
para sobrevivir luego de la crisis colonial, los llevó a desarrollar diversas
estrategias, construir alianzas e influir en fracciones de las clases
dirigentes que buscaban ampliar sus cuotas de poder. Estas circunstancias
fueron aprovechadas por los artesanos para la construcción de ciudadanía y
ampliación de los derechos electorales.
En una extensa investigación
sobre la construcción de la democracia en América Latina (aún inédita), Lucía
Sala refiere a las primeras décadas de historia de los estados nacionales,
cuando el sector más radical del liberalismo (tildado como "jacobino"
y hasta "rojo") expresó coincidencias con los artesanos, compartiendo
en oportunidades “la utopía de una república de pequeños productores urbanos y
rurales” (Sala, 2005). Los artesanos resistieron los objetivos conservadores de
instaurar repúblicas censitarias, y encontraron serias dificultades para que su
acción política plasmara en constituciones con mayores niveles de
democratización.
En Guatemala, el reconocimiento de una
ciudadanía sin restricciones entre 1820 y 1848 no garantizó el ascenso social
de los artesanos, cuya participación se vio afectada por la crisis económica
del sector (Sagastume, 2012). La existencia de la esclavitud hasta mediados del
siglo XIX en la mayoría de los países latinoamericanos (la abolición en Brasil
fue en 1888), y el hecho de que numerosos esclavos eran artesanos, concurrió a
prolongar más allá de la historia colonial, el prejuicio descalificador y la
desvalorización del trabajo manual. En Cuba, América Central y en las
repúblicas andinas, parte importante de la actividad artesanal estaba en manos
de indios, mestizos y negros libertos, incorporándose el problema de la “raza”
como una variable en la construcción de la ciudadanía, como aportan los
estudios de Quintero Rivera para Puerto Rico (1990), Irurozqui para Bolivia
(1999) y Solano para Cartagena (2013).
Los artesanos desarrollaron
diversas estrategias encaminadas a la construcción de ciudadanía y de
repúblicas democráticas. Sergio Solano ha abordado el desempeño de los
artesanos de Cartagena de Indias cuando, en las postrimerías de la colonia,
aprovecharon “los intersticios ofrecidos por las reformas del Estado colonial”
-concretamente el servicio miliciano- y los desencuentros entre militares y
elites, para ganar espacios, tema en el que profundiza en el artículo
“Artesanos, jornaleros y formas concentradas de trabajo: el Apostadero de la
Marina de Cartagena de Indias (Nuevo Reino de Granada) en el tránsito entre los
siglos XVIII y XIX” que forma parte de este dossier. Durante la república, se
beneficiaron de “los recursos introducidos por la democracia liberal
republicana”: la posibilidad de contar con una prensa que los expresara, la
participación en las elecciones públicas, la integración de las guardias
nacionales, el desarrollo de “sociabilidades modernas”, así como la
“apropiación de diversos elementos de la cultura política liberal”. De este
modo buscaron ensanchar su presencia política y el reconocimiento social
(Solano, 2013). En Nueva Granada, los artesanos desempeñaron un importante
papel en la formación de la Guardia Nacional y fueron protagonistas de la
agitada vida político-social (Flórez Bolívar y Solano, 2010). Mediante las
“sociedades democráticas” se dotaron de organizaciones activas, conciencia de
clase y autonomía, buscando alianzas con otros sectores y con el Partido
Liberal (Sowell, 1987). Indudablemente, la crisis del artesanado generó a sus
miembros dificultades para articular con otros segmentos de la sociedad: la
democracia llevada a la práctica de la participación popular generó alarma
entre los liberales, de modo que “en su praxis social y política, el ideario
liberal terminó siendo conservador” (Flórez Bolívar, 1987). En Guatemala, en
1824, los artesanos fueron habilitados a incorporarse a las milicias y al
ejército como tropa y como oficiales. Para Sagastume, el incremento del número
de soldados y oficiales de origen artesano sugiere que el oficio de las armas
constituía “no sólo una forma de sobrevivir, sino también un mecanismo de
ascenso social, especialmente para los oficiales mestizos y mulatos”
(Sagastume, 2007). Si se considera otro escenario más lejano, se constata
algunas estrategias similares. La crisis final del régimen colonial en el Río
de la Plata -anticipada con las invasiones inglesas de 1806-1807-, requirió de
la participación popular para asegurar la defensa del virreinato, habilitándose
prácticas nuevas para el reclutamiento militar, la elección de oficiales, y
otras novedades que cuestionaban el orden imperante. Esa plebe activa se
reclutó entre la masa de artesanos y asalariados urbanos (Johnson, 2011).
El dilema de las elites
gobernantes desde la constitución de los Estados nacionales y hasta fines del
XIX transitó entre la protección a la producción local –representada por el
taller artesanal tradicional u otras formas de concentración de esa mano de obra-
o propiciar el desarrollo de empresas “modernas” asociadas a las corrientes
inmigratorias europeas. En el correr del siglo XIX e inicios del XX, los
artesanos latinoamericanos se debilitaron como grupo social. La mayor parte de
ese colectivo se vio sometido a condiciones de vida crecientemente degradantes,
e impelido a integrar la masa de asalariados sin cualificación, a la vez que
muchos de ellos devinieron obreros de la naciente industria. En un contexto de
creciente empobrecimiento de los asalariados urbanos, el debilitamiento del
sector artesanal facilitó la implantación de las repúblicas oligárquicas.
¿Qué sobrevivió del artesano y del mundo del
trabajo en que estaba inmerso, en el complejo proceso de desarrollo capitalista
de las repúblicas latinoamericanas?; ¿qué de su dignidad de trabajador
independiente y de su ética?; ¿cuán conflictivo el punto de encuentro entre
artesanos y obreros industriales? Las interrogantes involucran el destino de
una forma de trabajo y su transición, así como su insolvencia en el desarrollo
del capitalismo latinoamericano. No obstante, la crisis de esta forma de
producción no restó protagonismo a los artesanos, en las luchas sociales y
políticas que persiguieron una mayor democratización de las sociedades
latinoamericanas. Por el contrario, líderes de las organizaciones de
trabajadores, dirigentes de las sociedades de resistencia y connotadas
personalidades del anarquismo y de los partidos socialistas latinoamericanos,
se reclutaron en sus filas.
Crisis
del régimen gremial y mutualismo
Luego de la independencia, los
artesanos fueron afectados en diferente grado, por medidas que, en su conjunto,
concurrieron a la desregulación del régimen corporativo y a la desprotección de
los trabajadores del sector, así como de su producción frente a la competencia
de las manufacturas europeas. Ante esta nueva realidad que se configuraba, el mutualismo
fue una respuesta extendida en todas partes y registrada con cierto éxito, ya
que hundía sus raíces en el viejo sistema de gremios y cofradías, conservando
varios de los servicios que estas instituciones ofrecían a sus miembros.
Tempranamente, en las ciudades de
México, Puebla, Oaxaca, los artesanos organizaron mutualidades. Como advierte
Sordo Cedeño, las sociedades de socorros mutuos no sólo fueron “un intento
serio de los artesanos por mejorar su condición y enfrentar unidos los momentos
de crisis” sino que permitieron “la larga supervivencia de este sector
productivo” (Sordo Cedeño, 1983). En Zacatecas, el deterioro de la producción
artesanal fue un estímulo a las formas asociativas, constituyéndose las
principales en el correr de una década: Sociedad de Socorros Mutuos de Canteros
y la Unión Mutua de Mineros de Zacatecas en 1869; Gran Círculo de Obreros de
Zacatecas, en 1878 (Amaro, s/d). Varios autores han reparado en la atención que
se ha otorgado al movimiento obrero, relegando a un segundo plano el papel de
los artesanos. Para Illades resulta sorprendente esta perspectiva, ya que los
artesanos constituían el sector más numeroso de los trabajadores urbanos y
“dirigieron y marcaron las pautas organizativas de las asociaciones de
trabajadores que se formaron en México en la segunda mitad del siglo XIX”
(Illades, 1991). A su vez, este historiador destaca que las sociedades de socorros
mutuos adoptaron criterios amplios para reclutar a sus afiliados, recurriendo a
una “noción general de trabajo”, permitiendo definir una condición común por
encima de las manifestaciones particulares, como era la de los “oficios” que
sería excluyente de amplios contingentes de trabajadores. Por otra parte, el
largo camino recorrido por los artesanos les permitió conservar durante varias
décadas un predominio en la dirección y orientación de este movimiento
asociativo respecto a otros trabajadores y obreros de la industria (Illades,
1995).
Orduña Carson, en un artículo que
se publica en este número de Theomai -“Las organizaciones de trabajadores en el
México decimonónico vistas por Ignacio Manuel Altamirano, un liberal
republicano”- precisa dos limitaciones importantes de las mutualidades
mexicanas, que puede ser extendida a otras de la América Latina: no contaban
con los mecanismos estatales que tenían los gremios, ya que “no pudieron
regular las relaciones laborales y productivas” y, por el otro, “su mantenimiento
económico dependía exclusivamente de las cuotas de sus integrantes”. En la
nueva correlación de fuerzas sociales, el pensamiento liberal consagró la
igualdad ante la ley –extensiva a las relaciones entre capital y trabajo- de lo
cual resultó, advierte Orduña Carson, que al “negar la distinción social,
también negó las diferentes responsabilidades morales que, según el modelo del
Antiguo Régimen, cada uno tenía”. El liberalismo, que casi en todas partes,
contó con el concurso de los artesanos, desarrolló un discurso orientado a
promover su “regeneración moral”, en el entendido que se trataba de individuos
que buscaban “promover sus intereses individuales en el marco de la ley”,
respetando las desigualdades sociales y las distinciones jerárquicas. Resultando
de esta relación que, sin un sustento económico y sin una abierta participación
en la vida pública, las mutualidades no pudieron mantener sus organizaciones
“como atributo de su soberanía”.
En Chile, una de las primeras
mutualidades fundadas fue la Sociedad de Artesanos “La Unión” de Santiago
(1862); pero la crisis económica de mediados de la década de 1870 y el inicio
de la Guerra del Pacifico, crearon las condiciones para multiplicar estas
iniciativas, en un contexto de gran debilitamiento de los trabajadores (Grez
Toso, 1994; Illanes, 2003). La radicalización de las posturas de los artesanos
alimentó programas más ambiciosos de sus sociedades mutuales, logrando plasmar
con distinto éxito, proyectos de escuelas de artesanos en Santiago y en La Serena
(Godoy, 1994; Fuentes, 2009).
Las organizaciones mutuales
fueron un camino que transitaron no únicamente los artesanos. En sociedades que
no contaron con una importante tradición de oficios y gremios en el período
colonial, como fue el caso de Montevideo, las mutualidades fueron iniciativas
de inmigrantes llegados de ultramar y de asalariados de las nuevas industrias.
De 1870 dataría la primera mutual, la de tipógrafos (Zubillaga y Balbis, 1985).
En Argentina, particularmente en Buenos Aires, el mutualismo también fue
iniciativa de artesanos inmigrantes (Baily y Scarli, 1982; Falcón, 1988;
González Bernaldo, 2013). Vanesa Teitelbaum, en el artículo que integra este
dossier - “Movilizaciones, dirigentes y conformación de una trama asociativa en
el mundo del trabajo artesanal (Tucumán, 1890-1910)”- da cuenta del proceso
asociativo en el norte argentino, con la participación de colectivos de
inmigrantes provenientes de ultramar. El artículo rescata otras dimensiones del
mutualismo –que no se redujo únicamente a “proteger y socorrer a sus miembros
ante la enfermedad, la invalidez y el fallecimiento”-, incorporando actividades
de “naturaleza social, cultural y de entretenimiento” ya que “funcionaron
también como asociaciones sociales, culturales, educativas y recreativas”. Al
igual que en otros países de América Latina, los artesanos cumplieron un papel
relevante en estas tramas asociativas, que se caracterizaron en el período por
la heterogeneidad de las fuerzas sociales convocadas.
Junto a las mutualidades, que
perduraron por varias décadas, se fortalecerían gradualmente las formas
asociativas de clase, vertebradas en torno a programas bien diversos: desde
puntuales reivindicaciones (por proteccionismo, garantías al trabajo, mejoras
salariales, entre otras) al cuestionamiento del orden social y las propuestas
por la construcción de una nueva sociedad. Ambos formatos convivieron por largo
tiempo e incluso el espíritu mutualista animó otras iniciativas en el marco de
las organizaciones de clase; pero, en tanto el mutualismo en sí, fue una
respuesta de los artesanos, no tenía futuro, del mismo modo que no tenía futuro
la clase que lo impulsó.
Taller
artesanal y economía capitalista
En Europa los artesanos
conservaban una presencia relevante en los procesos productivos urbanos al
iniciar la desregulación del sistema gremial. En algunas ciudades representaban
el 20 % de la población total registrada, en tanto en otras se elevaba hasta el
80 %. En Castilla unas pocas ciudades tenían una “dedicación artesanal importante”
y, a mediados del siglo XVIII el porcentaje de población artesana respecto a la
población trabajadora de las principales ciudades oscilaba entre el 22,2 % de
Cuenca y el 71,1 % de Segovia. (Nieto, 1999). El artículo de Nieto Sánchez
publicado en este número de Theomai –“Artesanos y organización de la producción
manufacturera en las ciudades de Castilla de la Edad Moderna”- da cuenta de
algunas “claves de la racionalidad artesana”, ante las críticas de que su
práctica económica era carente de lógica y, por lo tanto, destinada a fracasar
en una economía de mercado capitalista. El autor sostiene que los artesanos se
guiaban por una “racionalidad tradicional” pero que “sus experiencias en
algunos sectores con la integración vertical, la combinación horizontal y,
sobre todo, las economías de escala revelan que sus negocios eran más flexibles
de lo que parece”.
En el mundo hispanoamericano
-durante los tres siglos de dominio colonial-, talleres y gremios se
multiplicaron y el número de artesanos fue relativamente elevado. Pese a la
crisis del régimen gremial desde fines de la colonia y de los criterios
liberales que se abrieron camino luego de la independencia, el sector artesanal
conservó una fuerte presencia en América Latina.
El padrón de la ciudad de Guatemala,
de 1794, registraba al sector artesanal como la principal actividad ocupacional
(34.9%), conservando luego de la independencia su importancia, ya que hacia
1830 reclutaba cerca de un tercio de la población trabajadora (Sagastume Paiz,
2007). Gazmuri estima –en base a diversas fuentes y al censo de 1854– que, a
mediados del siglo XIX, el número de varones artesanos en Santiago de Chile
superaba los 6.000 individuos (Gazmuri, 1998). Para otras ciudades
hispanoamericanas también las estimaciones son altas: Bogotá contaría a
mediados del XIX con unos 4.000 artesanos (Jaramillo Uribe, 1976) y, en 1846,
de la población económicamente activa de Colombia el 17,5 % eran artesanos
(Meisel, 2011). Un cuarto de siglo más tarde, las personas dedicadas a las prácticas
artesanales representaban algo menos del 23% de la población colombiana, con
una participación muy elevada de las mujeres (Orlando Melo, 1979).
La ciudad de México registraba
unos 11.200 artesanos, según el relevamiento de 1842 (Pérez Toledo, 1996). En
ella, el pequeño taller “era mayoritario dentro del mundo de la producción
manufacturera”, en tanto la fuerza de trabajo se encontraba “pulverizada en una
inmensa lista de oficios que, aunque especializados aún, tendían a perder su
calificación en medio de un crónico desempleo” (Pérez Toledo e Illades, 1998,
77). A partir del Padrón Municipal de 1850, López Monjardin recrea las
características de los talleres artesanales en la Ciudad de México: pequeñas
unidades, generalmente a cargo de un maestro -no eran muchos los que daban
empleo a uno o dos trabajadores asalariados-, con escasas posibilidades de
acumulación. El taller artesanal de mediados del siglo XIX representaba “una
unidad productiva de transición” entre el sistema gremial —abolido formalmente
en 1814— y las fábricas modernas que empezaron a generalizarse en el
Porfiriato. Este taller artesanal excepcionalmente se convirtió en una fábrica
moderna, no logró concentrar un número importante de trabajadores, ni llegó a
incorporar avances tecnológicos, razones por las que fue paulatinamente
desplazado como forma de producción. No obstante, “las relaciones sociales que
en él se desarrollaron contribuyeron a crear las bases para la expansión del
trabajo urbano asalariado” (López Monjardin, 1979). En la rama del textil, los
talleres fueron duramente golpeados en los años siguientes a la independencia.
Es interesante la observación de Illades respecto a que, si bien el capital
subordinó al trabajo, “éste continuaba teniendo una forma artesanal”. Por otra
parte, el creciente deterioro de los niveles de vida, obligó a los artesanos de
la ciudad de México a incorporar a su familia como mano de obra al mercado de
bienes y servicios (Illades, 1990). En 1865, el 20% de los establecimientos de
la ciudad de México correspondían a la rama textil, segunda en importancia
luego de la tabacalera, coexistiendo organizaciones productivas del período
colonial con trabajo domiciliario, talleres y medianas empresas (Trujillo
Bolio, 2000). El desarrollo de la industria, sin embargo, no eliminó el taller.
A partir de un censo obrero-industrial de 1921-1922, Sordo Cedeño destaca la
perdurable relevancia del trabajo artesanal en la ciudad de México, donde se
registraban 3.620 talleres (Sordo Cedeño, 1983).
Las medidas liberales que se
fueron implantando en las nuevas repúblicas profundizaron la descomposición del
mundo artesanal, procesándose rápidamente una mayor diferenciación social en su
seno. Sin embargo, la resistencia del artesanado a las políticas
libre-cambistas no encontró unanimidad y las fracciones más prósperas, casi en
todas partes, buscaron acuerdos y ventajas en desmedro de la clase.1 Es
ilustrativa al respecto la situación que se registró en Perú, entre las décadas
de 1830 y 1870: los maestros sastres más ricos negociaron exitosamente un
contrato que les aseguró el monopolio de la confección de uniformes para el
ejército y la gendarmería de la ciudad. El negocio con el Estado fue compartido
con los comerciantes quienes “habilitaron” a los sastres con las telas, capital
y herramientas (Monsalve, 2011).
El empobrecimiento de un vasto
sector de artesanos en las sociedades latinoamericanas, no fue resultado
únicamente de las políticas liberales en materia de comercio exterior, como dan
cuenta diversos estudios realizados para Colombia (Ocampo, 1990) y México
(Carbajal, 2013), aún cuando la protección a la producción nacional fue uno de
sus reclamos insistentes. Un caso extremo se habría registrado en Chile, en
cuanto el proyecto de la elite privilegió el amparo a una industria moderna
-facilitando la importación de herramientas y maquinarias industriales, y
propiciando la llegada de mecánicos, técnicos e ingenieros europeos- en
desmedro de un artesanado “criollo”, pulverizado y pauperizado (Grez Toso,
1998; Salazar, 2012). Algo similar, pero con efectos dramáticos menores,
ocurrió en Perú, cuando en 1845, los representantes por Ayacucho y Cuzco
propusieron un proyecto de ley para proteger a los antiguos talleres
artesanales y obrajes, pero, los diputados por Lima lograron imponer una ley
para el fomento de las industrias modernas (Monsalve, 2011).
La crisis del régimen artesanal
se fue resolviendo en favor del capital mercantil, que se convirtió en
dominante tanto en calidad de proveedor de manufacturas importadas, como asumiendo
el control de nuevos “formatos” de la producción artesanal – el control del
trabajo doméstico o la concentración de artesanos en un local- o bien
procesando la instalación del sistema fabril. Esa crisis se expresó por una
sostenida agitación en las ciudades, protagonizadas por artesanos y jornaleros
no cualificados. En la segunda mitad del siglo, varios países latinoamericanos
recibieron inmigrantes europeos. Un número importante de estos recién llegados
tenían oficio o algún tipo de cualificación, buscaba generar un ahorro para
retornar al lugar de origen o para iniciar un trabajo independiente en el país
de destino. Una mentalidad moderna y la experiencia urbana previa, los situó en
condiciones ventajosas frente a los trabajadores locales. Este “punto de
encuentro” entre artesanos locales e inmigrantes cualificados o
semi-cualificados, es uno de los temas desigualmente abordados por la
historiografía latinoamericana. Hacia fines del XIX aún sobrevivía un sector de
trabajadores urbanos independientes que no contaban con local propio y
realizaban el trabajo en su domicilio. Constituían un sector heterogéneo,
nutrido principalmente por quienes sobrevivían de los viejos cuadros
artesanales, por trabajadores con escasa cualificación, e inmigrantes que buscaban
ascender socialmente. Es dificultoso cuantificar este sector de trabajadores
independientes “aislados”, ya que en general, los registros coloniales y los
censos del siglo XIX dan cuenta de las profesiones y los establecimientos
productivos, pero no del trabajo domiciliado. Su número debió ser un tanto
elevado en la Lima colonial (Quiroz, 2006) como en la ciudad de México a
mediados del siglo XIX (Pérez Toledo, 1996). A partir de los datos del censo de
1884, en Montevideo se estima en algo menos de 7.000 trabajadores
independientes: costureras, cigarreros, carpinteros, zapateros, y otros (Millot
y Bertino, 1996). El censo argentino de 1895 cifraba en 155.000 las personas
empleadas en la industria, y Dorfman las estima en más del doble, si se
integran la actividad artesanal y de la pequeña industria (Dorfman, 1983).
El artesano y el taller
perduraron en todas partes, pero parece no haber dudas de que, hacia el 900,
este taller y su titular poco tienen que ver con el artesano y el taller de las
primeras décadas republicanas. De éstos, poco y nada subsistía. En ambos
contextos, taller y artesano refieren a manualidad y herramienta, pero a fines
del XIX -al menos dominante en los países del cono sur-, los talleres son
unidades funcionales a una economía capitalista.
Es interesante seguir el
desempeño de un importante sector de “talleristas” en los países del sur de
América y Brasil (entre fines del XIX y la primera década del XX): recién
“despegados” de la masa de trabajadores asalariados y en tránsito a un
“formato” de pequeños empresarios. Las posibilidades de ahorro a partir del
salario y la disponibilidad de un paquete de conocimientos, destrezas,
experiencias previas, y una mentalidad moderna, hicieron de esta nueva clase el
soporte de un sector de la “industria” muy próxima al artesanado. La mayoría
permaneció en esa franja de pequeños y medianos productores – aunque algunos
individuos devinieron en figuras principales del sector industrial luego del
900-, y de su seno surgieron iniciativas para constituir las primeras
agremiaciones patronales: el Club Industrial en Argentina, la Liga Industrial
en Uruguay, la Sociedad de Fomento Fabril en Chile. El tema ha sido objeto de
enfoques diferentes y controvertidos sobre la etapa inicial de estas
instituciones que serían relevadas, más tarde, por otras corporaciones
claramente industrialistas (Chiaramonte, 2012; De Vos, 1999; Schvarzer, 1991;
Vargas Cariola, 1976; Beretta Curi 1998 y 2013).
Artesanado,
innovación y enseñanza
En las últimas décadas, los
historiadores han revalorizado el papel de los gremios e incluso, se los
reconoce como instituciones capaces de hacer lugar a la innovación en el
proceso que conducía a la revolución industrial (Epstein y Prak, 2008), si bien
esta perspectiva no es compartida por todos, y se ha generado polémica al
respecto (Ogilvie, 2004). Sennett observa que “nos equivocaríamos si
imagináramos que los artesanos medievales se resistían por completo a la
innovación, pero su trabajo artesanal cambiaba lentamente como resultado del
esfuerzo colectivo” (Sennet, 2010). Para Schultz el artesanado reaccionó de
diversas maneras ante las innovaciones y pudo oponer iniciales resistencias,
pero la innovación no fue desconocida y pudo generar inventos propios (Schultz,
2001, 89). Tres décadas atrás, Piore y Sabel rescataban las potencialidades de
la flexibilidad en ciertas actividades artesanales, cuestionando la producción
en serie como la ruta ineludible (Piore & Sabel, 1984). Nuevos enfoques
reparan en la dinámica de los gremios y la actividad artesanal proyectándose
sobre otras dimensiones de la vida social urbana. Romero Marín, refiriendo al
declive de la actividad gremial en Barcelona -entre fines del siglo XVIII e
inicios del XIX-, entiende que los artesanos “no revolucionaron, en el sentido
industrial del término, sus modos de producir”, pero fueron activos partícipes
en el “proceso general de modernización de la ciudad”, y propone que “deberíamos
plantearnos el rango y amplitud del concepto de eficiencia económica en
períodos y lugares diversos” (Romero-Marín, 2014).
La innovación no estuvo
desvinculada de la enseñanza de los oficios. Sennet distingue entre la
enseñanza explícita que el maestro impartía al aprendiz, y la enseñanza tácita
que el aprendiz podía incorporar si era atento a la manualidad de su maestro, y
reparaba en los más pequeños detalles del trabajo que no eran objeto de
explicación (Sennet, 2009). Las instancias de innovación surgieron en el taller
y se incorporaban al aprendizaje. La innovación lo mismo que la difusión,
fueron procesos relativamente lentos en el universo artesanal europeo, porque
también lentamente se incorporaron al aprendizaje. En América Latina, las elites
dirigentes percibieron el estancamiento de la actividad artesanal como
resultado de su apego a rutinas que no hacían lugar a la introducción de nuevas
herramientas y técnicas, ni capaz de generar novedades propias. La
interpretación de Nieto Arteta para Colombia –los artesanos estaban en
condiciones de devenir una clase industrial moderna- ha sido cuestionada y, en
palabras de Vega Cantor: “el artesanado colombiano estaba tan distante del
capitalismo industrial como los peones y agregados de las haciendas existentes
a lo largo y ancho de la Colombia decimonónica” (1990, 51). Solano matiza la
situación para el Caribe colombiano; si bien considera “prácticamente
inexistentes los casos en lo que se vea que algunos maestros se convirtieran en
manufactureros e industriales” pero al mismo tiempo reconoce que en
determinadas áreas, como el de la actividad mecánica vinculada al desarrollo
portuario -es el caso de Barranquilla- se habilitó la introducción de algunas
innovaciones (Solano, 2012, 116). La innovación en el sector
artesano-industrial latinoamericano y anterior a 1914, es un tema escasamente
tratado por la historiografía. En las primeras décadas del Uruguay
independiente, fueron pocas las novedades registradas en este sector y, recién
hacia el 900, la presencia de la inmigración europea hará lugar a la
incorporación de nuevas tecnologías simples, adaptación de herramientas
complejas y máquinas, o el diseño de dispositivos sencillos para aplicar a la
producción (Beretta Curi, 1996). En Argentina, la actividad artesano-industrial
se concentraba principalmente en Buenos Aires y Rosario; estaba orientada a
satisfacer el consumo masivo de una sociedad en crecimiento y lentamente se
abrían espacios para la innovación (Dorfman, 1983; Schvarzer, 1996). Un caso
interesante presenta las provincias argentinas de San Juan y Mendoza, donde la
actividad vitivinícola indujo el desarrollo de actividades artesanales e
industriales (diseño, adaptación y reparación de maquinaria para la bodega y el
viñedo), gestión asociada a la inmigración europea (Pérez Romagnoli, 2000).
Nelson Pierrotti, en el artículo
que integra este número de Theomai -“La inmigración europea y el arte de
enseñar oficios en los orígenes de la industria manufacturera uruguaya
(1726-1860)”- da cuenta de la presencia europea en la enseñanza de los oficios
en Montevideo. Si bien los artesanos no fueron muy numerosos ni sus actividades
demasiado diversificadas para el pequeño mercado que abastecían, el puerto de
Montevideo fue el principal estímulo a las actividades productivas. Pierrotti
se detiene en la formación de los aprendices durante la colonia y las primeras
décadas del siglo XIX y destaca el valor referencial de estos artesanos en una
época caracterizada por la falta de “maestros de primeras letras y hasta de
religión” por lo que “la figura del maestro-artesano siempre estuvo a la vista
y en todo momento, se erigía en claro referente educacional y social”.
Aun está pendiente en la
historiografía latinoamericana el reconocimiento del tránsito de la enseñanza
de los oficios en el taller del artesano a los procesos de aprendizaje en el
taller moderno o en la industria. En todas partes, luego de la supresión de los
gremios, estos espacios laborales albergaron una formación elemental, donde se
adquirían ciertas nociones y habilidades para tareas específicas, pero sin
conocimiento cabal de la totalidad del proceso productivo. Un tratamiento
particular merece las llamadas Escuelas de Artes y Oficios, que se fueron
creando, en la segunda mitad del siglo XIX, en la mayoría de las repúblicas latinoamericanas.
La iniciativa radicó en el Estado, en la Iglesia y en algunas instituciones
laicas. En los últimos años, la historiografía ha incluido el tema en las
agendas de investigación, aunque aun los resultados son parciales, ya que el
énfasis se ha puesto principalmente en estas instituciones como instrumentos de
disciplinamiento social (Padilla, 1998; Barrientos y Corvalán, 1997; Bailón,
2012; Ayuso y Arata, 2009; Castillo, 2012; Heuguerot, 2002).
A
modo de cierre
Como en toda selección, los cinco
temas considerados han dejado fuera otros no menos importantes. Para finalizar
esta presentación, puede ser oportuno listar otros –sin agotar una posible
agenda de temas y problemas- que son igualmente referencias centrales para la
América Latina, y que están ausenten en este dossier:
1) El papel del trabajo doméstico
y la protoindustria;
2) el desarrollo
artesano-industrial y el crédito: tanto la presencia del capital mercantil en
el sector desde fines del período colonial, el crédito informal para el sector
artesano industrial en las redes étnicas, y la creación de las instituciones de
crédito surgidas de esas mismas redes;
3) el taller como espacio de
producción, haciendo lugar a un estudio minucioso de los materiales y las
técnicas aplicadas tanto como a los aportes efectivos de la inmigración en este
aspecto;
4) el taller, la flexibilidad en
la producción y sus posibilidades reales de hacer lugar a la innovación;
5) la enseñanza para el taller y
la industria, lo que implica el estudio de las escuelas europeas que fueron
tomadas como referencia y cómo se proyectaron en la organización de estos
centros; el contenido curricular; el reclutamiento y los antecedentes de sus
cuadros docentes; el modelo de trabajador que se proponían; la relación de
estas instituciones formadoras de mano de obra con los sectores patronales y,
en qué medida, estas instituciones respondían a los requerimientos del sector
productivo; la inserción laboral de los jóvenes; la articulación entre la formación
curricular y la capacitación informal en el taller y la fábrica;
6) la constitución de las
primeras asociaciones de artesanos e industriales y la plasmación de los
primeros programas industrialistas.
Bibliografía
AMARO PEÑAFLORES, René “Ciudadanía,
`gremios acostumbrados’ y mutualistas en un contexto juarista zacatecano”
Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM; s/d: www. juridicas.unam.mx
AYUSO, Maria Luz y ARATA, Nicolás
“De artesanos a trabajadores: dos estudios sobre la regulación de los saberes
del trabajo”, Educação Unisinos, 13(3):211-219, setembro/dezembro 2009, pp.
211-219 BACCI, Massimo Livi Storia minima della popolazione del mondo Bologna,
Il Mulino, 2002
BAILÓN VÁSQUEZ, Fabiola “La
Escuela Correccional de Artes y Oficios de Oaxaca, 1889-1901”, Estudios de
Historia Moderna y Contemporánea de México, 44, julio-diciembre 2012, 137- 173
BAILY, Samuel L.; SCARLI, Andrea
Scarli “Las sociedades de ayuda mutua y el desarrollo de una comunidad italiana
en Buenos Aires, 1858 -1918”, Desarrollo Económico, Vol. 21, No. 84 (Jan. -
Mar., 1982), pp. 485-514
BARBERO, María Inés “Estrategias
de empresarios italianos en Argentina. El Grupo Devoto”, en Anuario CEEED, Nº 1
– Año 1, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, 2009.
pp. 10-42.
BARRIENTOS, Claudio y CORVALÁN, Nicolás “El
justo deseo de asegurar el porvenir moral y material de los jóvenes. Control y
castigo en las prácticas educativas de la Escuela de Artes y Oficios,
1849-1870, Última Década, Nº 6, 1997, pp. 1-15
BELLO GÓMEZ, Felipe de Jesús “Inmigración y
capacidad empresarial en los albores de la industrialización de México” en
Secuencia, nº 68, mayo-agosto 2007, pp. 9-54
BERETTA CURI, Alcides El imperio
de la voluntad. Una aproximación al rol de la inmigración europea y al espíritu
de empresa en el Uruguay de la temprana industrialización, 1875/1930,
Montevideo, Fin de Siglo, 1996, 331 pp.
BERETTA CURI, Alcides “Del
artesanado a los gremios industriales. Liberalismo y tensiones en la
constitución de las primeras asociaciones patronales. El caso de la Liga
Industrial (1879-1888)”, en Revista de Ciencias Sociales, segunda época, n.°24,
Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes, 2013, pp.87-108
BERETTA CURI, Alcides La Cámara de Comercio
Italiana de Montevideo, Tomo 1: 1883- 1933 Montevideo. Universidad de la
República, 2004, 500 pp. BERETTA CURI, Alcides “Inmigración europea, artesanos
y talleres en la temprana industrialización del Uruguay, 1870-1914” en El
Taller de la Historia, vol. 6, nº 6, pp. 247 - 275.
BERETTA CURI, Alcides
“L’immigrazione europea nella formazione del tessuto imprenditoriale: l’Uruguay
e le nazioni circostanti (1870-1900)”, en Studi-Emigrazione vol. XVIII, n.°184,
Roma, Centro Studi Emigrazione, 2011, pp.675-695 BERETTA CURI, Alcides,
Inmigración europea e industria. Uruguay en la región (1870- 1915), Montevideo,
Universidad de la República, 2014, 160 pp.
BERNEDO PINTO, Patricio “Los
industriales alemanes de Valdivia, 1850-1914” en Hisoria, vol 32, 1999, pp.
5-42
CAPEL, Hugo “Los inmigrantes en
la ciudad. Crecimiento económico, innovación y conflicto social” en Scripta
Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Nº 3, 1 de mayo de
1997.
CAPELLI, Vittorio “Tra `Macondo’
e Barranquilla. Gli italiani nella Colombia caraibica dal tardo ottocento alla
Seconda guerra mondiale, Altreitalie, (Jul. – Dic. 2003), pp. 18-52.
CARBAJAL ARENAS, Lilia “Los
artesanos de Puebla y el arancel de 1821” en Análisis Económico Núm. 68, vol.
XXVIII, Segundo cuatrimestre de 2013, pp. 135-154
CASTILLO MARTOS, Manuel “Mano de
obra española en la industria argentina (1830- 1930)”, Llull, vol. 24, 2001,
pp. 33-57 CASTILLO, Eduardo “La discusión sobre las artes y oficios en los
albores de la república”, Revista chilena de diseño, nº2, 2012, pp. 81-88
CHIARAMONTE, José Carlos
Nacionalismo y liberalismo económicos en Argentina 1860- 1880 Buenos Aires,:
Edhasa, 2012, 276 pp.
COLLIER, Simon y SATER. William
F. A History of Chile, 1808-1994 Cambridge Latin American Studies; p. 172.
CORNBLIT, Oscar “Inmigrantes y
empresarios en la política argentina”, Desarrollo Económico, Vol. 6, No. 24
(Jan. - Mar., 1967), pp. 641-691
COSAMALÓN AGUILAR, Jesús “Población y mercado
laboral, 1827-1940” en COSAMALÓN ET AL. Compendio de Historia Económica del
Perú. Tomo 4: Economía de la primera centuria independiente Lima Banco Central
de Reserva del Perú e Instituto de Estudios Peruanos , 2011, pp. 19-91
COUYOUMDJIAN, Ricardo “El alto comercio de
Valparaíso y las grandes casas extranjeras, 1880-1930. Una aproximación” en
Historia nº 33, 2000, pp. 63-99 DEAN, Warren “Industriales y oligarquía en el
desarrollo de San Pablo” en CERUTTI, Mario y VELLINGA, Menno (comps.),
Burguesías e industria en América Latina y Europa meridional, Madrid, Alianza
Ed., 1989, pp.23-54
DORFMAN , Adolfo Cincuenta años
de industrialización en la Argentina, 1930-1980 Buenos Aires. Editorial Solar,
1983, 618 pp.
EPSTEIN, S. R.; PRAK, Maarten
Guilds, Innovation, and the European Economy, 1400–1800 New York. Cambridge
University Press, 2008
ESTRADA TURRA, Baldomero,
“Participación italiana en la industrialización de Chile. Orígenes y evolución
hasta 1930”, en ESTRADA TURRA, Baldomero (ed.), Presencia italiana en Chile,
Serie Mono-grafías Históricas, n.°7, Valparaíso, Universidad Católica de
Valparaíso, 1993
FALCÓN, Ricardo “Aspectos del
proceso de formación de la clase obrera en Argentina (1870-1914)”, Revista de
Historia nº 17, 1988, pp. 163-173
FAVERO, Luigi, et al, Il
contributo italiano allo sviluppo del Cile, Torino, Fondazione Giovanni
Agnelli, 1993, 470 pp.
FERNÁNDEZ, Alejandro E.
“Inmigración y redes comerciales. Un estudio de caso sobre los catalanes de
Buenos Aires a comienzos de siglo” en Estudios Migratorios Latinoamericanos,
Año 11, Nº 32,1996, pp. 25-59
FLÓREZ BOLÍVAR, Roicer y SOLANO,
Sergio “Educando al buen ciudadano. Las guardias nacionales en la Provincia de
Cartagena, Colombia, 1832-1857” en Anuario de Estudios Americanos, 67, 2,
Sevilla (España), julio-diciembre 2010; pp. 605-633
FRANCO, Luís Fernando “Los
artesanos de Antioquia a fines del período colonial: una mirada a través de la
Instrucción General para los Gremios de 1777” en Historia y Sociedad Nº 26,
EneroJunio de 2014, pp. 81-97
FUENTES CORTÉS, Miguel “Educación
popular en La Sociedad de Artesanos de La Serena: Escuela Nocturna 1874-1884”,
Revista UNIVERSUM, Nº 24 . Vol. 1 . 2009, pp. 42-57
FURLONG, Guillermo Artesanos
argentinos durante la dominación hispánica Buenos Aires, Editorial Huarpes S.
A., 1946, 455 pp.
GABACCIA, Donna Italy's Many
Diasporas Routledge, 2000, 288 pp.
GABACCIA, Donna R. “Is Everywhere Nowhere?
Nomads, Nations, and the Immigrant Paradigm of United States History” en The
Journal of American History, vol. 86, nº 3, diciembre 1999, pp. 1115–34
GALLO, Ezequiel “Política y
sociedad en Argentina, 1870-1916”, en Lesli Bethell (ed.), Historia de América
Latina. 10 América Latina: economía y sociedad, c. 1870-1930, Barcelona, Ed.
Crítica, 1992; pp.41-66.
GAZMURI, Cristian, El 48 chileno, Santiago de
Chile, Editorial Universitaria, 1998.
GODOY, Milton “Mutualismo y
educación: Las escuelas nocturnas de artesanos, 1860-1880”, Ultima Década, núm.
2, 1994, pp. 1-11
GONZÁLEZ BERNALDO, Pilar “El
«momento mutualista» en la formulación de un sistema de protección social en
Argentina: socorro mutuo y prevención subsidiada a comienzos del siglo XX”,
Revista de Indias, 2013, vol. LXXIII, n.º 257, pp. 157-192,
GRANDJONC, Jacques «Les étrangers
a Paris sous la monarchie de Juillet et la seconde République» en Population
(French Edition), 29e Année, Migrations (Mar., 1974), pp. 61-88
GREZ TOSO, Sergio “La trayectoria
histórica del mutualismo en Chile (1853-1990). Apuntes para su historia” en
Mapocho. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, nº 8, 1994, pp. 293- 315
GREZ TOSO, Sergio De la
“regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica
del movimiento popular en Chile (1810-1890), Santiago, Ediciones de la DIBAM –
RIL Ediciones, 1998.
GREZ TOSO, Sergio “Los artesanos
chilenos del siglo XIX: un proyecto modernizadordemocratizador”: www.archivochile.com/Ideas_Autores/grezs/grezs0019.pdf
GREZ TOSO, Sergio “La
reivindicación proteccionista artesanal y La constitución del movimiento
popular (Chile, 1826-1885)” e Historia Social No. 31 (1998), pp. 89-99
HERÉDIA, Vania, O processo de
industrialização da zona colonial italia-na: estudo de caso da primeira
indústria têxtil do Nordeste do estado do Rio Grande do Sul, Caxias do Sul,
Universidade de Caxias do Sul, 1997, 240 pp.
HEUGUEROT, Cristina El Origen de
la Universidad Del Trabajo Del Uruguay: "Una Colmena Sin Zánganos",
1878-1916 Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2002, 127 pp.
HIRSCHMAN, Charles and MOGFORD,
Elizabeth, “Immigration and the American industrial revolution from 1880 to
1920”, in Social Science Research nº38, 2009, pp.897-920
http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/grezs/grezs0013.pdf ILLADES, Carlos
“De los gremios a las sociedades de socorros mutuos: El artesanado mexicano,
1814-1853”en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México (UNAM),
1990, v. 13
ILLADES, Carlos “Organización y
formas de resistencia artesanales: Los sastres de la ciudad de México,
1864-1873” en HERNÁNDEZ CHÁVEZ, Alicia y MIÑO GRIJALVA, Manuel Cincuenta años
de historia en México, Volumen 2 México, Colmex, 1991, 504 pp.
ILLADES, Carlos “El proceso de
organización de los artesanos de Ciudad de México, 1853-1876” en European
Review of Latin American and Caribbean Studies 59, December 1995, pp. 59-75
ILLANES, María Angélica La
revolución solidaria: las sociedades de socorros mutuos de artesanos y obreros:
un proyecto popular democrático, 1840-1887, Polis, Revista de la Universidad
Bolivariana, vol. 1, núm. 5, invierno, 2003, pp. s/n
IRUROZQUI, Marta “La conquista de
la ciudadanía. Artesanos y clientelismo político en Bolivia, 1880-1925” en Tiempos
de América, no 3-4 (1999), pp. 99-1 17
JACOB, Raúl, Breve historia de la
industria uruguaya Montevideo, Fundación de Cultura Uni-versitaria, 1981, 155
pp.
JACOB, Raúl Más allá de
Montevideo: los caminos del dinero, Montevideo, Arpoador, 1996, 174 pp. JACOB,
Raúl La quimera y el oro, Montevideo. Arpoador, 2000, 509 pp.
JARAMILLO URIBE, Jaime (1976),
“Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social
colombiana de 1848”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura,
Bogotá, Nº 8, pp. 5-18.
KOFMAN, Marco et al. “La industrialización en
la provincia de Santa Fe: condiciones iniciales, factores de crecimiento y
cambios estructurales, 1887-1946”, ponencia presentada a las Decimoquintas
Jornadas "Investigaciones en la Facultad" de Ciencias Económicas y
Estadística, Noviembre de 2010
LAURIE, Bruce Artisans into
Workers: Labor in Nineteenth-Century America. New York, Noonday Press, 1989.
240 pp LIDA, Clara E. “La inmigración española en México: un modelo
cualitativo” en HERNÁNDEZ CHÁVEZ, Alicia;
MIÑO GRIJALBA, Manuel Cincuenta años de
Historia en México. Volumen 1, México. El Colegio de México, 1991, pp. 201-215
LIDA, Clara E. “Trabajo,
organización y protesta artesanal: México, Chile y Cuba en el siglo XIX”,
Historia Social, Nº 31, 1998
LÓPEZ MONJARDIN, Adriana “El
artesano urbano a mediados del siglo XIX” en Anuario II (Universidad
Veracruzana), 1979, p. 55-63
JOHNSON, Lyman L. Los talleres de
la revolución. La Buenos Aires plebeya y el mundo del Atlántico, 1776-1810
Buenos Aires. Prometeo, 2011; 415 pp.
MAZZEI DE GRAZIA, Leonardo “La
integración económica de los inmigrantes italianos en un área de recepción no
masiva. El caso de la provincia de Concepción, Chile (1890-1930)” en ESTRADA,
Baldomero (Ed.) Presencia italiana en Chile Valparaíso. Serie Monografías
Históricas nº 7, 1993, pp. 125-153
MEISEL ROCA, Adolfo y VILORIA DE
LA HOZ, Joaquín “Los alemanes en el Caribe colombiano: el caso de Adolfo Held,
1880-1927”, Cuadernos de Historia Económica y Empresarial, Cartagena, Banco de
la República, agosto de 1999; 93 pp.
MEISEL ROCA, Adolfo “El PIB de la
República de la Nueva Granada en 1846: ¿qué nos dice acerca del impacto
económico de la independencia? Cuadernos de Historia Económica y Empresarial
(Cartagena de Indias), agosto de 2011
MILLOT, Julio y BERTINO,
Magdalena Historia económica del Uruguay, Tomo II: 1860- 1910 Montevideo,
Fundación de Cultura Económica, 1996, 470 pp.
MONSALVE, Martín “Industria y
mercado Interno, 1821-1930″ en COSAMALÓN ET AL. Compendio de Historia Económica
del Perú. Tomo 4: Economía de la primera centuria independiente Lima Banco
Central de Reserva del Perú e Instituto de Estudios Peruanos, 2011, pp. 239-301
NAVARRO AZCUE, Concepción y
ESTRADA TURRA, Baldomero, “Migración y Redes de poder en América: el caso de
los industriales españoles en Valparaíso (Chile) 1860-1930”, en Revista
Complutense de Historia de América vol.31, Madrid, Universidad Complutense,
2005, pp.115-146
NIETO SÁNCHEZ, José A. “Asociación
y conflicto laboral en el Madrid del siglo XVIII”, LÓPEZ BARAHONA, Victoria y
NIETO SÁNCHEZ, José A. (Eds.) El trabajo en la encrucijada: los artesanos
urbanos en la Europa de la Edad Moderna, Madrid, Los Libros de la Catarata,
1996, pp. 248-287
NIETO SÁNCHEZ, José A.
“Estructuras productivas y conflictividad laboral: continuidad y cambio en
Madrid durante el siglo XIX (1808-1873)”, MARTÍNEZ RUIZ ET AL. (Coord.)
Mercados y organización del trabajo en España: siglo XIX y XX Sevilla, 1998,
pp. 411-421
NIETO SÁNCHEZ, José A. Artesanos
y mercaderes. Una historia económica y social de Madrid, 1450-1850, Madrid,
Editorial Fundamentos, 2004, 493 pp.
NIETO SÁNCHES, José “Trabajadores
en movimiento: flujos migratorios y cualificación laboral en el Madrid del siglo
XVIII” ponencia presentada al XXXI Encontro da Associaçâo Portuguesa de
Historia Económica e Social (Coimbra, Agosto 13 de 2012)
O’ROURKE, Kevin H.; WILLIAMSON,
Jeffrey G. Globalización e historia: la evolución de la economía atlántica en
el siglo XIX, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2006, p.162
OCAMPO, José Antonio
“Comerciantes, artesanos y política económica en Colombia, 1830-1880” en
Boletín Cultural y Bibliográfico Vol. 27, nº 22, pp. 20-45
OGILVIE, Sheilagh “Guilds,
Efficiency, and Social Capital: Evidence from German Proto-Industry”, The
Economic History Review, New Series, Vol. 57, No. 2 (May, 2004), pp. 286-333
ORDUÑA CARSON, Miguel “Artesanos
de la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XIX: luchas de resistencia
en el marco de la hegemonía” en Travesía, Nº 10-11, 2008-2009, pp. 101-120
ORLANDO MELO, Jorge (1979), “La
evolución económica de Colombia, 1830-1900”, Manual de Historia de Colombia,
Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura. Disponible en: PADILLA ARROYO, Antonio
“Escuelas especiales a fines del siglo XIX. Una mirada algunos casos en
México”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, enero-junio 1998, Vol. 3,
nº 5, pp. 113-138
PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo
“Migración, industrialización e innovación tecnológica en Argentina: industrias
inducidas y derivadas de la vitivinicultura en Mendoza y San Juan (1885- 1930)”
en Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales Nº 69
(44), 1 de agosto de 2000
PÉREZ TOLEDO, Sonia, Los hijos
del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780- 1853., México,
UAM-I/COLMEX-Centro de Estudios Históricos, 1996. 302 pp.
PÉREZ TOLEDO, Sonia “Una
organización alternativa de artesanos: la Sociedad Mexicana Protectora de Artes
y Oficios, 1843-1844” en Signos históricos, núm. 9, enero-junio, 2003, pp.
73-100 PIORE, Michael; SABEL, Charles La segunda ruptura industrial, Madrid,
Alianza, 1990, 455 pp.
PRED, Allan The Spatial Dynamics
of US Urban Industrial Growth 1800-1914, Cambridge, Mass., 1966 QUIÑONES,
Sandra “Las potencialidades del estudio de las redes empresariales
hispanoargentinas en Buenos Aires: el caso del Banco Español del Río de la
Plata (1886-1992)” ponencia presentada en la Segunda Escuela de Verano
(Hemisferio Sur) de Historia Económica (EVHE). Universidad de la República,
Montevideo, 28 de noviembre al 2 de diciembre del 2011.
QUIROZ CHUECA, Francisco
Artesanos y manufactureros en Lima colonial, Lima, Banco Central de Reserva del
Perú e Instituto de Estudios Peruanos, 2008, 267 pp.
REGALSKY, Andrés, “El Banco
Francés del Río de la Plata y su expansión al Paraguay”, en Boletín del
Instituto de Historia Argentina y América “Dr. E. Ravignani”, Tercera serie, N°
2, Buenos Aires, 1er. Semestre de 1990 ROMERO-MARÍN, Juan José “El ocaso del
milenio gremial: El fin de las corporaciones de oficio de Barcelona, 1814-1855”
ponencia presentada al XI Congreso Internacional de la AEHE (Madrid, 4 y 5 de septiembre
2014).
SAFFORD, Frank “Foreign and
National Enterprise in Nineteenth-Century Colombia”, The Business History
Review, Vol. 39, No. 4, (Winter,1965), pp. 503-526
SAGASTUME PAIZ, Tania: «De
gremios a sociedades: la legislación del trabajo artesanal en la ciudad de Guatemala,
1798-1833». SÉMATA, Ciencias Sociais e Humanidades, núm. 12 (2000):
Comerciantes y artesanos. ISSN 1137-9669, pp. 299-322.
SAGASTUME PAIZ, Tania “Los
cambios en el mundo del trabajo urbano en la Nueva Guatemala de la Asunción,
1776-1824” ponencia presentada al VII Encuentro Nacional de Historiadores
Ciudad de Guatemala, noviembre de 2007
SALA DE TOURON, Lucía “Democracia
en América Latina: liberales, radicales y artesanos a mediados del siglo XIX”
en Secuencia, Revista de historia y ciencias sociales, N0.61, eneroabril de
2005; pp. 63-98
SALAZAR, Gabriel
“Industrialización popular en Chile: perfil del empresariado plebeyo
(1823-1885) en Revista Encuentros Latinoamericanos Montevideo, Vol. VI, nº 1,
junio de 2012; pp 129- 171
SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás “La
población de América Latina, 1850-1930”, en Lesli Bethell (ed.), Historia de
América Latina. 7 América Latina: economía y sociedad, c. 1870-1930, Barcelona,
Ed. Crítica, 1991, pp.112-113.
SCHULTZ, Helga Historia económica
de Europa, 1500-1800. Artesanos, mercaderes y banqueros Madrid. Siglo XXI de
España, 2001
SCHVARZER, Jorge (1991),
Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina, Buenos Aires,
cisea-Imago Mundi.
SCHVARZER, Jorge La industria que
supimos conseguir. Una historia político-social de la industria argentina,
Buenos Aires, 1996, 370 pp.
SENNET, Richard El artesano
Barcelona. Anagrama, 2010; p. 91. SOLANO, Sergio “Problemas en la fase inicial
de la industrialización de la región Caribe colombiana: Limitaciones en el
desarrollo fabril de Barranquilla, 1900-1934” en Amauta (Universidad del
Atlántico) nº 13, Ene-Jun 2009, pp. 105-125
SOLANO, Sergio "El mundo del
trabajo urbano en el Caribe colombiano durante el siglo XIX" en José Polo
y Sergio Paolo Solano (eds.) Historia social del Caribe colombiano Medellín,
Universidad de Cartagena/La Carreta Editores, 2011; pp. 73-122
SOLANO, Sergio Paolo “Oficios,
economía de mercado, hábitos de consumo y diferenciación social. El artesanado
en Colombia, siglo XIX”, PÉREZ TOLEDO, Sonia (coord.) Trabajo, trabajadores y
participación popular: Estudios sobre México, Guatemala, Colombia, Perú y
Chile, siglos XVIII y XIX Barcelona, Anthropos Editorial-UNAM, 2012, pp.
113-144
SOLANO, Sergio “Las vías para la
inclusión social. Artesanos, raza, Estado y liberalismo en el Caribe
colombiano, 1770-1850” en DEL CARIBE No. 59 (Santiago de Cuba, Universidad de
Oriente-Casa del Caribe, 2013), pp.23-41
SORDO CEDEÑO, Reynaldo “Las
Sociedades de Socorros Mutuos 1867-1880” Historia mexicana, v. 33, no. 1 (129)
(jul.-sept. 1983), p. 72-96 SOWELL, David Lee The Early Latin American Labor
Movement: Artisans and Politics in Bogotá, Colombia, 1832-1919 Tesis doctoral,
384 pp.
TRUJILLO BOLIO, Mario
“Empresariado y manufactura textil en la ciudad de México y su periferia” en AGOSTINI,
Claudia y SPECKMAN, Elisa (Eds.) Modernidad, tradición y alteridad. La ciudad
de México en el cambio de siglo (XIX-XX) México. UNAM, 2001, pp. 33-48
VARGAS CARIOLA, Juan E. “La Sociedad de
Fomento Fabril, 1883-1928”, Historia, N°13, 1976, p. 5-53
VEGA CANTOR, Renán “Liberalismo
económico y artesanado en la Colombia decimonónica” en Boletín Cultural y
Bibliográfico Banco de la República de Colombia, 1990 vol. XXVII, Nº 22, pp.
s/n.
ZUBILLAGA, Carlos y BALBIS, Jorge
Historia del movimiento sindical uruguayo, Tomo 1: Cronología y fuentes hasta
1905 Montevideo. Ediciones de la Banda Oriental, 1985, 155 pp.
https://www.redalyc.org/pdf/124/12441581001.pdf