HISTORIA Y VIDA COTIDIANA.
LAS MÚSICAS DEL MUNDO QUE LLEGARON
A MÉXICO EN LA CONQUISTA
Alfonso Muñoz Güemes*
Izquierda: En los primeros años de la dominación española, los cantos
y sonidos que producían los instrumentos prehispánicos utilizados por los
indios en las festividades dedicadas a sus deidades inquietaba a los españoles,
quienes afirmaban que cantos y sonido eran idolátricos. Tlapitzalli, flauta
tubular. MNA. Derecha: Los primeros frailes evangelizadores fundaron colegios
–como los de Santa Cruz de Tlatelolco y San José de los Naturales– en donde los
hijos de la antigua nobleza mexica fueron educados en el canto, entre otras
artes. a) Indios cantando. Códice
Florentino, lib. X, f. 19r. Foto: Boris de Swan / Raíces;
Digitalización: Raíces
https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/la-conquista-musical-de-mexico
Los diferentes procesos históricos que se
han dado al menos en los dos últimos milenios, es decir desde el inicio de la
era Cristiana hasta nuestros días, se han caracterizado por que han sido
documentados de alguna forma u otra; a través de códices manuscritos, libros
copiados a mano, inscripciones y bajo relieves en edificaciones y
construcciones de todo tipo; en fin, la historia de la humanidad reciente se
caracteriza por que nuestra especie se ha encargado de plasmar su huella desde
las formas más simples (como las pinturas rupestres), hasta la moderna
tecnología que ha posibilitado que naves espaciales que fueron lanzadas al
cosmos hace treinta años, sigan su curso por el espacio remoto llevando
información de quienes somos; donde vivimos; cuáles son nuestros rasgos físicos
y características genéticas como una especie animal viva diferente a las que
habitan el planeta; y cómo son nuestras diversas culturas e idiomas; y en
general, identifican los rasgos científicos y tecnológicos de nuestra
civilización.
Al hacer una cápsula de tiempo que
contenga información sistematizada de la humanidad en un momento histórico
determinado, se debe partir de la idea que ese inventario es una especie de
“corte de caja” del conjunto de hechos históricos que a lo largo de un
determinado período de tiempo llevó a una sociedad a un estadio determinado. En
este sentido, los estudios de historia del arte, y sobre todo los dedicados a
la historia de la música, la etnomusicología y organología deben sistematizar
aún más el conocimiento acerca de las músicas, los géneros musicales,
literarios y dancísticos que se practicaban en Europa y que llegaron a nuestro
Continente a partir de 1492. Sobre todo, se debe profundizar aún más en el
estudio histórico de los diversos géneros musicales que llegaron previamente al
viejo mundo aún antes a los viajes del periodo de Conquista (época
renacentista), y al posterior Virreinato y consolidación del período barroco
novohispano, que ya ha sido bastante estudiado en lo particular. A lo largo de
este breve ensayo haremos algunas observaciones acerca de la historia de la
música y sus diferentes géneros; reflexionaremos acerca de la necesidad de
estudiar la vida cotidiana de las culturas y las sonoridades que llegaron a la
Península Ibérica antes de los viajes de la (re) colonización de américa que
dio inicio a finales del Siglo XV o Cinquecento.
La influencia sefaradí; la influencia
mozárabe; la herencia medieval de las músicas sacras; la herencia de las formas
y escalas musicales de origen griego (escalas modales), las músicas que
llegaron desde centro Europa e incluso la herencia musical que dejaron los
celtas en España y Portugal; además de las músicas que llevaron los godos,
visigodos y por qué no, la gran influencia del África sub Sahariana en la
España multicultural de los últimos ochocientos años de historia previos a los
viajes de Colón a América. Mención especial deberá tener el gran impacto de
otro viajero y comerciante que da inicio según algunos historiadores al proceso
de globalización comercial que da origen al capitalismo: Los viajes de Marco
Polo a China y lejano oriente.
Se hará mención de la estrecha relación
entre el proceso de consolidación del Estado como forma de organización pos
feudal y el colonialismo europeo que permitió la acumulación originaria de
capital: la estrecha relación que hay entre el comercio marítimo, la conquista
y dominación y el surgimiento del capitalismo, que requirió la extracción de la
riqueza originaria de las colonias para la formación del capital inicial de ese
modo de producción. Se debe tomar en cuenta la consolidación de los idiomas
español e inglés con las obras literarias de Miguel de Cervantes Saavedra y
William Shakespeare, respectivamente.
Antecedentes
Hace unos veinte años, cuando este
investigador estaba realizando el trabajo de campo para su investigación
doctoral en España, se planteó como objetivo central de la misma, llevar a cabo
una reconstrucción histórica de un grupo de pastores ganaderos (denominados así
mismos como campurrianos), que habitan en la Cornisa Cantábrica (en la
Comunidad Autónoma de Cantabria, al norte de España), y delimitar cómo fue el
proceso de construcción de su identidad sociocultural, diferenciándose de otros
grupos habitantes de la región (lebaniegos y purriegos en otros); pero marcando
sobre todos una fuerte noción de su espacio geográfico y cultural con un fuerte
sentido de distancia histórica y social hacia sus vecinos de la meseta
castellano- leonesa. (Muñoz, 1999). Este estudio se dividió claramente en dos
etapas: la del estudio histórico en diferentes archivos y bibliotecas
especializadas en historia medieval española; y el trabajo de campo in situ que
duró más de un año, durante el cual que se recopilaron historias de vida que
narran la historia regional desde los año 1920 hasta finales de los años
setenta del siglo pasado. Con todo ese gran acervo histórico, etnográfico y
documental se elaboró el trabajo que se pone a su disposición (Muñoz, 2013b).
La mención que se hace al trabajo recién
citado, tiene que ver directamente con el hecho de que una de las conclusiones
principales a que se llegó es que: El proceso de construcción de las
identidades socio culturales en España, ha sido como en todo el mundo,
resultado de múltiples sucesos cronológicos que fueron determinando condiciones
sociales, políticas, económicas; y que a su vez fueron perfilando los “estilos
culturales” o “identidades socio culturales”, que al momento del corte de caja
del 31 de diciembre de 1492, cuando vence el plazo para que los judíos ibéricos
y los árabes abandonaran ese reino reconquistado por los Reyes Católicos Isabel
y Fernando, se diera una emigración cultural (en muchos casos de manera
soterrada, como el caso de los judíos conversos que salieron de España), y
llegara a América un gran mosaico de culturas y tradiciones culturales,
lingüísticas y orígenes étnicos agrupados genéricamente bajo la denominación de
“Conquista Española de América”.
El aporte que se hace en este ensayo
sobre las músicas europeas que llegaron a América durante el Virreinato tiene
que ver con un proceso que se detalla más extensamente en otro trabajo de este
autor (Muñoz, 2014b), y que tiene que ver con que si hacemos un corte histórico
o sincrónico en el año del primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo mundo, nos
encontraremos, con un fenómeno similar al que vivimos hoy en día en pleno siglo
XXI: el de la hegemonía socio cultural de una metrópoli capitalista pos
industrial y pos colonial, sobre una inmensa periferia de países o subregiones
dependientes y consumidoras de sus productos: los países emergentes. Lo que se
está planteando en este sentido, es que al momento de arranque de los procesos
de colonización europeos en América, Asia y África, esas metrópolis emergentes,
y en concreto España, logra en un lapso breve de reconstitución consolidar un
proyecto político de Estado que unifica a los diferentes reinos bajo un mismo
mandato (el reinado Católico de Isabel y Fernando), con un proyecto rector
hegemónico en el ámbito ideológico que sirvió para consolidar la dominación
colonial: La evangelización cristiana.
Es decir, que hace más de 500 años, el
proceso histórico de larga data que abarcó toda la alta y baja edad media
europea, y que culmina en el Siglo XV con el Renacimiento cultural, con su
respectivo proceso de dominación colonial (sometimiento, explotación de trabajo
humano en forma de esclavitud, extracción de la riqueza originaria para el
surgimiento del capitalismo en Europa, etc.), así como con el proceso de
imposición religiosa de los colonizadores, tuvo que haberse llevado a cabo a
través de ciertos medios muy específicos. Aquí es donde apareen en la escena
histórica, las músicas, las danzas, la literatura, y todas las formas de
expresión cultural que habían cristalizado en la cultura hegemónica castellano
hablante del recientemente re constituido reino católico de España.
En este orden de ideas, el proceso de la
globalización contemporáneo ha significado la consolidación de estilos
culturales que se han extendido de manera mundial, estandarizando hábitos de
consumo, modas y estilos estéticos, con lo cual podemos afirmar que estas
“modas globales” de alguna forma son muy similares a lo que sucedió a
principios del renacimiento cuando los países europeos que habían consolidado
estilos civilizatorios y culturales producto de largos procesos históricos en
los que se impuso (como en el caso español el que caracterizó al reinado
católico castellano), un proyecto civilizatorio occidental judeo cristiano que
se expandió en la nuevas colonias y sirvió como referente en el proceso de
dominación y evangelización. La historia de la humanidad ha repetido procesos
muy similares a lo largo de la era Cristiana, con lo cual podríamos plantear
que los ciclos o épocas de la historia moderna si bien resignifican contenidos
y actualizan sus formas, no cambian en cuanto a la repetición de sus pautas de
dominación e imposición de unas sociedades a otras (Muñoz, 2007).
Desarrollo
Debido al brevísimo espacio de este
ensayo se recomienda al lector interesado revisar el estudio de la música como
proceso de (re) construcción de identidades socio culturales que se abordará en
las líneas siguientes, el trabajo: Music and sociocultural identity: An
anthropological approximation (Muñoz, 2014a) en el que se discuten las bases teóricas
para sustentar que el “hecho musical” es un proceso comunicacional en el cual
operan las nociones culturales para socializar, empatizar y reproducir pautas
colectivas que permiten la auto identificación del ‘yo personal’ con el ‘yo
colectivo’ de los individuos de una cultura dada. Así mismo, para analizar más
a fondo cómo fue y ha sido el proceso de construcción de las identidades
culturales que llegaron a América procedentes de España: Invención de la
tradición o resurgimiento de nacionalismos musicales en la Unión Europea: el
caso de una comunidad en el norte de España de este investigador (Muñoz, 2009).
El papel que jugaron las artes (música,
danza, lírica), en el proceso colonial temprano no ha sido suficientemente
sistematizado aunque existen trabajos de historia de México e historia del arte
en la Nueva España dedicados a ello, de los cual damos cuenta en la
bibliografía de este ensayo, y que se encuentran muy bien analizados en el
trabajo historiográfico de Enrique Florescano (Florescano, 1991).1 Como se dice
en el píe de página de la cita anterior, los estudios de arte y sociedad en la
Nueva España mencionados, salvo el estudio de Luis Weckman (1984), que sí
realiza el análisis de la cultura, la sociedad y el pensamiento religioso
europeo en la época, se dedican más bien a examinar la consolidación de las
artes como la arquitectura, la escultura y la pintura en sus vertientes
estéticas en el Nuevo Mundo. Ello sustenta la idea de realizar los estudios
sobre las músicas del mundo que llegaron de Europa a América en el proceso de
contacto cultural.
Para
el reconocido historiador francés Jacques Le Goff, la historia de lo cotidiano
es «una historia llena de acontecimientos repetidos o esperados»; no en vano
fue el mismo Le Goff quien afirmó que «la nueva historia, después de haberse
hecho sociológica, tiende a hacerse etnológica» (Lacarra, 2008:7).
Efectivamente, con esta interpretación de
la perspectiva teórica de Jaques Le Goff, queremos reiterar el interés en que
la historia de las artes en la Nueva España, no solamente sea la historiografía
de las música, la pintura, la arquitectura y las artes que se documentaron por
frailes y misioneros; o que han podido reconstruir nuestros historiadores y
artistas como parte de las nuevas corrientes de ejecución musical basados en
los estudios de las técnicas medievales y en la reconstrucción de instrumentos
musicales2 ; sino que también sea la etnohistoria de los grupos humanos
diversos y no hegemónicos que llegaron a las américas con su gran bagaje
musical y cultural, pero del cual poco o nada sabemos el día de hoy. Es decir,
hace falta reconstruir la historia cotidiana de los grupos subalternos y
minoritarios que llegaron dese Europa, Asia y África a América, y conocer cómo
eran sus prácticas socio culturales, religiosas y organizacionales.
En este orden de ideas y siguiendo a Luis
Weckman en su trabajo acerca de la herencia medieval en México (1984), nos
parece importante el comentario que se hizo al comienzo de este ensayo, en el
que se menciona la larga cadena de acontecimientos que se dieron a lo largo de
quince siglos en Europa, pero más concretamente en España, que nos indican que
fue una cadena de conquistas, luchas e imposiciones de unas sociedades hacia
otras; en las que de manera sucesiva se fueron superponiendo estilos estéticos,
prácticas litúrgicas, cánones devocionales, prácticas agrícolas y hasta formas
de organización social y sistemas políticos de dominación.
Luis Weckman señala en su texto:
La música sus formas
religiosas y populares:
La música peninsular y los
instrumentos con que se realizaban en la edad media fueron trasplantados tal y
cual sin ninguna modificación a los habitantes de México por los que llegaron a
conquistar y misioneros a finales del siglo xv y principios del XVI. Así pues los
primeros instrumentos que llegaron a las iglesias recién construidas pronto
sonarían. Los naturales aprendieron muy rápido a construir sus propios
instrumentos tales como el tambor, el atabal y el pífano (…) ya que estos
instrumentos eran parecidos a los que ya se utilizaban. Desde un principio los
villancicos y romances cantados por los soldados sembraron el germen de lo que
había de ser con el tiempo la canción mexicana. En aquellas épocas los soldados
de Cortés llevaban consigo al desembarcar en Veracruz instrumentos como los
pífanos, atambores (tambores), trompetas, chirimías (antecesoras del oboe
moderno), sacabuches (antiguos trombones) y dulzainas (instrumentos de viento
más cortos y de tonos más altos que las chirimías).
Los frailes fueron los primeros
en importar los instrumentos que en Europa daban solemnidad al culto. Por otro
lado los tlaxcaltecas ya regocijaban los divinos oficios de los cantos y
músicas que sonaban semejante a un órgano, teñían con destreza el rabel
(instrumento parecido al laúd) y tocaban las jabeas (flautas moriscas de sonido
semejante al órgano).
Las primeras clases de
música y de cómo fabricar los instrumentos fueron en las escuelas de Texcoco y
de San José de los Naturales de México, impartidos por los primeros tres frailes
que llegaron y principalmente por el fraile Fray Pedro de Gante. Algunos
códices revelan que el canto con música de órgano era muy común en las iglesias
mexicanas en el siglo XVI y que los naturales eran muy hábiles en tocar los
instrumentos, de hecho apareció un dibujo en forma de una flauta de un órgano
haciendo referencia que ese instrumento ya era fabricado anteriormente en
México. En el siglo XVI se popularizo la serenata en la nueva España
(composición trovadoresca, que en la castilla medieval solía cantarse de
noche), si la serenata solía tocarse al despuntar el alba desde un principio
comenzó a llamarse gallo, por analogía con la misma celebrada en la madrugada
de festividades religiosas importantes. Estas serenatas produjeron tal
escándalo que prohibieron a la gente de la iglesia salir armada de noche a la
calle con traje secular y pasearse llevando instrumentos musicales (Weckman.
1984:524-531).
El mismo proceso histórico de
dominaciones hasta consolidar un sistema simbólico cultural generalizado pasó
con las culturas prehispánicas en Mesoamérica, y posteriormente tuvo una
cúspide con el contacto intercultural entre las tradiciones occidentales y
amerindias. Por ello la hipótesis que hemos venido tratando de demostrar en
este breve estudio, es que así como existieron en Europa múltiples culturas que
fueron cristalizando en la tradición occidental judeo cristiana, que fue
aglutinada en las artes y tradiciones litúrgicas, devocionales y que
conformaron el ethos religioso de la ápoca, bajo la Iglesia apostólica romana;
en Mesoamérica formaron el crisol de una cultura y un sistema de creencias y
rituales, que se fusionaron en la cosmovisión mesoamericana que formaron el
continuum socio cultural desde la península de Yucatán hasta la frontera con la
Gran Chichimeca, a lo largo de varios siglos, al igual que en el caso del Viejo
Continente.
Estas dos grandes tradiciones se
“encuentran” o “chocan” a partir de 1519–1521 en el caso novohispano, pasando
de la etapa de guerras de conquista o imposición militar, hacia la dominación
política y de explotación económica colonial. Para estos procesos hemos
documentado y reconstruido con bastante solvencia el proceso a través de las
ciencias históricas y de la etnohistoria. Sin embargo no sabemos bien a bien
qué paso con los judíos conversos que emigraron a América; no hemos documentado
suficientemente la herencia de la tercera raíz o raíz afroamericana de nuestros
pueblos actuales. No sabemos qué tanta presencia tengamos de los pueblos
celtíberos en nuestras prácticas culturales; qué tanto la arquitectura
mozárabe, aún presente en varios estados de la República Mexicana, se pueden
asociar con las prácticas musicales de las zonas rurales y ubicar el origen
mozárabe de canciones como el Cielito lindo por ejemplo.
Con referencia a los estudios sobre el
papel del baile ritual y las danzas europeas que llegaron a América y fueron
utilizadas por los frailes para evangelizar, se pueden consultar las siguientes
obras, entre muchas otras: Nathan Wachtel, Los vencidos. Los indios del Perú
frente a la Conquista española (1530- 1570), de 1973. Además, de Arturo Warman,
La danza de moros y cristianos (1972). Como parte de los estudios de las danzas
y el proceso de aculturación impuesto por frailes y misioneros debe consultarse
el excelente libro de María Sten: Ponte a Bailar, tú que reinas. Antropología
de la danza prehispánica (1990), siendo este estudio fundamental para conocer
el complejo y vasto mundo de la danza ritual en Mesoamérica previo a la
Conquista, y su complejo y arduo proceso de desmantelamiento para que hubiera
sido superpuesto un calendario ritual cristiano como lo demuestra Luis Weckman,
a partir de seleccionar y sustituir a las antiguas deidades, por los apóstoles,
vírgenes y santos cristianos.
Lo que es importante resaltar del estudio
del ciclo de danzas de Conquista, entre las que están las de Moros y
cristianos, las danzas aztecas de los concheros3 (Muñoz, 2013a) y especialmente
(Muñoz, 2014b) con su organización religioso-militar asociada, que se practican
en México y en varios países de Centro América, es el hecho de que llegaron a
América representando la lucha para expulsar a los árabes de la península
ibérica (tal es el papel de Santiago Apóstol en este ciclo), para que al llegar
aquí sirvieran como forma de mostrar a los nativos americanos el poder del Dios
cristiano y lo que les pasaría de no convertirse a la fe católica.
De entre los investigadores que más
trabajo han dedicado a la indagación en archivos catedralicios de la música en
Nueva España, destacan los trabajos de Robert Stevenson, Thomas E. Stanford,
Henrietta Yurchenko y Aurelio Tello, entre otros, que han dedicado estudios
sobre todo a la estructura musical formal (ritmo, timbre, armonía, melodía) y a
las formas musicales, para determinar el surgimientos de los estilos
renacentista y barroco Novo Hispanos. Sin embargo insistimos en que no se han
hecho estudios suficientemente vastos para rastrear las músicas non sacras
norafricanas; así como las procedentes de los Balcanes y el imperio otomano; las
músicas celtas y las godas; así como las sefaradí y mozárabe que estaban
presentes en las diversas prácticas socioculturales y llegaron en distintas
oleadas a América para fusionarse de manera anónima y, muchas veces, de forma
soterrada para evitar la hoguera inquisitorial.
Con respecto a los estudios en archivos
españoles y portugueses de la época hemos encontrado que:
El
siglo XV es notable por el desarrollo de España, que se coloca en la centuria
siguiente a la cabeza de los estados europeos. Portugal había empezado su
florecimiento bajo Juan I; inmediatamente después el príncipe Enrique el
Navegante (1394-1460) sienta las bases del Imperio Colonial Portugués a lo
largo de las costas de África (Ceuta, Madeira); bajo el reinado de Juan II
(1481- 1495), Bartolomeu Días de Novais dobla el Cabo de Buena Esperanza; bajo
el de Manuel I (1495-1521) Vasco de Gama completa la ruta marítima hacia la
India (1498-1499); y los descubrimientos y colonizaciones tanto en Oriente como
en Occidente (Brasil, 1500; Goa y Malaca, 1510; y, Ceilán; isla de Ormuz, 1515;
Macao, 1530), poseyeron en manos de los portugueses el monopolio del comercio
de Oriente (Victoria de Diu, sobre los venecianos, en 1509) e hicieron de su
país la primera potencia marítima de Europa.
Este cuadro histórico,
aunque muy simple no deja de tener interés para la historia de la música
española; permite situarla mejor en esta encrucijada de influencias
continentales, que los desplazamientos frecuentes de los maestros
franco-flamencos hacen tan movida. La historia de la música española del
Renacimiento es muy reciente, pues empieza en 1890, año en que F. Asenjo
Barbieri publica el Cancionero musical de Palacio, descubierto en 1870 en la
Biblioteca del Palacio Real de Madrid. Hasta entonces, y a causa de la ausencia
de documentos, se había pretendido que España había carecido de música
auténticamente original durante el siglo XV, y que la floración de sus
magníficos maestros del siglo siguiente no era más que la consecuencia de una
colonización espiritual de nuestro país a cargo de los maestros franco
flamencos. Es verdad que Tinctoris había permanecido al servicio de Alfonso el
Magnánimo, el rey aragonés que estableció su corte en Nápoles (1396- 1458);
pero este soberano estaba rodeado de músicos españoles, tales como Cornago e
Icart. También es cierto que en el inventario del Alcázar de Segovia realizado
en 1503 por orden de Isabel la Católica se descubrieron “tres cancioneros
franceses” y que ciertos manuscritos como el Cancionero de este mismo palacio real
contienen obras italianas y franco flamencas al lado de las canciones
españolas.
Las relaciones entre España
y Francia han sido siempre numerosas y fecundas tanto en el siglo XV como en la
Edad Media; en particular el reino catalano-aragonés y su corte permanece en
contacto continuo con la corte papal de Aviñón y con la de Borgoña, de la que
se imita su repertorio musical; por otra parte hubo constantes intercambios
entre España y la corte romana; es suficiente recordar a este respecto la
participación española en la política italiana, los papás españoles Calixto III
(1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503). Pero todo esto no impide que la escuela
española del siglo XV sea enteramente distinta de la escuela flamenca, que sin
embargo marcaba el gusto musical de la época; y las capillas reales españolas
sólo contaban con cantores españoles.4
Conclusiones
El estudio de las mentalidades y de la
vida cotidiana de los ‘pueblos sin historia’, de los grupos sociales no
hegemónicos o que quedaron fuera del registro de las principales corrientes
estéticas y filosóficas en la Alta Edad Media europea, el Renacimiento y el
Barroco Novo hispanos, requieren de nuestro esfuerzo y dedicación para
documentarlos y escribir acerca de ellos. Al ser la música una expresión cultural
inmaterial, y al no haber quedado plasmada en los manuscritos musicales de la
época, difícilmente sabremos cómo sonaban esos aires populares perdidos en el
espacio–tiempo. Pero indirectamente, podremos documentar su existencia y tratar
de reconstruir aquellas sonoridades por fuentes indirectas de la época que
describan las prácticas musicales que, como en el caso de la herencia afro
mexicana, sí nos han posibilitado documentar cómo eran los bailes y la lírica
que acompañaba las festividades y ocasiones en las que se practicaban esas
músicas.
Nos falta aún incrementar los estudios
archivísticos en ambos lados de la mar océano, para profundizar en la vida
cotidiana de los mundos que se encontraron y, de este encontronazo, formaron
nuevas prácticas socioculturales y nuevas sonoridades que acompañaron sus
mundos simbólicos, rituales y sociales.
NOTAS
* Licenciado en Etnología (ENAH). Diplomado en
Desarrollo Económico, Licenciado en Sociología y Doctor en Ciencias Políticas
por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor Investigador de Tiempo
Completo Nivel VI en la Licenciatura en Gestión y Políticas Públicas de la
Unidad Académica Multidisciplinaria, Zona Huasteca, de la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí. 1 Esta no es una bibliografía exhaustiva sobre el
tema de las artes renacentistas y barrocas en la Nueva España, pero es un
primer acercamiento a la sistematización de los estudios que nos permitirán
reconstruir indirectamente las sonoridades musicales que estaban presentes en
España y Europa al momento de los viajes de conquista y colonización de
América. (Aguirre, 1946 y 1957; De la Maza, 1968; Fernández, 1985; Garrido,
1980; Gibson, 1964; Gómez, 1977, Israel, 1980; Manrique, 1974 y 1976;
Martínez, 1990; Morales, 1973; Nun, 1979; Phelan, 1956; Rubial, 1989; Spicer,
1962; Sten, 1990; Tovar, 1979; Ulloa, 1977; Weckman, 1984). 2
Desgraciadamente en un espacio tan breve como el de este ensayo, no da tiempo
ni hay espacio suficiente para detallar la gran labor de grupos musicales
como el Trío Hoteterre; de artistas como Horacio Franco y Luisa Durón; de la
reconstrucción histórica musical del director Benjamín Juárez Echenique; la
labor excelente de laudería de Martín Seidel; entre otros tantos mexicanos
que han contribuido al estudio y reconstrucción de las formas de ejecución y
del rescate de los estilo musicales originales de las época renacentista y
barrocas en el Nuevo Mundo. 3 Se recomienda muy ampliamente al lector
interesado en profundizar en el tema de las danzas aztecas y los estudios de
la cofradía de los concheros consultar el documental etnográfico Él es Dios,
ganador del Premio “Diosa de Plata”, realizado por Alfonso Muñoz Jiménez con
investigación de Víctor Anteo y Guillermo Bonfil, toma de sonido directo a
cargo de Arturo Warman, filmado en 1962. 4 Esta cita solo es una brevísima muestra de la
gran cantidad de estudios históricos sobre el arte musical en la España de
finales de la Edad Media e inicios del Renacimiento. Como se ha mencionado en
este mismo ensayo, hace falta aún reconstruir la historia cotidiana de los
pueblos sin historia de la época y documentar las múltiples expresiones
socioculturales que se fusionaron en América. Tomado de: Anna Jorba Ricart
(2012). |
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annajorbaricartblog.blogspot.mx/2012/06/la-musica-en-espana-del-siglo-x-xixii-y.
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