Cenotafio de la basílica de San Vicente de Ávila
Introducción
La basílica de San Vicente de Ávila es uno
de los edificios señeros del románico castellanoleonés y de toda España. Son
tantos los alicientes arquitectónicos y escultóricos que ofrece al visitante
que son necesarias varias horas para poder conocer todos sus aspectos
interesantes: la preciosa cabecera con su cripta, las naves repletas de
escultura en las columnas embebidas en los pilares, la tribuna que se construyó
por encima de las naves laterales, la bóveda de crucería con que se remató la
obra, las tres portadas de acceso, especialmente la occidental y la meridional,
etc.
En este artículo nos centraremos en una de las joyas que guarda la
basílica de San Vicente de Ávila, que es toda una obra maestra de la escultura
románica tardía española: el cenotafio de San Vicente, Santa Sabina y Santa
Cristeta que se encuentra en el interior del transepto del templo.
San Vicente, Santa Sabina y
Santa Cristeta
Estos tres jóvenes cristianos de Talavera fueron martirizados a
comienzos del siglo IV d.C. durante las persecuciones de los emperadores
Diocleciano y Maximiano, siendo pretor Daciano. La tradición cuenta que se negaron
a firmar un documento que acreditara que habían realizado ofrendas a los dioses
romanos. Fueron martirizados y ejecutados en Ávila y sus cadáveres abandonados
en el hueco de una roca.
Cuenta la tradición que un judío delataba y se burlaba de los mártires
cuando una serpiente surgió para matarlo. En ese momento el judío oró a Dios
ofreciendo su conversión y su compromiso de enterrar adecuadamente los
cadáveres en sarcófagos. Ya una vez superada la clandestinidad de los
cristianos tras el Edicto de Milán se construiría probablemente una capilla o
pequeño martyrium para preservar las valiosas reliquias.
Se sabe que Fernando I de Castilla mandó trasladar en 1062 dichas
reliquias desde Ávila hasta San Pedro de Arlanza para que su custodia fuese más
segura. En el siglo XIX, ya muy arruinado el cenobio burgalés, se trasladaron
los restos mortales hasta la colegiata de Covarrubias de donde regresaron
posteriormente a Ávila y se depositaron en urnas en el altar mayor.
El cenotafio
Un cenotafio es un monumento funerario erigido en un lugar donde
no se encuentra/n el/los difuntos/s a los que se rinde homenaje, pero que se
construye para guardar memoria de ellos.
El cenotafio de los mártires de San Vicente de Ávila es obra de la
segunda mitad del siglo XII. Se cree que el autor pudiera ser el propio maestro
Fruchel, artífice probablemente de origen borgoñón, que trabajó en la catedral
abulense y también en una de las fases de la construcción de San Vicente.
Generalmente se asigna a su autoría la monumental fachada occidental con su
gran portada y el nártex.
El cenotafio es un voluminoso monumento pétreo que imita a las
arquetas relicario y éstas a su vez a iglesias, de modo que el cenotafio
abulense imita las formas de una iglesia de tres naves (como la propia de San
Vicente), la central con cubierta a dos aguas y las laterales a una vertiente.
En el siglo XV se construyó encima un enorme baldaquino de estilo gótico flamígero
de madera policromada y dorada sobre fondo azul, con relieves vegetales, arcos
conopiales y varios escudos heráldicos.
Se piensa que en esta fecha es cuando se policromó también el
cenotafio románico. La citada policromía no se apreciaba por la capas de
suciedad y por un pintado en blanco realizado en tiempos modernos. Pero en 2007
se restauró y se le han devuelto los colores, siendo predominantes el rojo, el
verde, el azul y el marrón.
La parte inferior de la estructura románica del cenotafio son
arcos de medio punto con intradós pentalobulado sobre grandes columnas con los
fustes muy decorados.
Encima de los capiteles se dispusieron relieves de monjes en
distintas actitudes propias de los monasterios: lectura, escritura, música,
encuadernación de un códice, etc.
En las esquinas se representaron a los apóstoles por parejas.
Pero lo que ha hecho célebre al cenotafio de la basílica de San
Vicente es el conjunto de representaciones de los costados laterales altos y
los respectivos frontales. Su iconografía es la siguiente:
Frontal
oeste dedicado a Cristo en gloria:
- En el
centro aparece Cristo en Majestad, con la particularidad impactante de su
cabello y barba que aparecen de color blanco, lo que resulta muy chocante.
- Dos de los símbolos del Tetramorfos: el león de San Marcos a la izquierda y el toro de San Lucas a la derecha.
Frontal
este dedicado a la parte del Ciclo de la Natividad protagonizada por los Magos:
- Viaje
de los tres Reyes Magos a caballo (no en dromedario como es la iconografía
actual).
- Adoración a Jesús (Epifanía) con el
primero iniciando una genuflexión, mientras San José dormita.
- Sueño por el que son avisados los reyes magos, acostados con sus
coronas, para que no regresen al palacio de Herodes.
Lateral
del lado norte dedicado al arresto de San Vicente y la huida de los tres
hermanos hacia Ávila
- San Vicente es llevado a presencia del pretor Daciano, identificado
por su corona.
- El santo es conducido a prisión, dejando la huella de su pie en una
losa, símbolo de la fortaleza de su fe.
- San Vicente es visitado por sus hermanas Sabina y Cristeta que le
ruegan huya de la cárcel.
- Daciano es informado de lo hechos y manda que los soldados los
persigan.
- Dos soldados inician la persecución a caballo.
- Delante de éstos aparecen a caballo Vicente, Sabina y Cristeta.
Lateral del lado sur dedicado al martirio y ejecución,
seguidos del arrepentimiento del judío delator
- Una vez
arrestados en Ávila, los tres protagonistas son desnudados completamente
menos Vicente que lleva un paño de pureza.
- Se inicia
el martirio siendo atados a los mástiles de una especie de potro en forma
de aspa.
- Para
rematarlos se les aplasta las cabezas mediante lo que pudieran se tablas
de madera o losas de piedra. En esta escena aparece la mano de Dios
bendiciendo (Dextera Domini) y las almas de los santos son llevadas por
ángeles en un lienzo.
- Una
serpiente ataca al judío delator y se enrosca en su cuello, mientras éste
ruega a Dios su perdón, convirtiéndose y prometiendo enterrar debidamente
los cadáveres de los mártires.
- Por último aparece el judío cumpliendo su promesa, construyendo los tres sarcófagos.
En cuanto a la plástica de los relieves del cenotafio, es
especialmente remarcable la capacidad narrativa de sus escenas, su talla en
altorrelieve y el acusado naturalismo de las anatomías tanto de los cuerpos
tanto desnudos como vestidos (de una plástica muy tardorrománica o, mejor
dicho, ya protogótica). Sobresale el realismo de las figuras y el estudio de
sus movimientos, como por ejemplo en la escena de los tres mártires que son
desnudados, el soldado que toma las riendas del caballo que se encuentra a su
lado o los movimientos de los torturadores. También el autor ha jugado con una
cierta perspectiva al colocar los sepulcros que está esculpiendo el judío escalonadamente
en profundidad, lo que sería impensable en un relieve realizado en el románico
pleno.
En fin, una verdadera joya medieval que muestra cómo en la segunda
mitad del siglo XII aparecen una serie de maestros en España -probablemente
emigrados desde Francia- que inician una forma de esculpir que se va alejando
de los esquemas románicos puros para iniciar lo que ya se adivina como estética
gótica.
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