Guía de la iglesia de San Caprasio de
Santa Cruz de la Serós, Huesca
Introducción
Santa Cruz de la Serós en una población ubicada en la histórica y
preciosa comarca de La Jacetania, en la esquina noroeste de la provincia de
Huesca. Dista solamente 16 kilómetros de la capital comarcal: Jaca y 90 de la
capital oscense. También está muy cerca (45 kilómetros) del puerto de Somport
por donde entra la Vía Tolosana del Camino de Santiago desde Francia.
Esta
población se ha llamado desde la Edad Media Santa Cruz apellidada con nombres
alusivos a las monjas que se asentaron en este lugar: Sorores. Ya en el siglo
XX el nombre quedó fijado como Santa Cruz de la Serós.
El visitante que tenga como principal objetivo dos joyas románicas
como son la catedral de Jaca y el monasterio de San Juan de la Peña (situada a
muy poca distancia) no deberá dejar de adentrarse en este histórico e idílico
pueblecito con menos de 200 habitantes y que cuenta con dos joyas románicas: la
iglesia de San Caprasio, que es la que nos ocupa en este artículo y la iglesia
monástica de Santa María.
Este lugar del Prepirineo Aragonés está íntimamente ligado a la
historia del Condado de Aragón, después convertido en reino. Sabemos que el
Alto Aragón recibió las embestidas de Almanzor en el año 999 y de su hijo Abd
al-Malik en 1006. Estas destrucciones desbaratarían la repoblación de esta zona
de los Pirineos. Sería con el reinado de Sancho III el Mayor de Pamplona en el
primer tercio del siglo XI cuando se relanzaría la labor edilicia de
construcciones defensivas y religiosas.
Dado su modesto tamaño, la iglesia de San Caprasio debió ser el
templo de una parroquia con no muchos feligreses. Los especialistas la datan
durante el reinado del monarca citado en la tercera o cuarta década del siglo
XI, siendo un puro ejemplar del románico lombardo.
Interesa este aspecto porque el románico lombardo, también
conocido como primer románico, abunda en la zona norte de Cataluña y, en lo que
respecta de Aragón, en la esquina opuesta, es decir la noreste (comarcas del
Sobrarbe y de la Ribagorza) con iglesias tan renombradas e importantes como la
catedral de Roda de Isábena y el monasterio de Santa María de Obarra.
Por tanto la iglesia de San Caprasio de Santa Cruz de la
Serós se puede considerar como rara avis por estos pagos, dominados
por el románico internacional estrenado por la catedral de San Pedro de Jaca.
No debemos pensar, sin embargo, que la iglesia es un ejemplar híbrido. Al
contrario, en su mayor parte es un edificio lombardo muy puro en lo que
respecta a su estructura, decoración y materiales.
Exterior
Más bien pequeña de dimensiones, su
planta es de una nave engarzada a una cabecera de breve presbiterio y ábside de
planta semicircular.
La puerta se encuentra en el muro oeste, algo descentrada, y es de
gran sencillez como es propio del estilo: una sola arquivolta de dovelas muy
desiguales que cobija tímpano más dintel.
La articulación exterior es la típica: lesenas (pilastras
estrechas y poco salientes) que continúan en arquillos rítmicamente dispuestos.
Los muros son de sillarejos hechos con maza. La iluminación corre a cargo de
los tres ventanales de aristas vivas del ábside (simbolismo de la Trinidad) y
de dos vanos similares en el muro meridional.
Décadas después, en el siglo XII, se añadió una torre campanario
de sillería con huecos de campanas bíforos (menos el occidental). Los
parteluces son de zapata lo que le confiere un aspecto también lombardo.
Interior
Tanto el exterior como el interior se encuentran despojados del
enfoscado que con seguridad tendría, dejando a la vista el material primario de
la construcción.
En el interior, el ábside se cubre con bóveda de cuarto de esfera;
el presbiterio con bóveda de medio cañón y los dos tramos de la nave con bóveda
de arista con arcos fajones que continúan por los muros sin intermediación de
impostas por pilastras de triple esquina.
La vecina iglesia de Santa
María de Santa Cruz de la Serós
La visita a Santa Cruz de la Serós tiene premio doble para el
viajero. Además de la pequeña joya de San Caprasio, contamos con la soberbia
iglesia del que fuera monasterio de monjas de Santa María. Es un notable
edificio del Románico Internacional Pleno influido directamente por la catedral
de Jaca.
https://www.arteguias.com/iglesia/sancaprasiosantacruzseros.htm
Monasterio de Santa María de Santa Cruz de la Serós
(Huesca)
Introducción
En pleno corazón del Alto Aragón, la
pequeña localidad de Santa Cruz de la Serós se ubica a escasos
15 kilómetros de la ciudad Jaca, constituyéndose, como si de su antesala se
tratase, en paso obligado para llegar al histórico Monasterio de San Juan de la
Peña, germen del primitivo Reino de Aragón y, como no podía ser de otra forma
tal y como veremos a continuación, de la propia población de Santa Cruz.
Pese a que en la actualidad Santa Cruz
de la Serós, con sus apenas 200 habitantes, no deja de ser una más de las
minúsculas poblaciones que jalonan las sierras prepirenaicas, puede
enorgullecerse de poseer una dilatadísima historia además de contar con dos
monumentos románicos de primer orden: la iglesia (antiguo monasterio)
de Santa María y la Iglesia de San Caprasio.
El propio topónimo "Serós", apócope de
"Sorores" (hermanas), muestra bien a las claras la importancia que
tuvo en el desarrollo de la localidad la comunidad monacal femenina que, como
abordaremos en las próximas líneas, se estableció en este bellísimo enclave
altoaragonés en fechas altomedievales.
Una aproximación histórica
Pese a que la tradición, apoyándose en
fuentes del todo imprecisas, ha venido señalando que el origen de Santa María
de Santa Cruz de la Serós se remontaría a las últimas décadas del siglo X
(992), en tiempos del monarca navarro Sancho Garcés II; recientes estudios han
acabado por desmentir dicha teoría, retrasando la más que posible fundación de
una primera comunidad monástica en la localidad hasta la primera mitad de la
undécima centuria.
De este modo, parece probado que los
orígenes verdaderos del Monasterio de Santa María de Santa Cruz de la Serós se
remontarían hacía, aproximadamente, el año 1025 cuando, con motivo de la
refundación e implantación de la orden benedictina en el vecino monasterio de
San Juan de la Peña por Sancho III el Mayor, el cenobio pinatense, hasta
entonces dúplice, pasase a ser morado exclusivamente por monjes, debiendo
entonces trasladarse la rama femenina al actual Santa Cruz, donde sería erigida
una primera iglesia de nave rectangular y testero recto cuya existencia ha
podido ser atestiguada gracias a una campaña de excavaciones acometida en 1991.
Durante la segunda mitad del siglo XI
el rey Ramiro I mandaría edificar una nueva iglesia dotada de todos sus
equipamientos monásticos propios, ingresando en él como religiosa, en 1059, la
menor de sus hijas: la Infanta Doña Urraca.
Sin embargo, el primer momento de
esplendor de la comunidad femenina de Santa María de Santa Cruz de la Serós
llegaría entre 1065 y 1070 cuando, tras enviudar del Conde Ermengol III de
Urgell (fallecido según algunas crónicas en lucha contra los musulmanes en un
lugar indeterminado entre Monzón y Barbastro), la Condesa Doña Sancha, también
hija del rey Ramiro I, ingresa en la comunidad, siendo al poco tiempo nombrada
abadesa.
Poco tiempo después, también tras
enviudar de un conde provenzal llamado Bertrand, ingresaría en el monasterio
una tercera hija del rey Ramiro de nombre Teresa, convirtiéndose de este modo
el cenobio de Santa Cruz de la Serós en destino de numerosas damas cortesanas y
de alta alcurnia de la época que tomaban hábitos y, por lo tanto, en objeto de
innumerables y generosísimas donaciones tanto por parte de la Corona, como de
los distintos linajes nobiliarios aragoneses.
Durante el abadiato de la Condesa Doña
Sancha, mujer de enorme influencia política durante las últimas décadas del
siglo XI merced a su relación de enorme proximidad y confianza con su hermano,
el rey Sancho Ramírez; el monasterio de Santa Cruz de la Serós alcanzó sus
mayores cotas de poder gracias a las riquezas que fue acumulando tanto en forma
de donaciones como de heredades, hasta el punto de que llegó a decirse que,
buena parte de la financiación de las campañas bélicas de la Corona aragonesa,
procedía de las riquezas que proveía el monasterio santacrucero a través de sus
extensos dominios.
En 1097 fallecería la Condesa Sancha,
siendo enterrada en el fabuloso y célebre sarcófago en el que después nos
detendremos y que, desde el propio monasterio de Santa María de Santa Cruz de
la Serós, fue trasladado al Convento de las Benitas de Jaca, donde se conserva
hoy en día.
Durante los siglos XII y XIII, al igual
que ocurriría con su vecino de San Juan de la Peña, el monasterio de la Serós
iría perdiendo su influencia dentro de los contextos políticos de la Corona de
Aragón una vez que los límites geográficos de ésta, tras distintas y exitosas
campañas contra los musulmanes, habían alcanzado la ciudad de Zaragoza y
rebasado, incluso, la propia línea del Ebro.
La comunidad permaneció en Santa Cruz hasta el 1 de julio de 1555, fecha en que, por orden de Felipe II, el cenobio fue exclaustrado y sus religiosas trasladadas a Jaca. A partir de ese momento, salvo la iglesia, que pasaría a detentar la función de parroquia de la localidad, el resto de dependencias monacales, ya obsoletas (claustro, refectorio, capítulo), irían desapareciendo al ser progresivamente abandonadas y aprovechados sus materiales para la construcción de viviendas en la zona.
La iglesia de Santa María de Santa Cruz
de la Serós sería declarada Monumento Nacional en noviembre de 1931, siendo
objeto, ya durante los años 90 del siglo XX, de una profusa restauración
consistente en rehabilitar la torre, consolidar la fábrica, desprenderla de
aditamentos tardíos y acometer en ella varias prospecciones arqueológicas para
tratar de profundizar en sus orígenes y en su historia.
Tras una última intervención de
consolidación en 2004, el 25 de mayo de 2005 fue declarada Bien de Interés Cultural.
La iglesia de Santa María
Lo primero que llama la atención al
encuentro con la iglesia de Santa María de Santa Cruz de la Serós es, pese a
ser un templo de un tamaño medio, la tendencia a la verticalidad que le
confiere al conjunto su soberbia torre campanario y la misteriosa estancia
levantada sobre el falso crucero, en la cual, nos detendremos más adelante.
Presenta la iglesia una planta de cruz
latina engendrada a partir de una sola nave rectangular de dos tramos
desiguales, un falso crucero propiciado por dos capillas laterales abiertas a
cada uno de los dos costados de la nave, y un ábside cabecero semicircular
precedido por un breve tramo recto presbiterial.
Resulta curioso el hecho de que esas
dos capillas que generan el crucero, quedan rematadas en su muro oriental por
sendos nichos a modo de minúsculas absidiolas semicirculares cubiertas con
cuartos de esfera que, al exterior, presentan remate plano sobresaliendo
ligerísimamente del muro, hasta el punto de que, de no ser por sus mínimos vanos,
darían la apariencia de ser simples contrafuertes de refuerzo.
Queda cubierta la nave mediante una
bóveda de cañón reforzada por dos arcos fajones de medio punto doblados que
descansan sobre columnillas adosadas a pilastras y rematadas en capiteles figurados.
A lo largo de toda la nave, justo a la altura del arranque de las bóvedas,
discurre una imposta horizontal ajedrezada que, incluso, se prolonga por las
capillas laterales y la cabecera.
Mientras que el ábside central cabecero
presenta una bóveda de horno precedida del mencionado tramo recto cubierto con
bóveda de medio cañón; las capillas laterales que definen el crucero resuelven
sus cubiertas mediante sencillas soluciones a base de dos nervios que se cruzan
justo en el centro geométrico de la bóveda.
Tanto el arco triunfal de acceso al
presbiterio, como los que abren a las capillas laterales disponen roscas de
medio punto trasdosadas por la omnipresente moldura ajedrezada, también
denominada de "taqueado jaqués".
Pese a que en planta el edificio
presenta la prototípica morfología de cruz latina y que al exterior llama
poderosamente la atención tanto el juego de volúmenes como su verticalidad, una
vez rebasado el umbral de la puerta, el visitante queda con la sensación de
encontrarse ante un modesto edificio de una sola nave rematada en un único
ábside semicircular, como tantos templos rurales existen en el románico
español.
Este singular "efecto" viene
motivado por el hecho de que el transepto, lejos de quedar resaltado, bien en
alzado o bien mediante la erección de un cimborrio o de una cúpula, apenas se
manifiesta al interior; no siendo apreciable desde dentro, en ningún caso, el
potente volumen que, al exterior, corona el tramo crucero adosado a la torre.
Este elemento en concreto hace de Santa María de Santa Cruz de la Serós un
edificio prácticamente único y de primer orden dentro del románico español.
Esta cámara secreta e independiente,
accesible en origen tan solo mediante escaleras portátiles de madera desde un
vano en altura abierto en el paramento norte de la nave, ha suscitado, entre
especialistas y estudiosos, numerosas teorías acerca de su posible
funcionalidad; identificándose como una cámara en la que resguardar el tesoro
litúrgico, como un posible lugar de refugio para la comunidad en caso de ser
atacada o, incluso, más recientemente, como una "galilea" o capilla
en altura.
El habitáculo, de apariencia
cuadrangular al exterior, se torna octogonal al interior merced a unas exedras
angulares que, a modo de trompas (manifestadas al exterior mediante volúmenes
esquineros prismáticos), permiten que una superficie cuadrada quede rematada en
ochavo, abovedándose el espacio mediante una solución nervada cuyos nervios,
tras cruzarse en el centro, van a descansar sobre columnas rematadas en capiteles
dispuestas en el centro de cada uno de los cuatro lados principales.
La torre, de porte monumental y
considerablemente desproporcionada respecto al conjunto del templo, se dispone
sobre la capilla lateral sur que da lugar al brazo meridional del crucero,
quedando unida y comunicada con la recién tratada cámara superior secreta
mediante un pequeño vano adintelado.
Presenta planta cuadrangular y se eleva
en tres cuerpos en altura definidos, en cada uno de sus frentes, por otros
tantos registros de vanos geminados de maineles cilíndricos, quedando coronada
la rotunda estructura prismática mediante un remate octogonal.
Hacia el centro de la nave en el muro
sur del templo abre una pequeña portadita de vano adintelado en la que,
abrazado por un guardapolvo ajedrezado de medio punto, se despliega un tímpano
presidido por un crismón compuesto por una rueda de seis radios entre rosetas;
pudiendo adivinarse en él mínimas incisiones con los caracteres "x",
"p", "a" y "w". Muy probablemente, en origen esta
puerta fuera la que daría acceso desde el templo al desaparecido claustro.
Mucho más interesante es la portada
principal, habilitada a los pies de la iglesia en un cuerpo en resalte o arimez
bajo un tejaroz sostenido por canecillos figurados. Se compone, bajo una
moldura ajedrezada a modo de guardapolvo, de cuatro arquivoltas de medio punto
abocinadas que apean alternativamente sobre pilares y columnas, quedando
rematadas estas últimas en capiteles vegetales y figurativos.
El elemento más interesante de la
portada occidental es, sin lugar a dudas, su tímpano, en el cual, dos leones de
feroz aspecto, uno de ellos sobre un motivo floral, flanquean un crismón
trinitario en el que resulta curioso cómo, a excepción del símbolo "Rho"
(P), que aparece en su prototípico lugar, el resto de caracteres como el Alfa y
el Omega se sitúan desplazados respecto a la posición en la que suelen
aparecer.
Todo el diámetro del círculo del
crismón queda recorrido por una inscripción cuya traducción vendría a ser la
siguiente: "Yo soy la puerta de entrada: pasad por mi fieles. Yo soy la
fuente de la vida: tenéis más sed de mí que de vino, vosotros que penetráis en
este bienaventurado templo de la Virgen".
Una segunda inscripción, justo en el
borde inferior del crismón y al pié de los leones reza lo siguiente:
"Corrígete primero para que puedas invocar a Cristo".
Para muchos especialistas, este crismón
de la portada occidental de Santa María de Santa Cruz de la Serós venía siendo
interpretado como una copia o versión del existente en la Catedral de Jaca, sin
embargo, recientes estudios, entre los que destacan los de Francisco
Matarredonda o Juan Antonio Olañeta, han concluido, basándose en la propia
morfología del crismón, que el del antiguo monasterio de la Serós, cuya
creación sitúan hacia 1090, vendría a ser más antiguo que el existente en la
seo jacetana, el cual, encuadran en una fecha próxima a 1115.
En cuanto a la escultura monumental
presente en el edificio, amén de la ya comentada de sus portadas, destacan los
capiteles de las dos grandes columnas adosadas que dividen en tres paños el
muro absidial al exterior, siendo perfectamente reconocible en uno de ellos el
pasaje de Daniel en el foso de los leones. También encontramos ricos capiteles
figurados al interior, tanto coronando las columnas que sostienen los arcos
fajones de la nave, como en la cámara secreta sobre el crucero.
Capítulo aparte merece la colección de
canecillos del alero que, si bien algunos de ellos no son figurados, otros muchos
nos ofrecen un repertorio humano y, sobre todo, animalístico muy interesante:
leones, monos, peces, bóvidos, así como otros seres pertenecientes al bestiario
fantástico.
En todo el conjunto eclesial se
advierte el trabajo de varias manos, ente ellas, concretamente en un capitel
decorado con el tema de la Anunciación de la cámara superior, la del conocido
como Maestro de Doña Sancha, artífice del famoso sepulcro y de algún capitel de
la propia Catedral de Jaca.
La visita a Santa Cruz de la Serós tiene
su lógica extensión a dos lugares de importancia capital para el románico. El
primero es el conjunto monumental de Jaca, donde son de obligada visita su
catedral, el Museo Diocesano y algunas iglesias y ermitas más, donde se
conservan importantes piezas románicas como el citado Sepulcro de Doña Sancha o
un capitel del Maestro Esteban.
El segundo es el Monasterio de San Juan
de la Peña, a pocos kilómetros de distancia y accesible por una montaraz
carreterita que comunica el propio Santa Cruz de la Serós con este histórico
cenobio aragonés.
https://www.arteguias.com/monasterio/seros.htm
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