Pedro Valdivia
Primeros años
Pedro de Valdivia nació el 17 de abril de
1.497 en Extremadura, en la comarca de La Serena, varias localidades
disputan ser la cuna del conquistador. Pertenecía a una familia de hidalgos.
En 1.520 inició su carrera como soldado en
la guerra de las Comunidades de Castilla, y posteriormente militó en el ejército del
emperador Carlos V, tomando parte en la batalla
de Pavía en 1.525, en el saco de Roma de 1.527. Contrajo matrimonio en Zalamea en 1.525, con una noble
llamada Marina Ortiz de Gaete, natural de Salamanca. En 1.535 partió al Nuevo
Mundo y no volvería a ver a su esposa.
Emprendió viaje a América en la expedición de
Jerónimo de Ortal, llegando a la isla de Cubagua en 1.535 con el propósito de
iniciar la búsqueda del fabuloso El Dorado. En Tierra Firme participó en el
descubrimiento y conquista de la provincia de Nueva Andalucía con su amigo
Jerónimo de Alderete, compañero de armas en la guerra de las Comunidades de Castilla. Fue testigo de la fundación de San Miguel
de Neverí en 1.535. Desavenencias con Ortal hicieron que parte de sus
expedicionarios lo abandonaran buscando otros horizontes más prometedores.
Alderete, Valdivia y una cuarentena de hombres más estaban entre los alzados.
Al separarse llegaron al territorio de la provincia de Venezuela bajo el
control de los Welser de Augsburgo, y como desertores, los detuvieron las
autoridades alemanas en Santa Ana de Coro, y los cabecillas fueron enviados a
Santo Domingo para ser juzgados.
Valdivia, no figuraba entre los cabecillas de
la rebelión, fue liberado y se quedó en Coro. Durante esa larga estancia hizo
amistad con Francisco Martínez Vegaso adelantado y prestamista español al
servicio de los Welser. Años después Valdivia, Alderete y Martínez se
asociarían para la conquista de Chile.
Después de un período todavía no esclarecido,
en 1.538 Valdivia pasó al Perú y se alistó en las fuerzas de Francisco Pizarro,
llevó el estandarte real en la batalla de las
Salinas, donde fue derrotado el gran rival de
Pizarro, Diego de Almagro, que sería ejecutado de inmediato.
Al finalizar ese su desempeño militar fue
reconocido y recompensado con minas de plata en el cerro de Porco (Potosí), y
tierras en el valle de la Canela (Charcas). Cercana a esta encomienda estaba la
parcela asignada a la viuda de un militar, Inés Suárez, con quien estableció un
vínculo íntimo, a pesar de estar casado en España.
Valdivia obtuvo de Pizarro la autorización
para emprender la conquista de aquel territorio al sur de Perú.
Preparación
de la expedición a Chile
Para financiar la campaña, Valdivia utilizó
los bienes que obtuvo por su intervención en la rebelión de los incas en el
Cuzco: el valle de La Canela y una mina de plata. Sin embargo, no fue
suficiente.
Se dirigió a un conocido y acaudalado
comerciante prestamista que obraba como soldado adelantado, Francisco Martínez,
que acababa de llegar de España con una provisión de armas, caballos, herrajes
y otros artículos muy apreciados en las colonias. Martínez accedió asociarse
para contribuir, aportando su capital (9.000 pesos de oro en mercaderías,
valoradas por sí mismo), a cambio de la mitad de los beneficios que produjese
la empresa, labor que recaía sobre Valdivia.
Finalmente logró reunir unos 70.000 pesos
castellanos, suma escasa para la envergadura de la iniciativa, pues por
entonces un caballo por ejemplo, costaba 2.000. En cuanto a soldados, sólo 11
se enrolaron en la aventura, más Inés Suárez, que vendió sus alhajas y todo lo
que tenía para ayudar a los gastos de Valdivia. Iba en calidad de criada de
éste, para disimular un poco que era en realidad su amante y amiga.
Cuando ya se disponía a emprender la marcha,
llegó a Cuzco el antiguo secretario de Pizarro, Pedro Sánchez de la Hoz, que
había vuelto a España tras hacer fortuna en la conquista temprana del Perú.
Regresaba con cédula real otorgada por Rey que le facultaba a explorar las
tierras al sur del estrecho de Magallanes, dándole el título de gobernador de
las tierras que allí descubriese. A instancias y manipulaciones de Pizarro,
Valdivia y Sánchez de la Hoz celebraron un contrato de compañía en la que el
primero aportaba todo lo reunido al momento, y el segundo se comprometía a
aportar 50 caballos y 200 corazas y a equipar dos navíos que al cabo de cuatro
meses debían llevar a Chile diversas mercaderías para apoyar la expedición.
Aquella sociedad mal avenida iba a causar numerosos contratiempos a Valdivia en
el futuro, Valdivia no sin razón consideraba a Sánchez de la Hoz como un
obstáculo a sus futuras ambiciones patrimoniales.
Pensaba que las desacreditadas tierras del
sur eran apropiadas para establecer una gobernación de carácter agrícola, y
creía poder descubrir suficientes riquezas mineras, si bien no tan abundantes
como en el Perú, pero suficientes para sostener una colonia de la que él fuese
señor. Porque por encima de todo Valdivia se proponía establecer un nuevo reino
que le diese fama y poder.
Inicio
de la Expedición a Chile (1.540)
En enero de 1.540 salió de Cuzco con doce
españoles y cientos de indios yanaconas. Le acompañaba también su amante, Inés
Suárez, una mujer aguerrida y astuta a la que hacía pasar por su sirvienta.
Bajaron al este hasta el valle de Arequipa, siguiendo al sur por la zona
cercana a la costa. Pasando por Moquegua y luego Tacna, acamparon en la
quebrada de Tarapacá. Durante este trayecto nuevos auxiliares se sumaron a la
pequeña hueste, hasta sumar veinte castellanos. De Pedro Sánchez de la Hoz, que
debía haberse unido aquí a la expedición aportando los víveres comprometidas,
no se tenía noticia. El otro socio de la empresa, el capitalista Francisco
Martínez, tuvo un grave accidente y tuvo que regresar al Perú.
Varios soldados se le unieron en Tarapacá.
Primero, fueron los 16 que llegaron con Rodrigo de Araya, después, unos 80
reunidos por Francisco de Villagra.
Partieron entonces para Atacama-la Chica (Chiu-Chiu) siguiendo el camino del Inca donde hicieron
campamentos en Pica, Guatacondo y Quillagua para llegar a Chiu-Chiu.
A primeros de junio llegó al campamento de
Valdivia en Atacama-la Chica Pedro Sanchez de la Hoz junto
conAntonio de Ulloa, Juan de Guzmán, y otros dos cómplices. Valdivia se enteró
que su camarada de Italia Francisco de Aguirre se encontraba en Atacama-la Grande (San Pedro de
Atacama) y salió con algunos jinetes a su
encuentro.
Esto le salvó providencialmente la vida. Ya
que por la noche en sigilo se acercaron a la tienda donde suponían encontrar
durmiendo a Valdivia, con el propósito de asesinarle y tomar el mando de la
expedición. Al entrar en la morada a oscuras, advirtieron que en el lecho no
estaba Valdivia sino doña Inés Suárez, quien dio grandes gritos de alarma
y reprendió con dureza a Pedro Sánchez, mientras éste se disculpaba
nerviosamente. Ya despierto el campamento por el alboroto de doña Inés, acudió
el alguacil de campo Luis de Toledo con algunos soldados para castigar a los
intrusos, pero al ver que se trataba del encumbrado personaje optó por enviar
un mensajero a alertar a Valdivia de la sospechosa conducta de su socio.
A su regreso Valdivia con mal disimulado
enojo pensó en colgar a Sánchez de la Hoz, aunque finalmente le perdonó la vida
a cambio de la renuncia por escrito a todo derecho de la expedición y
conquista. De los cómplices desterró a tres, pero Antonio de Ulloa se ganó su
confianza y fue incorporado a las huestes.
En Copiapó se agregaron 20 españoles más.
Pedro de Valdivia había logrado reunir 150 hombres a pie y a caballo, y un gran
número de indígenas.
Al entrar al vasto, seco y temible desierto
de Atacama, ardiente (40 a 45 ºC) de día y gélido (-10 a -5º C) en la noche,
Valdivia dividió la expedición en cuatro grupos, que marcharon separados por
una jornada, dando así tiempo a que las escasas fuentes de agua, agotadas por
un grupo, pudiesen recuperarse mientras llegaba el siguiente.
El grupo de vanguardia de la expedición, que
encabezaba Alonso de Monroy, llevaba herramientas para mejorar los pasos y
evitar que los caballos despeñasen. También procuraba profundizar los pequeños
pozos que conocían los guías indios, «porque tuviesen agua clara que no faltase
para la gente que venía detrás.
El jueves 26 de octubre de 1.540, la
expedición pudo acampar en la ribera de un riachuelo, se encontraban en el
espléndido valle de Copiapó, o Copayapu en lengua indígena.
Al entrar en el tuvieron que enfrentar en
batalla a huestes de la etnia diaguita, estimada por Lobera en 8.000 guerreros, a
la que derrotaron fácilmente, pudiendo así instalarse en el valle.
Itinerario de Pedro de Valdivia en Chile
Fundación de Santiago
de Chile
Tras recuperarse en el valle de Copiapó, renovaron la marcha al
sur siguiendo el camino Inca. Al caer al valle del río Aconcagua por el valle
de Putaendo, el cacique Michimalonco lo intentó detener con escaramuzas sin
éxito. Avanzó luego más al sur, trasponiendo las grandes ciénagas de Lampa y
Quilicura, hasta llegar al valle amplio y fértil del río llamado por los
picunche Mapuchoco (actual Mapocho), que nace al este en la cordillera de los
Andes y desciende bordeando la falda meridional de un cerro llamado Tupahue.
Allí decidieron fundar una nueva ciudad el 12 de febrero de
1.541 a la que llamaron, en honor al patrono de España, Santiago del Nuevo
Extremo, la actual Santiago de Chile a 2.400 kilómetros de Cuzco.
Fundación de Santiago de Nueva
Extremadura (Chile) por Pedro de Valdivia en 1541. Pedro de Valdivia en la cima
del Huelén, señalando hacia el centro del lugar escogido para fundar la ciudad,
la actual Plaza de Armas, el 24 de febrero de 1541. Atrás se aprecia el río
Mapocho, y al fondo el cerro El Plomo, la cumbre andina más alta del valle.
Autor Pedro Lira
Los inicios de la nueva fundación no fueron
fáciles. Para poder alimentarse, los colonos tuvieron que convertirse en
campesinos: “Todos cavábamos,
arábamos y sembrábamos en su tiempo”, recordaría
Valdivia, lo que no evitó que pasaran hambre. La causa última de estas estrecheces
era la hostilidad de los indígenas de la región, que hicieron desaparecer el
ganado y los cultivos para quitar el sustento a los invasores. Además, también
se produjeron escaramuzas y ataques.
Primera Misa en Chile. Autor fray Pedro
Subercaseaux
Cuando Santiago tenía apenas unos meses de vida, los indios
picunches la asaltaron y saquearon completamente. “Mataron
23 caballos y cuatro cristianos, y quemaron toda la ciudad, la comida, la ropa
y cuanta hacienda teníamos. Nos quedamos con los andrajos que teníamos para la
guerra y con las armas que a cuestas traíamos”, escribió Valdivia. Trás esto decidieron solicitar refuerzos
al Perú, para lo que fue enviado Alonso de Monroy.
Los españoles reconstruyeron la ciudad, esta vez con casas de
adobe en vez de madera y paja. Cuando los indios volvieron a atacarla, Inés
Suárez hizo decapitar a siete caciques apresados por Valdivia y expuso las
cabezas para aterrorizar a los atacantes.
El nuevo gobernador del Perú, Cristóbal Vaca de Castro, al que
Monroy contó la situación en que se encontraba la expedición chilena y
rápidamente le concedió importantes créditos y un refuerzo de 70 soldados y
víveres que sin esperar más partieron hacia Chile.
La llegada de víveres y refuerzos desde Cuzco permitió enderezar
la situación en Santiago, y Valdivia pudo pensar en proseguir su exploración
hacia el sur con el objetivo de alcanzar el estrecho de Magallanes.
En 1.544 se fundó la ciudad de la Serena, a 500 km de Santiago,
con el objetivo de asegurar las comunicaciones terrestres con el Perú mediante
la construcción de un barco que periódicamente llevase alimentos y pertrechos
desde el Perú a esta ciudad. A pesar de todas estas dificultades Valdivia
intentó dar continuidad a la conquista enviando al genovés Juan Bautista Pastene
hacia el sur por vía marítima y a Francisco de Villagrán por vía terrestre.
En 1.546 organizó una expedición con 60 jinetes y 150
porteadores indios que lo llevó hasta el golfo de Arauco, 500 kilómetros al sur
de Santiago. Allí fueron atacados por sorpresa por miles de indios que se
mostraron especialmente temibles. “Vinieron sobre nosotros tres
escuadrones de indios, que pasaban de 20.000, con un alarido e ímpetu tan
grandes que parecían hundirse en la tierra y comenzaron a pelear muy
reciamente. Tras treinta años de luchas con diversas naciones, nunca he visto
tal tesón en la batalla como éstos tuvieron contra nosotros”, recordaría Valdivia. Aunque rechazaron el ataque, los
españoles decidieron retirarse a Santiago. Habían llegado al río Bío-Bío, la
frontera del territorio de los indios mapuches, a los que los españoles llamaron araucanos. Fue el primer choque con un pueblo que durante más de tres
siglos presentaría una resistencia feroz a los colonos de origen europeo.
Lucha entre conquistadores y mapuches
llamados araucanos por los españoles. Autor Rodolfo Gutierrez AKA Zerreitug
(Gutierrez al revés). Diorama galería de la Historia de Concepción
Batalla
de Andalien (22 de febrero de 1.550)
En 1.547, Valdivia hizo un viaje a Perú en el
que logró que lo confirmaran como gobernador y capitán general de Chile, aunque
sus enemigos convencieron al virrey La Gasca para que le impusiera una dolorosa
condición: separarse de su amancebada Inés Suárez, que sin pérdida de tiempo se
casó enseguida con otro conquistador. A su vuelta a Santiago, en 1.550 el
flamante gobernador organizó una nueva expedición hacia el sur, a fin de
fortificar y colonizar el territorio de los mapuches.
En enero de 1.550 inició una nueva campaña
hacia el sur siguiendo la ruta que había tomado tres años atrás. Valdivia
estaba nuevamente enfermo, pero se hizo transportar por los yanaconas durante el
trayecto, tomando de cuando en cuando su caballo a cargo de su paje, Lautaro.
El 24 de enero llegó a la zona de Penco y alcanzó el río Bío-Bío y lo cruzó,
mientras grupos de locales le vigilaban, de noche una masa de 2.000 de ellos le
atacaron siendo rechazados, tras esto el 22 de febrero llegaron al río
Andalién, donde acampó.
En la noche se presentó una fuerza de
araucanos de aproximadamente 10.000 mapuches, en tres divisiones, para atacar por tres
puntos diferentes, pero sólo pudieron atacar por un lado debido al terreno
pantanoso a orillas de la laguna Pineda, donde estaba Valdivia, se trabó una
furiosa batalla campal que duró tres horas, viéndose seriamente comprometida
para los españoles, donde una carga a pie y de lanceros alivió la situación
dejando un español muertos, 60 caballos y varios centenares de yanaconas
heridos.
Batalla de Andalien (22 de febrero de
1.550). Autor Rodolfo Gutierrez AKA Zerreitug (Gutierrez al revés). Diorama
galería de la Historia de Concepción
Los mapuches tuvieron 300 muertos y 400 prisioneros,
que fueron cruelmente escarmentados por Valdivia, cortándolos la nariz,
liberándoles posteriormente para que sembraran el pánico, esta forma de hacer
la guerra se volverían contra los mismos españoles. En esta batalla, Lautaro,
participó como escudero de Valdivia, pero esta acción fomentó en él un odio
irrevocable hacia los españoles.
Valdivia permaneció todo ese año de 1.550 en
el fuerte de Penco fundando formalmente Santa María de la Inmaculada Concepción, el cual sería el tercer poblado importante
después de la Serena y Santiago. Allí se instalaría la Real Audiencia.
Junto a esto, Valdivia estableció una
relación con María Encio, venida con él desde Perú y traída desde Santiago e
hija de uno de sus prestamistas.
El poblado era un fuerte y estaba rodeado de zonas semipantanosas, además de ser una zona de grandes lluvias
e inviernos largos. Valdivia debido a la convalecencia de su enfermedad no pudo
avanzar más, en parte también por el avance del invierno. En el futuro
Concepción sería plaza fuerte principal en la guerra
de Arauco.
Construcción del fuerte de Penco 1.550.
Autor Rodolfo Gutierrez AKA Zerreitug (Gutierrez al revés). Diorama galería de
la Historia de Concepción
Fundación
de Valdivia (1.552)
En febrero de 1.551, Valdivia, en compañía de
Pedro de Villagra emprendió una campaña desde Concepción con 170 soldados, y
como siempre, un número indefinido de yanaconas, y llegó hasta las márgenes del
río Cautín y fundó un fuerte cercano al tributario río Damas, dejando encargado
a Pedro de Villagra la misión de terminarlo.
En enero de 1.552 llegaría a las cercanías
del lugar donde se juntan dos ríos según relatos de sus exploradores. Antes de
cruzar el río Calle-Calle, Valdivia y su hueste se enfrentaría a las
escaramuzas de los indios que defendían la ribera contraria, pero gracias a la
intervención de una india llamada Racloma (leyenda o realidad, no hay datos
suficientes) pudo cruzar el torrente en paz y realizar la fundación de una
nueva ciudad en el lugar donde se levantaba el poblado indio de Aintil, a a
orillas del Ainilebu (río de los Ainil). La ciudad que llevara por nombre su
apellido, es así como fundó la ciudad de Valdivia, el 9 de febrero de 1.552.
Valdivia dejaría a setenta vecinos, creaba un cabildo y designaba al licenciado
Julián Gutiérrez de Altamirano como alcalde y justicia mayor de la ciudad.
Antes de continuar su travesía conquistadora
y fundacional el gobernador enviaría a Jerónimo de Alderete con 60 soldados a
reconocer las tierras al noreste de la ciudad. Alderete llegaría a orillas de
un lago donde nace el río Toltén. En ese lugar fundaría en abril la ciudad de
Villarrica, un asentamiento minero debido a la abundancia de minas de plata,
dotándola de cabildo y 40 vecinos. Hecho esto volvería hacia el este a
encontrarse con el gobernador Valdivia.
Valdivia en tanto, marchaba hacia el sur con
100 jinetes. Llegaría hasta las orillas del lago Ranco donde se encontraría con
un río muy caudaloso el cual le impidió continuar su marcha, el Reloncaví y
divisó a lo lejos la isla de Chiloé. Este es el máximo punto de avance de
Valdivia hacia el estrecho de Magallanes.
Valdivia instruyó a Gerónimo de Alderete a
viajar a España encargándole confirmar su nombramiento de gobernador por real
cédula, entregar el Quinto Real y traer a Chile a su esposa Marina Ortiz de
Gaete.
En algún momento de estos acontecimientos su
paje Lautaro, se fugó con su caballo, una celada y la corneta de órdenes de
Godinez.
La fundación de Valdivia atrajo a muchos
colonos debido a la calidad de la tierra, la abundancia de maderas y
privilegiado entorno.
Este periodo se caracterizó por encontrarse
en una extraña calma en la guerra de Arauco, de hecho no se registraron más que
escaramuzas locales. Valdivia creyó por un momento pacificada la región debido
al escarmiento dado a los indígenas en la batalla de Andalíen.
En la realidad la extraña apatía mapuche obedecía a
otras causas.
Batalla
de Tucapel y la muerte de Valdivia (25 de diciembre de 1.553)
Los mapuches eligieron a Lautaro que tenía 20
años, como nuevo jefe por el conocimiento que tenía de los españolas, al haber
sido paje de Valdivia. Lo primero que hizo fue instruir a los mapuches en
las tácticas de la guerra moderna como el uso de las armas de fuego y la
caballería.
Lautaro enseñando a las mapuches las
técnicas de guerra moderna como montar a caballo y usar armas de fuego
Valdivia fundó en el verano de 1.553
los fuertes de Tucapel, Arauco y Purén y estableció los cimientos de la quinta
y última ciudad fundada por el conquistador, los Confines de Angol, cercana a
los citados fuertes.
En 1.553 se fugaron algunos auxiliares de las
minas de Villarica y mataron a un español. Los capitanes de los fuertes
advirtieron los síntomas inequívocos de un alzamiento indígena y dieron la
alarma a Concepción.
Valdivia despachó a Gabriel de Villagra hacia
La Imperial y a Diego de Maldonado con cuatro hombres hacia Tucapel. En el
camino, indios los emboscaron, sobreviviendo Maldonado y un cuarto hombre
herido de gravedad quien pudo arribar al fuerte de Arauco.
Paralelamente, indígenas, al mando de
Caupolicán, introdujeron armas encubiertas en el fuerte de Purén y, de no ser
por el aviso de un indio delator, más unos refuerzos llegados a cargo de Gómez
de Almagro desde La Imperial, los españoles habrían sufrido una carnicería ya
que hordas de indios se habían reunido a la hora de la siesta para atacar el
fuerte. Los españoles observaron que los indios atacaban en forma muy distinta
a batallas anteriores y organizada como una copia de las tácticas españolas.
Tal fue su efectividad que se encerraron en el fuerte, enviando un aviso a
Valdivia sobre la extrema gravedad de la situación.
Los indígenas interceptaron al emisario
durante su salida del fuerte, bajo instrucciones de Lautaro, lo dejaron
proseguir y ya de vuelta traía la instrucción de Valdivia de reunirse con él en
Tucapel, donde fue capturado por las huestes de Lautaro.
Lautaro sacó a relucir su astucia al retener
a Gómez de Almagro en el fuerte de Purén, mandó hacer fuese capturado un indio
bien adiestrado y apenas los españoles lo interrogaron dijo que en cuanto
salieran españoles del fuerte serían fuertemente atacados.
Valdivia acudió al fuerte de Tucapel, al frente de 42 soldados y un contingente de indios yanaconas,
pernoctó a media jornada del fuerte de Tucapel. El 25 de diciembre de 1.553, se
puso temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el absoluto
silencio reinante; al llegar a la loma donde está el fuerte, lo encontró
totalmente destruido. El fuerte había sido asaltado durante aquel mes por
Lautaro al frente de 6.000 guerreros y su guarnición se había retirado al
fuerte de Purén donde habían quedado aislados.
Decidió hacer campamento en las ruinas
humeantes del fuerte y cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el
bosque se llenó de gritos y sin más aviso, una masa se precipitó hacia el
enclave español. Valdivia, experto militar, apenas pudo armar sus líneas
defensivas, dividiendo sus fuerzas en 3 cuadrillas de 20 soldados cada una, y
aguantó el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia
del enemigo, los mapuches ya habían previsto esta maniobra dispusieron lanceros
y contuvieron la carga, además de lanceros, había hombres con mazas, boleadoras
y lazos, con los que lograban desmontar a los infortunados jinetes españoles y
asestarles un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo.
Lautaro había organizado sus fuerzas en
varios grupos compactos y los lanzó en oleadas sucesivas sobre los españoles.
Sin tiempo para recuperarse entre un asalto y el siguiente, los españoles
fueron cediendo hasta ser masacrados totalmente. Tan sólo Valdivia y un fraile
fueron capturados con vida. Todos los cronistas aseguran que Valdivia fue
ejecutado tras sufrir terribles torturas. Según la que recoge Góngora
Marmolejo, los indios llevaron a Valdivia a orillas de un lago, le quitaron la
ropa y con unas cáscaras de almeja le cortaron los músculos de los brazos desde
el codo hasta la muñeca, los asaron y se los comieron. Luego lo decapitaron.
Batalla de Tucapel 25 de diciembre de
1533. Autor Rodolfo Gutierrez AKA Zerreitug (Gutierrez al revés). Diorama
galería de la Historia de Concepción
Batalla
de Marihueñu (febrero de 1.544)
Luego de la derrota en la batalla de Tucapel,
los españoles reorganizaron sus fuerzas, reforzando el fuerte La Imperial y
abandonando los fuertes de Confines y Arauco para reforzar La Concepción. Sin
embargo, la tradición araucana imponía una larga celebración de la victoria, la
cual impidió a Lautaro explotar el éxito obtenido, como era su deseo. Sólo en
febrero de 1.554 logró reunir un ejército de 8.000 hombres, justo a tiempo para
enfrentarse a la expedición española al mando de Francisco de Villagra
compuesta cerca de 370 españoles y 2.000 yanaconas.
El día 20 Villagra partió de Concepción a la
cabeza de 180 hombres, 120 eran jinetes, con 6 piezas de artillería operadas
por 30 hombres al mando del maestre de campo Alonso de Reinoso, 20 soldados de
infantería y una fuerza de varios cientos de auxiliares.
Villagra tenía a sus tropas bien organizadas
y con la moral bastante alta. Los araucanos no los molestaron desde el paso del
Bíobio y repitieron la misma conducta cuando habían observado a Valdivia en su
marcha hacia el fuerte Tucapel.
Así avanzó la columna española hasta un
estero de Chibilongo o Chivilingo en el valle de Colcura donde acamparon el 23
de febrero, dejando un destacamento para proteger un puente de balsas, de ahí
tomaron la senda de los altos de Marihueñú para atravesar la cordillera de la
costa. Sin embargo, después de la partida de Villagra Lautaro envió una fuerza
de 500 guerreros a atacar por sorpresa al puente de balsas cortando la retirada
española.
El camino pasaba por bosques espesos, así que
Villagra ordenó como precaución al capitán Alonso de Reinoso el avanzar con 30
a 40 hombres de avanzada. Al llegar a la cima, que se extendía como una
planicie cortada por un precipicio por un lado y al otro extremo un bosque
cerrado fue atacado por los mapuches obligándoles a retroceder peleando hasta
juntarse nuevamente con el grueso.
Tan pronto ganó la cumbre, Villagra hizo
formar en escuadra de combate a sus fuerzas, con los emplazamientos artilleros
a retaguardia. El sol levantaba con fuerza a las ocho de la mañana. Pronto un
griterio ensordecedor se dejó sentir junto con la salida del primer grupo
mapuche quienes atacaron a los españoles del mismo modo que con Valdivia en
Tucapel. Y una vez más se retiraron hacía el bosque siendo reemplazado por un
segundo escuadrón, luego por un tercero y un cuarto que combatían con el mismo
ímpetu y arrojo.
Ya para el mediodía habían caído muerto
muchos castellanos y un millar de yanaconas sin que los mapuches dieran
cuartel, una embestida más y algunos mapuches lograron penetrar el círculo defensivo
español y lacearon al mismo Francisco de Villagra descabalgándole.
A costa de mucho trabajo lograron quitarles
su preciada presa a los indígenas no sin antes quedar bien aturdido por los
incontables golpes de maza que le propinaron los mapuches, dejándole su
armadura completamente abollada.
Pasada las 4 de la tarde aún se luchaba la
batalla y los españoles empezaron a mostrar pánico, en una arremetida mapuche
lograron cazar a los sirvientes de los cañones y mataron a todos sus 20
sirvientes, entonces Villagra dio por pérdida la batalla y resolvió retirarse,
pero para su estupor, los mapuches habían cortado el camino dejando solo una
senda que conducía al precipicio, muchos tomaron la senda y perecieron a golpe
de una maza o despeñados.
Villagra logró romper la emboscada y por allí
se salvaron apenas 66 soldados y algunos cientos de yanaconas, habían quedado
88 españoles en poder de las eufóricas huestes mapuches, además se había
perdido toda la artillería más los bagajes y las cabalgaduras. La figura de
Lautaro como líder militar estaba consolidada.
Muerte de Lautaro
Después de las acciones en el Biobío, Lautaro planeó una
ofensiva contra Santiago, que contó con escaso apoyo entre sus pares, aunque
consiguió reunir alrededor de 600 hombres. En octubre de 1.556 alcanzó en su
marcha el norte del río Mataquito, donde construyó un campamento fortificado en
Peteroa, cerca de Teno. Desde ese lugar realizó reconocimientos hacia Santiago.
En Peteroa rechazó a pequeñas fuerzas españolas que lo atacaron
al mando de Diego Cano. Reuniendo a los hombres derrotados y reclutando a más,
Pedro de Villagra atacó la fortaleza de Lautaro en la batalla de Peteroa sobre
varios días pero no pudo tomarla. Lautaro entonces se retiró hacia el río
Itata, hasta donde fue seguido en 1.557, aunque en una hábil maniobra
estratégica en vez de enfrentar a los españoles, los dejó pasar y luego marchó
a Santiago nuevamente.
Pese al secreto con que los mapuches marchaban, el cabildo de
Santiago supo de su avance y envió una pequeña expedición a detenerlo, mientras
se avisaba a Villagra que regresara a la ciudad. Las fuerzas españolas se
reunieron y, posiblemente por la traición de un mapuche, tuvieron conocimiento
del dispositivo del campamento de Lautaro. El 29 de abril los conquistadores
atacaron por sorpresa su campamento en Mataquito, desde los cerros de Caune,
obteniendo una decisiva victoria y resultando en la muerte de Lautaro.
Campañas
de García Hurtado de Mendoza
García Hurtado de Mendoza fue designado
gobernador interino de Chile en 1.557, e inmediatamente ordenó reconstruir
Concepción, esta vez con fuerzas considerablemente superiores a las previas:
600 soldados, 6 piezas de artillería y 1.000 jinetes. Una fuerza de ese número
nunca se había visto en Chile. Desembarcó en el puerto de La Serena teniendo
como competidores rivales para el cargo de gobernador a Francisco de Villagra y
Francisco de Aguirre, a quienes hizo arrestar y trasladar en tal condición a
Perú. Enviando por tierra su caballería primero, navegó al sur en invierno.
Llegó 8 días después a la bahía de Concepción en medio de un temporal que hacía
correr peligro a las embarcaciones y en medio de una torrencial lluvia
desembarcaron en la isla de la Quiriquina levantando un campamento provisional.
Lincoyán y otros caciques supieron que la
caballería venía por tierra desde Santiago y concibieron un plan que pretendía
cortar dichas fuerzas atacándolas en Andalicán, cercano a Concepción.
García Hurtado supo del plan indígena, se dirigió
de inmediato a tierra mapuche, levantando el fuerte San Luis de Toledo con el
objeto de abortar esta iniciativa, que fue prontamente atacado por los mapuches
que, sin embargo, salieron derrotados, ya que el gobernador logró contrarrestar
su número con la fuerza de los cañones y arcabuces.
Batalla de Lagunillas (7 de
noviembre de 1.557)
Dirigió una nueva campaña en octubre de
1.557, con un poderoso ejército de más de 500 hombre y varios miles de indios
auxiliares. Acamparon en un lugar llamado las Lagunillas, caracterizado por ser
pantanoso. El tener cubierto los flancos con accidentes naturales era una
efectiva defensa natural, ante cualquier ataque indígena. De pronto aparecieron
unos 10.000 mapuches al mando del toqui Galvarino,
Iniciaron un arrollador ataque, que en un
primer momento les fue favorable dada la confusión del ataque y la extrema
violencia del mismo. Particular valentía demostró
el toqui Rengo que a mazazos derribaba españoles
y yanaconas. Su ímpetu lo llevó a adelantarse demasiado y cuando los
españoles se recuperaron, lo arrinconaron haciéndole retroceder y meterse en el
pantano, donde el barro le llegaba a la cintura, seguía luchando con gran
bravura y mal herido, salvó de morir gracias a la oportuna llegada de sus
hombres a socorrerlo.
Gracias a la inmensa superioridad en
armamento, los españoles lograron rehacerse, aunque las repetidas cargas de
caballería no lograron desalojar de sus posiciones a los mapuches,
encontrándose éstos, en un bosque protegido por ciénagas y pantanos.
El combate terminó indeciso, los españoles
tuvieron 2 muertos y varios heridos, y los mapuches 300 muertos y 150
prisioneros, entre ellos, numerosos jefes, entre ellos el propio cacique
Galvarino, al que le cortaron la mano izquierda. Perdida esa mano sin ninguna
mueca de dolor Galvarino colocó la otra, que también se la cortaron. Pidió la
muerte, pero los conquistadores lo dejaron ir y se fue el mapuche con los suyos
para planear su venganza. Los mapuches convocaron una reunión de caciques y
eligieron a Caupolicán.
Batalla de Millarapue (30
de noviembre de 1.557)
Después de la indecisa batalla de Lagunillas, García Hurtado se internó en territorio
hostil buscando una batalla decisiva.
Las fuerzas realistas acamparon en
Millarapue, al interior de la Araucanía el 29 de noviembre. Los mapuches al
mando de Caupolicán intentaron un ataque sorpresa al amanecer del 30 de
noviembre contra el campamento español. Coincidió que ese día se celebraba
entre los españoles el día de San Andrés y el toque de una alegre diana de trompetas
fue interpretado por los araucanos señal como alarma, y creyéndose descubiertos
se arruinó el ataque.
El número de atacantes era de unos 8.000; al
frente de ellos venía Galvarino, que se mostraba con sus dos brazos cortados
azuzando el valor de sus camaradas. La batalla fue brutal y fiera.
La batalla
de Millarapue duró desde
la madrugada hasta las 14,00 horas, y Caupolicán dirigió la batalla montado en
un caballo blanco. Finalmente los mapuches fueron envueltos por los flancos y
la retaguardia y derrotados, resultando 1.000 mapuches muertos. Los prisioneros
sufrieron como castigo el ahorcamiento de 30 de ellos, entre los que se incluía
Galvarino, que peleó siempre en primera fila sin manos.
Los españoles establecieron el fuerte de
Cañete, no muy lejos de donde estuvo emplazado el de Tucapel.
Batalla de Cayucupil (20 de
enero de 1.558)
Las penalidades de la lucha empezaron a
molestar a los compañeros de García Hurtado de Mendoza, los cuales esperaban
obtener riquezas por sus servicios. Para entregárselas, el gobernador dejó
vacantes las encomiendas de Concepción, ciudad a la sazón abandonada,
entregándosela a sus compañeros. Por este motivo, la ciudad fue refundada por
tercera vez.
Poco después fundó también la ciudad de
Cañete de la Frontera, y repuestas sus tropas de las batallas, las dividió
nuevamente.
A raíz de una grave escasez de alimentos en
Cañete, una caravana española debió salir desde su reducto a buscar provisiones
a La Imperial. Pese al peligro que revestía semejante
travesía, la expedición logró regresar sin problemas, esta vez llena de
pertrechos, atravesaba el desfiladero de Cayucupil o Quebrada de Purén, en la
ribera del río Butamalal, con una fuerza de 110 españoles y 2.000 yanaconas, al
mando de Alonso de Reynoso y Miguel de Velasco. Era la mañana de 20 de enero de
1.558.
Hallándose en la mitad del desfiladero,
cientos de mapuche lo atacaron desde una altura superior, tirándoles rocas de
variados tamaños y cualquier otro objeto a mano, comandados por Caupolicán.
Los españoles estaban perdiendo muchas vidas
y pertrechos, hasta que Alonso de Reynoso tuvo la idea de subir a una altura
mayor que la de los mapuches, operación llevada a cabo por el y una veintena de
hombres más, entre ellos el capitán Ñuño Hernández y el cronista Alonso de
Ercilla y Zúñiga. Después de llegar a donde querían, atacaron a los mapuches
desde las alturas mediante arcabuces.
Los mapuches, al ver esto, pensaron que venían refuerzos,
y luego de hacerse con gran parte del botín español, huyeron por los bosques de
la cordillera de Nahuelbuta.
Caupolicán, instigado por el indio
Andresillo, se decidió a atacar el fuerte
Tucapel. Lo que no sabía era que Andresillo
era un traidor que les contó los pormenores del ataque a los españoles, por lo
que los asaltadores se transformaron en asaltados, produciéndose una fuga en
que dejaron a muchos heridos y prisioneros, y debilitaron gravemente sus
fuerzas.
La moral de los españoles subió y en un
asalto sorpresa al campamento de Caupolicán, lograron darle captura, siendo
llevado al fuerte Tucapel. Algunos historiadores dicen que intentó pactar con
los españoles, prometiendo convertirse al cristianismo, pero Alonso de Reinoso,
el jefe del fuerte, decidió aun así, condenarlo a muerte empalado, es decir, a
sentarse en una pica que le destruiría dolorosamente las entrañas. Aquella
condena se cumplió y aquel fue el final de Caupolicán.
Batalla de Quiapo (13 de
diciembre de 1.558)
En Quiapo, los mapuches, bajo el mando de su
nuevo toqui llamado Lemucaguin construyeron un fuerte organizado por los
mapuches y que consistió en rodear con tres fortalezas dispuestas en un
triángulo, de tal forma que la fortaleza española quedaba rodeada, desde el
cual se les dispensaba a diario todo tipo de insultos y amenazas pero no se
atrevían a salir a enfrentarlos por lo sorprendente de la fortaleza.
El gobernador García Hurtado de Mendoza
herido en su orgullo alistó una fuerza de 300 soldados divididos en dos grupos.
García Hurtado de Mendoza tomó por asalto el fuerte mapuche en diciembre de
1558, cuya existencia cortaba las comunicaciones entre sus tropas. Las columnas
atacaron el frente y retaguardia con artillería e infantería derrotando
completamente a los mapuches. Hurtado de Mendoza después del triunfo
inspeccionó detenidamente el fuerte levantado por los indios y comentó a sus
oficiales, entre los cuales muchos lucharon en Europa, que “¡Ni en Flandes, ni en Italia he visto fortificaciones
mejor que esta, a lo sumo iguales, mejores no”.
Hurtado de Mendoza obtuvo una aplastante pero
laboriosa victoria, en la que murió el toqui Lemucaguin, ahorcando al menos a
100 mapuches como escarmiento. Después de la batalla, Hurtado de Mendoza
ejecutó a la mayor parte de los mapuches capturados, pero Peteguelén, hijo de
Cuyomanque un cacique importante en la región de Arauco, fue perdonado. Con su
ayuda y la de este padre agradecido, fue capaz de atraer a la mayor parte de
los líderes de Arauco y de Tucapel a someterse a la ley española mientras
seguía la reconstrucción de la fortaleza en Arauco.
Tras terminar las operaciones con los
mapuches, el rey Felipe II relevó a García Hurtado de Mendoza, reemplazándole
por el vencedor de Lautaro, Francisco de Villagra.
Los mapuches no tuvieron estrategas de la talla de
Lautaro, sumado a la peste que diezmó la población, hizo que mapuches quedaron
en una aparente paz.
Los mapuches se volverían a rebelar y la guerra se
prolongó intermitentemente hasta la independencia de Chile.
https://arrecaballo.es/edad-moderna/conquistadores-espanoles/pedro-valdivia/
Francisco
de Orellana
Orígenes
Francisco de Orellana había nacido en
Trujillo en 1.511. Era un íntimo y primo de Francisco Pizarro.
Viajó al Nuevo Mundo en 1.527 con 16 años,
sirviendo en Nicaragua. En 1.533 pasó a Perú y participó en la fundación de
Puerto Viejo. Reforzó el ejército de Pizarro en el Perú en 1.535) y participó
en múltiples campañas, como en el asedio de Cuzco, en una de las cuales perdió
un ojo.
Durante la guerra civil entre los
conquistadores en el Perú, se alineó con los Pizarro y fue enviado por
Francisco Pizarro al mando de una columna desde Lima en ayuda de Hernando
Pizarro, y participó en la batalla de Salinas frente a Diego Almagro en 1.538.
Tras la batalla fue nombrado gobernador de la provincia de la Culata, en la
cuenca del Guayas, en la costa del actual Ecuador, donde reconstruyó y repobló
Santiago de Guayaquil, que había sido recientemente destruida por los indios,
anteriormente fundada en 1.534 por Pizarro y repoblada por Belalcázar. En 1.539
sumó al cargo de gobernador el de capitán general.
En 1.540 el nuevo gobernador de la provincia
de Quito, Gonzalo Pizarro, organizó una expedición para buscar el país de la
Canela y El Dorado. Por ese motivo aceptó de muy buen grado el apoyo de su
primo Francisco de Orellana. El 1 de diciembre de 1.540 Gonzalo Pizarro partió
de Cuzco con 100 hombres a pie y otros tantos a caballo, pero con tan pocos
efectivos la expedición fracasó.
Descubrimiento
del río Amazonas
Fruto de la primera experiencia, Gonzalo
Pizarro comenzó el reclutamiento de la segunda expedición con muchos más
medios. La comitiva reunida por Gonzalo Pizarro era la más grande vista en esas
tierras. Constaba de 340 hidalgos, 200 de ellos a caballo, 2.000 perros entrenados
para la lucha, 4.000 porteadores indios, 2.000 llamas cargadas y 2.000 cerdos.
Orellana intentó reunirse con él, pero al
llegar a la capital tuvo conocimiento de que Gonzalo ya había partido, dejando
el encargo de que siguiera sus pasos.
A la cabeza de un reducido grupo de 23
hombres, Orellana se dispuso a atravesar los temibles Andes Ecuatorianos. Tras
recorrer la altiplanicie, comenzó una lenta y fatigosa ascensión sorteando
profundas quebradas, laderas pobladas de una maleza impenetrable y pendientes
rocosas desprovistas de toda vegetación. En las cumbres andinas, los
expedicionarios padecieron a causa del viento gélido y sobrecogedor; más tarde,
tras un penoso descenso, el calor tórrido y la atmósfera asfixiante de la selva
volvieron a quebrantarles. Al fin, exhaustos llegaron al campamento de Gonzalo
Pizarro.
Ruta de Francisco de Orellana
Tras recorrer 30 leguas (unos 200 kms), la
expedición estaba extenuada y perdió a 100 de los porteadores. Ante lo agotador
de la marcha con una comitiva de esas dimensiones, Gonzalo Pizarro puso al
frente a Orellana para que se adelantara y recogiera información del terreno y
la población. Al llegar a lo que consideraban su destino, Orellana descubrió
que no había canela, tan solo algunos falsos árboles dispersos y poco
rentables. Sufrió una tremenda decepción. Llegado Pizarro, arrojó a los perros
a la mitad de los guías y la otra mitad fue quemada viva.
Tras lo duro de la ruta seguida, los
españoles trataron de hallar otro camino. A pocos kilómetros encontraron un río
poblado por nativos pacíficos. Con varias embarcaciones requisadas a los
indios, iniciaron el descenso del que después se bautizaría como río Coca. En
pocos días recorrieron 30 leguas (unos 200 kms), hasta la confluencia con otro
cauce fluvial de media legua de anchura, el posteriormente llamado río Napo.
Allí las aguas eran cada vez más profundas, por lo que decidieron comenzar la
construcción de un bergantín que transportara los pertrechos y los enfermos,
mientras los demás proseguirían a pie. La construcción del navío les llevó
tiempo, y mientras trataron de hablar con los nativos. Más adelante, les
dijeron, encontrarían poblados surtidos de alimentos que podrían alcanzar con
el barco construido y con algunas embarcaciones adquiridas a los indígenas.
Nuevamente las informaciones de los indios
resultaron inexactas y no vieron asentamientos humanos donde recoger víveres.
Tras caminar 300 kilómetros las reservas habían menguado enormemente,
incluyendo todo el ganado. Los hombres que marchaban por la orilla estaban
agotados: el bergantín y las embarcaciones indias no eran suficientes para
todos. Entonces Orellana propuso adelantarse por el que más tarde se conocería
como río Napo con 70 hombres. Orellana partió el 26 de diciembre de 1.541
llevándose consigo 57 hombres y al dominico fray Gaspar de Carvajal, que sería
el cronista de la jornada. Creía que encontrarían un poblado próximo y
abastecido de víveres.
Francisco de Orellana en el río Napo
con un bergantín y embarcaciones indias. Le acompañaba fray Gaspár de Carvajal
que sería el cronista de la expedición.
Según relató el dominico Gaspar de Carvajal,
la situación se complicó, pues la fuerza de la corriente les impidió volver
atrás para informar al grueso del grupo un día tras otro. Llegaron a recorrer
25 leguas por día, es decir, más de 200 kilómetros llevados por la corriente.
Finalmente, el día 3 de enero de 1.542, llegaron a las tierras de un cacique
llamado Aparia, que los recibió generosamente y les ofreció grandes cantidades
de comida.
Cumplida la primera parte de su misión,
Orellana dio las órdenes pertinentes para emprender el regreso río arriba con
objeto de ir en busca de Gonzalo Pizarro, pero la corriente hacía muy díficil
el regreso, así es que decidieron seguir el río que pensaban desembocaría en el
mar del Sur (océano Pacífico).
Por su parte, Gonzalo Pizarro se desesperaba
y finalmente ordenó el regreso a Quito por tierra, en un viaje de seis meses en
el que se comieron a todos los perros y caballos para poder sobrevivir.
Tras una semana de descenso y unos 1.200
kilómetros recorridos, los hombres de Orellana estaban extenuados y
hambrientos, aunque por fortuna dieron con indígenas con los que pudieron
comerciar. Gracias a un manto púrpura lograron el beneplácito del jefe local y
con él los suministros para pasar un mes. Además forjaron los 2.000 clavos
necesarios para construir un nuevo barco que les debía llevar a Perú. Con dicho
navío y el bergantín pensaban que llegarían pronto a Perú, y la gran amplitud
del río les hizo creer falsamente que debía ser un estuario no muy alejado del
entonces conocido como mar del Sur (océano Pacífico).
Francisco de Orellana negociando con
los indígenas
El 12 de febrero de 1.541 los hombres de
Orellana dejaron atrás el río Napo para navegar por el cauce del Amazonas.
Atracaron en la región de Aparia la Mayor y allí Orellana renunció a la
capitanía que ostentaba y fue nombrado por sus compañeros caudillo
rompiendo su lazo político y militar con Gonzalo Pizarro. Ahora era
independiente para ordenar y decidir qué hacer y qué no.
Quince días después encontraron un poblado
que, por fin, encajaba con lo que los nativos les habían contado. Su jefe creyó
la historia de que aquellas gentes con protecciones de hierro eran los hijos
del Sol y les proporcionó comida en cantidad y calidad suficiente para dedicar
sus esfuerzos en construir un segundo barco, llamado el Victoria y prosiguieron la navegación.
A partir de aquel punto pocas aldeas
encontraron donde sus habitantes les prestaran apoyo, y más bien debieron tomarlo
por la fuerza, pero el 5 de junio de 1.542 el cronista Gaspar de Carvajal
comenta que llegaron a un asentamiento en cuya plaza encontraron dos leones. El
dominico afirma en su libro que uno de sus habitantes les aseguró ser
tributario del Amazonas.
La Crisis. Conquistadores en la
Selva.Obra el alavés Mikel Olizabal
En la mañana del 24 de junio, día de San
Juan, fueron atacados por un grupo de amerindios encabezado por las míticas
amazonas. Los españoles, ante aquellas mujeres altas y vigorosas que disparaban
sus arcos con destreza, creyeron estar soñando. En la refriega consiguieron
hacer prisionero a uno de los hombres que acompañaban a las aguerridas damas,
quien les relató que las amazonas tenían una reina que se llamaba Conori y
poseían grandes riquezas. Maravillados por el encuentro, los navegantes
bautizaron el río en honor de tan fabulosas mujeres.
Al pasar por la desembocadura del río Xingó
la selva fue dejando paso a la sabana, pero los ataques de los nativos
continuaron, en esa ocasión con flechas impregnadas de curare, un veneno que
mataba en pocas horas. Asimismo, los españoles ya notaban la marea penetrando
en el río, por lo que la desembocadura, esta vez sí, debía estar cerca. Pese a
todo, siguieron siendo atacados por los indígenas, en esta ocasión por los
indios caribes.
Francisco de Orellana y sus hombres combatiendo contra los
nativos caribes en el Amazonas
Además, uno de los bergantines chocó con un
tronco, provocando una vía de agua en el casco. Teniendo que reparar la
embarcación, defenderse de los ataques y buscar comida al mismo tiempo, los
españoles terminaron los arreglos en un mes aproximadamente. La marcha hacia el
océano Atlántico volvió a reanudarse, en esta ocasión improvisando unas velas
con las pocas capas y mantas restantes.
El 24 de agosto, Orellana y los suyos
llegaron a la desembocadura de aquella impresionante masa de agua. Durante dos
días lucharon contra las olas que se formaban al chocar la corriente del río
con el océano y, al fin, consiguieron salir a mar abierto.
Francisco de Orellana en la
desembocadura del Amazonas
Finalmente la expedición de Orellana divisó
el mar el 26 de agosto de 1.542, tras más de siete meses desde que dejaron el
afluente y se internaron en el Amazonas. Habían logrado recorrer en su totalidad
el río más grande de la Tierra, tanto en longitud como en caudal.
Francisco de Orellana fue llamado a España
para ser juzgado bajo acusación de abandonar y traicionar a su primo, jefe de
la expedición. Aunque Francisco y Gonzalo Pizarro no volvieron a verse nunca
más, el proceso judicial demostró la inocencia del explorador extremeño y que
fueron las circunstancias quienes le impidieron retornar al lugar donde le
aguardaba Gonzalo Pizarro.
Segundo
viaje y muerte
Una vez en la corte, y tras nueve meses de
negociaciones, Carlos I le nombró gobernador de las tierras que había
descubierto, bautizadas como Nueva Andalucía (18 de febrero de 1.544). Las
capitulaciones le permitían explorar y colonizar Nueva Andalucía con no menos
de 200 soldados de infantería, 100 de caballería y el material para construir
dos barcos fluviales.
Zarpó de Cádiz, pero fue detenido en Sanlúcar
de Barrameda, debido a que gran parte de su expedición estaba compuesta por no
castellanos. Finalmente el 11 de mayo de 1.545, y escondido en uno de sus
barcos, zarpó subrepticiamente de Sanlúcar con cuatro barcos. Uno se perdió
antes de llegar a las islas de Cabo Verde, otro en el curso de la travesía y un
tercero tuvo que ser abandonado al llegar a la desembocadura del Amazonas.
El desembarco se produjo poco antes de las
Navidades de 1.545 y Orellana se interna unos 500 kilómetros en el delta del
Amazonas tras construir un barco fluvial. 57 hombres murieron de hambre y el
resto acampó en una isla del delta entre indios amistosos. Orellana partió en
un bote para encontrar comida y la rama principal del Amazonas.
A su regreso, encontró el campamento
desierto, pues los hombres habían construido un segundo bote y partido en busca
de Orellana. Finalmente abandonaron y partieron costeando hacia la isla
Margarita en el mar Caribe.
Orellana y su grupo siguieron tratando de
localizar el canal principal, pero fueron atacados por los indios caribes. 17
murieron a causa de las flechas venenosas y el mismo Orellana murió poco
después, en noviembre de 1.546.
Cuando los supervivientes del segundo bote
llegaron a la isla Margarita, se encontraron con 25 compañeros, incluyendo a
Diego Garcia de Paredes y Ana de Ayala, que habían llegado en el cuarto barco
de la flota original. Un total de 44 supervivientes (de los 300 que habían
partido) fueron finalmente rescatados por un barco español. Muchos de ellos se
asentaron en Centroamérica, Perú y Chile, mientras que Ana de Ayala se casó con
otro superviviente, Juan de Peñalosa, con el que vivió hasta su muerte en Panamá.
En la actualidad, una provincia de Ecuador
recibe el nombre de Orellana. Igualmente, en el distrito “Las Amazonas” (en el
río Napo), provincia de Maynas del departamento de Loreto, en Perú, existe una
localidad llamada “Francisco de Orellana”.
https://arrecaballo.es/edad-moderna/conquistadores-espanoles/francisco-de-orellana/
Pedro
de Mendoza
Antecedentes
Pedro de Mendoza habría nacido hacia 1.499 en
la ciudad de Guadix, del Reino de Granada, uno de los cuatro
reinos de Andalucía que formaba parte de la Corona de España, en el
seno de la poderosa Casa de Mendoza. Su padre, Fernando de Mendoza Luna y
Sandoval de la Vega pertenecía a la aristocracia castellana dedicada
al comercio, y su madre llamada Constanza de Luján era una hija del
comendador de la Orden de Santiago y regidor de Madrid España.
Pedro de Mendoza ingresó desde muy joven al
servicio del rey Carlos I de España. Como paje, acompañó al soberano en su
viaje a Inglaterra en 1.522. Luchó luego en la guerra italiana contra los
franceses, en la que participó del Saco de Roma de 1.527.
En 1.524 recibió el título de caballero de la
Orden de Alcántara y más tarde se cambió a la Orden de Santiago.
En 1.527 participó de la guerra entre las
tropas del rey Carlos de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
contra los Estados Pontificios al mando del papa Clemente VII. La guerra
incluyó el saqueo de Roma del cual se benefició personalmente.
En 1.533, gracias a los buenos oficios de su
parienta María de Mendoza, esposa del influyente Francisco de los Cobos y
Molina, comenzó las gestiones que lo convertirían más tarde en el conquistador
del Plata.
Mendoza solicitó y obtuvo el codiciado
contrato para la expedición; firmado el 21 de mayo de 1.534; pocas horas
después del otorgado a Diego de Almagro para la conquista de Chile, el contrato
concedió a Mendoza el título y privilegios de adelantado, incluyendo la
designación de gobernador y capitán general vitalicio, de la región del Río de
la Plata extensivo a través del continente hasta incluir alrededor de 200
leguas (entre 25º y 36º de latitud sur) en América del Sur a lo largo de la
costa del océano Pacífico, comenzando donde terminaba la jurisdicción otorgada
a Almagro. Su intención era adelantarse a la penetración lusa, debía colonizar
las tierras fundando ciudades, especialmente a lo largo de la costa del
Pacífico, una vez abiertas las rutas terrestres, y convertir a los indios al
cristianismo.
El
viaje
El 24 de agosto de 1.535 Mendoza zarpó del
puerto de Sanlúcar de Barrameda al mando de su expedición, compuesta entre 11 y
14 naves (según diversas fuentes) y aproximadamente 3.000 hombres. El Emperador
había entregado a Mendoza, además, 3.000 ducados y otro importante adelanto en
metálico que el conquistador debía trasladar hasta el Río de la Plata.
Pero la tarea que se le exigía a cambio no
era fácil: transportar a destino, en el lapso de dos años, un millar de
colonos, cien caballos, fundar tres fuertes y construir un camino real desde el
Río de la Plata hasta el océano Pacífico. Obviamente, la corte española
ignoraba las dimensiones del terreno a conquistar y las ímprobas dificultades
que representaban la cordillera de los Andes, que se interponían en la ruta
propuesta.
Mendoza conformó su expedición de manera
racional y cuidadosa: llevó consigo a ocho sacerdotes, un médico y un cirujano.
Sin embargo, no llevaba ningún abogado. El nombramiento de adelantado lo
habilitaba para quedarse con la mitad de los tesoros que secuestrara a los
aborígenes y el 90% de los rescates de los prisioneros, lo que, añadido a su
potestad de juez y tribunal de apelaciones, hacía innecesario llevar a un
forense profesional con él. Lo acompañaban su hermano Diego de Mendoza, sus
parientes Gonzalo de Mendoza y Francisco de Mendoza y el hermano de santa
Teresa de Jesús, Rodrigo de Cepeda y Ahumada.
La
tempestad
La flota de Pedro de Mendoza fue dispersada
por una espantosa tormenta frente a la costa de Brasil. Tras la misma, el
comandante logró reunir a sus navíos y desembarcó en la costa brasileña, donde
cayó gravemente enfermo. Debió entregar el comando a su lugarteniente Juan de
Osorio, quien al poco tiempo dio muestras de ser responsable de traición y
desfalco. Mendoza lo hizo ajusticiar y, algo recuperado de su dolencia, decidió
embarcar de nuevo y proseguir poniendo proa al sur.
Otras versiones dicen que una de las razones
de la empresa de Mendoza en América era que su delicado estado de salud podía
mejorar allí, puesto que sus dolencias se debían a que había contraído sífilis,
y que allí podría encontrar su cura. De hecho el adelantado permaneció casi la
totalidad del viaje en su camastro hasta dar con su muerte.
En
el Río de la Plata
La expedición de Pedro de Mendoza se adentró
en el Río de la Plata a mediados de enero de 1.536 y desembarcó en la isla San Gabriel, frente a la actual ciudad de Colonia del Sacramento. El 22 de ese
mismo mes los soldados y expedicionarios juraron fidelidad y obediencia al
adelantado, que comenzó a ejercer desde ese día su cargo de gobernador.
Después de reconocer ambas costas del
estuario rioplatense, Mendoza decidió establecerse en la margen derecha, en un
sitio donde encontró fuentes de agua potable y una costa relativamente reparada.
Primera
fundación de Buenos Aires 1.536
El 3 de febrero de 1.536, Pedro de Mendoza
fundó sobre la margen austral del Río de la Plata, un puerto defendido por un
primitivo fuerte al que llamó Santa María del
Buen Ayre, apelativo de la
Virgen de los marineros de la isla de Cerdeña. En este sitio se estableció
junto con sus expedicionarios.
Primera fundación Buenos Aires por
Pedro de Mendoza en 1.536. Autor José Moreno Carbonero.
Primera misa en Buenos Aires por Pedro de
Mendoza
Apenas instalados, los españoles descubrieron
una gran hueste de indios pampas querandíes, de al menos 3.000 hombres, a los
que dieron obsequios y alimentos.
Pero a poco de llegar, los graves problemas
comenzaron: la ciudad estaba establecida en una zona baja e inundable, pantanosa
e insalubre, desde la que los mosquitos propagaban enfermedades y epidemias. El
maltrato de algunos españoles a los indígenas motivó que estos dejaran de
frecuentar el campamento.
La falta de comida obligó al adelantado a
enviar guarniciones en todas direcciones a buscar alimentos para paliar la
hambruna, pero las mismas fueron inmediatamente atacadas por partidas de
indígenas pampas. Deseoso de terminar con el problema, don Pedro envió un
ejército mandado por su hermano Diego de Mendoza para atacar a su vez a los
pampas. Ambos bandos se enfrentaron en el “Combate
de Corpus Christi“, el 15 de junio
de 1.536, cerca de la laguna de Rocha. En el enfrentamiento los indios
vencieron y exterminaron a dos tercios de las tropas españolas.
El éxito de este combate dio confianza a los
querandíes, que comenzaron a atacar con más y más frecuencia la ciudad,
impidiendo que los españoles saliesen de sus refugios para conseguir alimentos.
De esta forma, a la enfermedad y la violencia se sumó la inanición como causa
común de muerte entre los conquistadores. A finales de junio los indígenas
reunieron un gran ejército, de 23.000 lanzas según relata el biógrafo de la
expedición Ulrico Schmidl, entre querandíes,
barenis o guaraníes, zechuruas o charrúas y zechanáis o chanás-diembús o timbús. Tras fracasar en asaltar sus defensas se
dedicaron a asediarla.
Destrucción
de la ciudad
Finalmente, en diciembre de 1.536 los querandíes consiguieron
por primera vez vulnerar las defensas de la ciudad, penetrar en ella e
incendiarla, provocando su destrucción total.
Fuerte de Santa María en Buenos Aires
destruido por los indios. Autor Léonie Matthis
Pedro de Mendoza y algunos españoles
consiguieron escapar a la matanza que siguió, y debieron encaminarse al norte
para refugiarse en el fuerte de Corpus
Cristi (en la actual provincia argentina
de Santa Fe) que había sido establecido sobre el río Carcarañá diez años antes
por Sebastián Gaboto.
Desde allí, Mendoza envió una pequeña partida
al mando de su lugarteniente Juan de Ayolas hacia el norte, reconociendo las
orillas del río. Ayolas, acosado por las pestes, el hambre y los continuos
ataques de los indios, no pudo cumplir con la tarea encomendada y, derrotado,
regresó a Sancti Spiritu.
Mendoza, descorazonado por las malas noticias
de su hombre de confianza, y sintiéndose enfermo y desanimado, delegó el mando
del fuerte a Francisco Ruiz Galán hasta que Ayolas regresare y decidió
embarcarse rumbo a España el 22 de abril de 1.537.
Mendoza designó a Juan de Ayolas para
sucederle como capitán general. Para solucionar la situación de los españoles,
Ayolas decidió trasladar la mayor parte de la fuerza restante más al norte
donde enfrentaron y derrotaron a otra población indígena llamada, los guaranís.
En el norte, los españoles hicieron un tratado de amistad con los guaraníes, y Ayolas fundó
la primera ciudad de Asunción en 1.537.
Muerte
de Mendoza
Ya muy enfermo, Pedro de Mendoza murió en
alta mar durante su viaje de regreso a España, (posiblemente de sífilis) cerca
de las Islas Canarias, el 23 de junio de 1.537. Su cuerpo fue arrojado al mar.
El resto de los españoles que estaban en Río
de la Plata, abandonaron el lugar en 1.541 y se trasladaron a Asunción, según
los ordenes de Domingo Martínez de Ira. Tras el abandono de la ciudad el año
1.541, los habitantes regresaron años más tarde tras la reconquista y la
segunda fundación de Buenos Aires.
Segunda
fundación de Buenos Aires
Juan de Garay fue nombrado gobernador del Río
de la Plata y del Paraguay en 1.579. Lo primero que hizo fue una campaña a la
región del Jejuy o Jejuí y a la zona de los ñuaras o Itatín (actual estado
brasileño de Mato Grosso del Sur) y tras derrotar al cacique Oberá, decidió
fundar una ciudad en la región cercana a la laguna de Xarayes, Jarayes o Gran
Pantanal del alto río Paraguay. Para concretar su objetivo designó al teniente
de gobernador del Guayrá, el capitán Ruy Díaz de Melgarejo, que partió de
Asunción en 1.580 con 60 soldados y hacia la latitud 19°S, sobre la orilla del
este o diestra del río Mbotetey o Miranda que es afluente oriental del
Paraguay, fundaría la primera ciudad de Santiago de Jerez aunque sería
abandonada al poco tiempo por sus habitantes, ya que carecía de minas la
región, además de no haber tráfico comercial y estar asediada continuamente por
los guaycurúes.
En enero de 1.580 Juan de Garay comenzó los
preparativos de la segunda fundación de Buenos Aires. Se pretendía poblar la
nueva ciudad con gente de Asunción, para lo cual se promulgó un bando
ofreciendo tierras y otras mercedes. Se apuntaron 200 familias guaraníes y 76
de colonos. Se llevó todo lo necesario por el río en la carabela Cristóbal Colón y dos
bergantines Santo Tomás y Todos los Santos, cuarenta balsas y numerosas canoas. La expedición que salió el 9 de
marzo del mismo año. Además de los colonos iban 39 soldados. Una parte del
convoy fue por tierra y había partido un mes antes, en él iban 18 hombres
arreando 300 vacunos, que costearon la margen izquierda de los ríos Paraná y
Paraguay.
El domingo 29 de mayo de 1.580, el
contingente de Garay recaló en la boca del riachuelo, instalando un campamento
en el mismo lugar donde Pedro de Mendoza realizó la primera fundación de Buenos
Aires.
Unos días después, ya se había levantado un
pequeño asentamiento, algo más al norte de la fundación anterior.
El 11 de junio de 1.580, tuvo lugar la
segunda fundación de Buenos Aires. Se la bautizó con el nombre de Ciudad de la
Santísima Trinidad y puerto de Santa
María de los Buenos Aires. Se plantó el “árbol de justicia” o rollo, símbolo de la ciudad, y tal como se acostumbraba y era
obligatorio en tales casos, blandió la espada en las cuatro direcciones y dio
un tajo a la tierra para señalar la posesión, y repartieron tierras entre los
63 pobladores que lo acompañaban, algunos presentes en la primera fundación.
Segunda fundación Buenos Aires por Juan
de Garay en 1.580. La ciudad se funda alrededor del árbol de la justicia
(rollo) en donde hoy está la plaza de Mayo. Autor José Moreno Carbonero
Garay proclamó que la ciudad se fundaba en
cumplimiento de la capitulación de Juan Ortiz de Zarate, de su sucesor el
adelantado Juan Torres de Vera y Aragón y del rey de España Felipe II.
La ciudad se organizó en torno a la plaza
Mayor (actual plaza de Mayo), la cual se haya en posición excéntrica en
relación al trazado urbano y frente al río tal como lo indicaba la Ordenanza de
las Ciudades Puerto.
La actual cuadrícula de la traza responde al
diseño original de la segunda fundación de Buenos Aires, en donde se ordenaron
en forma de cuadrilátero las 15 x 9 manzanas.
Las calles del casco céntrico histórico
medían 11 varas (9,5 metros) y se mantienen hasta hoy, aunque algo más anchas y
con distinto nombre.
Frente a la plaza se reservó una cuadra para
el Adelantado, en la ubicación actual del Banco Nación. Y otra para el Fuerte,
donde actualmente se ubica la casa Rosada.
Uso del espacio urbano y rural estaba
organizado de tal modo de asegurar una economía de subsistencia y el arraigo de
la población en la zona urbana.
Ejido era el espacio común que rodeaba
a la ciudad donde pastaba el ganado de servicio de la ciudad y se extraía leña.
Las Suertes de Chacras se extendían desde el
norte del ejido hasta San Fernando y también hacia el oeste. Garay otorgó a
cada uno de los pobladores, un espacio de 4 manzanas destinado a huerta y cultivo
de cereales.
Las Suertes de Estancias estaban destinadas a
la cría del ganado mayor. Eran administradas por el Cabildo a través de un
delegado en los “pagos”, que luego dieron origen a los partidos. Las estancias
se extendían desde San Fernando hasta Santa Fe y desde el Riachuelo de los
Navíos hasta el pago de Magdalena.
La construcción del fuerte concluyó en
1.594 y se utilizaba como residencia del gobernador. Su ubicación era
estratégica, llegaba hasta el pie de la barranca junto al río. Dominaba ambos
fondeaderos: el puerto del Riachuelo de los Navíos para naves de poco calado y
El Pozo que contaba con un canal mas profundo, en el actual Retiro.
El fuerte contaba hacia 1.713, con una
muralla de piedra incompleta de 120 m de lado, con baluartes en las esquinas,
foso y puente levadizo. Aun así, nunca tuvo que cumplir tareas defensivas, ya
que la costa estaba protegida por peligrosos bancos de arena.
Juan de Garay principal protagonista de la
segunda fundación de Buenos Aires, no llegó a construir el fuerte. En 1.583 fue
muerto por los indios, junto a otros doce españoles, cerca del fuerte Sancti Spíritu.
https://arrecaballo.es/edad-moderna/conquistadores-espanoles/pedro-de-mendoza/
No hay comentarios:
Publicar un comentario